El fenómeno amarillo vuelve a conquistar las salas La saga que arrancó allá lejos y hace tiempo, en 2010, presenta un nuevo capítulo al estilo «Gru Begins”, dirigido en esta oportunidad por Kyle Balda (quien ha hecho su parte en varias de las anteriores entregas) junto a Brad Abelson. Gru crece en un pequeño barrio de residencias familiares junto a su madre, mientras planea (y sigue de cerca) la carrera de los supervillanos más famosos del momento, los salvajes 6, a quienes desea sumarse. En ese camino lo acompañan los inefables Minions. Con una idea luminosa y estéticamente llamativa para la historia que se sitúa en plena década del 70, la animación de Minions 2 tiene pocos aunque divertidos guiños para adultos y una excelente y oportuna selección musical. Con este concepto general como base la película cuya duración es de 90 minutos se mueve en terreno conocido y funciona como relato. El guion es sencillo y esa estructura (además de la duración justa) permite que no presente grandes baches. El elenco que forma parte del doblaje de los personajes no puede ser mejor; al número puesto que es Steve Carell se suman Alan Arkin (regresa la dupla que transitara el camino al interpretar a Maxwell Smart y El jefe en la remake cinematográfica de la serie), Taraji P. Henson (Donna Disco), Michelle Yeoh (Master Chow), Julie Andrews (Marlene Gru), Rusell Brand (Dr Nefario), junto a Pierre Coffin (quien llevó adelante la batuta de varias de los capítulos de la historia), Dolph Lundgren, Danny Trejo, Lucy Lawless y Jean-Claude Van Damme. Minions 2 representa un nuevo acierto de Universal Animation, en lo que se entiende es el capítulo-precuela final de la historia de Gru y los simpáticos Minions.
Las pequeñas criaturas amarillas con overol deciden invadir nuevamente la pantalla. El motivo es sencillo; «Minions: Nace un villano» habla de los inicios del jefe de la banda y sus primeros pasos en el mundo delictivo.
Una nueva entrega para una franquicia que ha deleitado a grandes y chicos por igual. En «Minions: Nace un villano» no hay sorpresas, pero tampoco decepción. Aquello que el espectador, de la edad que sea, vaya a buscar, lo tendrá, y más también. Porque en esta nueva película, se logra una profunda mixtura entre el primer spin off de Mi villano favorito y subsiguientes, y las propias películas de Gru, recuperando la oportunidad de bucear en los personajes a partir de la excusa de la infancia del malvado protagonista. Un niño Gru está fanatizado con un grupo de villanos, los que, tras la partida de uno de los miembros de la banda, decide abrirle la posibilidad a cualquier malhechor de sumarse. Ni lerdo ni perezoso, Gru, buscará ocupar su lugar, pero antes, decide publicar una búsqueda para secuaces, la que, inesperadamente, será respondida por la banda de Minions, los que, rápidamente, se doblegarán ante los pedidos del «jefecito». Sin mediar más explicaciones, Gru, los Minions y el resto de los personajes se sumergerán en una aventura en donde, una vez más, queda demostrado que la maldad no es parte integradora de los roles, aunque, claro, ellos crean que sí. «Minions: Nace un villano» es una fiesta, de música, de color y de gags, porque más que nunca, y aprovechando el liderazgo de los tres minions más conocidos (Bob, Stuart y Kevin) proliferará el humor en cada «sketch» que el relato sume. Cameos de todos los personajes visto en las cuatro películas precedentes, además, consolidan una propuesta inteligente que sigue explorando el mejor costado de una franquicia que amamos sin ningún juicio.
Ilumination es la productora emblemática de las películas animadas hollywoodenses de góndolas de supermercados. A menudo sus productos están más interesados en instalar los personajes en líneas de golosinas y aguas saborizadas que en ofrecer historias creativas que resistan más de un visionado. Salvo por algunas adaptaciones correctas de los libros de Dr Seuss, las infumables franquicias de Mi villano favorito, La vida secreta de las mascotas y Sing presentaron propuestas infantiles centradas en refritar las mismas fórmulas argumentales en todos sus episodios. Sin embargo, en los aspectos comerciales funcionaron muy bien y por ese motivo las cadenas de cines suelen esperarlas con ganas. Para los chicos representan un pasatiempo ameno que olvidan enseguida luego que se levantaron de la butaca y los mayores reman el espectáculo con paciencia mientras revisan la hora en el celular cada 15 minutos. Dentro de este contexto Minions 2 resultó una sorpresa al ofrecer una película que no se olvida de los adultos y los invita a entretenerse con la historia de origen del villano Gru. El conflicto es muy simple para que los niños lo puedan seguir con facilidad pero cuenta con una particularidad especial. La trama se desarrolla en 1976 y el director Kylde Balda (El Lórax) utiliza ese período para elaborar un cariñoso tributo nostálgico a la cultura popular de esa década. Durante el desarrollo de la aventura principal Balda añade numerosos guiños divertidos que se relacionan con los íconos de la música y el cine de aquellos años. Los más chicos probablemente no entenderán las referencias a Linda Ronstandt, Peter Frapton o el film de Walter Hill, The Warriors, pero para los adultos representa una adición simpática que evita que se queden afuera del espectáculo. El director escogió además un período muy particular que coincidió con el fenómeno del cine de artes marciales en los Estados Unidos tras la muerte de Bruce Lee. La continuación de los Minions juega bastante con esta cuestión, donde no falta el homenaje al clásico de Chang Cheh, Five Deadly Venoms, que también tuvo su parodia en Kung Fu Panda. La versión en inglés cuenta con las interpretaciones de Jean Claude Van-Damme, Dolph Lundgren, Lucy Lawless y Julie Andrews sin embargo tienen roles menores que podrían haber sido interpretados por cualquier otro artista que daba lo mismo. Mejor suerte tuvieron Alan Arkin, Michelle Yeoh y Taraji P. Henson cuyos personajes tienen una mayor intervención. Desde los aspectos técnicos la película está a la altura de lo que suelen ofrecer los grandes estudios dentro del género CGI. En este caso sobresale todo el trabajo que hicieron con la ambientación de los años ´70 y los detalles rigurosos a la hora de evocar los vestuarios, peinados y modelos de vehículos de esa década. En resumen, Minion 2 probablemente va a entretener más a los chicos que la soporífera Lightyear y en esta oportunidad los adultos encontrarán una propuesta mucho más llevadera.
