UNA SEDUCTORA SERIAL Es una película no lograda. Aborda un personaje interesante, una suerte de “Doña Juana”, una directora lesbiana que no puede detenerse ante ninguna posibilidad de conquista, aun haciendo peligrar relaciones importantes. Pero el argumento de Israel Adrián Caetano resulta pomposo, con el aditamento de parlamentos de pensamientos a cargo de Graciela Borges, que se dedica a analizar situaciones, con muchos lugares comunes dichos como verdades rebeladas. Con un tratamiento visual realmente cuidado, es una pena que el film divage entre situaciones no demasiado claras y un pretendido lujo que poco aporta al tema central. Es mas, el afiche no responde a lo que se ve en el film, Alejandro Awada participa poco y su rol esta desdibujado. Da la sensación que los actores quedaron a la deriva y cada uno se manejo como pudo entre tantas incoherencias. Una pena, pero las buenas intenciones no alcanzan.
Resentimental muestra grandezas y miserias de un amor apasionado Eva es una excéntrica directora de cine homosexual que alcanzó la mediana edad y conlleva su vida entre el amor y su profesión ¿Pero qué pasa cuando la existencia la sorprende con un giro imprevisto? Poco a poco esta comedia coral irá descorriendo velos para dejar al descubierto el desamor, la traición y la pasión. El director Leo Damario logró, sobre la base de un guión bien estructurado (del que participa Israel Adrián Caetano), imponer soltura a estos entreveros en que se ven envueltos esos hombres y mujeres que circulan en medio del ámbito artístico y que sueñan con el éxito que, a veces, llega y otra queda a mitad de camino. Por momentos el relato se empaña en su construcción al tratar de suplir los diálogos con las acciones, pero el resultado final muestra que tanto el novel director como el elenco, encabezado por Alejandro Awada,Lucila Polak y Brenda Gandini, supieron esquivar los pequeños tropezones que contenía el relato para elaborar un entramado que busca, sin atenuantes, mostrar las grandezas y las miserias de un amor apasionado y de un ámbito en el que esas personas deberán convivir entre cotidianas mentiras y burlas del destino.
Los vericuetos de la fama Esta historia sobre la celebridad y sus consecuencias tiene un guión pretencioso y confuso. Vertiginosa, alocada, por momentos confusa, Resentimental intenta reírse del mundillo del cine y la publicidad, de la fama y sus efectos colaterales, mientras sigue las andanzas amorosas de una modelo devenida cineasta: Eva (Lucila Polak, conocida por ser pareja de Al Pacino) se debate en el intento por recuperar a su esposa (Brenda Gandini) mientras evoca sus amoríos con una tercera mujer (Belén Chavanne). La película recurre permanentemente a los flashbacks, algo que perjudica a la narración. Pero su mayor pecado es que es demasiado pretenciosa: está cargada de frases artificiales, pretendidamente ingeniosas, que le quitan toda credibilidad. “Es como si estuviera en una mala película, como si alguien estuviera actuando mal y ella no pudiera evitar decir corte (…) Cuando el guión es bueno, soporta hasta las malas actuaciones”, dice en un momento la voz en off de la narradora ( Graciela Borges). Una reflexión autorreferencial: sí, la película deja bastante que desear y las actuaciones son flojas, pero en este caso el guión -escrito por el director, Leonardo Damario, junto con Adrián Caetano y Nora Mazzitelli- no ayuda, sino todo lo contrario.
