Una película para no dejar pasar si se busca tener un buen momento en familia ya que tiene todo lo necesario como para que los niños pasen un momento más que agradable. No hay nada original, ni grandioso, ni impactante, pero no...
Cupido Monstruorizado. Hace ya un par de años que la juguetera Hasbro decidió producir películas basadas en sus productos, tales como juegos de mesa, línea de muñecos, o cualquier cosa que puedan haber fabricado de ante mano (de eso hablábamos en ESTA NOTA). Hasta ahora, y habiendo comenzado con Transformers, podemos decir que los resultados de esas películas no han sido los mejores (no, no nos hagan acordar de Battleship), o por lo menos, que les ha ido mejor – en cuanto a calidad, porque en taquilla hay que reconocer que siempre les había funcionado – cuanto más se alejaron de limitarse a presentar el producto a vender y las “cualidades” del mismo; caso la primera Transformers (o mejor dicho, la primera hora de la primer película, antes de que Michael Bay se entregara a mostrar explosiones y hierro retorcido), o Ouija 2. Lamentablemente, Monster Trucks – que sí, se basan en una línea de “autitos” monstruosos – elige el camino de limitarse a vender la mercancía, y aunque tiene un arranque prometedor, decae rápidamente, algo similar con el citado film de Bay; de hecho, por momentos pareciera que estuviésemos viendo la misma película. La historia sigue a Tripp (Lucas Till), joven de pueblo, con deseos más grandes que el lugar. En realidad, se siente bastante frustrado por no tener auto propio. Un día Tripp descubre algo en el depósito de chatarra en el que trabaja; un ser, extraño, como un molusco, y que puede ser el causante de que los automóviles de ese pueblo estén sufriendo de la pérdida de su tanque de combustible. Claro, hay una historia previa que explica todo, y que involucra a una petrolera, comandada por alguien inescrupuloso (Rob Lowe), que perfora más de lo debido y daña un ecosistema preservado, e intenta mantener su error oculto. ¿Qué sigue? Tripp construye un camión, o una camioneta patona, bah un monster truck, e introduce a Creech (así llama al molusco con el que congenia muy bien) en el capó a modo de motor para que los de la petrolera no lo descubran. Me olvidaba de mencionar que hay un interés romántico para Tripp a cargo de Jane Levy (No Respires), llamado Meredith, y que cumple la función de… interés romántico. La idea del monstruo dentro del camión es bastante original y se nota que pusieron todo el esfuerzo ahí, no por nada, el director a cago es Chris Wedge, que proviene con bastante fama del mundo de la animación. Creech es adorable y cuando toma el control del automóvil hace todo tipo de locuras. Los chicos van a querer tener uno así en sus casas. El resto, es un film sin demasiados riesgos, repite la fórmula de “películas con mascotas” y específicamente la de “niño y personaje extraño” – aunque Tripp ya no es tan niño –. Desde E.T. a Lilo & Stitch, es esa fórmula. Sin embargo, algo falla en el guion de Derek Connolly, y falla en lo que debería ser fundamental en una película destinada a un público menudo, Monster Trucks rara vez es divertida. Con algo más de riesgo como para atraer a los adultos (¡vamos, hablamos de un bicho que se come los tanques de combustible!), y un poco más de consistencia para atraer a los chicos y no recaer tan rápido en la batería de efectos – que se notan mucho, no son reales – para aturdirlos, el resultado sería otro, realmente uno mucho mejor. Los personajes son planos, y responden a lo que la historia les pide para que todo continúe, tampoco nada grave para este tipo de película en donde no se espera otra cosa. Eso sí, Tripp/Lucas Till, puede ser bastante irritante y hasta opacar la química con Creech. Quizás si hubiese sido completamente en animación, también podría haber mejorado. Conclusión: Monster Trucks tenía todo para ser un producto infantil estándar y con una cuota de delirio interesante. Pero los tropiezos de su guion, la falta de dinámica, y un mayor esfuerzo por mostrar las destrezas de algo que notoriamente no es real, oscurecen el promedio.
