Hay varias maneras de describir a Colosal pero, quizás la mejor, sea la que un crítico de RottenTomatoes escribió y que la define como un kaiju eiga escrito por Charlie Kauffman. Los personajes resuelven sus trágicas vidas en un entorno fantástico - si antes eran individuos viajando por un pasadizo hasta el interior de la mente de John Malkovich, o utilizando complejos aparatos (escasamente probados) para borrar los amargos recuerdos de un romance roto, acá es un par de amigos de la infancia, borrachos por naturaleza, que tienen como avatares a dos gigantescos monstruos que arrasan la ciudad de Seúl al otro lado del mundo, y que los utilizan para sacarse a trompadas el odio mutuo y las penas atrasadas -. Es una premisa bien rara y hasta estúpida, e incluso el trailer lo pinta como comedia pero Colosal es un filme que desafía definiciones rápidas o concisas. En todo caso es un drama condimentado con elementos fantásticos, los cuales funcionan como una versión alegórica de la vida de la protagonista. Anne Hathaway es un tren descarrilado. Está desempleada, vive con su pomposo novio inglés (Dan Stevens), se emborracha todas las noches y vive de fiesta en fiesta. Cuando le pegan un voleo en el traste, la Hathaway decide regresar a su pueblo natal, en donde se cruza con un amigo de la infancia (Jason Sudeikis). La cosa pinta de redescubrimiento, regreso a las raices y romance pueblerino ya que Sudeikis le da trabajo en su bar, le acerca su barra de amigos y comienzan a enmendar cosas de su propio pasado. Y mientras la primera media hora es espantosamente anodina - lleno de diálogos intrascendentes y filosofía barata -, el filme pega un gran repingo cuando las cosas dan un giro bizarro. Ha aparecido un monstruo gigante que está arrasando con todo la ciudad de Seúl en Corea del Sur; cosa curiosa, hace la mismas cosas que la Hathaway cuando está de visita en la plaza de su barrio. Al principio le parece extraño que el monstruo tenga su tic de rascarse la cabeza pero, cuando descubre accidentalmente que la plaza actúa como una especie de portal dimensional - y ella controla el monstruo mientras pasea por el arenero -, la trama se dispara de un modo lisérgico. No sólo la alcohólica Hathaway se siente responsable por las vidas que ha asesinado accidentalmente al caminar por el parque, sino que semejante descubrimiento ha cambiado la relación con su compañero de copas Sudeikis. Ha dejado de ser el tipo amable que aparentaba; ahora es un individuo oscuro y manipulador, celoso - quizás - del extraño poder que posee Hathaway. Pero cuando él entra en el arenero, otra criatura gigante aparece en Seul: un robot enorme que parece antagonizar con la criatura original. ¿Cómo es que ambos tienen este poder?. Y de ser así, ¿qué significa todo esto?. En sí, Colosal es un alegoría sobre adicciones y bullying - y cómo el primero es consecuencia de lo último -. Es formidable como el filme da vuelta las bazas y, lo que era una película blanda con una premisa estúpida se vuelve un drama potente bañado de todo tipo de significados. La respuesta está en el pasado, claro está, mostrando que las apariencias engañan. Mister Nice Guy resulta ser un manipulador prepotente y violento, y ese odio lo ha sumido en el alcoholismo a él y a su víctima. Pero ahora este bizarro descubrimiento quizás sirva para dar vuelta las cosas. Porque las exigencias de Sudeikis son tales que, si la Hathaway lo abandona, el irá a destrozar el parque todas las mañanas, con lo cual su monstruoso avatar estará asesinando a cientos de vidas al otro lado del mundo - hasta ese punto llega su necesidad de control absoluto sobre la vida de la chica -. Y ella está sola ya que todos sus conocidos y/o amoríos solo están a la hora del sexo y no de pelear por ella para defenderla. Oh, sí, la premisa bizarra se vuelve tremendamente real, importante e impactante, gracias a la excepcional dirección de Nacho Vigalondo. No solo da vuelta las expectativas sino que se despacha con un climax notable que a mas de uno lo dejará con una sonrisa en el rostro. Un gran logro para una película que parece basada en un chiste. Colosal es un filme altamente recomendable. La primera media hora es un aperitivo inocuo pero, cuando la historia se despereza y despierta, funciona en gran forma. La Hathaway se luce como siempre, pero la gran perfomance le corresponde a Jason Sudeikis. Hace rato que el cómico coquetea con roles serios y termina dando la nota. Su transformación de buen tipo en abusador es formidable, y pronto nos damos cuenta que toda su generosidad no era mas que una encubierta invasión de la privacidad. Con una idea original, una ejecución notable y grandes perfomances, Colosal termina siendo una sorpresa, una pelicula que nadie vio venir y que construye algo totalmente inusual a partir de una idea y un grupo de clisés del kaiju eiga.
Costó 5 millones; recaudó 170 palos verdes. He allí el toque de Midas de Jason Blum - el mismo que produjera Actividad Paranormal, Insidious, Siniestro, Oculus, La Visita, Hush.... y una tonelada de películas de horror de boga -; pero, además de la receta cormaniana para generar películas muy baratas y altamente efectivas, el otro secreto de Blum consiste en darle total libertad creativa a los directores de turno. Es por ello que directores experimentados y cineastas noveles se acercan a su guarida, esperando su bendición para desatar sus proyectos mas atrevidos o peculiares. Con él probaron el género del horror tipos fogueados como Phil Joanou o Barry Levinson; M. Night Shyamalan resucitó su carrera en apenas dos filmes cuando todo el mundo lo daba por muerto; y hasta Joel Edgerton se atrevió a hacer sus pininos detrás de cámaras (aunque ya venía con una larga historia como guionista;él es el co-autor de The Rover entre otros proyectos). Ahora, en otra pirueta de stunt casting (o stunt hiring, sería la expresión mas adecuada), le da la oportunidad de oro a Jordan Peele, el comediante integrante de la dupla Key & Peele. El resultado final de semejante aventura es Get Out, un delicioso thriller paranoico que estremece y sorprende. No inventa nada nuevo, es cierto, pero está construido con una precisión pasmosa, y Peele lo condimenta con las dosis justas de humor y tensión para hacerlo altamente recomendable. En sí, Get Out es una mezcla entre Adivina Quién Viene a Cenar Esta Noche? y Las Esposas de Stepford. Una pareja birracial - él, moreno, interpretado con mucho carisma por el británico Daniel Kaluuya; ella, blanca y simpática, en el debut cinematográfico de Allison Williams, la cual parece una versión adolescente de Amanda Peet - se dispone a conocer a los padres de ella; la macana es que la chica no les advirtió a sus padres que su pretendiente es negro, con lo cual las tensiones están a la orden del día. Por suerte los suegros resultan ser mucho mas urbanos y civilizados que lo que Kaluuya pensaba, con lo cual las cosas fluyen con naturalidad - incluso su suegro le confiesa haber estado dispuesto a votar a Barack Obama por un tercer término si la circunstancia se daba -. Claro, hay cosas discordantes que ocurren en segundo plano, ya sea la existencia de una plana de servidumbre negra en esta familia de blancos liberales o, lo mas inquietante, es que los morenos se comporten de manera antinatural. Al principio Kaluuya piensa que es un problema de percepción suyo pero, cuando los comportamientos anormales continuan, los pensamientos conspirativos comienzan a atraparle. Para colmo su único amigo es un paranoico guardia de aeropuerto, el cual le dispara las cosas mas chifladas que primero se le vienen a la cabeza... las cuales, quizás, no estén tan erradas como parecen. Lo primero que te sorprende es la dirección. No sólo Jordan Peele se maneja con el aplomo de un veterano sino que tiene un vuelo visual propio de los grandes maestros. A la legua se nota que sus influencias primarias son De Palma y Hitchcock ya que hay escenas que parecen dirigidas por semejantes maestros. Por ejemplo, en el teaser vemos a un moreno hablando por teléfono mientras reniega que su auto se ha roto en una calle oscura y desolada de una barrio suburbano. Y mientras el tipo habla - en una fascinante toma hecha en 360 grados -, vemos como en el fondo hay un auto blanco que sigue de largo, se detiene, pega la vuelta y empieza a seguir al moreno. El protagonista no está enterado pero el público sabe, intuye, que nada bueno va a pasar - un depredador ha detectado una presa fácil y va a atacarla -, algo que termina por confirmarse un par de minutos