Un museo diabólico La continuación de El juego del terror muestra a un asesino despiadado que prepara trampas para sus víctimas. Hace tres años se conoció El juego del terror (The Collector), de Marcos Dunstan y Patrick Melton, una película que exploraba el miedo (a partir del encierro) y no dejaba de lado ni el sadismo ni las trampas mortales. Los responsables fueron los guionistas de El juego del miedo IV, V y VI. Ahora es el turno de la secuela, retitulada Juegos de muerte (The Collection), que cuenta con más producción y mantiene el espíritu sangriento y macabro del film original. La historia comienza donde terminó el anterior: Arkin (Josh Stewart), el ladrón que había sido secuestrado, se recupera en el hospital. Allí es visitado por el padre de Elena, una de las víctimas del asesino serial. Arkin será chantajeado para formar parte de un grupo de mercenarios destinados a rescatar a la chica de las garras del despiadado asesino enmascarado. Recluído en su guarida Argento (en alusión al director italiano del cine de destripe), el villano de ojos diabólicos aguarda la llegada de los intrusos mientras encierra a sus presas en baúles. Como en una suerte de museo macabro o de tren fantasma, el criminal despliega todos sus juegos y trampas para lo incautos que se animen a entrar. Juegos de muerte resulta altamente inquietante, no ahorra escenas truculentas (algunas algo exageradas como la del comienzo, ambientada en una disco clandestina) y entrega una historia sin otras pretensiones que las de sacudir al espectador en su butaca. Estamos en presencia del nacimiento de una nueva saga, aggiornada desde su nuevo título, y que prácticamente utiliza los mismos elementos de El juego del miedo. El resultado, festejado por los seguidores de este tipo de producciones, es bueno si se tiene en cuenta que logra crear una atmósfera de locura y creciente suspenso. El resto muestra a víctimas gritando y escapando cuando no son descuartizadas. El falso final se guarda una vuelta de tuerca atrapante con eficaces recursos.
Cuando en 2004 se estrenó "El juego del miedo" ("Saw") comenzó una nueva moda en el cine de terror estadounidense, un estilo que luego se conocería (críticamente) como porno tortura, el de las películas que enrostran en primer plano muertes y torturas terribles con la sólo excusa de ver cuerpos perforados, despedazados porque sí. Película tras película (la mencionada, inexplicablemente consiguió seis secuelas) el argumento se iba reduciendo en pos de exponer cada vez más escenas presumiblemente impresionables. A El Juego... le siguieron Hostel, Los ojos del mal (la de la WWF, no la de Jessica Alba), y en 2009 The Collector/El juego del terror, primera parte de la película que nos ocupa hoy día, Juegos de Muerte. Lo primero que hay que decir es que no se entiende la decisión de un título local que esconde su condición de secuela; ya que esta nueva entrega comienza directamente donde termino su original y es casi indispensable haberla visto para poder entender algo de la mínima historia. Arkin (Josh “cara de nada” Stewart), el sobreviviente de aquella primer masacre escapa del secuestro al que el asesino enmascarado lo había sometido en el final de la anterior. Cuando se está recuperando en el Hospital, es visitado por un grupo parapolicial (o algo así) que debe rescatar a una joven, Elena (Emma Fitzpatrick) la nueva secuestrada de El Coleccionista. Arkin duda pero acepta, su captor le dejó un mensaje, iría por su familia. Sin ninguna vuelta, el grupo armado acompañado del héroe llegan hasta el lugar en donde el asesino mantiene a sus secuestrados, un hotel abandonado lleno de trampas que le sirve de secreta guarida. Lo que sigue es lo obvio, un desfile de fichas de dominó que van cayendo uno a uno sin demasiada lógica ni esfuerzo. Lo llamativo de esta saga (que amenaza con continuar) es la poca verosimilitud, el desdén por buscar alguna excusa, la falta total de un móvil/motivo. Las escenas previas a comenzar con las muertes y las que sirven como conectores se manejan de manera rápida, apurada, descuidada, como si no se viera la hora de mostrar otra tortura. El poco desarrollo de los personajes se hace muy notorio en la figura del maniático, algo que ya había sucedido en la primer entrega, no se sabe nada de él, quién es, por qué hace lo que hace, cómo lo hace, cómo llega a los lugares, cómo y por qué elige a sus víctimas, nada; es solo un loco suelto. En esta oportunidad, al contrario de aclarar algún dato, se le agregan más “excentricidades” ya no sólo no se sabe qué es “la colección”, sino que ahora gusta de hacer unos experimentos aún más extraños, todo sin explicación. Tampoco entendemos como arma los enormes dispositivos para llevar a cabo sus planes en lugares continuamente ocupados como una casa de familia o un boliche (la escena en la Disco es sencillamente imposible de ser tomada en serio). Ni menos aún hay una lógica en ver cómo algunos zafan de sus trampas y otros caen tontamente en el lugar justo. Así es como están las cosas, The Collection es otro muestrario de agonías y decesos, y así es como se la analiza, dividiéndola en las escenas específicas de cada muerte. Por ahí anda dando vueltas Christopher McDonald, que supo hacer glorias mucho mejores, como el padre de Elena en un personaje que al principio pareciera prometer más. Indudablemente, estas películas tienen su público, y habrá quienes disfruten de las “ingeniosas” formas de rasurar la carne ensangrentada; en este punto se hace incuestionable; la película les entregará lo que quieren ver, torturas cada vez más cruentas y un clima sucio, pegajoso, acorde con el común de todos estos films, similar al del matadero de un frigorífico. Este público difícil salga decepcionado, y en definitiva la película está pensada para ellos, dudo que alguien entre a Juegos de Muerte buscando una historia de amor; tal vez, algo de suspenso, tensión, miedo real, eso deberán buscarlo por otro lado
La casita del terror Esta secuela de El juego del terror (The Collector, 2009) se diferencia de la anterior y toma distancia de las interminables películas que tienen como coprotagonista a los artilugios destinados a destrozar a los personajes y a la sangre como estrella principal. Una vez que Arkin (Josh Stewart) logra escapar con vida de las trampas que elaboró el asesino conocido como “el coleccionista” es visitado en el hospital por un hombre que dice ser ayudante de un político y padre de Elena quien ha sido capturada por el sádico asesino. Junto a un grupo de mercenarios será prácticamente obligado a ir tras la pista del coleccionista y se adentrarán hasta las mismas puertas del infierno cuando lleguen hasta un viejo hotel en donde el captor de Arkin lleva adelante sus experimentos con las víctimas que fue secuestrando. Juegos de muerte (The Collection, 2012) es tal vez la primera secuela que, en vez de profundizar y explotar la temática de su antecesora, se arriesga y propone un camino distinto. Y si bien habrá trampas mortales y litros de sangre por doquier, posee una cualidad superadora en cuanto a este tipo de películas se refiere. Por ejemplo la interminable saga de El juego del miedo (The Saw, 2004) que se extendió durante siete partes y ya se rumorea que habrá uno más para el próximo año, ofreció cierta originalidad que luego fue desdibujada a través de sus múltiples secuelas que terminaron por convertirse en parodias de la idea primigenia. No era de extrañar que los desenlaces fatales de sus protagonistas terminaran por causar gracia y así obtener el efecto contrario al esperado por los productores. O no tanto, ya que la taquilla acompañó a este tipo de propuestas. Asimismo, la saga Destino final (Final Destination, 2000) es también un ejemplo de una franquicia que comienza con una idea y termina por ser un suceso de acontecimientos que requieren mas del talento de una mente retorcida que del azar del destino. Pero volviendo a Juegos de muerte, que vale aclarar es de los mismos creadores de El juego del miedo, los protagonistas estarán en territorio del enemigo y se convertirá en el clásico juego del gato y el ratón. De este modo supera a su antecesora y todo el crédito se lo lleva su director y guionista Marcus Dunstan que sin ser autorreferencial logra dar una vuelta de página a una franquicia que van a exprimir hasta sacarle la última gota de sangre.
