Jaque mate al desaliento La protagonista de esta historia es una niña africana, quien tuvo una vida difícil, pero gracias al ajedrez pudo encontrar una salida y se convirtió en una talentosa jugadora. Con ustedes: Phiona Mutesi. Usualmente ante estas propuestas sabemos cómo termina y que siempre se tratan de relatos de autosuperación. Si bien no hace mucho se estrenó una película del mismo tema (La jugada maestra, 2014, con Tobey Maguire) reconozco que este film me entretuvo mucho más. Parece un cliché, las historias biográficas con personas afro como lo fue Preciosa o En busca de la felicidad, siempre retrataron una vida difícil donde dejaba al espectador con la pregunta acerca de cómo harían para tener su final feliz. Sin embargo, con esta propuesta la cosa no cambia, pero la intervención de Disney en este género es más que acertada y no porque baje la dosis de dramatismo, sino que le pone humor y hace el film mucho más llevadero. Tal vez, el estudio del ratón debería dedicarse mucho más a estas propuestas en vez de suavizar otras historias como las de los superhéroes de Marvel. Aunque sin correrse del eje inicial, centrado en Phiona, esta excelente historia ya tenía su antecedente en un corto focalizado en su representante y quien explotó el talento de la jovencita. Por otro lado, el libro de Tim Crothers, La Reina de Katwe: Una historia de la vida… fue una gran fuente de inspiración para poder llevar adelante la propuesta. La debutante Madina Nalwanga pudo llevar bien el filme en su primer protagónico, y mención aparte para la oscarizada Lupita Nyong’o y al Martin Luther King, David Oyelowo quienes dejaron lucirse a Nalwanga. Quienes quieran disfrutar de una excelente biopic, reír y llorar en partes iguales, La reina de Katwe es su película.
Phiona Mutesi es una niña pobre y marginal que vive en Katwe, una de las zonas más abandonadas de toda Uganda, un lugar en donde los sueños son casi imposibles de ser cumplidos. Pero el destino le dará la oportunidad de salir a adelante y ser reconocida; esto será gracias al ajedrez, un juego con el cual demostrará su habilidad para las jugadas rápidas y estratégicas. Disney cada tanto se permite traer una propuesta diferente y llevarla a la gran pantalla. Si se trata de una historia basada en sucesos reales es para tenerla en cuenta. Esta es una película diferente, ya que no se trata sobre ningún logro deportivo, sino más bien de un juego enfocado en el ajedrez en donde la joven protagonista está dispuesta a dar su mejor jugada y poder darle una mejor vida a sus hermanos y a su madre viuda. Por suerte la película no cae en el típico drama que podría haber sido, sino que se enfoca más en los sueños que parecen lejanos pero con ganas y esfuerzo es posible alcanzarlo. La parte actoral cumple, David Oyelowo interpretando a Robert, el coach de Phiona, lo hace bastante bien y es uno de los que más sobresale en toda la cinta. La cara más conocida es el de Lupita Nyong’o, quien se pone en el lugar de la madre de la niña prodigio del ajedrez. “Reina de Katwe” es un film disfrutable y que se aprecia de buena manera, sin situaciones absurdas o caer en el típico drama como nos tienen acostumbrados las producciones americanas, acá plantea algo y se mantiene en ese ritmo en sus 2hs de película. Lo bueno: Uno puede esperar muy poco de un film en donde la mayoría de su elenco son caras poco conocidas, pero se llevaran una buena sorpresa. Lo malo: Sobre el final hay un clip musical que deja mucho que desear y que no aporta prácticamente nada.
El triunfo de la simpleza La típica historia del deportista de barrios bajos que triunfa en las más altas esferas es un clásico tan trillado como recurrente. Eso sí, suelen ser pocas las que logran un argumento sólido que superen el lugar común del sufrimiento y machacan constantemente con las dificultades del protagonista. La Reina del Katwe no escapa de esos lugares comunes. Es trillada en muchos aspectos, melosa por momentos y, obviamente, explota la emotividad a más no poder. Por eso, no es una película apta para cínicos, escépticos y los que buscan un mensaje complejo. Sin embargo, es muy clara y contundente. El film sabe a lo que apunta, lo que tiene para ofrecer y la potencialidad de la figura protagonista. Phiona Mutesi (Madina Nalwanga) es una ajedrecista que conoció al juego de casualidad gracias a la acción de su entrenador Robert Katende (David Oyelowo), un arquitecto y exfutbolista que recorrió una vida tan dura como la Phiona. Iletrada y vecina de uno de los suburbios más pobres, en el corazón de Kampala, Uganda. Un barrio dificilísimo, se podrán imaginar, más para una hija de madre soltera. Su talento en el ajedrez la hizo competir, en su adolescencia, en las olimpiadas de Rusia en 2010. Un caso real, dado a conocer por múltiples medios de comunicación a nivel mundial. No es para menos, aquel que vea la película entenderá porqué. Esa es la historia y como verán, los giros no son difíciles de suponer. Las dificultades económicas de la madre, la oposición de ella frente al maestro porque evita que