La ópera prima de Martín Deus, “Mi Mejor Amigo”, es a primera vista, una historia sencilla. La acción tiene lugar en un pueblito de la Patagonia. Lorenzo (Ángelo Mutti Spinetta) vive con sus padres y su hermano menor. Es un adolescente tranquilo, lector, estudia guitarra clásica. Se junta a estudiar con sus compañeras y sus compañeros lo eligen último para jugar al fútbol. Un día, a su vida cotidiana se le suma la presencia de Caíto (Lautaro Rodríguez), el hijo de un amigo de la familia llegado de Buenos Aires. Las circunstancias que llevaron a Caíto hasta allí, así como su independencia, van a ser un problema para su integración a una vida familiar a la que no está acostumbrado. Eso también va a ser el principal motor de la creciente relación entre él y Lolo. En ese nivel, la historia es tradicional, pero el director invita a algo más, jugando desde un primer momento con cierta ambigüedad. El póster promocional de la película anuncia claramente, “una historia de amistad o de amor, según cómo la mires”. El espectador decide de qué se trata. Incluso podría llegar a verse desde la etiqueta de un film “coming of age”, ese subgénero que muestra ese paso de la niñez hacia la madurez, o al menos una primera etapa de ella. Otra posible mirada ambigua se vuelca sobre los protagonistas. Desde un inicio, al conocer a Lorenzo nos empezamos a preguntar sobre su sexualidad, y es una pregunta que se mantiene durante gran parte de la historia. En el caso de Caíto, la cuestión es sobre su comportamiento en general, si su actitud independiente que roza en la inconsciencia es una forma de llamar la atención, o simplemente es su forma de ser. Por el costado interpretativo, ambos actores protagónicos demuestran estar a la altura necesaria para reflejar el estado emocional de dos chicos pasando por esa edad y situación. Acompañan a la construcción de la historia, en momentos relevantes hasta el final de la película, la fotografía de los paisajes patagónicos en juego con la banda sonora (a cargo de La Bersuit). Estas decisiones a la hora de relacionar tema y estilo rindieron sus frutos para la presentación internacional de la película. En la edición de este año del Festival de Cannes “Mi Mejor Amigo” recibió el premio Écran Junior, sección destinada a obras de interés para jóvenes adolescentes (de entre 13 y 15 años), y está nominada en San Sebastián al Sebastiane Latino, recibido por aquellos filmes que mejor representen las temáticas de diversidad sexual y de género. Sería muy bueno que el público local también acompañe esos reconocimientos y disfrute de esta mirada original sobre el amor, o la amistad, o por qué no, ambos.
Mi mejor amigo La ópera prima de Martin Deus desanda los pasos de un adolescente (Angelo Mutti Spinetta) y su encuentro con el hijo de un amigo de su padre (Lautaro Rodriguez), mientras su despertar sexual lo impulsa a revelarse a mandatos y pautas establecidas. Con honestidad, con diálogos sinceros y sencillos, y con la habilidad para ubicar a los protagonistas en un contexto natural para enmarcar la historia, Deus potencia su relato, una coming age LGBT que sorprende por la veracidad y verosímil de su historia.
Los hijos de… El título de esta nota es tan provocador como la original idea que tuvo el debutante Martín Deus para realizar esta película protagonizada por Guillermo Pfening, Angelo Mutti Spinetta, Lautaro Rodríguez y Moro Anghileri, que permite dada su riqueza narrativa y ambigüedad manifiesta interpelar la mirada del espectador y que se resume en el afiche de promoción con la frase “según cómo se mire”. La premisa es la antesala de una historia que marca rápidamente el vínculo entre Lolo (Ángelo Mutti Spinetta) y Caíto (Lautaro Rodríguez). Ambos son adolescentes, pero pertenecen a universos familiares distintos en el sentido que Caíto es hijo de un amigo de toda la vida del padre de Lolo (Guillermo Pfening), quien llega de sorpresa a su casa en la Patagonia por requerimiento en carácter de urgencia de su viejo amigo de Buenos Aires y que se relaciona con un acontecimiento importante que no revelaremos aquí. En la familia de Lolo (completa el cuadro, Moro Anghileri como la madre junto a otro hermano menor), Caíto debe adaptarse a una nueva manera de vivir muy distante a la que llevaba con su padre y bastante restrictiva en todo sentido. Tampoco puede despojarse del mote “hijo de”, teniendo presente el pasado de su padre antes que el padre de Lolo partiera a la Patagonia y se dejaran de ver. Para Lolo, la llegada de Caíto implica por un lado encontrar en su compañero de cuarto una persona que es reacia a cumplir reglas y libre de hacer lo que se le da la gana, incluso cuando los adultos imponen mayor rigor y autoridad. El vínculo se acrecienta y los conflictos entre Lolo y Caíto se compensan con los momentos en que la complicidad crece, así como una intensa relación amistosa que va un escalón más arriba por la fascinación que el extraño ejerce sobre Lolo sumado a los dobles mensajes que recibe de manera constante al increparlo por sus conductas. La sutileza con que el director construye la relación de amistad entre Lolo y Caíto es uno de los puntos claves del film para sostener la premisa hasta el último plano. Y a eso debe añadirse la meritoria actuación de los dos adolescentes, mayor desafío para Ángelo Mutti Spinetta que dentro de ese vínculo debe transmitir emociones contradictorias, pero siempre con la seguridad de su personaje y de saber hacia dónde ir. Se habla muchas veces de ese subgénero que abarca historias de adolescentes hacia la madurez como un retrato de un estado o época determinada de nuestras vidas, aunque por lo general ese tipo de propuestas recaen en lugares comunes desde la conflictiva o incluso desde el aprendizaje amoroso. Hay pocas películas que exploran la idea de amistad entre dos adolescentes con la profundidad justa, donde la admiración de uno por otro, las influencias y cruce de personalidades y caracteres no son necesariamente un indicio de atracción sexual, sino otra cosa. Mi mejor amigo abre un abanico a la subjetividad sin una guía para los sentimientos, sin un mapa para dejarse arrastrar por la aventura de la adolescencia y sus estadios ambiguos. Suficientes motivos para apoyarla de antemano y por supuesto repensarla y repensarse.
Un comming of age con sensibilidad y sin golpes bajos Con una sensibilidad notable y sin golpes bajos, este film narra la relación entre dos chicos muy diferentes que chocan, se complementan, se hacen amigos y surge, entre ellos (sobre todo en uno de ellos) el amor y el deseo. El paisaje patagónico complementa perfectamente el tema, que es también el del pasaje de la adolescencia a la primera juventud (ese tema universal), y el de salir no sólo del closet sino del enorme conjunto de prejuicios –a veces solo esbozados– que la sociedad construye a nuestro alrededor.
