Redes invisibles Un río que no fluye -o al menos no fluye de manera natural- es un curso de miles de vidas que no avanzan. Fluir junto al río y vivir de los sábalos que se pescan a diario forma parte del sustento de la comunidad wichi del Chaco Salteño y ocupa el centro del conflicto que los documentalistas Franco González, Julián Borrell y Demián Santander descubrieron al llegar con sus cámaras a la región con un propósito distinto: los artesanos y la cultura de la comunidad wichi. Apenas tomaron contacto con esa realidad, un corte de ruta como expresión de lucha para parar ese progreso que no entiende razones culturales o de economía de subsistencia, les abrió el panorama complejo que arrastra un convenio entre los gobiernos de Argentina y Paraguay que data de la década de los noventa y hace foco en la explotación del río Pilcomayo, cuyas aguas también involucran a Bolivia, tercero en discordia, país que en un comienzo se vio beneficiado por el canal natural argentino pero que hace unos años sufrieron las consecuencias del llamado Proyecto Pantalón que implicó la construcción de un canal artificial por parte del Paraguay provocando una incipiente bajante del río Pilcomayo. Las imágenes captadas por la cámara en compañía de los damnificados son más que elocuentes al reflejar que donde antes había un río ahora solamente hay tierra, sin sábalos y sin chances de que el conflicto contemple el reclamo de los pueblos originarios. Las máquinas que dragan, o deberían hacerlo en una extensión de 17 kilómetros para que ese pantalón tenga dos piernas y no una sola, no son suficientes como paliativos de la traumática situación. En ese sentido las diferentes voces que dan cuenta de una problemática social con alcances de desastre natural reciben una escasa preocupación de los medios locales y de una clase política del lado argentino demasiado complaciente con los acuerdos firmados décadas atrás. Pero el documental no se queda solamente con el panorama nefasto de los wichis del Chaco Salteño, sino que avanza hacia otra comunidad indígena en Bolivia, que reclama una pronta solución por vivir de la misma economía de subsistencia, aunque desde realidades distintas pero dependientes del desove del sábalo río arriba, algo que por no contar con un canal adecuado del lado argentino ha dejado de ocurrir. Uahat… es un documental que expone en primera persona la lucha de resistencia de los pueblos originarios por preservar su tierra y como ellos definen a su padre, el río Pilcomayo, conscientes que para el hombre blanco son invisibles o presas de redes invisibles como la burocracia, la política sucia y los intereses de unos pocos que deciden el destino de muchos. También en Uahat… se aprecia la pasión en la búsqueda de verdades que se niegan, a veces movilizados por la intuición y otras abriendo los ojos alrededor, sin prejuicios.
Cuando llegue el progreso, siempre habrá un sector que quede marginado del mismo, olvidado por el resto de la sociedad que avanza sin mirar atrás o a sus costados. Los documentalistas Julián Borrell, Franco Gonzáles y Demián Santander se internan en el Chaco Salteño para mostrarnos una parte de esa realidad que otros eligen esconder. El Río Pilcomayo abastece con sus brazos a Argentina, Paraguay y Bolivia; si se continuase su curso natural las zonas cercanas a esa frontera no deberían tener problemas relativos al agua. Pero el hombre, siempre el hombre con sus intervenciones. Diferentes acuerdos políticos entre Argentina y Paraguay hicieron que se desviara el curso, desabasteciendo a uno de sus brazos. El trío llegó a la zona con la idea de mostrar algo de cultura autóctona, pero se toparon con un reclamo que resignificó el objeto. Uahat tiene como propósito dar voz a aquellos que nunca se escuchan, a los que quedaron al margen y son ignorados. Mientras que la cámara se pos en paisajes y en las consecuencias, las voces en off cuentan una verdad que va calando cada vez más hondo en el espectador. Sequía, sequía por todos lados. La comunidad Wichi necesita de ese río para vivir, de ahí sacan su sustento alimenticio, sábalos. De ahí proviene su mayor dolor, la comunidad se terminará extinguiendo si el problema no se soluciona. Acuerdos firmados hace dos décadas, Paraguay se benefició del Proyecto Pantalón, a costa del desabastecimiento de los pueblos cercanos de Argentina y Bolivia; pero de ninguno de los dos países afectados tampoco parece hacerse nada para remediarlo. La cámara se traslada a otra