La primera película de "Toy Story" me pareció genial, vaya uno a saber si fue porque era la primera, porque realmente fue genial o una mezcla de ambas cosas. Pero con la segunda parte, no me sucedió lo mismo. De hecho, no estoy segura de haberla visto completa de una sola vez, sino que la ví por partes. En ese entonces, no logró atraer demasiado mi atención. Pero ayer la fuí al Cine, en formato 3D, y realmente me entretuvo muchísimo. Si bien como la primera no hay (aunque todavía no sé que sucederá en la tercer entrega...), tengo que destacar que esta segunda parte tiene muchas más escenas de "acción", y eso creo que es un punto a favor tanto para el público infantil, como para los adultos. Por otra parte, como habrán visto en el trailer (si no vieron la película todavía), se suman varios personajes nuevos, aunque no logran modificar demasiado la historia, y lo que quiero decir es que podrían no haber estado y hubiese sido lo mismo, al menos para mí El 3D definitivamente me gustó mucho más en esta segunda parte. Creo que hubo más escenas en donde esta tecnología se podía aprovechar, y así darle más realismo a lo que estaba sucediendo. Como dije cuando escribí de "Toy Story", lo que realmente importa de estas proyecciones, es que uno tiene nuevamente la oportunidad de ver estas dos películas en la pantalla grande, y encima en 3D. Una excelente forma de esperar a que llegue la tercera parte ;)
Una joya que no perdió su vigencia El clásico de esta saga de Pixar llega en versión tridimensional. Es, por lo menos, raro escribir la ¿crítica? de una joya de Pixar estrenada hace más diez años en la Argentina. En realidad, se trata de un formidable aperitivo cinematográfico, ahora en 3D, que empezó hace dos semanas con Toy Story 3D (1995) y que mitiga la espera del plato principal y novedoso: Toy Story 3 en versión tridimensional, que se estrenará a mediados de este año. Sí se puede sostener que, a pesar de los avances tecnológicos, las imitaciones y la creciente sofisticación del mercado animado, Toy Story 2 sigue siendo una película mayor dentro del género: por la creatividad, la sensibilidad, el respeto a la inteligencia del espectador -infantil y adulto- y la falta de pomposidad. La historia tiene apariencia simple, poco pretenciosa, y atrapa desde el comienzo hasta el final de los créditos (literalmente), con acción incesante, narrativa impecable y humor delicado. Y, por supuesto, con un minucioso trabajo visual que aún impacta. Hablamos de cine -de animación o no, poco importa- clásico y moderno. A aquellos que no la vieron se les puede contar que Woody, muñeco-vaquero que era el preferido del niño Andy, se debate entre terminar en un museo japonés y perpetuar su existencia -que será fría- o tratar de regresar a la habitación del chico, que más temprano o más tarde será un adolescente y lo hará a un lado (seguramente, no en su memoria). Buzz Ligthyear, comando espacial que antes enfrentaba a Woody, ahora irá a buscarlo, obviamente con muchos de los inolvidables personajes/juguetes de reparto, como el dinosaurio Rex, el perro Sinky o el Sr. Cara de papa. El paso a tres dimensiones es, desde luego, un aporte que le da más profundidad a una película de movimiento permanente. Y, sin embargo, al no haber sido hecha especialmente para este formato, el 3D no gravita tanto como en otros filmes más recientes, de calidad muy inferior a Toy Story 2. El segundo filme de esta saga histórica, dirigido por John Lasseter y Ash Brannon, estará sólo catorce días en cartel. Los nostálgicos, los que se lo perdieron y los que no habían nacido en 1999 tienen la gran chance de verlo, o volver a verlo, con aportes nuevos y virtudes perdurables, en sala.
