El jueves 28 de agosto se estrena en el Arte Multiplex Belgrano y en el Gaumont de Buenos Aires una pelicula-homenaje a Julio Cortázar, excusa en todo caso para aproximarse al fascinante universo del escritor que en este 2014 cumple su centésimo aniversario. El punto de partida es ciertamente novedoso: es la primera vez que se realiza un largo animado con su literatura. Con el plus de que la ilustración la llevan a cabo 10 artistas ampliamente instalados en la plástica argentina entre los que Seguí, Santoro, Carlos Alonso y Yuyo Noé son los de mayor renombre. Nunca había sido versionado algún texto de Cortázar con la técnica animada. Historias de Cronopios y de famas, se presentó en el Festival de Mar del Plata el año pasado y recibió a fines del 2013 el 2do Premio Coral de Animación Festival Internacional de La Habana. Julio Ludueña había dirigido en 1971 una pelicula extraña y oportuna que de vez en cuando puede verse por TV Alianza para el progreso, en referencia a la operación de “ayuda económica” para América Latina que había sido ideada por el gobierno norteamericano par neutralizar así la amenaza de la Revolución cubana. En ocasión de la proyección de Alianza… en la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes, Ludueña conoce personalmente a Cortázar. Ahi dice, nació esta película: “Elegí filmar Historias de cronopios y de famas porque sus personajes y relatos exploran lo cotidiano con la magia del surrealismo, combinando al mismo tiempo emociones e ideologías.” Durante 6 años un equipo de animación liderado por Juan Pablo Bouza trabajó para efectivizar una sincronía estimulante que seguramente invitará al espectador, ojalá que así sea, a abrir algunas de las ediciones del libro original para confrontar con estas historias animadas los dibujos realizados por Luis Felipe Noé, Carlos Alonso, Daniel Santoro, Antonio Seguí, Patricio Bonta, Crist, Ricardo Espósito, Magdalena Pagano, Luciana Sáez y Ana Tarsia, a los que se agrega conriqueza inusitada y respetuosa la música de Ezequiel Ludueña, (un hallazgo los Cronofamas de Ezequiel Ludueña) aportando en cada capitulo una particularidad y un ritmo que son de lo mejor de esta película. 10 relatos que confrontan los dos tipos de seres ideados por estas historias: los cronopios seres libres, marginales, poetas, rebeldes y creativos, y las famas aquellos que conservan el orden, establecen la justicia, mantienen las instituciones. En el medio, y sólo en algunos capítulos mencionados los esperanza personajes intermedios. En cada historia aparecerán con más fuerza unos u otros, o ambos a la vez, pero nunca perdiendo el espíritu central del libro cortazariano. Entre losseleccionados hay algunos que al leerlos (anexamos a este comentario todos los textos literarios en orden de aparición en la pelicula) parecerían poco atractivos para una adaptación al cine, quizás el caso del primero, Fama y eucalipto, que usa imágenes de Seguí, rápidamente reconocibles e insertas en clave operística presenta de manera despiadada a los Famas, seres utilitarios, pragmáticos, paródicos de sí mismos. También parece improbable una versión visual de Pequeña historia tendiente a ilustrar…. con su despliegue de juegos de palabras en torno a un nombre propio. Justamente la pintura de Noé se explaya en formas más abstractas cosa que hace interesante esa adaptación mutua. Asi, lo que resulta, es que no hay entre los 10 textos uno que sobresalga sobre los otros y ese mérito se lo lleva la producción general del film de Ludueña. Algunos de ellos ponen el énfasis en la dimensión sonora (voces, música, ruidos) otros en la visual, otros en lo literario, otros se ajustan mas al texto original, otros le otorgan una mirada nueva a textos que son más bien escuetos (el ilustrado por Magdalena Pagano se abre a un riquisimo juego de colores que lo hace uno de los más atractivos). Alternancia de dramatismos, de tonos más felices, más poéticos o más políticos, más épicos, más románticos, más exactos o menos exactos, cada uno representa un desafío para descubrir los estilos de los artistas a los que pertenecen (están los hombrecitos de Seguí, los niñitos peronistas de Santoro, los seres atroces de las manos anonimas de Carlos Alonso o los personajes abocetados de Crist) y de cotejar con el texto original que lo inspira. Dicen los responsables que fue determinante el uso de programas multiplataforma de uso libre, cosa que le da un agregado más que interesante y muy actual en la discusión de la propiedad intelecutal. Historias de Cronopios y de Famas de Julio Ludueña esa la más cronopia de todas las versiones realizadas de la literatura del siempre eterno Julio Cortázar.
Animando a Cortázar Resulta más que meritorio, y cerca de la celebración del centésimo aniversario del natalicio de Julio Cortázar, un homenaje como el que se le ocurrió al realizador Julio Ludueña, quien tuvo el privilegio de conocer al escritor argentino en Cannes en los años 70 y a partir de allí dejar plasmada en esta película colectiva la impresión de aquel memorable encuentro con la poética del creador de Rayuela. La mirada de 10 artistas plásticos para ilustrar la riqueza literaria de textos pertenecientes a uno de los libros más emblemáticos del universo cortazariano, Historias de Cronopios y de Famas, encuentra desde su espacio expresivo el mejor instrumento para dejar presente la huella de ese estilo que abrazaba la cotidineidad con palabras sencillas, pero que unidas en una frase se volvían prácticamente maravillosas. Así, el enfrentamiento dialéctico de ideas como la de los Cronopios, esos seres anónimos amigos de lo imposible y de las utopías contra la mustia marcha de los Famas, defensores del orden, la moral y las buenas costumbres, estalla en la paleta de colores; se entrecruzan en los diferentes tipos de texturas que estas diez historias elegidas representan. Tal vez en algunos trabajos existe cierto desequilibrio en los lenguajes, dado que el torbellino de la poética de Cortázar arrasa hasta con las mejores intenciones de algunos artistas por reflejar en imágenes la profundidad de conceptos, metáforas y palabras, como por ejemplo en el relato del sillón en el que son invitadas por unos perversos niños las personas para morir. Así como en este segmento se impone lo literario a lo visual, existe otro donde sucede exactamente lo contrario y la creatividad explota en pantalla al seguirse el recorrido de una línea que sale al exterior a descubrir un mundo y personajes que desfilan en pantalla. El mundo Cortázar y su ironía, sensibilidad e inteligencia se expande en cada segmento de este viaje sin escalas, que cuenta con la participación artística de: Luis Felipe Noé, Carlos Alonso, Daniel Santoro, Antonio Seguí, Patricio Bonta, Crist, Ricardo Espósito, Magdalena Pagano, Luciana Sáez y Ana Tarsia, todos ellos con estilos diversos y algunos reconocibles a simple vista como Seguí y su obra Fama y eucalipto, un ejemplo de la dificultad para encontrar la balanza entre el texto y la imagen pero no por ello menos valiosa en el intento como el resto de los textos seleccionados, útiles a la hora de pensar a Cortázar desde sus relatos y poesías.