comunidad afectada, los Weenhayek, en Bolivia, con el mismo penar que los Wichis en una zona que ya parece acostumbrada a sufrir. Uahat mezcla textura, es contemplativo y a la vez duro, expone una denuncia y exige una solución pero lo hace al mismo ritmo de los personajes que muestra. La cámara se trasladará a volátiles paisajes panorámicos que servirán para testimoniar las consecuencias, como así también expondrá en cámara a los habitantes que no necesitarían hablar para expresar lo que tienen para decir, su sola observación dice más que las palabras. Música andina y una lente observadora y captadora completan un documental informativo que si bien no se destaca de otros similares estrenados durante estos años cumple con el objetivo de hacer oír las voces que no escuchamos sin ser intromisorio. En todo caso, deberíamos preguntarnos ¿Cómo es que surgen tantos documentales con este tipo de reclamos? Es hora de que alguien indicado les preste atención.
Virtudes para todos, beneficios para pocos UAHAT. El Padre Río negado a sus hijos (2013) fue una de las películas que en el 28 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata integró el llamado Foco Nativo, dedicado a documentales que abordaban temas referidos a los pueblos originarios. Dirigida a tres manos por Julián Borrell, Franco González y Demian Santander, focaliza su eje temático en el reclamo de los habitantes del Chaco salteño por el reparto igualitario, entre los tres países que comparten su caudal, de las virtudes del Río Pilcomayo. Producto de la casualidad o la causalidad UAHAT. El Padre Río negado a sus hijos surgió a partir de un hecho azaroso. Cuando el trío de directores se encontraba haciendo un video institucional en el Chaco salteño se toparon con un corte de ruta que hacían miembros de las comunidades Wichí y Weenhayek en Santa Victoria Este. Dicha protesta era por la falta de peces en el Río Pilcomayo, y no precisamente por un tema ambiental sino sociopolítico. En esa situación vieron la oportunidad para hacer una película. El terceto realiza en UAHAT. El Padre Río negado a sus hijos una investigación periodística sobre el reparto de las bondades del río, que atraviesa Argentina, Brasil y Paraguay, descubriendo que estas no son tan equitativas como debieran y que tampoco son los que más necesitan los que se llevan la mayor parte de su riqueza económica. La protesta inicial detona un entramado político, económico y social que la película se encarga de retratar sin ningún tipo de filtro ni condescendencia. Sin grandes pretensiones desde lo cinematográfico -hay cierta desprolijidad visual producto de la urgencia-, el mayor valor de UAHAT. El Padre Río negado a sus hijos radica en la investigación casual que se realiza sobre un hecho puntual ignorado por los medios masivos de comunicación, y que para lograrlo se decide seguir informalmente a los protestantes durante una lucha que aún no consigue resolverse. ¿Continuará?
Uahat es un documental sobre un tema que no tiene lugar en los medios de comunicación ni en la agenda del Gobierno Nacional. La película retrata el reclamo de las comunidades Wichí y Weenhayek en Argentina, Paraguay y Bolivia, debido a la falta de peces en el río Pilcomayo. Un problema que se generó por las sequías que ocasionó un desvío artificial realizado en la década del ´90. Un asunto bastante complejo que afecta a los grupos aborígenes que viven de la pesca en esa región. Lo interesante del film es que nos acerca a una realidad de la que no se habla y que además generó un desastre ambiental en la zona. Los directores Julián Borrell y Demián Santander originalmente viajaron al Chaco Salteño para filmar un spot publicitario con artesanos. En el lugar se encontraron con un corte de ruta donde tomaron conocimiento del conflicto del río Pilcomayo y de esa manera se gestó este film. Uahat retrata los esfuerzos desesperados por las personas que integran estas comunidades para lograr que las autoridades gubernamentales solucionen este problema que sufren desde hace muchos años. Los testimonios de los damnificados son contundentes y explican con mucha claridad la grave situación que se vive en el sector local de la cuenca del Pilcomayo. La realidad es que hasta ahora no hubo una solución concreta por parte del gobierno argentino y si no fuera por producciones como Uahat el tema directamente estaría desaparecido en los medios. Un film que presenta una muy buena investigación que vale la pena difundir y conocer.
