La coyuntura actual sirvió, para algunos, como puntapié para la narración creativa. «Murciélagos», película solidaria filmada y producida en cuarentena, es uno de esos casos. La pandemia llegó para poner patas arriba la vida de quienes la transitamos. La virtualidad nos abrazó, buscando simular esa contención que nos daba el calor de los demás. Se valoran más las pequeñas cosas. Se extraña ser, con otros. Y mientras el silencio se torna ensordecedor, la antigua rutina se desea. En esa situación, las personas entran en una especie de limbo en el que circulan desorientadas, chocándose una y otra vez con esta vida que no reconocen como suya. Como un murciélago que entra de sopetón en una casa. El comportamiento de ese mamífero, señalado en distintos momentos como vector del brote de coronavirus que surgió en Wuhan, se conecta con las ocho historias narradas en la película argentina «Murciélagos». Una pareja que debe convivir a pesar de estar en crisis, mientras un amor surge de manera virtual. Una mujer espera un bebé, y otra, la oportunidad de librarse de su abusador. El retrato de un hombre hastiado choca con la verborragia de un conspiracionista. Un médico debe afrontar el odio de sus vecinos, y un padre, el desafío de aprender a serlo. Todos estos microuniversos tienen un punto en común: se inspiran y recogen las vicisitudes de la vida en pandemia. La obra cuenta con un elenco tan amplio como talentoso, compuesto por Oscar Martínez, Peto Menahem, Julieta Vallina, Luis Ziembrowski, Clara Ziembrowski, Carlos Belloso, Moro Anghileri, Juan Pablo Geretto, Marcelo D’Andrea, Maida Andrenacci, Héctor Díaz y Azul Lombardía. La película no sólo fue realizada durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio, sino que se construyó sobre un objetivo solidario: recaudar fondos para donar al Banco de Alimentos de Buenos Aires. A ello se le suma que actores, directores, productores y demás miembros del proyecto donaron su trabajo para colaborar con esta situación pandémica y alimentaria tan compleja. La productora Masses Content y la agencia Alegría, en asociación con Amnistía Internacional, realizaron este film, que cuenta con la dirección de Hernán Guerschuny, Paula Hernández, Daniel Rosenfeld, Tamae Garateguy, Diego Fried, Martin Neuburger, Connie Martín, Azul Lombardía y Baltazar Tokman. «Murciélagos» tiene el eximio valor de estar tan bien pensada como actuada. Cada actor le imprime a su personaje el sello característico de la vida en cuarentena. Las historias resultan familiares, y a la vez, extrañas. Interpelan al espectador, porque lo retratado es espejo del propio confinamiento. Las secuencias, por momentos, incomodan, pero es precisamente porque son auténticas y transparentes. Porque genera vergüenza pensar que así nos veríamos si nos filmaran en nuestro día a día. La película tiene la capacidad de mixear la monotonía propia del aislamiento con la potencia de sus relatos, caracterizados algunos por la sucesión acelerada de diálogos o eventos, y otros, por el peso de los conflictos que encarnan. Los recursos estilísticos ayudan a reforzar esta tendencia, como el de observar lo que el personaje ve, que es utilizado de manera conmovedora e inteligente. En síntesis, «Murciélagos» resulta un producto más que valorable, que cuenta de forma poética y cinematográfica situaciones conocidas. No sólo es genuino, sino que invita al espectador a reconocerse en lo narrado. La película no teme sumergirse en debates actuales, y lo hace con una convicción y fluidez que es de destacar. Cada relato, como aquel murciélago que entra en un hogar, encuentra la ventana que lo incentiva a volar, salir del molde y repensarse. Es un pequeño guiño a lo que el futuro podría depararnos; a lo que el confinamiento podría producir en nosotros. Quizás salgamos diferentes, quizás salgamos mejores. Pero eso, es otra historia.