después. El otro gran momento del filme es la fantástica secuencia onirica donde Kaluuya es hipnotizado y se hunde en un abismo - la cual me hace acordar a Spellbound (1945) - y la cual es asfixiante. Porque la gracia de Peele es que no necesita tripas, monstruos o efectos especiales para asustar, sino que lo suyo pasa por crear un clima enrarecido en donde nadie se porta con normalidad. Uno sabe que las cosas están muy mal cuando una persona empieza a hablar como un robot, vomitando frases amables mientras sus ojos no paran de llorar - el tono cordial de la voz no va con el dolor contenido que los ojos no alcanzan a camuflar -; o cuando Kaluuya sube las escaleras de la casona de sus suegros en busca de las llaves del auto para largarse... y todos los vejetes que han quedado en la planta baja - y que han venido a la fiesta - se congelan al unísono. Estre las respuestas elusivas y los comportamientos bizarros uno siente que el moreno protagonista está atrapado en algo que va mucho mas allá de su comprensión, y cuyo escape resulta imposible. Anticipar los detalles de la trama sería arruinar la experiencia, aunque ciertamente el tercer acto no es tan pulido como debiera. El problema no son los hechos o el desenlace (que es altamente satisfactorio), sino la hora de las explicaciones que parecen algo traídas de los pelos. Pero es una gota en el océano, cinco minutos de parlamentos que no termina de opacar la inteligencia de la puesta en escena. Get Out es genial en muchos sentidos; la tensión, las perfomances, la destreza visual del director, la inteligencia de los protagonistas - algo inusual en los filmes de terror -, el placer del desenlace. Al principio parece una alegoría racista pero Peele se da maña para dar vuelta todas las expectativas y generar una explicación alternativa que resulta delirante. Entre la gloriosa muñeca de Peele para manipular las circunstancias y el delicioso humor con que lo condimenta - especialmente, gracias al amigo paranoico del protagonista que arranca las mejores risas en los momentos mas incómodos -, resulta fácil calificar a Get Out como uno de los mejores filmes del 2017, y eso que aún no llegamos siquiera a la primera mitad del año. No sólo es altamente recomendable sino que convierte a Jordan Peele en un director a seguir, cuyos proyectos futuros - si su talento no se desbanda - prometen ser tan apasionantes como este filme.
Emotiva. Hilarante. Desprolija. Si Marvel sacó del barro una pepita de oro con la primera Guardianes de la Galaxia - un comic ignoto que se ganó el aplauso del público y la crítica, y convirtió a sus protagonistas y creativos en estrellas de la noche a la mañana -, la segunda entrega se ve forzada. Ok, cuando entra en calor Guardianes de la Galaxia Vol. 2 es formidable, pero la primera media hora es un licuado de cosas buenas e ideas desastrosas. Como un grupo de deportistas entrando a la cancha sin precalentamiento, y haciendo las cosas de manera torpe y afectada. Desde ya Dave Bautista y Groot salvan las papas del fuego, pero Chris Pratt va en modo automático, Zoe Saldana no está enterada de qué va la cosa, y el peor ofensor de los sentidos es Rocket Racoon (voz de Bradley Cooper), que es tan chistoso como pasar las uñas sobre un pizarrón. Sólo recuerdo un filme previo en donde un grupo de personajes adorables se portaban como idiotas, y eso ocurría en los primeros minutos de Piratas del Caribe 3. Por suerte James Gunn afila el lápiz y, pasado el primer acto, las cosas entran en el trance natural y delicioso que tanto añorábamos. Claro, el problema es que el primer filme fue un éxito y ahora Gunn siente la presión sobre sus hombros de hacer algo similar. Salvo la insólita paridad de los hermanos Russo, es raro que en el universo cinemático Marvel alguien haga doblete y con la misma calidad del filme original. Ni Los Vengadores 2: La Era de Ultrón ni Iron Man 2 fueron de mi agrado - a pesar de la obscena cantidad de dinero que recaudaron -. Por suerte Gunn es un tipo que parece disponer de una chispa ilimitada y corrige a tiempo los errores de timing cómico. La historia es cualquier cosa y, francamente, a nadie le importa demasiado que una raza de tipos dorados quieran reventar a los Guardianes por un puñado de pilas Duracell inagotables, o la dichosa agenda secreta que posee el reaparecido padre de Peter Quill; pero la gracia está en ver a estos tipos discutir, gastarse bromas pesadas y, sbre todo, mostrar una enorme nobleza en los momentos mas angustiantes. En ese sentido Gunn sigue siendo un maestro: en un momento vemos a un grupo de piratas amotinados fastidiando feo a un Groot versión bebé y, minutos mas tarde, llega la enorme y satisfactoria venganza. Oh, sí, esos momentos son épicos. Si el primer acto es tosco, el otro problema importante que tiene Guardianes de la Galaxia Vol. 2 es que dejó de ser para toda la familia. Es posible que el éxito brutal de Deadpool y Logan - a las cuales la calificación para adultos pareció darle mayor atractivo en la taquilla - haya empujado a Marvel y Gunn a hacer lo mas osado que se pueda dentro del rating PG 13, y apunte definitivamente a un público adolescente. Hay muertes feas, violencia contra Groot bebé, momentos tristes y una tonelada de chistes zarpados que tienen algo de chocante. Ver a estos idolos hablando de penes es estremecedor, simplemente porque es inesperado. Si esos problemas de tono abundan, en donde Guardianes de la Galaxia Vol. 2 repunta y se redime es cuando la subhistoria del padre de Peter entra a desarrollarse. El nuevo personaje de Mantis - la chica que siente tus emociones con apenas tocarte - es deliciosamente torpe e ingenua, y tiene una quimica super especial con Drax. Claro, la mole de músculos es un bobo literal pero, aún cuando la llama engendro horrible (y alguien con quien no se acostaría), en el final termina reconociendo su inocencia y su belleza interior - las que le hacen acordar a su hija fallecida - ... y ahí la gente aplaude de pie y deja escapar una lágrima. Hablamos de tipos pasados de maquillaje, de un forzudo que viene de la lucha libre y nunca estudió actuación, y de una comedia pasada de efectos especiales pero... hay algo profundamente sincero y adorable en la perfomance de Dave Bautista que te llega y que te termina por emocionar. Y así como eso, hay muchos otros momentos emotivos. Porque estos mercenarios de buen corazón no dejan de ser una pandilla de huérfanos que han formado una familia, y que se preocupan por sus respectivas suertes. Ya sea la sicópata de Karen Gilliam como el rudo pirata azul de Michael Rooker (en especial, éste último) tienen parlamentos que te conmueven. Deudas pasadas que se traducen en muestras de amor fraternal mal interpretado, una historia común que ha formado lazos mucho mas fuertes de lo esperado, tipos que hacen cosas temerarias con tal de salvar a sus amigos... he allí el secreto del éxito de la franquicia, matizado por sus chistes y su genial banda sonora. Desde ya la película mete tantos personajes nuevos y cameos que da para hacer un segundo equipo de guardianes - que posiblemente sea la idea; la pandilla de Silvester Stallone, Michelle Yeoh y Michael Rosenbaum está constituida por los personajes que integraban los guardianes originales en el comic... y hay pistas que sus aventuras seguirán en el próximo filme -. El villano está de adorno, no hay pistas relacionadas con la inminente Vengadores: Guerra Infinita, y hasta hay un indicio de que Adam Warlock - un seudo dios de los comics Marvel - hará una aparición en los proximos estamentos de la saga. Desde ya Guardianes de la Galaxia Vol. 2 sigue siendo una película superrecomendada, pero estén atentos a esperar desprolijidades. A veces la acción marea, a veces la historia hace agua... pero cuando estos tipos se mandan sus típicas locuras, es para aplaudirlos de pie. Y cuando se abren y muestran sus sentimientos, realmente emocionan. Sea el ladrón de escenas Dave Bautista, o Zoe Saldana dejando sus cuitas de lado para abrazarse con su sufrida hermana, o Chris Pratt hablando con profundo amor de su madre, o incluso Bradley Cooper contando su historia de origen. Y, desde ya, baby Groot robando cámara con su ternura a flor de piel. Es que estos tipos ya han pasado a ser amigos nuestros con lo cual sólo nos interesa pasar un par de horas con ellos y, cuando los títulos de crédito corren, ya comenzamos a extrañarlos. Quizás ésa sea la mayor cualidad de la franquicia, la cual tiene un don especial para tomarse un lugar en el corazón de la gente.
