Fuera de juego. Antes que nada, quien les escribe no es un gamer absoluto sobre el juego en el cual se basa la película, por lo que el enfoque va a ser sobre esta y no como adaptación. El joven Nathan Drake es reclutado por Victor “Sully” Sullivan para encontrar un tesoro invaluable, ligado a su hermano perdido años atrás. Un filme de aventuras que intenta emular a Indiana Jones, no es algo nuevo. Vimos a lo largo de los años diferentes clones, pero sin irme de tema… ¿qué aporta Uncharted: fuera del mapa? Sinceramente nada, no deja de ser una propuesta genérica en la que Sony se jugó una de sus cartas: Tom Holland. Se suponía que la película debía ser promocionada como una adaptación de Uncharted, la cual llevaba años intentando ver la luz, pero en cambio, al iniciarse la producción, Tom Holland acaparó la atención y ello afectó el filme. No los culpo, puedo entender que la propuesta puede estar dirigida a los más chicos y ver un rostro familiar es más que atractivo, pero realmente esperaba ver algo diferente en su interpretación. Por momentos sentí que estaba viendo a un Peter Parker más calmado, pero algo que realmente me molestó fueron los continuos chistes sobre apps, que no me sacaron una sonrisa para nada. Contario el caso de Mark Wahlberg, que irónicamente iba a interpretar a Nathan Drake años antes. Sus chistes funcionan y su arco es más interesante que el de Holland, en la que vemos una transformación más notoria a lo largo del filme. Como toda historia de aventuras siempre tenemos un villano, y Antonio Banderas está muy bien en sus primeras escenas; de hecho, funciona muy bien su recurso de hablar en español en algunas escenas, pero realmente terminan desaprovechándolo, como si se arrepintieran de su inclusión sobre la marcha. A partir de ahí, las cosas se fueron a pique. Como dije, la mayoría de las propuestas de aventuras tomaron como inspiración a Indiana Jones, pero esta tomó no sólo al personaje de Harrison Ford, sino también a uno de sus peores villanos como modelo, como fue en el caso su villana en Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal. Esperaba una villana (Tati Gabrielle) más carismática, pero realmente no dejaba de ser una secuaz sin motivaciones ni desarrollo. Sólo rescato la primera escena de acción en el aire, pero después se me hizo difícil poder terminar el filme. En cuanto a la película como adaptación al menos se respetó el vestuario del protagonista y alguna que otra referencia, pero no más que eso. Seguramente Sony confirme una secuela y tal vez en este caso sí se vea algo un poco más diferente y cercano al juego.
La redención de una saga. Todo está inventado, lo original cada vez es más escaso y si llega algo nuevo pasa desapercibido, en cambio en la industria es cada vez más común ver secuelas, reboots o remakes, pero ¿qué obtenemos si combinamos todos estos géneros? Fácil, Matrix Resurrecciones. Con Lana Wachowski en la silla de directora (está vez sin su hermana, con quien había dirigido la trilogía a principios del 2000) nos brinda un enorme regreso de las aventuras de Neo, Trinity y compañía. Alejándonos del conflicto hombres contra máquinas, Matrix vuelve con un nuevo conflicto, que se adapta a los tiempos actuales pero a su vez resulta familiar para los fans que vieron al filme estrenarse. Esta vez la película tiene un enfoque más emocional que trabaja la relación de Neo con Trinity, nuevamente en la piel de Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss, quien pese a los casi 20 años nos demuestran que su química continúa intacta. ¿Es necesario tener vistas las entregas previas? No necesariamente y acá es donde entra lo nuevo que ofrece Matrix en esta época, donde no se siente como una secuela sino que le da independencia de la saga pero a su vez nos da grandes detalles memorables como las escenas en cámara lenta o la dualidad de las pastillas rojas y azul que se convirtieron en un dicho popular a través de los años. Detalles que tal vez si no viste las entregas previas no te genera nada, aunque a su vez te incentiva a verlas. Algo contradictorio que a su vez funciona como marketing. Como dije antes, Matrix Resurrecciones no se siente ni como secuela, pero tampoco reboot (donde nos introduce a través de sus personajes a aquellos que no vieron jamás alguna película) o remake (donde tenemos recastings de personajes como Morpheo o el Agente Smith) sino un filme personal de la directora, que luego de haber perdido a sus padres sintió la necesidad de hacer y eso se refleja en su película, que habla sobre los reencuentros, algo que se siente reconfortante y que pese a tener malos momentos (si, como pasó en Revoluciones y puede pasar en relaciones personales) siempre da placer verlas de nuevo. Tal vez no se vea como una potencial nueva saga, pero sí es una cuenta pendiente que tenía su directora y que nuevamente como su primera entrega, que marcó un antes y después en el cine, nuevamente con Resurrecciones estamos ante un nuevo subgénero que seguro va a marcar tendencia en los siguientes años. No es la primera ni la última que lo haga, pero como se dice en el filme, no importa cuántas veces cuentes una misma historia, sino cómo la cuentes.
