De Bélgica, con (des)amor La referencia cinematográfica ineludible cuando se menciona a Bélgica son los hermanos Dardenne. Sin embargo, nada más alejado de la urgencia social de la obra de los reconocidos directores de El hijo y El chico de la bicicleta que Locamente enamoradas. El cuarto film de la actriz y aquí también coguionista Hilde Van Mieghem elige desprenderse de cualquier anclaje geográfico para constituir una trillada comedia dramática coral sobre las vicisitudes amorosas de las mujeres de un grupo familiar. El cuarteto está encabezado por Judith (Veerle Dobbelaere), separada de un hombre con el que aún conserva una buena relación. Tanto que él siempre le presta la oreja cuando ella sufre un nuevo fracaso amoroso, en este caso con un veterano poeta. Las hijas de ambos tampoco la pasan mejor: la mayor (Marie Vinck, igualita a Victoria Donda) está a punto de cortar una relación con un arquitecto mientras se independiza laboralmente de su padre, y la menor espera ansiosa su primer beso. La hermana de Judith (Wine Dierickx) está felizmente de novia, pero no puede evitar la tentación de ser infiel con un colega. Claro que con el correr de los minutos las hojas de ruta sentimentales empezarán a entrecruzarse. Van Mieghem construye un híbrido oscilante entre la tipificación y misandria de Sex and the City (los hombres son poco menos que caricaturas: el buenudo, el impresentable, el amante salvaje y siguen las firmas) con algunos atisbos de la crudeza gráfica de Girls. En ese sentido, hay que reconocerle a Smoorverliefd algunas bocanadas de naturalismo físico poco habituales en un cine concebido para el agrado del paladar mundializado (cámbiese Bélgica por Australia o Estados Unidos y el resultado será igual). El problema es lo que hay detrás de eso. O lo que no: si en la extraordinaria serie de HBO el sexo es un complemento fundamental, pero complemento al fin, de las complejidades de la vida femenina, aquí las chicas parecen vivir exclusivamente para y por él, obligando a la película a recortarse en su temática nodal. Se entienden, entonces, los recursos “metafóricos” implementados por Van Mieghem. Recursos que incluyen, entre otras cosas, una visualización sexual en la bola de un árbol de Navidad.
Caer o no caer en lo clichés, esa parece ser la cuestión de “Locamente enamoradas”; el intento de realizar una comedia romántica y contarla de un modo original, hasta tomándose en solfa las reglas pre-establecidas del género... pero también sin alejarse demasiado, porque sin lugar a dudas se trata de un producto popular, reconocible para el público, y eso puede significar darle lo que esperan; entonces ubiquémonos en las medias tintas. La actriz devenida en directora Hilde Van Mieghem nos muestra un momento en la vida de cuatro mujeres, de diferentes edades y personalidades, pero todas redundan en lo mismo, las cuatro andan con problemas del corazón. El nexo familiar es Judith (Verlee Dobbelaere, muy parecida a Kristin Scott Thomas), una ¿cuarentona? ¿cincuentona? Que todavía prueba suerte en el arte de la conquista, actriz de profesión, mantiene relaciones con hombres que no la merecen y siempre termina cayendo en el regazo de Bert (Koen De Bouw) su ex marido a quien solo usa como paño de lágrimas. Ambos comparten una hija, la pequeña Eva (Aline Van Hullen), que es quien lleva el relato adelante mediante la voz en off, preadolescente que descubre el amor por primera vez pero no está claro si es correspondida. También contamos a Michelle (Marie Vinck, hija de la directora), hermanastra de Eva, hija de un primer matrimonio de Bert con una amiga de Judith y criada por esta última como una hija; por un lado, intenta ser reconocida por su padre profesionalmente (es además su jefe en un estudio de arquitectura), tiene una relación a la que siente estancada y terminal, y está enamorada desde muy chica del novio de Bárbara (Wine Dierickx). ¿Quién es Bárbara? La hermana menor treintañera de Judith, buscando infructuosamente un hijo con su novio, algo frígida en un principio, termina descubriendo la pasión en un amorío con un colega profesor de la escuela de Eva. Los enredos quedan en familia y todo está revuelto. La idea de Mieghem (que además oficia como co-guionista) es contar un argumento que no destaque por su