Hay peliculas malas detestables y películas malas que tienen su gracia. Es difícil pegarle a Monster Trucks ya que su propósito no es ser coherente sino ser entretenida. La produce Nickelodeon y, aunque gastaron una ponchada (125 millones de dólares), la gente del estudio quiso esconderla bajo el tapete porque veian a la legua que no iba a ser taquillera. Los números no mintieron: Monster Trucks se hundió en la taquilla simplemente porque es una pelicula familiar simplona, algo tonta y obscenamente sobreproducida. Hubieran gastado algo menos y les hubiera quedado unas monedas para el cambio. El argumento es simple y remanido: encuentran una criatura, la protegen de los que quieren cazarla, la regresan a su habitat. Desde E.T. hasta ahora las películas con aliens / monstruitos graciosos no han seguido otro derrotero. Quizás la gansada de todo esto es que, una vez que encuentran al bicho - el que parece un pulpo con cara de tiburoncito simpático -, el protagonista decide utilizar sus dones y ponerlo en la camioneta sin motor que tanto ansía reparar. Como el monstruo es como un nene de 10 años, piensa que la camioneta es una patineta; como el flaco quiere andar motorizado, inventa un complicado mecanismo para manejarla (le tapa la visión al monstruo cuando quiere frenar, la levanta un metro del piso para que el bicho no arrastre la panza contra la carretera, pone un surtidor que le tira aceite - su alimento favorito - a la boca de la criatura cuando quiere acelerar), y después anda pavoneándose por ahi. En serio. En vez de entablar una relación con el bicho, de ver su bienestar y hacer justicia, lo único que quiere es tener un camión monstruo en el sentido literal de la palabra. Es por eso - y todo lo que sigue - que los críticos la tildaron de pavada monumental. Pero obvien eso y verá que Monster Trucks es una pelicula re-divertida. Hay un elenco nutrido de caras conocidas, y todos tienen sus cinco minutos de gracia. Lucas Till, siempre con cara de amargo, está ok y hasta la irritante Jane Levy destila simpatía. Hay muchas persecuciones disparatadas, momentos adorables con el monstruo y hasta una reconciliación del flaco con su padrastro. ¿Qué mas se puede pedir?. Monster Trucks es una película amable. Olvidense de la coherencia de las cosas, aquí no existe. Lo que importa es el ritmo, las gracias, los chistes y la acción y en ese sentido - para ser una pelicula para toda la familia - le doy el visto bueno y punto.
Cuando China decidió abrir sus mercados era obvio que, con el correr del tiempo, el gigante rojo quisiera jugar sus bazas en la industria cinematográfica. Si Pacific Rim y xXx: Reactivado han abrevado en la taquilla china y han obtenido mas dinero que en suelo estadounidense, se debe a que el tema del filme / el co-protagonista atrae tanto al público chino o toca una fibra popular de dicho mercado (como son los monstruos gigantes, los mechas, las space operas y los filmes de fantasía) que lo vuelve taquillero en suelo oriental. Ahora llega La Gran Muralla, la cual es un producto esencialmente norteamericano - escritores yanquis, productores yanquis, estrella yanqui - pensado para el mercado asiático, el cual el equipo local chino del artesano Zhang Yimou se encarga de adaptarlo y customizarlo. Sí, visualmente se parece a los festines visuales de Yimou como La Casa de las Dagas Voladoras o Héroe, y la épica de la batallas es por lejos lo mejor que tiene para ofrecer el filme. Lástima que entre pelea y pelea estos personajes deben hablar y ahí queda patente la pobreza creativa del libreto. Ciertamente el modo en que explican que Matt Damon esté en China es coherente. El problema es que, si esto figura situado cerca del año 1.000, Damon debería ser inglés (América ni siquiera había sido descubierta) y es lo que menos pinta tiene. Dejando de lado eso, el cómo llega y se integra a la lucha del ejército chino contra los Tao Tie - una especie de jabalies mutantes que parece ser de origen alienígena y cuyas hordas tardan en multiplicarse, crecer y atacar 60 años - es digerible. El problema es cuando Damon cancherea y se hace el gran Legolas, lo cual es ridículo. Si bien el Wu Xia es un género plagado de absurdos - ¿se acuerdan de Michelle Yeoh volando por las copas de los árboles en El Tigre y el Dragón? -, hay que crear un clima fantástico para hacerlos creíbles. Por ejemplo, en el clásico de Ang Lee los guerreros volaban en el aire porque eran elegidos divinos, una especie de superhéroes misticos que los separaba del resto de los mortales. Pero ver a Jason Bourne - un simple mortal, un mercenario nada honorable y para colmo occidental - haciendo piruetas en el aire y liquidando a tres bicharracos con una sola flecha es simplemente intragable. Quizás el problema sea la presencia de Damon. Hubieran puesto a cualquier figura china en el protagónico - un Donnie Yen, por ejemplo - y nadie se quejaría de eso. Es como las peliculas de Godzilla, en donde nadie cuestiona un tipo enfundado en un traje de goma y pisando maquetas de Tokio simplemente porque son japoneses y parece algo natural para ellos. Ahora, cuando lo trasladamos a occidente y hacemos algo parecido - con un Gorgo arrasando Londres - uno se queja que el bicho se ve estúpido y que los efectos especiales apestan. Mientras que Yimou despliega toda su parafernalia visual que nos tiene acostumbrados - y convierte esto en una versión extendida de la batalla del Abismo de Helm de El Señor de los Anillos: Las Dos Torres -, generando una paleta riquisima de colores, exhibiendo un ejército uniformado de manera extravagante - bien podría ser un ejército de elfos tolkianos -, haciendo un despliegue fabuloso de fuego y destrucción, la cuestión es cuando la batalla calla y estos tipos hablan. Son personajes de carton pintado que sólo saben hablar de robarle la pólvora a los chinos y nada mas que eso (como si llevarse la pólvora garantizase que alguien en occidente sabe cómo reproducir el proceso para generarla). Digo: si estás frente a una horda de millones de bichos nunca antes vistos, lo que semejante visión te genera es un shock que te lleva a una profunda reflexión sobre la naturaleza humana, si estamos solos en el universo, si esos demonios son la misión de tu vida, bla, bla, bla. Un discurso tipo rey Theoden en Las Dos Torres. Pero no; estos tipos sólo piensan en fugarse con su polvo explosivo y hacerse ricos sin importarle el destino del mundo. La Gran Muralla es una enorme oportunidad desperdiciada de hacer algo memorable. Corten todas las escenas de Damon (o reemplácenlo por un idolo chino) y el filme sería mucho mejor. Incluso tolelaríamos el final ultraestúpido que depende de un montón de torpezas y casualidades. Un desperdicio de dinero y talento que sólo busca el bocadillo visual y la recaudación fácil en vez de aprovechar la ocasión para hacer una obra densa, memorable e intelectualmente mucho mas satisfactoria.