Resentimental es una película diferente, en la que cuesta entrar. Eva es una cineasta que mezcla el trabajo con el amor, dejándose llevar por impulsos y así arruinando mucho de lo que pasa por su camino. En ese andar, conoce a Sofía una modelo que la enamora perdidamente, pero algo cambia y su vida toma un giro inesperado. La voz de Graciela Borges va conduciendo esta historia de amor, desamor, pasión y traición. Resentimental se mete en lo visceral de los sentimientos para mostrarlos de una manera poética y desordenada. Un guión con recovecos interesantes, con ciertos tintes de comedia que se confunden. Por momentos, allí los vemos: hay gags, hay situaciones hilarantes; pero estos se pierden por la pobreza actoral de su protagonista, Lucila Polak. Un film lleno de lugares comunes, que a mi entender son buscados y eso genera gracia, pero se ven teñidos permanentemente. Dice la voz de Borges en un momento: “Un buen guión soporta (o supera) malas actuaciones”. Realmente, no coincido, al menos en esta ocasión. Resentimental está lleno de estos “comentarios” que satirizan al mismo film. Los varios fuera de foco, los chivos tirados de los pelos (sobre todo uno que es rebuscadísimo) y las fallas técnicas desconcentran y mucho. Sin embargo, la pasé bien mirando la película, y eso no es poco. Resentimental puede considerarse experimental, un sueño, una poesía. Y si uno quiere pasar por distintos estados y juzgar, o no, por uno mismo… por qué no verla?
Ver Resentimental es perder el tiempo. Tiempo para pensar, probar y escribir un guión, nunca falta. Aún así, en cualquier tipo de cine hay, como mínimo, una pequeña chance de que la película falle. Si es independiente, esta estadística aumenta. Si es nacional, también (una triste verdad). Pero lo que más eleva las posibilidades de que una película no tenga el éxito que espera es el mal criterio de sus creadores. Cuando nadie detiene a la bola de nieve, esta crece, crece y puede pasar de ser un simple guión bocetado en una PC cualquiera a un estreno en los más grandes cines con el desastre como futuro ineludible. Es la época actual, y la ciudad de Buenos Aires sirve de escenario para un triángulo amoroso muy posible. Eva (Lucila Polak) y Sofía (Brenda Gandini) se amaban mucho y hasta llegaron a casarse. Una directora de cine, la otra actriz y modelo. Sus personalidades, tan distintas, lograron en algún momento encajar, pero es algo que no se extendió en el tiempo. En el medio de un rodaje y de la planificación de la boda, un tercer personaje interviene en su apasionada relación: Andrés (Alejandro Awada). Sofía comenzará a verlo a escondidas, pero el resto del equipo que realiza la película lo mantendrá en secreto para que Eva no caiga en una depresión galopante y detenga el rodaje. Al mismo tiempo, otra actriz, Elena (Belén Chavanne) se involucra románticamente con Eva. La historia de esta pasión mal concebida desde el primer momento, rueda por la Ciudad y prueba que no existen las grandes historias de amor. Todo el equipo de Resentimental es completamente argentino. El director, que también colaboró en el desarrollo del guión, es Leonardo Damario, conocido por su película Olympia (2012). Trata temas adultos y complicados, con mucho sexo para avanzar la historia. Lo acompañan los guionistas Israel Adrián Caetano (Mala, 2013) y Nora Mazzitelli (El Agua del Fin del Mundo, 2010). El departamento de actores tiene algunas caras conocidas. Para su estreno, Lucila Polak (Un Buen Día, 2010), vino a Buenos Aires en compañía de Al Pacino, su novio. Ella interpreta a Eva, la enamoradiza directora de cine. A su lado está Brenda Gandini (Mala, 2013), y cierra el círculo Alejandro Awada (Mecánica Popular, 2015). Resentimental sería una película olvidable si la performance de sus actores no fuese sencillamente espantosa. Los intentos de Gandini por poner un poco de realidad en el diálogo son pisoteados por la penosa intervención de Polak. Awada, ya inmune a cualquier crítica, hace años que actúa de la misma forma. Sus modismos recurrentes de Jack Sparrow urbano no sorprenden a nadie y desafinan, aunque es cierto que ningún elemento de la película afina con el resto, salvo en lo bajo de su calidad. En Resentimental nada sirve más que para exacerbar lo ridículo de la obra en general. El único aspecto valioso y que merece ser explorado más profundamente es su fotografía. Muy actual, muy videoclip, pero ubica a los personajes exactamente donde la trama los quiere: en un entorno intelectual, bohemio y descontracturado. Tiempo atrás no hubiera sido posible, pero gracias a internet, el público para este tipo de films no es inexistente. Desde el amado fiasco de Tommy Wiseau (The Room, 2003) hasta la película argentina Un Buen Día (2010), el ‘tan malo que es bueno’ junta gente con facilidad. Igual de fanáticos de este cine que de cualquier otro, es muy posible que hayan visto Un Buen Día más veces que su película favorita (sólo en caso de que ésta no lo sea). Hay algo muy atractivo en esas comedias que no buscan serlo, y no necesariamente tiene que ver con su grotesquidad: a veces la risa es genuina y sin maldad. Tal vez es esto lo que el equipo de Resentimental quiso lograr, y haberla terminado es ya un gran mérito. Mientras algunos deciden hacerle caso al fantasma y no terminar sus películas, otros se arriesgan y completan su sueño.
