La vuelta de Elisha Cuthbert a la pantalla grande es con una historia a su medida, una madre que intenta conectar con su hija adolescente en una vieja mansión a la que van a vivir y en donde la conexión con el más allá será a partir del título local. Efectiva y entretenida.
Una de terror que tiene en el director Brendan Muldowney a un buen constructor de climas y varios momentos de sustos genuinos que harán las delicias de los cultores del género. Imagen joven pareja de publicitarios que decide comprar una casa ruinosa en un suburbio irlandés donde todo cruje y se sienten voces extrañas. Apenas se mudan se van y dejan a su hija adolescente con pésima relación sola con su hermanito menor. El tema está en el sótano donde en determinado momento, con un corte de luz se multiplican los escalones hasta el mismísimo infierno. Toda la casa fue construida para que una entidad reciba atracones de humanos. Explicación matemática, científica, de ocultismo y templarios. Y una madre que hace todo para preservar a su familia. Nada nuevo pero bien hecho.
Desde un principio el texto incurre en una cantidad exuberante de errores y sinsentidos que le quitan cualquier intento de verosimilitud. Brian Woods (Eoin Macken) y Keira Woods (Elisha Cuthbert) son un matrimonio que se muda con sus hijos Ellie (Abby Fitz) y Steven (Dylan Brady), a una mansión “abandonada” en el campo a las afueras de la ciudad. Sin embargo, sus vidas se transforman en una pesadilla cuando
Otra película de las que ya vimos muchas, demasiadas. En "The Cellar", una familia compuesta por Keira (Elisha Cuthbert), su marido Brian Woods (Eoin Macken) y sus hijos Steven (Dylan Fitzmaurice Brady) y la adolescente Ellie (Abby Fitz) se mudan a una nueva casa, una mansión en realidad, donde el primer día descubren un sótano que será el eje de toda la trama. Ya en la casa pasa lo usual, susurros, golpes, puertas que al cerrarse luego no se pueden abrir y la seguridad de que alguien, más allá de esa familia de cuatro, la habita. Escrita y dirigida por Brendan Muldowney el largometraje plantea desde el inicio que el temido sótano guarda algún secreto cuando la madre manda a su hija a ver un disyuntor cuando se corta la luz, ya que en la primera noche los padres deben ir a una reunión de trabajo y sus hijos se quedan solos en esa enorme casa. Ellie baja a chequear cual es el problema, desaparece y a partir de este hecho, lo que sigue es su búsqueda, con muy poca colaboración de la policía que piensa que la joven pudo haber escapado. Keira comienza a averiguar quiénes vivieron antes allí y que significan unos extraños símbolos que están pegados arriba de las puertas. La madre no baja los brazos en la búsqueda, aunque, (opinión personal), su accionar no es tan desesperado. Después, lo usual, el marido descreído de lo que puede haber en la casa y el niño en peligro latente. Una fórmula muy gastada, aquí sin sobresaltos, que me recuerda cuán buenas fueron cualquiera de "El Conjuro" (aunque recomiendo la 1 y la 2 preferentemente), "Poiltergeist" o "Amityville" con la misma temática. Después de miles de películas del género terror, hay que buscar algo más original cuando se trata de sorprender al espectador.
The Cellar (Escalera al Infierno) es una película demasiado esquemática, que explora los viejos tropos sin sublevarlos, y que no quiere tomar los riesgos mitológicos y cuánticos que insinúa, permaneciendo como un catálogo de clichés del género, un déjà vu gótico en su viaje al fin de la noche.