Cortázar animado. “Pequeña historia tendiente a ilustrar lo precario de la estabilidad dentro de la cual creemos existir, o sea que las leyes podrían ceder terreno a las excepciones, azares o improbabilidades, y ahí te quiero ver.” Julio Cortázar, Historias de Cronopios y de la Famas, 1962. Adaptar Historias de Cronopios y de Famas es buscar un punto de equilibrio desde el cual interpretar la obra, fijar las imágenes y recrear el espíritu literario respetando las historias o aniquilándolas para producir algo absolutamente distinto. La obra de Julio Ludueña respeta el material de base y decide reconstruirlo a partir de imágenes y adaptaciones tomadas de artistas argentinos inspirados en los cuentos de Julio Cortázar. Para realizar esta tarea varios artistas colaboraron con Ludueña. Luis Felipe Noé, Carlos Alonso, Daniel Santoro, Antonio Seguí, Patricio Bonta, Crist, Ricardo Espósito, Magdalena Pagano, Luciana Sáez y Ana Tarsia colaboraron para adaptar Inconvenientes en los servicios públicos, Pequeña historia tendiente a ilustrar lo precario de la estabilidad dentro de la cual creemos existir, o sea que las leyes podrían ceder terreno a las excepciones, azares o improbabilidades, y ahí te quiero ver, Conservación de los recuerdos, Lo particular y lo Universal y Propiedades de un sillón, entre otros. El film de Ludueña está compuesto por diez episodios tomados de la obra de Cortázar editada en 1962 y se caracteriza por mantener una linealidad estética a partir de la música popular de Ezequiel Ludueña y de la unidad temática de la obra, a pesar de la ecléctica mezcla de artistas y de estilos y de la estructura de la obra misma, creando de esta manera una sensación de colaboración artística polifónica. La imaginación y el género fantástico que Cortázar moldeaba con una pluma extraordinaria es puesta en acción en Historias de Cronopios y de Famas mezclando lo figurativo y lo abstracto con técnicas pictóricas alejadas de la animación actual, siempre al servicio de estas fabulas y representaciones surrealistas sobre los actores sociales de las décadas del cincuenta y del sesenta del Siglo XX en Argentina, cada uno con su propio combate entre la razón instrumental y la razón artística. La belleza literaria de la obra cortazariana es trabajada por las animaciones con resultados diversos y le aportan a las historias la sensibilidad de cada artista confluyendo así una síntesis de estilos que tienen como hilo conductor los relatos fantásticos de los cuentos. Esta síntesis entre el trabajo pictórico y plástico artesanal y la tecnología de animación confluye en la construcción de una obra atípica que busca examinar el universo de Cortázar en uno de sus opus más significativos, prestando atención a cada detalle en la traslación a un nuevo formato que permite nuevas lecturas e interpretaciones. La animación de Historias de Cronopios y de Famas probablemente no quede en un juego artístico para conmemorar a Cortázar a treinta años de su fallecimiento: tal vez -en cambio- sea el comienzo de una sana costumbre de experimentar sobre las obras que amamos para deconstruirlas y encontrar nuevos significados que nos permitan la creación de nuevas hermenéuticas literarias cinematográficas.
El film de Julio Ludueña, con un enorme trabajo de animación sobre maravillosas intervenciones de maestros de la pintura, hace de los queridos Cronopios y los imposibles Famas un homenaje de gran valor artístico en el Centenario del Nacimiento de Julio Cortázar. Se podría pensar que Julio Ludueña, autor del guión y director, deseó hacer un “Cortázar para todos” y lo ha logrado pero también consiguió expandir el sentido de Historias de Cronopios y de Famas de Julio Cortázar, publicado por vez primera en 1962, otorgándole al plus de los maravillosos artistas plásticos que con sus dibujos construyen los 10 capítulos que conforman la película, una estructura coral que expande visual y musicalmente los signos posibles de todos ellos. Ludueña, quien conoció personalmente a Cortázar, construye una polifonía propia al mixturar dibujos de artistas (*) de diferentes estilos y procedencias a partir de un preciso trabajo de animación, invitando a releer a esos Famas y Cronopios que hace lejos y hace tiempo nos acompañaron cuando adolescentes o jóvenes lectores deseamos algo nuevo. Y Cortázar tiene la gran virtud de mantenerse tan joven como en los 60’. Un gran trabajo del equipo de animación liderado por Juan Pablo Bouza que utilizando diversas técnicas y el valioso aporte del software libre, logra sintonizar la variedad estética de los dibujos con el universo de Julio expandiéndolo hacia nuevas posibilidades sensoriales. En el centenario de su nacimiento y con 6 años dedicados a su producción, la película constituye un nuevo modo de escandir y extender significados para aquellos que disfrutan de la lectura y para otros que tal vez, por ese prurito que dice que la alta literatura no es para todos, aún no se han acercado a conocerla.
