Guitarra vas a ladrar Pensando al cine de Animación como un gran show musical, podríamos imaginar que ciertos tropos como -por ejemplo- los animales parlantes antropomorfos, los personajes que buscan su verdadera pasión, los malos caricaturescos y la restitución de los lazos familiares son una suerte de greatest hits del género. Con esta analogía en mente, no es desacertado considerar a Rock Dog (2016) una suerte de recital con un setlist lleno de covers de grandes éxitos animados de los últimos 20 años. En el centro del relato tenemos a Bodi, un mastín tibetano que deja su vida rutinaria en las montañas nevadas cuidando ovejas junto a su padre para irse a la gran ciudad a probar suerte en lo que considera su verdadero talento: volverse un músico de rock. Por supuesto, la adaptación a la urbe no será sencilla, y los desafíos en pos de lograr su objetivo serán de lo más variado. A esta trama argumental inicial hay que sumarle un par de subtramas que por momentos distraen más de lo recomendado: una vieja tradición de mastines con “poderes” para proteger rebaños, una estrella de rock desgastada y con dudosa moral, un grupo de aliados casuales, villanos con múltiples propósitos… En fin, de todo. Con pinceladas de Kung Fu Panda (2008), resabios de Zootopia (2016) y algo Hop Rebelde Sin Pacua (Hop, 2011), la trama parece tocar constantemente “una que sepamos todos”, como diría ese iracundo personaje de Peter Capusotto y sus Videos que siempre le grita cosas al cantante que está arriba del escenario. La experiencia previa de Ash Brannon como co-director de Toy Story 2 (1999) y director de Reyes de las Olas (Surf’s Up, 2007) le permite llevar adelante el film de manera correcta pero sin sorprender. Como suele ser menester, las voces principales que dan vida a los personajes corresponden a actores relevantes de Hollywood. En este caso contamos con el talento de Luke Wilson, J.K. Simmons, Matt Dillon y el mítico Sam Elliott, entre otros. Dentro de una obra basada en una novela gráfica china llamada Tibetan Rock Dog, no extraña la co-producción china y norteamericana. Con un diseño de personajes amigable y la calidez de un trabajo artístico correcto -que deja ver ciertas limitaciones de presupuesto-, la pata visual de Rock Dog cumple, aunque sin dejarnos boquiabiertos ni mucho menos. Como experiencia cinematográfica propiamente dicha, Rock Dog es agradable, y una buena forma de pasar 80 minutos con los más chicos en el cine sin aburrirnos demasiado. Volviendo a las analogías musicales, la experiencia es bastante similar a ver una banda tributo: de vez en cuando no viene mal y puede ser disfrutable, ante la imposibilidad de ver al conjunto original, claro está.
Buscando el sonido perfecto Anclada en la serie de relatos que buscan, cuales fábulas, generar en el espectador empatía y dejarles una moraleja, Rock Dog (2017), bucea en el género de comedia para construir en realidad una película que intenta, a partir de la nostalgia, fundamentar su historia sobre metas por cumplir. El film de Ash Brannon (Toy Story 2) trabaja desde el antagonismo de dos personajes, Bodi (un perro) y Angus Scattergood (un gato) -Luke Wilson y J.K. Simmons en el original-, quienes deberán conciliar diferencias para poder proteger a los amigos del primero de una amenaza letal. Bodi es un perro ovejero que un día aburrido recibe la sorpresa de un aparato radial que cae de un avión. Sus esperanzas de poder hacer música y dejar el pueblo para triunfar comienzan a latir con fuerza dentro suyo, a pesar de la negación de su padre. Bodi abandona la aldea, con la esperanza de toparse con una mega estrella de la música, Angus, quien es presentado como un ser despreciable, abominable, que repudia el contacto con otros y que jamás se le ocurriría tomar como aprendiz al mastín. Para Bodi será a posibilidad de cumplir con su sueño, mientras que para el gato será la posibilidad de crear un nuevo hit para su discográfica. Rock Dog es una película simple, honesta, con una animación que en lo clásico de sus dibujos, permite una rápida identificación de estereotipos y escenarios los que, en el contraste pueblo/ciudad, ocio/trabajo, perro/gato, construyen el verosímil de la historia. Si bien el rock no está presente como uno supondría por el título, la música (más baladas o clásicos pop), sí marcan el tempo del relato, dinámico, vertiginoso, desde que Bodi llega a la ciudad hasta la resolución final, y en donde la confusión, propia del vodevil, suma conflictos a la trama. La amenaza constante como impulsor de la acción, y la estilizada participación de Scattergood, además, potencian el humor de una película que podría haber caído en lugares comunes pero que prefiere reforzar su narración con secuencias oníricas, en las que, la música y el 3D envuelven al espectador para recordarle que el arte, del tipo que sea, puede salvarnos de la rutina.
