Durante su vida, J. Edgar Hoover llegaría a convertirse en el hombre más poderoso de los Estados Unidos. Como director de la Oficina Federal de Investigación (FBI) durante casi 50 años, hizo cualquier cosa para proteger a su país. Sus métodos fueron a menudo despiadados y en ocasiones heroicos, pero la anhelada recompensa de la admiración siempre le fue esquiva. En el filme de Clint Eastwood, Hoover (Leonardo DiCaprio) dicta sus recuerdos a uno de los agentes a su cargo. Será su propia mirada sobre su vida la que el espectador conocerá, con el filtro que éste mismo elige colocar. El montaje sobrevuela de forma paralela las instancias policiales y políticas más significativas de su existencia. El guión se centra en la figura de Hoover como hombre que podía ejercer su poder sobre líderes políticos y personalidades de la nación, sucumbir ante los autoritarios pedidos de su madre (impecable Judi Dench) y dejarse amar en secreto por Clyde Tolson (Armie Hammer), colaborador, compañero y confesor. Eastwood se toma más de 2 horas para atravesar esas casi 5 décadas, de los años 20s a los 70s del siglo pasado, explorando la vida pública y personal de un hombre que podía distorsionar la verdad tan fácilmente como la podía defender durante una vida entregada a su propia idea de la justicia, a menudo influida por el lado más oscuro del poder. Respecto a los rumores sobre su sexualidad, Eastwood elige sugerir más que mostrar, intentando no meterse en las sábanas de este controvertido hombre, pero dejando bien en claro la vida de prohibiciones sentimentales que debió atravesar junto a su fiel asistente, su único y verdadero amor. El trabajo de maquillaje resulta lo peor de este filme, no está logrado, y aleja un poco de lo que pretende ser real o verídico, generando rostros avejentados muy “plásticos”. Naomi Watts tiene un importante rol pero no está del todo explotado, dejándola desdibujada. Di Caprio arrasa una vez más con este protagónico, así como lo hiciera en otro biopic de otro enorme director: “El aviador” de Scorsese; lleva adelante el filme con enorme entrega, palmo a palmo con un gran director como lo es Eastwood, pero ciertas escenas resultan algo estiradas, ralentizando sensiblemente el desarrollo del filme, que no deja de ser sugestivo.
La acción principal transcurre en Victoria, Provincia de Buenos Aires, allá por fines de los 70s. Lalo y Bruno son dos adolescentes con poco que hacer, más que ir a la escuela y divertirse como pueden durante las vacaciones. Todo transcurre como siempre, hasta que un día llega Lisa, arrasando con la monotonía del pueblo. Ella es apenas menor que ellos, inquieta, simpática, avasalladora, sensual y sexual, no particularmente bella, pero su conquistadora personalidad logra lo que quiere. Ambos se verán seducidos por la jovencita, y también algo enfrentados. Treinta años más tarde, lejos de esos inocentes años, Lisa vuelve a irrumpir en las vidas adultas de estos hombres, produciendo un notorio desequilibrio en la existencia de ambos, y en la suya propia. Éste es el tercer filme de Paula Hernández, la realizadora de “Herencia” (2001) y “Lluvia” (2008), que además está basado en un cuento de Sergio Bizzio y está protagonizado por Diego Peretti, Elena Roger y Luis Ziembrowski. Lo que define el éxito de esta película es la soberbia actuación del trío protagonista, especialmente de Roger y Ziembrowski, que logran conmover con su naturalidad, sus miradas, sus silencios, cierto amor contenido, y con la nostalgia que aflora por el reencuentro, sabiendo que no son los mismos que décadas atrás. Cada uno ha vivido una vida diferente y, lo que en un pasado podía unirlos, en el presente todo puede ser diferente… O no. Con una austera y creíble puesta en escena, Hernández logra persuadir con este simple cuento agridulce, que nos conecta con el pasado de cada uno, con los lazos que nos unen a nuestra adolescencia, llena de recuerdos e idealizadas vivencias.
