El Hobbit: La Desolación de Smaug es la segunda entrega de la planeada trilogía basada en el libro de J.R.R. Tolkien El Hobbit, y que actúa como precuela de El Señor de los Anillos. Con Peter Jackson nuevamente al mando, la nueva trilogía viene recaudando millones de a centenares, pero éxito no siempre implica calidad. Ciertamente la saga de El Hobbit no entra en la misma categoría de desastre que los episodios I, II y III de La Guerra de las Galaxias, pero uno siente que los nuevos filmes no están a la altura de La Trilogía del Anillo. Aún con todos los esfuerzos de Jackson por expandir la historia (tomando retazos de argumentos extractados de otros libros y apéndices escritos por Tolkien) y hacerla mucho mas adulta, El Hobbit se siente tremendamente estirada. Es entretenida y tiene sus momentos, pero le falta substancia y le sobran efectos especiales; y eso resulta patente con La Desolación de Smaug, la cual parece más un paseo tipo Joy Ride de los estudios Universal o Disney (esos en donde uno se sienta en un carrito y lo llevan por un montón de túneles saturados de videos y animatronics) que como un filme hecho y derecho. Ciertamente El Hobbit: La Desolación de Smaug es superior a Un Viaje Inesperado. No hay tiempos muertos, hay acción de sobra, hay deliciosos cameos, y hay un par de momentos emocionantes. Entra en acción Smaug el dragón - con una excelente perfomance vocal de Bendedict Cumberbatch -, el cual se roba cada uno de los minutos que está en escena - no sólo desborda personalidad sino que su diseño es impresionante -. Por contra, la trama funciona de manera lineal y mecánica: la troupe de aventureros va al punto A y les pasa algo; después van al punto B y les ocurre otra cosa; y así con el punto C, D, E, etcétera, sin que haya en algún momento un desarrollo de caracteres. Al menos en La Trilogía del Anillo los personajes mutaban, crecían a medida que padecían las inclemencias del viaje, y terminaban convirtiéndose en versiones más perfeccionadas y valientes de sí mismos. Y si bien el rey enano Thorin me sigue pareciendo un gran personaje, acá da muestras de ser un necio caprichoso y arrogante, lo cual termina corroyendo la validez de su causa. Por otra parte Bilbo sigue siendo mi hobbit favorito - es perspicaz y valiente, y está a años luz del aniñado Frodo y su quejosa compañía -, pero tampoco tiene su momento de reflexión; obra por reacción más que por acción y, a lo largo de todo el filme, sólo se la pasa resolviendo los entuertos provocados por la pedantería de los enanos. En cambio el libreto se dedica a desarrollar - en algunos casos con más fortuna que otros - la mayoría de los personajes nuevos, los cuales son interesantes: el beligerante rey elfo de Lee Pace, la enamoradiza elfa de Evangeline Lilly (quien fuera en la vida real pareja durante años de Dominic Monaghan, el hobbit Merry de la primer trilogía) y, en menor medida, el tenaz arquero que compone Luke Evans, cuyo abuelo tuvo la desgracia de fallar el intento de matar a Smaug durante su primer ataque a la Tierra Media. El Hobbit: La Desolación de Smaug es demasiado episódica. El encuentro con el "cambiador de pieles" - un tipo que, por culpa de un hechizo, se transforma en oso gigante durante las noches y vuelve a su forma humana durante las mañanas - es desabrido. La secuencia en el Bosque Negro es intensa y divertida. El apresamiento en la ciudad de los elfos es pasable - reaparece Legolas, aunque en una versión tan irritable e intolerante que resulta desconocido (asumo que terminará madurando al final de este viaje) -; y el peor episodio de todos es el de la Ciudad del Lago, el cual está poblado por personajes molestos y descolgados (el rey que compone Stephen Fry es puro cartón pintado, y las rencillas internas de su reino no le interesan a nadie). Incluso el desvío de Gandalf - para investigar una pista que le envió telepáticamente la bruja elfa Galadriel, de que el lider de los orcos podrían ser una versión revivida de Sauron - carece de intensidad. Viendo todas estas cosas uno no se aburre - siempre ocurre algo en pantalla -, pero el desarrollo de cada una de ellas es dispar. Recién el filme gana sus pies cuando Smaug aparece en escena, simplemente porque reconectamos con la trama principal - la recuperación de la ciudad enana -; y aún cuando la perfomance del dragón es espectacular, Peter Jackson termina enviciándose con los efectos especiales, lo cual disminuye el valor de la escena. Todos los artilugios que usan los enanos para intentar combatir al dragón está recargados de CGI - saltos imposibles por parte de los protagonistas, tomas de cámara pasadas de volteretas -, con el adicional de que, cuando el climax empezaba a ponerse apasionante, el filme simplemente se detiene (¿acaso éste es un nuevo vicio moderno de los cineastas?; ya son varias las peliculas en donde no resuelven nada sino que cortan la acción a mitad de camino y aparecen los títulos finales). Sí, si, es algo tan frustrante como cuando congelaron a Han Solo en El Imperio Contraataca o cuando frenaron en seco el climax de El Conjuro. El Hobbit: La Desolación de Smaug es una película que entretiene cuando uno la está viendo; pero no es un filme que me atraiga para verlo una segunda vez. Es un compendio de piruetas que tiene, esparcidos en su larga duración, un par de momentos interesantes, pero no deja de ser una hamburguesa gloriosamente adornada. Carece de substancia como para hacerla memorable, con lo cual se transforma en un espectáculo pochoclero algo superior a la media.