Dirigida por Ash Branon, co director de Toy Story 2 el encanto de esta película animada es ideal para toda la familia. La historia de un mastín tibetano que vive en la montaña cuidando de sus animales y preocupado como todos los suyos por el ataque de los lobos. Una radio le permite el descubrimiento de su vocación rockera.. Pero deberá desafiar los mandatos familiares y además lograr convencer a un músico consagrado, ayudarlo y finalmente llegar a tener banda propia. El consabido relato que tiene como eje el cumplimiento de los sueños y nunca perder las esperanzas, esta aquí muy bien representado con humor, acción y por sobre todo un desarrollo que permite la diversión sin decaimientos, mas buena y conocida música. Se cumple una receta ya vista, con recuerdos de otras grandes películas de animación pero bien hecha aunque sin demasiadas sorpresas. Disfrutable y emotiva.
En búsqueda del fuego interior Llega este jueves 16/2 el estreno de “Rock Dog” una película de animación chino-estadounidense dirigida por Ash Brannon (director de Toy Story 2) y escrita por él y Kurt Voelker. Nuestro protagonista Bodi, un perro mastín tibetano, descubre de chico -a través de un regalo/inspiración del cielo- su pasión por la música. Su padre Khampa es un tanto severo, un guardián de ganado, que se ocupa de regentear el cuidado de las ovejas en Montaña Nevada, y a Bodi le cuesta dar el primer paso para afrontarlo y contarle sus deseos de aprender música para dedicar su vida a su afición. Luego de la charla de rigor logra una tibia aprobación. Y se dirige a la gran ciudad para conocer a su ídolo, la legendaria estrella de rock Angus Scattergood. Aquí comenzaran una serie de peripecias primero para encontrarlo y luego finalmente para poder concretar su sueño, desafiar su talento, y convertirse en un rockstar. “Rock Dog” me resultó muy divertida y súper recomendable para toda la familia. Una historia sencilla que entretiene y aborda temas interesantes con un mensaje muy bello. Para que nunca dejes de buscar, ni permitir que se apague, tu verdadera vocación
El perro que quería ser rockero La muy agradable sorpresa animada de 2007, Reyes de las olas, tenía dos directores. Uno era Chris Buck, que luego sería uno de los directores de Frozen, es decir, la mejor película animada de Disney y Pixar de los últimos cuatro años, la única memorable. El otro era Ash Brannon, que ahora dirigió, en solitario, Rock Dog, cuyo aspecto y comunicación general no prometían demasiado. Salvo, claro, para quienes habíamos chequeado el nombre del director. Y esta historia de un perro pastor de ovejas en una montaña nevada que conoce el rock y se quiere convertir en músico tiene mucho en común con Reyes de las olas, sobre un pingüino que quería surfear. La animación aquí es menos ostentosa, certera pero sin lujos extravagantes en los detalles. Los animales se mezclan alegremente, y se exhibe una notable variedad humorística y de ideas para resolver narrativamente varios lugares comunes de este tipo de relatos. Así, Rock Dog se destaca claramente entre los estrenos animados de las últimas temporadas. Son para celebrar, además de la liviandad y la falta de repetición narrativa -al revés que en Moana-, el nonsense de las ovejas y los golpes cartoon de los lobos, la sátira al rockerismo exitoso y ermitaño del gato, y unos cuantos chistes memorables (el robot que hace aflorar la culpa, el buey consciente de la cámara). Además, algunas de las (buenas) canciones permanecen en idioma original, sin riesgos de ser arruinadas por el doblaje. Entre los estrenos no es tan frecuente encontrar películas animadas así de felices.