Voy a dejar las cosas en claro desde el comienzo. No sé quién es el encargado de traducir los títulos de las películas al español y espero nunca saberlo porque la cosa no terminaría muy bien. El nombre original de este film es The Collection –la traducción literal sería La Colección- y de ahora en más me voy a referir a él como tal. Dado que el film le toma cosas prestadas a la ya desaparecida saga de El Juego del Miedo, a algún craneoteca se le ocurrió poner un nombre más o menos parecido y lucrar unos pesos más a costa de los desprevenidos espectadores. Un poco de historia. The Collection es la secuela de un pequeño film llamado The Collector, que obviamente no se podía estrenar con un nombre como ese en este bendito país, así que decidieron llamarla El Juego del Terror. ¡Brillante!. En fin, The Collector nació de las retorcidas cabezas de Patrick Melton y Marcus Dunstan, guionistas de las últimas cuatro entregas de El Juego del Miedo (o Saw, como se llama en realidad) en un comienzo escribieron este guión como una precuela de dicha saga, pero finalmente el guión fue descartado, reciclado y reescrito hasta convertirse en The Collector. Aquí Arkin, un ladrón de guante blanco, entraba a una lujosa casa a robar unas joyas para poder pagar una importante deuda que tenía, pero para su sorpresa hay alguien más adentro, y no es precisamente uno de sus habitantes. Es nada más ni nada menos que El Coleccionista, un sanguinario asesino serial que pone trampas por toda la casa y se divierte viendo morir a la gente que cae en ellas. Para hacer corta la historia, todos mueren menos Arkin, a quien El Coleccionista se lo lleva de souvenir para su colección de víctimas. Tranquilos, no les arruine la película, ustedes se la iban a arruinar solitos. Esto se cuenta resumido en los primeros minutos de The Collection, ya que el film retoma poco tiempo después de terminada la película anterior. Aquí Arkin es la única víctima que alguna vez pudo escapar de las garras de El Coleccionista, y cuando la hija de un hombre muy poderoso es secuestrada por este maniático, Arkin es chantajeado para que ayude a rastrear y rescatar a esta pobre muchacha. Obviamente las cosas no son tan fáciles como todos esperan y habrá mucha sangre y muerte en el camino. Y cuando digo mucha, es MUCHA. La lógica se queda en la puerta Creo que la mejor forma de definir The Collection es decir que es una mezcla entre Mi Pobre Angelito con cualquiera de las secuelas de El Juego del Miedo. Si uno entra a este film esperando algo con sentido común o lógica, va a salir muy decepcionado. En The Collection todo es exageración. Su director lo sabe y aprovecha eso al máximo. Hay una escena muy al comienzo del film donde algunos personajes van a un club nocturno, bailan, toman, se besan, todo muy lindo… hasta que una especie de cortadora de césped gigante baja del techo y arrasa el club de punta a punta mutilando a casi todos los presentes, mientras El Coleccionista mira atento desde las alturas. Una escena, por lo menos, risible. ¿De dónde saco El Coleccionista los materiales para construir semejante aparato? ¿Lo hizo el solo? ¿Tiene algún título en ingeniería industrial o mecánica del cual no sepamos? Si uno deja pasar cosas como esa, y muchas más, es muy probable que disfrute el film. Ahora vamos a cosas concretas, The Collection funciona a medias. Si bien el guión es correcto, hace lo mínimo e indispensable para que nos importe el destino de sus personajes y, por lo tanto, nos enganche la historia. Claramente esta es una película que apunta a un público joven y eso también se nota desde la dirección y la edición, muchos planos “cool” con cámara lenta o encuadres locos y un montaje que recuerda a cualquier videoclip que alguna vez haya pasado MTV. The Collection comienza de una forma muy vertiginosa y de ahí en más es todo una lenta cuesta abajo. Poco a poco la historia empieza a parecer poco interesante o ya vista, y ni toda la muerte y sangre que nos propone el film son suficientes para salvarlo del aburrimiento. Pero por suerte, cuando parece que las cosas van de mal en peor, The Collection termina. Incluyendo los créditos, el film dura una hora y veinte minutos, así que se podría afirmar que simplemente son una hora y quince minutos de película neta, con suerte. En cualquier otro caso esto me hubiera parecido bochornoso o hasta una estafa, pero no acá, el film dura lo justo y necesario y eso le juega a su favor. Conclusión Si estuviera escribiendo para una página que se llamara Mediocre Peli, seguramente The Collection sería una película de calidad certificada. Pero esta página se llama Alta Peli y mis amigos, una Alta Peli no es. Simplemente puedo recomendar esta película a los fanáticos del terror y la sangre que no esperan más que eso. El film guarda muchas similitudes con las últimas partes de la saga de El Juego del Miedo, así que podría afirmar que si disfrutaron de ellos, The Collection no los va a defraudar. Yo no los disfruté, por lo tanto The Collection me defraudó. Pero no me arrepiento, gracias a una duración justa, se podría decir que, dentro de todo, pasé un buen momento en el cine, pero no mucho más que eso.
