Desconfío de la vida Los inicios de Nacho Garassino (El túnel de los huesos, Contrasangre) se remontan a la realización de El otro lado, aquel mítico ciclo televisivo donde Fabián Polosecki deambulaba por la ciudad en busca de nuevas historias. Ese espíritu entre lúdico y aventurero, pero carente de melancolía, es sobre el que se ancla su primer documental. Pegar la vuelta (2016) toma la historia de María Luz Carballo, no para trazar una biopic sobre su vida sino para hablar de la vida en toda su magnitud. Nacida en Villa Devoto, María Luz Carballo emigra a los 19 años a Estados Unidos en busca de un sueño: el blues. Atrás quedaba su familia (una dinastía que dio nombres como los de Celeste Carballo, María Gabriela y Lito Epumer, entre otros), un intenso y conflictivo romance con Pappo, y todo tipo de lazos con Argentina. Primero fue Chicago, y luego Nueva York las ciudades que la vieron deambular con su guitarra buscando blues. Mientras tanto pasó la vida. Quince años después, María Luz regresa al barrio de su infancia en compañía de su hija, con más contradicciones que certezas, pero con el mismo sentimiento que tenía al partir. Como en una road movie, Garassino se mueve por Chicago, Nueva York y Buenos Aires para trazar un retrato de la artista, pero lo atractivo es que este va más allá de su figura y se adentra en su vida propiamente dicha. En Pegar la vuelta poco importa si María Luz Carballo es un personaje conocido o no, lo esencial es lo que tiene para decir y el interés que esto genera en el espectador. Es más una historia de vida sobre sueños, desarraigos y pertenencias que una biopic sobre una de las más notables guitarristas del blues actual. Garassino supo captar la esencia y el alma de un personaje con una historia rica y llena de matices. Pegar la vuelta es un rockumental, sí, pero encuadrarlo solamente en ese género sería quitarle un valor primario, ya que esa termina siendo solo la excusa para contar una historia de vida tan fuerte que hace que el rock (o en este caso el blues) quede en un segundo lugar. Como Polo en El otro lado, Garassino le da protagonismo a un personaje que para otros sería uno más entre los secundarios.
Se estrena Pegar la vuelta, documental dirigido por Nacho Garassino acerca de la artista de blues María Luz Carballo. Un retrato íntimo, intenso y musical. El blues es un género musical único. Su ritmo, sus letras, su tono apelan al relato melancólico, de la vida en las calles, de la lucha constante. Aquel que hace blues, que vive el blues, sabe lo que es la tristeza, conoce los golpes del día a día. María Luz Carballo –también llamada María Blues- sabe bien de eso. A pesar de provenir de una familia de músicos –sobrina de Celeste Carballo- e incluso, haber conocido en profundidad, al Señor Blues en Argentina, el Carpo, Norberto “Pappo” Napolitano, no le fue fácil cumplir su sueño de ser un sinónimo de este género. Pegar la vuelta es un relato no lineal en formato documental de la vida y obra de María Luz. Desde su adolescencia, cuando partió hacia Chicago y Nueva York hasta su regreso. Entre idas y vueltas, la protagonista se convirtió en una artista internacional, reconocida entre los bares y pubs más importantes de la cuna del blues. Nacho Garassino –El túnel de los huesos, Contrasangre– elige una estética que remite a sus primeros trabajos televisivos en El otro lado, con Fabián Polosecki, programa de culto, que fue innovador en el retrato de la noche porteña: cámaras ocultas, oscuridad, espacios que dan sensación de claustrofobia, pero donde el virtuosismo y el humor de sus protagonistas musicales, logran animar el ambiente, consiguiendo una fórmula completamente disfrutable desde donde se la mire. Carballo se abre completamente frente a la cámara como si le hablara a su mejor amigo. Narra su vida con soltura, sin manipular el relato a fin