Negro. Todas las películas importantes empiezan con la pantalla negra. Y música. Terrible, atemorizante musica que hace que los padres y los ejecutivos del estudio se pongan nerviosos. Y logos. Largos y dramáticos logos. Warner Bros. ¿Por qué no Warner Brothers?. No lo sé. DC. La casa que Batman construyó. ¿Qué?. ¿Superman? Vamos, hermano. Yo soy su kriptonita. Humm, no sé que hace RatPac pero ese logo es bien macho. Investigaré. Ok, prepárense para algo... como leer. "Si quieres hacer al mundo un mejor lugar, mirate a ti mismo y haz el cambio". Oh, nooo... Ah!. Lo dije yo. Batman es muy inteligente. También tengo unos pectorales enormes y 9 abdominales. Si, tengo un músculo extra. Ahora empecemos el filme. Hace tiempo que la Warner Brothers / DC Comics está intentando descontracturarse, sacarse toda esa costra dura y burocrática que le impide tener un masivo éxito de taquilla y critica en el cine de superhéroes y lo acerque mínimamente al podio imbatible que exhibe la Marvel / Disney hasta ahora. Primero hizo las paces con la icónica serie de Batman de 1966, permitiendo que Adam West y Burt Ward tuvieran un regreso animado (y con toda la gloria) en el universo DC (amén de zanjar diferencias con la Fox y habilitar la salida en video - luego de 50 años! - de la famosa tira); después se despachó con ese engendro a medio cocinar que es Powerless, una sitcom ubicada en el universo de los superhéroes y dispuesta a mofarse de ellos; y ahora habilitando esta versión cómica para la pantalla grande de uno de sus héroes mas venerados (aunque Lego ya venía poniendo al encapotado en varias de sus peliculas directas a video aunque, claro, estaba destinada al público infantil). Lego Batman: la Pelicula es un filme glorioso en mas de un sentido: no sólo es una comedia brillante sino que es una cinta escrita por (y para) amantes del personaje, quienes han respetado (y homenajeado) a cada versión existente del mismo (incluyendo los seriales de los años 40). Y, por si fuera poco, han tomado un tema central de Batman - su soledad, la ausencia de familia, el estoicismo de su acción heroica para camuflar el dolor que inunda su ser - y lo han tratado con una altura sorprendente. Es triste afirmar que éste es el mejor filme que DC Comics ha producido desde que Christopher Nolan clausurara la memorable trilogía de El Caballero de la Noche. Y de eso, claro, ya han pasado 5 años. Siendo una secuela de La Gran Aventura Lego, es inevitable compararla con ella. Lego Batman no es tan pulida e innovadora (muchos de los discursos sentimentales de Batman con el Joker se hacen eternos y redundantes) pero es mas sofisticada. Hay muchos chistes pensados para adultos y para fans del personaje. Si Lego: la Pelicula es la Misión Imposible: Protocolo Fantasma de la franquicia, entonces Lego Batman es Rogue Nation: una secuela igual de excitante, que no llega a la altura del original ya que no inventa la fórmula sino que la copia, y donde uno reconoce la maestría de los responsables de esto mas allá de un par de pifias menores. Honestamente la gracia del filme reside en verlo en versión original subtitulada. Es glorioso escuchar a Will Arnett diciendo burradas con el mismo tono de voz que Michael Keaton (hubiera sido fantástico reclutar al Batman original para parodiarse a sí mismo, ahora que está de moda). El otro que sorprende es Michael Cera, que hace de Robin ingenuo y festivo. Cada vez que dice "Patre" (en realidad es Padre en español, pero parece que sonara así) la risa es inevitable. Ralph Fiennes está increiblemente bien en el rol de Alfred, ya que mantiene el tono sin importar los idioteces que pasen en la pantalla. El resto está pasable - Rosario Dawson es bastante estoica como Barbara Gordon, Hector Elizondo pasa desapercibido como el comisionado, hay uno del elenco que se divierte imitando al Bane de Tom Hardy - y, desde luego, está Zach Galifianakis... quien llega con lo justo. Cuando habla está ok, pero su risa es olvidable. Definitivamente no es el mejor Joker que haya escuchado (¿estaba muy ocupado Mark Hamill para contratarlo?). El filme desborda de acción pero a veces toda esa parafernalia de efectos especiales termina por aturdir, ya sean las construcciones mutantes que se despacha Batman o las explosiones - todas hechas con ladrillos Lego -. Mención aparte son los sonidos de los disparos y explosiones, que los actores hacen con su voz (es ridículo escuchar a Arnett haciendo "pium! pium! bang!" cada vez que le dispara algo desde el Batimóvil). Cuando llega la acción, el filme va a dos mil por hora y se alterna entre excitante y mareante. Donde Lego Batman se desempeña mejor es en las escenas mas tranquilas. Ahí es cuando conocemos a este Batman - una especie de Johnny Bravo disfrazado; fanfarrón y un cretino de aquellos que vive mirándose los abdominales al espejo y está confiado en sí mismo al 110% - que, en la inmensidad de la mansión Wayne, comienza a sentirse solitario (come solo, se la pasa mirando Jerry Maguire una y otra vez). Las palabras del Joker le han tocado - "tu me completas!; reconoce que soy tu mas grande enemigo!" (el filme está plagado de citas de otros filmes de Batman, sean los de Burton o Nolan) - y, sumado a la nueva comisionada que quiere evitar las andanzas nocturnas ilegales del encapotado en su ciudad, todo esto termina por deprimirlo. Son esos cinco minutos diarios en donde ve la foto en donde está con sus padres justo antes de que los asesinaran, y en donde comienza a añorar lo que pudo haber sido - esa vida normal y familiar rodeado de cariño, y dedicado a cosas mas mundanas -. Sorprendentemente los momentos en que Batman habla de su soledad son conmovedores. Sea porque se le bajan los escudos, o porque Alfred y Robin le sacan el tema, lo cierto es que el personaje transmite tristeza. No sólo el libreto trata el tema con un gran sentimiento sino que la perfomance de Arnett termina por emocionar. Por supuesto el resto es pura locura. Sorprendentemente el filme prende mas de una vela al Batman de Adam West. El batimóvil tiene como bocina la tonada de la serie de 1966, el famoso repelente de tiburones está en la baticueva, está la foto de Batman intentando deshacerse de una bomba en un mal día, y hasta tenemos