Todo director de porte aspira a hacer su propia 2001, Odisea del Espacio: una película de ciencia ficción que rompa moldes y que plantee cuestiones existenciales en el plano de lo fantástico y lo científico. Algunos - como Andrei Tarkovsky, con Solaris (1972) - lo han logrado; otros se quedan en las pretensiones, como el caso de Sunshine de Danny Boyle o The Fountain de Darren Aronofsky (mención de honor se merece Interstellar de Christopher Nolan). El consagrado director Denis Villeneuve - de Sicario y Prisioneros, entre otras películas formidables - se despacha con su propio modelo en Arrival. Una docena de gigantescos platillos volantes han llegado a la Tierra y se han posado en distintas partes del globo. La misión - de militares y científicos de los países involucrados - es comunicarse con los alienígenas cuanto antes, de manera de dilucidar las intenciones de su viaje. El tiempo corre, no sólo por el nerviosismo de las autoridades sino por el de la población en general, lo que determina saqueos, suicidios masivos de sectas enfervorizadas y una sensación de inseguridad general que puede terminar en caos y sedición. ¿Podrán los ejércitos mas poderosos - incluyendo el de Estados Unidos - contener a una población de millones aterrorizada, capaz de arrasar con todo lo conocido e incluso atacar a los visitantes espaciales con tal de paliar la paranoia que los atormenta?. Y mientras el mundo amenaza con desmoronarse a pedazos, un grupo de científicos estadounidense va a probar de hacer contacto con los extraterrestres en la masiva nave espacial estacionada en un valle de Montana. Los americanos han coordinado esfuerzos con toda la comunidad internacional, de manera de intercambiar información y poder avanzar sobre el tema de una vez por todas. A final de cuentas los visitantes son pasivos, y brindan a los científicos breves lapsos de visita en donde internarse en sus naves y compartir un espacio de comunicación, vitrina mediante. Los bichos parecen calamares gigantes que deambulan sobre sus siete tentáculos y con los cuales expulsan una tinta que utilizan para escribir sobre la vitrina. La doctora Louise Brooks - especialista en lingüistica - debe intentar descifrar los mensajes, comprender su lenguaje y hallar la forma de dialogar con los extraterrestres antes que el nerviosismo global empuje a algún loco a apretar un botón rojo que termine por desencadenar una guerra intergaláctica (como es el caso de un prominente general chino, el cual no está dispuesto a escuchar sugerencias de su equipo de científicos). Ya hemos visto antes filmes sobre el posible primer contacto de la humanidad con una raza alienígena. Ya sea la primigenia El Día que Paralizaron la Tierra (y su potable remake), el clásico de Spielberg Encuentros Cercanos del Tercer Tipo o Contacto (por mencionar unos pocos de una vasta lista, y un grupo de escasos ejemplares en donde las cosas van de manera científica, pacífica y seria); en todos ellos el tema de la comunicación era un problema que se resolvía rápidamente para dar paso al resto de la historia. Ya fuera por el uso de las matemáticas como lenguaje (o el sonido, en el caso de Close Encounters...), o la expeditiva solución de que los aliens han aprendido nuestro idioma por observación espacial durante décadas, lo cierto es que ninguno ha planteado el tema con la dimensión y la gravedad que ello supone. Digo: estamos frente a una civilización mucho mas avanzada que nosotros, y si nuestros intentos de comunicación son malinterpretados, podemos desencadenar una guerra de proporciones apocalípticas. Aquí los alienígenas de Villeneuve son intelectualmente superiores y extremadamente pacientes con la inmadurez de la raza humana, razón por la cual toleran demoras, errores y hasta posibles atentados a su integridad física. Tienen un mensaje importante que transmitir, y pueden darse el lujo de esperarnos. Uno de los principales problemas de Arrival es la falta de explicación de la pasividad de los alienígenas ante una cuestión tan urgente como es la de entablar comunicación con una civilización nueva y diferente. Si son tan superiores intelectualmente, ¿por qué no crearon alguna especie de traductor universal a lo Star Trek?. Si ellos viajaron desde tan lejos a darnos un mensaje ultra importante, ¿por qué no pusieron empeño en aprender la cultura humana?. Hay algo intrínsecamente estúpido en ver a Amy Adams escribiendo palabras en una pizarra (como si fuera una clase de jardín de infantes) y mostrándosela a un grupo de seres que han dominado el viaje intergaláctico, el uso de la fuerza de la gravedad a piacere y el manejo del tiempo y el espacio de formas que harían revolcar en su tumba a Albert Einstein. Es como ver a indios precolombinos intentando hablar con japoneses del siglo XXI. ¿Quién posee el intelecto y la tecnología superior, y podría resolver el tema de la comunicación en un santiamén?. Si su intelecto es tan vasto, y hace semanas que están en la Tierra, ¿no podían engancharse a DirecTV, ver unas horas de programación y aprender la lengua y la escritura amén de las costumbres culturales de cada lugar?. Pero aún suponiendo que sean una especie de raza de palurdos que viven el momento - como dice Jeremy Renner "no se portan como científicos sino como turistas" -, el propósito de la visita no termina de ser claro. (alerta spoilers) Si los heptápodos (como se les llama por tener 7 patas) son una especie de raza multidimensional que conoce el futuro (o que viven simultáneamente en todos los estadíos de tiempo, como los Tralfamadorianos de las obras de Kurt Vonnegut), su misión es enseñar su lenguaje, el cual puede cambiar la configuración del cerebro de quien lo aprende y, de ese modo, darle la capacidad de ver el futuro. Es un concepto bastante rebuscado - el lenguaje alienígena reprograma tu computadora central y ahora razonás como un alien, viendo distintos estamentos del tiempo de manera simultánea - y hasta disparatado: suponiendo que tu cerebro se recalibre, también es cierto que tenés un bagage cultural que no podés borrar y que choca con tu nueva programación. Una cosa es enseñarle la lengua alien a un niño (que tiene la memoria cultural en blanco) y otra es asimilarla por un adulto, con lo cual estás viviendo (de manera enloquecedora) en multiples instancias de tiempo de tu vida - además esta teoría (llamada Sapir-Whorf) ha sido rebatida con pruebas prácticas cometidas con indios zuñi de México, los cuales poseen un lenguaje tan acotado que no poseen palabras diferentes para los colores amarillo y naranja, y a los cuales se les ha enseñado inglés (pero aún así, con un lenguaje mas rico y con palabras específicas para dichos colores, seguían sin poder diferenciarlos) -. Es por eso que el giro Shyamalano de La Llegada tiene algo de incoherente: Amy Adams sabe cómo va a ser su vida (toda la tragedia vista al principio fue en realidad una visión de su propio futuro), sabe que no puede (ni debe) cambiarlo, y vive (durante la infancia de su hija) la llegada de los aliens, la clase de lengua extraterrestre en la universidad, el romance con su esposo, el agasajo al general chino... todo de manera simultánea (!), lo cual debe ser enloquecedor. El otro punto es, ¿qué pasa si todos aprendemos el lenguaje alien?. Esa omnisciencia no garantiza que los humanos pasemos a ser una raza superior y libre de pecado. Los militares sabrán cuando y donde atacar, el ladrón sabrá cuando robar... pero el enemigo sabrá cómo defenderse y posiblemente el policía esté listo para atrapar el ladrón en cada una de sus alternativas de robo. Digo: el tema central del filme - el don del conocimiento del futuro legado a los humanos - es tan vasto y pleno de posibilidades que resulta un desperdicio tirarlo a la palestra sobre los últimos 10 minutos y para darle una vuelta de tuerca al drama de Amy Adams. El filme vive tan enredado con la burocracia - científica, militar, politica - que, cuando accede a un tema deslumbrante y apasionante, lo utiliza como gadget para dar un par de golpes de efecto sin analizar los formidables cambios que semejante descubrimiento traería a la cultura humana (fin spoilers). descarga de programas gratis Todo esto no significa que La Llegada no sea un filme extremadamente inteligente y altamente recomendable. Es ciencia ficción pensante y hace un planteo tremendamente original. Lo que ocurre es que, cuando uno se encuentra con una obra de este calibre, se vuelve muy exigente y empieza a hilar fino, descubriendo detalles discutibles que posiblemente escapen a la mayoría del público. No sólo por la teoría del lenguaje sino por el final (alerta spoilers) que resulta algo traído de los pelos - cambiar el curso de acción de un monje de la guerra por un puñado de palabras conmovedoras a nivel personal no parece un resultado lógico; a final de cuentas, el tipo es solo un engranaje mas en la gigantesca maquinaria de guerra, y lo mas probable es que una autoridad superior lo remueva y ponga a otro general mas expeditivo en su lugar; cuando algo enorme se pone en movimiento, no se detiene tan fácilmente con una simple señal de alto - (fin spoilers). Aún con ello, Arrival es una película que le saca varios cuerpos de ventaja a cualquier filme de ciencia ficción serio de los últimos años, ya que rebosa de ideas y plantea un delicioso reto intelectual al espectador.
