Roberto y Sonia son un matrimonio en crisis. En un día que debe ser de festejo, ella decide separarse. Comienza la pelea para dividir los bienes, pero un evento inesperado los reúne momentáneamente, lo que puede generar una reconciliación o un desastre de mayores proporciones. La película anterior de Sabrina Farji era un documental llamado Desmadre: fragmentos de una relación (2019). Vale la pena mencionarlo porque era muy gracioso, con muchos más momentos hilarantes que la comedia que estrena hoy. No hay nada que cause gracia en este caso, desde la escena inicial todo se ve falso, distante, con un timing imposible y con situaciones que delatan el armado. Es como si se viera el decorado, la orden de acción, las posiciones de los actores, elegidas por la directora. Felicitamos que hayan conseguido que la provincia de La Rioja se vea tan linda y digna de ser visitada, pero esta comedia no lo es. Es raro que alguien que pueda dirigir un documental con un gran sentido del humor no logre dar en la tecla cuando se trata de una comedia. Todo se ve como las películas argentinas de los noventa, donde todo se veía con una ausencia total de autenticidad. Las fórmulas podrán dar resultado en la teoría, pero en la realidad es muy distinto.
Una película con muchos aciertos que apunta al cine popular bien hecho que realizo la dúctil Sabrina Farji que escribió un guión inteligente con Daniel Guebel hecho sobre temas muy actuales donde las posiciones de machismos y feminismos, deconstrucciones, fidelidades, matrimonios para toda la vida, convivencia, parejas abiertas, utilización de las redes sociales para generar escándalos, se ponen al descubierto en un interesante entramado. Ya desde el vamos el debut como el galán menos pensado de Roberto Moldavsky que suple sus limitaciones como actor con un particular encanto y desenfado, ganados en sus exitazos teatrales, lo convierten en un personaje que suma risas, gracia y ternuras. A su lado un elenco de excepción donde brillan Jorgelina Aruzzi , Campi, Liz Solari, Celina Font entre otros. El tono jocoso de la película se logra con los dardos certeros a las convenciones y estereotipos, y a las convicciones que comienzan con angustia y luego se expresan libremente. Un género popular que fue muchas veces bastardeado en estereotipos y chistes fáciesl, encuentra aquí una comedia lograda, reidera, entretenida y para no perderla.
El amor después del amor según Sabrina Farji Con una impronta televisiva, pero apoyada en el talento y oficio de Roberto Moldavsky y Jorgelina Aruzzi, Farji se anima a la comedia. La directora de Trópico (2020) desliza, además, elementos que dialogan con el paradigma de género actual, debates sobre el rol de la mujer y disidencias en la sociedad, sin producir un panfleto y con la clara intención de entretener al espectador. Hay algo con la comedia popular argentina, que hace varios años, por no decir décadas y sonar alarmista, que no puede dialogar libremente con el público desde una posición mucho más cercana a él. Así, hemos visto proliferar producciones en donde la holgada posición económica de sus personajes, a los que se los pinta sin mucho mas que una presentación express, impiden esa necesaria empatía para avanzar con el acompañamiento de la historia. Comedia de clase y no comedia de clases, como los célebres hacedores del cine argentino de la época dorada sabían hacer. Ex Casados (2021) logra por momentos salirse de los esquemas que esa industrialización del cine, que apunta a la taquilla y nada más, busca ofrecer un diálogo inteligente con temas de agenda y el debate de la nueva ola feminista. Roberto, encarnado por el cómico Roberto Moldavsky, cuenta con rasgos misóginos y que cree que la emancipación de las mujeres, o como en este caso, de su compañera interpretada por Jorgelina Aruzzi, es solo una cuestión de histeria momentánea. Farji se vale de una estructura