Endulzando al villano Como era de esperar, la nueva adaptación a cargo de Illumination de ¡Cómo el Grinch Robó la Navidad! (How the Grinch Stole Christmas!, 1957), el legendario libro infantil de Theodor “Dr. Seuss” Geisel, por un lado se ubica muy lejos en términos de calidad con respecto a la entrañable versión de 1966 de Chuck Jones -bendecida por el propio autor y con la voz de Boris Karloff- y por otro lado resulta un poco mejor en relación a la flojísima traslación de Ron Howard del 2000 con Jim Carrey como el personaje del título, un gruñón de pelaje verde y sonrisa maléfica que pretende sabotear la Navidad de Villaquién, una comunidad pacífica utópica, y que en esencia funciona como una sutil reformulación del Ebenezer Scrooge que ideó Charles Dickens para su novela corta Cuento de Navidad (A Christmas Carol, 1843), alegoría en favor del humanismo y contra el capitalismo salvaje. Estaba cantado que el estudio responsable de La Vida Secreta de tus Mascotas (The Secret Life of Pets, 2016) y de la saga que comenzó con Mi Villano Favorito (Despicable Me, 2010) endulzaría al personaje para hacerlo más “accesible” al público bobalicón familiar promedio de nuestros días, ese que el propio mainstream viene creando mediante campañas gigantescas de marketing para un puñado de productos al año, lo que implicó inventarle al protagonista excluyente un background como huérfano, una estadía durante su niñez en un orfanato y un deseo ferviente de fondo de evitar -en vez de destruir, como en el relato original- la Navidad, esa época del año muy poco atractiva para los solitarios que deben ver cómo las familias se reúnen y celebran. El enfoque elegido es sin embargo respetuoso e incluso intenta reproducir las métricas de las conocidas rimas del escritor norteamericano. Las buenas intenciones generan una propuesta apenas pasable porque Hollywood vuelve a complementar la simpleza aleccionadora de Dr. Seuss con una catarata de secuencias de acción, diversas “actualizaciones” a nivel de diálogos y situaciones y sobre todo esa obsesión con rellenar la historia de momentos superfluos para extenderla hasta la duración de un largometraje, decisión que atenta contra la paradigmática estructura de las parábolas infantiles que siguen una progresión lineal concreta sin artificios ni tangentes ni chistecitos de por medio. Por otra parte, la animación es luminosa y bella, el desempeño de Benedict Cumberbatch como el mítico canalla verde es muy bueno y hasta se entiende el detalle de darle un carácter más acabado a Max, el fiel perro del protagonista, un personaje que en el original estaba muy sometido a los caprichos de su amo para remarcar su inefable malicia. Un punto a favor de El Grinch (The Grinch, 2018) es que deja intactas las dos grandes interpretaciones que habilitaba la fábula de Geisel, la vinculada a una crítica al consumismo compulsivo de las fiestas de fin de año en detrimento de valores como la unión y la comunicación entre los hombres (por ello la redención final del villano está homologada al hecho de que malinterpretó el mismo “significado” de la Navidad al pensar que robando los regalos de los Quién toda la jornada se arruinaría de inmediato, cosa que no sucede ya que los humanoides cantan ufanos igual) y la otra lectura relacionada con el Grinch en tanto “odiador social” estándar que se amarga con la felicidad ajena y por ello desea que la aldea comunista celestial sufra tanto como él (la envidia del señor verde -muy en la tradición de la pequeña y alta burguesía- explicaría su militancia en pos del martirio de los Quién, una masa popular uniforme que ve sumergida en la ignorancia y la idiotez). Lamentablemente la película nunca puede escapar de una medianía que la emparenta a otros productos escuálidos como Horton y el Mundo de los Quién (Horton Hears a Who!, 2008) y El Lorax: En Busca de la Trúfula Perdida (The Lorax, 2012), aunque vale aclarar que por lo menos ni se arrima a la desastrosa El Gato (The Cat in the Hat, 2003), definitivamente la peor adaptación de Dr. Seuss que haya dado el mainstream redundante del nuevo milenio…
Soy malo y me gusta serlo… bah, ni tanto. La pequeña comunidad de Villaquién (Whoville) se prepara para celebrar la Navidad con gran pompa y exceso de actitud. Pero esa navidad será distinta a otras; el solitario y amargado Grinch ha planeado robarles la alegría navideña saqueando cada una de las casas para llevarse los obsequios y adornos navideños. Pero el plan se verá alterado por la pequeña Cindy-Lou, quien tiene pensado sorprender a Santa ese año para hacerle un pedido muy especial. El relato pretende estructurarse en torno a una oposición entre el misántropo Grinch (un extraño ser que vive alejado en la montaña) y la ñoña comunidad de Villaquién, personificada por la pequeña Cindy-Lou. En un vértice narrativo hallamos a una niña, Cindy-Lou, que vive con su madre y dos hermanos pequeños. La niña está muy preocupada porque su madre carga sola con la crianza y manutención de la familia, y por lo tanto ha planeado para esta navidad enfrentar personalmente a Santa Claus para pedir que su madre pueda trabajar un poco menos. Aunque en la casa no hay figura paterna, ni indicios de la presencia de otro adulto (familiar o pareja), no queda claro si se trata de un pedido romántico o de otro orden, pues la narración deja en la ambigüedad ese tópico. Esta indefinición debilita, a mi juicio, un ya defectuoso relato, y es consecuencia de una decisión general de focalizar la trama en Cindy, dejando de lado las caracterizaciones de los personajes secundarios, en este caso, de la madre que es el objeto principal de la acción de Cindy. De ella nada sabemos, ni porqué está sola, ni si busca amor, o simplemente una mucama, etc. En el vértice opuesto tenemos a Grinch: un ser solitario y amargado que vive junto a su fiel perro Max. Advertido este año de que la alcaldesa de Villaquién ha decretado festejar una navidad tres veces más grande, decide robarles la alegría y la actitud navideña a los pobladores, bajo la premisa pedestre de que si desaparecen los regalos y los adornos superficiales desaparecería en el mismo acto el espíritu navideño. Decidido a sustituir Santa y engañar a quien lo sorprenda en la chimenea, Grinch cuenta para esta hazaña con la inestimable colaboración de su fiel perro Max y de un obeso alce. Este personaje constituye la otra debilidad estructural del relato, ya que carece de una motivación genuina y dramáticamente estable; incluso la caracterización resulta contradictoria: por un lado, comete “maldades” en su visita a Villaquién, pero se muestra empático, sensible y compasivo con su perro y el alce. Esta caracterización contradictoria anula todo conflicto narrativo consistente, y no habiendo tal cosa las acciones quedan irremediablemente dependientes de los efectos visuales y del conjunto de situaciones más o menos graciosas. Por otra parte, la idea de “robar la navidad” nos remite indefectiblemente a ese gran relato infantil que es El extraño mundo de Jack (The Nightmare before Christmas, 1993), del genial equipo creativo Tim Burton y Henry Selick que está bajo todo concepto en las antípodas de la película que hoy nos ocupa. Allí el robo estaba asociado a un bellísimo malentendido sobre el sentido de la navidad, y tal equívoco constituía el armazón estructural de todo el decurso del relato; en El Grinch, sin embargo, no hay tal confusión. Jack (el rey de las calabazas) es un personaje sólido, audaz y decidido, y su conducta está orientada por un fin loable pues sabe lo que quiere y no lo abandona. La anagnorisis que protagoniza, por lo tanto, constituye un auténtico drama; por el contrario, la personalidad caleidoscópica del Grinch impide hacernos de él y de su motivación un universo claro, y todo el desarrollo del personaje parece más un caso de esquizofrenia que de genuino aleccionamiento.
