VENGANZA RETORCIDA Zev Guttman (Plummer) , es un anciano con demencia senil. Su amigo del geriátrico (Landau) le entrega una misión y una carta: encontrar y asesinar a un jefe de Auschwitz que fue el responsable de la muerte de sus familiares. Y allí va. Mezcla de road movie, con thriller avejentado, el film guarda una sorpresa que sirve para echar sombras sobre el poder curador de la venganza y sobre la locura de querer hacer justicia por mano propia. El viaje enseña que el tiempo no borra las heridas y muestra que la negación alimenta otros fantasmas y otros olvidos. “A veces no entendemos el dolor que cargamos”, dijo Egoyan, como para explicar el viaje final de un vengador que necesita sobre todo liberar el peso que carga su alma. Es retorcida y algo forzada, pero sale a flote.
NO TODOS SON EXITOS Otro film sobre el periodismo de investigación. Esta vez se asoma al mundo de la televisión. Otro caso real. Cuenta una metida de pata de la cadena CBS. en el 2004, cuando creyeron encontrarle un desliz a Bush en el plan campaña presidencial. Al comienzo el guión es algo recargado con datos y nombres. Pero de a poco van quedando en el centro de la historia la productora que impulsó esta investigación (otro soberbio trabajo de la incomparable Cate Blanchett) y el presentador estrella del noticiero (Redford) que son la cara del canal. El film muestra los intereses que se mueven detrás de las grandes noticias, la desesperación de algunos periodistas por fiarse solo de indicios, y las idas y vueltas de un sistema de pruebas y contrapruebas que alimentan un sistema que necesita contrastes y revelaciones. Una obra consistente, bien contada, segura, que demuestra que es difícil buscar la verdad en medio de un sistema donde los dueños del poder se van encargando a cada paso de borrar las huellas de sus patinadas.
Después de la guerra caliente llegó la Guerra Fría. Y en el nuevo encuadre, Rusia empezó a ser el mejor enemigo y el comunismo, la fruta prohibida. Y Hollywood lo sintió. Esta es la biografía de Dalton Trumbo, un escritor talentoso que, acusado de comunista y encarcelado por desacato, sólo pudo seguir produciendo a través de seudónimos. Más allá de los lugares comunes, que los hay, el film confirma que las biografía suelen orillar y la fácil exaltación. Aquí el resultado es digno. Están los delatores, los negadores y los rebeldes. Listas negras y censura espesan las aguas de una persecución que concluye con la llegad de Kennedy a comienzos de los 60. Los vemos a Trumbo en su casa, en su trabajo, con sus compañeros de lucha, con sus rebeldías y sus malos tratos, con su enorme capacidad de trabajo y sus empecinamientos, un personaje al que la lucha le fue quitando afectos y que hasta fue desafiado por sus compañeros de lucha. “Hablás como un pobre y vivís como un rico”, le dice un amigo. El film es un homenaje a una época donde las estrellas mostraron su peor perfil. Y por allí desfilan todos, en viejos noticieros o en cuidadas reconstrucciones. No es riguroso, es interesante, aunque molesta ver a John Wayne convertido en un grandote medio blando y a Kirk Douglas en un señorito sin fuerza.
Mintiendo llegó el amor Retorna el equipo completo de la muy festejada “Un novio para mu mujer”. Y el resultado es por demás auspicioso. “Me casé con…” es una comedia menos graciosa, pero más trabajada argumentalmente y con algunas puntas emotivas que le dan otra perspectivas a las idas y vueltas del amor. Fabián es un actorcito famoso y farolero, una estrellita arrogante y vacía. Y Florencia es una actriz primeriza, amante del director del film que están rodando. Se conocen, él se enamora, ella se presta al juego y se casan. Y allí empieza la cosa. Porque Florencia se dará cuenta que ella ama al personaje y no a ese marido insoportable y egocéntrico. Cuando Fabián descubre que Flor está desilusionada y a punto de marcharse, decide dejar de ser quién es para empezar a ser el personaje. Está enamorado y el amor siempre da piedra libre para poder conseguir lo que se quiere. Fabián sólo aprendió a mentir. Y ahora necesitará ser otro para retenerla. En el camino, el film va encontrando apuntes risueños, enredos, buenos momentos y un ritmo que no decae. Florencia se presta al juego y decide construir ella misma otro personaje. Es una pareja de fingidores que desde la impostación van encontrando al amor que buscan. La historia deja ver entre enredos y revelaciones que al final todos a la hora de la seducción jugamos a ser otros. Como dice Lacan, el amor no tiene nada que ver con la verdad. Comedia simpática y llevadera, ágil, bien escrita y bien armada, con ideas y chispa. Un par de notas falsas no llegan a estropear el puntaje final. Está por encima del estándar de un género que a falta de ideas derivó en notas de mal gusto y tonterías. Y aquí funcionan muy bien todos los resortes. Suar está en lo suyo y le saca buen rédito a su criatura de siempre, simple, chanta, agrandado y vulnerable. Y Valeria Bertucelli brilla otra vez con luz propia. Incluso cuando se pone seria (que es donde menos rinde) su imagen atrapa por su sinceridad, su presencia y su frescura. Hay buenos secundarios (Brisky, Romano), caras famosas, un final inspirado y hasta un banda sonora que le suma puntos. Empieza jugando a la exageración, va virando hacia el costumbrismo hogareño y termina apostando a la comedia romántica, entradora y emotiva. Este boludo nos recuerda que un poco de ficción y unas mentiras no le vienen mal a las parejas.