Phiona se concentre en ayudar a la familia, los obstáculos que tendrá el equipo de ajedrez “Los Pioneros” para entrar a los distintos torneos por su condición social. Más allá de saber esto, La Reina del Katwe es verdaderamente de esos films para toda la familia. Los personajes son queribles, hay situaciones graciosas y guiños divertidos, Madina Nalwanga interpreta bien los diferentes momentos de Phiona. A pesar de su evidente inexperiencia en la actuación, logra hacer sentir empatía. Lupita Nyong'o (Nakku Harriet) y David Oyelowo guían bien el dramatismo las situaciones más fuertes, pero no brillan en su actuación. Uno de los puntos más fuertes del film es la búsqueda de realismo en los escenarios, el contexto de pobreza está bien resaltado y lo mismo sucede con los actores secundarios que acompañan. La música elegida y algunos guiños que parecen propios de la sociedad ugandesa suman credibilidad. En ese sentido, el trabajo hecho es remarcable, precisamente porque muchas veces se resalta en la historia pero pocas en lograr un ambiente verosímil al contexto del protagonista. El film se hace largo por momentos, volviendo sobre algunas dificultades y en situaciones que parecen repetidas. Incluso alguna, como la inundación, que no fue tomada con la suficiente potencia dramática. La protagonista tiene varios altos y bajos en su camino y las 2 horas y monedas quedan un poco de más. Sin embargo, se justifican en una historia que sorprende mucho y tiene bastante para decir. Mira Nair, directora del film, hizo un buen trabajo al llenar de sentimiento una vida tan sorprendente. También la fortaleza del guión la ayuda mucho para lograr su objetivo. Es emotiva, es aleccionadora, muestra que, a pesar de las injusticias mundiales, se puede llegar a lograr salir, incluso desde lo más abajo del fondo. Obviamente, deja mucho para discutir, porque se trata de un caso único, con suerte y el exitoso, debe haber millones de casos más que quedaron en el camino por otras circunstancias y tomar como referencia la vida de Phiona para explicar la pobreza, es en principio ingenuo. Pero La Reina del Katwe no está para eso, sí está para motivar y brindar un mensaje de esperanza para aquellos que quizás se ahoguen en sus propios demonios.
Reina de corazones La historia basada en la vida de la joven ajedrecista Phiona Mutesi, podría ser una propuesta melodramática por parte de la compañía Disney, de quien se sabe tiene devoción por los relatos lacrimógenos con algún golpe bajo, afortunadamente, esto no sucede con Reina de Katwe (Queen of Katwe, 2016). En primera medida porque la historia llevada a la ficción se sostiene por sí misma, abanderada siempre en la idea de mostrar aquello de lo que somos capaces, qué decisiones tomamos frente a lo que el destino nos impone y cuál jugada podemos realizar para salir victoriosos. En segunda y no menor medida, la dirección de la cineasta india Mira Nair (Salaam Bombay, 1988) nominada al Oscar como mejor película extranjera; aporta una calidad estética y veraz, y un compromiso con el relato que lo eleva de la clásica historia de superación personal. Nair sabe como adentrarse en lo qué quiere contar y más aún en cómo, usando como locación verídica, el pueblo de Katwe, de condiciones extremadamente pobres, ubicado al sureste de Kampala. Como tercer punto a destacar, todo el elenco aporta y equilibra la historia que bordea entre momentos de risa y momentos de un drama en algunos puntos visceral. La debutante Madina Nalwanga despliega todo su carisma para componer a Phiona, una niña de 11 años condenada a vender maíz para poder llevar algo de dinero a su casa, quien gracias a su hermano, descubre un grupo de chicos que se dedican a practicar este juego. En base a una iniciativa de Robert Katende (David Oyelowo), un ex futbolista devenido en misionero y maestro de ajedrez, quién no sólo enseña el deporte sino también los convida con un plato de comida a aquellos que asisten. Esta es la razón primordial por la que Phiona comienza a participar, sin saber que sería el inicio para dar un cambio radical a su vida, la de su familia y todo el pueblo marginado de Uganda. Aplauso sostenido para la ganadora del Oscar por 12 años de esclavitud (12 years a slave, 2013), la acríz Lupita Nyong`o, quién interpreta a Harriet, la madre de Phiona, una mujer de fuerza arrolladora, quién sin estudios y a base de sacrificio, logra darle a sus hijos la seguridad para ir en busca de lo que quieren, en especial a su hija, apoyándola en lo que parecía ser un sueño disparatado de querer convertirse en maestra de ajedrez. En este argumento que destaca cómo un simple peón puede llegar a coronarse reina, dentro y fuera del tablero, se aloja una historia de vida profunda, llevada a la pantalla de manera precisa, con el plus de contar para su musicalización con la colaboración de Alicia Keys con la canción “Back to Life“, la cual seguramente recoja una candidatura en los premios de la academia. No abandonen la butaca apenas termina el film, ya que el cierre de créditos es el jaque mate de esta historia.
