Una tradición, el carnaval, que a lo largo de los siglos, fue hibridando elementos cristianos e indígenas y hoy resulta un espectáculo para turistas en el gentrificado Norte Argentino. Lugar de fronteras, la Quiaca linda con Villazón, ciudad boliviana a la que el Cabra viaja en la primera escena de Karnawal. Y Cabra lo hace por un oscuro encargo que le permitirá comprar unas botas de malambo. Las tensiones de ese paso de frontera y una posterior persecución, resultan buen inicio para la ópera prima de Juan Pablo Félix que se estrena en Buenos Aires en medio de su recorrida por Festivales donde obtuvo ya varios e importantes premios (En Málaga, en Guadalajara, en SANFIC de Chile, en Viña del Mar) antes de abrir el proximo Festival de Valdivia. Filmada en Jujuy y parte de Bolivia, la película aprovecha esos paisajes sin hacerlos postal: zona de secas polvaredas cuando a Cabra lo persiguen para golpearlo, o zona de fiestas nocturnas para una familia que se reencuentra a la fuerza, aprovechando el momento de fiesta para tener algun destello de felicidad, o zona de montañas gigantescas en una última parte cuando estalla el conflicto al que se llega algo forzadamente. Seguramente las escenas de malambo, protagonizadas por el joven bailarin Martín López Lacci serán bien apreciadas. La energía que despliega el Cabra en esos bailes se resume en el grito final frente a tanto silencio anterior. Cabra/Lopez Nacci tiene una mirada extremadamente fuerte y generalmente el director descansa en esa fuerza para expresar lo que no aparece en el diálogo. Hay algo interesante en esa resistencia a no poder separarse tras del encuentro con el padre biologico que sale de la cárcel y un triángulo amoroso que se vislumbra más allá de lo explícito. Karnawal es una digna coproducción entre Argentina, Chile, Brasil, México, Bolivia y Noruega, su proyección internacional ya la está demostrando. Antes que una facilista relación con Billy Elliot, pensaría mejor en la notable Ya no estoy aquí del director mexicano Fernando Frías, con la que tiene más puntos de contacto: sea la geografía de frontera o el tema del baile, además de ser latinoamericana, claro.
Llevar un conteo de las cosas que se van cumpliendo en la vida se puede ver como una obsesiva virtud o un destino cuantificado al exceso: llegar a los 50 años de vida, a los 30 de matrimonio, tantos años de terapia, tantos de amistad. Este documental argentino que se estrena en la plataforma Cine.ar resulta una oda a la pervivencia del amor en pareja a lo largo de la vida. El método de indagación que despliega supone respuestas que vendrán de parte de un conjunto de parejas mayormente relacionadas desde los años 60 entrevistadas en el escenario del bello teatro Roma. Las dudas o las preguntas que se plantea en primera persona Alejandro Vagnenko son un poco tramposas. La respuesta está a la vista. Que el amor para siempre existe, que hay seres en la vida que son imprescindibles, y que más alla de la muerte los corazones seguirán latiendo. En codireccion con Victor Cruz (“La noche de las cámaras despiertas”, “El perseguidor”, “Boxing Club”, “¡Que vivas 100 años!” y “Taranto”), tal vez la única de las personas que aparecen en cámara atravesado por una mirada crítica y divertida: correr en la cinta no es lo suyo y “siempre anda con esa sonrisa”. Propio de un guión organizado, el terapeuta se opone en palabras menos certeras y entendibles al amigo poeta, y la propia posibilidad de enfrentarse dignamente a los 50 trae un chequeo médico y la idea de correr la última maratón. Esa cuestión personal del propio Vagnenkos se cruza con el núcleo central de la pelicula que son las entrevistas a parejas mayores de 60 años: la mayoria heterosexuales, salvo una pareja gay, y la presencia de Norma Castillo, viuda de Ramona Arevalo, primer matrimonio lésbico de America Latina; la mayoría occidentales, salvo Norma y Kinji que son japoneses. Esta zona del film no fatiga pero todo gira en torno al rescate del amor romántico en épocas de su crisis total. No hay lugar para el amor libre, el poliamor, la fluidez de género o nada por el estilo. Al contrario, todo se fundamenta con certeza. Hasta las mismas preguntas. Correcta, prolija y con mucha voluntad de no cuestionar el status quo, los Dorados 50 se presenta como una propuesta por algo tan vintage como el amor romántico.