Aislados a la fuerza A esta altura nadie sabe más nada. A esta altura, todos pensamos en una sola cosa: hasta cuándo. Pero no tardan en llegar propuestas que se ajustan a los tiempos de pandemia y además con fines solidarios. Es más que redundante medir la importancia de una iniciativa que proviene del cine argentino y que encontró tanto talento encerrado como para liberarlo en un cauce productivo bajo la denominación Murciélagos. ¿Alguien se acuerda de los murciélagos hoy?; ¿alguien se queja de la famosa sopa china? parece un mal chiste frente a la catástrofe y las frías noches de Buenos Aires por estos días de mayor incertidumbre. Lo cierto es que esta película colectiva y filmada en aislamiento de manera remota (bajo la coordinación de Baltazar Tokman) recoge ocho historias capaces de plasmar distintas facetas de las cuarentenas de departamentos o al menos de los aislamientos forzosos en donde la libertad ya no existe. Como hay que pedir permiso para todo, pareciera que el elenco ecléctico de Murciélagos tuvo el privilegio de no tener que pedir uno para hacer y componer personajes de suma identificación con nuestro hábitat actual de cuatro paredes y máscaras anti-covid. Convivencia quebrada, soledad en abundancia, algo de humor y una paranoia creciente encuentran en el símbolo del mamífero nocturno, que sobrevuela el universo de este proyecto, el chivo expiatorio colectivo, e ideal reinante (¿o acaso nadie conoce una historia que señale al chino de la esquina como el foco de contagio del barrio?). Poner el ojo desde ocho miradas de diferentes realizadores aporta a este film -que podrá verse en plataforma a partir del 2 de Julio- un plus a ese prisma deslucido que nos transmite a diario la televisión. Vale la pena recordar los nombres de quienes participaron de esta creativa y solidaria obra: Oscar Martínez, Peto Menahem, Julieta Vallina, Luis Ziembrowski y su hija Clara, Carlos Belloso, Moro Anghileri, Juan Pablo Geretto, Marcelo D’Andrea, Maida Andrenacci, Héctor Díaz y Azul Lombardía. Y además, los realizadores Hernán Guerschuny, Paula Hernández, Daniel Rosenfeld, Tamae Garateguy, Diego Fried, Martin Neuburger, Connie Martín, Azul Lombardía y Baltazar Tokman
La primera película argentina rodada en cuarentena, según los protocolos de distanciamiento y otras medidas sanitarias, va a quedar apenas como una curiosidad de la era del coronavirus. Aun entendiendo que no resulta fácil armar un film con actores desperdigados en distintas locaciones, a los productores se les podría haber ocurrido alguna idea más ingeniosa y, sobre todo, sustanciosa. La película junta varias historias deshilvanadas, apenas unidas por simpáticas situaciones de pequeños murciélagos que por accidente se han metido en la casa de algunas personas. A partir de ahí, van desfilando distintos sketches, casi televisivos, de personajes que experimentan las agridulces delicias de la cuarentena, y el espectador observa situaciones que ya vimos todos estos 100 días, como paranoicos desgranando teorías conspirativas sobre la CIA y los chinos, un padre que trata de hacer gimnasia con su hija, una chica sola a la que se le tapó un caño y que entabla una relación virtual muy bonita con el ferretero que la ayuda, y un médico emocionado ante aquellos lejanos aplausos de las 9 de la noche. No sólo Oscar Martínez, como este doctor, brinda una buena actuación, ya que todo el elenco es digno, y al final Sergio Pángaro agrega ironía entonando una melosa canción pop. Pero estética y argumentalmente a estos “Murciélagos” les faltan alas.
