Por una vida juntas. Maria Sole Tognazzi es conocida en nuestro país principalmente por Viajo Sola, su anteúltimo film de 2013, que recién el año pasado pudimos ver por nuestras pantallas. Quizás a caballito del moderado éxito de aquella obra, nos llega ahora Entre Nosotras – también con algo de retraso, es de 2015 – en la que repite, si bien no la historia, el ingrediente de su efectividad, una de sus actrices protagónicas, la sólida Margherita Buy. La actriz de El hada ignorante es Federica, una arquitecta que da un giro a su vida cuando decide ir a vivir junto a la ex actriz Marina Baldi (Sabrina Ferilli). Ambas se quieren, no hay dudas, comparten mucho más que un espacio, comparten una vida; pero también son muy distintas, y a cada una la marca su pasado. Básicamente, Marina es más extrovertida, lesbiana asumida desde siempre, luchadora por los derechos. Para Federica las cosas son diferentes, tiene un pasado heterosexual, casada y con un hijo. Ambas viven su sexualidad como les surge, y eso traerá más pronto que tarde, alguna complicación en la pareja. Tognazzi se inclina por mostrar estas personalidades contrapuestas, que se complementan, pero también chocan. La timidez de Federica y la arrolladora personalidad de Marina son expuestas hasta de modo exacerbado. Pero Entre Nosotras no es solo un relato LGBT, menos un relato de denuncia. Es más, en más de una ocasión pareciera ser una excusa o un condimento para hablar de otros temas. Federica y Marina están condicionadas por la sociedad y la clase social, por ser mujeres fuertes en un entorno que pareciera mirarlas de reojo. El punto de partida es interesante, pero como sucedía en Viajo Sola, la historia se diluye en un tratamiento anecdotario. Entre Nosotras se discurre en el costumbrismo típico del cine italiano, en un muestrario de clase media bien, y personajes algo estereotipados que si escapan del molde será por la labor actoral. Sabrina Ferilli cumple correctamente con su rol y tiene química con su contraparte, hace creíble a su personaje que más de una vez pudo caer en un cliché exuberante. Pero quien sobresale es Margherita Buy, a quien la cámara adora, y a quien le alcanzan gestos para transmitir las emociones de Federica. Medida, cautelosa pero también apasionada, Entre Nosotras vale su visionado aunque sea para apreciarla a ella, y tampoco es que estemos frente al rol de su carrera, simplemente uno promedio. Conclusión: Entre Nosotras es un relato de mujeres actuales, gays e independientes; que enfrentan sus problemas para plantearse frente a la sociedad. No aporta nada muy original y sigue la tradición del cine italiano clásico; pero con su sencillez y el aporte de buenas interpretaciones logra sobreponerse de los lugares comunes.
Una historia de amor entre dos mujeres adultas, exitosas y bellas, dirigida por María Sole Tognazzi. Una de ellas, ex actriz asumida como lesbiana, después de haber mentido por años sobre su elección sexual. La otra, una arquitecta, mirada con reproche por su familia tradicional, sus relaciones, su ex marido y que oculta temerosa su relación de cinco años. La crisis llega cuando esta última se encuentra con un hombre que fue su fantasía romántica en su juventud y cuando su pareja habla públicamente de su relación. En esta mujer encarnada por Margherita Buy que se siente tironeada esta el nudo de la historia. En definitiva como cualquier conflicto en una relación de pareja, con idas y venidas, reproches y necesidad de libertad, pero con la diferencia de elecciones sexuales. Se muestra a una sociedad italiana tradicional que solo exteriormente admite relaciones distintas a las tradiciones, mas amiga de las represiones y las supuestas buenas formas.