Santa mierda. Si hace rato que no ve una película de terror que lo entusiasme, espere a ver La Autopsia de Jane Doe. No es perfecta - el último acto tiene inconsistencias porque pretende explicar lo inexplicable - pero, durante la mayor parte del tiempo, tiene un clima de la p... madre. Oh, sí, hoy nos excedemos en el francés, pero sólo pasa cuando encontramos algo que nos shockea. Y cómo. El responsable de esto es André Overdal, el mismo de Troll Hunter - que era una locura linda, pero no dejaba de ser simplemente eso -. El tipo parece que vió El Conjuro y quedó impresionado, tanto que lo próximo que quiso hacer es una de terror. Así es como encontró este libreto de Ian Goldberg & Richard Naing - dos tipos que se pasaron guionando series como Once Upon a Time - y quedó prendado. El resultado es una clase maestra de cómo hacer horror con gran altura, mezclando los ingredientes correctos: personajes inteligentes, un misterio a resolver, acertijos y mas acertijos, una atmósfera de la hostia, y un lugar cerrado cuyo escape es imposible... lástima que uno ha quedado encerrado con el engendro de turno. Desde ya, La Autopsia de Jane Doe no es para cualquiera. La pantalla chorrea sangre y tripas, no sólo desde el vamos - en donde la policía descubre una típica masacre familiar y el cuerpo de una mujer desconocida enterrado en el sótano, la cual no tiene identificación posible y cuya procedencia es un misterio -, sino porque en el proceso investigativo en el laboratorio forense se ve como van cortando en rodajas a la occisa. Es una autopsia en primerísimo plano, lo cual a más de uno le dará vuelta el estómago: destripan, despellejan, cortan cráneos, encuentran chanchadas... pero, diferencia de las películas italianas de zombies - que gustaban de ser lo mas revulsivas posibles - el destripamiento acá es tolerable debido a que es parte del fascinante análisis forense que llevan adelante Brian Cox y Emile Hirsch. Mientras estos tipos encuentran órganos dañados, flores venenosas y pergaminos antiguos plagados de símbolos mágicos en el interior de la chica muerta, afuera parece estar desatándose el fin del mundo. Es como si le hicieran la autopsia a La Momia (versión Brendan Fraser): un ser antiguo y maligno al cual le metieron todo tipo de conjuros para impedir que regrese a la vida... y justo estos tipos se los están sacando. Es imposible describir todo lo que les pasa a Cox e Hirsch en la morgue - que, para colmo, está un par de pisos bajo tierra -. Hay un clima fantasmagórico en donde las visiones abundan, los muertos regresan a la vida, y no hay escape posible... a menos que descubran qué mató a la chica en primer lugar. Quizás desactivando eso, logren detener el poder maligno que han despertado... y que amenaza escaparse de allí para tomar por asalto al mundo. Si hay un aspecto flojo, ése es el tercer acto. (alerta spoilers) Quizás el problema no sean las explicaciones de turno sobre quién es la muchacha, sino las recetas improvisadas para combatir los poderes que destila. No me resulta muy satisfactorio... aunque es un ensayo que dura apenas unos minutos hasta llegar al verdadero climax que - como toda película de terror que se precie de memorable - es pesimista. (fin spoilers) La Autopsia de Jane Doe es una película recomendadísima. Lo que sí, no cene antes de verla, a menos que quiera ver dentro de un rato cómo sus alimentos vuelan por el aire. Es intensa e inteligente, tiene una parva de sustos efectivos, buenas perfomances y, sobre todo, un clima de la hostia, el cual termina pegado a vos aún después de haber terminado de ver la pelicula.