Impulsado por Baltazar Tokman, Murciélagos es una película colaborativa realizada en esta época de cuarentena. Su fin es solidario: recaudar fondos para el Banco de Alimentos y se podrá ver y colaborar a través de la web de Amnistía. Murciélagos está compuesta de varias historias escritas, a excepción de una, por Virginia Martínez, que se van relacionando entre sí por su contexto: estamos encerrados, en cuarentena, porque hay pandemia de una enfermedad viral que aparentemente se propagó por culpa de una sopa de murciélago. “Sopa de vampiros”, dice el protagonista de una de las primeras historias: un hombre que hace caso a cada indicación recibida (cubrirse el rostro al salir, desinfectar todo al llegar) pero también está lleno de teorías conspirativas. A través de los variados relatos se van exponiendo diferentes maneras de ver y vivir la vida en tiempos de cuarentena. Se destaca, entonces, una de las historias más simples pero redondas dirigida por Hernán Guerschuny: una mujer que en videoconferencia con su plomero por una cañería tapada termina teniendo una relación muy íntima con él, más allá de no verse en persona. Un claro reflejo de lo que son hoy en día casi todas las relaciones: virtuales. Moro Anghileri y Carlos Belloso interpretan a estos dos seres que se encuentran a través de una pantalla. El segmento que dirige Tamae Garateguy, sin embargo, apuesta a hablar de encierro, de no salir nunca más, de un modo más extremo y fuerte, y no por eso menos real. Acá entra en juego la violencia de género y con un tono más cercano a la filmografía de la directora. A continuación volvemos a otra historia pequeña. Un hombre (Luis Ziembrowski) viviendo de prestado, momentáneamente (o lo que decida la cuarentena), en un monoambiente junto a su hija después de haberse separado. A lo largo de pocos minutos, en este segmento, dirigido por Paula Hernández, se tocan diferentes temáticas, en especial el de la educación en casa. El que le sigue empieza con otro tema presente en cuarentena: el embarazo avanzado. Pero al menos el guion y el estilo audiovisual lo llevan para otro lado, con la excusa de la búsqueda del nombre de ese hijo o hija por venir al mundo. Después, una pareja separada confinada es otra de las premisas. Ellos intentan dividir sus espacios y sus momentos en un lugar pequeño. Se encuentran y desencuentran en medio de una convivencia forzada. Sin embargo, acá terminan tomando protagonismo los balcones y la interacción a través de ellos. Oscar Martínez protagoniza una de las últimas historias, interpretando ni más ni menos que a un médico. Además de ver aquello que ya sabemos que ha sucedido con muchos de ellos (los escraches en el edificio por estar en constante contacto con enfermos y la hipocresía de aplaudir a las nueve de la noche agradeciéndoles su labor), antes que nada vemos a un hombre muy solo que habla por teléfono primero con un hombre que le alcanza canastas con comida y luego con su hija, con quien tiene una conversación que para él es muy importante y que, seguramente, preferiría tener en persona. Y después, a lo largo de toda la película, está la historia que dirige Baltazar Tokman y protagoniza Peto Menahem, como un hombre en reposo después de una operación y una presencia que se revela al final. Murciélagos es como un collage de historias que resulta desparejo y, además, tiene las limitaciones propias de un proyecto hecho de manera rápida y con recursos limitados, en especial en locaciones. De todos modos, a lo largo de su corta duración (poco más de una hora) nos enfrenta con situaciones que, en otro contexto, podrían haber sido extraordinarias y hoy se convirtieron en parte de nuestra cotidianidad.
Increíblemente ya han pasado dos meses desde que se presentó el primer trabajo colectivo en pleno aislamiento, “Las Fronteras del cuerpo” sobre una idea de Andrés Habegger (reseña en http://ludiconews.com.ar/arte-en-tiempos-de-pandemia-sobre-las-fronteras-del-cuerpo/) y frente a la parálisis total de la producción en todos sus niveles y la incertidumbre que sigue reinando respecto de la posibilidad de volver a retomar el rumbo, las ideas parecen no agotarse y mediante un grupo de relatos que plasman las vivencias dentro de este contexto de encierro y pandemia, ocho talentosos directores, los construyen como reflejo de un tiempo que vivimos, completamente diferente a todo. Así aparece “MURCIÉLAGOS”, un proyecto artístico que tiene el doble objetivo de impulsar una producción en medio de este silencio y compás de espera a nivel artístico pero, por sobre todo, y al mismo tiempo, cumplir con un fin social en donde todo lo que sea recaudado será destinado al Banco de Alimentos de Buenos Aires, a través de la gestión de Amnesty Internacional y poder hacer llegar recursos a aquellos lugares en donde la pandemia ha acentuado más aun las dificultades económicas. Inclusive, estéticamente y el modo de producción y filmación ha presentado múltiples desafíos frente a las limitaciones que se imponen: las historias que componen “MURCIËLAGOS” fueron filmadas por los propios actores con sus celulares (o ayudados por quienes viven con ellos) y según las notas de producción, la dirección fue llevada a cabo a distancia, vía Zoom o WhatsApp con un