El riesgo de la fama 2.0 Vee Delminico (Emma Roberts), una joven estudiante tímida abocada a la rutina y las reglas, decide adentrarse a Nerve (2016), un juego interactivo en el cual cada persona deberá elegir si ser jugador u observador: cada reto que supere el primero -propuesto por los observadores- tendrá como premio una suma de dinero que se irá acrecentando en la superación de distintos niveles. En la vorágine de estas pruebas online conoce a Ian (Dave Franco) y juntos seguirán un camino peligroso, siniestro y sin vuelta a atrás. Nerve, adaptación de la novela homónima de Jeanne Ryan, es una película que se nutre de la adrenalina de sus protagonistas como también del clamor anónimo de miles de usuarios en la red. Se entiende de donde proviene la estética de Nerve si reconocemos a la dupla de dirección compuesta por Henry Joost y Ariel Schulman, quienes estuvieron detrás del fenómeno CatFish para MTV, un programa que tenía como objetivo develar las falsas identidades o doble vidas de parejas en internet. Bajo una deslumbrante ciudad de Nueva York como el gran plató, una música pegadiza estimulada por beats y ritmos tecnos y una fotografía contundente relacionado a los colores, marcos y luces, Nerve contempla el ecosistema ideal para el desarrollo de esta nueva generación 2.0 que siente la necesidad de exponerse y ser popular, como también aquella que se oculta bajo seudónimos sacando su lado más perverso y obsceno. Nerve_dareyou_Trailer Vertiginosa, estimulante y decidida, Nerve no pide permiso para sumar al espectador como otro cómplice a la red de usuarios que aclaman las audacias y proezas de sus jugadores, a pesar de que cada vez sean más peligrosas y hasta mortales. Nerve juega y expone los peligros de la nueva era digital, en la cual todos nuestros datos están en línea a la vista y alcance de todos. También plantea un debate moral sobre hasta qué punto los internautas están dispuestos a llegar para alcanzar una fama instantánea. La química entre Emma Roberts (American Horror Story/2011) y Dave Franco (Now you see me 2 /2016) trasciende la pantalla formando un buen equipo bajo una buena actuación pero sin demasiados sobresaltos. Un buen montaje además de una manera certera y fidedigna de llevar al plano más real la interacción constante y permanente que gran parte de las personas y más aún los adolescentes-adultos conllevan con las redes sociales. Un guión sin demasiadas preguntas y por pocas respuestas por responder, que sigue los carriles directos y de forma certera que marca cada etapa por superar. En su final -que realmente no alcanzó a ser de mayor clima en el film- bajo un escenario ideal, no fue del todo eficaz el desenlace, tornándolo muy simple o fácil para lo que se venía viendo. Nerve cuenta con grandes ideas que, en gran parte, se quedan en el camino y no se desarrollan de la mejor forma, de igual forma en que se realizan planteos entre los protagonistas sin sentido y carentes de empatía. Uno de ellos, tal vez de los más importante que ocurre en el momento culmine del film, no conmueve ni entusiasma ni tampoco se entiende la necesidad de hacerlo, ya que deja en ridículo al protagonista. A pesar de estos fallos, Nerve es una película que entretiene con grandes ideas, además de que no deja respirar al espectador casi en ningún momento del film. Por Alan Schenone
No toda nostalgia es buena En manos de Timur Bekmambetov llega Ben-Hur (2016), una nueva adaptación de la novela homónima de 1880 de Lewis Wallace, que narra como las decisiones religiosas y políticas enfrentan a dos hermanos: el redentor judío Ben-Hur ( Jack Huston) y el romano Mesalla (Toby Kebbell) en una carrera a muerte en la que uno solo saldrá victorioso. Ben-Hur es una película que no llega a alcanzar un foco coherente en ninguna de sus aristas: no comprende una película de redención, venganza o hasta de un culebrón novelesco –como ocurre en la primera media hora del fin-. En Ben-Hur no hay una deficiencia clave que haga caer y trastabillar al film sobre terreno de ripio, sino que cada uno de los hechos desemboca en una decisión peor y así se forma una acción en cadena imparable de errores. El director Timur Bekmambetov no estuvo a la altura de las circunstancias –además de que la vara estaba muy alta- para producir una remake acorde y del mismo calibre que el clásico de 1959 bajo la tutela de William Wyler y con la estimada actuación de Charlton Heston y Stephen Boyd, ganadora de once premios Oscars a mejor película, director, protagonista y actor de