Experimento cinematográfico, la historia de desamor de dos mujeres es tan solo el inicio de un viaje sobre el universo femenino y el poder. Lucila Polak encarna a una realizadora cinematográfica que se deslumbra por modelos y termina envuelta con una de ellas en una serie de encontronazos y rencores que afloran en una larga charla con su mujer (Brenda Gandini). El realizador partía de planteos interesantes que no se logran traducir en una película, y termina por presentar situaciones estancas y aisladas del total del gran relato, a pesar que la incorporación de la voz en off de Graciela Borges como narradora intenten darle sentido a algo que no lo tiene.
Cuenta con figuras convocantes y una buena fotografía, además quien pone la voz en off es Graciela Borges. Es una comedia dramática, una de las protagonistas es Lucila Polak (quien en la actualidad es la pareja de Al Pacino) interpreta a una directora de cine, homosexual y muy infiel. Su desarrollo tiene escenas jugadas de sexo entre Lucia Polak y la otra protagonista que es Brenda Gandini, además incluye relaciones con otras mujeres. Los diálogos son banales y pobres, las situaciones obvias, con frases sin sentido, sin una vuelta de tuerca, incluye momentos inverosímiles, ridículos y personajes que causan risa.
Al ver esta película no pude evitar recordar las palabras de William Holden en Sunset Blvd. “A veces es interesante ver cuán mala puede ser la mala escritura. Esto prometía llegar al límite”. Resentimental es una película que apunta a ser reflexiva y transgresora, pero el resultado es tan obvio y directo que acaba dejando al descubierto un sinfín de pretensiones. Un gelatinoso cuadrángulo amoroso: poster-resentimentalLa película ilustra las aventuras y desventuras amorosas de Eva -una ex modelo devenida directora de cine- cómo conoce, se enamora y se casa con su pareja (otra modelo que actúa en una película suya), al mismo tiempo que vemos el affaire de esta última con el productor de la cinta en cuestión. Son tantas las cosas que están mal con este guion que no sé por dónde empezar. No tiene claro que marco narrativo elige para contar su historia, los personajes no tienen intenciones claras, se contradicen a cada paso que dan, pone flashbacks completamente al azar y más que haber una progresión dramática parece una concatenación de escenas. Pero ninguno de estos defectos se compara a los paupérrimos diálogos que el guion pone en boca de sus protagonistas. Estamos hablando de los diálogos más obvios, acartonados, pretenciosos, ridículos, exagerados y completamente carentes de subtexto que se hayan visto, incluso para los estándares de una película argentina. Son esos diálogos que no lo podes creer cuando los escuchas, no solo por su excesiva literalidad sino porque no hay ser humano, por más sofisticado que sea, que se exprese como lo hacen los personajes de esta película. En materia actoral Alejandro Awada, Brenda Gandini y Fabiana Garcia Lago hacen lo que pueden, pero entre el pobre guion y la aún más pobre marcación actoral de parte de la dirección, terminan por hacer que su esfuerzo sea parte de este lamentable chiste. No obstante, sus tropiezos no se comparan en nada al enorme desacierto interpretativo de Lucila Polak, cuya voz y expresiones no son creíbles en ningún momento. Una labor acartonada donde se siente que está actuando el personaje en vez de ser el personaje, donde se notan los hilos de la actuación cuando estos no se deberían ver. En materia técnica, aunque la dirección de arte es cuidada así como la iluminación, Resentimental cuenta con una cámara inquieta. Este adjetivo, habitualmente utilizado como elogio, es en este caso en referencia a un nene de 7 años que no puede quedarse quieto. Todo ello por no decir un montaje caprichoso, que corta al voleo sin motivación alguna. Conclusion: Entre su lamentable guion, su dirección hiperkinética y sus actuaciones acartonadas, Resentimental es un producto fallido desde que empieza hasta que termina. Se vende como transgresor pero el resultado es un pastiche pretencioso que termina dando no risas, sino carcajadas como si se tratara de la comedia del año. Pocas veces ha quedado tan clara la enorme necesidad de la sutileza a la hora de narrar con imágenes.
