Atrofia estilística. Una película tan insípida como Khumba (2013) nos posiciona inmediatamente en una paradoja: si bien deseamos el florecimiento de una industria alternativa a Hollywood en lo que respecta a la “animación para las masas”, no podemos desconocer la pobreza intrínseca de los productos destinados a los pequeños que salen del “contorno marginal” al que pertenecemos. Por más que adoptemos una actitud tolerante orientada a dejar de lado las exigencias cualitativas y abrazar obras provenientes de cualquier punto de los “suburbios” del gigante norteamericano, lamentablemente la realidad cinematográfica en cuestión está volcada hacia la mediocridad: las opciones periféricas no suelen ser muy gratificantes. Y en ello hay una culpa compartida que se viene arrastrando desde hace mucho tiempo y que queda plasmada en cada nuevo exponente que enarbolando la bandera de “la humildad y el sacrificio” pretende una mínima porción de un mercado nativo o global monopolizado por los grandes estudios. El eje de esta dialéctica doble pasa por los responsables perimetrales y su obsesión con copiar -aunque casi nunca superar- los films más exitosos estadounidenses del rubro. De este modo nos atormentan con duplicados atrofiados de originales más o menos interesantes, que para colmo en ocasiones parecen elegidos al azar como si se tratase de una pócima bizarra guiada más por la intuición que por el intelecto. En lugar de construir una identidad propia a partir del catálogo de recursos autóctonos disponibles, se procura reciclar fórmulas foráneas en pos de la imitación de un esquema estilístico/ productivo que resulta inalcanzable de plano. Hoy hablamos de una realización que combina aquella premisa básica de Happy Feet (2006), un entorno trágico símil El Rey León (The Lion King, 1994) y un arsenal de detalles cómicos vinculados a Madagascar (2005). Esta propuesta sudafricana está plagada de buenas intenciones y hasta consigue apuntalar un ritmo narrativo estable, no obstante la falta de ideas novedosas y el carácter derivativo del proyecto en general hacen recordar -precisamente- lo peor de Hollywood. Si por un lado el presupuesto exiguo permitió una animación correcta sustentada en una gran distancia entre personajes y fondos, que por cierto enriquece al convite en cuanto al visionado en 3D y la estructura de los animales más cercanos a la caricatura, por el otro le juega sumamente en contra al momento de las escenas de acción y en especial en lo referido al diseño del villano principal, un leopardo llamado Phango e interpretado por un Liam Neeson que sigue acumulando capitales para su caja jubilatoria. La verdad es que llegando el desenlace poco nos importa que el protagonista sea una cebra que nace sin rayas en su retaguardia, ya que este “cuento del marginado” sabe a turismo tibio e insustancial…
Khumba es una muy buena oportunidad para ver animación de buena calidad con los más pequeños de la familia. La historia está buena, pero el modo en que está contada no es muy atractiva para los chicos más grandes, sobre todo para los que están más acostumbrados a los tanques de Hollywood. Y tampoco es lo suficientemente divertida para los muy ...
