Cine en extinción Animales nocturnos (2016), dirigida por Tom Ford, está basada en la novela Tony and Susan de Austin Wright. El film narra la historia de Susan Morrow (Amy Adams), una excéntrica expositora de arte, agobiada por su trabajo y por el poco interés que su marido tiene en ella, recibe la novela de su exmarido Edward Sheffield (Jake Gyllenhaal). Siguiendo la línea de un texto enmarcado, Susan comienza a leer el relato de Tony Hasting (interpretado también por Gyllenhaal) y su familia, en un viaje que cambiará tanto la vida del protagonista de la novela como la de Susan que, al leerla, reflexionará sobre su pasado para poder continuar. Animales nocturnos es un viaje a través de las debilidades, prejuicios y contradicciones de Susan, ejemplificadas en la historia de su relación con Edward y la de Tony con su familia. El plano narrativo se desenvuelve de manera única y constante, entre flashbacks de la relación entre ambos, mientras el desgarrador relato de Tony, junto a su familia, se desarrolla en planos simétricos, panorámicos y superpuestos. Esto hace de Animales Nocturnos una película única. El lente de Tom Ford recrea una forma peculiar de contar la historia, a través de las imágenes y algunos guiños. La reflexión e interpretación forma parte de la película, el espectador deberá reunir las pistas que Ford deja en el relato, para recrear con exactitud lo que Edward manifestó con su novela. Ford utiliza a las imágenes para que hablen por él y reproduzca las actitudes y sentimientos de sus personajes. st_20161130_jomovie30ltn7_2774831 Animales nocturnos es una película que se desarrolla en tres grados de tiempo diferente, pero en ningún momento se torna confusa, redundante o prescindible. El pulso narrativo, el argumento y guión hacen del film digno de disfrutar en más de una ocasión, para conocer y desentrañar aún más la relación entre Edward y Susan y en la forma que se ejemplifica dentro del texto de él. Ford hace de la tensión y el drama el aparato más sensible para cautivar al espectador: desde una escena desesperante en la carretera que marcará a fuego todo el desarrollo de la película hasta en los planos de reflexión, duda e impotencia por parte de sus protagonistas. Allí también obra en un nivel extraordinario el trabajo de Ford: el elenco. Jake Gyllenhaal continúa siendo uno de los actores más multifacéticos de su generación y en este caso no es la excepción. Soberbia, íntima y desgarradora es la interpretación de Gyllenhaal, como el padre de la familia de la novela de Edward, y también en su actuación como el propio escritor. Dos personajes tan diferentes y similares a la vez llevados de forma excepcional, compleja y real. El dolor, la impotencia y el rencor del personaje de Gyllenhaal traspasa la pantalla para tocar en la fibra más íntima de cada espectador. Amy Adams padece, siente y se relaciona tan fuerte con la novela que parece filtrarse en su propia vida. Adams logra una actuación destacada, confidente y sincera de una mujer que remueve su dolor en errores del pasado que todavía la atosigan. Michael Shannon, en su rol de un típico policía del centro de los Estados Unidos, también es otro gran aporte al elenco. Un personaje logrado que genera empatía gracias a su carisma y particular forma de ver y manejarse con la ley. Ahora, toda gran película necesita un enemigo especial: Aaron Taylor-Johnson recrea al antagonista ideal y funcional, gracias a su carisma, poca sensibilidad y locura. Lo que hace despreciable al personaje de Johnson es su personalidad soberbia, violenta y descarada. En él y sus palabras, se reproducen la parte más tortuosa de la relación entre Susan y Edward. Sus recriminaciones, odios, frustraciones y reacciones. Animales Nocturnos (2016) consagrada en el Festival de Venecia de este año con el Gran Premio del Jurado, nominada en los Critics Choice Awards por actor secundario (Shannon), guion adaptado y fotografía expone un thriller completo, estimulante en lo visual y en su narrativa. Una película que cautivará a los espectadores con una historia singular y atrapante. Por Alan Schenone
