Néstor Kirchner, el documento Larga es la historia del documental de Israel Adrián Caetano sobre el ex presidente Néstor Kirchner. Él fue el primero que estuvo a cargo del proyecto, para el cual se pedían imágenes sobre el ex mandatario a la población, que luego pasó a manos de Paula de Luque. El film se llamó Néstor Kirchner, La Película (2012) y se estrenó en cines el pasado año. En el medio Caetano estrenó Mala (2012), una ficción con varias protagonistas femeninas. Su versión del ex presidente parecía haber quedado en el olvido. Sin embargo hace algunos meses se filtró en un blog un primer corte del trabajo de Caetano con algunos desajustes sonoros y visuales producto de los diferentes orígenes del material de archivo. Fue un éxito en internet y se popularizó aún más cuando fue subido a la red YouTube. Este furor insospechado generó la necesidad de hacer público el material, incluso se proyectó en televisión abierta (Telefé) una tarde domingo. Finalmente llega a los cines (Gaumont y Arte Cinema) la versión final del documental –o documento, como Caetano prefiere llamarlo- sobre Néstor Kirchner bajo el título NK (2013). NK es un trabajo con valiosísimo material de archivo que intenta reconstruir desde los diferentes puntos de vista que el material proporciona, la figura del ex Presidente de la Nación. Un trabajo que no intenta seguir un orden cronológico de los hechos –comienza con su arribo a la presidencia para luego dar un salto al pasado con sus inicios políticos en Santa Cruz- sino ir desentramando al personaje público a través de sus ideas, acciones y actitudes. La película también cuenta con grandes imágenes a nivel simbólico, que hablan por si solas. En uno de los mejores momentos del documental a nivel emocional, unos camiones “tamberos” derraman litros y litros de leche tras el conflicto con el campo producido en el año 2007. El contrapunto es el audio donde los representantes del campo dan un interminable discurso acerca de los valores patrios ocultando sus verdaderos intereses personales. La indignación que promueve la incoherencia entre lo dicho y lo hecho es de una fuerza audiovisualmente extrema. Al recurso del "contrapunto" Caetano recurre en varias oportunidades de la película para mostrar la incoherencia de quiénes se fueron presentando como opositores en contraste con el pensamiento siempre coherente -más allá de los años, las épocas y discusiones- del ex Presidente de la Nación. Mientras que la película de Paula de Luque hacía foco en el mito en torno a Néstor Kirchner, el documento de Caetano intenta revelar información fehaciente acerca de su persona: El militante, el gobernador, el economista, el político, el soñador, el compañero. Distintos puntos de vista mostrados sobre el ex mandatario para que el espectador saque sus propias conclusiones.
A tres años del fallecimiento del ex presidente Néstor Carlos Kirchner, y a dos años de comenzada su realización, llega a nuestra cartelera NK, el corte definitivo del documental que Israel Adrián Caetano realizó sobre la figura del líder político proveniente de la Provincia de Santa Cruz. Y es fundamental, trazar los años, y más aún, hablar de un cierre particular, ya que conocidas han sido las circunstancias que atravesó este film desde sus inicios. A rápido modo de refrescar la memoria, en un principio se realizó un llamado para que particulares alcanzaran imágenes o videos del Presidente captadas por sus propias cámaras y a ser utilizadas en este documental; una vez finalizado, Caetano presentó un primer corte a los productores Fernando “Chino” Navarro y Jorge “Topo” Devoto los cuales lo rechazaron. El proyecto recayó en manos de Paula DeLuque cuyo resultado fue el estrenado en noviembre de 2012, exactamente hace un año. Luego, hace unos meses, se filtró online y televisión abierta aquel primer corte del trabajo de Caetano acrecentando la polémica... Aquí, tenemos la versión del director con renovada edición. Es así como"NK" ve la luz definitiva ahora en un film mucho más pulcro, cuidado, y en