Tobruk en el espacio. Así se podría definir a Rogue One: Una Historia de Star Wars. Aquí hay otro renegado rescatado de las filas enemigas y puesto al mando de un comando suicida. Y mientras que en el filme de Rock Hudson la misión era infiltrarse en una base nazi en el norte de Africa para volar unos vitales depósitos de combustible, acá el propósito es mas modesto pero no menos peligroso: entrar de incógnito a una base imperial y obtener los planos de la Estrella de la Muerte - la superpoderosa estación orbital construida por el Imperio y diseñada por el padre de la protagonista -, la cual posee un defecto estructural que la vuelve vulnerable. Oh, sí, la tobera torpedeada por Luke Skywalker al final de La Guerra de las Galaxias no era el fruto de un grupo de mediocres contratistas imperiales sino una falla creada a propósito por el ingeniero que había diseñado la Estrella de la Muerte, un individuo sediento de venganza contra aquellas fuerzas opresoras que habían diezmado su familia y que lo habían separado de sus seres queridos durante décadas. Al mejor estilo Robert Oppenheimer, al creador del destructor de mundos le vino una crisis de conciencia y se le ocurrió ponerle un switch para destruirla. Ahora nuestros héroes deben ir a buscar los planos de la estación orbital - los que incluyen un gran círculo rojo que dice "destruya aquí" - y pasárselos a la princesa Leia para empalmar con la mitología que todos conocemos desde 1977. Y si bien los resultados están cantados (sabemos que Darth Vader y el Grand Moff Tarkin sobrevivirán, y que los planos serán obtenidos por la Rebelión), lo que desconocemos es el método y el costo para concretarlos. Es allí en donde Rogue One: Una Historia de Star Wars pega el gran salto y se diferencia del resto de las entregas de la franquicia. No sólo porque se trata de un universo sin Jedis, con escasos creyentes en la Fuerza, y en donde el Imperio viene ganando; sino porque, además, los héroes son ultraviolentos, ya sea matando a traidores por la espalda o torturando a enemigos con tal de sacarles algo de información (lo cual convierte a Rogue One en una especie de Zero Dark Thirty en el espacio, amén de tener unas curiosas connotaciones raciales que sólo el ingenio de Kevin Smith pudo descubrir - los héroes forman un grupo multiétnico enfrentado a un masivo ejército de supremacistas blancos -). Digo: todos estos tipos están a miles de años luz de la estatura moral de un Han Solo (que era, de entre los héroes clásicos de la trilogía original, el que tenía antecedentes mas turbios). Es una postura tan radical y diferente que no sólo le da personalidad propia sino que pone a Star Wars a un nivel mucho mas adulto y realista. Ello hace que la diferencia de visión entre el original de 1977 y Rogue One sea tan abismal como comparar a Superman (1978) con Batman, el Caballero de la Noche (2008). Y mientras que Rogue One es intensa y adulta, en donde la pifia Gareth Edwards es en los detalles: hay un par de malas elecciones de casting, una primera hora demasiado burocrática, un personaje digital que no termina de convencer y un grupo de héroes que (salvo dos o tres excepciones) no emociona. El sentido dramático de la historia termina matando su carisma (también es cierto que el libreto está demasiado entretenido con los detalles de la trama como para desarrollar estos personajes como corresponde). Si usted esperaba un momento para vitorear y aplaudir de pie a estos héroes (como cuando Rey tomaba el sable láser con el poder de su mente al final de El Despertar de la Fuerza), olvídelo; a cambio de eso el guión le ofrece una ponchada de nostalgia - toneladas de cameos de la primera Star Wars; latiguillos usados en otros filmes; la presencia de un Peter Cushing digitalizado; el regreso totalmente bad ass de Darth Vader; un ensamble casi impecable con el inicio del primer filme de la saga - que compensa, a medias, la falta de personalidad de los protagonistas. Al menos Donnie Yen y Wen Jiang rebosan carisma y Alan Tudyk comete un par de genialidades con su robot imperial cínico y desobediente, pero poco se puede decir de la dupla protagonista. En el caso de Diego Luna, el mexicano está sorprendentemente bien (y hasta le daría una película a él solo), lástima que el libreto ha decidido castrarlo para darle tiempo de pantalla a Jyn Erso... la cual falla miserablemente en manos de Felicity Jones. La inglesa no sólo carece de misterio - ¡es la hija ladrona de un ingeniero imperial, por Dios Santo!; ¿cómo pasar desapercibida con semejante background? - sino que su rango dramático se limita a dos expresiones: abrir bien grande sus ojos (sin siquiera pestañear) o llorar como una Magdalena. Cuando da un discurso inspiracional a sus tropas, lo suyo es tan chato como cuando la cajera de McDonalds pide un Big Mac sin pepinillos. Cualquier otro tipo del cast - Luna, Yen, Jiang, hasta el piloto imperial arrepentido - tiene mas rango y espaldas para cargar la pelicula sobre sus hombros que Jones. Aquí no tuvieron la misma suerte que cuando reclutaron a Daisy Ridley; la Jones es, cuando sumo, adecuada y dista mucho de ser mínimamente memorable. Y si de malos castings hablamos, el otro ofensor de los sentidos es Ben Mendelsohn. El tipo ha construido su carrera interpretando a viciosos y vagos retorcidos pero no le da el cuero para hacer de malvado con clase (¿por qué no pusieron a Mads Mikkelsen directamente en ese papel?). Hace morisquetas, grita, se la pasa enredándose con su enorme capa y está mas cerca de Heinz Doofenshmirtz que de Moff Tarkin. Su presencia es artificial, simplemente figura porque el libreto precisa un malvado descartable sobre el cual nuestros héroes puedan descargar su ira y matar sin afectar la continuidad de la mitología original. Pero Jones y Mendelsohn no son las únicas perfomances discutibles del filme. Está la versión digital de Peter Cushing (fallecido hace mas de 20 años), la cual podrá ser un prodigio de los efectos especiales pero resulta altamente distrayente. No se mueve como una persona, no se ve como una persona. Es un personaje salido de un videojuego al cual mezclaron con actores y se nota. Digo: los FX pueden crear una abominación estrafalaria como Jar Jar Binks y hacerla creíble, pero aún faltan años para generar un humano digital (o un doble con una cara digital sobreimpuesta) que se vea real (tampoco se veía natural en Terminator Genisys con la versión joven de Arnie, y eso que Schwarzenegger aún está vivo y puede prestarse para todos los ángulos de cámara posibles). Para colmo el libreto le da un montón de escenas - no un simple cameo -, lo cual es irritante. Lo hubieran resuelto de otra forma, sea con otro tipo inundado de maquillaje, creando otro personaje que bardeara a Mendelsohn sobre sus retrasos en la construcción de la Estrella de la Muerte, o hubiera tomado esta misma figura digital y la hubieran reducido a un cameo de un puñado de segundos sobre el final. Pero no; insistieron en darle un cuarto de filme y la falta de naturalidad del engendro termina siendo insoportable. ofertas software de gestion produccion Es una lástima que estos detalles mellen la eficiencia de Rogue One - el otro es la diluida banda sonora de Michael Giacchino, la cual sólo resucita cuando recrea alguno de los temas inmortales de John Williams -. Digo, es una cuestión de actores mas que de historia o narración. El clima de tensión está logrado, los efectos especiales son impecables, hay una masiva batalla espacial que no tiene nada que envidiarle a la batalla de Endor de El Regreso del Jedi (y que está rodada con el mismo pulso de la trilogía original en vez de ser una abrumadora orgía de efectos especiales como George Lucas habia vomitado en el inicio de La Venganza del Sith), la historia es inteligente (aunque algo burocrática en la primera mitad), y el filme se asoma como muy superior a lo esperado (¿quién no pensó que se trataba de algo hecho a las apuradas como para sacarle una ponchada de dólares a los fans mas nostálgicos?), el cual hubiera sido impecable de no ser por los detalles antes mencionados. Es una lástima que Rogue One: Una Historia de Star Wars sea un filme tan brillante como imperfecto, ya que por fin alguien se animó a salir de la sombra de George Lucas para probar algo que no sea un mero regurgitado de historias ya contadas en la franquicia (como El Despertar de la Fuerza), amén de animarse a ser sombrío y dramático... terminando por generar un blockbuster totalmente inusual para la venerable saga.