de provocar un efecto golpebajista o sentimental en el espectador. Por el contrario, esa frialdad la convierten en un personaje fortalecido y a la vez humano, que ha tenido que crecer y chocar varias veces contra muros, para poder finalmente superarlos, confrontando con los prejuicios de ser una mujer blanca y argentina, en una tierra donde la mayoría de los músicos son hombres nacidos en esos mismos antros, que han visto pasar a la más legendarias estrellas. El realizador consigue que su protagonista sea transparente, pero no revela toda la información de una. La forma en que María establece el vínculo es paulatina, porque más allá de su pasado, lo que más le importa a ella es su presente: pegar la vuelta, reencontrarse con sus raíces, su familia, su barrio. Detrás de la historia de María, está la historia de miles de compatriotas que también salen en buscan de sueños en el extranjero. Algunos lo consiguen, otros no. Y eso, subliminalmente forma parte de Pegar la vuelta: la nostalgia, el amor hacia la cultura de uno, redescubrir el “ser” argentino recién cuando se vive fuera del país. Pegar la vuelta, funciona como un diario de viaje o un confesionario, pero sin principio ni fin. Un trabajo ensayístico sobre los recuerdos y la memoria, que arrancó hace muchos años y continúa vertiginosamente hoy en día. Las aventuras de María Luz son adictivas, por el carisma, la simpatía, el humor y la sinceridad que le imprime a su relato, y por la cercanía con la cámara de Garassino. Economía de recursos que enriquecen una narración.
Desde el inicio 1997. María Luz Carballo, sobrina de Celeste, deja todo y se va a Estados Unidos con su guitarra, la pasa mal un tiempo en Nueva York hasta que con ayuda de un dinero que le mandan sus padres se va a Chicago, meca del Blues, su gran pasión. Ahí se pone como objetivo poder tocar pero es muy difícil ser una mujer latina en un mundo donde los máximos exponentes son hombres afroamericanos. De a poco lo logra pero decide volver a Argentina a ver a sus afectos. El documental dirigido por Nacho Garassino indaga en la figura de María Luz y muestra su vida en Estados Unidos, su familia, cómo nació su amor por la música y su vuelta a Buenos Aires. Enseguida el espectador es atraído por el relato y la energía de la guitarrista que es un personaje en sí misma. Aunque se nota (y es entendible) que el presupuesto es algo escaso eso no impide que esté bien filmada y técnicamente esté correcta. Lo más interesante es verla en acción donde ella hace gala de su talento acompañada de los bluseros locales que la tratan como una más. Es parte del blues tanto como ellos que lo son desde hace décadas. Además se le suman material de archivo y testimonios de músicos locales con los que comparte escenario. Pegar la vuelta es un documental entretenido y que nos presenta a una figura desconocida para el público con una gran historia por contar y que hace recordar a esa frase que dice “nadie es profeta en su tierra”.
Pegar la vuelta revela el derrotero de María Blues La historia de María Luz Carballo es la de una auténtica emprendedora. De muy joven se fue de su barrio, Villa Devoto, para probar suerte en los Estados Unidos, la cuna del blues, el género musical al que le viene poniendo cuerpo y alma desde hace muchos años. Parte de una familia de músicos muy reconocidos (Celeste Carballo, Lito y María Gabriela Epúmer), María Luz vivió -y muchas veces sufrió- en Chicago y Nueva York, tocó con expertos y principiantes, tuvo dos hijas, fue novia de Pappo y hoy es una guitarrista muy valorada. Aun con cierta anarquía en el relato, este documental refleja su particular derrotero con calidez. María Luz lleva el hilo conductor con gracia, revelando cada detalle de su ajetreada vida personal y artística. Y dejando bien claro por qué también se la conoce, con justicia, como "María Blues".