El texto de la crítica no estaba disponible en la edición digital del diario.
Sucede muy de vez en cuando que una obra artística logra ubicarse más allá de toda consideración de lo que está bien o está mal, de lo que es bueno o no. Hay que aclararlo de entrada, no alcanzarían las líneas para enumerar todo lo que está mal en Resentimental, y a la vez, no se puede decir que no tenga la virtud de ofrecer uno de los ratos más placenteros en una sala… si se la toma “correctamente”. La nueva película de Leo Damario (Olympia, Palmera) es también su proyecto más ambicioso. Si vieron alguna de las producciones del director de Bohemia, sabrán de su mirada algo particular del mundo que “lo rodea”. A esa mirada estilizada, habrá que sumarle detalles externos que terminarán por redondear una propuesta destinada a perdurar dentro de eso que llaman culto. Los personajes de Resentimental viven para el amor, o la pasión, que puede ser más efímera. El núcleo del relato es una pareja de chicas, Eva (Lucila Polak) y Sofía (Brenda Gandini). A pocos segundos del inicio nos enteramos que Eva fue presa de la traición de Sofía, que se enamoró de otra persona, un hombre, Andrés (Alejandro Awada). Cena y café mediante, ambas, frente a frente, recordarán su historia a modo de flashbacks, y sus amores cruzados. Eva es directora de cine, Sofía una modelo con más belleza que talento para la actuación. Andrés, el colaborador de Eva, que a su vez está casado con Alicia (Fabiana García Lago) productora de toda la vida de Eva; y así, todo; con muchos personajes esporádicos más en el medio. Con la suma del relato en off de Graciela Borges (que a veces pareciera ser Eva de mayor, y a veces habla también de Eva en tercera persona), se completa un cuadro de regocijo kitsch. Lo primero que escuchamos y vemos, es a esa voz explicando el significado de la neolengua creada por George Orwell para su novela 1984; aquella expresión que intentaba simplificar el lenguaje y ahorrar la mayor cantidad de palabras; todo para explicar el porqué del título, que, de Muy Sentimental, pasa a Resentimental (se ahorra ¿una letra?). Lo contradictorio, es que pasada esa explicación, lo que menos pareciera es que en el film se intenten ahorrar palabras, por el contrario, pareciera que todo tiene que ser verbalizado, sobre expresado, recalcado y subrayado. Todos, hasta el personaje que aparece menos de cinco minutos expresa en palabras lo que siente. Otro dato de color lo encontramos en el elenco; y sí, Lucila Polak está de regreso. Es imposible que al hablar de quien también es conocida por ser la pareja de Al Pacino, no se recuerde a su icónica Fabi de Un Buen Día, película de culto argentina por excelencia de los últimos diez años. Como si Lucila se entregase a sus fans (más allá de que en entrevistas pareciera renegar del status de UBD), su Eva es una suerte de Fabi con ¿glamour?, y en sí, Resentimental, repite mucho de ese esquema que hizo del film de Enrique Torres, Nicolas y Anabella Del Boca la obra que terminó siendo. Los diálogos son imposibles, hay frases que mezclan el castellano con el inglés muy libremente, palabras fuera de lugar, situaciones que no pueden ser ciertas (vean por favor los flashes de Edda Bustamante y Diego Ramos), y hasta momentos en que esa voz en off pareciera hablarle al público en lapsus de auto consciencia (“Es sorprendente cómo se pueden hacer las cosas tan mal, tan rápido”, nos llega a decir). Gandini y García Lago intentan cada uno sacar de sus personajes buenas interpretaciones, pero terminan siendo arrastradas por el conjunto de elementos. Por el contrario, Awada, termina siendo quien mejor sale parado, entendiendo el juego del desparpajo y la diversión (atención a su escena de baile). El guion, escrito a nueve manos entre Nora Mazitelli, el propio director y ¡Adrián Caetano!, parece inmerso en aquel mundo de las películas de Teresa Constantini, de clase