Todos los cronopios al cronopio La pregunta acá es si Julio Cortázar es un escritor pictórico. Sus descripciones son escasas, sus caracterizaciones etéreas, a veces absurdas (¿qué es una mancuspia?). Sus cuentos no evocan imágenes, evocan sensaciones, atmósferas, estados mentales. Son una gran plataforma para las ideas, como Blow Up (1966) o Weekend (1968), cuya relación con los cuentos sobre los que se basan es enteramente conceptual. Ahora Julio Ludueña dirige Historias de Cronopios y de Famas, adaptada de la homónima antología de Cortázar, que es de lo más surrealista que tiene y darle cuerpo e imagen es todo un desafío. El libro original cuenta con alrededor de 50 relatos que van desde la farsa política hasta instrucciones para subir una escalera. Julio Ludueña reúne 10 de ellos, animados sobre dibujos y pinturas de Carlos Alonso, Patricio Bonta, Crist, Ricardo Espósito, Felipe Noé, Magdalena Pagano, Luciana Sáez, Daniel Santoro, Antonio Seguí y Ana Tarsia. “La heterogeneidad de los cuentos,” informa el panfleto, “pedía una diversidad semejante en la concepción estética brindada por la maestría de cada pintor con su estilo y a su vez distintas concepciones determinaron la utilización de diferentes técnicas de animación”. Habría que aclarar una cosa: el estilo es lo que diferencia un segmento de otro, no la animación. Un segmento posee personajes a lo Roy Lichtenstein, otro (el de Noé) es un collage multicolor de abstracciones, otro consta de garabatos espásticos, otro está hecho con pasteles tiza en blanco y negro, etc. Pero la animación es casi siempe la misma para todos: el efecto marionetesco de calcos articulados con mayor o menor uso del 2D o el 3D. El resultado es engañosamente simple, ya que hay una labor de 5 años de producción detrás de la película. La primera y más obvia crítica a la película es que, como cualquier otra antología cinematográfica, algunos cortos son más interesantes que otros. Va con el género. El libro original ya era de por sí fragmentario, un cuaderno de ideas y sensaciones. Agrupadas de corrido en 86 minutos, buscamos instintivamente un arco narrativo o idea unificadora en la obra (el amor, el fin del mundo, París, lo que sea) porque de seguro ha de haber algo que ate a estos pequeños relatos. Lo único son los epónimos cronopios y famas, que no parecen tener una definición constante. Los cronopios pueden ser déspotas idolatrados, anarquistas accidentales o trabajadores revolucionarios. Los famas, al contrario, parecen ser cerdos capitalistas, aunque no veo nada inherentemente malo a “ser organizado”, como concluye la película. El estilo es tan heterogéneo que habría que hacer una crítica por cada segmento de la película. Todos poseen encanto, pero algunos son frívolos, otros son chistes extendidos, otros (la mayoría, parece) son alegorías o fábulas políticas, el último es apenas una coda de un par de minutos. Hay uno muy bueno, el anteúltimo y quizás es el más narrativo, en el que tres niños con urracas en vez de cabezas sientan extraños en un sillón mortal. Pero es fácil comenzar a olvidar a partir del tercer o cuarto segmento, y fundirlos en la memoria a corto plazo. Hacia el final nos quedamos con el confuso recuerdo de imágenes bonitas y exóticas, y no con el espíritu inquieto como Cortázar sabe dejarlo.
Las maneras de animar a Julio Cortázar El carácter episódico hace que no todos los cortos sean igualmente imaginativos, pero el film reserva grandes momentos. La gacetilla de prensa de Historias de cronopios y de famas hace hincapié en un detalle que guarda relación, en partes iguales, con el método de trabajo elegido y con el concepto mismo del proyecto: desde su génesis hasta el estreno transcurrieron unos seis años. Hay en el nuevo largometraje dirigido por Julio César Ludueña, el realizador de la legendaria y hoy algo olvidada Alianza para el progreso (1971), una cualidad artesanal –por contraposición a industrial– de la animación, que incluso fue realizada con software “libre”, es decir, sin ninguno de los onerosos programas que reinan en el terreno del cine sin actores de carne y hueso. Por otro lado, los dibujos originales que sirvieron de base para cada capítulo del film fueron realizados por diez reconocidos artistas plásticos, dibujantes e historietistas, en lo que puede suponerse un arduo proceso de ida y vuelta creativo entre guionista, dibujante y animador. Ese dilatado proceso de producción hace que el lanzamiento de la película se produzca en la misma semana en la que se celebra el centenario del nacimiento de Julio Cortázar, autor de los textos en los cuales cada uno de los cortos está basado. “Un fama anda por el bosque y aunque no necesita leña mira codiciosamente los árboles.” Así comienza “Fama y eucalipto”, uno de los relatos del volumen de prosa breve publicado por Cortázar en 1962. Ejemplo de la libertad creativa con la cual Ludueña y equipo encararon la traslación del papel a la pantalla, el primero de los cortos –con dibujos originales de Antonio Seguí– incluye no a uno sino a una docena de famas, bailando y cantando un tema musical compuesto por el hijo del realizador, Ezequiel Ludueña, al tiempo que marchan al bosque en busca de aire fresco. Y es que, a diferencia de las cuentos y, fundamentalmente, las novelas del autor de Rayuela, Historias de cronopios y de famas resulta ideal para su transposición al universo de la animación, no sólo por su extrema brevedad sino, fundamentalmente, por el carácter fantástico, por momentos surrealista, de muchas de sus historias. Como toda película en episodios, Historias de cronopios... termina resultando despareja: no todos los segmentos son igual de atractivos o imaginativos desde el punto de vista visual y narrativo. El absurdo original de “Inconvenientes en los servicios públicos”, en el cual el español es reemplazado por el rumano merced al deseo de un cronopio con futuro de mártir, se mantiene intacto, aunque el trazo expresionista de Patricio Bonta y la historia argentina posterior a la publicación del texto se encargan de darle al relato una inflexión más politizada y oscura. El tono administrativo, casi kafkiano de “Pequeña historia tendiente...” resulta ideal para las pinturas de Luis Felipe Noé, transformadas a partir de la animación en una suerte de abigarrado mural tridimensional en movimiento, mientras que las libertades tomadas por los realizadores respecto de “Lo particular y lo universal” terminan convirtiendo a ese segmento particular en una suerte de colorida publicidad de dentífrico. “Comercio” es reconvertida totalmente a los intereses plásticos y políticos de Daniel Santoro: Victoria Ocampo y alguien que semeja un alter ego de Borges le compran mangueras a una serpiente con rostro de Tío Sam, mientras un grupo de cronopios descamisados es explotado y Lenin juega con una versión en miniatura del Potemkin. Ligeramente polémico y lleno de humor –cronopios y famas transformados en metáforas tal vez demasiado literales—, es uno de los capítulos más atractivos, continuación a su vez del proyecto de reapropiación naïf del imaginario y la iconografía peronistas encarado por Santoro. “Conservación de los recuerdos” cierra el film con una adaptación en la cual se mezclan el Che, los centros de detención y tortura y una concepción de la memoria que “revisa” aquella del texto original, superponiendo al Cortázar más ideologizado de los últimos años con aquel otro que escribió el libro a comienzos de los años ‘60. Tomada en su conjunto y a pesar de los desniveles, Historias de cronopios y de famas va más allá del mero homenaje a Cortázar y es, a su vez, un bienvenido ejercicio en un país con escasa tradición en el cine de animación no infantil.