Escrita y dirigida por Martín de Deus, la película habla de temas tan importantes como la discriminación, el despertar sexual, la amista y el amor posibles entre mundos tan distintos como la tradición y la marginalidad, los destinos marcados. La historia de una familia estructurada, con una vida en un pueblo de la Patagonia, con un mecanismo de funcionamiento que varía entre una estricta rutina de convivencia y preocupación de los padres por “criar” bien a sus hijos. Con aspectos tradicionalistas y prejuicioso, pero también con una apertura. En esa ambivalencia se mueve el protagonista asta que llega para quedarse un tiempo en su casa otro joven, de características límites, violento, adicto, sufriente. Solo la preocupación de Lorenzo por Caíto frena un rechazo anunciado y hace posible un tiempo de convivencia, de amistad, de amor, de tolerancia, de deslumbramiento y dolor. Ángelo Mutti Spinetta se luce en este protagónico que sabe explorar con buenos recursos. Lautaro Rodríguez en su debut actoral es convincente entre esa mezcla de dureza y vulnerabilidad. Un film delicado, elegante, que crea buenos climas y saca partido de las sutilezas de un primer amor que no encaja.
La ópera prima de Martín Deus, "Mi mejor amigo", es un exponente superador del cine de temática LGBTIQ, gracias a la universalidad y cercanía de su tratamiento. Una de las formas más cabales de observar cómo avanzó la sociedad respecto a la perspectiva de género, tiene que ver con observar la gran cantidad de películas con temáticas LGBTIQ y el abordaje de las mismas. En las últimas dos décadas, y más aún en los años inmediatamente recientes, hablar de cine queer ya no es tabú, los personajes dejaron de ser estereotipados/estigmatizados, y ya no hace falta presentarlo abiertamente como foco de escándalo y polémica. A la par, se dio de la mano de un traspaso de la presentación como algo meramente sexual. Argentina también es beneficiaria de ese avance, y desde la mítica "Adiós Roberto" (1985) con una mirada hoy bastante anticuada, sino cuestionada, hasta el estreno de Mi mejor amigo, hay que decirlo, ha corrido mucha agua bajo el puente. La ópera prima de Martín Deus, luego de una serie de cortometrajes en los que también avanzó sobre el tema, aporta una mirada diferente a mucho de lo habitual en el cine queer, trae frescura y una mirada pretendidamente ambigua que decide no colocar la cuestión como epicentro de todo el desarrollo, si bien es fundamental. Desde la promoción ya nos lo adelanta ¿Es una relación gay, o una relación de amistad? Hay dos trailers, dos afiches, cada uno apuntando hacia una observación diferente. La respuesta que nos da "Mi mejor amigo" es simple, no importa, es la historia de una relación, punto. Lorenzo (Ángelo Mutti Spinetta) es un adolescente que vive con su familia en Tierra del Fuego. Su personalidad es algo retraída y se refugia en los libros para disimular la dificultad de relacionarse con pares de su misma edad. No necesariamente es un nerd, no necesariamente tenemos que etiquetar, simplemente lleva un escudo como muchos jóvenes en esa difícil edad. Su padre, Andrés (Guillermo Pfening) anuncia que vendrá a vivir con ellos Caíto (Lautaro Roríguez), hijo de un amigo de la juventud de Andrés, al que hace mucho no ven. Su madre, Camila (Moro Anghileri) resiste, pero termina aceptando al nuevo integrante. Caíto (mismo nombre que el hermano de Pfening en la vida real, y protagonista de la película homónima) podría ser un opuesto a Lorenzo, es extrovertido, le rehúye al estudio, y maneja una serie de códigos a los que Lorenzo no penetra. Pero algo los une, la necesidad de apoyarse uno en el otro. Mi mejor amigo es la historia de amistad, más allá de la posibilidad de ver en esta algo más. Lorenzo atraviesa una serie de sensaciones que aún no se anima a compartir; o quizás sean otra cosa. Una cosa es cierta, necesita de alguien de su misma generación que lo trate como alguien cercano, que lo lleve a vivir las experiencias propias de un salto de edad. Caíto no parece tener la misma indefinición de Lorenzo, pero también utiliza su coraza. Detrás de esa personalidad ruda, provocadora, y hasta perjudicial para sí mismo; se esconde una figura frágil que sufre por su historia personal. La amistad de Lorenzo le permitirá ver que hay otros caminos. Martín Deus plantea ante todo un coming of age. La edad de los protagonistas no es aleatoria. Sus personajes se encuentran en el limbo de tomar actitudes maduras, o seguir actuando con irresponsabilidad. Dentro de ese marco de película generacional, Deus desliza la posibilidad de abordar algo que vaya más allá de la amistad, pero lejos está de hacer polémica al respecto. Plagada de sutilezas y situaciones en las que no será difícil identificarse, Mi mejor amigo no necesita de enrostrar sentencias, deja que el espectador entienda, que empatice con los personajes, y viaje junto a ellos. Escenas en las que los diálogos sobran, pequeños momentos, flashes, actitudes que quizás pasen desapercibidas para quien no atravesó por las dudas de Lorenzo o las dificultades de Caíto, pero que para quienes lo sintieron, o posean el grado de sensibilidad necesaria, calarán hondo. Una mirada, un retozo, un celofán, una canción, un dibujo, una palabra de más o de menos, todo puede tener un significado más allá de lo superficial. A contramano de la solemnidad y melancolía que muchas veces se le reprocha al cine de temática LGBTIQ, "Mi mejor amigo" no es una comedia de carcajadas o satírica, pero sí es un film luminoso, brioso, con mucha dinámica, y una mirada actual sobre los adolescentes. Se trata de un film de adolescentes, (no solo) para adolescentes. Si bien sus personajes representan un esquema dentro de la historia, no se presentan como un cliché. No son el nerd y el chico marginal e ignorante que delinque; son más, son personajes vivos, reales. Ángelo Muttti Spineta demuestra la misma dificultad expresiva que ya demostró en "Primavera" y "Un viaje a La Luna". Pero Deus lo repara logrando buena química entre él con Lautaro Rodríguez (que salvo por una escena de llanto, cumple con lo requerido), y con sus padres, además de contar con la natural química con su hermano real Benicio como su hermano en la ficción. Guillermo Pfening muestra la habitual ductilidad y carisma para un personaje con más de una capa. Pero quien se lleva las palmas, nuevamente, es ese ser arrollador llamado Mariana “Moro” Anghileri. En la piel de una madre y esposa sobrepasada, que va más allá de ser castradora y expone sus propios dramas, su personaje evoluciona con cada escena, hasta un diálogo cumbre que hará temblar la pantalla. Anghileri se supera con cada rol y sigue demostrando estar a la altura de cualquier desafío mayor. "Mi mejor amigo" también es un film sobre ellos dos, una pareja que debió refugiarse, comenzar de nuevo, y que se deben una charla entre sí. Humana, ligera y a la vez profunda, realista, y enternecedora, este film es un gran primer paso en la carrera de Martín Deus, un director que adoptó una temática pero no se refugió en ella; fue más allá hablando de personas que no solo tienen una o dos caras, tienen vidas.