ÁLGIDO ENTRETENIMIENTO, PERO CON POCA ALMA “Misión: Imposible”, la saga cinematográfica iniciada por Brian De Palma en 1996, adaptando la serie televisiva creada por Bruce Geller en la década del 60, resultó uno de los mayores éxitos del cine de acción de los pasados 15 años. La película inicial de De Palma nada tenía que ver con la continuación realizada por John Woo en 2000, ni ésta con el giro que dio en la tercera, dirigida en 2006 por J.J. Abrams, productor en esta parte 4. Aquí, el director, es Brad Bird, iniciando así su carrera como director con actores de carne y hueso, ya que previamente sólo cuentan en su haber filmes animados (Los increíbles, Ratatouille, y hasta algún capítulo de Los Simpsons). Con el denominador común de Tom Cruise como figura medular y productor (que a sus casi 50 años demuestra que le sobran 15), la saga se ha demostrado sólida a lo largo de sus estrenos, tanto en pantalla grande como en la chica. En “Misión: Imposible – Protocolo Fantasma” (más conocida como “Misión imposible 4?), el agente Ethan Hunt, acusado de un atentado terrorista con bombas contra el Kremlin, es desautorizado junto con el resto de la organización al iniciar el Presidente el “Protocolo Fantasma”. Abandonado a su suerte y casi sin recursos, nuestro protagonista deberá hallar el modo de rehabilitar el buen nombre de su agencia e impedir un nuevo ataque. Para complicar aún más las cosas, Ethan se ve obligado a embarcarse en esta misión con un equipo de fugitivos del IMF, cuyos motivos personales no conoce del todo, especialmente del agente William Brandt (Jeremy Renner), que esconde un secreto ligado a la vida personal de Hunt. Ante la falta de un villano más presente o más vigoroso (pareciera que no alcanza con la muda presencia de Michael Nyqvist, de la saga original de Millenium), el filme entretiene sin pausas, especialmente en las complicadas y coreografiadas escenas de acción, como la secuencia en medio de una tormenta de arena en Dubai, o en un excéntrico garaje de autos, o en el exterior del piso 130 de un rascacielos. Muy entretenida, las casi 2 horas 15 min. de pura acción divierten sin fisuras. Lo que más se echa de menos en esta entrega es el tono dramático y emocional que sí estaba presente en la trama de la parte 3. A pesar de la atrayente conexión entre los cuatro protagonistas, al guión le falta algo de alma. Al margen del género al que pertenece, no le vendría nada mal dar un poco de lugar para que los personajes demuestren que son humanos, y uno pueda acercarse algo más a ellos. Cruise, a quien no se le puede negar su pasión profesional y eficacia comercial, se entrega nuevamente a su personaje con la inteligencia suficiente para dejar espacio a sus compañeros de reparto, Paula Patton, Simon Pegg y el nombrado Renner. Adrenalina pura: esto es lo que ofrece esta nueva entrega. Si no se pide más, se sale contento... al margen que, a las 2 cuadras de la salida del cine uno se acuerde poco de lo que acaba de ver...