alta estrafalaria, publicitario, bucólico mal, y en el que no hay más dolencias que las del amor y el qué dirán. Sumémosle una fotografía en tonos ámbar a lo Amapola, y una cámara que no se explica bien por qué no para de moverse haciendo aleatorios y constantes paneos a lo que sea. Todo esto redondea el plato principal. Con todo, hablamos de una experiencia que nos permite el disfrute de algo memorable, de escenas y diálogos que van a quedar para el recuerdo y el imaginario de un gran sector de los espectadores que consumen películas por estas razones (que no son pocos). Resentimental, por las razones correctas o no, es una película muy pero muy divertida al punto de la franca carcajada o el llanto de risa. No importa si ese era el objetivo buscado desde la realización, lo consiguieron, y debería aceptarse tal cual, que después de todo, no es un mérito tan menor.
Esta producción audiovisual argentina abre con una leyenda escrita en pantalla, una supuesta definición de la NEOLENGUA: “Es aquella en la que se reduce la cantidad de palabras para comunicar, o la conjunción de dos o más en una sola, ejemplo, muy sentimental en resentimental” ¿? Continúa con una voz en off que va narrando y/o explicando. Relatando lo que vemos y revelando lo que no necesita explicación, o peor aún, lo inexplicable, que parece pero no es lo mismo. Digamos que lo inexplicable es aquello que por más que nos esforcemos no se va a entender, y no me refiero a este engendro fílmico. Lo que podría suponerse era que al menos uno de los personajes estaría construido desde esa estratagema lingüística, pero todos hablan coloquialmente y por demás, o sólo será un homenaje al apéndice de la novela “1984” de George Orwell. Un poco más de la primera mitad el filme está construido narrativamente, recurriendo a analepsis permanentes, cosa que es casi una contradicción. A partir de recuerdos tanto de Eva (Lucila Polak) y su conyugue Sofia (Brenda Gandini), en un restaurante durante una cena de supuesto reencuentro o de divorcio. Dios sabe. La primera es una directora de cine, la segunda una modelo devenida actriz gracias a la primera. En medio de esta relación se introduce un hombre, Andrés (Alejandro Awada), el productor del filme, que se enamora de Sofía. Ergo, ¿historia de triangulo amoroso? No se sabe, puede ser un cuarteto, quinteto, sexteto (perdón Luis Stazo y José Libertella). Todo lo que ocurre en el relato es tan previsible como chabacano, superfluo, previsible, ridículo, las muy malas actuaciones no pueden rescatar lo más mínimo, ni Alejandro Awada hace creíble su personaje, algo que parecía imposible, acá se logra. A principios de este año se estrenaba en Argentina una muy buena película italiana “Nadie se salva solo”, dirigida por Sergio Castellitto, con la misma estructura, en la que una ex-pareja se encuentra para definir las vacaciones con sus hijos, por primera vez separados, la diferencia es que la italiana además de ser una belleza del género romántico, enamora hasta a las piedras. En la que nos convoca nada de esto sucede, la síntesis argumental reza: “es la historia de Eva, una excéntrica directora de cine y publicidad que alcanzó la mediana edad y conlleva su vida entre el amor y su profesión. Pero, ¿qué pasa cuando la vida nos sorprende con un giro imprevisto y situaciones que debemos enfrentar no esperadas? Esto no se vislumbra en ningún momento. ¿A qué situación se referirá? Si se habla, se dice, se explica, se expresa, (todos como sinónimos, ¡eh!), se muestra mínimamente, y se redunda con la bendita narración en off. Citando al psicólogo y sociólogo Gustave Le Bon (1841- 1931) “La abundancia de palabras inútiles es síntoma cierto de inferioridad mental”. Pero haciendo un poco de justicia, recurramos a la voz en off, es nada más y nada menos que Graciela Borges, expresa en un momento dado de la narración: “Es sorprendente como se pueden hacer las cosas tan mal, tan rápido”Lo que es una excelente definición de esta realización.