Directo a Netflix llega esta película danesa premiada con el Oscar a la mejor película extranjera en este año 2021. Como siempre digo, de vez en cuando aparece una isla a cuyas orillas llegamos en medio de la mediocridad. Bien podría reducirse su historia a contar el curioso experimento (juego?) de un grupo de profesores de las afueras de Copenhage que recurren a una teoría, al menos curiosa, que asegura que los seres humanos viven con una cuota de alcohol en sangre menor a la que necesita. Las vidas grises, monótonas, vacías de un solitario profesor de fútbol, uno de historia en crisis matrimonial y existencial, otro de psicología frustrado por no ser padre, y el cuarto, agobiado al contrario por una vida familiar con niños pequeños, comienzan a cambiar cuando comienzan a beber para alcanzar ese nivel de 0,5 y un poco más de alcohol. Ay la ética del aburrimiento que abre a convocar ciertos demonios. Y que Vintenberg convierte en estética. La sociedad de Dinamarca, una de las más ricas y estables de Europa, apresada en esa desidia existencial de los tiempos actuales (antes de la pandemia claro). El contexto de escuela es interesante: los docentes tienen que ser un poco bufones, en competencia directa con tanto estímulo tecnológico. Si aburren, quedan fuera. Allá van entonces con el experimento que los hace trasgredir limites posibles, animarse y salir del desgano. Pero comienzan tambien a estallar las situaciones. La pelicula fluye con momentos altisonantes, generalmente dados en los encuentros de fiesta y descontrol de los cuatro amigos, verdaderos nudos narrativos alrededor de los cuales las historias de cada uno resultan satelitales. Todo culmina en un baile final (tal vez lo mejor de la pelicula) que festeja la vida. Y para eso no hacen falta muchas palabras para entenderlo.
Estreno potente para una nueva etapa de cine presencial en Argentina. El primer film realizado en Occidente de este director japonés que viene de larga incursion en festivales internacionales como Venecia y San Sebastián pero que tuvo su primer reconocimiento esplendoroso hace más de 20 años con After life, luminosa metáfora sobre la muerte. Hace menos tiempo, en Cannes se llevó el premio mayor con Un asunto de familia (la recomendamos, se puede ver en Netflix), reflexión sobre los lazos familiares y sociales, los bienes materiales, las pertenencias y la propiedad privada en el interior de una de las sociedades más exitosas y materialistas del mundo contemporáneo. De aquel Japón y sus costados marginados, Kore-eda pasa en La verdad al corazón mismo de la cultura francesa. El cine francés retratado a través de dos actrices emblema: Catherine Deneuve y Juliette Binoche, y voy a decir algo poco inteligente: si no estuvieran ellas en los protagónicos, tal vez hubiera sido otra la pelicula de la que estamos hablando ahora. Aún cuando desde su título poderoso instala una pregunta sobre la verdad, concepto siempre vigente, siempre actual, central en la filosofia occidental, pocas veces la palabra “verdad” se menciona a lo largo de la pelicula. En uno de esos momentos la pequeña hija de Lumir se pregunta si eso es verdad porque su abuela hace magia y convierte en animales las personas que no le gustan. Resuena curioso que la mirada de la niña, que no ocupa realmente un papel menor en la historia, sea la que nos trae la cuestión sobre qué cosa de la verdad le interesa a Kore-eda. Voy a decir otra obviedad y es que el mundo del cine, el cine dentro del cine apela al duelo mentira-verdad para merodear el tema de la maternidad, tal vez la verdadera verdad de la que la pelicula quiere hablar. En todo caso, el egocentrismo de una diva, el rechazo que siente su hija, los castigos y