reparto. Allí se sitúa otro punto muy débil e endeble: el casting. Ni Jack Huston, Toby Kebell o siquiera Morgan Freeman logran generar una empatía o identificación con el espectador y sus propias emociones. Personajes carentes de carisma, espíritu y estima. Interpretaciones muy bajas, superficiales y planas. Se hace cuesta arriba comprender y aceptar las motivaciones de los hermanos, donde los actores todo el tiempo están contra la pared en un guión pobre e irregular que pierde uno de los mayores y mejores matices que tiene la película; la reflexión sobre el enfrentamiento religioso y político entre romanos y judíos. Igualmente, el personaje del brasileño Rodrigo Santoro –de quien no diremos el nombre para no generar spoilers- es el único que propone algo más en cuanto a lo místico y energético, que produce diferencias desde sus palabras, miradas y hasta como se para frente al espectador y otros personajes. Sin embargo, pese a la acumulación de malas noticias, la escena más importante del film llegó a buen puerto. Con una manera particular de filmar, más cercana a las tomas que se realizan en la Formula 1, con distintas cámaras Go Pro en diferentes ángulos –como en los caballos, las ruedas de los carruajes- se llega a un climax en este duelo entre hermanos en la pista. Esto resulta lo más acertado de Ben-Hur, pase a que el final culmina con un giro totalmente inesperado e innecesario, que hace perder vigor de lo que se había alcanzado tras la carrera. A pesar de llegar en 3D, esta tecnología sigue la línea de las demás en solo brindar profundidad entre los personajes y el fondo, sin nada más allá para destacar.
La oscuridad marca el camino Algo en la oscuridad acecha al joven Martin (Gabriel Bateman), mientras que en su casa, su madre (Maria Bello) comienza a actuar de forma extraña. Su hermana Rebecca (Teresa Palmer) acudirá en su ayuda para desempolvar temores del pasado que la alejaron de su hogar y familia. Juntos experimentarán sucesos paranormales que pondrán en peligro sus vidas y todo aquello en lo que creían como real o no. James Wan, productor de The Conjuring (2013) presenta Cuando las luces se apagan (2016) de David F. Sandberg basada en su cortometraje homónimo de 2013. El director, en su debut en la gran pantalla, tomó lo mejor del corto que dio vida a la película y lo multiplicó en esta hora y veinte de film. Escenas sofocantes, grandes planos donde se percibe el miedo y el terror del personaje con un brillante y necesario final, a veces no tan preciso en el resultado en este género para que sea más agradable y asequible para el espectador. Sanderberg pudo explotar bien las situaciones adversas que deben superar los protagonistas como también sus demonios internos, que no siempre se esconden bajo la oscuridad. Tanto Teresa Palmer (Point break / 2015) como Maria Bello (Prisoners / 2013) cumplen de manera eficaz con sus actuaciones en la película, sin maravillar pero tampoco por debajo de la media. La bella Palmer carga sobre sus hombros ser la protagonista y lo resuelve de manera natural. Bello, en el rol de una madre atormentada por el pasado y problemas psicológicos que vuelven a atosigarla, también es otro punto importante en la película que llegará a su mejor momento hacia el final con un desenlace justo y necesario. La parte sonora es otro punto fuerte ya que mantiene la tensión en las escenas más dramáticas, repercutiendo en las confusiones y desmanes que acechan a los personajes. A diferencia de las demás películas del género, Cuando las luces se apagan presenta a su fantasma, demonio o espectro a la audiencia desde la primera escena, con sus habilidades y falencias. En este caso, cambia las piezas del tablero para posicionar en la misma escala a los protagonistas y espectadores, para que a la par se asusten, sufran y busquen una salida. A pesar que en algún punto los diálogos y comportamientos de los personajes parezcan inverosímiles, el film nunca pierde intensidad y obliga al espectador a aferrarse al asiento con las situaciones que deberán sobrepasar. Sin embargo, el guión cae en pozos adversos para salir con facilidad o explicar actitudes o falencias argumentativas. Cuando las luces se apagan es un film muy ambicioso e impactante para el género, con una historia atrapante, eficaz pero no desarrollada en plenitud ni al 100%. A pesar de esto, cumple con lo que se con su cometido y obliga al espectador a fijarse en su asiento para llegar a un final impulsivo, necesario y especial, alcanzando así el éxtasis de la película.