Rebelión en la selva Dirigida por el debutante realizador británico Anthony Silverston, quien parece haberle tomado el gusto a las historias animadas situadas en el continente africano después de haber trabajado como guionista en Zambezia (filmada también en tres dimensiones), Khumba nos explica por enésima vez la historia de un hecho diferencial y el de sus fatídicas consecuencias a la hora de intentar integrar lo distinto en una comunidad de hábitos cerrados. Khumba es una cebra con sólo la mitad de su cuerpo a rayas (algunos compañeros de especie desalmados le llaman Ceb, la mitad de Cebra) a la que todos culpan por la falta de lluvias. Debido a la gran presión ejercida por la manada, sumada a la muerte de su madre, el afligido animal decide emprender una singular aventura en la búsqueda de una especie de fuente mágica que le devuelva las rayas que el destino le ha robado. En su periplo conocerá a una serie de extravagantes compañeros de viaje que le ayudarán en su cometido, aunque también conocerá la figura de un malvado y sádico leopardo -que parece más un tigre que un leopardo- que controla todos los pozos de agua de la zona y aterroriza a toda la fauna en el gran Karoo. La gracia del asunto se encuentra en tomar a un puñado de animales diversos de la zona con tantos problemas de identidad que están pidiendo a gritos el diván de un psiquiatra, y montar una suerte de zoo ilógico donde nada es lo que parece: por allí pululan temibles felinos con acusada ceguera; un águila negra que en realidad es blanca; una oveja con alma de cabra de montaña; un avestruz que se cree poeta y una ñu que actúa como madre de todas las bestias. Simpática de a ratos, pero desesperantemente previsible, nos hallamos ante un ejemplo más de que el cine de animación se encuentra en terreno varado desde hace unos años. Amparados en una tridimensionalidad anecdótica (sólo interesa como telescopio aumentado para que podamos apreciar la sabana en su máxima extensión) que no incide en ningún momento en la trama ni dota de profundidad un desarrollo argumental visto una y mil veces, todo queda a expensas de las supuestas gracias o gags de dudosa efectividad y al manoseado mensaje que la diversidad es esencial para la supervivencia y que la diferencia te puede convertir en líder en lugar de convertirte en un ser marginal. Como siempre ocurre en estos casos, es recomendable, si es posible, ver el film en su versión original, sobre todo para poder disfrutar con las profundas y espectaculares dicciones de actores como Liam Neeson; Lawrence Fishburne o Steve Buscemi, cuyas voces atrapan al espectador mucho más que lo que se nos están contando. Ah!, y si también puede ser, quedarse a escuchar la pegadiza canción titulada The Real Me con la que cierra el film y que ha sido compuesta por el cantante sudafricano Loyiso.
Una Cebra Sin Ideas Del mismo equipo que trajo Zambezia ahora es el turno de “Khumba: La Cebra sin Rayas” (USA, Sudafrica, 2013) un filme de lograda animación centrado en el esfuerzo de la cebra del título por ser adaptada pese a su diferencia. El director Anthony Silverston junto con la guionista Raffaella Delle Donne plasmarán en la pantalla el camino iniciático y a la vez transformador que Khumba deberá atravesar para poder comprender su particularidad y a la vez distinción. Miembro de una manada que desde el día de su nacimiento acosa a la cebra sin rayas por justamente considerarla menor, Khumba tratará de ampliar horizontes al fugarse del grupo y comenzar a conocer el verdadero mundo. Su idea será la de poder nadar en las aguas transformadoras de una perdida cueva, en la que, según la leyenda, las cebras obtuvieron sus rayas. Hacia allí se encaminará y en el camino se topará con un Ñu llamado Mamá V y una torpe avestruz llamado Bradley con los que congeniará y a su vez viajará por los lugares más inhóspitos. Pero ellos no estarán solos, la amenaza del malvado leopardo Fango, un ser despreciable y asesino, también los acompañará hasta el destino final. Película con ideas ya vistas, y muchos personajes que se irán sumando similares a las de otros filmes animados, “Khumba” trabaja sobre una fórmula simple y explotada. En la idea del diferente que lucha por homogeneizarse con el resto y que finalmente brinda una lección a todos, el filme no aporta nada nuevo al ilimitado universo de películas infantiles. PUNTAJE: 5/10
