Contra viento y marea Si Hollywood tuviera intenciones de narrar la épica de Vito Dumas en alta mar, seguramente filmaría una megaproducción llena de tomas majestuosas y momentos emocionantes, porque la historia de este “navegante solitario” cuenta con todos los condimentos para la epopeya. Pero Vito Dumas nació en Argentina y, por cuestiones varias, su historia es tan extraordinaria como enigmática. El director Rodolfo Petriz no contó con el presupuesto para hacer la súper producción de ficción pero sí con el ingenio para contagiar -y contagiarse- de la pasión del navegante a la hora de contar su historia. Se siente en El navegante solitario (2019) la pasión de Petriz por la narración, su trabajo trasmite y le hace honor a la hazaña de Dumas. Vito Dumas tuvo la osadía de aventurarse a realizar varios viajes en solitario por el mundo. Su periplo más extraordinario fue dar la vuelta al mundo a bordo de su pequeña embarcación, un velero apodado LEHG II, el significado de las siglas continúa en el mundo de los secretos. Deportista apasionado y con un temple físico y psíquico como pocos, Dumas enfrentó solo las fuerzas de la naturaleza aunque, cómo le ocurre a los grandes hombres, sus mayores obstáculos vinieron de parte de los hombres. Le tocó protagonizar otra grieta -o quizás la misma de siempre- al ser asociado con el peronismo y defenestrado por sus opositores. Esto le produjo la falta de reconocimiento, el ninguneo de Estados Unidos (quizás por eso nadie filmó su increíble historia) y el haber quedado en el olvido a pesar de todo. Rodolfo Petriz crea una gran historia sobre la gran vida de Vito Dumas, el director se las rebusca para, con escasos recursos (así como Dumas enfrentó el Mar), encarar una producción documental narrada en primera persona por el propio Dumas a través de sus libros escritos como diarios de viaje durante sus travesías. El material de archivo ayuda a trazar las rutas marítimas, y las animaciones, dramatizaciones, datos aportados por especialistas y demás recursos, invitan al espectador a imaginar los componentes audiovisuales faltantes de esta gran historia de vida. El foco está siempre en la historia contada de manera cronológica y con un halo de misterio que vuelve fascinante el relato. El nombre del barco, el contexto histórico, y hasta cuestiones sobrenaturales que hicieron posible que el hombre llegue hasta donde llegó, son utilizadas con inteligencia por la película para darle el tinte místico necesario que la figura de Dumas requiere. El navegante solitario es un homenaje, un sentido reconocimiento y una extravagante hazaña merecida por Vito Dumas. Pero sobre todo es una gran película, hecha con entusiasmo y la fuerza de la pasión que excede la información y la historia en sí misma. Esa que los americanos no supieron o no quisieron filmar.
El cine argentino documental encuentra, desde ya hace muchos años, un resultado artístico y cinematográfico mayor cuando el centro de sus historias no es un panfleto político. Músicos, artistas varios, personajes raros o historias olvidadas terminan siendo muy superiores a los filmes nacionales que intentan dar una mirada política del mundo. Esto se repite año tras año y el navegante solitario es un ejemplo perfecto de esto. Ojo, no es que no exista la política en la película, tan solo que no es el centro ni el motivo por el cual el realizador Rodolfo Petriz decide contar la historia del incomparable Vito Dumas. Otro gran defecto de los documentales argentinos es creer que cualquier tema sirve para un documental o que un buen tema no se arruina de ningún modo. Dos errores terribles en los que no cae este film. Vito Dumas, El navegante solitario del título, es un personaje que merece uno, dos, diez documentales, una serie de televisión, varios libros, un monumento. Su figura hoy olvidada por casi todos, es una de las más espectaculares que haya dado la República Argentina en el siglo XX. ¿Pero qué pasa con aquel que jamás escuchó hablar del gran Vito Dumas? Por supuesto que la película se encarga de explicar de forma muy clara y entretenida quien es el personaje al que le han dedicado todo el film. Dumas, cuyo apellido ya lo pone en el camino de la aventura, nació en el barrio de Palermo en el 1900. Todavía una época de aventureros con muchas hazañas por alcanzar. Practico los más variados deportes y tuvo desde siempre la ambición de hacer algo memorable. En 1925 ostentaba el récord mundial de permanencia en el agua. Con un físico privilegiado y preparado por el mar, decidió emprender una serie de viajes que lo harían entrar para siempre en la historia grande de la navegación mundial. Sin proponérselo, sus méritos naturales y su coraje terminaron ofendiendo a profesionales de la navegación que mantuvieron hacia su figura de héroe un odio que superaba la simple envidia o celos. No es necesario contar más porque la película, con una mayoría de testimonios impecables, reconstruye su vida, su ascenso y su ocaso. Y como la película lo demuestra, su victoria final y definitiva. Una avenida, la más ancha que se encuentre frente al mar, debería hoy llevar su nombre. Mientras tanto, tiene este documental que le hace justicia. No solo por recuperar su figura, sino por hacerlo con oficio cinematográfico, excelente material de archivo y buen pulso para la narración. Verdadero ejemplo de navegación en el recuerdo de un aventurero llamado Vito Dumas.
