Ritos de pasaje Varias capas narrativas recubren lo que podría denominarse la cáscara de un thriller con elementos sobrenaturales, dirigido por el realizador Aldo Paparella (Hoteles, 2004), que cuenta con las actuaciones estelares de Antonella Costa, Gonzalo Valenzuela, Carlos Kaspar, César Bordón y Mario Alarcón, producido en el año 2009 y que ahora logra su fecha de estreno comercial. Olvídame apuesta por un lado a escapar del convencionalismo de una trama policial básica con asesino serial, que bajo la fachada de predicador y líder de una secta, elige sus víctimas femeninas para una vez consumado el acto sexual violento ahorcarlas en el clímax para luego colgarlas de cabeza y desangrarlas. Este perturbado personaje a cargo de Gonzalo Valenzuela, quien mantiene en vilo al policía Amaya (César Bordón), se cruzará en su camino con su presa más difícil y codiciada: la misteriosa y magnética Ámbar, quien vive bajo la sumisión de un hombre (Carlos Kaspar) que constantemente la denigra y la cela pero que en el fondo procura alimentar esa relación sádica, de la cual en apariencia ella es la que conserva el control. Sin embargo, hay un elemento extraño que Ámbar necesita expulsar de su entorno y que proviene de otro plano de la realidad, una amenaza latente que puede llevarla a la muerte. Así, a partir de ese encuentro con Víctor (Valenzuela), quien promete ayudarla y curarla de la maldición que la aqueja, el relato se desvía hacia otros rumbos totalmente alejados del derrotero del psicópata y mucho más afines con lo onírico; con referencias a lo esotérico y a rituales chamanes que la protagonista atraviesa en una suerte de metamorfosis interna con diferentes estados de conciencia, y donde entra en juego el sexo como expresión violenta ligada a lo tanático. Lo sexual y sus rituales también juegan un rol importante desde su costado de alivio corporal o para purgar tensiones, en contraste con la mirada erótica que simplemente lo reduciría al exhibicionismo publicitario tan utilizado en producciones nacionales de este tipo. No obstante, en ese desafío de salirse de la norma o romper el molde del thriller estándar (debe destacarse la buena fotografía de Ariel Vilches), Olvídame a veces se atosiga de esteticismo o imágenes grandilocuentes y abandona a sus personajes o a la historia a una deriva peligrosa para dejar ciertos huecos narrativos importantes abiertos y que disuaden un tanto la mirada del espectador. La truculencia necesaria para definir la conducta del asesino serial, que en la piel de Gonzalo Valenzuela gana cuerpo y peso específico, resulta uno de los aspectos más logrados desde el guión del propio Paparella en colaboración con Roberto Scheuer y Eduardo Leiva Muller, así como la sexualidad de Antonella Costa muy bien elegida para el papel porque logra transmitir además de sensualidad un dolor profundo al saberse buscada por fuerzas extrañas y sometida al poder de los hombres. Tal vez la trama no cuente con el equilibrio necesario en el racimo de subtramas que despliega pero eso no implica un rotundo fracaso en el camino tomado por Aldo Paparella con el riesgo que eso conlleva y esa cualidad merece respeto.