talentoso equipo de actores, actrices, directores y directoras entregados a esta gran idea solidaria. Basados en diferentes disparadores creados por la guionista Virginia Martínez, cada uno de los directores ha prestado su mirada creativa y se ha puesto a disposición de cada historia, en donde fueron aportándose diferentes interpretaciones hasta lograr los ocho segmentos que conforman la película. El título de la propuesta claramente alude al vínculo existente entre estas criaturas nocturnas y el virus que nos mantiene aislados a nivel mundial y que ha causado estragos sociales y económicos. Sin embargo, lejos de todo dramatismo y de cierta solemnidad que envolvía el proyecto de Habegger antes mencionado, la propuesta de “MURCIÊLAGOS” por el contrario, respira un aire comedia, de frescura, de explosión creativa y de pasar un buen rato a través de estas historias en donde el encierro oficia de factor común. Hernán Guerschuny vuelve a lucirse en ese tono de comedia romántica que ya es casi como una marca propia, en la historia protagonizada por Moro Anghileri y Carlos Belloso y Paula Hernández logra un retrato sensible sobre los vínculos familiares –tema que también aparece frecuentemente en su obra- con otro excelente trabajo de Luis Ziembrowski en una historia de padre e hija (en el que además se instala el vínculo con su ex que ha emprendido una nueva vida amorosa) que, en pocos minutos cuenta con síntesis, emoción y profundidad en partes iguales. Contando con separadores en donde los murciélagos ganan protagonismo en filmaciones caseras en donde, aterrorizados, quienes vieron su vivienda invadida por los quirópteros tratan de cazarlos entre gritos, caos y métodos caseros, las historias se van sucediendo. Así aparece Peto Menahem -con una “visita” muy especial durante un post operatorio en medio del aislamiento- y Juan Pablo Geretto -en un segmento en donde despliega las teorías más certeras y más bizarras respecto del virus y sus consecuencias- en dos historias que no logran llamar demasiado la atención y quedan más en el ejercicio en sí mismo que en relatar alguna historia. El segmento protagonizado por Julieta Vallina y dirigido por Tamae Garateguy retoma el tema de la violencia doméstica, no exenta en estos tiempos de pandemia y aislamiento y en las antípodas se permite una cuota de humor desenfrenado, en un segmento que es dueño de un ritmo completamente alocado y una edición que acompaña ese tono acelerado (ilustrando con fotos e imágenes) de la mano de Azul Lombardía como una mamá que está a punto de dar a luz y debe decidirse en medio del encierro, por la elección del nombre de su hij@, frente a un inminente nacimiento. Por su parte, Diego Fried, director de la reciente “La fiesta silenciosa” se vuelca a un género absolutamente diferente con la historia de una pareja (Héctor Díaz y Maida Andrenacci) que encontrará en sus balcones una manera de dialogar e ir a un necesario reencuentro. Finalmente, se destaca por encima del grupo, un excelente trabajo de Daniel Rosenfeld con Oscar Martínez como protagonista, en una pequeña historia que logra contar las vivencias de un médico en tiempos de aislamiento, pendulando desde el aplauso donde se los reconoce como héroes hasta la discriminación que sufren por el miedo de sus vecinos a ser contagiados. A eso se le sumarán elementos de su propia historia personal que hacen que sea un segmento que se destaca por su excelente idea, por la sutil forma de desarrollarlo –incluso con cierto halo de suspense– y la vuelta de tuerca con que Rosenfeld lo resuelve, además de un gran trabajo de Martinez, contenido y exacto. “MURCIÉLAGOS” presenta un amplio abanico en la diversidad de matices que se despliegan a través de sus historias, con un espectro creativo donde se demuestra que el poder de los cineastas, de la actuación y de contar una buena historia, sigue vigente aún en medio de este contexto tan complejo y para seguir acercándonos a los espectadores, historias que además hablan de nosotros mismos y tienen ese toque tan inconfundiblemente nuestro. POR QUE SI: » Respira un aire comedia, de frescura, de explosión creativa «
Baltazar Tokman, Paula Hernández, Hernán Guerschuny. Tamae Garateguy, Martín Neuberguer, Diego Fried, Azul Lombardía, Connie Martín y Daniel Rosenfeld, y que puede verse desde el 2 de julio en www.amnistia.org.ar/autocine, el encierro propone historias de parejas, de amor y desamor, de padres debiendo afrontar una nueva realidad, madres expectantes ante la inminente llegada del hijo, el miedo a no saber qué se propone en un pasillo de la casa, el miedo a ser expulsado por los vecinos y los vínculos, entre otras. Dentro del combinado se destacan los relatos dirigidos por Rosenfeld y Guerschuny, por proponer una mirada distinta sobre la experiencia, ligándola a lo cinematográfico y dejando de lado las limitaciones técnicas de la situación. En el mismo camino el realizado por Hernández, que además se animó, junto a Luis Ziembrowski, protagonista del corto y guionista del microrelato audiovisual, a armar un set dentro de su propia casa. Bebe Chino, de Lombardía, además, propone con la incorporación del drone vuelo a una historia sobre maternidad y proyecciones. La propia realizadora lo protagoniza.