El navegante solitario. El mito y el contramito de Vito Dumas. Un documental que desmitifica y mitifica a partes iguales la historia de un navegante solitario excepcional, donde lo real impresiona más que la ficción. Recuperando su vida y mostrando su mito que engrandece sin exagerar las travesías de Vito Dumas. El navegante solitario, ópera prima de Rodolfo Petriz, narra las cuatro travesias nauticas realizadas por Vito Dumas, quien cruza el mar valiéndose de un pequeño barco y de su fuerza psíquica y mental. Al mismo tiempo que se narran sus travesías, se exponen los mitos y contramitos que se formaban acerca de una persona excepcional que fue olvidada. El navegante solitario cuenta mediante archivos, entrevistas y algunas recreaciones la historia de Vito Dumas, la cual es extremadamente interesante e impresionante. Sin embargo, más allá de lo épica que pueda ser su historia, Rodolfo Petriz se enfoca en lo real y comprobable. Su énfasis en los objetos sitúan al espectador y lo ayudan a comprender cómo fue que se realizaron las hazañas y con qué elementos contaba, lo cual engrandece la figura de Dumas haciéndolo ver mas humano. De esa forma, el documental cuenta con un enfoque humano que aborda el mito desde una mirada material y racional. A lo largo del documental, no solo se cuentan las hazañas que le pusieron como el navegante más valiente de todos los tiempos, sino que se cuenta el contramito alrededor de Vito Dumas, el cual se vuelve un desafío incluso mayor que sus travesías. La forma en la cual se contraponen las posturas evidencian lo impresionante de su vida, siendo por un lado el héroe nacional épico y por el otro el innombrable. Esta dualidad entre los mitos se vuelve el centro de la narración generando intriga no solo en el navegante solitario, sino en todo lo que lo rodea. Un documental que logra contar de forma entretenida y realista la vida de un hombre que parece salido de las páginas de La odisea. Su tratamiento permite al espectador sacar conclusiones propias y desarrollar una curiosidad hacia una historia que, aunque no profundiza mucho, cuenta lo necesario. Una gran película para conocer o recordar una parte importante de la historia. Calificación: 8/10 Título original: El navegante solitario Año: 2019 Duración: 108 min. País: Argentina Dirección: Rodolfo Petriz Guion: Rodolfo Petriz Música: Rodrigo Sánchez Mariño Fotografía: Rodrigo Sánchez Mariño Reparto: Documentary Género: Documental
Un hombre de mundo Probablemente hayan escuchado alguna vez hablar de él. Su nombre está asociado a grandes hazañas y de inmediato pensamos en grandes viajes, pero… ¿realmente sabemos quién fue Vito Dumas? El documental biográfico sabe tener estas riquezas, el poder abordar la figura de personalidades a las que el tiempo envolvió en un halo de misterio. Quitarles la figurita y volverlas humanas con sus claroscuros y contradicciones, desentrañar el por qué hay tantos interrogantes a su alrededor. Al pensar en este tipo de documentales, la primera referencia que se nos vendrá a la mente es la mítica y excelente Yo no sé qué me han hecho tus ojos de Lorena Muñoz y Sergio Wolf, alrededor de Ada Falcón y su repentina reclusión de la luz pública. Podríamos pensar que nada tiene que ver Vito dumas con eso; sin embargo, podrían trazarse algunos paralelos en sus devenires. Nacido a inicios del Siglo XX, Vito Dumas fue un deportista y reconocido navegante argentino, famoso por haber realizado cuatro grandes viajes en solitario, principalmente aquel en que dio la vuelta al mundo. Algo que parecía imposible en aquel entonces. Como suele suceder, su figura puede tener una mejor posición a nivel mundial en el ambiente de la navegación, comparando con la que tiene en su propio país, en donde recién a inicios del Siglo XXI se le entregó (obviamente post morten) un reconocimiento estatal. El navegante solitario es la ópera prima de su realizador, Rodolfo Petriz, lo cual hace doblemente destacable su labor. Lejos de tomar un camino sencillo para su concreción, aborda una figura sobre la cual investigar no es tarea sencilla. Pareciera que en los clubs náuticos hablar de Vito Dumas fuese algo sacrílego ¿por qué es esto? De eso se trata en gran parte El navegante solitario. ¿Cómo un hombre que se embarcó en una proeza por todo el mundo y la documentó en valiosos volúmenes escritos, es a su vez un hombre del que se habla poco y que durante muchos años fue vilipendiado y olvidado? De ese no se habla Petriz se vio en la difícil tarea de tener que investigar sobre una figura de la que muchos se niegan a hablar y de la que no abunda el material, más allá de sus propios textos y cartas marítimas. De hecho, este es el mayor inconveniente de El navegante solitario y lo que termina marcando su tono y estilo. Petriz planeó una estructura documental básica, tradicional, pero cuenta con poco material de archivo y no muchos testimonios. Obviamente, tampoco posee un abultado presupuesto. Por ello se vale de otros recursos para poder suplir y complementar, entregando así un resultado dinámico que termina contagiando ese espíritu aventurero. A través de las típicas entrevistas con el director omnipresente, algunas fotos y documentos, animaciones instructivas, y una ficcionalización del propio Dumas (con una voz en off que relata en primera persona sus textos de navegación), conoceremos su travesía a la par que su devenir, muy atravesado por la coyuntura histórica. Si bien se divide en los cuatro viajes, hay dos tramos marcadamente diferentes en El navegante solitario. Con una duración algo extensa (108 minutos que se alargan), en la primera mitad, además de conocer sus orígenes y primeros viajes, veremos cómo antojadizamente fue “nombrado” como mufa en el ambiente de la