ATRACTIVO FILME NOIR MODERNO, CON AIRES DE PELÍCULA DE CULTO Dirigida por el danés Nicolas Winding Refn (Valhalla Rising), su última película cuenta con Ryan Gosling como un conductor ermitaño, parco, como los solitarios antihéroes de los filme de los años 70 (como otro driver de un famoso taxi). Con enorme presencia en la temporada de festivales, ha sido multinominada y ganadora en varios de ellos: Cannes, Globos de Oro, Círculo de críticos de Nueva York, Satellite Awards, Independent Spirit Awards. Basada en la novela homónima de James Sallis, adaptada al cine por Hossein Amini, "Drive", que incluye una sugestiva banda sonora que cumple un rol primordial a la hora de crear el clima idóneo para cada escena, tiene además la presencia de una cuidada y estilizada fotografía, que acentúa la crueldad de una Los Angeles saturada. El protagonista es un eximio conductor de autos, que aprovecha su talento para ganarse la vida de varias maneras, siempre con el auto como medio de supervivencia. No sólo trabaja en un taller bajo las órdenes de su jefe (Bryan Cranston), sino que protagoniza escenas de riesgo en películas de Hollywood y por la noche se ofrece como chofer para participar en robos y crímenes varios, garantizando una huida limpia y sin peligro de ser atrapado. Su vida en L.A. cambia cuando conoce a Irene (Carey Mulligan) su vecina de al lado, que, además de un pequeño hijo, tiene un marido en la cárcel. La atracción no tarda en aparecer; la necesidad de una compañía por parte de ambos hace que una historia de amor pueda cobrar forma. Pero el marido de ésta sale y, más que representar una escena de celos, involucra a nuestro protagonista en un atraco que será el preludio de una bola de nieve violenta y sin freno. No estamos frente a una película “de tiros y persecuciones”, por más que los tenga en impactantes dosis. Es un filme noir, dramático, de acción, romántico, como aquellos filmes que solían hacer Al Pacino o Robert De Niro hace casi cuatro décadas, donde un antihéroe se veía sumergido en un conflicto que en principio le era ajeno y luego terminaba protagonizándolo, con enormes picos de tensión. Lo que más sobresale es su puesta en escena, remarcando la elección de las locaciones y decorados; el maquillaje y los efectos visuales; el vestuario (incluyendo la chaqueta de Gosling con el escorpión); y especialmente la iluminación, con gran presencia en los exteriores nocturnos, dentro y fuera del auto, y las luces verdes, azules y anaranjadas que recorren constantemente el rostro del protagonista mientras maneja. El resto del secundario elenco aporta el realismo necesario en este tipo de filme, contando con Ron Perlman, Christina Hendricks y Oscar Isaac. Albert Brooks sobresale en un papel que está haciendo estragos en las nominaciones de todas las entregas de galardones actuales. Su Bernie Rose ha cautivado a los jurados de todos los premios posibles y lo han devuelto al ruedo ciematográfico, al que le había sido esquivo durante años. Si bien tiene pocas escenas, su personaje es crucial en el devenir de la trama, convirtiéndose en un implacable asesino que mata sin que se le modifique el ritmo cardíaco. "Drive" es un festival para los sentidos, con ese tufillo de filme de culto con aires de independiente y personal, gracias al sello de su especial director, que no duda en utilizar la cámara lenta para subrayar situaciones clave, estados de ánimo de los personajes e instancias de enorme suspenso, acompañadas por canciones que funcionan a la perfección, remarcando "Night call" de Kavinsky & Lovefoxxx en los títulos de inicio, luego de un intenso prólogo de 10 minutos, y el track "A real hero" de College & Electric youth, que acompaña el final y los créditos de cierre. Gosling confirma cada vez más su estrellato, paradójicamente en filmes de corte más independiente o arriesgado, como “Stay”, “Lars y la chica real”, “Blue Valentine”, “Crazy, stupid, love” y esta “Drive”, en la que compone a un duro con pequeñas dosis de ternura cuando su rol lo requiere. Su química con Carey Mulligan funciona muy bien, al margen de que ella no le dé la carnadura necesaria a su personaje, con cierto aire etéreo que, posiblemente, sea una marca de dirección. Una de las escenas que los tiene como protagonistas y sirve como sello de la relación de ambos, es la del beso en el ascensor, donde la música, el montaje y la iluminación crean el especial clima para colocarlos al margen de todo, a pesar de que comparten el reducido espacio con alguien que un minuto después generará uno de los momentos más sangrientos de la cinta. No es un filme particularmente emotivo o emocionante porque, justamente, lo que prima es la violencia y el crimen; sin embargo resulta innegable percibir que deja una estela entre conmovedora y sensible, que hace que extrañemos a nuestro amigo conductor cuando se aleja de nosotros con sus manos pegadas a un volante.