Sangre, sexo y rituales satánicos El director Aldo Paparella (Hoteles) nos trae con Olvidame (2013) un thriller erótico de género fantástico. Mezcla ambiciosa de por sí, con un notable trabajo estético y climas sórdidos bien logrados. Sin embargo fallida al condensar varias temáticas “trash” en una narración divagante. Un narrador anuncia el relato, dando indicios de que, aquello que veremos a continuación, tiene forma de tragedia preestablecida. Ámbar Atlas (Antonella Costa) es una prostituta con una fuerte pulsión mortal. Sus encuentros sexuales la acercan a su inevitable destino: la muerte. Por ende entra en prácticas sexuales de dominación, donde la violencia ejerce un placer inusual. Víctor Terx (Gonzalo Valenzuela) es un predicador que hace sesiones espiritistas y carga con un pasado oscuro. Ambos cruzarán caminos entre el sexo, el placer y el asesinato. En el medio, hay un policía que investiga crímenes sexuales y sigue de cerca la pista de cuerpos femeninos maniatados de pies a cabeza. De más está decir que desde los patrones del cine fantástico Olvidame es muy atractiva. Sus imágenes impregnan para introducir al espectador en ambientes asfixiantes, oscuros y lúgubres con la misma fascinación que el género recrea universos personales. Pero justo allí donde la película intenta parecerse al más críptico David Lynch o al más entrañable -de entrañas- David Cronenberg, es donde la narración no funciona. Pretender giros surrealistas o simplemente sensoriales para recrear un aire “pesadillezco” no suficiente ante deficiencias narrativas. Aldo Paparella da un paso más hacia los extremos: la violencia, los rituales espiritistas, el sexo, adquieren un escenario turbio pero inverosímil por lapsos. Es en la intención misma de explorar los márgenes que tales límites cruzan lo creíble. Y no hay surrealismo que justifique tales concesiones. La constante ambigüedad derriba los logros estéticos. Personajes que sufren y gozan al mismo tiempo ante las mismas circunstancias, mujeres que deambulan destilando sensualidad en espacios oscuros para luego prestarse a rituales satánicos o personajes masculinos faltos de fuerza pasional que los obliguen a torcer el destino a su merced, hacen que la película carezca de la fuerza narrativa necesaria para sostener los excesos representados. Y cuando de cine de género se trata, el desarrollo dramático se vuelve esencial. La parafernalia de elementos exóticos, terroríficos, decadentes, tiñen al film de una imagen única. Lástima que no alcancen para redondear un relato consistente.
Una esotérica película que hace honor a su titulo Me veo obligado a empezar esta reseña con una obviedad: Hacer una película en la Argentina requiere un verdadero esfuerzo. Pero por otro lado, no puedo decir que una película me pareció buena cuando en realidad sentí todo lo contrario. No le estoy haciendo un favor a sus realizadores, ni al público; el cual, hoy por hoy, tiene que desembolsar un billete considerable para ver una película. Créanme que si hay una crítica poco laudatoria a la cual le di mucho pensamiento es esta. Pero fue para encontrar la manera más diplomática y menos agresiva de expresar lo que, en mi opinión, es una película donde el aspecto visual, aunque incuestionablemente logrado, le gana groseramente la partida al aspecto narrativo. ¿Cómo está en el papel? Olvídame es la historia de amor entre Ámbar (Antonella Costa), una stripper con muchos demonios internos, y Víctor (Gonzalo Valenzuela), el líder de una secta espiritista. Los demonios internos de Ámbar le hacen tener visiones sobre su propia muerte, demonios que intentara expulsar con la ayuda de Víctor. El problema es que Víctor es un asesino serial que gusta de matar mujeres estrangulándolas en el clímax sexual. Durante un tiempo pensé que la película sufría de una narración débil, para luego caer en la cuenta que es todo lo contrario. Por esotérica que pueda parecer esta propuesta, tiene muchos elementos indispensables de la estructura narrativa en su lugar. El objetivo esta; el tema esta (huir del destino, ir en contra de la propia naturaleza, etc.), vagamente, pero esta; la estructura en tres actos esta, al borde del adorno y metida con calzador, pero esta. ¿Entonces cual es el problema? Para responder dicha pregunta, voy a volver a usar esa palabra, esotérica, porque ese es el adjetivo que mejor define al desarrollo