El regreso de dos clásicos (renovados) Aclaro: esto no es una crítica, sino un mero recordatorio de dos gemas de la animación (probablemente las más influyentes de los años '90), que ahora llegan "retocadas" en versión digital 3D; es decir, las mismas historias de siempre con una excelente calidad de imagen y sonido, y con el agregado de efectos que permiten disfrutar de las encantadoras aventuras del cowboy Woody, del "guardián del espacio" Buzz Lightyear y de sus queribles compinches (Cabeza de Papa, el dinosaurio Rex, etc.) con mayor espectacularidad y sensación de profundidad de campo. ¿Qué se puede agregar a lo que ya se ha escrito (y visto) decenas de veces sobre esta saga que espera su tercera entrega para el próximo 15 de julio? La eficacia de ambos relatos se mantiene intacta, inalterable, y la posibilidad de verla con anteojitos y en copias remasterizadas le confiere un plus especial. De todas maneras, al no haber sido concebidas especialmente para las salas digital 3D, no es tanto lo que esta nueva tecnología le aporta a la narración. No hay aquí golpes de efecto ni una vertiginosa acumulación de estímulos como acostumbra el cine de animación contemporáneo muchas veces carente de ideas. Aún con sus limitaciones técnicas (hace 10 o 15 años Lasseter y compañía no contaban con las mismas herramientas que Pixar posee hoy), Toy Story y Toy Story 2 comparten el amor por los chicos, por los juguetes y por el cine. Volver a verlas en pantalla grande -como yo lo hice con mis dos hijos- es la renovación de un placer muy recomendable.
Poco escribiré en esta crítica, porque nadie necesita saber de nuevo todo lo que se dijo, y nada cambiará lo que uno ya tiene fijo en su memoria de una obra maestra. Para algunos, entre los que me incluyo la segunda parte de Toy Story, es mejor que la primera… lo cual ya es complicado de entender, porque mejorar algo en ese nivel es dificilísimo. La vivencia de poder ver nuevamente en un cine, con esos colores, con esos detalles, con un sonido maravilloso a Toy Story 2 es una experiencia que un fan no puede dejar pasar. ¿El 3D es bueno? Claro que es bueno… pero si querés ver algo 3D, andá a ver Fuerza G… Toy Story no es para los que solo quieren ver algo que sale de la pantalla… ¿Se ve bien el 3D? Si, tiene cositas lindas… pero lo que gana la película realmente, es con la digitalización, con el hecho de que ahora quedará de manera indestructible en cualquier sala de cine, para que de vez en cuando, algunos niños eternos por culpa de Pixar, podamos sentarnos en una sala de cine a ver una historia maravillosa. Gracias Pixar por esta obra maestra, que pude ver hace tantos años solito en una sala de cine normal, y que ahora ayudé a sostenerle los anteojos a mi hija de 3 años, abrazados a una muñeca de Jessie y disfrutando cada imagen proyectada.
No hay dos sin tres, en 3D. Suena raro comentar una película que fue estrenada en 1999, pero creo que con más razón hay una gran cantidad de público que merece verla y más en pantalla grande. Está renovada propuesta de los estudios Walt Disney Pictures y Pixar Animation en un formato 3D es la excusa perfecta para que padres que ya la vieron, acompañen a sus hijos o ¿por qué no? tíos, hermanos o amigos, acompañen a alguien que no ha podido disfrutarla aún. Son de esas historias que no tienen desperdicio, que tanto grandes como chicos puden disfrutar y pasar un muy buen momento. En este caso la aventura comienza cuando Andy esta en un campamento de verano y Woody es secuestrado por Al McWiggin, el codicioso propietario de la juguetería "Al´s Toy Barn" quién colecciona muñecos para venderlos a museos. Los inolvidables personajes de siempre: Buzz, el Señor Cara de Papa, el perro Slinky, Rex y Hamm saldrán al rescate de su amigo vaquero. Y pasaran por los más peligrosos e inimaginarios lugares, donde solo estos valerosos juguetes lograrán llegar. Y lo peor: saben que si Al comercializa a su buen amigo Woody, jamás lo volverán a ver. Esta aventura es el paso previo que nos llevará a Toy Story 3, la última de la saga, que se verá en julio de est año. En esta última parte se podrán apreciar los mejores efectos en 3 dimensiones, ya que Toy Story 1 y 2 fueron sólo remasterizadas.