La inocencia ante todo Los protagonistas de Minions: nace un villano son los de siempre: el hombrecito de nariz con forma de pico y sus inefables asistentes amarillos vestidos con mono de trabajo y gafas que cubren sus ojos (u ojo, pues algunos tienen solo uno) desproporcionalmente grandes en comparación al resto de sus cuerpos cilíndricos. Cuerpos que permiten que los directores Kyle Balda (el mismo de Mi villano favorito 3 y la mencionada Minions) Brad Ableson y Jonathan del Val desplieguen una batería de chistes visuales fervorosamente inocentes, como si quisiera retrotraerse a una época previa a Pixar y entregar una película infantil que no aspire a mucho más que entretener a los más bajitos, independientemente del disfrute o no de los mayores. Nace un villano prescinde de todos aquellos elementos instaurados por la casa del velador saltarín. Aquí no hay, por ejemplo, profundidad dramática ni una búsqueda emotiva tan genuina como eficiente en su construcción, así como tampoco el aire de desazón generado por el paso del tiempo y lo que ello implica, ni la búsqueda de dialogar con públicos de todas las edades. La película propone una historia básica y directa que viaja en el tiempo hasta mediados de la década de 1970 para encontrar a un Gru que, aunque púber, ya sabe que lo suyo es la maldad absoluta. Su sueño no es otro que integrar el grupo Vicio6, una asociación que nuclea a los seis villanos más peligros del mundo, los mismos que robaron una piedra cuyos poderes piensan utilizar durante la noche de año nuevo chino para destruir a sus enemigos de la Liga Antivillanos. Menuda alegría siente Gru cuando es convocado para una entrevista. Como las cosas no salen bien, es tiempo de poner en marcha un plan que involucra a los minios y el robo de esa piedra. Poco importa el resultado del asunto, pues el meollo de la película pasa por poner en movimiento a las criaturitas amarillas y situarlas en situaciones absurdas que se resuelven a puro gag. Los hay mejores y peores, pero siempre hermanados por una inocencia a prueba de todo.
No es fácil hacerse a la idea que esta franquicia es la saga de animación más taquillera de la historia del cine. Y es que no hay juguetes, ogros ni hielos que aguanten. Quizás sea la inmediata reacción negativa de unos tantos cada vez que revive el marketing que le da vida a los pequeños secuaces amarillos, o más probablemente que el estilo de Illumination se encuentra tan en contrapunto con la tradición de animación occidental en 3D imperializada por Pixar y Disney que su éxito no termina de sentirse cómodo en ojos ajenos. Con el correr de la franquicia fueron tomando distancia de esos valores que priorizan el sentimentalismo tan a lo Woody o Simba, para dedicarse cada vez más a esa primitiva superficialidad del entretenimiento mucho más cercana a la tradición del 2D occidental liderada por los Looney Tunes. Los minions son el comic relief que creció para adueñarse de todo, llevándose por delante al supervillano padre soltero para ofrecerle una sinfonía de irreverente caos a espectadores sedientos de superficialidad. «Minions 2″ es eso, pero en los 70s. Ya en su lugar en el mundo, junto a un Gru de 12 años, los minions son los únicos que pueden salvarlo de un conflicto interno entre su grupo de supervillanos favorito. La dinámica entre los minions y Gru se mantiene como de lo mejorcito de la cinta, con un resto de elenco invitado que dista mucho de estar a la altura. Alan Arkin en particular demuestra ser un caso perfecto de estudio sobre los peligros de castear actores live-action sin la capacidad de explotar su expresividad vocal en un terreno para el que actores de voz profesionales sí fueron preparados. Hay nombres coloridos como Jean Claude Van Damme, Lucy Lawless, Danny Trejo y Dolph Lundgren, pero sus interpretaciones pasan sin pena ni gloria ahogadas por personajes igual de colorinches que en mayor o menor medida terminan teniendo mayor impacto gracias al trabajo de diseño y animación. Es en eso donde Illumination, en sus mejores momentos, sabe brillar: poniendo el talento y trabajo de la animación en pos de la risa, del buen rato. Las risas de la sala en sus películas reflejan las que se nota tuvieron los creativos a la hora de hilar gag tras gag. Tampoco está de más aclarar que aunque no sea para nada su foco, la parte relativamente sentimental de la película es bastante floja. No hablamos de momentos que apuntan al llanto sino a la emoción detrás del accionar de sus personajes o a la que intenta elicitar por ejemplo un clímax que cae chato luego de una hora logrando encadenar un ritmo más que entretenido. En las primeras de la franquicia de «Mi Villano Favorito» no había mucho de lo que sostenerse cuando algunas escenas o intentos no lograban cuajar correctamente del todo, pero desde la primera «Minions» y pasando por «Despicable Me 3» que esta seguidilla de últimos intentos han sabido agregarle a la fórmula elementos mucho más sólidos para darle base a los riesgos tales como un chiste de flatulencia mal ubicado. El nombre individual al que puede atribuirse esto es Kyle Balda, que tras unos años en Pixar, fue subiendo de rango en Illumination hasta co-dirigir estas últimas tres entregas brindándoles un poco más de pulido visual y marco ambiental a la trama. Básicamente: tuvo el acierto de intensificar el trabajo estético sumándole paleta de colores apuntando menos al realismo y bandas sonoras repletas de clásicos licenciados. Tampoco hizo daño que apuntaran con ellas a décadas tan arquetípicas como los 60s, 70s y 80s respectivamente. «Minions 2» es un fiel reflejo de la franquicia, en especial de la dirección que ha tomado últimamente. Priorizando la risa momentánea por sobre la emoción duradera, pero haciéndolo con el suficiente despliegue creativo como para darle un valor que justifique los billones que se llevan con cada entrega. Seguramente vuelvan a tener que guardarse un tiempo en la cueva aquellos que sufren ante el mero avistamiento de una funda de celular amarilla con overoles, esta peli no va a hacer que reacios cambien de opinión. Lo que sí logra es hacer que quienes en mayor o menor medida toleren o disfruten de los minions tengan algo más justificado el ir a verlos por quinta vez. Hoy en día en el landscape moderno de animación, lamentablemente eso ya es decir bastante.
Originalmente prevista para julio de 2020, esta producción de Illumination Entertainment es el último de los tanques con estrenos postergados por la pandemia que llega a los cines de todo el mundo. Teniendo en cuenta que estamos ante una nueva entrega de una de las sagas más exitosas de la historia en la Argentina (Mi villano favorito convocó a 580.000 personas en 2010; Mi villano favorito 2, a 2.620.000 en 2013; Minions, a 4.935.000 en 2015; y Mi villano favorito 3, a 3.835.000 en 2017) la incógnita pasa por si esta precuela podrá repetir en las vacaciones de invierno de julio el inmenso suceso de sus cuatro predecesoras, que ya acumulan casi 12 millones de espectadores. Entre las propuestas infantiles de las vacaciones de invierno de 2010 –una de las más exitosas en la taquilla argentina– estuvo Mi villano favorito, que sorprendió al recaudar más de 500 millones de dólares en todo el mundo. Con dos secuelas que estuvieron al borde de duplicar esa cifra y un spin-off, Minions (2017), que ingresó al selecto grupo de películas que quebraron la barrera de los mil millones, la saga continúa expandiéndose con esta precuela que indaga en la infancia de Gru. Esa infancia transcurre a mediados de la década de 1970, cuando el hombrecito de nariz ganchuda cursa en el colegio mientras sueña con, de grande, ser un villano temible. Siempre en compañía de las criaturas amarillas del título, sus “ídolos” son los seis supervillanos que integran el grupo Vicio6 y acaban de robar una piedra mágica que piensan usar para atacar a los referentes de la Liga Anti villanos durante la noche del Año Nuevo Chino. Menuda sorpresa se lleva Gru cuando el grupo lo convoque para una entrevista y evaluar su incorporación. Pero su performance durante la charla no es la mejor y lo rechazan, razón por la que alista su ejército de Minions para poner en marcha un estrafalario plan para hacerse de la piedra. Poco importa esa trama en una película cuyo centro gravitacional humorístico son los pequeños humanoides vestidos con mono y gafas. Que ellos hablen un idioma desconocido, balbuceando apenas algunas palabras en inglés, permite que los directores Kyle Balda, Brad Ableson y Jonathan del Val apuesten a un humor puramente gestual y a un diseño visual pleno de colores. Sin guiños ni nada que busque congraciarse con el público adulto, Minions: Nace un villano es una película infantil a la vieja usanza, pensada pura y exclusivamente para el disfrute de los más pequeños.