Más que una amistad Lorenzo es un adolescente tímido, nerd e introvertido que vive en el sur del país con su familia. Su vida cambia cuando deben recibir a Caíto, el hijo de un amigo del pasado del padre. Caíto es muy diferente a Lorenzo, es extrovertido, irresponsable y tiene algunos problemas para adaptarse a esta nueva situación. La relación entre Lorenzo y Caíto comienza un poco tensa pero a medida que avanza la historia, los dos adolescentes encuentran una amistad, y lo que podría ser más que eso, en ese vinculo. Luego del éxito de películas como Call Me By Your Name y Moonlight, Martín Deus nos trae una versión local de una película con temática LGTB para adolescentes. En este caso, deja de lado lo sexual y se centra en lo emocional. La química de los personajes principales se muestra de forma sutil, deja mucho a la imaginación del espectador. Cosas tan simples como las miradas o ciertas actitudes, cumplen un rol principal mostrando lo que siente cada personaje. Los actores hacen un gran trabajo representando las emociones que va sintiendo cada personaje a lo largo de la historia. La actuación de Lautaro Rodriguez es para destacar. De hecho, fue Martin Deus quien lo “descubrió” como actor, y luego obtuvo un papel en Acusada, la última película de Lali Espósito. Moro Anghileri también saca lo mejor de sí para interpretar a la madre de Lautaro, que le pone los puntos a Caíto, pero logra que empaticemos con ella de todas formas. Mi mejor amigo despliega unos escenarios hermosos y una fotografía única. Al ser filmada en Santa Cruz, los paisajes hablan por sí solos y muestran las increíbles tierras de nuestro país que no conocíamos. Estos paisajes son bien acompañados con música placentera que nos va metiendo de a poco en la historia de amistad y amor de los personajes. Mi mejor amigo logra superar las típicas películas de amor heterosexual para adolescentes y presenta una propuesta diferente. Mantiene un buen ritmo y propone una historia enriquecedora para aquellos que están en esa etapa en donde se descubren y van formando sus relaciones.
La adolescencia es nuevamente focalizada por el cine en la película de Martín Deus que expone el camino de búsqueda que atraviesa un chico como muchos otros, intentando encontrar su lugar en el mundo. Mi mejor amigo se ambienta en un pueblo de la Patagonia, en dondeLorenzo -Angelo Mutti Spinetta, el actor de Primavera y Un viaje a la luna- vive junto a sus padres -Guillermo Pfening y Moro Anghileri- y su hermano. La llegada de Caíto -Lautaro Rodríguez, visto en la recienteAcusada-, el hijo del amigo del padre, para pasar unos días en el hogar cambia para siempre la vida de todos. El film muestra la atracción de los opuestos en esta cálida mirada sobre la amistad, la aceptación y el despertar sexual plasmada con tono nostálgico y sin golpes bajos. Lorenzo es el alumno aplicado, tiene buena relación con su entorno y se muestra muy frágil. En cambio, Caito arrastra un pasado familiar complicado y trata de insertarse como puede en su nueva realidad. El choque y las diferencias que existen entre ambos son el puntapié para este relato sobre las emociones contenidas y en el que que cada uno necesita del otro. Es una historia de amistad y también una historia de amor como propone el slogan publicitario del filme. Deus transita el periplo emocional de sus personajes a través de situaciones cotidianas que encuentran los mejores momentos en el segundo tramo del filme. Lorenzo ayuda y cubre a Caíto frente a la mirada de los adultos y comienza a palpitar por él, pero Caito es complicado y la historia develará la verdadera razón por la cual tuvo que dejar su casa. Mi mejor amigo es sensible y respetuosa de la edad que retrata y correctamente llevada por el elenco joven: alguien que encuentra en su polo opuesto el motor necesario para dar sus pasos en el terreno emocional y el descubrimiento del sexo. Entre escenas de camping, miradas furtivas, rebeldias, coqueteo con compañeras y un entorno adulto que apoya y comprende lo que le sucede a Lorenzo, suena una canción que resume el espíritu de toda la propuesta: "Te encontré".
Lorenzo (Ángelo Mutti Spinetta) es el hijo mayor de una familia de clase media instalada en la Patagonia, está en los últimos años del colegio secundario, tiene un rendimiento académico admirable, es maduro para su edad y está enamorado de una compañera. Pero todo eso cambiará cuando a su vida ingrese Caíto (Lautaro Rodríguez), el hijo de un viejo amigo de su papá, quien llega huyendo de algo que en principio no se sabe qué es, pero que indudablemente lo ha dañado. Mi mejor amigo es un retrato madurativo centrado en la relación que lentamente construyen esos personajes. Una relación va de la desconfianza a la contención y de allí a la confidencia, siempre punteada por las actitudes de un Caíto poco adepto a los límites de la madre (Moro Anghileri) y el padre de Lorenzo (Guillermo Pfening), lo que genera una serie de rispideces que acentúan los sentimientos tan intensos como contradictorios de Lorenzo. Los chicos, pese a los contrastes, tienen muchos elementos en común y una química innegable. Una química que de tan fuerte podría emparentarse al enamoramiento, con la salvedad de que el guión del también director Martín Deus apuesta por lo sugerido antes que lo explícito, por dejar flotando las preguntas en lugar de entregar respuestas. En ese sentido, Mi mejor amigo es un film tierno y cálido que explora la amistad masculina adolescente preocupándose únicamente por los sentimientos de sus personajes que por la valoración que el mundo adulto pueda hacer sobre esos vínculos.
Es difícil que una película de iniciación, de crecimiento, no cause empatía: todos vivimos esos momentos de zozobra emocional en el largo y sinuoso camino hacia la adultez (que no es más que el inicio de otro largo y sinuoso camino, pero eso será carne de otras películas). Mi mejor amigo capta con sensibilidad y sutileza esa etapa de confusión, y lo hace retratando el vínculo protoamoroso entre dos varones adolescentes. Ante todo, lo que se muestra es un choque de mundos y de clases. Lorenzo (Angelo Mutti Spinetta, nieto del Flaco), es un chico de clase media criado por padres progresistas, responsable, estudioso, malo para los deportes, introvertido, tímido con las chicas. De un día para el otro se ve obligado a convivir con Caíto (el debutante Lautaro Rodríguez), hijo de un amigo de su padre, enviado a ese hogar sustituto en la Patagonia porque tiene problemas en su casa. El es todo lo contrario: tiro al aire, salidor, cargado de violencia contenida, pero de buen corazón. Toda la película se apoya en la buena construcción de estos dos personajes -también de los padres de Lorenzo, a cargo de Moro Anghileri y Guillermo Pfening- y de la relación entre ellos. En su opera prima, Martín Deus consigue que sus criaturas transmitan emociones sin necesidad de verbalizarlas. La indefinición y las dudas de Lorenzo están ahí, sin por eso hacer del protagonista alguien apático. Caíto también está en la búsqueda, pero no de su identidad sexual, sino de contención afectiva. La intersección de esos recorridos les deja huellas tan profundas como invisibles.