Una de monstruos buenitos. Una especie de pulpos tan simpáticos como fue ET que se meten en camiones de ruedas gigantes para hacerlos funcionar más allá de lo explicable y un mensaje pretendidamente ecológico. Esos seres habitan lagos subterráneos que una compañía petrolera quiere destruir. Y los jóvenes que los descubrieron más un científico arrepentido lucharan por sus derechos a la vida. Anécdota sencilla para un producto menor que entretiene medianamente con buenos efectos especiales y un previsible desenlace que le roba ideas a la peli de Spielberg. Los “pulpos” son simpáticos y se convierten en lo mejor de la película. Pero solo es un entretenimiento sin muchas pretensiones para pasar el rato.
La versión que corre por varios medios de prensa en Estados Unidos es que el ex CEO de Paramount, Adam Goodman, habría sido despedido de la compañía el año pasado, luego que le hiciera perder al estudio 125 millones de dólares con esta película que concibió su hijo de cuatro años. Monster Trucks estuvo plagada de problemas durante su producción y su estreno se postergó numerosas veces. Originalmente se había anunciado en los cines para mayo del 2015 pero Paramount modificó la fecha en tres ocasiones y finalmente se la sacaron de encima este año. El concepto que creó el hijo de Goodman no es para nada malo y en otras manos más creativas hubiera disparado una franquicia de productos infantiles, pero en esta película no supieron aprovecharlo. Puede sonar estúpido, pero décadas atrás hubo empresarios que se rieron y rechazaron la idea de robots que se transformaban en vehículos y después lo pagaron caro. El concepto de monstruos alienígenas que habitan camiones y se alimentan del petróleo es una premisa que podían haber funcionado en una producción más cuidada. Lamentablemente Monster Trucks terminó convertida en esa clase de películas malas divertidas que mucho de nosotros vimos en el pasado y hoy se recuerdan comos grandes placeres culposos del séptimo arte. Sí, me refiero a Basuritas: La película (1987) y Mi amigo Mac (1988) que en su momento brindaron un pasatiempo entretenido cuando las descubriste de chico. Munchie, de 1992, también tiene un honorable puesto en esta categoría. En consecuencia, no tengo dudas que esta película es una gran opción para chicos de entre cuatro y siete años, que son el target de público que más van a disfrutar esta producción. Para los espectadores mayores puede resultar una tortura, además de un desperdicio de plata en la entrada al cine. Monster Trucks es una especie de liberen a Willy con camiones y monstruos, donde el director Chris Wedge (El creador de la Era de hielo) desarrolla una propuesta de fantasía con un alto contenido de nostalgia. No fue casualidad que los pósters de esta producción tuvieran un diseño parecido al de los años ´80. El film evoca claramente esas películas infantiles que mencioné antes a través de un conflicto sencillo que no tuvo mucha elaboración. El monstruo de la historia resulta simpático y los efectos son pasables, si bien no están a la altura de una producción que costó más de 100 millones de dólares. Un detalle gracioso de esta película es que sus dos protagonistas, Lucas Till (X-Men: First Class) y Jane Levy (No respires), tienen más de 25 años y acá interpretan adolescentes de 16. En las escenas que tienen lugar en la escuela secundaria ambos parecen los profesores de sus compañeros y cuesta comprarles el rol de estudiantes. Vuelvo a reiterar este punto. Monster Trucks es una película infantil que podría haber tenido una mejor realización y un guión más creativo, sin embargo, con todos sus defectos creo que resulta un pasatiempo decente para los más chicos.