Un Spidey a puro disfrute. Si tuviera que describir mi opinión hacia el Spider-man de Tom Holland, estaba más en la línea de JJ Jameson que la del pueblo que lo consideraba su “amigable vecino”. No es que tuviera nada contra el actor, al contrario, pero la ejecución hasta el momento no me habia convencido. ¿Era fiel a los comics? Es una adaptación, no pretendo un calco, si drenaba las influencias de Dan Slott, uno de los autores más controversial de tiempos recientes, el mismo que le dio a Spidey sus gadgets tecnológicos que antes no tenía más que sus disparadores o el que tuvo la genialidad de intercambiar mentes entre Spidey y Octopus creando Superior Spider-man. Pero no solo Spidey dependía de sus gadgets –como si con sus poderes no alcanzara- sino también que hasta la fecha no veía a Spider-man en el cine, siempre siendo opacado o por algún vengador o villano de turno, este último detalle se vio más acentuado con esta ultima encarnación. Afortunadamente, y tal vez nunca imaginé decir esto, pero la llegada de Spider-man al UCM fue lo mejor que le pasó, no sólo por su interacción con otros héroes, algo que al fanservice le encanta, sino también por el hecho de desarrollarlo mucho más que un adolescente. No es algo que no hayamos visto antes. Con Garfield y Maguire vimos a un joven adulto Spider-man , pero todo parece indicar que vamos a ver mucho más en estas entregas y no sólo ello, sino también que la mayor celebración es alejarnos de Slott y ver a nuestro amigable vecino en su máximo esplendor. Con la inclusión de tantos villanos, debo reconocer que tuve miedo por como iba a terminar la cosa, podía ser el final de Spider-man o un éxito sin precedentes del arácnido que nos adentraría más en su universo. La segunda opción fue la triunfadora, Alfred Molina, Willem Dafoe y Jamie Foxx los icónicos villanos de Spidey que habíamos visto enfrentarlo, no sólo volvieron por una revancha sino también por mejorar sus ejecuciones (sobre todo Foxx que al menos su Electro le dio una gran corrección en esta entrega). Por el lado de los aliados, tenemos a Doctor Strange, MJ y Ned Leeds, que tuvieron una participación acertada y por primera vez Watts, luego de hacernos sufrir con las entregas previas, hizo que Holland se luciera como Spidey. Claro que si debo objetar algo es la inclusión de Lagarto fue la más floja, tal vez la de Hombre de arena fue un tanto confusa a mi parecer y como no podían faltar los chistes de turno, un sello de Marvel que estuvieron siempre presentes para sacarnos de acción, algo que no pasó con Shang chi. Pero no todo es alegría, tenemos momentos desgarradores, un mensaje que nos recuerda a la lejana Spider-man 3 y lo más importante: el significado de afrontar una gran responsabilidad. Lágrimas, nostalgia, risas y acción, Spider-man: No way home no solo llegó para presentarnos un nuevo inicio en la saga de Hombre araña, sino también en hacer historia en sus 20 años en cine.
