La colectivización del parque. Las estrategias comerciales desde las cuales se captan a los amantes del cine de animación, sean niños o adultos, son un tanto diferentes según consideremos el norte productor o el sur consumidor. Si dejamos de lado las furiosas campañas de promoción y la parafernalia habitual con las que se ensalzan los productos en cuestión para centrarnos exclusivamente en las obras en sí, bien podemos afirmar que mientras que en Estados Unidos se resaltan las características intrínsecas del convite y las estrellas que brindaron sus voces, aquí en Latinoamérica muchas veces las distribuidoras pecan de ingenuas al ponderar sólo el primer ítem y conformarse con doblajes lastimosos que enajenan de inmediato al público adulto. Así las cosas, para los padres ir a ver una película animada con sus hijos puede llegar a ser un martirio, ya no sólo por la mediocridad de las voces mexicanas de turno sino también por una merma en la calidad de las propuestas (conviene olvidar aquellos intentos de “doblaje argentino” porque representaban el calvario de siempre aunque elevado al cubo). Uno como espectador quiere creer que visionar el film en su versión original mejora la experiencia cinematográfica y definitivamente es así, el problema contemporáneo con realizaciones como Locos por las Nueces (The Nut Job, 2014) es que ni siquiera bajo estas condiciones funcionan a nivel formal como es debido y/ o escapan a una medianía estándar. Quizás lo más desalentador del opus del canadiense Peter Lepeniotis, una adaptación de un corto propio de 2005 intitulado Surly Squirrel, es que pretende retomar lejanamente la estructura de Casta de Malditos (The Killing, 1956), del inmenso Stanley Kubrick. El guión del director y Lorne Cameron presenta dos robos en paralelo: el de una banda de humanos que utilizan un local de venta de nueces como fachada para ingresar a un banco mediante un túnel, y el de un grupo de animales del parque/ plaza de enfrente que desean llevarse el jugoso botín de la tienda. Un desarrollo caótico y repetitivo conspira contra la fluidez de la trama, la que a su vez está determinada por personajes estereotipados y recursos vetustos. Por supuesto que en el núcleo del relato tenemos un antihéroe solitario y egoísta, una ardilla llamada Surly (Will Arnett), que es expulsado de la comunidad -en suma- por no aceptar la colectivización alimenticia dominante. Se agradece el desempeño de actores como Liam Neeson, Stephen Lang, Brendan Fraser, Katherine Heigl y el mismo Arnett, pero lo cierto es que tampoco hacen milagros para con una historia símil “caper film” que pedía a gritos sutileza narrativa y un protagonista un poco más querible, acorde con el público infantil al que se quiere llegar. Como suele ocurrir, hoy son los personajes secundarios los que aportan los momentos más hilarantes del devenir a partir de intervenciones bufonescas…
Locos por las nueces es una buena opción en la cartelera de cine que ofrece diversión garantizada a los más pequeños de la familia. No tiene una premisa ingeniosa ni un guión brillante, pero en cambio encontramos abundante humor físico, simpáticos y carismáticos personajes, persecuciones divertidas, mucho colorido, acción por doquier, ...
Mucho ruido, muchas nueces Si de público sincero se trata, sin duda esos son los chicos, quienes con su inocencia y frescura dicen las cosas sin pensarlo y eso se traduce al cine especialmente. La trama es sencilla: Surly es una ardilla egoísta que sólo piensa cómo abastecer su estómago y no le importa quien se interponga en su camino, mientras que un grupo de animales que habita un parque se aliará con Surly a regañadientes para robar un gran depósito de nueces pero las cosas se complican cuando los animales se ven envueltos en un atraco de un banco. No es imposible asociar esta película con la de Vecinos invasores, ya que posee algunas similudes entre los protagonistas desde los primeros avances. Sin embargo, poco a poco durante los casi 90 minutos que dura el film eso cambia para bien. Pero si retrocedemos hacia 2005 donde este personaje fue concebido por su director Peter Lepeneotis, conocido más por sus trabajos como animador con memorables films como Casper, Toy Story 2 y Dinosaurio, su vasta experiencia se limita al universo de Surly y algunas animaciones. Como se dijo anteriormente, el film apenas provoca una carcajada, se limita al humor basado en flatulencias, eructos y Slaptick. Sí, es de destacar la animación y el 3D, que son los verdaderos protagonistas de la película, aunque parece que vamos a tener más de Surly y compañía, ya que su director estrenará su secuela en 2016, esperemos que al menos corrija algunos temas de la historia y la haga menos previsible. En resumen, gran estilo de animación, excelente banda de sonido (es recurrente el tema de Psy Gangnam Style donde incluye un baile con una versión animada, gran escena) pero una historia floja lamentablemente donde no brinda nada que no se haya visto antes. Como dato curioso, no moverse de sus butacas porque la película sigue, no sólo tenemos escenas durante los créditos sino que al final nos da pie a dónde va a ir la secuela.