Un collage cortazariano En coincidencia con las celebraciones por los 100 años del nacimiento de Julio Cortázar, se estrena esta auténtica y bienvenida rareza: una aproximación (relectura) desde el cine de animación a una de sus creaciones más surrealistas y corrosivas. Dividido en cuatro partes y conformado por fragmentos, viñetas y cuentos cortos (algunos de apenas un par de párrafos), Historias de cronopios y de famas no parecía, en principio, un libro fácil de adaptar a la gran pantalla, pero Julio Ludueña (mítico director combativo de films como Alianza para el progreso) apostó por el inevitable recorte (tomó 10 de los 64 minirrelatos), por la diversidad estética (trabajó con un artista distinto por episodio) y por acentuar la mirada política (sobre todo en esa particular lucha de clases) que se desprende de la siempre irónica y sarcástica obra de Cortázar. La película tiene un poco de todo: episodios con muchos diálogos (por momentos, demasiado pomposos y exagerados), con narración en off, con una fuerte veta musical o directamente prescinden de cualquier conversación (como es el caso de "Las líneas de la mano"). Más allá de la mayor o menor eficacia en ese trabajo en el guión y en el uso de las voces, lo que hace de Historias de cronopios y de famas un film valioso son sus múltiples y variadas búsquedas visuales. En efecto, Ludueña trabajó con diez artistas de la categoría de Carlos Alonso, Daniel Santoro, Antonio Seguí, Crist, Luis Felipe Noé y Ana Tarsia, entre otros, para que, a partir de creaciones especialmente concebidas para el film o de obras previamente realizadas, hicieran su aporte a cada uno de los episodios y se sumaran, así, a esta suerte de collage colectivo, a este verdadero patchwork estilístico. A partir de esas creaciones hechas a partir de técnicas y estéticas muy disímiles, Ludueña y el equipo liderado por Juan Pablo Bouza trabajaron con una animación artesanal (y recurriendo siempre a programas de software libre), pero no por eso falta de creatividad ni de sorpresa. Puede que, por momentos, el film resulte un poco arduo para aquellos no iniciados en el universo cortazariano, pero incluso en sus pasajes más farragosos las imágenes nunca pierden su fuerza, su belleza ni su poder evocador. Así, tras casi siete años de arduo trabajo, la película llega justo a tiempo para sumarse a los festejos de quien fue su gran inspirador.
En un mundo intransferible Adaptación de diez de los textos del clásico libro de Cortázar, con la dirección de Julio Ludueña y la participación de importantes artistas plásticos. Sentido homenaje al maestro. Titánica tarea adaptar diez de los textos de Historias de cronopios y de famas, aquel libro de Cortázar (editado en 1962) de relatos breves que oscilan entre zonas lúdicas y oníricas. Si el emprendimiento al construir imágenes sobre el autor de Rayuela y El libro de Manuel siempre fue riesgoso (con resultados válidos e inválidos), recurrir a los cronopios y a los famas y trasladarlos al cine conforman una tarea más que compleja. La película de animación de Julio Ludueña y su equipo de trabajo apostó a todo o nada al contar con diez artistas plásticos, con sus correspondientes estéticas, para lograr un verosímil que convenciera a los conocedores de la obra original, pero también, con el propósito de convocar a quienes nunca se dieron una vuelta por el mundo de los cronopios y los famas. La empresa sale airosa, pese a sus lógicos desniveles, ya que Ludueña y su dream team de artistas plásticos se apropian de Cortázar pero, en más de una ocasión, transgreden los propios lineamientos de la propuesta original. El amplio abanico temático va de lo particular ("Propiedades de un sillón" por Luciana Sáez; "Las líneas de la mano" por Ricardo Espósito) hasta lo general ("Tema para un tapiz por Crist") pasando por el peronismo reversionado por la niñez ("Comercio" por Daniel Santoro) y un capítulo inicial que sirve de prólogo al tema ("Fama y eucalipto" por Antonio Seguí). La riqueza literaria de Cortázar cae en manos de estos artistas heterogéneos, abocados a la construcción de un mundo donde resuenan ecos formales y estéticos de diversa procedencia (el pop de Submarino amarillo, por ejemplo), bien lejos, por suerte, de la animación legitimada en los últimos años. Los bastiones del film, por lo tanto, son más que un puñado de artistas y un director: la música popular de Ezequiel Ludueña y la edición de Juan Pablo Bouza, constituyen aportes esenciales para la elaboración final de una película que rinde un más que sentido homenaje a los cien años del nacimiento de un escritor y una personalidad única e irrepetible de la cultura argentina.
Cortázar, en el pincel de grandes artistas En el marco de lo que se ha dado en llamar Año Cortázar -por el centenario del nacimiento de Julio Cortázar-, el director Julio Ludueña trae Historias de cronopios y de famas: diez cortos animados basados en historias del libro que el escritor argentino publicó en 1962. Las animaciones están hechas a partir del trabajo de diez artistas plásticos diferentes, muchos ellos de renombre, como Luis Felipe Noé, Carlos Alonso, Daniel Santoro, Crist o Antonio Seguí. Con semejantes apellidos, era difícil que la película no tuviera un impacto visual mayúsculo. Y eso es lo que la hace digna de ser vista. Es impactante ver en la pantalla grande, por ejemplo, la paleta de colores de Noé puesta al servicio de un relato como Pequeña historia tendiente a ilustrar lo precario de la estabilidad dentro de la cual creemos existir, o sea que las leyes podrían ceder terreno a las excepciones, azares o improbabilidades, y ahí te quiero ver. O los seres descangayados de Alonso en Conservación de los recuerdos, las líneas de Crist en Tema para un tapiz, los personajes de Seguí en Fama y eucalipto. Y también es valioso el aporte de los otros artistas, no tan conocidos para el gran público, como Ana Tarsia (La cucharada estrecha), Ricardo Espócito (Líneas de la mano) o Magdalena Pagano (Lo particular y lo universal). Las animaciones y el tratamiento de la imagen original estuvieron a cargo de un equipo encabezado por Juan Pablo Bouza, utilizando, como toda una definición de principios, software libre. El resultado es mejor en algunos casos que en otros, pero una característica es común a todos los cortos: tienen una textura casi artesanal, palpable, algo que realza las cualidades de la mayoría de los cortos. De una gran sensibilidad y corporeidad, verlos es como observar a una pintura cobrando vida. Por esta forma de animación, varios de los trabajos recuerdan a los que se podían ver en Caloi en su tinta. Si la estética es la fortaleza de este Historias de cronopios y famas, el contenido es su debilidad. Porque la mayoría de las historias fueron adaptadas para tener una traducción visual, pero en el camino se perdió la magia de los textos originales de Cortázar. Si ése es el gran desafío que plantea la literatura al ser trasladada a un arte visual como el cine, en este caso el reto era doble, porque se trata de textos poéticos, poco convencionales. En ese aspecto, la película es endeble y por momentos puede llegar a resultar tediosa.