definitiva muy diferente, de aquel corte primario. Narrar el contenido del documental puede resultar obvio en el caso de una figura tan trascendental, significativa y reciente como la de Kirchner en nuestro país. Caetano se centra en la mirada política, los años de militancia, la gobernación de Santa Cruz, su Presidencia, los hechos más relevantes de ella, y los sucesos políticos más importantes que acontecieron ya como compañero de su esposa y actual Presidente Cristina Fernández. Las comparaciones son odiosas, obvias, e injustas, pero "NK" llega de la mano de esa comparación, por eso resulta ineludible hablar de ellos. La mirada de Paula DeLuque en "Néstor Kirchner: La Película" resultaba más emotiva, claramente más cercana a una evocación, tal vez por la cercanía del fallecimiento, se hacía más hincapié en el ámbito privado, en mostrar al Néstor hombre, con su esposa y su familia. Israel Caetano, prácticamente elude ese costado salvo determinados fragmentos necesarios como de álbum familiar, prevalece el Kirchner político, desde todos sus ángulos, como un recorrido para saber cómo llegó y de dónde llegó. También esquiva una narración tradicional, NK se estructura a través de fragmentos, cuadros, que van y vienen en el tiempo sin un orden cronológico muy claro más allá que el de contar los días previos, se salta de la juventud, a la Presidencia y de ahí a la Gobernación, o en otro orden, como si fuese un mosaico general. De fuerte impacto visual, recordando ligeramente a Favio con su Sinfonía de un sentimiento, NK se compone de imágenes alegóricas (como aquellos pingüinos tomados de Werner Herzog), encuadres enigmáticos y captaciones de imágenes deslumbrantes; este talvez sea su punto más alto. Hay algunos claroscuros, como al mostrar el tríptico Meném-Kirchner-Duhalde, aunque es clara una visión positiva, lo cual no es reprochable, no hay un intento de falsa objetividad. Tampoco hay un claro alegato de alabanza, simplemente se trata de mostrar a una figura y dejar en claro los cambios fundamentales que dejó en nuestra sociedad; si de eso se trata, NK es un documental contundente e irrefutable. Sería interesante una observación de este trabajo sin banderías políticas, sin limitaciones ideológicas, aunque eso, como se demostró en los últimos años y como demuestra esta película, es solo (y nada menos) una utopía.
Documento de la coherencia El documental de Adrián Caetano evita el costado personal del ex presidente, pero lo muestra en toda su trayectoria política. Y lo hace a través de un riguroso material de archivo, aunque no de forma cronológica, sino con saltos temporales para reforzar las ideas. “Venimos desde el sur del mundo..., sabemos adónde vamos y sabemos a dónde no queremos ir o volver.” Esa frase pronunciada por Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003, en su histórico discurso de asunción como presidente de la Nación, significó un punto de partida para el país en su conjunto. Y a juzgar por los hechos, siempre tuvo claro lo que quería para los argentinos porque, más allá de que se pueda coincidir o no con sus políticas, es evidente que su gobierno produjo una enorme transformación en un territorio que venía golpeado por las sucesivas crisis desde el comienzo de la democracia, y que terminaron por eclosionar en diciembre de 2001. El documental NK, de Israel Adrián Caetano, recupera la palabra del ex presidente en toda su dimensión: como militante, como intendente, como gobernador de Santa Cruz, como presidente y como compañero político de Cristina presidenta. La mayor diferencia con Néstor Kirchner, la película, de Paula de Luque, es que Caetano no tuvo en cuenta el aspecto íntimo o privado de la familia presidencial. En ese sentido, el cineasta uruguayo no apela a la emoción del recuerdo de sus seres queridos ni de compañeros que lo conocieron, sino que presenta al hombre público en toda su plenitud, dejando que sean sus propios testimonios los que movilicen al espectador. Y este documento, como le gusta llamar al director a su