Nacida para ser argentina ¿Recuerdan cuando conocieron a aquel amigo o amiga que les cambió la vida? ¿Cómo comenzó esa relación? ¿Cómo fueron forjando esa amistad? En esta comedia dramática, Rodrigo de la Serna y Oscar Martínez protagonizan una relación inigualable y la clara muestra de que las mejores amistades pueden surgir de donde menos se espera. Marcos Carnevale es uno de los directores argentinos más aclamados. Tal es así que dos de sus éxitos: Elsa y Fred (2005) y Corazón de león (2013) han tenido sus remakes en el cine internacional, la primera en Estados Unidos y la segunda en Francia y Colombia. Pero en este caso fue el mismo Carnevale quien decidió mirar afuera; quien innovó una vez más. Por eso, cabe destacar que Inseparables (2016) es la primera adaptación de una película extranjera realizada en argentina.
Amistad a la argentina La remake de la película francesa Amigos intocables (Intouchables, 2011) logra ser una buena versión gracias a las actuaciones de Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna. El film dirigido por Marcos Carnevale consigue mantener la atención y generar la emoción de la original, aunque es probable que atrape más a los espectadores que no vieron la primera. Felipe (Oscar Martínez) es un millonario que quedó tetrapléjico tras sufrir un accidente andando a caballo. Pasa sus días en una silla de ruedas, acompañado por Ivonne (Alejandra Flechner) y Verónica (Carla Peterson), sus ayudantes; y mantiene escasa relación con su hija adolescente. Pero su vida cambia cuando contrata a Tito (Rodrigo de la Serna) como asistente terapéutico: un joven que vive en un barrio marginal y que tiene una realidad completamente distinta a la suya. Precisamente, esas diferencias producen empatía y consolidan una amistad que los transforma. Las remakes no suelen ser lo mejor de la cinematografía. Porque si ya existe una película, ¿cuál es el sentido de volver a hacer otra igual? Generalmente esa hipótesis se aplica en la mayoría de los casos, pero no del todo en este. Inseparables cuenta con la correcta adaptación (a cargo de Carnevale), ayornada a las costumbres y locaciones argentinas. Martínez y de la Serna sustentan el relato sin fisuras. El primero demuestra nuevamente su calidad actoral, mientras que el segundo hace lo propio y consigue ser tan carismático como su personaje en la antecesora, interpretado por Omar Sy. Flechner y Peterson también se destacan en sus roles secundarios. El público que conoce la primera versión no encontrará demasiadas sorpresas en relación a los lineamientos argumentales. Sin embargo, el hecho de ver a estos dos protagonistas es un incentivo importante; además de que la historia está bien contada y vale la pena volver a verla. Mientras que para aquellos que lleguen al cine sin el background anterior el resultado va a ser completamente satisfactorio. Basada en una historia real, Inseparables es una comedia dramática que conjuga momentos de humor con otros más sentimentales. Y es efectiva porque tiene de base un mensaje de superación a pesar de las dificultades. Entretenimiento asegurado y, posiblemente, también alguna lágrima.
La remake nacional del film francés "Amigos intocables" equilibra acertadamente el tono dramático y los toques de humor. El joven que asiste a un millonario que ha quedado en silla de ruedas encuentra a una buena dupla protagónica y logrados roles secundarios. Llega la adaptación nacional del exitoso film francés Amigos intocables, un hecho que no suele darse en la producción local, y que ahora viene de la mano del prolífico Marcos Carnevale -Elsa & Fred; Tocar el cielo; Anita; Viudas: Corazón de león y El espejo de los otros-. Al igual que en la reciente Yo antes de tí, esta historia emotiva sobre una amistad impensada también cruza clases sociales y los caminos de un joven que necesita trabajo y un millonario que está en silla de ruedas luego de sufrir un accidente. De este modo, Felipe -Oscar Martínez-, un empresario que ha quedado tetrapléjico y está buscando a un asistente terapéutico, descubre al ayudante del jardinero, Tito -Rodrigo de la Serna-, el joven inexperto que ingresará a su mundo controlado y se relacionará con todo su entorno: el ama de llaves Ivonne -Alejandra Flechner, quien saca brillo a su rol secundario; Verónica -Carla Peterson-, otra de las mujeres de más confianza de Felipe, y la hija adolescente. Inseparables equilibra acertadamente el tono dramático y los toques de humor que impone Tito, quien arrastra sus propios conflictos familiares -un hermano que anda por el mal camino y una madre que trabaja incansablemente- y se convierte en el único capaz de arrancar una sonrisa al millonario. Dos universos que chocan y se complementan a pesar de las diferencias permite el nacimiento de una relación de amistad tan inesperada como potente. El film comienza, vertiginosamente, con el final de la historia y Carnevale se apoya en un sólido elenco para dar rienda suelta a un relato que intenta evitar los golpes bajos. Entre conciertos de música clásica, exposiciones de arte, ambientes fastuosos y una relación platónica que se mantiene a distancia a través de correspondencia, la película galopa con buenos recursos y enciende ciertas zonas que parecían dormidas para los personajes. Rodrigo de la Serna es un actor carismático que aporta la emoción necesaria al Tito que también busca su camino, mientras Oscar Martínez presta su cuerpo inmóvil y su mente ágil al empresario que redescubre el sentido de la vida.
EL CLON Podríamos considerar a Inseparables la primera remake argentina de una película francesa. La original, estrenada en el 2011 con el título de Intouchables había sido dirigida por Olivier Nakache y Eric Toledano y, al igual que esta nueva versión de Marcos Carnevale, está basada en una historia real. Es improbable determinar qué margen de realidad se maneja tanto en Inseparables como en Intouchables respecto de la verdadera historia entre este tetrapléjico millonario y su asistente terapéutico. Pero no hay dudas de que Carnevale estaba más interesado en emular la ficción del film francés que de investigar y de recrear, según su particular perspectiva, esta historia real que resulta, cuando menos, emotiva. Podríamos sugerir que, salvo algunas excepciones relativas a acondicionar la historia a nuestro contexto local porteño -que obliga necesariamente a trabajar sobre la tipificación de los personajes-, las modificaciones entre un film y otro son sorprendentemente escasas. Estas similitudes alcanzan incluso ciertos trabajos de montaje, de encuadre y composición de la imagen así como del mismísimo decorado, que parecen estar calcados entre un film y otro. Y no exageramos si decimos que la habitación, baño e incluso el acolchado de la cama de nuestro asistente terapéutico Tito (Rodrigo de la Serna) es la copia exacta del que se utilizó para el afroamericano del film francés. Creemos atinar si afirmamos que Marcos Carnevale quiso acercar esta historia al espectador local, a través de actores de renombre que, desde ya, tienen su propia convocatoria: Oscar Martínez, en el papel del empresario millonario que, dada su condición de tetrapléjico, ha perdido su vitalidad y energía, y Rodrigo de la Serna en el lugar del fiel, desarreglado y desestructurado asistente de Felipe. Con esta lógica, las modificaciones que se observan y aprecian se centran en los gustos musicales de Tito (la cumbia), las impresiones del mismo cuando visita el Teatro Colón, una galería de arte contemporáneo local, las recreaciones en los escenarios de Puerto Madero y demás. No hay dudas de que esta historia está “bien” filmada, que sus actores -ya los conocemos a todos- son buenos actores y que la recreación está afrancesada. Si observamos un poco más de cerca vemos algunas deficiencias en el guión relativas al pésimo trabajo en la transición que sufre no tanto el personaje del millonario Felipe -aunque podría haber cuestionado cuando menos al comienzo algunos gestos de su nuevo ayudante, por ejemplo en el uso de la marihuana- sino en el de Tito. La idea es que dos personajes antagónicos se encuentran y se potencian en sus diferencias. La idea puede y es de hecho genial, pero exhibir y acompañar ese proceso de aprendizaje es más difícil y es lo que marcaría la diferencia entre un buen y un mal guión: cómo llega Tito a apreciar el arte, cuál es el verdadero motivo que lo lleva a intentar expresarse artísticamente, qué piensa, o mejor cómo se siente Felipe frente a los gustos de su nuevo asistente. En fin, entendemos que ciertos problemas ya estaban presentes en el film original, pero no existe tal cosa como “original” o en todo caso el origen fue devenido en función de la historia real entre asistente y tetrapléjico. Tanto mejor le hubiera ido a Inseparables si se hubiera animado a ver este particular vínculo sin el tamiz de la versión de 2011. Pero aparentemente esa no era la intención. INSEPARABLES Inseparables. Argentina, 2016 Dirección: Marcos Carnevale. Intérpretes: Oscar Martínez, Rodrigo de la Serna, Carla Peterson, Alejandra Flechner, Flavia Palmiero. Adaptación del guión: Marcos Carnevale. Montaje: Luis Barros. Música: Gerardo Gardelin. Duración: 107 minutos.
