Michelle Williams arrasa cualquier mirada. Critica “El pasado que nos une”. “After the Wedding” otra película dramática de Bart Freundlich es tiempo que el realizador deje a su pareja salvadora Julianne Moore y Billy Crudup en paz, es la tercera vez que son pareja en sus ficciones. El destello que posee ésta película es la incorporación de la actriz Michelle Williams una intérprete intrigante, sorprendente y cautivante. La proyección cinematográfica”El pasado que nos une” de Bart Freundlich recarga las tintas con el dolor ajeno con dos puntos de conflicto que hacen apertura y cierre de la película. En torno al primero es desapego sentimental y el segundo las discusiones. Es la segunda remake de Freundlich, en éste caso “Después de la boda” proveniente de una antigua película de alto nivel vanguardista danesa con la dirección de Susanne Bier. La manager de “Hogar de cuidado amoroso” para niños Isabel(Michelle Williams) se halla en aprietos económicos en la institución desde ese instante hay ella se entera que hay una corporación mediática que la convoca para una competir por una gran donación en la cual es la jefa Theresa(Julianne Moore). Theresa reside en una residencial zona de Estados Unidos con grandes pretensiones y lujo, su marido Oscar (Billy Crudup) es artista vive con ella y sus hijos gemelos. Aunque Isabel tendrá que enfrentar un evento del pasado que dejó atrás hace mucho tiempo al mismo tiempo contará con el dinero para el orfanato, sin embargo éste poseerá un fin misterioso y guardará una confesión familiar que movilizará todo. La película abrió el Festival de Sundance 2019. Bart rompe con la esencia del anterior filme desde lo estético y el argumento desde lo narrativo recrea situaciones donde el espectador ya sabe lo que puede encontrarse pero intercambia los roles de liderazgo en la anterior película los espacios de poder estaban en manos de hombres Jacob y Jorgen ahora son Isabel y Theresa, sigue con la existencia de los gemelos y una hija mayor; ésta pondrá la cuota de suspenso que alberga el filme. El guion dramático de Bart se nutre de elementos de la tragedia griega: el amor, odio, enfermedad, traición, mentira y la juventud. Impregna la psiquis de los espectadores y pone a rodar en la película el sentido de un mundo con crisis personales y universales. Por un lado la malnutrición de los niños, falta de educación, carencia de medicamentos y granjas locales, lo que lleva a desprotección de las infancias. Por otro afecciones terminantes (ejemplo: cancer), la decisión de maternar y paternar en familias ensambladas, sujetos en continua presión social y resistencia al sistema capitalista imperante. Julianne Moore como Theresa encarnó una tenaz empresaria, especuladora, demandante, compulsiva asimismo con un trasfondo muy doloroso que la ubica afligida, desesperada y atormentada por una muerte cercana. Ella gobierna siempre con agilidad y viveza cada acto. Michelle Williams como Isabel es una de las piedras preciosas del filme, desde su primer toma invade todas los planos con soltura, una interpretación despojada de lugares comunes es un encuentro con su naturaleza tan genuina y conectada con el entorno. Williams es una actriz transparente y achata a todos los demás con su indudable imaginación. Billy Crudup como Oscar tonifica a un personaje dotado de aptitudes artísticas a un retrato de un hombre escultor. Tiene un tono elegante y un rostro que le permite enunciar un camino olvidado en la vida de Oscar. Las miradas entre Billy y Michelle registran el sabor de una contienda inconclusa y Julianne es la espectadora omnisciente, ella conoce todo. La música de Mychael Danna se inclina por hallar los sonidos autóctonos de India el aleteo de aves, el ruido de la flora en movimiento y campanadas en momentos de meditación. Al trasladarse a Nueva York se ve distorsionada en: música clásica, artificial y compaginada. Una sensación tétrica se genera cuando combina piano y violines en el nudo central del filme. Como el tema de Lady Gaga, The edge of Glory, influenciado por el jazz y un solo en saxofón; mezcla el pop electrónico que prima en Estados Unidos. Además los estallidos de fuegos artificiales tan típicos de la escena neoyorquina. Refleja ese paso de una sociedad en la más profunda espiritualidad y otra donde los ruidos de la ciudad son productos en piezas industrializadas. La fotografía de Julio Macat emplea planos intermedios para evidenciar como la realidad de Isabel va encerrándola, expone su emotividad a la par de Theresa, sus impulsos y reacciones. Y cenitales por lo cual es espectador se va a sentir con el dominio de varios momentos del filme. Compone las escenas con tonos fríos en partes trágicas, verdes con ánimo de esperanza y rosas cuando se da rienda suelta al amor. Hay un juego constante con el objetivo al denotar profundidad versus abertura. También se darán diferentes puntos de vista con tomas panorámicas y descriptivas a su vez travelling mostrando las diferencias entre las regiones de India, espacios abiertos frondosos, la niñez libre y el contraste urbano de Estados Unidos, un ejemplo de adultez, sobriedad e individualismo. El reparto fue el siguiente: Julianne Moore, Michelle Williams, Billy Crudup, Will Chase, Alex Esola, Abby Quinn, Eisa Davis, Azhy Robertson, Doris McCarthy, Alex Cranmer, Ron Simons y Amelia Workman. La producción estuvo en manos de MPATW, Paradox Studios y Rock Island con distribución de Sony Pictures Classics. Puntaje: 70.
Protagonizada por Julianne Moore, Michelle Williams y Billy Crudup, entre otros, remake de “Efter Brylluppet” de Susanne Bier, esta dolorosa película de transformaciones se apoya en las increíbles actuaciones de sus protagonistas para llevar adelante una historia de amor, de desamor, de revelaciones, engaños y mentiras.
