Ésta es la vuelta de Jennifer Lopez al cine y a las comedias románticas, luego de un descanso de 4 años tras tener mellizos. Durante este tiempo su lugar ha sido ocupado por la otra Jennifer... Jennifer Aniston, con quien comparte varias características: las dos son lindas, simpáticas y hacen pésimas comedias. Revisando algunos de los trabajos realizados por las dos Jennifer tenemos "Monster in Law", "Gigli", "Maid in Manhattan", "The Wedding Planner", "The Bounty Hunter", "Love Happens" y "The Break-Up ", lo que demuestra que entre ambas se han encargado de destruir este género. La segunda película del estudio CBS films (la primera la comenté hace unos días, "Extraordinary Measures") tiene la dirección de Alan Poul, un director de series de TV en su primer trabajo en cine, y el guión de Kate Angelo, escritora de sitcoms de TV, dando como resultado una mezcla de película para TV con Sitcom. También hace su debut en un papel protagónico el actor Alex O´Loughlin, quien pasó por dos series canceladas en ese canal, "Moonlight" y "Three Rivers". Zoe, cansada de no encontrar pareja, decide hacer un tratamiento de inseminación artificial para quedar embarazada. Ese mismo día, conoce a Stan y comienzan a salir. Le dirá que esta embarazada? Terminarán juntos a pesar de esto? No creo que sea difícil adivinarlo. Una película predecible, con varios momentos ordinarios y nada de comedia. Otra más y van... Evitenla, háganme caso.
Zoe —Jennifer Lopez— es una mujer soltera que no se da permiso de enamorarse y comprometerse seriamente por razones que carga desde su infancia. Sin embargo, quiere una familia y por eso decide someterse a una inseminación artificial. Pero ese mismo día conoce a quien no tardará en conquistarla y convertirse en su pareja perfecta: Stan, encarnado por Alex O’Loughlin. A partir de allí, se desarrolla una historia que comienza al revés de lo recomendable en la vida real. Si bien la idea no es descabellada sino más bien actual y muy posible, el film no pasa de ser una comedia que apenas despierta alguna sonrisa. El guión es bastante endeble y además, abundan las situaciones que rozan el ridículo. Ni los consejos de Mona, interpretada por Watkins (Grey’s Anatomy, Californication), que tratan de traer un poco de cable a tierra a los sentimientos y temores de su amiga Zoe, como tampoco la actuación de O’Loughlin (protagonista, entre otras, de la comedia australiana Oyster Farmer, que le valió dos premios como mejor actor) logran salvar el film. Es que Jennifer Lopez deja claro, durante todo la película, que lo que mejor sabe hacer es música y perfumes. El Plan B es una comedia más, recomendable solamente para aquellos que necesitan pasar un rato mirando algo sin exigir absolutamente nada. Quienes gustan del buen cine, en cambio, se aburrirán casi desde el principio.
Embarazosa Comedia Realizar una comedia romántica actualmente es un verdadero desafío, si es que sus realizadores pretenden inyectarle una dosis de originalidad a un género que Holywood mantiene como uno de sus preferidos. En El plan B (The Back-up Plan, 2010), dirigida por Alan Poul, parece existir esa idea, sobre todo al principio, pero sólo se mantiene en intención. Zoe (Jennifer López) tiene un deseo impostergable de tener familia a los treinta y tantos siendo mujer soltera, que la conduce a la inseminación artificial o, como bien lo dice el título, al famoso plan b o back up plan. La soltería de Zoe dura poco tiempo, pues apenas comenzado el film surge un más que obvio deslumbramiento entre Zoe y Stan (Alex O’ Loughlin) que por accidente se encuentran tomando el mismo taxi. Este personaje, tanto como el de Mona, la amiga y confesora de Zoe, condimentan el film con cierto humor menos naif. Sus pensamientos y consejos sobre lo que significa ser padres se alejan de un tono alentador. “Es lo peor que te puede pasar” le dice Mona a Zoe sobre la idea de tener hijos. “Horrible, horrible, horrible” repite el nuevo amigo de Stan respecto del sentimiento que despiertan los niños. El embarazo y todo lo que este trae consigo es un tema ya explotado en otras películas como Nueve meses (Nine Months,1995)y Junior (1994) y, en general, con cierto humor. Las embarazadas atraviesan un cambio corporal, hormonal y emocional que las convierte en un blanco fácil para transformarse en personajes de comedia. Sin embargo, esto no funciona en El plan B. Todas las pequeñas destrezas que hace Jennifer López en el film con su panza a flor de piel son esperables. Vestirse con un ajustadísimo vestido y no poder entrar al taxi; o que luego en la fiesta se le rompa al agacharse son gags que ya no nos sorprenden. Al no sorprender por ser ya conocidos, tampoco generan risa y la intención de la escena se pierde. La mayoría de los chistes son obvios. Los gags resultan exagerados y son predecibles. En realidad, todo el film lo es. Si de nuevas formas de maternidad se trata, este ítem queda relegado a un segundo o más bien cuarto plano. El film se introduce en el mundo de las madres solteras, pero la banalización del tema resulta insoportable. La parte de comedia deja mucho que desear y en cuanto a las escenas románticas del film, hay demasiados y conocidos clichés, por lo cual El plan B no logra destacarse de los demás ejemplares del género.