Detrás de “Locos por las nueces” (USA, 2014) se esconden varios errores que, lamentablemente, el cine pensado para niños, pero enfocándose en un público adulto, sigue cometiendo: subestimar a los espectadores. Peter Lepeniotis escribe y dirige esta comedia en la que un grupo de ardillas intentará sobreponerse a la perdida y la escasez de comida que han sufrido, viéndose involucradas con un grupo de malvivientes que, con la fachada de una cafetería, intentarán robar un banco, para conseguir el alimento del invierno. El grupo, encabezado por Surly, no sólo deberá superar varios obstáculos hasta conseguir el botín (miles de nueces escondidas en el sótano de la cafetería), sino que deberá aprender a convivir y trabajar en equipo, algo a lo que no están acostumbrados hace bastante tiempo. Surly egoísta y maleducado, es una ardilla que siempre se ha manejado solo en la vida y se muestra siempre escéptico a las reglas establecidas. Al ver una posibilidad de escape para conseguir su propio alimento, para así no depender del resto de los animales, se embarcará en un viaje por todo el parque hasta lograr su ansiada independencia. Pero a medida que avanza en su aventura, no sólo se sumará Buddy, una rata que lo sigue a sol y sombra, sino que además otras dos ardillas, Grayson y Andie, serán enviadas para poder completar la misión y conseguir también alimento para sus compañeros, entorpeciéndolo. “Locos por las nueces” arranca con un planteo que a lo largo del metraje (extenso, de por sí) va virando hacia una película que intenta dar moralejas en cada paso erróneo que Surly dé. Y ese es su principal error. Cuando un filme, sea animado o con actores reales, dispara sobre emociones y particularidades de un personaje para luego cambiarlas sin justificación apelando a una imperiosa necesidad sobre un cambio moral, ahí es donde falla. ¿Por qué cambiarle la moralidad a un personaje que en lo irreverente despierta más empatía que cuando se muestra correcto? Si hay que reconocerle a Lepeniotis, su capacidad para homenajear al género policial, y en particular a aquellas películas basadas en los intentos de robo de un grupo de gangsters, pero allí también hay otro inconveniente. Los niños no son “consumidores” de películas de este género, por lo que cuando la acción se enfoca en los pormenores del robo, mostrando a los personajes, los escenarios, y hasta la típica disyuntiva entre el ladrón y su mujer (que sabiendo que su pareja es un malviviente se debate entre seguir a su lado o no), la atención de los menores vira hacia otro lugar, fuera de la pantalla. Y si bien el director busca nuevamente la atención con un intento de mostrar cierta empatía entre Surly y Andie, para así también intentar esbozar una línea romántica, la misma se diluye con la misma fuerza que se la trata de imponer en la estructura narrativa de la película. Para sintetizar, lo colorido de los personajes, el dinamismo de algunas situaciones y acciones, y la incorporación del humor con algunas escenas graciosas, no bastan para despertar el interés en una película chata, lineal y que sólo por algunos gags, recuperados de la tradición del slapstick, merece la atención. Aburrida.