Animación de segunda línea Las historias de animales y el cine de animación van de la mano. El animal diferente que termina siendo el elegido son tan antiguas como la animación misma. Las historias de animales y el cine de animación van de la mano. El animal diferente que termina siendo el elegido son tan antiguas como la animación misma. En Khumba, vemos elementos en común con muchas historias de la historia del dibujo animado, pero no es la falta de originalidad lo que la convierte en un producto olvidable. Se puede ir por caminos transitados y renovar los temas para una nueva generación de espectadores, sin duda, el problema es cuando la historia no tiene el interés suficiente para atraer. El protagonista que da título a la película es una cebra que nace con la mitad del cuerpo sin rayas. Esto produce en su manada un estado de alerta y desconfianza que desembocará en la expulsión de la pobre cebra, al quedarse sin agua y creer que el animal diferente es el culpable. Sudáfrica ha intentado producir un cine de animación capaz de competir con Hollywood, pero la verdad es que se ve más como una imitación fallida que como un cine de calidad con su propio estilo. Hace poco se estrenó también Zambezia, otra película que tenía características similares a Khumba, además de su origen. El cine de animación se ha mostrado capaz de diferentes clases de estéticas y estilo a los largo de los años y en la actualidad también. No son pocos los estudios que intentan apoderarse del mercado con grandes productos, a veces por sus méritos y en otros casos simplemente grandotes. El problema es que frente a la cantidad de films animados que se estrenan por año –y que en Argentina dominan la taquilla– la tolerancia frente a los mediocres por suerte es cada vez menor. Un film animado de calidad baja es algo complicado de digerir. Cuando algo no tiene timing no es fácil engancharse. Y los giros dramáticos mal hechos producen más fastidio que dramatismo. Khumba tenía destino directo al formato casero, pero quiso la distribución y su origen que pudiera convertirse en un estreno de cine.
Khumba es la segunda película de la productora Triggerfish, que previamente realizó Zambezia, estrenada el año pasado en los cines argentinos. Un estudio de Sudáfrica que en el último tiempo logró hacer filmes que consiguieron distribución internacional. Esta película tuvo un costo de 20 millones de dólares que es apenas una parte de lo que suelen invertir los estudios de Hollywood en las capañas publicitarias de sus producciones animadas. Para ser un propuesta de bajo presupuesto, teniendo en cuenta los números que se manejan en este género, Khumba consigue brindar un decente producto infantil. Al igual que Zambezia el film sobresale por la elaboración de los coloridos escenarios que capturan muy bien la belleza de los paisajes africanos. Una opción ideal para chicos de entre cinco y ocho años que probablemente se aburrirán con El inventor de juegos, ya que apunta a un target de espectadores más grandes. Si hay algo para objetarle a este film es el enfoque con el que desarrollaron la historia. Los artistas de Triggerfish ya demostraron después de dos películas que con bajos presupuestos pueden hacer producciones dignas en materia de realización. Ahora deberían tratar de conseguir una identidad propia en sus trabajos en lugar de copiar a las películas hollywoodenses. Una debilidad de Khumba es que toma demasiados elementos de El Rey León en lo que se refiere al perfil de muchos personajes y es en esos aspectos donde la película se debilita por su falta de originalidad. Por ese motivo creó que Zambezia fue un poco mejor. Al margen de esta cuestión, este film independiente de Sudáfrica cumple con el objetivo de brindar un buen entretenimiento para los más chicos.
KHUMBA, es una cebra nacida con la mitad de sus rayas, situación que la hace objeto de burlas dentro de su propia manada. Harto del rechazo el protagonista se embarca en un pequeño viaje, sorteando todo tipo de peligros para encontrar una forma de conseguir sus rayas. Gran trabajo artístico con bellos y logrados paisajes de la sábana africana que sobresale por sobré un argumento pequeño, redundante y sin un conflicto original. Para espectadores muy pequeños.