El pasado que nos une es una remake norteamericana de la película danesa Después del casamiento, dirigida por Bart Freundlich. En esta ocasión, su director vuelve a trabajar por tercera vez con la ganadora del Oscar Julianne Moore y con Billy Crudup, a los que se les une Michelle Williams como el trío protagónico de un melodrama contemporáneo que trata sobre los lazos familiares. La historia se centra en la relación entre Isabel, quien dirige un orfanato en la India, y Theresa, una poderosa empresaria que le ofrece una donación millonaria. Pero para recibirla debe visitarla en Nueva York, y asistir al casamiento de su hija, durante el cual salen a la luz secretos del pasado. Lo más destacable de esta película es el muy buen manejo de la información, porque aquellos que no vieron la versión original se irán sorprendiendo con cada giro en la trama, que su director va revelando en los momentos adecuados. Y es muy interesante cómo prepara el terreno para la primera de ellas, que da lugar al comienzo del segundo acto, porque va generando el misterio mediante las actitudes de los personajes, y durante el desarrollo del segundo se nos dan las explicaciones necesarias a la vez que vemos las consecuencias. Pero el problema está en que los sucesivos giros dramáticos hacen que la trama vaya perdiendo fuerza, quedando deslucido el clímax. Vale la pena destacar también el muy buen trabajo actoral tanto de Julianne Moore como de Michelle Willams, como dos mujeres que ocultan su debilidad detrás de su omnipotencia e hiperactividad, a pesar de que viven diferentes realidades y sus situaciones económicas son opuestas. Y lo bueno es que su director no juzga a ninguna de ellas, como tampoco lo hace con Oscar y Grace, sino que muestra los motivos que llevaron a tomar decisiones, dejando que cada espectador reflexione sobre los temas que se propone. Otro aspecto desaprovechado de esta película es la fotografía, del argentino Julio Macat, donde predominan los tonos cálidos, que junto con el diseño de producción y el vestuario le dan una estética publicitaria. Y esto funciona durante el primer acto, pero ciertos cambios de tonos más fríos hubieran profundizado mucho más las sensaciones de los personajes en los siguientes, reforzando así las consecuencias en su entorno de esta serie de situaciones dramáticas que atraviesan, como hizo por ejemplo Thomas Vinterberg en La celebración. En conclusión, El pasado que nos une es una película que cumple con todas las reglas del género melodramático. Y lo hace de una forma muy efectiva, pero lamentablemente se queda en eso y no se anima a profundizar más, lo que le impidió llegar a ser la obra maestra que pudo haber sido.
Se trata de una remake de un film nominado al Oscar en el 2006, de la directora danesa Susanne Bier que sugería un estilo afín con el Dogma 95, con una escena crucial donde salían a la luz secretos muy guardados. Aquí esta versión escrita y dirigida por Bart Freundlich, hace recordar a la serie exitosa “This is us”, pero sin tantos golpes melodramáticos. Parece un film pensado para el lucimiento de dos grandes actrices, como Julianne Moore y Michelle Williams. Tiene además una enorme producción con impresionantes y bellas tomas aéreas de zonas de La India y de Nueva York y sus suburbios lujosos. Todo un envoltorio vistoso que enlaza la historia de una joven mujer norteamericana que trabaja para niños huérfanos en la India, en un estado permanente de dicha y sencillez beatífica, con preferencia por un chico al que prácticamente trata como a un hijo. Una futura y cuantiosa donación le exige que ella, contra su voluntad, regrese a Nueva York para concretar la suma solidaria. Ya allí, molesta con la ropa, el calzado y los modos de la millonaria ejecutiva que la convoca, aterriza casualmente en el casamiento de la hija de esta señora poderosa. En esa boda se descubre una historia secreta y vueltas de tuerca, que nos aclaran que nada es casual ni lo que parece. Siempre es un placer ver actuar a grandes actrices: Moore con Williams son talentosas siempre. Lástima que el guión con tufillo moralista y quiere y no puede ser profundo y dramático.
Comienzos Dos realidades muy diferentes esconden un enorme secreto. El presente une a estas fuertes mujeres desde su lugar vulnerable. Una de ellas, tomó una drástica decisión que afecta la vida de la más joven; la misma debe asimilar una verdad de manera inesperada y actuar en consecuencia. El rumbo de sus vidas cambia para siempre en la remake del film Después del casamiento (Efter Brylluppet, 2006) de Susanne Bier. Bart Freundlich es el director y co-guionista de este film que sigue a Isabelle (Michelle Williams), directora de un orfanato indio al borde de la bancarrota, cuando se le comunica que su institución está preparándose para recibir una enorme donación de una acaudalada empresaria estadounidense Theresa (Julianne Moore). Isabelle deberá ir a Nueva York para recibir la misma, allí se enfrentará a un pasado que había decidido olvidar. Los rubros técnicos remarcan el contraste entre las vidas de las protagonistas. Sin embargo, se esperaba mucho más del director Bart Freundlich, contando con las talentosas actrices Michelle Williams (Todas las vidas mi vida, Manchester junto al mar), y Julianne Moore (Magnolia, Siempre Alice) ambas súper exitosas, con diferentes estilos e impronta muy particular y de extensa carrera; realmente una Interesante dupla. Además y, tratándose de una remake, no se comprende la motivación. Contar con estas actrices, ya es una garantía. El guion peca de irrisorio por ciertos tramos, y, es indudable que el relato cobra credibilidad gracias a sus protagonistas, que parecen haberse cargado el film. La construcción de los personajes es excelente, no obstante, es mérito de las mismas. Los mensajes que se vislumbran son lo más valioso de este film. En apariencia un lugar como La India, es el indicado para encontrar paz interior y refugiarse de un mundo tan vacío que sólo duele. El mensaje de El pasado que nos une (After the Wedding, 2019), reposa en encontrar la respuesta en nuestro interior, sólo allí vive la verdad, sin importar cuánto nos alejemos de nuestra procedencia. Trazando un paralelismo con nuestra vida, en el sitio en donde nos encontremos hoy, sería sanador conciliar con nuestro pasado y abandonar la huida; en otras palabras: reencontrarnos y comenzar otra vez.