De la Dama de Shanghái al perro de Shanghái Se estrena aquí un día antes que en EE.UU., pero cuatro meses después que en China, este dibujo animado chino-estadonidense basado en el comic del rockero shanghainés Zheng Jun, ambientado en el Tibet. Cosas de la globalización, que ya no causan asombro. Tampoco lo causa la película, pero al menos es simpática. En ella, un enorme mastín y su hijo protegen a las ovejas que viven en lo alto de la montaña. Los lobos acechan con aire de mafiosos rusos y tecnología de punta. No atacan, sólo porque el perrazo les hizo creer que cuenta con muchos soldados a sus órdenes. Pero apenas tiene unas ovejas tontas, y encima el hijo le salió rockero. Siguiendo sus sueños, el chico se va a la gran ciudad. Espera recibir lecciones del gran ídolo del rock, un gato millonario y misántropo. Hay varios enredos, humor, acción, lindas caricaturas del ambiente musical y gangsteril, asuntos dignos de Peter Capusotto y todo eso. Ahora, como es una película para chicos, no hay sexo ni droga. Pero tampoco rock & roll, sólo música pop con un tema gratamente dulce y una banda multiétnica: zorrita bajista, chivo baterista. En la historieta original, "Tibetan Dog Rock", eran todos perros. Unos empresarios chinos decidieron llevarla al cine. Ash Brannon ("Reyes de las olas") entró como asesor y la terminó dirigiendo. En la adaptación adocenada "a la americana" entraron los libretistas de "Dos pavos en apuros" y cosas de ese nivel. Lástima que no entró un especialista en el dibujo de pelos al viento, lo que hubiera sido ideal para los mastines tibetanos. Igual quedan simpáticos. En verdad, todos los personajes caen simpáticos, inclusive los lobos. Música de Rolfe Kent.
La del héroe con sueños diferentes a los planes de su padre es una historia harto conocida y Rock Dog se propone dentro de esos lineamientos. Cumple a rajatabla una fórmula por sus cortos 80 minutos que, no obstante, están cargados de optimismo y alegría que hacen que el viaje sea disfrutable, mas no memorable. Las recetas probadas para el éxito tienen razón de ser y es en base a una de ellas que se plantea el nuevo film de Ash Brannon, el co-director de Toy Story 2 y Surf’s Up. Inofensivo y adorable, responde a la falta de sorpresas e inventiva con mucho corazón y sentido del humor, con una aventura más que conocida pero que funciona.
