Un dulce pueblito Es muy extraño tomar contacto con un pueblo de la provincia de Santa Fé de nombre Moisés Ville. Allí, permanece intacta la tradición judaica y el nombre de los gauchos judíos retoma imágenes y recuerdos de un pasado que para los más ancianos no pasa de la instancia del recuerdo. Las anécdotas sobre este pueblo, primera comunidad agrícola que con el correr del tiempo sirviera de modelo para otros pueblos con colonos judíos, donde el ejemplo de integración entre distintas religiones fue posible marca el rumbo de este documental, La Jerusalem argentina, de los realizadores Ivan Cherjovsky y Melina Serber, quienes recorren el lugar a la vez que acopian los testimonios y rostros que dan contorno a la geografía de un pueblo de provincia pero que por su particularidad representa mucho más que eso. En el operativo de preservar la memoria la idea de un museo alimenta ese anhelo de algunos de los 150 descendientes judíos por no perder su tradición y aún en las calles de Moisés Ville los turistas encuentran sinagogas o alguna panadería con alimentos propios de la religión judía, entre iglesias católicas. De los gauchos judíos sobran datos e información histórica y faltan descendientes directos tal como refleja el testimonio a cámara de los más ancianos, los pocos que quedaron en pie, intercambian con vecinos no judíos experiencias de vida o resistieron desde su juventud la tentación de ir a buscar un futuro a pueblos de mayores posibilidades como ocurre con la juventud actual de Moisés Ville que para la ocasión del documental se prepara para llevar a cabo la Fiesta de Integración Cultural. La Jerusalem argentina retrata con fidelidad una comunidad que desde el desarraigo forzado, la persecución sistemática de la Rusia Zarista y la ola de prejuicios culturales e históricos supo permanecer en el tiempo, cosechar experiencias y ejemplos sobrados de trabajo para conservar en la actualidad y ante la mirada del extraño un racimo de cultura y un árbol de sabiduría.
Posiblemente a partir de la fama de Alberto Gerchunoff y su libro Los gauchos judíos el pueblo de Moisés Ville no es desconocido para una buena parte de los argentinos. Sin embargo, e incluso varias películas argentinas después, en el año 2018 tal vez no sean tantos los que estén al tanto de cómo sigue la vida del pequeño pueblo rural de la Provincia de Santa Fe. El documental La Jerusalem Argentina se acerca hoy a Moisés Ville y retrata la vida de los últimos descendientes de aquellos inmigrantes que le dieron vida a la localidad, haciendo historia en el sentido más puro del término. La película describe la situación del pueblo con infinito amor y respeto, pero sin dejar escapar una profunda melancolía al ver que sus mejores épocas han quedado atrás y que el propio legado está por momentos en riesgo. Un museo que busca mantener esa memoria, sinagogas casi vacías, tradiciones que van quedando atrás y una población que se ha diversificado y cambiado. En la película vemos como se prepara el 125 aniversario del pueblo, punto culminante de alegría y unión, pero tan efímero como lo puede ser un día de festejo. La película elige bien sus escenas. Se entiende perfectamente el pasado y el presente del pueblo, se vive con tristeza pero también con humor la vida cotidiana. Es un pueblo de origen judío y es a la vez un pueblo de origen rural, ambas cosas conviven en la forma en la que las personas viven su vida cotidiana. También se ve que el recambio generacional no se produjo y la descendencia judía se fue a vivir a Israel o a Buenos Aires. Más allá de Moisés Ville, lo que cuenta el documental es el final de un pueblo, de una época, de un sueño. Hay mucha emoción en eso y también algo de angustia. Pero también la realidad es que todos los pueblos cambian a lo largo de los siglos y esta no es una excepción. El final, particularmente movilizador, muestra a esos pioneros y el increíble desafío que lograron llevar adelante. Para los del presente, pero para aquellos del pasado, la película es un homenaje sin solemnidad y con muchísima humanidad.