Reina de Katwe evoca el viejo cine live action de Disney realizado en los años ´80 y ´90 que supo brindar historias de calidad que apuntaban a un público más maduro. Casos como Tex (1982) con Matt Dillon o Wild Hearsts Can´t be Broken (1991) que fueron excelentes dramas que hoy quedaron por completo en el olvido y rara vez se emiten por televisión. El nuevo proyecto de la directora india Mira Nair, reconocida por Salaam Bombay! (1989) y La boda del Monzón (2001) recrea desde la ficción la historia de Phiona Mutesi, una chica que vivía en una villa miseria de Uganda y a través de su talento para el ajedrez logró mejorar su calidad de vida y acceder a una educación superior. A diferencia de otras producciones de Disney similares, que por lo general se centraban en logros deportivos de atletas estadounidenses, en este caso el relato se desarrolla íntegramente en África y narra una historia de vida que no es tan popular. La directora Nair hizo un gran trabajo a la hora de mostrar la realidad social de Uganda y el contexto en el que la protagonista se crió. La pobreza que se viven en los barrios marginales de ese país no se maquilló en la puesta en escena de este film y juega un papel importante dentro del conflicto. Un buen acierto de Disney en mantener el realismo de la historia en lugar de convertir la vida de la ajedrecista en una trillada película hollywoodense. Mira Nair nunca exagera ni manipula el drama del conflicto y los momentos emotivos resultan espontáneos. Un aspecto del film que se vio favorecido por la dirección del reparto, integrado en su mayoría por artistas africanos que no tenían antecedentes en el cine. La figura más conocida es la ganadora del Oscar Lupita Nyong´o (12 de esclavitud), quien tiene muy buenos momentos en esta historia como la madre de la protagonista. Reina de Katwe tal vez no sea una película que despierte pasión de multitudes pero vale la pena tenerla en cuenta, ya que es una propuesta diferente de Disney que le escapó a los clichés de la biografìa deportivas para brindar un sólido drama inspirador.
Disney produjo y lanza esta película basada en la historia real de una jugadora de ajedrez ugandesa dirigida por la realizadora de Salaam Bombay!, Mississippi Masala y La boda. No hay una razón muy clara para explicar por qué el cine puede interesarse en un deporte eminentemente mental como el ajedrez. Quizás porque el arquetipo de jugador solitario y misántropo permita tematizar cuestiones como la obsesión y la locura, además del temple y la perseverancia que subyace en toda película sobre una competencia. En Reina de Katwe el “juego ciencia” importa poco aun cuando ocupe el centro del relato: lo que en realidad interesa aquí es la superación y el carácter inspiracional, dos de los pilares fundamentales de la filmografía del estudio Disney. Basado en el libro de La princesa de Katwe, del norteamericano Tim Crothers, el film de Mira Nair narra la historia real, con las consabidas licencias del caso, de Phiona Mutesi, una jovencita nacida en uno de los barrios marginales de Uganda –que es lo mismo que decir en la parte más pobre de un país de por sí pobre– que encontró en el arte de mover peones, caballos y alfiles un camino para convertirse en uno de los máximos referentes de su país. Reina de Katwe desanda los caminos habituales en este tipo de relatos, desde la llegada de Phiona al ajedrez y la constante superación de adversidades, pasando por un maestro/tutor noble y bondadoso hasta la resistencia de la madre y el paulatino ascenso en los peldaños rumbo al éxito, todo con el habitual profesionalismo narrativo y técnico del cine norteamericano. Lo más parecido a algo original hay que buscarlo en una puesta en escena que no estiliza la pobreza, sino que la vuelve cruda y auténticamente pestilente. Reina de Katwe es, entonces, un film convencional, autoconcientemente afincando en su carácter inspirador, que entretiene con dignidad y sin demasiados sobresaltos. No es mucho, pero para sacudir la modorra pos-Navidad es suficiente.
Juego de ajedrez En Katwe, uno de los barrios más pobres de Kampala, Uganda, vive Phiona Mutesi (Madina Nalwanga) con sus hermanos y su madre viuda Nakku Harriet (Lupita Nyong'o), una tarde siguiendo a su hermano se topa con las clases de ajedrez que Robert Katende (David Oyelowo) les da a los niños pobres mientras espera obtener un mejor trabajo como ingeniero, Robert descubre que Phiona tiene una habilidad superior para el juego y la ayudará a superarse cada día más para que la niña compita en torneos nacionales y en el mundo, incluyendo las Olimpiadas de ajedrez donde se dan cita los mejores jugadores del mundo. Siguiendo la formula ya vista en otras películas deportivas, esta producción de Disney y ESPN FILMS se mete en el mundo del ajedrez, pero no en el que se podría pensar ya que el punto de vista es de una niña pobre casi sin educación que se ve cautivada por el juego. Pese a las condiciones trágicas en las que vive su protagonista, la directora india Mira Nair nunca le da un tono solemne y logra llevar a buen puerto las interpretaciones de un grupo de niños. Reina de Katwe es una película entretenida, y aunque se siente algo larga y no aporta nada nuevo en cuanto al relato biográfico, engancha enseguida al espectador. Al ser hechos que sucedieron hace algunos años todos sus protagonistas están vivos y es interesante leer las declaraciones de la propia Mutesi sobre cómo era su dura vida en Katwe.