Entre nosotras es una comedia romántica italiana protagonizada por Margherita Buy (Federica) y Sabrina Ferilli (Marina). Las actrices componen una pareja que lleva 5 años de relación estable. Una es arquitecta, Federica y Marina una ex actriz, ahora dueña de un local de comidas. Ambas con sus respectivos trabajos, un gato pintoresco y una relación no solo de amor, sino de amistad y compañerismo. “Entre nosotras” es un film sencillo, con una historia simple, algo que puede pasarle a cualquier pareja sin importar quienes sean sus integrantes: dos hombres, dos mujeres, hombre-mujer. Lo que vemos es una historia de amor, y una gran decepción, confusión y engaño. Es interesante ver una historia de amor de mujeres de mediana edad. No se suelen ver películas en donde los protagonistas de estas historias pasan los cuarenta. “Entre nosotras” encanta por su escenario, Roma y el idioma. Encanta por las actuaciones de sus protagonistas en donde podemos ver lo que sienten a través de sus ojos. Una historia de amor donde cualquiera puede sentirse identificado, quizás estuvimos en alguno de esos zapatos alguna vez, de un lado o del otro. Habrán tomado la decisión correcta? Tendrá esta historia un final feliz? Habrá que descubrirlo.
De la directora de Viajo sola, la italiana Maria Sole Tognazzi, llega a los cines Entre nosotras: una historia de amor que intenta romper con los estereotipos instaurados sobre la homosexualidad femenina. La película cuenta la historia de amor que hay entre Marina (Sabrina Ferilli), una ex actriz que actualmente dirige su propio restaurante, y Federica (Margherita Buy), una exitosa arquitecta, quienes están en pareja y conviven hace más de cinco años. Mientras que Marina se muestra como una mujer segura y que disfruta de su relación a pleno, Federica se desenvuelve de una manera más reservada en lo que respecta a su vida privada ya que, luego de estar casada y tener un hijo, decidió dejar todo para ponerse en pareja con alguien de su mismo sexo y no quiere exponerla ni exponerse. Ambas actrices logran destacarse y llegar al espectador con sus respectivas actuaciones. Por un lado, Ferilli logra transmitir todo el amor que siente por su pareja y el miedo que tiene a perderla; y por el otro, Buy muestra con suma delicadeza las inseguridades que le ocasiona su orientación sexual. El elenco está conformado además por Domenico Diele, Ennio Fantastichini, Alessia Barela, Anna Bellatto, Massimiliano Gallo, Antonio Zavatteri y Roberta Fiorentini. El film hace foco en los conflictos típicos que pueden tener una pareja de mediana edad. Además muestra la rutina que se genera luego de tanto tiempo de convivencia: volver del trabajo, cenar juntas, ver una serie de televisión e, incluso, compartir los anteojos y las cremas corporales. Entre nosotras no tiene grandes momentos para destacar. Es otra historia más de amor que cae en algún que otro cliché pero, a pesar de eso, logra mostrar de manera eficaz la realidad a la que se enfrentan las relaciones con el paso del tiempo.
Dos mujeres y la vida en pareja A Maria Sole Tognazzi, la interesante autora de Viajo sola, ningún personaje parece seducirla más que el de la mujer independiente. Vuelve a abordarlo ahora y lo lleva a un ejemplo diríamos más "extremo" no porque en su ánimo esté la voluntad de escandalizar sino porque prefiere precisamente lo contrario: descartar por completo el innecesario y vulgar subrayado que tantas veces viene asociado al humor vinculado con la homosexualidad y en todo caso poner el ojo en la normalidad de personajes y situaciones cotidianas, similares a las de cualquier pareja. Cinco años llevan conviviendo Marina y Federica, y a pesar de que se las ve hacerlo en armonía, muestran personalidades bien diferentes. Para Federica, arquitecta, ésta es su primera experiencia homosexual y se diría que no logra aceptarse del todo en ese rol si bien nadie pondría en duda el cariño que siente por su compañera, ya ex actriz. Federica ha estado casada, tiene un hijo ya adulto y nunca se muestra tan segura de sus elecciones y tan liberada del qué dirán. Marina, en cambio, más segura en sus elecciones y más experimentada, es dueña de un carácter más decidido y un espíritu más abierto, pero está claro que juntas han logrado cierto equilibrio, a pesar de que no faltan entre ellas algunas disidencias. Son las que generarán una crisis cuando Federica ceda a una reminiscencia del pasado (un viejo amor) y ponga en cuestión la solidez de la relación.