clásica para reforzar algunos elementos que, contextualizada en escenarios cosmopolitas y for export, terminan resintiendo sus intenciones de lograr una comedia que atraviese varias clases. Al avanzar en la historia se introducen nuevos temas que se han debatido popularmente como el poliamor, las parejas abiertas, etcétera, que no hacen otra cosa que delinear un espectador ideal para esta propuesta, que, sumado a la potente interpretación de Aruzzi (desopilante), como también la de algunos secundarios (Campi, Celina Font), conforman el seleccionado para que el juego en la cancha sea diferente. Dentro de los actores hay que mencionar a Liz Solari, recurrente en la obra de Farji y que se suma en un rol que muestra un costado desfachatado y desprejuiciado como actriz, y que en el conjunto, con los anteriormente mencionados, hacen que a la hora que el gag y el punchline aparezcan, como también el insulto, presente como herramienta de impacto todo el tiempo. Tal vez en el encorsetamiento y rigidez de Moldavsky, debutando como actor con un guion ajeno a los de sus clásicos espectáculos, debilitan el ida y vuelta necesario para que Sonia y Roberto desplieguen un verosímil necesario. Pero, así y todo, en la decisión de recuperar la comedia de parejas -o de parejas en vías de dejar de serlo- , hay un interés por hacer cine para el gran público, con inteligencia y lucidez.
Sonia (Jorgelina Aruzzi) y Roberto (Roberto Moldavsky) son un matrimonio en descomposición. Roberto, un exitoso publicista y director cinematográfico es la encarnación de casi todo lo que las corrientes feministas repudian: es machista, soberbio, sobrador, adúltero, mentiroso y vano. En su relación con su esposa de manera continua la desdeña, desvaloriza su trabajo de fotógrafa profesional tratándola como una amateur, la crítica por cualquier nimiedad y la culpabiliza de todos sus problemas. Sonia no se queda atrás en su airada reacción, harta de un comportamiento que se arrastra desde hace años y que hace que a esta altura el vínculo ya no pueda sostenerse. El permanente combate verbal entre ambos tiene un fin previsible y seguramente el más saludable: la separación. Un par de años después, en plena negociación para la separación de bienes, Roberto sufre un accidente del cual Sonia es en buena parte responsable. En su convalecencia Roberto necesita quien lo cuide y será paradójicamente su ex quien tenga que hacerse cargo de la tarea, forzando una nueva convivencia. Este escenario desata una serie de situaciones incómodas y explosivas y es la oportunidad para seguir renovando el conflicto pero también para que resurjan otros sentimientos. Dentro de una filmografía bastante ecléctica que incluye entre otras muestras Desmadre, fragmentos de una relación (2017) un interesante y muy fresco documental en primera persona, Ex casados es de alguna manera un regreso de Sabrina Farji a la comedia romántica en la que había incursionado en su primer largometraje Cuando ella saltó (2007) ahora con protagonistas de más edad, de otra clase y con una apuesta estética diferente. Roberto y Sonia son un matrimonio de mediana edad (aunque a esta altura el término mediana edad debería revisarse), de clase acomodada, que viven en un lujoso departamento, van a exclusivos restaurantes y en la separación de bienes tienen para dividir unas cuantas propiedades entre las que se cuentan la Productora que él comparte con su socio y unos viñedos que ambos poseen en La Rioja y que van terminar visitando en el último tramo de la película como para que esta se de en un entorno idílico. Este deambular de los protagonistas del film por ambientes lujosos y presuntamente sofisticados y al final una incursión en el paisajismo turístico, le dan al film una impronta publicitaria que puede ser coherente con la profesión de Roberto, pero que también lo vuelve más artificial y lo emparentan con un tipo de