El inicio de El huésped es audaz y natural. Allí se ve a Guido (Daniele Parisi) desnudo y en cuclillas buscando un condón roto dentro de su novia Chiara (Silvia D'Amico) en una escena que abraza la idea de retratar la intimidad más cerrada de la pareja. La naturalidad es uno de los principales méritos de este amable y querible film dirigido por Duccio Chiarini que puede verse mediante la modalidad VOD en la plataforma Eyelet. Guido y Chiara rondan los 40 años y sus caminos empiezan a separarse: mientras él da clases de Literatura en una universidad a la espera de la publicación de un paper que podría darle prestigio y proyección laboral, ella siente el desgaste del paso del tiempo y el tedio de un trabajo que la desaprovecha. Una posibilidad laboral en Canadá asoma como el inicio del fin de una relación. El pedido de “un tiempo” por parte de Chiara obliga a Guido a empezar una vida errante compartiendo techo con padres y amigos. Allí observa distintas facetas de los vínculos humanos, los problemas inherentes a toda relación de pareja y, sobre todo, cómo cada una encuentra la forma de solucionarlo. Podría pensarse en El huésped como el retrato de una generación poco adepta al compromiso y los proyectos a largo plazo. Pero a Chiarini le interesa menos las resonancias sociales que el bienestar de sus personajes, hombres y mujeres sin rasgos heroicos y envueltos en situaciones cotidianas (el cine de Nicole Holofceler asoma como una referencia ineludible) a los que acompaña con el ferviente deseo de que puedan solucionar sus problemas. Comedia amarga antes que “dramática”, El huésped incluye algunas escenas notables, como aquella del reencuentro entre Chiara y Guido, cuyos diálogos erizarán la piel de quienes alguna vez atravesaron una experiencia similar. Y, por qué no, arrancará alguna lágrima en buena ley, sin golpes bajos y efectismos, apenas recortando un fragmento trascendental de una vida igual a tantas otras.
Causa bastante gracia, pinta bien a su generación, y también hace pensar un poco esta comedia levemente dramática sobre un tipo bien educado, bien formado, pero sin trabajo estable, que encima descubre que la mujer de su vida quiere otra clase de vida, preferiblemente sin él. A partir de ahí, mientras sobrelleva “una “pausa de reflexión de la pareja”, el infeliz deberá pedirle alojamiento a sus amistades, rotando para no cansar a nadie. Sin quererlo ni desearlo verá entonces que ninguna disfruta de una relación perfecta. Todo el mundo se siente en crisis y cada cual piensa primero en sí mismo. Sólo sus padres parecen estables, se entienden bien y siguen eternamente juntos (por ahora). Aunque liviana, la obra señala con amable acierto y buen humor algunos problemas actuales de la vida en común. Simpática, pequeña, apenas con alguno que otro lunar, es la segunda película de Darío Chiarini. El cantautor Brunori Sas aporta su tema “Un error de distracción”. Quizás en la primera estrofa de esa canción esté la moraleja para unas cuantas parejas en crisis: “Un día entenderás/ que no había nada que cambiar / nada que rehacer. / Bastaba solo tener/ paciencia, que las cosas, cada cosa/ se ajustasen por sí mismas”. Pero qué pareja tiene paciencia, hoy en día.
El noviazgo del cariacontecido Guido con Chiara anda mal. Frustraciones afectivas, laborales, paternales, generacionales, gente que vive en Roma y tiene cerca de 40 años y anda por ahí ni chicha ni limonada; amigos con problemas más o menos parecidos pero distintos, los padres de Guido con sus cuitas y la comida, su preparación y su circulación como tema ineludible. La comedia dramática italiana contemporánea derivada -en dosis llanas y poco ambiciosas- de la comedia eterna de la vida en una película que hace de la prolijidad un modo de expresión y de la contención actoral un programa incluso a contrapelo de lo que parece pedir parte del elenco y de la tradición peninsular. El huésped -el título es porque Guido empieza a yirar por otras casas a partir de la crisis con Chiara- es una de esas películas medianas en todo sentido: juega a no equivocarse y pretende armarse a partir de un guion en el que se notan diversas manos profesionales que la mantienen dentro del camino del decoro pero le impiden un vuelo mayor. Hay, eso sí, destellos, casi que por tradición nacional y oficio actoral de algunos protagonistas: algunos chistes efectivos en diálogos con la velocidad que a veces se adquiere cuando se deja respirar las escenas, contradicciones humanas hechas humor y algún llanto que hasta podría generar empatía o alguna de esas emociones a las que hoy se les tiene más miedo que antes.