Machete Kills es la secuela de Machete, esa bizarreada que Robert Rodriguez se mandó en el 2010 y que a su vez se basaba en un falso trailer presente en el experimento cinematográfico de Rodriguez & Quentin Tarantino Grindhouse (2007). La idea era convertir a Danny Trejo en una especie de Charles Bronson a la mexicana, una máquina de matar asesinos y criminales a machetazo limpio. La primera película fue un modesto hit de taquilla, y ahora llega esta continuación, la cual promete una tercera parte aún cuando haya fenecido sin pena ni gloria en el box office. Tal como dice el falso trailer que acompaña al filme, dudo mucho de que veamos remontar vuelo al capítulo final de la trilogía, el cual manda a Machete al espacio y lo pone a lidiar con miles de sicarios enfundados en trajes de astronauta. En sí, las aventuras de Machete son películas malas ex profeso, saturadas de momentos exagerados, homenajes cinematográficos, referencias pop, estrellas en decadencia e historias flojas. Y mientras que la primera Machete me pareció mas o menos, debo admitir que Machete Kills me mató de risa. Ok, es un filme terrible - aún cuando sea una cinta mala hecha a propósito - ya que la historia es rebuscada y hueca. Cuando esta gente deja de disparar y hacer piruetas, y se ven obligados a decir diálogos y avanzar en la trama, uno se da cuenta de los enormes problemas que tiene la película. Aún los filmes intencionalmente malos (por ejemplo Pirañas 3D, Sharknado o incluso Serpientes en el Avión) se dan maña para narrar una historia relativamente pasable, y comienzan a salpicarla con escenas bizarras; pero acá las cosas no tienen ni pies ni cabeza desde el vamos. Es por eso que toda la película se siente como una serie de gags pegados con saliva, hilvanados por una trama que deja muchísimo que desear. Por suerte uno puede olvidarse de la trama cuando llega la hora de las secuencias de acción, las cuales llegan a niveles surrealistas. En ese sentido Machete Kills es mejor que la primera Machete, simplemente porque acá la sobreactuación y el disparate llega a niveles estratosféricos. En vez de los acartonados Don Johnson o Steven Seagal, tenemos a un cast mayoritariamente latino dispuestos a devorarse la pantalla, haciendo que sus pequeños y ridículos papeles se conviertan en obras maestras del disparate. El caso más puntual es Sofía Vergara - a la cual siempre consideré una comediante tibia -, la cual literalmente mastica a dentallada limpia cada uno de los parlamentos que le toca. Aquí la Vergara hace de la madama / esposa del lider de un cartel de drogas, la cual anda munida de un brassiere artillado con un par de metralletas Gatling, y a la cual le tocan algunas de las mejores líneas del libreto. La escena en donde tiene una sesión sadomasoquista con un cliente y empieza a acordarse de los abusos que sufrió de su padre no tiene desperdicio - la colombiana tiene un desenfreno tal que transforma a la sobreactuación en una nueva y sublime categoría artística -. Los otros que funcionan como los dioses son Demian Bechir - como un mafioso con desorden de personalidad - y Antonio Banderas. Banderas - que hace de una de las identidades de Camaleón, un asesino que es maestro del disfraz y que pasa por los rostros de Walter Goggins, la insìpida Lady Gaga y el resucitado Cuba Gooding Jr - se hace pasar por un yanqui disfrazado de mexicano, el cual escupe un castellano atravesado que apenas se entiende y es uno de los momentos más graciosos de la película. Y mientras que los latinos del cast sintonizan a la perfección con el clima de disparate que pretende crear Rodriguez, las cosas vienen algo más reñidas por parte de los norteamericanos. Amber Heard se relame con su papel de reina de belleza devenida en asesina a sueldo, pero Charlie Sheen (acreditado con su nombre de nacimiento, Carlos Estévez) hace de Charlie Sheen, y Mel Gibson intenta recuperar (sin éxito) algo del carisma que lo llevó al estrellato hace más de 20 años. La historia no tiene mucho sentido; Machete es reclutado por el presidente norteamericano para capturar al lider de un cartel mexicano. Resulta que el tipo tiene un misil atómico apuntando a Washington y, como el disparador está conectado a su corazón, no lo pueden matar. Por supuesto, en el medio pasan dos millones de cosas, y tanto el misil como el disparador terminan en las manos de un megalómano (Mel Gibson), el cual quiere liquidar a la humanidad mediante un holocausto nuclear para repoblarla con clones de su persona - en un esquema idéntico al de la aventura de James Bond Moonraker -. Mientras que todas las correrías y refriegas terminan siendo deliciosas (tal como Roland Emmerich, Robert Rodriguez ha refinado de tal manera la exageración y el disparate hasta convertirlo en una forma de arte), a uno le queda cierto sabor a desencanto en la boca ya que la trama no es autoconclusiva. Vale decir: quedan montones de cabos sueltos - como el enfrentamiento final del villano -, los cuales debería tener lugar en un descerebrado tercer capítulo - del cual figura un falso trailer; Machete Mata... En el Espacio! - que algún día quizás veremos. A mi me gustó muchísimo Machete Mata; los gags son tremendamente divertidos, y aquí el cast disfruta mucho más del disparate que en la primera película. Por contra, la trama de base es un bolazo mal cocinado, incluso para los standares de la saga Grindhouse. Si hay tercera película lo dudo mucho, a menos que Rodriguez pele su chequera y la financie de su bolsillo... lo cual es una macana, ya que ésta es una mediocridad que me encantaría volver a ver en pantalla.
En Llamas es el segundo capítulo de la saga Los Juegos del Hambre. Es una franquicia basada en una serie de novelas juveniles escritas por Suzanne Collins, cuyos derechos cinematográficos fueron adquiridos con avidez por los popes de los estudios, deseosos de dar con la próxima saga millonaria de aventuras juveniles - al estilo de Crepúsculo o Harry Potter -. Las buenas nuevas es que la serie de Los Juegos del Hambre es mucho más consistente y apasionante que toneladas de material regurgitado - fantasioso, adolescente y romanticoide - que ha intentado prosperar por ahí, al estilo de The Mortal Instruments, La Huésped, Percy Jackson, etc. Y éste, su segundo capítulo, resulta ser una pieza formidable de estupendo cine. Es como si hubieran limado los detalles más bizarros o discutibles de la primera parte, y hubieran madurado en cada uno de los aspectos creativos e interpretativos, resultando en un show tan inteligente como excitante. En sí, la saga de Los Juegos del Hambre no tiene nada de nuevo. Es una utopía alegórica, la cual trae a la palestra la ejecución de una serie de competencias brutales destinadas a entretener a las masas sumidas en la desesperanza de un futuro postapocaliptico - hay toneladas de filmes con el mismo tema, sea Rollerball, La Décima Victima o The Running Man -. No es mas que la adaptación moderna de la idea de Pan y Circo, implementada por los romanos en los tiempos anteriores a la llegada de Cristo. Aquí la excusa sirve para despacharse con una sátira alegórica respecto de las celebridades y el poder distrayente de los medios, utilizados