película, abarca la obra íntegra de uno de los grandes líderes políticos latinoamericanos contemporáneos. NK recorre toda la historia política de Kirchner a través de un riguroso material de archivo audiovisual, que evita los subrayados. Para lograrlo, no utiliza la voz en off ni recurre a entrevistas, sino que se sostiene en discursos y testimonios del ex presidente, o bien de notas periodísticas. Pero NK no es un compendio de discursos de Kirchner: tiene una estructura narrativa que marca el estilo Caetano, y en varias ocasiones el sonido se combina con imágenes de fuerte contenido simbólico. Una de las particularidades es que NK no mantiene un orden cronológico: después de mostrar su asunción como presidente, el film retrocede muchos años y se puede ver a Kirchner recorriendo los barrios de Santa Cruz para interiorizarse de las dificultades de sus habitantes por una fuerte nevada. Ese momento muestra a Kirchner jugando en la nieve con unos niños. Esa postal del político cercano a la gente es la misma que continuaría muchos años después cuando era presidente y se zambullía en el medio de los manifestantes, como deseando devolver el afecto popular y queriendo desdibujar la línea que separa al poder del pueblo. Durante los 107 minutos que dura NK, la narración va y vuelve en el tiempo: de un ateneo político de 1983 –en el que ya por entonces repudiaba con vehemencia a la dictadura militar, testimonio que sirve para contrarrestar a quienes denuestan al kirchnerismo señalando que antes no se ocupaba de los derechos humanos– pasa al acto del 29 de mayo de 2006 con miembros de las Fuerzas Armadas, donde hablaba de reivindicar a “un ejército nacional comprometido con el país y alejado definitivamente del terrorismo de Estado”. De la IV Cumbre de las Américas, celebrada el 4 de noviembre de 2005, el film viaja a la campaña del Frente para la Victoria santacruceño por la gobernación. Del discurso de Kirchner del 20 de septiembre de 2006 en la Asamblea General de la ONU –donde señaló la necesidad de una reforma de la arquitectura financiera internacional, con fuertes críticas al FMI–, el documental luego se sitúa en el anuncio del presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien fue el encargado de presentar el 4 de mayo de 2010 a Néstor Kirchner como secretario general de la Unasur. En la segunda parte de NK se ven las medidas más importantes del gobierno de Cristina, y a Néstor Kirchner opinando al respecto y acompañando las políticas: desde el anuncio de la presentación en el Congreso de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual hasta la ley de matrimonio igualitario. Un fragmento importante está destinado al conflicto con las patronales agropecuarias por las retenciones móviles, que es uno de esos momentos en que el documental alcanza una gran intensidad. Mientras se ven camiones tirando litros y litros de leche, se escucha el testimonio de uno de los miembros de la Mesa de Enlace, señalando que “ser ruralista es ser parte del pueblo”. “Tenemos que tener amor por la Patria y parece que muchos no están convencidos y quieren reemplazar la bandera nacional por un sucio trapo rojo”, dice. Y los litros de leche, mientras tanto, se siguen derramando y, por momentos, inundan casi literalmente la pantalla. Caetano no dudó en incorporar un testimonio de Kirchner de 1989 que mencionaba algunos logros de la gestión presidencial de Carlos Menem, pero queda claro también, a través de sus propios testimonios, que la visión que Kirchner tenía del país dejó de coincidir en su totalidad con la del ex gobernador de La Rioja. En ese sentido, darse cuenta de que algo que parecía bueno no era ni remotamente lo más adecuado para el país y saber cambiar a tiempo y dejar de coincidir, también es tener coherencia. Y ésa es la sensación que queda flotando al ver el documental de Caetano: más allá de los amores y odios que despertó, Néstor Kirchner no dejó sus convicciones en la puerta de entrada de la Casa Rosada. Y el film funciona como un testigo de esa histórica decisión.
