Hay algo que no funciona en esta propuesta, y no tiene que ver con la relectura de los clásicos clase B de los años ochenta. La caja maldita está, el payaso maldito también, pero un bajo presupuesto impide lograr escenas impactantes ante la falta de sangre en las muertes que el siniestro muñeco comete. Predecible y aburrida.
Hace rato que el cine de terror ha dejado claro que los payasos dan miedo. Se trate de asesinos camuflados, archivillanos o entes sobrenaturales, la cara blanca, la pintura roja y la risa diabólica inquietan de por sí. Dicho esto la pregunta es: ¿qué más puede ofrecer una película de género que tenga a un clown como protagonista? Al decir de Jack y la caja maldita, la verdad es que no mucho. La mala suerte hace que un hombre con un detector de metales encuentre de casualidad una “caja sorpresa”, de esas en las que hay que girar una manivela hasta que salta de golpe un resorte con cabeza de payaso. El problema acá es que del objeto no sale un muñeco, sino un espíritu que debe matar a seis personas para cumplir su desconocido propósito. La primera en morir es la esposa del descubridor, y aunque este se salva, en lugar de volver a enterrar la caja donde estaba (porque luego se sabrá que no se puede destruir) no tiene mejor idea que donarla a un museo. Así, doce años después, el contador de muertes vuelve a cero y comienza una nueva cadena de asesinatos que tiene como testigo involuntario a Case (Ethan Taylor) quien, como suele suceder, sabe todo pero nadie le cree. El resto se ve venir… y viene. Aunque parezca que el punto más flojo de Jack en la caja maldita es su falta de originalidad o la sucesión de agujeros en la trama, lo que realmente falla en el film de Lawrence Fowler es su falta de riesgo e inspiración a la hora de diseñar cada muerte, que no son tantas y varias ocurren fuera de cámara. Porque al fin y al cabo, al no haber novedad, es lo único que el fanático podría haber agradecido. Sin embargo, también en este apartado tendrá que quedarse con las ganas.
Cuando Pennywise conoció a Chucky. ¿Qué pasa si mezclamos el miedo colectivo a los payasos con los muñecos malditos en cine? Sin duda tenemos a The Jack in the box, aquel muñeco tétrico que sale de una caja al darle unas vueltas. Siendo el género terror uno se puede imaginar por dónde van los tiros: un muñeco que sale de la caja y comienza a cosechar víctimas, lugares trillados y ausencia de terror. De todos modos, lo que valoro de esta producción es que al menos tenemos una buena historia de redención para contar. Casey Reynolds es un joven que recientemente perdió a su novia y aquel mal recuerdo lo atormenta día a día; su vida cambia cuando comienza a trabajar en un museo de antigüedades y encuentra la famosa caja. ¿Necesita vivir este calvario para poder resolver sus conflictos internos? No, pero esto es un filme de terror y eso es lo que vende. Sin embargo, otros aspectos técnicos como el diseño del muñeco y la caja son respetables, sumado a la historia del protagonista que puede considerarse un acierto por tratarse de algo poco visto en el género. Estos elementos me hacen defender más el filme ya que es apenas la segunda incursión en la dirección de Lawrence Fowler (Curse of the witch’s doll). Lo perjudicó el hecho de que su obra viera la luz mucho más tarde -el filme se hizo en 2019-, detalles como este me molestan: en ocasiones parece que la industria del cine suele plantear ciertas exigencias y si querés cambiar la cosa estás vetado. Con sus fallas y aciertos, The Jack in the box es una buena propuesta con la duración justa que vas a disfrutar para matar el tiempo.
La cuota de terror de la semana. Un juguete que se vuelve letal. Tiene un comienzo ingenioso, y a poco de andar ya se sabe que con determinada combinación la caja se abre para liberar a un ser demoníaco vestido de payaso que comienza su rutina de cantidad de sacrificios humanos que necesita, una avidez digna de mejores acciones. La idea de revivir payasos siniestros tuvo un renacer remarcable con “It”, pero este producto no llega a esas alturas. A poco de andar el film se vuelve previsible y las muertes casi habituales. Sin embargo la buena realización del film escrito y dirigido por Lawrence Fowler, con una remarcable paleta de colores, con aprovechamiento de la luz natural al principio adquiere el tono siniestro requerido. El monstruo se ve imponente, está realmente bien logrado y la caja que lo contiene es acorde con su huésped. Es una película que promete mucho y luego no cumple con todo. Sin embargo para los amantes del género puede ser un entretenimiento módico.
