El regreso de Liam Neeson al cine de acción El film engloba un discurso cinematográfico anacrónico con una ideología de derecha que trasciende sus premisas. En una de las primeras escenas de El protector (The Marksman, 2021) asistimos a descubrir el universo de Jim (Liam Neeson), un veterano marine, retirado, encargado de cuidar su hacienda en un territorio lindero a la frontera con México. “El Protector”, personaje central del relato, es aquel que tras el fallecimiento de su mujer, por una larga enfermedad, el hombre pasa sus días entre alcohol, alimentar a su perro, y, controlar, y avisar, si alguien pasa por ese muro que el gobierno estadounidense ha colocado para evitar que la inmigración ilegal acontezca. Tras denunciar por handy a unos mexicanos que pasaron por el lugar, el plano acompaña a este ciudadano ejemplar hacia su domicilio, en donde se encadena, a continuación, la imponente imagen de una bandera americana, que, sin flamear, pero presente, enarbola la idea de aquello que se espera de quien vive en ese territorio. Luego, lo de siempre, más de lo mismo, un hombre ayudando, sin querer, a un niño que acaba de quedar huérfano, contraste entre ambos, una hija (Katheryn Winnick), preocupada por su padre, y la huida como impulso de la narración. Si en un punto, la reciente Logan (2017), nos parece similar, no es porque El protector quiera evadir esa equivalencia, al contrario, en la recurrencia de su narración, hay una idea de revistar aquellas propuestas en la que un hombre intenta salvar a alguien para, en un punto, salvarse él mismo. Sin atractivos técnicos, una puesta simple y efectiva, su principal inconveniente radica en la creación de los roles. Los malos, son malísimos, Jim, en el medio, y un recorrido a través de rutas, que ofrecen un aspecto cuasi de road movie, pero que, principalmente, se debilita por la fuerte ideología de derecha que posee su guion. Neeson está grande, su cuerpo y movimientos son diferentes a los que estamos acostumbrados, y así lo entienden los hacedores de esta propuesta, que además, en una escena, lo ponen a ver una película de Clint Easwood, tal vez espejando la aspiración de este actor irlandés de transformarse en él. Pero eso no sucede. Robert Lorenz, se pone tras las cámaras de El protector, y curiosamente es quien ha producido a Eastwood en muchas de sus últimas películas, para generar su segundo largometraje, un film plagado de lugares comunes, obviedades y estereotipos, impensados para la época en la que vivimos, en donde las deconstrucciones y derrumbes de mensajes discriminadores, son parte de la realidad cinematográfica actual y este tipo de discursos debe ser obviado.
Atrás en el tiempo quedaron las declaraciones de Liam Neeson con su despedida del cine de acción luego de Búsqueda implacable 3. En el último tiempo no paró de hacer filmes de este tipo y dentro de poco estrena otra (The Ice Road) que trae de regreso a los camioneros entre los héroes del género. El protector es un neo western dirigido por Robert Lorenz, el socio de Clint Easwtood y su mano derecha como productor en los últimos 20 años. Previamente había debutado como cineasta en el drama deportivo, Curvas de la vida en este caso elabora el homenaje número 500 a Shane. El super clásico que inmortalizó Alan Ladd con su interpretación en 1953. Dentro de los grandes cowboys de la ficción este es por lejos uno de los más celebrados y por alguna razón a los directores les encanta evocar continuamente. Un caso popular reciente fue el de Logan, de James Mangold, que hasta incluyó escenas del film original y le dio a Wolverine el perfil de Shane. Son esas obras maestras del cine hollywoodense que tuvieron un enorme impacto cultural y todavía encontramos su eco en los estrenos del siglo 21. En este caso particular la relación que se establece entre el ex marine que encarna Neeson con el niño mexicano al que ayuda a escapar de un grupo de narcos evoca claramente la relación de Shane con Joey en el film de George Stevens. Lorenz ofrece un relato predecible que vimos infinidades de veces en otras propuestas similares y que pese a esa debilidad consigue ser entretenido por la presencia de su protagonista. No hay grandes secuencias pirotécnicas ni momentos exagerados con uso de efectos digitales y las situaciones de violencia fueron trabajadas con el estilo de la vieja escuela. El director buscó también irritar a los hipsters de la prensa norteamericana con momentos que seguramente generará una urticaria en los progres liberales. No falta el vendedor de armas campechano que asiste de onda a nuestro héroe en un momento clave y la escena donde Neeson le enseña a disparar un revólver al chico. El tema de los narcos estuvo bien trabajado y muestra toda la logística que tienen detrás de sus acciones y el modo en que se filtran en las autoridades norteamericanas. Una objeción para hacerle a esta película es el desperdicio criminal que se hace de Katherine Winnick (actriz de la serie Vikingos), cuyo rol termina completamente desdibujado en la historia. Al principio amaga con tener un mayor relevancia y después queda marginada como si el director no hubiera sabido que hacer con el personaje. Después hay cuestiones argumentales que hacen ruido. Por ejemplo, nunca se entiende por qué Neeson no cambia de vehículo para despistar a los narcos durante la persecución con la plata que tiene disponible. Supongo que es un elemento que el director necesitaba para mantener a los villanos en marcha. Al margen de esos detalles el film logra ser entretenido por más que no sobresalga dentro de los grandes estrenos del género que ofreció el 2021 hasta el momento. Si la idea es desconectarse un rato con una de tiros con Liam Neeson el pasatiempo es efectivo.