Sangre y nada más. En el género del horror, es muy difícil encontrar a la rara gallina de los huevos de oro; pero es aún más difícil desprenderse de ella. En los inusuales casos en los cuales la gente elige a un nuevo ícono del susto, las secuelas, los herederos y las imitaciones son inevitables. Uno de los últimos casos de esto se dió con la saga de El juego del miedo, que a lo largo de siete entregas logró recaudar cerca de 900 millones de dólares y formar una legión de fans, todo a base de torturas elaboradas, trampas detalladas y giros tan oscuros como súbitos. Ahora que esa historia está muerta, Marcus Dunstan y Patrick Melton (quienes escribieron los libretos de varias partes del relato de Jigsaw) tratan de aprovechar el éxito pasado con Juegos de muerte (The Collection, 2012), una película que, fuera del desparrame de sangre, no aporta casi nada para mantenerse interesado con la pantalla. Continuando los eventos de El juego del terror, el film arranca introduciendo a Elena (Emma Fitzpatrick), una joven que decide salir con sus amigos a divertirse. Por desgracia para ella, el lugar elegido es el punto de acción del misterioso Coleccionista, un asesino que ejecuta complejas matanzas para luego secuestrar a los sobrevivientes, y hacerlos parte de su macabra muestra. Uno de los desaparecidos es Arkin (Josh Stewart), que es encontrado por Elena, y logra escapar. Pero ella no corre con la misma suerte, y es abducida por el Coleccionista. Por eso, Arkin es obligado por el padre de Elena para dirigir a un equipo de mercenarios para salvar la vida de la chica, y acabar con el Coleccionista. Sin embargo, el maniático asesino los está esperando en su casa, una ratonera plagada de cadáveres, peligros y desenfrenos, de la cual no será nada fácil escapar. Influenciado por el modelo de El juego del miedo, por el tipo de filmación similar al videoclip popularizado por Pecados capitales, y por la atmósfera del cine de Darío Argento, Dunstan (quien además de guionista es el director) entrega algunos buenos momentos en el aspecto visual, en el cual es ayudado por el buen trabajo del equipo de producción, que hace que el absurdamente morboso hogar del Coleccionista se vuelva el verdadero protagonista de la película. A la hora de planear los asesinatos, es evidente que los responsables abrazan el terreno de lo disparatado, como se ve en pantalla: personas son torturadas, mutiladas y descuartizadas en las formas más descabelladas; desde la escena en la cual el Coleccionista se despacha a todo un club repleto de gente, no hay vuelta atrás en el camino hacia la locura. No obstante, esto no ayuda a ocultar el hecho de que casi todo lo que ocurre en el film ya se vió decenas de veces antes, y se hizo mucho mejor. No hay un clima atrapante. La historia, casi inexistente, es una excusa para la carnicería; exceptuando a Elena y Arkin, el resto de los personajes son simplemente cuerpos que esperan para ser destrozados por el villano. Tampoco contribuye que la mayoría de los actores (menos Fitzpatrick y Stewart, que luchan con el material que tienen) sean flojos hasta para entregar la más mínima emoción. Y ni siquiera el Coleccionista es interesante: no asusta, ni hace algo razonable (en el universo del film, estamos hablando). Incluso en las secuelas de El juego del miedo, que se enfocaban más en el elemento del morbo, estos elementos estaban tocados; aquí, parece que nadie se preocupó por desarrollar algo fuera del castigo físico. Cuando un estilo usado hasta el cansancio impide que haya algo de sustancia, es imposible evitar que el resultado final sea el del aburrimiento, como suele ser el problema con los productos derivados de este tipo. Y Juegos de muerte termina así, siendo una producción tediosa, debido a la ausencia de algo por interesarse fuera de los momentos característicos del género, y por la falta de preocupación que fue dirigida hacia el argumento y las actuaciones. Solo los fanáticos intensos de la hemoglobina disfrutarán de esto, porque los que esperen algo más que un puñado de muertes y un par de imágenes saldrán adormecidos. @JoniSantucho
En plena tarea con las secuelas de Saw, el dúo de amigos Marcus Dunstan y Patrick Melton idearon una precuela para la exitosa saga de horror que nunca se llevó a cabo. Ni lerdos ni perezosos, los muchachos arreglaron un par de detalles y estrenaron The Collector, un sangriento refrito de pornotortura que claramente se sentía como un robo más, y si bien nunca se esperaba una secuela, acá tenemos The Collection, que básicamente es la misma temática pero con el ángulo Alien/Aliens: más, mejor, más fuerte, sin tapujos. Quizás no sea el villano más interesante que haya surgido en los últimos años, pero si algo tiene El Coleccionsista es que es implacable: le gusta matar, y para ello se vale de trampas imposibles de pensar para disfrutar de la carnicería que se viene. Conectando un poco donde quedó la anterior entrega, el antihéroe Arkin se ve inmerso en la acción cuando un millonario lo fuerza a unirse a un grupo de mercenarios para rescatar a su hija Elena de la guarida del asesino: el conveniente hotel en ruinas Argento (por el director italiano Dario Argento, guiño, guiño). De ahí en más, sangre, sangre y más sangre. Dunstan y Melton son conocidos por la gratuidad de las propuestas que escriben. Antes de la saga Saw, firmaron la trilogía Feast y luego la paupérrima secuela Piranha 3DD, cuatro películas que derrapan en lo más absurdo de la serie B del terror y no piden disculpas por ello. Con ese prospecto, se teme lo peor en esta secuela, pero la dupla logra balancear lo gratuito a la vez que repara varios errores anteriores, logrando mayor cohesión en una historia que tiene como valor principal entretener a través de lo sangriento. No tiene sentido criticar las imposibles trampas del villano si tampoco le criticábamos a Jigsaw por lo mismo; en este laberinto macabro que se plantea como escenario principal no faltarán la sangre, los huesos rotos ni los aparatos mortíferos. De hecho, si uno ajusta sus expectativas a lo que realmente el producto tiene que ofrecer, se llevará una grata sorpresa -como quien les escribe, que no esperaba nada de la misma y salió satisfecho-. Gran parte de que The Collection funcione también se debe a la dupla en escena que forman Josh Stewart, repitiendo su apático Arkin, y la inserción de la scream queen de Emma Fitzpatrick. Él sigue parco como siempre, pero hay algo que hace click dentro del personaje y son esas ganas de sobrevivir a como de lugar lo que empuja la película hacia otro sitio; por otra parte, Fitzpatrick logra algo impensado y que siempre es razón para aplaudir: que su damisela en peligro sea bastante proactiva y no solo esté para gritar, correr y lucir bien, sino que sea un personaje clave que sepa que se tiene que mover si quiere mantenerse con vida. Si la primera película recurría mucho al juego del gato y el ratón entre Arkin y El Coleccionista en una mansión, acá el efecto de la persecución se pierde en pos de una cacería humana, en donde todo es frenético y la muerte está a la vuelta de cada esquina. Por supuesto, uno pensaría que la duología cierra acá, pero no: en una intrigante vuelta de tuerca final podemos apreciar que no todo termina y fácil podemos tener una trilogía o, si el personaje cala más hondo en su público, una heredera de Saw en cuanto a vísceras se refiere. Por si no lo habían notado tampoco, casi todo el equipo técnico de las producciones de Jigsaw hace una gran reunión acá, con los guionistas, el compositor Charlie Clouser y hasta el editor Kevin Greutert, así que no es sorpresa que la película luzca visualmente como una secuela más de aquella saga. Dunstan y Melton han creado con The Collection una segunda parte inesperada que expande un poco la visión retorcida y maquiavélica que tienen estos muchachos para con el horror. No es para todos, obviamente, pero el fanático del horror puede descansar sabiendo que va a encontrar un film que destila sangre por cada uno de sus poros de celuloide.