los premios de esas relaciones tampoco son dechado de originalidad, y hay muchas más peliculas màs profundas sobre el tema. El papel del marido estadounidense, actor de cuarta categoria, que entiende poco y nada el francés que se habla a su alrededor, en la parodia que hace Ethan Hawke se convierte en una critica al status quo norteamericano. Aca no tiene nada que hacer porque es el cine frances el que importa. La verdad, en definitiva, se presenta vestida con un ropaje poco ambiguo, extremadamente claro, pero con sutilezas que la acercan más al cine de Ozon que al del mismo Kore-eda
Un crimen comùn: un universo material puesto al servicio de un conflicto irreconciliable. Imposible no comparar Un crimen comùn (titulo inquietante de por sì, què crimen puede ser comùn) que se estrena este jueves con La larga noche de Francisco Sanctis film anterior de Francisco Màrquez. En el mismo sentido en que el cuerpo del actor Diego Velazquez era vehìculo para retratar en La larga noche.. lo ominoso del cuerpo social, el de Elisa Carricajo sirve para atravesar la transformaciòn de un conflicto que es personal, pero tambien social. Ambos cuerpos actores/personajes representan una historia, con mayúsculas. ¿Cómo vivir con la decisión y la culpa por no salvarle la vida a alguien? Si la victima es el hijo adolescente de la empleada doméstica, asediado por la policía o la gendarmería, y la persecusión de la que fue victima lo termina matando, ese agregado le da otra trascendencia. Ahora bien, Cecilia es docente universitaria, dicta clases sobre Althuser y Marx, tutorea alumnos para que sus sean presentados en jornadas universitarias, y aspira a una recategorizacion en su cátedra. Es exigente en ese sentido. En el ambiente académico, el lenguaje que se usa claramente es lejano, difícil, entramado, elevado. Incluso aparece, pero de soslayo, el tema teórico de la interpretación de la realidad como alejado de la transformacion de esa realidad. Algo que la película, en su materialidad, pone en evidencia. Marquez borra toda señal de localidad, puede tratarse de cualquier ciudad y cualquier universidad, de cualquier centro y cualquier villa. La càmara siempre està atenta a la transformaciòn fisica y emocional de su protagonista. Por eso está pegada al cuerpo. El universo visual apela a las sombras de la noche, las proyecciones de esas sombras que atraviesan las ventanas de la casa, el mundo sonoro produce incluso visiones sonoras fantasmáticas. Ahi radica la fuerza de la pelicula: todo el espectro de materialidad sumada a la actriz como agente de esa metamorfosis. Lo que sucede alrededor de Cecilia se puede espiar, pero tambien puede pasar desapercibido (el chico maltratado por la gendarmeria en el parque de diversiones, los albañiles en la obra del edificio de la Facultad). Ella aparece fràgil, casi tonta, atraviesa los espacios con esa fragilidad. Pero la villa la camina sin temor, ¿nada puede pasarle ahi?. pareciera que no. Acompaña el dolor de una madre, culposa, pero mentirosa. La culpa le afecta fisicamente y en su comportamiento. Los cambios son sutiles pero fuertes. La enorme cualidad de Carricajo es interpretar esa putrefaccion paulatina, interna, casi invisible. Cuando en la cena con su amiga escupe de una manera inquietante la comida irrumpe algo de lo ominoso que es interesante. Asi y todo Un crimen común cae en un lugar común algo molesto: el del poner en conflicto dos puntas que se trazan como irreconciliables: la academia y la vida, la teorìa y la pràctica, la villa y el barrio. Podrán decir, y asi es. Universos reprendidos taxativamente en Un crimen comùn por no “bajar” a la realidad, dura y comun realidad de un villero muerto por la fuerza de seguridad.