El cauce alterado El viaje de Demián Santander, Julián Borrell y Franco González duraría una semana, tiempo más que suficiente para filmar un documental sobre el trabajo de los artesanos locales. Pero al llegar al Chaco salteño se encontraron con un panorama inesperado: los lugareños cortando la ruta. A partir de ahí, la dupla comienza a indagar en el por qué de la protesta, y descubre que se trata de las consecuencias del Proyecto Pantalón, una obra de ingeniería hídrica realizada en los ’90 con el objetivo de repartir las aguas del rio Pilcomayo entre Argentina y Paraguay. El problema es que en épocas de mayor sequía el caudal se reduce, dejando una parte del cauce argentino seco e impidiéndoles a los sábalos completar su ciclo migratorio hasta los valles bolivianos y a los pescadores locales conseguir el sustento principal de su gastronomía y economía. El trío deconstruirá la historia del proyecto menemista dándole voz a los distintos afectados, mostrando así las consecuencias no sólo ecológicas, sino también la significación cultural para las comunidades Wichí y Weenhayek detrás de la pesca. Más preocupado por el peso informativo que por la forma cinematográfica, Uahat. El padre río negado para sus hijos, visto en la sección Panorama del Festival de Mar del Plata 2013, tiene sus principales méritos en un registro testimonial articulado sobre la base de una coyuntura poco favorable, dándole voz a aquellos que habitualmente no la tienen, mientras buscan una explicación acerca de las motivaciones detrás de iniciativa cuyo beneficio es para unos pocos.
La tragedia del Pilcomayo El caso ha aparecido más de una vez en los medios, pero con un enfoque parcial. Históricamente, la frontera chaqueña entre la Argentina y Paraguay estuvo definida por el cauce del río Pilcomayo. A medida que ese cauce fue retrocediendo, la divisoria se convirtió en línea seca. Para evitar entredichos por límites fronterizos, ambos países acordaron establecer puntos geográficos como divisoria, y el Pilcomayo sigue hoy como frontera en los escasos 60 kilómetros en los que corre entre la Argentina, Paraguay y Bolivia. Salvo esos 60 kilómetros de río, todo el cauce restante está cubierto de sedimentos (lo que se conoce técnicamente como "colmatación"). El tema es que no se habla demasiado de cuáles fueron las razones de esa sequía. Los realizadores de Uahat intentaron encontrarlas, a partir de un hecho fortuito: llegaron al lugar con el propósito de grabar un spot institucional con artesanos del Chaco salteño y se encontraron con un corte de ruta llevado a cabo por dos comunidades indígenas, los wichi y los weenhayek. Decidieron empezar a investigar el conflicto que motivaba esa protesta, la falta de peces en el Pilcomayo (básicamente, sábalos), una de las fuentes más importantes de subsistencia de los lugareños. Y descubrieron que lo que produjo el problema es el proyecto Pantalón, llevado a cabo en los 90 por los gobiernos de la Argentina y Paraguay para dividir el río entre ambos países a la altura de Formosa. Ese proyecto se inició a partir de una necesidad de la Sociedad Rural Paraguaya, que ha invertido unos siete millones de dólares para abrir, con máquinas anfibias, un canal que estimule el paso del agua. Del lado argentino la inversión fue muy pobre, un descuido que produjo malos resultados: el cauce del río se corrió dentro de la provincia de Formosa y un inmenso arenal taponó por completo el área. El canal del lado argentino se encuentra hoy en línea perpendicular al río. En esas condiciones, las posibilidades de que pueda tomar aguas del Pilcomayo son muy pocas y los problemas para los nativos aumentan. La película termina con la llegada del reclamo a una de las reuniones de la Comisión Trinacional para el Desarrollo de la Cuenca del Pilcomayo, donde los representantes de las comunidades se chocan con la cruda realidad: las expectativas alentadas por los medios de una solución veloz y eficiente son falsas, apenas el resultado de un tratamiento superficial del tema que este documental pone de manifiesto.