Un caso serio y con poca gracia. En este film Jennifer Lopez (Zoe) interpreta a una mujer autosuficiente que ha decidido que no está dispuesta a seguir esperando a que aparezca su pareja perfecta. Y está empeñada en convertirse en madre decidiendo hacerlo en solitario. Ese mismo día, Zoe se encuentra con Stan (Alex O'Loughlin), un candidato con muchas posibilidades. El Plan B intenta ser una comedia romántica que cambia el orden “normal” y para el director Alan Poul pretende ser graciosa. Quizás este tema tratado unos veinteaños atrás, podría haber sido ocurrente; hoy y, de esta manera, no. Entre los protagonistas de una comedia romántica es más que necesario la complicidad y las miradas de conexión o lo que se suele llamar "feeling", ingrediente escaso en esta unión. Las situaciones carecen de gracia y son casi todas predecibles, si bien es un género desgastado, este film no es la excepción y será uno más para agregar a la lista de películas olvidables.
Detesto a Jennifer Lopez. Creo que lo vengo diciendo desde que empecé con esta web hace 11 años. Pese a eso, casi que me comí cada una de las comedias tontas que hizo o los dramas sin sentido... no tengo una licenciatura al respecto, pero quizás sea una especie de probation que esté cumpliendo. Pero soy sincero... dentro de los bodriazos que hizo esta mujer, acá hay un crecimiento en cuanto a lo que es el personaje de Jlo. Quizás ya sea una especie de Jennifer Aniston, que siempre hace el mismo personaje... y lo que hizo Jlo fue pulir el mismo. La comedia tiene las vueltas obvias y previsibles de estas películas hechas tan fácil como un puré Cheff. Quienes vayan a ver algo super light, para no tener ningún compromiso en una charla posterior... estimo que no defraudará. OJO, Yo la vi hace dos meses en Las Vegas... quizás eso me haya ablandado un poco...
El plan B es la confirmación absoluta que el género de la comedia romántica está completamente muerto en Hollywood. Las películas son cada vez peores y las propuestas nuevas que se conocieron últimamente están estancadas en un pozo de mediocridad. La década del ´90 brindó buenos filmes de este estilo con los trabajos de Meg Ryan, Julia Roberts e inclusive Robert Downey Jr. En Only You, por ejemplo, el actor estuvo excelente junto a Marisa Tomei y era una muy buena historia, pero en estos días es cada vez más difícil encontrar propuestas de ese nivel, que tampoco eran obras maestras, pero al menos eran buenas películas. La gran paradoja de este estreno es que Jennifer Lopez es lo mejor de este film. Más allá de que se ve espectacular en cada escena que aparece su trabajo es decente e hizo lo que pudo en un proyecto donde tenía todo en contra. En primer lugar, la química con el coprotagonista, Alex O´Loghlin es totalmente inexistente, algo que es vital en este género. No se entiende como no corrigieron esto en preproducción. Después está el tema del guión que es desastroso. La temática estaba buena pero no supieron encontrarle la vuelta para hacerla entretenida. La película es aburridísima y los momentos de humor son totalmente forzados. El trabajo del director Alan Poul, quien viene de la televisión, es impresentable. No permite que el espectador conozca a los personajes y haya una relación entre ellos. Jennifer Lopez se somete a un tratamiento de fertilización asistida y a los dos minutos conoce al hombre de su vida. En la segunda cita el flaco ya está totalmente comprometido en construir una familia con una mujer que recién conoció y espera gemelos. Dos minutos después ya están viviendo juntos. Luego sigue una insoportable saga de peleas y reconciliaciones que hacen a la visión de este film insufrible. Por supuesto no están ausentes los clásicos clichés a los que recurren una y otra vez como el amigo negro bonachón del protagonista y la vejita sabia que nunca falta en la comedia romántica de Hollywood que es la única que entiende a la heroína y una banda de sonido pedorra donde usan canciones malas de relleno sin ningún tipo de criterio. Para buena comedias románticas hoy no queda otra que probar con el cine asiático. Propuestas coreanas como Casado con la Mafia, El arte de la seducción y Mi esposa es un gángster son un millón de veces más divertidas que estos bodrios hollywoodenses que ni siquiera vale la pena alquilarlas en dvd. Para el olvido.