Te amo, te odio, no me dés más Federica y Marina son pareja, y la película de la hija de Ugo Tognazzi tiene los clisés ordenaditos de uno en fila. María Sole Tognazzi no sólo lleva el (sobre)peso de su noble apellido -es hija de Ugo-, sino de una película anterior, Viajo sola, en la que diseccionaba el mundo femenino a partir de una historia sencilla -la de una mujer que se la pasaba viajando, durmiendo y comiendo en hoteles 5 estrellas por el mundo y escribiendo reseñas de ello-. Si Viajo sola no era una maravilla y antes del final comenzaba a hacer agua, o parecer un albergue 2 estrellas, Entre nosotras pretende ser más de lo que es. No muy lejos de los arquetipos, Entre nosotras (no confundir con Entre nous, con Isabelle Huppert y Miou-Miou) plantea una historia de amor entre mujeres. Una, Federica (Margherita Buy, de Viajo sola y, mejor, El caimán) es tímida, arquitecta, estuvo casada y tiene un hijo ya grande; la otra, Marina (Sabrina Ferilli), fue actriz, está retirada y está también más allá del bien y del mal. Una quiere ocultar su relación, aunque hace cinco años que conviven; a la otra no le importa blanquear, pero respeta la decisión de su pareja. Por supuesto que no habría película si algo no desbalanceara esta relación. Algo que no vamos adelantar por si el lector quiere aproximarse a la historia, pero sí le anticipamos que los clisés están ordenaditos de uno en fila. Cada relación y pareja es única, los prejuicios de una parte y la otra pueden minimizarse, desaparecer o directamente no existir, pero si emergen miedos… Lo que expone Tognazzi es tan, pero tan insulso que al arribar al desenlace a uno le da lo mismo lo que Federica decida y disponga con su vida. No es buen síntoma.
Se estrenan dos relatos sentimentales, y en ambos el personaje central es una arquitecta de mediana edad, en crisis con su pareja del mismo sexo, y en amorío pasajero con un hombre joven. Pero "Dos noches hasta mañana" es una pintura de soledades, y "Entre nosotras", en cambio, tiende a la pintura romántica. Ya deducirá el lector cuál película es italiana, y cuál finlandesa. Pero hay algo más. Ambas historias presentan la relación entre mujeres sin el menor clisé, con toda naturalidad, tal como si mostraran una relación heterosexual. Lo que importa son los sentimientos, y están bien expuestos. La diferencia es que en "Dos noches..." la arquitecta, una francesa, le cuenta al hombre, finlandés, su relación lésbica precisamente como lo más común del mundo y el otro así la entiende, mientras que la arquitecta italiana se cuida de difundir su relación con otra mujer, y ésta, una actriz, o sea, de un ambiente más permisivo, también tarda bastante en decir lo suyo. Sociedades distintas. También los finales son distintos. Marie-Josée Croze (que con unos pocos gestos parece más joven o más grande, según la escena) y Marguerita Buy son actrices de primera. Las acompañan Mikko Nousiainen, pintón de voz grave, y la madurita Sabrina Ferilli. En la dirección, María Sole Tognazzi, hija de Ugo, y el aquí desconocido Mikko Kuparinen, a quien conviene tener en cuenta.
