En esta tercera, y aburrida, entrega, nuestro héroe se suma a un programa de talent show televisivo denunciando aquellos que todos sabemos sobre la construcción de ídolos musicales. Muchas similitudes con SING y la pérdida del buen rumbo que se había iniciado con la primera entrega, sólo algunos de los puntos negativos de esta olvidable nueva parte de la saga.
Tercera entrega de esta franquicia, desconcertante secuela trata de cubrir tanto las aristas occidentales como las chinas, intenta arrojar la conveniente acción dispersa para mantener a todos el público al que apunta. No siempre lo logra. Bodi esta en contra de los programas de televisión, “caza talentos”, pues sus concursantes, según su opinión, toman atajos solo para hacerse famosos, la música queda en segundo plano.
La saga animada de Rock Dog — hasta el momento, una trilogía, pero con la puerta abierta para más entregas — fue alterando su equipo con cada film y esos cambios bruscos se fueron reflejando en las diversas historias protagonizadas por Bodi, el perro protagonista cuyo sueño siempre fue el de abrirse paso en la industria musical. El primer largometraje fue el más logrado, con un director interesante como Ash Brannon (Reyes de las olas), y con las voces en su versión original de J.K. Simmons, Sam Elliott, Matt Dillon y Luke Wilson, como el perro rockero. En 2021 llegó su secuela, Renace una estrella, con Mark Baldo como realizador, voces renovadas (Wilson se fue para no volver) y la historia de Alec Sokolow, coguionista de Toy Story, centrada en la concreción del anhelo de Bodie y su alejamiento del entorno familiar, una comedia musical sin demasiadas aspiraciones que se quedaba a mitad de camino entre la crítica a la industria y el abordaje sentimental de la relación del perro con sus seres queridos. La flamante Rock Dog 3: rockeando juntos presenta, otra vez, modificaciones en su tándem, con Anthony Bell (Adult Swim) como director de esta entrega que tiene una primera hora muy atractiva, con Bodi sumándose como jurado y coach a un cruel certamen de canto y su lucha por hacerles encontrar “la armonía en la música” a las integrantes de una girl band que perdió el rumbo. La propuesta, aggiornada para los tiempos que corren, cuenta con canciones pegadizas y diatribas filosas sobre la complejidad de ser genuino cuando se fomenta lo prefabricado. Sin embargo, sobre el final, Rock Dog 3 cae al incluir caprichosamente escenas de aventura que no aportan demasiado y que estiran el metraje más de lo necesario.
La música une. Hace poco descubrí esta propuesta y me puse al día de inmediato. Se trata de una coproducción entre Estados Unidos y China, que da inicio a la historia de Bodi, un perro mastín que vive en una aldea junto a su padre cuidando ovejas de los lobos, pero que él no quiere eso para su vida, sino dedicarse a la música. Nada nuevo hasta acá, tampoco tiene una animación a la altura de las grandes como DreamWorks o Pixar, pero vale la pena ver y eso es lo que suma. Cada entrega resulta ser entretenida, presentándonos al personaje titular para contarnos en una secuela el ascenso a la fama y lo que eso significa. Ahora, con una tercera entrega, tenemos una crítica sobre la cantidad de certámenes de música que plagaron la pantalla chica, las incontables adaptaciones de The voice, American Idol y unos cuantos más, que a decir verdad jamás los encontré atractivos y eso me atrajo al proyecto, porque se encarga de dejarlos malparados. Bodi es invitado a formar parte de uno de estos certámenes, esta vez como un jurado/coach para una banda titulada K9, cuyas integrantes son malísimas cantando pero tienen potencial (ponele). A su vez hay una subtrama bastante molesta sobre lobos y ovejas, que no aporta casi nada. Pero si vamos al certamen, esto sí es una buena crítica sobre cómo los programas estos por un punto de rating son capaces de humillar y generar discusiones entre jurados y participantes, algo que se resuelve de una manera bastante orgánica. Después de todo, como ruega la película, la música une y no debe dividir. Así como un perro, se mantiene fiel a sus principios. Rock dog 3, recupera la magia de la primera entrega que se había perdido en la segunda, por lo que va a resultar ser entretenida.
La historia se centra en nuestro protagonista, un perro pastor que fue una famosa estrella de rock, que ahora se tiene que conformar con ser jurado y coach en un reality musical, más precisamente en entrenar a un trío de cantantes de pop. Pero su orgullo y prejuicio le jugara en contra. Para serles sincero, nunca vi, y dudo que vea las dos anteriores entregas de esta saga, y si bien me informé de que iba, no es lo mismo que haberlas visto. y para suerte mía y de muchos espectadores casuales, no hace falta haberles pegado un visionado, porque podríamos decir que Rock Dog 3 es autoconclusiva y con un mensaje bastante claro, en especial para los más pequeños. Y este mensaje es simple, y es el de aprender a quitarse del reflejo de los focos, y ceder nuestro lugar a otra persona; aprender a resignar nuestro ego en pos del bien de otra persona que necesita ese momento de reconocimiento mucho más que uno mismo. y si bien dije que la película apunta a un público infantil, más de un adulto va a necesitar aprender esta lección. Aunque seamos honestos, la mayoría de los adultos se van a aburrir un poco con esta cinta. Esto lo digo porque el humor es bien básico, funcionando a base de caídas y poco más. Y si bien se hace parodia a The Voice y demás realitys musicales con los jueces que se creen capocómicos, son contados los casos donde los mayores nos reiremos con ganas. Por suerte para nosotros, la película apenas pasa de la hora y media, así que tampoco podemos ponernos tan quejosos. Con una animación que cumple y ya, Rock Dog 3 es una película rendidora y poco más. Los chicos no se van a aburrir, a nosotros no se nos va a hacer demasiado infantil, y el mensaje no está para nada mal, así que si en estas vacaciones querían ir al cine en familia, acá tienen una opción más que viable.