Las mascotas también saben divertirse La vida secreta de tus mascotas (2016), un film producido por Universal Pictures y Illumination Studios, el mismo estudio de Mi Villano favorito (2010) y los famosos Minions (2015) , narra la historia del perro Max y como su cómoda vida en un departamento de Manhattan se ve en peligro con la aparición de Duke, un nuevo perro en el hogar. Sin embargo, ambos deberán dejar de lado sus diferencias cuando se interpongan en su camino el conejo Snowball y su ejército de animales domésticos abandonados buscando venganza ante los humanos. La vida secreta de tus mascotas deambula por los lugares cotidianos y comunes pero desde otra perspectiva: los ojos de las moscotas. Narra y desarrolla la actitud tan divertida y desafiante de perros, gatos, pájaros y demás animales en las horas posteriores desde que el amo abandona el hogar. Muchos personajes originales y con gran personalidad brindan momentos únicos y irrepetibles tanto para chicos como para los adultos. Por ejemplo, la actitud del conejo es un gran punto en la película, que se lleva todas las risas como también el perro fino que organiza todas las fiestas cuando los humanos se marchan de la casa. La vida secreta de tus mascotas no pierde brillo en su desarrollo y entretiene de principio a fin al espectador. La dupla tras la cámara de Chris Renaud y Yarrow Cheney, junto a los guionistas Brian Lynch, Cinco Paul y Ken Daurio elaboraron un proyecto que se sostiene de principio a fin en base a su personalidad y tono. El film respira aires renovadores ante tantos otros relacionados a secuelas y remakes, en un momento del cine donde suele ser difícil encontrar ideas originales de buena calidad. El guión, sin ser trascendental, funciona con diálogos bien diagramados, irónicos y muy divertidos. Las distintas personalidades de los animales abren un nuevo mundo por explorar, llevado a cabo de manera satisfactoria en esta película, dejando la puerta abierta para futuras secuelas que podrían servir para continuar el desarrollo de sus grandes personajes. La música es otro punto alto que invita a unirse a la fiesta y aventura de estas mascotas, con temas como Crazy little thing called love de Queen, Ring of fire de Jhonny Cash o You never can tell de Chuck Berry entre otros. La vida secreta de tus mascotas es una gran apuesta para toda la familia, entretenida, original desde sus personajes y muy divertida, entre tantas secuelas, remakes y reboots que atoran al cine actual.
La ganas de aprender y sonreír En La Inocencia (2013), Eduardo de la Serna acompaña durante su primer año escolar a dos nenas de seis años con todo el desafío que esto significa. Sin embargo, sus contextos sociales, geográficos y políticos hacen que, a pesar de estar en sintonía con el plan educativo, cada una de ellas avance en sus vivencias y conflictos tan dispares entre sí debido a la diferencia de clases, y a la relación con sus compañeros y familia. Morena es una chica que vive junto a su madre en la Ciudad de Buenos Aires y estudia en una escuela privada. En la otra sala se encuentra Gabi, quien junto a su padre y sus dos hermanos, pasa la niñez en una casa humilde en el pueblo rural de Jachal de la Provincia de San Juan. Tanto Gabi como Morena aprenden a equivocarse, a relacionarse con sus compañeros en un ambiente totalmente nuevo y revelador como es el colegio, e incluso a veces duro y cruel. Morena, tiene un padre ausente y compañeras que se abusan de su falta contestación. A Gabi le cuesta prestar atención a la clase debido a las distracciones que le presenta el paisaje donde vive; la carencia de objetos materiales y bienes, y hasta cuidarse entre hermanos y amigos. 