Pese a estar basada en un popular libro chino y a contar con el trabajo creativo de la misma mente que estuvo detrás de films animados como Toy Story 2, Reyes de las olas, Bichos y hasta La Sirenita, Rock Dog no trasciende esa barrera de una simple película animada para niños pequeños con típicos gags de torpeza y una historia que ya hemos visto una y mil veces. Cuando el fuerte debería ser la música, peca por utilizar canciones que no son atractivas para el oído infantil, aunque casi deberíamos agradecer que al menos eso funcione como guiño para el adulto que acompaña al menor. A la falta de originalidad, se añade que personajes y ambientación nos traen recuerdos de otros éxitos de una hermana mayor, como lo es DreamWorks… Hablo de las similitudes con Kung Fu Panda y Los Pingüinos de Madagascar; dos franquicias con las cuales es difícil competir. La trama gira en torno a un perro de las montañas que en teoría nació para defender a su rebaño de ovejas de posibles ataques de feroces lobos. Sin embargo, Bodi (Luke Wilson) tiene una única pasión, y esa es la música. Así es como emprenderá un camino hacia la ciudad -que por cierto es una mezcla de varias locaciones conocidas-, con el objetivo de cumplir su sueño de formar una banda. El mayor problema yace en que por culpa de un descuido, sus enemigos lo perseguirán hasta allí y le dificultarán el proceso, mientras una de las máximas estrellas del negocio (la versión gatuna de Mick Jagger o algo por el estilo) saca provecho de su humildad de campesino, entre otras desventuras. Rock Dog es la típica película que hace varios años atrás hubiese ido directo a DVD, y que hoy sería estrenada por Netflix, sin embargo, aquí está. Al menos si la ves en su idioma original, podrás disfrutar de voces conocidas, como es el caso de J.K. Simmons, Jorge Garcia, Matt Dillon, Sam Elliott, Kenan Thompson y Mae Whitman. Para sus realizadores habrá valido la pena el esfuerzo, pero para el bolsillo del moviegoer dolerá un poco el gasto, cuando la oferta en cartelera es tan variada y diversa.
Perro que canta, no muerde Ash Brannon, uno de los directores de Toy Story 2, entrega un filme que tiene gags para todas las edades. Otra de animales parlantes, en la que no hay un solo personaje que camine erguido en sus dos patas (léase humano), como Zootopia y Sing, ven y canta, el encanto de Rock Dog pasa no por la animación, sino por su historia. Bodi es hijo de un perro pastor de ovejas, un cachorro que reniega de tener que cuidar a otros animalitos, no por maldad ni desdén, sino porque prefiere tocar la guitarra y volverse rockero. Un buen día desde un avión cae una radio en medio de las montañas, y Bodi se decide. Dejará a su padre, que es estricto y se preocupa por armar un ejército de ovejas disfrazadas de perros, para que los lobos no ataquen a la comunidad, agarra la guitarrita y se toma el ómnibus a la ciudad. Si bien todo el ambiente entre bucólico y naif del inicio se pierde en el traslado a la urbe, es allí donde se suman los personajes que enriquecerán la trama. Empezando por un gato, estrella del rock, que tiene que editar un nuevo hit y está bloqueado, y se aprovecha de la ingenuidad de Bodi. Por supuesto que el tiempo y el director Ash Brannon (codirector de Toy Story 2) pondrán las cosas en su lugar. Sin ser un dechado de imaginación, Rock Dog entretiene la casi hora y media que dura, tiene gags para todas las edades, algo de rock y personajes entrañables. Si va, no sentirá que le metieron el perro.
Dirigida por el Co-Director de Toy Story 2, el protagonista de esta tierna historia es un mastín tibetano que deja su familia y su lugar, para perseguir sus sueños y nunca pierde la ilusión, a pesar que se enfrenta a distintos conflictos. El film contiene humor y música, es entretenida, emotiva y con lindos personajes para disfrutar en familia.