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Buen entretenimiento para chicos Se pasa el rato con este dibujo donde los animalitos de un parque quieren penetrar en un depósito de alimentos, subterfugio de unos boqueteros que quieren penetrar en el depósito del banco vecino. Las cosas no son tan fáciles, porque además los bichos pelean ciertas internas entre ellos. Está el individualista, que se corta solo, apenas con la ayuda de una pobre rata fiel como un perro (y también con la ayuda de una perra medio pavota). Está la heroína que baja línea sobre el compañerismo, y detrás el langa que se cree héroe pero es un quemo, el chicato, tres gordos flatulentos, y hasta el líder maquiavélico que, al revés de lo que dice, planea dejar a todos con hambre, porque de ese modo los gobierna mejor. El porcentaje evidente de fábula político-sociológica se combina con un porcentaje mayor de entretenimiento, carreras, peleas y caricaturas, todo envuelto en un ámbito estilo años 50, donde los maleantes, y la chica del jefe, remiten al cine policial de aquel entonces. Con un detalle "políticamente correcto": la chica del jefe será todo lo rubia de pollera ceñida que corresponde, pero es buena y quiere que el otro se corrija. Sean ardillas o rubias naturales, ahora las féminas sólo se representan como impolutas, decididas, y más inteligentes que nadie. En un principio, el mundo era otro. Ese principio está en Youtube, y es el regocijante corto "Surly Squirrel", donde dos especies de ratas enfrentan a un mapache, decenas de palomas y un pájaro alcahuete en medio de un tiroteo (actual balacera) de asaltantes y policías, todo por una porción de pizza. El autor es el mismo, Peter Lepeniotis. Ganó premios con ese corto, y lo convencieron de hacer un largo. Como ensayo preliminar, hizo otro corto regocijante, "Nuts & Robbers Teaser" (también en Youtube), donde la pelea es directamente entre una ardilla, una rata y dos chorros, por una bolsa de maníes. También ganó premios con ese otro corto. Con el largo sólo ganó plata, que no está mal, pero pierde mucho en la extensión y comparación (y también está, pero con subtítulos en ruso).
Mucho ruido y muchas nueces Debut cinematográfico del canadiense Peter Lepeniotis basado en su propio cortometraje Surly Squirrel (2005), Locos por las nueces es un largometraje producido por un estudio de Corea del Sur (un país con una industria cinematográfica muy poderosa), aliado con otros dos de Estados Unidos y Canadá. El resultado comercial de esta película de animación en 3D ha sido realmente bueno: se invirtieron para producirla 42 millones de dólares y hasta hoy se llevan recaudados más de 90 en todo el mundo. Ya está programada, de hecho, una segunda entrega para 2016. El argumento de la película recuerda vagamente al de un clásico de Stanley Kubrick, Casta de malditos (1956), con dos robos en paralelo: el que lleva a cabo una banda de malvados y torpes delincuentes que pretende ingresar en las bóvedas de un banco usando como fachada un negocio de venta de nueces, y el de un grupo de animalitos liderado por una ardilla que pretende un botín más modesto, las nueces que son base de su alimentación. Plagado de chistes obvios y hasta de dudoso gusto (el ramplón recurso de las flatulencias está a la orden del día), el film contiene, además, algunas referencias a la cultura pop (desde el juego para celulares Angry Birds al famoso intérprete coreano Psy y su agotador "Gangnam Style", insólitamente viralizado en YouTube). En el núcleo del relato aparece un antihéroe solitario y egoísta, la ardilla Surly, tan obsesionada con las nueces como la simpática Scrat de La edad del hielo. Expulsada de su comunidad por su falta de conciencia solidaria, Surly queda atrapada en la histeria de una gran ciudad, muy diferente al parque en el que había vivido hasta entonces. Y allí, en medio de un tráfico de objetos y situaciones que le resultan completamente ajenos, se desata la ardilla y sus particulares socios una serie de aventuras demasiado parecida a la de Vecinos invasores, la película de Dreamworks estrenada en 2006.
Segunda producción animada de Corea del Sur que llega a la cartelera luego de Dinosaurios, estrenada la semana pasada. Esta es la película más cara que se hizo en ese país dentro de este género con un presupuesto de 42 millones de dólares. En este caso participaron también en la realización compañías de Canadá y Estados Unidos. La dirección corrió por cuenta de un veterano de los estudios Disney como Peter Lepeniotis, quien trabajó en Toy Story 2 y Fantasia 2000. En el 2005 hizo un cortometraje llamado Surly Squirrel (disponible en You Tube) que presentaba una historia con animales muy influenciada por el humor de los viejos Looney Toons. Locos por la nueces expandió esa historia para la pantalla grande. En Estados Unidos resultó uno de los filmes más vapuleados por la crítica norteamericana algo que fue una enorme exageración. Algunos críticos trasnochados la compararon negativamente con Ratatouille, una cuestión que no resiste ningún de tipo análisis. No sólo porque este estreno se hizo con un presupuesto moderado, para los números que se manejan en la animación, sino que además presenta una historia que está encarada por otro camino. Esta producción se destaca principalmente en los aspectos visuales y en la animación donde se hizo un trabajo decente. Las personalidades de los protagonistas traen al recuerdo por momentos a esos personajes absurdos que se podían encontrar en los viejos cortos del estudio Warner y son divertidos. Por otra parte, la trama es una propuesta que logra entretener al público infantil sin mayores ambiciones y en ese sentido cumple con su objetivo. Locos por las nueces no sobresale a entre los grandes estrenos del género de este año pero tampoco es tan terrible y se puede tener en cuenta en una salida familiar.