"Valentía en cuatro patas" Siguiendo con la temática de las aventuras en plena naturaleza, el estudio sudafricano Triggerfish Animation regresa a la pantalla grande con otra muy buena producción animada para grandes y chicos. Luego de la divertida “Zambezia”, donde seguíamos los pasos de un pequeño halcón que debía ayudar a migrar a su comunidad, llegó el turno de “<bKhumba”, la historia de la valiente cebra responsable del título y el espíritu de esta película. Con un altísimo nivel de animación que no deja de sorprendernos y un elenco de lujo para las voces originales que va desde Steve Buscemi, Laurence Fishburne, Liam Neeson y la bella Anna Sophia Robb, “Khumba” es una muy entretenida propuesta que se disfruta de principio a fin por varios motivos. En primer lugar la extensa galería de personajes divertidos que se sacaron de la galera los guionistas Raffaella Delle Donne y Anthony Silverston, ayudados en esta ocasión por Jonathan Roberts (uno de los tantísimos artistas que metió mano en el guión del “El Rey León”), es un verdadero lujo. Apoyándose en las diferentes personalidades presentes en la manada de las cebras (que dicho sea de paso, juegan futbol!), la graciosísima familia de suricatas acostumbrada a las cámaras de los turistas, las estúpidas gacelas saltarinas (que, obviamente, juegan al rugby) y el bizarro grupo de damanes roqueros, “Khumba” ofrece un variado repertorio de humor para toda clase de público. Párrafo aparte para el conejo ribereño, el avestruz, el antílope africano y la disparata cabra que con sus locuras, si bien no llegan a opacar a nuestro protagonista, también son puntos altos de esta gran producción. También hay que destacar el hecho de que Triggerfish Animation siga apostando a ambientar estas aventuras en algunos de los impresionantes paisajes naturales que tiene Sudáfrica. En esta ocasión, la enorme meseta semidesértica de Gran Karoo, podría considerarse como un protagonista más de esta película debido a la trascendencia que tiene en el relato. Otro de los grandes aciertos es la increíble banda sonora compuesta por Bruce Retief que acompaña no solo de forma perfecta las hermosas y logradísimas secuencias de la película sino también unas bellas imágenes que son para colgar de un cuadrito. Finalmente, una de las razones más importantes por las que “Khumba” se convierte en uno de los grandes estrenos de la semana es debido a que su espíritu honesto rescata la esencia de viejas producciones animadas donde lo que se cuenta es más importante que la forma en la que se lo hace. Si hay algo que le sobra a la opera prima de Anthony Silverston es ese espíritu que recuerda, sin exagerar ni un poco, a la historia de animales de la selva más importante de nuestra infancia.
Una producción sudafricana que tiene muchos recuerdos de “El rey león” y otras producciones que buscan destacar la necesidad de aceptar al distinto. Con algunas escenas tristes y una animación sencilla pero eficaz.
La cebrita que quería rayas "A veces retroceder es la única forma de continuar". El mensaje, que puede sonar algo contradictorio, es en esta película de animación sudafricana toda una síntesis de los temas que abarca. Hay una cebra que nació diferente al resto -no tiene rayas negras de la mitad del cuerpo hacia la cola-, por lo que la cargan y le dicen "ceb", marginándola. Y que, antes que sentarse a sufrir la discriminación, parte decidida siguiendo el consejo de un conejo: la leyenda dice que en algún lugar existe un pozo mágico de agua, donde podría recuperar las rayas. Y por si fuera poco, no llueve desde hace rato, por lo que la supervivencia en esa región rocosa africana se hace más difícil. Las metáforas y las comparaciones en los filmes para chicos están claras, a la vista. Pero no siempre, por fortuna, son remarcadas. Y Khumba baja su línea, pero lo hace de manera casi natural.La fauna es amplísima: están el leopardo malo, ciego de un ojo, que amenaza a las cebras, un águila negra que es blanca (?) y otros extraños especímenes, sean suricatas, cabra, avestruz, bisonte, coyote, oveja (?) y hasta un mantis. ¿Quieren más cosas insólitas, singulares? Las cebras juegan al fútbol -¿efectos del Mundial de Sudáfrica?- y hasta gritan gol. El 3D no es algo que sume, añada demasiado, por lo que no afecta verla con o sin anteojitos. Amable, se deja ver con o sin pochoclo, y le fue tan bien en su país de origen que el año que viene se estrena la secuela.