Para los que lo conocen es una divertida manera de recordarlo y para los que no, El Grinch, que es un ogro totalmente verde, vuelve otra vez en este 2018 para robar la navidad, con su eficaz e incondicional perro Max, pero en esta oportunidad en 3D. El Grinch, personaje principal, con una mixtura de ser odioso y tierno a la vez, es la versión del cuento animado, hecho para la TV hace ya 52 años. En esta ocasión nos encontramos con otra adaptación del cuento de Theodore Seuss Geisel, mejor conocido como Dr. Seuss, un talentoso escritor y caricaturista estadounidense que marcó la infancia de millones de niños con sus libros infantiles. Entre ellos se destacan “El Lorax”, “El Gato en el Sombrero” y la que nos atañe: “Cómo el Grinch robó la Navidad”. Nacida en 1957, fue tan grande la aclamación del público que para 1966 se convirtió en un corto animado y se transformó en un clásico. Para los abuelos de los niños de ahora, cabe destacar que Boris Karloff fue el narrador del corto y la voz de “El Grinch” y que la obra fue transmitida por la cadena CBS. Otro que tuvo que ver con este ogro, con corazón de dos tallas menores a la talla usual, como él mismo declara, fue el actor Jim Carrey, quien dio vida al berrinchudo personaje verde. En su momento el público la vio como una comedia disfrutable, pero la crítica la catalogó como una imperdonable transgresión. En esta nueva versión, Scott Mosier debuta en la dirección de largometrajes con este filme que co-dirige junto a Yarrow Cheney (“Mascotas”), y que cuenta con un guión de Michael LeSieur (“Las apariencias engañan, El atraco”). El reparto de voces de la versión original está encabezado por Benedict Cumberbatch (“Vengadores: Infinity War”, “Sherlock”) como el mítico Grinch. También están presentes Kenan Thompson como Bricklebaum, así como la consagrada actriz británica de Broadway Angela Lansbury. Con gráficos de colores brillantes, mantiene un ritmo constante y atractivo, a pesar de que el guión es totalmente versado, de principio a fin, pero logra sembrar la expectativa de ver si, finalmente, el personaje lleva a cabo su triste plan de robarse la Navidad del pueblo de Quien. La cinta, visualmente poderosa consigue hacer querible al gruñon peludo y verde que lleva la batuta de la historia a pesar de tan dudoso cometido. La película también se puede ver como una crítica social a todo lo superfluo de la Navidad, regalos, envoltorios, ropa especial. Apta para que todo el público la disfrute, para que la familia vaya al cine a reafirmar que esta diferente y atípica historia navideña ya fue adoptada por la gente como un clásico para ir a ver y no olvidarse de comer pochoclos mientras tanto.
De la mano de illumination llega para anticiparse a estas navidades una nueva adaptación de El Grinch, el más famoso y querido villano de las navidades. Este film responde a una adaptación del cuento publicado en 1857 por el autor conocido como Dr Seus , con un color y estética similar a los anteriores films de la compañía. Por algún motivo, el Grinch se ha convertido en un ser gruñón y antisocial, incapaz de sentir empatía por el otro , sobre todo en una época donde la unión y la bondad está a flor de piel: La navidad. Esta época festiva se acerca, y los habitantes del pueblo están cada vez más odiosos para el Grinch, y para evitar que esta costumbre le devuelva los malos recuerdos de su infancia, decide robarse la navidad. La película se lleva a cabo a través del proceso en que este villano arma y ejecuta el plan para cometer su atroz crimen, mostrado de una forma simpática y muy entretenida. Si cabe destacar que tanto el personaje del Grinch y la estética del film, tiene claras similitudes a la película del mismo estudio Mi villano favorito, por suerte en esta no hay Minions para rellenar la historia. Lamentablemente existe una falta de identidad en un personaje que podría haberse explorado de otra manera, no es dato menor que su director fue parte de la producción de las aventuras de gru. En cuanto a la animación, si es destacable el trabajo en el diseño de su protagonista, pensado como un ser odioso pero tierno a la vez. El momento del robo de la navidad es una de las escenas que denotan una gran calidad artística en el diseño de animación, siendo una de las escenas más disfrutables del film. El Grinch es una película entretenida tanto para chicos como grandes. Si bien no explora la complejidad y el encanto que tiene el personaje de Dr Seus, nos brinda una historia navideña en la que el público podrá sentir empatía con este tierno y gruñón ladrón de la navidad.
El Grinch es una suerte de duende verde creado por Dr. Seuss (Theodor Seuss Geisel), también autor de The Cat in the Hat, que es una parodia del sentido mercantilista que muchos ven en la Navidad. El peludo Grinch vive en una cueva en lo alto de una montaña, desde donde observa la alegría de los habitantes de Villaquién, el pueblo de los Quién. Odia la Navidad, vive con su perrito, Max, y tiene el corazón “dos talles más chico”. Es muy popular en Norteamérica. Jim Carrey protagonizó la versión de 2000, dirigida por Ron Howard, que es la más recordada por los que vivimos al Sur del Río Grande. Su Grinch tenía mucho de Scrooge, que el actor de La máscara haría luego, con animación computarizada. Y este largometraje animado es de los estudios Illumination, los mismos de Mi villano favorito. No es difícil parangonar un personaje con otro. Obra de Chris Meledandris, responsable mayor de Illumination, quien retomará la posta con una nueva saga de Shrek, está pensado para un público de chicos más que de grandes, con un humor de slapstick (acciones exageradas de violencia física). El Grinch sigue siendo un cascarrabias, y es en la confrontación de caracteres con los festivos Quién, donde se genera la acción. Abajo en el pueblo, Cindy planea atrapar a Papá Noel, y de alguna manera se relaciona, para bien o para peor, con El Grinch. De nuevo: son los caracteres disímiles y casi opuestos (lo agrio y lo dulce) los que generan el accionar del filme. Y lo dicho: hay ocurrencias que los más pequeños disfrutarán más que los preadolescentes o los eventuales acompañantes adultos. Claro que en la versión doblada al español no está la voz de Benedict Cumberbatch como el peludo verde, ni la de la narración es la de Pharrell Williams (su canción Happy fue nominada al Oscar por… Mi villano favorito 2). Y ya sabemos cómo suelen ser los doblajes, diantres, o coño.
