Terror nacional con un debut prometedor Ambientada en un pueblo cercano al mar, esta producción nacional de terror juega con las presencias fantasmales, el pasado que golpea en el presente y con los miedos infantiles. Se trata de la ópera prima de Sergio Mazurek. El director aparece rodeado por gente que conoce y viene del género de terror: Daniel De la Vega, en la cámara; Damián Rugna y Nicanor Loretti, en el guión; y Fabián Forte, en la asistencia de dirección. Lo siniestro encuentra su estreno comercial luego de títulos locales como Visitante de invierno y Sudor frío. Las realizaciones de este tipo van logrando lentamente su espacio en el mercado, y el film cumple con su fantasmagórica misión de inquietar (más que asustar) al espectador con los recursos del género. Clara (Paula Siero), una mujer que mantiene una relación conflictiva con su esposo (Carlos Echevarría) vuelve a la casa donde pasó su niñez ("Tengo la infancia completamente borrada"). Atormentada por pesadillas, el extraño comportamiento de los lugareños y el encuentro con su abuelo (al que creía muerto) complicarán su estadía. En su tenebrosa búsqueda la acompañará el encargo del destacamento (Luis Ziembrowski) del lugar. "El secreto está guardado en esta casa desde hace mucho tiempo. Esperando por vos" asegura uno de los personajes de este relato que empieza mejor de lo que termina pero que, aún con sus desniveles, atrapa hasta el final. Un debut prometedor, entre sótanos misteriosos, muertes y escalones que llevan al infierno.
Un relato de género que no consigue despegarse de las marcas de origen Este film comienza con una cita de Sigmund Freud en relación con el concepto de lo siniestro como aquello que "debiendo permanecer oculto se ha manifestado". Así queda expresamente manifiesta la intención de realizar una película de terror psicológico recurriendo a la fuente académica más autorizada y conocida. Se trata de explorar cómo los secretos de la infancia, la tragedia reprimida, afectan la vida actual de Clara, una mujer que sufre por el maltrato de su marido y unas pesadillas que representan imágenes terroríficas que podrían tener que ver o no con su pasado. Un pasado que se inmiscuye en el desarrollo de la trama como viñetas que muestran a dos nenas, hermanas, cuyos juegos terminan muy mal cuando caen en un pozo en el sótano de la casa de sus abuelos, escenario claustrofóbico y de abandono propio de los malos sueños de la infancia. Mientras un hombre las busca, ellas intentan consolarse mutuamente, aunque está claro que una tragedia está a punto de ocurrir. A esa misma casa volverá Clara (Paula Siero) buscando resolver incógnitas de su pasado, que la muerte de su madre y unas cartas llegadas desde el pueblo costero Mar Sereno dejaron sin responder. Utilizando todas las herramientas visuales de género que el espectador reconocerá inmediatamente, el director debutante Sergio Muzarek no consigue aportar demasiadas novedades estéticamente a este tipo de historias, bastante transitadas antes. Con el aporte del interesante trabajo de Siero y la participación de Luis Ziembrowski como un inspector de policía que intentará ayudar a la protagonista, el film consigue momentos prometedores, cierta ambigüedad en el relato que el propio guión ignora. La posibilidad de que todo lo que se ve sea creado por Clara, tan perturbada por la violencia a la que su esposo (Carlos Echevarría) la somete cotidianamente, se insinúa y abandona para seguir el camino más obvio entre las posibilidades narrativas. Entre luces que parpadean, escaleras que rechinan, una visita a la morgue y otra a un hospital psiquiátrico donde un personaje insinuará la resolución de un misterio que a esa altura el espectador habrá adivinado por su cuenta, Lo siniestro acumula marcas, huellas que hablan de un verdadero conocimiento del género del terror, del relato de fantasmas. Y tal vez el exceso al exponerlas sea la mayor debilidad del film, que, como algunos de sus personajes más macabros, queda atrapado en las mismas raíces que le otorgan su identidad y su origen.
Una mujer entre viejos fantasmas "Lo siniestro" deja a los personajes un poco a la deriva de las circunstancias y a pesar de la superficialidad en los diálogos, Paula Siero y Luis Ziembrowski logran convincentes actuaciones. Una situación vivida en su infancia, hace que una mujer joven vuelva a enfrentarse a temibles fantasmas de su niñez. El terror psicológico es parte de esta opera prima de Sergio Mazurek, en la que su punto de apoyo es la clásica historia de la casa embrujada, en la que se suceden una serie de hechos del pasado, que reviven en el presente de la protagonista, hasta hacerla perder cierto sentido de su realidad actual. Claro que el presente de Clara, no es demasiado auspicioso. Tiene un marido que la maltrata, la obliga a tener relaciones aunque ella no quiera y sus celos enfermizos hacen que la muchacha se sienta constantemente perseguida. Una abuela desaparecida, un abuelo que preanuncia su muerte y una serie de hechos inquietantes que se suceden en una vieja casa de campo, son parte de esta trama, a la que el director, a pesar de contar con un guión demasiado flojo en contenido, se preocupó por imprimirle una serie de climas que colaboran dentro de una historia, que carece de cierta claridad en sus resoluciones dramáticas. "Lo siniestro" deja a los personajes un poco a la deriva de las circunstancias y a pesar de la superficialidad en los diálogos, Paula Siero y Luis Ziembrowski logran convincentes actuaciones.
