Elenco de lujo para una película larga y aburrida. La propuesta es un claro ejemplo de aquello que se viene percibiendo hace tiempo y que tiene que ver con lo aséptico y digerido de las narraciones masivas, sin reflexión ni impulso para un espectador más activo.
Desde que el cine es cine que se filmaron películas sobre una de las novelas más conocidas de Alejandro Dumas, escrita en la primera mitad del siglo XIX. Mucho tiempo pasó desde aquella versión muda (estrenada en 1921 y está disponible en YouTube) protagonizada por Douglas Fairbanks. Los Tres Mosqueteros: D’Artagnan es un film francés que se estrena en cines el 13 de abril. La historia ya la conocemos bastante: un joven llamado D’Artagnan, (François Civil) con ilusiones de convertirse en mosquetero como su padre y descubrir a los atacantes de una joven a la que secuestraron y no pudo salvar, llega a una París que se encuentra al borde de una guerra. Allí conoce, y se bate a duelo, con los famosos Athos (Vincent Cassel), Porthos (Pio Marmaï) y Aramis (Romain Duris), con quienes forma una alianza para descubrir un complot contra el Rey (Louis Garrel) y así salvar el futuro de Francia. La película dirigida por Martin Bourboulon se sostiene mayormente gracias al misterioso personaje políglota de Eva Green, el cuarteto protagónico y las escenas de acción. Después, más allá de la sólida primera mitad y las espectaculares locaciones en la campiña y castillos franceses, no es nada que no hayamos visto en otras versiones. Los elementos y los enemigos son siempre los mismos, con algún que otro cambio para traer la novela de Dumas al Siglo XXI y agregarle un poco de novedad a lo ya disfrutado miles de veces. Por último, están advertidos que Los Tres Mosqueteros: D’Artagnan es una primera parte que concluirá con la secuela que se subtitulará Milady que llegaría a los cines a fin de este año. Por lo que no se sorprendan si el final les deja gusto a poco.
Un elenco de lujo aporta su carisma para esta nueva y espectacular versión basada en el clásico relato de Alexandre Dumas. Se trata de la primera de dos entregas, ya que para fin de año está previsto el estreno de Los tres mosqueteros: Milady. Ambas películas se rodaron juntas con un generoso presupuesto total que superó los 70 millones de dólares. Con casi 50 transposiciones al terreno audiovisual, la novela publicada en 1846 por Alexandre Dumas (dos años antes fue un folletín por entregas en el diario Le Siècle) se ha mantenido como un clásico inoxidable del género de capa y espada para muchas generaciones. Tras varios proyectos originados en Hollywood (varios de ellos olvidables), la historia regresa a Francia con un díptico (D'Artagnan ahora y Milady en diciembre) que combina todos los elementos indispensables para construir un espectáculo épico y espectacular: una suerte de seleccionado actoral, una realización inteligente a cargo de Martin Bourboulon (responsable de la saga Papa ou maman y de Eiffel), vertiginosas escenas de acción y un enorme despliegue de efectos visuales para la reconstrucción de época. No estamos frente a un film que derroche audacia ni asuma demasiados riesgos artísticos, pero todo aquello que se pensó desde el concepto y el marketing se concretó con indudable profesionalismo. Charles D’Artagnan (el galán François Civil) es un joven gascón que en 1627 llega a París para sumarse a la guardia de élite del rey Luis XIII (Louis Garrel) y su esposa Ana de Austria (una desaprovechada Vicky Krieps). Allí se encontrará con los ya míticos mosqueteros Athos (Vincent Cassel), Porthos (Pio Marmaï) y Aramis (Romain Duris). Tras un largo período de paz y prosperidad, Francia entra en una época de fuertes tensiones internas y externas con crecientes enfrentamientos entre católicos y protestantes, y las amenazas de ingleses y españoles. Hay, por lo tanto, en estas dos primeras horas de esta saga unas cuantas intrigas palaciegas, confabulaciones propias de una guerra religiosa y personajes manipuladores como el cardenal de Richelieu (Eric Ruf) y la oscura villana Milady de Winter (Eva Green), que probablemente tenga mayor desarrollo e incidencia en la segunda entrega, que lleva su nombre. De hecho, tras estas dos intensas horas el final resulta un poco anticlimático (tranquilos: no hay spoiler), ya que se apela a un cliffhanger y aparece el típico cartel: “Continuará” (hay luego una muy breve escena post-créditos). En definitiva, quien espere un film que subvierta los cánones del cine de acción y aventuras no encontrará aquí ningún elemento demasiado revolucionario, pero para los cultores del género con una bienvenida relectura del clásico y un look más moderno se trata de una opción para nada desdeñable.