Y los sábalos desaparecieron del Pilcomayo Hay un momento notable en Uahat, segundo largometraje del trío integrado por Julian Borrell, Franco González y Demian Santander, enfrascados aquí en un viaje documental por el norte de nuestro país, en la zona fronteriza con Bolivia y Paraguay. Ocurre cerca de la mitad del metraje, luego de que un miembro de la comunidad wichí –uno de los portavoces de la denuncia que ocupa el centro del film– explica a los realizadores cómo y por qué el río Pilcomayo ya no les regala esos sábalos que sus antepasados vienen pescando desde hace quién sabe cuántas generaciones. Hay un corte de montaje y de su rostro y su voz se pasa a un plano general que muestra el disminuido caudal del ahora riacho, mientras una máquina lucha en vano por tratar de reencauzar esas aguas a su recorrido natural. En ese choque de imágenes y sonidos se resumen muchas de las cuestiones y problemáticas que rodean a los pueblos originarios en nuestro país y en Latinoamérica en general: su voz casi nunca escuchada, la imposibilidad de regresar a su estilo de vida original, la desidia general de toda clase de gobiernos, más allá de algún puntual y momentáneo parche. Es una pena que ningún otro momento del film esté a la altura de ese instante revelador, porque las intenciones del trío de realizadores –poner la cámara y el micrófono al servicio de las demandas de un grupo de ciudadanos argentinos y bolivianos– es no sólo necesaria, sino indispensable. En un principio el proyecto de Borrell, González y Santander era un trabajo por encargo sobre las artesanías en el Chaco salteño, pero decidieron quedarse algunas semanas más para conocer la situación actual del río Pilcomayo, corrido de su cauce natural desde los años ’90. Un acuerdo transnacional entre Argentina y Paraguay, conocido como Proyecto Pantalón, terminó derivando casi todo el caudal de agua hacia territorio paraguayo, consecuencia directa de la falta de inversión en el mantenimiento del canal derivador durante los últimos años y la consiguiente colmatación del río. “No hay ningún pantalón con una sola pierna”, dice el delegado wichí. Y algo similar opinan algunos kilómetros hacia el norte, en un pueblo de pescadores de la comunidad weenhayek, ya en territorio boliviano, que sufre la escasez de peces en temporada de pesca. Resulta claro que las comunidades del país vecino están más activas y que poseen más herramientas legales para defender sus intereses. Pero tampoco pueden hacer mucho más que elevar sus quejas y viajar casi a último momento a una minúscula cumbre en Asunción para hacer oír sus voces. El equipo de rodaje se despide de ellos, hacia el final de Uahat, con algo de tristeza, aunque la esperanza no se ha perdido del todo, según confiesan los representantes poco antes de alejarse. A pesar del uso de la cámara en mano y de una intensa cercanía con los protagonistas de la lucha, Uahat no es muy diferente a un buen informe televisivo. Aunque, por cierto, con mucho más tiempo para exponer la problemática y sin periodistas o conductores estrella de por medio. En ese sentido, el film cumple su cometido principal: describir un estado de situación y hacer la denuncia correspondiente.