La saga que recaudó millones de dólares en el mundo vuelve a la pantalla grande con la precuela que muestra como Gru se convierte de Mini-Jefe a Jefe de los muñequitos amarillos que tanto amamos. "Minions, El Ascenso de Gru", realizada en París, nos sitúa en la década del 70' cuando Gru (con la inconfundible voz de Steve Carell) de 11 años, vive con su madre y los Minions (nuevamente con la voz de Pierre Coffin) en California y sueña con ser un súper villano. Anhela acceder a la exitosa banda "Vicious 6" (con las voces de Alan Arkin como Wild Cobra, el villano más admirado por Gru, la audaz Donna Disco, (Taraji P. Henson), Danny Trejo, Jean-Claude Van Damme, Dolph Lundgren y Lucy Lawless). Sorpresivamente aparece una vacante para la que se presenta, pero no es aceptado por su corta edad. Humillado, le roba a la pandilla un mágico amuleto chino que se convierte en el objeto por el cual será perseguido por los Vicious y "ayudado" por los carismáticos Minions en un viaje que se transforma en una loca aventura que desemboca en la ciudad de San Francisco. A las voces mencionadas se suman las de las celebridades Michelle Yeoh (Master Chow), Julie Andrews (Marlene Gru) y Rusell Brand (Dr. Nefario) en distintos roles. Con referencias a films inolvidables, una espectacular banda de sonido y mucho color, el film es dinámico, divertido y seguramente será el entretenimiento asegurado para la familia en estas vacaciones que se avecinan.
Esta película, la quinta de la saga, es en realidad una precuela de “Mi Villano Favorito” con una mayor participación de los Minions. Nos encontramos en 1976, Gru (Steve Carrell) es un pre adolescente de 11 años, bastante torpe, sin amigos. Su único refugio intelectual es ser un supervillano y pertenecer a The Vicious 6, una banda de supervillanos, formada por Belle Bottom (Taraji P. Henson) tiene un enorme afro y ambiciones malvadas ilimitadas, usando su cadena de medallón como arma, Jean-Clawed (Jean-Claude Van Damme) con manos de langosta, un patinador sueco conocido como Svengeance (Dolph Lundgren), una monja que levita llamada Nunchuck (Lucy Lawless) y Stronghold (Danny Trejo), que tiene enormes manos de metal. También pertenecía a este grupo Wild Knuckles (Alan Arkin), su fundador, fue excomulgado por ser viejo, poco copado, que necesite lentes para leer. Surge la discriminación por la edad que abunda en el texto, incluso en el ámbito profesional del mal. Aquí estamos frente a la segunda ¿“traición”? del texto,
Al igual que toda la saga de Mi Villano Favorito es entretenida, una comedia de aventuras inocente que satisface a aquel que disfruta a los personajes y le interesa saber sobre los inicios de Gru.
Minions 2 (Minions: The Rise of Gru, 2022) es la precuela de la serie de películas de Mi villano favorito. Si queremos hablar de datos hay que decir que se trata de “La primera secuela estrenada en cines de una precuela animada y un spin-off animado.” Genial, gracias por la información, sigamos adelante. La historia es la de la infancia de Gru, cuando su deseo máximo es convertirse en un supervillano. El modelo de conducta del pequeño son un grupo de villanos llamados Los viciosos 6 a los que Gru desea unirse. Las cosas, claro, no salen como él las imagina y todo se complica. Pero esta película es de los Minions, por lo cual ellos se roban el show. Lo que se roban es la entrada, porque esta secuela precuela spin-off o lo que sea es particularmente tonta y sin gracia. El potencial para la comedia slapstick que tienen esos personajes es total. Son una mezcla de los Keystone Cops y Los tres chiflados, como la propia narración lo reconoce, pero de ahí a tener gracia hay una distancia. Podrán tener cierto efecto en el público infantil, pero un ser humano que ha completado su ciclo de maduración y se ha convertido en adulto no puede sino sentirse ofendido por semejante catarata de chistes sin gracia y sin ganas. Para engañarlos, como siempre, hay muchas citas a otras películas y referencias culturales, un recurso que ya no puede interesarle a nadie. En el idioma original hay un elenco de voces que es espectacular, pero casi todas las copias en Argentina están dobladas al castellano, por lo cual tampoco eso la película le ofrece al espectador local. La trama de acción y los personajes de los villanos aportan una especie de drama de acción sin sentido y la ya común demagogia hacia la cultura china que se ve en el Hollywood actual da otro gran paso aquí. No hay de malo en que las películas se hagan a partir de estudios de mercado, no sí al final son buenas. Este no es el caso, pero sí se ve la especulación en cada escena.
Después del spin off que resultó ser mejor de lo que varios pensábamos, los minions parecían ir pasando de moda poco a poco, por eso sorprendió tanto cuando nos enteramos que aquel film iba a tener una secuela, que a la vez era precuela directa de Mi villano favorito. Así que, sin más palabrerío, veamos que tal es Minions: nace un villano. La historia sigue a un Gru muy joven que hace poco se hizo con los minions, quienes le ayudan a empezar a construir su base de operaciones, mientras el niño sueña con entrar en un grupo de archi villanos famosos. Pero todos tenemos que aprender una valiosa lección siendo tan chicos. Si, la trama no parece ser demasiado original, ya que se nos muestra a Gru dando los primeros pasos en la villanía, algo que, a la larga, sabemos que no le resultó demasiado bien porque bueno, vean sus películas. Pero, así y todo, Minions: nace un villano se las arregla para tener algún que otro momento chistoso. Y eso se da gracias a que los productores y guionistas, aprendieron de los errores cometidos en la anterior entrega. Y con esto nos referimos a no poner a los chizitos como los protagonistas absolutos. Si, pese a que su mejor momento ya pasó, siguen teniendo esos chispazos graciosos donde causan bastante gracia (de hecho, quien les habla se rio un par de veces en el cine); pero no les daba para cargar toda una película. Acá el protagonismo está repartido entre ellos y Gru, lo cual hace más amena la experiencia, no quemando a los minions tan rápido. Otro punto a favor es que visualmente la película se ve genial. Sabemos que no somos el público objetivo de estos proyectos, entonces si o si el apartado tanto sonoro como visual tiene que ser llamativo para los más chicos, y en este sentido, Minions: nace un villano cumple a la perfección, de hecho, no sería raro que los enanitos amarillos se vuelvan a poner de moda entre los más peques de la casa gracias a este proyecto. Pero si hay algo que es innegable, y es que la película pese a durar apenas una hora y media, se siente larga. Hay una subtrama ligada a un personaje “asiático” (por la voz de Michelle Yeoh, porque en su aspecto no lo es) que se siente puro relleno. Y si bien sus enseñanzas repercuten un poco en el final, que le hayan dedicado tanto tiempo se termina sintiendo como un lastre para poder llegar a los ya mencionados noventa minutos. En conclusión, Minions: nace un villano es una película decente. A los chicos les va a gustar y al fin y al cabo, para ellos se hizo, pero para los que somos adultos, el asunto si no pinta demasiado entretenido. Padres/madres, están avisados.
