Tron (1982) fue un producto de su tiempo, en donde la gente apenas sabía como funcionaba una computadora y se dejaba llevar por esa fantasía disparatada que nos contaba que existían fuerzas del bien y del mal coexistiendo en una dimensión digital residente en nuestros ordenadores. En realidad era un filme bastante mediocre pero tenía un par de ideas y un par de secuencias de efectos especiales que fueron revolucionarias en su momento, y que le ganaron un lugar en la memoria de millones de espectadores afiebrados durante el inicio de la era de la informática hogareña a principios de los años 80. Tron se transformó en fenómeno de culto con la llegada del VHS, y la Disney trató un par de veces de generar una secuela, algo que recién terminaría por concretar 30 años después. En sí, Tron: El Legado es superior a su antecesor. Ya no hablo de los FX - los que después de 30 años han sufrido drásticos avances - sino del argumento, que al menos es algo más coherente y definitivamente menos estúpido. Uno debe considerar que en el medio estuvo Matrix (1999) - que tomó las ideas básicas de Tron y se transformó en una especie de versión 10.0 de la historia -, con lo cual los guionistas de la secuela debieron devanarse los sesos para presentar algo no tan naif como el original y que sonara coherente a una audiencia familiarizada de sobra con los computadoras, Internet y toda la parafernalia informática de hoy en día. En 1982 lo más sofisticado que existía era una Commodore 64, y de las cuales existían 1 cada 10.000 hogares. ofertas en software de facturacion para empresas de Sistema Isis En todo caso Tron: El Legado es un cabal ejemplo de lo que llamaré "la industria hollywoodense del primer acto". Esto es, libretos que circulan por la meca del cine y que contienen primeros actos espectaculares - ideales para generar un gran trailer, narrados por el locutor meloso de turno -, pero que luego no tienen ni la más mínima idea de cómo seguir desarrollando la premisa (y, mucho menos, de mantener la excitación inicial). Los productores los compran y los financian en base a ese primer acto, y nadie se calienta en pulir lo intermedio o el climax. Ejemplos de esto hay a raudales, como la remake de El Día que Paralizaron la Tierra o Dreamcatcher entre tantos otros casos. Aquí el filme va sobre ruedas, con un protagonista carismático y un desarrollo inteligente (aunque algo copiado de la saga moderna de Batman, con otro niño millonario temerario y despreciativo de la empresa que la ha tocado en herencia), hasta que el libreto empieza a hacer agua desde el momento en que padre e hijo se reunen en la dimensión digital. Empecemos por decir que Jeff Bridges tiene libros de papel (QC!) y deglute comida en dicha dimensión (¿de dónde sale? ¿comen arvejas electrónicas? ¿ciberpollos? ¿dónde los crían?). Desde la escena de la cena, uno se da cuenta de que los libretistas no tienen la más pálida idea de como seguir el desarrollo de la trama - o como crear reglas para un universo digital -, y caen en cosas demasiado standares que no se condicen con el universo que plantea la historia. ¿Boliches para que se diviertan los programas renegados? ¿Dueños de boliches que trafican identificaciones falsas? ¿Qué es esto? ¿Casablanca (1942)? Por si fuera poco, el libreto comete dos gruesos errores que demuestran su escaso vuelo inspirativo. Primero, transforma a Jeff Bridges en una especie de Yoda electrónico, dándole superpoderes para alterar el entorno y que aparecen justo en el momento en que el guión no sabe como resolver una situación (como el absurdo climax). Segundo - y que me parece el más grosero de todos - es que el Tron del título ha quedado relegado a un papel miserable y sin peso. En el filme de 1982 Tron era un guerrero legendario, elegido de una profecía para restaurar el equilibrio en el mundo digital. Pero ahora el libreto privilegia al taquillero y oscarizado Jeff Bridges y reduce a Bruce Boxleitner (el Tron original) hasta el punto de convertirlo en un cameo en su propio filme. Esto es bastardizar la idea en base a la trayectoria / poder de box office de los actores. Es tan atroz e injusto el destino designado para Boxleitner / Tron que uno termina indignado. Eso no quita de que Tron: El Legado esté ok y sea entretenida. Los efectos especiales son espectaculares. La acción está filmada con virtuosismo, las actuaciones son buenas. Pero a uno le da la sensación de que se podía haber sacado más el jugo a semejante esfuerzo con una historia más pulida, y dándole a Tron el lugar que merecía. Así como está, se deja ver y tiene guiños para los fans del primer filme, pero está lejos de hacer algo memorable.
Megamente viene de Dreamworks Animation, creadores de Shrek y el único estudio de animación digital capaz de darle pelea al largo reinado de Pixar en el género. Para ello la factoría de Spielberg ha hecho hincapié en generar un perfil propio mediante el uso de un humor más ácido y políticamente incorrecto, lo que ha contribuido a desacartonar el género. En ese sentido, Megamente vendría a ser la respuesta de Dreamworks a Los Increíbles (2004), mezclada con gotas de Mi Villano Favorito (2010). Es posible que por allí pasen los problemas de la película. Uno no puede dejar de notar el gran respeto por el género de superhéroes que han puesto los creativos del filme pero, a su vez, hay un tufo bastante fuerte a ideas recicladas que termina por exterminar cualquier dejo de originalidad que pudiera tener. Si Los Increíbles era la versión Pixar de Los Cuatro Fantásticos, Megamente es la visión Dreamworks de la mitología de Superman, en donde el chiste radicaría en que Lex Luthor debe transformarse en el héroe del día. Hay numerosas alusiones a Superman - el origen, con chico alienígena lanzado al espacio mientras su mundo natal perece en una gigantesca explosión; los super poderes adquiridos al llegar a la Tierra; abundantes homenajes a la película de Richard Donner de 1978, con otro vuelo por las nubes entre la reportera y el héroe (sólo que aquí las cosas salen para el diablo, y el responsable es el sicópata super poderoso creado por Megamente); y referencias varias, que van desde la Fortaleza de la Soledad hasta un esquema similar a la historieta La Muerte de Superman (1992) - y, a su vez, el filme sigue un patrón similar a Mi Villano Favorito: el malo de turno conoce a alguien que termina por ablandarlo y se hace más humano. Este es un filme que hubiese querido que me gustara; lo que termina jugándome en contra es mi cultura cinematográfica. No paraba en pensar que tal o cual escena estaba tomada de tal o cual filme, como - por ejemplo - la horda de secuaces que sigue a Megamente y que está calcada de Mi Villano Favorito. Pero aún, librándome de todos mis pre-juicios (está bien escrito!), no puedo dejar de pensar de que ésta es una parodia a la que le falta filo. Las perfomances vocales son muy buenas, la animación es sensacional (cuándo harán un filme de Superman con esta técnica?), y no hay nada malo con el libreto, pero ... los resultados se ciñen a sonrisas más que risas. Es cierto que en el tercer acto - Megamente contra el engendro superpoderoso que ha creado - el filme mejora mucho su puntería, pero nunca termina de ser hilarante. Megamente es simpática y sirve para pasar el tiempo, pero es una pálida sombra de lo que podría haber sido. Resulta increíble que con tamaña cantidad de talento reunido - produce Ben Stiller, y figuran como consultores creativos Justin Theroux y Guillermo del Toro -, el producto final termine siendo algo tan tibio. Le faltan chistes y le falta un poco más de corazón. A mi juicio es un producto correcto, y no mucho más que eso.