LA COMEZÓN DEL QUINTO AÑO Son bastante conocidos los clichés con los que uno suele encontrarse en los relatos sobre relaciones homosexuales. Los más conocidos están en la exposición del reviente por un lado y la denuncia de la represión por el otro, teniendo en este último caso las ya conocidas derivaciones acerca de la discriminación y de la angustia ante la falta de aceptación. Romper con estos lugares comunes es ya una idea saludable, aunque tampoco garantiza necesariamente grandes resultados. Entre nosotras se ubica en un lugar por completo opuesto a lo anteriormente expuesto. Federica (Marhgherita Buy) y Marina (Sabrina Ferilli) están en pareja hace cinco años, una es arquitecta y la otra una ex-actriz ahora dueña de un restaurante. Viven juntas, duermen juntas, tiene un buen pasar, una vida estable y comparten todo aun teniendo personalidades muy diferentes. Pero tras cinco años de relación, algunas fisuras empiezan a notarse y empiezan a surgir dudas y cierto agotamiento, sobre todo del lado de Federica. Se trata de la crónica de una crisis en la relación de unas señoras burguesas de mediana edad profesionales y acomodadas. El tema de la homosexualidad no supone ningún conflicto para Marina quien desde joven asumió abiertamente su lesbianismo. Lo es en parte para Federica, que está separada y con un hijo, cuya primera y única pareja mujer fue Marina y que, a pesar de los años de convivencia todavía siente vergüenza de admitir que vive con una mujer (aun cuando su familia está al tanto) y se molesta cuando trasciende más allá de los que considera oportuno. La crisis se va a agudizar cuando Federica tenga una aventura, y encima con un hombre lo cual va a ser aún más doloroso para Marina. Pero lo más determinante y aquello que se revela como disparador de la crisis es algo más simple y cotidiano: el tedio, la rutina, el acostumbramiento y las relaciones que se desgastan. Cuestiones que pueden ser comunes a cualquier matrimonio gay o hetero con una cantidad determinada de años compartidos. Lo más destacable del film son las actuaciones, en particular la de Margherita Buy, una de las actrices más recurrentes y destacadas del cine italiano contemporáneo que transmite con verosimilitud las dudas, las vacilaciones e inseguridades de Federica dotando a su personaje de complejidad y matices. Más difícil lo tiene Sabrina Ferilli que hace un papel digno aun cuando le toca un personaje más unidimensional, casi sin fisuras, demasiado segura de sí misma, de lo que quiere y de cómo obtenerlo. Si el film le escapa a los lugares comunes de la representación de la homosexualidad no escapa de otros lugares comunes que son los del drama romántico de qualite. Sus escenas de conflicto, de peleas, de infidelidades y reproches se presentan de manera rutinaria y previsible, con un humor costumbrista bastante anodino y un final de telenovela. La realizadora Maria Sole Tognazzi ya mostró interés en retratar formas alternativas a la pareja y la familia tradicional. Lo hizo con su película anterior, Viajo sola, donde ponía su mirada en las mujeres solterías sin hijos por elección. Entre nosotras parece un paso en esa dirección, pero a pesar de las buenas intenciones lo hace con formas demasiado transitadas. En todo caso, si hay un punto que queda demostrado es que una historia de amor lésbico no tiene mayores diferencias y puede ser igual en todo a cualquier historia hetero, incluso en el aburrimiento. ENTRE NOSTRAS Io e lei. Italia. 2015. Dirección: Maria Sole Tognazzi. Intérpretes: Margherita Buy, Sabrina Ferilli, Domenico Diele, Ennio Fantastichini. Guión: Ivan Cotroneo, Francesca Marciano, Maria Sole Tognazzi. Fotografía: Arnaldo Catinari. Música: Gabriele Roberto. Edición: Walter Fasano. Duración: 102 minutos.