comedia romántica convencional, de una estética demasiado transitada que le debe más a la televisión y a un cine de hace dos o tres décadas. Eso no quiere decir que como comedia Ex casados no funcione. El film se deja ver con cierta gracia y liviandad, los diálogos escritos por Farji y Daniel Guebel son filosos e ingeniosos y el reparto hace lo suyo con efectividad. Se trata, eso sí, de una comedia romántica de manual, sin riesgo y con unos cuantos elementos reconocibles y repetidos como para entrar en la categoría de clichés: Al separarse Roberto se pone de novio con una actriz joven y frívola mientras Sonia hace lo propio con el abogado que le lleva la causa de los bienes y que también es más joven que ella, los personajes son en su mayoría unidimensionales, de lo cual la actriz superficial interpretada por Liz Solari todo el tiempo enganchada a las redes sociales y al exhibicionismo mediático es el ejemplo más evidente. Y no, no se trata de un comentario irónico sobre los lugares comunes del género, son lugares comunes nomas. La ironía está ausente. Este tratamiento no haría tanto ruido sino fuera porque además contrasta con otras intenciones para el film que pretenden hacerlo entrar en un contexto contemporáneo, incluyendo las corrientes de empoderamiento femenino y el cuestionamiento de una masculinidad tóxica que el relato explicita. Roberto es un macho de los de antes (un machirulo para el caso), que desvaloriza a las mujeres a quien ve como objetos de su satisfacción personal hasta que Sonia se harta de él y se libra de su opresión y destrato. En algún momento, viendo que su comportamiento no le ha traído muchos beneficios, Roberto pretenderá deconstruirse, aunque no sepa ni cómo eso se pronuncia. Pero esta inclusión en el film de elementos contemporáneos es solo declarada. Su modernidad es temática pero en un planteo añejo tirando a rancio. Ahí está su paradoja, en lo temático quiere ser actual, en lo formal atrasa. EX CASADOS Ex casados. Argentina, 2021. Dirección: Sabrina Farji. Intérpretes: Jorgelina Aruzzi, Roberto Moldavsky, Celina Font, Martín Campilongo, Michel Noher, Liz Solari, Gabriel Corrado. Guión: Sabrina Farji, Daniel Guebel. Fotografía: Hugo Colace. Música: Gustavo Pomeranec. Edición: Jimena Garcia Molt. Sonido: Mariana Delgado. Dirección de Arte: Augusto Latorraca. Producción Ejecutiva: Maria Vacas. Duración: 98 minutos.
La nueva película de Sabrina Farji (Cuando ella saltó, Eva y Lola) se sumerge directo en una discusión de pareja donde se subrayan los rasgos de los protagonistas de la misma: Sonia (Jorgelina Aruzzi, el punto fuerte del film) y Roberto (Roberto Moldavsky) conforman un matrimonio en el que ella se muestra hastiada por la misoginia y las infidelidades de su marido, quien a su vez está atravesando una crisis de mediana edad. Eventualmente, Sonia le pide el divorcio y se reencuentra con Roberto un año después para oficializar el trámite, que por diversas razones termina demorándose. Lo que podría haber sido una efectiva comedia de rematrimonio no es más que una sucesión de secuencias sin hilo conductor, con personajes secundarios que solo aparecen para hacer intervenciones humorísticas no demasiado novedosas, como la actriz que interpreta Liz Solari, un personaje repleto de clichés. De esta forma, Ex casados va perdiendo el eje y, para cuando llega el momento de la reconquista, cuesta involucrarse con el porvenir de la pareja. Aunque se trate de una película que pretende poner la lupa sobre los estereotipos, cuando los chistes de Moldavsky tapan un debate más profundo sobre la batalla de los sexos, el planteo maniqueo pone al film ante una encrucijada: explorar esas diferencias o rendirse ante lo superfluo. Ex casados se inclina por lo segundo y subestima así el poder de la comedia para adentrarse en terrenos más incómodos, espinosos e interesantes.
texto publicado en edición impresa.