Cuento de hadas en el Africa profunda. Basada en un artículo publicado en ESPN Magazine por el periodista deportivo Tim Crothers (quien más tarde amplió el trabajo hasta convertirlo en un libro), Reina de Katwe recrea un momento en la vida de la ugandesa Phiona Mutesi, la gran maestra de ajedrez surgida de uno de los barrios más pobres de uno de los países más pobres de África, quien a los 14 años se convirtió en la representante olímpica más joven del juego ciencia. Como es posible sospechar, la película tiene todos los ingredientes necesarios para convertirse en un relato aleccionador, uno de esos en los que un protagonista desfavorecido acaba convirtiendo un destino potencialmente miserable, en uno exitoso gracias a su talento, empeño y fuerza de voluntad. Se trata de una de esas historias que encajan a la perfección con el mito del American Way of Life o el de la Tierra de las Oportunidades, y con el modelo del Self-Made Man (en este caso Woman), héroe favorito de la cultura estadounidense y epígono de la sociedad capitalista, como protagonista. Todo eso abordado de manera indirecta, claro, porque ni la historia ocurre en los Estados Unidos ni sus personajes tienen nada que ver con aquel país. Aún así los vínculos son notorios. No por nada se trata de un film de los estudios Disney, que es además la primera superproducción de dicha casa cuyo elenco está integrado en su totalidad por actores negros, lo cual da una idea bastante clara de hacia dónde apunta el mensaje esta vez. Si bien es posible que todo lo anterior pueda predisponer mal a algunos espectadores, lo cierto es que Reina de Katwe es atrapante a su modo. Y eso ocurre en gran medida gracias al trabajo de la directora de origen indio Mira Nair, quien consigue hacer de los personajes criaturas entrañables, incluso aquellos cuya conducta no siempre es del todo correcta. Aunque para eso deba pecar de excesivamente naïve y abusar de un costumbrismo que convierte a todos los habitantes de una paupérrima aldea en el corazón del África profunda, en personajes de Sarah Kay. Una consecuencia de eso es que las desventajas sociales sean percibidas apenas como maleficios de un cuento de hadas, que la joven reina de ébano deberá romper con sus hazañas, para por fin traer alegría a sus súdbitos, los habitantes de Katwe. Buena parte del mérito de que dichos excesos no destrocen el verosímil que la película propone le corresponde también al elenco, encabezado por la bellísima Lupita Nyong’o, David Oyelowo, la joven Madina Nalwanga y una troupe de chicos que a su modo ocupan el lugar de los siete enanitos de Blancanieves, acompañando a la heroína en sus aventuras y aportando simpatía, ternura y emoción. Todo lo dicho convierte a Reina de Katwe en una propuesta con los hilos demasiado visibles, pero que aún así consigue convertirse en una experiencia cinematográfica disfrutable.
Disney tiene su princesa africana La directora india Mira Nair vivió mucho tiempo en Kampala y tiene allí una casa. Nadie como ella para moverse en Katwe (el área más pobre de la capital de Uganda) y filmar en esos escenarios reales tan carentes de todo la historia real de Phiona Mutesi, la adolescente que tuerce su oscuro destino gracias a su amor propio, al ajedrez y a la fe de un obstinado mentor. La puesta en escena de Nair realza la dignidad de sus protagonistas. Sin ocultar la miseria del entorno, evita todo riesgo de caída en el miserabilismo y logra por momentos conmover al espectador con la ayuda de un elenco de asombrosa naturalidad. Todo al servicio de uno de los clásicos relatos de superación de Disney.
UNA HISTORIA CONMOVEDORA La película dirigida por Mira Nair cuenta una historia real, la de una adolescente de un barrio pobre de Uganda que por casualidad demuestra ser un prodigio para el ajedrez y eso le permite luego ser una campeona reconocida. Como toda historia de superación personal, siempre presenta la tentación de la búsqueda de la lágrima, algo de eso tiene la película, pero la directora tiene la virtud de transformar a su cámara en la mirada de esa chica que vive con naturalidad su extrema pobreza y no se regodea con eso ni trata de estetizarla. Esa niña prodigio (una muy buena Medina Nalwanga) es descubierta por un ex jugador de futbol que misiona a favor de los chicos carenciados. Su ascenso social tiene en su madre (se luce Lupita Nyong’o) a la principal oponente, temerosa de que su hija se ilusione con promesas vanas. Para la lágrima, pero sin golpes bajos. Se luce especialmente David Oyolowo que demuestra su ductilidad.
La directora Mira Nair (Salaam Bombay) metió su cámara en Katwe, la mayor villa miseria de Kampala, Uganda, para contar la historia real de Phiona Mutesi, una niña muy pobre que aprendió a jugar al ajedrez. Y lo hizo tan bien que se transformó en campeona y representante mundial de su país. Una historia de superación que, en manos de Disney, daba para imaginar edulcorada de más. Ciertamente, en La reina de Katwe está el tono inspiracional que contiene su pequeña épica. Pero Nair dota a su relato, de estructura convencional, de una garra, un colorido y una capacidad de observación de la vida cotidiana de sus personajes, que son los detalles los que transforman a la película en una obra vital y conmovedora. Hay varias elecciones estéticas, desde los títulos en tonos chillones al uso de la maravillosa música africana que la recorre, que transmiten fuerza, ganas, interés y cariño por lo que se está contando. Que es una historia dura, aunque el guión de William Wheeler, basado en un artículo de ESPN Magazine, suaviza, o deja afuera, algunos datos de la realidad. Phiona vendía maíz en la calle, con su madre y hermanos, y ahí conoció a un profesor, Robert Katende, un hombre bueno que daba avena con leche y enseñanza a chicos como ella. Él le enseño a jugar ajedrez. La película sigue a su pequeña protagonista, que no tiene ni acceso a un baño, en el descubrimiento de un juego para el que tenía un talento especial. Una operación que parece tan mágica como terrenal y posible: la historia de las oportunidades. Katende (el estupendo David Oyelowo) vence los los temores de su madre, una mujer afectuosa pero sobrepasada por la carencia que interpreta la bellísima Lupita N’Yongo, ganadora del Oscar. Y el rosa de una niña que viaja por primera vez en avión y conoce otros mundos, se alterna con el negro de la cama en la tierra que la espera al volver. La reina de Katwe consigue mostrar la pobreza sin maquillarla, narrar de manera clásica y sin golpes bajos, contar un relato de superación sin cursilerías. No es poco, nada poco.