como herramientas de propaganda del gobierno de turno - un concepto aplicado desde la época de los nazis hasta los gobiernos totalitarios de hoy en día -. Todos los personajes de clase alta son deformes, gente pasada de botox, lámparas de sol, dientes obscenamente blancos, maquillajes exagerados, y peinados estrambóticos teñidos con los más sicodélicos colores. Es la cultura de la bobada, viviendo en su mundo y dando excesiva importancia a detalles tremendamente banales, ajenos a la cruda realidad que se vive fuera de los estudios de televisión. Aquí todos los aspectos relacionados con los medios han sido pulidos - ya no es tan payasesco ni chocante, e incluso el fastidioso presentador que compone Stanley Tucci se ve mucho más digerible en el contexto que presenta este filme, que en sus apariciones en el primer capítulo de la saga -, y funcionan de manera mucho más cínica. Incluso los aspectos relacionados con el escenario de ciencia ficción han sido profundizados a un nivel admirable: aquí hay un gobierno realmente opresivo y violento, amoral y prepotente, que ha construído una maquinaria implacable en la cual se ven envueltos nuestros héroes. A su vez estos muchachos son personas realmente emocionales, individuos que han quedado dañados luego de verse obligados a masacrar a un grupo de adolescentes en las pasadas competencias, y que se ven inmersos en un giro histórico de los acontecimientos.... del cual no desean participar. Es tan formidable la manera en que el relato construye - de manera totalmente creíble - el lento y espontáneo crecimiento de Katniss como figura heroica y venerada por la resistencia... primero, al emocionarse en el recuerdo de aquellos caídos en el desesperante combate ocurrido en el año anterior (con la cual la gente toma, como gesto solidario, el saludo que ella hacía en los juegos, además del logo del Sinsajo, el pájaro que ama Katniss y que usa en un prendedor que siempre lleva puesto); luego, cuando comienza a despacharse con sus propios discursos, mucho más naturales y cargados de sinceridad, con lo cual reciben el afecto del público; y, cuando las cosas se empiezan a poner candentes, termina por plantarse frente a un brutal jefe militar, el cual está deshaciendo a latigazos a su novio en la plaza pública.... y cuya escena es vista por todos a través de la televisión. Ella es una heroína reluctante, una que no quiere abrazar el giro del destino que ellla misma ha desatado, y que quiere el refugio y el anonimato antes que embarcarse en una causa brutal - la incipiente revolución -, la cual anticipa dejar un reguero de cadáveres en la descomunal refriega que resultará inevitable. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/juegos-hambre2.html#sthash.n6VkRSPf.dpuf
Thor: Un Mundo Oscuro es la secuela de Thor, la cual data de 2011. La importancia de aquel filme era presentar en sociedad al héroe de la Marvel - una interpretación muy liberal del dios nórdico - y tenerlo listo para orquestar ese megaensamble que fue Los Vengadores, la cual arrasó en la taquilla. La macana es que Los Vengadores fue tan épica que resulto difícil retrotraer a los personajes (y al público) a escenarios menos monumentales, amén de tener que inventar excusas de todo tipo sobre por qué el grupo de super héroes - tan eficiente y letal - se vió obligada a tomar caminos separados. Con Iron Man 3 bajaron la persiana de apuro a la trilogía y pusieron a Robert Downey Jr. en un sueño criogénico, mientras que aquí la acción se traslada directamente a otro universo... uno inacanzable para el portaviones volante de SHIELD y toda su pandilla. Hablando en términos concretos sobre la película, Thor 2 es menos pulida que Thor 1. A mí me gustaba la dirección de Kenneth Brannagh y el hecho de que la historia estuviera ceñida al género fantástico, explorando una versión alternativa de las leyendas nórdicas. Aquí, en cambio, las cosas se convierten en un pastiche que mezcla fantasía y ciencia ficción por igual - algo así como entreverar La Guerra de las Galaxias con El Señor de los Anillos -, algo que por lógica no cuaja. Digo: ¿qué sentido tiene usar espadas y escudos cuando los invasores usan naves y cañones láser?. Al menos en Star Wars los sables láser podían hacer rebotar los disparos pero aquí son espadas de metal que, a lo sumo, se parten o se funden bajo una andanada de lasers. Si uno no le da bolilla a esa contradicción, verá que Thor: Un Mundo Oscuro está bien hecha y es entretenida, aunque la trama es algo rutinaria. Lo que ocurre es que no recorre ningún camino nuevo, y ni siquiera los nuevos villanos - con el horrendo sobre-actor Christopher Eccleston a la cabeza - tienen una chispa de personalidad o hacen algo siquiera memorable. A los tipos se les canta apagar la luz de todo el universo y no dan ni la más minima explicación del por qué. Incluso poseen una caterva de tecnología vieja (que data de más de 5.000 años de edad), la cual no sólo funciona perfectamente después de todo ese tiempo de inactividad, sino que es capaz de derrotar a las tropas imperiales de Asgard en apenas un instante. No sólo la lógica sale volando un par de veces por la ventana a lo largo de todo el filme, sino que el libreto mete un par de Deus Ex Machina algo molestos, como la casa londinense plena de saltos dimensionales - similares al segundo episodio de Animatrix - (la cual resulta sumamente conveniente para que nuestros héroes regresen intactos a la Tierra), o las estacas medidoras con las cuales Natalie Portman, en dos minutos, las modifica para que generen agujeros negros portátiles. Algo así como tomar el medidor de la luz y convertirlo en una bomba atómica. Aún con todos esos detalles, Thor: Un Mundo Oscuro se deja ver y se disfruta. La diferencia la hacen los actores, los cuales sacan el material a flote y dan perfomances más que dignas. Si Chris Hemsworth va camino del mega estrellato - ya que posee carisma de sobra y es buen actor -, quienes se llevan las palmas son Tom Hiddleston y Kat Dennings. La Dennings aportan unas salidas cómicas impagables - diría que es lo mejor del filme -, mientras que Hiddleston se relame de manera deliciosa con su villanía. El resto es muy bueno - como Idris Elba o Anthony Hopkins -, quedando Natalie Portman como la única que queda en off side. No es una perfomance terrible pero se nota que está en piloto automático, ya que ella quería salirse de su contrato y no rodar esta secuela. Trabajando a reglamento, ella va como un robot con poca energía, espetando sus líneas sin mucho entusiasmo. Ciertamente no todo el material de Marvel tiene que ser épico u original, de manera de estar a la estatura de Los Vengadores, y aquí se nota. Oh, sí, aquí hay muchas explosiones y destrucciones, pero están reservadas para el final o para momentos específicos del filme; el resto es una trama de matineé - el héroe debe traicionar a todos para emprender una acción temeraria que derrote al villano - que entretiene mucho gracias a que algunos personajes están muy bien condimentados, con lo cual se transforma en un espectáculo más que válido para matar dos horas de nuestro tiempo... siempre y cuando no le miremos demasiado las costuras.
