Son cada vez más las obras de cine de terror de bajo presupuesto que desfilan por las salas de nuestro país. El resultado muchas veces no es el deseado y, lejos de brillar, pasan sin pena ni gloria. Quizás esa apuesta a nivel mundial por arriesgar con productos pequeños pero que podrían generar gran impacto sea el camino a seguir. Así el peligro de inversión se minimizaría. Así los productos que triunfen se destacarían. Así fue como obtuvimos a un miembro del género dentro de las nominadas a Mejor Película en los Premios de la Academia pero, lamentablemente, ¡Huye! (Get Out, 2017) hay una sola. ¡Huye! es ese pez que nada en el mar, se diferencia del resto y convive con peces de todo tipo, peces que no se destacan y forman parte de la mayoría. De este tipo de peces es La Crucifixión (The Crucifixion, 2017), film que se estrena y cuenta con el colchón de ser de los guionistas que llevaron a cabo El conjuro (The Conjuring, 2013) y Annabelle (2014). Las primeras secuencias de la película nos hace creer que esto va enserio pero, luego del primer acto, los clichés abundan a más no poder. Resulta que, tras la muerte de una joven monja, un cura le cuenta a una periodista la presencia de un ser diabólico en su cuerpo y, por eso, el motivo del fallecimiento. Desde esa premisa, ya con la escasez de fundamentos que justifiquen la presencia de la periodista al frente de la investigación, las escenas de impacto no aparecen y la pesquisa pasa a un segundo plano sin que nada se posicione en el primero. El film queda en la tibieza entre ser una película de suspenso y misterio o girar a los sustos más sufridos como una criteriosa obra de terror. El resultado es un largometraje que no logra entretener, que abunda en situaciones obvias y deja un gusto a poco y nada. Tener a la pluma de Chad y Carey Hayes a cargo del film podía garantizar una historia ideal para irse, debido al miedo, de la sala a toda velocidad. El haber sido los guionistas de películas como El conjuro, de lo mejor del cine de terror de los últimos años, no significa que obra que toquen puede resultar un ejemplo del género. A los hechos nos remitimos con La Crucifixión y, años atrás, el haber escrito un film como La casa de Cera (House of Wax, 2005). Si algo nos queda claro de todo esto es que, atrás de El conjuro y todo su universo cinematográfico que viene está un verdadero ícono de hoy en día del cine de terror. Estamos hablando de James Wan, un visionario a principios de la década del 2000 con El juego del miedo (Saw, 2004) y, más acá en el tiempo, las saga de La noche del demonio (Insidious). Quien comanda La Crucifixión es el francés Xavier Gens, que cuenta en su historial con ser el director de películas vapuleadas por la crítica como The Divide (2011), Frontera(s) (Frontiers, 2007) y Hitman (2007). Sin dudas la dirección en La Crucifixión es un punto flojo y, de esta forma, el francés sigue extendiendo su lista de películas muy poco exitosas. ¡Huye! nos enseñó que si se quiere obtener un producto de calidad y con mirada crítica a la sociedad, se puede. Por más que hoy en día se acuse que el film de Jordan Peele (Keanu) podría estar sobrevalorado, logra lo que muy pocas obras consiguen: divertir, entretener. Y ese mismo es el objetivo de una película que se estrena en la pantalla grande, el de pasarla bien, sea con sustos o risas. ¡Huye! hay una sola, no hay dudas. Pero estamos seguros que cada vez serán más los productos que aparezcan, que se arriesguen y que se asemejen a esos peces que tratan de sobresalir del resto. Podría estar mal la comparación, La Crucifixión va por un lado distinto a ¡Huye! pero la aparición de diversos productos amplía el panorama. En la diversidad está la riqueza.