Suena mucha música de la buena en este film que cuenta el viaje de María Luz Carballo de Villa Devoto a Chicago. Y nada más que para tocar y cantar blues. Suena su música, la que aprendió a tocar desde chica y que la llevó a subirse a escenarios en los que nunca una mujer había empuñado una guitarra. Una mujer sudamericana, además. Sudaca inmigrante, de Devoto y con una Fender a cuestas, en lugares donde patriarcas de los dos acordes le sacaban lustre a las Gibson. Pero la pequeña molotov que explota en medio del relato dirigido y editado a pulso por Nacho Garassino (El túnel de los huesos, Contrasangre) es un testimonio que destaca, como al pasar, que su debut sexual fue a los 14 años con Norberto “Pappo” Napolitano, que entonces tenía 41. La situación de claro abuso sexual que sufrió la blusera queda en el aire y flota sobre cada una de las frases que dice luego, más allá de que sus anécdotas sobre el fundador de Riff suenen risueñas. Incluso las que lo sindican como un enfermo de celos que trompeaba a cualquiera que osara mirar a su pequeña presa. “Se peleaba por culpa tuya”, le dice en un pasaje uno de los cómplices del rockstar en aquellos años de merca, alcohol, violencia explícita y abuso de menores tapado bajo el toldo de la impunidad del músico nacional y popular. Carballo (sobrina de Celeste, ausente en el film), ya en Argentina otra vez tras dos décadas de vida en el país del Misisipi, cuenta también que una de las razones de su partida al norte fue la presencia omnipresente de su abusador (en carácter de novio permitido por su familia) que insistía con retomar la relación pese a que ella como adolescente había dejado en claro que no quería continuarla. No es un tema que aparezca desarrollado y hasta es entendible en el marco de un trabajo que pone el acento en el derrotero blusero de María Luz. De tratarse de un film con mayor difusión dispararía un debate mediático que el rock argentino se debe más allá de las causas penales y diarrea verbal de personajes menores como Gustavo Cordera o Cristian Aldana. Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir, cantaba el Polaco Goyeneche, nuestro gran blusero local. Y María Luz, en uno de los momentos de mayor lucidez de su relato, dice que el blues no es para cualquiera, que para alguien con una vida cómoda es complejo tocar como debe tocarse. “Toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado”, continuaba el Polaco y Carballo lo reafirma recordando que mientras vivía en Chicago quedó embarazada y su pareja de entonces la encerró sin dejarla salir de su casa para que criara a su hija. “No me importa si pierdo la vida o no, quiero tocar blues”, resume la artista como epílogo de las décadas vividas y la sombra de Pappo aparece como iniciador de un camino que, sin abuso de por medio, quizá hubiera brillado de otra manera.
A María Luz Carballo no en vano se la conoce como María Blues. Más allá de la cacofonía del apodo, esta música argentina logró hacerse de un nombre en el género no sólo por sus vínculos (es sobrina de Celeste Carballo y fue novia de Pappo), sino también -como diría Roberto Arlt- por prepotencia de trabajo. Con tan solo veinte años (hoy pisa los cuarenta), María dejó su Devoto natal y emigró hacia Chicago, cuna del blues, con el objetivo de ganarse la vida cantando y tocando la guitarra. No le fue fácil: al principio pasó penurias económicas y emocionales, pero con el tiempo supo ganarse un lugar en la escena de la ciudad norteamericana y tuvo dos hijas. Y siempre está soñando con volver.
Nostalgia Azul Un documental que gira en torno a la música, para funcionar -antes que todo- debe tener música. También una historia lo suficientemente atractiva para conocer y si de eso además se extrae algún dato revelador, el resultado no puede ser más que óptimo. Pegar la vuelta (2016), dirigido por Nacho Garassino, acompaña a María Luz Carballo, blusera de alma, en un raconto de su ajetreada pero intensa travesía de vida. La dinastía Carballo tiene la particularidad de la música en la sangre, de ahí que los nombres de Celeste Carballo o el de Lito Epumer se relacionan directamente con el de María Luz. Sin embargo, ella a los tempranos 17 años decidió buscar su destino en la cuna del blues: Chicago. Mujer, latina y que tocaba la guitarra con la experiencia de un grande, fue su carta de presentación para que le abrieran las puertas en los templos del blues, esos clubes nocturnos donde ninguno desafina y se puede encontrar a cada exponente, que le quitaría el aliento a más de un aficionado.