un grand finale con onomatopeyas saliendo de los golpes y patadas que Batman y Robin propinan a los malos (como diría Alfred "esa alocada época que vivió usted a mediados de los 60"). Por otro lado la banda sonora es genial y, cuando es instrumental, suena como un licuado de Danny Elfman, Neal Hefti y Batman Arkham en onda electrónica. Hay millones de "huevos de pascua" que aluden a filmes pasados de Batman, ya sea el "si vamos a ponernos locos, ¡pongámonos locos!" que gritaba Michael Keaton en 1989, hasta la colección de batimóviles que tiene el encapotado en la baticueva. Incluso el disfraz de batichica de Barbara Gordon es el mismo de Ivonne Craig de la serie de 1966. Honestamente no sé si el filme funciona tan bien para un neófito en el tema - por ejemplo, para un público de chicos de 10 años -. Uno se rie porque conoce todo lo que se ha filmado de Batman y sabe cuales son sus temas, pero como filme infantil me imagino que el 70% de los chistes le pasaran a los pibes a kilómetros de distancia por encima de su cabeza. Por otra parte, la pelicula cae en momentos sentimentales que son demasiado serios para los niños (no abrumadores pero sí aburridos). Lego Batman no es tan equilibrada como las cintas de Pixar (que operan en todos los niveles) sino que da la sensación de ser una parodia para adultos y fans a la cual le metieron cosas mas infantiles para camuflarla. El detalle, por ejemplo, de que en la Zona Fantasma estén los Daleks (esos tachos de basura alienígena que son parte esencial de la mitología del Dr Who), Lord Voldemort de la franquicia Harry Potter, King Kong, Sauron de El Señor de los Anillos y hasta el Kraken de Furia de Titanes (se ven que recolectaron todos los monstruos y villanos que tiene la Warner bajo su techo) es mas un chiste privado para los nerds que para los niños. Lego Batman: la Película seguramente se convertirá en un filme de culto para los adultos, y a los niños les venderemos las animaciones con ladrillos Lego. Al final de cuentas somos nosotros los que decidimos, pagamos la entrada y hacemos billonaria una franquicia supuestamente infantil. En todo caso es un brillante show nerd, plagado de delirantes referencias pop, que nos camuflaron en envase colorinche como para convencer a nuestros hijos de verla... aunque el público primario seamos nosotros, los adultos que adoramos a Batman en todas sus versiones y ahora estamos dispuestos a divertirnos con una versión cómica del mismo, tan brillante e imperdible como respetuosa e informada.
xXx: Reactivado es un descarado engendro de marketing. No hay talentos aquí explorando una idea interesante sino una mezcla de ingredientes pensada para que de rédito en la taquilla sin importar lo horrible que sea la historia. Escenas de muchísima acción (tan increíble como ridícula), protagonistas que desbordan carisma para compensar un libreto hueco, estrellas internacionales para asegurar la taquilla en mercados extranjeros (chinos, indios, tailandeses, etc), y un vano intento de reciclar una franquicia espantosa en una especie de Rápido y Furioso de segunda mano. Y si bien Rápido y Furioso comenzó como XXX - aventuras huecas pasadas de adrenalina -, en un momento encontró una fórmula alternativa y comenzó a funcionar de manera deliciosa, encontrando un balance entre disparate y una trama interesante. Pero acá todo es tan burdo, tan a lo macho (incluyendo a la villana de turno) que el filme sólo resulta digerible cuando los protagonistas están destruyendo cosas. Cuando se calman y deben vomitar pedazos de exposición para avanzar la trama, ahí es cuando se nota que el libreto de xXx: Reactivado fue escrito por una pandilla de simios aporreando máquinas de escribir. Si la primera XXX fue un vano intento de hacer un James Bond para la generación MTV, la realidad es que - 15 años y tres películas después - la fórmula sigue sin cuajar como corresponde. Es ridículo ver a Vin Diesel todo tatuado y semidesnudo haciéndose pasar por agente secreto - es como cuando los mexicanos ponían a Santo, el Enmascarado de Plata como espía; ¿en serio piensan que un tipo tan farolero y disfrazado puede pasar desapercibido en algún lado? -. Al menos el libreto tiene el tino de convertirlo mas en mercenario que en 007 excedido de tatuajes, con lo cual se mezcla con otros individuos tan estrafalarios como él. Al gobierno se le perdió la Caja de Pandora - un dispositivo para hackear y controlar cualquiera de los 30.000 satélites que orbitan la Tierra, convirtiéndolos en misiles teledirigidos para estrellarse donde se quiera -, los villanos de turno mataron al jefe Gibbons (Samuel L. Jackson, quien no se dió por enterado que ésta no es otra película de Nick Fury), y ahora reclutan a Xander Cage para que la recupere. Claro, el tipo está muerto desde la película numero 2 ya que no le quisieron dar un aumento de sueldo a Diesel pero ahora se ven obligados a resucitarlo porque Ice Cube fue un reemplazo mucho peor, y porque Vin precisa recuperar otra franquicia para mantener el status de super estrella. La jefa ahora es una Toni Colette pétrea y pasada de testosterona que parece salida de un sketch de Saturday Night Live. Diesel recluta a un grupo de idiotas salvajes y adictos a la adrenalina (incluyendo a la carismática Ruby Rose), y van a tortearse con Donnie Yen y su equipo internacional que integra Tony Jaa (otro recuperado de la franquicia Rapido y Furioso) y Deepika Padukone. Verlos pelear es una delicia, aunque a veces las secuencias de acción sean ridiculamente exageradas. Tipos saltando de 30 metros de altura sin paracaidas y sin hacerse un rasguño, o nuestros héroes cascándose con los villanos en gravedad cero mientras un avión cae en picada porque el piloto está muerto (y durante media hora, con lo cual el avión debería venir cayendo desde Marte para no haberse estrellado antes) es tan idiota como suena. En sí el problema no es la historia de fondo; la idea de los equipos de renegados y la Caja de Pandora es interesante, el drama es lo que el libretista inventó para llegar desde el punto A al punto B. Diálogos imbéciles, ridículas pruebas de machismo (como cuando juegan en un bar a pasarse la "papa caliente", solo que con granadas activas), fanfarroneadas estúpidas, la