narrativo de esta película. Un desarrollo tan pero tan complejo y enrevesado, que uno duda si el débil desarrollo de los personajes es tal por pereza o porque las acciones no se llegan a entender; no desde el lado del juicio o la comprensión, sino como el simple procesamiento de la información en la cabeza del espectador. Porque si bien esta historia posee cierto sentido de la progresión dramática, esta arrastra, pesa, más que nada porque no consigue que nos importe que le pueda pasar a estos personajes. Esta película pudo haber terminado mucho peor si el director no hubiera llamado a los dos guionistas que colaboraron con él. Ellos tuvieron la difícil tarea de dar algo de coherencia narrativa a algo muy complejo. No se logró, pero no por falta de esfuerzo, que lo hubo y mucho; a ellos mi admiración, porque les tocó sortear un obstáculo difícil: una visión directorial que no presentaba mucha cabida para una narración, pero que la necesitaba para poder atraer talentos actorales que puedan dar algo de perfil comercial a la película. ¿Cómo está en la pantalla? Ahora sí, el nivel visual de la película es óptimo, sobre todo la fotografía y la dirección de arte. No hay nada que objetarle al tratamiento estético de esta película, salvo que me hubiera gustado más si hubiera estado al servicio de una historia más clara. El director es alguien con un estilo visual rico, marcado y pensado, pero uno desearía que hubiera puesto el mismo empeño en concebir una historia, comprensible y que nos involucre emocionalmente con los personajes. Por el lado de la actuación, todo el reparto obra de oficio y lo hace como corresponde a profesionales de su trayectoria. La interpretación de Antonella Costa es elogiable por su compromiso y por cómo le pone el cuerpo al personaje. No puedo decir lo mismo de Gonzalo Valenzuela, quien tiene una sola expresión en toda la película. Pero mas allá de todo, todo el reparto se la rebuscó, e hicieron lo mejor que pudieron. Si esta película no llega a buen puerto, no es en absoluto culpa de ellos. La historia tiene un claro nivel de erotismo, que cualquiera puede reconocer, pero lo que evitó el lucimiento de los intérpretes fue el no poder encontrar un punto común entre director y actor sobre de donde proviene ese erotismo. Es esta falencia la que hace que las repetidas escenas de desnudez y de sexo se lean como gratuitas, cuando es seguro que esa no fue su intención inicial. Conclusión Olvídame es un titulo que aunque correcto en lo actoral e impecable en lo técnico, tiene un desarrollo narrativo demasiado complejo para despertar alguna sensación o emoción en el espectador. Su propio título lo vaticina, y es una predicción, que para quien apueste a ver esta película, no tardara en cumplirse. - See more at: http://altapeli.com/review-olvidame/#sthash.mUl5fDiV.dpuf
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Thriller confuso Un predicador de una secta espiritista es también un consumado psicópata sexual que estrangula a sus víctimas en la intimidad. En paralelo, una bella stripper utiliza el sexo como vía a la autodestrucción. Cuando sus caminos se crucen, Víctor se obsesionará con lo indómito de Ámbar Atlas, y su vínculo será tan pulsional como peligroso. Ella enfrenta la amenaza del Dr. Atlas, en tanto él es seguido por un investigador para quien es su gran presa. Así puede describirse un thriller que responde a los cánones del género, pero algo distingue a Olvídame de los cientos de relatos escritos bajo estas pautas, y es su vinculación con cierta atmósfera sobrenatural que le otorga un raro deslumbramiento. La protagonista tiene una visión recurrente que la acerca -sobre todo al promediar el film- a rituales esotéricos y chamánicos. Pero la cantidad de tramas y recodos de la narración termina por resentir ese éxito inicial, obtenido también gracias a una cuidada fotografía y una excelente dirección de arte. Como en su película anterior, Hoteles , Aldo Paparella (quien interviene como un observador en la historia), bucea en el erotismo larvado y en los rituales de perversiones sexuales, pero la plasticidad libre de aquélla se encuentra aquí enmarcada en la necesaria comprensión de una historia que se torna larga y confusa. Con acierto, los protagonistas, Gonzalo Valenzuela (en el rol del asesino) y Antonella Costa, como una magnética prostituta, llevan los hilos de esta historia.