No deja de ser loco que entre los numerosos estrenos de terror que tuvimos este año este es el único que no tiene que ver con exorcismos, fantasmas y documentales falsos. En ese sentido Juegos de muerte fue un respiro entre tanta temática repetida. Cuando el director James Wan creó la primera entrega de SAW logró enganchar a los espectadores de todo el mundo con una historia que iba más allá de la violencia. Había un psicópata que tenía sus motivos para elegir las victimas que sometía a sus perversiones y la trama te atrapaba por el suspenso. Ese es un detalle que olvidaron tener en cuento los realizadores de El juego del terror, un film malísimo estrenado hace unos años que ahora obtuvo su innecesaria continuación. La anterior era una película descerebrada que se apoyaba en el morbo de las escenas de tortura y el gore. Un film que intentaba refritar la saga de SAW con un argumento pobrísimo y uno de los villanos más pedorros que brindó este género en los últimos años. La segunda entrega en esencia presenta el mismo nivel de mediocridad que la anterior pero con una mayor dosis de sangre y escenas de violencia más zarpadas. ¿Quién es el asesino y cuales son sus motivaciones? ¿Cómo demonios logra conseguir la infraestructura para armar las trampas con las que tortura a sus víctimas? En el film previo todas esas preguntas básicas nunca se respondían porque el director Marcus Dunstan (guionista de SAW 4, 5 y 6) sólo se concentraba en el gore. Si bien uno no busca estas películas por el contenido de la historia el villano tiene que tener un mínimo sostén argumental porque sino el film es una huevada. En la nueva entrega, el asesino que parecería mata gente por el simple hecho que fue rechazado del casting de 100 % Lucha, regresa para entretenerse con más situaciones estúpidas, con la particularidad que ahora también usa armas de fuego. Ese es otro aspecto decepcionante. En el pasado, Jason Voorhees y Leatherface, el loco de la motosierra, nunca cayeron tan bajo. Lo único que mejoraron con respecto a la anterior es que en este caso por lo menos se concentraron en presentar un argumento un poco más redondo que el del primer film. Me parece justo destacarlo. En esta continuación el gemelo malvado de La Masa resulta que secuestra a la hija de un millonario y un grupo de mercenarios con la ayuda del protagonista del capítulo previo se internan en la casa del asesino para rescatar a la joven. Juegos de muerte es una película que sólo va a ser disfrutada y recomendada por aquellos espectadores que disfrutan de este género únicamente cuando se incluyen escenas extremadamente violentas y sangrientas. De eso se trata todo esto. El film es un collage de gore con situaciones de asesinato y tortura que no tienen sentido y están realizadas para la gente que busca eso y probablemente la recomendarían con una B+. No me parece mal, son cuestiones de gusto. Si te encantó la primera y querés ver más de lo mismo seguramente no vas a salir decepcionado del cine. En mi caso este estilo de historias hoy me resultan un bodrio absoluto (hasta los slashers de los ´80 son más entretenidos) y creo que se suma a la larga lista de películas de terror mediocres que vimos este año.
Medio de lomo, medio de paleta... Cuando dos años atrás vimos "El Juego del Terror" nos quedó claro que una nueva franquicia nacía, aunque no tuviera nada interesante para ofrecer. Ahora llega la segunda entrega de las perversiones de un enmascarado dedicado a desmembrar personas y coleccionar otras en baúles. En esta ocasión, al igual que en la primera película, desconocemos la motivación del sujeto para llevar adelante semejantes crímenes, aunque al final de esta se vislumbra una explicación que se desarrollará en una tercera parte. Lo concreto es que "Juegos de Muerte" va más allá de su predecesora en lo que a sadismo y mecanismos para dañar gente se trata. Llega tan lejos que casi alcanza el ridículo y, obviamente, lo inverosímil. Hay que destacar, eso sí, la espectacularidad de la primera escena, donde una centena de jóvenes son masacrados y se presentan a los personajes principales. Uno de ellos es Elena, quien es raptada por el psicópata enmascarado y solo Arkin, capturado en el primer filme, puede ayudarla a escapar del siniestro sitio en el que se encuentran. El relato es previsible y gustará a los amantes del gore, pero no por su originalidad precisamente, sino por su derroche violencia y sangre nada gratuita, ya que deben pagar por verla.
Sangre descontrolada Las segundas partes nunca fueron buenas, reza el dicho popular, y el director Marcus Dunstan, al frente de The Collector (2009), se lo toma al pie de la letra. Con un comienzo que parece de otro filme, la “estructura” de este relato atropella con una serie de matanzas donde la sangre abunda y faltan ideas. La película se centra en Elena (Emma Fitzpatrick), única sobreviviente de una fiesta en un boliche, donde el Coleccionista (una cruza del Mago Enmascarado y Machine, de 8mm ) digita el destino de sus futuras víctimas. Desde las alturas comanda una maquinaria letal (aspas de una trilladora, una jaula metálica que compacta), sello de la dupla Marcus Dunstan-Melton, responsables de las últimas cuatro partes de El juego del miedo , donde los recursos también se desgastaron. Elena, encerrada en una caja por el psicópata enmascarado, buscará ser liberada por Arkin (Josh Stewart), quien hará lo imposible por rescatarla. Varias de las escenas causan gracia en vez de miedo y se busca una repulsión innecesaria, caso fracturas expuestas. A un ritmo frenético (¿una gran trailer movie?), Juegos de muerte muestra todo ya, carece de suspenso, es predecible y no asusta. Estos filmes deben ir a boxes, refrescar ideas y volver a pista. Urgente.
Científicamente mala Juegos de muerte ( The Collection en el original) vendría a ser una secuela. Un hombre enmascarado y malo -que tuvo su origen en la acá llamada El juego del terror ( The Collector ) - secuestra, encierra, tortura y mata gente. Mucha gente. Lo hace de diversas maneras, pero mayormente con dispositivos ( gadgets ) filosos, a veces de gran porte y complicada estructura, como si tuviera un contrato con la industria metalúrgica para usar sus derivados de formas macabras e imaginativas. El enmascarado éste, por momentos, es pura maldad, tal vez el ser más malvado del terror, es malísimo. La película que lo contiene también es malísima, de esas que podrían considerarse científicamente malas, de las que desaprovechan incluso una masacre bestial como la del principio. Hay un director en los títulos, se llama Marcos Dunstan, también de la mencionada El juego del terror y guionista de algunas de las llamadas El juego del miedo (se recaudaría muy bien si se cobrara un impuesto al uso inapropiado de la palabra "juego" en los títulos locales). Aparentemente inconsciente de que el cine tiene imagen, este señor Dunstan desconoce la construcción visual del espacio: el interior de un hotel abandonado (no tan abandonado, uuuh ) es denominado por un personaje como "un laberinto", probablemente una idea de Dunstan y el otro guionista para justificar que nunca se tiene idea de qué hay fuera de campo (ni como amenaza, ni en función de la continuidad espacial, ni para la fluidez de los movimientos). Tampoco sabe construir suspenso ni inteligibilidad en un ambiente reducido y simple filmado en planos medios con dos personajes (los ejemplos son los siguientes: todos). Las peleas las filma con muchos planos, y éstos son editados velozmente a la bartola. Resultado: la acción más elemental carece de claridad. La chica protagonista se parece a Natalie Portman y a Antonella Costa, y los actores ejecutan sus papeles con el nivel de la tercera línea de un directo a video de 1992, de esos con cajitas hoy dignas de un museo kitsch. La borrosa imagen también es como de VHS, pero con el cabezal sucio. Sí, hay momentos tan absurdos que pueden llevar a la risa (un agujero en la pared que encuadra como una cámara, la elipsis peor hecha del universo, un pedazo de corpiño muy hábil, un contraluz azulado y humeante del malo con dos perros peleados con el peine, y mucho más), pero para ponderar este dudoso atractivo siempre recuerden que los críticos no pagamos la entrada.