Una más de la saga dedicada a los más chicos, donde la aventura se cruza con los correctos mensajes en contra de la discriminación, la violencia en los medios y la vida, el bullying. En este caso la cruzada de Bodi se empeña en rescatar del olvido a una verdadera leyenda del rock y en desenmascarar a una conductora de televisión y su concurso televisivo, en pos del bien y de la concordia entre todas las especies animales, incluidas las “condenadas a ser rivales”. Con ciertas similitudes con “Sing”. Hablar de famas repentinas y campañas solidarias con música y acción redondea el envío.
En su tercera entrega Rock Dog vuelve a traernos a Bodi (Graham Hamilton) con su singular estilo, siempre buscando la armonía y un clima de amistad entre los animales. Pero no todos están contentos en un mundo sin conflictos por lo que, deciden crearlos. Un programa de talentos, “Battle the Beat” ofrece una atractiva recompensa. Allí Angus Scattergood (Eddie Izzard) es jurado, y se convierte en la herramienta para buscar peleas y enemistades. Sus participantes compiten sanamente por el gran Premio mientras se exhiben diferentes ritmos y estilos. Pero sus organizadores tienen otras intenciones ocultas para el reality televisivo. Bodi decide convertirse en jurado al enterarse que Angus desapareció y una banda que participa no conoce nada de rock. La película animada, dirigida por Anthony Bell es para toda la familia, pero sobre todo, se orienta a los más pequeños debido a la temática y su forma de abordarlo. El guion de Rob Muir es demasiado simple y por momentos poco claro, pero entretiene gracias a la música de Richard Evans y Matthew Gerrard para los cuadros que suman y divierten a los niños.
LAS IDEAS NO SE MATAN… SE REEDITAN Rock Dog es una de esas tantas sagas animadas hechas con absoluta impersonalidad que pululan por el calendario de estrenos global. No se sabe muy bien qué público potencial tienen, pero deben salir unos pocos dólares y su costo beneficio debe ser suficiente como para que el concepto se estire y se estire y se estire, y ocupe espacio en las salas del mundo. De tan impersonales, logran que uno las anule en la memoria, que ni siquiera una imagen nos quede. Por lo tanto, con el estreno de Rock Dog 3: Rockeando juntos uno debe releer lo que escribió en la ocasión del estreno de Rock Dog 2, que no fue tan lejos sino allá por noviembre de 2021, porque la verdad que no solo no recordamos qué pasaba, sino que no nos quedó grabado ni siquiera un mísero fotograma. La sorpresa -o no tanto- es descubrir que lo que cuenta esta tercera entrega no es más que una ligera modificación de lo que contaba la segunda. Que ya ni en eso se esfuerzan. Si en la segunda un productor seducía a Bodi, el perro guitarrista protagonista, que se dejaba tentar por la fama y el oropel, ahora es el mismo Bodi quien acepta ser jurado en un reality musical y termina tentado por la fama fatua del escandalete televisivo. Es decir, Bodi es más blandito que una esponja y enseguida traiciona a todos los que lo rodean. En verdad no sabemos muy bien por qué se siguen contando las historias de este personaje, bastante desagradable y poco confiable él, que parece no aprender más la lección de que la fama nunca es buena, mata el alma y la envenena. Y si esto no es suficiente, mientras en la segunda Bodi era engañado por un lobo que se hacía pasar por cordero, ahora es una cordera rencorosa la que se hace pasar por loba. Las ideas no se matan, se reeditan. Ni Scooby-Doo se animó a tanto. Tal vez lo único interesante de esta saga sea ver cómo sus creadores encuentran nuevos conflictos en el mundo de la música y el mundo del espectáculo: Bodi contra los productores, Bodi contra los realities musicales. Bodi como un discípulo de Pappo, diciéndoles a todos que se busquen un laburo honesto, mientras defiende el rock como estilo de vida y baja línea pesada sobre el arte como algo elevado a lo que el populacho no llega. Medio elitista don Bodi, demasiado para ser el protagonista de una saga de segundo o tercer orden. Rock Dog 3: Rockeando juntos ni siquiera agrega nada desde el humor o el diseño visual. Un producto decididamente descartable.
China ha entrado en el mercado mundial del cine occidental sin sutilezas, pero de forma no del todo perceptible para los espectadores. Muchas de las películas que se ven como norteamericanas hoy son coproducciones con China y por ese motivo los elencos con actores y personajes chinos han ido creciendo, siempre con una mirada positiva sobre ellos. Rock Dog 3: Rockeando juntos (Rock Dog 3 Battle the Beat, 2022) es un ejemplo de ello. No recuerdo ni un segundo de los films anteriores, a punto tal de no estar seguro de haberlos visto, así de importantes y relevantes son. El protagonista de la película es Bodi, un perro rockero (un mastín tibetano) amante de la buena música. Él es un rockero de verdad que cuestiona un reality musical televisivo donde la música es lo menos importante y todo es crueldad y superficialidad para el show. Todos quieren que Bodi se involucre de alguna manera, pero él desprecia esos productos. Ya se adivina lo que pasará. Esa tensión entre la música y el espectáculo es lo que aporta un interés mediano al comienzo y luego se pierde en un entretenimiento fuera de esa búsqueda, como para no abrumar a los niños con temas de adultos. Se va deshaciendo hasta lograr el efecto mencionado anteriormente: el olvido.