MAS QUE HUMANA... La película francesa “Amigos intocables” tuvo un gran éxito en Europa pero poca repercusión en nuestro país. La hicieron los franceses Eric Toledano y Olivier Nakache y se basaron en un entrañable caso real. Con ese material, el director y adaptador Marcos Carnevale hizo su versión con grandes despliegues de producción (la utilización de palacios, aviones, caballos, corredores de autos) pero por sobre todo con toda la humanidad de la historia, lo mejor del film, el fuerte del realizador. Hablamos de la relación entre un multimillonario tetrapléjico que elije como ayudante terapéutico a un joven marginal, sin preparación para el puesto pero que tiene una condición, no siente piedad por el inválido. Y entre ellos nacerá una relación impensada y profunda, lejos de prejuicios, mandatos, tan tierna, rica y única que penetra profundamente en la emotividad del espectador. Para eso brillan cada uno en su rol los actores. Un Oscar Martínez profundo, con distintas capas en su personalidad, su angustia y sus ganas de vivir. Lo suyo es un gran trabajo. Un Rodrigo de la Serna que le regala a su rol toda la energía necesaria, un desbordado que necesita vivir literalmente con el acelerador a fondo y que descubre una humanidad perdida en el enojo. Entre los dos una empatía perfecta. Un film tierno, con humor, hay que verlo.
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La historia en la que se basa Inseparables es conocida, ya que este film es una remake de la película francesa Amigos Intocables (Intouchables, 2011), que fue un éxito de taquilla en varios países; pero por si las dudas, aquí va una sinopsis: Felipe (Oscar Martínez) es un “cuadripléjico rico”, como se define a sí mismo, y tras entrevistar a numerosos candidatos, decide contratar a Tito (Rodrigo de la Serna), el ayudante del jardinero, como su asistente personal. La premisa se centra en el hecho de que ambos personajes protagónicos vienen de “mundos” muy distintos, y por ende, están acostumbrados a vivir de diferentes maneras. Paradójicamente, aquellas características que deberían repelerlos son las que los unen en una poderosa amistad. Si pensamos en la reciente Yo antes de ti (Me Before You, 2016), donde los personajes protagónicos también pertenecen a distintas clases sociales, resulta más fácil conectar con la dupla Felipe/ Tito que con la pareja romántica Will/ Louise, y esto se debe -en gran medida- al guión contundente y bien estructurado que hereda Inseparables del film francés. Ambas películas están basadas en la historia real de Philippe Pozzo di Borgo y su cuidador argelino Abdel Sellou… o al menos así debería ser, ya que Marcos Carnevale, director de la propuesta, se concentró en hacer una adaptación del material francés -a veces plano por plano- y no en contar la historia de estos personajes; para ello se apoya exclusivamente en el guión del film original, lo que resulta en casi una copia exacta de la película dirigida por Eric Toledano y Olivier Nakache. ¿Cuál es el sentido de filmar de nuevo una película, especialmente una excelente y exitosa como Amigos Intocables? Esta no es una pregunta que se hagan en Hollywood, la meca de las remakes, y en la mayoría de los casos se confirma que la nueva versión es innecesaria: ¿alguien acaso recuerda la espantosa Criminal (2004), adaptación de nuestra Nueve Reinas (2000)? Aun así, en este caso Inseparables toma algo de distancia con respecto al material de origen a partir de los pequeños detalles que hacen a la cultura argentina (o al menos, a algunas características que todos podemos identificar). Esto es mérito exclusivo de Carnevale, quien logra aggiornar el film y sus personajes para que la empatía no sólo esté puesta en la trama, sino también en la cercanía cultural. En este sentido, Tito no será un inmigrante de algún país limítrofe, como cabría suponer, sino un pibe de Villa Lugano con antecedentes criminales, y Felipe no quedó tetrapléjico en un accidente de parapente sino cabalgando por la costa argentina. Por otro lado, los gustos musicales de cada uno no estarán enfrentados en términos de clásico/ pop sino de clásico/ cumbia. ¿Cuál es el sentido, entonces, de volver a contar esta historia? En un relato donde los personajes ya no tienen nada que perder, y aun así extienden una mano amiga dispuesta a ayudar: es interesante pensar que quizás el otro, al que antagonizo y excluyo, puede ayudarme con eso que me falta como persona. En tiempos como estos, donde el mundo se encuentra polarizado, es bueno recordar que las grietas y los muros son autoimpuestos.
En Inseparables, dos diferentes que se complementan Son muchas las películas argentinas que han tenido remakes en Hollywood, en el resto de América latina y hasta en lugares insólitos como Corea del Sur, pero no es habitual -como sí ocurre en el teatro comercial- que aquí se adapten historias extranjeras en el ámbito del cine. Amigos intocables (Intouchables) resultó un éxito mundial hace cinco años y fue Marcos Carnevale el encargado del guión y la dirección de la versión local de aquel film francés. Más allá de los lógicos y bienvenidos cambios de rasgos, improntas, características y diálogos entre el original galo y la remake criolla, hay que decir que el creador de Elsa & Fred, Viudas y Corazón de León optó por respetar y sostener todo aquello (tragicómico) que tan bien funcionaba en la primera película. El otro acierto fue la selección del casting: Rodrigo de la Serna y Oscar Martínez tienen buena química en las diferencias de clase, de orígenes, de formaciones y de personalidades. Al final de cuentas, la película -políticamente correcta en su declaración contra los prejuicios- es una exaltación del encuentro y la comprensión en medio de las dificultades y las disparidades. Los opuestos se atraen y se complementan, dicen los dichos populares, y esta historia -tierna y tranquilizadora a la vez- no hace otra cosa que confirmarlos. Los protagonistas son Felipe (Martínez), un millonario tetrapléjico (sólo tiene movilidad del cuello para arriba) que está harto de la compasión y la lástima ajena, y Tito (De la Serna), el típico chanta porteño que pasa de ser su ayudante de jardinería a asistente full-time pese a no tener nada de experiencia (ni ganas) de cuidarlo y ayudarlo con la comida y el aseo. Sin embargo, Tito -que sobrelleva una vida familiar decididamente disfuncional- tiene las agallas, la irreverencia y la capacidad de disfrute que al otro le faltan. Más allá de la fluidez que Carnevale le imprime al relato y de la ductilidad de ambos protagonistas, no todo funciona de la misma manera: la película apela muchas veces a oposiciones un poco torpes y subrayadas (el cinismo vs. la emoción, Vivaldi vs. la cumbia "El bombón asesino" y sigue la lista), a cierto sentimentalismo exacerbado y a una musicalización ampulosa y subrayada a cargo de Gerardo Gardelín, más propia de un cine argentino de hace tres o cuatro décadas. Aun con esos reparos -y de que siempre será preferible un guión original a otro "prestado" de Francia-, Inseparables es un producto que funciona con dignos recursos y se termina disfrutando.
Con estos intérpretes, todo es más vivaz y creíble Acostumbrado a las versiones extranjeras de sus películas, Marcos Carnevale sorprende con la remake de un film francés. Marcos Carnevale siempre da alguna sorpresa. Ahora hizo una remake. Eso es inhabitual en estos lares. Más común es que otros hagan remakes de nuestras películas. Le pasó a él mismo con "Elsa y Fred" reinterpretada por Shirley Mac Laine y Christopher Plummer, y "Corazón de León", transcripta al cine colombiano con Marlon Moreno y María Nela Sinisterra, y ahora también al cine francés, con "Un homme á la hauteur", protagonizada nada menos que por Jean Dujardin y la rubia Virginie Efira. Pues bien, ahora el hombre hizo una remake de "Amigos intocables", aquella comedia francesa sobre un millonario tetrapléjico cuidado por un negro grandote proveniente de los barrios bajos. Linda historia de entendimiento y afecto entre dos personas muy distintas, que Olivier Nakache y Eric Toledano escribieron inspirados en la historia real de Philippe Pozzo di Borgo y su asistente franco-argelino Abdel Sellou. Al adaptarla, Carnevale mantiene figuras y estructura, pule situaciones, aporteña debidamente diálogos y personajes, cambia un deporte, le da un poquito más de espacio a la relación del enfermero con su familia, lo que resulta beneficioso, y culmina con las mismas, tocantes, imágenes documentales del original. Los protagonistas se lucen. Con Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna en los roles de François Cluzet y Omar Sy, todo alcanza mayor vivacidad. Alejandra Flechner, Carla Peterson, Flavia Palmiero, mejor aprovechada, Mónica Railoa, en breve aparición, y el flaquito Joaquín Flamini se destacan en el elenco. Y no se destaca lo suficiente, pero esta película incluye además una curiosa novedad, que puede apreciarse como bonus junto a los créditos finales: por primera vez en el cine, y quizás en todo el ambiente artístico, un cuarteto de cuerdas toca una cumbia. Lo conduce Gerardo Gardelin. Rodaje en los palacios Bencich y Basavilbaso, el Teatro Colón, la Libertador, Cariló, Aeroparque y Lugano 2 (nada es perfecto).