Cuando el amor tiene cara de mujer. La directora y la actriz de Viajo sola se reencuentran para un drama asordinado con énfasis en lo cotidiano y lo íntimo. Nueva colaboración entre la realizadora Maria Sole Tognazzi y la actriz Margherita Buy luego de Viajo sola (que tuvo su estreno comercial en nuestro país hace poco menos de un año), Entre nosotras vuelve a recorrer los caminos de la educación sentimental a una edad que la sociedad en general tiende a tildar de inapropiada. Si en aquel otro largometraje Buy interpretaba a una mujer soltera y solitaria en la encrucijada de una serie de dilemas personales y profesionales, Io e lei (título original que, a diferencia del local, habla tanto de la suma como de las partes) la encuentra en el rol de Federica, felizmente en pareja con Marina (Sabrina Ferilli), otra mujer que, como ella, transita los primeros tramos de la quinta década de existencia. Marina y Federica, ambas profesionales exitosas (respectivamente, una ex actriz de cine, dueña de un restaurante romano muy chic, y una arquitecta y restauradora con importantes encargos), mantienen sin embargo una diferencia esencial: mientras que la primera ha admitido su condición homosexual ante el mundo hace mucho tiempo, la segunda continúa resguardando su elección emocional y sexual de las miradas ajenas, consecuencia quizás de una vida anterior como esposa y madre de un hijo ya veinteañero. El disparador del conflicto que desequilibra a esa pareja afianzada luego de cinco años de convivencia es, como puede serlo también en la vida real, casual: la aparición de un viejo interés romántico (un hombre, para complicar aún más las cosas). A partir de ese momento, el firme y prolijo terreno por el que parecían caminar de la mano comienza a sacudirse, levemente primero, con la fuerza de un terremoto poco después. Un fugaz diálogo deja entrever que el guión de Maria Sole Tognazzi y sus colaboradores pudo haber entretejido una mayor complejidad en la descripción de esa relación. “Yo no soy lesbiana, nunca lo fui. La única mujer que me gusta sos vos”, le dice, palabras más o menos, Federica a Marina. El relato en su conjunto, sin embargo, se encarga rápidamente de alisar el terreno para continuar con la construcción de un concepto de pareja romántica absolutamente convencional. El cine de Tognazzi suele ser amable (a veces, demasiado) y las tribulaciones de sus personajes tienden a dejar de lado por completo cualquier problemática que no sea la emocional. Una breve escena hogareña con personajes secundarios, por ejemplo, introduce el tema de la “crisis de la recesión”, que podría ser interpretado como un mea culpa ideológico por parte de los realizadores. Pero incluso en ese énfasis en lo cotidiano y lo íntimo, las decisiones del guion no tienden a tomar mayores riesgos ni van más allá de una descripción costumbrista de las pequeñas rencillas y elecciones personales de los personajes. Es un arma de doble filo. Por un lado, en sus mejores instancias, la película –apoyada por las precisas actuaciones de Ferilli y Buy y del reparto en su conjunto– logra una intensidad moderada que se corresponde con el universo relativamente pulcro y ordenado de los personajes. Por el otro, especialmente en el tercer acto narrativo, la incorporación de los modos y tonos de la comedia romántica hacen desviar a Entre nosotras a un territorio mucho menos rico e interesante. Aunque siempre acompañado de un sentido del humor y liviandad que, en líneas generales, es de agradecer.
Retrata el amor de dos mujeres que se descubren sentimentalmente, se aman, cuidan y manifiestan, donde también surgen algunas crisis. Está latente la lucha con los prejuicios de la sociedad y la aceptación. Buenas actuaciones, banda sonora y fotografía y resulta una comedia dramática agradable.