existieron o existen en el mundo. Rumania estrenó en Argentina vía streaming 9 relatos de amor y odio en cuarentena, escrita y dirigida por Dan Chisu. En Netflix muchos grandes directores aportaron sus cortos reunidos con el título de Hecho en casa. En Argentina, donde la cuarentena récord da tiempo suficiente como para filmar seis veces Avatar también se hizo una película. No es solo una expresión artística, sino que es un film con fines solidarios. Bueno, de hecho tiene poco y nada de interés artístico, así que al menos este film sin presupuesto nació de un objetivo noble. Es más de lo que se puede decir de mucho cine local. Estos cortometrajes no tiene mayor interés, no superan a ejercicios de aficionados e incluso como tales no serían ni para compartir en las redes. La excepción es la historia de Oscar Martínez. El actor y director teatral usa todo su conocimiento y talento para construir una historia que realmente funcionaría más allá de la cuarentena. ¡De eso se trata! Hacer algo que no sea una imposición, sino un punto de partida para crear. Su encierro es más profundo y complejo, su historia es angustiante y compleja. Su mundo es más amplio que el de toda la película y muchas otras películas que vemos a diario. La dirección de ese corto estuvo a cargo de Daniel Rosenfeld. Si quieren donar y aportar, aun sin ver la película, pueden hacerlo.
En medio del aluvión de producciones hechas en pleno confinamiento hogareño ( Netflix acaba de estrenar Hecho en casa y en simultáneo se lanzó la rumana 9 relatos de amor y odio en cuarentena ), llega esta antología de ocho cortos dirigidos y protagonizados por un auténtico seleccionado del cine argentino. Si bien ciertas problemáticas se repiten en relación con esas y otras producciones extranjeras (la angustia por el aislamiento, la soledad, las crisis de pareja o las nuevas relaciones a distancia), hay en Murciélagos varias cuestiones que solo podían filmarse en la Argentina, como las del corto "El médico", de Daniel Rosenfeld , en el que Oscar Martínez interpreta a un doctor gay que es intimidado, amenazado por sus vecinos del edificio por el supuesto riesgo de contagio, al extremo de no animarse a abrir la puerta cuando le tocan el timbre: un encierro íntimo dentro de un encierro general. Las desventuras de un padre recientemente divorciado ( Luis Ziembrowski ) que se ha mudado a una casa prestada y debe lidiar con la crianza de su hija preadolescente en "Separado", de Paula Hernández ; o la tragicómica relación de amor solapada y a distancia entre un ferretero ( Carlos Belloso ) y una joven que se ha quedado sola ( Moro Anghileri ) en "El desacato", de Hernán Guerschuny , son dos de los mejores segmentos de un proyecto irregular, con inevitables desniveles, pero también con unos cuantos hallazgos de humor negro (y con unos cuantos murciélagos, "culpables" de la pandemia, sobrevolando en pantalla) que intentan sintonizan con las sensaciones propias de estos tiempos de nuevas experiencias individuales, familiares y sociales.
