Insidious: Capítulo 2 es un filme terrible. La única explicación posible es que un grupo de alienígenas abdujo a James Wan y Leigh Whannell mientras dormían, y los reemplazaron por un par de clones descerebrados y carentes de talento. Es increíble la manera en que embarran la historia y, si bien Wan aún puede generar algunos sustos en una mañana de resaca post-borrachera, lo de Whannell es sencillamente imperdonable. Toda la trama de Insidious: Capítulo 2 resulta rebuscada y mal cocinada, con el agravante de que las cosas se ponen peor - en el sentido más estúpido de la palabra - cuando llega el climax. Quizás otra gente - en especial el espectador ocasional - no note ciertos detalles y resulte mas clemente con el filme pero, para mí, Insidious: Capítulo 2 está llena de aspectos distrayentes y mediocres. El primero es que usaron la misma casa - obviamente redecorada - de El Conjuro; las paredes decrépitas y resquebrajadas de la casona setentosa de aquel filme han sido camufladas con mediocre papel tapiz, pero los ambientes, las puertas, y hasta los ángulos de cámara resultan iguales. Para colmo el filme arranca con un flashback en los años 80, con lo cual la sensación de deja vú es aún más fuerte. El segundo aspecto - que sí es imperdonable - es que el teaser (la secuencia pre créditos) tiene un nivel actoral que apesta, y eso ya hace que el filme arranque con mal pie. Hay barbas postizas demasiado falsas, y hay una chica que hace de la versión joven de la medium, la cual actúa como si fuera una obra de teatro infantil. A esto se suma que los supuestos sustos de la secuencia flaquean y resultan predecibles. Pero el gran problema con Insidious: Capítulo 2 es que se siente un desgano generalizado en todos sus aspectos: abundan las malas actuaciones - en especial Patrick Wilson, el cual es un intérprete bastante limitado y que aquí tiene la obligación de llevar la película sobre sus hombros -, las secuencias recicladas (provenientes de otros títulos de Wan como la primera Insidious o El Conjuro), y las conclusiones traídas de los pelos. Da la impresión de que todos estaban cansados y escribieron de apuro una película sin poner algo de empeño en revisar el libreto, como si tuvieran que cerrar alguna obligación contractual que pesaba sobre ellos. Por ejemplo el guión no genera espacios para crear algo de clima, sino que prefiere disparar una escena de shock tras otra, con el agravante que ninguna de ellas funciona demasiado. Todo esto me hace acordar a alguna de las entregas de la saga Scary Movie, la cuales se creen graciosas pero abundan en chistes malos y los disparan de una manera interminable. Al menos Wan logra meter algún bocadillo efectivo en el medio - los encuentros de Rose Byrne con la mujer fantasma, o la incursión en el hospital abandonado - pero, por otra parte, es malo dirigiendo actores y aquí hay momentos en que las perfomances bordean lo ridículo: sea Wilson haciendo de loco, o la mujer fantasma al momento de volverse amenazante. Para colmo el filme abandona la idea de que el más allá está habitado por demonios, y prefiere embarrarse con la idea desgastada de un asesino serial intentando reencarnarse, para lo cual ensaya una explicación realmente poco convincente. Todas las secuencias que intentan explicar la locura y el pasado tortuoso del villano resultan mas patéticas que amenazantes y, para colmo, todo el conflicto debe resolverse con un nuevo viaje al mas allá... el cual era el aspecto menos efectivo de la primera Insidious. Yo escribo estas líneas con profundo dolor, simplemente porque James Wan (y, por qué no, su socio Leigh Whannell) es uno de mis ídolos, y creo que es el único gran maestro del terror que existe en la actualidad. Desde Saw, el Juego del Miedo hasta El Conjuro, pasando por la primera Insidious y Silencio Desde el Mal, todos sus títulos e me han hecho pegar enormes repingos en la butaca, lo cual es muchísimo más efectivo que 100 películas juntas de la última camada del cine de terror. En todo caso, Insidious: Capítulo 2 es un paso fallido de esta dupla de creativos, pero ello no tiene por qué marcar una tendencia definitiva. Wan ha anunciado que no volverá a rodar filmes de terror (quizás porque vió lo horrible que era éste) y se metió de lleno con el caótico rodaje de Rapidos y Furiosos 7, el cual fue torpedeado por el sorpresivo fallecimiento de su protagonista Paul Walker. Ojalá recapacite y vuelva al género que más reconocimiento le ha dado, y crucemos los dedos para que sea un regreso con gloria. Porque aquí se ha despachado con un filme mediocre, el cual termina por estrellarse sobre el final y de la peor manera posible... algo que resulta indignante si uno considera los quilates de todo el talento involucrado. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/insidious-2.html#sthash.IqJvh7JT.dpuf
Elysium es el esperado debut hollywoodense de Neil Blomkamp, el director sudafricano que saltara a la fama con Distrito 9 en el 2009. Cuatro años después Blomkamp se despacha con otra alegoría social camuflada de aventura de ciencia ficción, la cual mantiene muchos puntos en común con su opera prima. Y si bien el escenario que pinta resulta muy interesante y jugoso, el relato sufre enormemente gracias a la mala definición de los personajes y la falta de empatía el protagonista con el público. Es dificil hacer fuerza por un perdedor egoísta al cual le importa un pito el destino de toda la humanidad y que sólo está interesado en salvar su propio pellejo. Elysium es un filme distante. Toda esta gente habla (y habla mucho) pero jamás se sienten como personas reales. No conocemos su intimidad, no hay un aspecto simpático de sus vidas, son tipos grises envueltos en existencias totalmente egoístas. Hay casos tristes como el de Alice Braga - una enfermera que trabaja en un pestilente hospital público desbordado de casos (y que me hace acordar a algunos nosocomios del Gran Buenos Aires!), gana poco, atiende como puede a sus pacientes porque carece de recursos y que, para colmo, tiene a una hija con cáncer terminal -, pero el resto es una caterva de individuos centrado en la satisfacción de sus propias necesidades: Jodie Foster quiere el poder, William Fichtner quiere el dinero, Matt Damon quiere curarse, Wagner Moura (Tropa de Elite!) quiere voltear el gobierno de los ricos... a nadie parece importarle la vida de los otros. Ni siquiera a Moura, el cual debería ser el carismático lider de una revolución humanista que pretende la igualdad para todo el mundo... pero que termina mandando al muere a la mayoría de sus asociados con tal de obtener la información que él precisa. En sí, la historia de Elysium es simple: es otra variante de Metropolis, salpicada con detalles de Distrito 9 y Johnny Mnemonic. Los pobres de un lado, los ricos del otro. Un día un pobre se cansa (o, en el caso de Damon, llega a un punto de desesperación), y decide cruzar la frontera. La movida provoca el desequilibrio y la revolución. Aquí es el operario de una fábrica de armamentos que termina envenenado accidentalmente con radiación. El tipo no es ningún santo - tiene antecedentes por robo y se encuentra en libertad condicional - así que, como tiene calle y contactos con el bajo mundo, decide ofrecerle sus servicios a un oscuro líder revolucionario para que le brinde un salvoconducto falso hasta la estación orbital de los ricos, ya que allí hay unos aparatos fantásticos capaces de curarlo completamente en un santiamén. Para cumplir la misión le ponen un sistema servomecánico conectado a su espina (otra que el doctor Octopus), lo que lo vuelve casi sobrehumano: pelea, salta y corre a una velocidad