El director Bart Freundlich presenta un drama familiar, remake de una película de 2006 con una historia que cambia la vida de tres mujeres. Isabel (Michelle Williams) vive en India y dirige un Orfanato, adonde se encuentra un niño entre tantos, que es especial, casi como un hijo, Jai (8) (Vir Pachisia). En Calcuta encontró la paz y es feliz ayudando a quienes lo necesitan. Un día recibe la buena noticia de que la institución recibirá una donación de dos millones de dólares, pero para obtenerla, deberá presentarse personalmente en Nueva York. Su llegada coincide con una boda familiar. El dinero proviene de Theresa (Julianne Moore), la mujer de Oscar (Billy Crudup) Al llegar y en el medio de los preparativos, Isabel es invitada a la boda donde reconoce en Oscar a su ex novio, con el que tuvieron una hija, Grace (Abby Quinn), la recién casada, a quien habían dado en adopción de común acuerdo. La realidad es que su padre no pudo cumplir con su parte del trato y se quedó con ella, formó una familia con Theresa y tuvo gemelos. Los problemas se irán sumando, además del que genera la visita de Isabel en la familia. Es notorio, de todas maneras, el poco contacto físico de la madre para con su hija, aún una vez que sale del shock de la noticia. Quizás sea una cuestión de cultura o de sorpresa ante la sucesión de hechos, difícil de entender, aunque no fue recíproco de la hija para con su madre, y hablando de la actriz, gran descubrimiento el de Abby Quinn y su excelente representación. Drama familiar con varios giros, buenas actuaciones, aunque no muy novedoso para aportar a la pantalla grande. Aunque se traten temas fuertes como el abandono y la muerte, todo está tratado con filosofía zen. ---> https://www.youtube.com/watch?v=qcU9VnXdIW8 TITULO ORIGINAL: After the Wedding DIRECCIÓN: Bart Freundlich. ACTORES: Michelle Williams, Julianne Moore, Billy Crudup. GUION: Bart Freundlich, Susanne Bier. FOTOGRAFIA: Julio Macat. MÚSICA: Mychael Danna. GENERO: Drama . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 112 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años DISTRIBUIDORA: Diamond Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 10 de Octubre de 2019 ESTRENO EN USA: 09 de Agosto de 2019
En 2006, la directora danesa Susanne Bier llevó a su película Después del casamiento hasta las puertas del Oscar a la mejor película extranjera. Esa nominación le sirvió a Bier para darse a conocer al mundo a través de una historia cargada de secretos y mentiras, marcada a fuego por su identidad profundamente melodramática. La trama original imaginada por Bier se reproduce casi con exactitud en sus rasgos esenciales dentro de esta remake firmada por Bart Freundlich, cuya esposa en la vida real (Julianne Moore) es una de sus protagonistas. Lo único que cambia (producto de estos tiempos) es el género de uno de los personajes principales. Ahora le toca a una mujer (Michelle Williams), que vive en la India manejando un orfanato, regresar a Nueva York en busca de fondos para mantener, y si es posible ampliar, esa obra de caridad. A su llegada se encontrará con una serie de trabas y complicaciones ligadas a su pasado y que la pondrán frente a frente con su acaudalada mecenas (Moore) y sus seres más queridos. Algunos de esos conflictos aparecen de repente, casi con un aire de golpes de efecto, para acentuar el perfil telenovelesco de un relato que va ganando de manera inexorable dimensiones lacrimógenas. Pero a la vez hay que reconocer que Freundlich tiene tacto para manejar con bastante sutileza las reacciones de los personajes y dejar abiertos varios interrogantes respecto de cómo se comportan ante lo inesperado. El brillante elenco ayuda a que todo se haga más creíble.
En tiempos en que la fobia a los spoilers invade todo tipo de conversación, El pasado que nos une no parece ser el mejor título local para esta remake de Después del casamiento, la película danesa de Susanne Bier que fue nominada al Oscar como mejor película extranjera en 2007. El cineasta Bart Freundlich le cambia el género a los personajes del original y se apoya demasiado en sus vueltas de tuerca sensibleras en esta historia centrada en una mujer que dejó todo para dirigir un hogar en la India (Michelle Williams), pero se encuentra con más de una sorpresa al llegar a Nueva York en busca de la financiación millonaria de una empresaria (Julianne Moore) casada con un artista plástico (Billy Crudup) en el fin de semana del casamiento de la hija de ellos (Abby Quinn). El director aprovecha esos sacudones emocionales de los personajes no tanto para dejar boquiabierto al espectador con las revelaciones, sino para darles espacio de lucimiento a sus protagonistas con actuaciones intensas donde, por lo general, se miden el progresismo a los gritos El pasado que nos une se convierte enseguida en una especie de sucesión de esos clips emocionales que la Academia usa para exhibir a sus nominados al Oscar. Esas escenas enérgicas se amontonan unas tras otras sin que importe demasiado la narración, y mucho menos los padecimientos de ese Tercer mundo disparador de la trama que enseguida queda postergado por los problemas personales de este póquer de personajes con un estatus social acomodado. Williams, Moore, Crudup y Quinn le ponen el cuerpo con un compromiso incondicional a las manipulaciones emocionales de una película que se desentiende rápido de las diferencias de clase con un par de ironías burdas. Freundlich ya había dejado bien claro de entrada que tampoco le interesaba buscar sutilezas desde lo formal al contrastar la paleta de colores de Calcuta con la de Nueva York o recurrir a cámaras en grúas y drones en toda escena donde fuera físicamente posible.