El que está solo y en silencio. El que está solo y conspiranoico, hablando (solo) sin parar. La pareja rota obligada a convivir 24/7, que prefiere charlar con la vecina antes que entre sí. El padre separado con hija en un monoambiente prestado. El médico refinado que recibe notas de los vecinos: "Andate, nos vas a contagiar a todos". Son algunas de las escenas de la vida cotidiana en cuarentena que animan los ocho cortos de Murciélagos. La película argentina producida por Amnistía Internacional que puede verse en la sala virtual de su sitio, a cambio de donaciones que irán al banco de alimentos. Desde su título, con los pobres murciélagos que supuestamente detonaron la pandemia como leit motiv, hay un guiño al humor (negro). Que dialoga con el tono de algunos de los cortos. A cargo de distintos directores (Daniel Rosenfeld, Tamae Garateguy, Paula Hernández, Hernán Guerschuny, Azul Lombardía) y con un elenco notable frente a cámara: Peto Menahem, Luis Ziembrowski, Carlos Belloso, Moro Anghileri, Julieta Vallina, Oscar Martínez, Juan Pablo Geretto, entre varios otros. Todos trabajaron ad honorem y, claro, desde sus casas. Con dirección general (de actores, encuadres, luz, puesta en escena general) a la distancia, lo cual otorga mérito extra a los hallazgos y suaviza lo menos logrado. Es que lo desparejo del conjunto parece inevitable. Entre lo mejor destacan "Separado", en el que Paula Hernández dirige a su pareja, Luis Ziembrowksi, y a su hija Clara, con guion del actor. Un padre separado que intenta deconstruirse y a la vez hacer las horas llevaderas para su hija, entrenando en la terraza del monoambiente que le prestaron. Con inteligencia y sensibilidad, un relato redondo, sutil y con un humor agridulce. O la original "Bebé chino", suerte de unipersonal interpretado y dirigido por Azul Lombardía: una embarazada casi a término, con el padre de la criatura en la distancia, que busca nombre para la criatura. Y sin duda "El médico", de Daniel Rosenfeld, que cierra la película, con Oscar Martínez como el señor fino y solitario que se animará a blanquear sus sentimientos personales mientras los vecinos de su edificio de categoría lo acosan por entrar y salir para ir a trabajar (salvando vidas). El plano fijo sobre Martínez, cenando solo en la cocina de su casa y hablando con su hija, es de lo mejor de Murciélagos. Así como su emotivo final, que no requiere palabras.
“Murciélagos” Vínculos en tiempos de cuarentena Andrea Reyes Hace 3 horas 0 6 Con el objetivo solidario de ayudar a más de 1190 organizaciones sociales que entregan alimentos, se estrenó la primera película dirigida y producida en medio del Aislamiento Social Obligatorio. Son ocho relatos sobre las relaciones humanas durante la pandemia Covid’19. Por: Andrea Reyes En medio de la cuarentena se desarrolló “Murciélagos“, primer film producido y dirigido íntegramente respetando el Aislamiento Social Obligatorio. La finalidad de este largometraje colectivo surge de la necesidad de contribuir con los que más lo necesitan en este contexto de crisis económica. Oscar Martínez, Luis Ziembrowsky y su hija Clara Dziembrowsky, Maida Andrenacci, Héctor Díaz, Peto Menahem, Sergio Pángaro, Juan Pablo Geretto, Moro Anghileri, Carlos Belloso, Julieta Vallina, Marcelo D’Andrea y Azul Lombardía; protagonizaron los distintos relatos de “Murciélagos”. Tanto los actores y actrices como directores y directoras, productores y el personal involucrado en esta realización donaron su trabajo para colaborar en este difícil momento. El valor de la entrada virtual es a voluntad, y el total de lo recaudado se dona al Banco de Alimentos a través de Amnistía Internacional: Un movimiento global presente en más de 150 países, que trabaja en el reconocimiento y respeto de los derechos humanos. De esta manera, con el aporte solidario se está colaborando en la alimentación de niños y niñas de nuestro país. El proyecto de la productora Masses Content y la agencia Alegría, en asociación con Amnistía Internacional, bajo la dirección general de Baltazar Tokman e ideal original de Luigi Ghidotti, propone al espectador una experiencia distinta en donde lo cotidiano y lo rutinario en tiempos de aislamiento son llevados a la pantalla, generando una suerte de complicidad entre lo que cuentan los personajes y el público. Cada una de las ocho historias son diferentes entre sí, pero todas tienen un mismo hilo conductor: Las relaciones humanas durante la cuarentena, planteando no sólo desde cuestiones vinculadas con lo económico, sino también con problemáticas de violencia de género, intolerancia, separación. Ingresando al link de “Murciélagos”, todo un combo para disfrutar en 60 minutos. Por lo tanto, en medio de esta crisis que afecta de sobremanera a la industria audiovisual, surge esta propuesta original con un valor social que invita a la participación. Murciélagos Actuación - 80% Guión - 78% Música - 78% 79% Con un objetivo totalmente solidario, "Murciélagos" relata ocho historias distintas sobre las relaciones humanas en medio de la cuarentena. User Rating: Be the first one !