La nueva peli de Marcos Carnevale ("Elsa & Fred", "Corazón de León", "El Espejo de los Otros") es una remake de una historia que en 2011 rompió la taquilla alrededor del mundo, sobre todo porque cuenta la vida de dos personajes masculinos y lo más importante, está basada en hechos reales. Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna confirman lo IMPRESIONANTE que son como actores, una dupla, quizás impensada, pero que es para ponerse de pie y aplaudir durante toda la película. Los acompañan Carla Peterson, Alejandra Flechner y la participación especial de Flavia Palmiero, que todos, en conjunto son la joyita que tenía que tener esta historia para que cierre por todos lados. Hay historias que uno ve en cine y quedan en la sala... hay otras que se quedan guardadas y siguen movilizándonos días posteriores... eso mismo te va a pasar con "Inseparables". Gran trabajo, en guión y dirección, de Carnevale, quien no pierde detalle alguno de todo lo que pasa por la cabeza de Felipe (Martínez) y eso hace que uno sea un testigo más de lo que vive, en profundidad, Tito (De La Serna). Conmovedora, tierna, honesta, auténtica y una peli que desde hoy es un obligado ir a ver al cine. Consejo: llevate algunos pañuelitos, te vas a emocionar.
Instalado como director exitoso tanto en la televisión como en el cine; hay ciertas tendencias que parecen marcarse en la obra de Marcos Carnevale; las historias con gente que sufre alguna discapacidad o enfermedad grave en grado terminal; y la naturalización de una visión de clase, marcado en un ambiente de clase media acomodada – como mínimo en el mejor de los casos – desde donde pinta una suerte de costumbrismo sectorial. Por eso, no tiene que sorprendernos que una nueva versión del film francés Intouchables (2011) haya recaído en sus manos. Reza la segunda estrofa de la canción Amigos inmortalizada por Los Enanitos Verdes, “… No importa cuánto hay/En tus bolsillos hoy/Sin nada hemos venido/Y nos iremos igual… “No estaría siendo este el caso de la amistad que plantea Inseparables, en donde las conveniencias, los intereses, y el valor monetario ocupan claramente un significado importante. Si ya vieron o conocen el galardonado y algo sobrevalorado film de Olivier Nakache y Eric Toledano (Ya adaptado previamente en la India y de próximo remake hollywoodense) no habrá grandes sorpresas por acá en cuento al argumento. Carnevale se encargó de traspasar casi escena por escena la misma película, hasta con planos idénticos más de una vez. Habrá sí algunas diferencias para ubicar la historia en nuestro país, o si se quiere, hacerla más universal; nada puramente sustancioso. Felipe (Oscar Martinez) es un hombre adinerado, empresario nunca sabemos muy bien de qué, que ha quedado tetrapléjico, postrado en una silla de ruedas automática con la sola capacidad de mover su cabeza. Exigente, a Felipe no hay asistente que le dure. Durante una entrevista, todos los postulantes son poco menos que impresentables. Pero en el medio interrumpe Tito (Rodrigo de la Serna), el ayudante del jardinero, hosco, bruto, descarado, maleducado; quien viene a reclamar la falta de pago por parte de su contratista (el jardinero, no Felipe, que es empresario, pero de los nobles). Tito inmediatamente llama la atención de Felipe, que lo contrata como nuevo asistente a prueba por dos semanas por el simple hecho de que es el único que no lo mira con condescendencia. Con el pasar del tiempo, las asperezas se van limando -más o menos – o se complementan y surge entre ellos una profunda amistad de camaradería. Más allá de ser un compendio de clichés y carecer de todo tipo de originalidad, el film de Nakache y Toledano funcionaba por ser consciente de cierta realidad de la Francia actual respecto a los inmigrantes, por manejar un buen timing, despertar interés por el devenir del hombre tetrapléjico, y presentarse de un modo muy correcto desde lo técnico. Nada de eso existe en la versión local. Driss, el inmigrante senegalés compuesto por Omar Sy, es remplazado por el Tito de Rodrigo de la Serna, quien nunca deja muy en claro si tuvo antecedentes penales (a diferencia de Driss que sí los tenía), ni tampoco su procedencia, por más que se le agregue una pequeña historia respecto a su familia humilde. Tito no pareciera vivir en un barrio de emergencia (lo que vulgarmente se conoce como villa) pero actúa según los cánones del cliché de la ficción sobre los habitantes de los mismos. En una buena composición por el texto que le toca en suerte, De La Serna compone un personaje habitual en él, espontáneo, fresco, y bastante histriónico. Martinez, por el contrario, se ve incómodo en su papel, un ojo atento podrá notar algún movimiento de más en un tetrapléjico, no entra del todo en el juego de la comedia, y no logra una buena química con su contraparte. Canevale decide invertir la ubicación de algunas escenas respecto al original, por lo cual, sumado a que se trata de casi una copia fiel de una película muy popular, el misterio por el devenir de los personajes es casi nulo. El guion presenta algunas incongruencias, lugares vacíos, y la utilización de planos más bien televisivos, tampoco ayuda en lo técnico. Por momentos, Inseparables pareciera un film hecho a las apuradas, sin demasiado criterio propio, y que resalta los errores o incomodidades que en film francés ya se vislumbraban, pero estaban mejor disimulados. La condescendencia hacia la clase aristocrática, el cúmulo de clichés sobre la gente de bajos recursos, la superación personal por medio de logros alcanzados exclusivamente con el dinero, el choque de clases en el que siempre “el pobre” es el que cumple la función de monigote de entretenimiento de feria; todo eso, que ene l original ya se asomaba, acá se muestra de modo explícito, molesto, quizás por una cuestión de idiosincrasia diferente a la francesa. Se siente ajena, impostada; sin un gran progresivo dramático, que intenta ocultarse mediante una banda sonora de las más extrañas y desubicadas de los últimos tiempos en el cine argentino, un jazz melódico acompañado por tarareos, estilo jingles publicitarios de los años ’80, fuera de tiempo y sin un criterio demasiado claro desde lo incidental; desde los policiales explotation furor en los ’80 y ’90 no escuchábamos algo similar. Hay algunos aciertos individuales, como la labor de la Serna, o Alejandra Fletchner, que sacan sus ´personajes a flote a puro talento pese a lo encorsetado. Inseparables podrá ser del agrado del público que su director ha formado a lo largo de sus nueve películas de probado éxito más allá de las consideraciones que podamos tener. Tiene todos los ingredientes para captar al público masivo, no hay dudas de ello. Quienes busquen ir un poco más allá, realizar un análisis profundizando sobre la superficie, seguirán encontrando esa “extraña” ideología que tanto ruido nos hace; cuestión d hasta dónde extendemos la mirada.
Esta vez nos tocó a nosotros. Mientras por el mundo se reproducen las remakes de filmes argentinos, y muchas de ellas ideadas o filmadas previamente por Marcos Carnevale, por cierto uno de los más prolíficos directores argentinos de los últimos tiempos, “Inseparables” (Argentina, 2016” pone su mirada sobre “Amigos Intocables”, aquella comedia francesa que fue un éxito en cada uno de los países en donde se estrenó. “Inseparables” habla de una profunda amistad entre dos seres tan disimiles entre sí que podrían haber chocado más que empatizado, Felipe (Oscar Martinez) y Tito (Rodrigo De la Serna), quienes se conocen circunstancialmente y terminarán marcando a fuego la vida de uno y de otro. Felipe, es un multimillonario que se encuentra relegado a una vida sedentaria por un accidente, y necesita de un asistente para que lo ayude con el acontecer diario. Tito, empleado de èste, llegará a la vida de Felipe cuando se vea obligado a continuar dependiendo de los demás, aunque quizás la elección de sumarlo como su ayudante no sea bien vista por las dos mujeres (Carla Peterson y Alejandra Flechner) que lo acompañan. Pero Felipe apuesta a Tito, porque sabe que, más allá de su inexperiencia, podrá acompañarlo a tomar algunas decisiones que cambien drásticamente su situación de tetrapléjico, no porque deje de estar atado a una silla de ruedas y la compasión de los demás, al contrario, sino porque podrá abrirle un mundo que el desconoce y al que quiere acercarse. Carnevale construye el relato con precisión, y si bien por momentos algunas lagunas sobre detalles que se dejan al pasar y no se retoman resienten la acción, el elevado nivel actoral (los cuatro intérpretes mencionados ofrecen personajes únicos y creíbles) y una puesta en escena acorde al filme, superan cualquier falla detectada. “Inseparables” es una de esas películas en las que los actores se comen el filme, porque más allá de la simpleza del guion (calcado del original), y algunas situaciones exageradas (Felipe lleva al Teatro Colón por primera vez a Tito), la potencia de la actuación borra cualquier pedido de mayor profundidad a la misma. Rodrigo De la Serna potencia aquello que ya conocemos de él y le brinda a su Tito de una serie de elementos que hacen verosímil toda su interpretación, y en un filme como éste, en el que toda la atención recaerá en él, era necesario que lo haga. Martinez está muy bien, teniendo en cuenta las limitaciones que le impone su Felipe, pero así y todo, en la complicidad con De la Serna, construye muchas escenas emotivas que escapan al golpe bajo. La dupla protagónica femenina (Peterson/Flechner) brindan el contrapunto necesario para que Tito avance en su relato, uno en el que Carnevale prefirió correr el foco de su propia historia, suavizándola (en “Amigos Intocables” el personaje tenía un hijo fruto de su relación con su tía), sumándole color a la interacción entre dos seres de clases sociales disimiles que terminan demostrando que no siempre el dinero sirve para todo.