Verdad o consecuencia ¿Quién no se sintió alguna vez incomprendido? ¿Quién no sintió la imposibilidad de expresar aquello que le pasa? Cualquiera puede identificarse con alguna de esas experiencias desde las cuales el director Martín Deus universaliza una problemática históricamente asociada a una minoría. Porque Mi mejor amigo (2018) describe la fuerte atracción que sienten dos adolescentes en plena crisis de identidad, sin caer en los estereotipos recurrentes de los films de temática gay. Todo comienza cuando Caíto (Lautaro Rodríguez) llega a la casa de Lorenzo (Ángelo Mutti Spinetta), quien vive con sus padres (Guillermo Pfening y Moro Anghileri) y su hermano menor (Benicio Mutti Spinetta). Ambos son el agua y el aceite y, por circunstancias inesperadas, deben aprender a convivir. Sucede que Caíto, cargado de problemas personales con tendencia al conflicto, encuentra en Lorenzo su único cable a tierra. Entre ellos nace un fuerte vínculo que cruza sentimientos y lealtades, pero la tensión de las diferencias genera un sinfín de vaivenes emocionales. En un campo deportivo se eligen jugadores para un picado informal. Lorenzo es uno de los últimos en ser elegido. No por su falta de habilidad en el fútbol sino por su incapacidad para relacionarse con cierta testosterona varonil que el juego requiere. Es el comienzo del film y marca un modo de entender y empatizar con el protagonista, un chico de físico delgado, cierta búsqueda intelectual en la lectura y una sensibilidad a flor de piel. Él lleva adelante la narración, desde sus ojos vemos cómo le afectan los distintos mandatos sociales como la necesidad de tener la primera experiencia sexual y ser aceptado por un grupo. Por contraste Caíto es puro físico, tiene destrezas manuales como arreglar bicicletas, es bueno en los deportes y resuelve los conflictos a los golpes. Es su manera de vincularse con el mundo y de escapar a sus problemas personales. En este relato de opuestos lo interesante es cómo los protagonistas tratan de entenderse, encontrarse y aprender mutuamente el uno del otro. ¿Es una relación de amistad o de amor? Mi mejor amigo tiene la suficiente ambigüedad para que la naturaleza del sentimiento pase a un segundo plano y centrar el conflicto en el vínculo construido ¿Es o no posible que estén juntos? La tensión sobre el destino de ambos mantiene en vilo al espectador con absoluta naturalidad. Martín Deus abre un abanico de emociones en muchos casos contrariadas para trasmitir el estado de ánimo de sus personajes: Un impulso y un deber ser, expresados en vivencias específicas donde las palabras sobran. Por eso Caíto se dirige a un bar y mira a la novia de otro cuando juega al pool, no le interesa la chica sino buscar peleas. También por eso, cuando Lorenzo habla con su madre valen más las miradas que la respuesta a sus preguntas. Escenas sensoriales de una película con el acento puesto en los conflictos internos de sus protagonistas con quienes uno empatiza y se identifica más allá de las circunstancias. De esta forma Mi mejor amigo marca un antes y un después en los films de temática gay. Ya no se trata de hablar de una minoría marginal, sino de expresar los sentimientos universales que cualquier persona más allá de su orientación sexual, pueda tener.
“Mi mejor amigo”, de Martín Deus Por Jorge Bernárdez Los años de la adolescencia no son fáciles de por sí y se complican más si a la problemática habitual se le agregan problemas como el desarraigo o secretos familiares de esos que la gente prefiere dejar tranquilos y fingir demencia para tratar de vivir esos años pueden ser directamente un infierno. La familia de Lorenzo (Angelo Mutti Spinetta) dejó la Capital y se instaló en la Patagonia. Allí se encuentran los cuatro adaptándose a un modo de vida nuevo cuando desde lejos, desde la Capital, les llega un pedido de ayuda. Andrés (Guillermo Pfenning) y Camila (Moro Angeleri) ocultan algo de información, pero les van diciendo con cuidado a sus hijos que pronto van a recibir al hijo de un amigo del padre. Lorenzo y su hermano Luky (Benito Mutti Spinetta) escuchan y tratan de asimilar de la nueva situación. La familia no es que viven con grandes comodidades pero está claro que el compromiso de Andrés con su amigo es importante y no puede rechazar darle una mano. Quien se agrega al hogar es Caíto (Lautaro Rodríguez), que no sabe por cuanto tiempo va a tener que vivir con esta nueva familia y que carga con una historia familias de violencia, desapego y consumo de drogas. De hecho la razón por la cual la familia protagónica dejó la capital por un problema de consumo de Andrés. Quien se hace un poco cargo de Caíto es Lorenzo que es apenas un poco menor y que se muestra como un adolescente en camino de adaptación al nuevo mundo. Pero Caíto y Lorenzo son bastante distintos y tardan bastante en entenderse hasta que por razones de edad y de sensibilidad logran conectar, Pero la relación no es fácil y el mundo de excesos con el que carga Caíto se vuelve en un factor de constante choque. Mi mejor amigo toca temas complicados que van desde los secretos familiares hasta los equívocos acerca de los intereses sexuales de un adolescente obligado a hacerse cargo de lo disfuncional que puede ser una familia. Lo mejor está en la relación de los dos adolescentes y en los momentos en que la película les da el suficiente aire para poder hacerse amigos y tratar de apoyarse el uno al otro. Una película interesada en tocar una temática humana sin golpes bajos de manera sensible. MI MEJOR AMIGO Mi mejor amigo. Argentina, 2018. Guión y dirección: Martín Deus. Elenco: Ángelo Mutti Spinetta, Lautaro Rodríguez, Moro Anghileri y Guillermo Pfening. Fotografía: Sebastián Gallo. Música: Mariano Barrella. Edición: Alberto Ponce. Dirección de arte: Jimena Soldo. Sonido: Maximiliano Gorriti. Distribuidora: Primer Plano. Duración: 90 minutos.