Nuevamente gracias al remasterizado en 3D tenemos la oportunidad de ver en cine otro de los clásicos de Pixar, la segunda parte de Toy Story. No tiene mucho sentido armar una crítica explicando en detalle las diferencias con su antecesora o si el argumento es bueno o malo, ya que se trata de una película que se estrenó hace más de diez años y hay varias opiniones de esa época (tanto positivas como negativas), lo único que voy a decir en este sentido es que, en mi opinión, Toy Story 2 es de aquellos ejemplos de films que superan en muchos aspectos a su antecesora. Ya conocemos a los personajes, por lo tanto, no deparamos en ir directo a la acción que tienen para mostrarnos ésta vez. La rivalidad entre Buzz Lightyear y Woody pasa a un segundo plano, ellos ya se han convertido en “mejores” amigos. Ya no hay preferidos por el dueño Andy y la pandilla de juguetes (acrecentada) interactúa aún más que en la anterior, sabiendo a priori sus bondades. El tema principal del film gira alrededor de la pérdida de las ganas de jugar, el crecimiento. El día en que el dueño de un juguete pasa a considerarlo un recuerdo y lo que esto hipotéticamente significaría para uno de éstos muñecos, en particular Woody. Woody conoce a sus pares televisivos de la tira de aventuras continuadas de la cual surgió, Jesse (una cowgirl equivalente a Woody pero femenina) y al oloroso Pete, un muñeco de colección intacto en caja cerrada. Para el momento de su estreno, asombraba la calidad de recreación de un humano que Pixar había logrado, hasta esa época era una innovación inaudita que futuras animaciones digitales ya han superado. Woody va a parar al despacho de el dueño de una casa de juguetes que quiere lucrar con merchandising de la serie de tv de Woody, para lo cual, la pandilla de juguetes amigos han de comandar una misión de rescate. Impagables secuencias junto a las Barbies, el humor de Pixar rompe la barrera de hacer disfrutar tanto a niños como adultos, con gags de doble sentido, de temàtica sexual sutilmente sugeridos. En cuanto al 3D, nuevamente nos encontramos con el ejemplo de un film que no ha sido diseñado para ser visto de ésta forma. La recreación es satisfactoria, el film se visualiza en un formato digital, pero sin un 3D invasivo hacia el espectador, del cual pasados unos minutos de visión olvidamos de estar involucrados con semejante tecnología. Al igual que hace dos semanas atrás, esta es una ocasión ideal para llevar a los más pequeños a disfrutar de este espectáculo que sólo se exhibirá en cartelera por 14 días, anticipando la llegada del estreno de Toy Story 3 tentativa para el 15 de julio de éste año.
Con las aventuras en primer plano El reestreno de Toy Story 2 en su versión 3D es el último escalón antes de la llegada de la flamante tercera parte de la historia, en julio próximo. Al igual que sucediera con Toy Story, primera y seminal película de los estudios Pixar, el pase del film a la tecnología hoy tan a la moda no supone mayores cambios, pero sí comprende una puesta en valor de todo lo bueno que mostró diez años atrás. La cuestión, ante esta versión en 3D, es preguntarse qué aporta la nueva tecnología a una película que acumula méritos suficientes como para no necesitarla. La continuación de la saga que protagonizan los dos juguetes preferidos del niño Andy: el cowboy Woody y su compañero –casi rival en la primera parte– Buzz Lightyear, astronauta corajudo y leal, tiene una gran idea detrás, que se mantiene incólume: demostrar que la transitoriedad del goce por los juguetes no queda fijada a la infancia y sí al amor que se puede tener por ellos. En ese sentido, su visión en 3D está justificada, ya que les da una textura a estos muñecos que los hace aún más cercanos, con una entidad espacial que se adivina desde el primer momento, cuando Buzz aparece como protagonista de un videojuego. Sin humanizarlos, claro, que cuando Pixar cruza esa línea logra sus películas más desparejas (Cars). Éstos no son objetos ni personas: son juguetes vivos, ni más ni menos, capaces de comprender su misión en este mundo y encararla con valentía, aunque el olvido esté en el horizonte. La historia funciona de maravilla, con la peripecia de Woody a punto de ser vendido a un museo junto a la vaquerita Jessie y el “oloroso” Pit, y finalmente rescatado del malvado coleccionista Al por sus chiches amigos. Como corresponde, con la aventura en primer plano y la tecnología detrás.