propaganda de la manía YouTuber de filmarse mientras cometen guarradas descomunales, y un montón de tipos idiotas dedicados a las apariencias y sin dos dedos de frente sobre lo que realmente pasa. "¿Viste mi pirueta?" en vez de "obtuve la caja de Pandora y salvé al mundo!". En toda esta imbecilidad lo que termina funcionando - por insistencia - son las secuencias de acción. El tercer acto salva al filme de la quiebra precisamente porque es tan disparatado que resulta divertido. Donnie Yen es un héroe de acción fantástico y tiene los mejores momentos del filme, y la india Deepika Padukone irradia ferocidad aunque trastabilla cuando debe decir un parlamento en los momentos mas calmados. Y Tony Jaa hace cosas de Tony Jaa, y por eso nos deja contentos. xXx: Reactivado es fast food cinematográfico: hueco, grasoso, pretencioso y para nada alimenticio aunque venga en packaging caro. No entiendo por qué es tan dificil escribir un puñado de parlamentos inteligentes o tratar a todos estos personajes como tipos con un mínimo de sentido común. La acción termina ganando la baza porque ya entra en el terreno de la parodia, y es re divertido ver a Diesel pateando traseros en gravedad cero o Donnie Yen baleando a medio mundo mientras flota en el aire (el tipo ya tiene mas de cincuenta; ¿qué esperan para importarlo a Hollywood y darle la super película que merece?). Pero, para que esto no sea un bochorno, tienen que conseguirse un libretista mejor, caso contrario xXx: Reactivado será simplemente debut y despedida del reciclado agente secreto que no termina por convencer a nadie con mas de 13 años de edad.
- ¿Qué rayos estás viendo? - Es la palabra de Dios en la TV. ¿No eres cristiano? - Soy cristiano pero no estúpido. Dios habla a través de ese hombre como lo hace a través de mi perro. - Tal vez deberías escuchar a tu perro. - ¿No eres indio?. ¿No deberías quemar salvia y bailar alrededor de la cama gritando como si te hubiera picado algo? - Soy católico. - Prefiero que me claves una lanza antes de ver esto. ¡Ese hijo de perra no reconocería a Dios, aún cuando se le trepara por el pantalón y le mordiera la punta del pene!. Humor negro. Violencia contenida que, cuando explota, no para. Un pasaje desolado y una historia de sacrificio personal que exige la sangre. En muchos aspectos Hell or High Water (que podría castellanizarse como "Aunque Llueva o Truene", una condición que debe cumplirse a toda costa y que se refiere elípticamente a la hipoteca que pende sobre la dupla de protagonistas del filme) es un filme de los hermanos Coen, aún cuando ellos no figuren en el sillón del director o en la firma del script. La presencia de Jeff Bridges refuerza la idea: aquí Bridges regurgita otro de esos maravillosos vaqueros cínicos que hace con tanta habilidad y que parecen ser su marca registrada. Pero Bridges va a la cola de la dupla principal - Ben Foster y Chris Pine -, los cuales parecen ir robando a tontas y locas a un montón de sucursales del mismo banco. ¿O acaso no todo es tan delirante y arrebatado como parece, y existe un auténtico plan detrás de todo esto?. software de sueldos y jornales Sistema Isis Hell or High Water contiene también una sarta de ponzoñosos dardos lanzados contra la industria del petróleo y la corporación bancaria norteamericana. La primera, por ser voraz y haber clavado sus colmillos en Iraq, relamiéndose con el barato petróleo extranjero y dejando a miles de texanos varados sin trabajo. La segunda, por haberse abalanzado sobre dichos desocupados, exigiendo la ejecución de préstamos e hipotecas, tragando propiedades y empobreciendo aún mas el paupérrimo escenario. Como dice el personaje de Gil Birmigham en un momento: "mis antepasados eran dueños de todo esto hace 150 años, y un día vino el hombre blanco y se lo arrebató. Y lo mas gracioso es que, después, los bancos llegaron y se apoderaron de todo, dejando a los blancos en la misma posición que mis ancestros.". Es dicho escenario lo que impulsa a los hermanos Howard a tomar cartas en el asunto: la matriarca de la familia ha fallecido, sólo les queda la hacienda y el temible banco que tiene la hipoteca está a punto de ejecutarla. Toby es un tranquilo hombre de familia, otro desocupado mas que carece de recursos para salvar la propiedad. Así que trama un plan salvaje - robar bancos y juntar el dinero para pagar la deuda en menos de una semana - y suma al demente de su hermano (un desquiciado ladrón de bancos que ha pasado la mitad de su vida en la cárcel) para ejecutarlo. Pero hay un motivo mas oculto para todo esto: dejar todo a los hijos de Toby - saneado financieramente, protegido por un fideicomiso hasta los 18 años - para que ellos sí puedan salir de la pobreza que ha acosado a los Howard desde hace varias generaciones. En el fondo la oveja negra y el padre desesperado han urdido un plan demente con nobles intenciones: no queda nada para ellos, mas que la adrenalina de la acción y la urgencia de hilar todo antes que los atrape (o los mate) la policía. Las perfomances son notables, no sólo de tipos de calibre reconocido como Ben Foster o Jeff Bridges sino también de un reprimido Chris Pine, el que parece un perro apaleado de aspecto inocente hasta que hace explosión la violencia que lleva en los genes. El tipo demuestra que sabe actuar y que está a la altura de los grandes. Hell or High Water es un filme de combustión lenta, donde importan mas los caracteres que la acción. Mientras que Ben Foster es salvaje e impulsivo, Chris Pine es más contenido y cerebral, y termina siendo la figura oculta de la historia. El es el verdadero villano (si se le puede aplicar el termino; en todo caso es un individuo aplicando metodos amorales para cometer un fin noble aunque personal) a quien persigue Jeff Bridges, el cual se deleita sacándole la piel a su compañero mestizo con toneladas de chistes racistas. Pero Bridges no es un monigote; es un tipo mucho mas inteligente de lo que su efervescencia verbal deja trasuntar. Hell or High Water es un gran filme. Dirigido por el responsable de Perfect Sense, escrita por el autor de Sicario, es una película sin desperdicio, y brilla por su substancia, aún cuando su final tenga algún que otro detalle que te deje que desear.