Felipe es un hombre que lo tiene todo: una gran mansión, un auto importado, una vida llena de lujos, pero tras un accidente todo eso quedo de lado. Actualmente tiene que convivir con una discapacidad de por vida (es tetrapléjico). Del otro lado esta Tito, un joven que no tiene nada que perder. Felipe le propone a Tito ser su asistente personal, ser sus brazos y pies. Esta es la historia de dos personas de clases sociales muy distintas que forjan una gran amistad pese a todas las circunstancias y que buscan ponerle una sonrisa a los problemas que se presentan en la vida. Marcos Carnevale director de películas como: “Elsa y Fred”, “Anita” o “Corazón de León” es el encargado de ponerse detrás de las cámaras para dirigir esta versión local del gran éxito Francés titulado “Amigos (Intouchables, 2011)”, film que en Europa logró consagrarse como una de las más taquilleras. La película local es un calco de la extranjera, pero Oscar Martínez (Felipe) y Tito (Rodrigo de la Serna) logran aportarle mucho humor argento. La película por momentos es divertida, pero también se guarda momentos dramáticos; pero el humor sobre todo es el ganador. El personaje de Tito puede ser por instantes una persona algo desagradable por su léxico lleno de insultos inapropiados que perjudica al espectador que va con su familia, en cambio Oscar Martínez logra convencer con su papel. Marcos Carnevale tras “Anita” y “Corazón de León” vuelve a contar una historia en la que uno de los protagonistas sufre de algún problema físico y en esta película trata de copiar a la perfección a su antecesora en casi todo, principalmente en los diálogos y hasta en algunos gestos. “Inseparables” es una película divertida pero que no llega a generar la química que tenían Francois Cluzet y Omar Sy en el film original, tampoco la música logra estar a la altura de la que fue compuesta por Ludovico Einaudi. Lo bueno: Es una película agradable para pasar el momento, viene perfecta para despegarse un poco del cine pochoclero, la escena final es de las mejores. Lo malo: Rodrigo de la Serna convence en su papel, solo el gran defecto es su vocabulario en gran parte de la
Remake del gran éxito del cine francés, Intocables, traslada a la Argentina casi escena por escena la historia del tetrapléjico rico y su asistente suburbano. Si vieron la original conocen ya la eficacia del material para emocionar, con su catálogo de apuntes sobre diferencias sociales. El director Marcos Carnevale, aún filmando lo ya filmado, no logra pintar dos caracteres realmente verosímiles, y la progresión dramática es floja. Además, tiene una tendencia clara a endulzar demasiado. Si la película se ve con placer es gracias a sus actores, principalmente Oscar Martínez, contenido, creíble y natural en uno de esos roles comprometidos y consagratorios.
Cuando la copia es mejor que el original. A lo largo de su historia, el cine argentino dio lugar a unas cuantas remakes. Entre ellas, dos películas de Marcos Carnevale, Elsa y Fred (2005) y Corazón de León (2013), que dieron origen respectivamente a una versión homónima con Shirley MacLaine y Christopher Plummer y a dos rendiciones, una mexicana y otra francesa, ambas de este año. Lo raro son las remakes argentinas de películas extranjeras. Por una extraña curiosidad le toca al propio Carnevale estar a cargo de esa rareza con Inseparables, una de dos versiones de la comedia dramática francesa Intouchables, la más vista en la historia de esa cinematografía y que aquí se estrenó cuatro años atrás, con el título Amigos intocables. Una de dos: la otra es una película india llamada Oopiri y estrenada a fines de marzo pasado. La segunda rareza es que por una vez la remake es mejor que el original. Mucho no se requería, se podrá argumentar: Amigos inseparables chorreaba melaza, fórmulas, clichés y golpes bajos. Más allá de alguna trampita dramática y el fantasma de la tipificación, Inseparables es una dignísima película dirigida a público masivo, que tiende a superar sus propias debilidades. Basada, como el original, en una historia real a la que es fiel sólo hasta donde los requerimientos dramáticos lo toleran, Inseparables es una fábula de amistad interclasista entre un hipermillonario tetrapléjico aquí llamado Felipe (Oscar Martínez) y su nuevo asistente, el “pibe guachín” Tito (Rodrigo de la Serna). Igual que en la versión francesa, al hacer un casting de candidatos Felipe desecha a los que parecen más capacitados y en cambio elige a Tito, que aparece como el más impresentable. Tito es maleducado, mal hablado, prepotente, agresivo, visiblemente violento y no tiene el menor respeto, ni por él, ni por su clase ni por nada. Por eso lo elige: no quiere que le tengan piedad. Como la francesa, la película escrita y dirigida por Carnevale es una buddy movie: reúne a dos personajes que no podrían parecer más inconciliables, para ir encontrando entre ambos los puntos de encuentro. Que pasan, en este caso, por el goce vital. Este aspecto, que en el original daba lugar a una mensajería de poster sobre el amor a la vida y etcétera etcétera, aquí está tratado de modo puramente funcional, con el vital Tito arrastrando a su patrón a “bailar” la cumbia “Bombón asesino” en silla de ruedas, a correr en su BMW a 200 x hora, a fumar porro y a contratar el servicio de un par de escorts, que darán placer a Felipe en sus orejas, la zona erógena que le queda. Por momentos, sobre todo al comienzo, Tito –que vive con su familia en un barrio de monoblocks– recuerda un poco demasiado a Minguito Tinguitella, en versión pesuti. Cuando afloran el dolor y la dureza, ese fantasma en buena medida se disipa. Hay cierto gato por liebre en la simpatía tribunera de un personaje claramente golpeador, tal como muestra en la relación con sus hermanos (varón y mujer), el aspecto más discutible de la película. Rodrigo de la Serna no desaprovecha ni una sola escena de un personaje servido para su lucimiento de una punta a otra, incluyendo desubicaciones varias en el mundo high class, puteadas de cancha en el Teatro Colón, intentos de levante a diestra y siniestra y la referida escena cumbiera, a la que el actor que fue San Martín le saca todo el jugo. Oscar Martínez no sólo está excelente sino que su (necesariamente) contenido, pero crecientemente pícaro Felipe, representa el contrapeso justo con respecto al desbordado Tito. Alejandra Flechner y Carla Peterson, como sus secretarias, no sólo están magníficas sino que además incorporan personajes con volumen propio, lo cual se agradece. Como se agradece la narración fluida, no empantanada en un mero plano/contraplano de origen televisivo, del que hasta ahora a Carnevale le había costado deshacerse.
Las diferencias sirven para unir Protagonizada por Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna, esta remake de un éxito francés cuenta la amistad entre un millonario tetrapléjico y uno de sus cuidadores. Era cuestión de tiempo para que la etapa ecologista de Hollywood -que, entre remakes, reboots y prolongación ad infinitum de las franquicias, vive del reciclaje- llegara a la Argentina. Si aquí el fenómeno no es frecuente -no sobran los ejemplos recientes, más allá de los reinicios de las sagas de Bañeros y los Superagentes, y la remake de La patota-, el caso de Inseparables es más raro aun, porque es la adaptación local de una producción extranjera. Hablamos de Intouchables, de Olivier Nakache y Eric Toledano, que se estrenó en 2011 y se convirtió en la película francesa más taquillera de la historia a nivel mundial (aquí se llamó Amigos intocables y no fue un éxito descomunal: la vieron 122 mil personas). Ante una remake, lo primero que aparecen son las comparaciones con la película original, y en este sentido la versión de Marcos Carnevale supera la prueba. En realidad, es casi una réplica escena por escena de la francesa. Por lo tanto, no parece haber enfrentado grandes dificultades de adaptación: esta es una comedia dramática de una pareja dispareja que podría suceder casi en cualquier parte del mundo (de hecho, se viene la versión hollywoodense, protagonizada por Bryan Breaking Bad Cranston). Está basada en la historia real de una amistad impensable, entre un aristócrata millonario que quedó tetrapléjico a raíz de un accidente (Philippe Pozzo di Borgo), y uno de sus cuidadores, el argelino Abdel Yasmin Sellou. Para traerla a Buenos Aires, basta con ubicar al rico en un palacete cercano a la Plaza San Martín y al pobre en un monoblock de Villa Lugano, agregar algo de cumbia, y no mucho más. Si había un desafío, ése era empardar las actuaciones de François Cluzet y Omar Sy, que dotaron de credibilidad, calidez y sentido del humor a la película francesa. La vara estaba alta, pero no tanto como para que Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna, dos de los mejores actores argentinos de la actualidad, fracasaran en el intento. Ambos se lucen: Martínez -sin mover más que la cabeza y el rostro- como ese hombre frontal, ácido y carente de autocompasión que se adapta con valentía a su confinamiento a una silla de ruedas y su dependencia de terceros; De la Serna, como ese bruto y cordial pícaro criollo. Como ocurría con la original, Intratables camina por la cornisa de la sensiblería pero no se cae. En ese intento por, además de divertir, emocionar y dar una lección de vida, algunas escenas rozan la llama de la cursilería, pero la película no se quema y termina cumpliendo su objetivo sin golpes bajos. Dicho todo esto, cabe una pregunta casi retórica: ¿qué motivos, más allá de los económicos, justifican la existencia de esta versión argentina? La respuesta queda a cargo de los espectadores.