impresionante. Ahora debe secuestrar a un rico para pedir un rescate, y él decide vengarse del asqueroso millonario que era su jefe. El problema es que el secuestro sale mal, el quía queda con la memoria implantada del ricachón y, lo que es peor, el tipo estaba metido en un inminente golpe de estado. Los golpistas quieren tapar todo y, sobre todo, hacerse con los datos robados, para lo cual mandan a un temible mercenario llamado Kruger, papel a cargo de Sharlto Copley. Si usted pensaba que Copley era un pavote sin gracia, especializado en interpretar a tipos grises o loquitos con buena onda, espere a ver lo que hace con Kruger: el tipo mastica con furia cada una de sus líneas y opera con un grado de violencia y amoralidad pasmosa. Por muy muy lejos el Kruger de Copley es el mejor personaje que tiene la película. Pero si Copley es fabuloso en el papel, los problemas pasan por el resto, los cuales están desdibujados o desbalanceados. Matt Damon es un actor de la hostia y es un tipo que anda muy bien como héroe de acción, pero aquí resulta totalmente inapropiado. Nunca da la impresión de ser un pobre diablo, un tipo sufrido que vive en la miseria, sino que está tan anabolizado que parece un Schwarzenegger vestido con ropas harapientas, lo cual aniquila totalmente su credibilidad - el rol precisaba un tipo desvalido, como era el mismo Copley en Distrito 9; un perdedor que en su hora más oscura termina por transformarse en un héroe -. Por su parte Jodie Foster (formidable actriz!) apenas tiene tiempo para hacer algo con el rol; es muy unidimensional y acartonado, y hubieran podido contratar a cualquier otra actriz para el papel. Alice Braga es un adorno que sirve de excusa para darle un cierre al filme, y el resto está de relleno. En sí, el escenario es muy interesante - uno bien puede imaginarse a Robocop suelto en semejante contexto, con gente que negocia apliques biónicos, balas inteligentes que explotan cuando el usuario lo desea, minas voladoras que se adosan a la piel de la gente y la hacen volar en pedacitos, discos duros implantados en el cerebro de la gente, y un largo etcétera -, pero la narración no termina de sacarle el jugo que corresponde. Ni siquiera la acción resulta memorable. A mí me da la impresión que esta misma historia, sin cambiarle siquiera una coma, hubiera dado mucho más frutos en manos de un James Cameron - alguien acostumbrado a darle carnadura a épicas futuristas en donde los desvalidos pelean contra los poderosos -. Le hubiera dado oxígeno a los personajes, hubiera llevado la duración a unas tres horas, y hubiera hecho pausas para crear algo de clima. Acá pasan demasiadas cosas, hay demasiadas sub historias, y no hay tiempo para desarrollar los personajes como corresponden. Todo el tono épico de la trama queda diluido por la burocracia del relato, el que intenta centrarse en demasiados detalles del universo que pretende pintar. Definitivamente Elysium no es una mala película; sus ingredientes son de calidad pero no están cocinados como corresponde. Hubieran puesto a otro actor (un alfeñique) en lugar de Damon, y hubiera estirado el metraje para descomprimir la historia, y todo el filme hubiera ganado en efectividad. Así como está termina resultando un producto inteligente, aunque incompleto y para nada memorable. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/elysium.html#sthash.e3AgxeyC.dpuf
R.I.P.D. es la adaptación fílmica de la novela gráfica homónima publicada por Dark Horse Comics, los mismos que dieron a luz títulos tales como Hellboy y Mystery Men. Como editorial independiente, a la gente de Dark Horse le gusta salirse del molde y ser experimentales... aunque aquí las cosas suenan demasiado conocidas y terminan siendo un reciclado de Hombres de Negro, sólo que con demonios en vez de alienígenas. En sí R.I.P.D. no es un filme demasiado terrible y sirve para pasar el rato; el problema es que la mitad de la gente involucrada el proyecto tiene una desidia tal que termina por torpedear su propia fuente de trabajo, como si a mitad de camino hubieran perdido toda la fe en la obra. La estructura de Hombres de Negro está trasladada casí sin modificaciones: otro policía reclutado por una oscura agencia que combate una amenaza tan secreta como sobrenatural, uso de armas especiales, una dupla compuesta por un oficial veterano y uno joven, un jefe extravagante que les asigna las misiones, una investigación que desemboca con la amenaza de extinción de todo el mundo conocido, etc. Si uno lo pone a la par, R.I.P.D. es mucho mejor que Hombres de Negro 2, pero palidece frente a las otras entregas de la saga de Barry Sonnenfeld. Igual es defendible porque tiene sus momentos, y porque el director Robert Schwentke - RED - es mucho menos exagerado que Sonnenfeld; pero... R.I.P.D. se topa con dos enormes problemas: el primero es que el protagonista no tiene ganas de actuar y se la pasa en modalidad de piloto automático. Yo no entiendo cual es el razonamiento de Ryan Reynolds, ya que incluso el tipo hace las veces de productor ejecutivo: ¿la responsabilidad del proyecto lo asustó?. ¿Sintió el tufo del fracaso de la historia?. ¿O es que su ego no resistió ver como Jeff Bridges le roba todas las escenas en las que están juntos?. Si Reynolds es anodino, el otro detalle mortificante son los efectos especiales, los cuales son abominables. Considerando la guarrada de millones de dolares que costó, resulta incomprensible que R.I.P.D. tenga FX del mismo calibre que las producciones hipermediocres del estudio The Asylum o los telefilmes del Sci-Fi Channel. La historia no es gran cosa. El tipo se muere, es reasignado al Departamento En Paz Descanse, el cual se ocupa de atrapar espíritus rebeldes que no aceptan su propia muerte, y recibe de compañero a un veterano cowboy malhablado, el cual en manos de Bridges resulta en un híbrido de The Dude y Rooster Cogburn. Aún cuando Bridges nunca fue demasiado de mi agrado, debo reconocer que acá el tipo se relame sobremanera con su papel de su vaquero bruto boca de cloaca, y es gracias a él que R.I.P.D. resulta mirable. Los tipos empiezan su rutina, Reynolds conoce los pormenores de la agencia, y pronto descubre pistas sobre su muerte - algo que tiene que ver con un artefacto todopoderoso inventado por el libreto -. Curiosamente el poli corrupto que lo liquidó resulta ser uno de los demonios que debe capturar. En el medio hay un fuerte tufillo a Ghost, la Sombra del Amor, con Reynolds intentando comunicarse con su esposa viva. El problema es que Reynolds y Bridges ocupan cuerpos sustitutos, los que se ven respectivamente como un viejo chino y una rubia infartante. Lástima que el libreto no decide ensalzarse con este detalle, ya que era un filón que daba para mucho. La acción es un disparate y la trama tiene su gracia, aún cuando uno reconozca que nada de esto es original. Es cierto que a veces los diálogos son anodinos, pero no duran demasiado y siempre tenemos alguna escena con Bridges o con Mary-Louise Parker (otra que se afila las uñas con su papel de burócrata maniática), los cuales siempre son más interesantes que el mismo héroe. Si uno no le da bola a la mala fama que la rodea, verá que R.I.P.D. es digerible y hasta disfrutable. No sé si vale la recomendación pero, si cayó invitado a su proyección, tampoco la pasará mal. Es una macana que no le hayan puesto un poco más de ganas, con lo cual el resultado habría sido superior. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/ripd.html#sthash.dPm8ajmh.dpuf