“El Huesped” de Duccio Chiarini. Crítica. Crisis existencial y el temor a la soledad. Bruno Calabrese El jueves 9 de julio se anuncia el estreno online de la película italiana. El film podrá ser visto en el sitio web de www.zetafilms.com. Por Bruno Calabrese. Desde el principio el conflicto aparece en escena, cuando Guido (Danielle Parisi) y Chiara (Silvia D´amico) aparecen desnudos en la cama mientras el trata de sacar un preservativo roto de la vagina de ella. La posibilidad de un embarazo queda totalmente descartada cuando ella decide tomar la pastilla del día después pero Guido está llegando a los 40 y no ve con malos ojos la posible llegada de un hijo, con lo cual deberá lidiar con el hecho. Él es un joven de clase media y académico, que alterna suplencias al frente de alumnos con un trabajo dentro de la facultad, mientras sueña con publicar un ensayo sobre Italo Calvino. Su vida camina por el rumbo normal de cualquier persona, con sus deseos y problemas a cuestas. Hasta que todo se desmorona cuando a su pareja le aparece una oferta laboral en Canadá que le hará replantearse su vida y su amor hacia él. Guido respetará el pedido de un tiempo de Chiara para pensar que hacer con su vida ante una oferta de crecimiento personal a la que es difícil decir que no. Por eso deambulará de casa en casa para ser testigo de las crisis que se viven en todo tipo de pareja. Primero con sus padres, una pareja italiana desgastada por el paso de los años, con escaso diálogo, que viven reprochándose cosas pero que parecen estar acostumbrados a esa dinámica. Luego con una pareja de amigos que que parece ser “la familia perfecta”, ella esperando su segundo hijo pero una vez hospedado en la casa de ellos se da cuenta que nada es así. La otra es la un amigo que cambia de novia seguido, que deambula por Tinder pero que conoce en un supermercado una chica con una hija y decide convivir con ella. El film se centra en una crisis reconocible de cualquier ser humano que está por entrar en las cuatros décadas con una notoria familiaridad y de manera espontanea. Duccio Chiarini logra componer un producto sincero lleno de diálogos y problemáticas reconocibles, amplio a la hora de cubrir la famosa llegada de la “crisis de los 40”. La sensibilidad y emociones que transmite Guido a la hora de hacer un balance sobre su vida y la de los que lo rodean tienen un correlato que se puede encontrar en cualquier ámbito de la vida real. Las actuaciones de la dupla principal y el muestrario de personajes agradables que componen el microuniverso de Guido y Chiara, en sintonía con la fluidez de los diálogos y las situaciones comunes, hacen de “El Huesped” un melodrama realista que hará que todos aquellos que hayan pasado por ese momento de la vida o lo estén pasando se sientan representados. Puntaje: 80/100. Actuación Arte Fotografía Guión
La crisis de la vida adulta, atravesada por un querible personaje que no estaba preparado para ella, es la interesante propuesta que el director Duccio Chiarini nos trae y que Zeta Films estrena en VOD. Guido vive su vida sin mayores contratiempos. Tiene una novia, una buena relación con sus padres y disfruta de los encuentros con sus amigos. No hay nada en su devenir diario que él quisiese cambiar. Pero su vida sufre un brusco cimbronazo cuando un accidente durante una relación sexual los hace enfrentarse, como pareja, a la decisión de tomar una píldora que interrumpa la concepción o arriesgarse a un posible embarazo. Es ahí cuando Chiara, su novia, decide replantearse su vida, porque empieza a sospechar que no es plenamente feliz, no sólo con su trabajo, sino también en su relación con Guido. Él se verá, entonces, forzado a deambular por las casas de sus padres y amigos, durmiendo de prestado en sus sofás y siendo testigo de los acontecimientos en las vidas amorosas de quienes lo hospedan, al mismo tiempo que intenta ver cómo encarrilar su vida en un nuevo rumbo. El primer punto sobresaliente de este drama con tintes de comedia es su elenco. Daniele Parisi interpreta a un Guido alejado de todo cliché. Él es la representación en pantalla de una persona que podría ser cualquiera de nosotros. Su forma de relacionarse con sus padres y su novia es coloquial y amena, particularmente en la química que se genera con Silvia D’Amico en su papel de Chiara. El elenco se completa con los actores secundarios, que mantienen el excelente nivel de los protagonistas, interpretando a sus amigos y familiares. Las crisis y problemáticas