Los hermanos Strause no descansan de cometer atrocidades. Alien vs Depredador era una franquicia bastante potable (me cuento entre los pocos que piensan así) hasta que vinieron los brothers y la aniquilaron con la secuela (Requiem) en el 2007. En su momento adujeron que el estudio les sacó el filme, lo manipuló y engendró esa bazofia que despacharon a los cines. Ahora estos chicos - capos del estudio de FX Hydraulx, y que facturan muy bien ya que tienen gran demanda en Hollywood - se despacharon con esta película, producida integramente de su bolsillo. Ya no pueden citar "interferencias de estudio"; la basura es de su completa propiedad, y Skyline es prueba patente de su falta de talento. Buenos efectos especiales no pueden camuflar la desidia generalizada de directores y guionistas por escribir una historia siquiera decente. Esto es Dia de la Independencia + Cloverfield, en versión de cine Z. Aquí no hay cámara en mano, la que al menos servía para camuflar un poco la falta de talento del director de turno y con la cual resultaba fácil generar shocks en primer plano. Por contra, el enfoque standard que usa Skyline pone en evidencia todos los problemas del libreto. Aquí hay otra troupe de palurdos enfiestados (tal como Cloverfield) con su cuota de dramas personales de telenovela que no le importan a nadie y que el libreto pretende vender como "tridimensionalización de los personajes". Por suerte esto no dura demasiado, ya que a los 15 minutos tenemos la invasión alienígena en pleno, en donde los extraterrestres disparan gigantescas balizas en las ciudades y las naves madres acuden hacia ellas, actuando como aspiradoras gigantes de seres humanos. A esa altura el tufillo de Dia de la Independencia es más que evidente, con planos casi idénticos. Pero como los FX son muy buenos (si la gente de Hydraulx no sabe de esto, bien pueden poner un puesto de choripanes en la costanera y dedicarse a otra cosa), uno no tiene demasiada queja hasta ese punto. Los problemas comienzan cuando el grupo humano de turno empieza a razonar y a hacer estupideces. Como los hermanos Strause vieron ID4, se dijeron: "precisamos a otro cómico negro que haga de héroe" y trajeron a Donald Faison de la serie Scrubs, para que haga de Will Smith del bajo presupuesto. Pero Faison es un tipo con cara de payaso y verlo angustiado por el abrumador ataque alienígena bordea lo ridículo - el drama no es lo suyo -. Para colmo anda armado con una pistola por todo el edificio, como si los marcianos se hubieran mudado al departamento de al lado. El tema es que toda esta gente nunca termina de salir de las cuatro paredes del condominio, ya sea porque están sitiados o porque se la pasan pispeando los pormenores de la invasión a través de un telescopio, y con lo cual casi no tienen contacto directo con los extraterrestres de turno. Entonces tenemos a 4 tipos visitando siempre los mismos 3 escenarios - azotea, calle, departamento -, y que no hacen nada más que pelearse entre ellos. Ciertamente en el género de invasiones alienígenas usted puede ser a) el héroe que derrota solito a los marcianos b) el superviviente que pelea por su vida c) el testigo, que reflexiona mientras los ejércitos combaten infructuosamente al invasor. Aquí los protagonistas son tan inoperantes que entran directamente en la categoría c); pero, en vez de decir cosas interesantes sobre el destino que les ha tocado en suerte, esta troupe de idiotas se la pasa peleándose por trivialidades y haciendo burradas. Afuera hay naves madres gigantes como ID4, hay calamares voladores como Matrix Revoluciones, hay bichejos enormes sueltos como Cloverfield, y hay brazos exploradores como La Guerra de los Mundos. Los aliens vienen a saquear cerebros humanos, los que usan para tomar energía como si fueran pilas Eveready. El problema es que los extraterrestres le extirparon los sesos a los guionistas antes de que finalizaran el libreto. Si los protagonistas no nos importan; si las escenas de acción están plagiadas de peliculas anteriores (y mucho mejores que ésta); ¿qué nos queda?. Efectos especiales. Una cosa que me impactó de Skyline es que, en este universo, la gente es respetuosa de la propiedad privada aún en las situaciones más apremiantes. Cuando una criatura persigue al coche en donde los protagonistas intentan escapar, el conductor decide esperar los 15 segundos reglamentarios para que la valla automática se abra del todo en vez de arrollarla con el auto. Cuando varios calamares gigantes amenazan con devorarlos, el líder del grupo decide perder segundos valiosísmos en usar la llave adecuada para abrir la puerta del consorcio en vez de hacer puré el vidrio de la misma. Incluso cuando las fuerzas aéreas lanzan un misil atómico a la nave madre - la que está a menos de un kilómetro del condominio -, la explosión nuclear ni siquiera raja un vidrio en el departamento. Ya sabíamos que el filme era barato... pero ¿era mucho costo de producción destrozar un ventanal de vidrio falso? A los hermanos Strause deberían prohibirles de por vida dirigir otro filme. Acá hay una desidia total por la historia. Me imagino una reunión de producción del filme, elaborando escenas espectaculares de efectos especiales y, una vez rodadas, escribiendo a las apuradas alguna excusa en el libreto para involucrar a los protagonistas en dicha secuencia. Eso no quita de que haya una segunda parte, ya que el filme costó solo 10 millones de dolares y en el estreno recaudó 12 (faltan más semanas en cartel y la salida en video). Pero dudo que atrapen dos veces a la gente con la misma bazofia.