Una muy divertida precuela sobre el nacimiento de Gru con sus delirios de ser un gran villano que a mediados de los años setenta tiene 11 años y una banda a la que sueña unirse. Y también están fundamentalmente esos personajes amarillos más jóvenes, en especial Kevin, Stuart, Bob y Otto, que en esta quinta entrega harán de las suyas para delicia de su público cautivo. No en vano se perfilan como la gran salida de las vacaciones de invierno, ya que esta quinta entrega posiblemente repita la hazaña de las otras cuatro, favoritas de los argentinos. La trama es lo que menos importa, una excusa para los delirios de los minions con su jerga incomprensible y sus delirios que se nutren de la estética pop de los setenta, con sus colores, su música, la moda, los bailes. Y algunos momentos tan brillantes como esos minipersonajes aprendiendo kung fu o las artes de los espías. Es que mientras Gru sale humillado cuando intenta formar parte de sus muy malos admirados, se robara una gema en represalia, elemento de gran valor que puede controlar al mundo. Allí la peli se pone vertiginosa y de persecución, entre el villano que quiere ser y los minions con un nuevo malo a quien servir. La trama armada para la gran diversión.
Después de haberse lucido como personajes secundarios de Mi villano favorito los Minions se liberaron de Gru (el protagonista de aquella película) y desarrollaron su propia carrera como muñequitos de merchandasing y le aseguraron a la gente Universal Pictures, pingües ganancias. Esa independencia dio como resultado una película solista de los bichitos amarillos que en 2015 logró altas recaudaciones pero críticas poco favorables. Siete años después, los creadores de este universo vuelven a juntar a Gru con los Minions en una precuela donde muestra al jovencísimo Gru, de apenas 11 años, que ya se pensaba en sí mismo como un futuro villano poderoso. Un grupo de seis supervillanos tienen el monopolio de los hechos horribles que ocurren en el mundo y acaban de robar un medallón de origen chino, que en el día en que se festeja el Año Nuevo chino adquiere poderes y se los transmite a su poseedor. Los seis villanos piensan destruir el organismo que los persigue. Pero como son villanos malísimos, se traicionan y uno de los miembros es abandonado en la selva. A partir de ahí se abre una vacante que el pequeño Gru pretende ocupar. El universo de la películas es vertiginoso, lleno de referencias cinéfilas, que como esta historia se desarrolla en 1976, incluyen la exitosa Tiburón de Spielberg, pero de ahí en adelante hay alusiones y chistes que van desde Star Wars hasta Avatar. Gru se va buscar su destino, deja a los Minions pero ellos no se rinden y lo siguen. Todos llegan hasta California, donde el día de Año Nuevo se va a definir la lucha de los súper villanos y Gru además va a descubrir que por más villano que quiera ser lo importante es no hacerlo solitariamente y que su tribu de pertenencia incluye a los Minions. Pensada para satisfacer a los niños que solo quieren ver a los Minions hacer lo suyo, el momento en que entrenan Kung Fu es un punto alto de la película, la película regala chistes más sofisticados y referencias como para que los adultos que acompañen a sus hijos, sobrinos o nietos no se aburran y el resultado es satisfactorio. Para los que encuentren versiones en idioma original, Gru vuelve a estar interpretado por Steve Carell rodeado de varias estrellas para las versiones dobladas el elenco está encabezado por Andrés Bustamante con varios nombres conocidos de la región y para los argentinos repite Axel Kuschevatzky que ya había participado anteriormente. MINIONS: NACE UN VILLANO Minions: The Rise of Gru. Estados Unidos, 2022. Dirección: Kyle Balda, Brad Ableson y Jonathan del Val. Guion: Matthew Fogel. Con las voces originales de Steve Carell, Pierre Coffin, Alan Arkin, Taraji P. Henson, Michelle Yeoh, Julie Andrews, Russell Brand, Jean-Claude Van Damme y Danny Trejo. Música: Heitor Pereira. Edición: Claire Dodgson. Distribuidora: UIP (Universal). Apta para todo público. Duración: 87 minutos.