originalidad, pero sí hacerlo de un modo innovador. De este modo, la película se complementa con escenas oníricas, pensamientos vívidos de las chicas, diálogos chispeantes e inteligentes que rozan lo intelectual al estilo Woody Allen, y mucho, mucho desparpajo. Todos los sentimientos por los que pasan nuestras cuatro heroínas son demostrados a través de secuencias imaginarias. Como ya ha sucedido otras veces, las dualidades son peligrosas, pueden convencer a la amplitud, o desconcertar en igual medida. La historia que mejor funciona es la de Bárbara, y sin embargo, es en la que más clichés cae, y como espectador puede que quede una duda si esos pasos obvios de fórmula están puestos de manera burlona (como la escena de la propuesta de casamiento) o si simplemente se rindió ante lo inevitable. Con todo, no puede negarse que estamos ante una película muy colorida, divertida, con momentos de gracia genuina, una fotografía interesante, convincentemente interpretada en su conjunto y que cumple perfectamente con el objetivo nada menor de ser pasatista. No por tratarse de un film belga, no proveniente del mainstream hollywoodense tiene que tratarse de una película diferente. “Locamente enamorada” sale a ganarse al gran público, y las amables armas que utiliza son más que nobles
Y comieron perdices... Dirigida en el año 2010 por la directora holandesa Hilde Van Mieghem, Locamente enamoradas (Smoorverliefd, 2010) consiste en retratar la vida amorosa de cuatro mujeres que viven bajo el mismo techo. Judith, (Veerle Dobbelaere) Michelle (Marie Vinck) Bárbara (Wine Dierickx) y Eva (Aline Van Hulle) atraviesan distintas etapas en su vida. Las cuatro mantienen una relación familiar: Eva es hija de Judith, Michelle su hija adoptiva y Bárbara la tía de ambas, y juntas atraviesan situaciones que tienen como núcleo central al amor y al sexo. Este film holandés parte de una estructura utilizada y reutilizada hasta el cansancio, de las cuales podemos nombrar algunos ejemplos como Amor de madres (Mother and Child, 2009), La Ronda (2008), y Con solo mirarte (Just by looking at her, 1999) que giran también en torno a la vida de distintas mujeres atravesando una crisis o a alocados problemas amorosos como ocurre en este caso. Lo que hace destacar a Locamente enamoradas en su rubro de comedia romántica, es la forma en la que son encarados sus personajes femeninos, pero fundamentalmente se debe a los recursos técnicos utilizados para enriquecer la historia: El juego con el espacio y el tiempo, en donde por ejemplo el personaje de Bert solo puede mirar a su hija Michelle como cuando era niña, la forma en la que se presentan las relaciones entre los integrantes de la familia, (a través de animaciones y pantallas divididas) y la introducción del realismo mágico en diversas secuencias. Recursos sumados a la frescura y al desarrollo de sus personajes femeninos que consiguen destacar a esta comedia romántica sobre muchas otras. El sexo en el film cumple un rol fundamental, en especial dentro de las secuencias que atraviesan Judith y Bárbara, mezclando el sexo con los sentimientos en más de una oportunidad. La influencia de Woody Allen sobre su directora Hilde Van Mieghem (Kafka, La verdad oculta) se refleja claramente con la utilización de los recursos señalados, e incluso el director es nombrado por uno de los personajes masculinos en una de las escenas. La voz en off que acompaña a estas historias, es la de Eva, la pequeña hija de Judith, que nos recuerda a la voz que brinda la hija del protagonista para narrar los sucesos que ocurren en su familia en Todos dicen te quiero (Everyone says I love you, 1996). De todos modos, de los cuatro personajes femeninos, el personaje de Eva es el menos desarrollado e interesante y su historia bien podría haber sido eliminada, ya que su único aporte es el de incorporar al resto de las historias el punto de vista de un amor si se quiere mas ingenuo y fresco, que el atravesado por el resto. El desenlace del film no presenta ninguna sorpresa y deja al espectador con la sensación de que la directora decidió recurrir al camino más fácil, y optar por el clásico “Y vivieron felices para siempre”. Así, Locamente enamoradas no deja de ser una comedia romántica, y como en toda historia del género, el amor siempre debe triunfar.