Todos los tipos de gobierno son susceptibles a la corrupción política. En términos generales, es el mal uso público (gubernamental) del poder para conseguir una ventaja ilegítima, generalmente secreta y privada. Los EEUU no son indiferentes a los chanchullos políticos, y George Clooney lo demuestra en esta nueva cinta que lo tiene, además de como actor, como director. El filme acontece durante los días previos a las elecciones primarias presidenciales de Ohio, cuando Stephen Meyers (Ryan Gosling), un secretario de prensa de la campaña del gobernador Mike Morris (Clooney), se ve implicado en una disputa política que amenaza con poner en riesgo las posibilidades de su candidato de llegar a la Casa Blanca. Si bien la cinta se centra casi exclusivamente en cuestiones políticas y en el detrás de bambalinas de una campaña para conseguir votos (con todo lo que implica en cuanto a mostrar cierta parte oscura de la política), el guión se permite, más avanzada la historia, abrir una subtrama paralela: un pequeño y “juguetón” affaire entre Stephen y una veinteañera aprendiz (atrayente presencia de Evan Rachel Wood) que también trabaja en la estructura de campaña de Morris. Justamente, esta subtrama se colará indefectiblemente en la trama política central, generando los picos de tensión más importantes del filme. La aparición de excelencias actorales como Phillip Seymour Hoffman y Paul Giamatti como jefes de campaña de los bandos opuestos resultan uno de los mayores aciertos, gracias a las escenas de diálogos punzantes, rápidos y afilados que los tienen como protagonistas junto a Gosling. También está en un rol de reparto Marisa Tomei, como la reportera que se hace la amiga para tener las exclusivas periodísticas. Posiblemente el filme peca de corto (dura 100 minutos) y hubiese sido, tal vez, más interesante, profundizar más en las desdichas del personaje principal y cómo opera en él el cambio que sufre al final del guión. George Clooney demuestra que es más grande como director que como actor, proponiendo esta vez una interesante puesta en escena de este juego de lealtades y traiciones que es el mundo de la política… más de lo segundo que de lo primero, por cierto.
Estados Unidos, el paradigma de la igualdad entre las personas, no siempre ha sido asi. No lo es en la actualidad, y mucho menos durante los 50s y 60s, cuando los negros tenían que ponerse en la parte trasera de los autobuses, ir a baños separados de los blancos, o conformarse con empleos mal pagos. Algo de todo esto hay en este drama de historias cruzadas. Skeeter, jovencita de 22 años, ha regresado a su casa en Jackson, en el sur de Estados Unidos, tras terminar sus estudios en la Universidad de Mississippi. Estamos en 1962, época “movida” por cuestiones políticas en aquellos lares. La joven, más que pensar en tener novio y casarse, quiere ser escritora y tiene en mente un proyecto de escribir su primer libro. Aibileen es una criada negra que ha cuidado a muchos niños blancos. Tras perder a su propio hijo, que murió en terribles circunstancias laborales, su mirada quedó congelada con un dejo de continua tristeza. Minny, su mejor amiga, cocina el pollo frito y las tortas como nadie, pero no puede controlar sus palabras, así que pierde su empleo por bocona. A pesar de lo distintas que son entre sí, estas tres mujeres se unen para llevar adelante el proyecto clandestino de Skeeter, que supondrá un riesgo para todas: narrar las historias que viven las mucamas negras a cargo de sus amas blancas, no dejando muy bien paradas a éstas últimas. La película de Tate Taylor que adapta el best seller "The help" de Kathryn Stockett, resulta emotiva, bien actuada, con personajes algo caricaturizados (especialmente el rol de Bryce Dallas Howard, como ama de casa de alta sociedad, bastante unidimensional) y, tal vez, políticamente correcta en demasía... Pero se ve con gusto aunque huelgue un poco la fuerza y el ímpetu necesarios. Es un filme que ofrece algunas historias amenas, con una atractiva ambientación (léase escenografía, maquillaje, peinado, vestuario, utilería) que es, junto al elenco preponderantemente femenino, lo más conseguido de la cinta. Viola Davis y Octavia Spencer sobresalen por sobre todas las demás, ofreciendo instancias de gran carga emocional y risueña, respectivamente. Son dignas de destacar las labores de Jessica Chastain (irreconocible, frente a lo ofrecido en "El árbol de la vida") y la revelación última de Hollywood que es Emma Stone. También aparecen en roles secundarios las veteranas Sissy Spaceck, Mary Steenburgen y Allison Janney. Agradable obra, pero tal vez algo "inflada" últimamente por tanta nominación a premios. ¿Será que mediante estos filmes, Estados Unidos busca reivindicar aquellos años oscuros?