navegación de ese entonces, por lo que casi nadie quería relacionarse con él. Esto, que parecería una zoncera, le trajo más de una complicación. Una dictadura y un amor Pero eso no es todo. En la segunda mitad del documental, veremos cómo cuasi caprichosamente queda en medio de una grieta coyuntural entre el peronismo y el antiperonismo. Aquí se permite desplegar mayores aristas, y es bastante más rica que la inicial. Un testimonio se anima a adelantar que Dumas no era peronista y simplemente quedó relacionado como figura popular. Su viaje alrededor del mundo fue realizado en plena Segunda Guerra Mundial, y el advenimiento del primer gobierno de Perón lo “sorprende” en medio de un viaje en donde es víctima de un sospechoso hecho/atentado perpetrado por los EE.UU. A su regreso, recibe un nombramiento naval por parte del gobierno; y cuando este es derrocado por la infame Revolución Libertadora, trayendo consigo la proscripción de todo lo que se considerase peronista, Vito Dumas “cayó en la volteada” y fue presa de una desidia y abandono que lo terminó liquidando. En este tramo se puede utilizar su figura para hablar de tantas otras, de la historia de un país, y de una grieta que claramente no se inició en los años recientes. Hay también otro misterio que guía a El navegante solitario, el de las iniciales con que fueron nombradas sus dos primeras embarcaciones. LEHG, aparentemente un gran amor que los testimonios conocen pero se rehúsan a revelárselo al director/entrevistador, quizás para enaltecer esa figura misteriosa de los mares. El navegante solitario es un sólido trabajo documental que intenta desentrañar los secretos alrededor de Vito Dumas. Inteligentemente deja varios interrogantes abiertos y así planta la curiosidad en el espectador. Una película en definitiva sencilla, pero con sus contados recursos logra su principal propósito de transmitir esa pasión por el deporte, las aguas, y la aventura del conocimiento.
Sólido y potente documental acerca de Vito Dumas. Una celebración de cine e historia, que abraza una multiplicidad de materiales para reivindicar a un grande olvidado.
Cuatro travesías épicas realizadas entre 1931 y 1955, entre ellas la primera vuelta al mundo en solitario atravesando el temible Cabo de Hornos, elevaron a Vito Dumas al Olimpo de los ídolos populares. El novel director Rodolfo Petriz logró un documental tan cálido como poético en torno de la figura de ese navegante que siempre tuvo como ardiente fijación recorrer todos los mares del mundo junto a su soledad. Recortes de diarios, revistas, fragmentos de noticieros y recuerdos de sus familiares y amigos van pautándola larga trayectoria de ese Vito Dumas que integró, sin duda, la galería de los nombres más importantes del deporte argentino.
Cuatro travesías épicas realizadas entre 1931 y 1955, entre ellas la primera vuelta al mundo en solitario doblando el temible Cabo de Hornos, encumbraron a Vito Dumas como el navegante solitario más grande de la historia. Pero cuando uno ve la opera prima de Rodolfo Petriz, que detalla, nos hace conocer, nos fascina con la historia del que resulta un verdadero desconocido de nuestra historia. No solo se demuestra lo increíble de que no sea más famoso aún, sino que las hazañas que realizó nos provocan un constante asombro. Para la cabal compresión de su vida el realizador utiliza distintos recursos, animación, ficción, valiosos testimonios. No solo se trata de una vida extraordinaria sino también de su contexto histórico y de los misterios que amablemente sus descendientes decidieron mantener. Fuera del mundo náutico su figura es hoy injustamente dejada de lado. Petriz filmo en Francia, España, Uruguay y en nuestro país. No hay que perderla.
Vito Dumas según sus propias palabras, algunas pronunciadas por él mismo. Vito Dumas según sus biógrafos Ricardo Cufré y Roberto Alonso. Vito Dumas según un nieto, un sobrino, un alumno, el guía de un museo, un par de amigos. Vito Dumas según fotos del álbum familiar, noticieros cinematográficos, periódicos de la época… En El navegante solitario Rodolfo Petriz retrata a partir de todas las fuentes posibles al aventurero porteño que batió récords mundiales en velero entre los años ’30 y ’50, pero cuyos compatriotas le negaron un reconocimiento unánime. Mientras rescata del olvido generalizado al también nadador, pintor, autor de cinco libros, el realizador nacido en Temperley aborda la división de aguas entre admiradores y detractores. De esta manera ofrece una semblanza, no sólo de Dumas, sino de una Argentina propensa a pronunciarse desde ese antagonismo histórico –todavía vigente– que algunos llaman Grieta. Consciente de que la de Don Vito fue una vida de película, Petriz explota recursos narrativos asociados a la ficción. Por ejemplo la recreación de algunos episodios con dibujos animados y con un actor, la explotación del suspenso a partir del bautismo de dos embarcaciones con una misma sigla misteriosa, una musicalización tendiente a reforzar la noción de epopeya. Por otra parte juega un rol clave el montaje paralelo destinado a señalar la relación entre las famas –buena y mala– de Dumas y el surgimiento del peronismo y su contracara el antiperonismo. He aquí donde asoma la arista política de esta atrapante combinación de biografía y crónica de aventuras. Desde este ángulo, el guionista, director, productor también describe un mundo más solidario que ahora, pero ya regido por el mismo gendarme bravucón. El mar inclemente se revela entonces como un peligro menor. En un tramo del film, alguien compara un viaje de Dumas con el atribulado regreso de Ulises a la isla de Ítaca. Con perdón de los especialistas en la Grecia Antigua, bien podríamos ubicar El navegante solitario cerquita de La Odisea.