POINTS: 5 The Argentine documentary Pegar la vuelta (Turnaround), written and directed by Nacho Garassino, tells the story of Argentine blues singer María Luz Carballo, who as a teenager left Buenos Aires to pursue her dream of becoming a music star no less than in Chicago, the world’s capital of blues. She spoke no English at all and all she had was her one guitar and the phone number of an important musician whom she’d met in Argentina in a mythical bar in La Boca. He’d told her to look him up if she ever went to the US. So she did, but the musician never returned her call. Stranded in a foreign country, with no money for a plane ticket return to Argentina, Carballo decided she’d make it anyway — one way or another. So she heads to New York, where she finds shelter in the homes of lower class Latin families while she scrapes a living playing the guitar on the streets. Yet time goes by and her dream is far from coming true, so fed up with such a discouraging scenario, she goes back to Chicago to give it another try. Sooner rather than later, she manages to meet an assorted array of local characters ranging from the humblest blues musicians to already accomplishe artists with a strong following. As she gets to be known and her music is appreciated, her career starts to take shape, not without a great deal of effort. But, at least, her dream is on the way. Pegar la vuelta is a documentary that has both some undisputable virtues and undeniable flaws. It has a great potential that’s never nearly fully developed, and yet it’s never treated in a shallow manner either. It’s honest, down-to-earth, unpretentious and, at times, even touching. But from a strictly narrative point of view, it’s sort of chaotic (and not in a good way), it lacks a true dramatic structure, and it’s not as gripping as it could’ve been. Not by a long shot. Like so many conventional documentaries, it features some archive material of different types, snippets of interviews with those familiar with María Luz and her singing, but mostly it follows its subject around the streets of Chicago. Considering María Luz is so outspoken, witty in a streetwise manner, and very eloquent, then the film’s spirit is lively and, for some time, it’s also entertaining. Many of her interviews’ snippets are very, very enjoyable. But the almost nonexistent dramatic progression begins to take its toll way too early into the film. So not because of its content but of its form, Pegar la vuelta drags and becomes somewhat tedious too often. And it shouldn’t. Think that Carballo was once the girlfriend of famed Argentine rock star Pappo — and they lived a passionate affair — she played with Argentine musicians such as Luis Salinas, Lito Epumer, and Botafogo (Epumer and Botafogo are featured in the documentary as well), and she played in the US alongside Billy Tranch, Big Ray, Rodney Brown, Chico Banks, and Malvin Taylor. But it’s not only her professional career what’s alluring, it’s also her persona that’s so attractive. Bottom line: considering the great subject and the potential it held, Pegar la vuelta is rather half-baked and so it misses out on becoming something bigger. Unlike Carballo herself, who made the most starting with very little. Production notes Pegar la vuelta (Argentina, 2015) Written and directed by Nacho Garassino. With Pablo "Sarcofago" Cano, Miguel Vilanova (Botafogo), Lito Epumer, Machi Rufino, Cristian Judurcha, Lindsay Alexander, Ronald Simmons, Nick Charles. Cinematography and editing: Santiago Podestá, Nacho Garassino. Music: María Luz Carballo. Sound: Paula Ramirez. Running time: 70 minutes. @pablsuarez
