Luego de una fiesta de casamiento, Santiago (Felipe Colombo) y Florencia (Sabrina Garciarena) contemplan el amanecer en la Costanera. Es evidente que se aman, sus cosas parecen ir por el buen camino. Pero una discusión saca a relucir algunos trapos sucios y terminan peleando, al punto de que cada uno se va por su lado. Durante las próximas horas, ambos se cruzarán con personajes y vivirán situaciones que los harán replantearse no sólo el rumbo de la relación sino el de sus propias vidas y sus verdaderos sentimientos. Solos en la Ciudad está estructurada en dos partes: el recorrido de Santiago, y luego, el de Florencia. De esta manera, podemos conocer mejor a ambos, especialmente sus puntos de vista sobre el amor y las relaciones. Como Antes del Amanecer y Antes del Atardecer, de Richard Linklater, pero en Palermo y con los protagonistas separados. El director Diego Corsini demuestra que sabe manejar los diálogos, cuyas temáticas y tonos varían de acuerdo a los personajes con los que se van encontrando los protagonistas, pero que siempre funcionan estupendamente por el buen trabajo de los actores. Y, para lograr mayor fluidez, suele recurrir a planos secuencia, como la charla entre Santiago, Esteban (Luciano Leyrado) y Cris (Laura Azcurra), en la puerta del zoológico. En cuanto al aspecto visual, se vale del recurso de la pantalla dividida, especialmente cuando los personajes hablan por celular. Sabrina Garciarena es perfecta para la comedia romántica. Su belleza simple (no inalcanzable) y su encanto natural, la convierten en la Florencia perfecta: una joven abogada, algo fría, que no deja de hacer planes a futuro, con una visión calculadora de las relaciones (“Con el amor sólo no alcanza”, dice), pero que en el fondo es vulnerable y bastante insegura. Felipe Colombo no brilla tanto como su partenaire, pero sigue estando bien y tiene las escenas más divertidas. A diferencia de su pareja, Santiago es un profesor de Historia que gana poco y prefiere un estilo de vida más free, sin preocuparse demasiado por el mañana. Pero su arrogancia pueden hacer peligrar aquello que lo une con Florencia. Los personajes secundarios no tienen desperdicio y todos son funcionales a la trama, aconsejando o intentando aprovecharse del mal momento de los novios: Catherine Fulop es Mariela, una vecina y madre dispuesta a escuchar; Santiago Caamaño hace de Javi, el fiestero amigo del protagonista, quien pretende retrotraerlo a las épocas de locura juvenil; Mario Pasik interpreta al padre y jefe de Florencia, un prestigioso abogado que aún cree en el amor; Matías Scarvaci se luce como Mauricio, un individuo de vida naturista y new age, que pregona la soledad; Federico Amador y Eliana González encarnan a los buitres que pretenden quedarse con Florencia y con Santiago, respectivamente. Curiosa y desopilante la aparición especial del distribuidor Pascual Condito como un puestero que vende comidas rápidas. Solos en la Ciudad llega para demostrar que las comedias románticas argentinas están en auge. Al igual que Mi Primera Boda, de Ariel Winograd, y Medianeras, de Gustavo Taretto, encara el género con una impronta y un lenguaje frescos y contemporáneos, influidos por clásicos modernos del género, como Cuando Harry Conoció a Sally y los films de Norah Ephron (también guionista del film de Rob Reiner). La película ideal para ver en pareja, sobre todo si los ánimos no son los mejores.
Del amor al reproche Después de una fiesta de casamiento, la pareja integrada por Santiago (Felipe Colombo), un profesor de historia y Florencia (Sabrina Garciarena), abogada con un futuro promisorio, decide ir a ver el amanecer a la Costanera. Y ahí estalla el conflicto de esta simpática comedia romántica de Diego Corsini que habla sobre las diferencias en la pareja y el aprendizaje que requiere toda situación amorosa. Solos en la ciudad muesta a Santiago y Florencia luego de una discusiión que los separa y los hace deambular por una ciudad que también les depara una galería de personajes que cambiarán sus vidas. Un amigo de la "noche porteña" que reaparece (Santiago Caamaño); un hombre obsesionado con la alimentación y la vida sana (Matías Scarvaci); una pareja que superó la crisis (Luciano Leyrado y Laura Azcurra), el padre de Florencia (Mario Paskik) que está preocupado por el futuro económico de su hija; además de una alumna y una ex que se agregan a esta acuarela urbana tan reconocible y, al mismo tiempo, peculiar. El realizador echa mano al recurso de la pantalla partida (en las conversaciones telefónicas) y a los díalogos (a veces extensos) que entablan los personajes como si se tratara de sketches concebidos de manera episódica. De todos modos, el interés de la trama no decae y pasea al espectador por diferentes escenarios de la ciudad de Buenos Aires. Una comedia urbana, amena y bien llevada por los actores principales que no tiene otra intención más que atrapar al público adolescente y jugar con la idea de que "con el amor sólo no alcanza".