Machete es la expansión a formato de largometraje del falso trailer que Robert Rodriguez había rodado para el proyecto (en dupla con Tarantino) de Grindhouse. De hecho es la materialización de un viejo sueño de Rodriguez que data de 1993, cuando el mexicano desembarcaba en Hollywood y conoció a Danny Trejo, a quien concibió como una suerte de versión latina de Charles Bronson. Desde entonces Rodriguez ha impulsado el proyecto, cosa que le costó 17 años concretar. Y aunque Danny Trejo está más gordo, petiso y viejo que nunca (el tipo tiene 66 años!), tiene el carisma intacto para despacharse como héroe de acción latino en toda su gloria. Rodriguez ha inventado el mexploitation, y acá monta una deslumbrante opera de excesos, aunque la trama no es tan fluída como debiera. A mí me gustaba Rodriguez cuando era un buen imitador de Sergio Leone, lo que ocurría tanto en El Mariachi como en su secuela Desperado. Luego se hizo amigote de Quentin Tarantino, y pasó a ser una mediocre copia de éste (no le salen los diálogos excéntricos ni maneja tan bien las troupes de personajes estrafalarios). Eso no quita que las películas de Rodriguez no sean buenas, pero tienen baches narrativos y mezclan grandes excesos con momentos de insoportable seriedad. Es un tipo muy virtuoso en lo visual, pero descuidado respecto de los guiones que escribe. Eso mismo se repite en Machete, en donde el relato va a los saltos en más de una ocasión. También es posible que tenga que ver con ello la característica de producción multiestelar, en donde tantos astros figuran juntos en el casting pero en la realidad difícilmente rueden escenas juntos. Ello es particularmente notable en un puñado de casos: todas las escenas con Lindsay Lohan están insertadas con calzador e incluso parecen rodadas después de haber terminado el filme; la participación de Steven Seagal está levemente mejor incorporada al relato, pero no llega a compartir más de 10 minutos de escena con otro compañero de elenco, y el resto del tiempo se la pasa charlando vía webcam; y así ocurre con un par de intérpretes más. ofertas en software de facturacion para empresas de Sistema Isis A su vez, hay momentos en que el filme se toma muy en serio a sí mismo. Un dato curioso es que Rodriguez ha usado a Machete como escenario para despacharse con una crítica foribunda a las políticas inmigratorias americanas (tal como las recientes leyes del estado de Arizona), que son cada vez más xenófobas. Ciertamente es una causa noble, pero ver a gente haciendo discursos de barricada en medio de un show de excesos gore termina por desembocar en un espectáculo bizarro. Mientras que en el 50% de los casos hay un odio sincero y sanguíneo en contra de los racistas norteamericanos, el otro 50% se reparte en un delirio descerebrado, con organizaciones de ilegales armadas hasta los dientes y entrando en guerra con senadores corruptos, oscuros hombres de negocios y jefes de la droga. Es un mix muy raro, de algo real mezclado con algo completamente disparatado. Eso no quita que cuando Danny Trejo pela su cimitarra mexicana Machete se convierta en un delirio fabulosamente divertido. Rodriguez hace lo mismo que Alexandre Aja en Pirañas 3D, y filma las matanzas de una manera gloriosamente excesiva. El tema es que, cuando la acción se calma, todo pasa nuevamente a descansarse en el desparejo guión y en la calidad de los intérpretes. Danny Trejo es una gloria, Jeff Fahey se deleita con su villano, Steven Seagal está ok (y sigue sin disimular su gordura), Don Johnson disfruta matando ilegales en la frontera como si fuera un deporte, y hasta Michelle Rodriguez está sexy; pero Jessica Alba es un bochorno en cada una de sus apariciones, y Lindsay Lohan parece descolgada, sin propósito en la trama. Para colmo, la mitad de sus apariciones (que son desnudos) están cubiertas por un doble, así que la actuación de la problemática estrella no deja de ser nominal. Machete es delirante cuando está en movimiento; en el medio, las cosas son bizarras y no en el mejor sentido de la palabra. ¿Mexploitation con mensaje político?. Así es, y el resultado es algo extraño. Podría haber sido mucho mejor si no tuviera esos seudo momentos de seriedad. Igual, es mucho mejor que Planet Terror - el opus anterior de Rodriguez -, y a Trejo le sobra personalidad aunque tenga 80 años. Era el protagónico que se merecía.
