Ser adolescente en la provincia Ser adolescente en Zapala, Neuquén, no es lo mismo que si se viviera en Buenos Aires y eso queda muy claramente expuesto por Alexis Dos Santos, en su opera prima que se estrena con varios años de atraso. "Glue" despierta interés por muy distintos motivos. En principio por el tratamiento del tema, por su acertada mirada en saber deslizarse por ese universo tan enigmático, incierto y de dudas, como es la adolescencia. Luego porque permite el encuentro con tres actores que después de 2006, han ido construyendo una carrera artística en contínuo crecimiento, como ocurre con Nahuel Pérez Biscayart, Inés Efrón y Nahuel Viale. Lo que expone Alexis Dos Santos, que rodó su filme en escenarios en los que él mismo pasó su infancia, es la historia de tres adolescentes que viven en una ciudad pequeña, de grandes y abiertos espacios, en los que la mayoría se conoce. A la vez le permite mimetizar paisajes solitarios, con climas, con estados de ánimo, con una libertad que por momentos muestran estos adolescentes, que si vivieran en una gran ciudad, sería muy distinto. UN PEGAMENTO En "Glue" que alude a un pegamento que se usa en la construcción de viviendas, sus tres protagonistas van despertando a la vida y a los cambios que se van manifestando en sus cuerpos, sin prejuicios, a la vez que descubren nuevas sensaciones en compañía de los otros, llámese un amigo o una amiga. El rock, la droga, las familias disfuncionales, los padres separados, hacen que estos chicos se vean obligados a intentar responderse ellos mismos las numerosas dudas que los afectan, o modifican. El sentir la contínua sensación de "no lugar" en el mundo que se habita es algo que el filme transmite con muy buenos recursos narrativos y eso puede observarse en adultos y en jóvenes. La utilización de recursos cinematográficos como la cámara en mano, o la filmación en super 8, de determinados pensamientos que se transmiten con voz en off, de los protagonistas, agilizan la historia a contar, que se apoya en las tres excelentes interpretaciones de Nahuel Pérez Biscayart, Nahuel Viale e Inés Efrón.
Experimentación adolescente Ganador de la Competencia Argentina en el BAFICI 2006, Glue (2006) es un film experimental sobre la exploración adolescente que hace eje en el cuerpo de sus protagonistas. Dirigida y escrita por Alexis Dos Santos, la película podrá verse en el Malba. El cuerpo es la evidencia de los grandes cambios que la llegada de la adolescencia produce en nosotros. La necesidad de comprender los cambios físicos, nos lleva a lidiar con el deseo. Este es el camino que emprenden los personajes de la película casi sin proponérselo. Saldrán en la búsqueda de respuestas mediante la exploración, como si recorrieran el mundo por primera vez. El cuerpo es el eje del relato y a través de él, Lucas (Nahuel Perez Biscayart), Andrea (Inés Efron) y Nacho (Nahuel Viale) viven sus experiencias. Glue es un relato sobre la adolescencia. Pero, a diferencia de Nadar Solo (2003), la adolescencia no está enfocada como un lugar a la espera de respuestas. Aquí los personajes salen a buscarlas. Si bien en Nadar Solo predominaban los planos estáticos que producían desorientación tanto en el protagonista como en los espectadores; en Glue la cámara en mano reproduce la explosión y violencia de los grandes cambios experimentados por los protagonistas en su despertar sexual. La construcción del relato también es una exploración del lenguaje cinematográfico en búsqueda de nuevas maneras de narrar. Hay momentos con diferente tratamiento de la imagen. Las escenas filmadas en 16 mm acompañadas de música rock and roll (siempre en inglés, porque no importa tanto lo que dice sino la sensación producida en los chicos) marcan la explosión interior en ellos, como si estuvieran lidiando con su interior y el exterior. Hay dos narradores. Si bien queda claro que Lucas es el protagonista, Andrea por momentos toma las riendas de la narración, para dejar en claro que dicho proceso adolescente extiende las fronteras de género (masculino / femenino). La película de Alexis Dos Santos, también contrapone dos mundos claros: el de los adolescentes y el de los adultos. La focalización siempre se encuentra del lado de los chicos mientras que los adultos son vistos desde afuera. Algunas veces hasta literalmente, como la pelea entre padres a través de la ventana. La frontera entre ambos mundos se irá acortando hacia el final del recorrido, con la perdida de prejuicios y el fin de la inocencia.
