Divertida, llena de colores y mundos novedosos, Los Pitufos 3 encuentra a Pitufina, (que había sido creada para revelarle a Gargamel el paradero de los demás pitufos), llevando a cabo su voluntad pero eligiendo cambiar su destino. Es por eso que sale de su aldea, para alertar lo que planea hacer el malvado Gargamel a otros/as pitufos/as. Ahí descubre, junto a sus compañeros azules, que deciden acompañarla en su travesía, el universo de vida maravillosa que hay fuera: plantas que se mueven rápidamente, conejos que se iluminan en la oscuridad y hacen de caballos para los pitufos y ríos que parecen caudales de agua flotando en el aire. Así descubren, además de este nuevo mundo (al igual que lo descubre Eep en “Los croods, una aventura prehistórica”) que hay más pitufas como ella que viven en una aldea “perdida”. Una aldea entera solo de pitufas, que se mantienen resguardadas las unas a las otras en ese universo femenino. Con buena animación y diseños, y un ritmo que hace llevadera la trama, sin embargo la banda sonora falla con las canciones que escoge. Un film para los más pequeños en 3D de dónde podría desprenderse la idea de salir a lo externo, y perder el miedo a lo distinto, (que no siempre es tan distinto), hacer siempre el bien y estar unidos y organizados. Pudiendo profundizar en los temas anteriores, que solo los roza, se queda en los estereotipos. Un enemigo maléfico y los buenos, que aunque le sucedan cosas malas, siempre terminan bien.
Los pitufos 3 (2017) guarda afortunadamente ese espíritu de la exitosa serie de tv. Con el maravilloso uso de la tecnología lograron un muy bonito colorido, con imágenes impactantes y sorprendentes. La historia/aventura es sencilla y lógicamente está orientada a un público infantil. Pero para los más grandes, que hemos visto algún que otro capítulo de aquella serie, nos sacará algunas sonrisas ya que tiene guiños graciosos. Acierto de los creativos que se ocuparon del libro. Y con una sorpresa relacionada con el género -masculino/femenino- Recordemos que en el mundo de los pitufos -esos seres diminutos y azules que viven en su aldea en el medio del bosque dentro de sus setas/casas- encontramos una sola mujer: pitufina. También hay lugar en el film, claro está, para el malvado de Gargamel y su gato Azrael (y algún que otro asistente maligno). Muy divertida, con momentos emocionantes, es ideal para ver en 3D por lo pintoresco del encuadre que va desde ríos voladores, conejos con luz propia, plantas asombrosas y sobre todo porque tiene un cuento entretenido. Para disfrutar en familia. Los pitufos 3 esta hablada en español (sin subtítulos).
Aquí ya no hay humanos, como en las dos anteriores de esta nueva era de la franquicia. Aquí solo se trata de pura animación y dirigida solo para los niños más chicos, difícilmente los adultos la disfruten. La historia tiene su giro feminista atribuido a una coautora del guión que hizo lo mismo con “Moana, un mar de aventuras”, la joven Pamela Ribon. Un toque que no le viene mal ya que la Pitufina, única mujer tiene que usar tacos y un pelo rubio abundante para diferenciarse de sus vecinos. Con el malo de Gargamel y sus aliados, Pitufina y su equipo descubrirán que hay una aldea replica de la conocida, poblada solo por mujeres. Para eso hay aventuras, peligros, y hasta un momento en que “muere” para revivir milagrosamente. En fin una vuelta de tuerca que parece querer alargar mas la saga y algunas escenas que “homenajean” al mundo de “Avatar”.