Entre Nosotras: Mucho ruido y pocas nueces. Entre nosotras es una comedia dramática italiana que prometía humor, pero que nunca llega. Es difícil escribir una reseña de esta película porque desde sus avances la idea parecía atractiva con una temática interesante a tratar, y más desde un costado humorístico. El problema es que el film carece de esa comicidad que prometía y termina volcándose más a lo dramático. Por otro lado, el drama tampoco es abordado de una manera interesante, por lo que la película termina fallando por ese lado también. La cinta cuenta la historia de amor entre una arquitecta, Federica (Margherita Buy – Habemus Papam-) y la ex-actriz Marina (Sabrina Ferilli – La grande bellezza-), quienes conviven hace cuatro años. En el pasado, la tímida e introvertida Federica estuvo casada y tuvo un hijo, mientras que Marina ha sido siempre una orgullosa lesbiana y muy abierta. El pasado de cada una afectará a su relación, llegando a poner en cuestión su amor. En un costado tenemos a una mujer que se avergüenza en cierto sentido o le cuesta abrirse y mostrar su sexualidad, en el otro rincón tenemos a su pareja que es la antítesis de su persona. Liberal, abierta y dispuesta a abrazar su vida amorosa/sexual. Hasta aquí nos encontramos con una premisa interesante para lo que parece ser el punto de partida de una atractiva comedia dramática italiana. Sin embargo, la narración cae en varios clichés y en algunos baches narrativos producto de un guión defectuoso. A esto le podemos sumar un par de actuaciones acartonadas y unos personajes secundarios carentes de peso narrativo/dramático. A pesar de su corta duración (97 minutos), la película se torna repetitiva y larga debido a algunas escenas de transición que no aportan nada a la trama o a las excesivas idas y vueltas de sus protagonistas. En los aspectos técnicos, la comedia también hace agua, ya que presenta una banda sonora genérica que aparenta ser la de una novela que dan a las 15 hs o la de una película soft porn de bajo presupuesto. Tampoco podemos encontrar una seductora puesta en escena o un buen manejo de cámara ya que todas las situaciones se cuentan con la dinámica plano/contraplano y no se lucen ni los escenarios ni los personajes. En otras palabras, Entre Nosotras es una decepcionante propuesta que malgasta el talento de sus artistas tanto detrás como delante de cámara. Sinceramente no se entiende qué hizo Maria Sole Tognazzi, quien venía de cosechar varias nominaciones a los Premios David di Donatello con su película anterior Viajo Sola.
Maria Sole Tognazzi acerca una propuesta sobre el amor de dos mujeres (Sabrina Ferili, Margherita Buy) que tienen muchas más diferencias que cosas en común a la hora de presentarse a la sociedad como pareja. El choque entre el liberalismo de una, y el ostracismo y reserva de la otra, configura un relato lineal sobre las elecciones y la pasión. El principal problema del film es que no se ve química entre las protagonistas, y mucho menos la pasión y el amor que debería existir entre ellas. Así, “Entre Nosotras” pierde interés rápidamente por sus protagonistas, y eso repercute en el espectador.
DEL AMOR Y OTRAS HIERBAS Quien no haya dudado alguna vez de una relación, que tire la primera piedra. Esa es la consigna de Entre Nosotras, la recientemente estrenada película de Maria Sole Tognazzi. El film cuenta la historia de amor, encuentros y desencuentros entre Marina y Federica, una pareja gay donde ambas integrantes conciben a la relación de una manera diferente. A travesada por la temática de la homosexualidad, la película no solo cuenta la historia de una pareja que duda luego de cinco años de relación, sino también que expone cómo la sociedad observa y estigmatiza las relaciones homosexuales, a tal punto que una de las protagonistas cuestiona y pone a prueba su deseo sexual, virándolo a lo que la sociedad acostumbra a ver: una pareja conformada por un hombre y una mujer. Sin embargo, es interesante cómo a través de la composición de este personaje, el film muestra cómo es el mismo individuo quien introyecta tales censuras y cuestionamientos, siendo que varios miembros de la sociedad miran la relación de forma más natural y aceptada que la propia protagonista. Sin embargo, como diría Tanguito Feroz, “pero el amor es más fuerte” y lo que alguna vez las unió, las volverá a unir. Entre nosotras expone solamente esto y nada más. Su puesta en escena es sencilla, realista y llena de los lugares italianos que el público desea ver (la playa, las calles antiguas, los cafés, etc), las actuaciones son correctas, sin que ninguna se subraye sobre la otra. Simplemente la película no se destaca en sus puntos técnicos, sino que sólo apunta a contar una historia de amor que ya varias veces hemos visto retratada en el medio cinematográfico. Entre nosotras pasará sin pena ni gloria por la cartelera local y mundial, pero sin embargo aporta un granito de arena más en la visibilización de la comunidad homosexual y los obstáculos que la misma debe atravesar cotidianamente.