Jim (Liam Neeson) es un ranchero en la frontera de Arizona. Peleó en Vietnam y como el título de la película indica es un tirador experto. Ha enviudado y está a punto de perder su rancho por las deudas acumuladas. Su hija, policía, intenta ayudarlo a salir de la tristeza y el alcohol. El azar lo cruza con una madre y su hijo en la frontera con México. Ilegales, ambos escapan de un cartel de drogas. Jim no puede salvar a la madre, pero le promete que llevará al niño con sus familiares. Esa misión se convierte en una cuestión de honor para el exmarine. Si no supiéramos que el director es Robert Lorenz, colaborador de Clint Eastwood en una docena de sus films y productor de varios, igual veríamos la conexión entre este film y Un mundo perfecto o Honkytonk Man. No solo el que sea una road movie sino también el tiempo narrativo, los encuadres y los temas. Hay mucho de la vieja idea del cine y el mundo en The Marksman. También, en algunos pasajes, recuerda a Witness (1985) de Peter Weir. Y Jim es tan decente como lo era el John Book interpretado por Harrison Ford. Este es el segundo film de Robert Lorenz, el primero, Curvas de la vida (Trouble with the Curve, 2012) estaba protagonizado por Clint Eastwood. Curiosamente es la única actuación de Clint Eastwood en un film no dirigido por él en el siglo XXI. Ese nivel de respeto tiene el maestro por su discípulo. En sus dos films la relación padre e hija se hace presente, otro punto de interés de Lorenz, como lo ha sido de Eastwood también. La diferencia está en que Lorenz tiene una mirada menos sabia que la de Eastwood. No consigue ir más allá de su protagonista, no consigue hacer un retrato más abarcador como el que lograba Eastwood en la mencionada Un mundo perfecto. Pero el camino de este hombre de honor y el peso moral del recuerdo de su mujer son temas que cada vez parecen interesarle menos al cine actual. Una mirada trascendente sí aparece en la elección entre el bien y el mal en cada momento de la vida. The Marksman es, sin que esto parezca una frase hecha, una película fuera de época. Una mejor época, si me preguntan. Donde el cine era menos payaso y se podía contar una historia de manera clásica con un gran personaje. Protagonistas de pocas palabras y acciones claras. Clint Eastwood sigue filmando, pero además ha dejado varios discípulos que han entendido la grandeza de su arte. Acá se ve claramente el trabajo de uno de ellos.
Luego de descubrir su faceta de “héroe de acción” luego del éxito de Búsqueda Implacable (Taken, 2008) y sus secuelas, Liam Neeson vuelve a protagonizar un thriller con su buena dosis de tiros y persecuciones: El Protector (The Marksman, 2021). Jim Hanson (Liam Neeson) es un viejo héroe de guerra, experto francotirador del cuerpo de Marines que luchó en la Guerra de Vietnam. Sin embargo, ahora lucha por pagar la hipoteca de su rancho en Arizona, en el límite con México. Recientemente viudo, vive solo con su perro Jackson pero cuenta con el apoyo de su hija adoptiva, Sarah (Katheryn Winnick), quien trabaja cómo agente en la frontera. La vida de Jim da un vuelco cuando, en uno de sus patrullajes de rutina, se cruza con Rosa (Teresa Ruiz) y Miguel (Jacob Perez), madre e hijo que están escapando del peligroso Cartel. Luego de un enfrentamiento donde uno de los narcotraficantes termina muerto y Rosa es herida de muerte, ella le pide a Jim que lleve a Miguel con su familia en Chicago. Es así que, con el cartel tras sus pasos, Jim decide llevar a Miguel todo el camino hasta su familia. Cómo ciertas películas de este estilo protagonizadas por el Sr. Neeson, cómo por ejemplo Una noche para sobrevivir (Run All Night, 2015), están fuertemente centradas en él y la fórmula sigue rindiendo. Si bien las escenas de acción no son tan frecuentes o intensas cómo en otros films, se siente la tensión constante que experimenta la dupla protagonista al ser perseguidos por los violentos narcos que están tras ellos. Es interesante la dinámica que se crea entre los personajes de Jim y Miguel, sí bien es formulaica, se palpa cómo ambos van sobrellevando las pérdidas de cada uno en el extenso viaje que están realizando. Son a destacar las escenas con ese feeling “road trip” de estos personajes parando en lugares, viendo cómo va mutando la relación entre ambos. La historia se desarrolla sin sobresaltos, aunque cae en los obvios “plot devices” sonsos que hacen que la persecución sea constante: uno de los casos más evidentes es que, a pesar de saber que lo estaban siguiendo tanto el cartel como la policía migratoria, Jim seguía usando su tarjeta de crédito, pero bueno, sigue siendo un film de acción. Sacando estos puntos flojos, la película entretiene, tiene su buena dosis de acción y persecuciones, e incluso es algo sobria ya que no apela a la violencia extrema, ya que no encuadraba en la estética general de la cinta. El Protector es un film que seguramente contente a los fans, es “una más” y que incluso nos brinda algo ligeramente nuevo. Para los fans de la acción y de Liam Neeson (como yo) es más que suficiente.
