La leyenda del gran chaman De la mano de Diego Rafecas nos llega Ley Primera, un film que nos propone a los argentinos hacer una mirada íntima al interior del país, y en especial, hacia los pueblos originarios, que solo son usados en los noticieros para crear división de opiniones con respecto a tal o cual gobierno. Pero mas allá de que si el tema central sea interesante o no, tenemos que juzgar ésto como lo que es: una película. Por más que nos duela decirlo, y pese al enorme potencial que se tenía con esta historia, hay que admitir que estamos ante un mal film que ya a los pocos minutos se torna confuso y nunca queda en claro qué aspecto de los Qom se nos quería contar. Por un lado tenemos las dos grandes tramas que nunca terminan de convivir armónicamente. Tanto la búsqueda del chaman como la expropiación de las tierras de la comunidad Qom jamás terminan de ir de la mano y sentirse como parte de la misma película. Más aún cuando algunos de los actores principales que le dan vida a los protagonistas, no resultan creíbles en sus roles y se sienten más como una cara famosa a un cast bien pensado. La historia de búsqueda del chaman tampoco se entiende demasiado, ya que aparte de comer minutos de metraje, poco aporta a lo que es el fuerte del film, que es cómo la gente con menos recursos y que vive lejos de las grandes capitales, es tratada como moneda de cambio; o peor aún, como algo desechable. Si se quería relatar sobre sus historias y costumbres, dicho tema daba para otra película o más bien un documental. También debemos hablar de la poco entendible decisión de que casi nadie hable castellano. Esto lo decimos especialmente cuando varios personajes de origen Qom no hablan en su dialecto, pero tampoco en español, pasando de un idioma originario al inglés, con una pronunciación de experto en lenguas. Ley Primera desaprovecha el enorme potencial que se tenía para hacer una película de denuncia, incómoda, que sea un cachetazo de realidad para muchísima gente que poco y nada sabe sobre lo que padecen los pueblos originarios. Pero la poca lógica del guion, con parte de un casting mal armado y que se intenta contar mucho sin demasiada precisión; hacen de Ley Primera un producto que por desgracia pasará desapercibido por las salas.
Ley primera, la leyenda del Gran Chamán es una película que comenzó a gestarse en el 2004 y fue transitando por un camino arduo hasta lograr su culminación. Su temática sigue estando vigente, y aún más en estos tiempos que corren. Situada en la comunidad Quom (Toba) del Chaco y hablada en toba, sirve de modelo del proceso que están viviendo actualmente las comunidades originarias: empobrecimiento, presiones, usurpación de tierras. El film narra la historia de dos hermanos gemelos nacidos en el impenetrable Chaqueño que expresan una guerra de intereses, entre la defensa de los valores y la cultura local y el mercantilismo capitalista. Máximo y Simón representan las dos caras de lo que están pasando las comunidades indígenas. Estos hermanos son interpretados de manera impecable por el director de la película, Diego Rafecas, también guionista del film. Ley primera llega a la filmografía del director luego de Paco y Un buda, si bien este proyecto fue anterior. El elenco cuenta con actores internacionales como el norteamericano Armand Assante y la mexicana Adriana Barraza, que fuera nominada al Oscar como actriz de reparto por Babel, además de Juan Palomino, en un rol protagónico, secundado por Tomás Fonzi, Roberto Vallejos, y Charo Bogarin, entre otros. El reto más grande para los actores fue rodar el film en idioma quom, al que tuvieron que acceder hablándolo de manera fonética, aprendiéndolo con la comunidad para dar con un tono y acento verosímil. En esta historia se hace referencia a la masacre silenciada de Napalpí, que ocurrió en 1924, y en la película actúan descendientes de los sobrevivientes. Se trabajó con la idea de visibilizar y concientizar sobre las realidades que nos toca y nos tocó vivir como país, construyendo un cine nacional que permita desde lo audiovisual dar batalla cultural contra las imposiciones y desvalorizaciones. Muestra las comunidades originarias para que sean “visibles, presentes, iguales, ni más ni menos que todos” según expresó Charo Bogarin, en declaraciones a la prensa. En este sentido se apunta a trabajar con lo que tienen de rico, no con lo que les falta. Construir desde el lugar de la revalorización, no de la victimización. Muy interesante es considerar que si bien la película potencia los elementos tradicionales de la cultura, está inserta en estos tiempos que vivimos, lo que le permite reivindicar el rol de la mujer como hacedora y sostenedora, mostrando una cultura viva que está en constante evolución, se adapta, y se mantiene aunque fuera sojuzgada por años. Con rubros técnicos correctos y buenos temas musicales que rescatan la esencia del pensamiento ancestral, la película conmueve y nos presenta una sociedad que no se va a dar por vencida frente a los obstáculos y tiene vocación de resurgir con fuerza desde las cenizas. En suma, un film necesario que no debería dejar de verse, donde se elude lo panfletario, para describir una realidad no muy tratada en el cine argentino de ficción.