Llena de frases para recordar, una fotografía e imágenes conmovedoras, llega a los cines “La Reina de Katwe”, la última película de Disney. Apenas vi los primeros segundos del tráiler de esta película, pensé:“sí, quiero verla”. Y es que es muy llamativo el contexto en donde se desarrolla la film. Basada en una historia real, “La Reina de Katwe”, transcurre en una de las zonas más pobres de Kampala, Uganda. Mientras miraba la cinta, me preguntaba cómo habrá sido rodar en ese lugar tan complejo para ejecutar movimientos de cámaras, extras, acción de personajes y demás. Su directora Mira Nair se las ingenió para bucear por las desprolijas calles y contar la historia de Phiona Mutesi, interpretada por Madina Nalwanga. Para Nalwanga es su primera película y realmente logró una calidez asombrosa en su papel. Phiona descubre el ajedrez gracias a Robert Katende (adorable actuación de David Oyelowo), un hombre que en sus ratos libres enseña, con gran pasión, el juego de mesa a chicos de la zona. La relación de Phiona con sus hermanos y su madre (Lupita Nyong’o) son la clave de la historia. Veremos sí, a una chica de bajos recursos ir ascendiendo y conociendo nuevas formas de vida, pero también una historia de unión, de una madre que dará todo por sus hijos, una gran interpretación de Nyong’o que en varias ocasiones nos deja con la boca abierta. El film tiene momentos de humor traídos por sus personajes más pequeños, un cast de niños elegidos a la perfección, como todos sus personajes, hasta los que aparecen por segundos. La reina de Katwe es un film lento, que va contando casi en detalle cada paso de la protagonista para conseguir su objetivo. Pero cada minuto es disfrutable. Me fui con muchas ganas de investigar sobre la vida de esta joven Phiona, y con esa idea de que no importa donde uno haya nacido: “A veces el lugar donde estas acostumbrado a estar no es el lugar donde perteneces. Perteneces a donde crees que perteneces”.
En la vereda opuesta, "Reina de Katwe", de la veterana hindú Mira Nair, difunde la historia real de Phiona Mutesi, una chica pobre que descubrió su talento para el ajedrez, luego aprendió a leer y escribir, y ahora juega en campeonatos internacionales y está por entrar a la universidad. Detrás de ella hay una madre viuda pero luchadora, un ingeniero que enseña deportes a los chicos carenciados, y todo Katwe, un barrio colorido, animoso y medio bravo de la capital de Uganda. Habrá quien desdeñe esta película por su buena onda, pero está bien hecha, y además reconforta. Intérpretes, Madina Nalwanga y los ya conocidos Lupita Nyong'o y David Oyelowo.
Conmovedora sin llegar al golpe bajo, con actuaciones estelares y un bello estilo visual. La compañía del ratón Mickey no es solo una enorme generadora de películas de animación y tanques de taquilla del calibre de Star Wars y la factoría Marvel. También puede hacer grandes films de drama live-action, algunos más exitosos que otros, que a veces terminan apelando a lugares comunes, clichés y golpes bajos para lograr una respuesta emocional en el espectador. La historia de vida de Phiona Mutesi, la campeona de ajedrez más joven de la historia de Uganda, parecía ideal para ser producida por Disney, así que en 2012 se hizo con los derechos de su libro biográfico The Queen of Katwe: A Story of Life, Chess, and One Extraordinary Girl’s Dream of Becoming a Grandmaster escrito por Tim Crothers y comenzó a trabajar en una adaptación. La vida de Phiona (Madina Nalwanga) no fue nada fácil, como la de cualquier niño apenas alfabetizado que se cría en las calles de Katwe, uno de los barrios más bajos y precarios de la ciudad de Kampala, Uganda. Phiona y sus hermanos deben ayudar a su madre Harriet (Lupita Nyong’o) a vender maíz para poder llevar dinero a su casa y sobrevivir día a día. Un día Phiona sigue a su hermano Brian (Martin Kabanza) a una iglesia precaria donde los niños de Katwe aprenden a jugar al ajedrez y pueden llenarse la panza con un poco de porridge. Robert Katende (David Oyelowo) es el hombre detrás de esta iniciativa, un ingeniero y ex-futbolista que trabaja como misionero sacando a los niños de la calle y educándolos a través del deporte. Una vez que Phiona se integra al grupo de “Los Pioneros” y aprende las reglas del juego, se hace evidente que la chica es un verdadero prodigio para el ajedrez. Phiona tiene un don natural, logra vencer a jugadores mucho más experimentados, pudiendo visualizar muchas jugadas antes de que sucedan y al poco tiempo logra clasificar para campeonatos locales y nacionales. Más tarde ya compite en certámenes internacionales representando a su país. A medida que los éxitos se acumulan, la obsesión de Phiona es obtener el título de Gran Maestra –galardón que se le entrega a la realeza del mundo del ajedrez como Bobby Fisher y Anatoly Kárpov, entre otros–. Su madre ve con malos ojos que su hija dedique tanto tiempo de su vida al ajedrez, ya que deja de lado sus deberes y responsabilidades en su casa y tras cada viaje al exterior donde conoce el lujo y las comodidades, cada vez es más difícil para ella regresar a su vida de pobreza y necesidades. En manos inexpertas, Reina