El suspenso superficial En Presencia siniestra (2016), Mary Portman (Naomi Watts) vive en las afueras de la ciudad, trabaja como psicóloga de niños y jóvenes mientras cuida y atiende a su hijastro que se encuentra en estado vegetativo. Con la aparición de un niño, comenzarán a ocurrir hechos paranormales que llevarán a Portman a descubrir una verdad que amenazará su vida y la de su entorno. Presencia siniestra se plantea como otra película de terror y suspenso en la cual, el miedo y el desequilibrio del personaje llegará fuera de cuadro alimentando la imaginación del espectador. Al principio, distintos sucesos paranormales comienzan a oprimir el pensamiento racional de la protagonista haciendo dudar de la veracidad de los hechos que ocurren en su hogar y su familia. El quiebre en la película es el momento que empieza a revelarse el misterio. Logra evitar la opción más predecible de películas del género. Sin embargo, a pesar ser un momento de ruptura positivo, por no caer en el lugar común, termina por ser negativo debido a la forma en la que llegó hasta ahí, ya que desacredita parte de lo visto anteriormente. Al no tener un argumento creíble no puede sostener la explicación de los hechos. El terror por eventos paranormales mutó en una forma más violenta y psicológica a la vez, algo que no fue bien manejado en la transición, ya que el guion de Christina Hodson no tuvo la suficiente consistencia para consolidar el argumento. Respecto a la dirección de Farren Blackburn, logró escenas atrapantes, genera suspenso en el espectador pero no agrega mucho más. Ciertos planos y secuencias en directa relación con la fotografía de Yves Bélanger constatan una buena simetría en las intenciones del director respecto al ambiente del film. Con personajes cliché, el elenco de Presencia siniestra continuó por el camino conformista y mediocre del director: actores como Jacob Tremblay, Oliver Platt y David Cubitt no generaron una empatía con el espectador por lo superficial y común de sus personajes. Naomi Watts cumplió pero no pudo amplificar un personaje muy básico y superficial. Si habría que destacar a alguien sería el caso de Charlie Heaton que, a pesar de llevar a cabo una actuación un tanto sobreactuada, dejó los mejores momentos en el film. Presencia siniestra reunió a un buen elenco y propuso una historia con un buen giro argumental, dentro de lo que podría esperarse de una historia del género, pero no fueron buenas las decisiones en el aspecto de dirección como del guion, el núcleo y corazón del film. Dentro de este esquema tan marginado de maniobra, quedó una tarea difícil para los actores de representar algo que supere los vaivenes en la parte creativa de la película.
La mística para creer En Doctor Strange (2016), el soberbio cirujano Stephen Strange (Benedict Cumberbatch), luego de haber de sufrido un grave accidente y no haber podido encontrar soluciones en la medicina, cambia su rumbo en la búsqueda de respuestas que trascienden el plano de la realidad a la que estaba acostumbrado. En su camino por formarse y consolidarse como el Hechicero Supremo, debe superar errores del pasado, contradicciones y a un temeroso enemigo. Siguiendo la misma línea de producción editorial de Marvel Studios -films dinámicos, personajes carismáticos, acción y chistes que rebajan el dramatismo para que resulte asequible para toda la familia- Doctor Strange es un film contundente que explora un lugar casi recóndito: las artes místicas. Luego de haber pasado por la tecnología (Iron Man - 2008), la historia (Captain America - 2011), la mitología (Thor - 2011), el espacio (Guardians of The Galaxy - 2014), la ciencia (Ant-man - 2015) y problemáticas sociales y culturales (Daredevil - 2015, Jessica Jones - 2015 y Luke Cage - 2016), llegó el turno de explotar todos los recursos de la magia y lo metafísico con el Hechicero Supremo. Doctor Strange es una montaña rusa de efectos visuales, mundos paralelos y revelaciones que sorprenden tanto al personaje como al espectador. El escepticismo es el principal obstáculo que debe sortear Stephen Strange para luego adentrarse en un terreno revelador que cambia su manera de percibir el mundo. 14859676_10154617758697673_715049348849711631_o La narrativa siempre se mantiene fluida e interesante a través del camino de aprendizaje por parte del Doctor, en un clima intenso y peculiar, producto de la fotografía, la puesta en escena y la música. Más allá de adaptar una historia directamente relacionada al mundo oriental en el marco occidental, Doctor Strange sube la vara de los films del estudio posicionándose como una de sus mejores entregas. El director Scott Derrickson (Sinister - 2012) mantuvo el camino cómodo, fructífero y certero del productor Kevin Feige, en la fórmula de realizar una película de superhéroes que alcanza otro escalón, gracias a la interacción desarrollada por cada una de las partes. Estas aristas, entre el cast, el aspecto visual al mejor estilo Inception (2010) como también lo fue la dirección-guión, logran hacer de Doctor Strange una película contundente, atrapante y diferente, a pesar de cargar con el peso de ser un film introductorio que debe explicar de manera solvente los orígenes y motivos del protagonista. Como le alerta Mordo (Chiwetel Ejiofor) al Doctor antes de entrar al templo de la Ancestral (Tilda Swinton) -"Debes olvidar todo lo que creías saber" -, la película hace lo propio con el espectador: deberá dejar de lado lo anteriormente visto en películas del género para