Mientras que los americanos vomitan a mansalva toneladas de comedias románticas por año - entre las cuales quizás pueda encontrarse una potable entre miles de fallidas o clonadas -, los ingleses son de producción lenta y, usualmente, memorable. Ciertamente el cerebro detrás del 90% de las mejores comedias románticas de los últimos años es el inglés Richard Curtis, un tipo al que le sobra el talento para emocionar a las plateas ya que es el padre de Cuatro Bodas y Un Funeral, Nothing Hill, Love Actually, El Diario de Bridget Jones... eso sin contar de que es el co-autor de las series de culto Blackadder y Mr. Bean, monumentales éxitos televisivos que mostraron el genio de Curtis en la arena cómica. Cuestión de Tiempo es su tercera incursión como director y, si bien es una comedia romántica , la novedad consiste en incluir un elemento fantástico como es el de los viajes en el tiempo. Aquí no se precisan máquinas victorianas ni DeLoreans modificados, sino que la cosa va por la memoria celular (o algo así), de manera que esta gente no puede viajar a Alemania de los años 30 y matar a Hitler, pero si puede retroceder en su propia vida a un punto determinado de la misma, corregir algo, y regresar al tiempo presente. Mientras que el artilugio suena prometedor, las aplicaciones prácticas que realiza Cuestión de Tiempo tienen fuerte tufillo a trampa, en donde las cosas funcionan cuando quiere y como quiere el libretista. Por ejemplo, hay un momento en que dos personas pueden volver al pasado, simplemente tomadas de la mano; o el hecho de que cada viaje en el tiempo modifica el orden de los espermatozoides que puede fecundar un óvulo, de manera que en cada regreso el protagonista se encuentra con un bebé diferente; o el tema de que no hay "efecto mariposa" (el viaje al pasado no necesariamente afecta el orden universal de las cosas, aún cuando sólo se diga una palabra de más, o se evita que una chica salga con determinado novio). Obviamente el mecanismo del viaje en el tiempo no tiene la misma rigurosidad lógica de Primer, sino que es mas un adorno del libreto para condimentar un poco las cosas. El protagonista puede ir y volver varias veces en una misma situación hasta obtener el resultado deseado - tal como Hechizo del Tiempo - pero, a diferencia del filme de Bill Murray, posee la capacidad de seguir avanzado en su propio destino y no está atado a ningún caprichoso efecto cíclico. Mientras que el viaje en el tiempo es un dispositivo no muy convincente que digamos, el defecto del artilugio queda rápidamente subsanado por el encanto del libreto, desbordante de humor y emociones profundas. Curtis es un maestro para tocar las cuerdas sensibles del sentimiento humano, pintando personajes adorables dotados de una enorme humanidad - muchas veces escondida bajo una capa de hilarante excentricidad -. Aquí tenemos a Domhall Gleeson - un veterano de la saga Harry Potter (uno de los hermanos de Ron Weasley) -, un tipo desgarbado con cara de nene, y con unos tics que me hacen acordar a un joven Jeff Goldblum. Mientras que Gleeson no es exactamente apuesto y carismático, su perfil bajo termina por encantar a la platea debido a su torpeza y su nobleza inherente. El quiere un verdadero amor, y termina por encontrarlo en la americana Mary - Rachel McAdams, adorable como siempre -, con la cual hace click desde el primer momento de verla. Lo que sigue es el denodado esfuerzo por conquistarla, lo que se traduce en numerosos reintentos - cuando no, alguna alteración trágica del destino que determina una vía del tiempo en la cual ella no lo recuerda (otra manipulación carente de lógica por parte del libreto, hecha con el simple fin de agregarle algo de melodramatismo al asunto) - hasta que termina por seducirla y relacionarse con ella. Y una vez obtenido el objetivo - prácticamente a mitad de la película - lo que sigue es la expansión de la familia y el paso inevitable del tiempo, incluyendo la noticia de la trágica enfermedad de su padre (Bill Nighy). Oh, si, en ese momento el filme se pone cada vez mas sensiblero pero, como los personajes son deliciosos, da gusto pasar esos momentos - aun los semiamargos - en compañía de semejantes caracteres, ninguno de los cuales carece de interés. Las actuaciones son formidables por igual: Domhall Gleeson es una grata sorpresa, Rachel MacAdams derrocha carisma como de costumbre, pero el ladrón compulsivo de escenas sigue siendo Bill Nighy. El tipo tiene un puñado de líneas soberbias y emocionantes - como el sentido discurso que le hace a su hijo en su boda -, y uno podría decir que todo el filme trata en realidad del amor profundo que sienten entre sí padre e hijo. A final de cuentas es su padre quien le revela el secreto, el que le guia en el uso de los viajes en el tiempo, el que le enseña sus consecuencias, y el que lo utiliza para reencontrarse una y otra vez en el pasado, aún cuando la muerte sea un acontecimiento inevitable. Desde ya que el romance con Rachel MacAdams es soberbio, pero el inicio y fin residen en el accionar de Nighy, el que está tan fantástico como sólo el puede hacerlo. Cuestión de Tiempo tiene un gran romance y una excusa fantástica algo floja; pero está escrita con tanto gusto y sentimiento, que es fácil perdonarle la vida y olvidar las pifias de su imperfecta premisa. Tiene humor de calidad y tiene emociones a granel, y es una de esas peliculas que a uno lo renueva, refrescando la fe que tiene depositada en el cine como creador de fantasias maravillosas. Y aún cuando no sea un clásico ni cambie el curso de la historia, sin dudas será otra de esas cintas que uno debe conseguir y tener, siquiera para sacarle las telarañas al corazón y aplaudir las bondades de un libretista talentoso, ése que sabe como tocar las cuerdas mas íntimas del ser humano. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/about-time.html#sthash.BI6zjLmm.dpuf
Carrie (1976) es un notable clásico de los años 70. Disparó la carrera de Brian De Palma, Stephen King y Sissy Spacek, y marcó un hito en la historia del cine de terror. Desde entonces han habido numerosos intentos de recrear / secuelizar / reciclar la historia, ninguno de los cuales llegó a la altura del filme de De Palma, fuera Carrie 2: La Furia (1999), la versión televisiva del 2002, o incluso la bizarra versión teatral montada en Broadway, la cual fué cancelada después de tan sólo 5 representaciones. Ahora llega esta remake a cargo de Kimberly Peirce, la directora de la oscarizada Los Muchachos No Lloran (1999), y la cual supone una opción interesante para manejar el proyecto. Y mientras que las perfomances son sólidas, la historia es correcta y el filme en general es impecable, por otro lado languidece al lado del clásico de De Palma. Esta Carrie es mas una tragedia familiar que un filme de horror, y en ningún momento despliega alguna escena de shock que le brinde un poco de personalidad propia. No recuerdo con fidelidad la versión 1976, pero algunos cambios son evidentes. La lapidación con tampones ahora es filmada con iPhones y levantada a YouTube, se muestra bastante mas sangre (en especial la sangre menstrual después del incidente en las duchas), y la protagonista es bastante mas rebelde que la versión de Sissy Spacek, aunque ese avispamiento se contradice con el horror del desconocimiento producido ante la llegada del primer período - mientras que hay momentos en que Carrie se comporta como una pavota, por otra parte es capaz de discutir con autoridad (y de igual a igual) con su enfermiza madre, amén de saber a la perfección cómo hacerse un vestido moderno y maquillarse como una modelo al final del filme -. En todo caso es un problema de consistencia del guión, que a veces sigue con demasiada fidelidad la versión 1976 (en la cual la protagonista era mucho más naif) y en otras se ve obligado a actualizar porciones del personaje que resultan contradictorias con el resto. En un momento Carrie usa como una experta Internet y se empapa con todos los libros posibles sobre el tema de la telekinesis... pero desconoce para qué sirve una toallita femenina. Mientras que todo es muy correcto, por otra parte uno siente que se ha perdido toda la sensación de paranoia que padecía la Spacek en el filme original. El ambiente estudiantil no resulta asfixiante, la madre ultrafanática no aparece tanto como debiera y, lo que es peor, Carrie ya posee sus poderes al comienzo del filme, aunque éstos actuan de manera descontrolada e inconsciente. Mientras que en el filme de De Palma las cosas iban in crescendo y con