Resulta que uno anda medio embrutecido sin cines, con mucha película descargada, mucho original de Netflix o Amazon, mucha serie, y justo tiene la suerte de ver The Marksman, que en realidad es la desgracia de tener que verla en casa. Entonces uno ve The Marksman en el televisor del living pero igual algo pasa, algo nos desconcierta: el gran angular, los espacios abiertos, las figuras que se recortan contra el desierto, la fuerza luminosa de la fotografía, y es como si, por un segundo, recordáramos qué cosa era ir al cine, sentarse en una butaca y ver una película. Se trata de una confusión, por supuesto, seguimos apoltronados en el mismo living de todos los días, pero la sinestesia hace lo suyo y de a ratos incluso hasta se pueden oler pochoclos. La película contribuye a nuestra perplejidad con una finta estilística: The Marksman está filmada como un western, habla una lengua de otro tiempo pero sin exagerar los acentos ni los modismos, no sea cosa que el rescate pase por amaneramiento y eso dificulte la comunicación (acá, como en el cine clásico, lo primero es hacerse entender). Robert Lorenz, productor de Eastwood, filma como lo haría Eastwood, tal vez con un exceso de cuidado y preciosismo, algo que Eastwood, más curtido, más confiado, debe haber visto como el esfuerzo desmedido de un alumno aventajado pero inseguro. Todo esto es parte de la gambeta sensorial que nos clava The Marksman, entonces: no solo nos parece estar en una sala, sino que creemos ver cine, buen cine, buen cine del pasado, chapado a la antigua, a la vieja usanza, etc. Un cine que rara vez veíamos cuando todavía íbamos a las salas en marzo del 2020, salvo cuando se estrenaba el Eastwood nuestro de cada año. Ironía probable: si las salas hubieran estado abiertas los últimos meses, no hubiéramos podido ver The Marksman y, en cambio, nos hubiéramos tenido que conformar con la selección del Oscar, con Nomadland. El caso es que Lorenz quiere hacer todo eso, un western, cine clásico, una película eastwoodiana, pero no le interesa ni un poco el guiño o el reconocimiento de los especialistas. Como si eso se lo dejara a los demagogos de la cinefilia. Acá no hay riscos a lo Monument Valley, comunidades hawksianas, nubes fordianas o paisajes tortuosamente anthonymannianos. Lorenz, que no parece un tipo muy sofisticado, tiene una idea fija, contar la historia de Jim Hanson, un marine retirado que sigue patrullando una zona de la frontera con México y que por tratar de hacer las cosas bien produce un daño irreparable. De ahí en más la película se vuelve el cuento de un hombre vencido que busca alguna especie de redención. Henson tiene que ayudar al joven Miguel a huir de un cártel mexicano y llevarlo sano y salvo hasta la casa de un familiar que vive en Chicago. La tranquilidad del viaje se prolonga más de lo que uno esperaría y la cacería en la ruta se transforma en otra cosa, una buddy movie accidentada, un viaje de jinetes cansados que ven pasar el paisaje mientras aprenden del silencio del otro. Un poco como en La mula, que tiene un par de escenas de viaje y nada más, en las que no pasa nada, en términos de guion al menos, porque está Eastwood manejando y escuchando música, que ya es un montón, mucho más de lo que puede verse u oírse en Nomadland. El guion se anima a alguna que otra delicadeza pasajera. Por ejemplo, el villano que persigue a los protagonistas, un asesino feroz, se detiene cada tanto en la travesía y mira todo lo que nunca tendrá: una familia, una casa en un barrio limpio, una chica hermosa arriba de un auto convertible. Manny Farber diría que se trata de escenas con gimps en las que la película juega a la profundidad con esos detalles un poco solemnes. Quizás tenga razón, pero el bueno de Manny no vio todo el cine que vino después de escribir ese texto, y ciertamente no vio Nomadland, donde el cine se extinguió y en su lugar solo quedó un gimp gigante. Al final, Lorenz tiene buen pulso para filmar cualquier cosa, el viaje, la persecución, los tiroteos, los diálogos, incluso el cuerpo desgreñado de Henson que Liam Neeson endereza con esfuerzo en los planos. No hay una imagen de más, la crueldad de los perseguidores queda casi siempre fuera de plano; como cualquier buen director, Lorenz siente un rechazo palmario por la tortura en el cine y directamente la elide (si tanto te interesan las vejaciones del cártel imaginátelas vos). Todo le sale bien, sin exagerar, sin pasarse de vivo, sin referencias a John Ford, sin lujos. El resultado es una película fuera de su tiempo, fuera de agenda: uno de los pasatiempos de Henson es avisar por radio que unos inmigrantes ilegales pasaron del otro lado, y la red de personajes que lo ayuda está hecha de oficiales, militares y veteranos. Eso en tiempos woke en los que en Estados Unidos gana peso la consigna de defund the police. Leí que en inglés varios se refirieron a The Marksman como una mala imitación de Eastwood, un Eastwood reject, y me parece que la etiqueta, aunque despectiva, define bien a la película y su lugar necesariamente marginal en el cine contemporáneo, más o menos como el del propio Eastwood, otro que viene resistiendo la expulsión y que siempre tuvo una predilección conocida por los rejects de la sociedad americana.