Historia de corazón. Will Smith se pone en la piel de Richard Williams, el hombre detrás del ascenso de las legendarias Venus y Serena en el mundo del tenis. Rey Richard: Una familia ganadora no sólo es una historia familiar poco conocida, sino que también nos informa sobre las adversidades que las hermanas debieron atravesar por aquel entonces en la que el racismo estaba a flor de piel, donde el tenis era considerado sólo un “deporte para blancos” y el riguroso entrenamiento de Richard era cuestionado por la prensa. El filme, tal como lo dice el título, estuvo apoyado por la familia de las deportistas. Siendo las hermanas parte de la producción ejecutiva se buscó que la imagen de Richard Williams se viera favorecida considerando la fama de “Luis Rey” del tenis que la prensa le había hecho por su método riguroso. Ayuda muchísimo la interpretación de Will Smith, que nos demuestra una vez más que puede conmovernos con sus grandes actuaciones como sucediera en otras biopic como Ali o En busca de la felicidad. Con Rey Richard el actor estudió a la perfección los movimientos del patriarca Williams, incluso recreando su forma de hablar. Mientras que las jóvenes Serena y Venus estuvieron a cargo de Demi Singleton y Saniyya Sidney, a quien próximamente vamos a ver en la serie First Lady, biopic centrada en Michelle Obama, donde la joven interpretará a Sasha, su hija. Para el papel, las actrices se nutrieron de videos sobre las tenistas en la que el resultado es abrumador. Además de la extensa duración de 145 minutos, también debo objetar de este filme que, con la finalidad de querer dejar bien parado al personaje de Will Smith, se omiten otros detalles de su vida como su historial amoroso que incluía cinco hijos que ya tenía antes de las tenistas, relaciones extramatrimoniales y el casamiento con una joven casi de la edad de sus hijas. Comprendo que sea una biopic y que por espacio no pueden incluirse, pero también entiendo que intentaron potenciar sólo lo mejor de Richard Williams. Este año tenemos La Casa Gucci o Spencer para disfrutar en la pantalla grande y sumadas a Rey Richard, la competencia en los Oscar se postula más feroz que nunca.
Diseñada para los Oscar. Amor, traición y mucho glamour, La Casa Gucci narra la vida de Maurizio Gucci, heredero de la marca de renombre hasta su asesinato en manos de su ex esposa. Basada en el libro de Sarah Gay Forden, el drama dirigido por Ridley Scott nos presenta a Adam Driver y Lady Gaga como protagonistas, mientras que Salma Hayek, Al Pacino, Jared Leto y Jeremy Irons acompañan en papeles secundarios. Como toda propuesta la película presenta grandes aciertos y grandes fallos también, que mezclados el uno al otro dan un resultado neutro, donde el filme no resulta el mejor del año ni tampoco el peor. En los aspectos técnicos, tanto el vestuario como la fotografía y ambientación a través de los años, Ridley Scott y su equipo se llevan todos los méritos. El director no es ajeno a filmes de época como lo fueron Gladiador, Robin Hood o El último duelo, que también vimos este año. Un director exigente que a su vez permite brillar a sus actores. Todo bien con Adam Driver o Lady Gaga, de quienes hablaré más adelante, pero debo destacar que Jared Leto es quien más se lució en este filme. A la hora de transformarse físicamente el actor demuestra que hace suyo su personaje y se compenetra de tal maneraque da escalofríos por el asombroso parecido con Paolo Gucci. Lo hizo con el Joker en Escuadrón suicida, lo hizo con Mark Chapman -el asesino de John Lennon- en Chapter 27 o en El club de los desahuciados al interpretar a una travesti. ¿No lo va a hacer con un filme de este calibre? El resto está bien en sus roles, son actores que venden, atractivos y siempre suman. En cuanto a los protagonistas, tenemos a un gran Adam Driver, que afortunadamente me hizo olvidar su paso bochornoso por Star Wars. Por otro lado, Lady Gaga, que la recuerdo en Nace una estrella, donde la química con Bradley Cooper era brillante, en este filme no logra replicarla con Driver. Pero en cambio su interpretación de la ambiciosa Patrizia Reggiani es espléndida, aunque resulte un tanto dudoso su acento italiano. Si algo debo objetarle a la propuesta de Scott es la duración de casi tres horas, donde parece que sobre el final se dio cuenta que debía terminar la película y tuvo una pronta resolución del conflicto. La Casa Gucci es un deleite para los amantes de la moda y las biopics, que sin duda van a disfrutar ¿Si es una candidata al Oscar? Definitivamente sí, doy todas mis fichas para Jared Leto como actor de reparto, el diseño de producción y me animaría a decir que a Mejor película.