Ya de por sí, ser adolescente es un tema. Y más para Lucas (Nahuel Pérez Biscayart): vive en un pueblito de la Patagonia donde nunca ocurre nada fuera de lo común. Para calmar la monotonía, canta en una banda de rock, da vueltas con Nacho (Nahuel Viale), su mejor amigo; se masturba, y hace amistad con Andrea (Inés Efrón), que está tan aburrida como ellos. Los tres se las arreglarán para pasarla bien pese a los problemas familiares y al calor del verano. Presentada en la edición 2006 del Bafici (donde ganó el Premio a la Mejor Película de la Competencia Nacional, el Premio del FEISAL y e Premio del Público), Glue: Historia Adolescente en Medio de la Nada nos muestra una visión personal de esa etapa tan compleja de nuestras vidas. Es cierto que abundan las películas independientes sobre jóvenes apáticos. Generalmente, los directores de estos films llevan a sus personajes por el lado de la más cruda autodestrucción: sexo duro, alcohol, drogas, violencia, muerte. Larry Clark es el ejemplo más notorio. Si bien en Glue los protagonistas en determinada escena se ponen a aspirar pegamento mientras ven porno por televisión y luego beben alcohol de más, la ópera prima de Alexis Dos Santos es menos sensacionalistas y más real, inocente y tierna. Los protagonistas están en una etapa de autodescubrimiento. Comienzan a ver el mundo y a las personas de una manera más crítica, rompen reglas, sueñan con viajar —viajar a la Capital de Neuquen, lo más cercano en cuanto a ciudad—, buscan el amor. Ayuda la estética elegida por el director: cámara en mano y, para los pensamientos de los personajes, filmaciones en Super 8 milímetros (la película fue rodada en digital), acompañadas por voces en off, lo que le da un aire de ensoñación. Como complemento, una banda sonora a cargo de grupos de rock alternativo como Violent Femmes y Kimya Dawson. Nahuel Pérez Biscayart se consagra en el papel de Lucas. Su actuación es tan fresca y realista que no parece estar componiendo un personaje. Quiere peinarse con jopo, al estilo de una auténtica rockstar, debe aguantar las ideas y venidas de sus padres, y se siente atraído por Nacho y por Andrea. Y hablando de la chica, la por entonces debutante Inés Efrón ya comenzaba a demostrar que no le teme a los desafíos, ya que en algunas escenas aparece semidesnuda y protagoniza un momento de carácter onanista. Verónica Llinás y Héctor Díaz son los únicos actores más conocidos en ese momento y de los pocos adultos con peso en la trama, ya que interpretan a los padres de Lucas. Dos Santos realizó esta película cuando preparaba Unmade Beds, que se convirtió en su segundo opus y fue proyectado en el Festival de Cine de Mar del Plata de 2009. Ambos films comparten la preocupación por la cultura joven, los dramas familiares y el amor, por lo que ya queda clara la marca autoral del director. Teniendo en cuenta que Unmade Beds es una película aún más lograda, Dos Santos es un cineasta que está en constante crecimiento. Glue capta muy bien lo que es tener 16 años y vivir lejos de todo y soñar con más. Una obra que, como aquel hit de Nirvana, huele a espíritu adolescente.