La historia de una pareja de mujeres maduras que intenta tener una vida juntas. El encanto del film consiste en que inmediatamente dejamos de pensar (algo ha cambiado, por suerte) en el género de las protagonistas y las seguimos en sus problemas y contradicciones; y en que el verdadero tema es el paso del tiempo y cómo se lo enfrenta con quien se ama. Una demostración de narración clásica y al punto.
Juntas, pero con dudas Dos mujeres independientes y de buen pasar parecen tener todo resuelto en medio de la belleza romana. Federica (Margherita Buy) es arquitecta y restauradora y Marina (Sabrina Ferilli) es una actriz retirada que ahora dirige un coqueto restaurante casi como un pasatiempo. Pero tras cinco años de convivencia, de gato bengalí sobre la cama, tostadas con café y exquisitos placeres compartidos, también aparecen los baches de la relación. Esas fisuras que pasan más por los roles no asumidos que por la falta de amor. Es que Federica experimentó su faceta heterosexual, es madre y está algo insegura de su elección sexual. Por ahí transitará el caos que plantea María Sole Tognazzi, hija del eterno Ugo Tognazzi. Las dudas comienzan a afectar la confianza de Marina, quien siempre tuvo muy en claro su lesbianismo y hasta lo contará en una revista tipo Caras. No todos tienen ganas de contar con quien duermen, y quizá menos en una Italia cerrada al matrimonio igualitario, aunque la realizadora jamás hace foco en este punto. Lo que sí muestra Tognazzi es a los hombres básicos y estereotipados, como si la complejidad fuera sólo del universo femenino. Las actuaciones son efectivas y sacan apenas a flote a un filme previsible, pero que puede dejar con una sonrisa a muchos espectadores.
Comencemos, sin más, a bocajarro: el largometraje cae –y no se levanta- en los típicos clichés de las comedias románticas. Quien esté habituado a ver películas, reconoce los aspectos formales propios de cada género cinematográfico, y María Sole Tognazzi no es la excepción. Sin embargo, ella, al seguir a rajatabla el clásico ciclo de conflictos de una pareja, hace que la película transite, en toda su extensión, acomodada a una estructura tan esquematizada que se pierde -u olvida- el peso dramático de la historia. Antes, y haciendo una digresión al análisis, debo señalar que “Entre nosotras” (“Io e lei”) rompió los moldes en Italia. Allá por el 2015, el país no contaba con una legislación para la unión civil de parejas homosexuales. La película resultó ser un soplo de aire fresco ante las vetustas leyes italianas, que se actualizaron el año pasado: la Cámara de Diputados aprobó la unión civil entre personas del mismo sexo pero sin derecho a adoptar. Tognazzi, con respecto a su último largometraje, manifestó que le interesaba retratar “mujeres independientes, dueñas de sus propias vidas, capaces de elegir su felicidad sin importar el juicio de los demás”. Es así como se nos presenta a Federica (Margherita Buy) y a Marina (Sabrina Ferilli), una pareja homosexual que convive hace cinco años. Las dos protagonistas llevan una vida laboral bastante activa: Federica es arquitecta y Marina, una ex actriz, es dueña de un lujoso restaurante. Avanzada la trama nos enteramos que Federica tuvo una relación heterosexual con su ex marido Sergio (Ennio Fantastichini) y que, fruto de ésta, es madre de Bernardo (Domenico Diele), y que comenzará a tener dudas sobre su noviazgo homosexual con Marina. Retomando la “pesquisa cinematográfica”, este largometraje apuesta por una concatenación de situaciones ordenadas y prolijas, de manual, para