En 1889, más de 800 inmigrantes judíos oriundos de la Ucrania dominada por el imperio zarista llegaron a Buenos Aires con el objetivo de instalarse en el campo para dedicarse a la agricultura y terminar con los prejuicios de la presunta improductividad que había alrededor de su grupo social. Desde el Hotel de Inmigrantes porteño se trasladaron hasta la provincia de Santa Fe, donde fundaron la colonia Moisés Ville, haciendo un paralelismo entre el Egipto bíblico y el Imperio zarista, donde los judíos eran perseguidos. Con el paso del tiempo, esto fue considerado un suceso fundamental de la vida judía en la Argentina, ya que inspiró a la creación de la Jewish Colonization Association, empresa financiada por el barón de Hirsch que trajo al país 30.000 colonos judíos. “La Jerusalem Argentina” es un documental realizado por Iván Cherjovsky y Melina Serber, el cual busca retratar el paso del tiempo en Moisés Ville y la intención de conservar la memoria y las tradiciones del pueblo judío. Poco a poco se va reduciendo su comunidad, debido al envejecimiento y a la migración de los más jóvenes hacia ciudades como Santa Fe, Buenos Aires o Córdoba. Pero quienes aún viven allí se encuentran activos realizando distintas actividades para mantener vivas sus costumbres. La película se toma su tiempo para presentar el lugar y a sus habitantes. En principio es un documental más observacional que plasma la realidad y cómo vive la gente en Moisés Ville, realizando sus actividades, yendo al templo, a la escuela, al teatro, al museo o a la biblioteca, mientras que los escuchamos hablar, mediante charlas informales y casuales, sobre algunas de sus vivencias. También se enmarca dentro de un período interesante, ya que se están preparando para el aniversario número 125 del pueblo. Al mismo tiempo, podemos observar cómo conviven con otras religiones que se practican en el lugar. Recién después de 20 minutos nos encontramos con un cambio en la estructura, y se empiezan a alternar, entre las rutinas, entrevistas a distintos pueblerinos que hablan sobre la importancia del pueblo, sus tradiciones, y sobre la preocupación de la actualidad, donde la gente grande muere y los más chicos migran hacia Israel u otras ciudades más grandes de las provincias argentinas. Tal vez se podría haber hecho un poco más de hincapié en la historia del surgimiento de Moisés Ville, debido a que quien visualiza el documental no obtiene mucha información sobre el contexto. Sin embargo, se nota que el objetivo principal de la obra se centra sobre todo en esta cuestión de presentar a quienes viven dentro de la comunidad y ver el paso del tiempo y cómo los habitantes buscan preservar la memoria del pueblo judío y sus costumbres. Un documental clásico que se favorece de su corta duración para plasmar en imágenes el punto de vista de los directores, con el objetivo, también, de continuar preservando la memoria de la comunidad judía en Argentina.
El trabajo realizado por Iván Cherjovsky y Melina Serber es un entrañable viaje hacia las raíces de la cultura argentina, una cultura atravesada por identidades, credos, personas, emociones. Moises Ville, un pequeño pueblo de Santa Fé, es el escenario para que a partir de los testimonios de los herederos de los primeros gauchos judíos, se narre una historia de resistencia, lucha, permanencia, y también de adaptación y cambio.
La primera escena de este documental sobre el pueblo judío de Moisés Ville, en Santa Fe, da dos pistas claves para rastrear la búsqueda de los directores y guionistas. Un viejo atraviesa de izquierda a derecha un plano fijo ambientado en un pastizal arrasado y lo sigue un perro rengo hasta la mitad del camino, donde la perspectiva coincide con un árbol verdoso a varios metros de distancia. Con una sola imagen, se nos está planteando que la simetría y el movimiento humano están signados por la carencia. Y Cherjovsky y Serber nos proponen que la manera de observar esto es con la quietud que será el signo de la película. Poco a poco descubriremos que el viejo es Ingue, a quien está dedicada la obra. Uno de los aspectos fascinantes en La Jerusalem argentina, y que se va haciendo central a medida que transcurre el documental, es el silencio desde el cual es observada la rutina en Moisés Ville. Las pocas entrevistas a los responsables del museo o las escasas conversaciones citadinas que escuchamos apenas contrastan con la gran cantidad de tiempo dedicado a observar el movimiento y los eventos característicos del pueblo, sea en conmemoración a los 125 años de fundación que cumple, sean los preparativos, o sea la rutina previa o posterior a estas celebraciones. En tal silencio observador, nunca inquisitivo, podría leerse una postura religiosa de parte de los realizadores del documental. Como si el artista en su rol social detallara las costumbres enmarcadas en un pueblo judío, al mismo tiempo que le da perspectiva con respecto a