Coherencia: cero. Quimica de los protagonistas: 100%. Acción y adrenalina: 120%. Cuando la pavada es dirigida con virtuosismo - y está integrada por una parva de personajes que se sacan chispas en pantalla - es posible elevarla a la categoría de obra maestra. Oh, sí, Rapidos y Furiosos 8 es una tontería monumental y las leyes de la física (o de la coherencia narrativa) parecen pertenecer a otro universo pero, como espectáculo pochoclero, es digna de aplausos. En una época en donde la monotonía y los argumentos mediocres están en boga, al menos el filme de F. Gary Gray te termina dejando con la panza llena y el corazón contento, sabiendo que viste un disparate que te ha sacado un montón de sonrisas a lo largo de sus dos horas de duración. Desde sus inicios como películas de carreras de autos hasta ahora, la saga de Rapido y Furioso ha crecido a niveles exponenciales. Ahora se trata de un equipo de temerarios embebidos en tecnología de punta y combatiendo a villanos que desean apoderarse del mundo. La Cipher de Charlize Theron (que luce mas deforme que nunca, no sé si es el maquillaje, las horribles extensiones o el botox pero parece una muñeca de cera a la que la agarró el calor) parece salida de una película de James Bond, y sus planes de dominación mundial son tan disparatados como asombrosos, ya que la mina cuenta con un arsenal de recursos y gadgets ilimitados con los cuales hace todo tipo de locuras: desde convertir a miles de autos computarizados en drones bajo su comando (y lanzarlos en una persecución infernal a lo largo de las calles de Nueva York) hasta perseguir a los furiosos por la helada superficie de un rio ruso, tirándoles un submarino atómico encima. Hay villanos que vuelven y se redimen, recursos sacados de la galera (¿cómo Dom sabía con quién contactarse en Nueva York, y cómo poseía un dispositivo de rastreo antes de dicho encuentro?), y una sarta de locuras manufacturadas con maestría. Y, en medio de todo ello, la troupe de habitués que se sacan chispas cada vez que se reunen a armar algún tipo de estrategia, Es que Dom ha pasado a la clandestinidad, la super villana Cipher parece tener algo descomunal para forzarlo a ir contra sus principios, y los buenos deben aliarse con los tipos mas malos del planeta (Jason Statham y su revivido hermano Luke Evans) para detenerla. Un mal menor para detener un mal mayor. Lástima que los chicos buenos de barrio no se llevan bien con los mercenarios que se cruzaron al otro lado del mostrador, y los chispazos terminan siendo deliciosos - es como una versión políticamente incorrecta de la pandilla de Danny Ocean -. La artillería verbal con la que se sacuden Dwayne Johnson y Jason Statham es, por lejos, de lo mejor de la pelicula. Ciertamente el climax tiende a salirse de madre, pero al menos el filme se da maña para mostrar locuras nunca antes vistas en pantalla. Ya sea la relativamente modesta carrera inicial en las calles de Cuba, el robo de un dispositivo EMP en Berlín, la mencionada avalancha de drones automovilísticos en Nueva York o el final en el río ruso, lo cierto es que Rapidos y Furiosos 8 no tiene un gramo de grasa a la hora de mantener las cosas en movimiento - es como 2012, otra locura que, de tan exagerada, resulta infinitamente divertida -. Quizás Scott Eastwood sea demasiado tronco para actuar (lo cual es demasiado, considerando el limitado histrionismo del elenco), la balacera a bordo del avión de Cipher excede la mínima lógica que exhibe la saga, e incluso los poderes destructivos del pulso EMP sean demasiado selectivos (el coche de Toretto anda joya, el resto de la base de los malos no... pero coches, camiones y helicópteros siguen funcionando!), pero la diversión termina venciendo a la coherencia. Es posible que Rapidos y Furiosos 8 no sea el mejor filme de la saga pero, al menos en cuanto a entretenimiento, me parece que carece de rival. Y con la perspectiva de que el personaje de Charlize Theron regrese, la expectativa por las proximas entregas es alta, algo increible si consideramos que vamos por la octava entrega de una franquicia a la cual nadie le tenía demasiada fe cuando comenzara, hace ya, 16 largos años.
Mighty Morphin Power Rangers (1993 - 1996) fue un producto de su época. Descendiente directo de Ultraman - y todos esos sicodélicos superhéroes japoneses de la década del 60 y 70 -, la novedad consistía en armar un equipo de superhéroes adolescentes y, cuando los puños no daban resultado, embarcarlos en una serie de bizarros vehículos que podían unirse y transformarse en un gigantesco robot. La idea de las gemas de poder viene de Ultraman, la del equipo de guardianes intergalácticos escogidos entre humanos proviene de Linterna Verde, y hay toneladas de animés con mechas que datan de la década del 70. Nada nuevo, a decir verdad, sino un reciclado de ideas probadas a las que se le agregó sabor americano con tal de seducir al público estadounidense. Porque Saban - productora de innumerables series y peliculas infantiles - adquirió los derechos de la longeva tira japonesa Super Sentai (emitida desde 1975 hasta ahora!), la canibalizó y le puso escenas con apetecibles adolescentes yanquis. Semejante sacrilegio no tiene nada de nuevo: ya en 1956 los americanos hicieron los mismo con Godzilla (1954), borrando media película y agregando escenas nuevas con Raymond Burr como protagonista (costumbre que seguiría, en mayor o menor medida, con el 90% de los filmes fantásticos japoneses importados a USA, desde Rodan y los clásicos de la Toho hasta la versión americanizada de Gamera). Al menos Mighty Morphin Power Rangers tuvo el suficiente tino de acertar las sensibilidades norteamericanas. Los productos televisivos japoneses - en especial los de superhéroes - tienden a ser demasiado frenéticos, incoherentes y hasta violentos - razón por la cual han quedado reducidos (en su mayoría) al ghetto de productos de culto -. Es posible que la base de seguidores yanquis de los Power Rangers sea mucho mayor de, por ejemplo, Ultraman, que es un héroe mucho mas venerable y antiguo - después de todo, era un show que se pasaba en una de las principales cadenas estadounidenses mientras que Ultraman ha quedado relegado a los videoclubes especializados -. Por otra parte, los Power Rangers no dejan de ser productos baratos, camp e hipercafeinados. Es difícil tomarse en serio a un montón de tipos con trajes de plástico luchando contra monstruos ridículos y montando naves de juguete - aparte de que se gritan amenazas todo el tiempo -. Ultraman (y en especial su variante adulta, UltraSeven) hacen lo mismo pero tienen cierto sentido de sacrificio existencial, de causa noble en donde la vida del héroe podía ser cegada por el límite de sus poderes o por enfrentarse a una amenaza abrumadora. En los héroes Ultra hay drama mientras que los Power Rangers son indestructibles y sólo se enfrentan a la amenaza de la semana. El gran problema con Mighty Morphin Power Rangers es, cómo adaptarlos de manera decente al nuevo milenio. En el fondo es el mismo dilema que sufren otras series basura, caso de Perdidos en el Espacio - la cual conocen todos, pero a su vez nadie la considera seria o respetable -. La versión 2017 de Power Rangers intenta hacer lo mismo que la versión 1998 de Lost in Space: una historia seria y dramática, algún comic relief para alivianar el clima (y demostrar que los que hacen esto conocen la esencia estúpida de la serie original), homenajes varios a la estética de la tira y un intento de convertir el producto en una franquicia. Pero eso es algo que choca con el recuerdo de robots de plástico peleando sobre maquetas de cartón, al igual que en Lost in Space 1998 uno veía a los Robinson enfundados con trajes de lujo y peleando contra una escalofriante araña CGI, algo que se lleva de patadas con la imagen original de tipos vestidos con foil de aluminio de cocina y luchando contra una zanahoria mutante cuyo disfraz se le nota el cierre en la espalda. En todo caso el camino debiera ser el mismo de otras series trash adaptadas al cine - como Starsky & Hutch, Los Angeles de Charlie o 21 Jump Street -, que es la parodia salvaje. Claro, Saban no puede permitirse el lujo del humor zarpado - como los besos lésbicos de Carmen Electra, un trío de mujeres disfrazadas de strippers o las bromas de