“The Jack in the Box” (tal el titulo original), es un filme británico encuadrado en el genero del terror de 2019, escrito y dirigido por Lawrence Fowler el mismo de “Curse of the Witch’s Doll”. El filme abre con una escena de un hombre que buscando metales, encuentra la caja del titulo enterrada en el campo, a 20 cm de profundidad. ¿? Ya en su casa, junto a su esposa abren la caja de manera tal que liberan al muñeco con imagen de payaso siniestro, la mujer es atacada por este sujeto endemoniado, aunque solo le veamos una pezuña. (Esto cobra sentido casi al final del filme). El filme produce un salto temporal y nos encontramos en la actualidad, bueno no, en 2019. La historia gira en torno a Casey Reynolds (Ethan Taylor), comienza a trabajar en un museo de antigüedades, la bienvenida se la otorga la bella Lisa Cartwright (Lucy Jane- Quinlan), otra empleada del museo. Él descubre una extraña caja cuando la abre aparece con cara de pocos amigos, el mismo payaso que en la primera secuencia. Pronto comenzarán a suceder desapariciones, (el espectador sabe que es el payaso de la caja), vinculados con miembros del personal del museo y algunos visitantes. A partir de esta situación todo se hace previsible, articulando todo el catalogo de lugares comunes de este genero. Pero convengamos que esto no es lo peor, la construcción de los personajes, sus motivaciones y sus acciones están en sintonía con los paupérrimos diálogos. Los planos se alargan en demasía, y los personajes hacen todo de manera demasiado parsimoniosa, al punto de aburrir al extremo. Que Casey tenga una historia que lo atormente y que esto mismo haga que no de cuenta de la seducción de Lisa, es solo un dato más, finalmente ni siquiera juega como excusa. Que el payaso haga de las suyas, también muy lentamente, con contorsiones que mueven mas a risa que a producir algo del orden del miedo, ello no implica que siga asesinando, pero hay reglas que cumplir, en este caso son seis la cantidad de victimas que se necesitan para que el payaso se guarde, hasta el próximo que lo llame o libere, que nuestro héroe vea en su lucha contra el payaso maldito sea su oportunidad de redención no se dice pero se expresa a gritos, metafóricamente hablando. Estéticamente es interesante en principio la elección de la locación donde se desarrollan la mayor parte de las acciones, un museo dispara miles de posibilidades, asimismo ayuda en ese sentido el trabajo del departamento de arte, empezando por la fotografía, aquí todo desperdiciado y culminando en el diseño de la caja y del muñeco hasta que empieza a moverse, sobre todo los ojos que parecen estar ligados a la imagen de lo referente a la hipnosis. Sin embargo el director no consigue en ningún momento crear una atmósfera adecuada a la idea del terror, las acciones del diabólico payaso son las habituales, para nada originales. Tampoco ayudan las actuaciones, no son solo de mala resolución sino que son poco convincentes. Un filme de muy bajo presupuesto, se nota, con mal guion, se sufre y peor construcción y desarrollo.
Una saludable semana de estrenos debe tener variedad en sus propuestas y no puede faltar la película de terror para los fanáticos del género. La elegida para este jueves 7 de abril es “Jack en la caja maldita” de Lawrence Fowler. Su estreno original, en su país de origen, fue en el año 2019. Tal vez por eso pueda parecer algo antiguo en su construcción. Las cajas sorpresa Jack, son aquellas en las que un muñeco atado a un resorte sale sorpresivamente tras girar una manivela musical. En este caso, un antiguo juguete de este estilo es descubierto por un buscador de antigüedades. Tras abrirlo, un aterrador payaso sale y mata a su esposa. Muchos años después la caja llega a un museo local, donde no tardará en volver a ser activada. La maldición ha sido desatada. Dudo que incluso los más acérrimos fanáticos del terror se encuentren satisfechos tras ver el audiovisual. Lo cual no puede justificarse por el bajo presupuesto que maneja, o lo poco creativo de su propuesta. Una narrativa incoherente se suma a unas actuaciones cuestionables, de las cuales podemos resaltar al payaso maldito. Mediante un maquillaje sólido, su presencia es de lo mejor de la película. Pero aun así no alcanza para llegar al susto, con varias secuencias predecibles y poco innovadoras.
Para los amantes del terror, un Payaso asesino suma como elemento inquietante; la saga "It" con el famoso Pennywise da sobrada garantía de esto. Pero acá estamos lejos...La idea del guionista y director Lawrence Fowler es interesante, pero se queda a mitad de camino porque el desarrollo de "Jack en la Caja Maldita" es lento y los diálogos son aburridos. Casey (Ethan Taylor) es un joven americano amante de las antigüedades que se muda al Reino Unido y comienza a trabajar en el Museo Hawthorne. Junto a su colega Lisa (Lucy-Jane Quinlan) descubre una Caja con una manivela que al girarla despierta un payaso (Robert Nairne) que en realidad es una demonio cuyo objetivo es matar a seis personas. Una vez que cumpla con la matanza podrá volver a la Caja. Los días de Casey son difíciles, acarrea una tragedia de su pasado que no le permite dormir y no soporta cargar con más culpas, por lo que se pone en movimiento cuando comienzan las desapariciones. Investiga sobre el tema con Maurice (Tom Carter) experto en demonología quien le advierte que está en presencia de una entidad oscura. Lo que sigue es previsible. Una película con CGI aceptable, pero poco suspenso e interpretaciones simples que me recordaron los films de televisión de un domingo en casa. No alcanza.