Resident Evil: saga pochoclera en decadencia. Al principio me resultó indiferente, después me gustó y luego me hastió. 6 entregas de algo que sólo vive reciclándose a sí mismo es demasiado, además de que el dichoso final de la saga nunca llega y se estira siempre un capítulo mas. Aún con todos los prejuicios que tengo, reconozco que bajo la superficie de Resident Evil: Capítulo Final hay una película pasable. Las batallas entre supervivientes y hordas gigantescas de zombies en ciudades devastadas tiene su atractivo. Las escenas de acción tienen algunos disparates que impresionan. Algunas preguntas esenciales de la saga son contestadas. Lástima que el editor del filme es un asesino serial y mete 150 cortes por minuto. Si Resident Evil 6 tenía alguna posibilidad de redención, la atroz edición de la cinta termina por aniquilarla del todo. Es como ver una de Michael Bay luego de una sobredosis de Red Bull. Hay momentos de exposición que se agradecen - uno conoce cómo surgió el virus T, cómo hicieron el cerebro electrónico conocido como la Reina Roja, y cuáles son los planes finales de la maléfica corporación Umbrella - pero, en el fondo, tampoco mucho de eso tiene sentido. Si el megaplan de Umbrella es arrasar la Tierra mediante los zombies para después exterminarlos y poder repoblarla a gusto y piacere... ¿por qué no lo han hecho antes?. Si poseen el antivirus supersecreto que mata a todos los infectados con el virus T - incluyendo a Alice -, ¿por qué diantres no lo han lanzado cuatro películas antes? Si su plan era apoderarse del mundo sin destrozar la civilización, les cuento que el plan ha fallado: hay millones de cadáveres en las calles y las ciudades se caen a pedazos. Oh, sí, es un plan ultraestúpido pero un plan al fin. Pero la coherencia no es uno de los fuertes de la saga. Gente muerta que revive en su mas diversas formas. Idiotas de anteojos oscuros que insisten en hacerse los cool antes de tomar una decisión coherente. Una vuelta de tuerca rebuscada en extremo. Un salvataje de último momento que existe simplemente porque al libreto se le canta. Para colmo la adorada Milla Jovovich se ve madura y cansada, harta de todas las estupideces que se le ocurren al libreto. En el fondo Resident Evil: Capítulo Final se siente como Terminator: Salvation pero con engendros zombies en vez de robots con la cara de Arnie. La batalla de Alice contra un bicharraco volador en las ruinas de Racoon City me hace acordar a Christian Bale batallando contra el megaterminator que apresa a todos en la gasolinera en la mitad de Salvation. Todo esto sería medianamente pasable sino fuera por el editor, que es por lejor el peor de la historia del cine. Le pidieron un montaje hiperkinético y, a cambio, nos dió una experiencia convulsiva. Ver como cambia miles de planos en cuestión de segundos no sólo te hace perder el sentido de la acción - o enterarte de lo que ocurre - sino que te frie literalmente el cerebro (atención epilépticos!). Es mas la indignación con la edición que con la trama lo que te hace restarle puntos a la película. La gente de Constantin ya han declarado que no van a dejar enfriar el cadáver y van a rebootear la saga, en otro innecesario reciclado. Que los mercados extranjeros dejen dinero no significa que prolongar la franquicia de Resident Evil sea una idea compartida por todos. Es una saga que debe morir y Capítulo Final es un cierre bastante apropiado, lástima que la edición la pusieron en manos de un esquizofrénico. Es una lástima porque es mas tolerable que la entrega anterior y tiene un par de escenas de acción interesantes, las cuales se desvanecen en un blur de fotogramas vomitados a mil kilómetros por hora.