Hubo una época, allá lejos y hace tiempo, que en la mente de un niño El Zorro podía vencer a Batman y D’Artagnan, al menos en gustos a la hora de soñarse héroe. El romanticismo de la capa y la espada, hijo de la literatura primero y del cine luego, marcó a más de una generación. No había rayos láser que desintegraran al enemigo en segundos, sino la tensión de un duelo a muerte. Esa épica aventurera -explorada meticulosamente en la obra de Alejandro Dumas- es la que recoge el director francés Martin Bourboulon para rendirle tributo a una novela ícono de la cultura de su país. Como era de esperar el homenaje es a lo grande y, hasta por momentos, desproporcionado. Sobre la historia no hay nada que no se haya visto antes. D’Artagnan (François Civil) llega a París con la intención de convertirse en mosquetero. Luego de una pelea en la que es dado por muerto (que el director filma cámara en mano, en un largo travelling que marcará el tono de la acción de ahí en más), el muchacho queda en el medio de una conspiración contra el rey Luis XIII (Louis Garrel), perpetrada por el cardenal Richelieu (Eric Ruf) y Milady de Winter (Eva Green). El film se toma algunas licencias en relación al texto original, por ejemplo bajándole el tono a la tensión sexual que impera en el texto de Dumas, pero a grandes rasgos respeta sus puntos salientes. El accidentado primer encuentro de D’Artagnan con Athos (Vincent Cassel), Porthos (Pio Marmai) y Aramis (Romain Duris), el pasado trágico del primero, la transformación del protagonista de adolescente a hombre, conforme a la responsabilidad que le toca llevar; y por supuesto los combates, más brutales y menos estéticos que en versiones anteriores. Hasta el director se da el lujo de dejar la historia en puntos suspensivos… a la espera de una conclusión que llegará recién en el último trimestre de este año. Los tres mosqueteros: D’Artagnan aprovecha el millonario presupuesto que costó su realización, replicando fastuosamente la época en la que se desarrolla la historia (Francia en el siglo XVII), sumando un ritmo vertiginoso a los enfrentamientos cuerpo a cuerpo tan vistosos como repetitivos, y contando con un elenco impecable. Vincent Cassel le da a su Athos una dimensión que siempre estuvo en la novela, pero nunca en el cine. Mientras que la Milady de Winter de Eva Green podría tener un mayor lucimiento, aunque es probable que eso quede para la conclusión que, no por casualidad, lleva su nombre. Sin los brillos de muchas de sus antecesoras, esta nueva versión de Los tres mosqueteros es más oscura, trágica, sin por ello perder cierto espíritu lúdico que viene de la mano en una historia de estas características. Si es mejor o peor que otras será una cuestión de gustos, probablemente condicionados por retazos de una memoria emotiva, pero no quedan dudas de que este film es una de las adaptaciones más respetuosas que se han hecho sobre la obra de Dumas, un clásico de la literatura mundial que renace en tiempos de inteligencias artificiales, a estocada, acero y muerte.
Texto publicado en edición impresa.