UN MATCH HISTORICO El ajedrez, lástima, no tiene suerte en el cine. Siempre lo filman mal. También aquí hay más de un momento que no tiene nada que ver con el juego (Spassky en plena partida gozándolo a Bobby y hablándole). Pero lo demás se sostiene porque muestra, exagerados, los aspectos escandalosos del colosal mach mundial entre Spassky y Fischer, en Islandia. Y hasta alcanza a dibujar la personalidad de Bobby Fischer, ese genio absoluto del ajedrez que doblegó al reinado ruso. Su heroico triunfo en plena guerra fría se sumó a una lucha política que se jugaba en diversos campos de batalla. Excéntrico, inestable, caprichoso, paranoico, su derrotero marca los ritmos de un camino que empezó en una infancia desgraciada, alcanzó la gloria al coronarse campeón mundial indiscutido y acabó en la locura. Es cierto, hay descuidos, a Bobby se lo muestra más como un loquito que como el genio que fue. Y uno quisiera saber más sobre los entretelones de un título que tuvo al mundo en vilo. Entre peones y reyes, Watergate, Kissinger y los desconsolados rusos le ponen temperatura y contexto a una lucha que a los dos los acabó destruyendo: Bobby nunca volvió de la gloria, y Spassky cayó en desgracia al ser vencido por un norteamericano en plena Guerra Fría.
La guerra fría y la guerra caliente El comandante Claus Pedersen y sus hombres se encuentran en Afganistán. Durante una misión de rutina, quedan atrapados en un fuego cruzado. Con el fin de salvar a sus hombres, Claus tomará una decisión que tendrá graves consecuencias para él y para su familia, una vez que regrese a casa. El juicio obligará al comandante a enfrentar a su conciencia, el juez más implacable. Una noche su hijo le preguntará: “¿Es cierto papá que vos mataste a niños?”. En la primera parte se muestra por un lado la lucha en Afganistan y por el otro la batalla diaria que libra su esposa con los tres hijos. Y será allí, no en el frente, donde este soldado íntegro y valiente deberá poner a prueba su verdadera fortaleza. Una historia interesante y muy bien contada. La realización aprovecha a fondo el drama de conciencia que viven sus personajes. Es austera, enérgica, detallista, rigurosa y creíble. Tiene grandes trabajos actorales (la esposa y la fiscal). Y deja en el aire una pregunta decisiva: ¿Es culpable o inocente? El aporte al final de un testimonio inesperado (¿mentira piadosa?) define la suerte del juicio y también los contornos morales de un dilema que se juega en el corazón de este avergonzado y respetado comandante. La moraleja es la de siempre: la guerra aniquila todo y puede convertir en despreciables a los seres más queridos
Mirada grotesca y elevada a lo que queda y a lo que fue Extravagante y rebuscada, la nueva pieza de Paolo Sorrentino, después de la soberbia La grande belleza, no hace otra cosa que ahogarse en sus excesos. Fred (Caine) un director de orquesta alejado de todo; y Mick (Keitel), un director de cine con ganas de seguir, comparten sus días y sus desvelos en un lujoso Spa de los Alpes suizos. Sorrentino aprovecha ese decorado para aportar bellos planos fotográficos que a veces valen por sí mismos. Pero el film, más allá de lo visual, no tiene el vuelo ni emoción ni frescura. Es como una obra hecha solo de pequeños momentos. Un cine de puras ocurrencias que a manera de un diario de viaje va recogiendo impresiones sueltas. En el centro están las largas charlas sobre la vejez, la muerte, el arte, el amor, la soledad y el peso de los recuerdos. Pero hay más que nada frases sueltas y muchos personajes que ocupan espacio y no aportan nada. Cine presuntuoso, contemplativo, que siempre está listo para retratar lo accidental y que asume un forzado aire felliniano para ponerse serio. Por supuesto que Sorrentino tiene talento, que hay buenos momentos y logrados pincelazos a la hora de retratar la tristeza de sus seres solitarios. Pero no alcanza. Se extraña la ausencia de un personaje a la altura del inolvidable Tony Servillo. Tampoco está el idioma italiano, para darle más frescura al desfile, ni la descascarada Roma, que acompañaba con sus ruinas el deterioro moral de sus personajes. Mucha imagen suelta, muchos personajes que entran y salen (Hitler, el matrimonio que no se habla, la prosti, etc.) le dan un aire desordenado a una película grandilocuente en su tono y exageradamente ambiciosa en sus propósitos. Todos los personajes recuerdan sus mejores días. No solo los dos protagonistas, también esa hija abandonada por su esposo que rememora y llora. Lo mismo que ese Maradona, gordo y con bastón, que hace jueguito con su gloria para olvidarse del presente