Morgan no es una película sobre Inteligencia Artificial, pero se asemeja bastante. Quizás demasiado a la excelente Ex Machina. La trama es casi un calco - un engendro de laboratorio es testeado, engaña a todos y planea su propio escape - con la diferencia que el filme de Alex Garland trataba sobre un robot. Chips y circuitos ganando conciencia y manipulando humanos. En cambio aquí se trata de vida artificial - quizás un sentido homenaje del director Luke Scott hacia los asombrosos replicantes que ilustrara su papá Ridley en la clásica Blade Runner -. Hay una sutil diferencia temática entre androides y seres artificiales: los primeros se entroncan con Hal 9000 - seres electrónicos superiores que ganan conciencia, se consideran perfectos y se autoproclaman elegidos para gobernar sobre el hombre - mientras que los segundos tienen su raíz directa en Frankenstein - el hombre emulando a Dios y creando algo que carece de alma (o que posee una en estado de permanente tortura al ganar conciencia de su situación) -. El subgénero de seres artificiales trae consigo un debate intrínsecamente existencial y hasta moral: como diría Ian Malcolm "no les costó nada lo que hicieron aquí; leyeron lo que hicieron otros y dieron el paso siguiente. Se alzaron sobre los hombros de genios, no asumieron ninguna responsabilidad, lo crearon, lo patentaron y lo pusieron en una caja para venderlo". Tomaron algo que era posible y lo materializaron sin siquiera plantearse si debían, si era ético o siquiera moral. ¿Qué cosa puede salir de un laboratorio?. ¿Qué tipo de vida le van a ofrecer?. El producto final es algo que se ve como una persona pero definitivamente no es humano. Es un engendro creado en una probeta y a la legua te das cuenta que algo falló en la receta. Los seres humanos somos algo más que la suma de los componentes, pero eso es algo que - sangrientamente - terminarán por descubrir estos científicos en su espiral de locura y sentimientos encontrados. El problema con Morgan es que plantea un montón de temas interesantes y después no termina por tratar siquiera uno con cierta decencia. Es un filme prolijo y hueco, plagado de buenas actuaciones en papeles irrelevantes - que alguien me diga cuál fue el propósito de contratar a Jennifer Jason Leigh mas de que tortearla mal en las tres escenas que le corresponden -. El apellido de Scott ha servido para convocar a un cast super sólido - y es posible que Morgan sea mas que mirable debido a su elenco -, pero la historia no lo amerita. No es un filme malo pero da la impresión que arranca con una premisa apasionante, da un par de pasos interesantes y después no sabe qué hacer, razón por la cual se mete en una rutina tipo Alien (otra de papá Ridley) con engendro suelto en los corredores y matando a todo aquel que se cruza en su camino. (alerta spoilers) Y si esto fuera poco, se despacha con una vuelta de tuerca shyamalaniana que es mas estúpida que sorprendente (¿otro homenaje a papi? ¿como la idea que Deckard era un replicante de clase superior?) (fin spoilers). software de sueldos y jornales Sistema Isis El inicio del filme es bueno. Morgan ha rebanado a la doctora que compone Jennifer Jason Leigh y Kate Mara es enviada al laboratorio para determinar si la muchacha artificial sigue viva o es exterminada. A la legua se nota que la Mara tiene mas pinta de asesina profesional que de asesora corporativa, y el tiempo termina por darnos la razón. Para evaluar qué tiene adentro del coco el engendro han traído a Paul Giamatti, el que compone a otro personaje (un siquiatra esta vez) tan anodino como inteligente y el cual ya es su marca de fábrica. La entrevista entre Anya Taylor-Joy y Giamatti es lo mejor que tiene para ofrecer el filme, sencillamente porque la presencia de la muchacha es casi alienígena: es un ser de expresiones inocuas pero respuestas moralmente erróneas ("¡Me dí cuenta que fue un error apuñalar a la doctora Grieff!. ¡Díganle que lo siento, lo siento mucho!. ¡No sabía lo que hacía!"), lo que a las claras habla de que estos tipos han creado una sociópata de laboratorio. Y cuando Giamatti se pone cada vez mas intenso y amenazante, ¡zas!, lo manda al otro barrio en un desenlace que - aunque era esperado - no deja de ser impactante. Lo que sigue es una bobada. Primero, porque el filme no da tiempo a hacer un debate profundo y original sobre la vida artificial, si Morgan es un humano o se trata de un engendro seriamente fallado, y si lo que pasa se corrige con educación o es definitivamente un perfil sociopático inalterable. En cambio decide transformarse en una de acción simplemente porque la gente se vuelve idiota y sentimentaloide con la asesina en serie, error que termina por convertirlos en pasto para su cosecha. Segundo, porque todo el mundo se deja sorprender como si fueran niños de cinco años, incluso los adultos con cierta experiencia en armas y artes marciales, y a sabiendas de que la niña ya ha mutilado dos personas a esa altura. Después, porque la sucesión de vaivenes sentimentales de Morgan carece de lógica. Y por último ese final, artificial y poco creíble al mango. Morgan es un filme cobarde porque, en vez de explorar las repercusiones cientificas, morales, lógicas del experimento, decide decantarse por una rutina de acción quizás para atraer a un público mayor (o quizás porque no se le ocurrieron mas ideas interesantes al guionista). Si tan solo Luke Scott hubiera visto un poco mas de Blade Runner, quizás hubiera aprendido sobre el drama existencial de un ser artificial, un individuo creado en laboratorio y despreciado por todos - diseñado para las tareas mas sucias -, pero que ha desarrollado un espíritu voraz de conocimientos en su breve periodo de vida. Basta ver el final de Blade Runner - con el monólogo de Rutger Hauer bajo la lluvia, sosteniendo la paloma - para obtener algo mucho mas apasionante y abrumador sobre seres artificiales que lo que ha hecho Luke Scott en estos 90 minutos de largometraje.