¿Fue amor? El 2011 parece ser el año de la comedia romántica dentro del cine argentino. Un género, muchas veces bastardeado, que en los últimos meses ha logrado reivindicarse con trabajos como Mi primera boda (2011) o Medianeras (2011). Solos en la Ciudad (2011) no es la excepción a la regla y reconfirma el buen momento por el que se está atravesando. Florencia (Sabrina Garciarena) y Santiago (Felipe Colombo) vienen de una fiesta de casamiento. Él es profesor y ella una abogada con un futuro prometedor. Mientras amanece en Buenos Aires deciden hacer una parada en la costanera para contemplar los primeros rayos de sol del nuevo día. Pero lo que sería un momento romántico desembocará en una pelea que hará que cada uno elija un camino diferente. Solos en la Ciudad seguirá a cada uno por su lado y así observar que les sucede a partir de la ruptura amorosa. Encuentros con amigos, ex novias, pretendientes, familiares y una fauna de exóticos personajes aconsejarán (o no) a estos dos seres en crisis durante una cálida mañana de domingo porteño. La ópera prima de Diego Corsini es una película de personajes y de eso no cabe la menor duda. La historia da vueltas alrededor de ellos y así se transformarán en los absolutos protagonistas de todo lo que suceda en sólo un pequeño trozo de tiempo. Personajes muy bien definidos, en donde no sé dejó ningún elemento al azar, logran que cada uno de los actores puedan exponer lo mejor de sus dotes interpretativas. El trabajo de Felipe Colombo es digno de destacar, su primer protagónico en cine no hace más que revalidar la teoría de que su crecimiento ha sido increíble y que está para más. No sólo en lo argumental y la marcación actoral está el punto alto de Solos en la Ciudad, también hay que subrayar la construcción estética en la que puede apreciarse cierta chispa visual muchas veces ausente en un cine nacional acostumbrado a la utilización de tonalidades mucho más neutras u opacas. El contraste y la saturación en el uso del color nos muestran una película colorida y cálida, en donde la dirección arte y la fotografía son vitales como complemento del relato. Solos en la Ciudad es una comedia que hace foco en las relaciones de pareja y en todos esos lugares comunes a los que uno recurre cuando el amor pareciera acabarse, pero desde una visión diferente a la que el cine nos tiene acostumbrados. Con mucha luminosidad, un fuerte anclaje en el texto y una minuciosa construcción de los personajes hacen que Corsini se manifieste como una promesa dentro de una camada de realizadores que apuesta más a lo narrativo que a la contemplación.