Leo Damario dirige Resentimental, su quinto largometraje esperado por muchos, disfrutable por pocos. Para entender un poco, pero no del todo Resentimental, es necesario primero saber de que va. Resentimental cuenta la historia de Eva, una excéntrica directora de cine que alcanzó la mediana edad y conlleva su vida entre el amor y su profesión. Una pasión inesperada que se nos presenta sin pedir permiso, una traición, una historia que habla del amor, el desamor, la pasión. Eso intenta contar esta nueva película de Leo Damario. Desde lo estético, al guion, a la voz en off narrando de Graciela Borges y algunas actuaciones, todo es , por usar una palabra suave, raro. Si la decisión hubiera sido que lo que vemos cause risa y sea tomado como una parodia, la película hubiera sido excelente. El problema es, mayormente, que Resentimental se toma muy en serio lo que cuenta, pero lo que vemos no tiene nada de serio. Gandini y Polak, así como Awada, Garcia Lago y Diego Ramos están bien, no fallan sus actuaciones, los que fallan son los personajes, es la historia y es el tono que se le intento dar. Gastar tinta (o en este caso caracteres) es casi tan absurdo como el tiempo en ir a verla. Resentimental terminara siendo lo que para muchos hoy en día es el “consumo irónico” y sin dudas recordada, pero no por sus aciertos claro esta.
La desconcertante quinta película de Leo Damario es una auténtica rareza en la que se cita a Anna Karina y Siddhārtha y en donde se intenta explorar el caótico mundo de los sentimientos y el deseo en el universo del cine Después de despedir a su exesposa, Eva camina por una hermosa Buenos Aires nocturna y se encuentra en plena madrugada con una periodista que dio a conocer públicamente el escándalo amoroso que la aqueja. Eva es una famosa directora de cine. Sin explicación alguna, se encuentra con una vieja amante que sale de una noche de reviente: se besan, van a un casino y luego la deja en su casa. De inmediato, Eva visita en su departamento a la productora de sus películas, cuyo marido se fue con la exesposa de Eva, que además está embarazada. A continuación, Eva sale de una pileta con un lucido traje de baño y se une a un grupo de meditación. La guía espiritual la mira y le dice: “El Tao de Buda está adentro”. El principio de arbitrariedad es probablemente el fundamento del neocine. Al comienzo, Resentimental apela a una curiosa cita de autoridad: la neolengua de George Orwell. La simplificación del lenguaje postulada en 1984 se explica así en la película: “Muy sentimental = Resentimental”. Dada la singularísima concepción elíptica y de montaje que tiene Leonardo Damario es posible que Resentimental sea la primera experiencia en neocine. Las peripecias del relato siguen una lógica de simplificación en la que el raccord ya no interesa. La escena descripta más arriba es un buen ejemplo de esta poética. El centro del relato es el desesperado encuentro en un restaurante en el que Eva y su futura exesposa discuten sobre el final de un matrimonio fugaz. Eso da lugar a un sinfín de flashbacks que muestran detalles de ese amor y de la vida de Eva. La puesta en abismo es un recurso cinematográfico legítimo, pero acá el abismo tiene más que ver con un farragoso deseo de contar. Hasta hay, en los títulos finales, un adelanto de un nuevo film que sintetiza su argumento e intención en cinco minutos. Resentimental tiene de todo: chistes groseros, sensiblería, anécdotas cancheras, erotismo de bajísima intensidad, citas cinéfilas, una pizca de incesto, varias frases en inglés y una cantidad de sentencias acerca de la vida. La irrealidad de la trama alcanza su paroxismo en la escena en la que los intérpretes están sentados en padmasana al lado de la pileta. Inofensivo cuento de ricos que quiere ser una invocación a la piedad y está más cerca del ridículo.