SIN LUGAR EN EL MUNDO Llama la atención que un film tan convencional, tan lleno de lugares comunes y tan superficial, tenga chances de ganar el Oscar a la mejor película. Todo aquí es bueno, edificante y pesado. Es la historia de una muchacha que en los años 50 deja su modesto hogar en Irlanda para tentar suerte en Brooklyn. Y le sale bien, más allá de pequeños incidentes y roces en su nuevo hábitat. La ayuda su cara, su cura (sacerdote servicial), sus amistades y su estrella para encontrar gente buena. Tiene novio y buen trabajo. Pero extraña aunque no mucho. Y una desgracia familiar la obligará a volver a su país. Y allí enfrentara –¡por fin!- un conflicto: qué hacer con su vida. Tiene dos hogares, también dos pretendientes (los dos buenísimos). Lo crucial es poder saber cuál es su lugar en el mundo. Y en la balanza pone recuerdos, afectos, proyectos, arraigo, futuro. Encrucijada que la película resuelve con una mirada liviana, gastada y empalagosa
Matrimonio reciclado El film anterior de Guerschuny , “El crítico” nos había gustado más. “Una noche de amor” no está mal, pero es muy difícil lograr química y encanto (algo que la comedia romántica exige) con un actor tan limitado como Sebastián Wainraich. El es Leo, es guionista y está casado con Paola (Carla Peterson). Tienen dos hijos y deben salir a cenar solos porque la pareja que los iba a acompañar, sus amigos, se acaban de separar. Y no saben andar solos. Como un espejo, su vínculo comienza a reflejarse en aquellas dudas. Mientras imaginan qué pudo haberles pasado a sus amigos, revisan conductas y sentimientos. Los hijos le quitaron intimidad; la rutina y el paso del tiempo parecen desgastarlos. Surgen algunas fantasías (ella con un colega y él con una vecina) y los reproches ganan lugar. Carla Peterson se luce: intensa, linda y preocupada. Y tiene que empujar solita este film de comienzo prometedor: Guerschuny no desafina, aprovecha gestos, detalles, el diálogo es conciso, no hay tonterías, aunque sí lugares comunes. Pero el film se queda allí, en algunas réplicas más felices que otra. Nunca logra ir más allá de sus apuntes ocasionales. Incluso desentona cuando apela a recursos narrativos poco felices (coqueteo de ella y porrazo y tristeza de él). “Una noche de amor” dice que, a veces (no hay que exagerar) la crisis ayuda, obliga al replanteo, nos confronta con nuestras fantasía y enseña a regresar a las fuentes, limpiar el camino de malezas y quedarse son lo sustancial.
VISTOSA Y FRIA Film inspirado en hechos reales. Está basado en el libro de David Ebershoff y cuenta la historia de Lili Elbey Gerda Wegener, el primer hombre que se hizo una operación para cambiar de sexo y transformarse en mujer, en la década del ’20. Dirigió Tom Hopper (“El discurso del Rey”) uno de esos realizadores convencionales, con buena caligrafía y escasa creatividad, que se limita a relatar de una manera distante, lujosa y desabrida esta historia de fuertes contrastes que enfrenta un matrimonio joven de aquella época. Nada conmueve: ni ese hogar que se derrumba ni la verdad que debe enfrentar su protagonista ni lo que los rodea. A falta de imaginación y fuerza, la película intenta ser “linda” y lujosa y acaba siendo uno de esos films que se agota en la reconstrucción y se sirve de un tema con gancho para sacar chapa de película importante y festivalera. Todo –salvo la buena interpretación de Alicia Vikander, esta sufrida esposa- es frio, lejano, sin vida, apenas prolijo.