Causas tontas, sentimientos pasajeros El relato tiene la principal dificultad de presentar una anécdota que mejor hubiese servido a una duración de cortometraje, debido a la modesta dramaticidad con que se manifiesta ante el espectador y el modo en que luego pretende desarrollarse. Desde el punto de vista formal el argumento presenta un defecto injustificable: la inconsistencia. La combinación de causa insignificante del conflicto y sentimientos amorosos profundos entre los personajes, producen desde el inicio un desenvolvimiento inverosímil del drama propuesto. Las causas de un conflicto amoroso en la ficción deben estar en proporción directa con los sentimientos amorosos expresados por sus protagonistas; de modo tal que si las causas son de poco peso narrativo, resulta inexplicable que los sentimientos sean entonces tan profundos. A causas tontas, sentimientos pasajeros. Respecto del desarrollo, es de lamentar la aparición brevísima y errática de personajes secundarios que, de disponer de mayor espacio dramático, hubiesen podido enriquecer significativamente una trama ya de por sí superficial e inverosímil. Una vez planteado el drama, el relato pretende poner en paralelo las peripecias protagonizadas por cada uno, pero dicho paralelismo resulta insatisfactorio, debido probablemente a que la correlación con la historia de Florencia se demora excesivamente, lo que resta una buena porción del ritmo dramático narrativo. Por otra parte, el trabajo actoral ha sido bastante descuidado, no sólo por una deficiente labor actoral en los protagonistas, como en algunos personajes secundarios, sino por una –a mi juicio- equivocada tarea de trabajo con los actores para plasmar la conflictividad que plantea el argumento. En tanto el amor no ha sido expresado cinematográficamente, sino sólo afirmado desde el discurso verbal, el relato no llega a convencernos genuinamente de esa unión profunda, mágica y especial, a la que todos los amigos de la pareja hacen referencia. Este mantenerse las relaciones en un puro nivel de la palabra, imposibilita una identificación visceral entre el espectador y los personajes, fundamental para convencer al espectador de la legitimidad del conflicto propuesto y la necesidad de la unión de los amantes. En el terreno de la ficción dramática (teatral o cinematográfica) no alcanza con decir que existe una unión especial entre dos sujetos, ni alcanza con que un personaje diga que ama a otro, esos sentimientos deben plasmarse y emanciparse del terreno de lo verbal, sin lo cual son apenas sentimientos truncos, prisioneros del lenguaje, pero nunca emociones. Cabe, sin embargo, destacar la labor de Mario Pasik, así como la lograda secuencia de montaje final, que se ha logrado con dignidad.
Una pareja en conflicto es el centro del fallido film Todos sabemos qué se siente ser oyente de los conflictos amorosos de una amiga/o. Ante la angustia del otro, uno escucha comprensivo un rato hasta que ese rato se transforma en horas, y esas horas, en días y semanas. Y entonces uno soporta la repetición y el discurso poco interesante o coherente por el cariño que le tiene a esa persona que sufre por amor. En el caso de los personajes protagónicos de Solos en la ciudad, resulta muy difícil tolerar y ser testigos de sus conflictos después de unas cuantas secuencias organizadas en viñetas que pretenden aleccionarnos sobre la naturaleza del amor. Todo comienza en la Costanera con Florencia (Sabrina Garciarena) y Santiago (Felipe Colombo) mirando el amanecer mientras charlan sobre el casamiento al que acaban de asistir. Muy rápidamente el momento romántico -aunque cinematográficamente poco inspirado- se transforma en pelea por la diferencia de expectativas que cada uno tiene de sí mismo y de la pareja. El es profesor del secundario y sólo se entusiasma con un posible casamiento propio cuando piensa en la despedida de soltero que hipotéticamente le armarían sus amigos. Ella es abogada, paga las cuentas y ambiciona formar una familia empezando por el lavarropas. Así comenzará entonces un recorrido que los seguirá en su búsqueda de respuestas frente al conflicto amoroso que se les puso enfrente. El muchacho comenzará por el peor lugar y el peor interlocutor si de salvar la pareja se trata: Javi (Santiago Caamaño), un amigo siempre dispuesto a la fiesta y bastante adverso al compromiso. Con un monólogo escrito con un preocupante exceso de misoginia y una evidente falta de ritmo, la película inicia un desfile de personajes tan poco interesantes como los consejos que tienen para darle al protagonista.