Una cebrita muy especial A Khumba, sus supersticiosos congéneres la culpan por la sequía que castiga la sabana en la que vive. La cebrita es muy especial: sus rayas le cubren sólo la mitad de su cuerpo. Ella decide buscar un legendario pozo de agua junto a un descarado ñu y un extravagante avestruz, en donde las leyendas de su especie afirman que las cebras obtuvieron su característico pelaje. A través de variadas y atrevidas peripecias por las que deberá pasar el personaje central, el director Anthony Silverston logró un entretenido dibujo en el que sobresalen tanto la pintura de sus personajes como los exuberantes paisajes en la que transcurre esa cada vez más difícil búsqueda. Cierto suspenso -Khumba y sus amigos son perseguidos por un tiránico leopardo- y gran simpatía en los momentos finales apuntalan un guión entretenido de esta tierna aventura. Los niños, destinatarios finales de esta película, gozarán sin duda de este film, que demuestra que la cinematografía sudafricana sabe cómo hallar temas en su folklore y en su medio ambiente para descubrir sus más ricas fábulas.
Sobre cebras y simbolismos Este raro ejemplo de cine de animación sudafricano augura potencial futuro para la industria de ese país, e indudablemente tiene mucho atractivo para el publico infantil. Khumba, el personaje al que se refiere el título, es una joven cebra macho hay que distinguir el género, ya que el protagonista también tiene su noviecita hembra- que nació con una particularidad: sólo tiene rayas en la mitad delantera del cuerpo, mientras que el resto es blanco. En la comunidad de las cebras seres bastante simples de acuerdo con el film, donde el fútbol es el tema central de todas la comunidad- esta diferencia es recibida como un mal augurio, relativo a la falta de agua. Esto es muy importante porque la vida de las cebras depende de la única laguna que existe alrededor de un enorme desierto. Justamente, luego de la llegada de la discriminada como "media cebra", deja de llover y la laguna se seca, poniendo en peligro a todos. Con la ayuda de un saltamontes, un buey y un avestruz, el joven Khumba, cansado de que lo discriminen y le achaquen la culpa de la sequía, emprende un peligroso viaje en búsqueda de otra fuente de agua. El director Anthony Silverston maneja muy bien los distintos paisajes africanos de esta aventura, inclusive cuando los animalitos estelares se cruzan con la civilización. En cambio, no toda la acción animal tiene el mismo nivel, dando lugar a ciertas situaciones repetidas, como por ejemplo la andanzas de una hiena desagradable o un leopardo malo que, desde luego, los sigue como presa. Con todo, Khumba es simpático y carismático, y hay momentos de humor bastante logrados y un innegabe atractivo visual. El doblaje al español impide apreciar las performances vocales de excelentes actores como Laurence Fishburne y Steve Buscemi.
Si cree que esta película es una más de animales divertidos y animados que emprenden un viaje porque son diferentes (el modelo “Happy Feet”), acertó. Si cree que es una fábula ecológica (el modelo “Happy Feet”), acertó. Si cree que los chicos más chicos la van a pasar bien, cosa curiosa, también acertó. Incluso puede que usted también la pase bien. A la pura fórmula y el maestrociruelaje de casi todo se le suman diseño agradable, narración sin ripios y algunos gags buenos. Así que, si tiene que ir, tranquilo: o la olvidará pronto o recordará lo bueno.