Hombre, política y mito El juego de encuadres, el discurso directo y el movimiento de imágenes muestran los alcances de un film inteligente que pone en foco la vida militante del ex presidente. De diferentes maneras puede valerse el documental cuando decide afrontar la vida de un personaje público de notable importancia. Por un lado, el discurso directo, sin ambigüedades, donde los responsables construyen la mitificación eligiendo el camino del testimonio y la imagen de archivo que neutraliza cualquier duda. Desde otra mirada, un trabajo de estas características también puede atestiguar su cometido confrontando una serie de interrogantes, productivos y manipulables, para llegar a la entronización del mito. Ambos emprendimientos resultan válidos y hablan de las posibilidades del género, su amplitud de criterios, el lugar que ocupa el realizador en relación a la significación del personaje. Y hay otro camino, entre tantos otros, que es el que tomó Caetano para construir su trabajo sobre Néstor Kirchner: hacer un recorte de su figura, entrometerse en su vida política para luego comprender al hombre, seleccionar los momentos de acción del personaje antes que los cotidianos, descartar cualquier testimonio para dejar lugar a la contundencia de las imágenes, a la potencia de los discursos, a una carrera política construida desde bien abajo, o bien al sur, ejemplificada a través de su postura política y social, junto a sus ideas y a todo aquello que caracterizó al ex presidente. En ese sentido, el trabajo de Caetano elige una narración acronológica, supeditada a una estructura estilo rompecabezas, propuesta al espectador para que arme las piezas desarticuladas del personaje y su historia política. Vaya desafío el de NK, bienvenido entonces, al mostrar a un Kirchner en diversos cargos y facetas públicas y ocasionalmente privadas. wEl gobernador, el presidente, el vencedor, el derrotado, el familiar, el hombre del riñón del peronismo, el periférico al movimiento de masas, el brillante orador, el que mira y fulmina a Bush en la reunión por el ALCA en aquellas jornadas de 2005, el que siempre fue al frente y por eso se despidió rápido. Pero Caetano, como Kirchner, sigue para adelante en su apuesta y juega de manera inteligente con los materiales, reconstruyendo a aquellos noticieros de "Sucesos Argentinos" desde la figura de Arturo Jauretche, jugando con encuadres y movimientos de imágenes que dicen más que mil palabras, valiéndose de cada una de las posibilidades del documental en su variable alto riesgo. Como fue el personaje convocado, reflexivo y sin red, al mismo tiempo. Acaso los pingüinos del final, dentro de esos minutos que apelan a la emoción, sinteticen las pretensiones del documental. No hay mármol ni bronce, sólo un pingüino que venció a la muerte y sigue en su rol de guía frente al estado de las cosas.
Kirchner.doc, esa parábola política Sin la pompa del corte de Paula De Luque que se estrenó el 22 de noviembre del año pasado en más de 100 salas comerciales con pretensiones, que el tiempo comprobó injustificadas, de boom taquillero, se estrena hoy en el circuíto casi intimista de los espacios INCAA "NK", el documental de Adrián Caetano sobre Néstor Kirchner. Las distancias ente el film de De Luque y el de Caetano, primer director contratado por "Topo" Devoto y "Chino" Navarro, los productores, son notables: De Luque se tentó con emular a Favio y apostó a un producto de impronta mística y en algún punto propagandístico. Obvió tantos tramos de la vida política de Kirchner suprimió personajes y episodios medulares en la construcción del destino presidencial del patagónico- que el producto final además de políticamente parcial, es historiográficamente incompleto. Caetano, más distante del personaje y desprejuiciado, opta por un enfoque más riguroso o, al menos, más totalizador. Caetano se aproxima al sujeto político que es Kirchner desde el propio Kirchner, prescinde de los relatores que explican el fenómeno recurso del que abusó De Luque- y construye un documental que aun con baches define una época y cuenta una vida, sin la sacralidad del relato oficial. Más simple: sin ser un producto que interese demasiado más allá de los militantes y los sectores politizados, el "NK" de Caetano se beneficia gracias a la comparación con "Néstor Kirchner, la película", de De Luque. El corte que hoy se conocerá, y que se preestrenó el domingo pasado, Día de la Militancia, en varias plazas del país, es el que a principios de 2011 los productores desecharon y derivó en la contratación de la directora de "Juan y Eva". Cinco meses atrás, el documental sin audio ni postproducción- de Caetano se filtró y viralizó en la web. Devoto le alcanzó una copia a Cristina de Kirchner que lo vio en El Calafate y luego le pidió que se exhiba. El derrotero del documental es una parábola política perfecta. Se pensó en los tiempos del endiosamiento y la supremacía plena del kirchnerismo que se coronó con el 54% de Cristina en el 2011. El corte de Caetano desentonaba con ese tiempo como, en 2012, con la espuma más abajo, desentonó el de De Luque. Ahora, después de una doble derrota de agosto y octubre, con otro clima, entre los espasmos de un ciclo que sin agotarse ensaya un cambio de piel, existe otra frialdad para explorar al personaje Kirchner. Caetano es el lazarillo correcto.