Rock Dog: Aullido musical. Un perro se adentra en la ciudad central para hacer realidad su sueño: Ser una estrella del rock and roll. Y nosotros tenemos los asientos de primera fila para este gran espectáculo. El mercado de la animación se agranda a pasos agigantados y no es casualidad que la República Popular China haya metido hace poco una producción de dibujos animadas (“Have a nice day”) a competencia internacional en el último Festival de Berlín. Ahora, viene con un estreno coproducción animada por computador para hacer su espacio en el mercado internacional. La película cuenta la historia de Bodi, un joven perro ovejero, estacado a una vida que no le apetece por lo más mínimo continuar. Tiene hastío por presente y no quiere saber nada de su futuro. Hasta que un día encuentra su respuesta desde una radio que cae desde una avión. Y al prender el artefacto y escuchar un tema del famoso gato compositor Angus Scattergood (un mero calco de Charly García, hasta tal punto, que asusta un poco). Desde ese momento no dejará de tocar la guitarra hasta poder ser un verdadero músico profesional. Su padre, en cambio, tiene otros planes para él. Pero deberá aceptar que no está destinado a defender el rebaño y ayudarlo para cumplir su meta. Y es así, como Bodi se desembarca a suerte de fe ciega a la gran ciudad (al igual que su par Zootopia pero sin Shakira de por medio). Los villanos son un grupo mafioso de lobos que desean como sea devorar a las ovejas que tanto el padre de Bodi protege para contener la comunidad en la cima de la montaña. La composición de lo mismo está bien lograda, jugando mucho con los chistes fáciles y los gags. Las cosas no será nada fácil para el pequeño cachorro desde que pisa las calles, tendrá varias inconvenientes: encontrar una banda, hacer que Angus sea su tutor musical, evitar que los lobos no lo tomen como rehén, aprender más sobre la música, integrarse socialmente y sobre todo tener un oportunidad para demostrarlo. El protagonista siempre se mueve con optimismo, hasta tal punto de ser completamente inocente de todo lo que rodea, pero es justamente esa fe, esa alegría lo que lo ayudará en toda su aventura rockera. Después de fracasar en algunos desafíos, decide (por consejo de un artista de la plaza) ir a la casa del músico más famoso, el veterano gato que vive en una mansión aislado de todo contacto y que está “supuestamente” por lanzar un nuevo single. El experimentado director Ash Brannon (Toy Story 2) acierta muy bien en confiar gran parte de la obra en esta pareja dispareja, donde dejó plasmada su intención moral pero su coqueteo principal entra muy bien en juego por el gran abanico de humor que se le da. Tanto Bodi como Angus están bien definidos y es esa mixtura y choque lo que la hace sensacional. La banda sonora no abusa, y en ningún momento se transforma en musical desquiciado sabiendo mantener el ritmo entre lo que se está diciendo y lo que se está por decir. Hay un gran compilado de actores que participan dándoles voces a los animales en esta aventura, como Luke Wilson y J.K. Simmons, pero que lamentablemente no podremos escuchar porque no abundaran los estrenos en su versión original y el espectador tendrá que tolerar el doblaje nuevamente. Su animación no es de un gran nivel visual y menos detallista pero se nutre de un buen guion sólido que ya es mucho más de lo que las últimas obras de Disney pueden dar.
Filme de animación pequeño, sin pretensiones, en donde el valor está por ser una historia sencilla, simpática y bien contada. No se debe esperar originalidad ni desde la narración, recurrencia a la historia de un hijo que va a contracorriente del mandato paterno. Un viejo perro ovejero, héroe de expulsar a los malos lobos de la comarca, tiene como ayuda solitaria a su único hijo, y su estrategia de disfrazar a las ovejas que debe cuidar como un ejército de perros ovejeros. La historia de la humanidad da cuenta de esta estrategia. Pero Bodi tiene otros anhelos, le apasiona la música, prohibida por su padre por considerarla un medio de distracción. La situación así `planteada se quiebra cuando de de un avión caen por accidente muchos objetos, entre ellos una radio y Bodi conoce el Rock, y esto no tiene vuelta atrás. Va en busca de su pasión, y ella se encuentra en la gran ciudad. Casi como un calco de muchas otras, por ejemplo “Happy Feet”(2006) en la que un pingüinito, en vez de cantar como todos sus congéneres, zapatea. La ida y el regreso, primero desazón luego héroe. En este caso se cumple el dicho que la música clama las fieras. Dirigida por Ash Brannon,el mismo de “Toy story 2” (1999), sabe utilizar los tiempos y los personajes que se cruzaran en ese viaje del perro que quiere cantar, un gato rockero en problemas con la composición, un par de artistas callejeros., y los malos lobos que están en todas partes, Un filme para chicos con recurrencia al chiste y guiño a los adultos. Lo que quiere contar lo cuenta bien, lo que quiere decir lo dice, y se entiende, además entretiene. ¿Que más?