de Katwe habría sido una biopic de manual llena de golpes bajos y sentimentalismo barato. Por suerte la película fue dirigida por una realizadora talentosa como Mira Nair (Vanity Fair, 2004) que esquivó clichés y fórmulas mediocres para entregar una película muy bien lograda. A pesar de haber pasado por el filtro “Disneyficador”, el film no le escapa a mostrar la cruda realidad de la pobreza Africana. El elegante diseño de producción sumado a una bella fotografía crea escenas con mucho detalle que explotan de color en la pantalla. En Reina de Katwe nada está librado al azar: desde los sets, pasando por el diseño de vestuario, los escenarios naturales, las calles abarrotadas de gente, la música. Cada elemento pensado como una pincelada individual que arma una imagen de la cultura de África y el modo de vida de su gente. Demás está decir que la película cuenta con grandes actores que dan lo mejor de sí. La oscarizada Lupita Nyong’o (12 Years a Slave, 2013) interpreta a una madre viuda y luchadora que se esfuerza por darle lo mejor a sus hijos. David Oyelowo (Selma, 2015) encarna a un simpático y bondadoso coach de ajedrez con el que todos querrían jugar una partida. La debutante Madina Nalwanga sorprende al ponerse al hombro el papel protagónico y no desentonar con sus compañeros de elenco. En su primer trabajo como actriz, a la adolescente de 16 años –quien al igual que Phiona, viene de una familia muy humilde– no le pesa el protagónico y se complementa perfecto con Oyelowo y Nyong’o. Reina de Katwe tiene un mensaje de auto superación y aprendizaje que podría haber caído en el facilismo del cliché sensiblero, los golpes bajos y el lugar común, pero termina siendo una producción de calidad que apunta a algo más. Un film que invita a buscar ese talento especial que te distingue de los demás y utilizarlo como trampolín para perseguir tus sueños. En la vida como en el ajedrez, si un simple peón llega al final del tablero puede transformarse en la pieza más poderosa.
La prestigiosa directora y socióloga india Mira Nair (“Vanidad”, “New York, I love you”) sabe tocar temas relacionados con la cultura, inmigrantes y fronteras. Reside actualmente en Sudáfrica. Esta es una historia sencilla basada en hechos reales, de lucha, esperanza, sueños y superación, de una joven adolescente ugandesa Phiona Mutesi (Madina Nalwanga) que vive en una extrema pobreza y un día el destino le pone en su camino a una persona que le enseña a jugar al ajedrez y ese tablero la llevará a tener un futuro mejor. Cuando finaliza la película y aparecen los créditos no hay que salir de la sala porque hay una yapa. Un film con un mensaje esperanzador, no tiene sorpresas, es reiterativa y le sobran algunos minutos.
No es la primera vez que un director indio se embarca en una película relacionada con el ajedrez, un subgénero de muy esporádica producción. En el ’77, el magnánimo Satyajit Ray estrenó The Chess Players, ubicada apenas por debajo de The Seventh Seal en la tabla de mejores películas de la historia que tienen que ver con este deporte. La directora Mira Nair, quien hace una quincena de años que no realiza películas en su país de origen, trabaja por primera vez con Disney para Queen of Katwe, film biográfico sobre Phiona Mutesi, una joven de Uganda que descubrió en el ajedrez la forma de salvar su vida.
DE PEONES A REINAS Mientras la producción animada de Disney atraviesa un presente óptimo (Zootopía, Buscando a Dory y Moana en un mismo año es como demasiada demostración de talento), la compañía sigue explorando su territorio de personajes clásicos ahora trasladados del dibujo a la acción en vivo (Maléfica, La cenicienta, la próxima La bella y la bestia) y hasta se da el lujo de algunos films con espíritu arcaico y a contramano como la noblísima y bella Mi amigo el dragón, que tiene mucho del espíritu señero del tío Walt. A todo esto habría que sumarle sus positivas sociedades con Marvel y el universo Star Wars. Pero si todo esto no fuera suficiente, la maquinaria disneyana ha venido explorando en los últimos años una serie de películas que vendrían a ser como los hijos menores, y que son en definitiva las que mejor detentan el discurso histórico de la empresa: buenas intenciones, refuerzo de los valores tradicionales, una mirada recuperadora de la familia, y especialmente una reflexión sobre la integración y el acercamiento al otro. No casualmente, además, son películas que hacen hincapié en hechos reales y son cuentos de hadas que parten de la experiencia deportiva; se sabe, el deporte es una de las formas más populares de traducir dilemas existenciales y conflictos sociales o políticos. Hablamos de la simpática Un golpe de talento y la superior McFarland: sin límites, la primera ceñida al béisbol y la segunda al fútbol americano, dos deportes eminentemente yanquis. En este cuadro se agrega ahora Reina de Katwe, film que no ingresa de manera integrada, como bien corresponde a una actividad como el ajedrez que es y no es un deporte. El film está basado en la experiencia real de Phiona Mutesi, una de las más jóvenes campeonas de ajedrez de la historia en Uganda y considerada