Los Pitufos en la Aldea Perdida: sorpresa en la aldea pitufa Tras el éxito comercial conseguido por las películas de 2011 y 2013, llega esta tercera entrega ahora 100% animada. Ya sin personajes de carne y hueso que interactúen con los simpáticos gnomos azulados (el Gargamel de Hank Azaria, por ejemplo, fue reemplazado por un hechicero del mismo nombre, pero íntegramente concebido en computadora), Los Pitufos en la aldea perdida resulta algo más eficaz que sus predecesoras, pero sigue a años luz de los mejores exponentes de la animación infantil (familiar). Es una franquicia que, más allá de los sucesivos cambios de estética y dirección -en este caso, el responsable fue Kelly Asbury, realizador de Shrek 2-, sigue resultando algo rancia y perimida. Destinada al público más pequeño, la película tiene como protagonista a Pitufina, única chica de la aldea hasta que ella y sus compañeros descubran una comunidad íntegramente femenina que los ayudará a derrotar al brujo y a sus dos mascotas. Los duendes son las de siempre (Papá Pitufo, Gruñón, Vanidoso, Fortachón, Tontín, Filósofo), las aventuras tienen algunas escenas en 3D con hallazgos visuales, pero la certeza de estar siendo conducidos con piloto automático hacia un destino prefijado generan no sólo una sensación de déjà vu, sino también una experiencia escasa en sorpresas.
Parcialmente aburrida No hay un guión que sostenga esta sumatoria de gags. A diferencia de Los Pitufos (2011) y Los Pitufos 2 (2013), aquí los personajes azules no comparten encuadre con actores. Los Pitufos en la aldea perdida es una largometraje (y también largo metraje) completamente animado. Y parcialmente aburrido. Si todos los Pitufos, ya desde su nombre, indican su carácter o a qué se dedican (Gruñón, Fisgón, Filósofo, Tontín, Fortachón), Pitufina ¿qué es lo que hace? Es cierto que no es Pitufa 100%, ya que fue hecha a partir de arcilla por el malvado hechicero Gargamel para encontrar la aldea de los Pitufos. No importa. Igual, Pitufina ya no tiene la voz de Katy Perry sino la de Demi Lovato, aunque en la Argentina nunca nos enteraríamos porque todas las copias se estrenan dobladas al casteiano. El hecho es que Pitufina, que es rubia, parte con Tontín, Filósofo y Fortachón en busca de la aldea del título, tratando de que no lo haga antes Gargamel, que tiene un solo diente arriba -que cambia de lugar, eso sí-, ayudado -es una manera de decir-, por su fiel y malhumorado gato Azrael y un ave de rapiña multicolor a la que alguna vez le dicen cóndor. Quiere ser el mago más poderoso del mundo, y para ello necesita apoderarse de los Pitufos. Pero no deben cruzarse con el bosque prohibido. “No puede pasar de ese Muro”, dicen, premonitoriamente alla Trump. El agua está bien realizada. Lo que no tiene Los Pitufos en la aldea perdida es historia que la sostenga. Y sí muchos puntos en contacto, ahora que la protagonista es Pitufina, con la saga de Tinker Bell, desde la aldea que habitan pitufas -que las hay graciosas, corajudas y así- hasta cómo vuelan colgadas de una margarita. ¡Ah! A los abnegados padres, abuelos, tutores y hermanos mayores: quédense hasta el final de los créditos, que, por así decir, pasa algo. A ver si los chicos se enteran, y tienen que volver.