Sobredosis de sexo, religión y muerte En su nueva película, el realizador de Hoteles vuelve a asumir un riesgo no menor, ahora con una película con mucha sangre, sexo, perversión, religión, esoterismo y rituales. Aldo Paparella consigue buenos climas (hay algo de fantástico y gótico en la propuesta) apoyado en un gran trabajo de fotografía y en una notable dirección de arte. Pero el resultado final no es del todo convincente porque la película luce bastante desarticulada, redundante, derivativa, sin generar tensión, suspenso o una fascinación que vaya más allá de la acumulación de elementos visuales (desde pinturas hasta tatuajes), situaciones perturbadoras, capas narrativas y referencias cinéfilas. Tampoco luce como demasiado acertada la elección del chileno Gonzalo Valenzuela en el papel de un atractivo y manipulador predicador y líder de una secta espiritista devenido depredador sexual y asesino serial. Mejor fue la decisión de escoger a Antonella Costa como una stripper/prostituta que se convierte en la amante y compañera de aventuras del protagonista. La película está plagada de escenas sexuales (una rareza en el cine argentino), pero entre una veta policial que nunca funciona y unos cuantos diálogos que suenan hirientes, Olvídame dilapida buena parte de sus hallazgos estéticos para que, en definitiva, su título se convierta casi en una intimación al espectador.
La naturaleza del escorpión A primera vista, Ámbar (Antonella Costa) parece una prostituta más, sin embargo pronto el espectador ve que ese viejo que la vigila y la domina en realidad no quiere que se prostituya. Más bien todo lo contrario: si bien en un principio la relación entre ambos no se explícita, es claro que él la considera suya, y ese es parte del calvario de la muchacha. En su vida aparece Víctor (Gonzalo Valenzuela), predicador de una extraña iglesia espiritista y asesino serial, que busca salvarla de las oscuras fuerzas que él cree que la abruman. El director Aldo Paparella plantea una historia oscura, que transcurre en ambientes sórdidos, lugares donde prima el abandono, la decadencia, la suciedad, generando una atmósfera claustrofóbica y opresiva. Es destacable como primer valor de la película el minucioso trabajo sobre las locaciones acompañado por la excelente fotografía de Ariel Vilches, que maneja todos los ambientes en escalas casi monocromáticas, destacando ciertos objetos de colores más fuertes, sobre todo el rojo. El planteo estético resulta así de estilo pictórico, una belleza peculiar que enmarca el relato. Sin embargo la historia, a pesar de proponer una exploración interesante sobre la delgada línea que para los personajes existe entre el sexo y la muerte, carece de bases sólidas. El trabajo de Víctor como salvador resulta en un peregrinaje en el cual lleva a Ámbar a visitar extraños personajes, con capacidades sobrenaturales, que la someten a diferentes rituales en los que en general se ve involucrada su sexualidad. Este derrotero se hace algo tedioso ya que no aporta demasiado a la historia, y sólo sirve para poner de manifiesto el uso expiatorio que Ámbar hace de su cuerpo. Tampoco tiene demasiada solidez el trabajo del detective Amaya (César Bertrán) perdido entre los cadáveres envueltos como crisálidas que va dejando en su camino Víctor. Lo que más se destaca es el trabajo sobre los dos personajes principales, correctamente interpretados por Costa y Valenzuela: el asesino serial místico que encuentra la gran contradicción de su vida en esta muchacha a quien sí quiere salvar, incluso de sí mismo; y Ámbar, una chica frágil, sensual aunque le pese, en busca de algún tipo de redención por culpas que ni siquiera son suyas. Poblado de imágenes oníricas, el filme resulta en una propuesta interesante desde el lado estético, pero con una historia a la que le falta profundidad para generar una mayor atracción y evitar caer en la repetición, en el tedio.
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Bellas fotos y chamanes "Olvídame" propone un mundo fantástico no sólo por los hechos sobrenaturales que describe, ni tampoco debido a que toda la historia esté contada por un hechicero indígena, sino tambien porque cada detalle del arte no tiene nada que ver con el realismo. Los autos son estilizados igual que las situaciones en las que se encuentran los protagonistas. Esos autos vintage, la alucinante escenografía (con una mansión que es uno de los hallazgos del film) no tienen nada del mundo real, mientras los tours para promover el espiritismo del personaje de Gonzalo Echeverría o las sesiones de fotografías bondage al estilo Betty Page del personaje de Antonella Costa tambien resultan irreales y disparatados. El espiritista también se dedica a seducir y asesinar mujeres que encuentra en esos tours lo que es toda una alerta sobre el flagelo de las sectas- y ella es una stripter autodestructiva con una insostenible y cruenta relación con un gangster que no deja de maltratarla. Lamentablemente la trama se desarrolla con demasiada lentitud como para poder generar real interés, aunque una vez que la película se concentra en los extraños rituales espiritistas y chamánicos, el film se vuelve más intenso. Sin duda este es el fuerte de una película con muy buenas imágenes, producto de un diseño de arte excepcional, pero con errático foco en los aspectos dramáticos.