Pareciera que hay gente que se niega a asumir que han hecho una mala inversión, y ése podría ser el caso de los productores de la saga Percy Jackson. Como parte de la mentalidad reinante en Hollywood en los últimos tiempos, han comprado los derechos de una franquicia de fantasía - esperando ser la próxima saga de éxito al estilo de Harry Potter -, y le han inyectado dinero suficiente como para presentarla en bandeja de plata - incluyendo al reclutamiento del patrocinador y primer director de las aventuras del mago, Chris Columbus -. El problema es que la franquicia de Percy Jackson es una pavada atómica de acá a la China, básicamente porque insiste en trasladar toda la mitología griega a la mediocre cultura norteamericana, creyendo que los estadounidenses son el centro del universo y sus alrededores. No conformes con haber obtenido tibios resultados de taquilla con el original, se les ocurrió engendrar una secuela, la cual tiene un fuerte tufillo a fracaso. Tal como pasaba con Las Crónicas de Narnia: La Travesía del Viajero del Alba, ésta es una entrega que llega demasiado tarde y que carece de energía, amén de que luce muy pobre en casi todos sus aspectos. En sí, Percy Jackson y el Mar de los Monstruos se siente como una sobreproducida secuela directa a video. Hay muchos efectos especiales de calidad mediocre, no queda ni una de las estrellas del primer filme - y algunos de los personajes remanentes han sido reemplazados por actores de cachet más barato, como Stanley Tucci y Anthony Head - y, lo que es peor, ni siquiera el grupete de adolescentes que pone la cara para los papeles principales parece demasiado entusiasmado con la tarea de regresar a los caracteres que les dieron sus 15 minutos de fama. Como quien dice, hay un clima de desgano generalizado, el cual resulta entendible cuando uno empieza a ver la pavada en la cual se han enrolado. Hace mucho tiempo una chica defendió con valentía la entrada del campamento que alberga a los semidioses - los hijos naturales y humanos de los dioses olímpicos, los cuales habitan una especie de versión camping de cuarta de Hogwarts - y pereció en la batalla, razón por la cual su divino padre la convirtió en un arbol mágico que protege al lugar de las presencias no deseadas. En la época actual hay internas entre los semidioses, algunos de los cuales desean dar un golpe de estado y voltear a todos los que moran en el monte Olimpo; esos infiltrados aprovechan la ocasión para envenenar al árbol y debilitar la barrera, con lo cual todos los chicos del campamento quedan a merced de los depredadores inmortales que acechan la zona. Ahora, para curar el árbol, hay que irse al fin del mundo y buscar el vellocino de oro, el único artefacto mágico que puede reestablecer su salud. Toda esta historia no estaría tan mal sino fuera que está salpicada por ocurrencias insultantes, las que van desde una isla poblada por cíclopes... en la cual hay montado un ridículo parque de diversiones (¿Interama?)(wtf?!!), barcos acorazados de la Guerra de Secesión que son capaces de emerger indemnes de las profundidades del mar como si fueran submarinos atómicos, ciclopes idiotas que son a prueba de fuego (lo cual incluye sus ropas y sus lentes de sol de plástico!), y la creencia que UPS es un servicio postal regenteado por Hermes y sus acólitos. Al menos, entre tanta imbecilidad, el cameo de Nathan Fillion como Hermes tiene su gracia (incluso se despacha con un guiño para los fans de la serie Firefly, al comentar sobre una serie televisiva basado en las aventuras de un héroe olímpico... "la mejor serie jamás creada... y cancelada después de la primera temporada!").
El Hombre de los Puños de Hierro tiene todos los ingredientes para convertirse en un pequeño clásico de culto: es disparatada, sangrienta, movida y entretenida. No le pidan lógica o coherencia; es simplemente una fuerza impulsada por su propia energía que sólo se disipa cuando llegan los títulos finales de crédito. Y, para redondear el concepto, terminaré diciendo que es una deliciosa película mala. Ciertamente El Hombre de los Puños de Hierro me hace acordar mucho a Asesino Ninja. La historia es lo de menos, lo que importa es la dirección con estilo y las peleas. El filme es un proyecto acuñado por RZA - un rapero que ha trabajado en la banda de sonido de casi todas las películas de Tarantino, y que ha mamado mucho de su estilo directorial -, el cual viene elaborándolo desde el 2003, y que ha recibido la influencia tanto del mismo QT como de Eli Roth - quien se encargó tanto de co-escribir el libreto como de guiar al rapero en sus primeros pasos en el cine, ayudándolo a obtener la financiación que precisaba para el proyecto -. Considerando que RZA es un director novel, el resultado final se ve impresionante: en lo visual El Hombre de los Puños de Hierro es una fiesta. No sólo copia a la perfección el preciosismo del cine de artes marciales chino (como los Wu Xia de Zhang Yimou Héroe o La Casa de las Dagas Voladoras), sino que - al momento de la acción - el tipo se despacha con unas coreografías deliciosamente viscerales. Es más que posible que RZA haya recibido un montón de ayuda no oficial (léase: Roth o Tarantino metiendo mano en el filme) pero, de no ser así, es un director a tener en cuenta y a seguir. Los montajes son excelentes, el ritmo es fantástico, y la película nunca se queda quieta. Mientras que RZA es muy bueno como director, como libretista es pasable y como actor es un cero a la izquierda. Ciertamente al rapero se le ha soltado la cadena, y ha dejado volar su imaginación de manera salvaje - en más de un momento el filme entra directamente en el terreno de la fantasía, con tipos que pueden mutar su piel en una cobertura de bronce impenetrable, o guerreros dotados de armaduras recargadas de gadgets imposibles -, con lo cual el filme termina pareciéndose a un duelo de superhéroes ambientados en la China milenaria. Por otra parte el guión destila reminiscencias de spaghetti western, en donde un montón de personajes notables terminan confluyendo en un sitio y hora determinados para desatar una carnicería descomunal. Cada héroe tiene oportunidad de batirse a duelo con un enemigo a su altura en el grand finale, el que incluye una deliciosa batalla campal en el burdel que regentea Lucy Liu. Los problemas del filme pasan por las perfomances y las limitaciones de la historia. Como actor RZA carece de carisma y rango, y no le da para cargar sobre sus hombros el papel principal - dicho sea de paso, que el héroe sea un afroamericano que trabaja de herrero en China es un detalle que pasa desapercibido entre las toneladas de disparates que lanza el filme, aunque el guión se encarga de darle una explicación medianamente coherente de cómo llegó al otro lado del mundo -; por otra parte Russell Crowe se ve gordísimo, viejo, y sobreactúa feo. No sé que le pasó a este tipo, si le agarró una crisis de trabajo y se empachó con dos toneladas de bizcochitos para el mate, pero Crowe se ve fuera de lugar en un producto tan pulp como éste. Por otro lado el libreto tiene su cuota de problemas - las idas y vueltas con los clanes a veces resultan confusas; ninguno de los personajes es tridimensional, y ni siquiera se le da espacio a estos caracteres para que la carga emocional de su venganza se contagie a la platea -, que son camuflados por el gran ritmo y la buena dirección de RZA. El Hombre de los Puños de Hierro es un lindo pastiche. Divierte, tiene peleas inspiradas, tiene un buen ritmo. No es para cualquiera - si le gusta el buen cine vaya acá al lado que están pasando una de Woody Allen - pero, para la gente de paladar sicotrónico, El Hombre de los Puños de Hierro es una buena opción. Tiene todo lo que nos gusta y en buenas cantidades, y eso hace que le sepamos tolerar los defectos de fábrica.