Un festival sangriento El cine de terror ha adquirido nuevas formas en la última década. El subgénero conocido como gore, aquel donde la mutilación del cuerpo humano y la violencia se hacen explícitas, ha escalado a una nueva fase dentro de sus propios códigos. El gore nació paródico, en parte porque hubiera sido insoportable ver tanta sangre sin la chance de un escape para tanta tensión, en parte porque los efectos especiales eran tan burdos que sí o sí debían causar gracia. No hay fuera de cuadro en el gore. Allí donde los demás cortan la toma o elipsan la violencia, el gore se lanza con todo. Pero films como El juego del miedo y Hostel decidieron dejar el humor de lado, dándole una nueva dimensión al género. Dimensión que alejó por completo a los que no eran cultores del cine de terror en general. Nadie ve películas como estas por error, nadie se las cruza, como se pueden cruzar con una comedia romántica o un film de acción. Y si se las cruza por error, difícil que llegue a verlas completas. En 2009 –en los Estados Unidos– se estrenó The Collector, una película cuyo nacimiento fue el crear una precuela de El juego del miedo (Saw) pero que terminó yendo en otra dirección completamente diferente. En otra dirección en la historia, pero no en el gore, en el asesino implacable y en las escenas truculentas. Al éxito de esa primera película le corresponde, claramente, una secuela. Juegos de muerte (The Collection, 2012) es esa secuela que comienza allí donde la otra película termina. Como una ceremonia que los pone en duda y los muestra frágiles e indefensos, los adolescentes del mundo aman este género y siguen todas y cada una de estas secuelas. Acá la apuesta es grande. El comienzo, digno de una película gore oriental, no deja títere con cabeza, casi literalmente. Pero hay una sobreviviente y se convierte en la nueva presa de "el coleccionista". Será entonces el sobreviviente de la última película, quien deba –obligado– dirigir un grupo hacia la guarida del asesino y liberar a la joven, por presión del padre de ella, un poderoso millonario. La guarida, un hotel abandonado transformado por el asesino, será el lugar ideal para un festín de trampas, cadáveres y escenas exclusivamente ideadas para quienes ven esta clase de películas. Para quienes lo hacen, la película es recomendable. Impacta, divierte y se gana, porque al final siempre aparece, alguna sonrisa cuando la truculencia alcanza niveles imposibles. Así es el gore.
Es la secuela de “The collector”, de los mismo creadores de “El juego del miedo”. Un hotel abandonado donde un psicópata colecciona trozos de sus víctimas, alguien que puede escapar y es obligado a regresar para liberar a una cautiva. Trampas, sangre, mutilaciones, las muertes se sucedes en horribles variantes. El que va no puede sorprenderse, sadismo y horror a la carta.
Con variados tonos de sangre Lo formal es como siempre impecable, se destaca el uso del sonido y tiene que gustar a los fanáticos del horror y la sangre cinematográfica. En épocas lejanas, las películas sobre coleccionistas eran más o menos exquisitas. Ya en la década de 1950, apareció el bueno de Henry Jarrod, que protagonizaba Vincent Price, en "Museo de cera", que reunía seres humanos luego de asesinarlos y los ubicaba en su museo (previo proceso de conservación). Después la cosa se simplificó. Fue la época en que un bancario, simplemente, coleccionaba mariposas, pero después se le dio por pasar a los humanos y raptó a una chica. El era Terence Stamp, el filme se titulaba "El coleccionista" y nada tenía que ver con éste que estamos viendo desde la inicial "El juego del terror" (2009). Esta suerte de "Fantasma de la Opera", que incorpora al coleccionismo humano, la variante de las sádicas formas en que mata a sus víctimas, más los siniestros obstáculos que hay que sortear para ganarse la muerte final. EL DIVINO MARQUES En esta "Juegos de muerte", aunque la historia de morbo y horror se repite, ciertos elementos se depuran. Se aprecian creaciones estéticas en paneles de agua que harían las delicias del Marqués de Sade, aparece la famosa silla de púas de "La condesa sangrienta" y hay una escena de aplastamiento en un garaje utilizado para una fiesta disco, digna de un asesino serial. Aquí aparece una señorita de nombre Elena (Emma Fitzpatrick), que no es la de Troya, pero que por ser elegida por el siniestro coleccionista (Randall Archer), desencadena una guerra en la que participarán, desde un ex prisionero de la "Casa de la muerte", hasta mercenarios contratados por el millonario padre de Elena y que logran entrar en el hotel del horror. La atmósfera es la misma, el sadomasoquismo y la morbosidad permanecen, pero el manejo de ciertas líneas argumentales, características de los personajes y motivaciones de conducta dan al "thriller" una onda diferente. Lo formal es como siempre impecable, se destaca el uso del sonido y tiene que gustar a los fanáticos del horror y la sangre cinematográfica. Correctas las actuaciones de Emma Fitzpatrick (Elena), Randall Archer (el coleccionista) y Andre Royo (Wally), una de las víctimas.
Intentando levantar el estandarte de la carnicería fílmica, dejado bacante por la ya terminada saga de “El juego del miedo”, el filme tiene poco nuevo para ofrecer, mas allá de los recurrentes mecanismos de asesinatos del malo de turno, un recurso que puede causar gracia en una o dos películas, pero que a esta altura del genero cansa. Bien fotografiada, con efectos dignos, es solo recomendable para amantes del terror morboso y truculento. Gore explicito y sin fundamento.
Salvajismo sólo para fans del terror En «El juego del terror», un psicópata mataba gente y ponía horribles trampas, y su historia se mezclaba con la de un criminal corriente que caía en sus manos. En esta secuela, tenemos al mismo delincuente común del film anterior logrando escaparse del terrible psicópata, sólo para ser presionado por una especie de grupo parapolicial para que los ayude a liberar a una nueva víctima del archivillano. Esta película es un poco más entretenida y aún más salvaje que el original, si eso fuera posible. Por ejemplo, ya comienza con una feroz masacre en una fiesta rave clandestina en la que el psicópata estelar arrasa con unas guadañas gigantes a bailarines y hasta DJs, de tal manera que en la pista de baile quedan sólo restos desmem Luego, la acción transcurre casi íntegramente en la guarida del asesino, una especie de tren fantasma a todo terror lleno de trampas imposibles de vencer (y de creer, pero ésa ya es otra historia). Dado que los noticieros informan que en esa ciudad hay medio centenar de personas secuestradas por este psicópata, en esa visita a su aguantadero también hay horribles sorpresas vivientes. El escuadrón comete cualquier barbaridad en su afán de rescatar a una chica secuestrada (Emma Fitzpatrick, tal vez la mejor intérprete del film), y Josh Stewart, es decir el que sobrevivió al primer film, tampoco se queda atrás a la hora de hacer cualquier cosa con tal de salir de ahí. «Juegos de muerte» tiene mucha acción, mucho -pero mucho- gore y bastante buen ritmo. Mucho más no se le puede pedir.