(Stephen Strange recibe un papel con el nombre "Shambhala") - ¿Qué es esto?. ¿Mi Mantra? - No. Es la clave del WiFi. ¡No somos salvajes! Formidable. Existían millones de maneras en que Doctor Strange podía ser un fracaso estrepitoso y ocasionar la caída en desgracia del Universo Cinemático Marvel - ya fuera porque un mago no es un personaje tan interesante o espectacular como lo es un superhéroe; o que se enredara con sus propias palabras al disparar toneladas de mitología creada sobre la marcha; o que el mismo Benedict Cumberbatch resultara tan estoico y pedante que no estuviera a la altura de otros carismáticos intérpretes de personajes Marvel; o que un director proveniente de un género tan despreciado como es el terror (Scott Derrickson) no pudiera manejar la premisa con el mismo vuelo artístico que otros talentosos cineastas reclutados para el MCU; e incluso que lo visual fuera una simple regurgitación de los efectos especiales de Inception (un detalle que todos temían desde el lanzamiento del primer trailer) -, pero el filme de Scott Derrickson no sólo se da maña para salir airoso de todos estos desafíos sino que se convierte en lo que posiblemente sea el capítulo mas original e inteligente del Universo Marvel. Doctor Strange: Hechicero Supremo es una gozada para los ojos y para las neuronas, ya que se las apaña para fusionar conocimientos ancestrales, teorías New Age y cuestiones existenciales de manera altamente inspirada, creando una épica de trasfondo trascendental sin abandonar el formato del cine de superhéroes. Es tan potente lo que Derrickson ha conseguido aquí, que me parece imposible superarlo - o al menos igualarlo - en una posible secuela. El personaje de Stephen Strange es fruto de la febril imaginación de Steve Ditko, un tipo que ha dado a luz toneladas de personajes interesantes como Mister A, Question, Blue Beetle, Capitán Atom (si no les suenan todos estos personajes de Charlton Comics, entonces fíjense en quienes se inspiró Allan Moore para crear los caracteres de Watchmen) y, desde ya, ese ícono del mundo de la historieta que es Spiderman (en conjunción con Stan Lee). En 1963 (cuando surgió la tira) ya existían otros magos en el mundo del entretenimiento, caso del comic de Mandrake el Mago (creado por Lee Falk en 1934), o el extenso serial radiofónico Chandú el Mago, el cual fue emitido desde 1932 hasta 1950 y tuvo dos exitosas adaptaciones cinematográficas. Mientras que estos personajes eran básicamente detectives de serial condimentados con un toque exótico como es el ilusionismo, Stephen Strange resultaba mas un hechicero con super poderes misticos - en la onda del arturiano mago Merlín -, el cual era alimentado por crípticas teorías cosmológicas que creaba Ditko para la tira. Nunca fue un pionero de ventas, ni siquiera cuando obtuvo su propia revista en 1968. Cancelada y revivida varias veces, Doctor Strange tuvo un sinnúmero de reinterpretaciones, llegando incluso a jugar en el rol de villano y ser un aliado del Doctor Doom. Un detalle curioso es que, entre todas las propiedades intelectuales de Marvel, Doctor Strange resultó ser una de las mas populares para ser adaptada al cine - quizás porque el público, en los años 70s y 80s, digería mas facilmentel la idea de un mago que la de un superhéroe -. En 1978 rodaron un piloto para TV protagonizado por Peter Hooten, el cual tuvo la mala suerte de ser emitido en el mismo horario que la megaexitosa miniserie Raíces, razón por la cual no lo vió casi nadie y el proyecto terminó siendo cancelado. Después llegaría 1992 y los hermanos Albert y Charles Band decidieron llevar el personaje a la pantalla grande... lástima que se le vencieron los derechos justo antes de rodarla. Obligados por el tiempo y la inversión realizada, los Band decidieron reciclar el libreto sobre la marcha, cambiando detalles de la historia y el nombre del personaje, y dando a luz Doctor Mordrid, la cual es considerada una adaptación (extraoficial) muy potable del personaje. Y por último llega este filme de Marvel por el cual pasaron interesados de la talla de Alex Cox, David S. Goyer, Wes Craven, Chuck Russell y Stephen Norrington a lo largo de 20 años. Varada en el development hell desde 1984, Doctor Strange sólo pudo tomar vuelo cuando Scott Derrickson (responsable de la remake de Ultimatum a la Tierra, El Exorcismo de Emily Rose y Siniestro, entre otros filmes) se hizo cargo del proyecto. El resultado final puede definirse como el mas Nolanesco de los filmes Marvel - por lo intelectual y por lo visual -; y si bien Derrickson toma la imaginería visual de Christopher Nolan de Inception como punto de partida, la expande a la enésima potencia al intercalar - en sus ciudades plegables y mutantes - portales interdimensionales de todo tipo y color, universos paralelos y criaturas de existencia imposible. La primera media hora es un drama denso, inusualmente serio para lo que son los filmes Marvel (lo único equiparable sería la tristísima intro de Guardianes de la Galaxia, la cual apenas duraba cinco minutos en pantalla). Muchas reseñas apuntan a Doctor Strange como un reciclado mas dramático de la primera Iron Man - tipo arrogante que recibe un severo golpe en su autoestima y descubre su destino de salvador de la humanidad después de sobrevivir una experiencia traumática - pero, aún en sus estadíos iniciales y nada heroicos, el personaje de Robert Downey Jr era infinitamente mas digerible que el pedante Stephen Strange, el cual se cree Dios sobre la Tierra a la hora de operar, y al cual nadie lo soporta. Es imposible simpatizar con semejante cretino al cual ni siquiera su amante tolera - Rachel McAdams, mas un adorno bonito que un caracter con peso en la historia -. Strange se pega un hermoso palo con su Lamborghini, se revienta las manos (la escena donde se despierta en el hospital y descubre que tiene empotrados 11 clavos de titanio en sus dedos es impactante), se entera de que no puede volver a operar (y eso que era un neurocirujano de la gran siete, inventor de técnicas revolucionarias, famoso y podrido en dinero), y entra en estado de desesperación después que los meses (y las cirugías) pasan sin generar el mas mínimo cambio en el irremediable temblor que afecta a sus manos. A Strange le pasan el dato de un discapacitado que volvió a caminar de manera milagrosa, y el tipo descubre que el paciente hizo una temporada en un misterioso templo en los Himalayas. Al principio el escéptico Strange viaja al templo, choca con la regente del mismo - la siempre andrógina Tilda Swinton en un papel que rebosa carácter y sabiduría - y mantiene una deliciosa discusión sobre ciencia, misticismo milenario y culturaNew Age, en donde el mal carácter del doctor termina por tirar todo por la borda. El tema es que Strange tiene una mente brillante y una aptitud innata para la magia, y debido a que el templo ha entrado en guerra con un monje renegado (Mads Mikkelsen, fantástico como siempre) que ha robado las instrucciones de un rito secreto y planea entregar al planeta a una entidad de la Dimensión Oscura a cambio de poder e inmortalidad, la desconfiada Swinton debe enrolar a Strange para contar con sus talentos a la hora de enfrentar a los rebeldes. Para cometer su misión Mikkelsen y sus acólitos deben destruir tres santuarios ocultos en las ciudades de Nueva York, Londres y Hong Kong, tras lo cual los escudos místicos del planeta caerán y la entidad vendrá a tragarse a la Tierra. Es por eso que Strange recibe un curso express de magia, el cual acelera soberanamente debido a su brillantez y a su capacidad de devorar información que lo apasione. En poco tiempo Strange llega al sector de ritos prohibidos de la biblioteca del templo, y empieza a descubrir cosas que ni siquiera su mentor Mordo (Chiwetel Ejiofor, siempre adecuado en lo suyo) estaba enterado en todos los años de residencia que pasó en el templo. oferta software de sueldos Cuando Benedict Cumberbatch llega a Nepal es cuando el filme entra en los carriles propios de Marvel, esas rutinas a prueba de balas que hacen grandes y disfrutables a sus filmes. El cinismo de Cumberbatch comienza a materializarse en ironías muy cómicas - que van desde el password del WiFi del templo (!) hasta las bromas sobre Wong, el bibliotecario que tiene un solo nombre y que Cumberbatch compara con Adele -, en donde el inglés sí empieza a canalizar (aunque de manera mas medida) a Robert Downey Jr. Por otra parte, para que la magia no sea algo tan aburrido como hacer con las manos movimientos raros (e invisibles) en el aire, la gente de efectos especiales ha decidido materializar los ritos en forma de simbolos de fuego plagados de caracteres intrigantes, los que van desde escudos hasta espadas de diseño pintoresco. El otro punto que dispara la adrenalina del filme es cuando Mikkelsen y sus huestes comienzan a atacar los santuarios, momento en el cual la imaginería visual de Inception (en una versión hipercafeinada) comienza a materializarse en pantalla. Dimensiones paralelas (o espejo), la posibilidad de deformar edificios, convertirlos en gigantescas máquinas de picar, doblar ciudades enteras, alterar la gravedad, crear agujeros de gusano y saltar a otra ciudad / universo son parte de la parafernalia de efectos especiales que inundan el filme y resultan formidables. Hay una secuencia notable en donde Strange pelea con los villanos y los va tirando en distintas partes del planeta a través de una puerta mágica que, según como se gire la