METAFÍSICA OBRA SOBRE EL APOCALIPSIS Siempre resulta algo complejo comentar o criticar un filme tan especial como lo es éste. Especial porque, desde el vamos, su director Lars von Trier ha sido (y es) un controversial referente del cine contemporáneo, especialmente por ser creador de aquel movimiento fílmico desarrollado en 1995 por directores daneses cuya meta era producir películas simples, sin modificaciones en la posproducción, poniendo énfasis en el desarrollo dramático. Estamos hablando del Dogma 95. Alejado de esa estética, aquí, en “Melancholia”, uno de los puntos fuertes es la calidad de imagen y sonido: fotografía y música, principalmente, se unen para generar sensaciones en el espectador. Si uno tuviese que escribir en una línea la historia aquí narrada, podríamos suponer que se trata de un filme de ciencia ficción con grandilocuentes escenas de acción y suspenso. Sin embargo, aunque hay algo de lo nombrado anteriormente, la mirada particular de Von Trier hace de ésta una obra exclusiva, personal y, por qué no, rara. Un planeta llamado Melancholia se acerca a la Tierra y hay enormes posibilidades de que choque con ella, terminando con la raza humana; dos hermanas le harán frente, intentando sobrevivir. Ya desde el exordio (con algunas similitudes al inicio de “The tree of life” de Terrence Mallick) se nos presenta una obra que apunta a los sentidos: con el fondo musical del prólogo de “Tristán e Isolda” de Wagner asistimos al visionado de una especie de cuadros móviles, planos ralentizados de situaciones que, más adelante, cobrarán total sentido, porque pertenecen a instancias dramáticas luego desarrolladas. Resultan impactantes imágenes por la belleza de su composición, por sus colores, su definición y su texturas, además del lento movimiento dentro de ellas. A partir de allí, el filme comienza a transcurrir, segmentado en 2 partes muy diferenciadas, separadas por las placas “Capítulo 1: Justine” y “Capítulo 2: Claire”, haciendo referencia a los dos personajes centrales de la trama, dos jóvenes hermanas adultas, pertenecientes a una acaudalada familia, pero con enormes problemas de fondo (como los de “La celebración” de Thomas Vintenberg). En esa primera parte, a Justine se la elige mostrarla en el día de su boda, denotando una impostada felicidad y siendo custodiada celosamente por su hermana, la organizadora de cada detalle de la fiesta. Sin embargo, la celebración estará teñida por los brotes depresivos de Justine, llevando el festejo a un destino poco ideal. En la parte 2, Claire protagoniza su miedo al fin del mundo, especialmente por los datos que su esposo científico le da acerca del posible choque de Melancholia, y su reacción frente a la posibilidad del Apocalipsis. Pareciera que el interés de la cinta no se orienta hacia lo racional sino más a lo metafísico o emocional, ofreciendo una buena cantidad de escenas con características trascendentales y de planos notables, significativos. Se vive cierta tensión de manera constante, sin advertir lo que está por venir, lo que hace disfrutable su visionado (lo que llamo comúnmente “experiencia cinematográfica”). Hay que remarcar que, como espectadores, debemos ser algo concesivos mientras transcurre el drama presentado, ya que semejante acontecimiento catastrófico de un posible choque de planetas, seguramente debe estar siendo