Pasado y presente Filme de terror argentino dirigido por Sergio Mazurek. Se dice que se hace poco cine de género en la Argentina. O que buena parte de la producción under de cine de terror, especialmente, jamás llega al estreno comercial. Es cierto el comentario: la explosión del género existe (están los festivales como el Buenos Aires Rojo Sangre para probarlo) y las salas comerciales, salvo excepciones, les dan la espalda. Eso no quiere decir que todas las películas hechas en ese circuito sean buenas. Lo siniestro es un ejemplo claro de eso. Esta es una historia muy simple, básica, empujada a fuerza de efectos de sonido y, en menor medida, visuales. Cuenta la historia de una mujer (Paula Siero), maltratada verbal y físicamente por su marido (Carlos Echevarría), que sufre de alucinaciones y siente que hay extrañas presencias en su casa. Tras leer una carta, decide marchar a Mar Sereno, donde está la casa en la que pasó la infancia y en la que se encontrará con algunas sorpresas. Con la ayuda de un policía (Luis Ziembrowski) con quien se involucra, la mujer irá descubriendo misterios que tienen que ver con su pasado, del que podemos ver flashbacks a través de toda la narración. Falta de cohesión dramática, recurriendo a efectos para llamar la atención cuando ésta decae, en algunos casos pobremente actuada, Lo siniestro no alcanza a convertirse en una digna representante de su género. Es saludable que se estrene, de eso no hay duda. También sería saludable que fuera un poco mejor película.
Dosis de terror en San Clemente Dos años después de su presentación en el festival Buenos Aires Rojo Sangre se estrena esta ópera prima de Sergio Mazurek. Hay en verdad más drama familiar –con toques fantásticos– que sangre en esta fábula, que funciona casi como ejemplo de la cita de Freud (tomada de Schelling) que le sirve de acápite: “Lo siniestro es aquello que debiendo permanecer oculto se ha manifestado”. Filmada casi íntegramente en una San Clemente del Tuyú de playas despobladas, la historia de fantasmas y maldición familiar, coescrita por el realizador junto con dos colaboradores (uno de ellos, el crítico Nicanor Loreti, ex director de la revista La Cosa, acaba de ganar un premio en el Festival de Mar del Plata por su ópera prima, Diablo) trae el recuerdo de la saga japonesa The Ring, aunque sin VHS de por medio. Víctima de frecuentes pesadillas en las que se le aparece una niña, Clara (Paula Siero, demostrando ser bastante más que dos bellos ojos) parte a la casa de infancia tras la muerte de su madre, víctima de un extraño accidente. Allí, en medio del bosque y cerca del mar, descubrirá un secreto familiar largamente escondido, que le dará la clave para un segundo secreto, más profundamente enterrado. Explicación de sus pesadillas y, también, de que Clara haya borrado de su memoria todo lo relativo a su infancia. Un policía (Luis Ziembrowski, que ya cumplió ese rol en Chicos ricos y vuelve a hacerlo en Diablo) intentará desentrañar junto a ella el pasado de muerte, culpa y locura familiar. En una subtrama de carácter más realista, que tiende a correr a la película de su eje, el marido de Clara (Carlos Echevarría), resulta ser un enfermo de celos persecutorio, abusador y golpeador, todo ello consecuencia de la frustración que le produce su infertilidad. Básicamente un ejercicio de estilo, lo más interesante de Lo siniestro es la idea de fusión temporal, que provoca que Clara experimente, como si estuviera ocurriendo en el momento, aquello que tal vez haya sucedido en el pasado. Mazurek maneja con habilidad esa cronología alternativa, desarrollando durante casi una hora una segunda línea narrativa, con unas niñas que sufren un accidente en la casa de San Clemente, sin que se sepa exactamente cómo encaja con la línea principal del relato. A diferencia de la historia del marido celoso, encaja bien. Menos convincentes y algo más forzados son algunos vericuetos de la trama, que incluyen a un investigador excesivamente cariñoso. Con una clásica estructura circular y un no menos clásico final sorpresa, aun con las limitaciones presupuestarias propias de su carácter indie, algunos efectos especiales están bien logrados (una mancha de sangre que recula) y otros, no tanto. El envejecimiento de Laura Bove, sobre todo: la peluca demasiado obvia y las arrugas demasiado cavadas hacen quedar a los zombies de George Romero, por comparación, como obras maestras del maquillaje de género.