Espectaculares paisajes digitales y un cameo de Godzilla. Eso es todo lo que me queda de Moana. Salida como un churro de la factoría de éxitos Disney, es obvio que el filme va camino a ser un taquillazo... pero, en cuanto a calidad de historia, la cosa deja que desear. El filme tiene dos problemas: canciones rebuscadas y poco pegadizas, y Dwayne Johnson. Aún con todo lo que uno adora a La Roca, Johnson desentona y desbalancea el filme, convirtiéndolo en una catarata de clichés y canchereadas que patea en las gónadas las intenciones serias de la pelicula. Honestamente no creo que el problema sea Johnson. El ex wrestler ha demostrado tener carisma y talento de sobra para ponerle el pecho a cualquier cosa, con lo cual deduzco que el problema es cómo redactaron su papel. Habiendo visto hace poco Lego Batman: la Película, uno ya tiene en claro cómo hacer se debe hacer un personaje canchero sabroso, deleitándose con su hiper egolatría. Pero el Maui de Johnson es denso, pertenece a otra película (quizás Madagascar) y choca con la honestidad y el idealismo de Moana. El primer tercio es algo lento pero tiene su magia, y está el asombro de descubrir la cultura del Pacífico y sus leyendas. El problema es que todas esas buenas intenciones se estrellan contra una Roca (literalmente), un personaje anodino y mal escrito que se toma para la joda toda la causa épica de la protagonista. Lo que sigue es rebuscado - una banda de cocos piratas dotada de navíos gigantes que parecen pertenecer a una versión fumada de Mad Max: Furia en el Camino; una tortuga gigante parlanchina y bizca que vive en el mundo de los monstruos (ahí va el cameo de la gran G!); y el enfrentamiento final con el demonio de lava, que es tan espectacular como inutil cuando se revelan las cartas -, y está plagado de canciones que se hacen eternas. Contrataron al tipo de la obra musical Hamilton para esto, la que será un éxito en Broadway pero, lo que generó aquí y se ve en pantalla es desesperante. Solo hay una o dos que zafan - como la canción sobre el pueblo navegante, siempre migrando de isla en isla -, pero ninguna sabe lo que es un estribillo o algo armónico. ¿Dónde están Randy Newman o Alan Menken cuando más se los necesita?. Que estéticamente Moana es una obra maestra - paisajes deslumbrantes, un mar tan cristalino que resulta imposible pensar que es digital, animación asombrosa - no implica que sea un gran filme, siquiera uno bueno. Es como catalogar la calidad de una película de acuerdo a la belleza de sus efectos especiales. Aquí hay una buena historia arruinada por un papel mediocre y canciones pesadas que intenta compensar con el efectismo sus carencias. Seguro, la taquilla y los criticos clamarán a gritos que es memorable... lo cual podría haber sido si hubieran tratado con mas respeto a la leyenda original. Convertir a un semi dios polinesio en una versión tatuada de Johnny Bravo me parece un despropósito, más cuando la historia no lo precisaba y tenía comic reliefs de sobra - el pollo idiota, el cerdito mascota - para captar la atención del público infantil.
Cuando todo está perdido, lo único que queda es el amor por los seres queridos. Es en esos momentos de enlace emocional entre el protagonista y su hija - después de haberse portado como un cretino la mayor parte de su vida - en donde Train a Busan se diferencia de la mayoría de filmes de zombies. Hay acción, gore y adrenalina a raudales, pero también hay una carga dramática realista y potente. No sólo por el protagonista sino también por el grupo de héroes que le acompaña, que sufren pérdidas de todo tipo. Ese plus convierte al filme coreano en una experiencia completa y plena. Desde ya no inventa nada nuevo en el género zombie - y abreva en todo tipo de fuentes, desde Serpientes en un Avión hasta Guerra Mundial Z, salpicado con gotas de La Guerra de los Mundos 2005 - pero, lo que expone, lo hace con gran altura. Es el ser humano reducido a la pelea por la supervivencia y cuando la batalla se antoja abrumadora, lo que queda es el amor y los buenos recuerdos. La redención del protagonista en el momento mas oscuro de la historia de la humanidad. El comienzo es genérico. Hay pequeñas alarmas que algo no va bien, pero - por el momento - nos centramos en el relato de Seok Woo, un adicto al trabajo - es un implacable operador financiero - que ha sacrificado a su familia a cambio de su carrera. Ahora tiene de visita a su hija de 10 años, Soo-an, a la cual lastima con el vacío de su presencia y el olvido de sus actividades. Woo es un cretino diplomado, un tipo al cual rápidamente detestamos cuando vemos cómo le regala a su hija una consola idéntica a la que le dió el año pasado - claro, el tipo delega ese tipo de compras en su secretario mientras dedica todo su tiempo a hacer negocios -. La nena sólo quiere regresar a los brazos de su madre, y por ello se embarcan al día siguiente en un tren bala con destino a Busan. El problema es que, justo al momento del embarque, un tipo herido se ha metido en uno de los vagones... y pronto queda en evidencia que se trata de un zombie. Mientras el tren abandona la estación vemos a lo lejos como la horda de muertos vivientes empieza a depredar a los pasajeros y al personal de la misma pero, claro, el aislamiento sonoro del tren de lujo impide a los pasajeros darse cuenta de la masacre. Lo que sigue es ver cómo se desparrama y crece la horda dentro del tren. Algunos logran cerrar las puertas de policarbonato transparente - los zombies atinan a atacar lo que ven y lo que escuchan, pero no son diestros como para abrir pestillos - y sufrir el asedio de los infectados. La cosa está mas o menos estable hasta que llegan a Daejeon - la cual, se supone, es una estación asegurada por los militares -. Es ahí donde Estación Zombie se dispara a la estratósfera, generando un momento de alta adrenalina tras otro. La mayoría de la gente ha abandonado la seguridad del tren... sin saber que la estación está tomada. Lo que sigue es una corrida imparable de una enorme masa de zombies mientras los sobrevivientes - depredados, separados, indefensos - atinan a treparse al tren como pueden. Surgen los héroes - la práctica embarazada que tapa los vidrios con diario mojado para que los zombies nos los vean y se exciten; el esposo de la embarazada que es una máquina de liquidar zombies y se asoma como el gran héroe del filme; el deportista que vé como su equipo y sus amigos se han convertido en monstruos - y es la oportunidad de redención para Woo, quien pasa a transformarse en un guerrero a fuerza de necesidad. Cuando el grupo debe rescatar a la embarazada y a la hija de Woo - que en la estampida, se han equivocado de vagón y han debido encerrarse en un bañito a 4 carros de distancia -, lo que queda es abrirse paso a fuerza de sudor y sangre, y allí es donde el filme entra en un tranco de tensión que bordea lo insoportable. No se trata sólo de la masacre, la lucha denodada contra los zombies, sino que - cuando las fuerzas menguan - el grupo de guerreros se topa con un descubrimiento inesperado: la oscuridad obnubila a los muertos vivientes. Entre túnel y túnel deberán deslizarse con sigilo entre las criaturas y, cuando la luz regrese, deberán improvisar como sea para atraer la atención de los monstruos hacia donde ellos no están. Estos zombies son veloces... ultra veloces. Destartalados, quebrados, descaderados, avanzan de manera imparable y, como Guerra Mundial Z, se acumulan como hormigas y trepan cosas. En un momento la horda persigue a los supervivientes hasta una vieja locomotora que han podido poner en marcha... y los engendros se toman del barandal de la máquina, apilándose, funcionando como una alfombra para que los mas retrasados puedan pisarlos y llegar hasta la cabina. Entre ésa y la formidable escena en Daegu Este - en donde se acumulan los trenes varados, sellados e infestados de zombies y una locomotora fuera de control se estrella contra ellos, liberándolos de su prisión y poniendo a una multitud de monstruos tras el rastro de los protagonistas -, la dirección de Sang-ho Yeon va de lo impecable a lo genial. Pero donde hace la diferencia Estación Zombie es en la carga dramática de los protagonistas. No, no son totalmente tridimensionales, pero funcionan a través de las emociones a flor de piel. Como ocurría en La Guerra de los Mundos 2005 o El Monstruo, los peores padres tienen su momento de redención a la hora de salvar - a toda costa y con cualquier tipo de sacrificio - a sus seres queridos. El último acto no sólo es impactante por las persecuciones y por las peleas, sino por las decisiones extremas que los protagonistas se ven forzados a tomar. Es ahí donde Train to Busan hace una diferencia enorme sobre otros filmes de género, no conformándose sólo con la acción y el horror, sino agregando un plus emocional que resulta muy fuerte. Es posible que Train to Busan sea el mejor filme de zombies de los ultimos años. World War Z era espectacular y shockeante pero se sentía distante, cosa que aquí - usando los mismos recursos narrativos - no ocurre. La acción golpea mas, simplemente porque el trasfondo dramático funciona en gran forma - esots personajes terminan siendo realmente interesantes y nos preocupamos en grande sobre su suerte -. No son héroes, guerreros ni científicos; son simplemente personas comunes que luchan con el corazón por defender a quienes mas quieren cuando el mundo está a punto de irse al abismo.