Una cebra distinta Khumba es una joven cebra muy acomplejada. Nació con rayas que cubren sólo la parte delantera de su cuerpo. Por esta razón, sufre de las burlas de sus compañeros. Para colmo, por causa de esta diferencia, su manada la designa como responsable de la sequía que la está afectando. Khumba decide entonces salir a la búsqueda de la supuesta cueva mágica de la cual la primera cebra salió con todas sus rayas. En este viaje iniciático, la ayudarán una ñu y un avestruz para superar algunos obstáculos -un encuentro con algunos perros salvajes, otro con damanes de El Cabo-, y se enfrentará a su peor enemigo, el leopardo Phango -una especie de primo de Shere Khan de El libro de la selva-. Si es muy bien lograda en términos visuales, acercándose a la estética de Pixar, descrita de esta manera, Khumba, la segunda película de animación del estudio sudafricano Triggerfish -después de Zambezia- no se destaca por su originalidad y, de hecho, por su trama general, no lo es. Muy tierna y sencilla, apunta sobre todo a los espectadores más pequeños. Sin mucha sutileza, busca transmitir un mensaje de tolerancia y de aceptación de lo distinto. En cambio, los más grandes podrán ver una clara referencia al régimen de segregación que caracterizó ese país durante el siglo pasado. La manada de las cebras se construyó un santuario para aislarse del mundo, del cual excluyó todos los demás animales. La originalidad de este film y el interés que puede despertar para los más grandes residen precisamente en algunos pequeños toques que no se podría esperar de una película estadounidense, pero sí de una realizada en Sudáfrica: una referencia al rugby y los famosos Springboks en el encuentro con un grupo de gacelas medio tontas, en una de las secuencias más divertidas de la película; otra al negocio de los safaris organizados para el cual los supuestos animales salvajes terminan bien domesticados. Sin embargo, por ser refrescantes, estos toques y los efectos que logran producir son momentáneos, demasiado cortos para que esta película sea realmente apasionante para todas las edades. Si los más pequeños podrán salir encantados por la cebra y los varios amigos que se hará en su camino, es probable que los más grandes con Khumba terminen como aquel leopardo Phango: quedándose con hambre.
Solo para pasar un rato divertidísimo viendo las hazañas de una cebra sin rayas en África. Unos días antes de las vacaciones de invierno se decide estrenar esta nueva película de animación de Sudáfrica, donde se narra la historia de una cebra muy especial llamada Khumba (voz de Jake T. Austin) cuya particularidad es que nace sin todas sus rayas. La cinta se encuentra llena de mensaje: las supersticiones, cuando te hacen sentir un extraño entre los tuyos, decir que alguien puede trae mala suerte, el ser diferente, hacer que todos te teman, la valentía, tener fe por más dificultades que encuentres en la vida, entre otros. El jefe de familia es Seko el padre de Khumba (Laurence Fishburne), algo duro pero su personaje no se destaca demasiado y una hermana de nombre Tombi (Annasophia Robb) muy dinámica e inquieta. Al comienzo vemos algunas escenas donde se encuentran un gran grupo de cebras que pasan parte del día jugando al fútbol, justo cuando nos encontramos en pleno mundial y en estas secuencias los más pequeños sonríen por las distintas situaciones que suceden. Pasa un tiempo y la madre de Khumba, Nora (Catherine Tate), se encuentra mal por la sequia, le cuenta una historia a su hijo sobre un pozo con aguas mágicas que si las encuentra y se sumerge en ellas conseguirá las rayas que le faltan. Como Khumba es joven e inexperto interpreta esta historia como real no como un cuento, se aferra a esa ilusión y traspasa las barreras, emprende una peligrosa aventura y va en búsqueda de la fuente mística, en su viaje se va encontrando con distintos personajes muy divertidos: con Ñu Mamá V (Loretta Devine), una torpe avestruz Bradley (Richard E. Grant), una grupo de Damanes, una familia de Suricatas que quieren que los turistas les saquen fotos, un grupo de cazadores con rifles, un Conejo, Un águila, un tramposo llamado Skalk (Steve Buscemi) , un grupo de antílopes africanos que gozan de una particularidad que resulta muy graciosa, una cabra loca, un cazador malvado Phango (Liam Neeson) y un leopardo ciego, entre otros. El film muestra el bello paisaje natural de Sudáfrica y resulta increíble la banda sonora compuesta por Bruce Retief. Khumba es el héroe para los niños, la cinta se inclina a los más pequeños y tiene algo de ritmo, sobre todo cuando aparecen los distintos personajes e intenta tener alguna similitud con “El Rey León” y “Madagascar”, entre otras. Resulta bastante predecible, contiene un poco de violencia, un personaje es aplastado por las rocas, la muerte de la madre y otros momentos angustiantes. Con el mismo director se viene “Khumba 2” en el 2015.