adentrarse de lleno en el/los mundos del Hechicero Supremo. En el camino del aprendizaje de las artes místicas, Stephen Strange se topa con obstáculos, villanos, y seres de otras dimensiones que superan su percepción, aunque su mayor enemigo son los prejuicios impuestos por sí mismo. El diverso cast es otro punto a favor: tanto Tilda Swinton como la Ancestral, Chiwetel Ejiofor como Mordo y el propio Mads Mikkelsen como el villano Kaecilius, forman un buen apoyo en el círculo íntimo de Benedict Cumberbatch para desarrollar distintas facetas de Stephen Strange. Aunque fue una decisión arriesgada, Swinton desarrolló una gran interpretación echando por tierra el prototipo del anciano, como el maestro y sensei avejentado y masculino. Su personaje es un claro ejemplo de lo que pretende Doctor Strange como film: las realidades/verdades de cada uno cambian dependiendo con qué espejo se vean. strange-empire Tal vez el punto que catalogue a Doctor Strange como una película que supera a las producidas anteriormente por el estudio Marvel es el acierto, -como en su momento fue Robert Downey Jr. con Ironman- de Benedict Cumberbatch como el Doctor Stephen Strange. El carisma de Cumberbatch hacen que Strange se mimeticen muy bien, apropiándose del personaje desde el primer momento. Eleva y lleva a otro nivel a un personaje cargado de contradicciones, soberbia y egocentrismo. Para cerrar efectivamente, la primera escena post-créditos revela un gran anticipo de lo que vendrá en el universo Marvel y las siguientes películas (Thor: Ragnarok - 2017), mientras que la segunda es el puntapié para un futuro cercano del Doctor Strange.
Una jugada que no salió bien En El Jugador (2016), el ex adicto al juego Alejandro Reynoso (Alejandro Awada) deberá visitar la ciudad de Mar del Plata para cuidar a dos nietos de un importante empresario. Entre el alcohol, drogas y juegos, Reynoso deberá tomar las mejores decisiones en un escenario en el que nadie saldrá victorioso. El Jugador es el film debut de Dan Gueller en la pantalla grande como director y guionista. Mar Del Plata sube el telón en el epicentro de esta historia que reúne los problemas familiares, las envidias, los celos y las adicciones en la primer película de Dan Gueller como autor. En El Jugador, basada en la obra homóloga del escritor ruso Fiodor Dostoievski, ningún participante parece haber tomado la mejor decisión en un tablero en el cual todos se entrelazan y necesitan. Lamentablemente, no siempre son acertadas las formas y maneras de llevar un relato a la pantalla grande. Esto es algo que ocurre con El Jugador y, con el rol de Gueller en el cine. La adaptación de la obra homóloga de Fiodor Dostoievski no produjo un resultado productivo en el plano audiovisual. La ambición por el dinero, el poder, las adicciones son el motus propio que hace girar la rueda de El Jugador pero que no encuentra ningún ganador, ni siquiera el espectador. En la composición en conjunto de todos estos elementos, el producto final no está a la altura de las circunstancias, ni siquiera desde sus intérpretes ni tampoco en relación a la historia original por la cual se desarrolla el film. jugador No hay buenas interpretaciones en todo el film salvo una gran excepción, con personajes cliché, superficiales, carentes de personalidad y hasta sobreactuados. Ni el propio Pablo Rago pudo dotar de carácter a un personaje sin carisma ni gracia. Alejandro Awada cumplió los límites que se le atribuyeron para componer al ludópata Alejandro Reynoso, pero sin salir de su zona de confort. El punto alto -tal vez el único- de la película es la actuación del recientemente fallecido Oscar Alegre como El Abuelo, con diálogos bien atribuidos a la persona de poder que representa. Las escenas que comparten Alegre y Awada en pantalla son de lo mejor del film gracias al felling entre los dos como también a la manera correcta y eficaz en que se deja establecido como el juego y el casino seducen a los visitantes. Punto aparte para el gran actor Oscar Alegre que brindó una gran permormance en El Jugador, en lo que fue su última actuación en la pantalla grande. El Jugador es una historia que comienza con ritmo lento y nunca termina de armarse ni arrancar. El suspenso se echa por la borda ya que no hay escenas de tensión, dramatismo ni acción en el destino de los personajes. La escena de la tortura es el límite del espectador para decidir si reírse de lo que ve en pantalla o sentenciarla en algo que no atrae ni crea empatía. En El Jugador, las cosas pasan porque sí sin grandes consecuencias. El guión es otro punto bajo que en ningún momento toma las riendas de lo que ocurre en escena. La monotonía en la relación de los personajes como así en sus interpretaciones hacen, junto al guión, una película difícil de seguir sin caer en el aburrimiento.