Ocultate todo lo que quieras La cuota de terror semanal es, en este caso, mejor perderla que encontrarla. Te contamos de que va Se ocultan en la oscuridad (Be afraid, 2017). Un hombre se oculta. Un hombre se oculta en la oscuridad. Un hombre se oculta en la oscuridad y lo ves cuando iluminan. Un hombre se oculta en la oscuridad y lo ves cuando iluminan: temor del personaje. Podría ser un juego de palabras, de seguimiento de frases, pero nada de esto está lejos de esta obra de terror. Se ocultan en la oscuridad se presenta con un ritmo lento, como de juego de palabras, pero en vez de que vos juegues con ellas, el film te da las causas y las consecuencias y vos no formas parte. Resulta difícil que hoy en día que se apueste por el cine de terror o de género si no es de la mano de Jason Blum o alguna otra productora que busque experimentar al respecto. La gran mayoría de los films de terror no llegan a nuestras salas, si no que se editan directo en dvd, por lo que tener una película de este género se celebra todas las semanas. En este caso, Se ocultan en la oscuridad, hace que la celebración sea escasa y por más que la trama pueda resultar entretenida, la ejecución de la historia deja mucho que desear. El director del film, Drew Gabreski, es un debutante en la gran pantalla – sus dos películas anteriores fueron para televisión - y eso seguramente le pudo pasar factura. La primera escena del film logra el impacto y plantea el interrogante de que es ese sujeto que se oculta en la oscuridad y no se puede ver. La posterior desaparición de una niña nos dispone a pensar que más sucesos como esos van a aparecer. El personaje principal es el Dr. John Chambers, llevado a cabo por Brian Krause, y su vida no va a volver a ser la misma al experimentar junto a su familia la aparición de estos fenómenos paranormales. El metraje, con el paso de los minutos, recae en la obviedad y eso, en la actualidad, termina siendo determinante. Con un gusto no tan dulce y, alejándonos de un excelente 2017 en el terror gracias a films como Fragmentado (Split, 2017), ¡Huye! (Get out, 2017) y It (Eso) (It, 2017), Se ocultan en la oscuridad nos indica que hay que utilizar el juego de palabras que nos planteó su ritmo. Films como estos deberían permanecer ocultos. Aunque a veces convendría que aparezcan ya que, de esta forma, valoramos aún más a ejemplos como el trio mencionado que tanto deleitó al espectador.
No juguemos a la ouija Llega a nuestras salas lo nuevo del realizador de Rec (2007) y no nos va a quedar otra que sufrir sustos con acento español. Acá te contamos que nos depara La posesión de Verónica (2017). Si hay algo que toda película de terror nos enseñó es que si uno juega a la ouija las cosas no pueden salir del todo bien. Se dice que se atraen espíritus malignos y, sumado a un montón de cuestiones de morales, eso significa que no todo es color de rosa. Paco Plaza (Rec) nos trae su nueva obra que, siguiendo algunos recursos de la cámara y la propia fotografía del film, nos remite a su preciada saga Rec, dónde el terror en primera persona se hace presente. Verónica no quiso ser menos, jugó a la ouija y eso, en las manos del director español, abre un abanico de situaciones no aptas para los más impresionables. Verónica es una adolescente que vive con sus hermanos, los cuales son unos niños, y debe hacerse cargo de su hogar. Los recuerdos de ella por su padre nos regalan posibles vestigios de lo que es su historia, lo cual se nos presenta como un verdadero misterio. Distintas y asombrosas acciones (no poder controlarse al comer, tratar de ahorcar a sus hermanos) comienzan a sucederle a Verónica que, sin quererlo, comienza a ser un peligro tanto para sus seres más cercanos como para ella misma. El clima en el cual nos sumerge el film, sumado a la excelente banda sonora que no nos da tregua a la tensión, hacen que La posesión de Verónica sea una película que provoque pelos de punta. Si uno repasa la filmografía de Paco Plaza se va a dar cuenta que es uno de los claros exponentes del terror español. Rec produjo sustos de todo tipo y concentró a un grupo de fans que posicionó a dichas películas con la mejor recepción en nuestras tierras. El director impuso de esta manera su sello de garantía, el cual trae La posesión de Verónica y, con seguridad, las próximas obras que realice. A partir de esa premisa, uno sabe las escenas que podría encontrar y el tipo de terror, con reminiscencias a falso documental y haciendo uso de la cámara en movimiento. Jugar a la ouija en definitiva, por conocimiento popular, no es para nada aconsejable. Quizás te llame la atención y quieras intentarlo, pero no es lo mejor. Lo que sí está claro, luego de ver La posesión de Verónica es que, días o semanas después, no vas a volver a escuchar ese nombre sin recordar algún buen susto que te llevaste en la sala. No juguemos a la ouija, vayamos al cine.
