El arte como impulso a la integración Un grupo teatral de Buenos Aires integrado por actores sordos prepara una obra en lengua de señas, ante las dudas de familiares, amigos y gente de teatro, quienes no creen que la puesta pueda concretarse de manera exitosa. El retrato de la vida cotidiana de cada uno de los integrantes del elenco se desarrolla en un registro documental, mientras el ojo de la cámara del director sigue a sus protagonistas a través de los ensayos, de pequeñas representaciones y las particularidades expresivas de su lenguaje. El film se convierte así en un cálido canto a la amistad, al esfuerzo y a atravesar una senda en la que todos ellos creen y por la que luchan. Sordo, pues, propone reflexionar sobre la diversidad, la integración y la comunicación, a partir de una intensa experiencia artística.
Tres hermanas y un secreto Un sombrío caserón se levanta en una zona boscosa. En su interior, y entre muebles desvencijados y cuadros amarillentos, viven tres hermanas ancianas y solteras que dejan transcurrir sus días al compás de rencillas, de borrosos recuerdos de sus antepasados y de un siniestro secreto. Los directores Julio Midú y Fabio Junco (quienes en 1994 conformaron Cine con Vecinos, con base en Saladillo, que ya realizó 25 largometrajes) lograron hacer de Flores de ruina una comedia negra inserta por momentos en lo policial y, a veces, en lo tragicómico. Film logrado sobre la base de un módico presupuesto, ostenta una impecable fotografía, un logrado clima de sordidez sobre la base de algunos brochazos de suspenso y un elenco sólido en el que se destacan las labores de Ellen Wolf, Nélida Augustoni y René Regina como las tres hermanas.
Documental con ecos de Fassbinder Herta Scheurle trabajó, en las décadas de los 60 a los 80 en Francia y en Alemania. En este último país fue parte del círculo de actores de R.W. Fassbinder, quien le ofreció trabajar en una de sus películas, pero ella sufrió un accidente y su padre enfermó, por lo que debió retornar a nuestro país, donde terminó por dejar la actuación para convertirse en profesora de alemán. Marina Zeising tomó a este personaje como protagonista de un documental que refleja su trayectoria artística y personal, logrando a través de esta no-ficción concretar el sueño frustrado de participar en una película. En este juego de espejos, ambas mujeres reflexionan acerca del rol de la mujer-artista, del peso de sus decisiones personales y del ser creativo. Con una cámara atenta a cada gesto, se descorren los velos de esa mujer que, tras todos estos años, aún añora el arte de habitar el arte.
Entre la vida y la muerte Kathy, una joven y hermosa enfermera, es convocada para hacerse cargo del cuidado de un número de enfermos en coma. Aunque ignora que su predecesora fue víctima de un misterioso y violento ataque, intuye algo inquietante en su nuevo trabajo, pero se dedica a atender solícitamente a Patrick, único sobreviviente de un accidente familiar cuya sospechosa historia clínica comenzará a investigar. El realizador Mark Hartley y el guionista Justin King se basaron para relatar su historia en un thriller de 1978, y el resultado es un film que posee todos los elementos de terror que pide este género. Rica en realces góticos, la historia va hilvanando ese marco de misterio que le presta el bien estructurado guión. La muy buena labor de Sharni Vinson, como esa enfermera sumida en la desesperación, la excelente fotografía y la música, que puntúa con espeluznantes notas, elevan la calidad del relato que se convierte, sobre todo para los entusiastas de este género, en un plato fuerte y atractivo.
El precio de la libertad Corre 1984. Luego de veinte años de dictadura, el pueblo brasileño sale a la calle exigiendo elecciones. En este marco Caio, un adolescente taciturno, intenta ponerse al mando de un grupo anarquista local mientras comienza un romance con una compañera. Los directores Marilia Hughes y Cláudio Marques, autores además del guión, pusieron sus ojos atentos a la transición democrática de su país, que traerá sorpresas tanto para la nación como para su protagonista. El elenco, encabezado por un excelente trabajo de Zeca Abreu, es, sin duda, un gran punto de apoyo para este relato que habla tanto de la libertad individual como de la colectiva.
En busca de un destino propio Helena es una joven pianista que llega a un antiguo caserón ubicado en un casi idílico paisaje. Decidida a recluirse en su música para escapar de su vida monótona, la aparición de su mejor amigo junto a un compañero comenzarán a devolverle la sensualidad y la sonrisa. Pero será Magdalena, una solitaria vecina quien, a partir del piano, develará secretos profundos. La novel directora Milka López supo también, en su papel de guionista, crear una historia romántica y sensual centrada en el descubrimiento personal y la búsqueda de la felicidad de la protagonista. Quizá cierta monotonía en el relato impiden que el film logre su totalidad formal, pero pese a ello la trama se sigue con interés a partir del buen trabajo de Camila Garófalo como Helena, su bella fotografía y su muy necesaria música.