La redención en la tragedia En Horizonte profundo nos ponemos en la piel del técnico electrónico en jefe Mike Williams (Mark Wahlberg) y como enfrenta a una de las catástrofes más importantes de la historia de la humanidad relacionada al medio ambiente, en la cual un incendio en la plataforma petrolífera Deepwater Horizon, provocó numerosas muertes y un derrame de 4.9 millones de barriles de petróleo en el mar. Otra vez Peter Berg, predilecto en contar historias difíciles y dramáticas, focaliza la atención del film en los vínculos humanos y los distintos obstáculos que Williams deberá afrontar para llegar de nuevo a casa junto a sus compañeros de trabajo. Siguiendo la línea de grandes cineastas de la industria, el director Peter Berg tomó a Mark Wahlberg, como su co-equiper actoral, para llevar a cabo grandes proyectos juntos. Después de Lone Survivor (2013), la dupla se consolida en su segunda película, y sirve de antesala para lo que será su proyecto más ambicioso, Patriot’s Day, que llegará a las salas en diciembre de este año. En Horizonte Profundo, el director puso sobre la mesa el resultado final cuando el hombre pone la ambición y la codicia por encima de la seguridad. Como la negligencia permite catalogar como “accidente” un hecho de este tipo, fácil de evitar si se hubiesen seguido las normas básicas de seguridad. deepwater-horizon-mark-wahlberg-slice El director presenta una historia aceitada y contundente, sin perder el hilo de atención del espectador, mientras los trabajadores de la planta se ganan su empatía, gracias a una gran actuación de Kurt Russel, Kate Hudson y hasta del detestable John Malkovich. El cast es otro punto fuerte de Horizonte Profundo. La agonía, desesperación o miedo de los protagonistas traspasan la pantalla, teniendo al espectador en vilo en cada minuto. Sobre este punto recaemos frente a Mark Wahlberg que sigue afianzándose como actor en papeles comprometedores e imponentes. Wahlberg deja a entrever que está para grandes cosas y Horizonte Profundo es otro ejemplo de eso. Desde el comienzo, la película presenta una historia comprometida, en la cual el espectador es consciente de la tragedia que va a ocurrir y la manera en que repercute, no sólo para los que sobrevivieron, sino también para las familias. Con grandes escenas de acción, adrenalina, grandes efectos, la película toma como eje central y pilar fundamental el vínculo humano para seguir adelante frente a todo, en donde un simple trabajador se encuentra realizando cosas extraordinarias para sobrevivir y volver a ver a su familia. En una carrera de improbables, Horizonte Profundo cuenta una historia cautivadora e inspiradora, honrando la memoria de las personas que perdieron aquel 20 de abril de 2010.