lo evidenciado en tales manifestaciones: las torpezas que ocurren en eventos públicos (como los globos que no vuelan aunque el discurso previo los ensalzaba como metáfora de un futuro próspero), lo kitsch de conciertos y concursos de belleza aún como representación de la cultura (un señor canta My Way en español mientras en otro salón se lleva a cabo el concurso de la reina del Festival de Cultura de Moisés Ville); la tranquilidad de la rutina cotidiana que parece mostrar poco pero donde aparecen las casas, oficinas y, en fin, los lugares frecuentados por estas personas. A fin de cuentas, ese silencio es oportuno para detenerse en la pregunta que hace Eva Guelbert, una de las pocas entrevistada en escena: ¿Qué valor tiene la tradición que le es legada a las próximas generaciones del pueblo? Atender a la pregunta no significa obligar una respuesta, sino poner en relieve lo observado durante poco más de una hora: reuniones por diversas razones, aunque todas girando en torno al modo de vida quedo en Moisés Ville. Otro detalle que destaca varias veces durante el documental es el contraste entre los lugares ocupados por los residentes del pueblo y los lugares solitarios. Hay escenas donde la diferencia es palpable: el plano donde el lugar de reunión está vacío o siendo preparado para la celebración por unas pocas personas y el plano siguiente donde está ocupado por los invitados. Si bien este tipo de contrastes no es novedoso y da cuenta del desarrollo de los eventos más sencillos, también connota la manera en que la tradición se sostiene a lo largo de un instante y cómo esto se puede transpolar a un patrimonio de 125 años desde la fundación del pueblo. Como si los lugares que dejamos atrás fuesen fragmentos de una identidad apenas intuida en las costumbres cotidianas.
Iván Cherjovsky y Melina Serber nos muestran la Moisés Ville de hoy, un pequeño pueblo rural de la provincia de Santa Fe, donde viven los pocos descendientes de los míticos gauchos judíos. Son ciento cincuenta personas, empeñadas en sostener la memoria de lo que fue y significó esa inmigración judía. En l989 llegaron a nuestro país con la idea de dedicarse a las tareas rurales y soñar la paz y la prosperidad lejos de persecuciones de la Rusia zarista. Casi todos provenían de Ucrania. Esta primera ola de de mas de 800 inmigrantes organizados, inspiraría luego a la Jewish Colonization Association, la empresa financiada por el barón de Hirsch, que trajo al país a mas de 30.000 colonos. Luchar contra el olvido organizando un museo detallado de lo que ocurrió en el pasado, mantener las sinagogas, recordar y trabajar para la festividad que los impulsa durante el año, el día de la Fiesta de la Integración Cultural es el objetivo de este trabajo, el sueño de los que saben que conservar la memoria es fundamental. Porque saben que es el mejor homenaje hacia los sueños que trajeron y forjaron esos gauchos judíos.
En agosto de 1889, más de 800 inmigrantes judíos de origen ucraniano desembarcaron en el puerto de Buenos Aires con la idea de instalarse en el campo y dedicarse a la agricultura. El lugar elegido fue un terreno inhóspito en el centro de la provincia de Santa Fe, donde fundaron la colonia Moisés Ville. Hoy, más de 125 años después, Ivan Cherjovsky y Melina Serber viajan hasta allí para averiguar qué quedó de los llamados “gauchos judíos”. La Jerusalem Argentina es un registro del día a día de esa pequeña localidad santafesina. Un día a día en el que el pasado y el presente conviven en cada pared, en cada construcción que remite a los orígenes judaicos de una comunidad que, más allá de su envejecimiento, intenta mantener vivo el legado de los primeros pobladores. El relevamiento de un museo con reliquias, paseos guiados para turistas por sinagogas, compras en locales con trato familiar y los preparativos para la celebración de un aniversario del pueblo son algunas de las situaciones que los realizadores captan con calidez y respetuosa empatía. El film despliega una nostalgia solapada a través de los testimonios de quienes han visto cómo la población de Moisés Ville ha ido cambiando y ampliando sus horizontes culturales. Una nostalgia no exenta de alegría que marca el fin de una época, pero también el inicio de otra.
En Moisés Ville viven hoy los últimos descendientes de los míticos gauchos judíos, una reducida y tesonera comunidad que todavía atesora las reliquias de los pioneros en un museo, acompaña a los turistas en las visitas a las sinagogas vacías y celebra una fiesta cultural. Este documental refleja cómo se mantiene en pie un valioso legado iniciado en 1889, año en el que unos 800 inmigrantes oriundos de la Ucrania zarista llegaron al puerto de Buenos Aires a bordo de un vapor alemán. La singular experiencia de Moisés Ville fue el modelo que inspiró el trabajo de la Asociación Barón Hirsch de colonización judía, que trajo a la Argentina a otras 30 mil personas.