Escrita y dirigida por Martín Deus, esta ópera prima se centra en la relación que entablan dos adolescentes con características opuestas: Lorenzo (Ángelo Mutti Spinetta), introvertido y estructurado, vive con sus padres (Moro Anghileri y Guillermo Pfening) y con su hermano menor en la Patagonia, mientras que Caíto (Lautaro Rodríguez) es un rebelde y marginal adolescente que acaba de dejar su casa a causa de un grave conflicto familiar y se aloja en la de Lorenzo (Caíto es hijo de un amigo del padre de Lorenzo). El vínculo, que comienza a los tumbos por las diferencias entre ambos, se va volviendo cada vez más estrecho y profundo. Cada uno va tomando cosas del otro y se va creando una amistad muy fuerte que, en ciertos momentos, puede emparentarse con el amor. A Caíto, por su conducta irresponsable y errática, le cuesta adaptarse a la vida de una familia armónica como la de Lorenzo. Es en ese momento cuando Lorenzo —en un gesto de gran afecto— decide protegerlo bajo su ala. A su vez, la independencia de Caíto le rompe el molde al comportamiento responsable y recatado de Lorenzo y le da el impulso necesario para que descubra la sexualidad, entre otras cosas propias de su edad. Caíto, por su parte, le transmite su libertad, la cual Lorenzo toma con cuidado, tratando de no caer en los excesos de su amigo. El filme, que representa otro interesante abordaje del género coming of age, plantea cierta ambigüedad desde el guion debido a que juega hábilmente en torno al tipo de relación que mantienen los adolescentes, es decir, no deja en claro si la misma puede asimilarse a una entrañable amistad o a un incipiente amor. Este hecho no le quita ni agrega nada a la película aunque hace que el espectador se comprometa más con la historia y se sienta partícipe de la misma. El guion refleja en forma genuina el proceso tan difícil que pasa todo adolescente para crecer y volverse adulto, reflejando ese abanico de emociones que cuesta tanto manejar, donde el peligro está latente. Tanto Ángelo Mutti Spinetta como Lautaro Rodríguez se muestran naturales y espontáneos, y sobre todo muy creíbles en sus roles protagónicos, que implicaban una gran entrega y un gran riesgo interpretativo, del cual salen absolutamente airosos. Guillermo Pfening y Moro Anghileri logran dar el tono justo a los personajes de esos padres desconcertados por ver la otra cara de la realidad: la marginalidad de Caíto. En una palabra, el filme es una valiosa apuesta que retrata ese momento crucial de la vida que es la adolescencia, con un guion sencillo pero acertado que deja con ganas de más. La fotografía de los bellos paisajes patagónicos complementa el relato de una manera eficaz. La película llega al estreno con excelentes pergaminos, ya que ganó el Gran Premio Écran Junior en la 71° edición del Festival Internacional de Cine de Cannes. La particularidad de la consagración es que el jurado que reconoció el filme estuvo integrado por adolescentes franceses de entre 13 y 15 años.
Mi mejor amigo es una película sensible y sencilla, en el mejor sentido del término. La complejidad de la ópera prima de Martín Deus está en los personajes, los sentimientos que van desarrollando y las relaciones entre ellos. La belleza del paisaje patagónico en el que se desarrolla la historia acompaña y nunca opaca el foco del film: su historia de amor y autodescubrimiento. Si ese amor es romántico o el de una amistad, depende del punto de vista de cada uno de los protagonistas. Lorenzo (Angelo Mutti Spinetta) es un adolescente inteligente y reservado que tiene una excelente relación con sus padres (Moro Anghileri y Guillermo Pfening). Caíto, hijo de un amigo del padre, estuvo involucrado en un accidente y lo envían desde Buenos Aires a pasar un tiempo con la familia de Lorenzo. Su presencia cambia la dinámica del hogar y entre ambos chicos se irá construyendo una relación de complicidad y amistad, que para Lorenzo significará descubrir algunas cosas importantes sobre él mismo. Hay detalles en los que la ópera prima de Martín Deus recuerda a Llámame por tu nombre. Lo que sucede es que las historias que tienen que ver con crecer, afianzarse en la propia identidad y la iniciación romántica y sexual comparten un ADN en común y proliferan en el cine porque generan empatía e interés universal. Eso es lo que produce Mi mejor amigo, que se distingue dentro de su tipo por el cuidado en mostrar las particularidades de los personajes y su entorno.
Construida a partir de silencios, miradas y contemplaciones, Mi mejor amigo es el primer largometraje de Martín Deus, un debut promisorio que se destaca por sus hermosas locaciones patagónicas pero que zozobra lentamente en varios aspectos cruciales.
El cine de temática LGBTIQcontinúa tomando cada vez más presencia tanto en festivales como en los circuitos comerciales y en esta ocasión llega a la taquilla un film argentino destinado al público adolescente. Sencilla, fresca y enternecedora, la ópera prima del platense Martín Deusse sumerge en aquellos complicados años del despertar sexual, donde las dudas, la incomodidad y los miedos se mezclan con los deseos de abrirse al mundo y comenzar a descubrir (se). Mi Mejor Amigo narra la historia de Lorenzo (Angelo Mutti Spinetta), un joven estudiante secundario que vive con sus padres y su pequeño hermano en la Patagonia. “Lolo” posee una personalidad un tanto retraída, es muy responsable y un apasionado por la lectura y la música. Un día, sus padres (Moro Anghileri y Guillermo Pfening) le comunican la noticia de que el hijo adolescente de un viejo amigo de Buenos Aires se instalará un tiempo en el hogar, ya que su familia se encuentra sobrellevando un grave problema de salud. A pesar de sus diferencias, Lolo y el rebelde Caíto(Lautaro Rodríguez) comienzan a establecer un particular lazo de amistad que los lleva a aprender uno del otro y a confiarse sus secretos más profundos. La cinta ganadora del Gran Premio Écran Junior en la 71ª edición del Festival Internacional de Cine de Cannes, nos invita a acompañar el crecimiento de una relación muy parecida al amor. La confianza y esa necesidad urgente de compartir lo que parece ser un eterno presente, resultan temas fundamentales para esta historia protagonizada por dos personajes muy disimiles, pero tan vulnerables y repletos de incertidumbres. El joven Angelo Mutti Spinetta(Un Viaje a la Luna) plasma aquí toda su sensibilidad y simpleza, en un rol que parece hecho a su medida. En el caso de Lautaro Rodríguez, el actor de Acusada que fue descubierto por Deus, se luce como un joven versado con los códigos de la calle, que al fin y al cabo está buscando un lugar donde pertenecer. Ambos interpretes logran conectar ante la pantalla, generando la química necesaria entre miradas sutiles y silencios que expresan mucho más que lo que podrían decir los diálogos. La fotografía representa, quizás, el aspecto más distintivo de este film, que se ve beneficiado gracias a la belleza de los bosques y lagos patagónicos de Santa Cruz. En cuanto al componente musical, las melodías de Bersuit terminan por crear el clima perfecto, entre la calma armonía y una angustia adolescente por no saber que es lo que vendrá. Mi Mejor Amigo es un coming of age que juega con la ambigüedad entre el romance y la amistad, invitando al espectador a zambullirse en un viaje emocional y sobre todo humano, alejado de los encasillamientos y cerca del autoconocimiento.