En busca de las certezas perdidas Una joven pareja deambula, por separado, en una “minicrisis”. La principal debilidad de Solos en la ciudad , opera prima de Diego Corsini, es que la estructura general se impone por sobre cada elemento de la película. Aun en una comedia romántica que propone seguir las convenciones del género, una construcción rígida puede ahogar al desarrollo de los personajes y la trama. En este caso, el filme entero termina siendo una previsible sucesión de viñetas -que podrían ser teatrales- abundantes en sentencias sobre la pareja. Pero la tensión dramática y el humor no terminan de instalarse. La historia empieza con una pareja joven (Felipe Colombo y Sabrina Garciarena) que decide ver un amanecer en la costanera, al regreso de un casamiento. El cansancio y los efectos secundarios que genera cualquier boda hacen que de la esperada situación idílica se pase a una discusión (que, después de todo, no parece tan grave). Desde ese momento, Santi, profesor de Historia, y Flor, abogada, más ambiciosa y estructurada que él, se separan y empiezan a deambular por Buenos Aires, durante un domingo de confusión y desvelo. ¿Y qué ocurre? Cada uno va encontrándose con diversas personas (desconocidos, amigos, ex parejas, familiares y pretendientes) con los que mantienen largas conversaciones -a puro plano y contraplano- sobre los volátiles sentimientos y la vida conyugal. Algunos de estos personajes están trabajados desde la parodia; otros, desde el realismo: lo común es que todos tienen algo importante, casi aforístico, para decir sobre el amor. Esta road movie urbana avanza en dos líneas similares aunque divergentes, hasta que apela al montaje paralelo para procurar la confluencia. Entonces, todo encaja como en un rompecabezas: es decir, de un modo artificial. Los rubros técnicos son prolijos; las actuaciones principales, poco convincentes, sobre todo por el peso de un mecanismo muy cerrado.
Irregular, pero simpática comedia romántica juvenil Qué delicia son las peleítas de enamorados, cuando se sabe que culminarán en otra delicia más linda, la reconciliación. En esta agradable comedia romántica, una parejita discute por una pavada al amanecer, tras una fiesta, y se reconcilia al atardecer, lo que constituye otra fiesta. Entre medio, cada cual se cruza con diversos personajes que ofrecen sus consejos, distraen, o intentan alguna seducción. ¿Y por qué pavada se pelearon? Ah, porque ella quiso saber cuándo iban a casarse. Ahora su enamorado se plantea si esa relación vale la pena. Con mayor razón, ella se plantea lo mismo. Y, cada uno por su lado, andan por la ciudad y encuentran o desencuentran lo que les conviene. La sucesión de amistades casadas o solteras, relaciones anteriores o aspirantes al reemplazo temporario, y algún entrometido que aparece como un exabrupto, incluye también una celestial vecina encarnada por Catherine Fulop, y un padre que da consejos pero dista de ser amistoso, bien desarrollado en breve espacio por Mario Pasik. En el variado elenco destacan también las participaciones de Federico Amador haciendo, precisamente, de hábil amador, la encantadora Eliana González como estudiante ansiosa de convertirse en levante de su joven profesor (y así emular a ciertas criaturas literarias que la fascinan), y la dupla Juan Leyrado-Laura Azcurra. Esta última dice una de las mejores frases de la película, que abunda en lindas e instructivas frases sobre la vida amorosa: «Cuando estás en pareja dejás de ser uno y pasás a ser la mitad de dos». La obra también abunda en colores intensos, cortes de montaje movedizo, y abundantes planos de los protagonistas, Sabrina Garciarena y Felipe Colombo, ídolo de las jovencitas que crecieron acariciándolo en la pantalla chica. Autor, Diego Corsini, productor de «La Tigra, Chaco», el corto «Un juego absurdo» y otras piezas recomendables. En resumen, obra irregular pero simpática, juvenil, y con final abierto y feliz. Es decir, todavía no se van a casar.
Con algunas notorias influencias de films románticos estadounidenses y también nacionales y una línea argumental bien perfilada pero demasiado previsible, Solos en la Ciudad logra proponer de todos modos una aceptable historia de amor con toques de comedia. Una trama amorosa que se reduce tan sólo a un día, en el que una joven pareja, luego de asistir a una boda, saca a relucir viejos enconos, produciendo un alejamiento entre ambos dudosamente definitivo. En ese trance surgirán idas y vueltas en las que intervendrá una atrayente galería de personajes. Diego Corsini con su ópera prima logra una pieza entretenida, alternando algunas escenas brillantes (como el diálogo en la cuadra del zoo y el encuentro de ella con su padre) con otras no tan logradas. Por otra parte parece ser que en cine a Sabrina Garciarena le buscan galanes semejantes, porque en su anterior film también romántico, Amor en tránsito, Lucas Crespi luce idéntico a su aquí partenaire Felipe Colombo, y hasta en Felicitas Gonzalo Heredia tiene un tipo físico afín. Fuera de este apunte, se trata de una actriz indudablemente bella y fotogénica, que le otorga naturalidad y encanto a sus roles. Colombo la acompaña con corrección, pero en intérpretes secundarios como Luciano Leyrado, Mario Pasik, Laura Azcurra, Matías Scarvaci y Federico Amador, se encuentran aportes verdaderamente disfrutables.