Y el título que spoilea El pasado que nos une es la nueva película del director Bart Freundlich y nos trae una remake de After The Wedding, la ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera del 2006. Un relato plagado de drama y situaciones lacrimógenas. La historia comenzará con Isabel (Michelle Williams), una activista que trabaja en un orfanato de la India y que por una posible donación de dinero, tiene que viajar a New York para tratar de cerrar el trato con los directivos. Aquí se nos presentará a Theresa (Julianne Moore), la dueña de la empresa involucrada, una mujer que divide sus obligaciones entre los asuntos del trabajo y los preparativos de la boda de su hija. También conoceremos a Oscar (Billy Crudup) marido de Theresa y un reconocido artista plástico. La película le da una vuelta de rosca a la idea original del film danés, ya que aquí se centrará más en las idas y vueltas de los conflictos personales. Algo que no caerá muy bien tampoco es la traducción del título que sirve como un potencial spoiler desde el vamos, pero bueno… En cuanto a lo que es el trabajo del guion, lo que sí deja claro en la primera hora de metraje es que se quiere tomar el tiempo para contar los primeros encuentros entre los personajes. Por momentos puede parecer demasiado la falta de elipsis, al ser todo tan cronológico-lineal en los preparativos de la boda, pero una vez que Isabel interactúa con Theresa y Oscar, el motor empieza arrancar (aunque lento, pero al menos arranca). La trama está llena de situaciones ya conocidas en el género: amores, desamores, reencuentros y enfermedades terminales; así que no agrega nada a lo que ya conocemos de este tipo de propuestas. Lo que realmente se quiere resaltar son las buenas actuaciones que encontraremos, con una Julianne Moore emocionante y una Michelle Williams que nunca defrauda. Las escenas que comparte Moore con Crudup en la última media hora son realmente emocionantes, una cátedra de la buena calidad actoral. Lo que también está correctamente trabajado son los contrastes de fotografía, cuando vemos las imágenes en la india se verá un color más saturado y en New York un tono más sobrio y lúgubre, plagado de grises y planos más cortos. Nada que no hayamos visto ya pero que siempre ayuda para mimetizar con el desfase cultural. El pasado que nos une no logra sentirse como una gran película, ya que se ven muchos huecos de guion y situaciones trilladas pero sí es una gran muestra de la importancia de un buen reparto que te levanta cualquier cosa y te enaltece un producto con fallas. Si te gustan los dramas bien encarnados, será de tu agrado.
En ocasiones surgen traducciones de títulos internacionales que nos resultan risibles por su falta de compatibilidad en la renovada selección de palabras. ‘After the wedding’ es una excepción ya que su versión en América Latina puede ser más pertinente que la original. En esta oportunidad, Julianne Moore produce y protagoniza un remake declarado del homónimo drama danés-sueco de 2006. Acompañan los talentos de Michelle Williams y Billy Crudup, junto a esa posible nueva promesa que es Abby Quinn. Theresa Young (Moore) es la dueña multimillonaria de Horizon Media, un conglomerado de medios mega exitoso, que está por firmar un contrato para financiar un orfanato localizado en India. Isabel (Williams) viaja a Estados Unidos para cerrar el acuerdo con ella, y en su primera reunión la invita al casamiento de Grace (Quinn), su hija mayor. Todo marcha bien hasta que en pleno festejo Isabel reconoce a Oscar (Crudup), su antiguo amor y esposo de Theresa, y pronto descubrirá que la mismísima Grace es en realidad la hija que tuvo con él mucho tiempo atrás.
Isabel es maestra en un orfanato en la India y debe viajar a Nueva York para exponer frente a posibles benefactores el porqué de la importancia de la donación. La suma en juego son dos millones de dólares que harán que los niños que allí estudian, meditan y viven lo hagan en un mejor entorno. Theresa, es todo lo opuesto: una de las empresarias de medios más destacadas de Estados Unidos y quien está interesada en financiar el programa de Isabel. En caso de llegar a un acuerdo, el centro podrá recibir el triple de niños, alejándolos de las calles. Sin embargo, Theresa es una mujer dificil de convencer: tiene otras organizaciones a las que podría donar todo ese dinero. Como parte de conocerse un poco más, invita a Isabel a la boda de su hija. Allí sabremos que ambas mujeres están más conectadas de lo que creían.