Pocos son los relatos cinematográficos que pueden internarse en el complejo mundo del adolescente con frescura y espontaneidad. "Mi mejor amigo" es uno de ellos. El tema establece un contrapunto entre dos caracteres, el de un chico con problemas que llega a la casa de un amigo de su padre, y el de un adolescente de clase media con todas las limitaciones pero también las ventajas que puede dar la vida familiar. Lorenzo (Lole) es un chico sensible, no muy sociable, que se adapta al orden familiar y toma determinados límites sin cuestionar que pueden oficiar de obstáculos. Chico de lecturas y poca experiencia, necesariamente va a chocar con Caíto, proveniente de una familia ensamblada, ausencia de orden y rutinas, y con padres, ausente alguno. Pero habrá cosas que los acerquen, especialmente la edad y la comprensión casi adulta que Lole demuestra luego del pedido de su padre de que se ocupe del huésped. El relato, con pocos pero precisos elementos, va mostrando cómo uno y otro chico esconden elementos en su personalidad que pueden oficiar de puentes básicos para la comunicación. NATURAL Y CREIBLE El director Martín Deus encara el relato con sinceridad, construye diálogos que cualquiera podría escuchar en su casa por lo creíbles y naturales, y rodea a los adolescentes que transitan el entorno patagónico de una madre cuidadosa pero con la necesaria apertura como para entender señales no visibles para todos, y un padre con la necesaria presencia en la casa como para acompañar el crecimiento de un hijo adolescente y otro más pequeño. Con pequeñas aperturas a espacios exteriores que ayudan a distender la presencia de acciones en interiores del comienzo, y una fresca intervención de canciones con letras que de alguna manera aluden a lo que está ocurriendo, "Mi mejor amigo" crece a medida que avanza la proyección. Madre, hijo y amigo muestran caracteres en relieve que poco a poco explican modos de ser. Logradas actuaciones de un Angelo Mutti Spinetta en ascenso, adolescente dotado de un rostro especial y que va mostrando a lo largo de sus películas cómo lo que uno imagina como no expresado en sus actuaciones va aflorando lentamente en sus sucesivos proyectos. Moro Angheleri en una rica actuación, sólida y austera, junto con el debutante Lautaro Rodríguez, expresando en su debut un difícil y justo equilibrio, se unen a un profesional de la calidez de Guillermo Pfening. Con un llamativo premio en Cannes y destacado en festivales internacionales como San Sebastián, "Mi mejor amigo" es un filme rico, con una visión real y amplia sobre el mundo adolescente y que puede ayudar a la integración de mundos opuestos.
De la comprensión al aprendizaje mutuo En su primer largo, el cineasta platense mira a dos adolescentes desde la altura de un par, con una capacidad de sorpresa similar ante lo novedoso. En este coming of age, los personajes opuestos están destinados a atraerse, pero el film no explicita de qué forma. “A veces, aunque esté rodeado de mucha gente, me siento un poco solo”, le confiesa Lorenzo (Angelo Mutti Spinetta) a Caíto (Lautaro Rodríguez) en la intimidad de una carpa durante un campamento nocturno en un bosque. Caíto se toma unos cuantos segundos para responder, y devuelve un “maricón” con tono de reto. “Y vos qué comprensivo, boludo”, se enoja Lorenzo. La escena transcurre cuando promedia Mi mejor amigo e ilustra los indisimulables contrastes entre los protagonistas. Hijo mayor de una familia de clase media, Lorenzo ronda los 16 años, le va bien en la escuela, es responsable, ávido lector, centrado, maduro, y anda medio enamorado de una compañerita. El otro es hijo de un viejo amigo de una época que papá prefiere no recordar, un chico algo más grande, rebelde, poco adepto a los límites y lleno de tatuajes que llegó hasta el pueblo patagónico donde transcurre la acción huyendo de algo pesado. Y ya sabe que, al menos en el cine, dos personajes opuestos están destinados a atraerse. Pero, ¿de qué forma? ¿”Atraerse” en qué sentido? Primer largometraje del platense Martín Deus, Mi mejor amigo no entrega respuesta alguna. Hay algo muy noble en el tratamiento de los personajes que propone Mi mejor amigo. A ellos les dispensa una mirada acorde a ese periodo de la vida en el que las relaciones suceden sin preocuparse demasiado por la nominación que pueda darles el mundo adulto, con toda la caterva de prejuicios y cuestionamientos morales impuestos por el entorno a lo largo de más de media vida a cuestas. Porque tanto Lorenzo como Caíto son adolescentes y, por lo tanto, sus horizontes, intereses e inquietudes son distintos a los de los mayores. Distintos, ni mejores ni peores. Deus lo sabe y toma dos buenas decisiones. La primera es posicionarse como un par antes que como figura de autoridad, lo que se traduce en capacidad de sorpresa similar a la de los chicos ante la irrupción de lo novedoso. Con la adopción de ese punto de vista juvenil es inevitable encuadrar a Mi mejor amigo como un coming of age, ese subgénero centrado en relatos madurativos con adolescentes que crecen –emocional, sentimentalmente– durante el metraje. La segunda buena decisión se relaciona directamente con la anterior, y es dejar que sean las propias acciones de los chicos las que se encarguen de establecer un lazo igual de inesperado que el arribo de Caíto. “Se va a quedar un tiempo acá”, dice papá (Guillermo Pfening). “¿Cuánto es un tiempo?”, pregunta el hijo menor. “Un tiempo”, reafirma el primero. Nadie sabe muy bien hasta cuándo estará. Papá y mamá (Moro Anghileri) sí saben por qué viene, pero retacean la información a los hijos –y, con ello, también al espectador– porque se trata de un detalle secundario, al menos para esos chicos que, como en todo coming of age, trajinan el ripioso camino de definir una identidad. Al principio las cosas no son para nada sencillas. A Caíto le cuesta encajar en una dinámica familiar aceitada y respetada a rajatabla por todos los integrantes, y por eso cada quiebre de las reglas le vale unos cuantos retos. Es muy sencillo pensar esos quiebres como actos de provocación, de rebeldía ante lo impuesto. Pero a Deus, coherente con su posicionamiento como par, le interesa más comprender que castigar, y entiende que las salidas entre semana o los paseos en bicicleta hasta la madrugada son síntomas de... ¿De qué? De algunas cosas que Lorenzo irá desbloqueando cuando, convertido en los ojos y oídos del director, decida acompañar a Caíto para descubrir que, detrás de esos actos, detrás de esos silencios, hay una criatura frágil, lastimada por las dagas del pasado. Así, Mi mejor amigo va de la contención al aprendizaje mutuo, de la piedad al cariño, de la desconfianza a las confidencia, y de allí a algo que podría ser amor pero que, felizmente, a nadie le importa rotular.