cierta sutileza - a final de cuentas la telekinesis era un triunfo personal de la protagonista -, acá la Moretz se transforma en una especie de Jean Grey desatada de una escena a la otra. Hay un excesivo regodeo en la demostración de poderes de manera temprana, lo que diluye el impacto del drama. Por otra parte cuando llegamos al desenlace trágico - el baile de graduación, el cual (hay que admitirlo) está filmado como los dioses y me pareció más intenso que el climax de De Palma -, la Moretz despierta menos compasión que la Spacek y no se transforma en un ángel vengador sino en una auténtica sicópata que se regodea con el caos y la destrucción. En su furia no duda en lastimar incluso a quienes la apoyaban, y aunque los efectos especiales son formidables y las escenas están rodadas con talento, uno siente que algo se ha perdido en la traslación... como si hubiera una distancia entre el público y la protagonista. Me gustaron mucho las perfomances, en especial la de Julianne Moore (que se ve siniestra y decrépita), y la de Ansel Elgort, que le saca mucho lustre a un papel pequeño como es la del muchacho que lleva a Carrie al baile. Por su parte la Moretz es buena actriz y parece un patito mojado cada vez que la amedrentan en el colegio... pero hay algo que no funciona, y quizás sea el hecho de que se ve como una caricatura perteneciente a otro tiempo. Quizás habría sido mejor repensar el personaje para este nuevo milenio, en vez de trasladar una chica timida y harapienta - el cual era un concepto funcional en los años 70 - a esta época. Quizás esas contradicciones internas - sumado al énfasis en el drama en vez del horror - hacen que el filme se sienta tibio, amén de que la directora Peirce carece de la imaginería visual de un De Palma. Sin dudas el climax es inspirado pero se precisaba mas virtuosismo en los segmentos previos. Como entretenimiento, Carrie 2013 es sólido. Lástima que no asusta o impacta, y que sólo se trata de un trabajo prolijo sin mucho vuelo creativo. Se precisaba un artesano más arriesgado, alguien que pusiera el énfasis en los aspectos tortuosos de la historia y los aggiornara con más inspiracion, en vez de jugar a lo seguro e ir por el costado serio y dramáticamente chato, el cual no ofende pero tampoco deja huella. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/carrie-2013.html#sthash.eeHWXTaE.dpuf
Siempre odié las películas de Stallone y, por contra, era un gran fan de las de Schwarzenegger. Curiosamente estos dos tipos - carentes de talento actoral, frutos de una moda pasajera - se dieron maña para sobrevivir su propia fecha de vencimiento y se transformaron en dos figuras de permanencia debido, en gran parte, a que son astutos hombres de negocios. Mientras que la carrera cinematográfica de Arnold siguió un derrotero bastante predecible - empezó a actuar en películas cada vez mas flojas; luego siguieron las secuelas de sus éxitos mas conocidos y, por último decidió retirarse -, lo de Stallone fue un renacimiento espectacular: escribió dos buenas secuelas de sus títulos mas memorables - Rambo y Rocky -, y se dió el gusto de armar el combinado de los sueños con las mayores estrellas de acción de los años 80, creando la franquicia de The Expendables. Nada mal para un tipo que pasó los 60 y que deberían estar haciendo papeles menores o protagonizando telefilmes de segunda categoría. En esa astuta jugada de reinventarse, Stallone arrastró a Schwarzenegger a su propio juego y terminó por revivir la carrera del austríaco - la cual funciona como una especie de pasatiempo luego de haber terminado una prolija carrera política como gobernador del estado de California, trabajo para el cual fue electo durante dos mandatos consecutivos -. Acá han empardado a ambos veteranos en roles estelares - nada de esos cameos de cinco minutos -, y les han puesto un director de lujo como es Mikael Hafstrom - el mismo de 1408 -. El resultado final es un filme mucho mas cerebral e inteligente de lo que uno podría suponer de algo protagonizado por dos tipos musculosos; lástima que el guión termina por dispararse en sus propios pies en los 10 minutos finales, cuando intenta atar los cabos sueltos dando unas explicaciones que resultan tan rebuscadas como altamente improbables. En sí, Escape Imposible no es mas que un episodio de MacGyver ambientado en una prisión de máxima seguridad. Sylvester Stallone es un super especialista en seguridad carcelaria, razón por la cual ha vivido como recluso la mayor parte de su vida, y ama medir, controlar e inventar medios para escaparse de las prisiones en donde se la pasa metido la mayor parte de su tiempo. Ciertamente la secuencia de inicio - en donde Stallone pone en práctica sus talentos y logra fugarse de una penitenciaría en un puñado de días - es bastante impresionante e inteligente aunque algo artificiosa. Como sea, el papel de Stallone es mas cerebral que físico - lo suyo no es romper brazos y patear traseros (aunque lo hace si las circunstancias se ponen feas), sino medir debilidades y generar planes de escape improvisando con lo que tenga a mano, sean cajitas de yogur o bolitas de papel higiénico mojado -, y el tipo se ve bastante creíble en el papel. Las cosas se ponen picantes cuando el quía acepta probar la seguridad de una prisión secreta - onda esos aguantaderos que tienen los yanquis en Guantánamo o Afganistán -, en donde los tipos que están guardados son lo peor de lo peor. Como todo es recontrahipersecreto, Stallone va solo contra el mundo... hasta que se da cuenta de que nada es lo que parece, y que alguien quiso meterlo ahí para deshacerse de él de una vez para siempre. Como lo único que le queda es el cerebro, decide aliarse con un terrorista internacional - Schwarzenegger, aquí con barba y totalmente canoso, lo cual (curiosamente) lo hace ver mucho mas joven y natural que esos espantosos teñidos marrones que usaba en las entregas de The Expendables o en The Last Stand -, el cual es un personaje lleno de recursos. Entre ambos deben lidiar con un guardia sádico (Vinnie Jones), con un alcalde sádico (Jim Caveziel) y con un traicionero (y sádico) ex socio de negocios (Vincent D'Onofrio, intentando demostrar que hay vida después de quichicientas temporadas de La Ley y el Orden), amén de toparse con sorpresas de todo tipo y color, ya que la prisión está construída con tecnología de punta - que la hace parecer a la que albergaba a Magneto en Los Hombres X - y está plagada de gadgets desconocidos incluso para un tipo fogueado como Stallone. El filme tiene algunas sorpresas y ocurrencias interesantes y, en general, los intérpretes actúan bien. Quizás el lado de los villanos sea mas estereotipado - lo de Caveziel y Jones es muy predecible, y D'Onofrio es demasiado maniático como para resultar convincente o siquiera interesante -, pero las ocurrencias de Stallone son entretenidas. Es una macana que, cuando están en dupla con Arnie, ninguno de los dos puede generar algún latiguillo o secuencia fuera de lo común; se llevan bien en la pantalla, se pegan un par de trompadas (para complacer a los fans), y se tratan con respeto e inteligencia. Mientras que como pasatiempo pochoclero disfrazado de entretenimiento cuasi inteligente zafa, donde implosiona Escape Imposible es a la hora de ensayar las explicaciones de turno. (alerta spoilers). Nadie es capaz de explicarme cual es la utilidad de encerrar a un tipo de por vida en una prisión secreta, en vez de pegarle un tiro en la cabeza y esconder el cuerpo (amén de que hay que pagar una disparatada mensualidad por mantener al tipo encarcelado); tampoco nadie me puede explicar por qué todos los guardias parecen malas copias de los policias de THX 1138 (usando máscaras y portándose como si fueran robots). Pero lo peor es cuando intentan justificar que todo ha sido un plan de Arnie para que Sly lo ayudara a escapar. ¿En qué momento coincidió esto con la conspiración de D'Onofrio?. ¿Cómo un tipo puede tener acciones de una corporacion que no existe, la cual maneja prisiones secretas que nadie conoce?. (fin spoilers). Como sea, Escape Imposible zafa muy bien. Es mucho mejor que lo esperado, pero se desmenuza sobre la recta final. Quizás no sea lo más popular o conocido de estos dos monstruos del cine de acción, pero es una entrada bastante digna en sus respectivas filmografías. Y me atrevería a decir que es recomendable, aún cuando el público en general la dejó pasar por creer que se trataba de una bobería recargada de tiros y protagonizada por dos tipos que usan caderas ortopédicas.