Los súper juguetes duran todo el verano Con la versión en 3D de Toy Story 2 (1999) ocurre algo similar a lo que sucedía con la primera parte: la posibilidad de disfrutar en pantalla grande de este clásico de la animación resulta más interesante que la misma adaptación tecnológica. Por suerte los responsables del proceso de digitalización respetaron ambos films y evitaron “retocarlos” para agradar a los más chicos y/ o acercarlos injustamente a los patrones contemporáneos (práctica común en estos días en lo que se refiere a relanzamientos). Sin necesidad de tales menesteres, casi sin quererlo la extraordinaria secuencia de acción del inicio aprovecha por sí sola el 3D. Para aquellos que no lo recuerden, la historia en esta oportunidad deja de lado el esquema de las “buddy movies” y reproduce la estructura de la original haciendo un enroque central: ahora es Woody (Tom Hanks) quien se aleja involuntariamente de la casa de Andy (John Morris) y debe ser rescatado por una cofradía muy llamativa conformada por el Señor cara de papa (Don Rickles), el perro Slinky (Jim Varney), el dinosaurio Rex (Wallace Shawn) y el cerdito- alcancía Hamm (John Ratzenberger). Al mando del inefable Buzz Lightyear (Tim Allen), los juguetes tendrán que vérselas con el coleccionista Al (Wayne Knight). Si antes el énfasis conceptual estaba puesto en los conflictos que acarrea la amistad durante la infancia, aquí el tono del relato se oscurece al sumergirse de lleno en los cambios inevitables que llegan con la adultez. La metáfora de la transformación temporal se nota sobre todo en la presencia de dos personajes humanos: uno es Emily, la que alguna vez fue “dueña” de Jessie (la nueva compañera de Woody), y el otro es el propio coleccionista, dedicado al remate de piezas invaluables (dueño además de una juguetería). La primera representa la “evolución natural” y el segundo la traición total de los principios infantiles. Ya sea por crecimiento o búsqueda de usufructo, los protagonistas se enfrentan a la contingencia de quedarse solos: por supuesto que la solución es una nueva exaltación del cariño entre marginados. Con hilarantes referencias a Jurassic Park (1993) y El imperio contraataca (The Empire Strikes Back, 1980), una trama plagada de gags maravillosos, un guión mucho más dinámico y una mejoría general en los CGI, esta secuela de John Lasseter por momentos hasta supera a Toy Story (1995). Como en el cuento de Brian Aldiss, el encanto de estos “muñecos con vida” pasa por la aceptación de su destino imperecedero...