Una película de aventuras a la vieja usanza. Producido por la cadena Nickelodeon, el primer largometraje con actores de carne y hueso del especialista en animación Chris Wedge (La era de hielo, Robots) se sostiene sobre el que quizá sea el concepto más estrambótico visto en un film para toda la familia en bastante tiempo: la amistad entre un joven amante de los fierros y un ser surgido de las profundidades de la tierra, suerte de pulpo gigante con la cabeza y la inteligencia de un delfín educado en la mejor de las universidades. Y cuya alimentación se basa en toda clase de derivados de los hidrocarburos. En el fondo, Monster Trucks remite –aunque sin la melancolía retro explícita de un Stranger Things– al universo del fantástico ochentoso y aledaños; de hecho, su estructura esencial es similar a la de E.T., aunque con condimentos y aderezos de otros formatos y géneros narrativos. Su gadget básico, por otro lado, no puede sino recordar a los ubicuos Transformers: la posibilidad de que el bicho en cuestión, que responde al nombre de Creech, se adapte perfectamente al chasis de esas 4X4 customizadas que tanto gustan allá en el norte, transformadas aquí literalmente en “camionetas monstruosas”. Nada nuevo bajo el sol: el cine popular y el infanto-juvenil en particular viene alimentándose de ideas previas desde tiempos inmemoriales. Como corresponde, hay aquí un villano de manual y también un hombre algo mayor dispuesto a ayudar al jovencito y a su nueva amiga a salvar a Creech y a su raza de la extinción, interpretados respectivamente por Rob Lowe y Danny Glover, nueva demostración de que más vale billete en mano que búsqueda infructuosa de roles más sustanciales. Dicho lo cual, a pesar de los aspectos derivativos y de una tendencia a la reiteración de situaciones de suspenso y peligro similares (eso que en la jerga suele denominarse cliffhanger), Wedge y sus colaboradores en el departamento de montaje y de diseño de efectos digitales se las arreglan para que Monster Trucks pueda ser disfrutada como una película de aventuras a la vieja usanza. Sin demasiada inteligencia y menos aún profundidad, es cierto, pero con algo de nervio y ritmo y una creciente simpatía por una criatura con la cual, a priori y a juzgar por las apariencias, resulta difícil sentir algo de empatía. El resto puede listarse sin llamadas a pie de página: el obligatorio mensaje ecológico, las escenas de acción no del todo afinadas, la actuación central de un Lucas Till pasado de galancito teen (aunque la adolescencia del propio actor haya quedado atrás hace unos cuantos años), el romance en ciernes con la chica nerd que resulta ser bastante sexy. Una fantasía (en parte) animada de hoy con un corazoncito old school en su interior. Y eso es todo, amigos.
Un monstruo sobreruedas Monster Trucks es como las camionetas monstruosas a las que se refiere el título: poco sofisticadas pero divertidas. En su afán por hacer películas partiendo de algo que el público reconozca fácilmente, Hollywood puso el ojo en el espectáculo norteamericano que consiste en ver las piruetas y destrucciones varias de las que son capaces camionetas y camiones "tuneados" con enormes ruedas, motores "tocados" para tener mayor potencia y otros elementos de parafernalia automovilística. La camioneta del protagonista del film, el joven solitario y "tuerca" Tripp (Lucas Till), es literalmente monstruosa porque su motor es una enorme criatura anfibia que salió a la superficie cuando una empresa petrolera cavó un pozo demasiado profundo donde no debía. Tripp y Meredith (Jane Levy), la chica estudiosa que quiere conquistarlo, tendrán que devolver el adorable monstruo a su ambiente natural, enfrentándose a los intentos del malvado dueño de la empresa (Rob Lowe) por encubrir el desastre provocado por la excavación. Hay mucho ruido de motores y recorridos a toda velocidad en esta película familiar con el espíritu de las que se alquilaban en el videoclub en los 80 (sin referencias más explícitas que la presencia de Lowe y Danny Glover, en papeles secundarios). Los personajes son más bien esquemáticos, con la excepción de Tripp, que tiene un poco más de desarrollo. Pero acá se trata de divertirse un rato sin muchas pretensiones, algo que logra cada escena con la presencia constante del humor y alejándose muy poco de la liviandad.
“Monster Trucks”: ponga un extraterrestre en su tanque Un adolescente que se pasa el tiempo en un garage lleno de autos viejos y medio destrozados se topa con un extraño monstruo, mezcla de lobo marino, pulpo y cetáceo. La vieja publicidad de combustible que decía "ponga un tigre en su tanque" aquí se adapta para hacer que el protagonista meta un monstruo debajo del capó de un camión: esta es la clave de esta comedia familiar, totalmente descerebrada, que funciona por su divertida premisa y la eficaz combinación de animación digital con acción real. El director Chris Wedge, uno de los principales responsables de la éxitosa saga animada de "La era del hielo", intentó volver al tipo de divertimento familiar ochentista que hacia Joe Dante en peliculas como "Gremlins" o "Los exploradores", que mezclaban situaciones de adolescentes suburbanos o pueblerinos con seres sobrenaturales o marcianitos, en películas llenas de efectos especiales. Este ochentismo se percibe especialmente con un elenco que incluye al siempre excelente villano Rob Lowe, o a Danny Glover como el dueño del taller mecánico, aunque el monstruito llamado Creech tiene un look más moderno. Si bien no hay nada parecido a un verdadero argumento, la historia de un camión con propulsión a monstruo es suficiente para que sobren las situaciones divertidas sumadas a algunas carreras de camiones atractivas.