Solomon Kane es una de las primeras creaciones de Robert E. Howard, el autor de Conan. Howard era un estudiante secundario que comenzó a despachar cuentos para revistas pulp de la época como Argosy y Weird Tales. Como sus trabajos eran regulares y populares entre los lectores de dichas publicaciones, Howard no tardaría en convertirse en escritor profesional, lo que ocurriría a la temprana edad de 18 años. Para tener una idea del talento de Howard, el escritor había creado a Solomon Kane a los 22 años, Kull el Conquistador (el personaje de Howard que fundaría el género de la Fantasía Heroica) a los 23, y Conan a los 26. Lamentablemente la situación económica y emocional de Howard se volverían muy inestables con el paso del tiempo, y el escritor se volaría los sesos al cumplir los 30 años. En sí Solomon Kane no difiere demasiado de Conan y otros personajes de Howard. Es un guerrero solitario y brutal que combate criaturas sobrenaturales, con la única diferencia que ahora está seteado en la edad media. El dato de que la aventura tiene lugar en el año 1600 y en Inglaterra es simplemente anecdótico; con la excepción de justificar la existencia de mosquetes, iglesias católicas y banderas inglesas, el resto podría calzar perfectamente en plena Tierra Media o en cualquier otro mundo de fantasía. La mayoría de los combates son a pura espada, los demonios acosan desde las sombras, y los castillos se ven más tétricos que nunca. Aún cuando Solomon Kane sea una producción modesta, la ambientación está muy bien hecha y transporta al espectador a una era en donde la existencia de la magia resulta creíble. Pero la gracia del filme pasa en realidad por la potencia del personaje central, que es una especie de Aragorn con mala actitud, decidido a patear traseros de cualquier criatura viviente - humana o sobrenatural - que se le cruce por su camino. Este es un tipo brutal, con un corazón negro sediento de sangre, que inspira terror a sus enemigos - en un momento le dice a uno de sus secuaces: ¿de qué te asustas? ¡Aquí el único demonio soy yo! -. Tras verse cara a cara con un súbdito del Diablo (que viene a reclamarle su oscura alma) y lograr escapar, Kane se refugia en un monasterio y se convierte en un hombre temeroso de Dios. Pero cuando las circunstancias lo ameritan, la bestia asesina que lleva adentro renace y provoca estragos entre sus enemigos. Quizás el aspecto más fascinante de Solomon Kane tenga que ver con su lucha interna entre el bien y el mal, en donde la naturaleza violenta del personaje termina por triunfar, sólo que ahora se ha encaminado por una buena causa. Este es un sicópata de nacimiento, que ama la violencia y sabe que ése es su mundo. Por ello es que Solomon Kane participa del mismo perfil que el personaje de Clint Eastwood en Los Imperdonables: otro asesino reformado en apariencia, que ha exterminado todo tipo de ser viviente que se le haya cruzado en el camino, y al cual su pasado lo condena a ejercer su único talento de la manera más brutal posible. A lo largo de los dos primeros tercios de Solomon Kane hay puñados de reflexiones fascinantes sobre la inexorabilidad del destino y la naturaleza del mal. En un momento Kane suplica ante las hordas de poseídos que no maten a un muchacho y, ante la sorda escucha de su pedido, termina maldiciendo a Dios por negarle la posibilidad de redención y condenarlo a ser un asesino... tras lo cual, comienza a desguazar esbirros del demonio con sus dos espadas como si fueran sandías maduras. visita los foros de discusion y descarga gratis de peliculas de SSSM - Arlequin Durante esos dos primeros tercios Solomon Kane transpira carácter. Oh sí, sin dudas es una de las mejores aventuras de fantasía de la era post El Señor de los Anillos, pero acá los méritos no pasan por lo espectacular de la historia ni por lo excéntrico de los efectos especiales, sino porque el personaje central tiene una dualidad contradictoria fascinante. A esto se suma la excelente perfomance de James Purefoy - un tipo que viene haciendo secundarios desde hace años, sin nada memorable a nivel internacional -, la que debería valerle merecidamente el estrellato. Cosa curiosa del destino, Solomon Kane fue estrenada en Europa en el 2009 y ya salió en video, mientras que los norteamericanos aún no la han visto en sus salas de cine (hay un estreno demorado para este 2010). Pero ni bien lo haga, Purefoy debería pasar a ser uno de los más solicitados de Hollywood. Su actuación es perfecta, intensa y radiante de carisma - uno realmente se emociona cuando Kane entra en una racha justiciera, o cuando las cosas le salen mal -. Ciertamente la energía de Purefoy permite obviar algunos detalles que tienen que ver con la modestia de la producción (como escenarios y efectos especiales); pero lo único que no puede esconder es el tercer acto, en donde Solomon Kane presenta algunos problemas narrativos y pareciera que le falta una pulida. Comenzando por el cameo extendido de Max Von Sydow, en donde un intérprete tan solvente como el actor sueco recita sus líneas con una falta de convicción sorprendente (y eso que le toca en suerte uno de los momentos más emotivos de la pelicula); y a esto le sigue un clímax resuelto de manera expeditiva y con algunos deux ex machina relativamente molestos. Es como si el presupuesto y la paciencia se hubieran agotado, y el director Michael J. Bassett hubiera apurado el tranco, omitiendo crear el clima épico de la confrontación final y procurando cerrar la historia de manera rápida y económica. De todos modos el final deja la puerta abierta para futuras secuelas (ya se habla de una trilogía si la película tiene éxito en USA), las cuales espero ansiosamente que haya y que cuenten con un presupuesto más holgado como para pulir los detalles que aquí terminan por quedar en evidencia. Solomon Kane es un gran filme. Es emotivo, vibrante, está bien actuado y bien dirigido. Que no lo engañe la sosa imagen de colono inglés del poster; ésta es una aventura al mejor estilo de El Señor de los Anillos, sólo que en una época y región más reales. Hay detalles aquí y allá - una música muy parecida a Batman Comienza, actitudes tomadas de Los Imperdonables, acción coreografiada como El Señor de los Anillos, un personaje central vestido a la usanza de V de Venganza y que maneja los cuchillos con igual destreza, sangrientas revanchas personales contra hechiceros de la región al estilo de Conan, etc - que a veces nos hace recordar a los originales en los que se inspira... hasta que James Purefoy abre la boca y nos encandila con su carismático sicópata que asesina a favor del bien.