Cada momento de Hollywood tiene la animación que le corresponde. Más allá del poder de Disney, los otros grandes estudios de Hollywood pugnan todo el tiempo por sacar ventajas en uno de los escenarios más competitivos y exigentes de la industria del entretenimiento. Y este tiempo le pertenece a Illumination, la usina creativa liderada por Chris Meledandri de la que surgieron Mi villano favorito y los Minions. Hace dos semanas Variety dijo que Meledandri se convirtió en el hombre más poderoso de la actualidad en el terreno de la animación. En 2000, hace casi dos décadas, El Grinch tuvo su primer largometraje, dirigido por una figura del riñón de Hollywood (Ron Howard) con Jim Carrey en el apogeo de su popularidad y personajes de carne y hueso. Ahora, el cuento del Dr. Seuss reaparece con todas las virtudes y limitaciones de Illumination. El breve relato del monstruo de pelambre verde que quiere robarse la Navidad se instala en la pantalla con esa inmensa paleta de colores vivos, la ingenuidad y la apuesta al chiste visual que caracteriza a esa factoría. Que la fórmula se repita sin apostar a otra clase de búsquedas o innovaciones no interesa demasiado. El relato clásico, con sus vueltas y su conclusión aleccionadora, funciona en sus destinatarios naturales, los chicos más pequeños. El programa se completa con el estreno de un divertido corto de los Minions, Yellow is the New Black, ambientado en una cárcel.
El mismo estudio que ya trajo El Lorax, presenta "El Grinch", nueva adaptación de un cuento del famoso Dr. Seuss, en el que otra vez se apuesta a la medianía general. Cuando en 2010, se estrenaba Mi villano favorito, su humor caricaturesco disparatado que hacía recordar a Chuck Jones, y la idea de reversionar la figura del malo, prometía que los recién inaugurados Illumination Studios traían aire fresco al cine de animación mainstream. Ocho años después, la respuesta es menos certera; pero ¿Qué mejor que ellos para traer la historia de otro villano protagonista? Quizás el más famoso del mundo infantil. Theodor Seuss Geisel, más conocido como Dr. Seuss, escribió más de 60 libros infantiles, que se caracterizaron por poseer personajes muy inventivos, coloridos en todo sentido, y sobre todo, por la pegajosa rima en la que estaban escritos. El hombre es una eminencia en EE.UU., lo que permitió que muchas de sus mejores obras sean adaptadas, primero al mundo de las series de caricaturas, y luego como películas. "El Grinch", o "How The Grinch Stole The Christmas"; es, probablemente, su creación más conocida. Al punto de que su nombre ya es sinónimo del típico aguafiestas. La adaptación de Chuck Jones con voz de Boris Karloff es todo un clásico de la animación; y hasta fue homenajeada por Tim Curry en "Mi pobre Angelito 2". Otra generación más actual puede recordar el live action de Ron Howard con Jim Carrey y Christine Baransky. Ya pasaron más de quince años de aquella versión cuasi kitsch de la historia, es tiempo de que el ogro peludo salga otra vez de su cueva. La historia es sencilla, y es mejor verla que contarla, las aventuras de un ser ermitaño, que vive alejado sólo con su perro, y detesta la felicidad permanente en la que viven los habitantes de Villa Quién; en especial la navidad, época del año alegre si las hay. Por eso mismo, El Grinch pergeña un plan para dar fin a esa felicidad, lo que desatara una puja entre la felicidad acérrima de unos, y la amargura exasperante del otro. Acá advertimos el primer y más notorio cambio. Lo dice hasta el mismo título del cuento en inglés, el Grinch quiere robarse la navidad, sabotearla del peor modo. Es el Sr. Burns queriendo privar del sol a todo Springfield. En esta película que dirige el novato Scott Mosier, junto a Yarrow Cheney ("La vida secreta de las mascotas"), el robo de la navidad, es cambiado por un intento de evitarla, casi como el de "Christmas with the Kranks", pero a mayor escala. ¿Qué significa cambiar un robo por impedirla? Un cambio en la forma de ser del personaje. Illumination demostró en "Mi villano favorito" tener un sentido del humor irónico, que luego no pudo sostener en sus siguientes producciones más sencillas, tradicionales, y livianas, aún las secuelas y spin off de aquella. "El Grinch" era una oportunidad para volver a las fuentes, pero no, lo que hicieron fue endulzar al personaje. Hacerlo un cascarrabia querible, justificarlo, y bajarle el tono a su villanería. Todo es más simple en "El Grinch" versión 2018, bajo la excusa de ser un film para niños, aunque los otros también lo fueron, y el cuento más. El tratamiento que se le da a la película, es bastante similar a lo que ya habían hecho con "El Lorax", simplificar, y alargar los tramos más alegres de la historia. A su favor, la metáfora que Dr. Seuss había planeado como similitud con "Un cuento de navidad" de Dickens, está ahí; aunque, sí, remarcada para simplificarla. La menos de hora y media de duración se pasan de un modo alegre y entretenido, con chistes que funcionan, y otros menos. También tenemos un intento de la métrica de diálogos de. Dr. Seuss. Pero lo que falta es la inventiva, el desborde de creatividad, la locura simpática sin caer en lo frenético; en definitiva, la marca del creador. Chuck Jones fue quien mejor interpretó al autor original. La magia de uno y de otro se potenciaron, y no en vano el propio Seuss le dio su valoración. La versión de Howard es impropia del relato original, se aparta lo suficiente. Pero tiene un estilo propio muy llamativo, distintiva de cualquier otro producto similar. Nada de eso hay en la película de Cheney y Mosier, en la que sólo vemos las puntas del autor en las rimas, y el estilo es de por más convencional. Pensada para un público infantil poco exigente (¡Ay! ¿Cuándo van a entender?), "El Grinch" aprueba, divierte, y logra que pasemos un rato alegre con un lindo mensaje de unión y felicidad pese a las adversidades. Quienes busquen más que eso, no lo van a encontrar.
En un momento donde no abundan las propuestas infantiles en la cartelera, El Grinch ofrece un buen pasatiempo para los más chicos (especialmente a los espectadores de entre tres y ocho años) aunque se trate de la adaptación más floja del personaje. En defensa del estudio Illumination es justo destacar que el desafío que tenían con este proyecto no era sencillo. El cuento de Dr. Seuss es un clásico emblemático de la temática navideña y ya contaba con dos antecedentes muy populares. El especial de animación de Chuck Jones se convirtió en un clásico del género y desde su estreno en 1966 nunca dejó emitirse en la televisión norteamericana. A esto se suma la adaptación live action que hizo Ron Howard con un excelente Jim Carrey en el rol principal. Por consiguiente, salvo que el Grinch se trabaje desde una perspectiva diferente la idea de una nueva remake estaba condenada al olvido debido a los filmes previos que fueron muy sólidos. El hecho que el clásico socio de Kevin Smith, Scott Mosier (productor de todos los filmes del cineasta) fuera responsable de la dirección podía prometer una alternativa distinta por el lado del humor. Sin embargo, junto al realizador Yarrow Cheney (La vida secreta de tus mascotas) Mosier ofrece el típico film genérico de Illumination que se hace con el objetivo de promocionar productos en las góndolas de supermercados, más que con la intención de narrar una buena historia. La película tiene un buen comienzo con la presentación del protagonista y la aldea de Whoville, que es justo reconocerlo, se ve espectacular con todas las decoraciones navideñas. En el segundo acto la película cae en un bache narrativo con varios momentos de relleno que no presentan mucha inspiración en el humor y genera que la trama se vuelva aburrida. No obstante, los directores consiguen salir de ese problema en el tramo final cuando la historia se vuelve más emotiva y el Grinch logra destacarse un poco más. El problema con esta versión es que el personaje no es tan malo como se lo retrataba en el relato de Dr Seuss. Simplemente es un tipo que no disfruta de la Navidad y prefiere no participar de las celebraciones del pueblo. Al atenuar esa característica de su personalidad el protagonista perdió su principal atractivo y por ese motivo la interpretación de Benedict Cumberbatch no deja una gran impresión. Si a esto le sumamos una horrenda banda de sonido donde arruinaron el clásico tema del Grinch con una desapasionada versión Hip Hop, no hay grandes méritos para destacarle al film. Como propuesta de animación cumple al entretener a los más chicos, lo que no es poco, pero dentro del género es una remake que quedará en el olvido.