La muerte de la marmota Una nueva película producida por Blumhouse llega a nuestras salas y promete sustos de la mano de un interesante interrogante: ¿Qué pasaría si pudieras revivir el día de tu muerte una y otra vez? Bill Murray tiene en su haber una colmada colección de films icónicos entre las décadas de los 80 y 90 pero sin dudas, con el total respeto a Los cazafantasmas (Ghostbuters, 1984), Hechizo del tiempo (Groundhog Day, 1993) es aquella película que lo posiciona como el abanderado de una obra de culto. Ésta película de ciencia ficción tiene la particularidad de contar como un meteorólogo se ve condenado a volver a vivir el mismo día de manera sucesiva. Con el paso del tiempo, el film se arrinconó en el corazón de fans de las comedias fantásticas y, al día de la fecha, muy pocas películas pudieron lograr encontrarle la variante a una idea que podía abrir miles de aristas. Todo eso queda relegado a la hora de la aparición de un nuevo film de la casa de Jason Blum que, ni lerdo ni perezoso, homenajeó a dos de las películas que seguramente marcaron generaciones: La mencionada Hechizo del tiempo y Scream (1996). Utilizando una especie de combinación entre ambas películas, Felíz día de tu muerte (Happy Death Day, 2017) pretende pisar fuerte reviviendo una y otra vez los éxitos de Blumhouse. Tree, llevada a cabo por la actriz Jessica Rothe, se despierta en una habitación sin saber bien cómo llegó ahí. Llena de dudas y asustada, se encuentra a los distintos personajes de su vida como diosa popular – su profesor (el cual es la amante, su padre, sus amigas, sus enamorados – y vive, en los primeros diez minutos del film, lo que sería el día de su cumpleaños. Si hay algo que derrocha Tree en estos primeros minutos es soberbia y destrato por el resto. Todo venía siendo un día normal en su vida hasta la aparición de un sujeto que la asesina. A partir de ahí Tree se despierta una y otra vez en el mismo lugar hasta poder lograr descubrir a su asesino. La película acierta en la idea, en la originalidad y en la mezcla de géneros ya que el terror está solo por pizcas, y con tintes de comedia para aligerar las tensiones, se asienta en ser una película de ciencia ficción. El director, Christopher Landon, presenta un pergamino de joyas de género que nos hace entender la manera en la cual nos cuenta Feliz día de tu muerte. Fue director y guionista de A la *&%! Con los zombis (Scouts Guide to the Zombie Apocalypse, 2015) y firmó los libretos de Viral (2016), Actividad Paranormal 2 (Paranormal Activity 2, 2010) y Paranoia (Disturbia, 2007). En el film por el cual nos trae ésta crítica podemos afirmar que es sin dudas un salto en su carrera debido a la utilización de varios recursos que nos permiten comprender que no todo en la vida son los efectos especiales. Recurriendo a una dinámica intensa que logra que le prestemos atención a cada detalle y potenciándose en la evolución de los personajes, sobretodo en Tree, en apenas una hora y media de largometraje, nos invade una sensación de disfrute que hacen que valoremos las películas que homenajean, arriesgándose sin ridicularizar. Blumhouse lo vuelve a hacer y si no que hable la taquilla estadounidense, donde lleva recaudados más de 100 millones de dólares y derrotó a Blade Runner 2049 (2017) sin transpirar. Quizás no sea la típica película de terror que llega a las salas argentinas cada semana pero no por eso tendríamos que obviarla. Al contrario, Felíz día de tu muerte logra destacar por su posibilidad de combinar los factores claves de historias que pudieran ser disimiles pero ahí está el riesgo y el acierto: combinar, mezclar, no pecar en abusar y dar la cuota de entretenimiento justa y necesaria. Quizás algún que otro susto se lleve aquel que posee el alma más sensible pero, aunque el film opte por dejar la imagen de que debemos vivir cada día como “el primero del resto de nuestras vidas”, la obra en cuestión nos mantendrá en vilo y saldremos de las salas queriendo vivir esas sensaciones una y otra vez.