Un reencuentro impensado “El pasado que nos une” (After the wedding, 2019) es una película dramática dirigida y escrita por Bart Freundlich. Remake del filme danés homónimo estrenado en 2006 y dirigido por Susanne Bier, el reparto incluye a Michelle Williams, Julianne Moore, Billy Crudup, Abby Quinn, Alex Esola, Vir Pachisia, Greta Quispe, entre otros. La cinta tuvo se premiere mundial en el Festival de Cine de Sundance. La historia se centra en Isabel (Michelle Williams), una mujer pacífica que maneja un orfanato en la India y prácticamente crió a Jai (Vir Pachisia), un niño que fue encontrado en la carretera. Al dar hogar a cada vez más chicos, el establecimiento necesita mayor financiación para la educación, alimentos y medicamentos. Desde Nueva York, la empresaria Theresa (Julianne Moore) se comunica con Isabel con el objetivo de ofrecerle millones para que el orfanato pueda salir adelante. Sin embargo, existe una condición: que Isabel viaje hasta Estados Unidos para poder acordar la transacción en persona. Aunque al principio Isabel está renuente por dejar a su comunidad, el pensar en la gran cantidad de dinero por un bien mayor termina convenciéndola para emprender el vuelo. Al conocer a la exitosa Theresa, ésta terminará invitándola a la boda de su hija Grace (Abby Quinn). En la celebración, al ver entre la multitud al marido de Theresa, Isabel deberá enfrentarse a un pasado que ya creía enterrado para siempre. Mentiras, intenciones ocultas, secretos y un acuerdo no cumplido son algunos de los aspectos que componen a este dramón de relaciones familiares típico para ver un domingo a la tarde por la televisión de cable. Y es que a pesar de que en un comienzo el filme mantiene intrigado al espectador, que busca saber por qué a la protagonista le sorprende tanto ver al marido de la empresaria, pronto las revelaciones se vuelven muy poco emocionantes por culpa de un guión demasiado plano e insulso. Lejos de emocionar como pretende, la película sale airosa únicamente por la actuación principal y la iluminada fotografía. A Michelle Williams los roles dramáticos le calzan a la perfección y esta no es la excepción. A pesar de que ciertos detalles del pasado de su personaje no están bien explorados, Williams es la que mantiene a flote un filme que luego de sus giros narrativos se transforma en algo bastante básico y olvidable. En cuanto a Julianne Moore, en muchas ocasiones se siente como que la historia debería haber estado contada desde su perspectiva. Al ver los hechos desde el punto de vista de Isabel, la situación que atraviesa Theresa no está abordada de la mejor manera. Con un final que deja gusto a poco, “El pasado que nos une” se convierte en otra de las tantas remakes sumamente innecesarias que, más que para cine, están diseñadas para la televisión. Seguramente el material original sea mejor opción si se quiere ver una historia sobre relaciones personales.
Hay que empezar diciendo que esta película ("After the wedding") es una reescritura de un clásico de Suzanne Bier, (candidata al Oscar a mejor película extranjera en 2006 por Dinamarca y protagonizada por la estrella global Mads Mikkelsen ) realizado por el esposo de Julianne Moore, Bart Freundlich. El tándem creativo "familiar" modificó algunas cosas (el rol masculino central es cambiado por el femenino de Michelle Williams) pero mantuvo bastante la esencia de la original en los giros y estilo de trama. Le dio, claro, un aire más citadino, con más rascacielos, hoteles y salones de lujo, estableciendo un estilo más bien frío, impersonal en los ambientes. En ese encuadre, el juego es el mismo que en la historia original y lo primero que hay que decir, es que sabemos que pase lo que pase, la historia tiene que estar bien actuada, a Moore, le sumamos Michelle Williams y Billy Crudup para establecer la tríada dramática central. Para quienes no conocen de que va "After the wedding", podríamos definirla como un drama familiar intenso, lleno de marchas y contramarchas que impiden que el espectador se sienta cómodo y lo instalan en un lugar expectante todo el tiempo, esperando nuevas revelaciones que terminen por definir el sentido de las acciones. La trama presenta a una joven (bueno, no tanto) llamada Isabel que trabaja en India, con niños en situación de carencia extrema. Le llega el pedido de una posible filántropa, para viajar a USA y definir los alcances de una donación que podría ser muy beneficiosa para los chicos. En ese contexto, y sin demasiadas ganas de viajar, pero anticipando que ese viaje es muy importante, Isabel (Williams) llega a Nueva York. Allí, conocerá a Theresa (Moore), quien rápidamente le dirá que no hay nada cerrado y que está aún evaluando el proyecto. Pero en la espera de su decisión, la invita cordialmente a una boda familiar y le deja la promesa de seguir pensando el desembolso. Isabel entonces no tiene más alternativa que seguir el juego de la empresaria, y pronto se ve en una ceremonia de casamiento de la alta sociedad, donde dará con una ex pareja suya, Oscar (Crudup), con quien parecen haber quedado cuentas sin saldar... Como el guión tiene varias sorpresas, no podemos anticipar demasiado. Sí decirles, que el film intenta una construcción de atmósfera basada en el agregado de información discrecional a cada paso del camino. Y todo ese proceso de incorporación de material, que impulsa cambios y emociones en los protagonistas, desconcierta al espectador porque sucede de forma intempestiva pero además, sostenida. Va en gustos, quizás eso sea interesante para cierto tipo de espectador, pero puede no serlo para otro. La cuestión familiar que los une (ya verán porqué), hace que las conversaciones entre el trío protagónico sean crudas y movilizantes, pero generan extrañamente poco movimiento físico y actitudinal. Parece cine europeo (por el escaso movimiento que se da, y el alto nivel de reflexión personal) pero no lo es. O parece desfazado. Se habla de cuestiones muy sensibles para todos: los afectos primarios, los hijos, la responsabilidad por ellos, el compromiso por los que menos tienen, la herencia... pero con cierto racionalismo que parece hasta... impostado? Si nos queda claro que el perfil que Freundlich quiere darle a su adaptación es acercar la potencia del guión original a un estilo cuasi teatral donde el carisma y la actualidad de los protagonistas impulsen la historia. Curiosamente, el efecto no se logra en su totalidad. Ya sabemos que Williams es una actriz tremenda, y aquí, la tenemos contenida y con poco desarrollo de personaje, a pesar de que es una intensa historia de tres. Crudup acompaña y muestra su porte de galán maduro y Moore explora el límite entre la intolerancia y el dolor, con armas que ya le conocemos de sobra. Pero química, no hay. La película además tiene esta cuestión extraña de posicionarse sutilmente dentro de la clase alta, lo cual le da más distancia con el público en nuestro contexto actual. Es lejana, y la historia, intrincadísima. La versión danesa es más colorida y cercana, con lo cual volvemos a abrir debates sobre la conveniencia de hacer remakes de pelis que sinceramente a los americanos no les interesa ni siquiera, en su idioma original... Siento, en definitiva, que esta versión de "After the wedding", no supera ni se acerca al nivel de la original. Es un producto más gélido, que no fluye de forma natural y su aporte final intenta una reflexión moral abierta, pero no se condice con el camino recorrido. Es cierto que aquí hay actores y un guión de lujo que alguna vez funcionó pero... con eso alcanza para traspolar y generar interés? No siempre. Hollywood intenta hacer digerible algunos temas que le parecen globales pero que indudablemente, le sientan mejor a ciertas geografías cinematográficas que a otras...