Proponer una comedia con Roberto Moldavsky, el humorista que lidera las boleterías de los teatros pospandemia, parece una jugada lógica. Aprovechar la popularidad del especialista en chistes judíos para trasladarla a la pantalla, aunque el timing de la comedia sea otra cosa. Bajo la dirección de Sabrina Farji (Eva y Lola), Moldavsky es Roberto, un publicista misógino y bastante chapado a la antigua que lleva largo tiempo casado con Sonia (Jorgelina Aruzzi). Aunque ExCasados introduce la historia por el final de ese matrimonio, cuando ella, en plena fiesta de su cumpleaños, le anuncia que se separa. Pero cuando, un año después, intentan firmar los papeles de divorcio, el trámite se complica. De un chiste (de mal gusto) a otro, en situaciones que se acumulan sin ton ni son, lo que amaga con comedia de rematrimonio se pierde por el camino. Lo más llamativo es que es un camino pedregoso: un abanico de estereotipos y lugares comunes con olor rancio que remite a las comedias sexistas del cine argentino de hace décadas y se niega a dialogar con esta época. No hay ironía, sino diálogos de puteadas a los gritos en la peor tradición costumbrista local, de Esperando la Carroza a Caballos Salvajes. No hay una idea que sostenga una narrativa ni ingenio que alcance a desarrollarse. No hay acidez, sino burlas remanidas a, por ejemplo, las insoportable levedad de las jóvenes blancas de Instagram (con permiso Bo Burnham), como la que compone Liz Solari. Y así.
Roberto (Roberto Moldavsky en su debut cinematográfico) es un publicista exitoso y está casado con Sonia (Jorgelina Aruzzi) hace varios años. El paso del tiempo y los diferentes caracteres hicieron que la relación se desgaste, sobre todo para Sonia. La situación se sale de control en su festejo de cumpleaños, cuando al pedir los deseos correspondientes, explota por el constante "chicaneo" machista y misógino de su marido. Al borde del llanto, Sonia le pide el divorcio a Roberto, decisión que arruina la fiesta y deja a los invitados sorprendidos. Luego de dos años, la firma del divorcio y división de bienes los encuentra a cada uno en una nueva vida: Roberto vive junto a Laura (Liz Solari) una modelo con aspiraciones de actriz y Sonia vive un romance con su abogado, Ernesto Quinteros (Michel Noher). Pero el destino o las vueltas de la vida hacen que a causa de un accidente, el ex-matrimonio se vea forzado, por circunstancias que no voy a develar, a convivir una vez más bajo el mismo techo. Y como el amor no distingue visiones distintas en cuanto a feminismo y machismo, la vida confronta a Roberto a deconstruirse, barajar y dar de nuevo. Aprender, ni más ni menos. Acompañan en sus vaivenes sus liberales amigos Diego Saban (Campi) y Ana (Celina Font), que aportan momentos divertidos a esta comedia romántica que muestra como nos vemos las mujeres y cómo nos ven los hombres. Dirigida por Sabrina Farji, también dueña de un guion inteligente que lleva su firma y la de Daniel Guebel, el film es un muy buen retrato de una sociedad que está en constante cambio y evolución. Filmada en Buenos Aires y en pintorescos paisajes de La Rioja, “Ex Casados” es una película divertida, donde lo van a pasar bien, con el plus de festejar un estreno nacional y en los cines, y eso merece nuestro apoyo.