El hombre que la tenía atada Se presenta en los cines el nuevo film de Richard Gere (Mujer bonita) y, lejos de que sea un bodrio o algún personaje desfigurado, nos brinda una de sus mejores interpretaciones de los últimos años. Desde acá, nos alegramos del regreso del actor y te contamos de que va su nueva película. Mi mamá siempre estuvo muerta por Richard Gere. Es una confesión que tengo que hacer, la cual no resulta tan descabellada al ver el común denominador de las mujeres que crecieron con la figura de sus papeles en Gigolo Americano (American Gigolo, 1980) o Mujer bonita (Pretty Woman, 1990). En mi adolescencia, yo no entendía bien las razones, pero me imaginaba que quizás era eso lo que una dama esperaba de un galán. Durante mi trayecto a la adultez, films como Chicago (2002) y Siempre a su lado (Hachiko, 2010), sumado al repertorio de películas románticas en la década de los 80 y 90, posicionaron la imagen del galán a uno de suma versatilidad. Sin lugar a dudas, entendí que Gere era una estrella y que, pese a que pasen los años, hay cosas que quedan y las cuales forman parte de uno, de su esencia. El hombre la tenía atada. Hoy en día se estrena su nueva película, la cual reivindica al mejor Gere, aquel que dice todo con la mirada y logra empatizar con el público. En Norman, el hombre que lo coseguía todo (Norman: The Moderate Rise and Tragic Fall of a New York Fixer, 2016) muestra su mejor versión. Dirigida y escrita por Joseph Cedar (Pie de página), el film cuenta los periplos de un relacionista público, un buscavida, que se encarga de realizar todo tipo de conexiones humanas para cumplir tanto sus propósitos como los de todo aquel que lo contrata. Un día su vida gira al cruzarse con Micha Eshel, interpretado por Lior Ashkenazi, un joven y emergente político de Israel, en una situación fortuita. Desde ese momento, su insistencia en este funcionario, generó un lazo importante que, años después, sería clave cuando llegue a ser el primer mandatario de su país. La vida de Norman da un vuelco de 180 grados y nada será igual, ni siquiera las dudas morales ni los lazos que se generarán. El film acierta en todas sus aristas, desde el reparto pasando por la musicalización y hasta la estructura del guion. La narración se apoya en la contundente interpretación del actor de Novia Fugitiva (Runaway Bride, 1999) lo cual, acompañado por cada uno de estos elementos, concluyen un sólido film que logra emocionar y meterse de lleno en los vericuetos de Norman Oppenheimer. Este sujeto entrañable, y tal como marca su título, lo conseguía todo o, como decimos en términos criollos, “la tiene atada”. La última media hora del film decae por el solo hecho de el entramado en el que se ve envuelto el protagonista, pero la composición de todos los elementos mencionados anteriormente hace que esto apenas se note y llegue a ser una obra digna de apreciar. Richard Gere regresa a la gran pantalla y por la puerta que mejor le queda, la principal. Ya habíamos visto hace cinco años, con su interpretación en Mentiras mortales (Arbitrage, 2012) que el drama le queda excelente. Pero si al drama le agregas un personaje que pueda empatizar con el público, Gere expone su mejor faceta, la que mejor le queda, la de conquistador. No por lo de galán quizás, sino por la sensibilidad y su capacidad de hacer de que cada escena sea difícil de olvidar. Ya entendí a mi mamá, iba más allá de la galantería. Este hombre la tiene atada.