seguido a través de medios televisivos y gráficos, pero ninguna noticia llega a la mansión que los tiene aislados. Párrafo aparte merece la ganadora de la Palma de Oro como mejor actriz en el Festival de Cannes, Kirsten Dunst da muestras de un talento interpretativo que nunca antes había podido demostrar de esta manera, entregando una agotada, casi extinguida Justine, víctima de un estado que no se explica mucho, pero que expresa con todo su cuerpo y su rostro. Charlote Gainsbourg como Claire secunda con creces a la protagonista del capítulo 1 y emerge con enorme autoridad actoral en el segmento que la tiene como heroína. Grandes nombres de la cinematografía mundial se dan aquí en el plano actoral, contando con breves apariciones de Charlotte Rampling, John Hurt, Stellan Skarsgard y Kiefer Sutherland. El 19 de mayo de 2011, el Festival frnacés en el que se presentó este filme declaró al cineasta "persona no grata", con su consiguiente expulsión del certamen. La polémica se desató tras unos comentarios de signo pronazi vertidos por él mismo, en los que el cineasta afirmó “comprender a Hitler”. Separando al von Trier director del von Trier persona (¿se puede?), es innegable su capacidad creativa, su modo personal de encarar sus obras, sus nada indiferentes trabajos cinematográficos. “Melancholia” no queda fuera de esta clasificación, resultando una película interesante, sugerente, controvertida y atractiva para los sentidos más que para la razón.
"Mujeres al borde..." Esta adaptación de la novela de Allison Pearson a cargo del director Douglas McGrath no aporta demasiado a la cartelera local; sólo es un amable entretenimiento que propone, apenas, un poco de reflexión. Kate Reddy (que suena como “ready”, que en inglés significa “lista, preparada”) es una mujer que tiene un excelente cargo en una firma bostoniana de gestión financiera; está casada con un comprensivo marido, un arquitecto desocupado, y ambos tienen dos pequeños hijos. Esta profesional mujer recibe un importante encargo que la obliga a realizar frecuentes viajes a Nueva York, lo que complicará la estabilidad familiar y la relación con los suyos. Para complicar las cosas, el nuevo y encantador colega de Kate resultará un peligro para el delicado equilibrio que ella pretende mantener. La película sólo funciona como un buen entretenimiento y se apoya únicamente en las tribulaciones de esta madre-esposa-profesional de clase media. Es por ello que el personaje de Sarah Jessica Parker lleva el hilo conductor de la narración y no lo suelta jamás. La estructura está planteada con el recurso cuasi-testimonial de hablar a cámara, esto es: algunos personajes aparecen a lo largo de la cinta hablando sobre ella, como si fuesen entrevistados que prestan testimonio sobre la vida de Kate, aportando la mirada particular de cada uno de ellos. Así encontramos a la secretaria de Kate, a su mejor amiga, al principal contrincante en la empresa y a otra mamá de la escuela. El guión es bastante simple y no contiene ninguna sub-trama; más que nada se apoya en el trabajo de Kate y su relación con estos personajes secundarios, además de con su esposo e hijos, mostrando cómo afecta cada vez más su vida laboral por sobre su vida familiar. Nada es original aquí: lo que vemos es exactamente lo que el trailer prometía, sin ningún sobresalto ni historia