"Ley Primera" combina el pasado y un presente caótico en el que se tratan de preservar las tierras y las costumbres de una comunidad indígena relegada frente e la salvaje irrupción del capitalismo. Ambientada en el impenetrable chaqueño y hablada en Qom -idioma del pueblo toba-, con algunos diálogos en inglés y español, la última película de Diego Rafecas -Paco, Un Buda- transita por varios géneros y denuncia el empobrecimiento y la usurpación de las tierras que sufre y -todavía combate- la comunidad indígena Qom. Ley Primera, combina el pasaso sangriento -con la masacre de Napalpí de 1924- y un presente caótico en el que se trata de preservar las costumbres y la tradición de una cultura relegada y que se manifiesta en contra de la salvaje irrupción del capitalismo. Ese contraste aparece representado por Máximo y Simón, dos hermanos separados desde pequeños. Uno, apasionado por su gente y su tierra, el otro, un empresario que vive en los Estados Unidos y regresa para sembrar el caos. Ambos están interpretados por Rafecas, que se suma a un elenco internacional integrado por el norteamericano Armand Assante, como el chamán de los nativos, y la mexicana Adriana Barraza -actriz "todoterreno" nominada al Oscar por Babel y vista en Arrástrame al infierno, de Sam Raimi-, como la madre que se muestra fiel a su tierra y combate el regreso de un hijo al que poco conoce. El rol protagónico también lo impone Juan Palomino, el "salvador" moderno que se enfrenta con fuerte presencia a la injusticia imperante a su alrededor. La correcta ambientación y el generoso despliegue de escenas de acción en ambientes naturales, también esta en lucha constante en una narración que coquetea con el suspenso, la intriga y el cine de denuncia, y, por momentos, privilegia el exceso en algunas situaciones. Aún así Rafecas se las ingenia para entregar un producto que atrapa y muestra la herencia de una comunidad que está en el olvido, a través de las generaciones -la adolescente con arco y flecha que defiende a los suyos- y con algunos personajes que quedan desdibujados. El título del film alude a la frase del Martín Fierro y apela a la unidad de los hermanos contra cualquier amenaza exterior, entre muertes y políticos corruptos.