Los líos del amor -título de la novela de Antoine Doinel en El amor en fuga de François Truffaut- a ritmo veloz y desde el punto de vista femenino. Mujer actriz de éxito, hermana que busca un hijo, pero que no ha descubierto el sexo sin finalidad reproductiva, hija menor, hija mayor no biológica, todas bajo el mismo techo. Cuatro mujeres con diferentes visiones y diferentes búsquedas románticas, en objetivos y en caminos. Locamente enamoradas propone aparentemente un punto de vista dominante: el de la hija menor, que asume la narración por momentos pero luego la abandona. No estamos ante un relato armado con solidez, sí con velocidad, variantes visuales en modo cotillón (pantallas divididas, montajes veloces, flashbacks juguetones, dibujos sobre rostros que indican "este hombre no sirve"). Lo que propone Locamente enamoradas , mucho más que cualquier tipo de profundización o sutileza, son historias cruzadas presentadas en un ambiente agradable, rico, burbujeante, que se mueven todo el tiempo, aunque para ese movimiento haya que apelar a excesos musicales y a una simplificación extrema de varios personajes (con el consiguiente riesgo de atontarlos un poco). Ningún defecto es del todo grave, tampoco son graves las situaciones: actriz en la búsqueda errática de un hombre que la arrebate, adolescente en busca del primer beso, joven adicta al trabajo, amores, amantes. Las mujeres protagonistas son lindas, fotogénicas y tienen buen timing cómico, sobre todo mediante una gesticulación que casi siempre se aplica con fluidez a la velocidad narrativa a la que se ven sometidas. Estas mujeres son de diversas edades: Veerle Dobbelaere tenía 43 años al momento de hacer la película y se desnuda sin problemas. El sexo en la película también se muestra sin problemas y no con esa actitud de falsa despreocupación que suele haber en ejemplos argentinos de "comedias sexies" como Dos más dos , que tapan pechos femeninos con piruetas imposibles e inverosímiles. En Locamente enamoradas una mujer es una mujer (título de Godard de los 60, pero no entremos en comparaciones), con todo lo que eso implica, o más bien podría implicar, por fuera de la tautología. Es una lástima que la película quede limitada por la adscripción en demasía al modelo "cine comercial a la europea" con algunos aditivos, simplificaciones y redundancias que demuestran una cierta desconfianza hacia el espectador y su capacidad de atención.
¿La ley del deseo? Locamente enamoradas es irregular: da lo mismo que se la califique con tres o dos clarincitos; no tiene importancia. En general, la comedia romántica está agotada. Pero el mero origen belga -para nosotros, sofisticado- de esta película despertaba alguna esperanza rupturista. Tras haberla visto, podríamos decir que Locamente... está salpicada de ocurrencias estéticas, de un ingenio liviano, en una línea un tanto “Amélie”, uf, que transgrede el realismo. Pero lo mejor es cierta osadía centroeuropea, ajena a la moralina sexual. Es una pena que, por razones ideológicas o de mercado, el propio filme termine retractándose y dando lecciones de vida. Moralejas, en todas las latitudes: mediocridad globalizada. La realizadora Hilde Van Mieghem nos ubica en un mundo de mujeres de distintas edades, familiares entre ellas. Así, cubre un amplio espectro de conflictos, abordados desde el punto de vista femenino, sobre todo el de una preadolescente: Eva. Su madre (Veerle Dobbelaerre, que tiene cara de actriz de Aki Kaurismäki) está separada y no da con un candidato potable; su tía, que busca quedar embarazada y no entiende el poder del sexo, inicia una relación clandestina; su medio hermana, agobiada por un padre que la trata como una niña, se acerca al novio de la tía... El tono dominante durante gran parte de la película es humorístico, un tanto absurdo y, para una chica de la edad de Eva, vagamente escéptico. Ella misma, que espera ser besada por primera vez por un galancito de su edad, empieza a experimentar -como el resto de las mujeres de su entorno- la gran distancia que suele existir entre el deseo y su concreción. Un problema de Locamente..., frecuente en este tipo de filmes, es que los hombres son representados con trazos gruesos, como si sólo estuvieran ahí para cumplir con sus roles de arquetipos. Los malos candidatos, casi todos, son tachados con una cruz sobreimpresa. No está mal. Sí que, al final, parezca que los mejores son los que fallaban, por lo que fuera, desde el origen. Conservadurismo sentimental, podríamos decirle.