El abuso del horror Con It (Eso) (2017) rompiendo todo en la taquilla parece que no hay espacio para más terror, pero no todo consiste en adaptaciones de libros de Stephen King. Llega una nueva entrega de la saga de Amityville y promete algún que otro susto para reiniciar dicha historia. Jason Blum, aquel creador de la saga Actividad Paranormal, es sin dudas uno de los productores más influyentes del cine de terror en la última década. Su productora Blumhouse se encargó de llevar a la gran pantalla a sagas como La noche del demonio, La purga y Sinister. El éxito de las mismas se trasladó a la taquilla donde, al contar con presupuesto escaso, la rentabilidad era exponencialmente favorable. Este año pudimos ver como Fragmentado (Split, 2017) o ¡Huye! (Get out, 2017), ambas producidas por Blumhouse, se destacaron tanto en la cartelera mundial como en las críticas. ¿Pero es este el común denominador de la productora? ¿Es Blumhouse marca registrada del buen cine de terror? Son preguntas que todos se hacen y acá aparece Amityville: El despertar (Amityville: The Awakening, 2017), un nuevo producto de Jason Blum, para darnos material y responderlas. Desde el comienzo del film, Amityville: El despertar logra ambientarnos en lo que está viviendo Belle, en la piel de Bella Thorne. Un nuevo hogar, su hermano en un cuadro de enfermedad terminal, su madre con actitudes de extrañeza y comentarios en la escuela de la historia detrás de esa casa. Todo esto nos conduce a una Belle atemorizada e insegura de todo. La película transcurre desmenuzando cada uno de los misterios de dicho hogar pero hay un hito que a Belle la trastoca: la misteriosa recuperación de su hermano, interpretado por Cameron Monaghan, el gran Joker de la serie Gotham. El reparto incluye a Jennifer Jason Leigh (Los 8 más odiados) y a Thomas Mann (Yo, él y Raquel) en roles secundarios, los cuales son desperdiciados en escenas que no tienen impacto en el espectador. Amityville: El despertar es una nueva película producida por Blumhouse, la cual presenta la difícil tarea de estar a la altura de todas las obras que realiza la casa de estudios de Jason Blum. El tema es que la nueva entrega de esta saga cae en un error sistemático que sucede en films que tienen como espejo entregas anteriores. El guionista peca al ir a lo seguro y no sorprender. Desde que arranca la película sabemos todo lo que va a pasar minuto a minuto, sin dar espacio a la sorpresa, sin arriesgar ni especular en una vuelta de tuerca. Quedó demostrado, gracias a cada una de los grandes éxitos de la productora, que su factor clave es el riesgo ya que, al contar con poco presupuesto a la hora de desarrollar un film, se apuesta poco para que la rentabilidad se traslade al éxito económico. Acá Amityville: El despertar abusa de cada rasgo de horror, pretendiendo abarcar todo (el espíritu de un asesino suelto, el hermano que es poseído, la extrañeza de la madre, etc.) pero quedando en migajas de una muestra de terror. El año pasado Blumhouse estrenó once películas, una clara muestra de su crecimiento. De éstas, solo cuatro lograron destacarse en la taquilla mundial acompañados por la buena recepción de la crítica: (La reencarnación (Incarnate), Ouija: El origen del mal (Ouija: Origin of Evil), 12 horas para sobrevir: El año de la elección (The Purge: Election Year) y The Darkness. En lo que va del año, ¡Huye! y Fragmentado rompieron todos los moldes y le garantizaron a Blumhouse cerrar un año en superávit, lo cual permite programar algún que otro film sin tantas expectativas pero que quizás el espectador se entusiasme a la hora de ocupar las butacas. Negar que Blumhouse es marca registrada del buen cine de terror podría ser muy determinante ya que hay productos destacados que afirman su gran performance, pero lo que estamos seguros es que la casa de Jason Blum si de algo sabe es de hacer negocios y minimizar el riesgo. Jason Blum va en contra de Amityville: El despertar: Éste no abusa del horror y cuenta con todo tipo de recursos para demostrarlo.