escondida; comienza, transcurre y termina tal cual uno se lo espera. Por suerte sólo dura 90 minutos y eso ayuda a no alargar algo que resulta obvio de entrada, sin crear conflictos extra que sólo dilatarían sin sentido la llegada al desenlace. Lo que tiene de bueno es que, al menos, el conflicto planteado es sincero, real, verídico, creíble; tal vez algo caricaturizado, pero para generar más empatía con el personaje central. Como sugiere el personaje del marido: más que una mujer es una malabarista. A pesar de todo, tiene un buen elenco en el que se apoya: Greg Kinnear, Pierce Brosnan, Kelsey Grammer, entre otros. Seguramente habrá enorme identificación por parte del público femenino que está en las mismas condiciones que la (des)afortunada Kate.Esta adaptación de la novela de Allison Pearson a cargo del director Douglas McGrath no aporta demasiado a la cartelera local; sólo es un amable entretenimiento que propone, apenas, un poco de reflexión. Kate Reddy (que suena como “ready”, que en inglés significa “lista, preparada”) es una mujer que tiene un excelente cargo en una firma bostoniana de gestión financiera; está casada con un comprensivo marido, un arquitecto desocupado, y ambos tienen dos pequeños hijos. Esta profesional mujer recibe un importante encargo que la obliga a realizar frecuentes viajes a Nueva York, lo que complicará la estabilidad familiar y la relación con los suyos. Para complicar las cosas, el nuevo y encantador colega de Kate resultará un peligro para el delicado equilibrio que ella pretende mantener. La película sólo funciona como un buen entretenimiento y se apoya únicamente en las tribulaciones de esta madre-esposa-profesional de clase media. Es por ello que el personaje de Sarah Jessica Parker lleva el hilo conductor de la narración y no lo suelta jamás. La estructura está planteada con el recurso cuasi-testimonial de hablar a cámara, esto es: algunos personajes aparecen a lo largo de la cinta hablando sobre ella, como si fuesen entrevistados que prestan testimonio sobre la vida de Kate, aportando la mirada particular de cada uno de ellos. Así encontramos a la secretaria de Kate, a su mejor amiga, al principal contrincante en la empresa y a otra mamá de la escuela. El guión es bastante simple y no contiene ninguna sub-trama; más que nada se apoya en el trabajo de Kate y su relación con estos personajes secundarios, además de con su esposo e hijos, mostrando cómo afecta cada vez más su vida laboral por sobre su vida familiar. Nada es original aquí: lo que vemos es exactamente lo que el trailer prometía, sin ningún sobresalto ni historia escondida; comienza, transcurre y termina tal cual uno se lo espera. Por suerte sólo dura 90 minutos y eso ayuda a no alargar algo que resulta obvio de entrada, sin crear conflictos extra que sólo dilatarían sin sentido la llegada al desenlace. Lo que tiene de bueno es que, al menos, el conflicto planteado es sincero, real, verídico, creíble; tal vez algo caricaturizado, pero para generar más empatía con el personaje central. Como sugiere el personaje del marido: más que una mujer es una malabarista. A pesar de todo, tiene un buen elenco en el que se apoya: Greg Kinnear, Pierce Brosnan, Kelsey Grammer, entre otros. Seguramente habrá enorme identificación por parte del público femenino que está en las mismas condiciones que la (des)afortunada Kate.