Minions nace un villano es un filme al cual es injusto llamarlo Minions 2, porque en realidad, a nivel argumental es más bien Mi Villano Favorito 0. Toda la primera mitad del filme aproximadamente es claramente una precuela de Mi Villano favorito, de ahí que decimos que se podría llamar con ese nombre, más el cero, ya que en varias sagas, cuando apareció una precuela luego de otras secuelas, se ha indicado con el número 0, para indicar la cronología, el inicio de la saga y dar a entender que es un origen. Para ser absolutamente justos, en la segunda mitad del filme tiene varias historias que se despliegan en paralelo; por un lado, entre los tres minions principales del primer filme, Bob, Stuart y Kevin; por otro, un minion principal nuevo llamado Otto, y en la tercera ramificación Gru, el villano del título, aquí niño, y empezando sus fechorías. Pero aun así el mayor peso en la historia lo tiene Gru. Y en ese sentido tiene mucho más sentido el titulo original en inglés llamado Minios: The Rise of Gru, que literalmente sería Minions (secuaces): El ascenso de Gru, que es mucho más fiel al espíritu del filme. Ese cambio si bien es cierto puede hacer sentir a algunos espectadores que le están dando menos minions que si todos los protagonistas lo fueran, a nivel cinematográfico, no es malo. Uno de los problemas del primer filme era que los minions no tenían humanidad, y son personajes creados como cómic relief, por ende a nivel narrativo no funcionaba bien un filme que fuera todo comic relief, y al no tener humanidad, la película era fría y uno no se identificaba emocionalmente con los personajes, era un filme bastante estúpido en general, porque los minions al ser estúpidos y hacer estupideces todo el tiempo, llenaban el metraje de eso, sin un contraste con una parte humana o algo que nos hiciera involucrar afectivamente como sucedía en Mi Villano favorito, una historia de gran humanidad. Acá al volver a ser el protagónico Gru, vuelve esa humanidad y se recupera parte del sentimiento y la identificación humana, aunque no del todo, porque en Mi villano favorito el corazón de la historia era una historia de la paternidad de Gru, en cambio acá, su misión es simplemente ser un villano, y no hay mucha inversión emocional del espectador para que logre ese cometido. La historia pasa por recuperar un medallón que tenía un gran poder y pasa de manos entre una banda de villanos, y un ex miembro fundador, expulsado de la misma, todos ellos admirados por Gru, y el protagonista, más sus minions que tienen el artefacto en determinados momentos también, es lo que Hitchcok llamaba un McGuffin, o sea simplemente una excusa para que los protagonistas hagan determinadas acciones a lo largo del filme. No se puede negar que el filme es entretenido, se pasa rápido, y es gracioso, además, es principalmente para niños, y es atrapante para ellos, la sala se llena de risas durante la proyección, y el filme entrega lo que promete, con los chicos saliendo de la sala contentos. Es indudable que es un filme efectivo y bien realizado. Es lamentable que mucha gente y muchos críticos que no les gusta estos personajes critiquen al filme como si fuera malo, cuando no lo es, además hay que ver el contexto, no es lo mismo ir a ver los minions porque queremos, en una sala llena de gente que se ríe y la disfruta, inclusive podría ser con las risas de los propios hijos, que es la música más dulce para los oídos de muchos; que verla solo cansado en su casa en una copia para críticos, o en una función de prensa llena de críticos que también la detestan y van por obligación y dinero. El filme no aporta nada a la historia del cine, tampoco aporta mucho a la saga, pero es indudablemente mejor a Minions de 2016, y es un filme al cual se puede ir con la familia, y cabe destacar que es de esos filmes que a los padres les puede dar incontables horas de descanso y tranquilidad, cuando los niños se enganchan frente al televisor, lo que no es poco. Cristian Olcina
En principio, los astutos responsables del estudio de animación Illumination aprendieron una lección. Minions (2015), la primera película protagonizada por los diminutos e inquietos personajes amarillos revelados en Mi villano favorito, había mostrado que por sí solos no podían sostener una historia con la extensión de un largometraje. A lo sumo funcionaban (a veces muy bien) en cortos pensados como sketches para aprovechar la gracia natural que estos estos extraños seres tienen para la comedia física y lo divertido que resulta escucharlos en esa jeringonza que mezcla onomatopeyas con palabras en francés e italiano. Por lo tanto, esta segunda película de los Minions es en realidad la cuarta de Gru, el villano que no tardó en hacerse querer desde que en su notable primera aparición debe afrontar el desafío de convertirse en padre a la fuerza. A partir de allí, él y su movedizo staff amarillento nunca perdieron del todo el ingenio, pero a la vez el justificado éxito de aquélla producción inicial pasó demasiado rápido a una segunda etapa marcada por el relajamiento y la rutina. Así llega Minions: nace un villano, una precuela con todas las letras. Aquí, Gru es un niño de 12 años con un aire de familia a Los Locos Addams que padece el bullying cotidiano de sus compañeros en la escuela y tiene como única aspiración de futuro sumarse al mayor equipo de “tipos malos” disponible en 1976, tiempo en el que transcurre la acción. Hay unas cuantas ocurrencias lúcidas en la descripción de ese marco (la disquería de San Francisco en la que se ocultan los villanos, las referencias al estreno de Tiburón, un delirante viaje en avión), desplegado a través de la colorida, creativa y vistosa paleta visual que caracteriza a todas las producciones del estudio. Pero la película nos sugiere de entrada todo lo que podríamos imaginar sobre la evolución de Gru y el vínculo que establece con los Minions, dueños de casi todos los chistes. Algunos son francamente graciosos, otros muy previsibles y hasta inevitables. Quienes tengan la suerte de acceder a alguna de las contadísimas proyecciones en inglés con subtítulos comprobarán cómo las voces de Alan Arkin, Taraji P. Henson, Michelle Yeoh, Jean Claude Van Damme, Dolph Lundgren y Lucy Lawless construyen y definen en buena medida a sus respectivos personajes. En especial los tres primeros: Arkin es Wild Knuckles (Wally Kobra en la versión doblada), el antiguo líder de la banda de villanos, traicionado por ésta en la búsqueda de un codiciado tesoro, que encontrará en Gru a un inesperado compinche. Henson encarna a Belle Bottom (Donna Disco), una típica chica afroamericana de los 70 que integra el grupo de los malos, y Yeoh es la acupunturista que enseña kung fu a los Minions, dato vital para justificar la explosiva (y desmesurada) secuencia final ambientada en el Barrio Chino de San Francisco. Demasiado ruido y fuegos artificiales de más para una aventura que sigue funcionando mejor en el ámbito familiar y en formato más bien acotado. Los Minions nunca dejan de agradar y divertir, pero algunas historias les quedan demasiado grandes.
La proliferación de dibujitos animados en tiempos de vacaciones de invierno es un clásico de las salas comerciales. Son muchas las animaciones que desfilan como propuesta para los más chicos en el mes de julio, y más este año, que trae algunos estrenos atrasados por la pandemia, como es el caso de la nueva entrega de la saga de Mi villano favorito, Minions: nace un villano, que se iba a estrenar en julio de 2020. La clave del éxito del dibujito producido por Illumination Entertainment, que tiene como personajes principales a las ya icónicas cápsulas humanoides de color amarillo vestidas con jardineros y gafas grandes, es fácil de explicar y de entender: las películas son muy graciosas porque sus personajes lo son. El humor de los minions es tan elemental y efectivo como el que supo tener el cine en sus comienzos, cuando estaba desprovisto de palabras y la comedia física era su fuerte. Los minions no hablan, balbucean, y esa característica es lo que más gracia hace, además de las desopilantes situaciones por las que atraviesan mientras acompañan a Gru, su villano favorito, lo que les da la posibilidad de desplegar innumerables gags y travesuras hilarantes. Minions: nace un villano es la secuela de Minions (2015) y la precuela de las tres entregas de Mi villano favorito (2010, 2013 y 2017). La película dirigida por Kyle Balda, Brad Ableson y Jonathan del Val cuenta el origen de Gru, es decir, la vida del personaje de nariz ganchuda antes de que se convierta en el malvado que todos conocemos. Para eso, la película se remonta a la década de 1970, cuando un preadolescente Gru sueña con ser el villano más grande del mundo. Entre música disco y personajes afro, al mejor estilo del blaxploitation, se abre paso Vicio6, un grupo de supervillanos, liderado por Wild Knuckles, que busca la Piedra del Zodíaco para poder hacer sus maldades y atacar a la Liga Antivillanos en la noche del Año Nuevo Chino. Mientras tanto, Gru manda una carta a los integrantes de Vicio6, de quienes es fanático, para que lo acepten en una convocatoria secreta para cubrir una vacante. Vicio6 le da la entrevista a Gru, pero no lo acepta debido a su corta edad. La decisión de Belle Bottom, la nueva líder del grupo después de dejar afuera a Wild Knuckles cuando este encuentra la Piedra del Zodiaco en una isla, lleva a Gru a robarles el objeto mágico que lucen como trofeo. A partir de ahí, la trama se va a dividir en dos subtramas, una que tiene a Gru y a sus minions (con Kevin, Stuart, Bob y Otto a la cabeza) escapando de los supervillanos que los persiguen para recuperar la piedra, y otra que tiene a Knuckles persiguiendo a Gru por el mismo motivo, subtrama que muestra, además, cómo se va construyendo la amistad entre el viejo Wild y Gru. Quizás esto la perjudica un poco, ya que por momentos la película se olvida de algunos personajes. Las historias siempre estuvieron contadas por los superhéroes, dejando en un segundo plano la voz de los supervillanos. La inversión del punto de vista es la fórmula que explota la saga de los Minions. Los chistes entran como balas infalibles gracias a la motricidad torpe de las criaturas amarillas. Y el hecho de dar rienda suelta a la villanía más inocente lleva a que todo sea una fiesta de gags para todo público.