penes de Rob Riggle en las mencionadas películas - y cae en el pecado de querer prenderse a la lucrativa moda de superhéroes. Y mientras que el producto final es bastante respetable, la pregunta de fondo es si ésto va a dejar feliz a los fans de la serie original... respuesta que parece ser un rotundo no. Honestamente, Power Rangers 2017 es una película mucho mejor que lo esperado. No hace nada nada nuevo - es otra historia de origen de superhéroes, entrenando, descubriendo sus poderes, enterándose de la amenaza que van a enfrentar, funcionando como equipo cuando al final las cosas parecen perdidas - pero lo que hace lo hace bien. Quizás la distinción sea el enfoque - es una versión de The Breakfast Club protagonizada por Los Vengadores -, el cual está bien resuelto. No es Shakespeare pero el desarrollo de personajes es potable - son todos adolescentes con dramas que se hacen amigos en la detención escolar de los sábados; ¿dónde está Paul Gleason cuando mas lo necesitamos?. "Don´t you... forget about me... la, la, la" -, la química de los chicos es muy buena, las perfomances son pasables. Mientras que otros críticos odian las historias de origen en los filmes de superhéroes, a mi me parecen necesarias: es la manera de construir credibilidad a la hora de despacharse con los disfraces y los efectos especiales. Y si bien el desarrollo es algo lento - estos tipos recién aparecen trajeados en los últimos 15 minutos -, me parece coherente. Ya tendremos Power Rangers trajeados todo el tiempo en la secuela. Incluso la historia de fondo me parece simple y razonable: la vida en los planetas se desarrolla por una gema implantada por una raza de alienígenas guardianes. Uno de ellos - Rita Repulsa - se rebela y decide apoderarse de el de la Tierra, lo que termina con la aniquilación del equipo de Zordon y el congelamiento de Repulsa en estado criogénico - y esto es, desencadenando el acontecimiento cataclismico que extinguió a los dinosaurios hace 65 millones de años; una bomba con tal poder que fue la única capaz de frenar a Repulsa de concretar sus intenciones -. Antes del bombazo Zordon entierra las joyas de poder y aguarda, paciente, que la vida en la Tierra produzca una generación de elegidos, tipos nobles capaces de portar el anillo verde... digo, las gemas de poder. Cuando Emilio, Anthony, Judd, Molly y Ally lo desentierran, tambien reviven el poder de Repulsa y deben transformarse en superhéroes con el tiempo en contra, cosa que la batalla contra la villana no se convierta en una masacre - y termine con sus vidas -. He allí un argumento simple y económico que cualquier pelafustán puede entender sin agotar la neurona. El detalle está en el enfoque de Dean Israelite (Proyecto Almanac), el que usa planos visuales muy interesantes - como la prodigiosa toma única inicial que sigue al protagonista en toda su fuga a bordo de una camioneta, yendo hasta los patrulleros que persiguen, dando vueltas alrededor de la camioneta, enfocando a Dacre Montgomery al momento de chocar... algo que me hace acordar a las piruetas visuales de Alfonso Cuarón en Children of Men en la secuencia de la fuga de Clive Owen - y hay momentos en que Power Rangers 2017 parece dirigida por Josh Trank (el mismo de Chronicle). Esas cámaras movidas, esas tomas cercanas, esa cosa íntima entre adolescentes tomados desde planos rápidos. Lo otro que destaca es la perfomance de los veteranos. Bryan Cranston aporta dignidad como Zordon, Bill Hader pone la misma chapucería que Alfa 5 ponía en la serie, y quizás la que se destaca es Elizabeth Banks, la cual empezó su carrera como muñeca decorativa, después se volvió una buena comediante y ahora está ampliando su rango en todo tipo de género. No es que su Rita Repulsa sea genial como el Joker de Heath Ledger, pero al menos me pareció bastante sólida como villana y rebosa maldad. Hay tantos filmes que mellan su efectividad por el pésimo casting de un villano - ¿alguien recuerda la insípida perfomance de Mila Kunis como la Malvada Bruja del Oeste en Oz, el Grande y el Poderoso? -, pero éste no es (por suerte) el caso. Power Rangers 2017 es una buena película pochoclera. Es sólida y si hay reproches es que se va de mambo con las luchas y los efectos especiales en el tercer acto, pero ese parece un vicio infectado en los últimos estamentos del género de superhéroes. Para alguien que no espera nada, es un filme superior a las expectativas; para el fan de la serie le parecerá una herejía - demasiado seria para sus origenes - en donde, en todo caso, el mayor pecado del filme es su crisis de identidad, donde no se seduce a propios y parece demasiado genérica a extraños.
Rapaz. Esa es la mejor palabra para definir a Ray Kroc, autoproclamado "fundador" del imperio McDonalds - la cadena de Fast Food mas grande del mundo -. Mientras que muchas biopics muestran a personajes históricos superar adversidades y transformarse en héroes, el mérito de Ray Kroc es haber canibalizado las ideas de otros, pulirlas y masificarlas, convirtiéndose en dueño de un imperio mientras aplastaba, quitaba y manipulaba a todos aquellos que se interpusieran en su camino. En todo caso el objetivo de El Fundador es ejemplificar la degradación moral de Kroc en su ascenso al poder, con lo cual el dinero sólo sirvió para amplificar las cualidades mas deleznables de su personalidad. Pero Kroc no siempre fue así. Después de la Segunda Guerra Mundial se volvió vendedor callejero. Vendió de todo, desde vasos de papel hasta pianos, desde negocios estrafalarios a máquinas de batidos; lo suyo era un cambalache que a veces bordeaba el límite de lo legal - en el filme queda explicito cuando cada potentado que va a visitar para ofrecerle su nuevo negocio (una franquicia de hamburgueserias) le recuerda de haberlo conocido tiempo atrás cuando quiso venderle algún objeto o emprendimiento raro -, y que tuvo la suerte de cruzarse con una oportunidad de oro: cuando uno de sus clientes le pide la inusitada cantidad de 8 máquinas para hacer batidos de leche (lo que implicaría una clientela diaria enorme), Kroc decide darse una vuelta e investigar si se trató de un error. Así es como da con el revolucionario "restaurant de hamburguesas" de los hermanos Richard y Maurice McDonalds, los cuales han creado un local a medida, han inventado un sistema de cocina similar a una cadena de montaje, y uno puede obtener una hamburguesa fresca, natural y recién hecha en menos de 30 segundos. A Kroc se le quema la cabeza y debe implorarle reiteradas veces a los hermanos que le cedan el control de la franquicia (lo cual los McDonalds han intentando un par de veces sin éxito). Luego de un discurso plagado de patriotismo y religión - McDonalds como sinónimo de familia, un lugar de comunión que debe estar en cada ciudad norteamericana -, Kroc obtiene el contrato y se aboca a triunfar donde otros fracasaron: que los franquiciados respeten la metodología de trabajo de los hermanos McDonalds, que no haya otras comidas en el menú que no sean las autorizadas por la franquicia, que respeten los logos, la calidad y la limpieza. Lo que sigue es la debacle entre Kroc y los hermanos McDonalds. Hijos de irlandeses, los tipos no desean una gran franquicia gigantesca e inmanejable, sólo propagarse con algunos locales, mantener el buen nombre y hacer unos dineros extra. El problema es que, fuera de la organización del local, los McDonalds son demasiado austeros: y cuando Kroc empieza a meter cambios para modernizar el negocio y optimizar las ganancias - aliándose con Coca Cola en la publicidad de los locales; haciendo reformas al esquema básico de la cocina funcional diseñada por los hermanos; y cometiendo el último y mas intolerable pecado, que es reemplazar el helado fresco por batidos artificiales en polvo -, los choques comienzan y van en serio. Pero los McDonalds no dejan de ser pueblerinos - como dice Kroc en el final (y citando a un disco de autoayuda para emprendedores que escuchaba como si fuera la Biblia) "no hay nada mas común en el mundo que los hombres con talento y sin éxito" -, y es Kroc quien ha pulido la fórmula y ha creado la manera de expandir el negocio y ganar dinero con el método. Por supuesto a Kroc los dioses le iluminan el camino; cuando está sin un peso - a pesar de tener un par de docenas de locales