“El Pasado Que Nos Une” (“After The Wedding”) llega en una nueva versión, esta vez dirigida por Bart Freundlich. Isabel (Michelle Williams) ha dedicado su vida a trabajar con los niños de un orfanato en la India. Del otro lado del mundo, Theresa (Julianne Moore) dirige una multimillonaria compañía de medios y vive una vida de ensueño junto a su esposo Oscar (Billy Crudup) y sus gemelos en Nueva York. Un buen día, Isabel recibirá una misteriosa y generosa donación para el orfanato en el que colabora, que pasa por una época de dificultades financieras. Esto la llevará de viaje a Nueva York para encontrarse con Theresa la benefactora, quien esconde un gran secreto familiar... La industria norteamericana está siempre a la búsqueda de reciclar éxitos del cine extranjero con resultados muchas veces no tan exitosos. Si bien, para ser justos, han logrado algunos aciertos no suele ser lo habitual y ningún continente sale ileso de tener sus versiones desdibujadas. “Let Me In” (Me gusta mencionarla para que nadie se pierda de ver esta joya Sueca) y hasta películas Argentinas como “9 Reinas” y “El Secreto De Sus Ojos” han pasado por esta procesadora que es Hollywood. Hoy le toca el turno a este film producido entre Dinamarca y Suecia nominado al Oscar allá por el año 2006 a mejor película extranjera. Esta nueva versión respeta bastante su historia original con la excepción del cambio de género de sus protagonistas. A pesar de esta introducción tal vez no muy alentadora cabe decir que el film tiene cosas para ofrecernos. Construye buenas atmósferas, planos al servicio de narrar el estado y los sentimientos de los personajes y buenas actuaciones. Juliane Moore (también en el rol de productora) brinda un muy buen trabajo en un rol complejo dándole total credibilidad. Especial mención a Michelle Williams: Estamos acostumbrados a repartir elogios a las grandes actuaciones, a los papeles que acaparan la atención y son llamativos, pero no es para nada fácil brindar la naturalidad y organicidad que esta mujer entrega en cada interpretación. Todo lo hace verosímil y creíble. Billy Crudup completa el trío de manera sólida. Cuando uno ve el trailer se encuentra con una cinta cargada de tensión y un arsenal de giros constantes e inesperados que dejarán al espectador al borde de su asiento. Sin embargo, la realidad es que en ningún momento logra generar tal cosa y estos tan esperados giros terminan teniendo un tono melodramático. En definitiva “El Pasado Que Nos Une” nos deja una llevadera historia cargada de secretos sobre las relaciones humanas que no se la juega demasiado en intentar algo distinto a su predecesora. Por Matías Asenjo
"El pasado que nos une", con demasiados mazazos en el guion El film de Bart Freundlich es la remake de una película danesa que compitió por el Oscar al Mejor Film Extranjero. Las buenas actuaciones compensan los cataclismos dramáticos de la trama. El sentido común y los manuales de guion aconsejan no duplicar ciertas cosas. Los villanos son una de ellas: salvo que se trate de villanos asociados, que haya dos o más de ellos en una película no hará más que distraer la atención y el interés. Otra son los acontecimientos extremos e imprevistos: más de uno generará sensación de saturación en el espectador. Esto último es lo que sucede en El pasado que nos une, remake estadounidense de la película danesa que en 2006 se conoció internacionalmente con el título After the Wedding (el mismo que lleva ésta originalmente). Dirigida por Bart Freundlich, la película cuya versión original compitió por el Oscar al Mejor Film Extranjero saca de pronto de la manga una condición de hija adoptiva, una pareja abandónica y una filiación que son como meteoritos cayendo sobre la narración, hasta entonces plácida. Y “como si esto fuera poco” (como decían antes los vendedores de colectivo), media hora más tarde hay cáncer en puerta. De a una calamidad por película, maestro. Isabel Pederson (Michelle Williams) dirige un orfanato en la India, y lógicamente falta de todo: camas, medicación, ropa.Llega un mensaje de una empresa estadounidense, que sin que se sepa cómo ni por qué ofrece una donación que se anuncia importante. Para concretarla, Isabel deberá trasladarse a Nueva York y entrevistarse con la dueña de la compañía, Theresa (Julianne Moore). Cuando Isabel llega, la hija mayor de Theresa está por casarse. Theresa invita a Isabel a la boda. La familia nada en dólares y en buen gusto (Oscar, el marido, es artista plástico). La hija casadera, Grace (Abby Quinn) ama a su novio, a sus padres, a todo. Otra regla dramática no escrita indica que sobrevendrán la oscuridad, el dolor, los reproches. Y así será, cuando Isabel llegue retrasada a la ceremonia y mire por primera vez hacia delante, donde están la novia, el novio y los padres de ella. Descubrirá algo que nada hacía pensar que descubriría. Hay otro problema en los cataclismos dramáticos que propone el guion, escrito originalmente por los daneses Susanne Bier y Anders Thomas Jensen: el espectador no tiene forma de preverlos. Las cosas suceden “a carta tapada”, sin que el asistente pueda jugar. Sólo queda tomarlas como vienen. En lo que acierta Freundlich es en bajarle el tono al melodrama, haciendo de un potencial culebrón un drama de relaciones. ¿O tal vez se trate de que entre la gente con mucha plata los muertos se sacan del ropero con delicadeza? En cualquier caso, el realizador contó con un terceto actoral (el tercero es Billy Crudup, que hace de Oscar) que garantiza matices, sutileza y amplitud de rango. Lo cual hace de El pasado que nos une una película muy “mirable”, más allá de los mazazos del guion.