Hay una extraña sensación con un tipo de películas que uno termina de ver y, más allá de no haberla pasado mal, acaba sepultando en un olvido instantáneo, casi como la clausura inconsciente de algún hecho traumático o medio jodido en nuestras vidas. En fin, dejemos a Freud de lado y vayamos de lleno en Escalera al infierno, película que tiene todo para hacernos pasar una buena hora y media, pero termina por sepultarse en lo más remanido y reiterativo dentro del cine de terror. Acá una familia compra una casona alejada de la ciudad. La casona, una mansión críptica y lúgubre, pero a su vez elegante e imponente, parece esconder un terrible secreto: apenas los nuevos inquilinos ponen un pie en ella, hechos extraños comienzan a suceder. Uno de ellos es la desaparición de la hija mayor, una noche, mientras cuidaba a su hermano menor. La joven, con aparentes problemas sociales y poca comprensión de parte de sus padres, había bajado al sótano para reactivar la luz de la casa luego de que un corte de electricidad los dejara a ella y a su hermanito en total oscuridad. Pero jamás salió de allí. Lo que sigue es una ecuación, a la vez que fórmula obligatoria, para muchas películas de casas espeluznantes: mamá investigadora, papá escéptico, hermanito en peligro, policías que investigan a medias, etc. La ecuación puede sonar peor de lo que parece, pero no se asusten. Escalera al infierno no es mala, o al menos no se la sufre (por motivos que escapan al terror del género) como otras películas de hoy en día: no es pretenciosa ni estrambótica. Es un film clásico, donde una madre desesperada intenta buscar a su hija desaparecida y cree que las respuestas están en la casa misma. Desde Poltergeist hasta La noche del demonio, tendríamos que pensar si esta gente mira películas de casas malditas como para alejar a sus hijos de ellas y advertir así el peligro que los rodea. Lo increíble de Escalera al infierno es cómo sigue creyendo en argumentos y fórmulas remanidas sin al menos intentar hacerlas parecer creíbles o, en el mejor de los casos, reformularlas. Ejemplos hay varios, pero el “compramos la casa porque era barata” es ya un chiste para un capítulo de Halloween de Los Simpsons. No sirve ni como crítica hacia la típica familia aburguesada porque, en definitiva, no intenta siquiera apuntar a ello. Que una pareja de muy buen pasar adquiera una mansión gigante como la que vemos en pantalla y que tiren esa frase, es menos creíble que todo lo que pasa en la saga de Los Avengers. Pongamos de ejemplo El conjuro, donde se argumenta exactamente lo mismo, pero queda claro que era una casona vieja y no una mansión dónde tranquilamente podría vivir la realeza y toda su familia. En la película de Wan, el único que trabajaba era el padre de familia y sus ingresos de camionero no eran lo suficiente, por lo que se entendía el esfuerzo que le demandó adquirir la casa haciendo la cuestión mucho más creíble. Otro punto en contra en Escalera al infierno es el comportamiento frío del personaje del padre, no sabemos si por limitaciones actorales o por exigencias del guión. La falta de empatía y la poca importancia que le da a la desaparición de su hija es tan extrema, que más que servir de contrapunto a la obsesión de la madre por encontrarla, se vuelve una distracción y limitación para el espectador. Sabemos que en el fantástico, para que la fantasía tenga éxito, debemos empatizar con las emociones de los personajes, deben ser vívidos, creíbles, más allá de lo que suceda a su alrededor. Si tenemos en frente una película de terror sobrenatural e inverosímil como esta, al menos hay que saber darle emociones legítimas a sus personajes. Acá el peso recae en la protagonista, que se calza literalmente la película al hombro y es la única que sabe cómo hacer que su personaje tenga una mínima pizca de credibilidad. El resto de la familia parece no encajar, menos el pequeño y, como ya mencioné, el padre: estos dos no hacen mucho en el relato, por lo que su existencia pone en duda si la película hubiera funcionado mucho mejor con las protagonistas mujeres únicamente. En fin, película pasatista, que no aburre, pero que recoge, apelotona y luego regurgita miles de lugares comunes. Ah, el final se advierte a mitad de la película, por lo que su efectividad es menor que la de Sexto sentido después de haberla visto quince veces.
Imágenes paganas. Los Woods son una familia tipo que se mudan a una mansión a empezar de cero, el problema comienza cuando en su nuevo hogar la hija del matrimonio desaparece. ¿Previsible? Si, bastante, si bien no tenemos una premisa relativamente nueva sí tenemos un relato que parecía ser escrito por un principiante donde en los primeros minutos aparece el conflicto general entre esa familia hasta llegar al conflicto global que los va a ayudar a unirse como tal. Si algo que me atrapó fue la presencia de entidades paganas que no es habitual verlas en el género y es un soplo de aire fresco, pero después no es más de lo que hayamos visto antes. Reconozco que el filme es ameno, tenemos personajes femeninos fuertes que en los tiempos que corren parece ser el estandarte (aunque en el género tenemos grandes antecedentes donde no tenían que rendirle cuentas a ningún público en particular). Hay una dosis justa de acción y suspenso, pero a la hora de analizarla ahí falla bastante con algunos traspiés en el guión pero… ¿qué filme no lo tiene? Aun así, The cellar o Escalera al infierno tiene la duración justa que para poner de fondo o matar el tiempo no viene mal.