Comedia poco feliz Está visto que Hollywood no tiene mucha suerte con la comedia en los últimos tiempos. Tampoco Jennifer Lopez, que estuvo cuatro años alejada del cine (se dedicó a formar una familia y criar a sus mellizos, además de los otros tres hijos que aportó al matrimonio su marido, Marc Anthony), y ahora decidió volver, quizá para mostrar que la maternidad no ha disminuido sus atractivos físicos (algunos hasta son motivo de un diálogo) ni su buena relación con la cámara. El papel que eligió, claro, es el de una madre. Mejor dicho: el de una linda mujer de treinta y pico que quiere serlo y ya está cansada de esperar a ese hombre ideal que nunca llega. Por eso, toma el toro por las astas y se decide por la inseminación artificial. Hasta ahí, todo bien, si no fuera porque apenas concreta su plan B en una clínica, el azar le cruza en el camino a un galán perfecto -dulce, gentil, buen mozo-, de modo que en unas semanas ella se descubrirá, al mismo tiempo, enamorada de éste, pero embarazada del anónimo donador de esperma. No es un punto de partida desdeñable, pero a la libretista Kate Angelo y al director Alan Poul (ambos muy fogueados en el formato de las sitcoms de TV), las ideas no les dan para más. Clichés y más clichés ¿Qué hacer entonces para llegar a la hora y media de proyección si ya la dueña de la tienda de mascotas y el fabricante de quesos han formado la pareja, ya no quedan a la vista demasiados conflictos y ya se han gastado todos los chistes fáciles sobre resbalones, arrebatos eróticos, embarazos, malentendidos, etc? Estirar el cuento: que él y ella, por ejemplo, discutan por nada, sólo para que haya posibilidad de reconciliación; que aparezcan personajes secundarios como un perrito en silla de ruedas, un grupo de apoyo a la madre soltera que reúne todos los estereotipos presuntamente graciosos y admite una escena de parto tan burda como desagradable; una abuela sabia y sus compañeros del geriátrico, capaces de despacharse con algunos exabruptos. En fin, nada que con tan módicas dosis de gracia pueda rescatar a la comedia de su mediocridad. Tampoco puede hacerlo la pobre Jennifer, aunque lo intenta con más desenvoltura que convicción, ni el australiano Alex O´Loughlin, que apenas zafa del papelón a fuerza de simpatía y oficio.