RAPIDOS Y PITUFOS Olvidando velozmente las dos películas dirigidas por Raja Gosnell, que mezclaban animaciones con acción real, la franquicia de Los pitufos se relanza con un film totalmente animado dirigido por el experimentado en la materia Kelly Asbury (Gnomeo y Julieta, Shrek 2, Spirit). Y más allá de la simpatía que pueden generar los personajes creados por Peyo y de la lógica mucho más coherente de un mundo totalmente animado, Los pitufos y la aldea perdida no termina de funcionar, fundamentalmente por la recurrencia a una velocidad que impide la reflexión que se pretende y a un humor repetitivo en su búsqueda de un slapstick que la acerque al cartoon clásico. El eje del film es una obsesión de siempre: qué o quién es la Pitufina, esa única mujer que habita un universo de hombres. Y seducida por la búsqueda de sus orígenes, la rubia pitufa terminará involucrando a tres de sus amigos en una aventura que acabará dando con una aldea -la del título- que es casi un espejo de la otra, pero donde reina lo femenino. A partir de este detalle, el film intentará acercar una mirada sobre los roles de hombres y mujeres, y demostrar que lo femenino no es necesariamente lo débil y ni siquiera precisa de los hombres para su debida subsistencia. Obviamente, hacia el final la unión hará a la fuerza y todos juntos combatirán contra el malvado Gargamel, obsesionado como siempre por cazar pitufos y elaborar una pócima que le otorgue poder supremo. Está claro que Los pitufos y la aldea perdida se sostiene sobre la base de las buenas intenciones y los mensajes edificantes: convengamos que eso era un mal del original, donde cada estereotipo pitufo servía como analogía de lo humano. De hecho, el comienzo del film parece hacerse cargo de eso con una suerte de falso documental, una idea divertida en la que se recorre la aldea encontrando cientos de pitufos a cada cual más ridículo en su singularidad (el pitufo que muerde mesas es lo más). Pero hay un problema básico en la película que tiene que ver con una decisión formal, que es la de apostar a la velocidad furiosa: Asbury planifica su película alrededor de constantes secuencias de acción, donde los personajes saltan, corren, se chocan repetidamente. Ese vértigo, que no está del todo bien trabajado y aparece más como un manotazo para ocultar la falta de ideas, lo que termina haciendo es anular la mínima reflexión a la que la película podía arrimarse. El vértigo, que funciona en el cartoon clásico debido a una planificación en la puesta en escena y en las formas que adquiere la animación, no es un recurso adecuado si está mal utilizado. Los pitufos y la aldea perdida es una montaña rusa sin frenos ni remansos, agotadora, en la que todo pasa a los gritos y con la clara intención de seducir únicamente a un público infantil al que el efecto de golpes y tropezones lo lleva a la risa en loop. Esta película, que por otra parte tiene un aspecto visual impactante y en el que reside parte de su fuerza, es otro acercamiento fallido al universo de unos personajes que tal vez estaban bien en la televisión, en el cómic o en nuestro recuerdo.
Dado que el éxito de taquilla de The Smurfs y su secuela no se debió a Neil Patrick Harris o a ninguno de los actores de carne y hueso que lo acompañaron, Sony Pictures decidió eliminar al componente humano a la hora de relanzar a los personajes creados por Peyo. Así es que llega a los cines Smurfs: The Lost Village, una película completamente animada de los Pitufos, con la misma falta de ideas que las otras pero con 50 millones de dólares menos de costo.