Y un día Mel Gibson remontó la cuesta. Salió del pozo que él mismo se había cavado luego de tirara por la borda un matrimonio de tres décadas, se enloqueciera con una modelo mas desquiciada que él, se sumiera en el alcohol y los excesos, y vomitara toneladas de epitetos racistas durante una noche de intoxicación que devino en su publicitado arresto. Pero el tipo es una estrella, su carisma sigue intacto y su talento como director sigue siendo formidable. Quizás no sea un buen tipo pero es un artesano de la hostia y la prueba está en Hacksaw Ridge, el filme que lo llevó nuevamente al estrado de los Oscars y, aunque no ganara, obtuvo el respeto del público y la crítica después de muchos años de ninguneo y ostracismo. Los artistas son las obras que nos legan y, sumado a la distancia que nos separa del bullicio local despertado por sus escándalos, resulta más facil digerir a Gibson y su obra por fuera de su tormentosa vida personal - algo similar a lo que ocurre con Tom Cruise, al que nadie lo traga en Norteamérica pero es una máquina de meter éxitos uno tras otro -. En Hacksaw Ridge volvemos a encontrar el cóctel que tanto le gusta a Gobson, religión y gore, y los resultados son feroces y memorables. Hacksaw Ridge es sencillamente el mejor filme de guerra que hayan rodado desde Salvando al Soldado Ryan, con la diferencia de que Spielberg le dedicaba sólo media hora a la carnicería de la invasión del Dia D, y acá tenemos media película infestada de violencia, tripas y explosiones coreografiadas como los dioses. ¿Pero sólo se trata de una gran y espléndida batalla?. Por supuesto que no; lo que ocurre es que la primera mitad es mas standard y melodramática. El pueblerino de gran corazón, el amor descubierto en la inminencia de la partida a la guerra, el duro entrenamiento con el sargento hijo de perra de turno (Vince Vaughn intentando sintonizar a R. Lee Ermey desesperadamente, aunque al final ofrece un plus de humanidad que termina como redimirlo), la pelea legal para que el ejército respete sus convicciones religiosas (que le impiden portar un arma para matar a otro; es por ello que quiere se médico de campo y salvar vidas), y las tensiones familiares por la partida hacia una muerte segura. El romance funciona porque hay buena química entre Andrew Garfield y Teresa Palmer, y la parte familiar camina debido a una potente perfomance de Hugo Weaving - devastado por el alcohol, deformado por la mala vida, violento y enfermo pero pleno de convicciones; como veterano de la Primera Guerra Mundial, sabe lo que es el infierno y por ello odia la idea de que sus hijos vayan a pelear al Pacífico, a sabiendas de que pueden regresar en un ataúd -. Son clichés hechos con clase. El Acto II es también rutinario - Garfield sobreviviendo al desprecio de los demás, triunfando por su tozudez y sus fuertes convicciones -, pero es el Acto III el que se lleva todas las palmas. No sólo por la carnicería y la manera en que Gibson filma el combate - de manera tan novedosa como cruenta; ¿acaso la guerra no habrá sido así de cruda? - sino porque, después de la masacre, es el abnegado Garfield quien queda en el risco - solo, camuflado entre un montón de cadáveres - y empieza a buscar supervivientes para bajarlos por el precipicio donde una pequeña guardia ha quedado montada a la espera de refuerzos. Es ese zigzagueo constante - camuflando heridos para que los japoneses no los vean, metiéndose en los túneles infestados de enemigos para tomar un atajo y salir del otro lado del campo de batalla, improvisando sobre la marcha maneras para poder mover y sacar a los soldados de la vista de los sentinelas japoneses - el que resulta tan o mas formidable que la coroegrafía de la masacre, generando a rolete momentos de tensión casi insoportable. Mas de una vez Garfield se salva raspando y sólo es su fe la que le permite seguir adelante, aún cuando todos sus compañeros hayan muerto o se encuentren ferozmente mutilados por la metralla de la guerra. Si hay algo que Gibson demuestra, es que no se precisa ser un exterminador de enemigos para convertirse en héroe. El enfrentar al peligro y superarlo infinidad de veces para salvar vidas humanas es igual o mas valioso que asesinar oponentes. Garfield no es un individuo que vaya a cambiar el curso de la guerra; en todo caso su mérito es salvar seres humanos rescatándolos de una muerte segura, asegurando su supervivencia y su reunión con sus seres queridos. La deuda de esas familias con este médico provinciano y desgarbado es enorme. Hacksaw Ridge es un gran filme. Funciona como drama y funciona como película de guerra. Andrew Garfield se saca el estigma de haber sido Spiderman y muestra que es un actor con mucho rango. Su rostro es un kaleidoscopio de emociones que van desde el orgullo hasta la impotencia, desde la furia hasta la desesperación, pero siempre manteniendo la sencillez de su persona, y la firmeza de sus ideales. Es Garfield quien transmite la nobleza del personaje y lo hace memorable, simplemente porque es un caballero de brillante armadura que no duda en arriesgar su vida y su honor con tal de defender aquellos valores que hacen a su moral y lo definen como ser humano.