Devuelvan los peces El reclamo de las comunidades Wichí y Weenhayek, por el Pilcomayo. Es una historia de frontera y un reflejo de las atrocidades del ninguneo cultural a los pueblos originarios. De allí que resulte imposible valorar a Uahat. El Padre río negado para sus hijos, el documental de Julián Borrell, Franco González y Demián Santander, sólo desde el prisma cinematográfico. Porque claro, lo que cuenta la película, el reclamo de las comunidades Wichí y Weenhayek en la triple frontera de Argentina, Bolivia y Paraguay para que les devuelvan los peces a su río Pilcomayo, es un relato necesario y ausente. Apocado en los medios, silenciado en la distancia de las grandes urbes y los recurrentes temas citadinos, Uahat plantea un conflicto político, evidenciado en cortes de ruta y burocráticas reuniones, pero sobre todo refleja las dificultades eternas para mentener viva la cultura e idiosincracia de las comunidades que se quedaron sin sábalos, pueblos de origen cazador, recolector, pescador que en las defensa de sus derechos defienden su vida. Su historia. Todo lo contrario hizo el el Proyecto Pantalón, obra de ingeniería hídrica que en los ‘90 desvió artificialmente el río Pilcomayo sin contemplar a los pobladores. A la vista están sus consecuencias. Y eso es lo que buscan revertir. Pero hay desmontes, petroleras y un río vacío, un brazo seco. Y un pueblo que rompió el silencio.
Razones de un piquete gentil Demián Santander, Julián Borrel y Franco González, los autores de este documental, estaban registrando labores indígenas a pedido de la Fundación Silataj, que procura ayudar a los artesanos en su lucha por el precio justo, cuando se encontraron con el más civilizado de los piquetes habidos y por haber en una ruta argentina. El hecho ocurrió en las afueras de Santa Victoria Oeste, allá donde Salta y Formosa se confunden. Señores de la comunidad wichi, muy cordiales, de voz suave y tranquila, hacían cortes de una hora en un camino de tierra, pidiendo disculpas por las molestias ocasionadas, e incluso haciendo algunas excepciones para evitar conductores demasiado nerviosos. La razón de los cortes: la escasez de agua y de peces en el Pilcomayo Medio, problema que se agrava cada año. La causa del problema, la falta de limpieza y mantenimiento del lado argentino. El lado paraguayo está lo más bien. Corresponde explicar. El Pilcomayo, en su parte de llanura, ya no viaja por su cauce original. Para salvar décadas de acumulación de sedimentos y mantener la regularidad en tiempos de sequía, tiempo atrás se abrieron dos canales. Un grupo wichi muestra entonces, in situ, el canal del país vecino, que corre fluidamente, el cauce original, que es apenas un rastro, y el canal nuestro: un hilo de agua perdido en la arena barrosa. Se hace difícil la vida para los pobres sábalos, y, en consecuencia, también para los pescadores y sus familias. Una máquina una sola- trata de paliar el problema. Los documentalistas suben hasta la comunidad weenahayek de Capirendita, Chaco Tarijeño, y aún más allá, hasta el nacimiento del Pilcomayo a 3.900 metros de altura, en Churoco Pampa. Y más acá, a la confluencia con el Paraguay. En esas puntas todo se ve idílico. Y en el medio, bueno, vemos a la gente haciendo una colecta para enviar a sus delegados a hablar ante una comisión trinacional permanente reunida en Asunción. Vemos a los miembros de dicha comisión, en una mesa con papeles, vasos de agua y chipacitos, también muy cordiales. De ahí salen luego los indios. Esperanza y paciencia, son las palabras, pero ya sabiendo que este año no habrá solución. ¿La habrá el año que viene? Buen documental, cuyos autores no bajan línea, solo cargan el equipo, viajan kilómetros y kilómetros, y ponen sus cámaras para que esos otros argentinos de lejanas fronteras nos muestren cómo se la bancan. Y atención, que esos otros no son gente bruta de arco y flecha, ni compran espejitos. Tienen antena satelital, taller cultural, redactan muy bien sus reclamos, usan filmadora, saben explicarse y escuchan atentamente.