12066015_130248373998700_5132019274996976879_n Eduardo de la Serna toma, capta y convive con la educación argentina: en sus falencias de infraestructura como también en la energía y motivación descomunal con la que los maestros y tutores tratan de enseñar, educar y estimular a los alumnos. De la Serna nos devuelve el reflejo de una misma Argentina queen muchas ocasiones convive sin que nos demos cuenta: la de los bajos recursos, a veces torpe y sin tanta atención, pero firme y con un corazón enorme desde sus cimientos y raíces. La otra, tal vez un poco más cómoda pero igual de vulnerable a los miedos y conflictos de los niños, que son comunes a todos ellos: las peleas por ser aceptado, la discriminación y el miedo a lo desconocido. Morena cuenta con más de 20 compañeros y las cargadas por ser la novia de alguno, como también de quien es amiga y los celos por dejar relegada a otras nenas. Las clases de baile, los libros o una linda fiesta de cumpleaños son ámbitos donde se desenvuelve y comienza a sonreír. A Gabi la pasa a buscar su maestra con el auto, junto a otros cuatro chicos que serán sus únicos compañeros durante el año. En un paraje más rural y rupestre, la estimulación llega a partir de la naturaleza y el juego con ella en el barro, arando la tierra y persiguiendo sapos. Aunque parezcan tan diferentes entre sí, Gabi y Morena comparten la inocencia innata de ser chicos: los mundos por descubrir, las nuevas relaciones y todo lo que falta por aprender. Perder el miedo a lo desconocido, lo inusual y lo nuevo. Morena sumerge sus antiparras y la gorra para el pelo en la pileta de un club junto a sus amigas, compañeros y el profesor que los cuida. Gabi moja la cámara de De la Serna mientras se ríe y divierte a la par de sus tres amigos que están con ella en la pelopincho, donde el agua de color marrón les llega hasta los tobillos. Las dos igual de felices, con una sonrisa que recubre de punta a punta su rostro. La inociencia, film elegido como proyecto ganador WORK IN PROGRESS del Festival UNASUR en 2013, nos invita a pararnos a un costado de estas niñas para compartir, sentir y apreciar sus dudas, abrazos, miedos y aventuras, tan peculiares como inusuales de una nena de seis años en su primer año de escuela: sea entre los caballos, el camino y las sierras o en el gimnasio de una escuela en Agronomía mientras se elige quien es el chico más lindo del grado. A continuación les dejamos "Miedos", de Juan Carlos Occhipinti, interpretada por Agustina Keena y Daniel Russo
Purgar para mejorar En esta nueva entrega se rige una figura popular en la voz y el carisma de Elizabeth Mitchell, encarnando a la senadora Charlie Roan para exigir la erradicación de la noche de la expiación, que avala y permite todos los crímenes en los Estados Unidos, desde robos hasta asesinatos por un lapso de doce horas sin consecuencias posteriores. Este evento tiene como objetivo a las clases más pobres y necesitadas ya que son las que cuentan con menos recursos y capitales para defenderse, siendo la clave del gobierno de los Estados Unidos y la clase elitista para librarse, de manera “legal”, de su responsabilidad en su contención y desarrollo. Después de un episodio trascendental en su vida, la Senadora Road emerge como la oposición y el rostro anti-purga, una acción que pone en jaque a los intereses de los principales funcionarios del gobierno, que utilizarán ese acontecimiento para terminar con los planes de su contrincante de una vez por todas. El ex sargento de la policía Leo Barnes (Frank Grillo) –que fue protagonista en el anterior film- será el principal responsable de la seguridad de la senadora y quien deba mantenerla con vida en el transcurso de toda la noche. 12 horas para sobrevivir: El año de la elección corresponde a una secuela directa de La Purga: Anarquía (2014) y es la tercera parte de la saga La Purga (2013), en la cual expande de manera más abarcativa y racional la idea original que DeMonaco presentó en el primer film: que consecuencias sociales y políticas conllevan la legalidad de una noche con esas características y también como repercute en el resto del mundo. Tal es así que USA acepta “turistas asesinos” que llegan al país para celebrar y festejar la noche de la expiación. La serie La Purga cuenta con matices ideológicos muy marcados y sombríos sobre la cultura norteamericana, además de posibles repercusiones en el régimen económico y político, pero en ninguna de sus dos anteriores entregas el director y creador, James DeMonaco pudo explotarlo y desarrollarlo de manera eficaz. Sirve también como una sátira para el pensamiento, el lugar que ocupan hoy las leyes en dicho país, y como se llevan a cabo en base a la discriminación, el exceso de violencia y racismo. Purge: Assassins En cuanto a su desarrollo, 12 horas para sobrevivir cuenta con una misma forma de narrar los hechos focalizado en la violencia y en la particularidad de los purgadores relacionado a su vestuario: sus máscaras, disfraces, vehículos y armas extravagantes. Grandes escenas de acción y algunos sobresaltos mantienen en vilo al espectador, además de una dosis de humor por parte de los actores secundarios que ayudan al desarrollo paulatino de personajes que mucho no tienen para explayar y desarrollar. La clave de 12 Horas para sobrevivir está en su estética apocalíptica, su música asfixiante y la acción que no discrimina entre atropellar adolescentes, utilizar una iglesia como escenario para los sacrificios y demás. La estética que presenta Demonaco es una marca registrada en la serie: escenarios oscuros con personas que utilizan máscaras de payaso y presidentes marcadas con sangre mientras tienen en sus manos armas, palos, hachas, cuchillos o cualquier material para lastimar. Todas escenas acompañadas por la música de Nathan Whitehead, que acorralará al espectador al igual que ocurre con sus protagonistas en los momentos de mayor tensión y dramatismo. En cuanto al guión y los diálogos, no hacen a la película en cuestión más allá de dilucidar entre discusiones el pensamiento racional y político que busca el film en contraposición a lo que se manifiesta a lo largo de toda la saga. Tanto Elizabeth Mitchell como Frank Grillo cumplen en su labor sin demasiadas exigencias por ampliar con más profundidad las aspiraciones de sus personajes, ya que ni el guión ni la trama apuntan a separar un poco el aspecto superficial de los mismos. 12 horas para sobrevivir: El año de la elección es una película que entretiene, asusta y divierte al espectador gracias a una idea original que, poco a poco, va dejando mejor sabor de boca en su consumo. The Purge: Election Year es el exceso de violencia, discriminación y autoridad en imagen que se complementa con acción y entretenimiento haciendo pasar al espectador un buen rato en el cine.
Las segundas partes también asustan Ed Warren (Patrick Wilson) junto a su esposa Lorraine Warren (Vera Marmiga) viajan a Londres para tratar de resolver uno de los casos más complicados y aterradores: una madre soltera junto a sus cuatro hijos sufren fenómenos paranormales protagonizados por espíritus malignos. La pareja de Wilson y Marmiga sigue con la gran química de siempre en pantalla. En este caso, en El Conjuro 2 el director James Wan (El Conjuro) se focalizó en la conexión dependiente tanto de uno como el otro, dejando entrever cuanto se necesitan para seguir adelante pese a todo. Tanto Wilson como Marmiga elaboran actuaciones sólidas y concisas, llevando por buen camino la relación que se mostró en la primera entrega. En el plano narrativo, Wan construyó un buen relato que entretiene y tiene en vilo al espectador en casi todo el film, salvo en escasos momentos donde decae la atención. Sin embargo, el guion de Carey Hayes no sale de la media en relación a otros films del género y recién en el final efectúa una vuelta de tuerca para entrelazar las historias, a pesar de que ya gran parte de los interrogantes estaban resueltos. Otro punto en alto para la crítica y estudio, es que nuevamente se utiliza un caso real para desarrollar la historia, agregándole un tinte especial al relato. A pesar de ser un poco predecible, El conjuro 2 brinda grandes momentos con mucha tensión y dramatismo. Gran parte de esto se debe a Joseph Bishara y su trabajo en la parte sonora, creando climas intensos que mantendrán al espectador al borde de la butaca y con los ojos bien abiertos –si los puede mantener así-. Siguiendo con la línea de su predecesora, -olvidemos el Spin off de Anabelle-, El Conjuro 2 mantiene el nivel que marcó su primera parte siendo de las mejores cintas del cine de terror de los últimos tiempos, sin llegar al desarrollo visual y narrativo de la primera, pero continuando la línea marcada desde aquel entonces. El Conjuro 2 es una película prolija, sin grandes aspiraciones pero funcional a lo que genera y provoca: grandes sustos acompañado de una buena estética y actuaciones en lo mejor del terror en estos tiempos.