En principio, los astutos responsables del estudio de animación Illumination aprendieron una lección. Minions (2015), la primera película protagonizada por los diminutos e inquietos personajes amarillos revelados en Mi villano favorito, había mostrado que por sí solos no podían sostener una historia con la extensión de un largometraje. A lo sumo funcionaban (a veces muy bien) en cortos pensados como sketches para aprovechar la gracia natural que estos estos extraños seres tienen para la comedia física y lo divertido que resulta escucharlos en esa jeringonza que mezcla onomatopeyas con palabras en francés e italiano. Por lo tanto, esta segunda película de los Minions es en realidad la cuarta de Gru, el villano que no tardó en hacerse querer desde que en su notable primera aparición debe afrontar el desafío de convertirse en padre a la fuerza. A partir de allí, él y su movedizo staff amarillento nunca perdieron del todo el ingenio, pero a la vez el justificado éxito de aquélla producción inicial pasó demasiado rápido a una segunda etapa marcada por el relajamiento y la rutina. Así llega Minions: nace un villano, una precuela con todas las letras. Aquí, Gru es un niño de 12 años con un aire de familia a Los Locos Addams que padece el bullying cotidiano de sus compañeros en la escuela y tiene como única aspiración de futuro sumarse al mayor equipo de “tipos malos” disponible en 1976, tiempo en el que transcurre la acción. Hay unas cuantas ocurrencias lúcidas en la descripción de ese marco (la disquería de San Francisco en la que se ocultan los villanos, las referencias al estreno de Tiburón, un delirante viaje en avión), desplegado a través de la colorida, creativa y vistosa paleta visual que caracteriza a todas las producciones del estudio. Pero la película nos sugiere de entrada todo lo que podríamos imaginar sobre la evolución de Gru y el vínculo que establece con los Minions, dueños de casi todos los chistes. Algunos son francamente graciosos, otros muy previsibles y hasta inevitables. Quienes tengan la suerte de acceder a alguna de las contadísimas proyecciones en inglés con subtítulos comprobarán cómo las voces de Alan Arkin, Taraji P. Henson, Michelle Yeoh, Jean Claude Van Damme, Dolph Lundgren y Lucy Lawless construyen y definen en buena medida a sus respectivos personajes. En especial los tres primeros: Arkin es Wild Knuckles (Wally Kobra en la versión doblada), el antiguo líder de la banda de villanos, traicionado por ésta en la búsqueda de un codiciado tesoro, que encontrará en Gru a un inesperado compinche. Henson encarna a Belle Bottom (Donna Disco), una típica chica afroamericana de los 70 que integra el grupo de los malos, y Yeoh es la acupunturista que enseña kung fu a los Minions, dato vital para justificar la explosiva (y desmesurada) secuencia final ambientada en el Barrio Chino de San Francisco. Demasiado ruido y fuegos artificiales de más para una aventura que sigue funcionando mejor en el ámbito familiar y en formato más bien acotado. Los Minions nunca dejan de agradar y divertir, pero algunas historias les quedan demasiado grandes.
No es hora, momento ni lugar para ponerse a discutir quién es más adorable, o más deliciosamente tonto, si Gru o si lo son sus secuaces amarillos llamados Minions. Sobre todo porque estamos ante una película que se titula Minions: Nace un villano, o sea que incluye a uno y a otros, y más que nada porque la discusión no tiene sentido. A lejanos siete años del estreno de la precuela (Minions, 2015) y a cinco de la última de la saga -la flojita Mi villano favorito 3-, si algo aprendimos es que los Minions pueden existir sin Gru, pero el malvado que quiere conquistar el mundo (o al menos en un comienzo, robarse la luna) los necesita. Precisa ese ejército de personajes pequeños, obedientes y que le deben pleitesía, entre los que se destacan Kevin, Stuart y Bob, y que parecen tapones para los oídos. Si todavía no aprendieron quién es el cuál, o como se llama el más alto o el de un solo ojo, eso no impide para nada que se consideren fans de los secuaces de Gru. Para que no queden mal con los chicos: el alto y delgado es Kevin, el tuerto es Stuart y Bob es el que tiene déficit de atención. De nada. Era presumible que Gru, ya de chico, fuera lo que podríamos denominar un enfant terrible. Aquí tiene 11 añitos y cuando en el cole les preguntan qué quieren ser cuando sean grandes, qué carrera seguir, él dice “¡Quiero ser un supervillano!”. Ya sabemos que lo logrará, el asunto es aquí cómo llega hasta lo que llega a ser. Gags para todos Minions: Nace un villano tiene tantos gags tontos, sencillos y la mayoría visuales, que la hace no solo apta para ver en familia, sin hasta para recuperar el sentido de diversión y del juego. Porque los Minions ayudan como pueden a Gru a su objetivo (quiere sumarse a la pandilla de supervillanos Vicious Six). Gru tiene su habitación (claro, aún vive con su mamá) en la que se ve la devoción que siente por los Vicious Six. Pero algo pasó, de lo que no está al tanto. Cuando los seis vana robar la Piedra del Zodíaco en la selva, Belle abandona a Wild Knuckles (el personaje del que Gru es su mayor fan). Por eso en el grupo se abre una vacante, y hacia allí se dirige nuestro pequeño antihéroe, a una suerte de audición abierta de malvados. Hay uno que lee la revista Mad (estamos en plenos años ’70; y habrá referencias a Tiburón, la música disco y hasta a Encuentros cercano del tercer tipo). Por supuesto que a Gru no lo aceptan, pero aprovecha y se roba la Piedra. A partir de allí, será todos contra todos, persiguiendo unos a otros (Knuckles, que no murió, incluido), agregando a una acupunturista que les enseñará a los Minions los secretos del kung-fu. Entonces esta secuela de Minions es, a la vez, otra precuela de Mi villano favorito. Y por supuesto que la película va presentando personajes que luego estallarán más y mejor en la original Mi villano favorito. Ya mencionamos a la mamá de Gru, y sumemos al científico loco, el doctor Nefario, a Vector y el mismísimo Banco del Mal. Es ese humor que tan bien le calzaba a los primeros 15 minutos de Minions lo que recupera Minions: Nace un villano. Que tendrá o no secuela y/o precuela, es muy probable, porque en algún momento las tres huerfanitas de Mi villano... deberían reaparecer. ¿O no?