Definir "una película mala de Roland Emmerich" es un contrasentido. ¿Alguna vez filmó una película buena?.Si uno aplica el criterio cinematográfico más objetivo del mundo, es inevitable llegar a la conclusión que Roland Emmerich jamás logró manufacturar una cinta decente. Ha hecho pastiches festejables como Dia de la Independencia o 2012 - la cual creo que es su obra maestra, ya que los disparates que ocurren allí son imposibles de creer -, pero ninguna de ellas ha resultado en un espectáculo con la calidad y altura de un clásico; y no hablo de un Ciudadano Kane sino de un Duro de Matar o un Terminator, que son películas de acción, formidables espectáculos recargados de explosiones, y matizados por tramas inteligentes. Pero si un artesano del espectáculo pochoclero - como lo es Roland Emmerich - empieza a manufacturar shows aburridos, es una clara muestra de que su carrera está en serios problemas. Eso es lo que ocurre con White House Down, la cual aparece semanas después que estrenaran otra película con idéntica temática - la invasión terrorista a la Casa Blanca de Olympus Has Fallen, con Gerard Butler -. Aún cuando ambos filmes clonan descaradamente a Duro de Matar, el título de Antoine Fuqua era mucho más potable y entretenido que el engendro de Emmerich. ¿La razón?. Pirotecnica mejor inspirada, diálogos algo mas decentes, y una historia menos aburrida. Acá la cosa va excesivamente dialogada y, lo que es peor, los parlamentos que abundan no son lo que se dicen interesantes. Hay media hora de aburridísima exposición previa, la que intenta tridimensionalizar al personaje de Channing Tatum y hacer entrar en el juego a dos toneladas de caracteres secundarios. Cuando Tatum y su hija entran en un tour a la Casa Blanca y ésta resulta atacada, sabemos - desde millones de kilómetros de distancia - cómo va a seguir la historia. Tatum por un lado, la hija por el otro. Tatum custodiando, a regañadientes, al presidente (su primera intención era salvar a su hija pero el destino lo puso a cargo del primer mandatario). Juego del gato y el ratón por toda la Casa Blanca. Regurgitación masiva de los clichés creados por Duro de Matar y sus dos millones de clones, los que incluyen duelo de ingenio con el villano, hacker pasado de listo que quiere robar millones de dólares (y toneladas de secretos), autoridades demasiado idiotas que no quieren entrar en el recinto tomado por los secuestradores (¿alguien me puede decir por qué diablos los tanques M1 Abrams no se abren paso por los jardines de la Casa Blanca? ¿Los afectó el congelamiento de presupuesto de Obama? ¿O tienen una burocracia tan estúpida que, para ponerse en acción, necesitan una autorización expresa del presidente... el cual es el mismo tipo al cual deben rescatar?. Imagino el diálogo: "señor Presidente, ¿usted está ahora secuestrado?. ¿Sus captores son amables o agresivos?. ¿Son terroristas? Si quiere que lo liberemos (y no puede hablar), presione 1. Si puede hablar pero no quiere hacerlo porque está enojado con nosotros, presione 2. Si no puede hablar porque le han lavado el cerebro, presione 3. Si no puede hablar porque los terroristas lo han asesinado, presione 4."), comunicaciones furtivas con el único tipo inteligente que está en el control, ataque aéreo al edificio secuestrado que termina en desastre (y en otro duelo en el techo), revelación de la identidad de la pariente de turno - la cual cae en manos de los terroristas y los cuales pretenden negociar con el héroe su rendición incondicional -... Por Dios!. Al guionista le pagaron miles de dólares para regurgitar algo que el 99% del público de todo el planeta puede anticipar porque han visto hasta el cansancio Die Hard!. ¿No había un desarrollo más fresco e inspirado a mano?. El problema con todo esto es que hay abundancia de tiempos muertos, momentos en que los personajes hablan porque las palabras de los actores son menos costosas que las escenas plagadas de carísimos efectos especiales. El problema es que todo lo que dicen es aburrido. Ni siquiera hay frases de remate que resulten inspiradas, a excepción del guía turístico - el cual debe ser el mejor personaje de toda la película, y está interpretado por un ignoto actor -. Para colmo cuando llega la acción, la misma está plagada de pavadas; como una persecución automovilística en circulos alrededor de la única fuente que yace en los jardines de la Casa Blanca, o monótonas balaceras en los pasillos del edificio, o un subito arrepentimiento de un trío de aviadores en el momento menos pensado. A medida que se acerca el final la escasa credibilidad que tenía el filme se resiente... y mucho. No sé si El Ataque es un bodrio insufrible, pero seguramente es decepcionante. Alquile mejor Ataque a la Casa Blanca: está un 5% más inspirada que este pastiche de Emmerich. El problema aquí es que el show no cumple con el entretenimiento prometido, empantanándose con dialogos aburridos y soluciones traídas de los pelos, detalles que terminan hundiendo al filme como pasatiempo válido y, mucho menos, recomendable. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/white-house-down.html#sthash.efee97rJ.dpuf
Son contadísimas las veces en que decido cancelar la reproducción de una película a mitad de camino. La primera vez fue la intragable Push - complicada y enigmática hasta el extremo -, y ahora repetí turno con Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos. No es que sea un bodrio mortalmente odiable, sino que se trata de una regurgitación masiva de clichés surgidos de media docena de franquicias exitosas, previas, y mucho más inspiradas que ésta. Al momento de que el villano se despacha con la revelación starwaresca de "yo soy tu padre!", decidí apagar el receptor y tirar el aparato por la ventana. Exito literario no es sinónimo de calidad literaria. Admitamos que la gente consume estupideces a mansalva, pero hay diferentes clases de estupideces y la diferencia radica en el talento del narrador, quien es el encargado de venderlas o, al menos, de hacerlas digeribles. El caso típico es Stephen King, el cual es un vendedor serial de pescado podrido - si uno reduce los argumentos de sus gigantescas novelas a un puñado de puntos escritos en una hoja, verá de lo que hablo -, pero al menos el tipo tiene oficio y tiene legiones de seguidores. En cambio hay otros fenómenos modernos, mucho más comerciales y que han surgido no por inspiración sino por la necesidad de prenderse a una movida de moda: es el caso de la llamada "literatura para jóvenes adultos" - franquicias de fantasía pensadas para adolescentes calentorros -, la cual le da más bolilla a los retorcidos culebrones románticos que inventa, que a la originalidad y calidad del resto de la historia. La trama es un pretexto para que los protagonistas se besuqueen / se claven los cuernos / lloriqueen por los rincones, con lo cual tenemos un melodrama disfrazado de historia fantástica. El culpable de todo fue la saga Crepúsculo, cuyo éxito obscenamente millonario impulsó a los productores de Hollywood a salir en masa a vaciar las estanterías de las