Terror sobrenatural con Elisha Cuthbert Un nuevo largometraje de terror sobre casas encantadas se presenta. ¿Será una oportunidad para nuevas ideas de una historia ya contada? Escalera al infierno (The Cellar, 2022) llega a la gran pantalla con el objetivo de que un sótano misterioso sea el culpable de nuestras pesadillas. Una familia se muda a su nuevo hogar y, al encontrarse con una extraña habitación, nada en sus vidas volverá a ser como antes. Keira y Brian son una joven pareja con dos hijos adolescentes, Ellie y Steven. Los vínculos entre cada miembro de la familia son los verdaderos protagonistas. Frágiles, desgastados, desinteresados y, por momentos, incoherentes, cada acción familiar se victimiza para excusarse. Si bien hay una obra de terror que no exagera a la hora de aprovecharse de sus recursos (jump scare, la música y la fotografía), a medida que transcurre, el relato resulta diminuto y sin fuerza. Elisha Cuthbert, aquella actriz que vimos de joven en La chica de al lado (The girl next door, 2004) o en la serie 24 (2001-2010), regresa a los reflectores en la piel de Keira. Por otro lado, Eoin Macken (Resident Evil: capítulo final) toma el rol protagónico masculino. Si bien el reparto no tiene la culpa de lo trillado, cada escena que tiene a ambos en escena exponen nerviosismo y desconocimiento. Tal vez, intencionalmente, buscan molestarnos, pero esto se contrapone al usar la oscuridad interpersonal como la piedra en el zapato de una historia paranormal. Combinando distintos elementos del género del terror como lo son los monstruos, el infierno, los fantasmas y las casas encantadas, Escalera al infierno sufre si debemos analizarla técnicamente. Problemas de iluminación, encuadre y ritmo se atraviesan y nos alejan de la película. Ahora bien, si apartamos un poco el ojo y celebramos la construcción de la atmósfera, esta obra podrá estresarnos gracias a su densidad e inconexión. Poco original pero tenso, estamos en presencia de un relato de horror que consigue ser tradicional e inmersivo. Sin embargo, al quitarle el velo, resulta poco potente y vacío. Un plan que los amantes del terror podrán tomar, pero que los dejará en la mitad de los escalones disponibles.
Aunque no es perfecta y falla en su narración del acto final, la actuación de Cuthbert, algunos sustos y la abrumadora sensación de pavor que la película crea de manera eficiente, hacen de Escalera al Infierno un exponente clásico del género que no defrauda y dejará satisfechos a los fanáticos del terror convencional.
El irlandés Brendan Muldowney nos trae su cuarta película como director, que curiosamente está basada en un cortometraje titulado «The Ten Steps», el cual dirigió en 2004 y que tuvo un buen andar por festivales. El film que aborda la tan poblada temática de casas embrujadas, se centra en Keira Woods (Elisha Cuthbert), quien junto a su esposo y sus dos hijos se mudan a una enorme y misteriosa casa. Su hija mayor, Ellie (Abby Fitz), está molesta por la decisión que tomaron sus padres de cambiar de ciudad por trabajo, ya que la adolescente tuvo que dejar atrás un noviazgo y a todos sus amigos. Un día, mientras Ellie cuida a su hermano menor, desaparece misteriosamente del sótano de la nueva vivienda. Keira pronto descubre que alguna especie de entidad antigua y poderosa posee al hogar y deberá enfrentarla si desea recuperar a su hija y salvar al resto de su familia. Como bien mencionamos, películas sobre casas embrujadas, entidades malignas que rodean a familias que recién se mudan y otras tantas derivaciones de lo mismo, hay en enormes cantidades. Desde clásicos como «House on Haunted Hill» (1959) de William Castle hasta versiones basadas en hechos reales tal como «The Amityville Horror» (1979) y varios relatos entretenidos y escalofriantes por igual como «Poltergeist» (1982) y las más modernas pertenecientes a la saga de «The Conjuring» (2013) de James Wan. El terror tiene diversos ejemplos buenos y malos de cómo llevar este concepto sencillo hacia lugares interesantes que siguen atrayendo al público a pesar de su familiaridad. «The Cellar» (título original de la película) probablemente pertenezca al grupo de propuestas más genéricas y simplonas de estos numerosos intentos. Si bien la película cuenta con algunos elementos atractivos que le dan cierta distinción (como pueden ser todo el trasfondo matemático, los seres mitológicos y otras cuestiones), lo que falla es la forma en la que está narrada la historia y en cómo se van desarrollando los acontecimientos. El relato parece ir aglutinando una serie de lugares comunes y convenciones que ya vimos infinidad de veces y en mejores formas. La desaparición de la niña, la investigación de la madre, el peligro latente y los jumpscares en la casa mientras la entidad acecha al hermano menor y el giro del final hacen que uno se vea venir cada secuencia que le sucede a la que estamos viendo. Lo que más le podemos destacar a la película es el compromiso interpretativo de Cuthbert que hace un buen trabajo como la madre desesperada que busca salvar a su hija, prácticamente el único personaje que se destaca y que está bien escrito, ya que los secundarios por momentos brillan por su ausencia o cumplen una función muy precaria en la trama y/o subtramas. «Escalera al Infierno» es un film que, a pesar de algunas buenas ideas, no logra despegar nunca y cuando lo hace incurre en una sucesión de convencionalidades que terminan tornando al relato en algo regular y predecible.