Espiar el mundo femenino Ligera, eficaz y con buenos protagónicos resulta esta comedia belga de hace un par de años. La realizadora y actriz Van Mieghem toma como centro a cuatro mujeres: una madre, sus dos hijas y una joven tía para contar las idas y vueltas con el amor, el sexo, los afectos y la búsqueda de la felicidad. Locamente enamoradas tiene un packaging visual estilizado, que a la directora le sirve para jugar con las imágenes a través de efectos que jamás logran incomodar al espectador. Ese trabajo desde el aspecto visual, con bastante de envoltorio de película high-class, se contrapone al tono del relato, oscilante entre la comedia ligera y el drama en clave menor que viven las protagonistas. La madre, recién separada, pero extrañando y viendo a su ex esposo; la hija mayor, enamorada como una adolescente quinceañera; la hija menor, por su parte, a la espera del primer beso; en tanto, la tía, a punto de casarse pero al borde de la infidelidad antes de la boda. Con estos cuatro personajes, que la directora describe y desnuda en sus mínimos detalles, el punto de vista de Locamente enamoradas es ostentosamente femenino. En oposición, los hombres son exhibidos desde ciertos trazos gruesos, incompetentes ante las mujeres. Pero acaso, allí esté la principal virtud de la película: exhibir al mundo femenino no únicamente desde la comodidad y los clisés habituales. En efecto, Locamente enamoradas no es Sex and The City, por suerte, ni cualquier otro manifiesto misógino contado al revés de la ortodoxia. Film placentero de ver, efímero y sin demasiadas pretensiones. Aprobado
Ese complicado tema del amor Esta simpática comedia romántica belga cuenta las historias de las cuatro mujeres de la familia Miller y su relación con el amor. Judith (Veerle Dobbelaere), la mayor, y su hermana Bárbara (Wine Dierickx); y las hijas de Judith, Michelle (Marie Vinck), que en realidad es su hijastra, y Eva, de unos trece años. El filme, que es muy sencillo, y sin grandes pretensiones, recorre las accidentadas vidas amorosas de las cuatro, con humor y una visión relajada y carente de prejuicios. Como sub-tema, hay una interesante visión de la relación entre un padre y su hija, ya mayor, pero a quien él siempre ve como una niña. La directora Hilde Van Mieghem elige una narración disparatada, con toques de absurdo que por un lado se ríen de los clichés del cine a la hora de contar historias de amor (el cielo muy estrellado con una enorme luna llena, por ejemplo), y por otro muestran que esa idealización de las relaciones amorosas también ocurre frecuentemente entre las mujeres. Las actuaciones son muy naturales, y responden correctamente al tono de la película. Si bien no es un filme que apunte a tocar estos temas de forma profunda, funciona justamente por eso, por su frescura, y por esta forma de tomarse lo que en otras películas se presentan como cuestiones serias, reales. “Esto es la vida”, le dice un personaje a otro sobre lo que les sucedió, que no estaba dentro del ideal de las relaciones, y algo así es el mensaje de la película. Se ama, se pierde el amor, se vuelve a amar, sin situaciones fantásticas ni fuegos artificiales. Lo demás es Hollywood.
A la búsqueda del hombre ideal El filme se sostiene a través de un original entramado de situaciones que en ningún momento permiten que el espectador pierda su interés. A los logros de la directora Hilde van Mieghem, se suman sus cuatro magníficas actrices: Veerle Dobbelaere (Judith), Wine Dierickx (Barbara), Marie Vinck (Michelle) y Aline Van Hulle (Eva). Tal vez porque además de cineasta es actriz, la belga Hilde van Mieghem consigue atrapar al espectador, con esta comedia tan fresca como romántica. "Locamente enamoradas" contiene una historia de mujeres que sueñan con encontrar el hombre ideal y que hasta cuando se equivocan no permiten que su entusiasmo decaiga en su búsqueda del "príncipe azul". En una amplia y bella casa de Bruselas, viven Judith (Veerle Dobbelaere), la madre, junto a sus dos hijas, Michelle (Marie Vinck) y la pequeña Eva (Aline Van Hulle), y su hermana Barbara (Wine Dierickx). Judith está divorciada de Gerd Denolf (Pierre Bokma), su ex pareja a la que consulta ante cualquier desengaño amoroso. Ella es la que lleva la voz cantante del grupo femenino. PLANTEL MASCULINO Con sus interminables anécdotas