EL PERIPLO DE LA HEROÍNA La plasticidad de Los Pitufos no parece tener fin. Gestados a fines de la década del 50 estos simpáticos personajes azules pasaron airosos por múltiples soportes: historietas, dibujos animados, películas y videojuegos. Esta nueva entrega, bajo la dirección de Kelly Asbury, refuerza la idea de que la flexibilidad es uno de los adjetivos que más los representan. La animación está dotada de gran colorido y dinamismo, alguno que otro plano subjetivo sumado a los efectos 3D abundan en el inicio de la película. A pesar de que la propuesta hace mucho hincapié en el color parece un poco desprovista de texturas. Aun así la suma de estos elementos visuales es atractiva, sin ser todo el tiempo espectacular, y permite un balance correcto con la historia. La estructura propuesta del guión es llamativa, en un contexto donde la novedad es la norma la nueva entrega de Los Pitufos apuesta por el esquema más antiguo. La estructura narrativa clásica de planteo, desarrollo y conclusión sirve de marco para la formula arcaica del relato épico. El sólido esplendor fantástico del monomito late bajo la figura de Pitufina: la nueva heroína. Como en la mitología sumeria, griega y china, el nacimiento de Pitufina depende de un bloque de arcilla y un Ser superior que le dio vida. En este caso el malvado hechicero Gargamel no deja de pronunciar el trágico destino de la protagonista: nació como instrumento para infiltrarse en la Aldea de los pitufos. El conflicto de identidad se define como tema central y motor de la historia. El inicio, como “llamada” a la aventura esta dado en la tranquilidad y mundanidad de la Aldea. Siempre escoltada por Filósofo, Tontín y Fortachón la aventura comienza en los límites de la Aldea y el Bosque Prohibido. Es allí donde Pitufina tiene el fortuito encuentro con el misterioso ser que oficia de “llamada”. El “cruce del umbral” se plantea explícitamente por medio de un muro gigante que demarca el límite entre la tranquilidad de la Aldea y lo peligroso y desconocido del más allá. Sin saberlo nuestra protagonista ya se ve arrojada al “vientre de la ballena”, una metamorfosis de su personalidad está en puerta y corona la peripecia. La buena fe de Pitufina cumple con la maldición de Gargamel, la trágica heroína pretende advertir de la amenaza y con ello conduce al villano a la virgen aldea de Las Pitufas. En este nuevo paisaje nuestros protagonistas entregan momentos de ternura y risa. Pitufina nuevamente domina la escena asumiendo múltiples pruebas que inician una transformación en su identidad, sumado a ello “el encuentro” con la matriarca recompone la figuración de Papa Pitufo. Finalmente la apoteosis de hace presente, la entrega física, el sacrificio de Pitufina salva a los/las pitufos de la vanidad de Gargamel. La consumada heroína cruza el “umbral del retorno” en una emotiva escena donde la reciente comunidad pitufa se reúne en torno al original y amorfo trozo de arcilla. Esta renovada propuesta mezcla efectivamente el modelo más antiguo con la magia visual de la animación, sumado a una banda sonora que no teme a mezclar hits del pop de las últimas décadas. Este conjunto funciona y entrega el mito de la fundación de una comunidad con todo lo enternecedor y entretenido que ello contiene. LOS PITUFOS EN LA ALDEA PERDIDA Smurfs: The Lost Village. Estados Unidos, 2017. Dirección: Kelly Asbury. Música: Christopher Lennertz. Edición: Bret Marnell. Diseño de producción: Noelle Triaureau. Duración: 89 minutos.
Relanzamiento de los amigos azules en versión de animación pura, sin actores de carne y hueso y con una historia orientada a los chicos. Es decir, poco o nada preocupada por la presión de incluir a los adultos con chistes pensados para ellos. Sin Neil Patrick Harris para muchos será otra cosa, pero los niños van a ir con ganas de seguir la aventura de Pitufina y sus amigos, que cruzan el bosque prohibido para descubrir la aldea perdida antes que Gargamel. Colorida y simpática, los mantendrá minimamente entretenidos durante noventa minutos.
Una vez más cuenta con una buena animación, buen diseño, colorida, divertida, llena de magia y música. Con un guión débil. Un film para los más pequeños. Dentro de los títulos finales hay un dialogo extra.