La buena anarquía de este documental tiene que ver con un hallazgo: el del personaje de un carisma pocas veces visto: María Luz Carballo (o Maria Blues) que cuenta en primera persona una vida atrapada por la música, desde esa primera vez que “siente” el blues, a los 5 años, cuando se hamacaba en una hamaca de plaza, inundada por la melancolía. ¿Quién puede decir que conocía a esta mujer antes de la película de Garassino.? Ahí hay una virtud. El testimonio de Maria Luz sostiene el relato, cae como catarata y es atrapante. Describe sus primeros meses en Nueva York, adonde llega empujada por ese canto de sirena del blues afroamericano o escapando de los celos enfermizos de un hombre. Los hechos de su vida parecieran conformar una masa sin sobresalto, es un exceso de realidad que Garassino trabaja con cámara en mano, con momentos mayormente nocturnos, con fuera de foco y encuadres movedizos. Todo transcurre ahí mismo, desde el diálogo por la guitarra Gibson o la Fender, o el recuerdo de la estatua de Jesús envuelto en una bolsa de basura, robada de una iglesia. La voz, portenísima, mezcla el inglés y lo hace lunfardo. En este país “La gente no tiene tiempo para nada pero tiene plata para todo, yo soy al reves no tengo plata para nada pero tengo tiempo para todo.” Entre Nueva York, Chicago y Buenos Aires transcurre la vida narrada por esa migrante que lo es en todas partes. Una mujer libre, blanca y extranjera que hace blues, de familia de músicos (sobrina de Celeste, y prima de Gabriela Epumer), rodeada de ellos (aparecen Pablo “Sarcofago” Cano, Miguel Vilanova (Botafogo), Lito Epumer, Machi Rufino, Cristian Judurcha, Lucio Mazaira, Nick Charles, Toronzo Cannon, Agustin Alvarez y otros). Es verdad que, en el medio de todo, lo que aparece como más fuerte es el nombre de Pappo con quien tuvo romance cuando ella tenía 14 años (!). Un lado que hoy se ve muy oscuro, y que puede tener su valor periodístico. La película de Garassino está muy bien y te va a dejar llevar. 13:30 y 20:05hs CINE GAUMONT Espacio INCAA KM0
Ella era apenas mayor de edad cuando dejó en Villa Devoto a su familia de músicos para seguir su sueño de dedicarse al blues nada menos que en Chicago, ciudad emblemática para el género como pocas. Sin dinero ni conocer el idioma pero por sobre todo con la creencia de que sólo una vida dura forja al blues, sacrificó comodidades para hacerse con esfuerzo su lugar en una escena donde difícilmente se pueda arrancar de más atrás que siendo mujer, joven, blanca e inmigrante. El haber encontrado su lugar y estar llevando adelante una vida parecida a la primera vez que se subió al avión no implica que no lamente algunos de los sacrificios que tuvo que hacer, principalmente el no poder estar con su familia durante algunos momentos duros porque hasta no regularizar su situación legal, salir del país podía significar deshacer todo lo que había logrado en los años anteriores con tanto esfuerzo. Casi veinte años después y con la libertad de poder viajar cuando lo desee, finalmente puede dar lugar a la nostalgia por los orígenes y pegar la vuelta cada vez que extrañe demasiado comer las empanadas de la madre o ponerse a improvisar un blues con los amigos que dejó atrás, sea en un escenario o simplemente en una esquina del barrio. El documental es básicamente una entrevista a la guitarrista con fragmentos de shows en vivo y breves apariciones de otros músicos del ambiente, todo editado con bastante agilidad como para no aburrir al público general pero sin la profundidad que quizás podrán esperar los fanáticos del género, algo que resultará necesario porque los participantes invitados no suelen ser presentados al entrar en escena y hay que reconocerlo: aunque sus nombres generalmente suenan familiares como emblemas del rock nacional, no tanta gente identifica fácilmente los rostros de personas como “Sarcofago” Cano, Miguel “Botafogo” o Lito Epumer. La vida de Maria Luz pero más que nada su forma particular de relatarla es lo que vuelve más interesante al documental y no hace falta conocerla para que su carisma logre conectar rápidamente con nosotros mientras cuenta con naturalidad y desenfado algunas historias que causan gracia, pero que si que hacemos un poco de análisis queda claro que con un cambio de tono no muy grande podrían ser fácilmente material para un drama. Conclusión: Suele pasar que el interés que uno tenga por el tema que toca un documental determine que tanto puede disfrutarlo y aunque claramente Pegar la Vuelta es uno de esos casos, la particular soltura de Maria Luz al contar su vida puede llegar a resultar interesante hasta para quien no comparte su gusto por el blues.