Gauchos en Jerusalén La Jerusalem Argentina (2018) es un documental contemplativo sobre la colectividad judía en una provincia de Argentina. Bajo un clima de reminiscencia histórica y de reconstrucción religiosa, se centra en las personas encargadas de evitar la desaparición y el olvido de sus antiguas costumbres haciendo que el mundo cotidiano se nutra de ellas y, a la vez, sus recuerdos sobrevivan al paso del tiempo. Sincero y concreto film sobre salvaguardar la memoria. Moisés Ville está en Santa Fe en un pequeño pueblo donde se encuentra una importante herencia de los inmigrantes judíos que llegaron a la Argentina en 1889. Esta fue una colonia fundada por sus deseos de continuar un legado agrícola y rural. Hoy ya quedan los últimos herederos de los gauchos judíos, lo que fuera una comunidad numerosa en el pasado. En el presente son los encargados de que no se pierda el recuerdo de sus antepasados a través de actividades diarias, simples y cotidianas que intentan contarle a la gente, inclusive turistas, sobre sus raíces. Sin duda que la construcción desde la memoria es tangible en este documental dirigido por Iván Cherjovsky y Melina Serber, y resulta interesante que lo haga a través de cierta contemplación onírica. Que sea el espectador el que descifre lo que está mirando. Lentamente se va vislumbrando la relación entre cada espacio y cada personaje. Entre lo que se dice y lo que se está planificando. Y de ahí surge la idea de pueblo y colectivo. Armar la figura desde la fragmentación es lo que más realza a este trabajo y mantiene su interés. Si bien puede restarle la excesiva languidez en sus imágenes, también es verdad que trata de salir un poco de cierto estilo repetido y opta por empezar de otra manera y no solo entrevistas o relatos ya antes vistos, sobre todo cuando se trata de un documental del cual uno que no conoce pueda quedarse alejado. Idea arriesgada de hacer que el espectador se encuentre con la fortaleza de sus imágenes y que interprete las actividades previas a una festividad. Y el trabajo sobre los espacios como resquebrajamientos emotivos de un pasado que subsiste entre los jóvenes y niños es una atractiva alegoría. Más aún, si la figura del museo queda como idea de ruina de fondo sobre la memoria y es la gente la que lleva el relato. Después entra en cuestiones más de juego y gracia, los personajes que desfilan tienen su propia expresividad y es finalmente, sobre todo hacia su desenlace, que encuentra una adecuada forma para generar esa idea de pueblo y colectividad.
Melina Serber e Iván Cherjovsky recopilan cariñosamente picardías y recuerdos de los viejos judíos, imágenes de venerables edificios hoy medio descascarados, momentos de fiestas y liturgias, no sólo hebreas. La histórica “goyim” con sus cultos diversos, sus músicas y su escaso interés por el pasado. Pero el film dista de ser nostálgico. Eso sería faltarle el respeto a los viejos, que siguen bromeando. Maravilloso, el que explica por qué plantó una Estrella de David en la tumba de su perro.