El verdadero significado de la Navidad “El Grinch” (The Grinch, 2018) es una película animada dirigida por Yarrow Cheney y Scott Mosier. Con un guión a cargo de Michael LeSieur y Tommy Swerdlow, la cinta está basada en el cuento popular infantil “¡Cómo el Grinch robó la Navidad!” (How the Grinch Stole Christmas!, 1957) de Dr. Seuss, reconocido también por sus historias del Lorax y el Gato en el Sombrero. Las voces originales son puestas por Benedict Cumberbatch, Cameron Seely, Rashida Jones, Kenan Thompson, entre otros. En la Villa Quién la ansiedad se respira en el aire: faltan pocos días para la Navidad y, como esta vez la idea es que la celebración sea tres veces más grande de lo usual, los preparativos llevan más tiempo y no hay opción de que algo salga mal. Sin embargo existe una criatura verde que no soporta esta festividad: el Grinch (Benedict Cumberbatch). Él vive en una cueva en lo alto de la montaña junto a su fiel perro Max y solo baja al pueblo cuando la reserva de comida se acaba. Harto de la alegría y amabilidad de los pueblerinos, el Grinch se propondrá robar la Navidad. Para eso deberá robar un trineo y encontrar un reno, a la vez que necesitará de un atuendo parecido al de Santa Claus. Por otro lado, la pequeña Cindy-Lou Quién (Cameron Seely) tiene un plan tramado a la perfección, el cual consiste en atrapar a Papá Noel para hablarle cara a cara, ya que su deseo es demasiado importante como para solo ser escrito por carta. Con un corazón encogido dos veces su tamaño normal, cubierto de pelo verde y un humor peculiar, el Grinch vuelve a las pantallas en una nueva adaptación luego de la película corta hecha para televisión por Chuck Jones en 1966 y el filme más adulto protagonizado por Jim Carrey en el año 2000. Muchos dirán que esta película es completamente innecesaria al no aportar nada nuevo, no obstante la producción de Illumination Entertainment resulta la opción ideal para que las familias lleven a sus niños al cine. Respetando bastantes aspectos de la historia original, como la bien utilizada voz en off, la soledad en la que vive el Grinch y el júbilo de los Quiénes ante la Navidad, la cinta agrega un trasfondo mucho más interesante al personaje de Cindy-Lou. Con dos hermanos chiquitos y una madre soltera que trabaja toda la noche, el anhelo de Cindy contribuye a remarcar la gran moraleja de Dr. Seuss: la Navidad debería ir más allá de lo comercial/material (obsequios, calcetines, adornos, comida) ya que lo importante consiste en pasar las fiestas junto a los seres queridos y amigos. Aunque el diseño del Grinch y los pueblerinos recuerde a otros filmes de la misma productora, tales como “Mi Villano Favorito” (Despicable Me, 2010) y “Lorax: En Busca de la Trúfula Perdida” (The Lorax, 2012), de igual manera los personajes logran ser entrañables. Por otro lado, el reno Fred resulta una buena adquisición al relato y la Villa Quién, llena de lucecitas y copos de nieve, brilla por su encanto. Con una enseñanza que nunca pasará de moda, “El Grinch” mantiene el espíritu del hermoso cuento de Dr. Seuss a la vez que hará reír en más de una ocasión. Bella, divertida y con un final encantador, si te gustan las películas navideñas no la podés dejar pasar.
Un grito de amor, amistad y redención, narrada con una historia que ya todos conocen de memoria y que rara vez vaya a cambiar. El Grinch sigue y seguirá enamorando con su poca actitud navideña. Estamos muy cerca de diciembre y eso significa muchas cosas. Se terminan los exámenes, el calor empieza a sofocar, el transporte público colapsa de gente malhumorada, las familias empiezan a repartirse las responsabilidades para las fiestas y las películas que tienen que ver con la navidad empiezan a ser frecuentes en todas las señas del cable. Una de ellas es sin dudas la de El Grinch (2000) la peli que protagonizó Jim Carrey y que trajo a toda una generación de chicos el clásico cuento del Dr. Seuss con una visión un poco más oscura y tétrica que el cuento original de 1957 llamado ¿Como el Grinch se robó la navidad? Un cuento que posteriormente se ganó una adaptación animada en 1966 y que hoy en día es considerado como un clásico navideño a nivel mundial. Y como las generaciones se renuevan, también lo hacen las historias clásicas, es por eso que este año El Grinch (2018) vuelve a hacerse presente en los cines de todo el mundo y de la mano de una de las compañías que viene acertando en cada movimiento como Ilumination Entertainment, sí la misma de los Minions. En la cima de la montaña más nevada de toda Villaquien, vive el Grinch. Un amargado y gruñón ser que se mantiene ajeno a todo tipo de sentimiento de felicidad y alegría dado que su corazón, de tres tamaños menor, no se lo permite. Mientras se encuentra en los preparativos clásicos de fin de año para hacer absolutamente nada, salvo comer y estar con su mascota/mejor amigo/mayordomo Max, él se da cuenta de que la comida no abunda y no le queda otra solución, que ir a la villa de los Quienes, a buscar provisiones. Allí, todos son diferentes a él y no porque se vea verde, gruñón y un holgazán de primera, sino que allí se espera la navidad como ningún otro evento. Entre todo el fervor y la locura de esta pequeña y curiosa población, el Grinch se topa con Cindy Lou, una joven que en medios de todos los preparativos se toma con una duda moral que incluye a su madre y sobre que debería hacer y como actuar. Después de un breve intercambio de ideas entre sí, ambos salen con conclusiones bastante diferentes. Cindy Lou, interceptar a Santa Claus en la noche de Navidad para proponerle un trato y nuestro amigo verdoso, disfrazarse del mismo Santa y robarle a todos los habitantes del pueblo, sus juguetes, sus adornos y su tan querida Navidad. Poco tiene de innovador esta nueva versión del cuento clásico, esta vez a manos de la dupla de directores conformada por Yarrow Cheney y Scott Mosier, pero hay algo que es verdad y es que la historia de El Grinch, nunca pierde el encanto. Pasó con el clásico del 66, lo mismo con la del 2000 y también posiblemente suceda dentro de otros 15 o 20 años y es por el gran mensaje que transmite la peli, algo que jamás quedará viejo. En esta ocasión el tono de la película apunta a un público joven, pero para no alejar a los padres se desarrolla una problemática bastante actual en donde madres y padres pueden verse reflejados por igual. Teniendo en cuenta que la peli no aporta ninguna otra cosa diferente, es destacable que por lo menos en ese aspecto, el film haya sabido acoplarse a la coyuntura actual. La animación es de primer nivel y no sorprende viniendo de los desarrolladores de personajes como los Minions. La realidad con la que estos genios están jugando es tremenda y parece no tener un techo de mejora. Manteniendo el diseño básico de los personajes originales, el otro punto a destacar es el juego de luces y sombras que se dan todo el tiempo y el de la fotografía de la peli, no es fácil que en una película animada los colores y las diferentes formas de utilizarlos sorprendan y aquí es un aspecto como para destacar de muy buena manera. La peli es un grito de amor, amistad y redención, narrada con una historia que ya todos conocen de memoria y que rara vez vaya a cambiar. Algo que es innegable es que El Grinch sigue y seguirá enamorando con su poca actitud navideña y cada vez que salgan nuevas versiones de su historia las sensaciones serán las mismas: ¿Hace falta otra película del Grinch? Sí, siempre.