Para hablar de “Khumba” hay que comenzar diciendo que el mismo equipo sudafricano que hizo “Zambezia” vuelve a la carga. Con todo lo positivo de aquella producción y también con sus severas limitaciones. De presupuesto, de recursos técnicos, y también de ideas. En favor de este intento, hay que decir que no es sencilla la tarea de pelearle a los grandes estudios espacios en la categoría animación. Desde esa perspectiva, hay que reconocer que la apuesta era arriesgada. La historia es bastante clásica y presenta a una cebra que no tiene todas las rayas que debería tener. En la vibrante Africa las manadas, son más bien conservadoras parece y Khumba, este simpático animal cuyo pelaje no es el mismo a los demás, comienza a parecer una amenaza para su grupo. Nació diferente y es mirada como alguien que no debería estar donde está, siendo incluso símbolo de pérdida del estado de gracia que estos animales tienen en su protegido hábitat. En una sequía importante, sentirá el peso de ser el chivo emisario de su tribu y tomará la decisión de lanzarse a la planicie a buscar una alternativa a su destino. Con sólo la mitad de su cuerpo con rayas, nuestra protagonista necesita obtener lo que le falta, así que cuando aparece la noticia de que un legendario y mágico pozo de agua le permitiría conseguir las rayas que necesitan, Khumba sabe que deberá ponerse en marcha en pos de encontrar algo de paz en su perturbada existencia. Y para ello, emprenderá un camino en busca de su destino, junto a una serie de extravagantes secundarios, un ñu sobreprotector, Mamá V y Bradley, un obsesionado avestruz. Si, hay un malvado (¿cuándo no? Phango, lineal), pero aquí la lucha contra el / los enemigos no sólo es física y de supervivencia del más apto, sino también hay cuestiones delicadas de temple y autoestima que se ponen en juego. El problema es que ningún conflicto parece tener la profundidad necesaria para atraer a la audiencia de edad promedio. Los pequeños de la familia seguirán la trama sin dificultades y probablemente disfruten el interesante y colorido safari que presenta la cinta. Potencia este hecho que los productores son locales y recrean de manera muy vívida el terreno y la fauna de los escenarios. En ese sentido “Khuma” ofrece su mejor faceta: las texturas pueden no ser de lo mejor en 3D, pero son bastante fieles al lugar que caracterizan. Lejos de la velocidad y carisma de clásicos como “Madagascar”, el director debutante Anthony Silverston (y guionista de “Zambezia”) se las ingenia para presentar el mejor producto posible, aunque el resultado es desparejo. Y no es una cuestión de la animación en sí, sino de la historia que presenta, donde se extrañan giros en el guión, más humor y mayor complejidad en la construcción de conflictos. “Khumba” no genera movimiento en la platea, elige posicionarse en un lugar conocido (el típico film infantil donde el protagonico es un sujeto separado de su grupo original de pertenencia y que luego de un cambio personal, termina siendo aceptándose y se transforma en héroe o algo similar) y termina su recorrido como un producto que no trasciende, ni deja huella. Sí hay que reconocerle que se hace camino al andar y quizás sea en próximas entregas, el estudio responsable encuentre más herramientas para refinar sus lanzamientos. Si no hay grandes expectativas, esta película permite que los chicos de la casa pasen un rato entretenidos conociendo más de la fascinante Africa. Quizás no sea poca cosa.