hay matrimonios que terminan bien… otros duran toda la vida. Esta es la premisa de Ex Casados, un film de Sabrina Farji, el primero en reiniciar su rodaje luego de las suspensiones por el COVID-19, obteniendo exitoso resultado de ningún contagio al aplicar los más estrictos protocolos de seguridad sanitaria. En cuanto al argumento es el siguiente: Todo comienza con el cumpleaños de Sonia (Jorgelina Aruzzi), una fotógrafa profesional que vive junto a su pareja Roberto (Roberto Moldavsky en su debut cinematográfico), un productor audiovisual. Deciden festejarlo en un bar privado organizado por su socio Diego (Campi), su mujer Ana (Celina Font) y su amante Armando (Matias Desiderio). Sin embargo, las cosas no salen como lo planeado. Un año después, la situación matrimonial parece no tener retorno hasta que un accidente pone todo patas para arriba. Una segunda oportunidad parece surgir, pero no todo está dicho. Yendo a lo técnico, fue filmado entre Buenos Aires y La Rioja, provincia donde se completó la etapa final, aportándole paisajes naturales que enamoran y haciendo foco especial en la Ruta del Vino, dato relevante en la trama de la película. La música original de Gustavo Pomeranec, brinda una atmósfera clave para el género apuntado. Lo visual, entre el DF (Hugo Colace) y la postproducción a cargo de Maxi Pérez, ofrece una gama de colores fríos acorde al temperamento de los protagonistas, contraponiendo con la calidez de los exteriores. El montaje de Jimena García Molt otorga un ritmo fresco para disfrutar de cada momento a su justa medida. En cuanto a actuaciones hay que destacar las participaciones especiales de Liz Solari como Laura y Gabriel Corrado como el doctor Allerand, pero hay que reconocer que la dupla principal es quien se lleva todas las carcajadas, incluso hasta en las situaciones más insólitas en donde podremos sentirnos identificados. Producida por Zoelle, RGB Entertainment, Picasso Films y Telefe Contenidos, siendo distribuida por CDI Films, esta cinta de 95 minutos cuenta con el respaldo de la plataforma de Viacom CBS: Paramount Plus. Una comedia actual que, a pesar de ciertos latiguillos verbales, contiene un guión inteligente entre la directora y Daniel Guebel, cargado de humor desopilante y enmarcada en escenarios espectaculares.
En épocas de deconstrucción masculina y nuevos roles femeninos demoliendo las estructuras patriarcales, “EX CASADOS” dirigida por Sabrina Farji, se presenta como una receta de comedia que aporta su mirada de género y acorde a los tiempos que corren. Tanto en “Los Felices” como en “Desmadre”, sus dos trabajos documentales con rasgos de docu-ficción, Farji logra abordar las temáticas propias del universo femenino con algunas propuestas novedosas, las mismas que paradójicamente se encuentran completamente ausentes en sus ficciones (como la reciente “Trópico”) en las que pierde rápidamente el eje, además de tener luchar con guiones endebles y superficiales. En esta nueva película nos presenta al matrimonio de Sonia (Jorgelina Aruzzi) y Roberto (el debut cinematográfico y con un protagónico de Roberto Moldavsky) que se encuentran atravesando una fuerte crisis. Justo en su reunión de cumpleaños, en el momento de soplar las velitas y pedir los deseos, Sonia se rebela y sorprende más que con sus deseos, con sus ganas de separarse definitivamente de Roberto. Intentando poder dar cierre a los trámites de divorcio, la pareja se reencuentra después de un tiempo y por los mecanismos propios de la comedia de enredos, volverán a convivir, a pesar de que cada uno de ellos ya tiene nuevas parejas: ella sale con su abogado y él con la figura protagónica de su nueva película que comenzó un exitoso recorrido por festivales europeos. En el momento de su estreno, “Corazón loco” el producto de la factoría Suar dirigido por Marcos Carnevale, cosechó duras críticas por reflejar a personajes de una clase media acomodada plagada de arquetipos machistas y seguir insistiendo en la idea de un macho bígamo que se cree “piola” por mantener dos familias sostenidas por mentiras permanentes, que, como argumento de una comedia disparatada, ya atrasa como mínimo veinte años. Lo que más sorprende