Oportunismo. Codicia. Soberbia. Los epítetos para calificar la penúltima entrega de la saga de Harry Potter no tienen fin, y demuestran que Hollywood hace cualquier cosa para sacar dólares de debajo de las piedras. Seamos claros. Yo disfruto con los filmes de Harry Potter. No llego al grado de fanatismo de ir disfrazado de mago al cine ni asistir a convenciones de fans. Siempre encontré a la serie plagada de problemas, los cuales terminaba por superarlos con un puñado de virtudes que bordeaban lo sobresaliente, y que tenía que ver con los cambios que imponían los guionistas y los directores de turno. Pero la saga hace rato que ha pasado el límite de lo potable - debería haber culminado en la fabulosa Harry Potter y la Orden del Fénix (2007), escrita por un libretista nuevo y cargado de ideas frescas -, y todos los responsables han estirado el inevitable final durante 3 filmes más, del cual el que nos ocupa es el capítulo intermedio. Un capítulo inventado de la nada, ya que éste debería haber sido el último filme y decidieron hacer la gran Kill Bill, partiendo al medio una única película y recaudando el doble. Y no es que la novela fuera gigante (otros libros previos de Harry Potter han sido más extensos y han sido comprimidos en un único filme). Simplemente es pura codicia y oportunismo comercial. Ya con sólo ese dato de inicio la opinión sobre Harry Potter y las Reliquias de la Muerte - Parte 1 baja unos cuantos puntos desde el vamos. El problema es que el producto terminado tampoco termina de ser tan deslumbrante como para que uno no deje de pensar que esto es un invento comercial y, al ser en realidad un filme de casi cinco horas partido en dos, la "adaptación" termina por convertirse en una transcripción literal del libro - lo que no filtra ni pule nada -. Esto culmina con una serie de tiempos muertos o demasiado estirados durante el segundo acto, los cuales son demasiado respetuosos del texto original. Es cierto que aquí hay que preparar momentum - el que vendrá con el gran desenlace en la Parte 2 el año que viene -, pero luego de un comienzo muy kinético el relato se entierra en un pantano narrativo y sólo logra salir en los últimos 30 minutos. Parte del problema de ese pantano es que el relato se ha visto obligado a abandonar el confortable escenario de Hogwarts en donde J.K. Rowling tenía los engranajes narrativos aceitados hasta la perfección, no están los coloridos personajes secundarios, y el relato debe recaer en el trío central de adolescentes por demasiado tiempo (y su gracia y expresividad es un tanto limitada). Tampoco hay una maravillosa intriga de fondo. Los filmes de Harry Potter siempre han funcionado como pesquisas policiales, en donde el trío central intenta resolver el misterio de turno. Pero aquí sólo hay dos preguntas (¿dónde están los horocruxes? y ¿cómo se destruyen?) y el resto es melodrama fantástico de relleno. Gente huyendo a pie por la campiña inglesa durante demasiados minutos. Noches de campamento en donde los personajes se reprochan mutuamente. En un momento pareciera que a Rowling se le hubieran acabado las ideas y se dedicó a copiar a El Señor de los Anillos, con otro trío cargando un objeto maldito que empieza a envilecerlos. En un momento uno termina por volverse cínico y se pregunta: si Dumbledore sabía dónde estaban los horocruxes y cómo se destruían, ¿por qué no los destruyó él mismo en vez de dejarle un largo testamento recargado de acertijos a Harry y sus amigos?. Sobre todo porque Dumbledore no sabía nada de los horocruxes hasta el capítulo previo, en donde tuvo la mala idea de caerse de un balcón. Anuncio SOICOS Pero el tránsito lento del acto II no es el único punto irritante de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte - Parte 1. En el inicio hay persecuciones, explosiones y demasiadas muertes fáciles. Acá han llamado de regreso a la mayoría de personajes memorables de entregas anteriores, les han dado dos líneas de texto y a la tercera parte de ellos los asesinan de manera estúpida y fuera de pantalla. Ciertamente hay que mostrar un tono más oscuro - lo cual está muy logrado con la reunión inicial de Voldemort con sus esbirros -, pero el mutis por el foro de otros personajes (como Brendan "Ojo Loco" Gleeson) es lamentable, simplemente porque está omitido (wtf!). Para colmo el inicio es caótico y abrumador, simplemente porque el espectador está obligado a ver Harry Potter y el Principe Mestizo como tarea para el hogar si desea entender algo de lo que ocurre en los 15 minutos de arranque. Hay personajes que dudo mucho de haberlos visto alguna vez (hay una boda completamente salida de la nada, a menos que el Alzheimer haya comenzado a afectarme seriamente); la secuencia de la boda es una vulgar excusa para tirar de algún modo las pistas absurdas de siempre, solo que esta vez el recurso carece de estilo. Y si el acto I bordea lo incomprensible y el acto II es lerdo, esperen a ver el acto III. El libreto incrusta la reaparición de un antiguo personaje - cuya única utilidad es poseer el único superpoder que puede salvar al trío central de la circunstancia apremiante en que se encuentran -... y vuelve a producir otra muerte gratuita. A esas alturas yo ya estaba indignado; sólo en Serenity vi semejante manipulación amoral de los personajes, en donde los malos sobreviven (aquí no voltean ni a uno) y los buenos caen como moscas, simplemente para ser usados como golpes de efecto del guión. Harry Potter y las Reliquias de la Muerte - Parte 1 no me gustó. Me aburrió y me irritó. Quizás mi opinión cambie cuando vea la segunda parte, pero mi impresión es que esto nunca debería haber sido transformado en dos filmes. Así como está es una experiencia frustrante y cerrada, lenta e inconclusa, y un engendro comercial que nunca debería haber visto la luz, al menos en este formato.