Después del tropezón que resultó Avengers: Age of Ultron (2015), el MCU (Universo cinematográfico de Marvel) debía volver a alcanzar el nivel superlativo que marcó Captain America: Winter Soldier (2014). Civil War abarca el escenario más real y propicio para que el espectador pueda comprender como tomaría el mundo si estos héroes y villanos fueran reales. Si los gobiernos, políticos y las personas estuvieran de acuerdo de su accionar por fuera de la ley o si debiesen ser castigados, sancionados y perseguidos. A raíz de los hechos trágicos acontecidos en The Avengers, Age of Ultron y Winter Soldier, los principales gobiernos del mundo ponen sobre la mesa la ley de registro de superhéroes, donde cada uno debe blanquear ante el gobierno su identidad además de trabajar bajo su orden y responsabilidad. Pero, ¿Qué ocurre cuando se limita la libertad de acción de estos héroes, acatando órdenes como cualquier soldado sin conocer el interés político, comercial o social que realmente conllevan y tienen como finalidad? Partiendo de la premisa marcada desde Winter Soldier, el equipo de dirección siguió el camino correcto pero esta vez sin los pequeños fallos que acontecieron al anterior film, brindando al espectador la mejor película del estudio producida hasta el momento. Capitán America: Civil War actúa más como una continuación de lo que fue el último film del grupo superhéroico que como una secuela del film del primer vengador. Los hermanos Russo llevan a los superhéroes a un espacio más real y creíble, donde se empieza a cuestionar las responsabilidades de sus actos y cómo repercute en la vida de las personas corrientes. Hasta qué punto es beneficioso el accionar-o no- de estos héroes y si deberían, como cualquier otra ciudadano, ser responsable de sus actos y acatar las consecuencias pertinentes. Capitán America: Civil War es una maquinaria perfecta que combina las mejores coreografías de acción sin bajar ni por un momento la tensión de lo que está ocurriendo en cuanto a la historia y sus protagonistas entre escena y escena. Otro gran punto que mantiene los cimientos del film para que no recaiga sólo en la acción y en los efectos especiales es el guión. Civil War se toma su tiempo para construir de manera certeza y eficaz las preocupaciones y motivaciones que cada grupo promueve para defender sus pensamientos. Se puede simpatizar por uno u otro personaje, pero son totalmente válidos los argumentos de los dos lados, tan diferentes e importantes que superan un acuerdo banal y superficial para que todo concluya de la mejor manera. Otro acierto fue el tono maduro que enfocó a la película hacia un público más adulto, con reflexiones políticas, relacionados al mundo moderno, los atentados, las catástrofes y las políticas de estado frente a tales hechos. Las dosis de humor siguen ahí pero en los momentos adecuados para bajar la presión en una conversación o en un momento dramático. El tono-Marvelparatodalafamilia- quedó a un lado, con una categoría para mayores de 12 años. Capitán America: Civil War posiciona a los héroes que acostumbramos a ver en comics y en la televisión de manera relajada en un mundo más real y cercano al nuestro, con las contradicciones en las personas y las consecuencias que lleva cada acción que se toma, en base a la amistad o el odio o cualquier sentimiento. Otro punto fuerte es la inclusión de manera correcta de dos nuevos personajes a este Universo fílmico: Black Panther y Spiderman, además de otorgarle el espacio justo y necesario a los demás en pantalla para que puedan brillar con luz propia en su momento. Por un lado, presentó a un joven rey de Wakanda de manera muy similar a lo que estamos acostumbrados a ver en las historietas, acorde a su personalidad, liderazgo y sabiduría. La frutilla del postre es el Spiderman definitivo. El que volvió al lugar del que nunca debió haberse ido (“Homecoming” es el nombre de su película en solitario), Marvel Studios. En medio del proceso de desarrollo del film, Marvel llegó a un acuerdo con Sony -que poseía los derechos cinematográficos- para que el trepa muros sea parte de su familia. El estudio no tuvo como mejor idea que darle su presentación en Civil War, una historia en la cual, justamente Spiderman, ocupa un lugar muy relevante. La actuación del nuevo Peter Parker fue buena y aceptable; ya que se trata de un personaje más cercano al de los cómics que Tobey Mcguire y Andrew Garfield. Un Spiderman inmaduro, bromista y hasta inocente en algunos casos. El punto flojo es que realmente no se desarrolla una motivación concisa para que esté en el conflicto. Chris Evans y Robert Jrs desarrollan una gran perfomance en cuanto a sus personajes y la relación que hay entre ellos. A medida que el film transcurre, sus ideas y visiones de lo que representan van tomando caminos tan opuestos y a la vez, sin retorno. Estamos ante una de las películas más importante del género en si y trascendentales, una vez más, como ya lo hicieron los hermanos Russo. Civil War es una película que se inspiró en la historia del cómic con gran parte de sus puntos fundamentales, pero articulándolos para que funcione de manera más orgánica en este universo fílmico. Tal vez este punto tenga su connotación negativa para el público fanático, ya que es una historia que tiene puntos similares pero los hechos que ocurren en la película son diferentes, en gran parte, a lo que ocurre en la historia de Millar. Como es costumbre en las películas de la franquicia, dos escenas por créditos tienden a ampliar un poco el foco de las consecuencias que dejó Civil War pero desde la óptima de sus nuevos caballos de batalla para el futuro. Civil War tiene errores, como el flojo desarrollo y desempeño del Baron Zemo, un enemigo y personaje muy importante en Marvel como también algún giro argumental en el final que, además de sorprender, decepciona un poco. También otro villano, Crossbones, ya que desde la caracterización muy bien llevado a cabo con el actor, solo se lo utilizo para desencadenar uno de los conflictos principales de la película y nada más. Capitán America: Civil War es el film más completo y especial por el conflicto que trata en cuanto a su trama, además de tener a tantos personajes en pantalla aprovechándolos de manera concisa y eficaz. Otra vez, los hermanos Russo llevan a otro nivel a lo que se refiere al género y su forma de narrar una historia. Que, como en Civil War, se puede narrar desde distintos ángulos de manera balanceada, práctica y contundente.