En Villa Quien viven los habitantes más felices que uno puedo conocer. Cantan y bailan, saludan y abrazan. Todos son amigos, como es debido. Y cuando la Navidad llega todos se alegran, es la fiesta preferida de esta gente colorida. Pero no todos son felices. Allá en la montaña, en una cueva solitaria, el Grinch se aísla de toda esa alegría. Odia la Navidad y siempre lo hizo, pero este año no se va a quedar de brazos cruzados. Junto a su fiel amigo Max, planearán y complotarán para esta fiesta poder robar.
La creación de Dr Seuss es ya un clásico navideño pero esta versión de la productora Ilumination (“Mi villano favorito”, “La vida secreta de las mascotas”) se empeña en humanizar al villano, darle una justificación con una infancia en soledad que achica su corazón tres veces, y le hace odiar los festejos navideños que nunca existieron para él. Pero además le agrega una niña que transformara al gruñón verde en un ser amable. La niña en cuestión no pide juguetes para ella sino que Santa Claus alivie la situación de su madre que trabaja demasiado. Estos y otros añadidos de los guionistas Michael LeSieur y Tommy Swerdlow, como el reno regordete que resulta encantador y el vecino loco por la navidad que se empeña en abrazar al molesto protagonista, se sienten muy del universo del autor. Los directores Scott Mosier y Yarrow Cheney utilizaron un marco brillante y barroco, y dotando a la ciudad decorada para las fiestas con una creatividad meticulosa, alegre y encantadora. Así como las comodidades de la cueva-mansión que habita el protagonista. El perrito es sencillamente una estrella. Con la musica de Danny Elfman, los números musicales también cuenta como hallazgos. En la versión subtitulada se puede apreciar la calidad de Benedict Cumberbatch como el Grinch, Pharrell Williams como el narrador. La idea original de el Grinch de robarles la navidad a todos los habitantes de la ciudad, léase adornos, arbolitos y regalos, que sin embargo no impiden que todos los habitantes festejen igual, imbuidos del verdadero significado del festejo, no deja de ser una mirada anticonsumista verdaderamente única. Para disfrutar en familia (G.M.)
La historia del genio de la literatura infantil Dr Seuss tal vez sea antigua, pero sin duda la animación y todo el estilo de esta nueva "El Grinch" es sumamente moderno. El cuento es el mismo de siempre, que entre muchos otros ya filmó Ron Howard junto a Jim Carrey: el Grinch es una especie de mono verde que como tiene el corazón dos medidas más pequeñas que lo normal, odia a muerte la Navidad, y esta vez dado que no la soporta más, pretende arruinarla robándosela. En su maldad, este nuevo diseño del Grinch no lo vuelve antipático, y además tiene un perrito digno de los mejores personajes de los productores de "Mi villaño favorito" y sus secuelas. También hay una nenita que viene a sintetizar el espíritu navideño, simpática y divertida, sin desperdicio. Pero lo que hace que "El Grinch" sobresalga sobre otras películas recientes de animación digital es el vértigo visual propio de los cartoons clásicos, y los excelentes gags que propone de principio a fin. El colorido de la película también es asombroso. En síntesis, esta nueva "El Grinch" es un excelente entretenimiento para chicos y grandes.
NI ADORNOS, NI REGALOS: “QUIERO TIEMPO, PERO TIEMPO NO APURADO” Se acercan las Fiestas y llegan propuestas acordes al “espíritu” navideño: aunque la ocasión es meramente comercial, la nueva aparición de El Grinch está muy bien. Esquiva la inevitable sombra de su predecesora para dar un film mucho más colorido y con características de las familias actuales. Ya varios son los contenidos que se han realizado sobre este gruñón de aspecto verde, que odia la Navidad y a los Quién (pobladores del lugar), pero, sin dudas, el más presente hasta ahora fue el interpretado por Jim Carrey en 2000. Los encuentros entre esta y la nueva película de animación son varios porque ambos están basados en el mismo cuento y retoman partes textuales. El Grinch renovado ya no parece tan feo, y es que tampoco es un ser monstruoso. Mientras que al anterior ya le era innata su diferencia con los demás y la sociedad, lo único que hizo fue resaltar eso y aislarlo. Para esta nueva producción, la exclusión se debe a su niñez en el orfanato y a una sociedad que le fue indiferente. El Grinch de 2018 es parte de la cultura de la imagen, usa gel de brillo intenso para mantener su color, se cepilla y seca el pelo. Su figura es una construcción. Se crea un personaje siniestro para poder sobrevivir ante la soledad. Aunque aparenta ser espantoso, no lo es en lo más mínimo y nadie en el pueblo cree eso. Este Grinch es atractivo por su excentricidad, toma un café rutinario por las mañanas, come en una mesa gigante, toca el piano y juega al ajedrez. El perro, su amigo y mascota, es el toque que le otorga una impronta a esta nueva versión. Antes no había tenido tanto protagonismo su coequiper perruno. Ahora aparece con una gran impronta. Viene a ser como una mano derecha, trabaja para él pero tiene la autoridad de un amigo confiable para replicar sus dichos. En este sentido, son notables las referencias a la sociedad actual sobre la humanización de los perros. Entre ellos hay buenos chistes y sobre todo saben transmitir el valor de una buena amistad. Aún aislados, la fecha célebre les llega sin poder evitarlo. El hecho de robar la Navidad representa para ellos la idea de sacar todos los objetos para así desaparecer el encuentro. La crítica al consumismo de la Navidad es clara y sigue estando, pero en este caso trae aparejadas nuevas formas. Ya no se trata sólo de marcar cómo la Navidad ronda sobre los objetos materiales. Ahora aparece también la niña, quien reclama tiempo para que su madre logre descansar. Hay un buen trabajo en el contraste entre lo que quiere mostrar la madre (una persona que todo lo puede, una supermamá) y lo que perciben sus hijos, en especial la más grande (una mujer cansada, que no da abasto con las tareas). En paralelo con el dúo que quiere arruinar de la Navidad, aparece la ilusión de los niños con respecto a esta fecha. En este caso, se forma una banda de chicos y chicas que intentan atrapar a Papá Noel. Sus conversaciones son acertadas y simpáticas, con frases al estilo: “No puedo decirte el porqué, yo no te cuestioné a vos cuando me necesitabas”. Sin dudas esta nueva versión de El Grinch es mucho más colorida y tiene un enfoque muy distinto que aquella con Jim Carrrey. La dinámica y el movimiento son algunas de las características que representan al film. No hay vacíos, el ritmo es constante. La música realiza un gran aporte a esto, es variada y oportuna.