Moises Ville, un cambalache bien nacional Hay un objetivo claro que se propone el documental La Jerusalem argentina, dirigido por Iván Cherjovsky y Melina Serber: articular un retrato de la ciudad santafecina de Moises Ville, primer asentamiento de los inmigrantes judíos llegados al país durante los últimos años del siglo XIX. Pero un retrato que si bien remite a los orígenes y la cronología de la ciudad, no pretende convertirse en un relato histórico sino pintar un fresco contemporáneo. Quien quiera saber cómo se fundó la ciudad, quiénes fueron los primeros habitantes, la historia de la inmigración judía en la Argentina o una biopic del Barón Hirsch deberán buscar otra película. En esta los directores se dedican a recorrer no la Moises Ville mítica, aquella donde nació la leyenda de los gauchos judíos, sino un pueblo en el que todo eso se reduce a un conjunto de edificios descascarados, a las salas de un museo abarrotadas de objetos y, sobre todo, a la memoria de unos pocos descendientes de aquellos fundadores. Pueblo rural convertido en pieza fundamental de la historia de la colectividad judía local, Moises Ville es hoy casi una ciudad fantasma. O al menos a esa conclusión se llega al ver las primeras imágenes del documental. De forma un poco caótica, la película va presentando su escenario como quien hace una enumeración: el campo, la sinagoga, la escuela, el club social, las casas. Las calles semivacías en las que sobrevive la arquitectura decimonónica, igual que en casi todos los pueblos de provincia, se extienden como pruebas irrefutables de que el tiempo dejó de pasar por ahí en 1910. Una teoría que la escasa presencia humana, que se reduce a unos cuantos ancianos, parece confirmar. Ellos y los perros, que están por todas partes, parecen los únicos habitantes de Moises Ville. Es cierto que a veces la puesta en escena se vuelve obvia: los ancianos del pueblo no son actores y puestos a interpretarse a sí mismos acaban por poner en evidencia el artificio. No importa: en los esfuerzos poco convincentes de esos viejitos de actuar “como si la cámara no estuviera” comienza a colarse otra realidad. Porque aquel carácter fantasmal tampoco es del todo real y una mirada más profunda revelará otras capas. Cherjovsky y Serber escarban a Moises Ville con su cámara como quien revuelve un hormiguero. Mientras más se meten, más se agita la vida en las imágenes que van captando. Así se sabrá que en la actualidad los judíos son minoría en su propio pueblo, que en la casa donde antes vivía un paisano ahora se mudó un testigo de Jehová y que los cristianos en todas sus variantes conforman el grueso de la población actual. Pero lejos del concepto de invasión, La Jerusalem argentina cuenta una historia de integración, de aceptación de las raíces del pueblo. Es cierto que algo de nostalgia y de tristeza también recorren la película, pero por sobre eso se impone la vital convivencia entre la Torá y la Fiesta del Choripán de la ciudad de Providencia que, junto a otras cosas, van haciendo de Moises Ville un cambalache bien argentino, que los directores presentan con ternura.
Este documental se va tomando su tiempo para mostrar a cada uno de sus personajes, todo está en cada detalle, el teatro, el museo, la escuela, el teatro, el templo y la biblioteca, entre otros lugares. Este documental realizado por Iván Cherjovsky y Melina Serber, muestra el paso del tiempo en Moisés Ville, sus tradiciones, rutinas y costumbres, los distintos pueblerinos hablan del lugar y de sus preocupaciones.
La Jerusalem Argentina: Un pequeño viaje en el tiempo. En Santa Fe, un pueblo cumple 125 años de historia. Con una población muy orgullosa de su herencia, La Jerusalem Argentina nos da un pequeño vistazo de lo que es la vida en este idílico pueblo del centro de esa provincia. Moisés Ville fue fundada por una colonia de judíos rusos que escapaban y llegaron a Argentina el 12 de agosto de 1889. Perseguidos, buscaron refugio lejos de sus hogares y así es como se ubicaron en lo que hoy es este pintoresco pueblo a 320km de Rosario. El film que nos presentan Iván Cherjovsky y Melina Serber es un documental sobre la memoria que este pueblo mantiene y la historia que lo puso en el mapa. Poco a poco, nos llevan a recorrer un poco de la historia local, la cual incluye a sus habitantes tanto como a sus iconos sociales, y nos muestro las bondades de la vida de pueblo. No hay demasiada historia en sí en este documental. Haca más bien un viaje en el tiempo donde se puede ver los orígenes de este pequeño pueblo (que hasta 2010 solo tenía 2200 aproximadamente) y ver las cosas que los hicieron únicos. Como lo es el hecho de haber sido la primera colonia judía de Argentina o las cuatro sinagogas que el pueblo tuvo en algún momento. Ahora, con más de 125 años encima, Mosés Ville es un pintoresco pueblo con mucho que contar. Visualmente, parece estar congelado en el tiempo. Pero no en el modo en el que uno piensa “che, como se vino abajo“. No. Es claro el ojo del director acá; porque a pesar de mostrar alguna que otra cosa o lugar que ha visto mejores días, el pueblo como un todo te lo muestra alegre, cuidado y muy querido. Lo mismo ocurre cuando te van llevando uno por uno por los habitantes de este lugar. Ellos, también, tienen el paso del tiempo encima pero lo llevan con orgullo y con esa dignidad que te hace pensar “espero llegar así a esa edad“. Como suele ocurrir en todos los pueblos, es clave en este la influencia religiosa y es un punto focal en como presentan tanto a la sociedad como a la gente que la compone. Y según las palabras de sus propios habitantes, ha variado el porcentaje de judíos en Moisés Ville pero no se ha perdido la historia que ellos generaron. Sinagoga, teatro, museo, el primer cementerio judío de la Argentina (según el testimonio de esta historia). El documental que nos traen Cherjovsky y Serber sabe pasear por el pueblo y mostrar lo mejor de este ahora y antes. Pero así como desborda historia, tanto la película como el pueblo desbordan vida. Sí, han sufrido como tantos pueblos del interior, la partida de los más jóvenes en favor de ciudades. Pero son muchos los que permanecen y celebran, así como se ve en las imágenes de la Fiesta de La Integración Cultural del pueblo (que tuvo lugar en 2014). Ahí podemos observar baile, canto, certámenes de belleza y más. A pesar de que, como documental, de a momentos la narrativa es un poco no narrativa y pierde cierto ritmo, el producto final logra dejar al espectador con una sensación de descubrimiento. Una nueva joya dentro de Argentina que no sabíamos (o quizá no recordábamos) que estaba pero que es tan bella como siempre. Es quizá lo más destacable el cariño que demuestran los testimoniales por su hogar y sus vecinos. Lo cual se muestra de forma menos planeada pero más orgánica; se siente como que fluye naturalmente desde los testigos, aparentemente sin guionar. Moisés Ville, un pueblo donde se lucha contra el olvido y se atesoran los recuerdos de años que se han ido pero que forjaron lo que son ahora.