La necesidad de pensar un futuro El filme tiene buenas y probadas actuaciones. Felipe Colombo y Sabrina Garciarena defienden sus papeles con honestidad y con el amplio bagaje de una extensa carrera que les ha dado una popularidad bien merecida. Una pareja dispuesta a vivir el presente y asumir sus consecuencias, son los protagonistas de "Solos en la ciudad", una comedia pequeña que dirigió Diego Corsini y en la que exhibe algunos de clisés típicos de la pantalla en pequeño formato. La crisis de pareja es lo que se impone en este filme, hecho de pequeñas escenas de a dos, o de a tres, en la que los diálogos la mayoría de las veces resultan demasiado poco atractivos y faltos de contenido, o demasiado pretenciosos. JUSTIFICACIONES "Solos en la ciudad" es una comedia liviana, en la que Santiago opina que lo suyo es el presente: dictar sus clases de historia y por ahora no casarse. No explica las razones de no querer dar el sí y esa es una de las explicaciones que le pide su novia. La chica se llama Florencia, es una joven abogada, que trabaja en el estudio de su padre y es una mujer previsora. Ella imagina el futuro casados, con casa propia y un marido con un empleo con miras a evolucionar. Algo coherente para cualquier pareja, pero no para Sebastián, al que su actual y su ex novia lo acusan de ser medio chiquilín. Como ocurre siempre, solo los amigos, o los padres son capaces de justificar el dolor de una posible separación y a ellos van a ver, cada uno por su lado, Sebastián y Florencia. El filme tiene buenas y probadas actuaciones. Felipe Colombo y Sabrina Garciarena defienden sus papeles con honestidad y con el amplio bagaje de una extensa carrera que les ha dado una popularidad bien merecida.
Vagando por las calles de Palermo Esta opera prima del director Diego Corsini se convierte en un tremendo exponente de la comedia romántica palermitana que durante los últimos tiempos viene invadiendo periódicamente una buena parte del cine local. Siguen las comedias en el cine argentino desde diferentes propuestas, ejes temáticos, formas expresivas, miradas opuestas sobre el mundo y en relación al género. En los últimos años, sin embargo, un tipo de comedia es la que triunfa por encima de las otras, aquella que describe a una pareja de adultos en conflicto (bah, entre los 25 y los 40) con una psiquis atolondrada y con inestabilidades emocionales a solucionar. Dentro del género, se impone una visión romántica del asunto que, en general, muestra a un micromundo (el barrio de Palermo y sus adyacencias) como centro del universo. En realidad, la comedia romántica palermitana es aquella que invade una buena parte del cine argentino de los últimos tiempos. Y Solos en la ciudad es un ejemplo contundente del tema. Resulta difícil rebatir que la opera prima de Diego Corsini traicione sus intenciones. Más aun, a medida que transcurre el relato, que comienza con una ruptura de pareja mirando un amanecer de postal, Solos en la ciudad profundiza las taras, manías, miedos, obsesiones y traumas de una fauna de personajes dignos de la televisión infanto-adolescente de los ’80 transmutados al Made in Palermo siglo XXI. Pues bien, Santiago y Florencia han discutido por una tontería, como la mayoría de los entuertos de pareja, y de ahí en más divagan por la ciudad a la búsqueda de solucionar su ruptura (o “peleíta”). Y así, entre imágenes del Planetario, un contexto risqué y un universo que parece sacado de una publicidad para ver en los aeropuertos, Santi y Flor se cruzarán con una inesperada galería de personajes, digamos, que parecen no