En un cine como el argentino tan claramente urbano, es llamativo que dos películas, al menos en el último año, tomen como escenario ese particular territorio que es el Parque Nacional. Área protegida que resguarda los espacios naturales, sus recursos, patrimonio del Estado. Habrá que pensar què representa esa insistencia para este cine argentino. El parque preserva algo del bosque medieval: pueden esconder cualquier cosa sus espesuras, como un tigre por ejemplo, configurado casi como un objeto mìtico, Son lugares tambièn indicados para marcar la eterna lucha entre el bien y el mal. Si se lo toma desde algo màs racional el parque suele estar amenazado por intereses violentos y personales. En Al acecho (Francisco D´Eufemia, 2019) un guardaparques (Rodrigo de la Serna) se enfrenta a un grupo de mafiosos que roba animales de las reservas protegidas. D´Eufemia (Fuga de la Patagonia) manejó bien allì el ritmo del conflicto entre perseguidores y perseguidos dándole un marco ético y moral en el que un pasado espùreo debìa ser exorcisado. El ambiente no es muy diferente en El silencio de el cazador de Martin Desalvo, que se estrena este jueves 1 de abril. Producción de la provincia del Instituto Audiovisual de la provincia de Misiones, y con el escenario natural del parque misionero, Pablo Echarri hace tandem con Alberto Amman, actor argentino que vive en Madrid y que desarrolló su carrera en el mercado internacional. Ambos, funcionan muy bien en pantalla. El guardaparques que interpreta Echarri es de origen humilde. El otro, hijo de una terrateniente en la selva misionera. El conflicto de clases hace visible otros enfrentamientos en la historia: las comunidades indìgenas o las mujeres abusadas por sus patrones. El guiòn de Francisco Kosterlitz construye un trasfondo bien masculino donde las amas, las escopetas o los animales muertos no son otra cosa que subtemas desglosados de las luchas de poder. Una historia clásicas de de trìos amorosos donde las cosas suelen terminar mal. Desalvo le da carnadura visual a esa intensidad. La càmara es movediza usualmente muy pegada a los personajes con largas tomas que aprovechan esa tierra roja repleta de pasiones. Tal vez cueste al principio acostumbrarse al lenguaje misionero, algo forzado, de los protagonistas foràneos, pero esto no mella lo que logra Desalvo que es finalmente combinar una tradiciòn cinematogràfica de historia clàsica y atrapar con un producto bien digno para el cine nacional.
El miércoles abre una nueva edicion del BAFICI. Edición que, tal vez, signifique un momento de transiciòn hacia nuevas ideas del Festival. Obviamente porque el contexto lo exige: la presencialidad a medias y el online instaladìsimo. Menos pelìculas, todas las funciones gratuitas. Vivir la experiencia de la sala, despues de un año sin proyecciones, va a tener su encanto. Sobre todo si es para ver el cine que nos gusta. En la proyecciòn inaugural, el BAFICI debuta con un mecanismo que no es novedad por fuera de este festival: en todas las funciones el largometraje irà acompañado por un cortometraje. Nunca deberìa haberse abandonado esa combinaciòn, es un modo de concentrar y apreciar en una exhibición lo que propone un corto y no muchos. En esa linea, el film de este miércoles es Bandido y se proyecta junto a Teoria social numèrica de Paola Michaels. Bandido es la segunda pelicula de Luciano Juncos, director de aquella buena pelicula que vimos en Pinamar La laguna, codirigida por Gastòn Bottaro. Como La laguna se trata de un una producción cordobesa, realizada en coproduccion con España y filmada integramente en aquella provincia. Protagonizada por la estrella televisiva Osvaldo Laport. Después de aquel fiasco que fue la apertura del BAFICI 2018 con Claudia, de Sebastiàn de Caro, no era buen augurio una pelicula protagonizada por un actor popular, no asociado con el cine independiente. Aunque hay que decirlo, Dolores Fonzi era la que salvaba algo del bochorno de Claudia. En la pelicula de Juncos resulta difìcil separar la vida profesional de Laport del personaje que recrea: un cantante que llega al final de su carrera con una decisión importante por tomar: abandonar los recitales, las giras, los discos. Laport-actor realmente fue un exitoso protagonista de las telenovelas de los años 90 (Campeones, Soy Gitano, Màs alla del horizonte). En menor cantidad, las peliculas que protagonizò fueron dos, ademas de Bandido, (Solo un angel y Maldita cocaina). Un cantante (no se entiende si de cuarteto) que alguna vez tuvo fama, acosado por un grupo de fans maduras que lo esperan a la salida del recital hacia el comienzo. Hay gente que lo reconoce y se saca fotos con èl, hay otra que no tiene la menor idea quièn es. Vive en una casa de barrio cerrado y se motiva con el reencuentro de un amigo que hace años que no ve: el exitoso-infeliz versus el pobre-alegre. Volverà a ser feliz seguramente. El momento en que todo cambia tiene que ver con un robo a mano armada en el que Roberto pierde su auto y su celular pero gana tal vez un nuevo motivo para salir de la infelicidad. La historia entonces cambia de registro. Si la pelicula es noble, tambièn es básica en su planteo; tal vez descansa excesivamente en su estrella, justamente en un Festival que no se caracteriza por ser un cine de estrellas. Hay una escena que, casi sin querer, se puede leer como clave: Bandido camina por un barrio humilde en busca de la plaza donde harà el recital por la instalacion de la antena de telefonia, hace una pregunta a una vecina. Entre la pregunta impostada y la respuesta naturalista es donde el film se mueve: un hibrido que necesita de uno y de otro para subsistir en su relato que gana en algunos pocos planos audaces, mas fragmentados y no tan normatizados. La lucha del barrio por la no instalacion de la antena supone un conflicto con el poder polìtico (el gobernador es una caricatura) y judicial, y Bandido sabe que puede hacer algo pero no todo. Allì la pelicula es sincera y no busca hèroes falsos o promesas por cumplir.