llevar al relato, desde el inicio al final, sin zozobras. Esto provoca que se esterilice la empatía del espectador para con Federica y Marina. Tognazzi se esmera más por una puesta en escena formalmente correcta, que por realizar un vehículo para permeabilizar, con aplomo, las luchas y certezas sobre la cuestión de género. Y, si bien hay una reivindicación a la pareja homosexual, la trama no es consistente, espesa, en este aspecto. “Entre nosotras” se mueve sin intensidad. No hay situación que nos convulsione emotivamente. Es una película que ni gusta, ni disgusta. La narración sosa y desangelada cierra las puertas a lo que podría haber sido una historia más que interesante. Puntaje: 2,5/5
Una historia de amor, siglo XXI, en este caso entre dos mujeres, algo que está de moda y vende. Nada original. Todo un catálogo de lugares comunes fagocitados por la superflua mirada sobre el mundo actual, que le imprime la directora, la libertad de elección sexual, la discriminación. La mirada del otro. El universo femenino había sido retratado por la misma directora, Maria Sole Tognazzi, la hija del gran Ugo Tognazzi, en un filme sencillo, bello, agradable, “Viajo sola” (2013), también con Margarithe Buy, estrenada en Argentina en 2016. En este caso parece haber adquirido un manual de guión clásico, y desde ahí, escribir una historia paso a paso, capitulo por capitulo, sin saltear ninguno, como determina el texto, sin olvidarse de mezclar, colocar, todos y cada uno de los cliché del inventario cinematográfico escrito en los últimos 120 años. Mientras miraba la película se me presentaba a la memoria el bellísimo filme “Lejos del paraíso” (2002) ambientada en los Estados Unidos, en la década del ’50, en cuya historia Julianne Moore se enamora de Dennis Haysbert, un afroamericano. Las dudas de uno y otro, la mirada y el prejuicio social. Luego recordé esa maravilla del director Spike Lee “Jungle Fever” (1991). Casi lo mismo desde la temática, con estructura narrativa diferente, ambientada en los ‘90. ¿Cual sería el hallazgo de Tognazzi? Ninguno, sólo que cuenta en su beneficio con la talentosa Margarithe Buy, que se pone al hombro la película con su performance, pero en este caso tiene demasiado contrapeso. Federica (Margherita Buy) es una arquitecta de éxito, estuvo casada y tiene un hijo adulto; ahora, y desde hace 5 años, en pareja con Marina (Sabrina Ferilli), ex actriz, dueña de un restaurante gourmet, como se los conoce actualmente. La primera no puede blanquear su situación, afectiva, (la de los dólares es acá, en la Argentina, el filme es italiano, aclaro), La otra hace años se asumió como lesbiana, pero el amor es mas fuerte y respeta la decisión de su pareja. Pero como nada es eterno, el conflicto aparece en formato de asignatura pendiente en un estuche antiguo masculino, amor de juventud de Federica. Las dudas aparecen a flor de piel. También hay tiempo para que las familias juzguen esa relación y a la otra parte. Entre idas y vueltas, a cada plano un cliché, un estereotipo, una manipulación emocional, todo se torna vacuo, previsible, y si para muestra basta un botón hasta aparece la escena clásica de un amante corriendo por el andén, al tren en que su pareja se aleja, ruidos de los pasos acelerados, acá no hay tren, pero hay una ascensor y una escalera. Cambia algo. De estructura narrativa convencional, respetando a raja tabla los tiempos ya tradicionales, sin ningún tipo de búsqueda formal o estética, pero todos los rubros, incluido el montaje, de buena factura, y Margarithe Buy, claro. Nada más.