librerías y apropiarse de los derechos de cualquier tipo de saga fantástica protagonizada por muchachas hormonalmente revolucionadas. Lástima que la calidad no es una condición genética del género sino mas bien su excepción: por cada Los Juegos del Hambre, hay un millón de Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos, clones de relleno carentes de originalidad y que poseen el agravante de ser incapaces de ser mejorados (o siquiera depurados) por la gigantesca máquina creativa que posee Hollywood. Para colmo aquí le han dado la posta a Harald Zwart, el cual es responsable de uno de los filmes mas malos de la historia del cine como es La Pantera Rosa 2. ¿En serio pensaban que iban a obtener un taquillazo, dándole el proyecto a un productor serial de vomitivas mediocridades?. El problema principal con Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos es que intenta ser sofisticada, para lo cual lanza toneladas de vericuetos argumentales, ridículas ocurrencias creativas, y secuencias recicladas de filmes ultraconocidos, todo lo cual hace sin la más minima gracia - es algo así como la versión Eragon de Crepúsculo; un texto mediocre que intenta por todos los medios maquillar las fuentes a las que copia, y que termina chupando secuencias enteras a filmes ultraconocidos (que van desde las mencionadas La Guerra de las Galaxias y Twilight, hasta la franquicia de Harry Potter), con lo cual la sensación de rechazo que invade al cinéfilo con cierta calle es aún más pronunciada -. Por ejemplo, tenemos la típica secuencia de romance mágico en donde el blondo protagonista empieza a sacar mesmerizantes lucecitas brillantes de sus manos, y termina por darle un beso a la muchacha en medio de una lluvia causada por rociadores de incendios; o ángeles custodios enfundados en disfraces sadomasoquistas de cuero y PVC, plagados de tatuajes exóticos, y yendo a liquidar demonios a las discotecas más under de la ciudad; o el gran hechicero que resulta ser un japonés con pinta de modelo Kenzo y plagado de piercings... Oh Dios, el nivel de bobada es tan alto como alarmante. La macana con todo esto es que aquí había una historia medianamente interesante para contar, sólo que ha quedado enterrada entre toda esa mediocridad. Si al libreto lo hubieran podado salvajemente, reduciendo la premisa a lo básico - una orden de protectores del bien, surgida en las Cruzadas a partir de la bendición divina, y habitando una dimensión paralela a la nuestra - y se lo hubieran dado a un director de mas talento, quizás la cosa hubiera funcionado. Mientras que los protagonistas son bonitos y tienen algo de ángel, por otro lado están obligados a disparar una tonelada de parlamentos mediocres, lo cual atenta contra sus posibilidades de éxito. La heroína es una inútil de aquellas y jamás demuestra tener valentía ni los kilates para merecer el protagónico; el villano se ve demasiado joven y afectado; los secundarios son anodinos, y sólo las cosas ganan algo de intensidad cuando se cruza algún intérprete de buen calibre - como Lena Headey o Jared Harris -, los cuales se dan maña para decir sus bodrios con cierta altura. Cazadores de Sombras: Ciudad de Huesos es un filme estúpido y rebuscado, carente de originalidad y de gancho, siquiera por la sensualidad de los protagonistas. El drama es la puesta en escena, la cual apesta por todos los poros debido a su chatura y falta de originalidad. Y aún cuando el filme fue aborrecido por todos y recaudó dos dólares en taquilla, los productores han anunciado el desarrollo de una secuela, la cual me contará entre los millones de espectadores que hará lo imposible para escapar de verla. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/cazadores-sombras.html#sthash.ynmEB8Ea.dpuf
Yo admiro profundamente a Steve Jobs. Me dolió mucho su muerte - ocurrida en Octubre del 2011 -, porque estoy convencido que el tipo era una especie de leyenda viviente de la industria informática, un visionario capaz de crear revoluciones por su propia cuenta y definitivamente un individuo capaz de modificar el mundo tal como conocemos. En cuanto a su trabajo, muchísimos detractores saldrán a decir que nada de lo que él hizo es original - desde las tablets a los smartphones, pasando por los sistemas operativos gráficos, eran pre-existentes a la época en que Jobs y Apple presentaron sus versiones -, pero sólo Jobs pudo combinar los factores de manera correcta y convertirlos en impresionantes éxitos comerciales. El transformó a las computadoras en objetos de culto; las desarrolló con altisimos standares de calidad - algo que pronto intentaron imitar con escaso éxito sus competidores -; creó productos diferentes a partir de ideas existentes y los desarrolló en sus versiones definitivas; cambió la historia de las artes visuales al patrocinar bajo su ala a un pequeño emprendmiento llamado Pixar, llevándolo a la cúspide de su creatividad y popularizando la industria del entretenimiento digital; y masificó la computación a niveles nunca antes vistos, creando la tablet definitiva - un dispositivo de tan fácil manejo que cualquiera, sin conocer computación y en menos de 10 minutos, podía ponerse a ejecutar aplicaciones y juegos, y conectarse a Internet con una sencillez pasmosa -, un producto que fue copiado hasta el cansancio. A los 56 años perdimos a una luminaria que aún estaba en condiciones de crear muchísimas revoluciones digitales más; y, hoy en día, carecemos de un reemplazo válido, con lo cual la velocidad de nuestro avance en el campo de la tecnología se verá sensiblemente afectado al no tener alguien capaz de visualizar (y materializar) el futuro como solo él podía hacerlo. Si como técnico y visionario era brillante, también me resulta admirable su heroico regreso a la empresa que fundó, rescatándola en su peor momento y convirtiéndola en la corporación tecnológica más valiosa de todo el planeta. Oh, si, el tipo era un genio y nadie puede discutir eso. Pero también es cierto que los genios triunfan por tener personalidades excéntricas - y, sobre todo, egocéntricas -. Son tipos que surgen de uno en un millón, creen tener razón en todo, son obstinados a muerte y se manejan con un esquema de valores morales muy sui generis. Mientras que uno alaba los logros del genio, por otro lado se compadece de quienes deben estar a su lado, ya se tratan de tipos desequilibrados; eso que los hace tan especiales también los convierte en individuos de personalidades torturadas y torturantes, tipos detestables que operan con un estricto sentido del pragmatismo y que se guían por su propia conveniencia. Steve Jobs combinaba los dos factores, siendo un héroe de la industria a los ojos del público, pero un individuo aborrecible de las puertas adentro, ya fueran de su casa o de su empresa. Yo recuerdo la entrevista - publicada hace unos años atrás - hecha a un ejecutivo argentino que tuvo la ocasión de reunirse con Jobs, y al cual intentó venderle un sistema de comunidad global de WiFi, un emprendimiento al cual Apple podía sumarse. Aún con toda la admiración que le profesaba, bastaron cinco