El nuevo fenómeno 3D permite re-estrenar en el cine este clásico de la animación para que los mas chicos lo puedan disfrutar en la pantalla grande como lo hicimos nosotros hace mas de 10 años. Mi idea no es hacer un comentario sobre la película, la cual ya todos conocen y es para mi el mejor trabajo de Pixar junto a "Toy Story" y "Finding Nemo". Este re-estreno no solo se hace para apreciar estas dos maravillas en 3D, sino además como un anticipo de la tercer parte que se estrenara en pocos meses. El tema no pasa por el efecto "cosas que se te vienen encima" ya que la versión de "Toy Story 2" es la misma de siempre, con lo cual no esperen nada nuevo por ese lado. Aquí el 3D le aporta nitidez y relieve a las imágenes, junto a un imponente sonido, logrando mostrar a Woody, Buzz y el resto de los juguetes de una forma nunca vista. A pesar de haberla visto muchas veces en DVD con mis hijos, hacerlo en el cine es una experiencia increíble que ellos no podían perderse. Aprovechen estas dos semanas, antes que la bajen de cartel, para volver a ver esta excelente película que se disfruta igual a pesar de los años.
Ha pasado casi una década y media del estreno de Toy Story, y ante el inminente estreno de más reciente continuación de la saga animada, realizada íntegramente en 3D, Disney Pixar decidió remozar y reestrenar este par de genialidades de la animación digital de John Lasseter. Hace dos semanas se repuso el primero, que mantiene una sorprendente vigencia gracias a una originalidad sustentada en irresistibles personajes, diálogos brillantes, ritmo sostenido y animación impecable. Sin olvidar el singular trasfondo del “maltrato” infantil a los juguetes, mensaje para nada desdeñable. Las bondades de la nueva versión en relieve se aprecian especialmente en las escenas de acción, aunque todo el producto tiene un mejor semblante. Y ahora se da a conocer en 3D Toy Story 2, cuya revisión descubre un film aún superior al inicial, por la notable creatividad puesta en juego que se suma a momentos de gran emotividad, como la escena de la muñeca vaquera recordando el abandono de su dueña. Las nuevas técnicas potencian la excelencia de esta secuela y realzan visualmente ese arranque espacial protagonizado por Buzz Lightyear, y los vertiginosos tramos finales. Hay que aprovechar las pocas semanas que estarán en cartel y disfrutar en cine con niños -o adultos- de estas imperdibles versiones.
Son pocas las secuelas que mantienen un grado de excelencia respecto a su antecesora, se podría decir que "El Padrino 2", "Las Dos Torres" "El Caballero Oscuro" y "Terminator", entre otras, son las que más se destacan del resto, pero son ínfimas las películas que poseen un film original excelente y su secuela es superior. Esto sucede con "Toy Story 2", una historia en la que la humanidad se ve reflejada en un grupo de muñecos.
La furia del 3-D sigue renovando viejas películas, esta vez las dos primeras de Toy Story, aunque aquí nos ocuparemos de su segunda entrega, definitivamente menos emocionante que la primera, pues claro, es también menos original. Claro que la Disney no da puntada sin hilo: proximamente se estrenará una tercera Toy Story. Toy Story fue bastante revolucionaria en cuanto a animación se refiere; de hecho, fue el inicio de lo que hoy conocemos con Pixar Animation Studios, que nos ha regalado grandes films, como Wall-E o Ratatouille. Quienes andamos por nuestros veintessss, recordamos la película de los juguetes como un ícono de nuestra infancia. Es más, la tengo en VHS. Cuando apareció Toy Story 2 hubo cierto revuelo en mi interior, en un momento en el cual uno se aferra a los personajes más que al argumento (como cuando en Disney Channel sacan tres versiones más, de ínfima calidad, de La Sirenita). Ojalá a muchos niños, desencantados de la fantasía por películas que la explotan con varita mágica, puedan volver a ver estas obras y a revalorizar los juguetes, en detrimento de las computadoras que, oh paradoja, posibilitan la creación de las animaciones. El Sheriff Woody es un viejo juguete de trapo que cuando se le tira de una cuerda comenta todo lo que pasa en el oeste ("hay una serpiente en mi bota") y a su dueño Andy le encanta llevarlo por las travesías de todo vaquero... incluyendo al espacio exterior. Sin embargo, este espacio exterior es mucho más conocido por Buzz Lightyear, muñeco de complejidad superior a Woody, quien en un momento tuvo sus roces con el cowboy, pero ahora se encuentran todos en perfecta armonía. Así como evolucionó la relación entre los juguetes (el gracioso dinosaurio, el señor y la señora cara de papa, el chanchito, el salchicha de resorte, los soldaditos, etc.), Andy está creciendo y esta sombra amenaza los días de felicidad de estos seres "inanimados" (palabra prohibida para Disney), que, por otra parte, no son eternos. De este modo, un viejo pingüino de goma que ya no rechina más cae presa de una subasta de jardín, en la que el dueño de una juguetería logra, tras un rescate del pingüino por el valiente Woody, hacerse con el fiel amigo de trapo de Andy. Pero ni Buzz ni el resto de sus compañeros van a permitir que Andy se quede sin su juguete predilecto. Podemos destacar dos temas centrales de Toy Story 2, uno de los cuales, acorde con la Disney, es el más sentimental, a saber, la cuestión de la fidelidad y la amistad. Cuando Woody es secuestrado se encuentra con otros muñecos vaqueros pertenecientes a la colección de la que él originalmente formaba parte. Éstos ven que al fin el miembro faltante de la "familia" había sido hallado y que, por ende, podrían ir todos juntos a un museo de Tokio, escapando a la oscura caja a la que habían sido confinados por tratarse de una serie incompleta. El debate interno de Woody consistirá, pues, en volver con su amo Andy y sus amigos juguetes, aun cuando sabe que su relación será por cierto tiempo (la vaquerita relatará su historia en la canción ganadora del Oscar When she loved me), o acceder a permanecer con sus nuevos compañeros, liberarlos de la caja y ser admirados eternamente por los visitantes al museo. Esto nos da pie al segundo tema que abre la película que, a su vez, tiene dos aristas, una la propiamente argumental, vista desde la perspectiva de los juguetes y la otra desde el punto de vista del coleccionismo. La primera es respuesta por Buzz tajantemente: fuimos creados para que los niños jugaran con nosotros; permanecer en un museo es renunciar a nunca ser amado de verdad por alguien. El segundo tópico es el del coleccionismo y las fuertes exigencias de este negocio, como el hecho de que un juguete valga más cuando se encuentra en su caja original (quién se olvida de Steve Carrell coleccionando juguetes en Virgen a los 40). Para quienes no están metidos en este negocio o hobbie, es difícil comprenderlo. Pero a ellos les preguntaría cuánto usan la tetera "buena" de porcelana de la abuela, o si dejarían que una niña de seis años juegue con la muñeca cabeza de biscuit. El centro del tema radica en qué se privilegia, si el valor de cambio o el valor de uso. Una pena que Disney haya "cazado brujas" en lugar de enseñar a sus descendientes intelectuales que retomaran estos problemas del marxismo, que Toy Story 2 sólo enuncia. Como se puede apreciar, este relanzamiento en tres dimensiones de Toy Story 2 no alcanza a cumplir las expectativas de originalidad de otras películas de Pixar (Monsters Inc.) o a desarrollar ciertos temas con algún tipo de énfasis o profundidad (Up o Wall-E). El 3-D tampoco sorprenderá demasiado, sólo le agrega una textura interesante. No obstante, podemos guardar las municiones para otras obras que no merecen tanto respeto, ya que, como mi memoria me lo indica, yo también fui niño y celebro todo intento por revalorizar aquellas actividades que con el mundo de la computación intentan ser derribadas. No sé hasta qué punto puede tener éxito esta empresa destructora, que amenaza la imaginación de un niño. Puedo basarme en algo sencillo: la cantidad de niños sin computadora, lo cual incluye a niños que no tienen qué comer. Por suerte a ellos les queda la pelota y la rayuela, pero nunca debería eso distraernos de la lucha porque tengan cubiertas sus necesidades básicas, comida, salud, amor y la libertad de pensamiento y creación.