Debo admitir que la primera Kick Ass estaba buena, aunque el lastre del filme eran sus súbitos cambios de tono, los cuales terminaban por descolocar a cualquiera - se iba del humor liviano a la brutalidad más extrema en cuestión de segundos -. Quizás los mayores logros de Kick Ass hayan sido sacar a Matthew Vaughn del gueto y convertirlo en un director respetado en Hollywood - así es como le dieron el timón de X-Men: First Class, uno de los mejores títulos de la franquicia -; y en presentar al mundo a ese torbellino llamado Chloe Grace Moretz. No sé si la Moretz es una gran actriz - hubo un par de cosas que vi posteriormente y no me convencieron -, pero creo que lo suyo es poner cara de desquiciada y patear traseros. Y, como aquí lo demuestra, parece tener un delicioso don innato para ello. En sí, Kick Ass 2 no recorre ningún camino nuevo. Toma muchas cosas del original, las pule y las expande, pero da la impresión que ahora los ingredientes están más balanceados y mejor cocinados. No está Matthew Vaughn - se reservó el puesto de productor -, pero está Jeff Wadlow, un tipo ignoto que dirigió un par de películas directas a video (como Never Back Down) y que pronto prueba ser tan hábil con la pluma como con la cámara. Porque aquí dirige y escribe y, guau, lo hace con gran altura. El gran problema con la original era que el protagonista era un insulso de aquellos y las cosas sólo funcionaban cuando aparecía Hit Girl - la Moretz enfundada en disfraz y partiendo huesos a mansalva - en pantalla. Acá los papeles se han reescrito de manera un tanto más equilibrada y, aunque Hit Girl sin dudas es la ladrona de escenas por excelencia, el tontín Kick Ass tiene su cuota de momentos interesantes. Aún así, parte del problema con el papel es Aaron Taylor Johnson - ese flaco con cara de nene que se casó con una cuarentona en la vida real, le hizo un par de pibes, y que aquí regresa pasado de esteroides, con lo cual parece un niñato injertado en el cuerpo de Sylvester Stallone -, quien simplemente carece de carisma. Acá actúa algo mejor y tiene un rol bastante más elaborado, pero está más cerca de Woody Allen que de Hugh Jackman. Por lo menos las escenas con él no aburren. Del otro lado del mostrador está Christopher Mintz-Plasse (que no es mints, please!, como siempre se me ocurre), al que le toca hacer de loco malo. Ciertamente Mintz-Plasse no es el nuevo Heath Ledger pero al menos su villano es bastante digno, y uno se divierte con sus ocurrencias. El quid de la historia pasa por los dilemas; a final de cuentas, ésta es gente que se ha metido a vivir una doble vida, y no termina de ser feliz en ninguna de ellas. A la noche combaten al crimen, pero son ilegales y perseguidos por la ley, y de día son una parva de perdedores despreciados por los demás. La auténtica heroína real es Hit Girl (Moretz), pero ella misma siente que está perdiendo parte de su vida e intenta adaptarse como una adolescente común y corriente. Por supuesto la movida no sale como lo esperado - las mejores partes del film pasan por ver a la Moretz mordiéndose los codos para intentar ser normal, descubriendo sus hormonas alteradas al ver los ídolos teen, o metiéndose en toda esa anhelada (pero pútrida) rutina del secundario, sea estar con las top girls, ser porrista, salir con los atletas de la escuela, etc -, y pronto la chica manda a freir churros a sus pedantes compañeritas de colegio. Por otro lado el insípido Kick Ass ha logrado unirse a una banda de vigilantes liderada por un desquiciado ex-asesino que se hace llamar el coronel Barras y Estrellas (Jim Carrey). Mientras que Carrey sigue probando suerte con personajes oscuros e intensos (como el mago descontrolado de The Incredible Burt Wonderstone), no termino de entender qué es lo que hace aquí. Quizás haya aportado un par de líneas de remate al corte final y esté ok en el papel, pero se trata de un rol que podría haberlo ocupado cualquier otro - digamos, Willem Dafoe -. Lo suyo es intenso pero controlado, y ni siquiera es tan descollante como para resultar memorable. Las cosas se mechan cuando el hijo del mafioso al cual acribillaron en la película anterior (y que era interpretado por Mark Strong) se le ocurre cobrar venganza del enmascarado verde y su letal compañera púrpura. A diferencia de la primera Kick Ass aquí las cosas van más de comedia, aunque hay momentos en que el humor es negrísimo y parece salido de una película de Tarantino. Como es menos chocante, menos solemne y menos subversivo que el capítulo 1, Kick Ass 2 termina resultando mejor filme que su predecesor, simplemente porque es mas parejo, más entretenido y más llevadero; desde ya que muere gente (y a veces de manera bastante fea), pero dichas secuencias no logran torpedear el tono ni los logros del filme. Por contra, en el original parecía haber cierto deseo perverso de Vaughn en intentar descolocar al espectador, fuera exhibiendo una muerte extremadamente violenta a cada rato, o mostrando como un adulto le propinaba una brutal paliza a una nena de 12 años. Como decíamos, la cosa viene de venganza. Aún cuando el malo tenga cara de tarado y sea un completo inútil, por el otro lado está tan forrado de dinero que puede reclutarse un ejército de sicarios a piacere y disfrazarlos como él quiera - como dice en un momento, "mi superpoder es el dinero!" -. Aún con toda su inoperancia el tipo posee su cuota de oscuridad y llega un punto en que empieza a actuar con eficiencia. En especial cuando recluta a una colosal amazona de casi dos metros - a la que bautiza como "Madre Rusia" -, la cual parece esculpida en metal y es tan implacable como brutal. Si en Kick Ass 1 había una sátira inteligente al género de los superhéroes, aquí se empieza a mover directamente con las reglas del género, aunque conserva algunos elementos de metaficción. Toda esta gente filosofa sobre su papel basándose en lo que conocen de la mitología de los comics, y llegando a comportarse de acuerdo a dichas directivas - piensen en algo parecido a Scream, pero ambientado en el universo de los héroes de historieta -. Muchas de sus conclusiones son interesantes pero, por sobre todo, está el factor fundamental que es la química: actúan bien, son simpáticos y queribles - incluyendo los villanos -, y son lo suficientemente ricos como para preocuparnos por su suerte y estar atentos a