Historia de Ilustraciones Sin lugar a dudas este es el año de Julio Cortázar y particularmente ésta, es su semana. Hace pocos días se han cumplido cien años desde el natalicio de un ser como ningún otro, de tal vez el mejor y más grande artista, y escritor que nuestras tierras han conocido. En consonancia con los festejos por el aniversario de nacimiento del escritor, se estrena Historia de Cronopios y Famas, obra audiovisual dirigida por Julio Ludueña (Alianza para el Progreso), basada en la recopilación de cuentos del mismo nombre, que viene de participar en la última edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Recordemos que la obra original de Cortázar estaba divida en cuatro partes, las cuales se conformaban de fragmentos, viñetas y cuentos cortos, algunos cortísimos, que en total sumaban 64 relatos. A partir de eso, Ludueña realizó un recorte y seleccionó 10 minirrelatos. Ahora bien, la particularidad reside -además del nivel de dificultad que supone adaptar a Cortazar- en mantener el enfoque irónico, y sarcástico de Julio por un lado, y por otro, reflejar, a la vez la mirada política que el escritor supo imprimir en esta particular obra. Todo esto realizado a través de animaciones y con el uso exclusivo de software libre. Además lo interesante es que cada relato fue pensado y dibujado por un artista. Los relatos que se incluyen son: -FAMA Y EUCALIPTO ilustrado por Antono Seguí -INCONVENIENTES EN LOS SERVICIOS PÚBLICOS ilustrado por Patricio Bonta -PEQUEÑA HISTORIA TENDIENTE A ILUSTRAR LO PRECARIO DE LA ESTABILIDAD DENTRO DE LA CUAL CREEMOS EXISTIR, O SEA QUE LAS LEYES PODRÍAN CEDER TERRENO A LAS EXCEPCIONES, AZARES O IMPROBABILIDADES, Y AHÍ TE QUIERO VER Ilustrado por Yuyo Noé -LO PARTICULAR Y LO UNIVERSAL ilustrado por Magdalena Pagano -TEMA PARA UN TAPIZ Ilustrado por Crist -LAS LÍNEAS DE LA MANO Ilustrado por Ricardo Espócito -LA CUCHARADA ESTRECHA Ilustrado por Ana Tarsia -COMERCIO Ilustrado por Daniel Santoro -PROPIEDADES DE UN SILLÓN Ilustrado por Luciana Sáez -CONSERVACIÓN DE LOS RECUERDOS Ilustrado por Carlos Alonso ¿El resultado? Una producción que en casi toda su duración, ya sea por sus diálogos, narraciones en off, o bien las mismas ilustraciones, genera una belleza similar a la que produce el primer acercamiento a Cortázar. Hay desequilibrios o disparidades entre los relatos y entre las imágenes, sí, pero eso logra encandilar al espectador por momentos, y por otros fastidiarlo -sobre todo a quienes aún no hay tenido la oportunidad de acercarse a los cronopios desde lo literario-. Sin embargo la obra como un todo resulta valiosísima y de carácter impresindible para todos los amantes de la literatura y de la original de este maravilloso ser. Por Marianela Santillan
Lo que vale es la intención Para el centenario del nacimiento de Julio Cortázar, y como parte de una serie de eventos conmemorativos a nivel nacional, el director Julio Ludueña escribió y coordinó la realización de diez cortos, a cargo de diez artistas plásticos y dibujantes (con nombres mayúsculos como Luis Felipe Noé y Carlos Alonso, entre otros), inspirados en Historias de Cronopios y de Famas. Considerada una obra menor por los admiradores de Rayuela, Cronopios… es, sin embargo, una colección de cuentos breves, como aforismos lisérgicos, casi surrealistas, donde Cortázar puso a prueba su ingenio. Nada de eso puede percatarse en la película. Los cortos, de libre adaptación (el libro, como cabe imaginar, se resiste a una adaptación literal), naufragan al abrazar la mística de Cortázar, el intelectual denunciante, dejando a un lado el alto voltaje de su visión. La animación es también discreta, anacrónica, como si Pixar nunca hubiera existido (en conjunto, el resultado es como un collage de Fierro y Cerdos & Peces con mensaje tercermundista). Sólo el corto con ilustraciones de Crist, un trasnochado cruce de dos ejércitos con oblicuas referencias a la Conquista del Desierto, se alinea en cierto sentido con la perspectiva cortazariana.
El 2014 sin duda es el año del cronopio. En el centenario del nacimiento del escritor una amplia variedad de eventos artísticos y culturales proliferan en la escena porteña. En este contexto, a partir de la selección de diez capítulos de los cincuenta que componen Historias de cronopios y de famas, la cortazarmanía llega a la pantalla grande bajo la dirección de Julio Ludueña y los trazos de célebres artistas locales. Representar por medio de imágenes los cuentos de Cortázar es una tarea que resulta difícil de imaginar. No solo por el mito que rodea su figura y la responsabilidad que implica abordar su producción, sino también por las condiciones que presenta. La antología homónima se caracteriza por desarrollar imaginarios al punto de dotarlos de identidad conformando universos simbólicos que, carentes de descripciones que permitan ser arraigadas visualmente, complican todo tipo de representación. Sin embargo, con habilidad el director logra encontrar por medio del cruce de lenguajes una vía para encarnar los pasadizos mentales de los cronopios y los famas. Se trata de una película que por momentos aparenta no serlo. Los procesos de animación quedan engañosamente subordinados al virtuosismo de cada artista que, a partir de su impronta estilística, coronan na de las obras más emblemáticas de la literatura nacional. Las líneas cinéticas de Noé, la iconología peronista que caracteriza la obra de Santoro o la brisa tanguera de Seguí, entre otros, son identificables con facilidad. En cada capítulo, configurado como una pequeña animación montada a partir de las ilustraciones, las diferencias de estilo de autor cobran relevancia hasta convertirse en la marca registrada de cada episodio. Por lo tanto, no existe entre ellos nexo conector más allá del hecho de dar cuenta –de forma metafórica o alegórica– de fragmentos del mismo libro, que a partir de una sucesión de rupturas estéticas dan lugar a un collage que funciona como un relato de relatos. En este sentido, la propuesta de Ludueña genera dos reacciones inevitables: aquel espectador que espere encontrar un homenaje o una transposición literal de los textos de Cortázar se sentirá desilusionado. Por el contrario, quien pueda percibir y resignificar sus palabras en cada composición será deleitado.