El legado en un puño Creed: Corazón de campeón (2015) llega a las salas locales como una nueva entrega de la saga del semental italiano bajo otros matices, conflictos y estrategias, pero ante la misma determinación que marcó a Rocky (1976) como una figura icónica de los ’70 y ’80. El fuego sagrado continúa vigente como nunca en el aura de Sylvester Stallone pero esta vez, enfocado en Adonis Johnson (Michael B. Jordan) el hijo de su más grande contrincante y rival: Apollo Creed. En él, se vuelven a fundir esos grandes momentos que sirvieron de inspiración para grandes y chicos en la cinta dirigida por John G. Avildsen y luego, en su secuela –Rocky II-, bajo el lente del propio Stallone tres años después. Los problemas con prestamistas, mafiosos y hasta culturales que asomaban en otras décadas, no son los que hoy acarrea el joven Creed. El director Ryan Coogler lleva a la película a otra escala en comparación a otras películas de boxeo. Con planos significativos, las secuencias de entrenamiento y hasta los combates, sacan lo mejor de la saga y lo moldean a esta nueva época moderna, con un aire de nostalgia pero sin duda, renovado. El guión puede flaquear al apurar algunas cuestiones de la trama, pero así y todo resulta eficaz y a tono con la dirección, sin perder el interés por lo que ocurre en pantalla. Adonis no tiene mayores enemigo que sí mismo y que el fantasma de su padre, quien lo persigue como una sombra sobre cada decisión que toma. Un padre al que conoció por relatos en los gimnasios y en los posters que decoran cada una de sus paredes. Adonis, en la búsqueda por forjar su propio camino y no por el nombre que carga, abandona Los Ángeles y vuelve a donde todo comenzó (o terminó): Filadelfia, estado que fue testigo de la última pelea entre su padre y Rocky. Con el nombre de Adonis Johnson, el hijo de Apollo, comienza a entrenar con Rocky para alejar esos ojos curiosos y morbosos que lo miran con recelo y cuestionamiento. En la relación con su nuevo tutor, tan simbiótica como recíproca, ambos comprenden lo difícil que es convivir con lo que fueron y aceptar lo que pueden ser. Aceptar las peleas que tienen por delante sin titubear ni darse por vencidos, aunque esto fuera lo más fácil o seguro. creed-trailer-700x290 El personaje que interpreta Jordan debió lidiar con conflictos internos muy difíciles de resolver, como una relación inexistente con su padre o si es el hombre que realmente cree. Dificultades que tal vez llega a resolver bajo la tutela de quién representa a la familia más cercana que tiene: Rocky. No descubrimos nada si decimos que Stallone nació para ser Rocky, pero su interpretación definitiva llegó con Creed. ¿A alguien le causa placer ver a sus grandes héroes de la niñez o adolescencia con arrugas, poco pelo, con el cuerpo cansado y avejentado? En este caso, sí. Su falta natural de estado físico se complementa con la energía que irradia cada conversación con su aprendiz, cada consejo y exigencia, como si los puños que repartió arriba del ring, tuvieran forma de palabras y observaciones. Michael B. Jordan, en el papel más importante de su carrera, se demuestra con el heredero perfecto y necesario para una franquicia tan importante e imponente como lo es Rocky. La química entre él y Stallone es el punto más rico del film, con sus altibajos y escenas dramáticas. No por nada se confirmó su candidatura como mejor actor de reparto para los Oscars y se quedó con el Globo de Oro bajo esa misma categoría. El aparato técnico de Creed, encabezado por Coogler ofrece mucho más de lo que podríamos esperar con una fotografía excepcional por parte de Maryse Alberti, quien ya nos deleitó en Los huéspedes (2015). Otro punto a favor es la banda sonora, que a cargo de Ludwig Göransson, decora y manipula a diestra y siniestra cada una de nuestras emociones reflejadas en pantalla. En cuanto a lo actoral, la bella Tessa Thompson encarna de manera eficiente a Bianca, que en el romance con Adonis regala una cuota de sensualidad impactante. Creed limpia el polvo de la vieja estatua de Rocky, la vuelve a pulir y nutrir de sentimientos y energías nuevas, pero con la misma épica de siempre. La sangre nueva en un corazón cansado que vuelve a latir tan intenso, o tal vez más que la primera vez en 1976, cuando la campana sonaba y el enfrentamiento entre él y Apollo comenzaba.