Odiar las tradiciones Roald Dahl y Theodor Seuss Geisel han sido dos escritores de lengua inglesa que supieron interpretar un espíritu de época emergente, contestatario, rebelde, transgresor, en el que la literatura infantil servía para trabajar libremente con ideas particulares sobre las tradiciones más arraigadas de la sociedad americana y británica, y subvertirlas. El Grinch (The Grinch, 2018), es parte de esta genealogía crítica, y ha sido llevado anteriormente al cine por Jim Carrey y Ron Howard en, junto con Scrooge de Charles Dickens el cuento más recordado. Seres que odian la Navidad y hacen lo imposible para primero, olvidarse de ella, y segundo, que nadie pueda pasarla bien. Con esa simple anécdota, que una infinidad de veces se trata de emular, en live action o versión animada, con relatos aleccionadores acerca de la importancia de estar junto a los seres queridos y ser mínimamente educados, no ya buenos –que sería lo ideal- , frente al advenimiento inevitable de los festejos por la navidad. En esta versión realizada por los mismos responsables de la saga Minions, se prioriza el humor y la incorrección política, siendo el Grinch el portavoz de afirmaciones sobre la sociedad de consumo, la alegría impostada de la época y la impulsiva necesidad de estar junto a otros para regalar y recibir obsequios y así, no quedar afuera de la expansiva ola de saludos de fin de año. El color sirve también para contar cómo este verde, peludo, y malhumorado personaje que vive en solitario en la cima de una montaña, decidió “robarle” la Navidad a todos. La paleta con primarios estridentes y secundarios -como el del personaje- cálidos, proporcionan una puesta sobria y un hipnótico trato en escenas y dibujos que vitalizan la propuesta. Yendo al relato, en el Grinch, excepto su perro Max, quien oficia de asistente, y una niña llamada Cindy, que lo confundirá con Papá Noel en algún momento, no hay otras fuerzas contrincantes para este antihéroe, sólo la Navidad y su denodado empeño para cumplir la misión ad hoc de que no existan tales festejos. En El Grinch todo está fuera de lugar o corrido de eje, y al empezar a polarizar la narración en un viaje a la singularidad del personaje, poniéndose por delante de todo los demás temas como la familia, el amor, la inseguridad, la convivencia, entre otros, posibilita la hábil puesta que asemeja el relato a una sitcom, se potencia cada gag y chiste presentado. El humor y la comedia física presente invisibilizan lo frívolo y hasta trillado del objetivo central del Grinch: cómo alguien que quiso estar fuera de todo, finalmente se termina por topar con una festividad de la que no podrá escapar ni en su mente.
Este film comienza con un cortometraje protagonizado por “Los Minions” en el que se enfrentan a una serie de locuras muy divertidas. En esta nueva versión de “El grinch”, debuta en la dirección de un largometraje Scott Mosier y co-dirige junto a Yarrow Cheney (“Mascotas”). Contiene personajes divertidos y atractivos, los efectos visuales resultan llamativos a todos esos pequeños espectadores que intenta atrapar a lo largo de unos 80 minutos y bajo un conjunto de situaciones graciosas, emotivas y a partir de las cuales nunca pierde el ritmo. Un film que tiene alguna crítica social y deja varios mensajes, sin dejar de lado el espíritu navideño, una historia para disfrutar solo o en familia, en una buena sala, con tus pochoclos o degustando lo que desees, porque “La navidad está dentro de nosotros, si cierras tus ojos la sentirás”.
Casi 20 años después de El Grinch (2000), primera película con actores reales basada en la creación de Dr. Seuss, la productora Illumination (Mi villano favorito) creyó oportuno revivir al malhumorado duende navideño de pelaje verde. Pero esta vez en clave de animación colorida y exclusivamente para niños, con un humor físico e inocente en la línea de los Minions y con Danny Elfman a cargo de la banda de sonido original. Si bien El Grinch es una película infantil despareja, el resultado es más que aceptable. Los directores Yarrow Cheney y Scott Mosier se encargan de contar la historia de esta especie de duende que se roba la Navidad de Villaquién, el pueblo de los Quién. La novedad es que la película recurre a la infancia del personaje en un breve flashback para explicar el motivo por el cual odia la Navidad y todo lo que significa. Alejado en lo alto de la montaña vive el Grinch, que se encierra en su casa con su perro Max (que es también su sirviente) a esperar a que pasen las fiestas que más detesta. Cada vez que baja al pueblo, mira con odio a todo el mundo y hace maldades, como romper muñecos de nieve o no ayudar a una señora en el supermercado. Harto de todo ese espíritu festivo y familiar, decide hacerse pasar por Papá Noel, robar un trineo, unos renos y arruinarles la Navidad a los Quién. Para eso, pone en marcha su plan malévolo, que consiste en ir casa por casa a quitar todos los adornos, regalos y arbolitos. La contraparte está a cargo de la niña Cindy-Lou, que quiere hablar con Papá Noel para pedirle que ayude a su sacrificada madre soltera, que además de trabajar tiene que cuidar a sus dos hermanos menores. En la unión inesperada entre el Grinch y Cindy-Lou está la clave del filme. Los que piensan que el Grinch es lo opuesto al espíritu navideño están equivocados. En realidad no es más que un personaje tramposo, que al final viene a reforzar ese espíritu que supuestamente combate. El Grinch es quizás el personaje más navideño después de Santa Claus. En el fondo, no es tan odioso, ni tan antipático, ni tan malvado. El Grinch no odia la Navidad, odia su soledad. He aquí su aprobación. Justamente, en su mensaje de amor, bondad y reconciliación con el prójimo es donde radica la grandeza del relato.