No existe ritmo musical como el blues. En sus melodías y en sus letras predominan el dolor, la lucha, la libertad, la vida. El cine nunca le dio la espalda. Martin Scorsese, por ejemplo, produjo The Blues, una serie de documentales sobre el tema, incluyendo Piano Blues, a cargo de Clint Eastwood. Sin buscar las luminarias o nombres ya familiares para los entendidos, Pegar la Vuelta elije un enfoque distinto, que permite descubrir a una artista y a una persona. En 1997, a los diecinueve años, sin más equipaje que su guitarra y su talento, María Luz Carballo llegó a los Estados Unidos. Primero fue a Nueva York, pensando que tendría albergue en lo de un conocido de la familia, pero se encontró en la calle. Lejos de desmoralizarse, recaló en Chicago, donde de a poco, gracias a su destreza con las cuerdas y su constancia, fue ganándose el respeto de la exigente escena blusera de la ciudad. En el medio, otros trabajos (nada vinculados a la música), la lucha por hacerse de un lugar en un ambiente donde no hay lugar para mujeres (mucho menos, latinas), tiene parejas pasajeras y da a luz a dos hijas de distinto padre. Quince años después, decide volver a la tierra natal, donde se encontrará con grandes cambios (época post Cromañón, donde predominaban bares y teatros cerrados), aunque con los amigos de siempre, además de la madurez de los experimentados. Luego de los largometrajes de ficción El Túnel de los Huesos y Contrasangre, Nacho Garassino vuelve con un documental intimista, que se sumerge en la vida y la obra de María Luz. La cámara permanece atenta a sus anécdotas, a sus confesiones, y la sigue durante los ensayos, los shows -con colegas en Chicago, y luego, en Buenos Aires- y también cuando se pone a charlar con músicos veteranos acerca de la vida, las guitarras, la relación con los amigos, las hijas, y hasta detalles de su romance, durante su adolescencia, con el mítico Pappo. Por supuesto, abundan referencias y apariciones de su familia de músicos, donde sobresalen Celeste Carballo y la fallecida María Gabriela Epumer. Aunque usa algunas imágenes de archivo, Garassino se vale mayormente de filmaciones originales, en los Estados Unidos y en Argentina. El uso de cámara en mano nunca resulta caprichoso y se ajusta a la impronta de las andanzas de María Luz. Y en paralelo a la temática central, el director presenta un fresco sobre las vicisitudes de un argentino en el exterior, el choque de culturas y el regreso al hogar. A veces divertida, a veces graciosa, a veces triste, siempre apasionante, Pegar la Vuelta es la mejor prueba de que una carrera artística es también la punta del iceberg de una vida propia del mejor blues.
QUE SEA BLUES Pegar la vuelta tiene el mérito de que, más allá de sus clichés visuales y una estructura narrativa un tanto confusa, transpira blues por cada uno de sus poros y define con solidez a la figura de María Luz Carballo. Por supuesto, esto no alcanza para ocultar las flaquezas de un documental al que ni el guión ni la dirección de Nacho Garassino parecen alcanzarle para redondear lo que el título anuncia como premisa, pero la calidez con la que Carballo rememora los momentos más intensos de su vida y un cuidado despliegue musical la hacen una experiencia movilizante. El apellido no parece ser un elemento menor en el caso de los Carballo, una dinastía en la que varios de sus integrantes han tenido el don de la música, contando con nombres como Celeste Carballo como integrantes. Desde muy joven María Luz manifestó habilidad para desempeñarse en el blues, partiendo con sus jóvenes 19 años a demostrar sus dotes en Estados Unidos tras un amorío conflictivo con Pappo. El testimonio de Carballo rescata sin rodeos experiencias que ilustran sus pormenores hasta que finalmente logra consagrarse en los bares y clubes nocturnos de Chicago. Es la crudeza y la naturalidad de las anécdotas lo que hace que sigamos el relato con interés, yuxtapuesto por el testimonio de compañeros músicos, familiares y amigos que se complementan tan bien como la musicalización que atraviesa el film (obviamente, blues o algunos chispazos de gospel que ilustran un momento particular de su vida). Los problemas comienzan a revelarse cuando los clichés visuales acercan al film más a una producción televisiva, con planos cortos y ángulos inexplicables que bombardean los recitales, más allá de los