Y sí, volvieron los Minions. Y sí, hay mucho que ya sabemos, muchos gags previsibles, mucha música de los setenta, más o menos como en la primera. No todo es gracioso y la historia de cómo Gru se hace de amigos y consigue su vocación de villanísimo (Gru es un personaje hermoso, digamos todo) no está lejos de las convenciones del género. Pero amigos: hay gags y momentos muy pero muy graciosos, dignos de la realeza del cartoon clásico (ese arte que este escriba hace años trata de reivindicar y que a ustedes, aunque no lo digan, los hace reír a mares). Los bichos bananófilos protagonizan todo tipo de humor, sobre todo slapstick (golpe y porrazo, caídas, etcétera) con algo de mínima picardía. Lo que igual importa no es tanto la historia ni el diseño -que a esta altura de la soirée no nos genera mayor sorpresa: todo es brillante hasta el tedio- sino eso que hace buena cualquier cosa: el timing. Los animadores de los Minions comprenden perfectamente que un grito o un culo al aire no son graciosos per sé sino por el cómo se plantea el gag. La gran debilidad, más allá de un reparto multiestelar en las voces originales (bueno, ya sabemos: la mayoría la verá en el afiatado doblaje castellano), consiste en eso, ser puro gag que a veces tapa la historia, y que, cuando la historia vuelve, se torna trivial espera al próximo gag. Pero en tiempos en los que nos gana la tristeza, que algo nos haga reír con la inocencia de la infancia es para agradecer.
Minions: nace un villano, es la quinta entrega de la franquicia de Mi villano favorito. Llegará a los cines argentinos el 30 de junio, con más comedia y superando ampliamente a su antecesora. La precuela de Minions, estrenada en 2015, se centra en los años ´70, con un Gru de 11 años que sueña con transformarse en un super villano. Gru es fanático de un grupo llamado Vicious 6, cuyo líder, Wild Knuckles es su ídolo. Nuestro protagonista tratará de unirse a ellos, pero una serie de eventos hace que sus pequeños secuaces deban ayudarlo. A diferencia de su anterior entrega, esta nueva película introduce a los Minions cuando eran más jóvenes y muestran como se unieron a Gru cuando él buscaba secuaces. Estas pequeñas criaturas continúan teniendo su humor de siempre y la misma calidez para continuar captando al espectador. Además de todos y cada uno de ellos, cumple una función para su jefe, que el mismo protagonista valora a lo largo de la película. Por el lado de Gru, muestra su formación como super villano y el potencial que tenia siendo tan joven. A pesar de querer seguir los pasos de su ídolo, el suele hacer las cosas por su cuenta y le salen bastante bien, aunque los Minions siempre están para ayudarlo aunque él no lo quiera. A lo largo del filme, también muestra como conoció a algunos personajes que aparecieron en Mi villano favorito (2010). La aventura se centra principalmente en lo Minions, porque a pesar de la misión que Gru se propone, se centre en él y en el grupo de super villanos, las piezas centrales son sus secuaces, específicamente Kevin, Stuart, Bob y Otto. Quienes ayudarán a su mini jefe a cumplir su meta y hasta incluso a la liga anti villanos indirectamente. En aspectos visuales continúa cumpliendo como siempre, al igual que su banda sonora que se ajusta a la época. Su trama no es compleja, es bastante sencilla, quien será el super villano que tendrá éxito y dominará el mundo, nada más que eso. Una precuela muy divertida, siendo la mejor opción para las vacaciones de invierno. Minions: nace un villano seguramente será un éxito en taquilla, ya que es una excelente película para grandes y chicos, con mucha comedia y aventura.
LA FÓRMULA DE LA INFELICIDAD Lo de Minions: Nace un villano es una suerte de vuelta de tuerca retorcidísima que sintetiza un poco el estado de las cosas en la industria del cine actual. No solo es una quinta entrega de una franquicia, algo que a esta altura es sin dudas un detalle menor, sino que además es por un lado una secuela de Minions, la película que era a su vez un spin-off de la saga Mi villano favorito, pero es también una precuela de -precisamente- Mi villano favorito. Si no se entiende nada, disculpen, pero así estamos, cada vez más lejos de que las películas tengan algo que las defina por sí mismas. Entonces, esta es la película puente que termina mostrando cómo los minions labraron su sociedad con el villanísimo Gru. Y es también una curiosidad: si Minions pretendía explotar el éxito de esas criaturas solitarias, el fracaso artístico de la película hizo que la nueva película de los minions sea en verdad la nueva película de Gru, porque los minions solos no sostienen una historia de 90 minutos. Luego de ese trabalenguas que tuvo forma de primer párrafo de este texto, lo increíble es confirmar que todo ese rizo de producción es lo más interesante de la película. Porque, como decíamos, sintetiza un estado de las cosas, no solo de cómo se hacen las películas sino además de cómo se consumen. Y suponemos que si el éxito comercial sigue acompañando, nada impedirá que una nueva incursión de estos personajes alumbre en los cines dentro de unos años, con una precuela de la continuación del reboot del spin-off. El proceso de simplificación de la exhibición de cine en salas, que se aceleró con la pandemia, ha convertido a ese espacio en una suerte de loop constante de secuelas, reinicios, adaptaciones de materiales preexistentes, en un agotamiento de ideas que por el momento sigue siendo redituable. O tal vez, por eso mismo, sigue siendo redituable, aunque para unos pocos. Cada vez más pocos. Si el análisis de la película se nos está retobando un poco, es porque en definitiva podemos decir lo mismo de bueno y de malo que ya hemos dicho de las películas anteriores. Salvo la primera, que era sí un sensible cuento sobre la paternidad, a partir de la segunda parte la franquicia se abocó a explotar en mayor o menor medida la gracia de esas criaturas formidables que son los minions. Que aún mantienen el aura de lo imprevisible, aunque ya se han vuelto repetitivos y la diversión surge en cuentagotas. Todo lo que pasa en esta película es una excusa para poner en marcha un dispositivo que va uniendo los puntos de un mapa que es pura pereza. Hay una reconstrucción de época que es nada más que una justificación temporal de la precuela, pero que no aporta nada en términos estéticos o narrativos: esta película se ve en sus trazos y colores igual que la primera entrega. Se podría justificar que el film de Kyle Balda, Brad Ableson y Jonathan del Val apuesta por el sinsentido, pero hasta eso cuenta con reglas invisibles (el caos en el cine, con disimulo, siempre está controlado) y aquí todo luce como un mero amontonamiento de secuencias sin la mayor inventiva. Ni siquiera la explosiva secuencia final, repleta de colores e hipérbole, resulta atractiva, porque aparece más como otro capricho de los guionistas que como una coherente resolución a los conflictos previos.