El pasado no es siempre mejor Veinte años después de la desaparición de un grupo de amigos en The Blair witch Proyect (1999), James (James Allen McCune) encuentra una cinta original con material que podría probar que su hermana todavía sigue en el bosque. Junto a Lisa (Callie Hernandez), su amiga estudiante de cine y otros colaboradores más, partirán hacía Black Hills de Maryland para afrontar la leyenda de la bruja de Blair y la verdad en torno a ella. Más allá de la actualización de esta historia a la edad moderna de la tecnología -con microcámaras y un dron-, al director Adam Wingard le costó mucho recrear un clima similar a la primera. Blair Witch (2016) deja mucho que desear partiendo desde un guion flojo, sin consistencia e irremediable en su narrativa. Son inexplicables ciertos acontecimientos que ocurren en la trama, que no se resuelven y ni siquiera tienen sentido. En sí, el género del terror no se caracteriza por exponer racionalmente hechos paranormales, pero tampoco llega a incongruencias tan importantes que le toman el pelo al espectador. Blair Witch cargaba con una buena reputación debido al éxito trascendental de hace más de quince años, con una idea original y bien realizada que se catapultó gracias al equipo de marketing. Sin embargo, el tiempo pasó y se decidió mantener la idea, pero no la solidez de un equipo de producción a la altura de ella. Blair Witch es una película más del montón sin ningún punto rutilante a destacar. Ni el director, ni guionista pudieron explayar en su secuela, parte del aura desolador y asfixiante que trajo pesadillas a quienes visitaron los cines en aquellos días. Si le quitáramos el título, solo podríamos entender que se trata de una versión de Blair Witch hecha por un grupo de jóvenes perdidos en un bosque que utilizan la cámara en mano. En el film nada tiene sentido. Si en gran parte de las películas del género se acepta estas "licencias", es gracias a que el producto final funcione. blair-witch-project-2016 Blair Witch es un ejemplo de como las productoras utilizan un nombre o título con cierta fama para armar un proyecto sin ambiciones, vacío y carente de profundidad artística en todo punto de vista. No cumple en su objetivo más básico que es asustar y mucho menos entretener. En muy pocas escenas del film se transmite el padecimiento de Callie Hernandez, quien es la más aceptable de una película que camina todo el tiempo por un suelo desnivelado. Asusta con arremetidas muy toscas, imprudentes y cliché. Asusta por el solo hecho de hacerlo y no producto de un climax basado en la ambientación y emociones. Únicamente en el final, y por el desempeño de Hernandez llega a comprometer -un poco- al espectador con lo que está viendo, sintiendo cierta empatía por ella. Blair Witch (2016) es otra secuela que trata de exprimir los últimos alientos de una idea original que facturó mucho décadas atrás. Un mal que, producto de la nostalgia, lo vintage y el recurrente recuerdo del pasado, está haciendo estragos en la gran pantalla, como pudimos percibir recientemente en los ejemplos de Ben-Hur (2016) y Zoolander 2 (2016), entre otras.
Oda al sentimiento ¿Cómo nuna estrella que llegó del anonimato, llega a convertirse en mito y leyenda a nivel nacional? En Gilda, No me Arrepiento de este amor (2016) conocemos a la maestra jardinera Myriam Alejandra Bianchi (Natalia Oreiro),Gilda,desde su comienzo. Además, vemos como dejó de lado la estabilidad y rutina para abrirse paso en su sueño de cantar. Natalia Oreiro nació y se preparó para ser Gilda: desde los gestos, movimientos, vestuario y hasta en la manera de cantar, es casi imposible pensar que Oreiro no nació para este papel, el protagónico más importante de su vida hasta el momento. La directora, Lorena Muñoz (Yo no sé que me han hecho tus ojos, Sucesos Intervenidos), captó la esencia del ícono popular al dotar de sensibilidad al film, desde su esencia, con escenas que tocan las fibras más íntimas del corazón, mientras secan las lágrimas e invita a bailar y disfrutar. Gilda no es una historia fácil ni mucho menos digerible: las grandes adversidades, tanto profesionales como personales serán obstáculos que la protagonista deberá sortear con mucho coraje y sufrimiento. El machismo dentro de su propio seno familiar, la discriminación del ambiente por su status social como también por su físico, marcaron a Gilda como una figura que escapó del estereotipo de la música tropical y de la sociedad de la época. A través del rol de dirección de Muñoz, el espectador alcanza a comprender, poco a poco, porque la figura de Gilda trascendió cualquier clase social y prejuicio. Con un excelente trabajo del equipo técnico, desde la fotografía, imagen y sonido, vemos en Gilda una mujer firme que decide abandonar su vida monótona como maestra en el barrio de Devoto. De esta manera, afronta su vacío profesional en relación a la