La esencia del líder político El documental sobre la vida de Néstor Kirchner que realizó Israel Adrián Caetano tuvo sus idas y vueltas. Una vez terminado el primer corte, según se dijo, sus productores no quedaron conformes con la idea plasmada por el realizador de "Pizza, birra, faso" y decidieron no estrenarlo. Tuvo que dar el visto bueno la misma presidenta de la Nación, Cristina Fernández, para que finalmente el público conociera este filme conmovedor sobre la historia de un hombre, que no pudo ver terminado su sueño de un país diferente, tal vez más justo y equitativo. No obstante, "NK" retrata al ex presidente de los argentinos, desde los ángulos más diversos: junto a su familia, sus hijos, cuando le coloca la banda presidencial a su esposa, Cristina Fernández (el 10 de diciembre, de 2007). O cuando tras asumir como presidente (el 25 de mayo, de 2003), se dio el lujo de romper el protocolo y caminar dando la vuelta a la Plaza de Mayo, lo que hizo que quienes lo custodiaban temieran por su vida. Pero en esos instantes, como en muchos otros, su sentido del humor, su sonrisa, su palmada en el hombro, siempre desarmaban toda posibilidad de enojo. INQUIETO Y ENTUSIASTA El Néstor Kirchner que elige mostrar Caetano, es un hombre idealista, un carismático, inquieto y entusiasta, que buscaba encontrar soluciones, abriendo nuevos lazos con el continente, como cuando se lo puede ver en Unasur, junto al ex presidente Hugo Chávez y Evo Morales. El filme comienza con una simbólica escena, en la que Caetano retrata a un pingüino que solo en el inmensidad de la nieve del sur, intenta abrirse camino en una suerte de inmensurable vacío. Esta escena es la metáfora que el cineasta intenta transmitir del ex presidente, que falleció imprevistamente el 10 de diciembre de 2007. El documental lo muestra joven durante sus años de militancia, con su voz firme intentando un diálogo que apelara a la verdad de lo que sucedía en el sur, durante un asamblea sindical; jugando con unos niños mientras intentaba llevar ayuda a uno de los barrios cubiertos de nieve de su Río Gallegos natal. MATERIAL DE ARCHIVO La película fue construida sobre la base de escenas filmadas que el mismo Caetano solicitó a la gente común, que apreciaba al ex presidente, materiales de archivo y esa "reunión" de documental fílmico en la mayoría de los casos no tiene la calidad deseada para un largometraje -sobre todo de esta envergadura-, pero es válido, para conocer el antes y el después de un hombre, que desde el sur más profundo de la Argentina, llegó a la presidencia de la Nación y luego le entregó el bastón de mando, a su compañera de toda la vida: Cristina Fernández de Kirchner. En este aspecto, son meritorias las imágenes en la que se ve a la presidenta junto a su marido, sonrientes en el sur, o junto a sus hijos Florencia y Máximo, cuando eran pequeños. Néstor Kirchner supo despertar admiración y también tuvo detractores, pero el filme de Israel Adrián Caetano, tuvo una sola preocupación, la de mostrar a un hombre que aspiraba a construir el bien común y no pudo ver cumplido su sueño.