amorosas, Judith le transmite a Barbara, Michelle y a Eva, su idea de que toda mujer debe estar expectante ante la aparición de un posible candidato a novio, amante, futuro marido, o acompañante de una sola noche. Judith es actriz y eso le permite conocer a guionistas y directores, los que en algunos casos la terminan rechazando cuando ella se les acerca con otros fines más allá de los artísticos. La directora Hilde van Mieghem construye un círculo perfecto de circunstancias, a través de las que logra transmitir al espectador, el entusiasmo y el ritmo contagioso de las protagonistas del filme. Entre esas circunstancias, el público se entera que Barbara está en pareja con Matthias (Kevin Jassens), con quien no vive y tampoco está casada, pero sueña con quedar embarazada y lo cierto es que por más que los dos se esfuerzan, siempre reciben un "no" de la ginecóloga. AMOR IMPREVISTO Más tarde Barbara se enamorará perdidamente de un muchacho con el que se cruza en la calle, Michelle y Eva también experimentan sus aventuras amorosas. Aunque lo cierto es que a Michelle le atraen más la lectura y navegar por internet, que los hombres, en tanto que Eva descubre su primer amor, cuando en el gimnasio de su colegio ve a un muchacho que la mira sonriente. Al final de esta comedia chispeante, exquisitamente contada, a través de escenas breves pero efectivas, cada uno encontrará a su manera a ese par soñado, que siemprfe se desea. "Locamente enamoradas" se sostiene a través de un original entramado de situaciones que en ningún momento permiten que el espectador pierda su interés. A los logros de la directora Hilde van Mieghem, se suman sus cuatro magníficas actrices: Veerle Dobbelaere (Judith), Wine Dierickx (Barbara), Marie Vinck (Michelle) y Aline Van Hulle (Eva).
Un “Sex & The City” belga Digamos que “Locamente Enamoradas”, de la directora belga Hilde Van Mieghem, no es tan superficial como la serie protagonizada por Sarah Jessica Parker, pero presenta el amor desde el mundo femenino a través de una madre, su hermana y sus dos hijas que viven en la misma casa. Seguramente el objetivo de meter tantas mujeres bajo un mismo techo es tratar de mostrar los bretes por los que el género pasa a la hora del amor en distintas etapas de la vida, así nos encontramos a Judith (la madre) que es una actriz reconocida divorciada de un arquitecto ex -alcohólico por el cual tiene cierta empatía y lo utiliza para confesarse como si fuera una amiga. Por otro lado tenemos a la hermana de la protagonista, una profesora que tiene la pareja perfecta y está en tratamiento para quedar embarazada debido a algunas dificultades; sin embargo aparece un profesor de historia que le mueve el piso y comienza una aventura con él. Finalmente están las dos hijas de Judith que una es una arquitecta que busca despegarse profesionalmente de su padre y la otra que apenas comenzó la adolescencia y espera su primer beso. Película de Minitah El subtitulo que utilizo en esta parte no tiene ni la más mínima connotación sexista de mi parte, sino que es la película la que carga con esa mochila debido a que contiene clichés que producen en mí un rechazo absoluto. Las mujeres son monotemáticas, chatas, superficiales y viven en un platonismo absoluto (para no decir una nube de pedos), mientras que los hombres se encuentran cada uno encasillado en su rol y encima son unos derrotados emocionales. En cuanto a estética es irreprochable ya que cuenta con una buena fotografía, efectos bien realizados y un montaje americano que no varía en lo más mínimo. Además una banda sonora que se encuentra presente en prácticamente toda la película pero no respeta silencios que por ahí son necesarios en algunos personajes que escogen caminos decisivos o ocurren hechos trascendentales para la trama. Conclusión “Locamente Enamoradas” no termina de ser una comedia romántica –aunque lo pretenda-, así como tampoco es innovadora, está ahí en la balsa de Caronte. A la vista está bien aunque en la trama presenta algunos baches que hacen densa la película hacia el final, sumado a la explotación de estereotipos y la superficialidad de los personajes. En fin, el largometraje no deja absolutamente nada al final, transcurre con una levedad desfavorable para el cine belga después de ofrecer al mundo dos titanes como los hermanos Dardenne.