música, que había quedado trunco después de la muerte de su padre, adentrándose así en la cumbia, con talento y convicción como armas. Gilda rompió con los estereotipos de la época – con Gladys, la bomba tucumana y Lía Crucet como figuras- ya fuera mediante su estilo, vestuario y figura pero en mayor modo, a través de su música, con melodías románticas, cargadas de sentido que quitaba a la mujer del lugar de víctima y la ponía en los primeros planos. Una mujer que cantaba para otras mujeres y, defendía sus derechos ante una sociedad –como la de la bailanta- que ubicaba a la mujer en el lugar de objeto. Tales características la llevaron a ser disco de oro con “Corazón Valiente”, como también a empezar a manifestar su figura como mítica y devota. Tal es el misterio y escepticismo en torno a ella, que compone el tema premonitorio “No es mi despedida”, una clara alusión a su muerte meses antes del fatal accidente en la ruta junto a su banda. También en Gilda se exponen los negocios mafiosos que envuelven a gran parte de la industria de la bailanta en Argentina, con arreglos monopólicos sobre los bares y discos bailables del ambiente. Gilda es una película que no decae en ningún momento de sus tres actos; es una narración intuitiva, dulce y entretenida a pesar de los golpes bajos que se abordan sobre la vida de la cantante. Sin embargo, alcanza su pico máximo hacia el final del film, donde la consagración se comparte con la tragedia. Allí, como ocurre con las caras del teatro, percibimos la convivencia del drama, el dolor con la felicidad y la superación, un lugar único y recóndito muy difícil de alcanzar para los largometrajes. Natalia Oreiro es la punta de la lanza con grandes actuaciones detrás: Lautaro Delgado, Javier Drolas, Roly Serrano, y una conmovedora actuación de Ángela Torres conforman un elenco único. Gilda es una biopic especial, dulce y concisa sobre lo que se propone: sacar del confort de la butaca al espectador para sufrir, emocionar y compartir el sueño de una artista que aún hoy sigue vigente. Aquí el amor, la música y la tragedia comparten la gran pantalla. Por Alan Schenone
Larga vida y prosperidad en el espacio En la mítica USS Enterprise, el capitán James T. Kirk (Chris Pine) junto a su tripulación están de vuelta para una nueva aventura que los adentrará en territorios desconocidos del espacio, donde serán puestos a prueba para salvar sus vidas como también a La Tierra. Con la ayuda de su primer oficial, Spock (Zachary Quinto), deberán sortear el ataque de Krall (Idris Elba), un poderoso y enigmático villano que llevará a los héroes de la Enterprise a una aventura épica sin escalas. J.J. Abrams conoce a la perfección la forma correcta de contar una historia de ciencia ficción trayendo a la pantalla -en este caso como productor- una gran tercera parte del capitán James Kirk y su tripulación, con el vulcano Spock a la cabeza. Abrams, adaptó de manera satisfactoria, Star Trek a la nueva era post-cine marveliano: acción con personajes carismáticos y cuotas de humor para brindar tintes de drama en el desarrollo de los films. Después de contarnos el origen de su tripulación en Star Trek (2009), y profundizar en sus relaciones y personalidades en Into the Darkess (2012), Abrams pasó la posta a Justin Lin (Fast and Furios 5 / 6) quien expone un panorama en el cual los personajes comienzan a preguntarse acerca de su verdadero destino en estas misiones interplanetarias. Star Trek Sin Límites es una aventura que contiene los ingredientes más fieles, clásicos y fundamentales de la ciencia ficción, potenciándolos entre ellos. La audacia de la tripulación como un único ente, llevará a Beyond a los grandes altares de lo mejor que vimos de Star Trek hasta el momento, consolidando así una gran tercera parte. La nostalgia, un elemento ya usado en demasía -por ejemplo con Stranger Things y la propia Star Wars- es recurrente en Star Trek Sin Límites: muchos gags, guiños y momentos especiales para los fans. Todo esto se ve potenciado por el fallecimiento de Leonard Nimoy el año pasado -el reconocido Spock del Star Trek clásico- a quien en parte del film se lo menciona hasta llegar a un gran recuerdo en el final. simon-pegg-sofia-boutella-and-chris-pine-in-star-trek-beyond Star Trek: Sin límites no se focaliza en la gran dupla que generaron Chris Pine y Zachary Quinto Como Kirk y Spock respectivamente, sino que se apoya -además de ellos- en el gran cast de personajes secundarios. La nave icónica Enterprise, que también es parte fundamental del film, alberga a esta tripulación tan simpática como necesaria para que nunca decaiga la narración de Justin Lin. Carismáticos y con personalidad, cada uno de ellos cumplen y aprovechan su momento en pantalla con fluidez y naturalidad, dándole a Beyond una sintonía importante en pantalla para la percepción del espectador. En su parte estética, Beyond