Entre el 2004 y el 2010 el canadiense Bryan Lee O´Malley se despachó con una saga de seis novelas gráficas que narraban la vida amorosa de un adolescente. Lo destacable de la serie era que utilizaba un lenguaje visual propio de los videogames y del manga, amén de estar plagado de referencias nerd. La saga de Scott Pilgrim obtuvo un gran suceso, y Hollywood llamó a Edgar Wright (Shaun of the Dead, Hot Fuzz) para dirigirla. Lamentablemente el resultado final - Scott Pilgrim Contra el Mundo - lo vieron dos personas, dió enormes pérdidas y pasó a ser rápidamente archivado en video. Es más que probable que sea un filme demasiado caro y dirigido para minorías, pero no se le puede dejar de reconocer el enorme despliegue de talento que Wright, Michael Cera y todo el equipo técnico ha desarrollado para llevar al comic a la pantalla. "Desborde creativo" es un calificativo demasiado modesto para lo que ofrece esta película. Aquí hay otra historia de gente dejando de ser adolescente, y en este caso le toca el turno a Scott Pilgrim; un muchacho canadiense algo palurdo que sigue probando suerte con su banda de garage y no puede sacarse de la mente a su ex, la cual lo abandonó hace un año. El chico está saliendo con una estudiante oriental, la que desborda entusiasmo pero no termina por satisfacerlo. Pilgrim tiene un sueño recurrente - el de una chica algo terca, de pelo rosado y patines, que lo prepotea en su fantasía -, y el pibe se enloquece para encontrarla. Mientras lo hace, hay todo un circo de personajes secundarios formados por ex novias de él, compañeros de cuarto gay, insidiosas hermanas mayores y molestas nerds que forman parte de su mundo y opinan todo el tiempo sobre su vida. Todos ellos pondrán el grito en el cielo cuando Scott se tope con Ramona - la chica de sus sueños - y decida abandonar a su amigovia oriental. Pero eso no es lo peor de todo. Todo el filme parece ocurrir dentro de un videojuego de la Nintendo, comenzando por la musiquita de órgano que reemplaza a la clásica fanfarria del logo de la Universal al principio de la película (y que establece el tono de todo el relato). Cada personaje tiene puntaje, hay barras de nivel que indican ansiedad, energía, cantidad de orina (!), y los ruidos tienen sus onomatopeyas sobreimpresas en la pantalla. El filme no se queda sólo con esto, sino que pega estilizados saltos narrativos - los personajes comienzan una frase de día y la terminan a la noche o en otro escenario; abren una puerta y salen a otro lugar completamente distinto al esperado -, con lo cual viven mezclando realidad y fantasía. Digo: no pretendo hacer un análisis intelectualoide del filme, pero lo cierto es que Edgar Wright hace un despliegue narrativo visual fabuloso. En todas las secuencias siempre hay un recurso nuevo, y uno no sabe muy bien para dónde apunta el filme. ofertas en software de facturacion para empresas de Sistema Isis Establecido el clima de videogame, Pilgrim intenta avanzar com Ramona, sólo para descubrir que debe enfrentarse a la liga de sus siete ex novios, los cuales se plantan en combate de manera similar a Mortal Kombat (con música, bonus y fatalities incluídas) y todos ellos poseen superpoderes (wtf!). Algunos de ellos (entre los que se cuenta el ex Superman Brandon Routh y el inminente Capitán América Chris Evans) tienen dones absolutamente ridículos como el poseer poderes telekinéticos debido a que son vegetarianos puros (!!), o la dupla de disk jockeys asiáticos que son capaces de engendrar dragones de fuego desde sus bandejas de discos (!!!). Y cada vez que Pilgrim derrota a uno de ellos, avanza un nivel en el corazón de Ramona Flowers. Debo admitir que la idea es encantadora y la puesta en escena es espectacular, pero a su vez hay algo que flaquea en toda la historia y es la relación central entre Scott Pilgrim y Ramona Flowers. En el fondo Scott Pilgrim Contra el Mundo trata de un muchacho que va abandonando la adolescencia (mental) y que sólo entiende a la realidad de acuerdo a los términos nerds que ha mamado durante ella, con lo cual el filme funciona como una alegoría. Ahora se encuentra embarcado en el romance de su vida con la chica de sus sueños ... pero la química es muy débil entre los protagonistas, y no se debe a una falta de los intérpretes sino a que el libreto le asigna un papel muy cínico a Ramona Flowers. Esta chica ha abandonado a medio mundo, y ni siquiera han sido relaciones importantes. ¿Por qué, entonces, volverían a defender el honor de la muchacha?. La historia ensaya una explicación no muy convincente sobre el final, pero lo cierto es que Flowers es el único personaje que no es ingenuo en la trama (bah, ella y el ácido compañero gay de cuarto de Pilgrim), y el romance con ella se ve forzado. El otro punto es el tema de los supercombates, que parecen algo exagerados aún en un universo tan fantasioso como éste. No es que las peleas estén mal, pero a partir del segundo combate la cosa se pone repetitiva y cada vez más traída de los pelos. Uno no deja de reírse por eso, pero para el gran climax el director Wright (y el relato) llega con la energía justa. Quizás sean las secuencias menos satisfactorias de la historia, a pesar de su espectacularidad. Es como si Scott estuviera ganando puntos en el corazón / la memoria de Ramona, y cada pelea fuera una representación simbólica de ello... pero uno ve que Ramona no gana admiración por el protagonista a medida que avanza la historia (este mismo punto también fué muy criticado en la edición impresa del comic). Uno llega a la conclusión que quizás la historia hubiera estado mejor sin las super peleas (a pesar de que es uno de los más fuertes argumentos de venta del film). Scott Pilgrim Contra el Mundo es una experiencia. Es nerd, es sicodélica, tiene su gracia y tiene momentos de gran ternura. Pero en todo ese cóctel falta algo, y es que el romance de los protagonistas no termina por cuajar por el exceso de adrenalina que lo rodea. Aún así, es una brillante obra fallida que vale la pena no perdérsela.