minutos para que todas sus expectativas dieran por el suelo. Jobs le dijo simplemente que conocía su sistema, que era obsoleto y que Apple estaba desarrollando algo idéntico por lo cual no lo precisaba en absoluto (poco más le dijo que iba a aplastar a su empresa). Mostró una arrogancia intolerable y terminó por denigrar a su interlocutor. Así como él hay muchísima gente que trabajó con Jobs - o tuvo la desgracia de convivir con él - y terminó padeciendo su impulsividad y su verborragia destructiva. El problema con semejante individuo es cómo presentarlo de una manera íntegra; que uno sea capaz de comprender las dos caras de la moneda y, especialmente, entender que la carencia de una cara sea, de algún modo, lo que impulsa el éxito de la otra. Aún cuando está muy lejos en cuanto a estatura intelectual y caracter revolucionario, la historia de Steve Jobs no difiere demasiado de la esbozada en Red Social: cómo un nerd se vuelve exitoso gracias a un producto genial y después termina destrozando a toda la gente que osa interponérsele en el camino, la mayoría de los cuales son tipos que lo acompañaron en un principio y sin cuyo aporte el éxito les hubiera resultado imposible. La macana es que aquí no hay un David Fincher en la dirección, con lo cual jOBS termina siendo una obra muy errática. En general soy enemigo de las biopics hechas cuando el cadáver del personaje en cuestión aún está tibio, con lo cual lo que tenemos es meramente un proyecto oportunista. A mi juicio una biografía sólo resulta válida cuando han pasado 10 o 20 años de un suceso (o del fallecimiento del protagonista), con lo cual uno tiene perspectiva histórica, recoge testimonios y puede calibrar en su justa medida la magnitud de la obra del sujeto en cuestión. Pero, más que nada, tener la oportunidad de tratar una personalidad conflictuada con la objetividad que merece para valorarla como corresponde. Sin lugar a dudas el fundador de Apple era un personaje extremadamente complicado, y jOBS le hace un flaco favor a la hora de ilustrar el complejo funcionamiento de su personalidad. En realidad el filme tiene tan poca profundidad que pareciera que el guionista lo hubiera escrito basándose en el resumen que aparece en la Wikipedia; sólo atina a vomitar datos y recrear eventos con la profundidad propia de un docudrama, careciendo de fluidez al pasar de una instancia histórica a la otra, y sin que haya un mísero momento de vuelo creativo - a excepción del viaje drogón del principio, clonado íntegramente de la secuencia del trigal de Danza con Lobos -. El filme tiene muchos problemas, de los cuales la elección de Ashton Kutchner para el papel resulta ser el menor. Posiblemente sea la mejor perfomance de la carrera de Kutcher - elegido únicamente porque posee una pasmosa similitud física a Jobs -, pero tampoco es una actuación notable o equilibrada: hay escenas en las cuales está bien, y hay otras en las que parece una caricatura - especialmente a la hora de imitar la manera de caminar del fundador de Apple , o recreando de manera forzada la pose clásica que aparece en la tapa de su biografía -. Pero el drama de jOBS es que no sabe qué hacer con el personaje sobre el cual se centra. La primera hora se dedica a demonizarlo como un vago arrogante que abandona a su suerte a su novia embarazada, negocia de manera agresiva con los pocos individuos que confían en su emprendimiento, y se dedica a fastidiar groseramente a aquellos que lo acompañaron cuando comenzaba con su proyecto. Después el filme, reconociendo su incapacidad de manejar dramáticamente el personaje, se dedica a enterrar su vida personal y se centra en ilustrar su desempeño empresario, mostrándolo como un perfeccionista empedernido y haciendo un compendio de los grandes hits de Apple. Es difícil sentir algo por un individuo tan aborrecible al momento en que las cosas se le dan vuelta y, en la empresa que fundó, los accionistas terminan por dar un golpe de estado que lo deja literalmente en la calle. Ni siquiera está desarrollado como corresponde la etapa post Apple de Jobs - en donde fundó Next, compró Pixar y se transformó nuevamente en un pope de la industria, amén de haber aparentemente una reconstrucción moral de su vida personal, casándose, teniendo chicos y reconociendo a la niña a la que antes le negaba su identidad -, a la cual apenas se le dedica cinco minutos y que pronto plantea como un regreso para vengarse de aquellos que lo echaron. Tampoco funcionan los discursos grandilocuentes y visionarios, los cuales están intercalados de manera desubicada entre las escenas en las cuales el personaje de Ashton Kutcher actúa de manera viciosa y arrogante. Definitivamente jOBS es mediocre. No humaniza al personaje en cuestión, nunca entendemos las razones que tuvo para tomar semejantes decisiones, jamás termina por mostrar un lado simpático o admirable. Cuando el Jobs del filme decide ponerse épico, sólo resulta pedante, y ni siquiera los hitos de Apple están expuestos de una manera que resulte impresionante. Como suele decir James Berardinelli, a veces las biopics pecan de ambiciosas (cuando no, son cocinadas de apuro); para él, la única manera en que funcionan no es presentar toda la vida de un hombre en 90 minutos, sino centrarse en un puñado de años vitales de la historia del personaje, y eventualmente presentar flashbacks que nos informen de hechos puntuales y relevantes de su pasado; sólo de esa manera podemos convivir de manera lineal con un ser pensante y llegar a conocerlo en un mínimo grado de profundidad. Aquí tenemos un collage desparejo y desprolijo, el cual no da una sensación cabal de nada y sólo termina por ilustrar la vida de un tipo pedante y camorrero, lo cual es una visión muy parcial e injusta de alguien que. en la vida real, resultó tan admirable como complejo. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/jobs.html#sthash.219IIDuh.dpuf
Star Trek: En la Oscuridad es la secuela del reboot de la franquicia lanzado en el 2009 por J.J. Abrams y su hueste de creativos. En aquella ocasión la novedad consistía en contar la historia de la saga desde cero, poniendo a una camada de actores jóvenes y sexys en la piel de los roles icónicos de la saga - léase el capitán Kirk, Spock, el doctor McCoy, etc -. Mientras que al principio la medida sonó a sacrilegio, lo cierto es que resultó ser adecuada y popular, obteniendo una de las entradas más taquilleras de la saga desde que desembarcara en el cine en 1979. Ahora llega la secuela, la cual viene a reafirmar las premisas establecidas en el reboot del 2009: es decir, más planos sexys de sus jóvenes protagonistas, mas acción espectacular, más jugueteos dudosos con la mitología histórica de la saga, y un puñado de ideas interesantes cuyo desarrollo deja algo que desear. Como ya es de público conocimiento el despiole producido por los viajes en el tiempo de Star Trek: El Futuro Comienza terminó por resetear todo aquello tal cual conocíamos. En la línea temporal creada por J.J. Abrams y su equipo el planeta natal de los vulcanos no existe, y conviven dos Spocks - el