Aislados a la fuerza La comunión de las diferentes historias plantea una enorme amalgama de sensaciones e incógnitas a partir de la idea de cada uno de los personajes que en su propio encierro, en su misma necesidad, se acomodan a sus pensamientos de peligro, miedo, delirio. Tal vez también incomodidad y necesidad. Además algunas situaciones que toman real dimensión de cuestiones que no podían verse, teóricamente, a simple vista. Al fin y al cabo… ¿Quién esperaba estar encerrado por una pandemia? Y de repente la conexión emocional se presenta. Porque somos seres emocionales. ¿No han notado que les falta eso? El vínculo, la expresión de la emoción para con el otro. Y así se va dando este punto, como en el corto de interpretado por Moro Anghileri y Carlos Belloso, que llena de ternura su espacio todo. Lo propio, con un toque divertido, es el segmento que protagoniza Azul Lombardía. El corto interpretado por Menahem atraviesa las diferentes historias y situaciones a modo de cierta guía, manteniendo la idea de sostén del personaje que interpreta y reservando la resolución para el final. El detalle del modo de producción, diferente en su misma concepción por las condiciones que se presentan dada las posibilidades reales de trabajar y funcionar como equipo de rodaje (en condiciones tan inesperadas como distintas a cualquier cosa que hayamos vivido), hacen de esta idea y esta concepción de conjunto de cortos que refieren al contexto que describimos y nos toca, una experiencia sin igual y una muestra de las capacidades de desarrollo y adaptación. No es la idea sostener una falsa muestra, desde nuestra mirada, de interpretar nociones equivocadas sobre reinvención que no son más que nuevas herramientas de peso para desinflar fuerzas. Es, de verdad, demostrar qué hay bajo este velo de sorpresa y miedo la real posibilidad de ser y construir, desde un costado emocional y humano, aún en una realidad que no esperábamos. Ayudar ha sido la idea primordial que generó este trabajo intenso y que presenta un muy buen resultado, con el trabajo de coordinación de producción de Bárbara Factorovich y Baltazar Tokman a través de Masses Content, en colaboración con Anmistía Internacional (en cuya página es posible ver la película, tanto como colaborar, por medio de ESTE link); Tokman también ha sido director de una de las historias que forman parte de Murciélagos.