Una culpabilidad que no lo deja en paz y una oportunidad para redimir… Nunca subestimes el valor de un hombre que no tiene nada que perder… Robert Lorenz, productor conocido por sus colaboraciones con Clint Eastwood, regresa a la industria cinematográfica con un film que te mantendrá al borde de la butaca. Bajo su dirección, «El Protector» se centra en un ranchero y ex francotirador de la Marina Jim Hanson (Liam Neeson) que vive en una ciudad fronteriza de Arizona y se convierte en el improbable defensor de un niño mexicano Miguel (Jacob Pérez) que huye desesperadamente de los asesinos del cartel liderado por Mauricio (Juan Pablo Raba), que lo han perseguido hasta Estados Unidos. Cuando el joven Miguel y su madre Rosa (Teresa Ruiz) deben huir de México luego de que el hermano de Rosa robara dinero del cartel, cruzan la frontera de Arizona hacia el futuro, pero aquí es donde la odisea de Miguel comienza. Durante una patrulla de rutina, Jim, quien debe notificar sobre intrusos en su territorio, será quien deba salvar al niño. Por un lado, un ranchero de Arizona está atravesando tiempos difíciles; es un viudo y alcohólico que aun lidia con la muerte de su mujer. Por el otro, un niño de 11 años callado y afligido que acaba de perder a su madre. Dos tragedias se unen en un vínculo de salvación. El veterano de guerra por azares del destino tiene la oportunidad de compensar el sentimiento de culpa tras su pérdida, resguardando y salvando al muchacho. Un relato que presenta la búsqueda del perdón, la presencia de la fe y la consolidación del valor. La dinámica que va forjándose en el transcurso del viaje entre Neeson y Pérez se vuelve muy acogedora. Si bien es un thriller de acción con varios clichés, ingresa dentro de los clásicos con gran perspicacia. La película nos ofrece una seductora persecución, una atmósfera de inquietud e imágenes impactantes y crudamente hermosas. El elenco, en su conjunto, hace un buen trabajo al crear personajes completamente dimensionales; nadie es un héroe, nadie es del todo malo. El delineado de personajes es más que certero. Un despiadado Juan Pablo Raba que se complementa a la perfección con el experimentado Neeson en el género, originando un balance eficiente para no despegar de la pantalla. Una obra sólida dentro de su filmografía. Esta también será una de las últimas películas en las que participe el actor Liam Neeson, ya que ha declarado: «Hay un par de películas más que voy a hacer este año, si el coronavirus nos lo permite, probablemente sea hasta ahí». La película presenta una mezcla de elementos con «Taken» y «La mula», que hacen un producto sumamente entretenido donde el ritmo no decae y el enganche con la cinta crece. Ver a un ex integrante del Cuerpo de los Marines traumatizado por sus experiencias y recuerdos acosado por unos narcotraficantes, es un conflicto definitivamente atractivo para la trama. En síntesis, «El Protector» es una historia de poder, venganza y los códigos que posee cada hombre. Un film furtivamente con mucho corazón, donde tras toda la acción, hay una búsqueda de redención.
El amor en tiempos de xenofobia Liam Neeson (quien fuese el vengador más efectivo de Europa, el maestro de Batman y Kenobi, el león Aslan y hasta Zeus) siempre es sinónimo de calidad. Ya sea en sus películas más pequeñas de esta última etapa, siempre logra un equilibrio y presencia actoral que demuestra su experiencia y años de estar bajo los focos de luz. En El Protector – The Marksman vuelve a dar vida a un adulto mayor que tiene que ponerse los guantes para enfrentar al mal, pero en este caso en la frontera con México. ¿De qué va la película? Un ranchero en la frontera de Arizona se convierte en el improbable defensor de un niño mexicano que huye desesperadamente de los asesinos del cartel que lo han perseguido hasta Estados Unidos. O sea, Liam hace de un tipo grande que debe enfrentar a unos más-jóvenes de un Cartel mexicano. ¿Ya estamos acostumbrados y acostumbradas a ver a nuestro héroe favorito en Europa, en un avión, en un tren, como ex-ladrón de guante blanco, peleando contra lobos en el hielo o salvando a su hijo de asesinos? Sí, pero que placer culposo el consumirlo. En esta oportunidad, la acción es menor. Todo hace recordar más a la última de Rambo o a The Last Stand (2013, con Arnold Schwarzenegger), y estos ejemplos no son en balde. Para cada héroe de acción llega el momento de comenzar a bajar la intensidad, pero eso no quiere decir que haya que colgar los guantes… no. En este caso los momentos son poco, pero se disfrutan. Pero antes, el elefante en la habitación: sí, todos los mexicanos son malotes, solo cruzan la frontera para pasar droga, y están entongados con el poder policial de las fronteras. Esto es lo único que reviste de cierta crítica hacia ese estereotipo: cuando en una escena muy lograda los malechores pasan por el control con un documento correspondiente a una señora grande, mofándose del policía que no tiene otro remedio que dejarlos pasar. ¿Es momento de diversificar y no caer en los estereotipos? Estamos frente a un YSI gigante. Neeson comenzó a virar hacia el cine más de acción luego del fallecimiento de su esposa en 2009, un accidente sin sentido que le quitó la vida siendo muy joven producto de un golpe en una clase de ski. En El Protector se sienten algunos resabios de esa amargura, de cuando la compañera de tu vida se va de manera intempestiva y uno queda sin norte ni brújula. Quizás ese sea el elemento que mejor funciona en la película, este héroe a la fuerza no tiene motivaciones superheroícas, nobles