franquiciados en dos o tres estados - y los bancos están por rematarlo, se le cruza un asesor financiero que le salva las papas del fuego. "Tu negocio no es ganar el 1.9% de cada hamburguesa de 35 centavos. Tu negocio no es vender hamburguesas. Tu negocio son los bienes raices. Comprar terrenos, construir locales, franquiciarlos y cobrar el alquiler". Y en ese giro del destino es donde Kroc deja de ser un sufrido hombre de negocios con mas popularidad que dinero, y pasa a convertirse en la potencia que fue, es y será la corporación McDonalds. Y es entonces cuando el abnegado emprendedor - que enarbolaba cierta bandera de idealismo en prodigar su modelo de negocios por el mundo - da paso al amoral, al rapaz y vengativo hombre de negocios. Ese que toma desquite contra los McDonalds, forzándolos a que le vendan la franquicia, embaucándolos con un trato de palabra (sobre regalías sobre la franquicias) que nunca cumplió y que le privó a los McDonalds de ser millonarios en su vejez; obligándolos a sacar su nombre del local inicial y, ante la negativa de vendérselo, poniendo un McDonalds enfrente para fundirlos (cosa que hizo en menos de 6 años). Expulsando a su sufrida esposa (fiel compañera de los malos tiempos) y raptando a la blonda seductora que era mujer de uno de sus socios franquiciados. Creando una leyenda en su nombre, cuando lo suyo no fue mas que apropiarse de ideas ajenas... pero sería ingenuo decir que no hemos visto antes este tipo de triunfo a costa de una injusticia. La historia nos ha demostrado que los dueños de ideas geniales no son los que se vuelven millonarios con ella - el caso típico es el de los autores de comics de superhéroes (desde Jerry Siegel y Joe Schuster, creadores de Superman que recién vieron un peso de regalías décadas mas tarde y cuando su editorial había hecho fortunas con las ventas de revistas de su personaje; pasando por Stan Lee, que debió enjuiciar a su amada Marvel para recibir algo a cambio del enorme panteón de personajes que creara para la editorial; o el caso de aquel grupo de talentosos que creara el primer sistema operativo gráfico para la Xerox y, ante la negativa de la empresa de incursionar en el mercado de computadoras, terminaron siendo reclutados por Steve Jobs y Bill Gates quienes habían visto lo que habían inventado - y dando a luz Mac OS y Windows -... ¿pero qué ganancia le quedó a semejantes creadores, aparte de ser asalariados en una corporación de renombre?) -; los millonarios son los tipos que saben qué hacer con esas ideas, pulirlas y llevarlas al cenit. En todo caso lo que hizo Kroc fue leer las señales - las cuales nadie veía -, entenderlas y aprovecharlas, explotando la ingenuidad de un par de pueblerinos, lo que le redituó una gigantesca fortuna. Luego el juicio de la historia determinará por qué fue tan miserable con quienes le dieron la formula del éxito, y por qué fue tan ruin de ser fiel sólo a sí mismo, a sus deseos y a su codicia. El final de El Fundador es realmente amargo; es el triunfo de un hombre que aplastó aliados y enemigos, y tomó todo lo que quiso hasta decir basta. Es también la historia del sueño americano, pero en su costado mas trágico: cuando el dinero y la ambición terminan por sepultar aquellos valores que nos vuelven personas morales e individuos de bien, una categoría que parece ser ajena a aquellos que poseen fortunas gigantescas logradas a base de quebrar las cabezas de todos los que se encuentren en su camino.
Debo figurar entre el 1% de la población mundial que no vió la versión 1991 de La Bella y la Bestia. Claro, todo el mundo la festejó, la banda sonora se vendió a raudales e incluso obtuvo una nominación al Oscar como mejor filme (standard, no animado), lo cual habla a las claras de su calidad. Y posiblemente sea el epitome del renacimiento de los estudios Disney luego del proceso de recuperación iniciado por La Sirenita en 1989. En ese sentido, mi virginidad sobre el tema me da otra perspectiva para opinar, con lo cual concluyo que la versión 2017 live action es un licuado que no termina de cuajar. Que el original sea respetable no implica que la remake lo sea: conservará los encuadres, la historia y las canciones, pero se parece mas a esas remakes en vivo que la NBC ha estado haciendo últimamente sobre musicales clásicos - como La Novicia Rebelde (2013) - que ni por asomo está en condiciones de sepultar - o mucho menos, equipararse - al fantástico original de 1965 con Julie Andrews. Es una receta rápida con intérpretes chatos, sobredosis de efectos especiales, cambios no siempre entendibles y una notable ausencia de magia. Parte del problema es el formato de obra musical que es tan caro a los norteamericanos. Una cosa es un filme con 10 canciones y otro uno con 20, en donde la más minima acción dispara un cuadro de música y baile sin que necesariamente lo merezca - por lo banal del tema que implique -. Para que las canciones den fruto se precisa tiempo de construcción dramática: gente hablando y no cantando una tonelada de tonadas pegadizas para llenar un CD que se venda en las bateas de todas las disquerías. Por otra parte, la versión animada tiene otras cualidades: las perfomances digitales están creadas por un equipo de animadores, que han discutido y perfeccionado cada detalle... mientras que aquí todo ello queda reducido a la calidad de cada actor y la sensibilidad del director. Kevin Kline se ve perdido, Emma Watson no transmite nada, Dan Stevens es demasiado blando como la Bestia, los artefactos del castillo son mas anodinos que graciosos, y el único que brilla mas allá de las limitaciones de su papel es Luke Evans. Es un tipo que devora la pantalla con gusto, y quizás hubiera sido mejor elección que Stevens para el papel principal. Desde ya, hay temas discutibles. Me parece genial que la Disney se haya convertido en un campeón de la inclusión - casting multiraciales, personajes gays presentes en sus películas y series -, pero también es cierto que hay realidades históricas que son ineludibles. Poner damas de honor negras (o un moreno capellán del pueblo) es un absurdo porque no se condice con la realidad de época en donde transcurre el relato. Y si bien éste es un relato de fantasía, no deja de ser el mundo histórico que todos conocemos ya que estos tipos hablan de Shakespeare y los autores griegos. O viven en una burbuja - una utopía totalmente aislada del mundo real - y ponen a quien quieran en los papeles que se les ocurran (¿por qué no una asiática como Bella?), o quiten las referencias históricas de la trama, porque lo único que hacen es recordar las contradicciones del casting. Es como poner a un grupo de Hobbits a discutir sobre La Iliada; es algo que se lleva de patadas con la lógica porque uno no logra encastrar la realidad que vivió Homero con la de una parva de tipos bajitos y patones que viven en una comarca infestada de hechiceros, demonios y dragones voladores. No soy enemigo de la inclusión; por el contrario, yo creo que es injusto negarle cualquier tipo de papel - en especial, los jugosos clásicos - a un hombre por el color de su piel. ¿Acaso los asiáticos no pueden hacer Hamlet, o no puede haber un Frankenstein negro?. Lo que ocurre es que, para que eso funcione, es necesario hacer una adaptación inspirada, una que cree un contexto en donde el cambio de color de piel resulte creíble, o que traslade el relato a otra época y entorno en donde uno no tenga problemas para asimilarlo. Pero si la tonelada de canciones y las perfomances chatas aburren, creo que lo peor es la sobredosis de CGI. Aturde. Ni siquiera los grandes momentos del filme - como Nuestro Huésped Sea Usted o el baile de Bella y Bestia bajo el gigantesco candelabro - logran movilizarte algo. La edición es muy rápida, hay demasiada información visual en pantalla. Y entre toda esa parafernalia los actores quedan perdidos, reducidos a costosa utilería para exhibir sus nombres en los posters. La Bella y la Bestia 2017 no es un gran filme. Es espectacular, es cierto, pero resulta estirada y fría. Quizás la critica haya sido benevolente porque nadie quiere ofender al gigantesco imperio del ratón, pero las reseñas de los usuarios en IMDB me dan la razón (y más aún, con los fans de la versión animada). Es un ejercicio en el exceso, el cual marea antes que emocionar.