El pasado de Clara Lo siniestro (2009) cuenta en sus créditos con las firmas más representativos del cine de género argentino. Nombres como los de Nicanor Loreti, Daniel de la Vega y Fabián Forte, entre otros, componen un equipo técnico y artístico, comandado por el realizador Sergio Mazurek, que da vida a una ópera prima que apuesta al terror psicológico con notables resultados. Narrada en dos temporalidades Lo siniestro se centra en Clara (Paula Siero), una mujer con serios problemas matrimoniales. A raíz de unas cartas encontradas descubre que su abuelo, al que creía muerto, está con vida. Clara decide viajar al pueblo costeño que vivió durante su infancia para revelar el por qué de la mentira. Pero al llegar notará que no todo lo que pasa es real y que la única forma de entender el presente es desenterrando el pasado y todo lo que ello implica. A pesar del bajo presupuesto con el que contó la producción, Sergio Mazurek se las ingenia para apelar a una serie de recursos cinematográficos que apuestan a generar impacto sin mostrar demasiado. En Lo siniestro es más lo que se sugiere que lo que se muestra. Para ello recurre al fuera de campo o a los desencuadres para lograr el terror y así evitar lo explicito. Las actuaciones juegan un rol importante en la historia. Tanto Paula Siero como Carlos Echevarría, quienes componen al matrimonio en crisis, apelan a una serie de matices y recursos para lograr el contrapunto justo. Mientras Luis Ziembrowski, quien ingresará recién en la segunda parte, aportará lo suyo siendo esencial para encajar las piezas del rompecabezas y resolver el conflicto. Con aproximaciones a films como El orfanato (2007) o Los otros (2002), Lo siniestro es una apuesta interesante al género de terror, género al que muy pocas veces el cine argentino comercial (o los productores) se le anima. Sergio Mazurek ofrece un film, que a pesar de algunas cuestiones técnicas, se las arregla para sorprender al espectador con muy poco dinero y mucho ingenio.
Sabemos que en Argentina es difícil hacer cine de género y más aun si es independiente y de bajos recursos, ni mencionar el encontrar una boca de exhibición que no sea lejana al anual Bars y posteriores proyecciones en salas alternativas. Sin embargo ha aparecido un movimiento que gracias a producciones de Farsa, Paura y otros han contado con una calidad cinematográfica descomunal frente a sus productos, advirtiendo que no es necesario encontrarse con un subsidio, ciertos proyectos inclusive remando en contra de la corriente pueden concretarse y encima tienen un alto número de espectadores cautivos...
¿Película de terror argentina? Sí, claro, por qué no: debería ser un género obligatorio para dar catarsis a los horrores que nos persiguen. Pero es escaso. En este caso, se trata de un viejo secreto del pasado que perturba a una mujer al volver a su pueblo natal. Un esquema conocido, claro, pero que en algunas secuencias de este film aparece resuelto de manera efectiva y creíble. Un intento quizás no logrado pero que no carece por completo de valores, tanto en la dirección como en el diseño.
Contra el pasado El cine argentino parece estar reclamando su derecho de pertenencia en un género que le ha dado muchas gratificaciones a los que miran el espectáculo como un trabajo, como un negocio, como una forma de vida. En el año que termina se vieron unos cuantos filmes nacionales en la temática, algunos de los cuales con muy buena recepción del público, como por ejemplo la lograda Sudor frío. Pero lamentablemente esta primavera no parece haber sido suficiente para levantar la cortina de hierro que los distribuidores y exhibidores suelen colocar delante del cine argentino o poco comercial. En realidad, estrenar a esta altura del año, con los tanques navideños del cine atropellando todo, no es un buen trato para sus autores, pero es la única alternativa que suelen darles a los realizadores nuevos y a sus productos, a menos que debuten con una obra maestra (caso raro), y a veces ni siquiera así. Lo que queda tristemente claro es que crecer poco a poco, haciendo, equivocándose, aprendiendo, es una oportunidad que muy pocos tienen. Lo siniestro es una película rodada en 2009, de corte independiente, en el sentido técnico e incluso estilístico (últimamente convertido en moda por Hollywood), pero que trata de entrar en las convenciones del género para cumplir su cometido: estremecer. Hay una mujer, enfermera, con una mala relación de pareja. Una madre misteriosa. Las cartas de un abuelo moribundo llegadas desde la costa atlántica. Un viaje. Una pesada situación de la infancia que continúa abierta. Y por supuesto climas y más climas donde se confabulan algunos de los componentes típicos del terror: la muerte, la culpa, el sufrimiento, la locura, la pasión. Las palmas de la realización se las lleva, sin duda, la música, seguida de la fotografía y la ambientación. Héctor Cristofanetti y Alejandro Kainer son los musicalizadores. Para tenerlos en cuenta. Entre lo más flojo, la falta de una mayor coherencia al contar el cuento, y de hacerlo con unos grados más de magnetismo.