Primero los bebés Jennifer Lopez vuelve al cine como embarazada antes de conseguir novio. Para su intento de resurgimiento en el cine, después de fracasos comerciales y de estar alejada de los sets para cuidar a sus mellizos, Jennifer Lopez eligió un guión en el que tiene que lidiar con la inseminación artificial, la falta del caballero ideal y el queso de cabra. No se trata de un filme documental ni tampoco es un tratado sobre la soledad siglo XXI, pero la estrella se ha preocupado más por aparecer bella -como siempre, lo logra- que porque la trama tenga un mínimo atisbo de verosimilitud. Puede compararse, salvando las distancias, a El Plan B con aquellas comedias románticas que protagonizaba Doris Day. Reina del naif, DD podía decir cualquier línea de diálogo y -dentro de su universo en el que todo brillaba, desde los pisos hasta el blanco de sus ojos- sonaba creíble. JL, aquí, no. Zoe, harta de no hallar a su príncipe azul, decide probar con la inseminación. A la salida del tratamiento, conoce al que será el amor de su vida. Y a los pocos minutos descubre -cuando su perrito vomita la prueba de embarazo que se había deglutido- que sí, está embarazada. ¿Cómo decírselo a Stan? La película atraviesa el típico subibaja de la comedia romántica (chica conoce chico; chica cree que chico no la quiere como ella quiere; chica se da cuenta de que chico sí la quiere; chica se queda con el chico) con todos los clisés que el espectador pueda imaginar. Y ni hace falta que lo piense, porque en El Plan B todo está dicho. Cuando las estrellas de Holly-wood empiezan a crecer -de edad- y no pueden hacer como que estudian o van al college, hoy está de moda que tengan su propio negocio independiente. JL tiene un pet shop, y Stan (el australiano Alex O'Loughlin) vende queso en un mercado callejero. Al menos Lopez se permite autoparodiarse: Zoe entrada en kilos (sólo en la panza, eh) exclama "¡Extraño mi trasero!", cuando todos saben que la actriz y cantante se ganó buena parte de su fama precisamente por eso y no por sus actuaciones. Una pena es que el asunto de que el nuevo enamorado descubra que su enamorada está embarazada (de antes) no haya sido tocado más en profundidad, pero se ve que la opera prima de Alan Poul -que produjo y dirigió algunos capítulos de Six Feet Under- fue siempre pensada para la sonrisa. Y así se la ve.
Prácticamente no hay personajes secundarios importantes o que aporten algo a la historia, así que casi todo el film está basado en la relación de la pareja, estando así Jennifer López el 100% de la película (obviamente si no...
No vuelvas más, Jennifer Un cronista de Fancinema les hace el favor de darles un resumen de este adefesio, para que no pierdan 100 minutos de su vida. Desde 2006 que Jennifer López no estaba presente en el mundo cinematográfico. Pero acaba de regresar, y en el género donde se siente más cómoda y que más réditos le ha dado en su carrera a nivel taquilla. Sin embargo, en El plan B nada sale bien. Ya arrancamos mal con una secuencia de créditos animada supuestamente que se las da de innovadora, pero que cae en todos los lugares comunes y que posee una música espantosa. Pero luego todo es aún peor, nos vamos dando cuenta de que la presentación era sólo un botón de muestra. Y vamos asistiendo a la historia de Zoe (López) quien ante la imposibilidad de encontrar el gran amor, con el deseo permanente de tener hijos, decide inseminarse artificialmente, justo antes de, efectivamente, hallar al hombre indicado, un tal Stan (Alex O’Loughlin). El primer encuentro entre ellos se supone que tiene que ser dulce y gracioso a la vez, pero no, mucha química no vemos entre ellos, excepto por lo que dice el guión, que intenta convencernos de que dos personas se acaban de conocer y hubo un flechazo total. Igual, no se preocupen, que sigue empeorando la cosa. Se vuelven a cruzar, ella le demuestra algo de “frialdad”, aunque obviamente el tipo le gusta (porque nos lo dice -otra vez- el guión, a través de un par de personajes que son como confidentes y depositarios de la variable chistosa del filme, aunque no causan gracia). Terminan acordando una cita, donde él le quiere dar el primer beso, pero le tira una copa con vino encima del vestido (¿esto no lo habíamos visto antes?), se prende fuego la mesa por pura