Un filme otra vez filmado. Eso es "El pasado que nos une" porque ya lo había hecho la directora danesa Susanne Bier con el título de "Después de la boda", logrando integrar la terna de los Oscar para la Mejor película extranjera. Bart Freundlich, el director de esta versión, elabora un nuevo guion con la directora original Bier y Anders Thomas Jensen, modifica una serie de elementos de la trama original (los protagonistas son hombres), le agrega algunos virajes e incorpora a su esposa, Julianne Moore, como una de las protagonistas, luego de que Diane Kruger dejó el proyecto por cuestiones de agenda. Sintéticamente, la trama del filme de Freundlich habla de una donación millonaria para un orfanato de la India en el que la joven norteamericana a cargo es llamada a Estados Unidos para concretar la operación y se da cuenta de que la empresaria donante (Julianne Moore) está casada con su ex pareja. Además de sorprenderse con un secreto familiar que no revelamos por si el futuro lector de la crítica se convierte en espectador. Isabel (la instructora del orfanato) debe cambiar su punto de vista sobre todo lo que se viene debido al tal secreto. SECRETO FAMILIAR El filme pasa de tener un contexto inicial en el que se mezcla lo social (visión de la pobreza en Calcuta) con lo dramático (las donaciones al orfanato no alcanzan), a la órbita del melodrama familiar ante la aparición de los integrantes de la familia rica que vive en Nueva York. Detalles personales del pasado de la ex pareja, sumados a situaciones personales de la nueva pareja entremezclan los tantos y oscurecen los objetivos, si los hubo en el comienzo. La poco verosimilitud de la trama y el acercamiento a ciertos cánones televisivos van abaratando la historia, que aun así no pierde la elegancia y cierto interés superficial por lo artístico (el esposo de la millonaria pinta y esculpe) y la naturaleza. "El pasado que nos une" sobresale por las interpretaciones de dos peso pesados, la increíble Julianne Moore como la millonaria y Michelle Williams ("Manchester") en el papel de la instructora que viene de la India. A ellas se une una promisora actriz joven, Abby Quinn. A pesar de ciertos desniveles en el ritmo, el filme por momentos entretiene, pero no siempre es creíble.
Decisiones de vida. Todas las decisiones que tomamos en la vida tienen su consecuencia, aprender es una tarea ardua por eso algunos optan por ignorarlas. El pasado que nos une es un drama regido por las relaciones que mantenemos con el otro y con nosotros mismos. Bart Freunlich (realizó películas como Wolves y Parejas) lleva a la pantalla la vida de Isabel que interpreta la excelentísima Michelle Williams, quien tiene un orfanato en India, en momentos económicos sensibles el orfanato pasa por una crisis que depende de una donación altísima para salvarse. Theresa, es Julianne Moore, y es quien hace la donación. Isabel y Theresa tienen un pasado que las une y volver a él será necesario para la sanación de ambas. La verdad llega en el momento menos esperado, reza el guión original de Susanne Bier y Anders Thomas Jensen adaptado para el mercado angloparlante por el mismo realizador, quienes en situaciones banales colocan al espectador en el lugar de reflexión acerca de las cosas del pasado. En cuanto a la música, Mychael Danna, quien ya compuso para Life of Pi, genera una atmósfera acorde a la trama que avanza por sí sola.