Terror argento. Siempre es un placer ver cine nacional entre las propuestas trilladas de Hollywood. La forma del bosque es la opera prima del director Gonzalo Mellid, quien inspirado en un sueño propio, y sus influencias del cine de M. Night Shyamalan, logró plasmar su idea con resultados satisfactorios. Sumados a tintes de cuentos de hadas y cine slasher, la película cumple su prometido, intriga, sorprende y lo más importante hace ameno el relato. Dividida en tres capítulos entrelazados a modo de introducción, nudo y desenlace, nada de ello hubiese sido posible -ni el resultado hubiese sido más satisfactorio- sin la garra y corazón de sus intérpretes, Cucho Fernández y Magui Bravi. A medida que los relatos son narrados, el juego de cámara de Mellid nos hace olvidar sus influencias hollywoodenses, de a poco nos enseña sus propias reglas y su universo diferente para un género donde la originalidad cada vez es más escasa. No sólo el filme busca aterrorizar al espectador, sino también plasmar un mensaje ecológico a través de la entidad del bosque, pero no voy a adelantarles más para evitar spoilers. Si hay algo que debo objetar con respecto a la propuesta del director, que ya había experimentado con el cortometraje Cenizas en Buenos Aires, es la transición de un corto a un filme donde se notan por momentos algunos baches narrativos. Si sos de los que se cansaron de ver las propuestas de siempre en cine, La forma del bosque es una opción ideal.
Tibio regreso de James Wan. James Wan volvió a lo que supo hacer mejor los últimos años: el terror. Con una nueva entrega que se aleja del tono que construyó con la saga de El conjuro, esta vez con Maligno, su último opus nos introduce en la historia de Madison y su violento novio, ella varias veces embarazada y una nueva pelea donde termina muerto. La primera característica de este film es por un lado el tiempo que se toma el director en el desarrollo de cada escena y por otro las similitudes formales con el cine italiano (giallo). Otra diferencia con propuestas de terror de la factoría Wan tiene que ver con la ruptura de la linealidad temporal. Elemento que hace más entretenido al relato. Con la utilización de este recurso con la fragmentación temporal se establece un guiño y complicidad con el espectador en el que por momentos pareciera que el propio Wan se divierte y juega con nosotros espectadores. A pesar de esta idea, la decisión de un brusco cambio de registro no resulta nada positivo. Con Maligno parecía haber vuelto el cine de terror clásico, con sus atmósferas y climas pero finalmente irrumpe el cine de género. Nada innovador, algo entretenida. Lo que nadie puede negar es que El conjuro fue mucho mejor.
Borrón y cuenta nueva. Finalmente se puede decir que DC encontró la luz en el camino y podrá sacar a flote su universo que tanto prometía. El común denominador es James Gunn, este peculiar director que gracias a sus libertades en Marvel permitió que DC lo reclutara para su propia visión, dándole carta blanca y ese detalle suma muchísimo ya que se puede apreciar su mano y es algo que se había desdibujado en los últimos años. James Gunn una vez más demuestra cómo puede poner en el mapa personajes impopulares algo que ya hizo con los Guardianes de la Galaxia en su momento. Pero dejando de lado su impronta, algo que se agradece, el otro punto es la identidad del filme que sacó del universo animado. El Escuadrón suicida tiene dos películas en ese medio –ver aquí crítica del filme de David Ayer de 2016– y ambas pueden disfrutarse independientemente la una de la otra, algo que ocurre también con el resto. En este caso se aplica el mismo recurso, para los que se preguntan si es secuela o reinicio, tan solo voy a decir que está en un término medio y la película no necesita subrayar constantemente que pertenece a un universo compartido ni recurrir a cameos. Este es un detalle que se diferencia de su competidora y por primera vez veo que DC se puso las pilas en este aspecto en vez de querer emularla. Otro detalle que voy a resaltar es la cantidad de sangre y muertes que hay, algo que no escatima Gunn. En cuanto a los personajes Margot Robbie, consolidada como Harley Quinn, nació para este personaje y finalmente aparece lo justo y necesario dejando lucirse a sus compañeros. Idris Elba es una gran sorpresa y John Cena junto a Stallone sacan algunas sonrisas. En cuanto a Cena lo vimos recientemente en Rápidos y furiosos 9 y próximamente lo veremos en un spin-off de su personaje de DC. (Alerta de spoiler). El resto de los personajes se lucen y pese que el poster nos mostró varios de ellos temía por una saturación, pero Gunn solucionó ese detalle sin anestesia. En cuanto al villano estuvo buena la adaptación, Starro me trajo recuerdos de la serie animada de Liga de la Justicia, lindo factor nostálgico y, aun así, lo bueno del este filme es que contraria a otras propuestas del género en las que el héroe es incuestionable y el villano se lleva la mejor parte, acá ambos puntos se combinan muy bien en los personajes al igual que acción y comedia (esta última sin caer en abusos). En sí, El Escuadrón Suicida es un acierto de DC, tal vez lo único objetable sea el estereotipo a los latinos en la escena inicial, después nada que objetar.