planos detalles que, se entienden, son obligación cuando vemos guitarristas ejecutando complicados solos o debatiendo sobre las virtudes de la Gibson o la Fender. Esta cercanía a trabajos que podemos ver en VH 1, MTV o cualquier señal televisiva no favorece el tono testimonial del film y se torna confuso por la forma en que está encarado. Otro inconveniente radica en el guión, porque narrativamente el film está anclado desde su título: Pegar la vuelta debería, se sobreentiende, focalizarse en algún momento en el proceso de vuelta de María Carballo. La cuestión es que hay segmentos en los que toma esta etapa pero no hay una transición demasiado marcada entre los fragmentos que narran sus vivencias en Nueva York y Chicago, sus experiencias antes de emigrar a Estados Unidos y, finalmente, el proceso de vuelta. Se trata de un relato caótico en el peor de los sentidos, llevando por momentos a que las virtudes que lo destacan se desdibujen. El asunto es así: si les gusta la buena música es difícil que la pasen mal viendo Pegar la vuelta, pero la forma en que el film está estructurado y algunas elecciones visuales le quitan fuerza al vigor narrativo de los testimonios que María Luz Carballo entrega con notable naturalidad. Por suerte queda el blues.
MARÍA LUZ CARBALLO, LA BLUSERA Un documental de Nacho Garassino sobre María Luz Carballo, perteneciente a la dinastía de los Carballo, sobrina de Celeste, prima de Gabriela Epumer. Una cantante y música de blues que a los l9 años decide irse a EEUU, a Chicago, la cuna del blues y sin dinero, sin casa y muy de abajo logra un lugar con músicos consagrados y otros anónimos de las clases populares. En este film ella cuenta su historia con naturalidad, a pesar de lo dura que fue su vida, su romance con Pappo que comenzó cuando ella tenía 14 años y luego se transformó en una obsesión para él, sus dos hijas, y la necesidad de volver al punto de partida. Respetada y querida, se muestra sin tapujos y pocas dudas. Un muy interesante documental.
Podría decirse que el tango y el blues son parientes en la nostalgia, cuando "se te pianta un lagrimón" y quizás esto es lo que quiere mostrar este documental de Nacho Garassino, que esta vez incursiona en la no ficción. El retrato de María Luz Carballo, de la dinastía de los Carballo, como dicen en la peli, podría haber sido algo más pulido. Sin embargo, todo queda allí, en los momentos en que ella brilla transformándose con su guitarra y su voz, que tiene el sello inconfundible de la música en la sangre, ya que su tía es la legendaria Celeste Carballo. Su padre, sus hermanos, sus primos, sus raíces, otros músicos eximios están en la Argentina pero María Blues, tal su nombre artístico, luego de una podría decirse ¿aventura? con Pappo Napolitano y su madre que le dice que vaya a encontrarse con el mundo, llega a Chicago, la cuna del blues. Ella, su guitarra y su voz, luego una hija, -que se llama Lucille, como la guitarra de B.B.King-, siempre la duda de dónde dormirá y su conexión con la "Mamma" que está en Buenos Aires. Todo este mundo de personajes que nutren un ritmo que debe sufrirse y vivirse antes que interpretarse, se mete en la historia de esta mujer, una de las pocas reconocidas que se animó a meterse en cosa de hombres. "Pegar la vuelta" no sólo muestra los problemas y las angustias del desarraigo sino también la fuerza de los lazos, la pasión y la pulsión de vida por un sueño hecho realidad a muchos kilómetros del hogar. Lamento que por tratarse de una película con la historia de alguien que incursiona en la música no se haya pensado en un mejor tratamiento del sonido. En muchos pasajes, se pierde el encanto de la voz de María Blues. Me pareció además, un poco reiterativo el plano sobre la protagonista en un monólogo un tanto descuidado. Me gustaron más las escenas en la que ella dialoga con los que la ayudaron a llegar a ese lugar soñado, desde la gente del blues, pasando por su familia, sus amigos. Allí se la ve más suelta y plena con anécdotas que vale la pena escuchar. No me canso de decir, que es una pena que estos materiales se filmen para estar dos semanas en una sala fuera del circuito, cuando podrían ser creadas para pantallas donde los cultores del género, los fanáticos de la música, pudieran disfrutarlos mejor. Será cuestión de reverlo desde la producción y desde la distribución, ¿no les parece?