Está basada en la vida de Philippe Pozzo di Borgo, autor del libro "Le Second souffle" quien en 1993 quedó tetrapléjico. Esta es la remake del film francés "Intouchables" 2011 (título original), "Amigos Intocables" (Protagonizada por Eric Toledano y Olivier Nakache). Tiene todos los toques de Carnevale (“Elsa y Fred”, “Corazón de León” y “El espejo de los otros”). Es una historia tierna, humana, emotiva, habla de los vínculos aunque sean polos opuestos, es una lección de vida. Con varios mensajes, entre ellos uno esperanzador donde te demuestra que la vida pese a las dificultades te puede dar oportunidades. Las actuaciones de los protagonistas son excelentes Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna. Complementan el elenco aportando profesionalismo: Carla Peterson, Alejandra Flechner, Rita Pauls, Franco Masini, además de la participación especial de Flavia Palmiero. Vale la pena ver hasta el último crédito porque hay escenas extras.
Luego de cuatro años de haber sido estrenada en Buenos Aires Amigos intocables, llega a los cines la muy inferior versión Argentina de la misma historia, Inseparables. Felipe sufrió hace ya muchos años un accidente cabalgando que lo dejo paralizado del cuello hacia abajo y con muy poco interés en vivir. Pasa sus días sin ninguna motivación, hasta que conoce a un subcontratado trabajando en su casa, Tito. Y es él quien a través de la simpleza de su visión de la vida hará que Felipe pueda de a poco animarse a vivir un poco más. Inseparables es, en casi todos los aspectos una copia textual de su predecesora y aun así, fracasa como película en casi todos los lugares donde aquella triunfaba. La traducción en la relación de los personajes es forzada y la diferencia de clases por sí sola no revierte para la historia un motor suficientemente poderoso como para que la química entre los personajes (que es el punto más importante de esta historia) se desarrolle. Sin lugar a dudas, Rodrigo De La Serna es un actor de primera línea y logra encarnar a la perfección al ayudante de jardinero devenido en asistente personal de Felipe (Oscar Martínez) y gracias a su carisma logra que su actuación sea sin lugar a dudas el punto más alto de la película. Alejandra Flechner también está muy bien en su personaje y Martínez sin sobresalir demasiado, compone a Felipe muy bien. Pero es el pequeño personaje de Monica Raiola la que logra uno de los mejores momentos de la película. El problema de la película es claramente el guion. No tiene muy en claro como funcionaria esta historia en el contexto de nuestro país y la traducción de la versión francesa no es para nada acertada. Muy forzadas las situaciones y los diálogos y con eso no hay actuaciones que alcancen. Igualmente por lejos el peor punto de la película es la música. Es inexplicablemente anticlimática, de pésimo gusto y da la sensación de que uno está viendo una muy mala película de los ochenta.
DE NO CREER El comienzo de Inseparables es ejemplificador de muchos de los problemas del film y algunas de las salvedades que evitan que sea un absoluto desastre: lo vemos a Tito (Rodrigo De la Serna) conduciendo un auto -bien de alta gama- en el que lleva a Felipe (Oscar Martínez), manejando a alta velocidad por las calles de Buenos Aires, siendo detenidos por la policía y sacándose el problema de encima con un par de avivadas. Ya desde la puesta en escena, el montaje y especialmente la banda sonora (que atrasa treinta años) el film nos quiere vender que ese momento es liberador, conmovedor y hasta un poco gracioso, sin darse cuenta de que para generar esas sensaciones en el espectador le falta algo tan simple como esencial: personajes con los que empatizar, básicamente porque no los conocemos, ya que estamos en el minuto uno del metraje. Hay cuestiones narrativas muy importantes que el guión no parece tener en cuenta, como si pensara que inmediatamente el público debe conectar con los personajes casi por decantación porque está ante una historia de “hondo contenido humano”. Es decir, no importa el relato o la construcción de conflictos: importa el tema, el tópico, o directamente el “mensaje”. Ante eso, lo único que se puede destacar es cómo De la Serna y Martínez salvan la secuencia en base al oficio que poseen y la química que generan entre sí, a puro timing cómico y simpatía. Lo cierto es que esto sucede porque a esta altura del partido, Marcos Carnevale ya creó desde su filmografía una especie de subgénero dentro del cine nacional de los últimos años, que podríamos denominar “mensajismo desde las clases pudientes”. Desde allí, nos habla sobre la necesidad de superar la discriminación, la intolerancia, las diferencias, la falta de afecto, la violencia, con una facilismo en su mirada que nos hace recordar a cuando Susanita, la amiga de Mafalda, terminaba de leer el diario y decía, bostezando, “ahhh, por suerte el mundo queda tan, tan lejos…”. Films como El espejo de los otros, Corazón de León o Viudas parecen tener todas las respuestas, que vienen en forma de mensaje bienintencionado y progre, y que en verdad nos revelan que todo se soluciona muy pero muy fácil en un universo al que se observa con la tranquilidad que ofrece la distancia. Inseparables es una nueva oportunidad para que Carnevale nos plantee conflictos para inmediatamente negarlos, porque para todos los problemas existe una única y simple resolución. En el caso de Inseparables, Carnevale cuenta con material previo, que es el film original francés Amigos intocables, y frente a eso hace la más fácil de todas, que es reproducir exactamente la misma estructura narrativa, con las mismas características para los personajes, las mismas situaciones, los mismos diálogos, los mismos chistes y alguna que otra diferenciación idiomática. Eso le permite llevar adelante un relato mínimamente coherente, con algunas secuencias potables, pero no mucho más, porque también repite las fallas de la película de Olivier Nakache y Eric Toledano: esto es, la falta de un vínculo coherente y consistente entre los protagonistas, además de una media hora donde la trama gira en el vacío, sin hallar un hilo que conduzca las acciones e incluso regodeándose en la repetición de situaciones. Lo único que parece tener para aportar Carnevale -además de su notoria incomodidad cuando tiene que filmar por unos minutos a las “clases bajas” de este país- es el elenco, e incluso ahí no termina de notarse la mano del director, sino la interpretación propia que consiguen hacer los actores. Ahí la tenemos a Carla Peterson cumpliendo con su papel y Alejandra Flechner otra vez demostrando que lo suyo es la discreción, los gestos y miradas justos en el momento correcto y el lugar indicado. Y claro, a Martínez dándole una gran dignidad a su rol, sin resaltar sus padecimientos, y a un De la Serna en estado de gracia, pasando del drama a la comedia con una ductilidad que evidencia que, si no es el mejor actor argentino del momento, le pega en el palo, porque está en condiciones de llevar a buen puerto lo que sea. Hay demasiadas escenas en Inseparables que son inverosímiles, poco creativas, con una concepción del drama o el humor que asombra por su esquematismo. Y sin embargo, por momentos podemos creer en ese vínculo entre Felipe y Tito, entre ese hombre acaudalado pero que se siente aprisionado en su silla de ruedas, y ese compañero de vida que le aparece de la nada y que también tiene demonios internos por combatir. A Martínez y De la Serna les creemos. A la película que es Inseparables, no.
"Inseparables", una película cinco estrellas Marcos Carnevale logra en Inseparables una remake sensible de la película francesa, pero en tono de comedia, y con la complicidad de dos actores enormes. Muchos aspectos hacen de la última película de Marcos Carnevale algo especial. Primero, la placa con que comienza: “Basada en hechos reales”. Esas cuatro palabras suelen funcionar como un anzuelo que difícilmente desilusiona, porque a las historias las enriquece la verosimilitud, y cuando hay sucesos verdaderos que inspiran a un director y a un guionista, todo parece más luminoso, más cercano. Pero Inseparables es más que una adaptación de una película francesa (Intouchables); se trata de una muy buena comedia que se mete en temas complejos: las diferencias de clase social, la actitud frente a la discapacidad, el valor de la amistad y la solidaridad. El trabajo de los actores principales aporta una complicidad palpable que, además de enriquecer la narración, genera inmediata empatía: el gran logro de la adaptación es que tanto las fricciones como las coincidencias entre Rodrigo de la Serna y Oscar Martínez son impecables y desencadenan una batería de gags que los adeptos al género agradecerán. El humor es una herramienta fundamental en toda la película, y en ningún momento suena forzado. No es fácil tratar ciertos temas y con ellos hacer una comedia, pero en el caso de Inseparables, el desafío cumple con creces las expectativas. ¿Cómo hace un hombre impedido físicamente para continuar llevando una vida normal? ¿Influye en algo su entorno? ¿Existe una receta absoluta para superar las adversidades? La historia de una amistad en ciernes parece responder esa y otras preguntas en un marco que resulta fácilmente digerible. Un buen guion, una buena dirección y dos grandes actores al servicio de ofrecer un buen rato en las butacas. Sin dudas, Inseparables pasará a engrosar la lista de películas que uno vuelve a ver cada vez que puede, por puro gusto. Es el mejor destino para una película.