El primer universo cinemático de la historia no lo creó Marvel; lo inventó la Toho hace más de cincuenta años. Cuando inventó a Godzilla, creó una metáfora viviente sobre los horrores del bombardeo atómico padecido por los japoneses en Hiroshima y Nagasaki. Después - viendo la masiva respuesta del filme de 1954 - decidió intentar expandirlo de una manera mas light y popular. El segundo intento no fué muy exitoso - Godzilla Raids Again, 1955 -, posiblemente porque las audiencias creyeron que era una traición al espíritu metafórico del monstruo. La Toho tendría que dejar pasar 7 años para volver a intentarlo, esta vez importando a King Kong - obteniendo los derechos de la RKO - y poniéndolo contra la gran G en King Kong versus Godzilla (1962). Ahora sí la fórmula funcionaba, las taquillas explotaron y el género del Kaiju Eiga terminó por establecerse de manera definitiva. En los años siguientes la Toho refinaría la receta de King Kong vs Godzilla y la gran G iría a batallar contra los mas variopintos enemigos inventados para la ocasión, generando una troupe de monstruos muy populares - ya fueran aliados o enemigos del estilo de Rodan, King Ghidorah, Mothra, y un largo etcétera - y de presencia recurrente a lo largo de la longeva franquicia japonesa. Y mientras el mundo despreció al Kaiju Eiga - tratándolo de una locura barata y juvenil propia de los estudios japoneses -, lo mas gracioso de todo es que, 50 años después, los estudios de Hollywood se arrancaron los ojos para obtener los derechos sobre dichos personajes, desesperados por crear un Universo Cinemático parecido al que Marvel había montado con resonante éxito de crítica y taquilla. Ok, solo el 5% de la población sabrá quién es Rodan, Mothra, Anguiras o King Ghidorah; pero es la figura de Godzilla la que tiene chapa de presentación a nivel mundial sin importar si alguien vió alguna vez alguno de sus filmes originales. Estableciendo una cabecera de playa en el 2014 con el filme de Gareth Edwards, ahora nos llega esta segunda entrega del Monsterverse (como pretenden llamarlo), resucitando a la estrella norteamericana del cine fantástico que resulta ser King Kong, el primer kaiju de la historia del cine. Desde ya, éste no es el Kong enamoradizo que peleaba contra los aviones en la cima del Empire State y tenía un final trágico; éste es el Kong de la Toho, un luchador callejero que se agarra a las patadas con todos los monstruos que viven en su isla y que se mastica de vez en cuando a un pulpo gigante para sacarse el hambre (en un fantástico guiño al original King Kong vs Godzilla). Todo el misticismo de la leyenda está empaquetado y despojado de cualquier otra profundidad que no sea un simio gigante rompiendo huesos y un grupo de nativos silente que le rinde honores como a un Dios. A final de cuentas este Kong es un defensor del planeta, un héroe pleno de valores ecológicos que aniquilará a aquellos que dañan su medio ambiente con bombas (como ocurre en la fantástica secuencia en donde los expedicionarios se topan por primera vez con él), ayudará a animales indefensos en apuros, e irá a destrozar a los bichos con cara de calavera que diezmaron a su familia y lo convirtieron en el último de su especie. Y tal como los filmes de la Toho, los personajes humanos son un adorno que sirve para traducir al público las acciones del monstruo de turno. Como suele ocurrir en Hollywood con los argumentos minimalistas, a falta de buenos personajes se suele contratar a actores carismáticos para que irradien una personalidad que el libreto no les da. Acá está Loki, la Capitana Marvel, Nick Fury (y hasta el menospreciado Doctor Doom en un papel menor; debe ser gracioso verse tan seguido en filmes tan diferentes!), pero sólo Samuel L. Jackson destila algo de su maldad marca registrada. Tom Hiddleston es desesperantemente anónimo, pero es mas una falta grave del libreto que del actor; Brie Larson derrocha simpatía y sólo está para humanizar al mono gigante; y, de todo el cast, el único que sobresale es John C. Reilly como el piloto de la Segunda Guerra Mundial que ha quedado varado en la Isla Calavera durante los últimos 30 años, y que conoce al dedillo la fauna y flora que existe en el lugar. Reilly irradia carisma, locura y sentido común al mismo tiempo, tocándole los mejores diálogos del libreto. Es posible que el gran pecado de Kong: La Isla Calavera sea su intento de contrarrestar las críticas de Godzilla 2014 - que la tildaron de demasiado conversada y corta en cuanto a la presencia del gigantesco héroe -. Acá la acción desborda a cambio de sacrificar el desarrollo de los personajes. A mi juicio Godzilla 2014 era mucho mas equilibrada, tenía mas trasfondo - el lento descubrimiento de los monstruos, las leyendas que lo rodeaban, su comportamiento hasta el gran enfrentamiento - mientras que acá los tipos dicen dos cosas y se la pasan corriendo de un lado al otro. Samuel L. Jackson se enloquece y clama venganza, aún sabiendo que si los helicópteros - con toda la artillería que disponían - no pudieron matar al simio gigante, menos daño le van a hacer diez tipos con metralletas. Es como una versión gigante de Jurassic Park III, menos inteligente y mas pochoclera. ¿Si Kong: La Isla Calavera es buena película?. Es una excelente película de matinée, con un montón de peleas espectaculares y bichos del diseño mas exótico e innovador que se haya visto en estos últimos años. La fotografía es espectacular y, al estar ambientada en 1973 - en los últimos días de la Guerra de Vietnam - depreda con gusto toda la maginería visual de Apocalipsis Now. En realidad pareciera que el director Jordan Vogt-Roberts ha tomado cosas de todos lados, sea el diseño de Kong - similar a la maqueta de Willis O'Brien del clásico de 1933, además de John Goodman vestido con una cazadora igual a la de Carl Denham en dicho film -, Reilly hablando de hormigas gigantes similares a las de Them, la Humanidad en Peligro (1954), cameos de Rodan, Mothra y King Ghidorah (además de la Gran G en una fantastica secuencia post créditos), y hasta una Isla Calavera rodeada por tormentas al estilo de la remake 1976 de King Kong. Pero todo este cóctel, si bien no es original ni perfecto, da por resultado una película altamente entretenida y recomendable, un festival para todos aquellos que amamos el cine de monstruos gigantes - no sólo de la Toho sino también el de Gorgo, Reptilicus y las aventuras cincuentosas de Ray Harryhausen entre un largo etcétera -, los cuales vivimos un momento orgásmico al ver que el género está poniéndose nuevamente de moda. Y Kong: La Isla Calavera no será un filme que hará historia ni cambiará las reglas del juego pero, rayos, es una película serie B hecha con efectos especiales impecables, un elenco de lujo y un montón de peleas monumentales que te dejan la panza llena y el corazón contento.