actualmente como uno de los grandes talentos mundiales de la disciplina. Lo que relata el film, basado en la novela de Tim Crothers, es la juventud inmersa en la pobreza de la joven, y el progresivo descubrimiento por parte de Phiona del ajedrez, siempre de la mano de su mentor y tironeada por las necesidades de su madre. Está claro, Reina de Katwe es una película que potencia el mensaje esperanzador, y que incluso no elude las metáforas que el propio ajedrez presta: “me gusta este deporte porque el más chico se puede convertir en el más grande”, le dirá otra niña a Phiona cuando le explique de qué manera el peón, al llegar al final del tablero, puede convertirse en una reina. Reina de Katwe es, también, una de esas películas que nos llevan a la duda constante sobre cuánto de real es lo que se nos cuenta y de qué manera la aventura es puramente funcional para fortalecer un discurso y una mirada que expone el esfuerzo y la obstinación como forma casi excluyente de ascenso social. Son películas que piensan un mundo idealizado; uno puede asimilarlo o correrse. Otro detalle de Reina de Katwe que convoca a la distancia es la mirada sobre lo diferente, que no se aleja de cierto pintoresquismo habitual en este tipo de producciones: si bien es una historia que escasamente se mueva de Uganda y con un reparto mayormente de intérpretes africanos o con orígenes africanos, se trata de un film que realza valores clásicamente norteamericanos, aunque también los podríamos señalar como occidentales. En todo caso, la presencia de la directora india Mira Nair permite un filtro y una depuración de todo excedente. Se nota mayormente este filtro en la forma en que la película mira la pobreza: si bien hay algo lavado en una película que no se asume como un documental y sí como un film familiar, no existe el regodeo ni la sordidez muchas veces aplicable a la idea de “miseria” que el cine quiere imprimir. Lo que se ve es el contexto ineludible en que esos personajes se forman, incluso hay apuntes más sutiles entre las diferencias de clases marcadas por comodidades tan básicas como una cama o, más terrible aún, la posibilidad de educarse. Reina de Katwe tiene el valor de pensar al héroe individual, sin olvidar su contexto y el entramado social en el que se forma. Incluso, la historia aparta muchas veces el foco del personaje principal y centraliza su mirada tanto en la madre como en el tutor, con sus dudas y dilemas existenciales a cuesta. Son, todos, personajes que pueden fallar y que lo hacen. Pero Nair prefiere antes que reforzar el error, señalar el momento en que ese error es asimilado y usado como combustible para dar un paso adelante. Y el combustible es clave en una escena que genera un quiebre en el vínculo de esa hija talentosa y esa madre algo terca y arraigada a las tradiciones. Sin demasiado brillo, cayendo incluso en una gran cantidad de lugares comunes, Reina de Katwe es una película que, como sus personajes, logra superar sus propios demonios.
Crítica emitida en Cartelera 1030 –Radio Del Plata AM 1030, sábados de 20-22hs.
Crítica emitida por radio.
La última película de la realizadora Mira Nair, Reina de Katwe, está basada en la historia real e inspiradora de una joven y humilde ugandesa que logra triunfar en el ajedrez. La hasta ahora desconocida Madina Nalwanga protagoniza este relato de superación y lucha sobre una joven que se dedica a vender maíz para sobrevivir día a día. No es eso todo lo que quiere de la vida, pero no cree que haya otras posibilidades para ella. No hasta que casualmente conoce a un entrenador, David Oyelowo, que además de fútbol les enseña a unos chicos a jugar al ajedrez. El trío protagonista termina de conformarse con la figura de la madre, interpretada con solvencia por Lupita N’yongo, una mujer fuerte y decidida que quiere lo mejor para sus hijos al mismo tiempo que conoce la difícil situación en la que está. Ella es tan luchadora como su hija, aunque cada una lo haga de un modo diferente. El ajedrez es la mejor excusa, y sus metáforas con el juego le funcionan muy bien a la historia a contar. El más pequeño puede convertirse en el más poderoso siempre que luche con convicción e inteligencia. La importancia de las decisiones que tomamos, los movimientos que hacemos, se ven reflejados luego en los resultados. Esta historia irremediablemente llena de clichés y lugares comunes, está contada acá de una manera más bien sutil. Lo emocional del film no se siente tan forzado como uno podría esperar, aunque nunca deja ser clara la intención al contar una historia de estas adversidades. La construcción de los personajes principales además ayuda a llevar esta historia a lugares conocidos pero sin mayores sobreexplicaciones. Una fotografía y arte coloridos ayuda a retratar una parte de África inquieta y llena de vida, es un personaje más. Reina de Katwe es un melodrama ligero, sin muchas sorpresas pero al mismo tiempo ejecutado con mucho corazón y sin manipulaciones. Las interpretaciones tienen mucha fuerza también, destacándose su joven protagonista. Amable, pero no tan inspirada como inspiradora la historia por sí sola, le falta algo de riesgo.