Desde que la animación computarizada y el 3D acapararon la (casi) totalidad de producciones animadas infantiles, se viene dando una tendencia cada vez más frecuente; películas que podríamos llamar independientes, y en algunos casos de países con producción cinematográfica escaza, que nada tienen que envidiarle en cuanto a la técnica a lo que durante muchos años fue un monopolio de grandes productoras hollywoodenses (con Disney a la cabeza). Esta tendencia, que uno podría creer positiva ya que además hizo crecer exponencialmente la oferta, tiene el negativo costado de que, extrañamente o no, esas producciones (que por más que lo disimulen cuentan con un presupuesto de un tercio que los grandes tanques) constantemente intentan imitar la fórmula de los grandes éxitos estadounidenses, como si fuese un manual o un libro sagrado para ser rendidor. Este es el problema fundamental de "Khumba", que una película que pregona desde las entrañas de su historia el ser diferente para ser mejor, en realidad busque tanto parecerse a otras, y para peor aún, sin lograr ni siquiera acercarse de lejos." Khumba", co-producción sudafricana estadounidense, pertenece a la misma empresa que el año pasado trajo Zambezia, y básicamente las cosas no cambiaron demasiado. Si aquella tomaba mucho de "Rio" y de cualquier film de animales selváticos; esta toma mucho de Madagascar y cualquier film de animales en desierto africano (o sea, las copias de Madagascar). Anthony Silverston (que subió de escritor a también director) hace un trabajo de piloto automático para contar la historia de Khumba, una cebrita que nació con la mitad de su cuerpo sin rayas, y a partir de ahí, una especie de maldición cayó sobre su pueblo, una sequía interminable los asola y está arrasando con todo y todos, inclusive la madre de Khumba, que antes de morir (casi como si fuese una parodia al melodrama, pero no) intenta darle un consejo contándole de una leyenda, que el joven malinterpreta. En la antigüedad las cebras eran todas blancas, pero una de ellas se sumergió a un pantano y al salir, tenía rayas. Entonces, Khumba (no escuchando la moraleja del asunto de que luego todas las cebras se sumergieron y esa cebra única perdió lo que la hacía especial) emprende un viaje para encontrar aquel lugar mágico que le otorgue sus rayas, y así, de paso, terminar con la maldición. Por supuesto, en el camino se encontrará con toda una fauna de personajes variados, y hasta habrá historia de amor adolescente. Como es usual, el film hace un buen uso de la animación en fondos con paisajes que parecen reales (salvo ocasiones como esa deuda pendiente que es el agua), pero no se define tan bien en la animación de los personajes, que acertadamente disimula carencias volcándolo hacia lo caricaturesco. El 3D aporta algo de profundidad de campo, pero no es realmente fundamental ni destacable. Si algo caracterizaba a "Madagascar" y sus imitaciones es el ritmo frenético e imparable que a muchos (me incluyo) desagrada, "Khumba" en ese sentido es un híbrido, porque tiene todos los elementos para tomar ese ritmo de gag tras gag, de humor slapstick, pero no, su ritmo es parsimonioso, lento, casi contemplativo. Siendo así, "Khumba" se maneja en un relato en el que no pasa demasiado, en el que tanto padres como niños se relajan (hasta el casi punto de aburrirse), pero esa calma es interrumpida intermitentemente por personajes estridentes fuera de lugar, forzados, como el avestruz Bradley y el perro salvaje Skalk los cuales cumplen el rol de comic relief. Quizás los chicos más chiquitos, hasta siete u ocho años, puedan disfrutar del colorido y de algún personaje o momento tierno; también está el edificante mensaje inicial que luego queda algo trunco u olvidado. Para los adultos aquí no, salvo contados toques, no hay referencias a su mundo, quedan aquí relegados a meros acompañantes. Por último, la inexistencia de copias en idioma original, hace su aporte para que el interés sobre este film sea cada vez menos mediante la proyección avance. Khumba es un film fallido, pero no por debajo de la media de estas producciones que con muchísimos menos recursos intentan alcanzar algo que nunca podrán igualar, las hay de a varias por año y esta es una más.