llave, visualiza desiertos, selvas, montañas u otras ciudades del globo. Por otra parte Cumberbatch gana dimensión de héroe y toda nuestra simpatía cuando se le pega el Manto de Levitación - una capa con vida propia que elige a su poseedor y que machaca a golpes a varios de los esbirros de Mikkelsen (hagan de cuenta que es la versión badass de la alfombra mágica de Aladdin) -, la cual es una máquina de generar gags. Entre eso, las ciudades plegables y las peleas mano a mano en el mundo de los espíritus - hay una escena notable en donde Benedict Cumberbatch yace moribundo en la sala de urgencias de un hospital y su espíritu (que flota en el lugar) tiene que molerse a palos con el de Scott Adkins para evitar que éste termine de rematarlo (para lo cual se tiran con todo tipo de cosas materiales que haya en el lugar, lo que le da la impresión (a los humanos inocentes que presencian el evento) de que se trata de un violento fenómeno Poltergeist) -, son razones de más por las cuales Doctor Strange, Hechicero Supremo resulta ser un coctel alucinógeno tremendamente original y adictivo. No sólo Scott Derrickson brilla en la dirección sino que su libreto es genial por la simplicidad y credibilidad de las explicaciones, ya que es tremendamente didáctico al detallar una tonelada de mitología inventada exclusivamente para el personaje. Muy pocos guionistas tienen semejante capacidad para poner en autos al público sobre la existencia de un vasto y complejo universo de ficción, enseñarnos sus reglas y hacer que funcione de manera creíble. El único antecedente que se me ocurre es el de Peter Jackson en su Trilogía del Anillo ofertas software de gestion produccion Doctor Strange, Hechicero Supremo es otro hito Marvel. Es menos familiar y juvenil que sus títulos de superhéroes, pero desborda intensidad y originalidad. Quizás sea el filme mas innovador e inteligente que ha dado el Universo Marvel hasta ahora - lo que hemos visto hasta ahora no deja de ser aventuras de matinée hechas con gran altura y mucho talento que siguen carriles ya conocidos -, simplemente porque se mete en un terreno desconocido, crea sus propias reglas, y sale airoso. Y, con la deliciosa secuencia post créditos con Thor, el personaje termina de integrarse con pasmosa gracia al resto del Universo Marvel, mas aún cuando uno considera que el amuleto preferido de Strange contiene una de las Piedras del Infinito: una pista que abre la puerta para que el personaje - y todo el panteón cinematográfico Marvel - descollen con toda su furia en la próxima película de los Vengadores, cuya espera se me hace tan larga como desesperante.
Harry Potter encuentra a Carrie. Hay algo muy oscuro que subyace en el spinoff de la saga del niño mago Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, que lo vuelve tan fascinante y sofisticado como, a la vez, poco excitante. Demonios poseedores de niños a los cuales terminan matando, huérfanos golpeados salvajemente por su cruel madre adoptiva (he allí la referencia al filme de Brian DePalma), fanáticos religiosos que presagian (con tanta convicción que asusta) un apocalipsis mágico, supermagos racistas que creen que es hora de aplastar el mundo del hombre. Y mientras que todo esto está salpicado con una creatividad desbordante, el problema es que el barco está timoneado por un nerd y su apocada compañera de aventuras. Es una gran perfomance de Eddie Redmayne, sin lugar a dudas, pero no sé si esta versión autista de Hugh Grant era el héroe que precisamos ahora. El olor a codicia y oportunidad de negocios está latente en la piel de Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos; los 8 billones de dólares que recaudó Harry Potter no es moco de pavo y, si la máquina de esciribir aún está caliente, aún estamos a tiempo de agarrar a J.K. Rowling en su mejor momento. En todo caso el intento oportunista de Fantastic Beast... termina convirtiéndose en otro Rogue One: un spin off que salió de la nada, que esperábamos lo peor y que termina siendo una deliciosa sorpresa. Como si J.K. Rowling respondiera a los ruegos de la Warner, ahora ha inventado una escuela de magos (y un mundo mágico) en la desabrida Estados Unidos. Europa es la tierra de Merlin, los dragones milenarios (y los caballeros de ilustre armadura que salen prestos a combatirlos), Drácula y otros demonios de la noche, el Golem y quichicientas criaturas mas de diverso porte y origen; pero en la industrializada nación norteamericana no existen semejantes tradiciones y leyendas a menos que cuenten, claro, a las leyendas indias y a la quema de brujas en Salem. Meter un Hogwarts yanqui es extremadamente traído de los pelos (y aquí hay una confederación que elige democráticamente a sus miembros, en este caso una morena en plenos - y retrógados - años 20!), pero responde a una imperiosa necesidad del departamento de marketing en complacer al público mayoritario que hace los billones de dólares en la taquilla. Al ubicar la acción en los años previos al crack bursátil de 1929 camufla bastante la falta de estilo que evidencia los Estados Unidos. La historia es mas simple de lo que parece: torpe especialista en criaturas mágicas llega a EEUU para estudiar las bestias autóctonas del continente norteamericano. Al flaco se le escapan unas cuantas y, en su afán de recuperarlas, involucra a un humano (Dan Fogler) que le ayuda a atraparlas aunque no pueda creer lo que están viendo sus ojos. Una torpe policía de la confederación de magos los apresa y los lleva ante las autoridades, pero éstos están mas ocupados con la presencia de una entidad demoníaca que asola Nueva York a plena luz del dia. Pronto los tipos creen que se trata de una criatura mas que se le escapó al especialista inglés, razón por la cual lo apresan y lo interrogan. Ahí el británico descubre que una de las autoridades (Collin Farrell) tiene un interés excesivo en encontrar a la fuerza demoníaca, quizás con el fin de obtener todo su poder para sus oscuros fines personales. El british, el muggle Fogler, la policía mágica y su seductora hermana apañan el escape y van a ubicar al demonio mientras éste parece mas desatado que nunca. Y mientras tanto Farrell tiene su propia pesquisa sobre el bicho, el cual parece estar relacionado con un grupo de fanáticos religiosos (desciendentes de los inquisidores de Salem) que están convencidos de que las brujas existen en pleno siglo XX y hay que perseguirlas. Una de las mejores cosas de Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos es el despliegue visual y creativo que hace. Las criaturas fantásticas son realmente asombrosas, las visitas al bajo mundo neoyorkino de los magos es fascinante, el casting tiene un par de agradables sorpresas, y el tono va de lo intenso a lo cómico. Incluso Farrell - que es un tipo tan intenso que a veces raya en lo camp - termina con honores en un rol de villano que le exige clase (algo inusual para él pero que logra cumplir con creces). Los secundarios son fantásticos - la deliciosa Alison Sudol como la pícara hermana de la protagonista, capaz de leer las mentes y poner en aprietos a mas de uno; y un formidable Dan Fogler que se roba todas las escenas en donde aparece, dando el toque humano (y cómico) que el filme precisaba -, pero la dupla principal deja que desear. El problema no es la perfomance, que es muy buena, sino cómo han escrito estos caracteres. Harry Potter era heroico porque era un tipo común que llevó una vida desgraciada y que hoy se encontraba con el reto de superarse para poder enfrentar al letal asesino que liquidó a sus padres; pero aquí Redmayne es Rain Man con varita mágica, un tipo de buen corazón pero tan esquivo y antisocial que resulta dificil congraciarse con él - no es el héroe mas excitante del mundo -. Lo mismo pasa con Katherine Waterston, que es bastante tímida e insulsa. Los duelos de estos dos con Farrell son mas efectistas que efectivos, rutinas de efectos especiales carentes de emoción. Por contra los cinco minutos finales del filme son mucho mas emocionantes simplemente porque todo se reduce a estos personajes - no varitas, no rayos de luz ni criaturas digitales - cuatro tipos que dejan brotar sus emociones a flor de piel, se aprecian y se extrañan con locura en el momento de la partida. Hubieran creado algo parecido a mitad del filme, y estos personajes nos hubieran resultado mas cercanos y apasionantes. Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos es una pelicula sólida y espectacular - una de las mejores del universo Potter -. Tiene momentos oscuros que la hacen mas para adolescentes que para niños; pero J.K. Rowling y David Yates han demostrado que no le han perdido la mano y han creado una obra inteligente y original, con el unico detalle que sus héroes son demasiado palurdos como para ser simpáticos... aunque al final hay señales de que parece haberle agarrado la mano como para hacerlos potables y capaces de evolucionar. ¿Si vale esto toda una nueva franquicia?. El dinero manda. Hay un Voldemort de segunda en la figura de Johnny Depp - el cual es bastante amenazador en los dos segundos que está en pantalla, demostrando que el pirata borrachín sigue siendo un actor de la hostia cuando quiere - y eso anticipa lio para rato. La verdad es que no me desagradaría ver una segunda entrega, aunque le pediría a Rowling que haga a su Newt Scamander menos Sheldon Cooper y mas Luke Skywalker, un ingenuo que termina transformándose en un guerrero que combate el mal sin perder la sencillez de su esencia.