Retrato cálido y esclarecedor Nacido en 1937 y fallecido en 2008, Ulises Dumont fue una figura esencial de nuestro cine, teatro y TV. Eduardo Calcagno, que lo dirigió en cuatro films, lo muestra aquí como un artista multifacético, dueño de un talento envidiable y de una técnica muy depurada. También retrata su personalidad avasallante, su impuntualidad, su relación con la bebida, y su sentido del humor irónico y extraño. Dumont -puntualiza Calcagno- sabía ser amigo de sus amigos, y algunos de ellos lo recrean en entrevistas, como Norman Briski, Esther Goris, Tito Cossa, Mauricio Kartun, Carlos Gorostiza y Alejandra Flechner. Todo cálido y esclarecedor en este film: desde quienes lo sitúan en esa orilla por la que siempre transitó con su rostro "antigalán" y su facilidad para encarnar los más disímiles personajes hasta aspectos personales desconocidos para el público. La cámara de Calcagno planta su ojo avizor en una vida plagada de éxitos, pero también de sinsabores.
Cálido romance de una pareja despareja La carrera de Martín Bossi se basa en su innata habilidad para copiar y caricaturizar gestos, voces y actitudes. Aquí la pone en práctica con su Lucas, un comediante del under que dicta clases de actuación. Entre sus alumnos se halla Guadalupe, una joven y exitosa ejecutiva de un buscador de Internet que sufre a la hora de componer un personaje en clase. El choque de los mundos que representan Lucas y Guadalupe será explosivo y pronto iniciarán un romance. Los desencuentros y las muchas discusiones entre ellos se filtrarán, sin quererlo, en las redes sociales, lo que creará un gran debate. El director y guionista Emilio Tamer logró en éste, su primer largometraje, crear una fábula porteña. El micromundo del teatro independiente aparece en cada una de las secuencias con ese aroma de esfuerzo y de pasión. Rostros reconocidos de la TV asoman en algunas escenas para entusiasmar al público, aunque lo que aquí no necesita de caras populares y alguno que otro chiste propio de la pantalla chica. Bossi aporta una enorme convicción a su papel de profesor adusto, mientras que María Zambarbide logra imponer su simpatía a esa mujer que descubre la pasión del escenario. Impecable en sus rubros técnicos, el film logra lo que se propuso: entretener con buenas armas.
Dolor en el Litoral En los suburbios de Entre Ríos, muy cerca del río Paraná, viven familias que tratan de amortiguar su pobreza pescando o cazando animales. En una de esas familias crece Ezequiel, un niño a punto de convertirse en adolescente en el frío húmedo hasta el calor litoraleño rodeado de mosquitos, vegetación y animales que nacen y mueren en las islas. La cámara acompaña a Ezequiel en ese viaje en el que deja los juegos para convertirse en un hombre joven con el pensamiento puesto en darle un giro de timón a su vida. El director Emiliano Grieco comenzó su tarea tras la cámara con el cortometraje Hijo del río, prosigue su tarea en Diamante a la que seguirá La huella en la niebla, con lo que armará un tríptico sobre esos seres que buscan la manera de surgir en medio de aguas turbias y terrenos pantanosos. Con Diamante, Grieco demostró que todo ese ámbito litoraleño puede observarse con candor y poesía, y así su mirada se posa en Ezequiel y su familia. Bello en sus escenas y tierno en las relaciones familiares, este documental habla de la necesidad de observar a esa gente que arrastra su cotidianeidad con valor y esperanza. Quizás por momentos muy pausado en su muestrario, el film no tarda en convertirse en un perfecto punto de observación, en un retrato del pasado y en una mirada sobre el tiempo y lo que dejamos en el camino.
Consorcio alocado y enamorado Administrar un edificio de departamentos tiene sus problemas. Esto lo saben muy bien dos hermanas que viven y administran esa propiedad: una, Celia, es una solterona que nunca perdió las esperanzas de casarse; la otra, Aída, es una viuda que lleva una rutina solitaria que gira en torno a los chismes de los vecinos. Ambas esperan la inminente llegada de Marita, única hija de Aída quien, radicada en Canadá, vendrá a buscarlas para llevarlas a Toronto. Pero antes, un vecino cambiará sus vidas. El novel director Maximiliano Pelossi supo conducir con solvencia este entramado del que surgirán, a veces con sorpresa y otras con una pizca de dramatismo, estos personajes envueltos en sus problemas personales. Sobre la base de un guión que se imbrica en el género de la comedia algo alocada, el realizador supo seguir con una sonrisa el tránsito diario de ese puñado de personajes tan típicos de la fauna porteña. Sin pretender más de lo que muestra, el relato tuvo como sólidos soportes a los muy buenos trabajos de Betiana Blum y de Lucrecia Capello como esas hermanas a las que el futuro todavía les da margen para el optimismo, mientras que Manuel Vicente logró, con gran simpatía, otorgarle sabor agridulce a ese encargado que parece haber hallado un amor inesperado.