Que llegue a la cartelera cinematográfica un filme argentino de género suele ser un motivo de celebración, lamentablemente este no es el caso. El segundo largometraje del realizador Aldo Paparella, Olvídame, exhibe una catarata de caprichos sin sentido; que lejos de resaltar la gran labor ejecutada por el excelente equipo técnico, muestra un traspié tras otro. Con el afán de llevar a escena fragmentos de una mente complicada la totalidad del filme queda caduco. Con excesiva ornamentación injustificada, los planos barrocos se cargan de elementos innecesarios que entorpecen el equilibrio visual y desorientan, aún más, al espectador que, a duras penas, puede hilar una historia. El abuso de fundidos a negro deja inconclusas casi la totalidad de las escenas que al ser de tan poca duración narrativa quedan a medio camino. No terminamos comprender lo que acaba de suceder que ya, inmediatamente aparecerá una nueva escena en donde tampoco se entenderá cuál es su finalidad. Su pretencioso guión delirante queda sobrecargado e ilegible. Con largos parlamentos en un castellano forzado más que pesar, dan risa. Los pasajes místicos y las sentencias en otras lenguas, que nadie se encargó de subtitular, son aburridos y estancos. Quedan así, desafortunadamente opacadas las actuaciones de grandes actores nacionales como lo son Antonella Costa y Carlos Kaspar. ¿Cuál es la historia de Olvídame? Narra la desventurada vida de una prostituta de pueblo (Costa) que, de manera torpe, nos desayunamos que es abusada sexualmente por su padre, el Dr.Atlas (Kaspar). A su vez, Víctor (Gonzalo Valenzuela) muestra su lado macabro asesinando jóvenes devotas de su escuelita de evangelización. Tal vez la trama pueda seducir, no podemos negar la atracción por lo perverso, sin embargo, el deseo se suprime con el avance de la cinta, a medida que descubrimos la sucesión de actuaciones maniqueas y exceso de escenas eróticas. La abrumadora e injustificada carga de secuencias sexuales sólo parece tener sentido si las decisiones estéticas y narrativas estuvieran representando un filme pornográfico. Olvídame no es un thriller, tampoco es una película condicionada solo se queda a medio camino, sin rumbo…. Paparella se propone trabajar sobre grandes temas de la literatura cinematográfica como ser el incesto, la religión, las culturas autóctonas y la prostitución, entre otros, como el suicidio y el femicidio. ¿No será mucho? Fetichismo exacerbado y grosero que denigra la figura de la mujer y la rebaja a mero objeto sexual. No es por moralista que destaco este punto, el cual no me parece menor a la hora de comentar un filme en tiempos en los cuales el femicidio está a la orden del día. El único motivo de valoración positiva es el gran esfuerzo del equipo de producción que logró recrear espacios ficticios de gran veracidad en locaciones poco vistas en la filmografía nacional. Si la intención fue dar vida a una película de género, el intento quedó trunco. Muy lejos de satisfacer a cinéfilos expectantes, Olvídame es digna de su título: un filme para el olvido. Por Paula Caffaro redaccion@cineramaplus.com.ar
Aldo Paparella monta aquí una ficción sobre los extremos, el fanatismo y la desesperación, centrándose en el sacerdote de una secta y asesino compulsivo, que finalmente encuentra un amor apasionado y total. La película tiene elementos de thriller, tiene erotismo y busca zonas oscuras que, el ocasiones, logra plasmar con precisión gracias al buen trabajo de los actores. Pero en ciertos momentos, también, se nota cierto regodeo en lo “oscuro”, que deja al espectador la impresión de algo forzado, incluso sobreactuado.