Absolutamente sanguinolienta y macabra, Juegos de muerte es más una película gore que un film de terror en estado puro. O sea, impresiona, repugna, da miedo y también sobresalta, pero no es su principal virtud. En realidad, hablar de “virtudes” en este tipo de producciones es relativo, The Collection, tal su título original, está bien hecha dentro de sus retorcidos postulados, pero está claro que no se propone hacer arte. Aunque la traducción al castellano no lo anticipe, Juegos de muerte es la segunda parte de El juego del terror y no queda clara la razón de haber ocultado este detalle. Importante, claro, porque esta nueva entrega comienza directamente a partir del desenlace de la original y allí queda deschavada su condición de secuela. Veremos al principal sobreviviente del exterminio del primer film a manos de un asesino enmascarado, que es visitado por un grupo parapolicial para que se sume al rescate de una joven, nueva secuestrada por El Coleccionista. A todo esto se ha producido una masacre en una disco clandestina, que es un momento culminante dentro del estilo que predomina en el largometraje. El grupo armado, en busca del verdugo y sus secuestrados, ingresará a una fétida guarida llena de trampas y sorpresas desagradables. Con claras influencias de El silencio de los inocentes y otros films que surgieron a su sombra, combinada con la saga de Saw (El juego del miedo), Juegos de muerte va desarrollando su galería de atrocidades sin demasiada lógica ni explicaciones –que en varios pasajes harían falta-, hasta llegar a una lucha final que tiene cierto nervio. El aspecto visual está cuidado, pero, más allá de las ideas sanguinarias puestas en juego, el guión y los diálogos no están bien trabajados. Pero sin dudas un público ávido de truculencias podrá sentirse recompensado.
Sin conciencia de clase Juegos de Muerte o The Collection es la secuela de The Collector o El Juego del Terror, una película del 2009 que había sido pensada originalmente como una precuela de El Juego del Miedo pero finalmente terminó adoptando autonomía. La razón de esa autonomía no es ningún secreto, haciendo una película similar a El Juego del Miedo sin que ambas se relacionen puede iniciarse una nueva saga y seguir facturando. Hay un mito con respecto a este tipo de cine que hay que superar antes de empezar a analizar las razones por las cuales la película falla, "al que va a ver este tipo de películas no le importa el argumento", eso es falso, es una manera despectiva de referirse al género gore y es una forma cobarde de afirmar que el amante del cine gore no sabe de cine. El problema se presenta cuando esta afirmación en vez de venir del lado del critico de cine comienza a gestarse en la mente de un director o realizador. Cualquier película gore, splatter o torture porn funciona gracias a una premisa como mínimo interesante o un asesino con una historia potente, la primer Saw tenía una premisa interesante, Hostel también, cualquier festín fílmico de sangre y tripas debe descansar sobre una premisa o un personaje que atraiga de alguna manera, eso en Juegos de Muerte no pasa. Yendo a lo concreto puede decirse que su director Marcus Dunstan, en este film en particular, demuestra un desconocimiento severo sobre el funcionamiento del género, para comenzar le da mayor importancia a la historia de la víctima que a la historia del asesino, eso es un error, si pretende con su película sólo mostrar formas intrincadas de matar (que tampoco es el caso) tiene la necesidad de poner al espectador del lado del malo, por eso en cualquier película de matanza las víctimas van y vienen pero Jigsaw sigue siendo el mismo, así como Jason siempre es Jason y demás. Recién hacia el final de la película y de una manera demasiado tonta intenta explicar las razones del trastornado, eso sí, se preocupa de dejar el final abierto, no sea cosa que se pierda la posibilidad de seguir lucrando. El guión resulta fallido porque normalmente los escritores al menos conocen cosas de los personajes que muchas veces no están dentro del film pero que les funcionan como detonantes, algo simple que ayuda a la caracterización. En este film, esa brújula no existe, el modus operandi del asesino es tan variado que le saca todo tipo de sentido, es como una mezcla de asesinos de diferentes películas unidos, tiene una "colección" de cadáveres como si fuera una especie de museo posmoderno sádico, tiene un grupo de personas a las que les inyectó tanta cocaína que los convirtió en una especie de "zombis", tiene a una mujer elegida a la que mantiene maquillada como una niña, tiene una fosa llena de torsos y otras partes, a otros los tortura, a otros los mata rápidamente, acá el enmascarado parece tener todos los fetiches mórbidos del mundo y eso hace que sea incoherente con él mismo. En definitiva creo que ni los guionistas saben sobre la vida de su personaje. El montaje en Juegos de Muerte es otro de sus grandes problemas, abusando del ritmo vertiginoso y de una cantidad enorme de planos no se toma el tiempo necesario ni siquiera para hacer entender el funcionamiento de los "aparatos" de muerte ni de disfrutar de la carnicería, todas las escenas de acción tienen un ritmo tan acelerado que toda la violencia explicita pierde sentido y extrañamente se le da mayor tiempo a secuencias que son tan inverosímiles que terminan dando risa (son varias, no hace falta enumerarlas). En definitiva, el problema de Juegos de Muerte radica en que es una película clase B que no sabe que lo es, por lo que intenta ser otra cosa sin lograrlo.