"Los tres mosqueteros: D’Artagnan", la amistad a prueba de sables La propuesta de Martin Bourboulon intenta revitalizar la famosísima historia de espadachines volviendo en parte a las fuentes y erradicando los elementos más “aptos para todo público” de otras versiones edulcoradas. Intentar aquí un repaso de las innumerables adaptaciones fílmicas de la novela de Alexandre Dumas, de Hollywood a su Francia natal, de las versiones más o menos fieles al libro a las parodias y cruzas con otros géneros, acapararía la totalidad del espacio disponible. Este nuevo acercamiento del francés Martin Bourboulon llega con la marca de la superproducción marcada a fuego en la frente, con un notable reparto de figuras galas en los papeles centrales y un formato narrativo inexorablemente parcial: la historia se completará a finales de este año con el estreno de Los tres mosqueteros: Milady. Primera parte de un díptico, entonces, Los tres mosqueteros: D’Artagnan recorre el comienzo de las aventuras heroicas, cuando el joven gascón del título, interpretado por François Civil, llega a París armado de coraje y el deseo de convertirse en un espadachín al servicio del rey Luis XIII (Louis Garrel). Del breve prólogo al triple duelo imaginado por Dumas, rápidamente reconvertido en el comienzo de una amistad a prueba de sables. Mientras dos de los mosqueteros, Porthos y Aramis, ayudados por el joven discípulo, comienzan a investigar un extraño y brutal asesinato que pone en riesgo la vida de Athos, encarnado con algo de picardía por Vincent Cassel, la reina Ana de Austria (siguen los grandes nombres: Vicky Krieps) cae en las maquinaciones del cardenal Richelieu y su adlátere Milady de Winter (Eva Green). Un plan desestabilizador que incluye la presencia secreta del Duque de Buckingham y que podría poner en riesgo el mismísimo reinado. Así, cruzando los tejes y manejes del cine de intrigas palaciegas, la acción coreográfica a pura capa y espada y un poquito de romance, Los tres mosqueteros cosecha 2023 intenta revitalizar el clásico de la literatura volviendo en parte a las fuentes y erradicando los elementos más “aptos para todo público” de otras versiones edulcoradas. Atractiva y noble en varios sentidos, la nueva versión contrasta con el pastiche de Paul W. S. Anderson estrenado en 2011, con esos barcos voladores, sobreabundancia de efectos digitales y luchas propias del cine de artes marciales. Bourboulon sostiene el ritmo durante dos horas sin apelar a montajes frenéticos, operaciones anacrónicas ni guiños innecesarios, y hay algo ligeramente clásico en la manera en la cual se despliegan las diversas líneas paralelas de la narración. El viaje a través del Canal de la Mancha y la recuperación de un objeto indispensable para mantener la paz social, el enfrentamiento con la bella villana y el rescate de último minuto que involucra un vistoso collar disponen los elementos para un falso cierre: los últimos planos de D’Artagnan regresan al viejo truco de los seriales de antaño y, con un “continuará” gigante en pantalla, reconstruye el concepto de cliffhanger. Hasta la próxima entrega.
Una vez más se convoca al valor y la aventura en una corte plagada de intrigas donde el cardenal Richelieu mueve los hilos y el rey solo tienen para defenderse a sus infalibles mosqueteros. Creados por Alexandre Dumas en 1844, publicado primero por entregas, sus personajes renaces vivos y queribles en esta producción francesa, belga y Alemana, pero con el encanto francés que le da el director Martin Bourboulon, una dirección de arte lujosa, vestuario, peinados, iluminación perfectas, suficientes escenas de acción y efectos especiales para entretenernos bien en pleno siglo 21. Pero por sobre todo tiene a un grupo soñado de grandes actores, Vincent Cassel como el sufrido Athos, Roman Duris como el seductor Aramis, Pio Marmi como Porthos y el joven recién llegado al lugar, el D´Artagnan encarnado por Francois Civil completan el bando de los valientes, frente a un rey caprichoso (Louis Garel) y una hermosa malvada que a fin de año será protagonista en la segunda entrega, Eva Green. Dos horas de entretenimiento, peca de extensa, que primero tarda en ponernos al tanto de una historia conocida de memoria pero luego nos envuelve con su encanto de capa, espada y valor a escala humana que bienvenida sea.