Un clásico del cine de terror, la familia que se muda a la nueva casa. En este caso no pasa ni una escena antes de que sepamos que las cosas no están bien. La hija de Keira Woods desaparece misteriosamente en el sótano de su nueva casa. Pronto descubre que hay una entidad antigua y poderosa que controla su hogar a la que tendrá que enfrentarse o arriesgarse a perder el alma de su familia para siempre. Con su marido incrédulo y su hijo inocente, intentarán rescatar a la joven desaparecida. Escalera al infierno (The Cellar, Estados Unidos, 2022) tiene un comienzo elegante y bien narrado, lo que predispone bien para seguir la historia aunque se vea bastante repetida. Pero cuando llega la resolución final le propone al espectador un cambio de lógica que lo obliga a entrar en otros códigos estéticos. Esto, necesariamente, agota el crédito ganado al comienzo y termina jugándole en contra. Es muy decepcionante el final como para dejar una buena impresión en el total. Otro film de terror para el arcón de los films olvidables.
Cuarto largometraje de Brendan Muldowney, cineasta británico que viene con cierto rodaje en el género en los últimos años y que, luego de trabajar para el streaming, regresa a las fuentes a probar una versión extendida del corto que le diera reconocimiento y prestigio: «The ten steps» (puede verse online aquí: https://www.youtube.com/watch?v=XpURRW80LnM ). En dicha propuesta, él explora cuestiones en torno a una presencia demoníaca en una casona, tema habitual de este tipo de cine y que a priori se ve complejo para presentar algo novedoso. La historia detrás de «The cellar» es bastante simple. Un matrimonio de publicistas compra una casa enorme en las afueras de la ciudad. Lleva a sus dos hijos allí, y ya en la primera noche algo sucede y una adolescente desaparece en circunstancias extrañas. Si bien es cierto que ella era una chica con problemas, la forma en que se desvaneció y el lugar donde sucedió, llama la atención a la madre, Keira (Elisha Cuthbert) quien comienza a sospechar que hay algo encerrado en la casa, y no es un gato precisamente… Al parecer, los antiguos dueños de la casa eran gente preparada que ya había tenido algún temita con símbolos demoníacos y portales… Bueno, se imaginan, ¿no? La cinta posee buenos recursos técnicos, aunque el guión parece escaso de ideas. La construcción de la trama es consistente, y los sustos van dejando un sabor extraño: hay cierta frialdad pero son efectivos. Aunque si bien es cierto que el recorrido va anticipando un climax fuerte, mucha de esa expectativa termina siendo infructuosa, porque el cierre es livianito y creo que podría haber sido trabajado más. Cuthbert despliega sus recursos para su rol y es perfectamente consciente de que la suerte del film depende de su tarea. Muldowney podría haberse alejado de los cánones clásicos pero elige jugar con el manual y eso le va quitando sorpresa al tema. «Escalera al infierno» es un film que sólo conformará a los fans del género, tal vez una oportunidad perdida de este director por consolidarse como una figura en ascenso dentro de su medio.