“El navegante solitario”. Crítica. Capitán de tormentas y soledades. “El navegante solitario”, la opera prima de Rodolfo Petriz, es un brillante documental que muestra las proezas de Vito Dumas en sus viajes por los infinitos mares y océanos. Referente de la náutica deportiva y gestor de una de las mayores hazañas de la historia tras arriesgar su vida al dar la vuelta al mundo en su navío. En 1931, Argentina empezaba a conocer la historia de un navegante solitario que conectó Francia con Buenos Aires. Vito Dumas, el nuevo ídolo popular, daba sus primeros pasos en una aventura que lo acompañaría toda su vida. Más tarde, en 1942 y en plena Segunda Guerra Mundial, la leyenda se agigantaría al realizar la epopeya más grande de la navegación en vela: dar la vuelta al mundo por la 40° latitud sur. Luego, haría otras dos travesías famosas en las que cruzó nuestro país con Estados Unidos. En el primero tuvo percances que lo arrastraron hasta las Islas Canarias, mientras que en el segundo, logró llegar pero en pésimas condiciones y al borde de la muerte al estar deshidratado y lastimado. Siempre, él solo y sus navíos: “Legh”, “Legh II” y “Sirio”. Resulta difícil creer que un navegante haya estado meses y meses de manera solitaria por el mar, en una flota de no más de nueve metros y sin motor, electricidad, ropa térmica o servicios de primeros auxilios. Con escases de dinero y alimentos. Ese era Vito Dumas, un hombre de fortaleza mental y excelente aptitud física, que no resistía estar en tierra, pero sí esquivando vientos, tifones y tormentas. En tierra, y en su propio país, así como fue considerado un héroe nacional, también fue crucificado y hasta catalogado como “mufa”. La envidia y el odio de muchos lograron que las aventuras de Dumas siempre estuvieran bastardeadas. Tanta fue la cizaña, que hoy en día pocos conocen o valoran la historia de este icónico y referente navegador solitario. Puntaje 80/100.
La inmensidad como refugio de la soledad. Historia de un navegante de largo aliento, monumento a la voluntad y a la fortaleza física y psíquica. Víctor Dumas, héroe popular de la patria. Sus ojos fijos al cielo celeste y blanco coronado por un sol de gloria. La patria Argentina estuvo en el firmamento que recortó el noble mástil corazón. Este retrato, encarado con pasión y entusiasmo, reúne diversos testimonios. Nietos y sobrinos construyen el retrato humano, complejo pero enternecedor, cabalgando fotografías y archivo audiovisual casero. Los biógrafos Ricardo Cufré y Roberto Alonso comparten información vital y pulcramente dispuesta para reconstruir la historia del hombre y el héroe nacional. Desde el Museo del transporte Cufré nos contagia su entusiasmo, los amantes del mar son hombres de honor y respetan los secretos como legados. Los testimonios de navegantes, trabajadores, aficionados y amantes del mundo de la náutica inundan la propuesta dinámicamente compuesta en juego con todo el material de archivo. La diversidad de soportes da cuenta del gran trabajo de investigación que embarco su director Rodolfo Petriz. La voz en off permite unir los relatos como perlas, animaciones fluctúan entre mapas y secretos. Víctor Dumas es muchas cosas. Allí la complejidad y hazaña del más temerario gaucho de los mares. Desafiando al mar, y a los mufas burgueses que con malicia cotillearon sobre sus peripecias. Vito de la gente, arrebató los laureles de la burguesía para compartir la algarabía con su pueblo. Varias rutas imposibles, rutas de la muerte fueron doblegadas por Vito y su nave, hecho uno con ella, mancomunado en mito. EL NAVEGANTE SOLITARIO El navegante solitario. Argentina, 2020. Director: Rodolfo Petriz. Duración: 108 minutos.