casualidad (esto también me parece que lo vimos ¿no?), pero a ella eso le parece re simpático (sí, definitivamente esto ya está visto). Hay muchas miradas “repletas de amor”, silencios del estilo “me estoy guardando cuánto me enamoré de esta persona” y, por supuesto, por fin, el primer beso. Sigue la duda de por qué estos dos no generan ninguna empatía. La trama sigue en caída libre. Organizan un finde romántico, en el que al principio todo sale estupendamente, pero los realizadores deciden que tiene que haber un conflicto potente. Entonces cuando ella le cuenta que acaba de quedar embarazada, él la acusa de mentirosa, y ella se va, muy triste. Pero luego él se arrepiente. Van al médico juntos, y les anuncian que Zoe va a tener gemelos. A él le agarra pánico (nos damos cuenta porque pone cara de pánico), pero luego se cruza con un tipo que le dice que en general, eso de tener hijos es muy horrible, pero tiene sus momentos, muy pequeños pero muy lindos. Se ve que Stan es un tipo fácil de convencer, o directamente un conformista, porque se tranquiliza. Le da para adelante, la banca en todas a Zoe. Al menos eso es lo que se intuye, de acuerdo a la serie de planos pegados entre sí que se van sucediendo en el filme. Si la película era de serie B, ahora ya cayó en la C. Antes fue Stan, le toca a Zoe histeriquear, agarrarse de una frase tonta y conspirar contra la relación. Es que claro, le tiene miedo al compromiso, al vivir en pareja, al ser feliz, al desempeñarse como esta hermosa y bella sociedad lo requiere. Pobre Zoe, disculpate con Stan, andá a buscarlo cuando estés a punto de parir, decile que estás enamorada de él, que seguro que él no tiene historia. ¿Viste? Todo fenómeno. Seguro que en un par de minutos te pide casamiento. Ya está, ya lo hizo. Vos decís que sí, final con todos contentos y felices. Todos excepto el que pagó la entrada, que está buscando pastillas y una botella de whisky. O una pistola, para ahorrar tiempo y pegarse un tiro. O que ya se murió antes de aburrimiento, gracias a este filme retrógrado, donde el romanticismo atrasa unos ochenta años. Tanto en El plan B como en El cazarrecompensas, lo que menos encontramos es amor.
0800-BABY Para que las chicas no compremos esperma congelado en tubitos de ensayo, la paranoia hollywoodense, siempre un paso adelante –no sea cosa que la aberración madresolterista independiente y económicamente autosuficiente con arranques de omnipotencia y ninguna conciencia de la incompletud de un sexo que requiere tener un hombre al lado para esos menesteres invada el planeta y los varones sólo se necesiten para completar los equipos de fútbol- trae esta lección de puntero en mano en la forma de comedia romántica semifea semipropagandística con gancho de ver a Jennifer López adelgazada después de un embarazo múltiple con culo vuelto a su lugar, y un tema de actualidad y tan candente como la compraventa de semillas para producir hijos. El dibujito animado que abre la película, ilustrativo de ese reloj biológico que les pone a las chicas a determinada edad anteojos de cigüeña y pañales y bebitos gateando, es inmundo pero por suerte termina y da lugar a un comienzo tímidamente prometedor: la chica, Zoe, treintona y dueña de su propio pet-shop después de entregar años de su vida a las corporaciones, pero eso no era para ella, con sensibilidad romántica que requiere un empleo artesanal o que implique cuidar algo, ya sea florería (Jennifer Anniston en la peor del mundo comedia romántica Love happens), librería para chicos (Meg Ryan en la muchísimo mejor You´ve got mail), repostera (Meryl en It´s complicated, de nuevo Meryl y Amy Adams en la también efronística Julie&Julia), o cuidadora de su perrito paralítico como es el caso, se hace inseminar por un doctor viejito y no se aguanta las ganas de tirar un chiste atrás del otro sobre el tema –“Deberíamos darnos un abrazo, ¿no? Capaz que acabamos de hacer un bebito”, etc. etc.