Liberen a Creech Muchacho rubio quiere salvar a criatura marina que petroleros desean exterminar. ¿Les suena? El mundo del cine infantil no está dividido en película de animación y/o con actores. Los efectos visuales han ganado tanto terreno que deberíamos decir que existe un cine con efectos que puede ser animado o con actores. Una combinación de ambos es Monster Trucks, como también es una cruza entre E.T. el extraterrestre y Herbie, a toda marcha, y hasta Liberen a Willy. Pero claro que hasta la del autito con Lindsay Lohan es mejor que la película que se estrena esta semana. Hay un rubio que quiere irse de su pueblo, que está monopolizado por una petrolera. No se banca al novio de su mamá, su papá no vive con ellos y trabaja para la petrolera, que por supuesto es manejada por gente mala que sólo quiere sacar provecho, y que cuando “despiertan” allí abajo a tres criaturas marinas, que salen al exterior, querrá atraparlas, exterminarlas y que nadie se entere. Pero Tripp (Lucas Till, el nuevo MacGyver, y no es chiste) termina haciéndose amigo de Creech, como denomina a este cefalópodo de estómago sensible, que se alimenta de petróleo (cuando le dan nafta de un surtidor se vuelve desquiciado, claro, por los aditivos). La cuestión es que Creech se mete entre los fierros de una vieja camioneta de Tripp y le genera potencia. Tanta, como para escapar de los malos. Hablábamos de E.T. (jóvenes tratan de salvar a especie desconocida y devolverla a su hábitat), Herbie (el auto, aquí camioneta, que parece tener vida propia) y Liberen a Willy (ver E.T.). Dirigida por Chris Wedge (La Era de hielo), del elenco, sacando de lado a los jóvenes (increíble como Jane Levy era una actriz en No respires, y aquí... hace de novia), cuenta con Rob Lowe (el malo), Frank Whaley (el padre), Barry Pepper (el sheriff y novio de la madre), Amy Ryan (la mamá) y hasta a Danny Glover en silla de ruedas. Pero esto para los chicos no significa nada, y como están en la pantalla, para los adultos, tampoco.
Tentáculos, camiones, velocidad y mensaje ecológico con fuerte carga didáctica. ¿Suena a cóctel imposible? Lo es, pero aún así hay que decir que esta película para toda la famlia, que mezcla actores con imágenes generadas, logra entretener a partir de su premisa disparatada, imaginar lo que hubiera pasado si unas criaturas más o menos simpáticas de otro mundo operaran enormes camiones. En el centro de su historia está Tripp, un chico que quiere irse del pueblo y construye un camión con piezas de chatarra al que adora como a un amigo. Pero unos codiciosos empresarios petroleros, con Rob Lowe a la cabeza, sufren un accidente en una perforación y de allí surge una criatura que se convertirá en su amigo impensado, una especie de pulpo baboso y tentacular, desagradable pero inofensivo y bondadoso. Con buenos actores y buen ritmo, los chicos se van a divertir, y los grandes, bueno, no tendrán muchos motivos para quejarse.
Esta nueva historia llega de la mano del director de cine y actor de voz estadounidense Chris Wedge, conocido por su trabajo en la saga de “Ice Age”, las películas de “Robots” y “Epic”. Una historia bien familiar que cuenta la vida de un adolescente con varios problemas pero que en un momento de su existencia llega un ser muy especial con unos ojitos súper tiernos que junto a sus actitudes se comprará a toda la platea. Los protagonistas viven todo tipo de aventuras y persecuciones, cuenta con la aparición de Danny Glover como Mr Weathers, buenos efectos especiales, una producción de unos 120 millones de dólares, en algunos momentos cae en lugares comunes y hasta ridículos. Es puro entretenimiento para espectadores poco pretenciosos. En algún punto tiene algo similar a “E.T.”