Petriz utiliza el registro del documental para narrar una historia, una biografía, la de Vito Dumas y sus proezas que han sido reconocidas a nivel mundial en la historia del a navegación. Esta narración se nutre de archivos, registros periodísticos, testimonios, documentos, bibliografía y fotos, entre tantos otros elementos, que Petriz ordena prolijamente para que en forma de cuento, vayamos conociendo la biografía de este personaje del que no se tiene demasiada información dentro de nuestra cultura popular. Sus travesías realizadas entre 1931 y 1955 entre las que se incluyen la primera vuelta al mundo en la que ha incluso atravesado el Cabo de Hornos son el eje con el que Petriz no solamente quiere documentar un hecho histórico, sino que a través del relato, se permite contagiar la pasión con la que Dumas realizó esta épica y poder, al mismo tiempo, estructurar su trabajo de forma tal de mostrar tanto a quienes lo admiran, como quienes lo consideran una figura innombrable. De esta forma “El navegante solitario” se construye desde su figura, pero no olvida ni el contexto político en el que se desarrolla la historia ni todas las aristas que despierta esta epopeya, echando mano a todos los elementos que le permite el formato, incluyendo dibujos y fragmentos ficcionales.
“La guerra destruye la vida de millones; hoy más que nunca necesito ir al mar para demostrar que sigue habiendo soñadores, románticos, visionarios.” -Vito Dumas ¡Qué hermosa musicalidad, qué oda tan maravillosa al deseo de aventura, que remite de manera casi directa a las grandes obras de la literatura (y tal vez a algunas menores, por qué no) sobre largos viajes en el mar, proezas increíbles, odiseas mágicas, y tantas otras increíbles narraciones sobre el hombre y sus posibilidades, que es este documental! No hay otra forma de describir lo que sentí al ver éste film de Rodolfo Petriz; por un momento, al escribir estas palabras, la sensación que me atravesó fue la que, (de haber sido una persona real, claro) vivió Joaquín Monegro hablando de las pinturas de su amigo Abel Sanchez, aquel que le da nombre a la famosa novela de Miguel de Unamuno. No encuentro manera alguna que no sea la que utilizo para describir los sentimientos que me produjo ver este maravilloso documental; las emociones a flor de piel de los diferentes referentes, conocedores y biógrafos del gran Vito Dumas, un hombre deseoso no solamente de trascender con su propio nombre, también de dejar en lo alto una idea, una demostración de la posibilidad individual de lograr hazañas impensadas en pos de su propia trascendencia, es verdad, pero también sobre una idea en común, de ejemplo de fortaleza para un logro colectivo (no confundir con individualismo, un concepto utilizado mecánicamente, sin ton ni son, y en muchas ocasiones de manera incorrecta). Es verdad que es posible pensarlo de este modo a la distancia; en la época en que Vito Dumas vivió, la idea del héroe inalcanzable era moneda corriente, pero, así también generaba fantasía en quienes seguían sus proezas, y muy probablemente ello fuera fogoneado de algún modo con objetivos menos loables que los del buen navegante solitario. En nombre de él, y tomando de manera libre sus palabras, su causa era la de los soñadores y aventureros, los románticos empedernidos que necesitaban siempre un poco más; era una época en que el mundo parecía todo aún por hacerse, a pesar de que ya casi todo estaba prácticamente construido de cara al futuro que al final heredamos. La utilización del doble recurso de la voz en off narrativa que le da indicación y guía a la película (acompañado de archivos de diferente tipo), tanto como de la recreación de la palabra de Dumas a través de sus propias declaraciones y memorias, resulta muy útil para llevar el relato sobre las circunstancias de sus viajes y su vida, incluyendo testimonios de sus descendientes. El marco del contexto histórico político también tiene su momento, dado que buena parte de ello atraviesa la historia de Dumas y es utilizado de manera prolijamente descriptiva a fin de ayudar a comprender los momentos finales de la vida y las circunstancias de descrédito y desprecio a los que el navegante solitario estuvo sometido. Lamentablemente la idea que prevaleció con los años al respecto de las posibilidades “diferentes” propias de los argentinos, de las condiciones de superación de los obstáculos más complejos, se han modificado de tal modo que no queda de aquello, más que, tristemente y en la mayoría de los casos, una pantomima plena de bravuconadas. El mundo es otro, es verdad, pero al fin y al cabo, y tomando la famosa frase de la más que conocida canción de John Lennon, a la vez que otorgándole otro sentido: “tal vez soy un soñador, pero no soy el único”. “La de Vito Dumas es una vida que merece ser contada. Es una historia que no sólo relata sus éxitos y fracasos, sino que también nos interpela acerca de que hacemos los argentinos con la memoria de nuestros compatriotas más destacados.” – Rodolfo Petriz
Hace unos meses por cuestiones laborales asistí con un contingente de alumnos y alumnas al Museo Naval de la Nación. No es un campo que me atraiga, pero se trataba de una salida didáctica programada en el contexto de un viaje de estudio. Más allá de las expectativas, la experiencia fue muy satisfactoria gracias a la pasión contagiada por uno de los guías. Su nombre es Andrés Rodríguez, la predisposición y el entusiasmo para narrar las historias detrás de cada pieza son notorias, tanto que generó una especie de fascinación compartida por quienes tuvimos el privilegio de escucharlo. Casualmente (o no tanto) me vuelvo a encontrar con Andrés a través de El navegante solitario, el documental que Rodolfo Petriz consagra a la figura de Vito Dumas, dado que es una de las tantas voces que prestan testimonio sobre la proeza de este aventurero nacido en Palermo en 1900 cuyos viajes se transformaron en parte gigante de la historia de la navegación mundial. Reiterar la información sobre Dumas en esta reseña sería un sacrilegio que empañaría la impecable labor expositiva de la película. En todo caso, conviene destacar algunas consideraciones sobre esta clase de proyectos. Pensaba a propósito de la relación guía y documental. Argentina es un país donde se generan muchas producciones audiovisuales sobre temas importantes, algunos