- en un comienzo con un poco de gracia y aparentemente bastante de provocación a ciertos modelos tradicionalistas de familia y de paternidad. Jennifer está linda, tiene una gran espalda que termina de la mejor forma posible y en este caso se la ve casi simpática, no como el bloque de hielo autocompasivo que era la sirvientita estirada cenicientofílica de la muy solemne Maid in Manhattan. Lástima, lástima, terrible lástima, que el hijoputa machista director de este bodrio y la hijoputa machista que escribió el guión no le concedan ni cinco minutos de felicidad autosatisfactoria a esta bonita, porque no bien sale de la clínica reproductora se sube a un taxi en medio de la lluvia y al mismo taxi se sube el chico que, se sabe, se va a casar con ella y por ese medio matrimónico la va a salvar del desgraciado destino de madresoltería. Un horror, porque a partir de ahí se nos muestra a la chica como una irresponsable adolescente impulsiva descocada que en un arranque de vaya a saber qué incremento hormonal había decidido cultivar un hijo y que ahora, ante la aparición de un musculético fabricante de quesos artesanales –a uno de los cuales en honor a ella nombra “Zoe”, que es lo que todas las chicas queremos- piensa que ojalá que le de negativo el evatest porque tiene una cita. El corolario de todo lo expuesto, que la maternidad a solas no es otra cosa que una alternativa desesperada al sueño de mamá y papá y los dos nenitos, hace que la caprichosita Zoe inculpe a su quesero cuando de puro paranoica flashea que está a punto de dejarla y lo increpe con un “¡Ah, pero me vas a dejar criando a este bebé yo solita!”, que era supuestamente lo que ella había planeado desde un mismo principio, así que francamente no entendemos a Zoe y nos parece bastannnnte pavota. En medio de todo esto, dos corolarios más: primero, que una mujer que pretende arreglárselas sola con un hijo, como para confirmar esa verdad de la naturaleza de que los padres, si no fuera por nuestra cultura, no tienen un pito que ver en el asunto –bueno, pongámosle que un pomo- es decididamente un monstruo, una amenaza para los cimientos de esta civilización que todavía quiere verse patriarcal a todo trance, y segundo, que una mujer que pretende arreglárselas sola con un hijo, como todas las madres solteras-de-verdad del grupo de autoayuda en el que participa Zoe, es decididamente un monstruo, ya sea en forma de gordita ridícula o de chongo tatuado de apariencia lésbica o de negra culona, como para que nadie dude de esta verdad un poco triste pero necesaria de que si quedaron solas es porque son feas, qué tanto ni qué tanto.
El plan B no es una comedia romántica cualquiera. Sí, es verdad que a primera vista tiene todo para ser otro exponente mediocre del género en su versión más ramplona, pero la de Alan Poul también es una película anómala, con fisuras múltiples por las que se cuela el mal gusto, la incorrección y hasta lo monstruoso. Esto se percibe ni bien empezada la historia, cuando Zoe (una Jennifer Lopez casi de plástico) después de haberse sometido a una inseminación artificial, sale del consultorio caminando con las piernas cruzadas, como con miedo a perder algo por el camino. El chiste es grosero, irreverente, y contrarresta con la tilinguería que chorrean las texturas brillosas y estilizadas de las que está hecha la superficie de la película. Entonces el conflicto ya está bien claro, y de allí en más El plan B va a oscilar de un registro a otro constantemente: a una caminata romántica por una granja le sigue Zoe teniendo un orgasmo solamente por rozarse un poco contra Stan (ella y su amiga ya nos habían contado que las mujeres embarazadas se ponen cachondas con facilidad); la escena más o menos típica del hombre incómodo acompañando a su mujer durante un ecograma se rompe en mil pedazos cuando el médico se da cuenta del desagrado de Stan y le dice muchas veces “vagina”, una tras otra, fracturando ese tono de comedia genérica e introduciendo una impensada reflexión sobre los materiales del film; en escenas que para otras películas vendrían a ocupar algo así como el momento de sofisticación, Poul se encarga de destrozar la elegancia que se venía anunciando mediante arcadas y vómitos, o con la imagen del vestido de Zoe (embarazada y embutida en un vestido ajustadísimo) rompiéndose en la parte del culo; la frecuente mascota tierna e inteligente es reemplazada por un perro que anda con un carrito (una especie de silla de ruedas canina) y que más de una vez se vuelve el blanco de los dardos envenenados de la película, como cuando Nuts se come y después vomita el test de embarazo de Zoe (dicho sea de paso, el del perrito