DE CUANDO LA RELIGIÓN SE CONVIERTE EN PUEBLO Como bien es sabido, nuestro país se constituyó tal y como lo conocemos ahora, con las grandes oleadas inmigratorias, sobre todo las sucedidas a principios y mediados del siglo XX. Diferentes nacionalidades, creencias políticas y religiosas conformaron el gran conglomerado que hoy nos identifica como país, y que supo integrar las nuevas y diversas culturas, a diferencia de nuestro intolerante vecino del norte Estados Unidos, quien para cada subcultura tiene un barrio propio que los aísla y diferencia. Sobre algo de todo esto nos cuenta La Jerusalém Argentina, el nuevo documental de Iván Cherjovsky y Melina Serber. El film nos trae la historia y la cotidianeidad de Moisés Ville, un pequeño pueblo rural de Santa Fe, que se caracteriza por estar conformado casi constitutivamente por la colectividad judía. De hecho, fue uno de los primeros asentamientos judíos de nuestro país a principio del siglo XX y ha logrado mantener intacta la impronta religiosa y las costumbres de este pueblo que supo encontrar en las fértiles tierras argentinas, un asilo donde asentarse. El foco de la película está en el retrato de la cotidianeidad: reuniones entre las mujeres en la comitiva de organizaciones de eventos; la dinámica del club deportivo del pueblo; y los momentos de recreación en familia; entre otras actividades, concretando una radiografía de cómo se vive en este pueblo, que hoy se ha convertido en testimonio de la historia inmigratoria de nuestro país. Al mismo tiempo, el film nos presenta los edificios más importantes que conforman esta localidad, dándole vital importancia al teatro local. También nos permite ser testigos de una ceremonia religiosa tradicional, con sus rituales y cánticos, además de documentar las festividades por el aniversario número 125 de Moises Ville, resaltando la importancia y la insignia que el judaísmo representa y caracteriza a dicho pueblo. La Jerusalém argentina presenta un relato conciso, pequeño y sencillo de una historia que merece ser contada y retratada. En eso es clave la perspectiva aportada por los realizadores: Cherjovsky es doctor en Ciencias Antropológicas de la UBA (por eso el documental cuenta con el apoyo de la Facultad de Filosofía y Letras) y Serber diseñadora de Imagen y Sonido por la misma casa de estudios, lo cual enriquece enormemente el abordaje de la película.