Logan: Wolverine es un filme tan osado como sensacional. La razón es que se anima a tocar temas que son considerados tabú en el mundo del comic: el ocaso del superhéroe, su desgaste por el paso indefectible del tiempo, la posibilidad cierta de su inminente muerte. El mundo del comic es atemporal - Superman nunca ha pasado de los 40 años, y algo similar ocurre con el resto de los superhéroes; caso distinto es el de Batman, del que han habido versiones jóvenes, adultas, maduras y viejas, y en todo caso lo que han demostrado es que el tipo sigue siendo tan letal como siempre aún cuando precise un bastón para caminar -, pero Logan se atreve a pisar terreno desconocido. Lo mas parecido que hemos visto es The Dark Knight Rises - Batman jubilándose ya que ha completado su misión de justicia en este mundo (aunque dudo que un tipo que ha dedicado toda su vida a patear traseros criminales se quede tranquilo haciendo crucigramas en su casa) -; pero aquí directamente tenemos el ocaso de un superhéroe. Un tipo que no puede colgar su capa y vivir una vida normal, ya que no puede deshacerse de los superpoderes que le han sido legados; un hombre desgastado por la edad y torturado por los recuerdos de aquellos a quienes ha asesinado. Y, para colmo, nuestro héroe está muriendo: el adamantium que está inyectado en sus huesos (y que lo hace indestructible) lo está envenenando, llevándolo a una larga y lenta muerte. Viejo, vencido, pendenciero, pero sin la fuerza ni el impetu que lo caracterizaba cuando eran joven... en un mundo donde los mutantes han sido cazados y asesinados, él es una especie en extinción. Ya no hay misiones de salvar el mundo ni de combatir a villanos mesiánicos; es simplemente contar los últimos días ahogado en alcohol y cuidando de aquellos a quienes considera familia: un Charles Xavier nonagenario y al borde de la demencia (teniendo convulsiones que desatan sin control sus poderes mentales en toda su furia) y Calibán, un mutante renegado que es la única ayuda - y la voz de la conciencia - en este futuro oscuro y desértico en que Logan está sumido. Considerando que Marvel hace productos pasatistas (geniales productos pasatistas), Logan es una rareza que rompe las reglas del género. Es el mas Nolanesco de los filmes Marvel, aunque no llega a la dimensión épica de la trilogía del Caballero de la Noche. Lo que ocurre es que no hay amenazas globales, sino un tipo peleando por su supervivencia contra un ejército de matones en medio del desierto. Sobrevive conduciendo limusinas, bebe como un marinero, trafica medicinas ilegales para mantener a Xavier cuerdo e inofensivo, y vive escondido esperando que nadie lo busque. El problema es que alguien se le cruza: una fugitiva con una niña a su cargo, la cual resulta ser una mutante fabricada en laboratorio... y hecha con los genes de Logan. El desgastado pendenciero debe hacerse cargo de su hija, enseñarle una mesura que él nunca tuvo (ya que la niña tiene una ferocidad impresionante; es una máquina de destripar muñecos), y pelear por su supervivencia en una guerra que en absoluto quería y que lo aparta del objetivo que se había planteado para sus últimos días: comprarse un yate pequeño y echarse al mar junto a Xavier, cuidar los últimos dias del anciano y, cuando el viejo perezca, quizás cargar un revólver con una bala de adamantium para volarse la cabeza. ¿Cuándo vimos algo así en un superhéroe?. ¿Alguna vez vimos a Superman morir o descubrimos que Batman estaba empapado de un deseo de muerte tan intenso que lo llevaría al suicidio?. Si nuestro héroe sigue a flote es porque la deuda de honor con Charles Xavier lo obliga a seguir vivo. No hay causas posibles para su existencia, le duele respirar, no se cura tan rápido de las heridas y las garras - cuando surgen - supuran. Es un hombre muerto caminando pero, entonces, ¿cual será su misión para lo que le quede de vida?. Es increible como Logan va contra las expectativas. Primero, porque Jackman se ve decrépito, agotado, cojeando, borracho y torpe, aunque la ferocidad siempre termina por dominarlo (como en la secuencia inicial donde intenta persuadir a unos ladrones que no le roben las llantas de su limusina... lo cual culmina en una carnicería). Los raptos de violencia (que son muchos) no lo ven en el mejor estado; en todo caso, es como un gran boxeador en el ocaso de su vida, que agota su energía en un par de asaltos. Segundo, porque estas versiones de Xavier y Logan están despojadas de toda épica, bañadas de realismo crudo y duro. Ver a Patrick Stewart desvariando, puteando por su impotencia o siendo cargado por Jackman como un bebé es estremecedor. Es un relato de pura decadencia en donde los desamparados encuentran la esperanza a través de la aparición de la niña - X-23, la hija genética de Logan -, la cual les da motivo para un envión mas. Xavier lo quiere así, Logan intenta deshacerse de la chica siempre que puede... hasta que comprende que no habrá paz en su alma si se aparta de su camino. Los malos son genéricos, son un grupo grande de matones que no vienen con superpoderes (salvo el super mutante de laboratorio que lanzan sobre el final), aviones ni tanques; y aún así, cuesta un esfuerzo enorme derrotarlos porque, aunque vienen en oleadas, son cada vez mas numerosas e interminables. Es posible que recién ahora Logan tenga una familia verdadera, un descendiente de su propia sangre a quien cuidar. La chica, feroz asesina, tiene momentos de compasión con Xavier porque la vejez la enternece. Y cuando Logan está desesperado, el vinculo entre padre e hija aparece y se establece de manera definitiva. Jugando nuevamente en contra de las expectativas, el director James Mangold ofrece un remanso a los fugitivos en la forma del matrimonio de granjeros morenos que los recoge. Quizás puedan dejar a X-23 allí y seguir su camino al ocaso; son atentos, amables, honestos, personas que harán de la niña una persona de bien... Lástima que la realidad terminará de aplastar las expectativas de los desesperados y los pondrá en una encrucijada que deberán enfrentar tarde o temprano. En muchos sentidos Logan es la versión western de The Girl With All the Gifts. X-23 no es una niña sino una cosa a la cual los técnicos de laboratorio temen y desprecian. El momento mas fuerte del filme es cuando deciden cerrar las instalaciones del laboratorio donde crean mutantes artificiales y deciden eliminar a todos los ejemplares... liquidando a los niños que han sido sus conejitos de indias. Logan es una película formidable. Tiene un desarrollo de personajes fenomenal, y un tono dramático inusual para el cine de superhéroes. Quizás los villanos son genéricos pero son el elemento necesario para que Xavier, Logan y la niña mutante muestren sus sentimientos y su personalidad. La desesperación brota de cada fotograma y los raptos de violencia son despiadados. Pero cada vez que vitoreamos al héroe cuando se lanza a destripar gente como solo él sabe, también vemos como el tipo se queda sin aire y sin energía, y son recuerdos fugaces de lo que fue un peleador implacable. Al animarse a hacer lo inimaginable - permitir que estos personajes tan queridos y populares se extingan en el fragor de una última batalla - Mangold, Jackman, Fox y Marvel han logrado uno de los mejores filmes del género de superhéroes desde que Nolan decidiera jubilar al Caballero de la Noche. Han explorado territorio virgen utilizando todo el realismo posible y han logrado un filme de una dimensión dramática realmente memorable.