Basada en hechos reales, “Reina de Katwe” narra la historia de Phiona Mutesi (Madina Nalwanga), una niña que vive en malas condiciones en Uganda, teniendo que vender maíz para sobrevivir. Un día conoce a Robert Katende (David Oyelowo), un maestro de ajedrez, y comenzará a aprender este deporte para competir en distintos torneos e intentar así cambiar su vida y la de su familia. “Reina de Katwe” impacta en primer lugar desde su tono conmovedor y sentimental. Es la lucha de una joven que vive privada de la educación, del juego, y de todo lo que un niño debería tener, para poder sobrevivir junto a su familia que carece de muchas necesidades básicas. Y cómo un deporte como el ajedrez puede cambiarle la forma de ver el mundo, las ilusiones y los sueños, y convencerla de que existe algo mucho más grande que puede estar al alcance de sus manos. En todo momento se realiza un paralelismo entre el ajedrez y la vida: cómo uno debe resistirse a la derrota y no debe abandonar antes de tiempo, cómo perseverar, cómo alguien pequeño puede llegar a ser grande. El film maneja muy bien la transformación de Phiona y las consecuencias que ésta genera en la vida cotidiana de la familia. Cabe destacar el labor realizado por Lupita Nyong’o como madre de la joven, demostrando otro personaje femenino muy fuerte, que se rehúsa a ciertas circunstancias que le toca vivir para poder mantener a sus hijos. A pesar de contar una historia fuerte, la película nunca cae en golpes bajos, sino que, fiel al estilo de Disney, le da una mirada positiva y esperanzadora. Conmueve desde lo positivo y no desde la crudeza del argumento. Si bien esta manera de contar los hechos hace que el espectador sepa que será una historia que termine bien, dejando un poco de lado el suspenso y el misterio, el argumento que se presenta es interesante y genera la necesidad de querer saber más al respecto. En síntesis, “Reina de Katwe” es un film que conmoverá a través de esta historia de lucha y superación de una joven que sin tener aspiraciones y haberse adaptado a una vida de trabajo y supervivencia logra, gracias al ajedrez, cambiar la forma de ver el mundo. Con grandes actuaciones de su elenco, y una escenografía y música superior, la película dejará un mensaje inspirador a todo aquel que la mire. Puntaje: 4/5
Hete aquí una de esas películas pensadas para los Oscar que pese a eso, gracias al oficio y solvencia de la realizadora Mira Nair, su visionado es agradable e inspirador. La directora de “Salaam Bombay” se mete de lleno con la historia de la joven africana que superó todas sus metas para convertirse en una de las primeras campeonas de ajedrez en “Reina de Katwe” (USA, 2016) y supera el destino que tenía marcado gracias a su tesón y carácter. Con una primera hora tediosa, plagada de lugares comunes, estereotipos y aquello que se denomina como cinematografía de la pobreza, el destino de “Reina de Katwe”, que retrata la vida de la joven Phiona Mutesi (Madina Nalwanga), quiso que terminara por virar hacia un filme que logra mantener la tensión hasta el último minuto. Viviendo con su joven madre (Lupita Nyong`o ) y tratando de sobrevivir el día a día de su realidad, Phiona ve como su suerte puede cambiar al ofrecerle un entrenador de ajedrez (David Oyelowo) la posibilidad de aprender la destreza necesaria para dominar una disciplina como el ajedrez. Pero lo que no sabe este docente, que también ve como su vida en ese lugar sigue sin poder avanzar, y pese a estar plagado de metas y sueños, sabe que su lugar es ahí, para poder formar jóvenes esperanzados y con futuro, es que Phiona posee cualidades natas para poder superar a cualquier adversario que se le ponga adelante. Si el desafío es aprender, avanzar, progresar, superarse, Nair plasma esa búsqueda y lucha de una manera clásica y sin regodeos. Su cine es un cine que honestamente trabaja, como ya pasaba en su ópera prima y películas siguientes, con mensajes inspiradores que desde la casuística posibiliten una universalización de sus relatos. “Reina de Katwe” está dividida en dos partes, una relacionada a la presentación del contexto desfavorable de la joven y su familia, de su lucha diaria vendiendo alimentos en el mercado, de dormir sobre la tierra en una casilla hacinada con sus pares, y otra en la que a medida que Phiona avanza en su meteórico ascenso al estrellato del mundo del ajedrez, la esperanza y la viabilidad de la concreción de sueños impera. De esa primera parte no hay mucho para rescatar, excepto la dedicación con la que Nalwanga va impregnando a Phiona de su temple, de una mirada simple y perdida, que a la vez explica toda la historia que carga tras años y años de ausencias y de faltas. Pero más allá de eso, Nair enfoca el relato en cómo la superación, con algunos golpes bajos y momentos dramáticos, como la pérdida de lo poco material que poseían o algunas situaciones con su hermana, quien se deslumbra por el brillo con el que un candidato se brinda a ella, o cuando su pequeño hermano tiene un accidente y no hay dinero para tratarlo, y la simbiosis que la joven rápidamente hace con el entorno del mundo de los torneos de ajedrez fueron suficientes para posicionarla de otra manera en el mundo. “Reina de Katwe” es un film inspirador, que bucea en las emociones del espectador para lograr una rápida empatía con la historia y los personajes. Desde el primer momento, esto es lo más interesante, y, como buen exponente del género, “drama social de clase baja tratando de superarse”, ya sabemos cómo va a terminar todo, y la habilidad radica en desorientar al espectador al dividir la narración en las dos etapas anteriormente mencionadas. Atentos al final. Dos sorpresas terminan por cerrar con un moño la propuesta, por un lado los actores encontrándose cada uno con el “personaje” de la vida real que le tocó interpretar, y por el otro un clip musical en el que el elenco se divierte bailando y cantando le pregón con el que Phiona y su hermano vendían especies en el mercado.