La floja secuela que es una precuela Se trata de la precuela de “Mi villano favorito” (2010) travestida de secuela de “Los Minions” (2015), personajes de quienes no se cuenta nada nuevo. Minions: Nace un villano (Minions: The Rise of Gru, 2022) es una excusa para poner nuevamente en situación, una vez tras otra, a los pequeños secuaces amarillos de Gru (Steve Carell en idioma original y Andrés Bustamente en el doblaje) en divertidas y erráticas oportunidades. Como toda película de sketches que se traduce en gags algunos funcionan mejor que otros, pueden verse aisladamente, pero sobre todo no encuentran coherencia discursiva en el hilo narrativo. La historia que sí se cuenta es la de Gru en edad escolar, que busca ingresar a un club secreto de villanos para adquirir adiestramiento pero, lejos de que eso suceda, es atrapado por los villanos de élite y los Minions irán a su rescate. Recién ahí, en esa segunda parte, los personajes del título encuentran su momento en la película para orquestar planes que fracasarán con gracia por su habilidad extraordinaria para equivocarse. La otra excusa que aprovecha Minions 2 es la época de infancia de Gru. El film recrea los años setenta con todo el imaginario que va desde la música disco de Donna Summer hasta la motocicleta chopera de Easy Rider (1969), incluyendo disfraces elocuentes para los seres amarillos. Más allá de esta estética vintage, no hay nada nuevo que contar de los carismáticos personajes. Los Minions están de vuelta con una propuesta tan torpe y fallida como las planificaciones de rescate de sus pequeños protagonistas. En el doblaje latino aparecen voces reconocidas como la del periodista cinematográfico ahora conductor de la alfombra roja en los Oscar Axel Kuschevatzky (Sr. Perkins), Christian Martinoli (Manos de acero), Edgar Vivar (Silas Pietraserón) el señor barriga del Chavo del 8, Itatí Cantoral (Dona Disco), de la telenovela María la del barrio y Luis García (Svenganza) ex futbolista mexicano.
Los Minions a puro disco y funk Si un film está ambientado a finales de los 70, no podía faltar la buena música tan representativa de esa década. La banda de sonido da cuenta de un muy fino proceso de selección. Entre las canciones incluidas podemos escuchar: Turn Up the Sunshine de Diana Ross & Tame Impala, Funkytown de St. Vincent, Dance to the Music de H.E.R, entre otras. Un detalle que llama la atención es la falta de una canción clave en el film, pero ausente en la banda de sonido. En una escena en la que Gru es secuestrado, lo someten a una aparato llamado Disco Inferno, una gran bandeja de tocadiscos donde se lo ata al eje central y se lo deja por horas escuchando la canción More, more, more de Andrea True Connection. Un éxito de 1976 que mantiene su encanto en posteriores décadas y revive en las versiones de Dannii Minogue, Bananarama, Rachel Stevens y Dagny. No obstante, lo particular es su sensual letra. Andrea True Connection es una cantante de carrera muy corta, en sus inicios el éxito le llegó como actriz de videos para adultos y fue un ícono de la industria entre los años ‘60 hasta 1980. La letra de su canción está plagada de doble sentido, sin embargo es tan pegadiza que hasta Gru la termina repitiendo totalmente hipnotizado.
Todo se complica. Semanas después de sus respectivos estrenos, tarde, muy tarde -y no aceptablemente tarde ni elegantemente tarde ni fashionably late- vi Minions: nace un villano y DC Liga de Supermascotas. Todo se complica. También los títulos. Con los dos puntos, con la marca adelante, también podría ser con algún número o alguna otra indicación cronológica o de otro tipo. Extraño los títulos más contundentes como Lo que el viento se llevó, El exorcista, Nueve reinas, Una mujer es una mujer… Pedir entradas para una película con dos puntos en el título, pedir entradas y antes decir “DC”... Decir “Minions” y hacer la pausa de los dos puntos… Todo se complica. En fin, igualmente cada vez se piden menos entradas en términos verbales, cada vez es más raro encontrar a alguien que venda una entrada. Generalmente, hoy en día con una serie de pantallas se activa casi toda la secuencia de la venta de entradas que permiten la entrada a otra serie de pantallas más grandes. Todo se complica para algún lado, incluso con eso de “hacelo más fácil” mientras te muestran un celular oscilante y canchero en el “tutorial”. Ah, y CONTACTLESS. También hay autómatas que dicen frases repetidas que les mandan a decir, que disfrutes la película, así vayas a ver una de fusilamiento de niños. Hay excepciones en el mundo autómata, pero se van volviendo cada vez más excepcionales. Y hay ciertas facilidades, como la de poder saber sin llamar a los cines si una función está agotada. Igual ya casi nadie atiende esos teléfonos. Todo se complica. Como pasa cada vez con mayor frecuencia, los nombres de quienes dirigen las películas entran en una suerte de cono de oscuridad, o de ocultamiento. Hay afiches por la calle ya sin el nombre de los directores de películas, “una película de Netflix”, dicen algunos carteles, el título de la película, una foto de actor actriz personaje o cosa que uno tendría seguramente que conocer si no viviera retirado de tantas cosas... y chau. Todo se complica. Busco quiénes dirigieron estas películas que vi tarde y con la mejor compañía. Minions: nace un villano la dirigió Kyle Balda, y acompañado: Brad Ableson y Jonathan del Val figuran como codirectores. DC Liga de Supermascotas la dirigió Jared Stern, y acompañado: Sam J. Levine figura como co-director. Cada vez más películas animadas incluyen esto de la co-dirección. Todo se complica, también la existencia de la crítica de cine. O su lectura. Así que acá no haremos crítica ni lectura, ni escritura. Ni crítica ni reseña ni review. Ahora dicen “review” y alrededor parece que hablan en castellano. O dicen hablar castellano, fashionably adornado con cada vez más palabras en inglés. Y las muchachas aceptan afearse por la moda, decía Godard. Godard. Todo se complica. Y los Minions. La película Minions de 2015 era un bochinche horrible (link) y temía por Minions: nace un villano. Bah, no temía por la película, temía por mí ante la película, porque estas películas, si son malas, lo delatan en pocos minutos y después hay que aguantar. Pero el villano nace con fluidez, con narrativa, con gracia, hasta con emociones (como la risa con los chistes con timing y con lógica de cartoon, diría mi colega y amigo D’Espósito, que sabe mucho de animación). En esta de los Minions nace un villano pero sin villanía cinematográfica, más bien con honor de raigambre clásica en algunos términos. Las mascotas de DC, bueno, es una película carente de vida y que desconoce cualquier noción de gracia o gracejo, fluidez o elegancia, apenas es de moda (fashion) de marketing de superhéroes, tiene a los personajes siempre al medio del plano (no como Ozu sino como en la peor televisión), explica todo lo que pasa con diálogos -y el doblaje es malo, desganado, sin alma y sin ritmo- y falla y falla y falla en el timing, como si la hubieran hecho autómatas y te dijeran “que la disfrutes” de forma indolente, desdeñosa, ausente. Eso es, DC Liga de Supermascotas es una película ausente, de esas en las que el espíritu del cine huyó espantado, o más bien nunca estuvo.
Reseña emitida al aire en la radio.