¿Qué diferencia hay entre el amor de un amigo y el de un amante? Muchos dirían que el sexo, pero Mi mejor amigo (2018) intenta ir más allá acentuando las ambigüedades entre ambas relaciones. Lorenzo (Ángelo Mutti Spinetta) es un adolescente tranquilo que vive con sus padres y su hermano menor en un pequeño pueblo de la Patagonia. Un día los visita para quedarse Caíto (Lautaro Rodríguez), el hijo de un amigo del padre. Habrá secretos a revelarse, pero también un vínculo especial entre ambos jóvenes. Hay algunos factores funcionando en contra de Mi mejor amigo, que participó en la Competencia Latinoamericana del reciente Festival de San Sebastián. Los personajes de reparto son una piedra de tranca importante en esta situación. No se trata de las actuaciones de Guillermo Pfening, Mariana Anghileri y Benicio Mutti Spinetta. De hecho, ellos le brindan cierta calidez y contrapunto a la historia como los padres y hermano del protagonista, respectivamente. Pero pareciera que el pasado de la pareja matrimonial, referido en varios momentos de la trama, no tiene suficiente peso para que las escenas fluyan o siquiera generen interés. En una escena la madre alude a su sacrificio en en el momento de mudarse al pueblo, y si bien percibimos en ella las ganas de referirse a la inutilidad de su marido, Anghileri sólo lo sugiere con una mirada. Otro de los elementos en contra es la actuación del protagonista. La intención de muchas líneas dichas por Ángelo Mutti está demasiado marcada como para dejar espacio a las sutilezas apuntadas por el guión. Y se entiende perfectamente que “Lolo”, como llaman a Lorenzo, es el típico personaje geek que peca de sabelotodo, pero hay algo impostado o inconvincente en su manera de decir gran parte de los diálogos. En contraste, las escenas más calladas las aborda con miradas llenas de ternura y preocupación. Es ahí donde funciona mejor la película: en sus silencios. Quienes estén buscando aquí un despertar (homo)sexual, se van a ver defraudados. Se trata más bien de un repaso a esta amistad llena de confesiones y leve cercanía física, como si una relación consistiera sobre todo en conocer a alguien a través de sus distintos ámbitos. La franqueza entre Lorenzo y Caíto es entrañable y es lo que finalmente pone en movimiento la dinámica: conocer al otro, no desde los prejuicios de los padres sino desde la capacidad propia de compasión por alguien que no ha tenido una vida fácil. Y esta apertura consiste, en principio, en la intimidad en la decisión de Lorenzo por compartir su cuarto para que Caíto pase sus noches de insomnio. Hay dos factores apoyando el fluir de la historia en contraste con la tibieza del film: los paisajes, hermosos aunque por momentos hostiles, donde ambos amigos entran en conflicto; y la música de Mariano Barrella con las canciones de Bersuit Vergarabat. Finalmente, la conversación entre madre e hijo sobre el “sentimiento especial” hacia el nuevo integrante de la casa es tal vez la mejor escena del film. En la ambigüedad de las respuestas por parte de Lorenzo y en la evasión de su actitud se encuentran los atisbos de lo que podría haber sido el relato: un giro de perspectiva que se nos brinda cuando logramos un vínculo valioso con otra persona.
Una coming of age en la filmografía argentina no es algo común, y como tal, disfruté mucho esta. Mi mejor amigo abarca todos los temas que hacen a este subgénero: la amistad, el amor, el despertar sexual, descubrir las imperfecciones de los padres y el mundo, y por sobre todo, crecer. La ópera prima de Martín Deus está muy bien narrada y cuenta con un guión muy real en cuento a los diálogos. Te enganchás mucho con los personajes justamente por eso, porque son reales. Destaco las actuaciones de los dos protagonistas, Angelo Mutti Spinetta (Lorenzo) y Lautaro Rodriguez (Caito). Muy buena química, y versatilidad para transmitir diferentes estados y emociones. Algunas de las secuencias entre ellos son medio hipnóticas, a tal punto que molesta cuando entran a escena otros actores. Lo único que me hizo ruido son los tiempos, algunas elipsis. El resto fluye muy bien. Destaco la fotografía. Algunas composiciones de plano son geniales. Muy buen uso de las angulaciones. Mi mejor amigo es una película chica en presupuesto y lanzamiento, pero grande en corazón. Si gustan del subgénero coming of age, es una obligación verla.
CONFUSIÓN ADOLESCENTE En estos últimos años, el despertar sexual adolescente ha empezado a ser abordado con mayor seriedad y sensibilidad dentro del cine nacional, temática que anteriormente era tocada desde la comedia y de forma más burda, sin preocuparse de las contradicciones de ese momento tan importante para la vida de cualquier persona. Siguiendo la línea actual de tratamiento, Mi mejor amigo habla sobre el tema mediante la vida de Lorenzo (Angelo Mutti Spinetta), un adolescente que vive en la Patagonia, cuya familia recibe en su casa a Caíto (Lautaro Rodríguez), el hijo de unos amigos que están pasando por una grave situación familiar y no se pueden hacer cargo de él. Es un chico complicado y tiene dificultades para adaptarse al nuevo hogar. Pero a pesar de las diferencias, nace entre ambos una singular amistad. Desde su inicio, el motor del film resulta ser la actuación de Mutti Spinetta, que con su particular estilo, representa magistralmente a un chico inteligente pero muy introvertido y correcto, el cual se encuentra en la difícil etapa adolescente de descubrir su sexualidad y se ve impactado emocionalmente por la llegada del visitante. A pesar de las diferencias interpretativas, el “dueto de amigos” posee una llamativa química, provocando que la película se base principalmente en esa relación que crean los dos, confusa, querible y vertiginosa, bien acorde a la edad de ambos. A esto se suma una madre (Moro Anghileri), que siempre está cerca para marcar límites y errores, como un “pseudo” villano de la historia, pero que entiende lo que está pasando. Hay una charla franca entre madre e hijo que resulta ser el momento más logrado de Mi mejor amigo. En definitiva, Mi mejor amigo es una correcta producción, bien filmada y actuada, con bellos paisajes, que quizás comete el error de subrayar en demasía determinadas escenas, haciendo que la confusión, intimidad y sencillez que transmite el rol de Mutti Spinetta se pierda entre tanta remarcación. A pesar de esto, la película logra ser un relato preciso y emotivo sobre el despertar sexual adolescente, entendiendo las complejidades que se viven durante esos años de juventud.