Hay que pasar el invierno Con simpáticas ardillitas como protagonistas, esta nueva propuesta de animación para los más chicos va a lo seguro: personajes graciosos, colores fuertes, música, travesuras y una moraleja final. La historia se centra en un grupo de animales que vive en un parque y debe llenar un árbol con provisiones antes de que llegue el invierno. Como los alimentos no alcanzan para atravesar esa fría temporada, los más valientes del grupo deben salir a buscar comida fuera del parque. La esperanza de los simpáticos animalitos parece ser una nueva tienda de nueces ubicada frente al parque, para eso deben unir fuerzas con Surly, una ardilla que fue expulsada del grupo y que ha entrado a la tienda antes que ellos. Pero como toda historia para niños debe tener una enseñanza, Surly tiene ahora no solo la posibilidad de alimentarse, sino también de redimirse frente al grupo que lo ha echado por ser egoista, y defender a sus amigos de los dueños de la tienda, que son en realidad unos malvados y torpes ladrones de bancos. Dinámica, con una animación correcta y con mucho humor aportado en gran parte por dos de los personajes que salen un poco de lo común y clásico de la historia: una perra guardiana que se hace amiga de los usurpadores, y una pequeña rata muda, que es el personaje más expresivo del filme. Correcta, redonda, y con todos los condimentos necesarios, esta película se asegura el entretenimiento de los pequeños y unas cuantas butacas llenas.
Crítica emitida por radio.
Animación para toda la familia sin grandes "mayors" detrás de ella. Una ardilla planea el robo de una tienda de frutos secos cuando ha sido desalojada del bosque y para ello contará con la ayuda de un variopinto grupo de personajes que pondrán diversión a la función. Nada tiene que envidiarle a los títulos de los grandes estudios. Divertida y con buenas intenciones, es una grata sorpresa para todo público.
"Locos por las nueces" Lejos de la ambición y los presupuestos millonarios que manejan los grandes estudios de animación, también existen propuestas que cumplen con creces uno de sus principales objetivos: entretener a los más chicos sin espantar a los más grandes. “Locos por las nueces” es una coproducción entre Canadá, Estados Unidos y Corea del sur. Su director, Peter Lepeniotis, adaptó y reformuló su cortometraje “Surly Squirrel” para ofrecer una película divertida, dinámica y de muy buen nivel técnico. Resultará muy divertido para los más chicos ver como una ardilla llamada Surly (la voz original es del actor Will Arnett) se las ingenia para robar un interesante botín mientras al mismo tiempo un grupo de ladrones liderados por King (Stephen Lang) trabaja día y noche para concretar un robo al banco. Sin embargo, cuando ambas misiones cruzan sus caminos, la película les regala a todos sus espectadores no solo una extensa galería de personajes simpáticos, sino también varias situaciones graciosas dignas de aplausos. Párrafo aparte para todo aquello que esté relacionado al artista PSY y su pegadiza (no por eso menos bizarra) creación musical llamada “Gangnam Style”. Sin lugar a dudas, uno de los puntos más altos del film. Con una precisa utilización del formato 3-D, una duración amena y grandes secuencias cargadas de humor y acción, “The Nut Job” entretiene y se lleva por delante sin mayores inconvenientes su propósito de sacarle más de una sonrisa a todo aquel que se anime a verla. Al igual que “Dos pavos en apuros”, “Khumba” o la más reciente “Dinosaurios”, esta nueva producción animada de estudios incipientes demuestra que la calidad no siempre depende de los grandes presupuestos, sino más bien de la intención de los realizadores. Y aquí queda claro que lo único que se propusieron es hacernos pasar un buen momento.