o magnánimas… es una persona que perdió las ganas de seguir, está por perder su hogar y se encuentra con la posibilidad de hacer lo último de bien en su paso por el mundo. ¿Le sale de un momento a otro? Para nada, y ahí el camino se hace interesante. Luego de salvar al nene mexicano del segundo embate de los asesinos del cartel, la película se convierte en una suerte de road-movie donde nuestros dos protagonistas (y su perro) atraviesan la ruta 66 para llegar a Chicago. Aunque la relación de ellos cuando mejor funciona es en esta parte del relato, también crece el inverosímil de cómo los villanos del relato los encuentran siempre. Hasta llegar al enfrentamiento final, que bebe de la última Rambo (ya mencionada) y que nos regala un lindo momento al estilo Batman hacia el final. El Protector – The Marksman no es una joya cinematográfica, pero está hecha con mucho oficio. Oficio que no solo proviene de su protagonista, sino también de su director Robert Lorenz (multi-nominado en los Oscars, y asistente de dirección de Clint Eastwood en Río místico, Francotirador, Poder absoluto, Jinetes del espacio, entre otras) que sabe llevar adelante el relato con solvencia haciéndolo disfrutable. Una película de esas que se enganchan un fin de semana en la televisión y se dejan hasta el final, que sabe equilibrar para que las escenas de acción sean potentes aunque escasas, pero por sobre todas las cosas: hace que te importen los personajes y la relación entre ellos. Y eso en el cine de hoy no es poca cosa. EDIT: (en CABA, a partir del viernes 18 de junio): Hoyts Abasto Hoyts Dot Cinemark Palermo Cinemark Puerto Madero Atlas Patio Bullrich Cinepolis Recoleta Atlas Liniers Multiplex Monumental Lavalle Multiplex Belgrano Cinema Devoto La pueden ver en los siguientes cines de Argentina: SALAS DE EXHIBICIÓN: HOYTS SALTA CINEMARK MENDOZA CINEPOLIS ARENA MAIPU CINEPOLIS MENDOZA CINEMACENTER MENDOZA OPERA SALTA ALFA JUJUY PLAY SAN JUAN STARLIGHT ENTRE RIOS CIRCULO PARANA ANNUAR JUJUY
Reseña emitida al aire en la radio
LAS (GRANDES) DIFERENCIAS ENTRE UN MAESTRO Y SU DISCÍPULO La tentación obvia sería ver e interpretar a El protector como otro vehículo más que explota la vertiente de héroe de acción maduro de Liam Neeson, que ya tiene un largo rato -y muchas películas- desde ese sorprendente (e injustificable) suceso que fue Búsqueda implacable. Eso tendría su lógica, ya que Neeson supo trascender la mediocridad de esa saga inventada por Luc Besson e ir construyendo diversos personajes marcados por el profesionalismo, además de personalidades torturadas y ambiguas, que casi siempre buscan algún tipo de redención. Sin embargo, el nombre que hay que tener más en cuenta en El protector es el de Robert Lorenz, co-guionista y director, que aquí entrega apenas su segundo film como realizador en poco más de una década. Sin embargo, su trayectoria es mucho más extensa, ya que se ha desempeñado como productor o asistente de dirección, casi siempre a las órdenes de Clint Eastwood, ya desde los tiempos de Los puentes de Madison. De hecho, supo dirigir a Eastwood en su ópera prima, Curvas de la vida, drama deportivo más que aceptable, aunque menor, donde se mostraba de forma patente como su discípulo, aunque sin las mismas habilidades que las del maestro Clint. En El protector, ese lazo se extiende y, por más que Eastwood no esté en el protagónico, sí hay múltiplos guiños a su cine, además de una estética y un ritmo narrativos plenamente vinculados con eso que podríamos llamar eastwoodiano. Y además está Neeson, quien emprende un rumbo comparable al de Eastwood en las últimas décadas: una especie de representante/símbolo de un mundo cuyas conductas y códigos están al borde -casi literalmente- de la extinción. Acá, interpretando a un ranchero de Arizona, viudo y al borde de la quiebra, que por una serie de circunstancias debe encargarse de proteger a un niño mexicano que huye de un cartel de drogas e intentar llevarlo a Chicago, donde lo esperan unos familiares. Hay ecos de Gran Torino en la combinación de policial, road movie y western que utiliza El protector, aunque a Lorenz le falta ese talento y experticia que posee Eastwood. Si el relato tiene un buen arranque, que le permite presentar con fluidez y sin apuro los conflictos y sus protagonistas, en cuanto ingresa a la ruta comienza a trabarse en varias situaciones poco creíbles. A eso se suman un vínculo no del todo bien calibrado entre el ranchero y el niño; además de un villano un tanto estereotipado. Si Eastwood tenía la lucidez para trabajar apropiadamente los lazos entre los personajes, así como la interacción entre el humor y la melancolía, y que eso compense posibles fallas de los guiones, en El protector eso solo aparece de a ratos. Recién en la última parte, cuando la trama arriba a la confrontación final, que no tan casualmente tiene lugar en un espacio rural (bien propio del western), es que la película encuentra la claridad sobre qué narrar y cómo hacerlo. Ahí, todos elementos encajan, como si Lorenz hubiera aprendido las lecciones de Eastwood justo a tiempo. Entonces aparecen con fluidez y consistencia los destinos trágicos; los aprendizajes mutuos; la lectura social sutil y equilibrada; y hasta el profesionalismo coherente en ambos bandos. En esos últimos minutos, El protector se convierte en un film innegablemente honesto y noble, que nos permite esperanzarnos con que Eastwood tenga herederos tanto en su vertiente actoral como en la de realizador. Una pena que en buena parte del metraje previo eso solo se puede intuir difusamente.