A pesar de que ya no hay grandes películas de terror gótico inglés al estilo Hammer, cada tanta salen pequeñas producciones inglesas, escocesas y, como ésta, galesas. “Jack in the box” es un tipico juguete clásico que consiste en una caja que, de repente, se abre para asustar con un payaso medio ominoso. Aquí hay un pobre hombre que, en el campo y en medio de la nada, encuentra enterrada una de estas cajas, un objeto de colección muy caro. Está claro que el muñeco que saldrá de adentro será un verdadero monstruo del infierno. Casi literalmente, dado que el argumento luego va explicando que era un tipo de caja diseñada para contener entes malignos, que ahora han quedado libres para hacer sus fechorías. Todo es bastante elemental, pero hay lindos sustos y algunos momentos atractivos en lo visual. Y lo mejor es el diseño de la caja y la actuación de Robert Strange como el muñeo maldito.
No, no es buena, empecemos por ahí. Pero el famoso juguete del payaso en la caja merecía su propia película. Para los que no lo recuerdan, el juguete era una caja con manivela que cuando se la giraba comenzaba a sonar una melodía. Una vez que la melodía llegaba a su final, se abría de golpe y saltaba de la caja un payaso. En inglés se le llama “Jack in the Box” y la película se basa en eso. Pero claro, la caja aquí es antigua, más grande y el mecanismo que la activa es mucho más siniestro. Y el payaso, por supuesto, es mucho más que un juguete en este caso. La caja en cuestión está enterrada en el campo para evitar que el payado en la caja no salga y haga daño. Pero luego que la sacan de la tierra y la llevan a un museo, el resto es fácil de adivinar. No hay gran sofisticación en la historia ni tampoco muchas novedades, excepto el aprovechamiento del personaje. La película es del 2019 y llega a los cines en Argentina en el 2022, cuando ya hay una secuela realizada. Lo malo es que aunque no es buena, tiene todo para producir pesadillas por unos cuantos días.
Jack in the Box es un tradicional juguete inglés cuyo origen se remonta al siglo 13 y se relaciona con una popular leyenda urbana. La primera representación del objeto era una bota que contenía un diablo en su interior y evocaba la hazaña de un clérigo que había atrapado a un demonio en una aldea de Buckinghamshire. Con el paso del tiempo la figura macabra fue reemplazada por la de un payaso y el juguete se volvió popular entre los niños. Dentro de la ficción Jack tuvo su encarnación más famosa en la saga de culto de Charles Band, Demonic Toys, que todavía sigue vigente en la actualidad, además de una simpática participación en el clásico slasher de los ´80' April Fool's Day. Esta producción independiente del cine europeo se cuelga de la popularidad que tuvo hace poco Pennywise en It para aprovechar la figura de los payasos macabros en los cuentos de terror. El director Lawrence Fowler tuvo la noble intención de evitar la clásica fórmula del cine hollywoodense actual donde la atención se centra en el uso excesivo de los jumpscare para entretener al público. Su relato intenta construir una mitología en torno al juguete y juega con la leyenda urbana que lo originó, a través de un film que parece emular el tipo de cine que suele hacer Ti West (The House of the Devil). El problema es que en este caso la narración pausada ofrece numerosas escenas de diálogo que no conducen a nada y Jack se limita a tener una presencia testimonial en la película que supuestamente lo tiene como protagonista. Tras una sólida introducción del personaje, Fowler después lo deja de lado y desaprovecha un villano que tiene su atractivo. Lo mejor del film se encuentra en la caracterización del payaso que es muy efectiva y apuesta a establecer una nueva figura dentro la galería de muñecos diabólicos. Lamentablemente la película se queda muy corta en materia de terror y el concepto argumental que tenía su potencial resulta desaprovechado. El resultado es una propuesta aburrida que carece de momentos decentes de suspenso y decepciona en materia de entretenimiento. Hace poco el mismo director estrenó una continuación de esta historia para la plataforma de streaming de Movistar. Después de ver la primera entrega la verdad que cuesta darle otra oportunidad.