El blues es un género musical nacido en el sur de Estados Unidos, derivado de las canciones que los esclavos cantaban como un reflejo amargo y doliente de los conflictos sociales que los rodeaban, así como también, los problemas personales que atravesaban. La palabra blues resume esas sensaciones con su significado: melancolía. Quizá ésta sensación de tristeza es lo que brotó de María Luz Carballo cuando decidió, con tan solo 19 años, ir a probar suerte a la ciudad de Chicago. Aferrada a un papel con el número de teléfono de un importante músico y a su guitarra como única compañía, abandonó su barrio de Devoto. Los roces familiares, un entorno conflictivo y por sobre todo una relación amorosa que entremezcló el exceso y la obsesión, no detuvieron a esta joven artista. Una vez en Chicago, las cosas no suceden cómo las esperaba. Sus llamados no contestados la dejan rápidamente sola en un país extraño con un idioma que no entendía. A partir de ahí, comienza un camino de travesía buscando lugares para sobrevivir, trabajando en las calles para tener un sustento, esquivando la marginalidad de la migración y los suburbios de crímenes y drogas. En esta vorágine de la vida conoce diversos personajes: bluseros de barrio y artistas consagrados. Quince años pasaron y María Blues (así es apodada en Buenos Aires) emprende el retorno a esa casa que una vez la vio partir, pero esta vez, todo es diferente y ella también. Nacho Garassino estrenó en 2015 el policial ContraSangre y actualmente trabaja en la preproducción del largometraje El Fusilamiento de Dorrego. En 2011 fue director del filme El túnel de los huesos. Pegar la vuelta lo embarca en esta aventura blusera que lo encuentra nuevamente detrás de cámara. Nacho conoció a María en Chicago cuando presentaba El túnel de los huesos y, más allá del interés que le despertó su historia, se identificó con ella porque tenían muchas cosas en común. Ambos abandonaron Argentina a fines de los años noventa buscando ese refugio que nuestro país, en ese momento, no les podía dar. Ambos sintieron tristeza y angustia por haber tomado esa decisión. Ambos tuvieron la experiencia de ser inmigrantes y sentir en carne propia lo que es estar en tensión permanente en un lugar sin tus costumbres, que no refleja tu patria. Quizás fue por el cúmulo de todas estas emociones que el director construyó este relato, para mostrar a través de ella lo que es dejar todo atrás en pos de luchar por expresar lo que uno quiere decir, siendo solo fiel a lo que se lleva en la sangre, a lo que uno es. Pegar la vuelta refleja los miedos, las inseguridades, las ganas de volver y no saber con qué te vas a encontrar, el extrañamiento que provoca estar en otro país. Planos detalle, música de fondo de la propia María Blues, narración en primera persona, videos en vhs, testimonios de familiares directos, saltos de un país a otro, todo esto conforma esta gran historia de lucha y perseverancia. María relata de principio a fin toda su historia hasta el día de hoy, no escatima en nada, todo es expresado de tal manera que el espectador quedara asombrado ante cada anécdota. Cómo último detalle vale destacar las participaciones de Pablo “Sarcófago” Cano, Miguel Vilanova (Botafogo) y Lito Epumer. María Luz lleva el blues en la sangre y no es para menos, pertenece a la dinastía de Los Carballo, familia de músicos, de mucho rock y pasión, condimentos sin los cuales el blues no se podría expresar. Por Mariana Ruiz @mariana_fruiz