joven y el anciano - en la misma época. Semejante artilugio argumental le permite a los Abrams boys revisitar la mitología trekker como se le plazca, plantando versiones alternativas de hechos y personajes que siempre han formado parte del folklore de la saga. En esta secuela el quid de la cuestión pasa por reflotar a Khan Noonian Singh, el villano que tenía a mal traer a William Shatner, su tupé y el resto de su tripulación en Viaje a las Estrellas II: La Ira de Khan (1982). A diferencia del patovica metalero que componía con gusto Ricardo Montalban en la cinta de 1982, el Khan de Abrams es un inglés modosito que habla con voz de trueno, escupe maldades y liquida a sus enemigos con la velocidad de un rayo. En lo particular no me desagrada para nada esta nueva versión, especialmente porque Benedict Cumberbatch se apodera del papel y de la escena, y termina generando un villano de presencia formidable. Tal como ocurría con los Batmans / Jokers de Tim Burton / Christopher Nolan, uno no tiene por qué caer en la estupidez de abrazar una única versión del personaje, y debe dedicarse a disfrutar lo que le aporta cada intérprete. En este caso en particular Cumberbatch me ha sorprendido gratamente, hasta el punto de agendarlo en mi lista de intérpretes favoritos. Por supuesto la historia de su origen es similar a la de Montalban: era un super soldado creado genéticamente en el siglo XX (¿una versión fallida de Industrias Stark y el proyecto Capitán América?), al cual se le subieron los humos racistas y terminó siendo congelado por unos 300 años - ¿por qué no matarlo directamente? -, hasta que a alguno se le ocurrió abrir el freezer. Acá la revelación de la identidad de Khan se toma su tiempo como para crear algo de suspenso, o por lo menos provocar un mínimo espasmo de shock cuando Cumberbatch pronuncia su nombre, aunque el 99% de la platea - compuesta por trekkers de pura cepa - está al tanto de qué va el personaje. Mientras que el lifting de Khan no me plantea problemas, en donde sí comienzo a crujir los dientes es con el desarrollo de la conspiración en la cual participa. Ya levanto el cartel (alerta spoilers) porque es imposible hacer un análisis del filme sin explorar un par de secretos de su trama... los cuales no son tales si uno se guía por la ley de economía de personajes - esa en que uno contabiliza los nombres conocidos del cast, los personajes que han sobrevivido a la mitad de la película y deduce por descarte cuál es el villano de identidad oculta -. Tal como pasaba en entregas anteriores, hay un núcleo corrupto dentro de las altas jerarquías de la Federación, los cuales aborrecen a los recién descubiertos Klingons - beligerantes y peligrosos - y desean entablar cuanto antes una guerra, así los sacan del universo de una patada en el trasero. Allí entra a jugar su rol Khan, el cual es forzado a colaborar con la conspiración a cambio del descongelamiento del resto de su equipo - 72 tipos superpoderosos y superinteligentes que están en sueño criogénico -. Mientras que hasta ahí iba todo bien, los problemas aparecen cuando el guión intenta explicar por qué Khan hace lo que hace, vomitando una serie de parrafadas reñidas con la lógica, o bien dejando agujeros argumentales por los cuales pasaría la Enterprise. Que alguien me diga por qué: 1) un tipo con conocimientos del siglo XX es capaz de desarrollar superarmas desconocidas para el siglo XXIII; 2) el mismo tipo carece de conocimientos como para sacar del sueño criogénico al resto de sus amigos (algo que sería una tarea intelectual mucho más simple); 3) el mismo tipo es capaz de raptar (uno a uno, y sin que nadie se de cuenta de su ausencia) cada uno de los 72 supersoldados que formaban su escuadrón y que el verdadero villano tenía secuestrado (¿qué dejó en el lugar de los cuerpos?; ¿almohadas?); 4) además, tiene el pésimo tino de esconderlos en el interior de torpedos de protones, en vez de llevárselos a su casa o meterlos en un almacén; 5) conoce (¿cómo???) que a Kirk le dieron los 72 torpedos con los tipos adentro, y comienza a negociar con el capitán a partir de ello. Mientras que el plan del falso ataque terrorista para iniciar la guerra es tolerable - y uno diría que hasta hay alguna que otra lectura con los hechos ocurridos durante la administración Bush -, la trama de Khan es increiblemente agarrada de los pelos. Lo cual es una macana, ya que Weller y Cumberbatch son actores de la hostia, y la acción está filmada como los dioses; incluso el resto de los actores de la nueva camada parecen estar más cómodos con los icónicos papeles que deben encarnar por segunda vez, aunque el Spock de Zachary Quinto se ve algo infantil y quejoso por demás. (siguen los spoilers) Yo creo que los problemas de Star Trek 2: En la Oscuridad tienen que ver con los vicios creativos de los guionistas de la nueva saga: están acostumbrados a saltarse el desarrollo lógico de las cosas, metiendo abundantes deus ex machina y argumentos reñidos con la coherencia, los que van desde el ridículo contrabando de cuerpos en torpedos de protones, hasta las sucesivas degradaciones / ascensos del rebelde James T. Kirk, con la única excusa de mantener la trama siempre en movimiento y de manera espectacular. Para colmo el climax está plagado de dichos excesos, como la recuperación milagrosa de Kirk luego de un serio caso de envenenamiento por radiación, eso sin contar con el pecado imperdonable de recrear una de las escenas más clásicas de la saga, pero con los intérpretes cambiados. ¿Era necesario?. Porque, si se trata de una versión alternativa ocurrida en este nuevo universo, es tan rápida y está tan mal montada que carece de tensión (¿quien cree que van a matar al personaje principal de una franquicia multimillonaria en el momento más exitoso de la misma? - distinto era en 1982, en donde la jubilación de Leonard Nimoy era un hecho más que probable... aunque el tipo después se arrepintió y siguió apareciendo en la serie hasta el día de hoy); y si se trata de un homenaje, seguramente los fans históricos de la saga deben estar rasgándose las vestiduras, ya que la puesta en escena está tan mal orquestada que parece una afrenta a la memoria de uno de los mejores momentos de la franquicia. (fin spoilers) Viaje a las Estrellas: En la Oscuridad es pasable como espectáculo pochoclero, pero dudo que deje satisfecho al espectador promedio pensante, y mucho menos a los trekkers. La acción es abundante y espectacular pero el componente intelectual deja mucho que desear; lo cual es una lástima ya que el filme posee un casting de lujo - comenzando por Peter Weller y Benedict Cumberbatch - y tenía todas las condiciones para haberse convertido en una obra memorable. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/star-trek-darkness.html#sthash.mUDQt0ZO.dpuf