que atraviesan los distintos personajes en el film son muy realistas y el director decide tratarlas con la misma naturalidad con la que ellos lo viven, lo cual acrecienta la empatía que se produce en el espectador. Aunque por momentos sigue la línea del drama romántico que Italia supo imponer con películas como El último beso (Gabriele Muccino, 2001), El huésped nunca lleva la carga dramática a lugares demasiado extremos. El código, a veces excesivo, que se suele ver en filmes que retratan las crisis de pareja no está casi presente en la película, agregando mayor credibilidad a la historia. El trabajo de arte y fotografía del film merece un párrafo aparte, no sólo por lo expresivo de los contrastes entre los diferentes ambientes (o incluso dentro de los ambientes entre los diferentes personajes), sino también por la sutileza con la cual se van desarrollando a lo largo de las escenas, complementando de manera casi imperceptible, pero contundente, el estado anímico de los personajes. El huésped no es una película más sobre una crisis de vida. Nos cuenta la crisis de vida de una persona que no está realmente en crisis. Su mundo se ve rodeado de las crisis ajenas, comenzando por la de Chiara, pero observando la de sus padres y amigos también. Guido es un espectador de lo que sucede en su entorno, mientras tiene que aprender una nueva realidad en su vida que se irá nutriendo de las experiencias de quienes lo rodean. El huésped es un film que realmente se puede disfrutar, pero al mismo tiempo nos permite ver un tratamiento maduro y novedoso de la crisis de la adultez a la que todos, en algún momento u otro, nos terminamos enfrentando.
Aquello que comienza de manera muy original, una primera escena potente y que pinta al protagonista de cuerpo y alma, luego comienza a desencadenar una serie de lugares comunes sobre crisis existenciales que termina resintiendo todo la propuesta.
NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO “A mitad del camino de la vida, / en una selva oscura me encontraba / porque mi ruta había extraviado”. Así comienza La divina comedia de Dante Alighieri. La película de Duccio Chiarini también comienza en una selva oscura, pero es la vagina de Chiara y el que está extraviado es Guido, su novio, buscando un preservativo pinchado. El plano es prometedor y jugado, sin embargo, la película es la que finalmente se pincha. Y si hablamos de pinchaduras, estos jóvenes de clase media a la italiana también están pinchados a la mitad del camino de la vida y tan insatisfechos se muestran que a los 35 años se sienten viejos para ir a un recital de Pearl Jam, tal como se manifiesta en una cena entre parejas amigas. Crisis conyugales en una envoltura inofensiva. Eso es El huésped, una historia bien contada que no se anima ni a la sordidez ni a evitar los lugares comunes y reparadores habituales (una música omnipresente, algunos personajes queribles y dos o tres frases ingeniosas). El resto se mueve por las aguas de un conformismo inocente, aunque con el vicio de querer explicar todo en los diálogos que pronuncian los personajes, empezando por la pareja protagónica. La crisis de la vida media abunda en dilemas tales como la inmadurez masculina, la inseguridad femenina y distinguir el valor de una relación que comienza en Tinder o en el supermercado. Tal es el nivel de planteos, y por supuesto, dentro del esquematismo imperante, las mujeres están para corregir a los hombres, incapaces de leer los sentimientos y las ideas más allá de su ombligo. Hubiera sido un eje interesante sino chocara con la medianía y la monotonía de caracteres: en el mundo de estas criaturas no parece haber una que se distinga del resto. ¿Cómo manejar los sentimientos en medio de vidas convencionales? ¿Cómo conciliar el amor con el deseo o los objetivos personales? Estas y otras preguntas sobrevuelan en esta comedia de enredos con toques dramáticos. A partir del momento en que Chiara le pide tiempo a Guido, este deambulará como viajero por diferentes casas donde los problemas parecen peores que los que él tiene. Apariencias y realidades. La excusa de la crisis de los 40 como un leimotiv un poco banal de un tema trillado y que no tiene demasiado cine para ofrecer más allá de su discurso. A veces, la liviandad es saludable frente a otros bodoques con aires de importancia. En este caso, es sinónimo de neutralidad, y acaso de indiferencia. Eso sí, la primera escena es genial, pero lamentablemente no todo lo que brilla es oro.