John Wick: superhéroe autista. Formidable profesional contable de día, asesino implacable de noche. Claro, si uno ve un título y un slogan semejante en el poster de una película sale corriendo del cine, pero acá la idea de base la han camuflado bastante bien, convirtiéndola en un espectáculo muy pasable. En sí, es una historia muy estúpida - chico autista que es adoctrinado por su padre militar en las artes marciales mas peligrosas, amén de un impecable manejo de todo tipo de armas para canalizar su ira, y que se ha convertido en un autista funcional, recibido en la universidad y capaz de realizar trabajos analíticos / matemáticos impresionantes - pero, si uno muerde el gancho, termina disfrutando un espectáculo pochoclero bien armado y con algo de intriga. Rain Man se ha vuelto Terminator y, si bien no trabaja como asesino a sueldo, los hobbys violentos del pibe lo hacen una bestia salvaje e imparable a la hora de la refriega. Las balaceras divierten, Ben Affleck sobresale como el apático antisocial devenido un misterioso hombre de negocios relacionado con criminales de alta gama y altísima peligrosidad, y la historia entretiene mucho mas allá de venir algo traída de los pelos. En realidad la historia es un cliché ambulante, la cual es rescatada por el misterio que rodea al enigmático personaje central. Un autista genio devenido en un individuo funcional - aunque no completamente normal; es enfermizamente obsesivo, duerme con música heavy puesta al mango, no le gusta que lo toquen, come siempre lo mismo, tiene una fortuna en pinturas raras en un trailer escondido en un depósito (amén de tener armas de todo tipo y color) pero vive de manera espartana -, el cual es una computadora ambulante. Al tipo le encargan hacer una auditoría en una empresa de robótica que dirige John Lithgow y, al descubrir un chanchullo, todos los involucrados empiezan a desaparecer. Mientras tanto, en flashbacks, vemos como el personaje de Ben Affleck terminó por convertirse en lo que es ahora, lo cual es similar a la historia de origen de un superhéroe. ofertas software para estudios contables Si Affleck brilla con su cinismo y su adustez, el otro que deja su huella es Jon Bernthal - el nuevo Punisher de Netflix -, el cual hace de asesino agrio pero plagado de extraños códigos morales. En un momento presiona a un tipo para que se mande una sobredosis de insulina y espiche; pero, si grita, alerta a su mujer o se niega, no sólo lo va a reventar como un higo sino que también va a violar y matar a la esposa - aunque le repele forzar a una mina de 60 años -, con lo cual va a tener que trabajar mas y su fin va a ser mucho mas violento. Bernthal termina negociando con la victima una muerte pacífica a cambio de inmunidad a su familia, amén de que el seguro le dejara una sabrosa fortuna a la viuda. El tercer acto tiene sus incongruencias y termina de manera abrupta pero, a esa altura del partido, resulta perdonable. Es tan fascinante todo lo que relata el director Gavin O'Connor - ya sea por su ingenio o por su ridiculez - que uno lo deja pasar. Es un policial diferente y astante recomendable, aunque uno se agarre de la cabeza al ver a Ben Affleck - un civil con autismo! - disponer de un par de rifles antitanque Barrett calibre .50 y usarlos como hobby para dispararle a melones a un kilómetro y medio de distancia. Es algo así como que un discapacitado millonario tenga un bombardero stealth para sus vuelos de diversión los fines de semana, un detalle tan prepotente que termina resultando fascinante.
Robert Langdon, agente secreto. Por si las conspiraciones renacentistas y papales le quedaban cortas, ahora el héroe de Dan Brown se mete en los terrenos de 007 para detener a otro supervillano con plan de exterminio a nivel mundial, diseminando un virus que liquidará a la mayoría del planeta - otra que Drax en Moonraker -. La macana con esto es que, al parecer, nadie en la producción tiene la más sodomita idea de cómo corno funciona la rutina básica de los filmes de James Bond. No, chicos, no: el héroe no llega cuando el plan diabólico ya ha sido concretado ni el villano muere en el primer fotograma. Primero investiga, descubre a tiempo el plan del maloso, lo detiene antes que detone y liquida al malvado. No se precisa ser ingeniero nuclear para descubrir cómo funciona, ¿verdad?. Pero acá nadie entiende nada de nada. Al menos en el libro de Dan Brown lo que hacía Robert Langdon era descubrir, al final del camino, que los hechos estaban consumados - el virus desatado generaría esterilidad en la mayoría de la población mundial y, con el correr de los años (y sin posibilidad de reproducirse) la población se reduciría por sí sola; comenzaba una carrera contra el tiempo para buscar un antídoto viable -, lo cual era la culminación de un proceso argumental completamente lógico. Digo: si el villano está podrido en plata y está convencido de la bondad de su idea, ¿para qué va a esperar para concretarla?. No quiere dinero, no le interesa negociar nada; por lo tanto, no tiene nada qué perder para detonar el arma en este mismo momento. Pero como a los productores semejante final le pareció demasiado pesimista, decidieron despacharse con un parche abominable que va en contra de toda lógica. El virus está durmiendo por ahí y Langdon debe ubicarlo, descifrando ridiculas pistas basadas en la estructura del Infierno que Dante Alighieri creó para la Divina Comedia (y que el mismo villano se encargó de dejarle servido a Langdon!!). oferta software de facturacion electronica Si hubieran respetado el final original del libro, Inferno podría haber sido la mejor película de la saga de Dan Brown,... lo cual tampoco es mucho decir en vista de la mediocridad de los capítulos anteriores. La pesquisa histórica es siempre interesante - aunque aquí el razonamiento deductivo de Tom Hanks sea bastante críptico y el tipo siempre se salve de sus perseguidores por un dato traído de los pelos -, hay dos o tres asesinos carismáticos (como la sicaria rusa disfrazada de carabinieri italiana, o el siempre enigmático Irrfan Khan como un oscuro operador internacional de siniestras intenciones), y hay algo de acción bien filmada. El problema es que la efectividad del filme queda torpedeada por el absurdo tercer acto, plagado de revelaciones increíbles y cosas salidas de la galera. Inferno es una fallida película pasable. Dan Brown no es santo de mi devoción, pero acá las cosas parecían algo mas aceitadas que en entregas anteriores. Quizás el punto pase porque es el momento de jubilar al equipo creativo de Ron Howard & Tom Hanks, los cuales no logran dar en el clavo con las obras de Brown - o quizás éstas sean tan mediocres y sobrevaloradas que sus defectos quedan en evidencia al estar en manos de talentosos -. Como sea, si usted no pudo tragarse El Código Da Vinci ni Angeles y Demonios tampoco digerirá Inferno, simplemente porque los responsables de esto siguen sin parir algo minimamente tolerable.