Gracias a Dios, existe James Wan. Es el único tipo - en estos tiempos contemporáneos infestados de copias de Actividad Paranormal y sus enésimas variantes - que ha sido capaz de devolverme la confianza en el cine de terror. Nada de estúpidos violadores con remeras colorinches y manoplas plagadas de navajas, o de gigantes con machetes y máscaras de hockey. El horror de Wan es cercano, vivencial... y es uno que queda con el espectador durante mucho, mucho tiempo. En El Conjuro Wan demuestra que es un director de lujo, provocando sustos capaces de hacerle orinar en la butaca a más de uno; y aunque la historia esté sobrepasada de lugares comunes, es tanta la efectividad como vehículo de terror que uno es capaz de perdonarle todas sus pifias - que son pocas y menores -, ya que es lo mejor que uno ha visto en el género en mucho, mucho tiempo. La historia va, entre comillas, de relato basado en hechos reales. Hay una base histórica cierta - efectivamente los Perron vivieron noches de pesadilla a lo largo de 1971, y terminaron acudiendo al matrimonio de Ed y Lorraine Warren, quienes lograron combatir la amenaza paranormal que los acosaba; curiosamente los sucesos terminaron luego que los Perron se fueran y la casa fuera adquirida por otro dueño, confirmando nuevamente mi teoría que la mayoría de todos estos incidentes son provocados por situaciones traumáticas que viven sus sufridos inquilinos (por una mudanza, un divorcio, el cambio de trabajo, etc), quizás disparando poderes telekinéticos de manera inconsciente (o poniéndolos en sintonía con fuerzas extrasensoriales) debido al enorme stress que estaban padeciendo en aquél momento -, pero hay mucho de reelaboración hollywoodense para inyectarle mayor efectividad de shock. Quizás el punto más discutible de tomar la premisa como real sea la participación de los Warren, los cuales vivieron durante más de cinco décadas como demonólogos y expertos en lo paranormal - Ed Warren terminó metido en el tema luego de admitir que su familia habia sido acosada por fantasmas durante años, lo cual se convirtió en una obsesión personal -. Ellos fueron quienes investigaron el famoso caso de Amityville - ocurrido en 1975 en Long Island, y sobre el cual se hace una referencia al final de El Conjuro - , llegando incluso a tomar fotos de presencias fantasmales en el lugar. La macana es que Amityville resultó siendo un engaño admitido por sus propios protagonistas - amén de existir numerosas contradicciones y versiones alternativas del mismo relato -, lo cual lastima seriamente la reputación de los Warren como autoridades en el tema. Si en Amityville no habían demonios, ¿a qué cosa le sacaron una foto los Warren?. Dejando de lado la credibilidad de las personas reales involucradas en la historia que sirve de base, lo cierto es que El Conjuro es un filme de terror de la hostia. Mientras que Wan le saca lustre a su creatividad - reflejando criaturas ominosas en la faz de los espejos, haciendo surgir cosas inesperadas de entre las sombras, produciendo todo tipo de ruidos terribles en los momentos menos esperados, o generando unas secuencias de tensión insoportables -, por el otro lado toda la historia suena a un regurgitado de los mejores momentos de las películas más famosas de casas embrujadas, las cuales van desde Insidious del mismo Wan, hasta Poltergeist y la mencionada Amityville: los fantasmas que se comunican con los más pequeños y débiles de la casa; el hallazgo de artefactos malditos en el interior de la misma; un historial de suicidios y temibles homicidios que han infestado de muerte y maldad el lugar; el testeo con instrumentos de todo tipo para tomar pruebas de manera científica (algunas de ellas, escalofriantes), y todo un largo etcétera. Hubiera llegado El Conjuro unos 30 años antes, y se hubiera convertido en todo un clásico; pero al día de hoy, cada escena resulta predecible - "ahora van a fotografiar esto"; "ahora van a intentar hablar con la entidad y provocarla" -, lo cual no quita que la puesta en escena de Wan le inyecte una efectividad descomunal. Estéticamente el clima de época está muy logrado. Desde los vestidos y los peinados hasta la fotografía transpiran el clima propio de un filme de los 70s. A esto se suma la casa embrujada, la cual se ve vetusta y deprimente - todas las paredes están manchadas o derruidas, y no hay un solo lugar en la casa que denote vitalidad o alegría -, y que se transforma en una protagonista más al crear un clima opresivo. Por otra parte tenemos a los Warren - encarnados por el siempre flácido Patrick Wilson y la hierática Vera Farmiga -, los cuales aportan una cuota de datos interesantes, dándonos un vistazo al análisis científico de los fenómenos paranormales - el cual resulta tan fascinante como breve; es una lástima que el guión no se decidiera a profundizar el punto (algo así como una visión tipo CSI de lo extrasensorial) -. Estos tipos no son charlatanes sino que son especialistas fogueados - tipos que incluso han sido autorizados por la iglesia para participar en numerosos exorcismos -, los cuales se manejan con una pasmosa sangre fría ante los eventos más escalofriantes (el detalle de que poseen en su propia casa un museo de objetos malditos es estremecedor; ¿cómo puede uno dormir tranquilo compartiendo el techo con semejantes aberraciones?) . Del otro lado del mostrador tenemos a los Perron - Ron Livingston y Lili Taylor, la cual aquí se redime totalmente como scream queen del cine del terror luego de la apestosa remake de The Haunting -, los cuales son tipos trabajadores y humildes que se topan con algo que se escapa a su comprensión. Lo que sigue es la investigación documentación y por último, el enfrentamiento con aquello que amenaza a la familia Perron. Lamentablemente el climax es el punto más flojo de la película; no es que no sea efectivo, sino que - simplemente - no resuelve nada. Digo: el guión habla de numerosas muertes en el lugar, gente fenecida en terribles circunstancias por las cuales se convirtieron en espantos que asustan (y quieren poseer) a los vivos; pero el final, en vez de resolver esto (por ejemplo, encontrando la vuelta para darle paz a los fantasmas que siguen encadenados a la casa - léase, curando o bendiciendo un objeto / lugar maldito que aún los mantiene atados a este mundo -), simplemente se decanta por un festival de efectos especiales y shocks, sin saber siquiera si los fantasmas siguen o se liberaron y pudieron ir al cielo. En vez de darle un cierre el filme simplemente se detiene, generando que sólo puede considerarse como una victoria parcial en la lucha contra la entidad maléfica que habita la casa. Aún con su falta de originalidad y con su final no enteramente satisfactorio, El Conjuro es una película potente. Asusta en serio y con cosas que son más reales y cercanas al espectador que cualquiera de los filmes de terror producidos en los últimos años. Y a pesar de que su credibilidad en la vida real pueda ser cuestionable, lo cierto es que el matrimonio Warren (de ficción) posee pasta de sobra para transformarse en protagonistas de su propia saga de filmes de terror, algo que veremos en breve ya que le han dado luz verde a la secuela. Y si James Wan la dirige, desde ya la estaré esperando con mucha anticipación y ansiedad. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/conjuro.html#sthash.b2ILTcwZ.dpuf