Actividad Paranormal fue un fabuloso hit que salió de la nada en el 2009, y reavivó la moda de los falsos documentales que había creado El Proyecto Blair Witch en 1999. Con una videocámara hogareña en la mano y rodando en primerísima persona, los sustos resultaban muchísimo más efectivos que una tonelada de caros efectos especiales, amén de que no se requería ser un gran director para lograr resultados impresionantes. El filme de Oren Peli fue un gol de media cancha en la taquilla y era obvio que se imponía la secuela. A menos de un año del estreno de la original llega Actividad Paranormal 2, con nuevo director, un presupuesto más holgado, actores profesionales y toda la maquinaria hollywoodense detrás. El tema es que la continuación no ofrece nada fresco y la sensación de deja vu es tan fuerte que arruina la efectividad de los shocks que el filme tenía reservados en su galera. Esta es una especie de precuela / secuela, ya que los sucesos ocurren antes, durante y después de la historia de la primera Actividad Paranormal. Aquí hay una familia compuesta por la hermana de la protagonista del original, con su marido, su hijastra y su bebé recién nacido. Toda esta gente vive en una plácida casa durante agosto 2006 (o sea, dos meses antes de los acontecimientos del filme de Oren Peli), y súbitamente, comienzan a experimentar cosas. Tal como en la anterior entrega, uno puede desarrollar teorías caseras por si la depresión post parto de Kristi ha despertado algun poder telekinético inconsciente que provoca los poltergeist (la hija adolescente de los Rey incluso bromea con eso). Pero eso es lo que menos importa; acá lo único que interesan son los sustos, ya que la trama es bastante lineal. Cada vez se caen más cosas, se cierran puertas o se apagan luces sin motivo aparente. Como el primer ataque fue confundido con un robo, los Rey deciden instalar cámaras de seguridad con lo cual los protagonistas no deben cargar videocámaras todo el tiempo aún en las situaciones más absurdas (que es el defecto frecuente de la premisa de filmar en primera persona; un monstruo me está devorando y yo sigo rodando, p.ej.), y de paso se provee una variedad de escenarios. Mientras los fenómenos poltergeist siguen ocurriendo, vemos a la pareja de Katie y Micah (de Actividad Paranormal 1) haciendo visitas, comentando cosas, y entrelazando de manera paralela su situación con la de los Rey. ofertas en programas y utilidades en Drivers Argentina - click aqui Ciertamente los Rey son mucho más simpáticos y tolerables que la parejita del primer filme (en especial, del idiota del novio), y hay circunstancias de la rutina familiar que resultan graciosas. Ok, esta gente es más humana, natural, y al menos no cometen tanta estupideces como en la primera película. Pero, por contra, el filme es muchísimo más lerdo en la primera hora y las investigaciones de turno (otra vez por internet, o bien con un mexicano sabelotodo al estilo de Devil) suenan menos creíbles. Es cierto que películas como ésta o como El Proyecto Blair Witch lo único que hacen es construir momentum hasta explotar en toda su gloria al final ... pero aquí todos los shocks que atina a ofrecer el director Tod Williams son un reciclado de la primera cinta. El otro punto negativo es que el tipo que va a ver Actividad Paranormal 2 ya sabe de que va el juego y está expectante todo el tiempo aguardando que vaya a pasar algo - yo mismo me veía como un estúpido, contemplando con ansiedad una pantalla estática durante minutos y divisando todo el tiempo si se abría una puerta de la alacena de la cocina o se movía un candelero en el techo -. En todo caso lo que ha hecho Williams es pegarle una lavada de cara al filme de Oren Peli y venderlo dos veces. De todos modos yo no calificaría a Actividad Paranormal 2 como una estafa, ya que sus sustos reciclados aún son capaces de proveer más de un buen repingo en la butaca, y eso ya es un triunfo en vista de la situación actual del cine de terror - que en el 99% de los casos son incapaces de transmitir el más mínimo estremecimiento a los espectadores -. Lo otro que compensa la falta de originalidad de la película es que provee información complementaria sobre la suerte de los protagonistas del primer filme, y eso da cierta sensación de redondeo de la historia en general (aunque, debo admitir, el climax es bastante malo). Actividad Paranormal 2 está ok. Tiene unas cuantas cosas (¿demasiadas?) similares al primer filme y los mismos shocks no son efectivos cuando se ven por segunda vez, pero hay alguna que otra sorpresa, y la historia no daña el cerebro. Sólo podría recomendarla a aquellos que vieron la primera película y les gustó, con lo cual ahora terminarán de armar el rompecabezas. Y como este filme es muy barato de producir y viene recaudando bien, sólo hay que sentarse y esperar al inevitable estreno de Actividad Paranormal 3, algo para lo cual el final de esta película dejó la puerta abierta.
Saw 3D se trata de la sexta y (teóricamente) última secuela de la saga El Juego del Miedo, iniciada con resonante suceso en el 2004. En realidad se trata de Saw VII, pero luego del megahit de Avatar, la tecnología 3D se ha contagiado como la gonorrea en la industria cinematográfica, y todo el mundo se dedicó a filmar / reconvertir películas en tres dimensiones, aprovechando que las entradas a dichos cines son más caras y permiten hacer una buena diferencia de caja. Ello también ha servido de excusa para resucitar sagas agotadas, que van desde Resident Evil y Saw hasta la inminente reconversión de la trilogía clásica de La Guerra de las Galaxias (y Jorgito Lucas sigue currando!). Y acá el chiste es mostrar tripas saltando de la pantalla y salpicando al público de la platea. Pero si uno le saca la novelería tecnológica, Saw 3D es un pastiche mediocre. La saga ha caido en un estancamiento creativo y hace varias entregas que viene copiándose a sí misma y en demasía. He aquí a otro tipo que metió la pata y al que el asesino ha decidido tirarlo en un laberinto lleno de salas de tortura activadas automáticamente, en donde sus amigos / compañeros hacen de conejillos de indias. Los artefactos de tortura no estremecen y, lo que es peor, los efectos especiales parecen salidos de una pelicula serie Z - una ristra de chinculines no se ven convincentes como intestinos humanos, y todos los cuerpos parecen maniquíes baratos -. Anuncio SOICOS Pero en realidad