El poder creativo de una persona se basa en su seguridad; su confianza en plasmar su visión fresca, poderosa, original sin importar los riesgos que denote. El problema con la intensidad de este pensamiento es que, cuando un artesano es golpeado por su primer fracaso, son realmente pocos los que salen indemnes. Hay algo de orgullo herido, otro poco de desconfianza, lo cierto es que una vez que muerden el polvo no suelen continuar con la seguridad que tenían antes (es como un jugador de Rugby que se ha quebrado, y ahora no anima a exponerse con la intensidad que tenía antes por miedo a otro accidente que termine con su carrera). A Schwarzenegger le pasó con El Ultimo Gran Héroe - el primer fracaso comercial de su carrera - y todo lo que siguieron fueron manotazos de ahogado y secuelas, una seguidilla de decisiones desesperadas para intentar recuperar la gloria perdida. A Tim Burton, en cambio, lo golpeó el flop de Marcianos al Ataque! (1996), en donde el tipo genial de El Joven Manos de Tijera, Batman y Beetlejuice dió paso a un individuo repetitvo, refugiado en los temas seguros que siempre lo caracterizaron y apertrechado con la troupe de actores que le garantizó cierta respetabilidad despues del derrumbe. Burton ha tenido algún que otro taquillazo - como Alicia en el Pais de las Maravillas (2010) - pero la critica, respecto de su trabajo, ha seguido dividida. Miss Peregrine y los Niños Peculiares no es ni por asomo el comeback que estábamos esperando de Burton. En muchos sentidos es un filme experimental - sale de su estilo gótico, deja atrás a Johnny Depp y Helena Bonham Carter (habitués de siempre, divorciado de la última), y se mete con una novela de boga de la llamada Literatura para Jovenes Adultos -, pero es blando y dispar. Es como si la separación de Bonham Carter lo hubiera dejado sin su musa de emergencia, y acá Burton luce distraído, apurado, sin el aplomo de siempre. El primer detalle es el mediocre elenco con el que se maneja. Desde ya hay nombres que garantizan perfomances decentes como la siempre efectiva Eva Green, Judi Dench (en poco mas que un cameo), Samuel L. Jackson, Rupert Everett (que parece un muñeco de cera pasado de botox) y Terence Stamp pero el resto bordea lo espantoso. Asa Butterfield (que estaba genial en El Juego de Ender) está crecido y alto pero es incapaz que decir sus lineas con convicción. El grueso de los chicos del orfanato van de lo chato a lo mediocre, incluyendo a Finlay MacMillan que hace de una suerte de antagonista (temporal) de Butterfield, pero que sólo frunce el ceño para asustar a alguien. Hasta Samuel L. Jackson tiene sus momentos terribles ya que, si bien el filme no es para niños (tiene varias escenas tremendas con los demonios devoradores de ojos), el libreto lo pone a decir pavadas infantiles en el momento que está peleando con los chicos palmo a palmo una cuestión de vida o muerte. Y el peor ofensor de los sentidos es Chris O'Dowd, que es patético en cada una de sus intervenciones. Hay una escena tan extraña como estúpida en donde O'Dowd va a explicarle a Butterfield lo que sentía él respecto de su padre (Terence Stamp), para lo cual se sienta en un sofa, vomita una parrafada en dos segundos y se levanta y se va. ¿Para qué diántres te sentás en un sofá para explicar algo que sólo consume 10 o 20 palabras?. Error del intérprete, o error del enfoque del director (un cambio de cámara que anticipa solemnidad o una revelación importante, no una idiotez), o error de un libreto que merece mas de una pulida para funcionar como corresponde. Honestamente, Miss Peregrine y los Niños Peculiares es un filme mas espectacular que efectivo. Hay muchas cosas que van reñidas fuertemente con la lógica (como hacer funcionar un transatlántico hundido así de la nada, sin tener carbón para las calderas, y manejando mandos fundidos por el óxido y los corales del fondo del mar; o gente respirando en una habitación submarina cuyo total de aire ha sido exhalado por una de las protagonistas... el cual debería ser puro y venenoso anhidrido carbónico!), hay explicaciones que no explican (como el tema de los dichosos bucles que crean las ymbryn), y hay villanos que son mas patéticos que malvados. Los monstruos asustan, pero el problema son los jefes que tienen, los que no tienen dos dedos de frente. Miss Peregrine y los Niños Peculiares precisaba otro libretista (no la chica que escribió Kick Ass, que sabrá cómo patear traseros pero no es capaz de hacer un drama decente plagado de nostalgia y ribetes fantásticos). Lo que hay acá no funciona la mitad de las veces y cuando lo hace, distrae la escasa efectividad de los intérpretes. Hay escenas geniales, pero están en búsqueda de una pelicula que las amerite (la cual no es ésta). Ni los homenajes a Ray Harryhausen están dirigidos como corresponde - la pelea en el muelle entre esqueletos reanimados y demonios (propia del clásico Jason y los Argonautas) es tan rápida y mal editada que es imposible disfrutarla -, ni el final es satisfactorio. Burton cocina esta mezcla de la Escuela de Chicos Dotados del profesor X con Hechizo del Tiempo, y termina generando un estofado que se ve bárbaro pero sabe a poco, plagado de inconsistencias que hunden el virtuosismo visual del director.
No soy fanático del Western, en especial del norteamericano. Para mí el único Western que existe es el spaghetti rebosante de tuco de las exquisitas obras maestras de Sergio Leone, un tipo que hacía cosas sobrenaturales con historias archiconocidas, y en donde los héroes transpiraban carisma y oscuridad por partes iguales mientras la partitura de Ennio Morricone sonaba en toda su furia. El spaghetti western habrá nacido como un género barato y exploitation pero Leone lo hizo ultracool, supremo e inmortal. Para mí un pistolero no es John Wayne sacudiendo sus caderas en una cantina polvorienta sino Clint Eastwood masticando un puro recortado y liquidando tipos malos con una Colt que sacó a traición debajo de su poncho raído. Esa visión bastarda, heroica y comiquera es la que compraré siempre y la cual, lamentablemente, pocos norteamericanos han intentado copiarla. Ni siquiera el genio de Tarantino le ha logrado homenajear como corresponde - Django Desencadenado me resulta bastante decepcionante en ese sentido, mas allá de que sea una gran película en sus propios términos -, y lo único que se le ha acercado (por ridiculo que suene) es un dibujo animado (Rango, brillante por donde se la mire). Es por eso que la versión original (y clásica) de Los Siete Magníficos me resulta indiferente. La he visto algunas veces cuando era chico, y lo único que recuerdo era a un cool Yul Brynner vestido de negro cabalgando por la pradera mientras sonaba la música de Marlboro de fondo. Es por eso que mi aproximación a esta versión 2016 es mucho mas desacartonada que los papistas amante del original (y que tildan de herejía a la remake de Antoine Fuqua). Los Siete Magnificos 2016 es una brillante película pochoclera que toma muchas notas estilísticas de los clásicos de Leone de la década del 60, tiene un cast brillante, una música notable y una acción formidable. El problema es que carece de trascendencia debido a que ha perdido las connotaciones morales del original (y del original del original, que era el clásico de Akira Kurosawa Los Siete Samurais). Esta gente es reclutada en cinco minutos y se lanza a la matanza por un puñado de monedas que no amerita su muerte. Al omitir la motivación - lo cual era imprescindible y es por ello que el original de Kurosawa dura casi tres horas - a favor del ritmo y la brevedad se termina lastimando la efectividad (y durabilidad) del producto y solo se hace un pasatiempo de lujo. Si Fuqua se hubiera tomado otra hora para poner a estos tipos en pose reflexiva, transmitiéndonos el por qué esta gente violenta han aceptado una misión suicida en busca de redención, Los Siete Magníficos 2016 hubiera alcanzado estatura épica y hubiera sintonizado a los originales de John Sturges y Akira Kurosawa. Así como está zafa, pero resulta olvidable. software ERP Sistema Isis No sólo la ausencia de pathos de los protagonistas afecta la efectividad emocional del filme; también hay algunas pifias notables. La mas estridente es Vincent D'Onofrio hablando como el gallo Claudio, lo cual te hace rechinar los dientes. D'Onofrio es un gran actor pero a veces darle demasiada libertad creativa a un talentoso puede culminar en un desastre. Que alguien me explique por qué D'Onofrio - gordo, fuera de estado y envuelto en pieles como si fuera una alfombra ambulante - tiene que hablar con voz finita y acento rebuscado. Al menos Fuqua le debe haber dicho que su aproximación al personaje era ridicula y por eso D'Onofrio es mas medido y audible en la segunda mitad del filme; pero, cuando recién aparece delante de los magnificos (matando con su hachita india a un par de ladrones que le han asaltado) y empieza a hablar a 1.000 por hora con voz de pito... me resulta inexplicable cómo el resto del cast no se tira al piso a despanzarse de risa. Mientras que D'Onofrio se redime con el paso del tiempo, el otro tema discordante es el lenguaje anacrónico que usan estos vaqueros. El peor ofensor de los sentidos es Chris Pratt, el cual se supone que es un cowboy bruto que anda por el desierto pero habla como si fuera un ingeniero nuclear. "Se precisan 2.7 kilos de fuerza para matar a un hombre". "Estadisticamente hablando, es imposible que un grupo de 20 tiradores no le acierte a un blanco a 5 metros de distancia". Pareciera que estuviera leyendo la Wikipedia mientras escupe estos parlamentos. Dejando de lado eso, Los Siete Magníficos 2016 es muy divertida. Peter Sarsgaard se relame con su villano (aunque a veces bordea la sobreactuación) y tiene parlamentos interesantes; la diversidad racial del grupo (factor disonante en un montón de western modernos; ¿alguien se acuerda de lo ridiculo que fue poner como titular de Wild Wild West a Will Smith, un moreno con autoridad en el ultrarracista salvaje oeste?) está explicada con cierta lógica y se hace tolerable; cada personaje tiene su momento de delicioso lucimiento y Denzel Washington (un tipo que siempre me pareció demasiado soberbio en cada papel que ha hecho, y que se portaba como un geronte fuera de estado - y no creíble como héroe de acción - en la versión moderna de El Ecualizador) brilla con gran altura, siendo un héroe muy fisico muy creible (gracias a la magia del editor contratado por Fuqua). Gran fotografia, accion coreografiada como los dioses, buenos parlamentos, excelentes personajes. Los Siete Magníficos 2016 no hará historia pero, rayos, está a años luz de ser una mala película.