Ni una pitufa menos La flauta de los pitufos (1976) fue la primera adaptación para la pantalla grande del universo de los diminutos seres azules creados por el Belga Peyo allá por los años cincuenta. Entrado el siglo XXI Sony apelo a una doble estrategia que funciono comercialmente, recuperar un producto como Los Pitufos para las nuevas generaciones y además remitir al espectador nostálgico que quería ver nuevamente sus personajes favoritos una vez más y compartir con sus hijos la experiencia. Así surgieron Los Pitufos y Los Pitufos 2 (2011 y 2013 respectivamente), películas que mezclaron live action y animación y en las que además se trabajaban ideas sobre la integración el trabajo en equipo, el respeto y la honestidad entre otros puntos, mientras las historias desandaban las persecuciones del villano Gargamel y su obsesión con los gnomos. Pero en un nuevo acercamiento al mundo de Peyo en Los Pitufos en la aldea perdida (Smurfs: The Lost Village, 2017), además, se trabajan temas de urgencia en la agenda mediática, como el empoderamiento femenino y el grito de nuevas generaciones que descreen de aquellas princesas ideales de Disney. A priori en esta adaptación todo se mantiene igual que antaño, no hay humanos, solo pitufos que pitufean y comen pitufresas en la pitufialdea. No, no es un trabalenguas, es como ellos hablan, todo es pitufidivertido, todo pitufa, todo es pitufo, excepto la Pitufina, quien fue creada como carnada por el malévolo Gargamel para atrapar pitufos, y que si bien ha sido aceptada por el resto de la aldea, de vez en cuando le recuerdan su origen. En medio de una profunda crisis de identidad la pequeña Pitufina decide emprender un viaje y es atrapada por Gargamel. Tontín, fortachón y filósofo la secundaban y, alertados por la situación, la ayudarán a escapar y en esa ayuda pondrán en peligro aún más sus vidas y la de los otros seres que están más allá del lugar. Entre búsquedas y descubrimientos, canciones, música, coreografías, estereotipos, y personajes entrañables Kelly Asbury (Gnomeo y Julieta) construye un relato con una fuerte ideología feminista, sobre la superación, la identidad, la amistad, y sobre cómo los demás terminan proyectando preconceptos que someten percepciones, y que a la larga se desmoronan. Bienvenida la inyección de éste espíritu a la saga.
“Los Pitufos” son una parte importante de la historieta europea. La universalidad de los enanitos azules lo prueba, y sus cuentos son de una inteligencia notable, verdadera metáfora del mundo a través del humor amable y engañosamente infantil. Cuando Hollywood los transformó en cine de alto presupuesto, cometió el error de mezclar actores y de “descartoonizarlos”: las dos películas anteriores tenían como gran cima el trabajo de Hank Azaria como Gargamel, pero ese gran despliegue cómico era, en realidad, un error. Subsanado: ahora todo es animado y más dinámico, lleno de color y de recuerdos (aunque el 3D lo arruina bastante) de la tira original de Peyo. Pero (ay), tuvimos “Trolls”, una película amabilísima y divertida que fue lo que debió haber sido “Los Pitufos” desde el principio. Así que esta aventura que los enfrenta a un nuevo pueblo está bien, tiene buen ritmo, abusa un poco de la parodia (lo que evita cierta metáfora) y se siente el aire de déjà-vu en todo lo que pasa. De todos modos, una mejora: la dirección de la veterana Kelly Asbury le pone algo de filo a lo que, en ocasiones anteriores, fue demasiado soso. Lo que falta es la doble perspectiva de la tira: aparentaba ser inocente y pueril pero resultaba muy serio. Pero se sabe: Hollywood no cree en sutilezas.
Crítica emitida por radio.