El cine como un electrodoméstico Tal vez, más que una película, Locamente enamoradas sea un mal de época. Hilde van Mieghem, realizadora y coguionista de este film belga hablado en flamenco, parece pensar que la modernidad cinematográfica pasa por un deber ser innovativo. Y que innovar consiste en usar, como si fueran apps de computación, todos los trucos digitales posibles. De modo que el espectador se encuentra con unos personajes a los que les pasan cosas, pero como las cosas que les pasan les pasan en medio, por debajo o por detrás de una suerte de expo digital non stop, cuesta mucho decodificar qué cosas son las que les pasan. Una vez que más o menos se logra hacerlo, se termina por colegir que tal vez la Sra. Van Mieghem haya recurrido a esas fruslerías para disimular que en realidad en Smoorverliefd no hay personajes ni cosas que pasen, sino estereotipos de personajes, vehículos de ideas. Ideas que no son nuevas, precisamente. Lo que se disfraza de invención modernísima es, en realidad, un catálogo exhaustivo de las más remanidas vejeces sobre el amor, la pasión, el erotismo femenino y otras generalidades. Los muñequitos (o muñequitas) locamente enamorados/as son, básicamente, cuatro. Judith Miller, actriz cuarentona, separada, lo suficientemente moderna como para poner a su ex marido al tanto no sólo de sus penurias amorosas, sino de sus más recientes hallazgos sexuales. En busca de pareja, Judith prueba uno, prueba dos, prueba tres (un poetastro autoconsagrado, un torpe que en la primera cita tira al piso todo lo que hay sobre la mesa, y así), hasta que encuentra al que cree su ideal. Un importante director de cine, apuesto, caballero, rendidor en la cama y con sentido del humor. A su hermana Bárbara lo que la aqueja es que no puede tener hijos. Hasta que descubre, gracias a los servicios de un profesor de Historia, que lo que no había podido tener eran orgasmos. Y se convierte en una mujer liberada, sexualizada, propensa a divulgar sus descubrimientos con gestos, contorsiones, suspiros y exclamaciones de teenager en celo. Aunque tenga más de treinta. Hija de un matrimonio previo, la veinteañera Michelle prefirió irse a vivir con la mamá postiza, y con ella se quedó después de la separación. Ahora está a punto de descubrirse también como mujer, liberándose de paso de la infantilizadora sombra del padre. Y después está Eva, quinceañera y narradora en off, que descubre... el primer amor. Con lo cual su historia es la más convencional de estas cuatro convencionales historias de amor. Todo esto está narrado con fotos móviles, como de photoshop, signos, letras y tachaduras que se imprimen sobre la imagen, fantasías tan sutiles como que Michelle aparezca a ojos de su padre como era a los diez años, escenas como de teatro (de ópera, eventualmente), otras enmarcadas como cuadros, rebobinados, flash forwards... Lo último en tecnología cinematográfica, señora, para contarle el mismo cuento de siempre con brillantez de electrodoméstico de alta gama.
Cuatro mujeres Hay un cine con mirada femenina que resulta mucho más interesante que esta película de neto corte comercial proveniente de Bélgica, Locamente enamoradas, de la directora Hilde Van Mieghem, una actriz con una importante trayectoria que ahora también se dedica a dirigir. Bajo un registro que pretende contagiarse de la velocidad de una sitcom como podría ser Sex and the city, las protagonistas de este film coral atraviesan desde diferentes edades el mismo conflicto: los hombres y sus relaciones amorosas. La que ocupa el centro es Eva (Aline Van Hulle), preadolescente en estado de ebullición hormonal en busca del primer beso y de la experiencia amorosa en general. Sus modelos a seguir son su madre Judith (Veerle Dobbelaerre), actriz cuarentona que tras un fracaso con el matrimonio encuentra refugio como amante de un poeta maduro que no está dispuesto a abandonar a su esposa para que ella ocupe el primer lugar y entonces cansada de jugar el rol de segunda sale en busca de nuevos candidatos, uno peor que el otro. Completan el cuadro, la media hermana de Eva, una joven que intenta despegarse de la esfera paterna para convertirse en mujer, así como la tía de Eva que pretende quedar embarazada y concibe al sexo solamente desde ese lugar hasta que conoce la otra parte con un colega de trabajo. Las viñetas que desarrollan situaciones cotidianas como parte del abc del universo femenino exploran temáticas pero de una manera muy superficial a la que se compensa en la vorágine de la trama con algunos recursos ingeniosos desde el punto de vista narrativo, aunque eso no suma demasiado más que nada por las limitaciones del guión y la construcción esquemática de cada personaje, incluido claro está el mundo masculino con todos los lugares comunes a la vista. La única cuota de transgresión que se puede reconocer en este poco atractivo film belga es la utilización sin especulaciones de los desnudos y las escenas de sexo que resaltan por un lado la femineidad, la sensualidad de sus actrices y por otro la predominancia de lo erótico como parte del amor, sin un enfoque edulcorado o salpicado de moralina.