Por amor al cine La vida de la joven Therese Belivet (Rooney Mara), empleada de una tienda de juguetes de Manhattan cambia luego de un encuentro casual con Carol Aird (Cate Blanchett) una mujer de la alta sociedad, imponente y elegante. El lazo, la conexión entre ellas cambiará la percepción de sus vidas a medida que su relación va haciéndose más intensa y prohibida. Carol rompe esquemas con una historia cautivadora, cuidada y emocional. Cada mirada de Blanchett provoca y desnuda a los más conservadores, además de romper miradas descalificatorias y discriminatorias ante el acto más puro de los seres humanos: el amor. En este caso, no tan convencional como las historias que Hollywood nos tiene acostumbrados. Esta vez, Therese será la compañera, el otro lado del río donde las dos protagonistas se sumergirán en una historia que trata el prejuicio, la discriminación sexual y clasista que existía en los Estados Unidos de la década de los 50. Tanto Therese como Carol emprenden un viaje revelador hacia el interior de ellas mismas, en el cual, el deseo y el sentimiento cumplen un papel fundamental. Cate Blanchett cambia y brilla en cada ambiente en el que se mueve, desde su vestimenta, su tono de voz y hasta la forma de gesticular, iluminando cada escenario como a las personas que están con ella. Rooney Mara se re descubre desde el empuje y claridad que sostiene Blanchett, con un personaje que desarrolla sus temores y conflictos en sintonía con el film. Desde que la conoce, empieza a darle lugar a la persona que realmente es, posicionando sus pasiones por encima de la crítica social de parte de sus amigos como también de su pareja. Deja de lado las expectativas inculcadas en su seno íntimo –y hasta por sí misma- para embaucarse en un trayecto de liberación tanto profesional como personal. 1d97ef8a-d94a-4b42-a73e-c475ff30e2ac-2060x1236 Carol, desde su esencia, nos traslada a una Nueva York sumergida en el prejuicio, el tabú en cuanto a las relaciones homosexuales y la crítica moral que emergía en la época. Una ambientación perfecta que se puede explicar fácilmente por las nominaciones que cosechó para Mejor Vestuario, Mejor fotografía y Mejor banda Sonora en los premios Oscar de este año. La esencia de Carol reside en contar la historia a través de miradas, paisajes y contrastes. Allí recae el gran trabajo de Todd Haynes en la dirección, tomando cada lugar y escena como única con lo que quiere transmitir. Carol es una obra acerce de la seducción, el arte sensual de la conquista, lo erótico y el amor, sin la necesidad de llegar a un tono grotesco o explícito para alcanzarlo. Superlativo el uso de la fotografía de Edward Lachman en concordancia con la música de Cartel burwell, creando situaciones y momentos difíciles de olvidar para el espectador. Sin duda, el lente de Todd Haynes se vio en cada plano y circunstancia del film, que atrapa desde el abanico de matices y colores que decoran a Carol desde la primera secuencia hasta el final. Phyllis Nagy trasmite cada palabra fielmente de la novela homóloga de Patricia Highsmith brindado una adaptación sólida, tanto que el film también está nominada para Mejor guión adaptado. Carol es un voto de dulzura, compasión y amor al cine, con protagonistas que trascienden la pantalla (inigualable el papel de Blanchett), además de una relación simétrica y perfecta con el guión, la fotografía y el montaje.