En 1957 Ted Geisel, que escribía libros infantiles con el seudónimo de Dr. Seuss, publicó uno de esos pocos libros protagonizados por villanos, que en general son tan felices: el Grinch, un personaje levemente monstruoso, de ojos felinos y mirada diabólica como la del gato Jerry en sus mejores momentos, odia la Navidad y vive solo en la cima de una montaña, cerca de un pueblo de personajitos amables y corrientes que aman festejar, comer y cantar rodeados de decoraciones navideñas. Después de cincuenta y tres años de soportar una y otra vez el festejo odioso, este predecesor de Jack Skellington (el Rey Calabaza de El extraño mundo de Jack) concibe la idea genial de disfrazarse de Santa Claus y bajar al pueblito de Villaquién para robarse la Navidad con árbol, regalos y todo, ayudado por un trineo que tira su perro Max disfrazado de reno. Lo que lleva hacia adelante la historia es el placer de la maldad, aunque el final sea feliz y conciliatorio, incluso redentor. Pero tiene más peso decididamente la mirada maquiavélica del Grinch, que si bien era blanco y negro en el libro de Dr. Seuss pronto se volvió verde loro y así quedó, a partir del primero corto animado para televisión que dirigió Chuck Jones en 1966 (y donde la voz del protagonista era nada menos que la de Boris Karloff). Cada Navidad tiene sus disidentes, que ya son parte del folklore, y el Grinch es el más deseable de todxs, el converso, al que le crece el corazón demasiado pequeño cuando se suma a los festejos de nieve y muérdago. La historia tuvo una versión bastante más maldita en el 2000 (actualmente puede verse en Netflix), cuando Jim Carrey se calzó el traje verde y peludo del Grinch y le dio la cuota extra de demencia con que desencaja todo lo que toca. Esta versión, dirigida por Ron Howard, es la de un Grinch asqueroso y traumado que come cebollas crudas como si fueran manzanas y tiene bichos en los dientes, replica la sonrisa estilo Guasón de The Mask pero también se derrite como ninguno ante la presencia de Cindy Lou, la nena que lo descubre robándose la Navidad y lo trata bien. Además, porque había que engrosar de alguna manera el cuento para convertirlo en un largometraje, tiene una historia de bullying en el colegio y un romance, pero no cayó demasiado bien este Grinch más grotesco, que considera títeres consumistas a todos lxs amantes de la Navidad y que resulta quizás demasiado persuasivo en su creencia de que en Villaquién son todxs idiotas. La versión de Illumination (la misma compañía que explota a los Minions, que apenas hace una película decente desde la primera Mi villano favorito en el 2010), estrenada el jueves pasado, es, como era de esperarse, una adaptación exclusivamente para niñxs (la compañía no domina precisamente el arte más sutil de hacer películas para todxs como supo hacer Pixar). Y hace con el personaje del Grinch -presentado de modo muy similar a Gru en su primera aparición mala onda- un poco lo mismo que hizo con los Minions, aunque hay que decir que el primero es algo más inoxidable: convertirlo en el centro de un rejunte de ocasiones graciosas, persecuciones, chistes, gags, cuya unidad básica es la pequeña broma canchera, desparramada a lo largo de una estructura endeble. Desde Mi villano favorito que Illumination no cree en las historias ni las necesita: siempre vende, cada vez más chistoso, más “delirante”, desde que descubrió la veta del pequeño videíto basura de los Minions haciendo karaoke que se puede repetir mil veces en YouTube. De todas formas, la película es una buena ocasión para repasar la versión del 2000 (más mala, y que por eso a algunxs niñxs puede llegar a gustarles mucho más) y hacer eso tan hermoso que a veces solo el cine, la propaganda más poderosa del planeta Tierra, puede lograr: que vayan a buscar el libro.
El Grinch: Un clásico renovado para chicos. El Grinch vuelve con una historia clásica y atemporal al cine para que una nueva generación de chicos lo disfrute. Ahora 100% animada, El Grinch llega una vez más a la pantalla grande. Pero la historia no ha cambiado demasiado porque, después de todo, el cuento de Dr. Seuss tiene algo de atemporal. Las cosas no han cambiado demasiado, decimos, prque el grinch sigue odiando a todos, le molesta la navidad y decide que la forma de lograr que a todos le molesta tanto como a él es robársela. Pero tanto en film como en la vida, las cosas nunca son tan simples. De por sí, y como punto de partida, el hecho de que el film sea animado lo hace mucho más relajado. Sin contar que tiene una animación espectacular, la cual hasta se ocupa de detalles pequeños como el reflejo del sol en la montaña nevada o la forma en que los pelos de nuestro amargado verde favorito se mueven. En general, el tono de la película, a pesar de melancólico y triste de a momentos, es mucho más ligero que la original versión de 2000 con Jim Carrey en la piel de nuestro verde amigo. Y la verdad es que es un film netamente para chicos. Colorido, alegre y con buen ritmo, el Grinch cuenta la historia de un ser que odia la navidad y su razón para hacerlo pero sin la oscuridad que caracterizó a la versión live-action. Nada de habitantes de Villa Quien con narices dudosas y dobles sentidos. Con alguna nota más adulta aquí y allá, como cuando el Grinch se pregunta a dónde se fue la comida y lo vemos deglutiendo todo a su alcance por culpa de un bajón depresivo o como cuando vemos a Cindy Lou preocupada por todo lo que trabaja su mamá soltera, esta vez el tono del film es más infantil y familiar y mucho más agradable de ver en varios sentidos. En esta ocasión remite bastante a sus orígenes, como una historia del Dr. Seuss. Esto es particularmente obvio con la narración, de a momentos hecha por los personajes, que narran en rima al mejor estilo de la historia original. Esto, sumado al nuevo diseño de personajes (tanto visual como a nivel personalidad) hacen a todos los personajes de villa quien mucho más amenos… aún cuando son 10 veces más alegres que cualquier persona que te puedas cruzar en la vida. Este cambio de personalidad es clarísimo en la pequeña Cindy Lou. ¿A qué me refiero? A que es una niña y actúa como tal. No tiene un gran plan para detener o ayudar al grinch ni nada de eso. Es una niña con una misión para navidad: hablar con Papá Noel (o Santa Claus, como prefieran) para que su mamá no trabaje tanto y sea más feliz. Que su inocencia de paso ayude al Grinch a comprender mejor el sentido de la navidad y que lo que hizo no ayuda a nadie (ni a sí mismo) en el proceso es un efecto residual. Su plan es atrapar a Papá Noel para hablar con él. Es inocente y enternecedora a la vez. Es de este mismo modo que todos los otros personajes del film son mucho más agradables y a la vez nos hacen sentirnos representados: la mamá soltera que trabaja de noche y cuida a sus hijos de día; el Grinch que está solo pero no quiere estarlo y, a la vez, no sabe que no quiere estar solo; el pueblo en modo navidad 100% que a veces son desquiciantes y demás. Lejos en el tiempo quedó el Grinch oscuro y casi tétrico, con varios doble sentidos y personajes poco relacionables. Este es un film 100% para chicos que ayuda a entender que lo más importante de la navidad no son los regalos, sino la familia. Que lo importante es estar ahí para los que queremos, quien recibe más. Y que a veces, el que más solo está es quien más necesita un amigo. P.D: igual, lo mejor es Max, el perro.