Violencia y moral sin buenos frutos Una egoísta ardilla va en búsqueda de un botín de nueces. El eslogan del filme reza en inglés: “No Nuts, No Glory”. Algo así como que si no hay nueces, tampoco gloria. Imperativo, duro. Y ése es el tono que domina a Locos por las nueces, el filme de Peter Lepeniotis, basado en el cortometraje de 2005, Surly Squirrel. Un villano que se hace sonar los nudillos, mira fijo a cámara. Hombre de pocas palabras. Más que divertir, intimida. Y si a esto le sumamos escaso humor (gags en base a eructos y flatulencias digno de comedias berretas), incoherencia narrativa y una velocidad que confunde a los más chicos, el resultado fílmico cae en saco roto. Locos por las nueces se mira el ombligo, con Surly, una ardilla egoísta que sólo busca saciar su apetito a base de nueces. Pero al ver que la comida escasea y hay que recuperar un botín de dicho fruto -que están escondidas en el sótano de una cafetería-, a la ardillita se le plantea un dilema moral: seguir manejándose sola por la vida o trabajar en equipo e ir a recuperar los frutos que la desviven. A esta encrucijada se agrega otro escollo: un grupo de humanos malhechores que tienen planes similares a ella, con el plus de que deciden robar un banco. Y allí es donde se comienza a cruzar el género policial con el animado. ¿El resultado? El filme muta, vira hacia un público más adulto que infantil, la violencia crece y toma de rehén al joven espectador, indefenso ante un grupo de ardillas en pantalla que sólo corren a gran velocidad. Cegadas por sobrevivir en el crudo invierno que se avecina. Lepeniotis, animador de filmes como Toy Story 2 o Casper, entre otros, no deja sola a Surly. La secundan las ardillas Grayson y Andie, como así también Buddy, una inseparable rata. La protagonista hará equilibrio siempre entre sus pésimas actitudes y el nuevo aprendizaje, cambio que le quitará atractivo a un guión confuso. Lo mejor llega al final, por fuera de la película, en los créditos: un mensaje al vacío de metraje. El hit Gangnam Style (Psi), con baile incluido, adelanta lo que se viene en 2016. Sí, habrá segunda parte.
Estiramientos Locos por las nueces es de esos artefactos que nos llevan a preguntarnos: ¿por qué el talentoso de Will Arnett tiene que hacer esto para sobrevivir?; ¿por qué Liam Neeson sólo puede interpretar republicanos con relatividad moral?; ¿cuál es la enfermedad degenerativa del cerebro que acosa a Brendan Fraser?; y ¿por qué es imposible empatizar con algún personaje interpretado por Katherine Heigl? Pero Locos por las nueces también sirve para ilustrar las dos facetas del director Peter Lepeniotis, alguien que filma con absoluta naturalidad una persecución a toda velocidad que incluye policías y ladrones a los tiros y un montón de animales de parque norteamericano, y que a su vez tiene enormes problemas para unir dos líneas de diálogos decentes, y construye unos personajes un tanto reaccionarios, o de moral reprobable, o innecesariamente malos. Surly Squirrel (2005), el corto en el que está basada Locos por las nueces, es un cuentito de pura acción filmado con criterio, que entiende sus limitaciones técnicas y que hace avanzar la trama al ritmo del movimiento físico de los personajes. No es una obra maestra pero funciona muy bien. Al momento de estirarlo, Lepeniotis invierte la dirección de los protagonistas, convierte a Surly de villano simpático e irredimible en villano que se redime y se convierte en héroe, y a su antagonista Raccoon, que era un tipo despreocupado pero con sentido de bien común, en un maquiavélico déspota claramente interpretado por Neeson. También agrega un montón de personajes cómicos, todos sin timing y que no trascienden el lugar común, como un topo con problemas de vista y el tipo lindo y musculoso que también es cobarde y medio tonto. Hay quien podrá decir que este es un producto para chicos que no necesariamente se detienen a reflexionar acerca de las implicaciones políticas de las acciones de Raccoon. Rápidamente podemos responderle que Ratatouille (ya que estamos con roedores) también es un producto pensado para el mercado infantil y al mismo tiempo es una de las mejores películas de los últimos 30 años. Pero seamos buenos y comparemos a Locos por las nueces con, por ejemplo, Metegol: ahí sí sale ganando, porque por lo menos resuelve bien la continuidad espacio-temporal. Sí, todavía no me olvido de lo mala que es Metegol. Tanto se nota el estiramiento al que ha sido expuesta esta historia que, por momentos, no puede evitar caer en el aburrimiento, o mejor dicho, en la rutina que no es compensada luego con las secuencias de acción, que son buenas pero no espectaculares. Además, no se termina nunca de cerrar la moraleja que tanto se esfuerza en construir Lepeniotis. Igual, yo aprendí gracias a Raccoon que no hace falta ninguna razón para querer someter a una población a través de la hambruna y también aprendí gracias a Surly que hay que ayudar a los más débiles, siempre que nos esté viendo la chica que nos queremos levantar.