Dos grandes estrellas norteamericanas se han juntado para que uno de ellos, además, dirija el filme. Tom Hanks y Julia Roberts protagonizan esta comedia liviana, amable, simpática y algo leve. Con algo de romance y un poco de optimismo, este guión muestra cómo un hombre común, Larry Crowne, se ve obligado a replantear su vida cuando es prácticamente echado de su trabajo en un hipermercado en el que lidera un equipo. Súbitamente se encuentra con mucho tiempo libre, con problemas para pagar la hipoteca de su casa y sin tener claro qué hacer. Con la intención de darle un sentido a su vida, comienza a asistir a la universidad local, para suplir las carencias intelectuales que generaron su despido. Para su sorpresa, su profesora de oratoria es nada menos que Julia Roberts, una mujer desapasionada, que ha perdido las ganas de enseñar, además de sentirse atrapada en un matrimonio que parece sin rumbo. Coguionista, protagonista y director de Larry Crowne, Hanks escribió el guión en conjunto con Nia Vardalos (Mi gran casamiento griego). Habiendo debutado como director y guionista en 1996 con “Eso que tú haces”, Hanks tuvo siempre en mente a Roberts, amiga suya desde hace mucho tiempo, para interpretar a la coprotagonista. Y una vez que ella aceptó, completó el elenco con un mix de amigos e intérpretes en ascenso, incluyendo a Pam Grier, George Takei y Rita Wilson (su esposa en la vida real). Es interesante el planteamiento de la trama, esto de ver lo que le podría pasar a un hombre en sus 50 obligado a empezar de nuevo en un momento de su vida en que no lo imaginaba. Entretenida y simpática, la película propone algunos tópicos que podrían explotarse más (desempleo, autosuperación, soledad) y no pasa nada con todo eso. Se va para otro lado, válido, pero menos valioso... El track "Calling America" de Electric Light Orchestra acentúa el mensaje esperanzador de este amable intento de Hanks de entregar una historia chiquita y disfrutable.
“La piel que habito” es el último trabajo de Pedro Almodóvar, dos años después de que “Los abrazos rotos” (2009) recogiera un gran recibimiento a nivel internacional. Esta vez, el director manchego realiza la adaptación de la novela “Tarántula”, de Thierry Jonquet, entregando un melodrama que bordea el relato de terror, protagonizado por una especie de doctor Frankenstein que juega a ser dios, manipulando a otras personas como experimentos de laboratorio. Robert, un cirujano plástico, atormentado por el suicidio de su esposa (quien previamente había quemado la totalidad de su cuerpo en un accidente de auto) decide poner en práctica una investigación para la creación de una nueva piel, acorazada contra toda agresión externa. Para llevar a cabo las pruebas en un ser humano, aprovechará para vengarse de un joven que intentó violar a su hija, dejándola mentalmente enferma. Con influencias del cine de Buñuel, Hitchcock y Dario Argento, este nuevo proyecto vuelve a reunir a Pedro con Antonio Banderas, con quien no colaboraba desde hace 2 décadas, desde “¡Átame!” (1990). Aunque en diversas ocasiones Almodóvar había afirmado que contaba con Penélope Cruz para este proyecto, finalmente, por problemas de agenda con Penélope, dio el papel a la extremadamente guapa Elena Anaya, muy bien maquillada para este rol, en el que resulta crucial mostrar la tersura y el color de su piel. La escenografía y utilería del filme tienen preponderantes presencias, realzando la bella finca señorial en la que está filmada la película. La música de Alberto Iglesias (que incluye algo de instrumentos electrónicos) así como la cuidada composición de los encuadres, aportan belleza audiovisual, reforzando el drama de sus protagonistas. Resulta complejo determinar la cuestión protagonista-antagonista, dado que, tanto Banderas como Anaya intercambian constantemente ambos roles. Los dos son víctimas y victimarios del otro, y la vida los une uno al otro en una enfermiza relación que culminará en grandilocuente tragedia. Si bien existen algunos apuntes de humor, en este caso son muy breves, y gana lugar el drama y el horror (de éste último, no tanto por lo que se muestra, sino por lo que significan las acciones de los personajes). La presencia de buenos actores, incluyendo también a la gran Marisa Paredes, le otorgan la credibilidad de la que el guión, por momentos, carece. Eso no quita que se extinga el entretenimiento, es más, todo lo contrario, sólo que el nivel de verosimilitud no es muy alto, y hay que ver la peli con pocos prejuicios para poder entrar en el submundo propuesto por Amodóvar durante 2 turbadoras horas.