¿Puede haber alguna discusión que la caza de brujas de los siglos XVI y XVII en España no fue otra cosa que una persecuciòn sistemática de mujeres?. Realmente esto es lo que queda claro como idea central de un film dirigido por el argentino Pablo Agüero, destacado en los Premios Goya del domingo pasado, que habla de la inquisición española y la caceria indiscriminada de mujeres acusadas de participar de ritos malèficos o paganos. Agüero que ya de por sì tiene una preocupacion especial por ficcionalizar temas de la historia (ya hemos escrito sobre Eva no duerme Leedor) y la relación entre las mujeres y las religiones (Madres de los dioses), se basa en un tratado escrito a principios del siglo XVII por el juez Pierre Rosteguy de Lancre que en el contexto de plena contrarreforma recorrió el País Vasco francés condenando a decenas de mujeres a la hoguera por aquellos supuestos actos de brujería. Hay en el film de Agüero no sólo una voluntad ideológica objetiva que parte de la idea de construir un punto de vista desde las mujeres, representativas aquí de la conservaciòn de los mitos populares, de lo familiar y lo social, frente a la de los hombres representantes del poder ejecutado en connivencia entre la monarquìa conquistadora y la iglesia contrarreformista. Tambien hay en el film una intenciòn sòlida desde lo fìlmico en tanto representacion de la representacion, ficciòn de la ficciòn, conjunto de dispositvos puestos a disposicion de inventar un mundo para quièn quiera creer en él. Lo que es el cine, en definitiva. “Y si el sabbat no existiese? si solo fuese un sueño?” pregunta el notario del juez en plena fogata hacia el principio a lo que el juez contesta: “Si sólo fuera un sueño, como puede ser posible que tantas mujeres tengan el mismo sueño?” En la semana del 8M, el film que se estrena el proximo jueves en Argentina, impone la pregunta de si podemos imaginar asì y de esa manera a estas mujeres històricamente representadas como seres pecaminosos y diabòlicos. Mujeres que para sobrevivir a la quema en la hoguera idean hacer tiempo (¿què hacía Scherezada si no tiempo con sus cuentos nocturnos?) y hacer que esos hombres que las juzgan y necesitan su confesiòn (elemento bien contrarreformista) escuchen lo que quieren escuchar. En esos relatos en los que toma protagonismo una de las jovenes acusadas, y al mejor estilo del origen de los cuentos orales, Ana comienza a inventar la historia de las reuniones en el bosque y las danzas del aquelarre. El juez es “hechizado” con la eròtica de esos relatos y comienza a planear la representacion de la danza que deberà ser observado y registrado para tener un elemento concreto en la acusacion. En el plano de lo filmico, una càmara movediza que representa la violencia cuando la hay y la calma cuando la hay, una fotografìa de paisajes arcádicos y los efectos de contraluces, abundantes primeros planos sujetos a los gestos del buen elenco con que cuenta y uan gran direccion de actores. Se destaca la mùsica original y las canciones que recrean una cancion popular de pescadores que las mujeres cantan y bailan, y se convierte en una cancion que invoca a Lucifer. Se puede escuchar aquì. Hay que destacar que es coproduccion con INCAA de Argentina, pero en todo caso con sus multinominaciones y los premios que recibiò en los Goya 2021, el cine español,junto con El año del descubrimiento parecen estar reviendo algunos los discursos de su propia historia. Bienvenido sea.
35° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata: Las Mil y Una, de Clarisa Navas Alejandra Portela Alejandra Portela Follow Nov 18 · 2 min read El opus número 2 de la directora correntina Clarisa Navas (Hoy partido a las tres) es una de las cuatro películas argentinas que aspira al premio mayor en la competencia internacional de este Mar del Plata virtual y gratuito que comienza este sábado 21 de noviembre. Las Mil y Una viene de obtener el premio a la Mejor película en el Festival de Jeonju y menciones en San Sebastian, Valdivia y en Toulouse. Partició en la sección Panorama en la Berlinale en febrero. Image for post Una historia de periferia de la periferia, su titulo podría aludir a un cuento de hadas improbable o al dicho de las mil travesuras, pero alude al barrio Mil Viviendas, un sitio de monoblocks de la ciudad de Corrientes donde vivió su adolescencia la directora. Como en Hoy partido a las tres, Navas demuestra su voluntad documentalista marcando la constante presencia de la cámara, movediza e inquieta, insistente en la persecución de sus personajes que buena parte de la película caminan por los pasillos de ese lugar laberíntico que bien podría ser de cualquier conurbano del país. La sucesión de buen número de planos secuencias alargan las situaciones de encuentros en la calles, diálogos improvisados en los que se cuelan cobrar por sexo, o rumores sin base alguna. Pero si en la calle la cámara documenta, en los interiores ficcionaliza y estetiza utilizando planos más cerrados y cortos donde las cosas (muchas cosas siempre) se presentan a modo de tapiz, de horror vacui (en la cocina o en la habitación de Darío). La protagonista Iris, mira el mundo que la rode acon su ojo de iris y de ángel (cuando le preguntan de donde sale su nombre ella dice debe ser lo del ojo), mundo del que forman parte sus amigos, los chicos del barrio y Renata de quien se dice que tiene hiv pero nadie lo confirma. Mas cuestiones del sexo que de amor entran en juego en la vida de estos adolescentes auque uno de ellos escribe una larga definición de amor que Iris escucha atentamente Algo extensa tal vez, La Mil y Una gana en algunas situaciones (como la madre que sale a defender a un caballo cuyo dueño le pega latigazos) e imágenes nocturnas de fotografía impecable, y gana mucho mas hacia el final cuando irrumpe una tropilla de caballos por las calles nocturnas de las Mil Viviendas llevándose por delante tanta literalidad y dando lugar a algo de fantasía en un mundo tan difícil El 3 de diciembre se estrena por Cinear Tv. Funciones online dentro del Festival: los días 23, 24 y 25 de noviembre.
El 29 de diciembre próximo se estrena por la plataforma Mubi este film costaricence, ópera prima de Sofia Quiròs Úbeda, seleccionado por la Academia de aquel país como envío a los Premios Oscar del próximo año. Realizado en coproduccion con Argentina, Francia y Chile, Ceniza negra resulta un film de iniciación. Pasaje de la infancia a la adolescencia, la directora despliega el universo sensible de una niña que cuida a su abuelo en el devenir de un pueblo costero, mar y selva para alimentar un mundo fantàstico que se espera de un film caribeño. Pero Ceniza negra menciona, hay que decirlo, inteligentemente todo aquello que resulta apetecible para un público internacional, una pobreza “digna”, un viejo sabio, fantasmas y visiones, tiene algo màs. Su tratamiento fílmico mueve los hilos de su visualidad y su sonido con tanta naturalidad y empatìa que resulta difícil no entrar en esa suerte de brisa que propone. Pocos personajes, mayormente en primeros planos rigurosos que dejan fuera (o borroso) el paisaje exhuberante (turistico?), y lo podría haber sido sobreaprovechado pero Quiròs elige minuciosamente aquellos planos donde privilegiar el espacio antes que los cuerpos, la cabeza de Selva queda en algún rincón de la pantalla en pocos planos generales, el cielo, el mar o la selva. No son muchos, pero son contundentes. Los actores no profesionales ayudan a ese naturalismo en donde la muerte de la madre, la desaparición de la mujer que su abuelo ama?, la relaciòn de cuidado amoroso de nieta-abuelo hablan ademàs de la vejez, la soledad y la muerte. Asi como en muchos momentos del cuadro, hay un fuera de campo en la historia que queda para armar, como esos cabritos constantemente mencionados y alimentados pero nunca vistos. Y esto està muy bien en una pelicula bella y sincera.