Sin texto por problemas en el online.
SABER ESPERAR Film coral que trata de ser travieso y vistoso, pero que se queda en la viñeta tonta y repetida. La protagonista es Judith, actriz, madre, divorciada y siempre dispuesta a encontrar el hombre de sus sueños. Vive con sus hijas y su hermana. Y todas aprendieron la lección materna de la búsqueda permanente. No se habla de otra cosa en esa casa. El film va y viene de una historia a otra, sin lucirse en ninguna. Trata de ser fresco, audaz, con toques de humor, pero le falta para ser una buena comedia romántica. Está escrito y dirigido por una mujer. Y se nota: los hombres son apenas arquetipos desmejorados que andan por allí, inmaduros, inseguros, sin entenderlas. Con exageraciones y pincelazos románticos el film acaba sugiriendo que al final en el amor, los que ganan, son los pacientes, los menos brillantes, los que saben aguardar y perdonar. ¿Será así? En fin, una descolorida apología del hombre bueno que espera y acepta casi todo.
Cuatro mujeres de edades diferentes donde el sexo puede resultar un manjar como el caviar. Gira en torno a los avatares del amor en el mundo femenino (en distintas edades). Ellas son cuatro mujeres que viven en la misma casa: Eva, la hija adolescente locamente enamorada; su mamá, Judith; la tía Bárbara, y la hermana mayor, Michelle. Vemos a Judith (Veerle Dobbelaere) una actriz exitosa, divorciada, y que cree que encontró el amor junto a un famoso escritor. Ella es bastante bipolar, en cada infortunio amoroso termina llorando en el hombro de su ex Bert (Koen De Bouw), este sigue participando de sus desdichas amorosas. Pero otra de las mujeres del grupo tampoco la pasa nada bien. Esta Michelle (Marie Vinck), es solo hija de Bert con otra mujer que no es Judith, como toda adolescente se encuentra llena de sueños, trabaja en el estudio de arquitectura de su padre pero vive a su sombra. Este aún la ve una niña. Ella no se siente enamorada de su novio de colegio Fré, esta enamorada en secreto de Matías (Kevin Janssens) este es el novio de Bárbara (Wine Dierickx), la hermana de Judith. Esta pareja se pasa haciendo tratamientos porque quieren tener un hijo, aunque Bárbara tiene demasiadas inquietudes termina relacionando con un colega, un profesor de historia y viven una increíble aventura. Y llegamos a Eva (Aline Van Hulle), un personaje bastante importante es quien cuenta cada uno de los enredos y situaciones al espectador mediante la voz en off, es la hija de Judith de otro matrimonio, la más vibrante del grupo, quien se enamora por primera vez y quiere su primer beso y sentir distintas sensaciones. Ellas son cuatro hermosas mujeres, sensibles, apasionadas, también un poco desorientadas y que viven los affaires amorosos constantemente, pero además existen otras presencias masculinas como Johan (Koen De Graeve) un atrayente soltero y quien deseos varios y el cargado de desatar escenas románticas, y el personaje del director de cine Theo (Huub Stapel) un galán y que seduce con solo mirar. Se encuentra filmada con un estilo original, diferente al que estamos acostumbrados, vamos siguiendo las vidas de esta mujeres, sus aventuras y deseos, sus fantasías sexuales y el primer amor, las hormonas estallan, mucho dialogo al estilo Woody Allen, por momentos tiene un corte teatral, buena fotografía, música y bien colorida. Algunos recursos técnicos ingeniosos como cuando se ve reflejada una situación sexual en un adorno navideño. No resulta ser una historia del todo solida, su guión tiene algunos baches y resulta aburrida y termina dejando cierto sabor amargo.
La película de la semana. Hilde Van Mieghem, una reconocida actriz devenida directora, nos regala una comedia graciosa e inteligente sobre las mujeres al borde de un ataque de pasión. Una madre famosa y las reacciones de sus hijas buscando desesperadamente el amor. Trasgresora y audaz.