Los nuevos 40 Si antes se proyectaba, ahora se posterga. El día a día marca nuestras vidas y la nueva película de Duccio Chiarini refleja de manera entretenida y cuidada las nuevas crisis generacionales y más de uno se sentirá identificado con los conflictos y acontecimientos que los personajes atraviesan a lo largo de la historia. L’ospite (2018), sigue a Guido (Daniele Parisi) quien estaba conforme con su vida tranquila y monótona, pero un imprevisto con su novia Chiara (Silvia D’Amico), trastorna por completo su relación. Ella le pide un tiempo. Entonces, Guido decide hacer las valijas e irse, pero… ¿A dónde? Este film cuenta con varios personajes bien construidos y algunos de ellos desafían diferentes prejuicios y convenciones sociales, haciéndolos más reales y queribles, a la vez que generan mayor empatía con el espectador. Asimismo, los diálogos se suceden de manera muy natural al igual que las actuaciones, siendo algunas de ellas muy destacables. Sin embargo, en cuanto a la progresión, hay que remarcar que a pesar de tener un inicio potente y prometedor el film luego se desinfla un poco, recayendo en un cierto conformismo propio del género que podría mejorarse. “No puedes comparar, es otra generación. Ellos tiran las cosas, nosotros las reparábamos”. Los temas están tocados con bastante sensibilidad y humor, lo que la hace una película llevadera y entretenida que te hará pasar un buen rato.
Duccio Chiarini construye una dramedia en la cual la vida cotidiana se rompe, dejando entrever todas sus imperfecciones. El universo del relato se enmarca en torno a cuatro parejas: Guido y Chiara, Pietro y Lucia, Dario y Tania, y los padres del protagonista, Gioietta y Alberto. El pase de comedia que funciona como disparador es un accidente durante una relación sexual entre Guido (Daniele Parisi) y Chiara (Silvia D´Amico). Él, que ronda los cuarenta, se cuestiona si debería ser padre. Chiara tiene otros proyectos y ambiciones, por lo que le pide unos días para decidir si continúan o no la relación. A partir de este hecho, Guido comienza a rotar de sillón en sillón, tanto de sus amigos como de sus padres (Milvia Marigliano y Sergio Pierattini). Guido es producto de esta época: algo hipocondríaco, egocéntrico, dependiente de su madre. Como académico imparte clases de literatura en la universidad pero prefiere dedicarse a la investigación, pues siente un prejuicio respecto de su profesión. La relación de sus padres refleja la etapa del amor en la tercera edad: expuesto de manera realista, plagado de humor y con pizcas de algún tipo de sentimentalismo. Su amigo Dario, el más inmaduro del grupo e incapaz de mantener una relación estable, asume sin tener información que Guido está siendo engañado. Los avatares de la vida no permiten que este se cuestione si es su deseo real tener un hijo y educarlo, o si debe hacerlo por mero mandato social. En aquellos momentos de soledad en los cuales el protagonista es mero testigo de las relaciones amorosas de sus conocidos, nos hace cómplices a los espectadores de una necesaria reflexión sobre la complejidad de relaciones humanas, aquellas que escapan de todos los preceptos tradicionales en una era de pantallas y falta de atención. El director presenta a los personajes femeninos desde la óptica de la mujer moderna en todas sus vertientes: la independencia profesional, la maternidad y el amor. No temen expresar sus opiniones ni están doblegadas al accionar de sus parejas. Desde Lucia, esposa de su amigo Pietro y colega de profesión, pasando por Chiara, Tania, Roberta e incluso la madre del protagonista. Charini también realiza una firme crítica, mediante el personaje