La historia silenciada La temática de la legitimidad y legalidad de las tierras fiscales, ocupada en su mayoría por los pueblos originarios, ha sido retratada con poca frecuencia en el cine nacional. Sin embargo, este año llega una propuesta de este tipo a las salas argentinas a través del director Diego Rafecas, quien se encarga de contar la “historia silenciada” sobre el despojo de tierras a la comunidad Qom mediante la película Ley Primera (La leyenda del Gran Chaman) (2016). Rafecas vuelve a la dirección cinematográfica luego de Cruzadas (2008) y Paco (2009). “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera”, escribió José Hernández en su obra literaria gauchesca, el Martín Fierro. La película cuenta la historia de dos hermanos gemelos nacidos en el Impenetrable chaqueño, entre los que se genera un conflicto por los propios intereses. Uno de ellos vive y defiende la cultura en la que nació y se crió, mientras que el otro, que pasó sus días en Estados Unidos, retorna al país natal para desarrollar importantes negocios que atentan contra su pueblo originario. Con referencias a las costumbres y tradiciones de la comunidad Qom y recreando hechos como la matanza de Napalpi en 1924, Ley Primera (La leyenda del Gran Chaman) pone en escena una historia que debe ser conocida por todos. En cuanto a los aspectos técnicos, la película tiene varios elementos destacables, como la fotografía y el arte, que al tener como locaciones las tierras originarias, le dan al espacio mayor naturalidad y verosimilitud; la música a cargo de Andrés Ciro Martínez complementa de manera acertada lo que se narra en el film. La idea de llevar al cine esta “historia silenciada” es ya de por sí un aspecto muy valorable, aunque, el desarrollo del film presenta algunos traspiés en la narración y en la edición de los acontecimientos. Un elemento interesante es que se retrata la diversidad de formas de vida dentro de la misma comunidad, sin generalizar, sino centrándose en historias de vida particulares. La decisión de que la película contenga escenas habladas en Qom, español e inglés es destacable para el relato, aunque por momentos se generen ciertas confusiones en el pasaje de una lengua a la otra. En cuanto al reparto, se destacan las actuaciones de Armand Assante, Adriana Barraza, Juan Palomino y Charo Bogarin. El equipo actoral también está integrado por: Liz Solari, Diego Rafecas, Tomás Fonzi, Roberto Vallejos y Vera Carnevale, entre otros. Ley Primera (La leyenda del Gran Chaman) es una película que plantea una propuesta diferente, con varios aciertos y algunos errores, y pone en escena una temática pocas veces tratada en el cine nacional, lo que la hace una alternativa interesante de la cartelera cinematográfica.
Proyecto largamente anunciado y retrasado, Ley Primera es la nueva película del inefable Diego Rafecas; director del que se podrán decir muchas cosas, pero nunca que huye a los temas comprometidos. Esta vez, aborda los distintos conflictos de las comunidades originarias de nuestras tierras en la actualidad. Nos devoran los de afuera: El propio Rafecas protagoniza, en doble rol, esta historia que ubica en el centro a dos hermanos. Simón y Máximo son los gemelos de la familia líder de la región, Jerom; pero ambos son diferentes. Mientras que Simón vive y protege a la cultura Quom y sus intereses; su hermano Máximo, que emigró a Estados Unidos, parece huir de su pasado. Es un conflicto caliente, los Quom deben defender sus tierras de los grandes negociados empresariales en connivencia con la intendencia de la localidad (en la piel de Oscar Alegre). Máximo regresa al Chaco, pero no a visitar a su familia, su misión es cerrar un trato, convencer a su madre (Adriana Barraza), y hacer que la comunidad cese en la lucha por la defensa de la tierra. Sí, Máximo representa a la gran corporación interesada en un emprendimiento petrolífero. Simón y Máximo se enfrentan, pero a este último, el regreso a sus orígenes le harán tocar fibras que no recordaba tener, y sufrirá un conflicto interno del que deberá hacer catarsis; y hará resurgir la historia oculta de la matanza que sufrió aquella población. Como en todos