más atractivos que otros, donde las carencias de valor cinematográfico pretenden ser eclipsadas por nobles intenciones o motivaciones éticas. Incluso, cuando la urgencia se impone, ciertos casos no trascienden el status de una presentación didáctica multimedia. El navegante solitario, en la mayor parte de su duración, sortea con buena fortuna los obstáculos, principalmente porque dispone bien los materiales con los que cuenta (archivos, medios periodísticos, fotos, libros, animaciones y testimonios) y porque hace valer la materia fascinante que le sirve de base. Más allá de reparos que se puedan tejer en torno al uso recurrente de la voz en off y a una dramatización tal vez innecesaria, la virtud primordial es que se convierte en un documental guía en su mejor acepción, la de transmitir una pasión. La historia de Vito Dumas mal contada podría convertirse en una vulgar variación de la supervivencia del más apto. Contrariamente, Petriz le otorga la complejidad necesaria para trazar una figura con múltiples matices sin desdeñar el lógico heroísmo. El comienzo destaca el valor mnemónico, la materia significante de los recuerdos. Una fonola reproduce el disco de Odeón con la inscripción del navegante. Es el primer eslabón de una cadena de objetos cuyo punto culminante lo representa el famoso velero LEGH II. Y detrás de cada uno hay una historia, un relato, versiones. Ocupar la embarcación, sentir los recovecos, es parte del contagio que logra propagar el documental y que pone al espectador en un lugar de revelación: solo puede entenderse la hazaña de Dumas en el marco de la pasión desmesurada de aquellos que aman el mar y la navegación. “Veinte años sin vernos, hermano” dice uno de los autores de un libro sobre Dumas que se reencuentra con el velero. “Significa mucho”, agrega. No obstante, hay otras crónicas no menos interesantes que recorren paralelamente por la película y que involucran aspectos privados y políticos. Una de las aristas jugosas surge de cómo un hombre modesto de las Pampas fue capaz de romper con todos los moldes de la historia náutica, hechos que incomodó a las altas esferas de la sociedad, las mismas que no dudaron en derribar la imagen del héroe popular con falsas denigraciones. Una de ellas sostenía que Vito Dumas era “mufa”. Se trata de uno de los tantos modos de desprestigio aún vigentes. También a Diego Maradona el miedo y la envidia de los conservadores de formas le hacen saber su pertenencia social distinguida con el mismo rótulo. Dumas no solo soportó eso, sino que, además, cada vez que navegaba, al regresar encontraba una situación política diferente en el país. El corolario de esto es la relación con el peronismo y de qué forma despiadada lo trató más tarde la “Revolución Libertadora”. A todo lo anterior hay que añadirle las pequeñas anécdotas de la esfera privada, el relato de un amor trunco, y cómo el frenesí de la hazaña concluye en la tristeza de la destrucción. Historias de proezas, historias de clase, historias de política y de héroes populares y nacionales. Historia de otra pasión argentina. Todo ello abraza este muy interesante documental sobre Vito Dumas, odiado en su momento por la Marina y elegido por la gente. Por Guillermo Colantonio @guillermocolant
“Me resulta maravilloso saber que de la mayoría de las cosas no conocemos absolutamente nada.” (David Lynch) - Publicidad - Lynch da una pista. Los documentales pueden ser ventanas maravillosas donde cobijar esa falta de conocimiento. Deben serlo, y precisamente es la premisa con la que se sale de este buen trabajo que es El navegante solitario es nada más ni nada menos que ésa: qué poco sabemos de lo mucho que conocemos. Vale mucho la pena ingresar al mundo de Vito Dumas, reconstruido amorosamente por esta una investigación que hace Rodolfo Petriz sobre diversos materiales en torno a esa figura inédita del deporte argentino: el navegante aficionado, el intrépido “el héroe que venera la Nación”. Petriz es magister en Periodismo Documental y con su primer película logra una proeza triple: hacer que un archivo no muy abundante sea interesante, entrelazar la vida personal de este hijo de inmigrantes con un sueño a cuestas y la política argentina entre el golpe de Uriburu y la proscripción de Perón; y poner en primera persona, poética y descriptivamente, una aventura increíble. Para esto último los libros de Dumas, Solo, rumbo a la Cruz del Sur; Los cuarenta bramadores; El crucero de lo imprevisto; El viaje del Sirio y Mis viajes, todos en primera persona donde relata con detalles variopintos cada uno de sus viajes. Un locutor lleva a la voz en over esa primera persona y los viajes se hace más apasionantes. Un tango dedicado especialmente, un actor que dramatiza situaciones, y varios testimonios entre los que destaca el del apasionado Ricardo Cufré, biógrafo de Dumas, mapas, fotos, noticias en diarios y en noticieros son algunas de las herramientas de las que se vale Petriz. Los entrevistados tienen mucha información sobre la construcción de barcos, tipologías de veleros hechos a nuevo, acondicionados, destruidos o reconstruidos. Esta es también la historia de esos veleros y de una artesanía que ya terminó. Para la historia, el Museo Naval de Tigre. Un lugar que habrá que visitar. El navegante solitario es eso, alguien que viaja sin más compañia que sus pensamientos. Puestos todos en esos textos: la espera antes de la partida, la religión, la idea de patria, la infección en medio del cruce de Cabo de Hornos. Dos hazañas figuran en el capítulo alto de la vida deportiva de Vito Dumas y del deporte mundial: el cruce del Atlántico solo y en velero; la vuelta al mundo en las mismas condiciones. El héroe romántico que atravesó el corazón el siglo XX se despliega en este documental haciendo tambien algunas preguntas en torno a dos lineas que logran sostener cierto suspenso. Hacia el comienzo, la pregunta que nadie quiere responder: qué significa LEGH, la sigla con la que se nombra su famoso barco; y hacia el final el confuso episodio que no lo deja llegar a Nueva York. Cuál era el secreto de sus barcos, cuál el de su modo de navegar, qué fue de su vida hacia el final, cuál fue su relación con Perón, por qué termina siendo un exiliado dentro de su propio país. No se pierdan este documental ni esta vida. Ambos resultan realmente extraordinarios.