No Respires es el segundo filme del cineasta uruguayo Fede Alvarez (en conjunción con su socio creativo, el libretista Rodo Sayagues) en tierras yanquis. Es glorioso ver a un compatriota triunfando, especialmente cuando lo suyo comenzó con un golpe de suerte - si no fuera que Sam Raimi vió su corto Ataque de Pánico (2009) en YouTube y se decidió a importarlo a los Estados Unidos, hoy Alvarez seguiría peleando para hacer sus pininos en el cine fantástico, quizás en un mercado mas árido para el tema como es el cine argentino (el cual es el único que tenía a su alcance y que posee una infraestructura cinematográfica seria en el Río de la Plata) -. Considerando que Raimi le tuvo tanta fe al pibe que lo lanzó al ruedo con la remake de Evil Dead (2013) - y la cual estaba hecha de manera muy potable considerando el riesgo de las comparaciones y las trampas que supone rehacer un clásico -, ahora Raimi le ha dejado las manos libres para manufacturar lo que crea conveniente y por eso Alvarez se ha despachado con este proyecto propio y original. Si en Hush o en clásicos como Espera en la Oscuridad (1967) o See No Evil (1971) los no videntes eran las víctimas del sociópata de turno, acá las tablas están dadas vuelta y el ciego es el que se encarga de acosar al resto del elenco, encerrándolos en su casa y exterminándolos uno a uno. Debido a la originalidad de la idea, la intensidad de las situaciones y lo expeditivo de la ejecución - acá ninguno de los protagonistas tiene la vida asegurada -, No Respires surge como un filme mucho mas sólido que Evil Dead 2013, un thriller denso de esos que te hacen clavar las uñas al brazo de la butaca desde que comienza hasta que termina. Ciertamente el primer acto es detestable. Los protagonistas son un cliché ambulante - pibe pavote enamorado de la novia de otro; esa misma chica, la cual no registra al flaco y tiene su propia agenda; el matón, novio de la mina, el cual es una máquina de prepotear y decir burradas, gracias que el guión lo elimina tempranamente y nos ahorra la molestia de soportarlo -, tres criminales despreciables que el libreto intenta rescatar. Mientras que el prepotente es carne de cañón, al menos la chica tiene una historia trágica - madre aberrante, borrachina y falopera a la que le importan tres pitos en qué bardo anda la chica (siempre que traiga dinero a casa), y razón por la cual la muchacha tuvo que aprender a cuidarse sola, amén de tener que criar a su hermana mas chica como si fuera una madre postiza - que intenta redimirla. El escenario es Detroit, otrora olimpo de la industria automotriz estadounidense y que, por las importaciones de autos extranjeros y la extranjerización de la industria propia, se transformó en un cementerio de industrias y sueños, una ciudad sumida en la miseria y el crimen (y se ve que es una situación de larga data, ya que era parte fundamental de la premisa de Robocop en 1987!). Como los tres muchachos son pobres y amorales, deciden atracar el domicilio de un ciego, el cual parece tener guardada la plata de un juicio ganado hace años a los padres millonarios de la chica que atropelló a su hija. El problema es que el cieguito es una especie de Terminator no vidente: un viejo que no tiene un gramo de grasa en el cuerpo, rebosa de músculos, estuvo entrenado en el ejército, participó en Irak y sabe como matar a un tipo de 100 maneras distintas posibles (101 si tuviera bien los ojos). Los bobos irrumpen, el matón hace demasiado ruido, y pronto se come una bala de la víctima (Stephen Lang, un tipo que está haciendo carrera ahora de grande, y que transpira furia por todos sus poros). Los mas indefensos quedan atrapados en la casa; y aunque pueden llamar a la policía para que los rescate - aunque sea arrestándolos -, la tentación es muy grande, sobre todo cuando le ponen la mano al millón de dolares que Lang guarda en su caja fuerte. El problema es encontrar una salida, ya que Lang ha tapialado todo y ha puesto cerrojo a todas las puertas. ofertas software de gestion produccion Desde que aparece Lang No Respires se transforma en una película deliciosa. El juego del gato y el ratón es formidable: el piso es de madera y, si no se cuidan y hacen ruido, Lang puede dispararles al voleo a la primera de cambio; la persecución a oscuras cuando Lang decide cortar la electricidad de la casa (filmada como cámara infrarroja y en donde las figuras distantes se funden con las tinieblas, confundiendo al espectador sobre su posición real); los macabros descubrimientos de los invasores - con lo cual Lang no resulta ser tan santo como parece -, y la lucha desesperada contra un adversario formidable, el cual parece imposible abatir. Ciertamente el filme es una experiencia para vivirla lo mas virginalmente posible, cosa de descubrir todos sus finos detalles sobre la marcha. (alerta spoilers) Ciertamente hay momentos en que el filme raya en lo bizarro - la escena de la inseminación (pelo incluido) es tan tarantinesca como repelente - (fin spoilers), y la perfomance de Jane Levy no ayuda. Será la actriz favorita del director Alvarez pero, para mí, la Levy es una actriz horrenda, especialmente cuando debe demostrar pánico - lo cual ocurre a lo largo del 80% del filme, y en donde sobreactúa de manera shatneresca -. Era ridícula en Evil Dead - en la escena en donde le describía a otro los horrores que había visto, hablando lento y con pausas antinaturales (bien a lo William Shatner) - y es ridícula acá, tapándose la boca todo el tiempo y haciendo morisquetas frente a la cámara (en vez de tramitir horror, uno termina riéndose de su pésima actuación). Al menos el cara de tonto Dylan Minnette es bueno en lo suyo, ya sea haciendo de pavote enamorado o, de pronto, de tipo sacado al cual no le importa agarrarse a los bifes con el mismísimo diablo. No Respires es una gran película a pesar de un par de bizarreadas y de Jane Levy. Es muy inteligente, funciona como un mecanismo de relojería y, cuando uno pensaba que había pasado el peligro, surge una nueva instancia estremecedora. Aplausos para Alvarez y Sayagues y ojalá sigan entregando material de esta calidad para ser reconocidos en Hollywood como se merecen... aún cuando hayan dejado atrás - y a miles de kilómetros - a su paisito querido.