de “EX CASADOS” es que dirigida por Farji era esperable un cristal diferente para tratar el tema de la pareja y los roles de cada uno en esta deconstrucción de los sexos. Sin embargo el Roberto de Moldavsky es un compendio de lugares comunes, cosificando a la mujer en cada uno de sus diálogos y la Sonia de Aruzzi (una muy buena comediante absolutamente desperdiciada) es una catarata de palabrotas, una tras otra sin solución de continuidad como si una mujer de “avanzada” se sostuviese en base a insultos y puteadas. Las bajadas de línea sobre el machismo y el patriarcado son tan obvias y subrayadas como el tema del cigarrillo y ser fumadores pasivos o la mujer objeto en el mundo de la publicidad. Todo muy remarcado como si al espectador hubiese que advertirle que en ese momento el guion intenta decir algo importante. Sumado a que los diálogos parecen escritos por los hermanos Sofovich en el punto máximo de su carrera y que hay unos cuantos pasos de comedia sostenidos desde lo escatológico, la mayoría de las situaciones que plantea el guion tiene resoluciones completamente inverosímiles y seguramente el hecho de haber filmado en pandemia hizo que algunas decisiones de producción lastimasen más todavía el resultado general del producto: los decorados no sólo suenan artificiales sino que es imposible que la sala de espera de un sanatorio luzca idéntica a la de un consultorio médico de un ambiente o que el médico que encarna Gabriel Corrado aparezca de la nada como si hubiesen llamado a un delivery que toca timbre a los pocos minutos. Alguna idea del poliamor con la que se coquetea en las primeras escenas queda completamente diluida frente a la imposibilidad de sostenerla a lo largo de la historia y una resolución absolutamente convencional –previo paso por los viñedos de La Rioja que dan el toque de infaltable spot turístico de este tipo de producciones-, tira por tierra cualquier intento de actualidad y las intenciones de marcar la diferencia frente a una propuesta dirigida por una mujer. Fallida por todas estas razones “EX CASADOS” sólo tiene algunos momentos de sonrisa a cargo de Campi (siempre correcto y con el timing para la comedia que salva más de una situación) y con algún momento de humor autoreferencial a cargo de Liz Solari. Y no mucho más que eso.
EL FONDO DE OLLA DE LA COMEDIA POPULAR ARGENTINA La relación entre la comedia popular argentina y el cine es traumática, desde siempre (aunque en el período clásico hay grandes exponentes del género) pero muy especialmente a partir de los 90’s, cuando los canales de televisión se convirtieron desde la producción en la base del diseño de las películas. A excepción de un par de nombres (que incluso comenzaron en la tele), Argentina no tiene figuras convocantes en el género que provengan exclusivamente del cine y lo que vemos es un pasaje de artistas televisivos que lo intentan con mayor o menor suerte. Se podrá decir que la cantera del Saturday Night Live! es la que ha alimentado la comedia norteamericana de las últimas cuatro décadas, pero sería injusto simplificar esas comedias con el rasgo de televisivas. Allí encontramos cuestiones autorales e intérpretes que han ido sofisticando su estilo hasta convivir felizmente con la gran pantalla y la experiencia cinematográfica. La comedia argentina mainstream actual (hay ejemplos de gran comedia, pero navegan en aguas más independientes) no solo se vale de actores y actrices de la televisión, sino que además los empaca en diseños de películas que utilizan la misma ecuación de la producción televisiva, en planos y contraplanos sin mayor vuelo formal, repletas de secundarios a cargo de figuras de la tele que replican un universo ad hoc solo asimilable para quien tenga horas de vuelo en la pantalla chica vernácula. No es ni siquiera un problema de la aplicación del formato de sketch a la narración, sino más bien un universo de vuelo rasante, trazado por temáticas de duración efímera y resultados paupérrimos. Este año fue La panelista la que tuvo la intención de rellenar esa grieta con una comedia negra y autoconsciente, poseedora de una mirada desde el cine a cargo de un elenco televisivo, pero los resultados fueron