pertenecer a este mundo. Entonces, Santi, profesor de Literatura, establecerá un debate dialéctico con una alumna (en una librería, obvio) y disertarán a viva voz sobre Kundera. Flor, en tanto, conversará con una vendedora de feria artesanal (el toquecito hippie-cool) y charlará con su papá (en otra demostración contundente del Palermo “psi”). También aparecerá el langa que desde hace tiempo desea a Flor, una pareja que camina en un extenso travelling y escucha el drama que padece Santi, y otros personajes similares. Entre diálogos que pueden hacer sonrojar a un artista zen alejado del mundo terrenal, cerca del final, surge otro personaje inesperado: una amiga de Flor con más años que la susodicha. En ese primer encuentro, con la pobre novia triste y meditabunda andando por la calle, esta nueva criatura de ficción, mirando a la tristona Flor, atina a decirle: “¿Qué te pasó, te asaltaron?” En ese instante, Solos en la ciudad se convierte en la primera película argentina palermitana-PRO
Cuando comienzo a ver en la cartelera tantas películas nacionales, me llena de alegría, más aún cuando se trata de una ópera prima como es en este caso, además Corsini es productor y coguionista con tan solo 30 años de edad, elige como protagonistas dos jóvenes actores: el mexicano Felipe Colombo (28) y la actriz argentina Sabrina Garciarena (29) quien en la actualidad se encuentra trabajando más en Europa. Pero a veces todos los elementos citados no alcanzan a la hora de contar una historia, porque si la historia que se intenta contar es débil y no contiene la fuerza narrativa cinematográfica resulta difícil de llegar al espectador y tal vez con unos cuantos cambios se podría llevar al teatro. La pareja de esta historia está compuesta por: Santiago (Felipe Colombo) y Florencia (Sabrina Garciarena), que regresan de una fiesta de casamiento, deciden detenerse y dialogar frente a la costanera disfrutando el amanecer de un domingo, todo es agradable, pero no tardan en salir problemas que están atravesando a tan solo un año de convivencia, y rápidamente nos damos cuenta que la pareja no está consolidada (la culpa la tiene, el lavarropas?). A medida que ellos deambulan solos por la ciudad, conocemos un poco más a los personajes, él es profesor, poco responsable y dedica bastante atención a su profesión; ella en cambio es una abogada exitosa, planifica más, le gusta tener las cosas bajo control y como casi todas las mujeres desea casarse. Se van cruzando con distintos personajes como: un amigo de la noche porteña Javier (Santiago Caamaño), se borro después de 3 años de novio; Mauricio (Matías Scarvacchi) obsesionado con la alimentación y la vida sana; una pareja que superó la crisis Esteban y Cristina (Luciano Leyrado y Laura Azcurra), Roberto, el padre de Florencia (Mario Paskik) que está preocupado por el futuro económico de su hija; una alumna Déborah (Eliana González); una ex Soledad (María Abadi); Déborah (Eliana González) ; un ex de ella Gonzalo (Federico Amador) y una vecina Mariela (Catherine Fulop). Ahora ellos tienen que resolver si el amor que sienten es suficiente para sostener esta relación; ambos confundidos, evitando volver a la casa donde viven, durante un día caluroso y todo esto se va entremezclando con una bella ciudad y una maravillosa fotografía. El film contiene humor, ironía, toca los problemas típicos de aquellas parejas que aun no han madurado, con actuaciones correctas, pero no tiene peso narrativo, resulta esquemático, simple, poco atractivo, le falta ritmo, no llegan a convencer y termina siendo muy previsible.