La nada y la calentura adolescente El film fue exhibido en el Bafici 2006, entre otros festivales, pero se estrena recién ahora. Sus protagonistas son tres adolescentes que consumen el tiempo durante un verano en Zapala. Exhibida en los festivales de Rotterdam, Londres, Toronto y el Bafici (fue parte de la Selección Argentina en la edición 2006), ganadora de varios premios y estrenada recién ahora, cinco años más tarde, Glue tuvo una trayectoria tan sinuosa e inaprensible como la de su realizador, Alexis dos Santos. Nacido en Buenos Aires en 1974, Dos Santos se trasladó de chico con su familia a la Patagonia; de regreso a la Capital estudió arquitectura y actuación. Más tarde dirigió cortos, en Barcelona y en Londres, donde está radicado actualmente y donde un par de años atrás filmó su segundo largo, Unmade Beds. Glue –que en el Bafici se exhibió con el subtítulo Historia adolescente en medio de la nada– contó con la catalana Isabel Coixet (directora de Mi vida sin mí y La vida secreta de las palabras) como coproductora y el grupo folk–punk Violent Femmes como “inspirador”. Además, esta coproducción argentina y británica representó el debut de Inés Efron, antes de su consagración en películas como XXY y Amorosa soledad. Claro, nada de eso importaría mucho si Dos Santos no fuera un cineasta de verdadero talento, y Glue una película magnífica. No hay por qué darle a la “nada” del subtítulo original un sentido metafórico: la película transcurre en Zapala, y Zapala está al borde mismo del desierto patagónico. “Este verano tengo que coger sí o sí”, se dice a sí mismo Lucas (Nahuel Pérez Biscayart, el actor más icónico de su generación) mientras se pone los auriculares, en medio de esa nada. Escuchar música, escribir letras sobre rusos y rusas desnudos, andar en bici y masturbarse son las actividades que consumen el tiempo de Lucas en ese verano seco y horriblemente caluroso. “Nacho tiene muchos pelos en la axila, los míos son rubios y finitos”, piensa Lucas, que luce cabello en forma de cresta. Nacho (Nahuel Viale, protagonista de Ocio) es morocho, callado y suele trenzarse con Lucas en unas peleas cuerpo a cuerpo que más que peleas parecen polvos. De hecho, en la escena central de la película practicarán la famosa “cambiadita”, previa a un triángulo en el que interviene Andrea (Efron, con la sonrisa más grande que nunca). Si Lucas tiene que coger sí o sí, Andrea sueña con besos de lengua y labios muy carnosos. En medio de la nada, las fiestas y el sexo no parecen abundar. “Esta película fue improvisada por...”, dicen los títulos finales, antes de presentar los nombres del elenco. En Glue se zapa en Zapala, tanto en términos actorales como musicales. Lucas, Nacho y Andrea se encuentran, no saben qué decirse, se ríen nerviosamente. En una de las escenas más brutales de un cine argentino que no suele atreverse a ellas, la mamá de Lucas, Mecha (Verónica Llinás), se baja del auto como una tromba y se agarra de las mechas con una vecina, que le habría metido los cuernos con el marido. “¿Ya lo perdonaste?”, se queja Lucas, cuando se entera de que el papá (Héctor Díaz) va a venir de visita. “Tu papá es un inútil, no sirve para nada”, le dice Mecha a Flor, hermana de Lucas (Florencia Braier, vista luego en Upa! y Las hermanas L), cuando intenta armar una carpa que se les cae, durante un campamento de reconciliación familiar. Lo bueno es que se reconcilian, a la vez que se putean. Con el cine de Cassavetes y el de parte de la nouvelle vague como modelos bastante evidentes, Dos Santos no narra en continuidad sino de a saltos. En ocasiones entra a las escenas de golpe, agarrándolas empezadas. Como aquélla de Mecha y la vecina, y otra en la que unos chicos atacan a Lucas con bombitas, en medio del Carnaval más seco y desolado que se recuerde. Como más tarde en la igualmente magnífica Unmade Beds, la discontinuidad, la falta de raíces, el no saber dónde se está parado, son forma y tema. Lucas y Andrea se hacen preguntas en off, pasan de tomar la leche a tomarse todo en una fiesta, les quedan las manos pegoteadas de poxi-ran (gran escena, ésa en la que el padre le despega el pegamento de las manos a Lucas, sin un solo reproche), se sacan el aparato bucal y se dan tremendos besos de lengua, dan vueltas en redondo en la bici. Dos Santos acompaña esa inestabilidad con un gran trabajo de cámara en mano, que nunca cae en el exhibicionismo, haciendo del enfoque y desenfoque una suerte de centellograma adolescente (sólo los fragmentos en Súper 8, con mucho grano, no parecen justificados). Todas las escenas largas, narradas en planos secuencia, son memorables: la catfight de rubias, la improvisación porno que Lucas y Nacho hacen de un monito de peluche con una zanahoria, la reunión familiar sobre una cama matrimonial (muy La ciénaga, en verdad) y, sobre todo, ese triángulo final en un baño, en el que los actores parecen estar tan borrachos y calientes como sus personajes.