Cortázar en unas viñetas dispares Surgido del cine publicitario -su trabajo durante años-, Julio Ludueña hizo en su juventud dos originales divertimentos políticos: "Alianza para el Progreso" y "La sociedad está haciendo masa y no deja oir". Fue entonces que el propio Julio Cortázar le autorizó la adaptación de sus "Historias de cronopios y de famas", ese libro de pequeñas fantasías con gente bohemia y soñadora, y gente estructurada y controladora. Pasó el tiempo, muchos otros hicieron cortometrajes inspirados en diversas páginas del libro pero Ludueña tardó un poco más. Ahora, por fin, estrena su versión: un compilado de diez historias adaptadas por él con imágenes animadas, provistas por otros tantos reconocidos plásticos argentinos. Algunos son históricos de los 60, como Carlos Alonso, Luis Felipe Noé, Antonio Seguí, Ana Tarsia, que mediante ilustraciones feístas reviven el disgusto cortazariano con la sociedad de su época. Impactan, en ese sentido, los famas encarnados en hombrecitos de Seguí, burgueses decididos y decididamente dañinos, que ilustran muy bien el cuento "Fama y Eucalipto". Los otros artistas reelaboran "Conservación de los recuerdos", "Pequeña historia tendiente a (...)" y "La cucharada estrecha". A ellos se suman, entre otros, la joven Luciana Sáenz, desarrollando "Propiedades de un sillón" en modo tétrico. Renglón aparte, en estilo propio y como un respiro, se destaca Crist, con una fiel y atrapante adaptación en gris de "Apuntes para un tapiz" (para que salga en verso, aunque se trate de un cuento). Luego, Daniel Santoro, que aprovecha "Negocios" para poner alusiones a Figari y Della Valle, una "casita del tiempo" con el Líder y su señora en vez del viejo y la vieja, y demás evocaciones peronistas por donde los cronopios marchan muy trabajadores a ritmo de milonga candombera. Se ignora si Cortázar hubiera aprobado esto, pero el resultado es bastante simpático. En resumen, en esta selección de textos pesa más la parte amarga de Cortázar, que la lúdica. Se desproporciona la mirada, pero así es como muchos difusores interpretan hoy esa obra.
Políticas de animación Una película como la de Julio Ludueña debe enfrentar a priori algunos prejuicios que inmediatamente antes de su estreno se hacen oír. El primero tiene que ver con lo que implica adaptar un texto de Cortázar y las expectativas que ello genera en un séquito de espectadores atados al imperativo categórico de fidelidad a la fuente literaria. En este sentido, hay que decir que el director parte de un principio sumamente interesante en su transposición: respetar el motor visual que despertó en el propio Cortázar la idea del libro. Durante un concierto en homenaje a Stravinsky en París, 1952, aparecen unas figuras indefinidas que luego devienen en “globos de color verde”, “muy cómicos y divertidos”. Son los cronopios. De esta imagen nació esa especie de miscelánea que en 1962 se llamó Historias de cronopios y de famas; a dicha naturaleza visual se consagra el trabajo colectivo del film que nos ocupa. Dividido en capítulos a partir de una selección de algunos relatos, se nos presenta como un muestrario de cuadros vivientes, producto del imaginario creativo de artistas de la talla de Carlos Alonso, Daniel Santoro, Antonio Seguí y Luis Felipe Noé, entre otros. Cada plano es una viñeta plástica viviente cuyo mérito principal es eludir las representaciones complacientes con un mercado de animación computarizada omnipotente en el mercado. La utilización de software libre es un gesto saludable e inteligente, pues su carácter artesanal genera, además, una sensación de extrañamiento (nunca interferida con música influyente o condicionante) digna de los propios textos de Cortázar, pero sin resignar las herramientas expresivas del cine. La variedad de técnicas provenientes de diversos artistas plásticos, historietistas y dibujantes constituye un ejercicio de transposición original que, incluso, acierta en destacar un fuerte discurso político en ciertos episodios, a partir del sarcasmo, inyectando una fuerza que excede al original. Tal vez sean Comercio y Conservación de los recuerdos, los más fuertes en esta dirección. Las diferencias sociales, los intereses mezquinos de los “famas”, algunas alusiones polémicas a personajes escritores y la siniestra maquinaria del poder, están presentes en el espíritu general en estas pequeñas historias que recuperan una idea de compromiso y de militancia intelectual, hoy pretendidamente devaluadas por parte de sectores académicos. El otro prejuicio nace de la sospecha de que la película se estrene en el contexto de variados homenajes al escritor. No es justo por dos motivos: si bien existen reglas de mercado, el film de Ludueña se puede ver en pocas salas más relacionadas con circuitos de exhibición alternativos; además, es un proyecto que lleva más de seis años y que obedece más a una promesa que a un interés comercial. Lo demuestra su originalidad y su honestidad frente a tanto tanque de relato salvaje.
Historias de Cronopios y de Famas es el quinto largometraje de Julio Ludueña (Alianza para el progreso, La civilización está haciendo masa y no deja oir) que recrea en forma de collage animado los cuentos fantásticos del libro de Julio Cortázar. Instrucciones para entender tres pinturas famosas El largometraje está formado por diez cortometrajes, basados en los cuentos del libro de Julio Cortázar, Historias de Cronopios y de Famas. Cada cuento fue ilustrado por un artista visual distinto, y luego animado. Participaron Luis Felipe Noé, Carlos Alonso, Daniel Santoro, Antonio Seguí, Patricio Bonta, Crist, Ricardo Espósito, Magdalena Pagano, Luciana Sáez y Ana Tarsia. Los Famas hacen su baile y cantan, una Cronopia aprieta un tubo de pasta dental y sale una larga cinta rosa, un científico descubre que la virtud es un microbio lleno de patas, un Cronopio decreta que todos los textos, avisos y canciones deben ser traducidos al rumano, entre otras historias. Lo particular y lo universal Como se trata de un largometraje formado por cortos realizados por distintos artistas, es bastante desparejo el resultado. Hay historias impecables y otras muy flojas. A mi parecer, los mejores son los ilustrados por Luis Felipe Noé, Carlos Alonso y Antonio Seguí, sumado a que funciona muy bien la animación de esas imágenes. Por otro lado hay cortos que no parecen funcionar mejor como imágenes en movimiento, la animación se ve bastante limitada. Da la impresión de que se lucirían más como imágenes fijas sin animar (lo que claramente no es el espíritu de la película). Más allá de eso, hay un hilo conductor dentro de la película, y se nota que hay una especie de diálogo entre los cortometrajes. Conclusión Historias de Cronopios y de Famas aborda una propuesta original y más que ambiciosa, y dentro de todo se sale con la suya. Los diez cortometrajes tienen un nivel desparejo, con algunos impecables y otros muy flojos, ya sea por cómo los artistas adaptaron a imágenes los cuentos, y en otros casos por cómo están animados. Sin embargo, todos los cortos dialogan entre ellos y la película mantiene una unidad desde su tono. Es una oportunidad para ver los trabajos de artistas enormes como Luis Felipe Noé y Carlos Alonso desde otra perspectiva y de interiorizarse con los cuentos de Cortázar para quienes no conozcan su obra.