Franquicia con aroma francés. El fenómeno taquillero del film galo Amigos Intocables, ha convertido rápidamente lo que era una pequeña comedia dramática en una extremadamente redituable franquicia con infinitas réplicas alrededor del mundo. El argumento, que se centra en la amistad entablada entre un tetraplégico millonario y un improvisado acompañante terapéutico de “barrios bajos”, no sólo pasó a ser un formato de venta internacional sino que actualmente puede encontrarse en diferentes películas (Yo Antes de Ti, The Fundamentals of Caring) que ni siquiera poseen los derechos intelectuales de la cinta francesa. En Argentina somos gente con valores, así que fuimos por el camino de la legalidad y hoy tenemos una remake oficial a cargo de Marcos Carnevale (Elsa & Fred, Anita, Corazón de León). En primer lugar hay que decir que en términos de fidelidad a la obra original, esta versión es indiscutible. De hecho, la estructura del guión e incluso vario de los planos son idénticos a la película en la que se basa. Carnevale respeta a rajatabla la esencia conceptual y hasta el casting es irreprochable. Oscar Martinez y Rodrigo de la Serna son dos de los mejores actores de la escena nacional y no es la primera vez que trabajan juntos, así que la química está asegurada. Pero este respeto y lealtad al material inicial, que bien pudo haber sido el mayor acierto de la película, termina siendo contraproducente cuando el film lo usa para subrayar el constante paternalismo clasista y golpe bajo emocional. Carnevale otorga una visión hiperpasteurizada e inconsistente de la pobreza en Argentina y despliega sin número de clichés típicos – crédito de parcial del guión francés – de un drama sentimentalista. Driving Miss Martinez: En el mundo de Inseparables el pobre es un ser sin ningún tipo de valor salvo el de servir con su simpatía barrial al patrón de turno. El pobre es un ser inculto, machista, homofóbico, ladrón y salvaje pero con la capacidad de ser domesticado si es educado como corresponde por el mundo civilizado. Obviamente no sea cosa que se vaya a mostrar la “fealdad” de la miseria, en el Lugano 1 y 2 de Inseparables todos se visten con remeras de diseñador, pero ¡ojo! de los Stones y Bob Marley, que son de gusto tan popular como las juntadas en las turbias esquinas del cuasi conurbano. El pobre suele tener apodos como Tito, habla con mucho lunfardo, y se parece a Rodrigo de la Serna; como en Okupas y El Puntero. Tampoco para tanto igual, no sea cosa de que el pobre sea desagradable, porque Tito es simpático y algo carismático, hace divertidas impresiones de El Conde de Montecristo y a veces se tira unos divertidos pasos de cumbia; también cuenta chistes (no sabemos muy bien si son graciosos pero al resto de los personajes de la película les hace gracia así debe ser todo un plato) y tiene la escuela de la calle – papá! -. En este universo diegético, a Felipe/Oscar Martinez (que se parece bastante a un rico como en Relatos Salvajes y La Patota), al millonario tullido le encantan los pobres, porque ellos no demuestran compasión hacia los enfermos: los maltratan y los chorean por igual. Los pobres la tienen clara con el chamuyo, te pueden enseñar a engatusar a una cualquier minita, sea Carla Peterson o Flavia Palmiero, lesbiana o heterosexual, sea consensuado o no. Aparte, los pobres te proporcionan porro y prostitutas (algo que no se consigue en los círculos de alta alcurnia), y lo más lindo de todo: no hay nada más satisfactorio y humanitario que brindar al pobre con arte y poesía, ellos te lo van a agradecer. Así que ya saben, si quieren hacer una película con un mensaje pseudo existencial y con cierta crítica social no hace falta que piensen, ni siquiera hace falta que utilicen la narrativa cinematográfica. Por unos mangos pueden comprar la trama en el exterior, copiar el 80 % de los planos (el resto son descartes de Pol-ka o Caballos Salvajes) y agregar todo el patetismo que quieran. Total, con la correcta promoción alguien la tiene que ver. Conclusión: Inseparables es un compendio interminable de sentimentalismo barato, clasismo de manual y pretenciosidad televisiva. Un producto que apela al bolsillo del espectador con grandes nombres actorales y humanismo de ONG.
Hay que ayudar para ayudarse, nos dice esta amable comedia Este nuevo trabajo de Marcos Carnevale, remake de una comedia francesa, no sólo logra alcanzar sus módicas metas; también mejora al producto original con algunos pincelazos bien puestos. En los papeles, la cita no prometía demasiado: revisión casi inexplicable de una historia reciente, medio lastimosa y medio manipuladora, que pasó inadvertida. Y detrás de las cámaras un director de olfato, pero con frecuentes caídas en el sentimentalismo, la cursilería y el énfasis emocional. El guión respeta puntualmente el trazado del original francés, “Amigos intocables”, que cuenta la historia (dicen que es real) de un millonario tetrapléjico y su bizarro asistente terapéutico. Tito (de la Serna), es un muchacho con pasado borroso, ratero y malhablado. Y Felipe, harto de acompañantes melosos y compasivos, es el millonario que lo contrata como asistente. Y el cine una vez más logrará que dos opuesto se junten y se quieran. La cosa funciona no sólo por una puesta en escena contenida y cuidadosa, sino y sobre todo por una magnífica dupla actoral. De la Serna está soberbio y Martínez, más acotado su registro por las limitaciones de su personaje, deja que su rostro nos vaya contando lo que siente Canevale sin duda ha ido mejorando su herramienta. Desde sus trabajos más cursis (Elsa y Fred, Tocar el cielo) su cine ha ido evolucionando. “La parte del león” y “Las viudas” ya había mostrado que en lugar de lágrimas su cine se le atrevía al humor y a las comedias románticas historias más difíciles. Y aquí adaptó bien una comedia manipuladora, incluso al darle más letra al asistente nos deja asomarnos a una realidad local que está bien retratada. No hay demasiados golpes de efecto y hay humor. Pero la cosa funciona no sólo por una puesta en escena contenida y cuidadosa, sino y sobre todo por una magnífica dupla actoral. Rodrigo de la Serna está soberbio y Oscar Martínez, más acotado su registro por las limitaciones de su personaje, deja que su rostro nos vaya contando lo que siente. Sus presencias sostienen un guión que siempre está a punto de desbarrancarse, que muchas veces adopta un falso clima exultante y que incluso fuerza demasiado los contrastes de sus personajes. No importan algunos subrayados, ellos defienden este cuento de una relación amistosa que parecía imposible y que nos viene a recordar que los vínculos humanos suelen transitar caminos imprevisibles.
Versión argentina del éxito francés, aquí la persona en silla de ruedas es Oscar Martínez y el hombre marginado que se ocupará de él es Rodrigo de la Serna. El film es imperfecto, pero tiene una virtud: su relato y sus emociones son genuinas, gracias a una dirección que no intenta inventar cuando no es necesario y actores que entienden perfectamente a sus personajes. Su peor defecto es ser demasiado mecánico, pero se equilibra con momentos nobles.
Este filme argentino es una remake del éxito francés “Amigos intocables” (2011) que se basaba en una historia verídica, protagonizado por Francois Cluzet y Omar Sy, dirigida y escrita a cuatro manos por Olivier Nakache, Eric Toledanoy, que se estrenaba en la Argentina un año después. Ahora el director Marcos Carnevale, cuyas mejores producciones son “Elsa y Fred” (2005), todo un opus de China Zorrilla y nada mas, o “Corazón de león”(2013)sin otro valor que ser otro producto hecho para el lucimiento de Julieta Diaz, que además le serviría a Guillermo Francella para demostrar que lo realizado en “El secreto de sus ojos” (2009) no era una golondrina de verano. Ahora arremete con esta historia francesa posiblemente con la intención de argentinizar el texto, y si a medias se lo logra es por el carisma y los recursos de Rodrigo de la Serna, aquí acompañado en el protagonismo por ese gigante de la actuación que es Oscar Martínez. En este sentido da la sensación que el personaje de Martínez (Felipe) fue calcado del original, mientras que respecto del de Tito (de la Serna) tuvo que hacerse una traslación importante. Es aquí donde La realización falla, no hay una buena descripción desde la presentación, no hay una adecuada estructura de personaje, y falla mucho en el desarrollo del mismo porque nunca termina de definirse, sobre todo desde sus modismo y lenguaje oral, no podemos saber nunca si es un completo iletrado o está cursando tercer año de filosofía. Los espacios propios, su familia, sus relaciones cercanas, sólo son someramente mostrados, es verdad que mucho más no hace falta, pero si el quiebre dramático viene por esa variable habría que ponle un poco más de onda. Es tan inverosímil como lo son la falta de justificación de algunas acciones realizadas por Tito. Felipe, un hombre de clase alta, viudo, padre de una adolescente, y tetrapléjico debido a un accidente cabalgando, está siempre en busca de un asistente terapéutico pues nadie lo soporta mucho tiempo,. por las tareas al abrumado patrón.. Se presentan varios muy calificados, pero ninguno lo convence esta vez, hasta que encuentra a Tito, el ayudante de jardinero, con menos preparación que Forrest Gump, Felipe decide contratarlo. ¿Por que? A la mitad de la narración lo sabremos de la boca de Felipe: Tito es la única persona, en mucho tiempo, que no lo trata con compasión. La decisión de contratarlo no puede ser comprendida por Ivonne (Alejandra Flechner) y Veronica (Carla Petersen) las asistentes personales de Felipe. Un intento de comedia dramática sólo sostenida por las actuaciones, son demasiados los defectos aunque por momentos entretenga, funcione.