habla por si sola en el modo y marca que lleva Star Trek a la hora de contar una historia en el espacio. Queda a merced del espectador disfrutar de los colores, razas, planetas y demás elementos que, como hace 50 años, hace a la saga Star Trek tan importante y diferente dentro del género. Simon Pegg y Doug Jung encaminaron a Sin Límites con un guión audaz y contundente en relación a su director: la mano de Lin se percibe en las escenas de acción dotando al film de una gran espectacularidad sin perder fuerza en el aspecto narrativo. Star Trek: Sín Limites es entretenida, con grandes tintes de humor y, por sobre todas las cosas, toca en las fibras más interna del corazón del espectador y más aún, de sus fanáticos. Como siempre, la banda sonora es un punto alto en el universo Star Trek, puntualizando en una de las mejores escenas del año, utilizando a la música como parte fundamental para desarrollar un momento vital en la cinta. Star Trek: Sín Limites estuvo a la altura de las circunstancias en un universo consolidado desde sus personajes hasta en el marco general narrativo, mostrando una consistencia y coherencia desde la primera entrega hasta aquí, dejando en claro las aspiraciones de un espacio que todavía tiene mucho más para ser explorado…
Al cine con amor Cansado de la rutina y de las pocas posibilidades de crecimiento profesional, Bobby (Jesse Eisenberg) deja New York para probar suerte en Hollywood con la ayuda de su tio Phil (Steve Carell), un importante empresario de la industria cinematográfica. En el trajín de las nuevas costumbres del sitio y obnubilado por las luces decorosas de la ciudad, Bobby conoce a Vonnie (Kristen Stewart) la secretaria de su tío con la que compartirá reflexiones sobre la industria y pormenores amorosos. Café Society (2016) recrea a la perfección el glamour, el paisaje y los grandes cócteles que reunían a las estrellas, directores y guionistas en la gran época de la ciudad de Los Ángeles de los años 30. El vestuario, las locaciones y diálogos nos transportan a ese submundo donde pocos residen, pero lo hace de una forma acogedora y cercana. El ambiente en sí traspasa la pantalla con un efecto energético creando una empatía importante entre espectadores y film. Woody Allen, desde la dirección, guión y siendo el narrador off de la película, expone de manera noble este maravilloso mundo a su manera y forma de hacerlo: los planos, tomas y fotografías van a la par de un contexto perfecto gracias a la coordinación ejemplar entre fotografía, dirección y montaje. En el aspecto visual, Café Society es un deleite para el espectador en cada escena. Cada escenario y lugar brilla con luz propia y en su punto máximo, en un juego de colores y matices y en sintonía también con el aspecto sonoro del film. Cafe Society divierte y entretiene: diálogos ingeniosos, rápidos y vivaces con mucho humor generan complicidad con el espectador, ya que gran parte de ellos se nutren de los prejuicios y costumbres relacionados a la etnia judía. Sí, como siempre, Woody Allen se ríe de sí mismo y de las etiquetas que conlleva su religión. Sin embargo, en Café Society potencia tales escrúpulos para redoblar la apuesta y usarlos a su favor, en un claro artilugio por tomar positivamente todo lo malo que se puede decir sobre algo o alguien. Café Society genera un lugar común en el transito de los protagonistas con sus historias, aunque en ciertos momentos decaiga en su intensión y parece un poco extensa. En lo referido a las actuaciones, Jesse Eisenberg alcanza un buen nivel con un personaje divertido, ingenuo y desopilante, al igual que ocurre con Steve Carrell, aunque no mucho más allá de lo que suele ofrecer generalmente, pero igual de preciso y eficaz. Lamentablemente, Kristen Stewart no genera nada relacionado a su personaje ni cuenta con un carisma especial, saca a flote actuaciones carentes de sentimientos. El punto más flojo de Café Society recae en este punto: la química entre Eisenberg y Stewart no alcanza para romper la cuarta pared para establecer algún vínculo con el espectador, se trata de una relación superficial y simple. Cumplen a raja tabla su función en escena y nada más, algo que en las películas de Woody Allen suele esperarse un poco más, debido al calibre del director. El brillo de Café Society está en su gran ambientación en Hollywood y, en parte, en New York como los mayores actores en escena para explotar y experimentar. La historia entre Bobby y Vonnie es solo una excusa para dejarnos llevar por un ambiente ejemplar recreado por el glamour de las estrellas en su forma de vestirse, caminar y hasta relacionarse. La música es justa y precisa para cada momento -imprescindible tener el oído atento ante las piezas de Richard Rogers-. Y los diálogos muestran un recorrido muy divertido, irónico y vivaz entre las reflexiones y prejuicios de cada uno de sus protagonistas.