absolutamente fallidos. En ese plan, Ex casados de Sabrina Farji luce más honesta con el formato. Intenta usufructuar la presencia del último humorista surgido de la tele, Roberto Moldavsky (aunque su éxito se dio primeramente en el monólogo teatral), y lo envuelve en una película sin mayor riesgo ni atractivo visual o formal. Es, en toda regla, una típica comedia Telefé: personajes y dilemas de clase media alta porteña, llenos de clichés para que disfrute la clase media que va al cine… en todo el país. En un mercado muy chico como el del cine argentino, Telefé siempre tuvo la virtud de conocer a su público y darle efectivamente lo que quiere. Eso no quita que sea un horror, pero en todo caso es lógico que suceda. “Es horrible, pero era previsible”, como decía Andrés Calamaro en uno de sus temas. De todos modos no deja de ser curioso que Telefé tenga aprendido el diseño de película que puede ofrecer para llegar a determinado público, pero que no sepa en todo caso qué hacer con las herramientas que cuenta. Es decir, tiene a Moldavsky como gancho de venta de entradas, su especialidad es el monólogo y las ocurrencias de buen observador de la vida cotidiana, pero no le construyen un personaje a su medida. Por el contrario, la película parece estar más al servicio de Jorgelina Aruzzi, otra comediante que mayormente ha brillado en tiras televisivas, quien termina llevando el peso de las acciones porque, además, es la que cuenta con recursos dramáticos como para hacerle frente a las emociones de su personaje. Y, sobre todo, porque en el camino de aprovechar el discurso feminista mal entendido (y construir personajes femeninos horrendos…. aunque en definitiva nadie se salva en esta película) lo que hay que hacer es deconstruir la comedia romántica para convertirla en otra cosa, algo que intente reflexionar sobre los vínculos entre hombres y mujeres. Ex casados se inscribe dentro del subgénero de comedias de rematrimonio y lo intenta entre una catarata de chistes viejos, una apuesta formal inexistente y actuaciones entre exageradas como la de Aruzzi o hieráticas como la de Moldavsky, que hace lo que puede y no es mucho. Podremos cuestionarle infinidad de cosas en su mirada sobre los géneros, pero Ex casados se deshace antes: no es cómica, no nos mueve un pelo y, por eso mismo, no nos incomoda. Ni siquiera tenemos que preguntarnos por qué nos reímos. Tal vez ese sea un logro: encontrar el fondo de olla de la comedia popular argentina.
Una comedia entretenida y previsible “Ex casados” es una comedia que entretiene gracias al carisma y la calidad interpretativa de Jorgelina Aruzzi y al logrado desempeño de Roberto Moldavsky quien, pese a debutar en el cine, no desentona en esta historia dirigida por Sabrina Farji. El problema de la película es que es previsible. Y da la sensación desde las primeras escenas que el final será color de rosa. Esto se debe a ciertos personajes estereotipados que, más allá de que por momentos son efectivos, le quitan matices a una historia de desgaste matrimonial, filmada con cuidada producción dentro de cierto convencionalismo del cine de la industria. Sonia y Roberto son una pareja que tiene naturalizada la convivencia entre un marido machirulo y exitoso con una mujer ninguneada. Hasta que Sonia patea el tablero y anuncia que se quiere separar en medio de su propia fiesta de cumpleaños. A partir de ahí empieza la batalla, también muy subrayada. La historia salta en el tiempo y ella se enamora de un abogado más joven y de México (Michel Noher) y él con una actriz súper top (Liz Solari), a quien dirigirá en su película que promete ser exitosa. Pero en el momento de mayor enfrentamiento, Sonia atropella con el auto a Roberto y deberá cuidarlo en su rehabilitación un poco por culpa, otro poco porque la actriz de moda tiene obligaciones “profesionales”, y otro poco porque el amor es más fuerte. Quizá allí está la bandera que levanta la directora con mayor vehemencia, y es válida. Porque más allá de cierta proclama feminista y la conversión de un machista furioso, “Ex casados” sostiene que el amor de una pareja, cuando está cimentado en un vínculo sólido, no se desintegra en la primera tormenta.