Cuando Jack Sparrow conoció a Indiana Jones… Dinosaurio, Tomorrowland, La mansión embrujada y la explotada Piratas del Caribe, son propuestas que le deben a las atracciones del gigantesco Disney World. Ahora se suma a la familia Jungle Cruise. Protagonizada por Dwayne Johnson y Emily Blunt el filme se centra en el capitán Frank Wolff y la científica Lily Houghton acompañados por su hermano McGregor que se embarcan en una aventura para encontrar el Árbol de la vida, del que se dice posee grandes propiedades curativas. Como toda historia de aventuras tenemos también a los villanos que buscan apropiarse de aquel árbol para su propio beneficio. En pocas palabras nada que no hayamos visto en el género, sobre todo en la pionera Indiana Jones que también tuvo herederas como La momia (1999) o La leyenda del tesoro perdido (2004). Cambiando mares por ríos, manteniendo un trío con algunos cambios pero intereses contrapuestos, el espíritu de Piratas del Caribe también puede apreciarse (tal vez por sugerencia de Johnson que confesó su fanatismo sobre la saga). Sin embargo el filme pierde tiempo en buscar ser algo que no es en vez de intentar tener su propia personalidad, pero eso no significa que no lo haga. Por un lado tenemos a los villanos, que a mi parecer no se terminan de lucir del todo y eso tiene que ver con la saturación que presenta. Otro elemento que no puede faltar en pleno siglo XXI es el hecho de agregar un personaje LGBTQ, que se siente forzado y parece que el filme constantemente quiere subrayar por exigencias de los tiempos que corren en vez de naturalizarlo como se debería. En lo visual no puedo objetar nada. Disney sabe vender un producto y sin duda sé que en los cines va a irle bien. Con respecto a los protagonistas me llevé una grata sorpresa, no sólo de Blunt, sino también de Johnson, que se lo nota consolidado y atrás quedaron sus primeras propuestas (como la ridícula Hada por accidente o Entrenando a papá). En el filme, ambos hacen lo que no pasó en Piratas del Caribe y eso es el corazón del filme: su química. Es grato descubrir que ambos actores tienen gran química en pantalla y si tienen presente Piratas del Caribe recordarán que la de Orlando Bloom y Keira Knightley era inexistente. En definitiva, Jungle Cruise es una propuesta que se puede disfrutar sin pretensiones.
El ambiguo M. Night Shyamalan. Solía disfrutar al director M. Night Shyamalan en filmes como Sexto sentido, El protegido o Fragmentado. Hoy esa imagen quedó en el recuerdo. Las propuestas más recientes no tuvieron la repercusión que supo tener en aquel entonces. Intentando innovarse -pensemos en títulos como El último maestro del aire o Después de La Tierra– tenemos Viejos que sigue la línea en la que Shyamalan no es autor del material que trabaja y esa es una de las primeras debilidades que vemos en su filme. Viejos se basa en Sandcastle, un cómic escrito por Pierre-Oscar Lévy con dibujos de Frederick Peeters publicado en 2010. La obra describe a los turistas de una playa utópica que oculta un enorme misterio. La película se centra en una familia que va a pasar unas vacaciones en un hotel en la playa y al poco tiempo notan que el tiempo transcurre de manera diferente, convirtiendo a sus hijos en adultos en cuestión de días. La premisa es interesante y Shyamalan la lleva bien en los primeros dos actos, jugando con sus elementos de intriga que tanto supo deleitarnos con Sexto sentido, pero a la hora del tercer acto, las intrigas y todo el relato que supo construir se desmoronan. Aunque no me gustó, tampoco me sorprende. El tan mentado sello o estilo Shyamalan arruina por completo el filme, ya lo vimos antes. Por citar un ejemplo, Glass, la tercera entrega que comenzó con El protegido, también tiene esa debilidad donde el film en sí nos quiso vender el regreso de Samuel L. Jackson y, sin embargo, el relato se cae a pedazos con un final a las apuradas. Pese a tener un mal tercer acto Viejos tampoco está en el paupérrimo nivel de El último maestro del aire (visualmente muy buena pero mal ejecutada) o de la defenestrada Después de la Tierra (no dejo de asociarlo como una copia de Oblivion). Viejos podrá ser un poco mejor que sus peores trabajos pero aún estamos lejos de que Shaymalan vuelva a su antigua gloria.