Psycho circus Si hay un “detalle” que suele molestar a los fanáticos del terror es el hecho de que las distribuidoras argentinas están obsesionadas con retitular de manera ridícula films que a partir de ese momento resultan inhallables para el espectador promedio, ese eterno “objetivo a captar” si pretendemos que se garantice en el tiempo la viabilidad comercial del género y su consiguiente llegada al circuito tradicional de exhibición. Gracias a esta desagradable compulsión muchos no pueden identificar las características -ni mucho menos la genealogía- de películas que pasan injustamente inadvertidas y se pierden en el pelotón. Nunca un mejor ejemplo al respecto que la presente Juegos de Muerte (The Collection, 2012), secuela directa de la eficaz El Juego del Terror (The Collector, 2009): por supuesto que con semejantes “traducciones” cae de maduro que el grueso del inefable “público potencial” entrará a la sala sin tener la más mínima idea de lo que presenciará más allá de las referencias exploitation del caso. A decir verdad quizás ese es el único atisbo de coherencia ya que la original fue una suerte de “rip-off oficial” a cargo de Marcus Dunstan y Patrick Melton, los guionistas históricos de la franquicia de El Juego del Miedo (Saw). Si la primera combinaba desvergonzadamente el suspenso de entorno cerrado con el llamado “porno de torturas”, su continuación funciona más como una mixtura entre policial negro y slasher de cadencia taciturna e inclinaciones ochentosas. La trama comienza en el lugar exacto donde finalizó la anterior, con el pobre de Arkin (Josh Stewart) en manos del sádico coleccionista de seres humanos. El prólogo maximiza la premisa a un nivel impensado ofreciéndonos una masacre súper mecanizada de todos los asistentes a un local nocturno, los cuales padecen lo propio de los productos del suelo frente a las cosechadoras. A partir de allí el itinerario experimenta algunas modificaciones más que placenteras: de tal convite el señor se lleva a una joven con un padre adinerado, quien a su vez contrata a un equipo de elite para que la rescate aunque no sin la ayuda de Arkin, hoy un sobreviviente a duras penas luego de un escape improvisado. Los mayores puntos a favor vuelven a ser la “ambientación contextual”, nada menos que el hogar/ circo psicótico del enmascarado, y el enfoque clasicista de desarrollo cruzado desde el que está diagramada la narración, sin dudas el entorno perfecto para tantas muertes artísticas en este verdadero vendaval gore…
Secuela de película derivativa de una de las sagas más nefastas del cine de terror reciente: El Juego del Miedo. El Marcus Dunstan este escribió las entregas 4 a 7 de la saga de Jigsaw, y aquí también dirige. O eso es lo que dice en los créditos, porque esta película es tan amateur en su puesta en escena que haría sonrojar a Enrique Carreras y Emilio Vieyra. Dunstan desconoce por completo cualquier noción de espacio...
Bueno, aquí vamos otra vez. Hay un asesino psicópata de esos que gustan de hacer tortilla a media humanidad de la manera más cruel y retorcida posible, que además tiene como cosrumbre recolectar algún pedacito de víctimas. Un tipo que sobrevive a su última masacre es forzado, con un grupo de mercenarios, a rescatar a una chica en poder del señor con máscara (claro que usa máscara, qué se creían). Y la guarida del monstruo es una especie de laberinto lleno de trampas mortales. Bien, hay una serie de temas interesantes aquí: el ser humano transformado en objeto (por ejemplo), el ejercicio de poder, las mil formas del mal, el caos, etcétera. Claro que a los realizadores sólo les importa que uno salte ante cada gota de sangre o grito, y no importan mucho los temas que podrían entrar -sin perder efectividad como entretenimiento- metafóricamente en el film. Así como está, es un más o menos entretenido descendiente de las eternas e interminables películas de El juego del miedo (con la que tienen algún parentezco por el lado de la producción, pero importa poco). Otra de gente que grita mientras la torturan.
Devolver el golpe Antes que nada, porque es muy probable que no haya trascendido demasiado, Juegos de muerte (que se llama The collection originalmente) es la secuela de El juego del terror (The collector, originalmente). Si bien esto no es fundamental, es importante porque los hechos de la primera película se encuentran bastante presentes. Otro elemento para tener en cuenta antes de ver el film es que esta saga es dirigida por Marcus Dunstan, uno de los realizadores que surgieron de la factoría de El juego del miedo, por lo que cuando hablamos de gore saben a qué atenerse. Sin embargo, Juegos de muerte cuenta con algunos elementos más enriquecedores que la conocida e interminable franquicia que popularizó el término torture-porn. Dicen que “todos tenemos un muerto en el placard”. Bueno, ese sería más o menos el caso del antagonista de esta saga (el coleccionista), que se dedica a coleccionar unas pocas personas -con las cuales realiza experimentos retorcidos- y mata de la forma más sádica posible a todo lo que se le cruza. Pero este hobby se le torna un problema cuando se transforma en un asesino serial que ya ha tomado tantas víctimas como pudo y elige a una joven que está protegida por un padre multimillonario dispuesto a todo para rescatarla… lo que incluye utilizar al pobre sobreviviente de la primera película, el ladrón Arkin (Josh Stewart). Entonces el núcleo de la trama está repartido entre el grupo de mercenarios al rescate y Elena (Emma Fizpatrick) en un hotel que es la guarida del perverso coleccionista. El desarrollo contiene mucha más acción que la primera parte, donde el equilibrio de fuerzas estaba bastante desbalanceado y beneficiaba la carnicería del asesino. Aquí hay golpes de puño, duelos de cuchillo, persecuciones y un suspenso que se sostiene en cómo lograrán zafarse Arkin y Elena de la horrible situación. Y aquí hay un elemento importante: a diferencia de otras películas en esta línea, los personajes realmente nos importan. Particularmente Arkin, cuyo desarrollo lleva al catártico final, que da a entender que está en una encrucijada de vida o muerte con el coleccionista. Este aspecto narrativo compensa por momentos las falencias en el guión y la manipulación del verosímil, que propone el realismo en ciertos períodos y en otros se vuelve una hipérbole de violencia fantasiosa. Visualmente aparece otro defecto de la saga de El juego del miedo: los primeros planos y los detalles arruinan en algunas secuencias el imaginario visual que la película propone. Por poner un ejemplo, la secuencia donde un grupo queda atrapado en una habitación llena de muñecos con la cara pintada o deformada no es muy original pero tiene una gran creatividad en su presentación; sin embargo, la elección de planos para seguir la acción termina quitándole relevancia al perturbador paisaje. Por otro lado, si bien son más claras que en su predecesora, Juegos de muerte tiene varios problemas para mantener una continuidad visual coherente en las secuencias de acción. Algo torpe por momentos, pero atípicamente cuidada en la construcción de personajes respecto a otros films gore, Juegos de muerte es un relato que a pesar de sus numerosas fallas continúa siendo recomendable gracias a algunos destellos creativos que le brindan personalidad.