Rebelión en el parque Ambientada durante la posguerra en Oakton, una ficticia ciudad de la costa este norteamericana (posiblemente inspirada en Boston; sin duda, alguna de Nueva Inglaterra), Locos por las nueces muestra conflictos entre la liliputiense, casi doméstica fauna del Liberty Park (a la manera de la animación contemporánea) y su interacción con el mundo humano, hostil y a la vera del crimen (a la manera de los viejos cortos de animación de Warner Brothers). Antes de que llegue el invierno, una egocéntrica ardilla llamada Surly busca abastecerse de nueces a espaldas de sus colegas. Por su codicia, Surly, junto a su graciosa rata compinche (y muda) Buddy, es desterrado de la plaza por Raccoon, el mapache líder de la cofradía; en su éxodo tropieza con una guarida de maleantes que planea el robo a un banco, usando la casa de tapadera como depósito de nueces. Surly es seguido por Andie, una compasiva ardilla con quien, se desliza, “pasó algo”, y por Grayson, el clásico torpe y cobarde aspirante a héroe. Ni la historia ni los personajes, pese a ser entrañables, deslumbran por su originalidad. El mérito, no menor, de esta coproducción estadounidense, canadiense y coreana, pasa por reproducir con acierto y encanto una historia repetida.
Ladrones de pelo y medio Locos por las nueces propone entretenimiento en estado puro, con una historia simple y personajes entrañables. Es cierto, los ratones se parecen un poco a los de otras películas con roedores muy conocidas, como Ratatouille o Despereaux. Pero, ¿y qué? La diversión comienza rápidamente en Locos por las nueces, es buena y mucha. Y participan muchos otros personajes, como las ardillas, el topo, la mascota de los mafiosos o el mapache. Todo, en una mezcla de película de aventuras y policial de los tiempos del cine clásico que funciona con naturalidad. En el parque de la ciudad de Nueva York, los animales residentes están penando para conseguir alimento para el invierno. Para colmo, un desafortunado accidente borra las últimas reservas y pone al que metió la pata en la calle. Tiene que salir a enfrentar la dura y ajena ciudad en busca de sustento el pobre, y la misma tarea encara una delegación de sus exvecinos, aunque obviamente por cuerda separada. Pero los caminos de todos vuelven a cruzarse rápidamente, pues no muy lejos de su hogar funciona un almacén de frutos secos donde parece que encontrarán comida para muchas temporadas. Lo malo es que ese local es la pantalla de un grupo de hampones. Desde el sótano, repleto de bolsas de maní, nueces, avellanas y bellotas, los muchachos están construyendo un túnel que conduce exactamente hacia la bóveda de un banco. Tienen un feroz perro viviendo con ellos y no les gustan los fisgones. Con estos elementos como base, Locos por las nueces entrega casi una hora y media muy entretenida en la que abundan los enredos, los golpes y las persecuciones, todos con una gracia bastante inspirada. La calidad de la animación, además, es excelente. Los colores, las texturas, las luces, los movimientos, las ideas, las pequeñas bromas, la fisonomía de los personajes, los escenarios. No aparecen puntos flacos a primera vista y eso se disfruta, con un ritmo dinámico de los hechos, al que corona como canción principal de la película aquella pegadiza Gangnam style que se popularizó a través de las redes hace unos meses y cuyo cantante, el coreano Psy, aparece caricaturizado en los créditos finales.