los films del director de Un Buda, el elenco es numeroso, y esta vez habrá que sumar la presencia de dos figuras de peso como la citada Barraza (Babel) y el internacional Armand Assante en el rol de un chamán que trasciende toda la historia. Ley Primera abre el abanico, y tomando de partida el conflicto por la tierra que sufren los Quom, no solo expondrá las dos aristas representadas por los hermanos Jerom; sumará las historias alternas de otros personajes de esa comunidad que, de algún modo, experimentan, para bien o para mal, la amalgama de las tradiciones con la modernidad; esto quizás sea lo más interesante de la propuesta. Juan Palomino, Roberto Vallejos, Vera Carnevale, Bianca Bertoli, Tomás Fonzi, Susana Varela, y Pablo Pinto, entre otros, componen secundarios que entrecruzan sus historias en las que no faltan la violencia machista tradicionalista, las peleas burocráticas, la educación ancestral y la regular, y un pueblo que hasta puede adoptar para sí mismo una denominación peyorativa como Toba. Hay determinadas escenas, sin ser remarcadas, como el recital de rap, la presentación de Charo Bogarín de Tonoléc, o el arco argumental de Vallejos, que expresan una dualidad interesante sobre la afectación del afuera hacia las tradiciones, en contrapuntos interesantes con los personajes de Assante y Rafecas en la piel de Simón. Por otro lado, Liz Solari, como la ayudante y novia/amante de Máximo, será la encargada de pujar hacia esa mirada del exterior, fría y desangelada. Rafecas logra una narración que se sigue con interés, logra remarcar los puntos importantes más allá de ramificar los arcos; pero serán sus habituales “exageraciones” las que no permitirán un resultado del todo redondo. Si bien el director de Rodney y Cruzadas demostró una tendencia a que sus personajes jueguen a la exasperación, o algo de “gritos” innecesarios, suerte de borders; en Ley Primera encontraremos un tono más medido, con momentos más sutiles; que sí, se pierden en las ocasiones en las que se remarca lo que ya se había entendido, como el uso innecesario de expresiones coloquiales, “vulgares”, en los subtítulos (el film es hablado casi en su totalidad en Quom e inglés). Técnicamente, se aprovechan los escenarios naturales, y hay determinados momentos acertados en los que se deja hablar por sí solo a las imágenes; los usos de determinados efectos harán notar cierta baja en la producción entendible; pero que no afecta en gran medida las intenciones de la propuesta. Conclusión: Aún con sus contras, Ley Primera logra imponer lo interesante de su temática por sobre algunos tropiezos. La ductilidad de un elenco secundario sólido, y la amalgama propia del choque de culturas, cierran positivamente una propuesta que, a las claras, es la mejor película de su director.
Diego Rafecas, director, guionista y también protagonista, toma un desafío distinto en el cine argentino. Primero se mete con un tema que no suele aparecer en el cine de ficción: El drama de los pueblos originarios con la constante de la utilización política y el despojo, el empobrecimiento, las presiones y en ocasiones del pasado la matanza. En este caso la comunidad Qom. Pero Rafecas no solo se ocupa sino que se arriesga en elegir el idioma toba, que muchos de los actores debieron aprender por fonética y entrenar con maestros. Juan Palomino, los famosos Amanda Barraza y Armand Assante. Un elenco que se completa con Charo Bogarin, Bianca Bertolli, Liz Solari, Tomás Fonzi. Y además miembros de la comunidad y descendientes de la matanza de Napalpi en l924 que se recrea en el film. Todos ellos son méritos que acumula el director. Pero como película es floja la parte del argumento que relaciona los destinos de dos gemelos, uno junto a su pueblo, y el otro “robado” y criado en EEUU que vuelve a apropiarse de las tierras de su comunidad. Momentos de pasaje del toba al ingles y de la transformación del representante de los capitales extranjeros son los que menos funcionan en el film. Pero junto a otros de gran lirismo dramático, de seguimiento de un chaman envejecido y el encuentro de su sucesor. Film imperfecto pero jugado y arriesgado que vale la pena ver.