Torbellino Femenino Locamente enamorada es una comedia romántica en la cual se mezclan elementos típicamente estadounidenses con los indiscutibles toques europeos: al enredo característico de las comedias rosa se le suman los bellos paisajes belgas, y el refinado ambiente del viejo continente. Cuatro mujeres apasionadas, hermosas y valientes son las protagonistas de una historia en la cual el tema central es la femineidad. Lejos de ser un objeto sexual, cada mujer de este relato pugna por alcanzar el amor verdadero. Con sus cuerpos y mentes, vivirán experiencias que les harán cuestionar sus supuestas vidas realizadas. A través de la voz de la más pequeña de la familia nos sumergimos en el excitante universo del caos amoroso. Desde la incertidumbre e ingenuidad de una nena de 12 años vemos como el mundo de los adultos se presenta casi como un cuento de hadas. Pero los príncipes no sobran y con un Edipo en vías de desarrollo, el principal objetivo es que papa se quede con mama. En el acto propio de la escritura, la joven Eva confirma la construcción. Una vez más, el cine utiliza este recurso por el cual nos dice a gritos que su técnica es la más eficaz para hacernos vivir de ilusiones. El espectador sueña a través de esta tela araña de vivencias, que si bien lo dejan con un sabor a poco, al menos lo entretienen un rato. A cuenta del tan esperado happy ending, el relato nos pasea desde los intensos encuentros sexuales de la tía Bárbara hasta el íntimo cuestionamiento de saber si estamos tomando el camino correcto. Por momentos se torna predecible, pero la simpatía de los personajes invitan al relajo y el paso de un buen momento de descanso. Sin demasiadas pretensiones, el film encierra una temática harto conocida en donde la mujer fuerte logra cumplir con su misión: tener lo que ella quiere, como quiere.
Una película romántica o, más bien, una reflexión sobre las diferentes formas del amor construida alrededor de dos mecanismos: el relato coral (son las cuatro mujeres de una familia) y la mirada específicamente femenina. Aunque muchas veces no logra correrse de los lugares comunes, el film funciona al mantener un ritmo constante y apelar a un montaje inventivo. Por cierto, un film belga, de las cinematografías más raras y menos conocidas de la pantalla contemporánea. Y bien típica de ese país.
Las ilusas El cine ha sido cosa de machos. De a poco, algunas mujeres filman, y cada vez son más. ¿Existe una sensibilidad femenina detectable en una imagen? Tesis: antes del feminismo existe lo femenino, y como tal, sea una naturaleza o una construcción histórica, podría tener una expresión cinematográfica distintiva. ¿Cómo filman las mujeres el deseo, la ira, la ternura, el desprecio? No será justamente Locamente enamoradas la respuesta, aun cuando las cuatro mujeres del relato, entre desordenado y veloz, son bellas y magnéticas, desprejuiciadas en cierta medida y dispuestas a responder a sus deseos. Madre, hermana, hija e hija adoptiva, que viven todas juntas en un departamento, podrán aspirar a una autonomía profesional, pero todas esperan, más o menos conscientemente, encontrar en algún hombre algo más que un compañero. El amor romántico alcanza aquí su apoteosis acrítica, y los hombres, tal vez un poco menos elementales, siguen teniendo el rol casi metafísico de dar sentido a la vida femenina. ¿No es justamente lo que sucede con la errancia erótica que experimenta Judith Miller, la famosa actriz que busca a el hombre entre los hombres? Como sea, Judith intenta con un poeta, con un director de cine, y coquetea, entre la nostalgia y la ternura, con su ex. Una de sus hijas todavía libra la batalla previa a todo erotismo: destituir el Edipo. La más chica, recién en la adolescencia, espera por el primer beso y practica con un póster de Rimbaud. Barbara, la hermana de Judith, oscila entre el mandato de la maternidad y el descubrimiento (adúltero) del orgasmo. El éxtasis genital es aquí el gran bien supremo, una emancipación demasiado fisiológica para cuatro mujeres que no dejan de ligar su felicidad a la presencia de un hombre. ¿Y qué decir, estrictamente, del cine? Dividir el plano en tres cada tanto para resolver una escena, acelerar y rebobinar algunas secuencias, ilustrar algunas fantasías, incluir una voz en off antojadiza, musicalizar en exceso: así Hilde Van Mieghem pone en movimiento su ginocracia de utilería, solamente interceptada por alguna mueca o gesto de auténtico desamparo en el rostro de Veerle Dobbelaere (Judith), que poco tiene que ver con esta Sex and the City a la europea. En este paradigma las mujeres sólo pueden aspirar a una sumisión muy bien maquillada.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.