El tango no solo es argentino Se estrena un documental de coproducción argentino finlandesa, que nos hace acercarnos al tango en tierras lejanas. Tango Suomi (2016) nos muestra que este ritmo también puede ser finlandés. Un argentino en tierras extrañas, supongamos que Irán para indicar algún país opuesto a nuestra cultura, puede hacerse eco de cuestiones autóctonas y demostrarles a un grupo de individuos desde donde viene. Maradona, Messi y el tango encabezan esos primeros titulares. Una premisa que cumple su objetivo pero que no es cien por ciento definitiva. El tango no solo es argentino, sino que hay otro país que afirma que es también su música nacional. Finlandia, alejado geográfica y culturalmente de nosotros, es este país y, a través de Tango Suomi, nos lo demuestran. “El tango finlandés no muere gracias al tango argentino” es una de las afirmaciones de una de las tantas voces que se escucha en el documental. La explicación es razonable. Aquel joven finlandés que se acerca a su música nacional termina recurriendo al tango argentino, a Piazzolla, a Gardel, a dichos simbolismos, para fomentar aún más su pasión por este ritmo. El tango finlandés termina mezclando su ritmo con el argentino y funciona como una retroalimentación directa, donde cada país utiliza ritmos e instrumentos musicales del otro. Narrado con una preciosa dinámica necesaria para un documental, con muestras musicales y fotográficas para acercarnos al ritmo, y compuesto de entrevistas a distintos personajes importantes como MA Numminem y Pertti Mustonen, Tango Suomi explica las razones de porque el finlandés considera como suyo al tango. Su guionista y directora, Gabriela Aparici, fue la encargada de investigar durante sus viajes a Finlandia que, por más que seamos tan distintos al país escandinavo, las conexiones son evidentes. En Finlandia se baila y canta el tango. Hasta ahí algo que no llama tanto la atención. Lo más excitante de esto es la manera en la cual se lo vive, a la pasión que genera. El tango funciona como punto en común de dos culturas diferentes. Un ritmo que, a quien le apasiona, hace del mismo una forma de vida. El intercambio cultural es evidente y, gracias a esto, nos encontramos en una reciprocidad que enriquece a quien participa. Argentina y Finlandia, Sudamérica y Europa, unidos por la tradición de un ritmo que nunca se extingue.
No todo lo que reluce es oro Llega a las salas la historia de un estafador de guante blanco, interpretado por un irreconocible Matthew McConaughey, quien deja la dignidad de lado en búsqueda de ambición y dinero. Jordan Belfort en un yate, tratando de chantajear a un agente fiscal, es una de las escenas más recordadas de El lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street, 2013). La dinámica del film y la empatía por un personaje tan corrupto son hallazgos que la dupla Martin Scorsese - Leonardo DiCaprio solo puede conseguir. En sus primeros diez minutos El poder de la ambición (Gold, 2016) nos trae ciertas reminiscencias a la obra del director de Los infiltrados (The Departed, 2006). Dichos aires de semejanza se pueden encasillar tan sólo en dos elementos: Que sea basada en una historia real y que Matthew McConaughey haya sido participe de ambos proyectos. Estos elementos son los únicos que se comparten con la obra maestra de Martin Scorsese. El resto está a años luz de distancia. Stephen Graham dirige este film donde un hombre fracasado en los negocios se asocia con un geólogo en búsqueda de oro en tierras desconocidas. El resultado es un drama de casi 120 minutos de duración, con sólidas actuaciones pero sin sorpresa ni dinamismo y donde uno peca en esperar algo nuevo, un golpe de timón, que lamentablemente no sucede. El film se convierte en una correcta obra pero la escasez de recursos en su guion deja mucho que desear. La desquicia del protagonista desborda cada arista del largometraje, siendo quien lleve las riendas del mismo. La caracterización de McConaughey es lo más llamativo del film. Su cambio físico, pelado y con unos cuantos kilos demás, resulta asombroso y se da en el contexto de la búsqueda actoral del oriundo de Texas. Desde su interpretación de Ron Woodroof en Dallas Buyers Club: El club de los desahuciados (Dallas