Monster Trucks: Comercial de Camiones. Lucas Till protagoniza esta película infantil que se queda corta en casi todos los aspectos que pueden llegar a ser interesantes, y cuya única justificación para no ser una película de TV es su enorme (y desaprovechado) presupuesto. Tripp Coley (Lucas Till; MacGyver) es un joven que vive en un pequeño pueblo de Estados Unidos, donde todo es controlado por la compañía petrolera Terravex, que da empleo a la mayoría de los habitantes. Cuando la empresa intenta destruir un desconocido ecosistema subterráneo para continuar con sus excavaciones, tres extrañas criaturas salen a la superficie y todas son capturadas menos una, la cual escapa hasta el desarmadero de autos en el que trabaja Tripp. La criatura es una especie de pulpo con cabeza de tiburón y una viscosidad que lo hacen parecer hecho de gelatina negra. Cuando Tripp lo encuentra, intenta matarlo, pero al descubrir que es inofensivo lo deja vivir (y con eso me refiero a que lo utiliza como motor para su camioneta cuando descubre que sus tentáculos pueden hacer girar las ruedas) y lo apoda Creach. Con la ayuda de Meredith (Jane Levy; Don’t Breathe) ,una compañera de escuela que intenta ayudarlo con sus estudios a pesar de los maltratos bastante constantes del protagonista, intentaran regresar a Creach y las criaturas capturadas a su ecosistema, mientras Terravex los buscará y hará todo lo posible por ocultar la existencia de los monstruos. En papel la película tiene potencial, por lo menos en la superficie, su elenco cuenta con actores de gran nivel, tiene un buen equipo a cargo con experiencia en films familiares y tienen una criatura que, a pesar de no ser la más atractiva estéticamente, es simpática y le agrega momentos de humor a la historia. Monster Trucks tiene dos grandes problemas: en primer lugar, su tema principal son los camiones monstruo, esos que tienen enormes llantas y vemos cada tanto saltando por los aires en alguna película o programa estadounidense, pero en este caso su atractivo no es tal excepto por una persecución en la cual el camión trepa un edificio y va saltando de techo en techo. El interés que podría despertar un auto en una película infantil (Cars es un buen ejemplo) es truncado cuando la criatura viva que da poder al auto no es vista casi nunca durante todas las escenas en las que predominan los camiones o las persecuciones y en su lugar solo podemos percibir emociones de el frente de una antigua camioneta Dodge y la cara poco expresiva de nuestro protagonista. El segundo problema recae en que la historia parece cortada a la mitad en casi todo, la relación entre Tripp y Creach carece de desarrollo alguno y un vinculo, que tendría que ser el combustible emocional de la historia a la Elliot y E.T. parece más algo totalmente circunstancial. A su vez el conflicto principal con la corrupta empresa petrolera que a su vez es el principal sustento del pueblo no recibe ningún tipo de conclusión, y así, todos los intentos de hacer a esta película interesante para una franja etaria mayor a los 10 años son abandonados (aunque tal vez los productores se dieron cuenta de lo contradictorio que resulta apuntar a las compañías petroleras cuando el film es una larga publicidad de camionetas 4×4). A pesar de esto, el film se destaca en su elenco, con no solo buenas actuaciones tanto de Lucas Till, quien logra ser interesante a pesar de que por momentos parezca que tiene parálisis facial y no puede sonreír, Jane Levy, a la cual es muy difícil ver en esta decepcionante película luego de sus colaboraciones con Fede Alvarez , Rob Lowe, quien se luce como un imbécil caricaturesco a cargo de Terravex y finalmente Barry Pepper, el sheriff del pueblo y padrastro de Tripp, cuyos intercambios con el joven se llevaron las pocas carcajadas del público. Para finalizar, Monster Trucks no se asemeja en nada a las clásicas historias de un joven y su perro/criatura fantástica que busca imitar el director Chris Wedge (La Era de Hielo), pero tampoco tiene la profundidad y calidad a la cual nos tienen acostumbrados muchos films infantiles de los últimos años. Pero si lo que buscan es echarse una siesta de 104 minutos en la sala de cine mientras tienen que cuidar a su hermano/sobrino/etc., Monster Trucks tal vez sea lo que están buscando.