Llega a los cines habilitados en las distintas provincias la nueva película del director Robert Lorenz protagonizada por Liam Neeson: 'El protector', filme de acción en el cual un desafortunado habitante de Arizona que está a punto de perder lo poco que le queda, se ve involucrado en la huida de una madre y un niño originarios de México, que cruzan la frontera de forma clandestina. Escapan de un grupo de narcotraficantes dispuestos a hacer todo lo que esté a su alcance para acabar con la vida del menor. La película de Lorenz no intenta ser algo que no es, no tiene grandes pretensiones y va directo al grano. La fórmula se ha visto centenares de veces, por cierto. Basta googlear el nombre del protagonista para que aparezcan las fotos de algunos de sus títulos: 'Búsqueda implacable', 'Venganza implacable', etc. En esta oportunidad, los narcoasesinos tienen un especial motivo para perseguir al niño y acabar con su vida, lo que sería un trámite para ellos si no fuera por el héroe en cuestión, un ex soldado que más allá de tener suficientes problemas personales que resolver, decide desinteresadamente proteger al chico y cumplir con una promesa. Hubiese sido interesante, al ser este tipo de películas tan representadas, incluso por el mismo actor, que se le diera una vuelta de tuerca a lo narrativo para que sorprender por algún lado al espectador; pero no fue el caso. El guion de Chris Charles, Danny Kravitz y Robert Lorenz no aporta nada nuevo al género. El espectador sabe con que se va a encontrar desde el minuto uno, e incluso puede vaticinar el desenlace sin demasiado detenimiento. Claro que en este tipo de películas no faltan las escenas de tiroteos, violencia física y frases hechas. De cualquier modo, 'El protector' no logra alcanzar momentos interesantes y se transforma en una película de acción que poco tiene para ofrecer.
El regreso de Liam Neeson en El protector de Robert Lorenz (Golpe de efecto, 2012), recuerda la expectativa de encontrarnos con su papel de Bryan Mills, el famoso personaje que interpretó en la trilogía de la venganza, iniciada en el 2008 con Búsqueda Implacable, del francés Pierre Morel; seguida por Búsqueda Implacable 2 -Conexion Estambul- (2012) y Búsqueda Implacable 3 (2015), ambas de Olivier Megaton y producidas por Luc Besson. En su nueva película, Neeson le da la espalda a Mills, al interpretar a Jim, un marine retirado, devenido en viejo ranchero que ha enviudado recientemente y le están por hipotecar su casa en Arizona. Su hijastra Sarah (Katheryn Winnick), una policía local, cuida de los excesos de Jim, mientras él delata a los indocumentados mexicanos que quieren cruzar la frontera. Mientras piensa cómo pagar su casa al vender el poco ganado que le queda, encuentra en la ruta a un niño mexicano que es perseguido por los integrantes de un famoso cartel de drogas. Al decidir protegerlo y llevárselo, el cartel jura vengarse y no parará hasta encontrarlos. Desde ese momento, Neeson, su perro y el niño huyen en una camioneta por las rutas americanas y El protector pasa a ser una road movie que gira en torno del futuro de ese niño, frente a la oportunidad que la vida les ofrece a ambos. Junto al ritmo vertiginoso y paralelo de la persecución entre buenos y malos, se va construyendo el vínculo entre el niño y Jim, quienes deben lidiar con las dificultades de provenir de dos culturas tan antagónicas. Como en muchas películas del género, las situaciones se tornan predecibles y los personajes se construyen bajo modelos estereotipados que acentúan las diferencias raciales y la intolerancia latente a lo largo del relato. Desde el inicio, el plano de la bandera norteamericana flameando junto al rancho de Jim, acompaña el perfil del ex marine y enfatiza la ideologización de un discurso que exalta los valores norteamericanos y el machismo, frente a la imagen negativa e instalada con la que se identifica a los mexicanos. En todo momento, son vistos como una amenaza de corrupción y violencia para erradicar. Si en Golpe de efecto (2012) Robert Lorenz le permitió a su protagonista, Clint Eastwood (a quien le produjo varias de sus películas), demostrar que a pesar de retirarse del béisbol, seguía teniendo el ojo y la vigencia para descubrir talentos; con el personaje de Jim, hace algo similar, cuando le da la oportunidad de redimirse con sus acciones, y extraer el humanismo del marine que lleva adentro. La historia de El protector no tiene nada nuevo para ofrecernos porque todo en ella parece arcaico, racista y reiterado. Tampoco salva la presencia de Neeson, en un papel que nos deja sabor a poco. EL PROTECTOR The Marksman. Estados Unidos, 2020. Dirección: Robert Lorenz. Guion: Chris Charles, Danny Kravitz, Robert Lorenz. Intérpretes: Liam Neeson, Katheryn Winnick, Teresa Ruiz, Juan Pablo Raba, Dylan Kenin, Luce Rains, Jacob Perez, Dominic Cancelliere. Música: Sean Callery. Fotografía: Mark Patten. Duración:108 minutos.