Buyers Club, 2013), personaje que le otorgó el Premio de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, y hasta la genial serie creada por Nic Pizzolatto, True Detective, son muestras de los grandes papeles en lo que se desempeña el actor donde su amolde físico es admirable. En El poder de la ambición, Matthew McConaughey es el punto más alto de la obra y quizás sea el único ítem que se asoma más allá de la media. El poder de la ambición nos ayuda a entender tres cosas. En primer término, Matthew McConaughey se está enfilando como uno de los actores más importantes de su generación. Su destaque año tras año no sorprende y siempre está presente en la temporada de premios. Este año lo espera nada más ni nada menos que su protagonismo en la adaptación de la saga de libros de Stephen King, La torre oscura. Como segunda cuestión, la obra es un retroceso en la auspiciosa carrera como director de Stephen Graham. Syriana (2005) se convirtió en un excelente thriller que valió la pena ver y nos esperanzaba en que aparezcan más títulos comandados por el director. Por ende, El poder de la ambición es un paso atrás en su carrera. Como tercer y último punto, no está nada bueno comparar cualquier cosa con algo de Scorsese. Es muy difícil poder asemejarse a gigantezcas obras cinematográficas. El poder de la ambición acierta con McConaughey, con su reparto, su prolija narración pero, aunque parezca el colmo, escasea de ambición. El riesgo no está presente y lo correcto hoy no alcanza. Esto sí que está a años luz de una obra de Scorsese.
El monstruo que llevamos dentro Se estrena una de las películas más originales de lo que va del año y, de la mano de Anne Hathaway, promete diversión, acción y mensajes cifrados. Si uno recuerda fragmentos de su vida, se daría cuenta de errores cometidos casi por inercia o manera de ser. Desde una torpe caída que podría arruinar una boda o un pollo quemado en una cita, los errores son peligrosos al pasar a ser cotidianos. Una vez que los mismos se apoderan de tu rutina, pasas a ser esclavo de dichos fantasmas. Esto mismo le sucede a Gloria, la protagonista de Colossal (2016) interpretada por la extraordinaria Anne Hathaway, donde el alcohol y la juerga le trae problemas al punto tal que su pareja la deja. Así comienza Colossal y no es para nada involuntario. Dirigida y escrita por el español Nacho Vigalondo (Open Windows, 2014), Colossal expone los conflictos internos del ser humano con un claro mensaje cifrado en formato de ciencia ficción. Un monstruo aparece de la nada y azota Seúl, coincidiendo en los momentos en que Gloria desvaría y no recuerda nada. En una de las escenas más cómicas del film, la protagonista descubre que ella es el monstruo y lo expone frente a su grupo de amigos. Gloria se encuentra atrapada en esa figura monstruosa, aunque aquí el espectador no podría discernir si el verdadero ser que atemoriza es aquel que destruye la ciudad de Corea o la misma Gloria y su desordenada vida. El juego entre dichas dicotomías vinculadas es constante y pregona una primera hora para disfrutar. El reparto lo completa Jason Sudeikis (Quiero matar a mi jefe, 2011), Austin Stowell (Puente de espías, 2015), Tim Blake Nelson (Lincoln, 2012) y Dan Stevens (La Bella y la Bestia, 2017), por lo que el apoyo humorístico está presente. La obra ambiciona con excelentes escenas de acción, lo que propone que el espectador se exalte en la pantalla grande. Sin dudas el film peca en no tomar con absoluta seriedad dicho mensaje que pretende auspiciar, satirizando y exponiéndolo con cierta liviandad. En esto mismo se sumerge el guion, sin profundizar, tan solo tratando de entretener. Colossal es un viaje magnífico para todo aquel que pretenda algo distinto en el cine. La idea es muy original. “Una mujer con cierta conexión psíquica con una bestia” es llamativo desde donde lo mires, pero en eso no se centraliza la película. Colossal expone las miserias del ser humano, las ridiculiza y propone un juego de ciencia ficción donde, al vencer a la criatura, se lograría derrotar a todos los conflictos internos que uno posee. Ese es el juego que nos presenta y el cual depende de cada uno si estamos dispuestos a jugar, tanto en el film como en nuestras vidas.