El amuleto perfecto En Kubo: La Búsqueda Samurai (2016) un joven deberá dejar la tranquilidad de la rutina para hacerle frente a espíritus, monstruos y dioses para sobrevivir, teniendo como única opción el encontrar la armadura mágica de su padre, con la que develará grandes secretos e historias de su familia. Kubo es música sobre un pentagrama: la película cobra vida al igual que lo hacen los origamis cuando el protagonista comienza a narrar sus historias, desde la primera nota de su banjo. Atrapante, divertida y entretenida, Kubo se nutre de sus personajes con gran carisma, en giros argumentales que poco a poco se irán develando para sorpresa del protagonista como del espectador. En Kubo reside el amor hacia la familia, las aventuras y el vínculo con nuestros seres queridos después de la vida. No es una película fácil ni mucho menos similar a las del género. Kubo propone algo más íntimo, profundo, con tintes dolorosos, sin llegar a golpear bajo pero haciendo muy emotiva toda la proeza de sus protagonistas. Japón, desde sus tradiciones y cultura, también cobra vida gracias al respeto hacia la naturaleza, los animales y el honor. Kubo cuenta con una estética muy especial y particular, diferente de lo que se viene viendo en las películas de animación. En parte, esto se debe a la producción de los estudios Laika, que llevaron a pantalla otras historias como Coraline (2009) y Paranorman (2012). Los diferentes escenarios en pantalla cobran vida por sus colores, diferencias y contrastes. En su contexto, cada reacción o reflexión de los protagonistas no azaroso ni mucho menos, sino que tienen complicidad para que esto fluya. El director Travis Knight junto a todo el equipo técnico llevan al cine de animación a otro nivel, siendo totalmente superadores en la manera de filmar con relación a distintas películas del género. Cada personaje conlleva un aura y un estilo muy particular, producto tanto de la dirección como de los actores que los representan -McConaughey, Charlize Theron, Rooney Mara-, que ponen su voz, miedos y humor a personajes que brillan con luz propia, y a su vez se reflejan en el otro, dándole al espectador una contención afectiva en cada plano de la obra. La música, la fotografía y la dirección se complementan de manera simétrica para crear un clima único, en su belleza como también para la producción de ambientes que muestran el camino a seguir de Kubo y sus compañeros. El trabajo del italiano Darío Marinelli -ganador de un premio Oscar por su banda sonora en Atonement (2007)- en la música es sublime, con piezas muy propias que determinan en la escena que se está desarrollando, tanto a nivel tensión como así en la emotividad, que llegan directamente al corazón de Kubo como de los espectadores. La narrativa de Kubo fluye como agua en el mar, siempre en función de lo que ocurre con los sentimientos y reacciones de los protagonistas, sin caer en ningún momento en lugares comunes o pozos argumentales. Kubo es una película de animación para jóvenes y adultos. Se compromete con el espectador desde el primer momento, tocando temas tan difíciles como la muerte, la venganza y el miedo al futuro. Funciona como lo hacen de manera tan notoria los amuletos -objetos mágicos que sirven para protección- en la película. Es un film completo de comienzo al final, sin fisuras y protegido por el gran labor de todo el aparato técnico que lo preside, desde la figura de su director como así todo el equipo de la dirección de arte, elenco, montaje y la banda sonora.