de Zoe es el vómito cinematográfico más real que haya podido filmarse jamás) o cuando corriendo por el living se lleva puesta una pila de revistas sobre perros y Nuts literalmente vuelca; etc. Quizás el punto de quiebre de la película sea la segunda aparición de Stan, cuando en un primerísimo primer plano y casi mirando a cámara, les pregunta a Zoe y su amiga: “¿quieren probar mi queso?” (el personaje vive de fabricar y vender queso casero). Esa frase, casi disparada al público, funciona a modo de manifiesto, y es el momento exacto para que el espectador piense para sus adentros: “Toto, me parece que ya no estamos en Kansas”. Sólo que esta vez Toto anda en silla de ruedas y Oz se convirtió en una Nueva York en la que conviven de forma promiscua ferias de comida, autoritarios grupos de autoayuda para mujeres embarazadas y solas (pero “orgullosas”), parques públicos muy bien cuidados en los que se puede tener una cena romántica a la luz de las velas, locales en los que se venden unos panchos horripilantes y granjas bucólicas que quedan cerca de la ciudad con hombres en cueros y musculosos que manejan tractores bajo los rayos del sol. Lástima que Poul no se decida nunca a pegar el volantazo final y llevar a su película de manera definitiva por el camino del humor negro y la ordinariez. Porque cuando El plan B no está riéndose de los personajes o espetando chistes groseros, el film resulta insípido y hueco, un ejemplo fiel de la comedia romántica mal entendida, esa en la que campean los conflictos chatos, diálogos y moralejas acartonados y las canciones más feas. En este sentido, hay una verdadera cumbre de la chabacanería y la incorrección que es el parto de una de las chicas del grupo de autoayuda. Escena delirante, maleducada y rica en escatologías varias que, además de impresionarnos y contarnos que un nacimiento también puede ser algo aberrante, nos deja preguntándonos cómo habría sido El plan B si Poul se hubiera atrevido a construir su película por fuera de los límites a veces estrechos de la comedia romántica. ¿Habríamos estado frente a un nuevo monstruo de dos cabezas, una especie de P.J. Hogan meets Pink Flamingos? La imagen del nene que encuentra un soretito y lo esconde en su mano parece decirnos a los gritos que sí.
De la mano de dos especialistas en ciclos televisivos, la guionista Kate Angelo (series Becker, Will y Grace y otras) y el director y productor Alan Poul (Six Feet Under, Roma, Big Love), aquí debutante en cine, la bella y carismática actriz y cantante Jennifer Lopez es la atracción principal de El Plan B. Una comedia romántica armada a su medida, que cumple con los cánones del género, pero que no está dotada de demasiadas luces. Quizás la idea básica que la propicia tenga su mérito, una mujer que rondando los cuarenta está empeñada en convertirse en madre, cosa que tras varias frustraciones de pareja decide que sea a través de un proceso de inseminación artificial. Pero la puesta en marcha de ese pretendido Plan B (o plan alternativo o de relevo, como apunta más apropiadamente el original,.Back-up Plan) tiene la particularidad que justo el día en que es fecundada conoce a alguien que reúne los requisitos necesarios para ser el hombre de sus sueños. Jennifer López tiene en su haber una muy buena comedia romántica como Sucedió en Manhattan de Wayne Wang, en la que junto a Ralph Fiennes abordó una trama amorosa arquetípica pero creíble y emotiva. Evidentemente con El Plan B no pudo repetir esa impronta, no contó con la química necesaria en su partenaire, y lo propio se puede decir de los escasos momentos humorísticos y toques conmovedores. Es probable que el potencial público femenino al cual está dirigido el film encuentre temas de su interés -la ya dicha inseminación artificial que se suma al embarazo y la maternidad-, aunque para los varones también hay: el par de escenas que juega el personaje de Stan con un padre de tres hijos (Anthony Anderson) en una plaza. Una situación interesante que quizás daba para otro film, pero hablando de este, aquí tampoco se encuentran otros roles secundarios destacables, un punto clave para cualquier comedia. Para colmo, los mejores gags en el rubro embarazo ya estuvieron plasmados en Ligeramente embarazada, y aquí no pasan de ser grotescos y de escaso gusto.