Este documental constituye un homenaje al navegante y deportista argentino Vito Dumas (1900-1965). Se explica de manera rápida, clara y entretenida. Vito Dumas, quien además practicó natación, boxeo y atletismo; triunfó, tuvo hazañas y sufrió distintos avatares de la vida. Además la cinta cuenta con distintos reportajes, imágenes de archivo y ciertos secretos que los mantiene hasta el final, como por ejemplo el saber quién era Lehg II, nombre de su velero.
EL REFUGIO DE LA PROPIA SOLEDAD Antes por cuestiones políticas, hoy por desinterés o desconocimiento (o quizás aún por cuestiones políticas), la figura de Vito Dumas permanece anclada en cierta marginalidad que la aleja del reconocimiento que podría tener. Aunque en vida recibió los máximos galardones internacionales, y su leyenda todavía subsiste entre los interesados por el arte de la navegación, su nombre no termina de ubicarse con comodidad en el podio de los héroes populares. Tal vez se deba a esa tensión entre lo popular y lo elitista que existe en Vito Dumas: popular por derecho propio, sin chapa ni escuela ni recursos, un hombre hecho a sí mismo que hizo estallar la envidia de los apellidos importantes del yachting argentino y de la Marina; y elitista a su pesar, porque sus hazañas no logran interesar demasiado fuera de los círculos especializados. La generación que aún lo recuerda transita sus últimos pasos: ancianos que recorren librerías buscando un ejemplar de Los cuarenta bramadores para regalarle al nieto que se anotó en Prefectura. Con la determinación de hacer justicia al respecto, el documental de Rodolfo Petriz da cuenta de las peripecias de Dumas sin perder de vista los factores políticos y sociales que fueron moldeando su experiencia. Con relatos extraídos de sus libros, sumado a un notable trabajo de archivo centrado en los diarios de la época, el documental arranca en Francia, en la localidad de Arcachon, desde donde Dumas partió rumbo a Buenos Aires, en la que sería la primera de sus gestas marítimas. Uno de los aciertos de Petriz es no dar demasiado lugar a las circunstancias de la vida de Dumas previas a su etapa de navegante: le basta con nombrar su origen humilde y sus logros en la natación, para después meterse de lleno en los pormenores de cada viaje. De esta manera, queda expuesto lo que más tarde confirmará uno de los entrevistados: que la vida de Dumas era el mar, que sus días en tierra firme lo enfermaban y entristecían, y que pese al paso de los años y a los estragos en su propio cuerpo, su pasión lo obligaba a embarcarse una y otra vez; incluso a costa de su propia familia. Como el personaje de Jeremy Renner en The hurt locker, que sobrevive a la guerra, vuelve a la tranquilidad del hogar, y en el último plano lo vemos nuevamente uniformado y caminando por el desierto. Con respecto a la pasión que quema y es incontrolable, otro de los aciertos de El navegante solitario es que, si bien pone el foco en la grandeza de Vito Dumas y lo extraordinario de sus viajes, también es sincero al nombrar las consecuencias personales y familiares que acarrea una vida como esta. Dumas vuelve de una de sus travesías para encontrarse con un matrimonio resquebrajado, y será la navegación quien lo salve una y otra vez; o visto de otro modo, será la navegación la que lo ayude a evadirse de una vida doméstica que aborrecía y para la que no estaba hecho. Mediante el testimonio de expertos y allegados, Petriz también realza la figura enigmática de la mujer que obsesionó a Dumas durante muchos años (y que no era su esposa), con quien mantuvo una turbulenta relación que terminó con un incendio, literal. Las iniciales de esta mujer, que el documental se cuida de no develar, pese a cierta insistencia juguetona de Petriz en rol de entrevistador, son las que dieron nombre a los dos barcos más importantes de Dumas, el LEGH y el LEGH II. Un comentario personal: el LEGH II se puede visitar en el Museo de la Armada en el Tigre, y admirarlo de cerca, teniendo en cuenta todo lo que se vivió en esa pequeña embarcación, resulta bastante emocionante. Más allá de la aventura, y como decíamos antes, El navegante solitario también se encarga de los problemas sociales y políticos que tuvo Dumas en su carrera. En principio, al ser tildado de “mufa” por los círculos más exclusivos de la navegación, los clubes náuticos y los oficiales de la Marina. Su nombre fue marginado y demonizado por quienes no toleraban su origen humilde y la realidad solitaria y sin recursos de sus hazañas, al tiempo que su status de héroe fue creciendo en el corazón del pueblo. Resulta