Buscando un futuro mejor, y escapando del acoso y las críticas permanentes que recibían, un grupo de judíos campesinos que vivía en la Europa Oriental cruzó el océano Atlántico a bordo de un barco y se instaló en la provincia de Santa Fe. Así, en 1889, éste conglomerado de personas fundó el pueblo de Moisés Ville, para dedicarse a trabajar la tierra en paz y tranquilidad. De esta manera, sin darse cuenta, con el paso del tiempo fueron reconocidos como los gauchos judíos. Iván Cherjovsky y Melina Serber filmaron este documental en 2014, justo cuando se preparaban para festejar los 125 años de la fundación. Allí vemos como los realizadores siguen con la cámara a unos vecinos acompañándolos en sus actividades diarias. La mayoría de ellos son jubilados, los jóvenes se fueron y los habitantes están envejecidos, junto con el aspecto de las casas con escaso mantenimiento convierte aún más lúgubre el lugar. Además de esto, recorren diferentes instituciones judías como el museo, el teatro, la sinagoga, el colegio, la biblioteca, el cementerio, etc. A la par del recorrido casi turístico, muestran poco a poco como van organizando la fiesta popular. La película se sostiene entre estos dos andariveles. Uno se apoya en el otro, para que la narración sea un poco más fluida y el espectador mantenga el interés y la expectativa. Pero, por ese motivo un tanto deslucido, es que no se puede comprender del todo que criterio tomaron para crear una estructura de guión tan despareja. Donde a los vecinos se los deja hacer, la información vertida del pasado es escasa, al igual que las emociones, sentimientos, y una nula calidez, siempre tan necesaria en estos casos de una gesta de lucha y superación humana. El desarrollo es prácticamente descriptivo. No indagan, ni recurren a los archivos históricos como para explicar con una mayor profundidad el por qué y cómo llegaron allí. Ni cómo los católicos se integraron y conviven armónicamente con los judíos. Los únicos espacios originales son cuando en un par de oportunidades utilizan el viejo televisor de un anciano para proyectar tramos de antiguos documentales. Para presentar los motivos por los que escaparon de Europa y como llegaron a Santa fe, pero todo muy superficial. Los directores tuvieron la oportunidad de profundizar la historia, pero se parece mucho más a un ejercicio estudiantil.
Se trata de un documental filmado en Moisésville, provincia de Santa Fe. Allí, en el pequeño pueblo rural, un grupo de descendientes de los "gauchos judíos" que evocaba Gerchunoff en su libro, intenta mantener el ""tesoro"" inmigrante en un museo que impide el olvido y donde se rememoran situaciones que acompañan objetos y tradiciones. El pueblo se aglutina esperando la Fiesta de la Integración Cultural en el 125º aniversario de la ciudad. En 1899, más de ochocientos inmigrantes judíos de Ucrania bajo el dominio del Imperio Ruso, llegaron al puerto de Buenos Aires en un vapor alemán. Unas 136 familias que querían instalarse para trabajar la tierra. En Santa Fe fundaron "La villa de Moisés" o Moisesville. Su fundación incentivaría la creación de la Asociación Judía de Colonización, financiada por el Barón de Hirsch, que traería al país 30.000 judíos. El filme muestra algunos de los 150 descendientes de los pioneros, ancianos y fieles a sus costumbres, recordantes del período en que las sinagogas estaban llenas, en que se inculcaba la enseñanza religiosa y en las escuelas se enseñaba "yiddish", idioma que servía de lazo de comunicación entre paisanos, hoy convertido en idioma extraño para el nietito de cinco años de una de las señoras de la comunidad, Inge, con el que suele hablar por Skype, residente con su familia en España. TIEMPOS MEJORES Fragmentos de un viejo documental sobre las Colonias Judeo Argentinas, actividades del Museo del Pueblo, una visita al viejo teatro, donde luego nos enteraremos se representaban obras y musicales de la colectividad y donde la madre de uno de los visitantes de la Fiesta de la Integración Cultural tocaba el piano acompañando las películas mudas que se exhibían. Allí nacieron la primera sinagoga, el primer cementerio judío, el primer rabino, un embrión de la primera cooperativa, luego ejemplo de integración y convivencia para otros pueblos. Distintas religiones conviven hoy en el pueblo, lejos quedaron los tiempos de sinagogas llenas (cuatro). Los jóvenes se fueron a la ciudad, a otras provincias o al exterior. Sólo quedan esos 150 habitantes que se enorgullecen de vivir en Moisesville, un proclamado "poblado histórico nacional", ese que se manifiesta a través de fotos de los pioneros cuando celebraban en la sinagoga, asistían al colegio, recogían ricas cosechas, se fotografiaban con chiripá y botas, o compraban en el almacén de ramos generales. Evocativo documental que celebra la integración y la convivencia.