El filme costó una fortuna y tuvo varios problemas para llegar a la pantalla, pero propone acción y carcajadas junto a un monstruo amigable. La producción de Monster Trucks fue muy problemática, estuvo plagada de inconvenientes y el resultado final no convenció a nadie, lo que llevó a los estudios (Paramount, Nickelodeon Movies y Disruption Entertainment) a postergar varias veces su estreno. El producto costó 120 mil millones de dólares y nunca lograron recuperar la exorbitante cifra. Según rumores, la película fue concebida por el hijo de 4 años de Adam Goodman, exCEO de la Paramount, quien, como buen hombre, no habría tenido mejor idea que dejar al niño que ideara el filme. Con estos antecedentes llega el filme dirigido por Chris Wedge, creador de La era de hielo. Monster Trucks confirma el rumor, ya que efectivamente parece salida de la mente de un niño, pero de un niño que vio a los grandes exponentes del género “monstruo amigable” y que cuenta con una imaginación desbordante. Si hubieran explotado mejor la idea, podrían haber dado con el inicio una nueva saga infanto-juvenil de monstruos. Todo comienza cuando, tratando de evadirse de la vida de pueblo, Tripp (Lucas Till), un estudiante a punto de egresar, construye un Monster Truck a partir de piezas de desguace. Si bien la película no está a la altura de la tradición marginal y desprestigiada en la que se encuentra ubicada, la salva mucho su nobleza, su simpatía, su ternura. Aunque para muchos se trate más bien de una bondad tibia, de poco vuelo, que no termina de encender el motor de la gracia y de activar la empatía del espectador, lo cierto es que Monster Trucks saca una que otra carcajada y hace que los más pequeños se metan de lleno en la historia. La película es una simpática aventura apta para todo público que respira clase B ochentosa, en la línea de Mi amigo Mac (1988), que logra enganchar y sorprender gracias a sus escenas rimbombantes y ridículas pero siempre atractivas. Por momentos tiene bastante ritmo, aunque hay partes en que se estanca debido a un guion deficiente y muerde la banquina. Aún así, Monster Trucks aprueba porque cuenta con un monstruo agradable y carismático, a quien el protagonista humano tendrá que salvar de la amenaza en un viaje a toda velocidad sobre cuatro ruedas.
EL PULPO ESTA CRUDO Recuerdo haber visto el tráiler de Monster trucks y asociarla inmediatamente con cosas como la saga Sharknado que, en mi opinión, son hasta un insulto para lo que nació como cine clase B o bizarro. Incluso, quizás a modo de campaña promocional, durante la dilatación del estreno de este film circuló la versión de que sería una de las realizaciones que dieran mayores pérdidas a un estudio. Claro que nunca sabremos si esto es obra del Big Data como la poderosa herramienta capaz de anticipar resultados electorales o un truco publicitario. Lo cierto es que el bodrio que se anticipaba que sería Monster trucks no fue tal y en su lugar tenemos una amable y divertida aventura. Tripp (Lucas Till) es un estudiante con los conflictos típicos que tiene la mala fortuna de ser hijastro del sheriff del pueblo (Barry Pepper) y de tener un padre que trabaja en una compañía petrolera y no se hace cargo, quedándole sólo el sueño de armar su camioneta “monster” con restos del desarmadero en el que trabaja (ni que fuese MacGyver). Tripp es acosado por su compañera Meredith (Jane Levy) que intenta de todos los modos posibles llamar su atención para ayudarle con su cursada, cosa que a él le interesa aún menos que tener algo romántico con la chica. En paralelo, la compañía petrolera de Reece Tenneson (Rob Lowe) permite que se escapen de una perforación unas criaturas extrañas semejantes a pulpos gigantes que comen petróleo. Logran encerrar a dos pero la tercera se les escapa y va a parar al complicado mundo de Tripp, que luego de un período de experimentación, logra utilizarla como “motor” de su camioneta. Esto que suena tan descabellado (y en realidad lo es) no molesta cuando el director se toma el trabajo de darle una base sólida de lógica al universo autoconsciente de esta aventura. No nos sentimos