Dato interesante “a priori”, no hay muchas versiones cinematográficas de origen francés de este clásico de la literatura de Alejandro Dumas. Solo recuerdo una de principios de la década de 1960. La mayoría de las producciones que trasladaron la novela al cine son de origen ingles o del corazón de Hollywood. En esta oportunidad todo es de origen francés. Empezando por el director, continuando por los guionistas Alexandre de la Patellière y Matthieu Delaporte, siguiendo por los actores principales y terminando por el músico Guillaume Rousell, la montajista Célia Lafitedupont y el director de fotografía Nicolas Bolduc, que aunque nació en Canadá, pero en la parte francesa. El filme en su traslación, con mucho albedrío, se ajusta mas al texto literario, pero su impronta deja un poco de lado el espíritu romántico para tornarse mas oscuro, no solo desde el concepto de la imagen, sino también desde el relato. Conservando su esencia
Dato interesante “a priori”, no hay muchas versiones cinematográficas de origen francés de este clásico de la literatura de Alejandro Dumas. Solo recuerdo una de principios de la década de 1960. La mayoría de las producciones que trasladaron la novela al cine son de origen ingles o del corazón de Hollywood. En esta oportunidad todo es de origen francés. Empezando por el director, continuando por los guionistas Alexandre de la Patellière y Matthieu Delaporte, siguiendo por los actores principales y terminando por el músico Guillaume Rousell, la montajista Célia Lafitedupont y el director de fotografía Nicolas Bolduc, que aunque nació en Canadá, pero en la parte francesa. El filme en su traslación, con mucho albedrío, se ajusta mas al texto literario, pero su impronta deja un poco de lado el espíritu romántico para tornarse mas oscuro, no solo desde el concepto de la imagen, sino también desde el relato. Conservando su esencia
Para Borges, un clásico es aquel libro que a lo largo del tiempo distintas generaciones lo leen con “previo fervor y una misteriosa lealtad, como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin término”. Borges no busca la condición de clásico en los méritos del texto sino en cómo las diferentes lecturas lo saturan de nuevos significados. La lectura de Martin Bourboulon de Los Tres Mosqueteros: D’artagnan es conservadora, reverencial, como si lo que estuviera resignificando fuera la cultura contemporánea: ante tanta relación líquida, el amor a primera vista; ante el derecho a la agresión anónima de las redes, el duelo y el honor; ante la indolencia, las pasiones fuertes; ante las identidades intercambiables, los mandatos existenciales; y ante la globalización virtual, la patria como algo que vale la pena jugarse la vida.
Este año, llega a los cines una nueva adaptación de la famosísima novela de Alejandro Dumas: Los tres mosqueteros. La nueva versión coproducida por Francia, Alemania y España estará a cargo del director Martin Bourboulon (Eiffel, Papá o mamá) y será dividida en dos partes. La primera (Los tres mosqueteros: D’Artagnan) se estrenará el catorce de abril, y la segunda (Los tres mosqueteros: Milady) tiene como fecha provisoria de lanzamiento diciembre de este año. La historia inicia con un joven e intrépido D’Artagnan que intenta salvar a una mujer de ser secuestrada, pero en la reyerta recibe un tiro y es dado por muerto. D´Artagnan sobrevive y viaja a París para cumplir su sueño de ser mosquetero. Allí descubrirá que los atacantes de la mujer son piezas claves de una conspiración dirigida por el poderoso cardenal Richelieu. Junto a sus fieles colegas Athos (Vincent Cassel), Porthos (Pio Marmaï) y Aramis (Romain Duris) deberán salvar la vida del rey y evitar que la guerra se cierna sobre Francia. La buena ambientación de la película, nos permite sumergirnos en el París del 1600 y espiar cómo funciona su corte, cómo vivían tanto los reyes y sus sirvientes. Es una historia de aventura con mucha acción y peleas entre habilidosos espadachines. También cuenta con personajes entrañables. Como el carismático D´Artagnan cuya impulsividad lo meterá en varios problemas y le hará conocer el amor. Así mismo Milady, uno de los secuaces del cardenal, es un personaje enigmático, inteligente y escurridizo que promete mucho para la segunda parte. Por su parte, los tres mosqueteros, por más que quedan en segundo plano en relación a nuestro protagonista, nos muestran los valores de la caballería: la camarería, la solemnidad y el honor. Además de la acción y la aventura, esta es por sobre todo una película de intrigas. Habrá traiciones, rivalidades, secretos y amantes que podrán dejar en jaque la inestable situación política de Francia. En resumen, Los tres mosqueteros: D’Artagnan es una película entretenida y bien lograda que vuelve a poner en escenas personajes conocidos y entrañables.