LA ENCANTADORA FÓRMULA DE MULDOWNEY En Escalera al infierno encontramos aún otro caso de traducción de títulos que eliminan cualquier rastro de sutileza que podía tener el nombre de la película originalmente. The cellar, cuyo significado en español es simplemente El sótano, narra un relato clásico de terror sobrenatural y, aunque introduzca algunos adornos en el guion para diferenciarse del océano de producciones similares que se estrenan cada año, respeta casi a rajatabla la mayoría de los momentos de este tipo de largometrajes. Desde la premisa ya queda clara la filiación: la hija de la protagonista desaparece misteriosamente en el sótano de la casa, en donde acecha una fuerza sobrenatural y oscura. El guion agrega un elemento externo: vincula el verosímil de los sucesos fantásticos a una serie de conceptos relacionados a fórmulas matemáticas, la alquimia, el ocultismo, el satanismo y la interdimensionalidad. Sonará todo esto, algo rebuscado para una película, como decimos, tradicional en su planteo. Hasta cierto punto lo es. Pero no deja de resultar interesante ver cómo la trama intenta introducir estas cuestiones en la forma de un enigma que los personajes deben resolver. Las referencias a otros tipos de conocimiento y poder anclados a un folklore que remite a edades pasadas es un instrumento fiable en la construcción de mundo, si lo que se quiere es establecer la presencia de un mal antiguo. Sin embargo, este palabrerío tal vez suene grandilocuente para lo que termina realmente mostrándonos Escalera al infierno que, cuando debe armar el rompecabezas, desplegar ese mythos en su narrativa, no lo hace de forma descollante. A pesar de todo esto, o un poco a causa de ello, la película de Brendan Muldowney resulta honesta y, aunque pueda sonar mal, hasta simpática. A diferencia de otras obras del estilo que no hacen más que yuxtaponer una serie de artificios envejecidos y echar mano de tramas de manual, Escalera al infierno intenta introducirnos, mediante sus planos, su trasfondo y algunas decisiones de producción dignas de festejarse, a un universo propio. Pero, lo que es más importante, lo hace desde una actitud lúdica, sincera, lo cual se refleja sobre todo en un final (disculpen el término poco adecuado) más que encantador.
The Cellar es un un filme de terror que tiene varios momento que realmente asusta y mantiene la tensión durante todo el filme. En el link la crítica escrita completa y la crítica radial completa, más informal, en versión de audio o de video, en los reproductores de audio solo de Spotify, o de YouTube con video. Escalera Al Infierno es una de las mejores películas de terror del año, es una película que mantiene el suspenso y la tensión durante todo el metraje, y que además cuenta con varios elementos donde el público se puede asustar y saltar de la butaca; lo cual no es poco. la historia transcurre en una casa misteriosa donde se han mudado unos personajes que constituyen una familia, pero suceden cosas raras en ella, especialmente en un cuarto llamado “The Cellar” en inglés, que es lo que le da el título original al filme, y es como una especie de sótano dónde puede que los personajes al bajar encuentren cosas raras y sobrenaturales. cuando uno de los personajes qué es una joven adolescente hija de la familia se queda atrapada en ese lugar, pero como en otra dimensión, el resto de la familia comenzará una búsqueda, y tratará de ver cómo poder recuperarla, pero esto a su vez se ve complicado por el hecho de que no saben realmente qué pasó con ella, no saben que se la ha tragado de forma sobrenatural ese lugar, ni tampoco saben qué es lo que hay ahí del otro lado. Gran parte de la emoción de la película es ver esos misterios en tiempo real y tratar de resolverlos, de ahí que es mejor no especificar más de la trama; lo que sí se puede decir, es que sin ser una película absolutamente original, ni tener una gran profundidad, sí mantiene la emoción durante todo el metraje; funciona bien para mantener en vilo al espectador y tiene algunos remates de escenas qué son muy buenos; además, tiene un final qué es realmente muy interesante, cuándo es un lugar común que muchos filmes de terror arruinen lo que vienen construyendo en el final; sobre todo, porque suele haber un dilema en cuánto a la forma de terminar una película de terror, ya que si el mal que acecha los protagonistas finaliza de alguna forma, esto baja el miedo residual al espectador al salir del cine; porque ha visto el fin de ese mal que acecha, y no le va a tener miedo a ese mal cuando vaya a su casa y apague la luz; pero si en cambio, ese mal prevalece, es posible que los protagonistas terminen muertos, o vencidos; y eso genere un desagrado en el espectador; y ese es un dilema muy común que padecen casi todos los filmes de terror, algunos de los cuales lo resuelven como que el mal fue vencido de alguna forma, pero en el último momento vuelve de alguna otra. En este caso no vamos a contar cómo se resuelve, pero si podemos decir que, si lo hace de forma interesante, inesperada, creativa, y qué tiene lógica con el resto del argumento; y eso no es poco en un género dónde muchas veces se hacen esas películas solo para hacer dinero y matar adolescentes estúpidos genéricos que no nos importan. En cambio, aquí hay personajes que nos importan y hay un guion que si le importó al quien lo escribió, qué sirve para la base de una buena dirección, y así emocionar al espectador. Quizás lo que más le falte al filme sea trascendencia, no se siente como un filme que una vaya a recordar luego de varios años, como pasó con el conjuro, o el Exorcista, o tantos clásicos del género, aun así, recomendada para los amantes del terror. Cristian Olcina