Ley Primera: Obligados a mirar a nuestros hermanos a la cara. La difícil actualidad de los pueblos originarios es el foco del último trabajo de Diego Rafecas, dándole el espacio y la representación merecida a quienes suele ignorar el cine nacional. Uno vuelve a encontrarse cara a cara, después de años de abandono, con su familia. Esta vez enfrentados por ideales, a causa de una crianza dispar y ser más hijo de la globalización y la costumbre extranjera, que del apellido que le da nombre. Supieron compartir techo, pero uno pretende tomar las tierras que le son ajenas, creyendo que esta haciéndole un bien a aquellos a quienes les esta robando. Esa es la situación que vive la familia Jerom en Ley Primera: La Leyenda del Gran Chamán, pero esa es también la posición en la que nos pone a nosotros, sentándonos a encarar la realidad de nuestros hermanos de los pueblos originarios; Unidos por nuestra madre (la Argentina) nos encontramos descuidando nuestra relación y sus costumbres al mismo tiempo que pretendemos saber, y llegamos a imponer, lo que desde nuestra visión es mejor para ellos. Su realidad es algo que nosotros no solo desconocemos sino que nos resistimos a conocer. Los gemelos Jerom se reúnen en la casa de su madre (la nominada al Oscar: Adriana Barraza). La razón de la disputa: su tierra. Uno de los hermanos, criado en el extranjero, solo regresa a su Argentina cuando trae las “buenas noticias” de una oferta por parte de una empresa que pretende hacerse con las tierras de su familia, ofreciendo trasladar a toda la comunidad a otros terrenos. Sus argumentos empiezan y terminan con el dinero, la empresa ofrece una gran suma que “mejoraría” la calidad de vida de su familia; propone el cambio, poniéndolo en un pedestal. Su hermano en cambio es su contrapunto: parte integral de la comunidad, es compañero de todos y lleva a la práctica las enseñanzas de los ancianos, las costumbres de las generaciones anteriores (gran tarea de Armand Assante, ganador de un Emmy en 1996); en su pedestal esta la tradición. Ambos son una cara de una misma moneda, ambos son parte de nuestra realidad, de un mismo país, y ambos son interpretados de gran forma por el director y guionista: Diego Rafecas. Conocido especialmente por sus trabajos Un Buda (2005) y Paco (2009), parece ser que tanto el contraste entre hermanos con diferentes pensamientos y vidas (en Un Buda), así como la exploración de problemáticas sociales (en Paco) son temáticas constantes en la carrera de Rafecas, que en esta cinta combino ambas. La película explora con especial interés la vida, costumbres y conflictos internos de la comunidad del Impenetrable Chaqueño; Buscando representarlos fielmente hasta el punto de que gran parte de la misma esta hablada en la lengua originaria Qom, así cómo también castellano y parte en inglés. Termina de redondear el proyecto una muy buena colaboración musical de Ciro Martinez (el ex cantante de Los Piojos) con el dúo chaqueño Tonolec (que combina música folclórica con electrónica). La producción estuvo repleta de inconvenientes, hasta el punto en que el proyecto culmino su filmación en el año 2012 y recién ahora, 5 años después, estamos viendo su llegada a los cines. Problemas económicos y de distribución lamentablemente terminaron afectando el producto final. Aún con una aceptable dirección, el montaje evidentemente fue una odisea y termino dejando mucho que desear. Las actuaciones no pasan de lo regular y no elevan un guion que de por si es servicial como máximo. La banda sonora es de lo mejorcito de todo, a veces siendo lo único que le otorga algún esbozo de tono a las escenas. Dicho eso, es muy difícil no recomendar este esfuerzo nacional. A pesar de sus problemas la cinta se deja ver, no se resiste a entretener y hace de sus casi dos horas de duración algo más que llevadero; Y eso no es para nada poco. Al menos acá en Cuatro Bastardos, es una película que nos alegra mucho ver llegar a los cines, y que agradecemos haber visto.
La nueva propuesta de Diego Rafecas es un viaje al interior del país para denunciar un tema de urgencia. Una madre dividida por sus hijos ve cómo mientras entre ellos buscan cada uno lograr sus objetivos, la tierra grita y denuncia negociados que sólo intentan perpetuar económicamente a los poderosos. Minorías amenazadas, la tierra como riqueza, terratenientes y gobernadores inescrupulosos que permiten el avance sobre la cultura original del lugar. Propuesta arriesgada, técnicamente impecable, con una lograda y natural actuación de Adriana Barraza como esa madre que lucha por su lugar y se reparte entre sus hijos. La apuesta al quom como lenguaje narrativo también elevan esta propuesta que denuncia, duele y nos hace reflexionar.
Publicada en edición impresa.
Ley primera: denuncia construida con trazo grueso Además de ser el encargado del guión y la dirección, Diego Rafecas también asume en este largometraje la responsabilidad de interpretar a dos personajes muy importantes de la historia, hermanos de sangre que, sin embargo, simbolizan mundos completamente diferentes. Uno permanece apegado a las tradiciones de sus raíces tobas, mientras que el otro es un ejecutivo de una poderosa empresa extranjera que busca un negocio jugoso sin reparar en los perjuicios que puede causar a una comunidad aborigen del Chaco. Esa oposición tan subrayada entre el noble y el malvado atormentado es la que sintetiza el espíritu y determina los procedimientos de una película que apela muy seguido al efectismo, a las resoluciones elementales y a los trazos gruesos para sostener con solemnidad su perfil de denuncia.