El gesto puro de humanidad Lo primero que hay que saber para ver "Inseparables" es que no hace falta conocer "Amigos intocables" para disfrutar este buen filme de Marcos Carnevale. Más allá de que la comedia francesa de Eric Toledano y Olivier Nakache es impecable, esta historia tiene vuelo propio. Y se despega por las actuaciones de Oscar Martínez, en primer lugar sacando varios cuerpos de distancia, y Rodrigo de la Serna, con algunos tics conocidos en su rol del unitario "El puntero". Basada en un caso real, la trama hace foco en la relación entre Felipe. un refinado millonario tetrapléjico (Martínez) y Tito, un joven humilde y tan simpático como desprejuiciado (De la Serna). Tito será el asistente de Felipe, quien lo tomará a prueba, seducido porque es el único que lo trata sin mostrar lástima por su discapacidad. Al principio Tito será parco y guarango, pero de a poco se irá acercando a este millonario, de quien hasta se verá influenciado de su sensibilidad artística. Carnevale quiso mantener el espíritu de la historia original y lo logró, sin dar golpes bajos y con el foco puesto en el cariño genuino y compinche de este dúo protagónico. Lo que fue un plus en esta versión fue la riqueza disparatada de los diálogos y la argentinidad de ciertas reflexiones y actitudes del dueto central, que permitirá que el espectador se sienta rápidamente identificado. El gesto de cupido de Tito hacia su patrón corona la película y apunta directo al corazón. Para no dejarla pasar.
Una remake emotiva pero sin impronta La película "Inseparables" es la remake argentina del film francés "Amigos Intocables", la cual fue adaptada adecuadamente a la idiosincrasia argentina, manteniendo el sentido del humor y la emotividad presentes en la pieza original. Por Denise Pieniazek Inseparables (2016) narra el impredecible vínculo entre Felipe (Oscar Martínez) un adinerado empresario, quien años atrás se ha quedado tetrapléjico, y su nuevo asistente terapéutico de origen humilde. Tras los constantes cambios de personal, Felipe decide contratar a Tito (Rodrigo de la Serna) quien no se ha postulado para ese puesto, pero llama su atención mediante su indócil carácter. A Felipe le interesa el modo de ser de Tito porque está cansado de que le tengan piedad, razón por la cual lo contrata a prueba, iniciando así lo que será una amistad inquebrantable. Inseparables es la transposición argentina del film francés Amigos Intocables (Intouchables, 2011) escrito y dirigido por Olivier Nakache y Eric Toledano. La adaptación del guión fue realizada por el mismísimo director Marcos Carnevale. Ambos relatos están basados a su vez en una historia real, que transcurrió entre el francés Phillippe Pozzo di Borgo (autor del texto El segundo aire) y su acompañante Abdel Yasmin Sellou, un inmigrante argelino en París con antecedentes penales. Al respecto es pertinente mencionar que en dicho sentido el film francés cambió el origen del ayudante, de argelino (África del norte) a senegalés (África occidental), haciendo una ingeniosa transgresión al interpretar dicho papel un actor negro. Allí reside la originalidad de Amigos Intocables, ya que no sólo incluía una diferencia de nacionalidad y de clase entre los personajes, sino también una diferencia étnica. En contraposición, en Inseparables la diferencia entre Tito y Felipe sólo es de clase. Al preguntarle en la conferencia de prensa a Carnevale por dicha elección, el director explicó que “no quería construir un estereotipo de un joven de la villa 31”. Además el director consideró que eso hacía más extensa la brecha entre ambos personajes, lo cual haría menos verosímil la amistad. En consecuencia, él decidió que Tito sea un joven de Lugano, con calle pero con cierta cultura y emocionalidad también. A pesar de la buena adaptación del guión, sobre todo en los aspectos trasladados a la idiosincrasia argentina y la comicidad, Inseparables en cuanto a lo estético pierde originalidad e innovación. Incluso algunas secuencias están copiadas plano por plano de la versión original. Sin embargo, lo cierto es que a nivel narrativo funciona y produce tanto diversión como emoción. Al respecto uno de sus protagonistas, Martínez dijo que justamente le interesaba de la película no la “grandilocuencia estética” sino lo “intimista”. Las excelentes actuaciones de Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna hacen de ellos un dueto perfecto y equilibrado. El vínculo entre ambos resulta totalmente verosímil y profundamente conmovedor, evidenciando un aprendizaje mutuo de los personajes. Salvando las distancias, se puede relacionar ambos largometrajes con la aclamada Perfume de Mujer (1992), en la cual un joven asistía a un ciego formando también una gran amistad. Hasta la llegada del joven, el personaje interpretado por Al Pacino estaba profundamente deprimido al igual que Philippe/Felipe, y luego de conocerse se cambiarán la vida mutuamente. Incluso es vital la escena del auto de alta gama a gran velocidad, recurso que también está presente en las otras dos películas anteriormente mencionadas. Es sabido que lo humano y los vínculos emocionales son de interés para Carnevale, quien tiene como estilema en varios de sus largometrajes un dúo como protagonista central del film, y en éste, su noveno largometraje, ambos aspectos están presentes. Al realizar una mirada macro de Inseparables, una lectura sociológica posible es que los ricos y pobres se necesitan mutuamente. cine » nota Críticas | Publicado el 17 de agosto de 2016 a las 08:23 hs. Una remake emotiva pero sin impronta La película "Inseparables" es la remake argentina del film francés "Amigos Intocables", la cual fue adaptada adecuadamente a la idiosincrasia argentina, manteniendo el sentido del humor y la emotividad presentes en la pieza original. Por Denise Pieniazek Inseparables (2016) narra el impredecible vínculo entre Felipe (Oscar Martínez) un adinerado empresario, quien años atrás se ha quedado tetrapléjico, y su nuevo asistente terapéutico de origen humilde. Tras los constantes cambios de personal, Felipe decide contratar a Tito (Rodrigo de la Serna) quien no se ha postulado para ese puesto, pero llama su atención mediante su indócil carácter. A Felipe le interesa el modo de ser de Tito porque está cansado de que le tengan piedad, razón por la cual lo contrata a prueba, iniciando así lo que será una amistad inquebrantable. Inseparables es la transposición argentina del film francés Amigos Intocables (Intouchables, 2011) escrito y dirigido por Olivier Nakache y Eric Toledano. La adaptación del guión fue realizada por el mismísimo director Marcos Carnevale. Ambos relatos están basados a su vez en una historia real, que transcurrió entre el francés Phillippe Pozzo di Borgo (autor del texto El segundo aire) y su acompañante Abdel Yasmin Sellou, un inmigrante argelino en París con antecedentes penales. Al respecto es pertinente mencionar que en dicho sentido el film francés cambió el origen del ayudante, de argelino (África del norte) a senegalés (África occidental), haciendo una ingeniosa transgresión al interpretar dicho papel un actor negro. Allí reside la originalidad de Amigos Intocables, ya que no sólo incluía una diferencia de nacionalidad y de clase entre los personajes, sino también una diferencia étnica. En contraposición, en Inseparables la diferencia entre Tito y Felipe sólo es de clase. Al preguntarle en la conferencia de prensa a Carnevale por dicha elección, el director explicó que “no quería construir un estereotipo de un joven de la villa 31”. Además el director consideró que eso hacía más extensa la brecha entre ambos personajes, lo cual haría menos verosímil la amistad. En consecuencia, él decidió que Tito sea un joven de Lugano, con calle pero con cierta cultura y emocionalidad también. A pesar de la buena adaptación del guión, sobre todo en los aspectos trasladados a la idiosincrasia argentina y la comicidad, Inseparables en cuanto a lo estético pierde originalidad e innovación. Incluso algunas secuencias están copiadas plano por plano de la versión original. Sin embargo, lo cierto es que a nivel narrativo funciona y produce tanto diversión como emoción. Al respecto uno de sus protagonistas, Martínez dijo que justamente le interesaba de la película no la “grandilocuencia estética” sino lo “intimista”. Las excelentes actuaciones de Oscar Martínez y Rodrigo de la Serna hacen de ellos un dueto perfecto y equilibrado. El vínculo entre ambos resulta totalmente verosímil y profundamente conmovedor, evidenciando un aprendizaje mutuo de los personajes. Salvando las distancias, se puede relacionar ambos largometrajes con la aclamada Perfume de Mujer (1992), en la cual un joven asistía a un ciego formando también una gran amistad. Hasta la llegada del joven, el personaje interpretado por Al Pacino estaba profundamente deprimido al igual que Philippe/Felipe, y luego de conocerse se cambiarán la vida mutuamente. Incluso es vital la escena del auto de alta gama a gran velocidad, recurso que también está presente en las otras dos películas anteriormente mencionadas. Es sabido que lo humano y los vínculos emocionales son de interés para Carnevale, quien tiene como estilema en varios de sus largometrajes un dúo como protagonista central del film, y en éste, su noveno largometraje, ambos aspectos están presentes. Al realizar una mirada macro de Inseparables, una lectura sociológica posible es que los ricos y pobres se necesitan mutuamente. A pesar de las pocas diferencias con su versión original y los malos actores extras, que no logran desviarnos para nada del excelente trabajo interpretativo de Martínez, de la Serna y Alejandra Flechner, la película logra emocionarnos con un vínculo maravilloso que trasciende los prejuicios sociales. Inseparables será proyectada en la Selección oficial del Festival de Venecia en la sección Cinema Nel Giardino el 3 de Septiembre del presente año. Otra primicia respecto al largometraje es que la distribuidora Gaumont ha hecho una oferta para la distribución mundial del film.