UNA CORRECTA ACTUALIZACIÓN Los tres mosqueteros, la obra de Alexandre Dumas, ha tenido incontables adaptaciones al cine, entre directas, libérrimas, inspiraciones, parodias y demás. Claro está, cuando el relato de aventuras era más popular en el cine, las adaptaciones eran más constantes. Pero desde hace un tiempo el cine perdió esa cualidad un poco desmelenada de la buena aventura y D’Artagnan, Athos, Aramis y Porthos dejaron de ser presencia constante en la gran pantalla. Tal vez por eso, esta nueva adaptación dirigida por Martin Bourboulon genera un interés previo, o también porque genera curiosidad el regreso del material a la producción francesa. De todos modos las presencias de Eva Green, Vincent Cassel, Romain Duris, Louis Garrel y más le otorgan un sello de calidad institucional galo. Uno de los males que atraviesa a este tipo de relatos son las consabidas actualizaciones, que pueden ser de forma pero, especialmente, de fondo. Los tres mosqueteros: D’Artagnan no es la excepción, aunque en este caso se podría decir que hay un acierto en el tono. Obviamente todo se ve y luce con ese acercamiento a cierta condición de verismo que el cine actual le exige a la fantasía, una necesidad que atenta contra el movimiento que este tipo de historias deben tener. Por lo tanto, no estamos ante un film que se mueva con galanura y brío, sino con uno que pretende cierta dosis de autenticidad y eso la vuelve un poco tosca. Como si a la ficción hoy no le alcanzara con ser ficción, o como si directamente estuviera mal vista. Por eso que mayormente las traiciones palaciegas y los posicionamientos políticos le ganan en ocasiones a la acción. De todos modos, Bourboulon se revela como un director muy interesante a la hora de ejecutar las secuencias de acción, varias de ellas narradas en plano secuencia y con una apuesta por lo físico que vuelve todo bastante brutal, como la virtuosa secuencia de arranque. El choque de las espadas tiene su peso y su sonoridad, los golpes y los disparos se sienten. Es en esos pasajes donde destaca lo mejor de la película y donde se aprovecha la buena química lograda entre François Civil, Vincent Cassel, Romain Duris y Pio Marmai, como los históricos mosqueteros. Los tres mosqueteros: D’Artagnan es una película que aprovecha el peso de sus individualidades y las hace funcionar como equipo, un poco como los personajes de Dumas. Y, de yapa, una apuesta a dividir el relato en dos, algo que en primera instancia puede resultar anticlimático pero que nos devuelve a los tiempos de los seriales y no deja de ser simpático. Los tres mosqueteros: D’Artagnan continuará en diciembre con Los tres mosqueteros: Milady y habrá que ver el rendimiento de esta película en la taquilla para saber si tendremos la oportunidad por estos lares de resolver el “continuará” en la gran pantalla. Porque si hay algo que vence a los mosqueteros es sin dudas el actual diseño de la exhibición cinematográfica.
Desangelada versión de un clásico literario y cinematográfico que sirve como prueba de lo poco que se espera del cine en la actualidad.
La versión épica histórica de Martin Bourboulon El clásico relato de Alejandro Dumas tiene su versión francesa en clave realista y formato díptico, con una segunda parte centrada en Milady que se estrena a fin de año. Nos encontramos frente a una superproducción europea, un tipo de película que sigue el estilo de Hollywood pero producida en el viejo continente, como es el caso de la película alemana Sin novedad en el frente (All Quiet On The Western Front, 2022). Esta película se presenta como la versión del país de origen del autor de la obra, cuenta con un enorme presupuesto y está construida desde sus propias lógicas narrativas. Además, cuenta con un reparto de lujo, con estrellas de cine francesas de la época, así como un despliegue escénico espectacular y una repetición visual que busca facilitar la comprensión del espectador. La aventura comienza en 1627, tiempos del rey Luis XIII (Louis Garrel) en Francia. Con el fin de pertenecer a su guardia de espadachines de élite llega Charles D'Artagnan (François Civil), quien se encuentra con los mosqueteros Athos (Vincent Cassel), Porthos (Pio Marmaï), y Aramis (Romain Duris). Juntos deberán defender a su tierra de las conspiraciones entre católicos y protestantes y otros peligros provenientes del manipulador plan del cardenal Richelieu (Eric Ruf) y Milady de Winter (Eva Green). Martin Bourboulon (Eiffel) imprime aventura a la vieja usanza con un despliegue coreográfico de las peleas cuerpo a cuerpo para darle mayor realismo a los enfrentamientos entre guerreros. La cámara se involucra en cada escena con virtuosos movimientos logrando un dinamismo visual por momentos sorprendente. El otro aspecto a destacar en este realismo es el cuidado en la recreación de la época. Los personajes presentan rostros siempre sucios, gestos parcos y vestimentas rasgadas debido a las constantes peleas. En este universo sombrío, las acusaciones contra Athos cobran fuerza y la investigación de crímenes adquiere un tono noir, resaltando el espíritu noble del joven D'Artagnan. Los tres mosqueteros: D’Artagnan (The Three Musketeers: D'Artagnan, 2023) se aleja de las versiones románticas estadounidenses para sumergirse en los conflictos de intereses del período histórico, mediante un regreso al texto original.