interesante advertir que con cada viaje, Dumas dejaba a sus espaldas una Argentina que, a su vuelta, había cambiado completamente. Tanto el golpe de 1943 como el inicio de la Revolución Libertadora en 1955 sucedieron mientras estaba en el mar. Durante los primeros años de gobierno de Perón, Dumas recibió un cargo de teniente y percibió un sueldo, y se convirtió en uno de los deportistas destacados que acompañaban al presidente. Incluso, por aquellos años, se formó una escuela de navegantes a vela, con Dumas a la cabeza y apartada del bullicio de la aristocracia. Con el derrocamiento de Perón y su posterior exilio, Dumas fue injustamente perseguido e investigado, y aunque terminó libre de todo cargo, vivió sus últimos años alejado y olvidado por el ojo público. Como apunta su nieto, dormía en un catre en el balcón de su departamento en Vicente López, y en las noches de calor permanecía despierto, mirando las estrellas. A pesar de ciertas dramatizaciones innecesarias, que en esos episodios vuelven artificioso el relato, el documental de Rodolfo Petriz tiene pulso para la aventura y logra darle a la leyenda del navegante solitario la dimensión que se merece. La historia de Vito Dumas es una defensa en favor de la voluntad y la persistencia, que podría resumirse en aquella frase pronunciada por otro aventurero argentino, Alfredo Barragán, y que se convirtió en el slogan de su gesta, la Expedición Atlantis: “Que el hombre sepa que el hombre puede”.
Justa y cálida recordación de un audaz y singular argentino ilustre El mundo está hecho para los valientes, dijeron alguna vez. El que no arriesga, no gana, sentenció otro. Si uno se conforma con lo que tiene o hace es un cobarde, alguien opinó. Pero, anhelar una vida distinta a la de los demás en la que no haya límites mentales, emocionales, físicos y, fundamentalmente, geográficos, es para unos pocos, ilusos o locos. Como lo calificaron al protagonista excluyente de este documental cuando, al estar en un puerto francés durante el año 1931, se le frustró un proyecto que tenía programado, y no tuvo una mejor idea que comprar, con el poco dinero que disponía, un pequeño velero en ruinas, destinado al desguace, con las maderas podridas. y restaurarlo en un astillero para volver a Buenos Aires navegando solo. Cabe destacar que Vito Dumas tenía unos conocimientos básicos de náutica, pues su fuerte era la natación en aguas abiertas. Los inconvenientes no lo intimidaron, todo lo contrario, potenció aún más el desafío. Como si fuese una chispa que encendió el motor de una nueva pasión, imposible de abandonar. De este modo “El navegante solitario” comenzó a vivir como quiso, sin pedirle permiso a nadie, cuando tomó como referencia, consciente o inconscientemente, las definiciones escritas al comienzo de esta nota. El director Rodolfo Petriz, con un impecable registro fílmico, no sólo de aquí, sino en cuatro de los países donde estuvo Vito, incluido el puerto francés con su viejo astillero y un descendiente, el bisnieto de quién ayudó a refaccionar el velero, que cuenta la historia de aquella época, para recordar a un héroe olvidado por la gran mayoría, sólo evocado con admiración y respeto por sus colegas, los actuales marinos argentinos, merece un reconocimiento. El relato de la película comienza en ese mítico 1931 francés y concluye con su muerte en 1965. Se basa en libros, fotografías, documentaciones portuarias, filmaciones, mapas, pinturas y un disco dedicado a él, junto a varios testimonios de navegantes que escribieron libros sobre Dumas, y también algún familiar que aporta otros datos. Además, cuando al realizador le pareció conveniente ejemplificar ciertos sucesos, recurrió a la producción de dibujos animados. Y, por si fuese poco, suena una acertada melodía instrumental para resaltar el derrotero épico cuando se ven las cartas náuticas. Aunque todo este esfuerzo de producción parece muy pequeño. comparado con las intrépidas aventuras narradas. Porque fueron muchos los viajes en solitario. Siempre en la búsqueda de un objetivo mayor, pese a la escasez de dinero y el desprecio de la élite marítima argentina. Así. Vito Dumas mostró. y se demostró a sí mismo, que las únicas fronteras son las mentales, porque hizo a los océanos del mundo su hábitat natural. y a una diminuta embarcación su verdadero hogar. Gracias a una gran capacidad para forjar el temple y a poder dominar el espíritu, especialmente ante los momentos más difíciles. Y, por sobre todas las cosas, haber sido un osado, sin que nada ni nadie lo haya amilanado jamás. y así poder tener una vida de película.