Más animación familiar, esta vez con un sello muy particular. Las orientales Mandoo Pictures y Huayi Brothers se unieron para una realización basada en la novela gráfica china, "Tibetan Rock Dog" del artista Zheng Jun. Ellos ponían la logística y los americanos, el desarrollo de animación (Reel FX, los que hicieron "The book of life"). Los contactos de las compañías hicieron que en la versión internacionnal las voces sean de consagrados en Hollywood tales como Luke Wilson, Eddie Izzard, J.K. Simmons, Matt Dillon y Sam Elliot, con la intención de una mejor distribución a nivel global. Suena loco, y verán, que si bien la historia está situada en China, hay mucho texto en inglés en los carteles de cada ambiente. Más allá de eso, es otro intento (como los sudafricanos de Triggerfish, por ejemplo de la que han llegado muchas cintas a nuestras tierras como "Khumba" y "Zambezia") de terciar en un mercado que mueve mucho dinero año tras año. Las majors hollywoodenses cuestan entre 60 y 120 millones de dólares. Pero recaudan entre tres y seis veces su presupuesto inicial. Es un mercado tentador para nuevos jugadores. La pregunta siempre termina en el mismo lugar: ¿se puede competir desde la calidad del producto con menos dinero? La respuesta hoy es poco alentadora. Por algo las grandes compañías de animación invierten lo que invierten. Hay muchos detalles para enfrentar una producción de este estilo y nada puede ser dejado al azar. Ni las texturas, ni la banda de sonido, ni el argumento (que debe incluir muchos guiños a los adultos que acompañan en sala) deben tener falencias porque el recorrido comercial del proyecto, se derrumba inexorablemente. Pero venimos a hablar de "Rock dog". Ya saben, los productores querían alguien con experiencia y les recomendaron a Ash Brannon, ex-director de Toy Story 2. La cosa es que este ensamble de capitales orientales con gente de la industria occidental es un experimento que habrá que replantearse. Quizás la unidad de criterios en este tipo de films atente contra el resultado final. Algo así siento que pasó con "Rock dog". Esta es la historia de un perro llamado Bodi, un mastín tibetano (jugado por Wilson en la versión en inglés), que se encarga de cuidar una población de ovejitas de los lobitos malos. No es un trabajo muy divertido... pero es. Digo, en esa zona no parece haber demasiadas ofertas laborales. Bien, la cosa es que la vida es muy aburrida allí (o no, que se yo) hasta que una radio cae del cielo y todo cambia. El pibe se obsesiona con una estrella del rock y se manda a la gran ciudad a conocerlo y volverse un rock star. Allí dará con su nuevo ídolo y verán la manera de abordar sus diferencias musicales y filosóficas. Porque ya saben, la música y el ritmo, se llevan en el corazón. La cinta tiene algunos puntos que suman y otros en los que no termina de hacer pie. La banda sonora es divertida, los gags físicos están bien logrados y el clima en la ciudad (si bien emula lejanamente a "Zootopia"), funciona. En el debe, las texturas no me gustaron, el guión me pareció demasiado esquemático y esperaba algo más rocker y menos tradicional. Ya la historia a priori era loca, ¿o alguien se imagina un mastín tibetano tocando rock? Pero no. El film es convencional y correcto, y el público menudo reacciona con algo de simpatía y algunas risas. Entretiene, pero le falta fuerza para jugar en las grandes ligas. No basta con traer buenos jugadores, decía mi papá, además, hay que saber hacerlos jugar en equipo. Ese consejo fue para los productores muchachos. Y no se los cobro.