“Es mejor que aprender mucho, el aprender cosas buenas” (José Hernández, Martín Fierro) A más de cinco años del estreno de la infame Cruzadas, el director Diego Rafecas (Un Buda, Paco) vuelve a la carga con Ley Primera, un fallido y cuestionable proyecto que intenta arrojar luz sobre un hecho oscuro y poco abordado de la historia argentina. Uno que genera indignación desde los créditos iniciales, cuando se lista a María Cristina Capitanich como una de las productoras ejecutivas de un proyecto que trata de mostrar lo sucedido a todas las culturas originarias del planeta, apellido compartido con el ex Gobernador de Chaco que poco hizo para proteger a las comunidades durante su mandato.
Armand Assante, un chamán dudoso Lo mejor de "Ley primera" es el detalle riguroso y original de hacer que sus personajes, mayormente aborígenes de clanes wichi y qom, hablen en su propio idioma durante casi toda la totalidad del film, que trata sobre negociados que usufructúan sus tierras y los intentos de un cacique por unir todos los clanes y enfrentar la injusticia y la corrupción. Lamentablemente esto lo hace en un contexto flojo en lo narrativo, bastante incoherente y poco verosímil a todo nivel, empezando por un Armand Assante como un chamán que en alguna escena dice cosas parecidas a las de Sai Baba. Otro detalle que no ayuda, y que surge de la necesidad de una producción internacional, es una subtrama encajada a la fuerza con hombres de negocios extranjeros pero con sangre toba que llegan al Chaco en su avión privado y hablando en inglés. Hay momentos interesantes a nivel imagen, buenos diálogos con una ironía llamativa y atractivos pasajes musicales, y una interesante y bien producida reconstrucción de una masacre de aborígenes de 1924, pero de todos modos el conjunto es endeble y el desenlace esperanzador hasta parece una ironía teniendo en cuenta la situación actual de los pueblos originarios en nuestro país.
La leyenda del Chamán, nos trae a una temática diferente al mundo de la ficción de género nacional y es la figura de los mitos y ritos de nuestros pueblos originarios. Saliendo finalmente de la Ciudad de Buenos Aires, nos vamos al Chaco, a la vuelta de las raíces. Siempre la lucha será por las tierras y hay alguien dispuesto a vender su pasado al mejor postor. Pero es en este enfrentamiento de valores, en donde se busca la identificación con el espectador: en las relaciones del que vuelve al pueblo y lo que provoca abrir la puerta al pasado. Ahora bien: antes de verlo, empecé a ir a por su comunicación previa y su tráiler. Honestamente, me costó entender a dónde quería apuntar en cuanto a que era confusa la cantidad de personajes y los lazos no terminaban de estar bien delimitados. Esta estructura ambiciosa creo que le juega en contra al film donde toma demasiados puntos y los reduce a una serie de estereotipos luego porque si no, no podría resolverlos. Si a esto sumamos que vemos por arriba la compra de las tierras y los ritos del chamán, termina de complicarla. Para volver a nivelar la balanza, me gustó en particular el uso del dialecto del pueblo originario como esta búsqueda de verosimilitud. Actoralmente, Diego Rafecas (que también es su director y guionista) defiende una historia que, repito, es el único que la tiene realmente clara. Por momentos esto hasta suma más que todo el resto. El cast se completa con Liz Solari, Juan Palomino, Armand Assante y Adriana Barraza. Esto solo ya le da mucha proyección y la temática que es atractiva, lo que hace que por momentos quiera defenderla con uñas y dientes y por momentos, dejarla ir entre el mar de la cartelera. El mensaje del film es recordar, concientizar, pero no victimizar. Esto le suma mucho valor a la historia ya que la pone en un foco de discusión valioso. La ley primera, que nadie se meta entre hermanos, termina siendo también una muestra de que nosotros como vecinos, cohabitantes y parte de esta cultura, un poco nos traicionamos.