Un grupo de animales con hambre comandados por una ardilla intenta robar una tienda llena de frutos secos. En la más clásica tradición del cartoon, tanto en diseño como en ritmo, este film explota toda posibilidad cómica. Salvo que, en ocasiones, carece de timing y lo que podría ser cómico queda solo en grotesco. Cuando acierta, es bella de ver y noble. Cuando no, de todos modos, no molesta.
Locos por las Nueces (The Nut Job en el titulo original, juego de palabras con la traducción de “nut” que puede ser “loco” o “nuez” según se considere adjetivo o sustantivo) es una de esas películas animadas habituales. Algunas ideas, muy pocas sorpresas. Un film pensado meramente para el pasatiempo infantil. Surley (con la rugosa voz es de Will Arnet) es nuestro protagonista, una ardilla que prefiere hacer gala de egoísmo y cinismo en vez de manejarse con el grupo de pequeños animales del parque donde vive. Su único amigo es Buddy, una rata desvencijada que recuerda a Remy de Ratatouille (si no hubiera tenido una buena alimentación). El principal enemigo de Surley es el líder del grupo de animales del parque, Mapache (voz de Liam Neeson en la versión original). Mientras el grupo se prepara para la llegada del invierno, un accidente donde Surley está inmiscuido hace que nuestro amigo sea desterrado a la ciudad. Un exilio al que se suma por voluntad propia, Buddy. Su relación es por lejos, lo único que surge genuino en la historia. Surley no resulta interesante ni siquiera luego de su redención, en cambio Buddy, por su fidelidad y amistad, se impone como un personaje entrañable. Ya en la ciudad, Surley encuentra un local repleto de nueces. Ese lugar es la base de operaciones de unos mafiosos que quieren robar un banco. Surge un doble juego: mientras él, Buddy y algunos de los animales del parque hacen un plan para obtener la comida, los mafiosos ejecutan el suyo para robar el dinero. Un film pensado meramente para el pasatiempo infantil. En Locos por las Nueces no estamos frente a una obra de gran calidad en cuánto al aspecto visual. Principalmente porque no arriesga, comete el error de no poner en juego la capacidad para la sorpresa y diversión slapstick que puede brindar la animación. Tan solo algunos momentos son rescatables. Uno de ellos es cuando Surley debe enfrentarse a la gran ciudad luego de ser desterrado del parque, otra, cuando irrumpe la marchosa música de PSY con su Gangnam Style (aunque puede que sorprenda más el uso de la canción que lo que se expone visualmente). La utilización del hit no es casual. Y es por eso que en los títulos finales de la película, en el típico cierre de festivo, aparece (en versión animada) el regordete coreano interpretando su mega éxito junto a todos los animales. La lógica de la incorporación de PSY se vincula a que parte de la producción y animación proviene de Corea de Sur. El país asiático en el último tiempo se ha transformado en toda una usina en referencia al tema animado, por allí han pasado desde Los Simpsons y Futurama hasta series de animación japonesa. Locos Por las Nueces se justifica en la cartelera cinematográfica de una sola manera: siempre tiene que haber alguna película para llevar a los chicos.