subestimados por una historia sin pies ni cabeza porque se ha decidido armarla con prolijidad e imaginación. Incluso los efectos especiales son decentes (algo que en el tráiler no se apreciaba lo suficiente) y la pegajosa e insufrible presencia de este ser se integra de manera aceptable al mundo real en el que suceden los hechos. Luego la historia no sale de lo convencional (tranquilamente se la puede comparar con E.T. y de allí para adelante) pero no con enojo sino con el disfrute de saber que se ha hecho un buen trabajo no desde cero sino respetando sus bases. Los pases de comedia también son dignos de apreciación. La villanía de Rob Lowe es un nicho que debiera aprovechar más el representante de este eterno intérprete de segunda línea, Lucas Till parece destinado a componer adolescentes al menos por una década más y el comediante Thomas Lennon acompaña con un personaje al que repite pero nunca deja de ser efectivo. Y hablando de comedia hay ocurrencias ingeniosas, como aquella en la que se le da al “ser” dentro de la camioneta combustible refinado como alimento, que no es lo mismo que el petróleo crudo que consume y esto produce que se comporte como drogado por los químicos que contiene. Si que un ser vivo se alimente de petróleo parece ridículo, que los agregados industriales le hagan mal es dotar de credibilidad a ese absurdo y que no lo parezca tanto. Y esa clase de elementos en la construcción del contexto de la historia es lo que se agradece. Chris Wedge (La era del hielo, Robots, El reino secreto) dirige esto que podría haber resultado un total despropósito pero que, sin embargo, es una muy disfrutable comedia de ficción.
Hay peliculas malas detestables y películas malas que tienen su gracia. Es difícil pegarle a Monster Trucks ya que su propósito no es ser coherente sino ser entretenida. La produce Nickelodeon y, aunque gastaron una ponchada (125 millones de dólares), la gente del estudio quiso esconderla bajo el tapete porque veian a la legua que no iba a ser taquillera. Los números no mintieron: Monster Trucks se hundió en la taquilla simplemente porque es una pelicula familiar simplona, algo tonta y obscenamente sobreproducida. Hubieran gastado algo menos y les hubiera quedado unas monedas para el cambio. El argumento es simple y remanido: encuentran una criatura, la protegen de los que quieren cazarla, la regresan a su habitat. Desde E.T. hasta ahora las películas con aliens / monstruitos graciosos no han seguido otro derrotero. Quizás la gansada de todo esto es que, una vez que encuentran al bicho - el que parece un pulpo con cara de tiburoncito simpático -, el protagonista decide utilizar sus dones y ponerlo en la camioneta sin motor que tanto ansía reparar. Como el monstruo es como un nene de 10 años, piensa que la camioneta es una patineta; como el flaco quiere andar motorizado, inventa un complicado mecanismo para manejarla (le tapa la visión al monstruo cuando quiere frenar, la levanta un metro del piso para que el bicho no arrastre la panza contra la carretera, pone un surtidor que le tira aceite - su alimento favorito - a la boca de la criatura cuando quiere acelerar), y después anda pavoneándose por ahi. En serio. En vez de entablar una relación con el bicho, de ver su bienestar y hacer justicia, lo único que quiere es tener un camión monstruo en el sentido literal de la palabra. Es por eso - y todo lo que sigue - que los críticos la tildaron de pavada monumental. Pero obvien eso y verá que Monster Trucks es una pelicula re-divertida. Hay un elenco nutrido de caras conocidas, y todos tienen sus cinco minutos de gracia. Lucas Till, siempre con cara de amargo, está ok y hasta la irritante Jane Levy destila simpatía. Hay muchas persecuciones disparatadas, momentos adorables con el monstruo y hasta una reconciliación del flaco con su padrastro. ¿Qué mas se puede pedir?. Monster Trucks es una película amable. Olvidense de la coherencia de las cosas, aquí no existe. Lo que importa es el ritmo, las gracias, los chistes y la acción y en ese sentido - para ser una pelicula para toda la familia - le doy el visto bueno y punto.