La empalagosa versión colorida de Illumination Entertainment. Para empezar, no está de más aclarar un par de cuestiones. La primera es que "The Grinch" es la tercera versión a gran escala del cuento homónimo de Dr. Seuss por lo que la comparación parece inevitable en estos mares. La segunda es que la compañía Illumination Entertainment, responsable de traer esta adaptación es la misma que dio vida a Los Minions y que había realizado una segunda versión de Lorax, por lo que se sigue expandiendo su universo animado en 3D basado en el cuentista infantil. En esta oportunidad, el protagonista viene nutrido de nuevos secundarios y un mundo demasiado colorido (no es necesario tener un problema personal con la ciudad para quedar sobrecargado y odioso por el lugar excedido de dulzura). El Grinch, como bien sabemos todos odia a todo el pueblo de Whoville, en especial énfasis durante la llegada de la Navidad, y se somete a un aislamiento casi total. Su única compañía es su la de su perro Max quien gana más participación y protagonismo en la aventura, marca registrada de Illumination por la relación perro y dueño (Pets, 2015). El estudio recae en una historia con un hilo demasiado infantil y pedagógico, problema que compartío con su anterior obra Lorax, hay mucho más énfasis en subrayar el mensaje antes de llegar a los chicos en una historia atractiva y emocionante. Sin embargo, lo primordial de este Grinch 3.0 no es su actitud casi automática (debe odiar porque así se escribió en el guion) sino su falta de interés en sí mismo. No hay nada que indique el hombre verde y peludo vaya hacer algo peligroso, osado, totalmente desgarrador, en definitiva, arriesgado. Pasó de ser un villano a ser simplemente un “troll“, en donde reina la premisa de mejor asustar que castigar. La idea principal deja de ser la quitar la felicidad a querer hacer una broma superflua y molesta. Durante el momento clave de la acción, donde el robo de la Navidad debería ser el punto más orgásmico de la obra, se lo relata como si hubiese sido otro suceso más en el universo de los Whoville. No hay peligro real, no hay intriga ni empatía por los habitantes de la ciudad. En cuanto a comparaciones, el papel de Benedict Cumberbatch no encaja del todo en el Grinch por una única razón, su acento y pronunciación es demasiado perfecta para un ser lleno de mal humor y rencor; a diferencia de Jim Carrey o Boris Karloff quienes acentuaban muletillas o tonos (a veces hasta el ridículo para mal) del protagonista. El actor Cumberbatch podría darle una cátedra de fonética o ser fonólogo oficial de todo Whoville. La segunda gran diferencia pasa por el abuso de los colores y la recreación excesivamente alegre que tiene los habitantes de esta nueva propuesta, la oscuridad no existe y hasta la más alegre melodía reside en la casa del Grinch. Atractivo irresistible que funciona como gancho para cualquier chico amante de los Minions y lo acentúa las producciones de la empresa animada con su música pegadiza y chistes fáciles. El tercer, y más importante, cambio es el pasado del malo. No se hace ningún recorrido profundo de la infancia del sujeto verde y no logra explorar muy bien el porqué de su rencor. Todo queda como un decorado de navidad, se puso un mero flashback de adorno. Los pocos chistes y la gran dinámica que tiene el protagonista con su dupla canina hacen amena la duración de los 90 minutos que contiene este film que, por momentos, se pierde en sí misma con su abuso de felicidad.
Por suerte ya podemos encontrar “estilos de la casa” alrededor de las firmas más famosas, como Pixar, DreamWorks, BlueSky o Illumination. Estos últimos, europeos de origen, han logrado tomar los elementos más recurrentes del cartoon tradicional y recrearlos para el público contemporáneo de un modo especialmente colorido y musical, como lo demuestran “Mi villano favorito”, “Minions” o la bellísima “¡Sing!”. “El Grinch” es la tercera adaptación a la pantalla (las anteriores, la del maestro Chuck Jones para TV y una muy floja versión de Ron Howard con Jim Carrey) del libro del Dr. Seuss, y probablemente sea la mejor si tenemos en cuenta que el cuento no es precisamente lo mejor que escribió el clásico de la rima infantil estadounidense. De hecho, es la breve historia de un tipo malhumorado que decide robarse la Navidad y a quien el espíritu de la fiesta convierte en última instancia. Lo que hace de esta película algo superior a las anteriores es la justeza y precisión de los gags (hay que llenar noventa minutos con chistes gráficos y la mayoría funciona bien y hasta muy bien) y el diseño, incluso si este nuevo Grinch es muy (muy, pero muy) parecido al Gru de “Mi villano favorito”. Lo más difícil con este cuento es combinar la parte cómica, el sarcasmo del personaje y la ternura que debe terminar triunfando, y esta película lo logra aunque gana más por puntos que por nocaut.
El Grinch es la versión 2018 (hecha por Illumination, los mismos de Mi Villano Favorito y Minions) del cuento clásico del Dr. Seuss Cómo el Grinch Robó la Navidad, el cual data de 1957. Antes de esto hubo dos versiones: el corto de Chuck Jones de 1966, el cual es considerado todo un clásico y el ícono a batir; y la de Ron Howard con Jim Carrey tapado bajo una tonelada de maquillaje, que data del año 2000. Esta tercera adaptación regresa al mundo de la animación, adornada hasta el paroxismo por el lujo de detalles que permite la animación digital, siendo la mas suntuosa e impresionante de todas. Pero como ocurría con la reciente El Cascanueces y los Cuatro Reinos, una avalancha de magníficos escenarios digitales no hacen necesariamente a un gran filme, y El Grinch 2018 queda como algo medio blandengue, intermedio entre las versiones anteriores, en donde una anécdota corta es demasiado estirada. Admito no haber visto las versiones anteriores – es posible que haya visto la de Chuck Jones cuando era chico, pero no la recuerdo -, y la versión de Illumination pareciera carecer de filo. Suponiendo que el Grinch es el misántropo supremo, el personaje tiene demasiados momentos de compasión en su conducta malvada (y hasta el momento de su inevitable redención), lo que lo hace un villano mas torpe que amargo. En la escena en donde comparte la cama con su perrito Max y el alce gordo que ha recogido en la llanura helada (en su malévolo plan de hacerse pasar por Santa Claus y robar todos los regalos de navidad a los habitantes de Whoville), se nota que el bicho no es una criatura execrable sino un gruñón que aún tiene algo de compasión en su pequeño corazón. Desconozco las versiones anteriores, pero acá el libreto intenta justificar el cmportamiento del Grinch diciendo que era huerfano, y que siempre odió que los otros compartieran una mesa en familia en Navidad mientras que el vivía solo, sin amigos ni juguetes. Es una explicación de manual sobre su enfermiza obsesión, la cual es curada de manera no muy creíble sobre el clímax, aunque eso era lo que figurara en el texto original del Dr. Seuss. Lo mas bizarro de esta producción es que contrataron al británico Benedict Cumberbatch para el rol titular… y el inglés decide hacer una tonada americanizada light que suena como Bill Hader, cuando todo el mundo esperaba que la criatura hablara con el vozarrón y la pedantería propia de Cumberbatch (o como una versión malvada de Alan Rickman). Eso le saca bastante de veneno al rol, haciéndolo mas digerible y familiar, pero no era lo que yo esperaba (mas considerando que la versión latina está vocalizada por Eugenio Derbez, la antítesis en sofisticación y snobismo de Cumberbatch, y aun mucho mas inofensivo). Nada de esto impidió que El Grinch 2018 fuera un taquillazo y resulte una película potable para toda la familia, pero te da la impresión que el subtexto venenoso del cuento – la misantropía del Grinch como una especie de Ebenezer Scrooge verde; la critica de Seuss al consumismo indiscriminado de la Navidad, alterando la esencia de la fiesta – ha sido sanitizado hasta dejarlo irreconocible, dando a luz una versión tibia y tan light que, salvo un par de momentos inspirados, tiene poco y nada para conmoverte.