de Lucia, acerca de cómo la maternidad supone para la mujer la reducción de oportunidades profesionales, con una modificación indefectible de imagen y capacidades. El huésped, entonces, aborda temas como la falta de compromiso por parte de los hombres o el enamoramiento por fuera del matrimonio. A partir de un vuelco de la historia, Guido deberá sopesar qué es realmente importante en su vida y qué decisiones tomar al respecto. La puesta en escena se desarrolla, sacando los interiores de las casas transitadas por el personaje principal, en las calles, en la universidad, en los parques de la ciudad. Es naturalista y, en un punto, intimista por su elección de planos medios y cortos. De tal modo nos queda un relato contemporáneo de una generación que no está dispuesta a dejar de lado sus ambiciones por un modelo tradicional de familia, tampoco por unos mandatos sociales vetustos. Chiarini plantea el interrogante: ¿Estos personajes realmente eran felices o simplemente estaban cómodos? Guido deberá aprender a transitar la vida deteniéndose en los detalles.
Tras un gran comienzo, el humor se adueña de la narración. Con amabilidad y sensibilidad, la película mantiene el atención sin perder la empatía hacia las criaturas que retrata...
Bienvenido a los 40 El segundo largometraje de Duccio Chiarini, El huésped (L'Ospite, 2018), explora la crisis existencial de Guido, un cuarentón que lucha con el hecho de que su novia, Chiara, no quiere ni tener hijos, ni estar ya con él. Se puede ver en www.zetafilms.com. En la primera escena de El huésped Guido desnudo busca un preservativo roto dentro de Chiara, pero la audacia de esta introducción pronto queda aplacada y se convierte en una historia sobre amores perdidos y nuevos comienzos. La apacible vida de Guido se ve alterada cuando su novia le pide que se vaya de la casa y él, sin un lugar, debe ser asistido por amigos y familiares. Es un huésped que nunca se queda más tiempo del estipulado. Tan pronto como descubre que ninguna relación es tan perfecta como se ve desde afuera. El huésped es un film que avanza lenta y felizmente con sus comentarios irónicos y su esquema melodramático, buscando contar una historia con cierta crítica social sobre el recambio generacional, y donde cada personaje se encuentra en medio de algún tipo de crisis. Chiarini recurre a una puesta en escena simple, con una narración que fluye gracias a un sinfín de situaciones reconocibles, y una serie de personajes queribles, que incluso en sus excentricidades generan empatía, dando como resultado una comedia agridulce sobre la necesidad de compañía y la imposibilidad de tenerla sin sufrir una serie de inconvenientes en el camino.
Con crisis de parejas por doquier, la mirada del realizar Duccio Chiarini que formó parte del equipo de guionistas, es piadosa. Ah están expuestas sus criaturas en momentos decisivos de sus vidas, engañados, doloridos y por sobre todo confundidos. Un universo de profesionales que se dan cuenta de la vacuidad de su existencia y experimentan rechazos, dolores, la vuelta al nido y por sobre todo las indecisiones que los obligan a huir. El protagonista, un profesor e investigador, frente a un hecho fortuito en su relación de pareja, comprueba que donde él veía estabilidad, todo es un terremoto. Huye a la casa de sus padres y se transforma en testigo de los problemas de relación de sus amigos, parientes y progenitores. Una mirada melancólica sobre las crisis existenciales, especialmente entre los de treinta y pico. Buenos actores, en un film con cierta pretensión de originalidad en el comienzo que luego se diluye en sucesivas y repetidas complicaciones que poco aportan.