SANANDO HERIDAS "The Marksman, 2021 es una singular road movie que nos conduce por la peligrosa frontera entre los Estados Unidos y México. Allí se cruzarán dos historias de vida completamente diferentes. Sin embargo, sus protagonistas descubrirán que están unidos por razones muy profundas." Un ranchero Jim Hanson (Liam Neeson), es un ex marine que vive en Naco, a poca distancia de una valla fronteriza de Arizona, se convierte en el menos pensado defensor de Miguel (Jacob Perez), un niño mexicano que huye desesperadamente junto a su madre Rosa (Teresa Ruiz), de los asesinos del cartel que lo han perseguido hacia los Estados Unidos. Una película de Robert Lorenz. Nominado a 3 premios Oscar, Robert Lorenz es un productor y director cinematográfico estadounidense conocido por sus colaboraciones con el actor y cineasta Clint Eastwood, con quien produjo, entre otras películas, Mystic river, Flags of our fathers y Letters from Iwo Jima. Como productor ejecutivo participó en las cintas Million dollar baby y Blood work, ambas dirigidas por Eastwood. Como director asistente ha trabajado en más de veinte filmes. En 2012 debutó como director con la película Trouble with the curve, protagonizada por Eastwood. Con Liam Neeson, Katheryn Winnick (Vikingos) y Jacob Perez. La película permaneció 19 semanas en cartel en Estados Unidos, rankeando #1 las dos primeras, y por otras 6 semanas más permaneció en el top 5. En cuanto a dirección, podemos aseverar que es correcta y adecuada, ajustándose a la trama, acompañando a los protagonistas y con bellos paisajes, en el transcurso de su viaje. No resultan creíbles las acartonadas escenas de acción. Salvando este detalle, contamos con la buena interpretación de Neeson y recursos bien utilizados, como, la música, la utilería, las locaciones interiores y exteriores. Sin tratarse de una gran película, plausiblemente entretenida. Sin embargo, con todos los arreglos, ninguno de los extras son de representación incisiva, con lo cual, el guion de naturaleza predecible, no es su fuerte; alejando al espectador de la historia. Aunque es probable que llegue al corazón de cierto público. Film de amigos, una persecución de cárteles, un relato de liberación sentimental. El nexo entre ellos, quienes se muestran reticentes, será el de un perro, acercándolos desde un lugar de nobleza y pureza. El trabajo de iluminación, montaje y vestuario, ofrecen una buena versión cinematográfica. Los contrastes de colores y texturas, aportan a la diferencias entre el origen y dura realidad de los protagonistas, dato no menor, dada la importancia del drama del protagonista y el antagonista. "Lo que comienza como un tremendo drama, se puede transformar y brindarnos una nueva oportunidad para fortalecernos y avanzar. Film que funciona como alegoría de nuestras vidas y lo que nos separa. Quizás esas "fronteras", no tengan como finalidad dividirnos, sino acercarnos y de esta manera, aprender del otro. Es un mensaje muy positivo y ojalá veamos a esto como una oportunidad, para unirnos y construir nuevos lazos. A cierto público, se le asegura pasar un buen momento y entretenido, con momentos de acción."
Crítica publicada en Youtube
Suele existir en el mundo cinematográfico una gran diferencia entre el titulo original de las cintas y el propuesto por las distribuidoras del extranjero. Aquí en Latinoamérica, el film de Robert Lorenz, escrita por Chris Charles, Danny Kravitz y Lorenz mismo; The Marksman – El Tirador, al ser retitulado simplemente como «El Protector», desmotiva a pensar en el desapego de un francotirador que todo lo ve desde la distancia y a través de un lente enfocado solo en su presa, como si hace el original.
Mediocre reproducción de discursos xenófobos Liam Neeson vuelve a la acción en un filme vetusto que alimenta una ideología cercana al ala más conservadora de los Estados Unidos. El enemigo principal de Liam Neeson es el mismísmo Liam Neeson con su vasta trayectoria de intepretaciones de polícias, agentes especiales y veteranos de guerra que desatan su sed de venganza a raíz de alguna injusticia. En El protector (The Marksman, en inglés) intenta emular a los clásicos héroes renegados de Clint Eastwood sin una pizca de gracia y con una historia que carga un mensaje xenófobo cercano al ala más conservadora de los Estados Unidos. Calificarla de mediocre es un acto de dulzura. Un ranchero amargado (Liam Neeson) que vive en la frontera de Arizona se convierte en el defensor de un niño mexicano que huye desesperadamente de los asesinos del cartel que aniquiló a su mamá. Neeson, que además de granjero esconde un pasado como excomando (¡vaya que novedad!), no duda en cargar municiones repartiendo tiros a diestra y siniestra a todos los que se le presenten como amenaza. No hay ingenuidad en la decisión de poner a los mexicanos en el rol de villanos y a los norteamericanos como patriotas republicanos; este estilo de filmes tuvo un fuerte cuestionamiento en los últimos años, cuando Hollywood cayó en la cuenta de que los latinoamericanos también son seres humanos. El protector es digna de mencionar por lo agresivamente mediocre que es. Subestima a los espectadores, no ofrece secuencias de acción atrapantes, no deja sin aire ni pretende hacer emocionar con alguna secuencia de dramática, por más superflua que sea. Es neutra, no mueve ninguna vibra de excitación. Después de la excelente Búsqueda implacable (2008), la aceptable Non-Stop: sin escalas (2014), la predecible El pasajero (2018) y la insoportable Venganza implacable (2020), no estoy seguro de quién está más cansado, si Neeson interpretando siempre el mismo personaje o este crítico teniendo que pasar otra vez más por la tortura de la repetición incansable.