Bien podría empezar a pensarse esta producción como una broma de mal gusto, dicho esto en sentido que mucho de lo proyectado en la pantalla termina por mover a risa. Pero la finalidad del mismo transita por otro andarivel, la seriedad con la que se articula toda la historia le propone al espectador un juego macabro, teñido por la sangre de los cuerpos mutilados por un asesino serial de muy mala construcción. Lo que en conclusión sucede es que nada es creíble y todo es demasiado previsible. Este filme es en realidad una secuela, y definamos la palabra antes de poder decir que en realidad es una continuación. La secuela es un trastorno o lesión que permanece tras la tratamiento de un traumatismo o enfermedad, consecuencia de los mismos, y que produce cierta disminución de la capacidad funcional de un organismo o parte del mismo. Por otro lado el uso coloquial del término ha llevado a definir a esa misma palabra en otro sentido, más artístico, entonces podríamos definir a la secuela como: Cualquier obra, puede ser una novela, una película u obra de ficción, originada a partir de otra obra completa, cumpliendo determinadas características, como que se despliega en un mismo "universo" pero en un período posterior. Habitualmente suele contener componentes de la obra original, tales como escenarios y/o personajes. ¿Qué hay en esta producción que respete la definición presentada? Dos personajes que se repiten, el asesino, por supuesto, y un sobreviviente. En la original “The Collector” (2009) todo transcurre en un espacio físico diferente. Pero debo señalar que esta es la primera vez que me alegra que le hayan cambiado el titulo al filme por el de “Juegos del terror”, pues me supongo que quien se debe estar revolviendo en su tumba es William Wyler, el responsable de aquella, “El Coleccionista” (1965), que en mi recuerdo se manifiesta como una muy buena película de suspenso de mediados de la década de 1960, protagonizada por un jovencísimo Terence Stamp. La primera cuestión que se plantea es ¿si ya sabemos que es una secuela por qué tiene otro nombre? Subsiguientemente se plantea en el orden de lo creíble o no, en otros términos, lo verosímil o no, del espacio físico en que se desarrolla la mayor parte del relato, y no sólo eso. Pero vayamos al principio, En una fiesta juvenil con derroche de sexo, drogas y rock and roll, (no nos olvidemos del alcohol, pero no pegaba con la rima) un sujeto despedaza a la concurrencia con mil artefactos de diferente construcción y mecanismo. ¿Cómo y cuándo los instalo? Sólo sobrevive una joven, Elena (Emma Fitzpatrick) que antes de ser atrapada por el muy, pero muy, malo, (que en este punto no importa si es o no el mismo actor, ya que siempre aparece enmascarado), logra liberar a Arkin, (Josh Patrick, quien sí repite el personaje) que es en definitiva la anterior victima sobreviviente de ese ser nefasto. Arkin, luego de unos días de reposo en el hospital, es utilizado por un grupo comando, contratado por el padre de la bella Elena, para que los guíe a la guardia del nuevo icono de las películas de terror clase zeta. Este grupo de justicieros llega a las ruinas de un viejo hotel abandonado hace 25 años, lo que es definido por el bueno de Arkin como un gran laberinto. Si él se escapo ayudado por Elena en otro lugar mientras estaba encerrado en un cajón ¿cómo sabe que es un laberinto? No importa, es tal el aturdimiento a esta altura, ya sea por los exabruptos sonoros o la sangre que nos invade, que la dejamos pasar, pero al entrar nos encontramos con un sinfín de habitaciones preparadas para hacer sufrir a sus victimas de las peores maneras imaginables. Surge nuevamente la misma pregunta: ¿Cómo y cuándo instaló todo esto? Debe de haberle llevado varios años. Y lo que ya es una pregunta personal: ¿Cuánto dinero gasto en hacerlo? Todo esta puesto en función de que los adolescentes compren este subproducto mal realizado, plagado de violencia glamorosa y excitante, ayudado por una, podríamos llamarlo, dirección de arte, incluyendo la fotografía que nos quiere hacer cree, por lo oscuro, que estamos frente a un producto que respondería más al cine “gore” que al terror bien delimitado. Lo que también estaría dando por tierra la definición del termino gore, en ingles “splatter”, utilizado por George Romero en ocasión de la presentación de su película “El amanecer de los muertos” (1978)-. El gran Romero hablaba de la fragilidad de los cuerpos, de la debilidad humana, pero con un fondo de critica social. Acá nada de eso sucede y, para colmo, hasta la frágil Elena, poseedora de un muy buen “lomo”, es más dura de matar que Bruce Willis En definitiva, si quiere ver algo sangriento, huesos, carne colgada, cuerpos deformados, escuchar sierras quebrando la materia, penetrando la carne, vaya a la carnicería de su barrio, mire todo, no compre y le resultara más barato.
Peor....imposible! La primera entrega en el 2009: "The collector" fué rebautizada en los cines argentinos como "El juego del horror", cosa de atraer con una trampa "cazabobos" a quienes degustan con tanto filme que raya el mal gusto tanto en sus guiones flojos como en su mera propuesta del denominado cine "desagradable". Ahora la misma gente regresa con "The collection", suerte de secuela donde el sádico "psychokiller" que oculta su rostro con una ajustada máscara, secuestra a una bella chica, y donde el salvado protagonista de la primera va obligado por un grupo de preparados tipos a ayudar a rescatar a la mujercita -por demás histérica e insoportable-.Ergo se enfrentará con su viejo captor-torturador, quién como en la primera se dota de cebos y trampas que serían imposibles armar o imaginar su existencia, porque el filme tiene el tope de la incredibilidad, nada se muestra coherente. Desastroso monumento al mal gusto y con un cantidad de llamas de fuego "dibujadas" que solo brindan el nivel de berreatada fílmica, imposible de recomendar.
Desmembramientos sin sentido Lo 1ro que voy a decir es: ¿realmente es necesario hacer esas traducciones tan paupérrimas del título original de la película? Me recuerda al "señor que traduce los nombres de la películas" de Liniers. ¿Por qué todo tiene que ser traducido sin respetar el nombre verdadero y con referencias obvias que subestiman al espectador? "Muerte en la Montaña", "Al filo de la muerte", "Muerte bajo cero", "Muertos de risa", "Juegos de muerte"... No somos idiotas, repito, no somos idiotas! No necesitamos que alguien sin imaginación nos ponga un título "pegadizo" para elegir una peli a la hora de ir al cine. Bueno, luego de despotricar, procedo con la crítica. Si yo te pregunto, ¿de qué pensás que trata el film? Seguramente me dirás que trata sobre un loco rematado que secuestra y descuartiza personas para elaborar una colección bizarra de extremidades y cuerpos mutilados. Bueno, diste en el clavo. Con sólo ver el poster promocional, ya sabes el 80% de lo que sucede en la película. Lo más flojo del film tiene que ver por supuesto, con la trama. No estoy pidiendo un drama psicológico, ni historias profundas de enredos, sólo pido que al menos tenga coherencia y verosimilitud. Las situaciones ridículas abundan. No sabemos nada del asesino, no sabemos nada de la protagonista femenina, no sabemos nada de otros 4 o 5 personajes que aparecen en el film y son obviamente masacrados por el loco rematado. Cuando los corta a cada uno en pedacitos no nos interesa en absoluto, porque no sabemos ni quienes son y no hemos llegado a conectar en ningún mínimo nivel. Sólo interesa la muerte más sangrienta y nada más. Formas retorcidas y por momentos ingeniosas de mostrar como descuartizar un cuerpo. Para eso, hagan un compilado de las muertes más brutales y horripilantes del mundo, y lo venden como un film. Quizás hasta recaudarían más dinero. Sabemos que este tipo de trabajos tienen un público fiel, sobre todo en Argentina donde inexplicablemente se disfruta mucho y llegan a ser de las películas que más recaudan en el año. Aquí a lo único que se le puso empeño es a mostrar asesinatos crueles en 1er plano, punto. Si disfrutás de ver muerte sin sentido ni explicación alguna, seguramente estarás a gusto con este trabajo. Si buscás un poquito de coherencia y trama, ni te gastes en comprar una entrada para esto.
En el 2009 los escritores de varias de las secuelas de "Saw" decidieron llevar adelante un proyecto que, si bien no era formalmente una precuela a dicha saga, mantenía un mismo estilo visual y argumental. Su secuela, "The Collection" es una propuesta más ambiciosa y mejor fotografiada, pero a la vez menos interesante, repetitiva y carente de ideas divertidas.