La sensación de malestar, de perplejidad, de molestia se desvanece paulatinamente con la gracia. Escribo y me rio, es inevitable, pienso si esta risa fue provocada a propósito, si hubo intenciones del director, un tal Leo Damario, o si la inocencia del novato y su obsecuencia hacia el fracaso derivó sin querer en el humor y en la ironía. Resentimental es una película idealizada por el bombo de la publicidad, las frases cursis sobre el amor arremetían en poderosos taglines en la web, y el ofrecimiento (mentiroso) sobre mostrar una historia de amor embestía con desparpajo como radio pasillo. La inclusión en el elenco de Lucila Polak, mujer del célebre actor (aunque un poco venido a menos) Al Pacino– así lo mostraron las imágenes de su reciente visita a la Argentina- alimentaba aún más el carácter “glossier” de la película. Polak es bellísima, pero la actuación no es su principal gracia. En su ópera prima como actriz, la recordada Un Buen Día de Nicolás Del Boca – sí, el papá de Andreita- Polak (Fabiana) se paseaba por Long Beach charlando sobre el amor con Aníbal Silveyra (Manuel). La parábola del amor que dura un día, con actuaciones acartonadas, primerísimos primeros planos temblorosos, paneos alterados y diálogos imposibles, construían un relato de amor bastante kitsch. El rictus hacia una película cuyo parlamento era irrisorio, develaba un paradigma dentro de las comedias románticas argentinas: ¿Será una parodia?, ¿La comicidad deriva de lo fatal?, ¿Lo terrible nos termina indefectiblemente causando gracia?. Eso mismo pasa con Resentimental, también con Polak. La película empieza con una cita de Orwell, sí de George Orwell. Como esa búsqueda constante de resaltar y explicar y llenar la pantalla de palabras – hay pocos silencios en la película- la explicación etimológica de Resentimental es la que abre el telón de esta pseudo historia de amor. Esas ganas de intelectualizar una película simple, en donde el “re” de sentimental es más una muletilla que una concepción filosófica sobre la demasía de amor. Exordio extraño el de Orwell, digo, porque a decir verdad, nadie ama demasiado en Resentimental. Las infidelidades, el cuestionamiento frívolo acerca del “acostarse con minitas” y las demostraciones de cariño a cuenta gotas – recitados sin emoción alguna- refuerzan el relato de una película “escaparate”. O sea, las historias pasan sin sentido, como una venta itinerante de ropa de moda: Eva (Lucila Polak), sube las escaleras de un reconocido bar de la zona de Barrio Norte con su sombrero de cowboy, se sienta en una mesa donde la espera una joven (Brenda Gandini). Dos mujeres comienzan a hablar sobre cómo terminaron separadas. Al igual que en la gran Carol – película LGTBIQ emblemáticas si las hay- de Todd Haynes, la primera secuencia transcurre en un bar. Las distancias cinematográficas son infinitas, en Carol las geniales Cate Blanchett y Rooney Mara realzan el mejor drama romántico del año, y en la versión argenta, Polak es la mayorcita y la joven seducida es Gandini, quien juega a ser Rooney Mara. Los diálogos entre estas dos mujeres son graciosísimos, el contrapicado en la conversación exacerba una situación cutre, me vuelvo a reír con sólo recordarlo y la risa se transforma en carcajada. Los flashbacks reconstruyen el relato, sumado a la voz off de Graciela Borges que resalta con poemas y frases acarameladas esta comedia. Eva es la protagonista y como en Un buen día – pésimo