Recoleta, Zapala, Montevideo En cuanto a las películas de esta semana, no pienso ver la Harry Potter 7.51, no me interesa, casi que no lo entiendo (vi dos de las películas y hasta ahí llegó mi amor). Quiero recomendarles un estreno del Malba: la película argentina Glue, de Alexis Dos Santos, exhibida en el Bafici 2006. En el catálogo del festival de ese año escribí esto: “ ‘¿Vieron que cuando uno está con amigos se comporta distinto que cuando está con la familia?’ Ese es un diálogo crucial de Glue. Entre los amigos –un espacio de libertad y comodidad, pero también de riesgo– y la familia, zona de mucho mayor conflicto pero de cierta contención, transcurre el verano de Lucas (Nahuel Pérez Biscayart) en Zapala, Neuquén. Vista de manera fragmentaria, la ópera prima de Alexis Dos Santos ofrece momentos refulgentes, de llamativo realismo y abrumadora cercanía, como la pelea entre mujeres, los ensayos de la banda de rock o cualquier deambular en bicicleta. Pero Glue se ve mejor como una tonalidad, como una poética y cruda, tierna y feroz crónica adolescente, hecha con un amor y un ojo para el detalle inusuales. Tal vez en esa combinación productiva entre los detalles y el todo esté el secreto de las grandes películas sobre la adolescencia. Y Glue dice que tal vez en la oscilación constante entre la nada y la plenitud esté la clave de esos años en los que un joven es aún demasiado joven para ser joven.”
Publicada en la edición impresa de la revista.
Brújula adolescente mirando al sur Antes de que instagram se pusiera de moda entre los hipsters argentinos y las redes sociales explotaran a la vista de todos monitor mediante, una película removía el avispero del cine independiente con una historia de adolescentes alejados de cualquier vértigo 2.0 y apelando a una estética que apostaba por un pop retro inentendible para el gran público. Ese que seguía sin prestarle atención al Bafici. Fue hace seis años, nada más, nada menos, pero Glue en aquel entonces, entre quienes pudieron acceder por medio de las pocas proyecciones que tuvieron lugar, generó un interés que desgraciadamente no alcanzó a abarcar a los distribuidores, que la mantuvieron a raya hasta ahora, que finalmente logra acceder a la pantalla grande del circuito comercial. La historia que cuenta el realizador Alexis Dos Santos (que tiene en éste su único largo hasta el momento) gira en torno a un adolescente perdido en la inmensidad de su familia disfuncional y de sus propios miedos, inseguridades y fantasmas. Todo esto sobre el escenario de una Patagonia más árida que la de las bellas postales turísticas. Aquí el único turista es Lucas (Nahuel Pérez Biscayart), hijo de una mujer en plena explosión emocional por la infidelidad de su marido. El adolescente se recluye en su música, en el paupérrimo grupo punk del que es vocalista y en la áspera vida social que logra entrelazar con algún que otro amigo. Pero la gran protagonista del film, más alá de los méritos de un cast atractivo para la lente (por sus aristas pinchudas, por sus dobleces complejos) es la estética visual, que inunda de urgencia posmoderna el relato de un rincón de la Argentina alejado del vértigo de las noticias y la vida urbana. Luces, viajes sin ácido pero con pegamento en bolsa, rock sin destino y amores furtivos e iniciáticos. Glue es ya un pequeño objeto de culto del buen cine argentino, vale la pena aprovechar la oportunidad y ser testigo de ello frente a la pantalla de un cine.