El proyecto de Baltazar Tokman pasará a la historia por ser la primera ficción nacional filmada en cuarentena. Murciélagos (2020) que se puede ver por la plataforma de Amnistía internacional con fines solidarios, cuenta ocho historias en confinamiento, con una esperanzadora apuesta para sobrellevar la situación social. Virginia Martínez estuvo a cargo del guión (salvo en la historia de Paula Hernández) y el arco de directores incluyó a Hernán Guerschuny, Paula Hernández, Daniel Rosenfeld, Tamae Garateguy, Diego Fried, Martin Neuburger, Connie Martín, Azul Lombardía y Baltazar Tokman. Por su parte Oscar Martínez, Peto Menahem, Julieta Vallina, Luis Ziembrowski y su hija Clara, Carlos Belloso, Moro Anghileri, Juan Pablo Geretto, Marcelo D'Andrea, Maida Andrenacci, Héctor Díaz y Azul Lombardía integran el elenco de la película. ¿Pero de qué va Murciélagos? Distintas historias conectadas por imágenes de murciélagos dentro de casas que intentan ser expulsados por sus propietarios. Muchos de ellos se comportan igual que los pequeños roedores, entre el miedo y la indiferencia se comportan dentro de los hogares. Cada relato de una u otra forma reflejan situaciones que exceden a la cuarentena, e incluso, la anteceden. Homofobia, individualismo, incomunicación, aburrimiento, obsesiones, son algunos de los motores de las historias. Baltazar Tokman demuestra su ingenio creativo en la edición, entrelazando las diferentes historias que van desde la comedia romántica al drama familiar, pasando por el terror y el costumbrismo, con total fluidez narrativa, sin notar el cambio de tono y registro de manera abrupta en ningún momento. Además se permite experimentar con la mezcla de formatos (grabados con celulares) e insertar tomas con drones o imágenes de murciélagos que generan el sentido final de este film, todo en una breve hora de duración.
Los ocho relatos de Murciélagos tocan diversos temas, destacan ser un registro de usos y costumbres surgidas del imaginario citadino en cuarentena. En diversos registros y formatos, claramente surgidas de las propias ganas de hacer, divertirse y reflexionar. Historias divididas por una suerte de “separadores” tan divertidos como interesantes: ¿Qué sucede cuando un murciélago entra en casa? La histeria y el ridículo se apoderan de los personajes atentando irrisoriamente contra el indeseable huésped. La pandemia impone nuevos ejercicios, mantener las rutinas en aislamiento se ha vuelto todo un desafío. Patas para arriba las cosas toman múltiples matices, una hospitalidad inusitada nos obliga a convivir con un virus que traduce y expone las desigualdades de nuestra comunidad. La propuesta de Murciélagos le marca la cancha al virus, muestra que la fragilidad biológica no será excusa suficiente para seguir sacrificando los proyectos y el porvenir. El imaginario del distanciamiento social encuentra una fisura significativa tanto en estos relatos como en la expectación desde nuestras casas. La permanencia en el hogar se entiende como permanencia en una comunidad, la del cine y sus actores, pensadores y creadores tiende un abrazo a quienes encuentran su sensibilidad atada a dicho lenguaje. No contentos solo con ello hoy se encuentran ampliando su red a un proyecto solidario, en pos de llegar a quienes no encuentran reparo en lo propio y necesitan hoy del apoyo de la comunidad. Se trata de redes de contención que hoy viendo trastocados nuestros mapas permiten ampliar los horizontes, los territorios de acción, evidenciando creativas dinámicas de acción. Loable signo de salud que llega para instalarse en nuestras comunidades.
Una película hecha con un objetivo solidario, ya que el valor de la entrada a voluntad será donado a través de Amnistía Internacional al Banco de Alimentos de Buenos Aires. Y no solo es una reunión de talentos increíbles, sino que demuestra que cuando hay creatividad e imaginación ninguna barrera, menos una tan terrible como la pandemia del covid l9, puede frenar la realización de un proyecto de este tipo. En el elenco Oscar Martínez, Peto Menahem, Julieta Vallina, Luis Ziembrowski y su hija Clara, Carlos Belloso, Moro Anghileri, Juan Pablo Geretto, Marcelo D’Andrea, Maida Andrenacci, Hector Díaz y Azul Lombardía. Son ocho historias que fueron dirigidas por por Hernán Guerschuny, Paula Hernández, Daniel Rosenfeld, Tamae Garateguy, Diego Fried, Martin Neuburger, Connie Martín, Azul Lombardía y Baltazar Tokman, quien también estuvo a cargo de la supervisión general.. Con una buena calidad promedio se destacan especialmente los segmentos protagonizados por Carlos Belloso con Moro Anghileri y la de Oscar Martinez. Todas escritas por Virginia Martinez, a excepció de “Separado” que escribió Luis Ziembrosky. Para entretenerse con muchos talentos y una buena causa. Son historia de soledad, desencuentros, miedos, confesiones y descubrimientos, un hilo conductor muy simpático, y hallazgos formales que sorprenden.