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Existen tres tipos de comedia: las que divierten, las que naufragan y las que funcionan a la fuerza. Inseparables ingresa de prepo en la tercera categoría. Una película machacona y empalagosa, que puede compararse a esas reuniones de amigos en las que un nuevo invitado hace lo posible por conquistar la atención de todos. De principio a fin, el tono de este estreno nacional es subrayado y moralizante. No hay matices ni transiciones. La nueva película de Marcos Carnevale (Elsa & Fred, Corazón de león) se propone tomar al espectador por el cuello con su ultra calculada "lección de vida". El origen de esta producción que apunta a ser furor de taquilla es la comedia Amigos intocables, film francés estrenado en 2011 que se transformó un suceso descomunal con más de 20 millones de espectadores en su país. Tanto en la versión original creada por la dupla Olivier Nakache & Eric Toledano, como en la adaptación de Carnevale; dos personajes de contextos muy distintos entablan un vínculo de comprensión y compañía que logra trascender las barreras de clase. En el caso de la producción gala, el encuentro entre un tetrapléjico millonario y un ex convicto de origen senegalés, dio en el blanco emocional de una sociedad atomizada por la intolerancia y la xenofobia. El anclaje argento encuentra su equivalente en esta operación remake, a través de la complicidad entre el mencionado aristócrata de cuerpo casi completamente inmovilizado (un siempre correcto Oscar Martínez), y un tipo del conurbano con mucha calle (un Rodrigo de la Serna en modo desbordado). En un contexto tan reaccionario como el que estamos atravesando en nuestro país, en el que se ha trazado una infranqueable trinchera entre ricos y pobres, Inseparables tal vez venga a traer algo de esa mezcla de alivio y expiación de culpa que proveyó en Francia la película Amigos intocables. Tanto en el caso del film original como en su trasposición argentina, algunos podrán señalar que flota cierta tendencia a la demagogia. Pero allí está como telón de fondo, el hecho de que esta historia está basada en personajes reales. Si bien la humanidad se ha empeñado en hacer imposible el encuentro entre clases, existen casos como el de Philippe y Driss (aquí Felipe y Tito); que son una celebración que derriba todo tipo de fronteras. Más que cuestionar un matiz demagógico en Inseparables, lo que se puede señalar como inverosímil a primera vista, es la inmediatez con que Felipe se encariña con Tito, sin poner jamás filtro ni reparo alguno. Toda trama vincular supone una serie de etapas que este guión se empecina en saltar. Por otro lado, el carácter mesiánico full time del personaje interpretado por Rodrigo de la Serna tampoco ayuda a la fluidez del relato. Esa idea de que su irrupción se transforme no sólo en la salvación del dueño de casa, sino de todos los que habitan la gran mansión; resulta tan forzada como irritante. Y es así como volvemos al tema del abuso de confianza, en una película que insiste tanto en ir todo el tiempo arriba, que fastidia a los cinco minutos de su comienzo. Salvando el enorme talento de Alejandra Flechner, en un personaje secundario que es lo más exquisito que tiene esta propuesta, el resto es pura repetición y subrayado. La música original de Gerardo Gardelín se ubica en el triste podio de las bandas de sonido más fallidas de la historia del cine argentino, con "pianitos" que tienden a inflamar la emoción de algunas escenas; que en realidad no necesitan de ningún agregado musical para resultar elocuentes. Ni hablar de los pasajes más cancheros de la historia, en los que Gardelín intenta acompañar las aventuras de los personajes centrales, con tracks que son una mezcla entre el groove soul de las comedias americanas, y melodías que suenan a jingle de supermercado. En la exageración del arsenal de recursos de probada eficacia y en esa urgencia de ir siempre a lo seguro, es donde reside el mayor fracaso de Inseparables. Una película concebida desde un enfoque más gerencial que sensible, con un grado de pereza creativa que lleva al realizador a calcar planos, encuadres y hasta detalles de la ambientación del film original francés. Sin dudas, Carnevale es un gran conocedor de lo que funciona y lo que no funciona en el público. Tal vez si relajara un poco esa presión alrededor de las fórmulas, lograría sobrevolar del producto eficaz al cine genuino.
Una “remake” que sobre todo apreciarán quienes no hayan visto la original Por tercer año consecutivo al cabo de ocho meses del año, la cantidad de estrenos argentinos alcanza los tres dígitos. En verdad en 2016 se superan las cifras anteriores con 105 estrenos locales, cinco más que en los dos periodos anteriores. Como ya se expresara repetidamente desde estas mismas columnas la opinión personal es que el número de estrenos es excesivo atento a que no hay suficientes espectadores interesados en tantas producciones y sobre todo a que la salida (estreno) muy a menudo suele limitarse a un único complejo (Gaumont). De esa manera con dos/tres estrenos semanales de este tipo, las películas que ingresan desplazan a las anteriores, en apenas quince días, con muy bajo número de espectadores. Este cronista ha denominado repetidamente a este fenómeno como “el cine argentino que casi nadie ve” y las cifras (taquilla) son la prueba elocuente de ello. Existen sin embargo otros “tipos” de cine argentino que podrían clasificarse grosso modo en dos grupos o categorías más. Por un lado un cine de calidad, con salida más abierta y sin por ello negar que todas las que se estrenen en el Gaumont estén desprovistas de méritos y destacadas cualidades. A este segundo grupo pertenecen entre otras “Koblic”, “Hijos nuestros” y “La luz incidente”, que se estrena la semana próxima y que quizás sea la mejor de 2016. Finalmente quedaría un lote de films nacionales que se llevan el grueso del número de espectadores y que muy a menudo son estrenados por distribuidoras “majors” (sobre todo Buena Vista). Ejemplos de este año abundan como, en orden cronológico, “Una noche de amor”, “Cien años de perdón”, “Me casé con un boludo”, “Al final del túnel”, “El hilo rojo”, “Permitidos” y ahora “Inseparables”. Esta última es la novena de Marcos Carnevale, de la cual se rescatan “Elsa y Fred” y “Corazón de león” principalmente. “Inseparables” es curiosamente una “remake” de un gran éxito en Francia. Su nombre era “Intouchables” y aquí se la conoció como “Amigos intocables”, bastante parecido al título original. Dirigida por Eric Toledano y Olivier Nakache, la vieron en su país de origen casi 20 millones de espectadores y en el mundo superó los cincuenta, lo que la ubica como la más taquillera francesa a nivel mundial. En Argentina funcionó medianamente ya que la vieron en el cine 120.000 espectadores. Si se la compara con los “blockbusters” norteamericanos que a menudo superan el millón de espectadores la cifra local aparece como magra, pero en cambio dentro de las francesas presentadas localmente el número es bueno. La versión argentina debería alcanzar los 300 a 400 mil espectadores y cuando se equipara ese probable resultado con “Me casé con un boludo” (2 millones) y “El hilo rojo” (700.000 espectadores), la cifra no es tan espectacular. Lo mejor de “Inseparables” son las actuaciones del dúo central compuesto por Oscar Martínez, como el multimillonario y tetrapléjico Felipe (Francois Cluzet como Philippe en el original) y Rodrigo de la Serna como Tito (Omar Sy como Driss en la versión francesa). Quienes hayan visto la película francesa podrán objetar que el argumento es muy similar al original desde el mismo inicio (auto perseguido por la policía) y hasta el cierre (en un restaurante en la playa). Pero para los que no vieron la primera versión es posible afirmar que no saldrán defraudados ya que la historia es muy humana y como ya se señaló los actores están esplendidos. Finalmente es reconocible el esfuerzo de Carnevale en “argentinizar” el producto sobre todo en el caso de Tito, muy diferente físicamente de Driss y en escenas como la de la cumbia “El bombón asesino”, ejecutada por un cuarteto de música clásica que antes estaba tocando Vivaldi.
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