Pepita la Pistolera Madraza (2016), ópera prima de Hernán Aguilar, se presenta en el 31 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y desde acá te contamos de qué va este film que no escatimará en balas, sangre y violencia. Una mujer humilde, con problemas de peso, sin dinero, sin educación, se encuentra en un grave dilema cuando su esposo muere a sangre fría por un ladrón de poca monta. Su vida cambia de forma drástica. Sus valores penden de un hilo y el destino le tiene preparado un camino insospechado. ¿Qué harías si días después te encontras con el asesino, la persona que te arruinó la vida? A Matilde, personaje interpretado por Loren Acuña (Carancho), se le presentó este evento y su vida no volvió a ser la misma. Realizada con una impronta llamativa a base de escenas a pura acción, una mujer común y corriente se convierte en la asesina más buscada y, sus asesinatos anónimos por dinero, cada vez evolucionan más en materia de profesionalismo. Hernán Aguilar, el encargado del guion y la dirección del film, concreta una obra que se goza, entretiene y deja esa enseñanza que no muchas lo hacen. Primero, el personaje principal, la Madraza, nos produce empatía desde los primeros cinco minutos. En imposible no ponerse en la piel de ella, que siente que lo perdió todo, y con sus límites a cuestas, se venga de quien le arruinó la vida. Como segundo punto, la transformación de este personaje. Remitiéndonos en la construcción del héroe que Vince Gilligan realizó con Walter White en Breaking Bad, Aguilar determina un meteórico cambio al arriesgarse en pecar de inverosímil pero acertando en cada una de las aristas del mismo. Un cambio preciso y rotundo, por dinero o por amor propio, sostenido por el tercer punto fuerte del film: el sólido reparto. Gustavo Garzón en la piel del detective cuyo fin es el de encontrar a esta asesina anónima es el interés amoroso de Matilde. Chunchuna Villafañe como Teresita y la destacada interpretación de Sofía Gala Castiglione como Vanina son las amistades de esta mujer que a paso firme comienza a conseguir todo lo que se propone. Se destaca otra vez el cambio en el personaje, ya que la transformación no solo va desde el accionar, sino también desde lo físico y en la relación con los otros protagonistas de la historia. El guion no admite huecos, la explicación de todo es visible y permite la interpretación de acciones que se entienden por el sólido personaje principal. Aguilar logró lo que se propuso y eso está más que evidente. Destacamos los efectos especiales de las escenas de acción. Los tiros, ver la sangre brotar, es algo para el aplauso y para ver una y otra vez. Habrá que seguir el camino de Hernán Aguilar. Su opera prima es para entusiasmarse y ansiar más films de acción como estos, con sólidos personajes como Matilde. Exponiendo las miserias humanas, la vida cotidiana, viendo a alguien elegir su camino sin limitarse por los principios éticos, Madraza es una película que bordea la violencia, desparrama justicia por mano propia y, así y todo, no pierde emoción, ni gracia ni sorpresa. Se disfrutan films así, que no están preocupados en arriesgar, que lo hacen y punto. A Hernán Aguilar se le presentó este evento y seguro que su vida no va a volver a ser la misma.