para el espectador- su performance irritativa se convierte en gracia, quiere recuperar el deseo de esta jovencita, pero a su vez flirtea con toda damisela que se le pasa por la vista. El collage de relaciones – la escena en donde evoca el reencuentro con su padre abandónico no tiene desperdicio- y los parlamentos insufribles, formulan una película cómica, pero cómica del tipo “me río de y no con”, porque es inevitable no reírse al ver que Eva decide llevarse a su amante (Belén Chavanne) a un lugar que no sea un “telo” y sale de un boliche en pleno calle Santa Fe para terminar – SIN ELIPSIS- en el casino Victoria de “Entre Ríos”. “RE” sentimental es un oxímoron mal formulado, una película fantoche, la vidriera para mostrar gente linda, vestida con ropa de moda, superficial y poco atractiva. Con un epílogo que todavía estoy tratando de entender, Resentimental es una película para mirar desde afuera de la vidriera.
Crítica emitida en Cartelera 1030-sábados de 20-22hs. Radio Del Plata AM 1030
Hay quien dice que el arriba por primera vez a un lugar tiene una mirada fresca sobre él, a diferencia de quién ha vivido toda su vida allí. Ahora, esa percepción puede ser positiva o negativa, artísticamente hablando. Resentimental pertenece al último grupo. Dirigida por Leonardo Damario (Bohemia), el argumento gira en torno a la vida de Eva (Brenda Gandini), una actriz y directora de cine propia de la farándula nacional. Filmada con una rigurosidad de cámara prácticamente nula, Resentimental intenta explorar el mundo interno del cine en relación a la dinámica interpersonal del equipo de una película. Sofía (Lucila Polak) espera en una mesa de restaurante lujoso a Eva, su antigua amante. Entre un clima tenso, la cena dispara flashbacks a situaciones ocurridas durante el rodaje de una película dirigida por Eva. Además, la película está narrada a través de la siempre icónica voz de Graciela Borges. Con su formato novelesco, la cinta intenta poetizar ciertas situaciones comunes de un rodaje y sobre todo del chusmerío del mismo, explorando en su mayoría las infidelidades, las relaciones de poder y el amor lésbico. Lo dicho anteriormente: tanto las situaciones de interiores como las calles de Recoleta, están filmadas como quien nunca ha pisado Buenos Aires. La película se siente constantemente ajena, antipática, llena de superficialidades narrativas que no hacen al desarrollo del metraje. En un momento de la película, se menciona que "se puede tener un buen guión con malas actuaciones". Este es precisamente el ejemplo perfecto. La falta de vida de los diálogos además de la ausente sensualidad que la película pretende explorar hacen que la intensidad dramática decrezca intermitentemente. Quizás el que queda mejor parado es Alejandro Awada, quien encarna a un productor de cine. La película se pierde de explotar todas sus posibilidades, distraída por una presunta peligrosidad que al fin y al cabo desaparece por completo. Damario pretende hacer una película sensual casi sin desnudos; el salvajismo por defecto arruina completamente el sentido de la línea argumental. Provista de tomas largas donde prevalece el diálogo -su peor defecto-, la inexpresividad y el desapego están totalmente presentes en el relato, dejando al espectador apático. Resentimental tiene los actores, pero no las actuaciones, tiene el material, pero lo desecha; tiene los versos, pero no la poesía. Una oportunidad desperdiciada.