Moisés Ville, ubicada en el centro de Santa Fe, fue la primera colonia agrícola de la Argentina fundada por judíos, aquellos inmigrantes que llegaron desde Europa central a partir de fines del siglo XIX y quedaron para siempre bautizados como “Los gauchos judíos” a partir del libro de Alberto Gerchunoff. En la década del ’40 llegaron a vivir siete mil en la zona, pero hoy el pueblo tiene 2500 habitantes y sólo sobreviven alrededor de 150 descendientes de los pioneros. El antropólogo Iván Cherjovsky y la cineasta Melina Serber pusieron el foco en esos ancianos que intentan conservar el legado de sus antepasados. La historia está apenas aludida a través de antiguas filmaciones: la intención fue retratar la actualidad del pueblo, en el que los judíos conviven en minoría con católicos y testigos de Jehová. “Había cuatro sinagogas y todas estaban llenas”, recuerda con nostalgia un hombre: hoy sólo una sigue en actividad. “Los viejos se murieron y la juventud se fue a Israel, Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Santa Fe. Quedamos poquitos”, se lamenta. El documental combina algunas entrevistas con escenas de observación donde los perros son casi tan protagonistas como la envejecida población judía. Junto a algunos testimonios, los animales le aportan una cuota de humor a una película a la que tal vez le faltó la tensión dramática que le podría haber dado el hallazgo de un personaje o una historia que condensaran el espíritu del lugar.
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“Moisés Ville ocupa un sitio importante en la historia de la comunidad judía argentina: fue el lugar elegido a fines del siglo XIX por un grupo de familias llegadas de la Rusia zarista, que buscaban regenerar al pueblo judío volviéndose agricultores. Pero lo que yo quería mostrar en la película no era esa historia, bien conocida, sino los esfuerzos de un puñado de descendientes de aquéllos pioneros por mantener viva la memoria judía del pueblo en la actualidad, cuando la gran mayoría poblacional es católica”, dice Iván Cherjovsky acerca de La Jerusalén Argentina, su ópera prima co-dirigida con Melina Serber, un documental que bien podría haber sido meramente anecdótico o informativo y que, sin embargo, es mucho más que eso. Porque que La Jerusalén Argentina informa y tiene anécdotas pintorescas es verdad. Pero detrás de los datos y la superficie de las cosas, este documental construye un retrato lúcido de un pueblo rural que intenta apuntalarse en el presente frente a tiempos de cambios. Es que en este lugar al que llegaron cientos de personas a fines del siglo XIX (y que inspiró la creación de la Jewish Colonization Association, la empresa que trajo al país a 30000 colonos judíos) hoy quedan apenas 150 descendientes de aquellos míticos gauchos judíos. Lo que se dice un pueblo casi fantasma. Pero eso no significa que esté hundido en la melancolía o el abandono. Todo lo contrario. Si bien se trata de una comunidad reducida y envejecida, no por eso deja de ser muy activa. Gracias a su importante y muy bien conservado museo, los lugareños atesoran las reliquias de sus ancestros, en algunos casos casi en perfecto estado. También organizan pequeños circuitos para que los turistas conozcan el pueblo, con sus sinagogas como atracción principal. Por más pequeño que sea Moisés Ville, siempre hay algo interesante por descubrir. Por otra parte, el evento que todos esperan entusiasmados es la Fiesta de Integración Cultural, que celebra la convivencia en la diversidad. También es el momento para honrar la memoria de los gauchos judíos de un modo festivo. En tanto documental, La Jerusalén Argentina se hace entrañable por un motivo en particular: su informalidad y afabilidad a la hora de recoger testimonios y retratar las historias de los lugareños. Porque lo que se pone es escena es su vitalidad, su espíritu juvenil, su voluntad de seguir viviendo lo mejor posible. Luminosa es la mirada de los realizadores, que nunca, ni por un momento, caen en la tentación de hacer del pueblo un lugar de excéntricos viejitos bonachones. Sí hay humor y del mejor, e incluso lo hay cuando se habla de la muerte, que sorprende y lacera como lo hace en cualquier otro lugar del mundo. Y, después, la vida continúa. Como siempre. Fotográficamente, la ópera prima de Cherjovsky y Serber está muy cuidada. No de una manera que llama la atención sobre sí misma, sino siempre buscando el mejor encuadre y la mejor composición del plano para dar cuenta de la singularidad de los espacios de este lugar con tanta historia. Por momentos, parece que todo está detenido en el tiempo, que uno vuelve décadas atrás y es testigo de cómo era el día a día antes de la posmodernidad y las nuevas tecnologías. No porque Moisés Ville esté atrasado, no es ése el caso, sino porque la presencia de lo humano se impone a la de la tecnología. Eso es algo que no se ve usualmente. Y que también merece ser celebrado, del mismo modo que se reivindica la batalla contra el paso del tiempo y el olvido.