sus próximas movidas. En especial Aaron Taylor Johnson, el que muestra tener algo más de pulso en esta segunda aparición como el personaje de marras. Es más que probable que los fans de culto disfruten más de Kick Ass 2 que el resto de los mortales. Yo creo que hay elementos para todos los gustos, pero el nivel de metaficción funciona mejor para el conocedor que para el neófito. Hay acción (brutal), hay humor (brutal), hay buenos personajes (que a veces sufren destinos brutales), hay un buen desarrollo, buenas actuaciones y una gran dirección. Es más que probable que se venga la tercera y última, y me gustaría mucho que Jeff Wadlow la vuelva a dirigir. Aquí ha probado tener mano de sobra para manejar el material e, incluso, sacar lo mejor de él. Y aunque no se trata de la mejor vuelta de tuerca al género, Kick Ass 2 es un entretenimiento inteligente y muy respetable, razón por la cual ha terminado de ganarse nuestra más sincera recomendación. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/kick-ass2.html#sthash.TyfjC6WZ.dpuf
Riddick es el tercer capítulo de la saga iniciada por Pitch Black (2000) y seguida por Las Crónicas de Riddick (2004). En sí, resulta algo decepcionante ver que - después de 9 años de espera - uno termina viendo un reciclado menos inspirado de Pitch Black. Aún así, aquí hay el 70% de una excelente película, la cual termina siendo degradada por una serie de excesos y pifias de diverso tipo. Y a pesar de todo ello sigo quedándome con Vin Diesel, ya que su letal asesino furiano es el mejor personaje que uno ha visto en los últimos tiempos. Honestamente, no sé por qué a la gente no le gustó Las Crónicas de Riddick - en donde el personaje se veía envuelto en una fascinante opera espacial propia de un folletín -; el filme tenía sus fallas pero poseía una condenada originalidad, y mandaba al personaje por un carril completamente diferente. Acá han vuelto a ponerlo en un planeta desértico rodeado de bichos terribles, con el agravante que los escorpiones mutantes de ahora no impresionan tanto como las esqueléticas aves mutantes de Pitch Black. Mientras que el enfrentamiento con los depredadores del lugar está apenas ok, lo que resulta formidable es ver a Riddick sobreviviendo y - especialmente - tendiéndole una trampa a sus perseguidores. Aquí el tipo arranca en mal estado, con una pierna rota, y sin agua ni comida en un planeta desértico; pero como el protagonista es más un depredador que un hombre, termina siendo letal aún con sus manos desnudas como única arma. Es Riddick convertido en la versión cool de Robinson Crusoe, lo cual tiene sus aciertos y sus pifias; mientras que los inventos y las ocurrencias del protagonista son geniales, los efectos especiales dejan que desear, en especial los bichos creados vía CGI. Hay un ridículo perro mutante, y están los escorpiones del barro, que son más aparatosos que espeluznantes. En donde el filme despega es cuando Riddick se recupera y se da maña para hacerse de una vía para escapar del planeta. Encuentra un refugio de supervivencia, y hace llamar a todos los cazarrecompensas que andan por el cuadrante. Y cuando llegan dos naves, los intima para que dejen una y se escapen en la otra... a menos que quieran ver su sangre manchando la arena que tapiza el planeta. Toda esa parte es formidable - es Riddick en acción, matando a la gente con movimientos copados, y sobrepasando en inteligencia a sus oponentes -, aunque hay algunas exageraciones que resultan demasiado, incluso para el mismo Vin Diesel: como cuando liquida a un tipo, barajando en el aire un machete con su pie (!) y lanzándolo con tanta potencia que le rebana la cabeza por la mitad. Es un momento tan ridículo y prepotente que uno no puede dejar de reírse. Más allá de la trama reciclada y de los CGIs mediocres, creo que el problema del filme pasa por la adoración por Riddick que tienen Vin Diesel y el director / guionista David Twohy. Riddick ya no es un individuo amoral e inquietante, sino que es un héroe oscuro que mata gente de la manera más cool posible. Sin dudas el personaje desborda carisma - y Diesel se siente como pez en el agua cuando lo encarna -, pero aquí los momentos de endiosarlo terminan resultando en escenas cuasi bochornosas. Sin dudas los grandes personajes del cine tienen sus momentos de lucimiento - como la clásica persecución del camión nazi en Los Cazadores del Arca Perdida, en donde Indiana Jones despachaba él solito a todo un pelotón de soldados alemanes -, pero se precisa cierto control y talento para no caer en la tontería. Aquí Twohy no logra esa flexibilidad de la credibildad sino que la rompe un par de veces, lo cual es gracioso pero no de la manera que debería ser - uno se ríe del protagonista, no con él -. Aún así, como la exageración no es una constante, Diesel y Twohy vuelven al redil después de unos segundos de disparate y logran encausar el filme... por lo menos hasta que se les ocurre despacharse con otro exceso. Sin dudas Vin Diesel nació para el personaje; lo suyo es carisma puro, y su perfomance es un placer culpable. Sin embargo el resto del cast es harina de otro costal; Katee Sackhoff (Galáctica) tiene sus momentos de lucimiento, pero está en segundo plano; Dave Bautista es muy efectivo como lacónico secundario... pero la perfomance de Jordi Molla bordea lo terrible. Fanfarronea demasiado y es incapaz de dar la marca con lo que debería ser un cazarrecompensas curtido; lo mismo pasa con el mercenario jovencito que se la pasa rezando, que es más un adorno que otra cosa. Aún con sus defectos - el final es más flojo que lo esperado - Riddick es muy disfrutable; cuando funciona, lo hace con una intensidad envidiable, y ver a Vin Diesel en acción en el papel que lo llevara a la fama es sin dudas una gozada; pero, por otra parte, es un filme mucho menos pulido de lo que debería haber sido, considerando que pasaron 9 años pergueñándolo. Está la puerta abierta para una cuarta parte, pero dudo que la veamos materializada ya que - por algún capricho del destino - las entregas de la saga no son todo lo taquilleras que debería... aún cuando cuentan con uno de los mejores personajes de la historia del cine. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/riddick.html#sthash.qU1h2iqE.dpuf