Mirarse en el espejo. Enfrentar los problemas o huir de ellos. Conocerse y reconocerse. Tener la capacidad y la personalidad necesaria para poder cambiar. Obedecer o rebelarse. Estas y otras cuestiones alcanzan a la trama de la película, porque los personajes principales no son del todo íntegros. De alguna manera, diferente en cada caso, les falta algo o le sobran problemas. Como en el caso de Caíto (Lautaro Rodríguez), un adolescente que se va de su casa en Buenos Aires a instalarse por un tiempo en la del amigo de su padre, ubicada en Los Antiguos, un pueblo de Santa Cruz. Su llegada altera la armonía familiar, pero como Andrés (Guillermo Pfening) está enterado del conflicto personal que lo aqueja no pone reparos en recibirlo. Él vive con su esposa Camila (Moro Anghileri) y sus hijos, Lorenzo (Angelo Mutti Spinetta) y Luky (Benicio Mutti Spinetta), en una modesta pero acogedora casa. Martín Deus con su ópera prima narra la historia de mundos contrapuestos, circunscriptos a dos núcleos familiares disímiles. Uno, el que vemos, tiene una estructura sólida, los padres son trabajadores de clase media, se quieren, los hijos van al colegio, viven una realidad muy convencional. Y el otro, el director lo coloca en un fuera de campo donde su representante es Caíto, que viene de una familia ensamblada, disfuncional, con discusiones y violencia cotidiana. Aunque el realizador no mantendrá este esquema tan rígido porque, de a poco, va a ir develando secretos que atraviesan a las dos familias, dándole un firme sustento a las acciones de cada una de las partes. Lorenzo se preocupará en que Caíto se habitúe a su nueva vida, lo tomará como un desafío, pese a que los caracteres son disímiles. Uno es sensible, estudioso en el colegio y con la guitarra, responsable, y el que viene de visita es todo lo contrario, tiene un bagaje atrás, notorio, de experiencia, dureza, etc., aunque sólo le lleve un año de edad. Pero, de todos modos hay una conexión y empatía entre los dos. El relato se basa fundamentalmente en la relación que adquieren ellos, con el protagonismo de Lorenzo, que carga con la responsabilidad de encauzar al otro muchacho. Durante los primeros minutos el ritmo es un tanto desparejo, pues el director no logra encontrar el tono justo para contar la historia. Pero luego los engranajes se van acomodando y todo va fluyendo perfectamente, encontrando la calidez necesaria en estos casos. Angelo Mutti Spinetta se va suelto y adquiriendo confianza en sí mismo, su personaje toma solidez y los diálogos van siendo cada vez más profundos e intensos, porque, luego de la llegada de Caíto nada va a volver a ser igual para Lorenzo.
El director platense Martín Deus eligió hacer foco en la adolescencia para su premiada ópera prima. El filme ganó el Gran Premio Ecran Junior en el festival de Cannes, una sección en la que se exhiben películas para jóvenes de hasta 15 años. La ganadora es elegida por adolescentes y "Mi mejor amigo" se impuso entre nueve filmes. Deus aborda diversos temas en este filme como la sexualidad, las relaciones con los padres, los mandatos sociales, el rol de los docentes, la amistad y el primer amor, entre otros. Siempre lo hace sin subrayar nada, tanto en el aspecto visual como en el guión. La película, protagonizada por Angelo Mutti Spinetta, Lautaro Rodríguez, Moro Anghileri y Guillermo Pfening, narra la transformación que produce en una familia que vive en el sur, y sobre todo en su hijo adolescente, la llegada desde Buenos Aires de otro chico, hijo de una pareja amiga de sus padres. Deus cede en muy pocas ocasiones a mostrar escenas demasiado estilizadas en los momentos en los que se impone la ambigüedad de las relaciones y elige los contraluces y los picados para construir fragmentos de los recuerdos o la confusión del personaje de Mutti Spinetta, un chico estructurado y obediente que empieza a recorrer el difícil camino de salir al mundo.
La trama abre un abanico de situaciones ante el encuentro circunstancial de dos jóvenes, cuando uno ingresa a la vida del otro y ambos vienen de mundos diferentes. Lorenzo vive con su familia alejado de sus familiares y amigos porque están en la Patagonia y Caíto viene de una convivencia difícil sus padres están separados y cada uno rearmó su vida. La cinta toca varios temas: el amor, la amistad, el deseo, la discriminación, la marginalidad, los prejuicios, la tolerancia, el despertar sexual, entre otros, algunos menos explotados que otros, pero aquí el tema principal está en la amistad de estos dos adolescente, desnudando su interior, donde uno aprenderá del otro. El director maneja muy bien la sutileza, con buenos planos y una estupenda fotografía, incursionando bien en el mundo adolescente y sin acudir a los golpes bajos. Con respeto a las actuaciones: Moro Anghileri y Guillermo Pfening, están correctos y ambos explotan buenos momentos emotivos; Ángelo Mutti Spinetta está bien en este protagónico, pese a que es poco expresivo pero junto a Lautaro Rodríguez en su debut actoral es creíble y juntos tienen muy buena química.
Escrita y dirigida por Martín Deus, Mi mejor amigo plantea lo que provoca un encuentro entre dos jóvenes adolescentes. ¿Amor o amistad? nos preguntan desde el póster. Lorenzo es un adolescente educado y responsable, un poco retraído, malo en el deporte y que prefiere pasar su tiempo libre leyendo libros. Vive con su hermano menor y sus dos padres en un pueblo de la Patagonia. La tranquilidad y cierta predictibilidad del hogar se ven rotas con la llegada de Caíto, un muchacho apenas unos años mayor que él, hijo de un viejo amigo del padre, de una amistad que parece salida de otra época. Caíto llega a la casa después de un accidente del que de a poco se irán conociendo mayor cantidad de detalles, pero se deja en evidencia desde un primer momento que es una persona problemática, que no soporta y no puede hacer lo que le dicen que tiene que hacer, y que busca diferentes maneras de escaparse de una realidad en la que no se halla, aunque muchas veces esos modos sean autodestructivos. Lorenzo y Caíto, tan distintos como son, comienzan a entenderse a medida que se acompañan y hablan. Lorenzo expone ante él cuestiones que nadie parece notar en su casa y Caíto, de a poco, le va desentrañando su particular mundo personal. Martín Deus presenta desde el póster de la película “una historia de amor o de amistad, según como la mires”, no obstante no estamos ante una típica película de iniciación gay. Hay algo en el aire entre los dos, pero se nota cómo lo percibe cada uno de ellos. No es un conjunto de planos homoeróticos a lo Marco Berger, ni una historia de amor propiamente romántica como Esteros. Lo que a Deus le interesa es retratar una etapa, la de la adolescencia. Aquella en la que pasan tantas cosas que comienzan a definirlo a uno como persona. Y Lorenzo comienza a definirse gracias a la presencia de Caíto. Caíto es apenas mayor y hay una parte de él que cree ya estar determinada. Aquella que lo hace actuar como actúa, reaccionar como reacciona. Lo que no sabe aún es que aquellos años nos forman pero no nos condenan. Caíto es además el hijo de un amigo del padre de Lorenzo (interpretado por Guillermo Pfening) de una época en la que llevaba una vida muy distinta a la de padre y esposo que lleva hoy. Y sin embargo Caíto y Lorenzo parecerían provenir de dos lugares muy diferentes. Deus toma de todos modos siempre el punto de vista de Lorenzo así que explora mejor las inquietudes propias de él y la relación con sus padres, especialmente con una madre que a veces parece comprensiva y en otras más demandante. Y es con ella -interpretada por Moro Anghileri- con quien protagoniza una de las escenas más lindas del film (que puede rememorar y mucho a la gran escena entre padre e hijo de los últimos tiempos, la de Llámame por tu nombre). El encargado de interpretar a Lorenzo es Angelo Mutti Spinetta y allí radica el punto más flojo del film. El actor nunca logra expresar de manera corporal ni gestual todo lo que le sucede a su personaje, más allá de ser este siempre de una naturaleza contenida. Al contrario, el debutante Lautaro Rodríguez consigue dar vida a Caíto a través de muchos matices.