Entre Adrián Caetano y Julián Assange Cuando el reconocido director Adrián Caetano – quien había recibido el pedido de un film por encargo sobre el ex presidente Néstor Kirchner – devolvió el footage ya filmado a sus productores, la controversia y las especulaciones no tardaron en desatarse. Esto sucedía en enero de 2012. Supuestamente, NK, la biopic/homenaje de Caetano, fue retornada a sus productores-militantes – el diputado oficialista Fernando “Chino” Navarro y el publicista Jorge “Topo” Devoto – por razones nunca reconocidas públicamente, pero era fácil especular que lo filmado había provocado objeciones, e incluso el pedido de modificaciones, que el director no estuvo dispuesto a aceptar. La verdad y sus entretelones tal vez no lleguen a conocerse nunca, pero causó verdadera sorpresa que los mismos productores encargaran otro documental – comenzando desde cero – a la directora Paula De Luque. Titulado “Néstor Kirchner, la película”, el film se estrenó el 22 de noviembre de 2012 en 93 pantallas en todo el país, pero el resultado de taquilla fue magro, muy magro, a pesar de los méritos de la película de De Luque. La incógnita sobre el material devuelto por Caetano a sus productores se develó en mayo de este año, gracias a un “leak” en YouTube que nos permitió pispear de qué la iba el documental, y por qué había desagradado tanto a sus productores. El misterio se agigantó al comprobar que NK no contenía material “sensible” y mucho menos “incómodo” para el gobierno y el entorno kirchnerista. Incluso la presidenta Cristina Fernández de Kirchner se manifestó abiertamente conmovida por NK, porque Caetano, el hombre, había logrado meterse en la cabeza y el alma de otro hombre. En suma, Caetano, con su película, le había devuelto a NK a CFK. Si bien el documental de De Luque era un producto más que digno – es decir, si tomamos como referencia los productos estilo History Channel o A&E – a partir de este jueves los espectadores podrán juzgar por sí mismos, y en pantalla grande, las diferencias entre ambos productos y el enfoque escogido por Caetano. “Néstor Kirchner, la película”, se deslizaba, narrativamente, con total fluidez, más allá de claras o menos claras intenciones manipulatorias. Se trataba, en definitiva, de un producto convencional pero de muy buena manufactura. NK corre por otros carriles. Si bien las fuentes documentales, necesariamente, son básicamente las mismas, es interesante comparar lo que se puede hacer con una misma foto, un mismo viejo noticiero y, sobre todo, la misma historia de vida. NK no efectúa un trazado lineal desde la infancia de Néstor Kirchner, su paso por la facultad (donde conoció a quien sería su esposa), su ascenso a la gobernación de Santa Cruz, y finalmente su llegada a la presidencia, en medio de una debacle socioeconómica casi sin precedentes en la Argentina. NK lleva la impronta de Caetano a lo largo de toda la película. Narrador hábil como pocos, Caetano se permite jugar con la linealidad y cuenta en forma de zigzag. Este mecanismo le permite al director romper el esquema de las expectativas convencionales y saltar, cronológicamente, hacia adelante y hacia atrás, enfatizando, así, el concepto por sobre la sucesión de eventos. Astuto. Muy astuto. Abundan, eso sí, los discursos encendidos, pero casi nunca se tiene la sensación de que Caetano, en su discurrir narrativo y montaje, juegue a su antojo con la supuesta veracidad del “relato”. Otro elemento narrativo digno de destacar es la utilización de intertítulos – a modo de separadores – que articulan no tanto los hechos sino su significado e importancia. Así, Caetano evita la hagiografía y cuenta, cuenta y rememora, y la reacción que provoca es positiva – se trata de una película, de una biopic, de un documental, pero no de propaganda política. Si bien la ausencia de ciertos acontecimientos de la vida de Néstor Kirchner es evidente, NK fluye, las imágenes son simples, y el mensaje es poderoso. Un verdadero acierto, el enfoque de Caetano. La sensación general, entonces, es la de estar viendo la biografía de un hombre descripto sin bronce, a pesar de la cercanía temporal (excesiva, diría uno) para generar una gesta casi épica. Pero lo cierto es que Caetano no incurre en este error (en esta tentación), y su película, abstrayéndonos del concepto sobre el cual gira la narrativa, es tan sólo la historia de un hombre. No cualquier hombre, por cierto, sino ese hombre que aseguró, al asumir como presidente, que “No he venido a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada". Si bien no es ajena al consabido “relato”, NK, más allá de las sospechas de que no es el verdadero corte final que Caetano hubiese querido para su película, ilustra y entretiene sin cargar las tintas, lo cual no es poco para una biopic necesariamente depurada aunque no inmaculada.