A veces las historias mínimas sirven como lienzos en blanco para que grandes directores hagan sus mejores pinceladas, y ello es lo que ocurre con Gravedad. El filme viene de la mano de Alfonso Cuarón, el cineasta mexicano que hizo madurar a la saga de Harry Potter - a través de la entrega dirigida por él El Prisionero de Azkaban (2004) -, y que en el 2006 se despachara con esa obra maestra que fue Hijos de los Hombres. Gravedad es la tercera incursión de Cuarón en el género fantástico y, como era de esperarse, se trata de otro filme excepcional. He aquí una premisa típicamente hitchcockiana - un escenario minimalista en donde los elementos más insospechados se transforman en trampas mortales, y en donde la protagonista vive una situación de encierro permanente, esa trampa mortal llamada traje espacial, el cual la protege del inhóspito vacío espacial pero también se transforma en una burbuja letal en donde el oxígeno se consume mucho antes de lo esperado -, conducida de manera impecable. Todo el terror es mental, fruto del pánico sufrido por la protagonista al verse despojada de cualquier tipo de apoyo y debiendo resolver por sí sola una situación tan monumental como acuciante. Desde las interminables y claustrofóbicas tomas - que a Hitchcock le hubieran deleitado, como la secuencia inicial que dura cerca de 20 minutos, que se panea por las distintas naves y astronautas y que llega incluso a meterse en el casco mismo de Sandra Bullock - en donde la platea se contagia con su angustia y comienza a respirar agitadamente con ella el enviciado aire del traje espacial, hasta las horroríficas situaciones que se dan en un segundo plano y que pasan inadvertidas a la protagonista - como la destrucción de la estación espacial, la que ocurre en el más inquietante de los silencios debido al vacío del espacio -, todo esto se siente como una auténtica montaña rusa en donde las tensiones nunca se acaban. Cuando la Bullock logra resolver un problema, resulta inevitable que aparezca otro - tan grave y monumental como el anterior - razón por la cual debe improvisar nuevamente una serie de medidas desesperadas. En todo caso la protagonista es una víctima serial de la Ley de Murphy, en donde ninguno de los recursos de emergencia funcionan como corresponden, y lo cual la obliga a vencer sus propios terrores para tomar las decisiones adecuadas... muchas de las cuales no figuran en ningún manual y dependen enteramente de su inventiva. En sí, Gravedad es un drama totalmente realista. No hay héroes de último momento ni situaciones milagrosas; el vacío espacial es un contexto letal y los humanos osan incursionar en él a través de naves de hojalata y cálculos científicos prendidos con saliva. En sí, Gravedad es la completa antítesis de Apollo 13; en el filme de Ron Howard uno se quedaba con la sensación de los astronautas eran especialistas y podían resolver las inclemencias espaciales a costa de ingenio - lo cual daba lugar a un drama de cabina demasiado estático -; por contra, aquí los astronautas no son más que atrevidos temerarios, individuos obligados a improvisar a cada momento y personajes que logran completar su misión por una circunstancia casi fortuita de poder esquivar los peligros del viaje. En ningún momento están en completo control de la situación; el espacio es un lugar letal, infestado de riesgos de los cuales apenas conocemos unos pocos. Aquí no es necesario incluir monstruos ni extrañas amenazas espaciales, sino que basta aplicar un simple postulado de física: en el espacio y, por carencia de gravedad, los objetos pueden impulsarse hasta el infinito. En el filme lo que ocurre es el llamado sindrome Kessler, en donde una explosión en el espacio puede producir una avalancha de restos, los cuales producirán un efecto dominó tan devastador como duradero - al aniquilar todo a su paso, la avalancha se acrecienta y gana velocidad, arrasando cada vez más satélites y otros vehículos espaciales, y generando una oleada tan masiva y letal que impediría el uso del espacio durante décadas -. Ante semejante situación los humanos son insignificantes, piezas mínimas de una maquinaria descomunalmente superior que ha decidido salirse de madre, y en donde la única respuesta posible es el escape hacia un lugar seguro. Y mientras la protagonista comienza a descubrir el héroe interior que hay en ella - ése que lo lleva a seguir peleando por sobrevivir, y que le dice que hay una luz de esperanza al final de todo -, también emprende un proceso de reconciliación espiritual consigo misma. La doctora Stone ha perdido una hija y, desde ese entonces, se ha transformado en una autómata; pero ahora, sabiendo que éste puede ser el último día de su existencia, se ha dado cuenta que no quiere morir y que hay un millón de cosas que puede hacer con su vida de ahora en más. La crisis espacial es el cachetazo que saca la protagonista de su letargo emocional y la regresa al mundo de los humanos. Gravedad es una formidable experiencia cinematográfica. Las emociones son constantes, los peligros no paran nunca, los momentos emotivos son entrañables. Mientras que George Clooney hace lo que mejor sabe hacer - robarse la película a fuerza de carisma -, sin dudas es el mejor trabajo actoral de la carrera de Sandra Bullock, un auténtico tour de force en donde pasa por todas las emociones. Ella es una científica retraída y algo torpe, la cual termina por transformarse en una leona aguerrida al final del camino. Como suele ocurrir en los momentos de crisis, tomamos (y asumimos) lo mejor de la personalidad de nuestros mentores, de aquellos que nos han aconsejado al momento de estallar la revuelta, y terminamos contagiándonos de su sabiduría y valentía. (alerta spoilers) En el fondo el proceso de la Bullock no es mas que la reencarnación del espíritu de George Clooney, un individuo paciente, inteligente y amigado con la vida, cuyas palabras terminan por hacer carne en la protagonista al final del viaje. Y, como suele ocurrir con los renacimientos, la Bullock resurge de las aguas como una persona nueva, habiendo sufrido un bautismo de fuego que le hizo dejar atrás todos sus antiguos sufrimientos y dándole una nueva razón de existencia. (fin de spoilers) El argumento mínimo, las grandes actuaciones, la tensión, el manejo maestro de cámaras que hace Cuarón... todo ello convierte a Gravedad en un filme imperdible, una experiencia intensa, inteligente y memorable.