el mayor problema de Saw 3D es el director Kevin Greutert, que simplemente es un inepto. Greutert es incapaz de generar el más mínimo grado de shock con las muertes, e incluso arruina toda la tensión que implica el duelo entre la viuda y el secuaz de Jigsaw. La secuencia inicial - en donde dos muchachos están atados a sierras interconectadas y deben matarse mutuamente porque, sino, la chica que sale con ambos será rebanada por una tercera sierra que está en el medio - está rodada como el demonio, desperdiciando todas las posibilidades de dicho escenario (la desesperación de la chica, los protagonistas, el público). Ni siquiera el regreso del histórico Cary Elwes (primera víctima de Jigsaw en El Juego del Miedo I) ni el cameo obligatorio de Tobin Bell (el Jigsaw original) tienen el peso, el misterio y los minutos de pantalla que se merecían. Por contra, Greutert y los libretistas le dedican muchísimo más tiempo a una parva de personajes mal escritos y, lo que es peor, mal actuados. El principal ofensor de los sentidos es Chad Donella - que hace del detective Gibson, quien le sigue el rastro a Hoffman -, el que parece estúpido y gesticula de manera irritante. Luego está el ex Joven Indiana Jones Sean Patrick Flanery, que tiene toda la pinta de un tipo deformado por años de alcoholismo (qué le ha pasado a este hombre?), y es extremadamente chato como protagonista. Costas Mandylor sigue siendo un flaco reemplazo de Tobin Bell y la única que podía destilar amenaza y locura es Betsy Russell como la viuda de Jigsaw, pero el libreto se empeña en tenerla poco tiempo en escena. La última película que me gustó de la saga fue Saw IV; luego de eso el director Darren Lynn Bousman se fue y la serie comenzó a hundirse de manera cada vez más pronunciada. Saw 3D es efectista, insulsa y rutinaria. En los últimos 10 minutos el filme mejora un poco la puntería, aunque las explicaciones y giros de tuerca son demasiado traídos de los pelos. La suerte de algunos de los protagonistas está definida de manera gratuita y con el simple cometido de explotar el 3D, lanzando tripas a la pantalla. Y ni siquiera provee la gran y satisfactoria conclusión que pretende vender, ya que todo está abierto para una futura Saw VIII. A mi juicio, la saga ya ha pasado hace rato el límite de lo potable, especialmente después de la forzada inclusión de Costas Mandylor; pero, como la taquilla manda y las secuelas son muy baratas de producir, no sería de extrañar que tengamos otro capítulo para el año que viene, algo que no me entusiasma en lo más mínimo.
RED (retired, extremely dangerous) está basada en una novela gráfica creada por Warren Ellis y Cully Hammer, y publicada por Homage Comics entre el 2003 y el 2004. Durante los tres números que constituyeron la saga se contaba la historia de un espía jubilado al cual lo empezaba a perseguir la CIA, ya que el nuevo director de turno estaba convencido de que sabía demasiado sobre antiguas operaciones clandestinas de la agencia. Así es que el retirado espía pasaba de status verde (green) a rojo (red) e iniciaba una especie de guerra personal con la agencia, y todo ello en un tono muy serio y dramático. Lo cierto es que de la historieta apenas quedó el esqueleto, porque Hollywood mutó el resto hasta convertirlo en una comedia de acción. O, mejor dicho, en una comedia romántica de acción (wtf!?). Para tener una idea, RED viene a ser una especie de Shaun of the Dead (2004), sólo que con espías y asesinos en vez de zombies. Si uno se atiene a la historia, no hay nada de excepcional - algo que ocurrió en el pasado se ha transformado en un secreto peligroso para ciertos hombres poderosos y empieza una matanza de todos los posibles testigos -. Esta trama una ya la vió quinientas veces, y ni siquiera en esta versión logran maquillar que hay huecos de lógica aquí y allá. Como en las comedias de acción - tipo Arma Mortal y los millones de clones que la siguieron - lo que menos importa es la historia, acá ocurre lo mismo. El matiz lo da la gracia de los personajes, que son básicamente Bruce Willis y Mary-Louise Parker. Como Willis es tan lerdo en las cuestiones románticas que ni siquiera tuvo coraje en su momento para invitarla a tomar un café, no se le ocurre mejor idea que raptar a su posible interés amoroso cuando las papas queman. Y si bien no es la mejor manera de comenzar un romance, la chispa se enciende entre ambos, especialmente cuando la chica ve que el jubilado al que le mandaba los cheques es mas letal que James Bond y Jason Bourne juntos. ofertas en programas y utilidades en Drivers Argentina - click aqui RED podría haber sido una película standard, entretenida y pasable con Willis a la cabeza, sino fuera por el hecho de que los productores se han gastado toda la plata contratando a un casting enorme de luminarias. Entonces pasa a ser una mezcla entre Shaun of the Dead y Los Indestructibles, con una troupe de estrellas haciendo papelitos pero desarrollados con mucha mayor gracia que el bodoque de acción de Sylvester Stallone. Los yanquis tienen un término llamado stunt casting, que es meter a actores de carácter en personajes totalmente contrarios a su naturaleza. Si bien Brian Cox y Morgan Freeman se han relamido con papeles de espías y conspiradores en otras ocasiones, las frutillas del postre vienen a ser John Malkovich (como un agente retirado completamente paranoide y malhablado) y Helen Mirren. Ver a la Mirren disparando rifles Barret de francotirador o ametralladoras pesadas M60 es una imagen gloriosamente bizarra y sexy. Es como poner a Laurence Olivier a hacer de Rambo, y que el hombre lo haga con una dignidad magnífica. Todos los secundarios son deliciosos y tienen su oportunidad de brillar. Los chistes tienen su gracia (Malkovich es un constante ladrón de escenas), y las secuencias de acción son gloriosamente exageradas (en especial el duelo en el aeropuerto). Hasta el romance es efectivo, teniendo en cuenta de que toda esta troupe de implacables espías retirados terminan enternecidos con la relación entre Willis y Parker y les dan unos consejos propios de Corin Tellado. ¿Que si la trama es un disparate?. Oh si, por supuesto. Pero es la excusa para ver a este carnaval de luminarias hacerse la fiesta con sus papeles mientras se meten en las balaceras más absurdas y entretenidas que uno haya visto desde Wanted - Se Busca. Y lo mejor de todo, es que uno se entretiene con ellos.