Reseña parcial de medio tiempo. Esta nueva adaptación de Los tres mosqueteros ofrece una ambiciosa película de cuatro horas de duración que se dividió en dos entregas para su estreno comercial en las salas de cine. Por el momento sólo tenemos acceso a la primera mitad de la obra del director Martin Bourboulon (Eiffell) ya que la conclusión recién se conocerá a fin de año. Es raro reseñar una película de este modo porque te cortan la trama como si fuera el final de temporada de una serie y no se la puede analizar de un modo integral. En lo personal el espectáculo que se presentó en esta entrega me pareció más decepcionante que prometedor. Si buscás ver una gran propuesta de aventuras y en especial un exponente del subgénero de capa y espada esta película no es para vos. La particularidad de esta adaptación de la obra de Alexandre Dumas es que se enfoca más en el drama histórico y los conflictos políticos-religiosos que atravesaba Francia en el siglo 17. De hecho, el film se podría haber titulado Las tribulaciones sentimentales de Ana de Austria y encajaba perfecto, ya que en esta primera mitad del relato los conflictos del Rey con su esposa tienen más peso que los mosqueteros. Apoyado en un diseño de producción impactante, el relato de Bourbolon evoca cierta estética del cine de Ridley Scott con una puesta en escena oscura donde los protagonistas se presentan sucios y miserables. La trama sigue la premisa central de la obra de Dumas pero también aporta nuevas subtramas y elementos “modernos” que ayudan a combatir la familiaridad del relato. No todas las ideas son buenas dentro del fan fiction que proponen los guionistas. La decisión que Porthos ahora sea bisexual es una tontería forzada que no le aporta nada al conflicto y parece un guiño destinado a la platea hipster que se ofenden enseguida si no encuentran alguna representación de ese tipo. El relato del director por momentos se vuelve algo aburrido y cuenta con dos inconvenientes notables. A lo largo de 120 minutos nunca llega a consolidar el equipo y la camaradería que conformaba D´Artagnan con los mosqueteros quienes tienen una interacción grupal muy limitada. De todas las adaptaciones que vimos en los últimos años esta es la formación con menos química que se registró hasta la fecha en el cine y la televisión. Vicent Cassel hasta parece aburrido en su insípida interpretación de Athos. Por su parte Eva Green, lo mejor de esta producción, presenta una encarnación más cínica y cruel de Milady que es interesante pero lamentablemente cuenta con muy pocas escenas para disfrutar esta versión del personaje. Con respecto a la acción necesito hacer una catarsis personal. Como ex esgrimista federado las secuencias de combate con las espadas las viví como una picana a los ojos. El hecho que una película concebida y realizada en la madre patria de la esgrima de elite presente a los mosqueteros como ancestros de John Wick es una aberración. Queda la sensación que los actores no tuvieron ningún tipo de preparación previa y el director dejó que improvisaran esos momentos a su antojo. Los mosqueteros contaban con una formación de esgrima extraordinaria y no cualquiera podía ser parte de esa unidad militar. Retratarlos como una banda de vikingos sacados es cualquier cosa. Al margen de ese detalle las coreografías de los duelos son muy pobres y confusas y la película se excede también con el uso de armas de fuego que le quita todo el atractivo a la propuesta. Francois Civil es por lejos el peor D´Artagnan que vi en el cine y no tiene la mínima noción de cómo empuñar una espada. Hasta Logan Lerman hizo un trabajo más decente con el mismo rol en la versión lisérgíca de Paul W.Anderson estrenada en el 2011. No se trata que los artistas sean esgrimistas olímpicos sino que cuenten con un coach que les permita sobresalir en sus personajes de un modo atractivo, como lo hicieron en un pasado reciente Chris O´Donnel, Antonio Banderas o Viggo Mortensen en Capitán Alatriste. La serie de la BBC con estos personajes que se estrenó hace unos años supera claramente a este film que trabaja muy bien los aspectos políticos de la obra de Dumas pero relega el género de aventuras a un plano muy secundario. Veremos si remonta en la segunda mitad con una mayor integración grupal de los protagonistas y más escenas de Eva Green.