Con un poco de retraso, ni más ni menos que el año en que su director estrena la secuela de ésta, llega a cartelera una película de terror británica que se suma a aquellas producciones baratas y escondidas que sólo encuentran su lugar en huecos que llenan, la mayoría de las veces, sin mayores sorpresas. The Jack in the Box, película del 2019, es uno de estos casos. Hay seres, criaturas y objetos que con su sola presencia generan si no es terror cierta incomodidad. Los payasos son uno de ellos. Y el cine de terror los ha explotado, algunos con tanto éxito que han sabido crear figuras que se convertirían en icónicas del género. The Jack in the Box pone toda su fe en un muñeco payaso que sale de una vieja caja de madera cerrada a la que uno le da cuerda. El susto, en este caso, no radicará en esa aparición sorpresa sino en lo que sucede después, cuando se descubre que es una entidad diabólica y primitiva que busca almas a las que llevarse con él. Una historia poco original pero con elementos del terror que deberían funcionar y la imagen rica y poderosa de este muñeco no son suficientes para una película de terror en la que fallan unos cuantos aspectos pero en especial aquel que suele ser imprescindible: el clima. Un breve prólogo nos muestra a un hombre que encuentra en la tierra una caja que se lleva a su casa para que luego el payaso que habita en ella, cobrando vida de la talla humana, se lleve a su mujer. Pronto conocemos al protagonista, Casey: un joven que acaba de llegar a Hawthorne para trabajar en el museo local. El mismo día que llega, junto a la otra empleada, una joven lugareña, revisan objetos viejos que reciben para saber qué cosas pueden servir y cuáles son simplemente basuras. Tal como podemos suponer, la caja aparece y llama la atención. Si bien detrás del personaje de Casey se halla una historia de redención y arrepentimientos que podría haberse explotado mejor, en general la película se sucede entre previsibles y anodinas escenas que, por un lado se encargan de delinear al personaje sin mucha magia (como las aburridas escenas de conversación con su compañera) y por el otro la historia de terror que tampoco profundiza demasiado en la mitología que tiene de trasfondo, con el conteo de las almas que va captando el siniestro payaso que pretende generar un in crescendo. Esto hasta que se hilen cabos y se intente detenerlo. Todos los lugares comunes y trillados: un protagonista al que no le creen, extrañas desapariciones, un escenario llamativo (el museo, aunque no logra destacarse como tal), un experto en estas cuestiones demonológicas. Su director y guionista Lawrence Fowler ni siquiera consigue resaltarse a la hora de mostrar las sangrientas muertes; se suceden todas de manera rápida y poco original o directamente fuera de cámara, lo cual no permite generar emoción alguna, ni la impresión que pueden causar suculentas y sangrientas escenas ni la risa que a veces unos efectos artesanales y exagerados pueden crear. Todo sucede como un trámite. El arte del muñeco, tanto como tal como cuando cobra vida, es la parte más destacable de la insustancial propuesta. En una película más terrorífica o divertida justamente habría tenido oportunidad de convertirse en objeto de disfraces o arte inspirado en él. Pero no alcanza con decir lo evidente: los payasos dan miedo, de por sí, y eso solo no hace una película de terror. Sin embargo vale destacar que a principio de este año el director estrenó en streaming en UK la secuela, llamada como la original con el agregado «The Awakening» (El despertar). No la he visto y desconozco si llegará a salas, lo cierto es que me genera nula expectativa. Porque Fowler repite como director y como guionista y en esta primera falla en ambos roles.
DEFICIENCIA EN LA CAJA MALDITA Un hombre encuentra una vieja caja sorpresa de juguete la cual posee en su interior un maligno espíritu que acaba con la vida de su esposa. Mediante un salto temporal de doce años, nos enteramos que la caja fue a parar un museo, donde el recién contratado Casey Reynolds (Ethan Taylor) descubre la aterradora historia que esta esconde detrás. Lo único genuino de Jack en la caja maldita es su prólogo, ya que anticipa a la perfección lo que se ve posteriormente en el film: una sucesiva ruptura involuntaria del raccord, atmósferas pesimamente construidas, percepción confusa de la espacialidad y un uso arbitrario del ralentí. Todo esto, presente en apenas los dos primeros minutos de metraje, se agudiza conforme el mismo avanza. La ligereza con la que se abordan las distintas inherencias del cine de terror denotan la falta de compromiso del joven Lawrence Fowler para con el género. A la innumerable cantidad de clichés (que en caso de haber sido resueltos con astucia no significarían un problema en sí mismo) se anexa una deficiencia en la utilización del fuera de campo en varios de los asesinatos y una serie de jumpscares fallidos debido a su pobre construcción. Pero posiblemente lo más decepcionante de Jack en la caja maldita sea su final abierto que, además de la clara falta de ideas de Fowler como cineasta, expone una triste tendencia de cierto grupo de películas actuales que prioriza la proliferación de secuelas por sobre todas las cosas.
Jack in The Box es un filme clase B que tiene un villano interesante, bastante espeluznante, y técnicamente está muy bien, pero no llega a enganchar como otros filmes del género, puede dar miedo, pero no es un filme que funcione del todo. La crítica completa radial abajo en el link