Con una estética y una idea demasiado similar al film animado Trolls que Dreamworks estrenó el año pasado, la nueva película de los Pitufos es 100% animada, no como sus antecesoras que mezclaban a criaturas azules con live-action. Lo cierto es que evidentemente estos personajes no fueron creados para llegar más allá de la caricatura que veíamos en nuestra infancia; aquella creada por el artista belga Peyo a finales de los años 50. Un guión totalmente básico que hace foco en los orígenes de Pitufina (ahora voz de Demi Lovato) y donde descubrimos una nueva aldea regida sólo por chicas, que en realidad son lo más parecido a las Amazonas. Otra vez, no pretendo toparme con un idea inteligente, pero en tiempos en que el cine de animación tiene mucho para ofrecer al público adulto, esta nueva entrega aburre con su humor plano pensado sólo para niños pequeños. Si analizamos el aspecto visual, el exceso de brillo y cosas luminosas logra que por momentos sea una fiesta para nuestros ojos -aunque como siempre el 3D esté de adorno-. Por suerte no abusaron del aspecto musical, algo que por ejemplo en Trolls termina saturando al espectador. Eso sí, las elecciones musicales son bastante pobres. No es novedad si les cuento que la historia es predecible, pues se lo habrán imaginado. Teniendo un espectro tan amplio de personajes; más bien, un Pitufo para cada gusto, es una pena que no saquen provecho de esa ventaja y que termine siendo otra igual a los Minions. Para el que le interese, Smurfette es la única pitufo no real, ya que fue creada por el villano Gargamel en base a arcilla con el fin de atrapar al resto de los aldeanos. Gracias a Papá Pitufo, el hechizo fue revertido, y así ella se convirtió en una más, siendo la única mujer del lugar y la más adorable del grupo. Al parecer, la niña ha llegado a su pubertad, porque comenzó con todos los típicos cuestionamientos sobre su origen y demás dudas con respecto a la personalidad. Así es como emprende un viaje existencial en busca de identidad, en el que la acompañan Fortachón, Tontín y Filósofo; una aventura que incluye villanos, criaturas mágicas y aparentemente milenarias, hasta por último llegar a esta aldea sólo habitada por “pitufas” en la que conoceremos nuevos personajes que no son otra cosa que un opuesto directo de los originales. Tantas son las leyendas urbanas que rodearon siempre a estos escurridizos sujetos azules que uno esperaría algún guiño inteligente… NO, NO LO HAY. ¿Y qué más les puedo contar de Los Pitufos en la aldea perdida (Smurfs: The Lost Village, 2017)? La verdad que nada. Hay ciertos datos curiosos e interesantes, como el hecho de que originalmente iba a llamarse Get Smurfy y que el Pitufo Cocinero es interpretado vocalmente por el famoso chef internacional Gordon Ramsay. En su versión original, podrás apreciar voces como las de Rainn Wilson, Joe Manganiello, Danny Pudi, Julia Roberts, Michelle Rodriguez, Ellie Kemper, Ariel Winter, Meghan Trainor y Tituss Burgess.
Los Pitufos 3: Pitufolvidable. Sony Pictures nos trae otra entrega azul en una nueva aldea con sorprendentes habitantes. Un encuentro que desencadenará la nada misma. La franquicia de Los Pitufos parecía que terminaba con “Los Pitufos 2” (2013) y que ya había visto hasta el límite la explotación azul de la mano de Neil Patrick Harris. No es así para Sony Animation que no sabe decir que no a los pequeños azulitos y van a ruedo sin ningún actor de carne hueso. Los Pitufos en la aldea perdida (Smurfs: The Lost Village, 2017) es una de las tantas obras realizada para llevar chicos al cine sin concepción o manifestación de un mensaje mayor. Pero si el espectador adulto no puede captar ni aceptar la trama ¿Cómo esperan que un niño lo haga? El relato sucede en la sociedad de los pequeños azules con su jerga de prefijos pitu (pitufantásitco, pitucomida, pituamigable, etc.). En donde de tantos seres calidoscopio, que al final solo se diferencian por sus defectos, se destaca Pitufina la “pobre” mujer creada por Gargamel (el villano más unidimensional en los últimos años en el cine) quien no encuentra manera de ser aceptada en un mundo que “no es para ella”. El nuevo cliché 2.0 de relatos feministas (Moana, Frozen) atrapa a una ola de nuevas producciones animadas que comienza a ser detestable. ¿Cuál es el verdadero límite de todo esto? No es el hecho de hacer campaña lo que lleva a ser obsceno, sino la construcción misma del argumento. Es la obra en sí la que tiene que trascender, y no una apertura más del (mal) entretenimiento. Los realizadores hicieron hincapié en su trabajo para dejar un acabado colorido, magnífico y visualmente placentero. El problemas es que la imagen no lleva al largometraje a ocultar los diálogos entorpecidos. Los chistes y los gags puede captar nuestra atención pero de modo fútil y vulgar. Es decir, se trata de embellecer tanto que la alegría tiñe a la película de tonta. ¿Cuánto de sufrimiento real hay en ella? No hay riesgo absoluto. Punto aparte es no saber cómo es el doblaje de los actores Demi Lovato, Julia Roberts, Mandy Patinkin y Rainn Wilson en la animación ya que la pituaventura no se distribuirá en su idioma original. Lamentablemente, las 208 salas a las que llegará, estará en un español neutro desagradable. A diferencia de Trolls, su par animado, está cinta no tiene un elenco y la gran variedad de temas musicales que tenía la propuesta de Dreamworks. La decepción no recae solo en la horrenda escritura del guion sino también en el sentido mismo de la obra, no significa nada. Es un paso para atrás en el mundo del entretenimiento. Por todos estos adornos que ayudarán a lucrar, la industria animada no se cansará hasta que no deje de romper taquilla. ¿Próxima parada? Emoji Movie.