Hace poco leía en alguna revista del medio (creo que en el último número de "Haciendo Cine", pero no puedo asegurarlo), que los directores argentinos de esta camada nueva (un poco posterior al NCA puro y duro), crecieron viendo Hollywood y sus comedias y que esa influencia terminó por filtrarse en sus primeros proyectos al salir a la arena. Ya saben que a nuestra idiosincracia, siempre le cayó mejor el drama costumbrista. Es ahí donde cosechó los mejores resultados en festivales internacionales y nuestro cine marcó diferencias cuando abordaron (aunque sea lateralmente) el tema de los desaparecidos y el gobierno militar posterior al golpe de Estado en 1976. Es extraño, y saludable, que vayamos saliendo de los dramas y los actores grandes (en edad, digo) protagonizándolos. Me parece saludable que haya sangre nueva que mire y respete al cine comercial, industrial y lo considere vehículo de sus ideas fílmicas. Que quede claro, yo amo el cine. Me engancho con las pochocleras (aunque no me llevo el balde a la sala, prefiero algo más liviano) si me atrae la temática y también la exótica esa (europea, asiática, africana, etc...) que se exhibe en DVD en salas de treinta butacas y que no junta más de 200 espectadores en su única semana de exhibición. Si está bien hecho, lo disfruto y no etiqueto por su procedencia. Por eso, me pone de buen humor que intentemos abrir una veta en el mercado nacional que tenga comedias, de cualquier tipo... Si son románticas, mejor. Creo que tienen una universalidad atrayente y está bien que construyamos en esa dirección. Se hace camino al andar. Así que "Solos en la ciudad", suma. Antes de entrar a la sala, yo sé que la voy a respetar y valorar por el esfuerzo que significó pensarla siquiera. Me puse en manos de Diego Corsini (director y guionista) y me entregué a su relato. Florencia (Sabrina Garciarena) es una abogada relativamente formal que siente que va llegando la hora de encarar objetivos más significativos con su pareja, Santiago (Felipe Colombo). A la salida de una fiesta, los encontramos mirando el río, relajados, felices,... pero no. Algo no anda y en un ratito, ellos se encargan de dinamitar la escena: piensan y sienten distinto sobre los proyectos comunes y eso hace que planteen separarse. El tema central de la cinta es obviamente, recorrer sus historias individuales en las cuales cada uno desde su subjetividad, hará un replanteo forzoso de sus necesidades y posibilidades a la hora de cambiar o volver a apostar por el otro. Cada uno tiene una fauna de amigotes, conocidos y ex que van a opinar sobre el tema, algunos de buena onda y otros con intenciones de obtener réditos de la cuestión. Habrá situaciones divertidas, que principalmente le van a suceder a Santiago y algunas interesantes discusiones sobre la soledad, el amor y la pareja traídas y recreadas por los secundarios, entre los que se destacan Catherine Fulop (Mariela, una vecina de las necesarias cuando uno entra en crisis) y Mario Pasik, quien se luce como el padre de Florencia (tiene las mejores líneas y aporta mucha claridad en pequeñas dosis). ¿Es entonces "Solos en la ciudad" una propuesta sólida y redonda? No, definitivamente. La pareja parece desbalanceada, mientras Garciarena es muy carismática y parece haber nacido para este género (es linda y luce natural siempre), a Colombo se le nota cierta confusión en la construcción de su personaje. Está bien que el libro le marca cierto perfil que potencia este aspecto, pero se lo ve... desconcertado y no es sólo por la crisis que atraviesa en la trama, sino nos da la impresión de que le cuesta afirmarse en su rol. Le reconocemos su voluntad (se luce en los momentos divertidos) pero le falta para estar a la altura de su compañera de cartel. Más allá de eso, creo que donde el film falla es en la creación de esa magia o atmósfera que tienen las grandes comedias románticas donde la platea contiene la respiración ante cada vaivén que acerca o aleja a los protagonistas de su unión definitiva. Quiero decir, no generan esa conexión profunda (perdón pero es así!) que justifica el derrotero que hacen. Quizás sea la falta de química o la manera en que se describen las emociones (y no se viven). Lo cierto es que no logramos identificarnos con ellos a pesar de que deberían ser personajes cercanos a nuestra realidad. Eso resta. Corsini tiene condiciones y seguramente capitalizará mucha experiencia de este trabajo, así que estoy seguro que sabremos pronto de él y sus nuevos proyectos. "Solos en la ciudad" es despareja pero honesta. Es de los films que se dejan ver, pero de los que esperabamos más.
Conformado por figuras conocidas de tiras televisivas, con Felipe Colombo y Sabrina Garciarena a la cabeza, el elenco de esta historia presenta grandes desniveles. Los dos personajes centrales son un poco cortos de palabras y repiten los mismos modismos decenas de veces, en especial durante el pequeño e irrisorio enojo inicial más propio de chicos que de adultos que se proponen pasar el resto de sus vidas juntos. Asimismo, se encuentran mal desarrollados e interpretados algunos de los personajes secundarios (en especial el del amigo “canchero” de Santiago), con excepción de Mauricio, un lacto ovo vegetariano fanático del deporte y de la vida sana, y aquellos que cayeron en manos de los experimentados Mario Pasik, Laura Azcurra y María Abadi.
Publicada en la edición impresa de la revista.