Escuchá el comentario (ver link).
Cronopios and Famas jump to big screen Julio Cortázar’s surrealist short-story collection Historias de Cronopios y de Famas may not be the easiest text to transpose to the big screen, for these imaginary/real beings are everywhere and are easily recognizable but at the same time they have this strange ability to go unnoticed, lost in a crowd of unremarkable people. Strange creatures, these Cronopios and Famas — they are ubiquitous and not easy to spot, let alone apprehend their true nature. Cronopios and Famas, you see, are equally elusive in spite of their opposite nature — while the former are malleable and adaptable to changing circumstances, the latter are more rigid and less capable of modifying their structured personalities. In spite of the literary notion known as intertextuality, according to which every text/work is in permanent dialogue with other works, there’s also this concept revolving around the autonomous nature and autonomous interpretation of any given piece of art. Not that these two trends are contradictory in terms of analysis, but sometimes the public at large forcibly leans toward one or the other. In the case of Cronopios and Famas, familiarity with Cortázar’s text does go a long way toward understanding — without overexplanation — what these fabulous creatures stand for in the writer’s universe. Cronopios and Famas are not enemies, nor are they incompatible. True, there is friction between Cronopios and Famas, but they would not be able to exist without each other. Once these facts are established, it’s not difficult to understand why and how Julio Ludueña’s animated feature Historias de Cronopios y de Famas works so smoothly as an animated feature. The secret lies in the director’s ability to seamlessly illustrate, through the work of outstanding visual artists, the comings and goings, doings and undoings, unsettling and comical most of them, of these creatures surreptitiously debunking culturally acquired notions of how things work in the “real” world. Director Ludueña turned to the representation of Cronopios and Famas envisaged by ten celebrated visual artists: Carlos Alonso, Daniel Santoro, Antonio Seguí, Patricio Bonta, Crist, Ricardo Espósito, Luis Felipe Noé, Magdalena Pagano, Luciana Sáez and Ana Tarsia. In true Cronopios and Famas fashion, their styles and techniques, oddly dissimilar on the surface, coalesce into a coherent whole in the hands of another equally gifted artist — filmmaker Ludueña, who resorted to freeware technology to make this animated fantasy come true. Ludueña’s selection of the Cronopios and Famas stories in his film is aesthetic, literary and ideological, as befits a writer like Cortázar who, at one point in his personal and professional life, openly embraced the leftwing governments of Latin America. As such, the film presents viewers with emotional, humorous and ironic stories about power and authority, and the way Cronopios and Famas come to terms with them. In most cases, power is represented as an excessive, sinister force and, in spite of their dissimilar view of the world’s conandrums, both Cronopios and Famas find themselves struggling to strike a balance between two opposing forces. From a strictly cinematic standpoint, each episode in Historias de Cronopios y de Famas, the film, is carefully, meticulously yet almost invisibly segued onto the next. Each story is autonomous in that it depicts a quest or a confrontation through the very end to the galloping beat of a score that encourages each side to make a bold move against an opposing force, only to have the same type of dispute start all over again in the next story. The unifying element that gives Historias de Cronopios y de Famas, the film, its undisputed cohesion, is the risible yet disquieting discordance between two sides, the strife being punctuated by a roaring thunderclap or a minimalist, barely audible sound of a leaf as it hits the ground. Exquisitely drawn and animated and set to a haunting music score — with Ezequiel Ludueña’s La milonga de los cronopios and La balada de los famas as most suitable centrepieces — this film version of Historias de Cronopios y de Famas hits the right note in that it conveys Cortázar’s ironic view of how things work beneath the surface in a comically absurd, politically polarized world ruled by forces beyond humankind’s control.
Ricas fantasías cortazianas en fina traslación al lenguaje audiovisual “Historias de cronopios y de famas” es uno de los libros más asombrosos de Julio Cortázar. Publicado en 1962, narra, en cada uno de los relatos cortos que lo componen, las posibilidades insospechadas de lo fantástico y lo extraordinario en las cosas más simples de la vida cotidiana. El entrecruce entre poesía, fantasía, filosofía y cierta reflexión social da como resultado una obra surrealista llena de ironía y humor. A partir de la selección de diez cuentos, Julio Ludueña hace su propia recreación en una película de animación con las ilustraciones de los más importantes artistas plásticos argentinos: Antonio Seguí, Patricio Bonta, Felipe Noé, Magdalena Pagano, Cristóbal Reinoso, Crist, Ricardo Espócito, Ana Tarsia, Daniel Santoro, Luciana Sáez y Carlos Alonso. El director realizó los guiones de los cuentos elegidos, a partir de los cuales cada artista armaba un story-board sobre el que se trabajaba en forma conjunta antes de llegar a la instancia de animación. El film, cuenta con diferentes técnicas y estéticas que fueron aplicadas por un equipo de animación encabezado por Juan Pablo Bouza, mediante el uso de software libre en 2D y 3D (como el Blender). “Historias de cronopios y de famas”, que necesitó seis años de realización, combina el uso del blanco/negro y del color, de lo abstracto y de lo figurativo, de lo popular y de lo selecto, como así también de lo formal y lo experimental. El antagonismo de los cronopios y de los famas queda reflejada en los diversos trazos que dan vida a las historias animadas. Estas conforman un collage que da cuenta de un mundo de opuestos que no por fantástico y onírico deja ser representativo de las divisiones del mundo real. “Las líneas de la mano”, “La cucharada estrecha” y “Comercio”son algunos de los relatos de Cortázar que se pueden ver en esta versión animada. Versión que, gracias a la maestría de los artistas convocados, sabe transmitir con el mismo humor, ironía y emoción del texto original, las implicancias ideológicas que el escritor le asignaba a los cronopios y a los famas. Estos, afirma Ludueña, son en definitiva los protagonistas de la historia argentina y latinoamericana. Este atípico producto audiovisual tenía desde un comienzo una difícil batalla por ganar: la de no quedarse atrapado en el mundo corteziano, y así no alejarse mucho, ya sea por respeto o admiración, de la obra original. Sin embargo, la animación de Ludueña se arriesga, asume el reto y consigue de principio a fin mostrarse como una verdadera recreación. Y en esto, la edición de Bouza y la música de Ezequiel Ludueña han sido claves para dotar a la obra de genuina autonomía artística. En el marco del Año de Julio Cortázar, la película se estrena en nuestro país simultáneamente con Nueva Delhi, Nueva York, Curitiba y Chicago a través del Instituto Cervantes. En lo que queda del año, se exhibirá también en otras ciudades del mundo como Zagreb, Roma, Lima, Frankfurt y Guadalajara.