Hay grandes esfuerzos que se quedan por el camino; formidables ideas que, una vez puestas en marcha, no saben cómo definirse de manera satisfactoria en los minutos finales. Tomemos el ejemplo de Pasajeros: excelsos intérpretes, formidables sets, notables efectos especiales, una premisa que promete y una conclusión floja. El problema es que a mitad de camino el filme se queda sin nafta y - en vez de hundir el cuchillo a fondo en la desesperada decisión que ha tomado Chris Pratt para asegurar su supervivencia y su salud mental - decide salirse por la tangente, cayendo en una serie de clichés y deus ex machina que resultan cuestionables. No sólo son rutinarios sino que aniquilan el balance que los protagonistas precisaban. El resultado final es la tipica guarangada hollywoodense que va contra la lógica de las cosas y termina fastidiando las expectativas del espectador, convirtiendo a Pasajeros en un espectáculo olvidable. La premisa es formidable: si estuvieras solo en el espacio - fruto de un error de la computadora te han despertado de tu estado de hibernación 90 años antes de tiempo - y te vieras condenado a la soledad el resto de tu vida... ¿tomarías la cuestionable decisión de despertar a alguien mas para compartir tu condena?. A mi juicio todos los escenarios posibles surgidos de semejante decisión terminan mal: una pareja brinda estabilidad emocional, física y sexual pero - rayos - el ser humano es forzosamente un ser social, y la falta de interacción con otros individuos (ademas de tu pareja) debería culminar en la locura. Por otra parte, la mujer que has despertado no estará muy feliz de que lo has hecho, arruinándole los planes que ha trazado para su vida y condenándola a una existencia de ostracismo con un individuo con quien quizás no tenga química. Chris Pratt y Jennifer Lawrence son náufragos de lujo - viven a bordo de un Titanic espacial que amenaza con hundirse en cualquier momento -, pero no dejan de ser dos tipos varados en un lugar desierto. Los videojuegos, el deporte, la charla matinal con el barman robot (Michael Sheen), el ver todas las peliculas del universo y disfrutar de un gigantesco spa en medio del espacio no termina de conformar una vida sana y potable. El ser humano no puede vivir siempre de vacaciones ni tampoco puede vivir aislado; la sensación de soledad de una nave tan gigantesca como desierta debe abrumar y terminar por aniquilar todas las barreras mentales que te pongas. Es una gigantesca jaula de hámster en donde la rutina y la falta de libertad (para irte a donde quieras, para ver y sentir otro clima, otros paisajes, otras sensaciones) te terminan por vencer. Y mientras que ver a Chris Pratt lidiando con la soledad y, mas tarde, hackeando el sistema de hibernación para revivir a Jennifer Lawrence es muy interesante, por el otro lado te da la sensación que todo esto está siendo estirado demasiado. El director Morten Tyldum te entretiene con los sets, los efectos especiales y la catarata de guiños kubrickianos - desde las exclusas de salida al espacio que usan los astronautas (propias de 2001) hasta el bar de la nave (atendido por un robot, no un fantasma) que se ve idéntico al del hotel Outlook de El Resplandor - pero el punto es que el tema da, a lo sumo, para un capítulo de La Dimensión Desconocida, no para una hora y media de charla y gente haciendo footing por los pasillos de la nave. La soledad culmina en un romance, el romance se quiebra cuando la Lawrence descubre la verdad, y lo que sigue es el desesperado intento del libreto para agitar las cosas ya que no sabe muy bien cómo seguir. Si Pasajeros fuera una película independiente, debería culminar con una batalla campal entre Pratt y Lawrence, la muerte de Pratt, y Lawrence vagando por la eternidad demente y solitaria. Dado el humor negro que Rod Serling exhibía en su memorable serie, el chiste estaría en que Lawrence ocuparía el lugar de Pratt como el desesperado sobreviviente condenado a una vida de soledad en esa gigantesca cárcel espacial (y quizás despertando a otro pasajero para que la acompañe). Pero no. Hollywood no puede darse el lujo de seguir reglas lógicas ni de exponer a dos superestrellas como desquiciados dementes en un set que vale decenas de millones de dólares. (alerta spoilers) Entonces, lo que termina forzando es la rehabilitación de Pratt mediante un último acto de heroismo. Para ello llegamos con un Lawrence Fishburne caido del cielo que aclara las cosas, otorga los permisos que el dúo precisaba para acceder a partes vitales de la nave, y la necesidad de arreglar el centro de cómputos que ha sido bombardeado por meteoritos y que se encuentra a punto de desequilibrar la nave hasta el punto de hacerla estallar. Y, para que la Lawrence no se vea obligada a hacer un ménage a trois con Morpheus, el guión decide liquidarlo. Es todo tan forzado y antinatural que termina siendo chocante. Pratt no muere, la Lawrence lo perdona, no tenemos ni idea de si tuvieron hijos o si se mataron entre sí (¿y qué pasó cuando uno se murió y el otro le sobrevivió? ¿se pegó un tiro?), y sólo obtenemos un patetico voiceover de cinco minutos diciéndonos que fueron felices para siempre. Chim, púm, este estofado ha sido cocinado (fin spoilers). Pasajeros es pasable, pero premetía mucho mas. Hay momentos largos y estáticos que tienden a dormirte, pero en general el filme está bien. El gran pecado es, en todo caso, no animarse a explorar la premisa de fondo como para ver qué pasaba con la Lawrence y si terminaba perdonando a Pratt o volviéndose su enemiga. Es otro caso de cobardía artística - o falta de ideas -, la cual toma un concepto interesante y lo poda a mitad de camino para transformarlo en algo mas conocido, rutinario y anodino, lo cual termina opacando los logros y las intenciones de lo qe prometía ser un gran filme.