El pueblo wichi lucha por su supervivencia, pero su lucha también es la defensa del medio ambiente afectada por intereses políticos y económicos. Interesante documental
La fundación Silataj le había encargado a los realizadores un video institucional sobre las artesanías de las comunidades cané y wichí, pero los tres directores decidieron extender su estadía en el norte argentino para “ver qué pasaba, conocer lo cotidiano”. Y así nació Uahat, un poco por pedido y otro poco por curiosidad. Y lo cotidiano, al menos para los directores y para ese momento en la vida de la comunidad wichí (año 2011, tres antes de su estreno), era el problema con la pesca de sábalos, su principal actividad en las costas argentinas del Río Pilcomayo. La primera media hora del documental se reparte entre un piquete, el armado de un acta para ser presentada ante el gobernador de Salta y la entrevista a unos periodistas locales. Y durante todo ese lapso, no se nos explica cuál es el problema que genera la falta de sábalos para la pesca. Lo paradójico es que tampoco es un documental contemplativo; sus planos desganados, las cámaras temblorosas y su poco interés en los aspectos estéticos no serían un gran problema si su vocación de denuncia resultara efectiva, pero esa especie de suspenso que parecen querer buscar en la primera mitad a través de la negación a explicarnos la problemática, en lugar de aportar genera confusión. Finalmente, al minuto 30, se nos revela que la falta de peces es la consecuencia negativa del “Proyecto Pantalón”, una obra de ingeniería hídrica de los 90 que prometía repartir aguas y beneficios del Pilcomayo entre Argentina y Paraguay. Y ahí, claro, perdimos. El canal argentino cada tanto se seca y los sábalos no aparecen. Y mientras que Paraguay invierte 3 millones de dólares por año en la manutención de su canal, nuestro país no gasta nada y el canal se tapona. Otro dato interesante que aporta el documental en su media hora final es que el lobby para la realización del Proyecto Pantalón lo hicieron los ganaderos paraguayos, un sector con mucho más poder que nuestros pueblos originarios y que, incluso, las comunidades bolivianas. Lo lamentable es que la valiosa información que aporta Uahat queda a la sombra de una realización descuidada y confusa que no logra sacarle provecho a sus dos armas de argumentación: las entrevistas y la voice over, esta última más próxima al uso que se le podría haber dado en un documental contemplativo que nunca se realizó.
If you value a film’s ideological viewpoint and its commitment to timely issues, then Uahat, the documentary by Argentine filmmakers Julián Borrell, Franco González and Demian Santander, is a must see. Not only does it present a poignant perspective, but it also clearly and vehemently speaks up. Uahat focuses on the increasingly desperate situation of the Wichí community in the Chaco Salteño, on the borders of Bolivia and Paraguay. They’ve lost (and keep losing) their main food source: the fish from the Pilcomayo river, which has been deviated to Paraguayan territory because of the Proyecto Pantalón, a commercial agreement between Argentina and Paraguay executed back in the 90s. A dynamic documentary aiming to denounce and raise awareness, Uahat peels back the complicated layers of the Wichís’ problem and raises controversial questions as to where the responsibilities lie. The tribe’s chief worries that the needs of Argentina’s native communities have been repeatedly neglected by several administrations. The documentary concedes that there has been some improvement over the past few years, thanks to the joint effort of active members of these communities, who have firmly decided enough is enough. Still, there’s a long way to go. Uahat is honest, moving and persuasive — enlightening the audience to a legitimate issue without construing the truth to elicit sympathy. It’s truly informative from the first frame to the last. With that being said, the cinematography is not up to par. At times, the voice-over becomes redundant, adding unnecessary commentary when images would have been more compelling. Fortunately, none of these flaws lessens the impact of this much needed indictment, as its power lies in the voices and faces of those who have the courage to speak up. Had the filming been more daring and effective, the movie-watching experience would have been more gripping. Production notes Uahat – El Padre Río negado para sus hijos (Argentina/Bolivia/Paraguay 2013).Written, directed and edited by Julián Borrell, Franco González y Demian Santander. Cinematography: Julián Borrell y Demian Santander. Running time: 76 minutes. @PablSuarez