Con el estreno de “Locos por las nueces” le damos la bienvenida (en la Argentina) a una joven productora llamada Toonbox Entertaintment. Una de las tantas compañías dedicadas a los dibujos animados que trata desde 2010 de tener un lugar en la industria del entretenimiento para chicos. Empezaron con dos series desconocidas aquí: “Bolt & Slip”, sobre dos autómatas, con una estética parecida a la de “Robots” (2005) de la Blue Sky Studios, y “The Beet Party”, cortos sobre un conjunto de variedades de remolachas que culminan siempre con una coreo de beats de música-dance. El primer largometraje también tiene un juego de palabras en su título original “The nut Job”. Por un lado refiere a un trabajo de locos (por lo difícil y arduo) que en la jerga de los ladrones sería como el “trabajito” de la nuez (por ponerle nombre a un robo planificado). Esta ambigüedad está planteada en el guión a partir de dos grupos. El principal conformado por animales que habitan en una gran plaza en una gran ciudad. Surly (Will Arnett –doblaje de Daniel del Roble-) una ardilla solitaria, autosuficiente, renuente a compartir comida, egoísta y por carácter transitivo individualista. Escaso de virtudes, se la pasa pensando cómo conseguir comida pese al pedido insistente de todos: Grayson (Brendan Fraser –doblaje de José Gilberto Vilchis-), una especie de héroe sobrevalorado, Andie (Katherine Heigl –doblaje de Mireya Mendoza-), la hembra algo ingenua pero decidida a conseguir sustento para todos, y Mapache (Liam Neeson –doblaje de Rubén Moya-), el jefe de la comunidad quien se ve algo sospechoso. El otro grupo es una banda de ladrones que están planeando el robo a un banco haciendo un boquete desde un negocio de nueces y frutas secas. La conexión entre estos dos escenarios se dará por el destierro de Surly a partir del incendio del gran roble, provocado por su exceso de codicia frente al contenido de un carrito de dulces que termina explotando. Por supuesto que al ver las bolsas repletas de comida los animales sacarán a relucir sus defectos y sus virtudes. Los guionistas Lorne Cameron, Peter Lepeniotis, sobre una historia de Daniel Woo, toman el robo como subtrama para llegar a su moraleja alrededor del individualismo y sus consecuencias. Una propuesta que se agradece en función de un entretenimiento con buen contenido. Por su parte el director Peter Lepeniots tiene un buen manejo de la narración y un aceptable diseño de personajes, algunos más interesantes que otros (Buddy, el ratón mudo muy parecido al de Ratatouille o El Topo). Al estar basada y ser una extensión de un cortometraje del mismo realizador, algunas escenas se estiran provocando mayor previsibilidad (poco aconsejable para el público adulto), pero se compensan con efectos de comedia de buen timing. En definitiva, la historia cierra. “Locos por las nueces” cumple su objetivo y deja, desde el punto de vista técnico y visual, un lugar para prestar atención a los próximos proyectos del estudio. Desde la originalidad, no tanto: se viene la segunda en 2016.
Una ardilla pilla en problemas Con una estética clásica y un presupuesto bajo, “Locos por las nueces” cumple con el público familiar. ¿Te acordás del Gum gum style? Esperá a los créditos finales de Locos por las nueces, que tiene un videíto interesante para ayudarte a refrescar. Mientras tanto, disfrutá de la historia de Surly, una ardilla que detrás de su apariencia flacucha esconde a un bichito pícaro y sarcástico; un roedor que se hizo la fama de ventajero y logró el destierro del parque que compartía con congéneres y vecinos. Pero alguien como él, que más sabe por vivido que por ardilla, encuentra rápido la manera de sobrevivir el próximo invierno. Desde el pequeño puesto de nueces tostadas en el parque, Surly termina cayendo por accidente en el sótano de la tienda de origen, un lugar que aparece cerrado al público por reformas, pero esconde un tesoro que podría salvarlo de por vida y a los otros roedores. El asunto está en cómo hacer para que le crean cuando sólo la compasiva Andie, Buddy, una rata con más corazón que luces, le dan alguna oportunidad. Está en cómo lograrlo, cuando el popular y narcicista Grayson no deja de hacerle sombra. Más allá de estas cuestiones mínimas, el mayor desafío será sortear al grupo de mafiosos que utiliza a la tienda como guarida, luego de un importante robo en el banco del barrio. De Corea al mundo Locos por las nueces es la película de animación más cara realizada en Corea del Sur y la segunda que llega a las pantallas internacionales en los últimos días. No obstante el dato, sus 42 millones de dólares de presupuesto la dejan, en comparación, muy por debajo de los números de superproducciones estadounidenses. Pero sale airosa del rodeo, con la dirección de Peter Lepeniotis, con experiencia en los estudios Disney (Toy Story 2). De hecho, esta película que cuenta con aportes de Canadá y Estados Unidos, tiene mucho del estilo clásico de las películas animadas, donde los caracteres y personalidades reciben una atención especial, independientemente de la animación, que para el caso es satisfactoria. El relato reserva momentos de humor con algunos personajes secundarios absolutamente carismáticos -la pittbull de la tienda tiene un guión aparte-, y acción, en un lapso que resulta cómodo como espectáculo para compartir en familia pero que debe tener en cuenta la atención de los niños. Dato: Aunque aquí llegó doblada, entre las voces de la versión original se contaron las de Will Arnett, Brendan Fraser, Liam Neeson y Katherine Heigl.