PENSAR A CORTÁZAR DESDE LOS DIBUJITOS Historias de Cronopios y de Famas es una película de animación realizada por Julio Ludueña. Pero ¿no merece el espíritu lúdico y atrevido de Julio Cortázar tener un dejo de insolemnidad y hablar de dibujitos animados? En principio lo reclama. Aun cuando los dibujitos surjan de la paleta de artistas como Luis Felipe Noé, Carlos Alonso, Daniel Santoro, Antonio Seguí, Patricio Bonta, Crist, Ricardo Espósito, Magdalena Pagano, Luciana Sáez y Ana Tarsia. Animados por un equipo conducido por Juan Pablo Bouza, cada uno de los artistas imaginó el universo pictórico de los distintos relatos elegidos por Ludueña. La película constituye una pieza unitaria que permite atravesar desde aquellas historias la letra cortazariana más allá de la obra literaria que le da origen. Y al mismo tiempo pone en presente aquel notable ejercicio de utilización de un registro falsamente ingenuo, abriendo lecturas políticas más allá de cualquier mirada cristalizada. La apropiación del lenguaje, los desbarates de la palabra, persisten en la película, en su concepción gráfica, en los recursos de animación. Del mismo modo lo político es apropiado por los artistas que se permiten reponer aquellos relatos en espacios de disputa muy pertinentes, pero también actualizados. En este sentido la impronta de la iconografía peronista propuesta por Daniel Santoro, que incorpora a una Victoria Ocampo patrona y explotadora, es especialmente destacable. Pero del mismo modo no puede perderse la potencia del valor político presente del trabajo de Carlos Alonso para “Conservación de los recuerdos”, donde la memoria de la dictadura actualiza el conjunto de textos publicados en 1962. Plásticamente Historias de Cronopios y de Famas reúne un conjunto de obras sorprendentes, la realización logra presentar una obra cinematográfica que es mucho más que un conjunto de relatos unidos solo por el libro que los presentó originalmente. Así como los textos de Cortázar presentan una unidad, una solidez propositiva, un trabajo libérrimo sobre el lenguaje como forma de resistencia política y un dibujo sobre los unos y los otros que solo puede pensarse en términos ideológicos y políticos, el trabajo de Julio Ludueña es una totalidad que opera a partir de los textos, las obras plásticas y la muy adecuada y creativa banda de sonido, para construir una obra sólida. Por Daniel Cholakian redaccion@cineramaplus.com.ar
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Detrás de toda adaptación literaria siempre hay un esfuerzo por ser fiel al autor o directamente inventar algo nuevo, claro está, teniendo como referencia algún ítem de la obra original. El caso de “Historias de Cronopios y de Famas” (Argentina, 2013), de Julio Ludueña, es bastante particular, porque si bien toma las historias del célebre volumen de cuentos surrealistas de Julio Cortázar, lo inasible de esa obra termina plasmándose en un irregular largo colectivo que no despega nunca y que termina acartonándose. Diferentes artistas como Carlos Alonso, Daniel Santoro, Antonio Seguí, Patricio Bonta, Crist, Ricardo Espósito, Luis Felipe Noé, Magdalena Pagano, Luciana Sáez y Ana Tarsia, ofrecen sus obras que interpretan el mundo del autor, pero que en manos de Ludueña no logran reflejar la intensidad con la que Cortázar escribió sus historias. El mundo de los cronopios y los famas es un universo en el que los excesos y la lucha de clases avanzaban sobre la cotidianeidad y las rutinas, contagiando de displicencia y abulia a todas las esferas sociales. Pero la disparidad de la calidad de los segmentos del largometraje (dividido en 10 episodios o capítulos inconexos), como así también un doblaje forzado y antinatural, hacen que algunas de las maravillosas creaciones de los artistas plásticos, para tomar un caso, las de Noé, por ejemplo, terminan por difuminarse en el inmenso magma desorganizados de toda la película. Igualmente no todo es error. Cabe mencionar que “Tema para un tapiz”, con ilustraciones de Crist, y con una lograda tensión fundamentada en la mítica samurái del cuento, como así también “Las líneas de la mano”, de Espócito, una historia de amor y desamor con imágenes símil Lichtenstein y unas líneas que van avanzando al igual que la historia, encuentran el punto justo entre guión e imágenes para contar su parte. El problema de “Historias…” no es tanto lo ambicioso y arriesgado de la propuesta, todo lo contrario, el error radica en intentar asir algo tan inasible como lo es la obra de Julio Cortázar, que si bien anteriormente fue llevada al cine en varias oportunidades, con “Blow Up” como hito, permanece tan esquiva a la interpretación unívoca y a la fijación en imágenes como desde el primer momento. Cortázar hablaba de los cronopios y famas para poder trascender la clásica narración ambientada en la lucha de clases y en el estricto control de los famas y el libertinaje de los cronopios se desnudaba una particular prosa que terminó siendo tan característica del autor. El capítulo “Lo particular y lo Universal” con dibujos de Magdalena Pagano es un claro intento de esto. Sus trazos simples y coloridos y una animación que supera el promedio de la película (en algunos casos con transiciones de movimientos muy burdas), en esa joven que decide relajarse por demás hay una voz diferente al resto de los capítulos que componen el filme, que en general posee un resultado fallido y termina aburriendo más de la cuenta.