Una película que sin buscarle la quinta pata al gato, entretiene y te hace pasar un muy buen momento en familia. Se puede decir en contra que es previsible, un tanto mediocre, demasiado simple, etcétera, etcétera. , pero a favor que...
Los Pitufos en la aldea perdida: reparación histórica al género femenino La saga se lanza por completo a la animación con la idea de actualizar el rol de la mujer a los tiempos que corren. En su tercera incursión como largometraje, Los Pitufos en la aldea perdida muestra dos cambios sustanciales. Por un lado, abandonaron la interacción con humanos para ser por completo una película de animación; y por otro, como eje central de la historia, se adaptaron al signo de los tiempos, ensayando una suerte de reparación histórica al rol que el dibujito le había dado a la mujer desde sus comienzos. Lo plantean con humor, aunque se percibe hasta cierto dejo de culpa: en la aldea de Los Pitufos, todos cumplen una función o tienen un adjetivo calificativo como nombre: el fortachón, el filósofo, el carpintero, el padre de todos (Papá Pitufo) y hasta el fisgón. La única que “no es nada” es precisamente la Pitufina (“¿y qué es ina?”, se preguntan con sorna), la única mujer en el universo de los pequeños seres azules. Para peor, se revela que en un inicio era una espía enviada por Gargamel (como una morochita, desalineada) pero gracias a un hechizo de Papá Pitufo es “transformada” al bando de los buenos (como rubia radiante, siempre espléndida y hasta con zapatos con tacos altos). Cuando surgieron, nada de esto generaba el ruido que hoy provoca, y por eso aquí la Pitufina es la estrella y en cierta forma heroína de la historia. La delicada señorita, junto a Pitufo Fortachón, Pitufo Filósofo y Pitufo Tontín, se embarcan en una aventura –huyendo de la feliz aldea en la que viven todos juntos en sus casas hongo– por una causa noble. Gargamel (junto a su recordado gato Asrael) quiere llegar al mismo destino, y en esa carrera se lanza contra los pequeñitos azules. Explosión de color El viaje por este bosque prohibido ofrece la paleta de colores ideal para que la película roce por momentos la psicodelia, con los “fosfonejos” que brillan en la oscuridad o el río que fluye por el aire, entre otros detalles que además se potencian en la versión 3D. En la sorpresa que descubrirán al llegar a la aldea escondida del título radicará también la moraleja que le queda a la Pitufina. La enseñanza es simple aunque oportuna. El camino, por suerte, es más entretenido que la revelación en sí, que peca de ser algo tibia respecto a la idea de revitalizar a la figura femenina. Pero lo que plantea Los Pitufos en la aldea perdida es al menos un comienzo de lo que promete ser una nueva etapa en la franquicia. Habrá que ver si dura el cambio.