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Fueron muchas las peripecias que rodearon al proyecto del documental dedicado a Néstor Kirchner. Dos conocidos hombres del kirchnerismo, Jorge Devoto y Fernando Navarro, le encargaron inicialmente el trabajo a Israel Adrián Caetano, pero cuando el director uruguayo de películas como Bolivia, Un oso rojo y Crónica de una fug a les mostró un primer corte, los productores tomaron una decisión drástica: lo separaron del proyecto y le encomendaron la tarea de reordenar el material de archivo que era su núcleo central a Paula de Luque, una directora claramente identificada con el proceso político iniciado en 2003, que terminó construyendo un film cercano a la hagiografía. Misteriosamente, ese corte original de Caetano apareció en Internet (Navarro declaró que imagina quién se ocupó de subirlo a la Web, pero no quiso revelar la identidad del responsable) y recibió un caluroso elogio de la presidenta Cristina Fernández, lo que motivó un nuevo golpe de timón de los productores, que entonces le pidieron a Caetano que terminara su versión. Y Caetano lo hizo, mejorando la edición y el sonido de aquel material que cautivó a Cristina, cuidándose de no apelar al subrayado y jugando inteligentemente con los tiempos para delinear el perfil de un político que, independientemente de las valoraciones personales, es una pieza fundamental de la historia nacional de los últimos años. La columna vertebral de la película son los discursos de Kirchner, algunos encendidos, otros más mesurados, pero todos llenos de contenido. Desde la época de militante peronista en Santa Cruz hasta su rol como cabeza de la Unasur, Kirchner se caracterizó por hablar de una manera clara, directa, contundente. Y por lo general unió la palabra a la acción. En ese sentido, fue un político atípico. Entendió la política como negociación de intereses, pero sobre todo como toma de decisiones en función de convicciones firmes. NK destaca ese carácter irreverente que despertó en estos últimos años pasiones absolutamente encontradas. La historia que protagonizó el santacruceño está muy cerca como para elaborar juicios novedosos. Son estos tiempos de histeria e hipercomunicación los que aceleran los procesos y obturan el análisis equilibrado. El errático derrotero de este proyecto simboliza con claridad que aún falta perspectiva.
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El modelo según Caetano Compuesta exclusivamente por material de archivo, y a punto de haber corrido la misma suerte, la película de Adrián Caetano sobre Néstor Kirchner es un despliegue contra el artificio biográfico. El director de Pizza, birra, faso optó por dejar al hombre solo y que lo juzguen a través de sus actos. Pero el modo en que Caetano construye su relato no es, desde luego, neutral; su mensaje no sólo puede leerse en la selección y compaginación de material televisivo (que intercala filmaciones personales de los Kirchner y fotos de desaparecidos, durante el momento más emotivo de la película), sino también en una segunda lectura, más sutil, relativa al tono del enunciado. En las instancias en que Kirchner habla ante el FMI, presentado por una empleada que parece no tener idea acerca de la Argentina (y algo descolocada por el nombre germano de su mandatario), o durante su ponencia en las sesiones del Congreso por la reforma de 1994, expresando desilusión hacia Raúl Alfonsín e interrumpido con fastidio por el ex senador Eduardo Menem, Kirchner es un David que no recula ante Goliats ni vacas sagradas. Después, en el fragor de la batalla, Caetano desenvaina su artillería: rezongos rurales en off para derramar hectolitros de leche, suspense hitchcockiano ante el voto no positivo, un llamado al apocalipsis ahora y luego los campos en llamas, el páramo del Perito Moreno tras los títulos. NK es una película icónica; un patchwork alocado pero original, con atisbos de experimento para desligar al autor de una postura testimonial e incluso, si se mira la letra chica, para expresar sus reparos.