BORDEANDO LOS LÍMITES DEL MELODRAMA La historia de El pasado que nos une es una de personajes unidos por una multiplicidad de secretos: tenemos a Isabel (Michelle Williams), que ha dedicado buena parte de su vida a trabajar con niños en la India y, a miles de kilómetros de distancia, en Nueva York, a Theresa (Julianne Moore), quien dirige una compañía de medios y parece vivir la existencia ideal con su esposo Oscar (Billy Crudup). Esos miles de kilómetros se acortan al mínimo cuando Isabel debe viajar a Nueva York para gestionar personalmente una potencial millonaria donación de Theresa, quien la termina invitando al casamiento de su hija mayor. Allí se producen una serie de revelaciones que acortan aún más las distancias, convirtiendo al film en un melodrama familiar que por la cantidad de giros que va acumulando está siempre a punto de descarrilar. Ese bordear constantemente por los límites del verosímil, coqueteando con lo que podría ser rebuscado, exhibicionista y hasta miserabilista, ya se intuye en la primera escena, que parte de un plano secuencia aéreo muy virtuoso, pero también innecesario, hasta llegar a enfocar a Isabel. El film de Bart Freundlich (remake de una película danesa del 2006 dirigida por Susanne Bier) es uno de guión y cálculo, que va revelando secretos a cuentagotas, como si buscara despabilar al espectador con vueltas de tuerca en momentos donde la trama pareciera arribar a un callejón sin salida. Lo cierto es que, a pesar de todas las manipulaciones que se van sucediendo, El pasado que nos une nunca llega a ratificar su amenaza de convertirse en un desastre. Quizás esa catástrofe cinematográfica que no llega a suceder se deba a que la película muestra ser bastante consciente de que todo lo que pasa es un poco increíble, casi digno de una tragicomedia. Incluso se hace bastante cargo del entorno que transita: uno de clase alta, donde la riqueza y el confort es algo habitual, y en el que la pobreza se mira a la distancia, como un conjunto de cifras casi abstractas. De hecho, se deja en evidencia que todos los personajes –incluida Isabel, con su dedicada y convencida labor-, de diferentes modos, están intentando lavar culpas más personales que sociales, usando el tema de los niños pobres como una forma de redención pero también como instrumento de poder y hasta extorsión. Esa autoconsciencia sobre la materialidad que maneja el relato hace más digeribles las arbitrariedades del film, aunque le quitan intensidad y hasta riesgo. De ahí que El pasado que nos une sea un melodrama de medio tono, lo cual la convierte por momentos en una especie de anti-melodrama, porque si algo caracteriza al género es su voluntad por abrazar con devoción los conflictos de los personajes y empatizar por completo con sus padecimientos. Acá se establece una distancia respecto a lo que sucede que evita el trazo grueso pero coloca al film en el terreno de la medianía. Donde quizás hay mayor atrevimiento es en las actuaciones, que a medida que progresa la historia se permiten un mayor ímpetu. Esto sucede principalmente en el caso de Moore, que en los últimos minutos construye un tour de force desatado pero ciertamente conmovedor, muy bien acompañado por la performance de Crudup, un actor que es toda una rareza en sí mismo a partir de cómo maneja una amplia gama de tonalidades, que van desde la introversión casi absoluta al definitivo estallido. Lo de Williams va por otro lado y en un punto refleja los dilemas de la película: lo suyo es una procesión que va por dentro, un tipo de expresión que elude las explosiones fáciles pero también aleja un poco al espectador de sus dilemas éticos y afectivos. También es cierto que ese apoyo en lo que pueden dar los intérpretes convierten a El pasado que nos une en un ensayo cinematográfico de carácter casi técnico, donde no nos sentimos afectados por las manipulaciones pero tampoco llegamos a conectar a fondo con los hechos narrados. Es que la frialdad contiene, pero también limita.
Remake de la danesa Después del casamiento, de Susanne Bier (2006), este drama dirigido ahora por Bart Freundlich encuentra en la potencia de sus protagonistas, Julianne Moore (esposa del director) y Michelle Williams, su mejor virtud. Elegida para abrir el festival de Sundance, convierte en roles femeninos los protagónicos de original, nominado al Oscar. Una idealista que, en India, intenta ayudar a encontrar ayuda financiera para un orfanato. La otra, Theresa, una millonaria que puede colaborar. En el medio, la invitación al casamiento de marras, el de su hija. Es en el después de esa celebración donde habrá una serie de revelaciones que no hay que contar (aunque el título local digamos que ya dice bastante). Y una puerta abierta hacia una serie de idas y vueltas argumentales con gusto a telenovela televisiva y no poca manipulación sentimental. En un amontonamiento de situaciones en las que el elenco parece intentar salvar el trazo grueso.
Melodrama obvio Michelle Williams y Julianne Moore en una película con mecánica demasiado previsible. Sus actuaciones salvan el film. La vieja y querida telenovela de la tarde, aggiornada en dos sentidos. Por un lado, ya no es (tanto) pobres versus ricos; por el otro, el tono del melodrama cede ante cierta “naturalidad” de los actores, aunque aún hay artificio. Hay una mujer abnegada con un orfanato que necesita ayuda (Williams) y otra que puede donarle una cantidad fabulosa de dinero (Moore). Pero ¡oh! la abnegada ha conocido al marido de la dadivosa y hay un secreto y algo más en este triángulo. La mecánica de la película es bastante previsible, al punto que uno puede cronometrar antes de entrar a la sala en qué momento vendrá el giro o la revelación o el secreto. Pero esto es menos un defecto que una ventaja: los actores, ante un andamio tan conocido, hacen mucho para que el film cobre algo de espesor. Los tres, especialmente Moore y Williams, saben bien qué hacer y logran que este telefilme cobre el peso suficiente como para justificar el pago de una entrada.
Una buena samaritana, una mujer de negocios, un artista, un pasado en común y una boda que los junta. After the Wedding (El pasado que nos une) es la nueva película de Bart Freundlich (Wolves, Trust the Man), basada en la galardonada película danesa homónima de 2006. Un melodrama con un mensaje un tanto vacío y confuso, que juega con las emociones del espectador buscando una reacción inmediata pero sin profundidad.
Isabel (Michelle Williams) ha dedicado su vida a trabajar con los niños de un orfanato en la India. Del otro lado del mundo, Theresa (Julianne Moore) dirige una multimillonaria compañía de medios y vive una vida de ensueño junto a su esposo Oscar (Billy Crudup) y sus gemelos en Nueva York. La hija mayor de la familia, está a punto de casarse. Un día, Isabel recibirá una misteriosa y generosa donación para el orfanato en el que colabora, que pasa por una época de dificultades financieras. Esto la llevara de viaje a Nueva York para encontrarse con Teresa la benefactora, quien esconde un gran secreto familiar. Pero antes de develarlo le pide a Isabel que concurra a la boda de la hija. Melodrama en estado puro disfrazado de drama realista. Remake de la película danesa del año 2006, por la que Susanne Bier, su directora, se hizo famosa en todo el mundo. Bier tiene ese estilo de excesos dramáticos en un envase sobrio. El director Bart Freundlich toma esto y se sostiene en un elenco de mucho peso para mantener el interés en una película forzada, sin demasiado brío y con un final cerrado con moño pero con demasiado guión encima. Intenta y efectiva, logra su objetivo.