Uno no se cansa de repetir que las comedias románticas en el cine americano actual son nada más que un catálogo de situaciones previsibles y fórmulas gastadas. Lamentablemente, la experiencia de ver muchas comedias románticas recientes hace que uno termine generando tal prejuicio. Por ende, al acercarse a una nueva película de este género, uno espera una vuelta, un giro, algo original. En ese caso, podríamos decir que el comienzo de El plan B cumple con esas expectativas, pero sólo el comienzo. ¿Por qué decimos esto? Básicamente porque empieza con una mujer que, cansada de los desamores y la imposibilidad de construir una familia con un hombre, decide ser madre soltera. Esto es lo que podríamos llamar un comienzo singular para este tipo de películas, porque propone un interrogante distinto a la formula habitual de las comedias románticas: ¿Podrá un hombre que se enamora de una chica aceptar que ella está embarazada? El problema es que las películas no son meros planteos e interrogantes, sino historias, personajes, conflictos, etc. Si fuera por lo que plantea el film, tendríamos como resultado un film mucho más singular de lo que realmente es. Aquí lo único que tenemos es a Jennifer Lopez, quien regresó a la actuación luego de un parate para disfrutar de su maternidad, y con un papel que le sienta como anillo al dedo considerando la realidad que vive actualmente. JLo se muestra como toda una experta en este tipo de películas, y posee el histrionismo necesario para dotar de gracia a su personaje. Junto a ella, un partenaire casi desconocido, Alex O’Loughlin, que cumple más de lo que uno supondría, y más que muchos galanes habitués del género. Tenemos eso, y poco más. Una historia que comienza bien pero que luego recurre a todos los clichés del género, adaptados para que encajen con el interrogante esencial de la película, y de forma tal de que este interrogante no amenace con darle un atisbo de complejidad a la historia romántica. Cualquier esperanza que podíamos depositar al ver los primeros minutos, se esfuma con el correr de la película. JLo cumple, pero con otra comedia romántica del montón, de esas a las que ya nos tiene acostumbrados.
Kate Angelo, como guionista, y Alan Poul, como realizador, han intentado arrimarle al espectador una comedia en el marco de las citas, el amor, el matrimonio, la maternidad y de la familia, sin respetar el orden lógico de los acontecimientos. Esa vuelta de tuerca, en principio, resulta una propuesta interesante. La historia gira en torno a Zoe, madurita ejecutiva retirada de una empresa informática, quien dio un giro a su vida montado un negocio de mascotas. Después de frecuentar sentimentalmente a jóvenes durante años, decide no estar dispuesta a seguir esperando la milagrosa aparición de su pareja perfecta. Empeñada en convertirse en madre, decide actuar en solitario y para concretar esa aspiración trama “El plan B”: con la consulta y asistencia médica recurre a la inseminación artificial. El mismo día que entra en operatividad el plan, y concreta su ejecución, conoce a Stan, quien resulta ser un candidato con muchas posibilidades de convertirse en la pareja por ella buscada. Zoe le oculta a su nueva relación los primeros signos del embarazo, lo que supone una serie de divertidas situaciones que Stan no sabe cómo interpretar. Cuando Zoe revela la razón de su incomprensible comportamiento él reflexiona sobre su inusual futuro. De allí en más la trama va y viene por distintos carriles para arribar a la solución del problema planteado. La propuesta es válida, pero el guión carece de ingenio y en la realización no consigue resolver situaciones y escenas con fluidez, simpatía y generoso humor visual y auditivo, resuelto tanto en la dirección de un buen plantel interpretativo como al ritmo narrativo impuesto en los encuadres y luego en la compaginación El resultado no es otro que el observado en la última tanda de comedias fallidas elaboradas por la cinematografía hollywoodense, carentes del swing en manos de realizadores que no logran dar en la tecla –o no saben como hacerlo- para brindar un espectáculo fresco, ágil y divertido, que entretenga o, al menos, no que resulte aburrido y olvidable a poco de abandonar la sala. Lejos están los actuales productores y realizadores estadounidenses de los encantadores entretenimientos que generaron sus antecesores, y los veteranos y veteranitos disfrutamos – mientras las nuevas generaciones pueden descubrir mediante en los DVD, o, porque no, en los ya históricos VHS –, con aquellas producciones que van, fundamentalmente, de la década del 30 a la del 60 del siglo pasado.
La última comedia romántica que Jennifer López interpretó antes de este film fue "Monster-in-Law" junto a Jane Fonda en el 2005, luego apareció en dramas, donde ella logró lucirse, tal como en "An Unfinished Life". Aquí vuelve a retomar dicho género y, aunque está mucho mejor que en otras cintas que ella misma protagonizó, el guión no la deja destacarse.