El que sabe tirar Don Siegel, maestro de Clint Eastwood, dirigió El tirador (The Shootist, 1976), protagonizada por John Wayne. Clint Eastwood, maestro de Robert Lorenz, dirigió Francotirador (American Sniper, 2014), protagonizada por Bradley Cooper. Robert Lorenz, asistente de Eastwood en nueve de sus películas, justo hasta Francotirador, dirigió The Marksman, que debió haberse titulado en castellano algo así como “El tirador” o “El tirador escondido”. En inglés se completó el círculo de sentido y de herencias, pero aquí nos pusieron El protector. Eso sí, afortunadamente la estrenaron y además la estrenaron en salas de cine, que abrieron, esperemos que para no cerrar más. Titular como El protector a The Marksman inyecta una información adicional. Más que eso, inyecta una clave de lectura: este tirador experimentado, este señor que sabe tirar protegerá a alguien. Ya lo dijo Horacio Quiroga hace más o menos cien años (eso que llaman un siglo, para citar otro western, dirigido por Kevin Costner, que viene a la memoria también por otro lado, por el de Un mundo perfecto de Eastwood): los que ponen los títulos en estos pagos deben creer que el público local necesita “sal gruesa”, necesita que le expliquen un poco del sentido de la película. Quizás podrían haberle puesto “El tirador que se volverá el protector; el protector o tutor que no puede acreditar el vínculo”. Por esas curvas que tiene la vida, Jim Hanson -Liam Neeson- se ha quedado sin mujer y su rancho está a punto de ser ejecutado, y luego se quedará sin más cosas. En un mediodía del bien y del mal cuando anda por sus tierras en Arizona, fronterizas con México, encuentra a una madre y a un hijo, y a unos malvados que quieren matarlos a ambos. Jim se mete y se sumarán varias deudas, algunas de sangre. Y vendrá a partir de ese momento la película de Jim -el hombre añoso, curtido y con pocas ganas- y Miguel, el niño con casi todo por delante. El protector se para en un centro de gravedad permanente, es una película que decide mirar desde miradores perdidos, o casi derrumbados: un niño es alguien a proteger, alguien que tiene prioridad para ser protegido. Y se para en una idea del paisaje amplia, scope de scopes, para mostrar cómo los tonos ocres, arenosos y ásperos mutan en verde, para que la road movie evidencie las distancias. Y decide mostrar a los lados, y en asiento de atrás, los rostros de los humanos, y de Jackson el perro, dialogando sin palabras. Los encuadres están cargados de sentidos, y las palabras están cargadas del peso de quien sabe que está haciendo un cine con claridad de propósitos. Esa carga, sin embargo, no abruma nunca, porque este artesano Lorenz sabe que para hacer películas que lleguen y comuniquen hacen falta puentes, como decía Julio Cortázar cuando más lúcido. Y esos puentes son el suspenso generado por el sentido de dos movimientos de diversa urgencia y un pasillo, por saber dos minutos antes que se acercan los malos; esos puentes son preparar las acciones con ensayos -la progresión de saber tirar en esta película es ejemplo de esos bordados narrativos de los que saben contar-, esos puentes son saber entretener a públicos de muy diversas edades e intereses pero sin demagogias de marquetin, esos mismos puentes son los que están cortando los que están matando al cine: los miedosos que se adaptan a todo en aras de protegerse a sí mismos y los miedosos que hacen Cruella y Nomadland. The Marksman fue obviamente tratada con desprecio por la mayor parte de la crítica estadounidense, pero ya poco o nada puede esperarse de esa gente. Como dijo Pauline Kael, no diferencian un burro de una torta negra, y ya no pueden decir torta negra y denuncian a los que dicen torta negra. No, Pauline Kael no dijo eso, pero impriman la leyenda, porque The Marksman es también un western que se hace eastern, de Arizona a Chicago, un puente gigante tendido en un mapa, algunos tiros en la noche pero casi todos de día. Una película para creer, seguir y querer, una película con un héroe americano actuado por un irlandés que hasta logra parecerse a Costner y también a Cruise, incluso en ese final en la línea del de Colateral del hombre Michael -Miguel- Mann, pero no sobre un robot que se apaga sino sobre alguien que recobra y refuerza su sentido de pertenencia a la humanidad, alguien que vive antes de morir.
Galardonados protagónicos de la década del ’90, en “Michael Collins”, “La Lista de Schindler”, “Antes y Después”, “Kinsey”. Hubo un tiempo en donde Liam Nesson era un más que confiable actor dramático. Puede que su talento no haya perecido por completo si disfrutamos de la reciente y conmovedora “Un Amor Extraordinario” (2019); sucede que su abordaje a historias emotivas se ha visto francamente limitado, a lo largo de la última década, producto de su preferencia por las de más pura acción. En detrimento de desafíos actorales superadores, Liam se encontró cómodo con la etiqueta de héroe de acción maduro que forjara, allá por 2010, con “Taken”, tipificando un tipo duro e implacable, que prosiguiera su andar a lo largo de las siguientes secuelas. Gozando de una segunda juventud, el traje le calzaba bien. Luego llegaron “Non Stop” (2013), “Caminando entre Tumbas” (2013) y la remake americana de un gran film nórdico titulada “Cold Pursuit” (2019). El arquetipo amenazaba en convertirse en estereotipo. Encasillado hasta el hartazgo, su flamante rol protagónico en “El Protector” cobra calibre de ridículo. Robert Lorenz improvisa en el irlandés Liam a un ranger de acento texano que se convierte en guardián de un niño mexicano ilegal. Un plato servido para el lugar común: la frontera franqueable. Vivimos tiempos de globalización y corrección política. Mientras Neeson pretende robar una página de manual al áspero y recio renegado encarnado por Clint Eastwood de forma reverencial, el argumento se sucede en un encadenamiento de decisiones trilladas. El implacable protector que da título al film se abre paso a golpe limpio, desarticulando la amenaza de turno. Mientras el trasfondo narrativo nos aburre con su resolución simplista, un cúmulo de imágenes vertiginosas pueblan de efectismo un contenido vacuo. ¿Habrá leído la teoría de Robert Bresson acerca del ritmo cinematográfico? Velocidad no equivale a sentido. Vetustos héroes de acción como Pierce Brosnan, Bruce Willis o Nicolas Cage cedieron su trono a la impostación de un improvisado y siempre ocurrente Neeson. No es su culpa que el cine comercial contemporáneo haya sido diagnosticado de vulgaridad crónica. Lo mezquino, lo unidimensional y lo anodino sazonan las polvorientas rutas que transita este borderline cinematográfico.
El Protector balancea muy buen la acción y el drama. Una historia sin vueltas y con suficientes giros argumentales como para entretenerte durante 108 minutos. Una historia sobre hacer lo correcto sin importar las consecuencias y con un final poco ortodoxo pero satisfactorio.